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Presentación
Los desafíos que enfrenta la revolución venezolana (Jorge Martín)
La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel.
Revolución y contrarrevolución en Venezuela (Yonie Moreno y William Sanabria)
La contrarrevolución levanta cabeza. Heinz Dieterich y el general Baduel (Alan Woods)
El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución (Erik Demeester)
El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano (Aníbal Montoya)
¿Por qué perdimos el referéndum constitucional? Un análisis marxista (Corriente Marxista Revolucionaria)
La “reconciliación” que nos amenaza y cómo combatirla (William Sanabria)
La revolución venezolana en la encrucijada (Alan Woods)
La revolución cubana en la encrucijada.
Cuba y el debate del ‘Socialismo del Siglo XXI’ (Frank Josué Solar)
El Che, ¿un icono? (Alan Woods)
VENEZUELA
LA LUCHA POR EL SOCIALISMO HOY
Índice
Presentación
Los desafíos que enfrenta la revolución venezolana (Jorge Martín)
La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel.
Revolución y contrarrevolución en Venezuela (Yonie Moreno y William Sanabria)
La contrarrevolución levanta cabeza. Heinz Dieterich y el general Baduel (Alan Woods)
El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución (Erik Demeester)
El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano (Aníbal Montoya)
¿Por qué perdimos el referéndum constitucional? Un análisis marxista (Corriente Marxista Revolucionaria)
La “reconciliación” que nos amenaza y cómo combatirla (William Sanabria)
La revolución venezolana en la encrucijada (Alan Woods)
La revolución cubana en la encrucijada.
Cuba y el debate del ‘Socialismo del Siglo XXI’ (Frank Josué Solar)
El Che, ¿un icono? (Alan Woods)
Presentación
La presente edición de la
revista Marxismo Hoy está
dedicada casi íntegramente a
la revolución venezolana.
Desde hace más de una
década la revolución
bolivariana ha sido un
referente para millones de
trabajadores, campesinos y
oprimidos de América Latina.
La acción de las masas de
este país se ha convertido en
una fuente de inspiración
para todos aquellos que
luchamos por cambiar la sociedad, en todo el mundo, y terminar con el caduco sistema
capitalista. Para cualquier activista de la izquierda, por lo tanto, es una responsabilidad
estudiar la revolución venezolana en profundidad y en todos sus detalles.
Tras años de avances y
victorias frente a los ataques
del imperialismo y la
oligarquía venezolana, sobre
todo tras la derrota del golpe
de Estado de abril de 2002,
parecía que la revolución
había conjurado todos los
peligros que la acechaban. La
contundente victoria de
Chávez en las elecciones
presidenciales de diciembre
de 2006 apuntalaba esta
idea. Sin embargo, un año
después, con la derrota en el
referéndum constitucional del
2 de diciembre de 2007, se
produce el primer tropiezo
del campo revolucionario, poniendo de manifiesto lo que los marxistas hemos explicado a
lo largo de todo este tiempo: si la revolución no se completa, si no avanza, si no se acaba
con el dominio de la burguesía sobre la economía y el aparato del Estado, es posible que
el proceso se revierta, es posible una vuelta atrás.
El resultado del 2 de diciembre no significa que las masas hayan dejado de apoyar a
Chávez, ni mucho menos que no estén preparadas para el socialismo. Al contrario las
masas venezolanas lo que quieren son medidas decisivas y concretas para poder dar un
giro decisivo en sus vidas y terminar con el capitalismo. Han demostrado en varias
ocasiones su disposición a la lucha y a entregar su vida para ello. La derrota en el
referéndum revela no que el proceso esté yendo muy rápido sino todo lo contrario: hay
que pasar de las palabras a los hechos.
El referéndum constitucional ha sido una seria advertencia, aunque no una derrota
decisiva. La revolución aún no ha perdido su oportunidad histórica, pero para poder
aprovecharla hay que sacar todas las conclusiones de lo que ha sucedido.
Se ha abierto una nueva etapa en la revolución venezolana. Basándose en la derrota en el
referéndum, el ala de derechas del movimiento bolivariano, en connivencia con la
burocracia estatal, la burguesía y el imperialismo, quiere paralizar el avance de la
revolución e introducir la idea de que no es posible un cambio social más radical. Esta es
una receta acabada para la desmoralización de un sector decisivo de las masas y la
preparación del terreno para la liquidación definitiva de la revolución. Sin embargo, la
base del movimiento bolivariano y los sectores genuinamente revolucionarios están
comprendiendo, por su propia experiencia, que la única manera de hacer frente al
sabotaje económico y político contra la revolución es nacionalizando las palancas
fundamentales de la economía, destruyendo el viejo aparato del Estado y sustituyéndolo
por otro basado en la democracia obrera.
Los artículos que publicamos, escritos inmediatamente antes e inmediatamente después
del referéndum constitucional, explican de un modo vivo y concreto todos estos aspectos
de la nueva situación y las tareas que tiene por delante el movimiento revolucionario.
Constituyen un valioso material para aquellos que quieran comprender las verdaderas
claves del proceso revolucionario en Venezuela.
Completa esta edición el artículo del marxista británico Alan Woods El Che, ¿un icono?, un
homenaje a la figura del Che Guevara, donde se hace un repaso de la trayectoria vital y
política de este gran revolucionario del siglo XX. Durante décadas la figura del Che ha sido
tratada de forma romántica e inocua por parte de la burguesía y recientemente, al calor
del ascenso revolucionario en América Latina, se ha tratado de ensuciar su imagen
acusándolo de ser un frío y calculador sanguinario. El artículo de Alan Woods rebate todas
estas calumnias y tergiversaciones. Trata la figura del Che sin idealismos de ningún tipo y
sobre todo rescata dos aspectos centrales de su legado político: el internacionalismo y la
lucha contra el burocratismo, completamente vigentes en la actualidad.
Y es precisamente con la revolución cubana, a la que el Che entregó su vida, con la que se
completa la selección de artículos de esta edición de Marxismo Hoy. El artículo del
comunista cubano Frank J. Solar, nos da una panorámica de la actualidad cubana hoy y de
los retos a los que se enfrenta la revolución.
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Jorge Martín
La abrumadora victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre
de 2006 marcó un nuevo giro a la izquierda en la revolución venezolana, seguido
por la formación del PSUV, nacionalizaciones, control obrero, leyes habilitantes...
En un discurso pronunciado en la Escuela de Verano de la Corriente Marxista
Internacional, Jorge Martín analiza la etapa en la que se encuentra la revolución,
los peligros a los que se enfrenta y esboza el camino a seguir.
La revolución venezolana es el punto más avanzado de la revolución mundial.
La Corriente Marxista Internacional reconoció pronto este proceso y hemos
analizado su desarrollo, intentado intervenir en ella y organizado campañas de
solidaridad. Ahora, nueve años más tarde, todo el mundo escribe sobre
Venezuela. El problema es que si intentas imponerle esquemas prefabricados a
un proceso vivo, tomando tal o cual detalle, esta o aquella declaración de Chávez
o de alguien más, no será posible entenderlo en absoluto. Lo que se necesita es
un análisis del proceso como un todo, un análisis de las fuerzas de clase que
están involucradas en esta lucha, la dirección en la que se encaminan y el
contexto internacional, a fin de entender el camino más probable que seguirán
los acontecimientos.
Lo que hemos hecho es aplicar el método dialéctico marxista de análisis a la
situación en Venezuela. La revolución venezolana tiene muchas particularidades
y elementos que son específicos al modo en que se ha desarrollado, y no podría
ser de otra manera. Todo proceso social real tiene características enraizadas en
la historia del país, el desarrollo particular de su economía, la experiencia
histórica de las diferentes clases involucradas en la lucha. Esto es lo que se debe
analizar para entender la revolución venezolana. Para poder hacerlo, los
paralelos históricos con la experiencia de revoluciones en otros países y en
momentos previos en Venezuela ciertamente son útiles, siempre y cuando
seamos conscientes de las limitaciones de cualquier analogía histórica. En el caso
de Venezuela, ¡un poco de conocimiento de realismo mágico puede también
resultar muy útil! El marxismo arranca de la situación real tal cual es, después
traza conclusiones generales de ello y de nuevo regresa a la situación real sobre
el terreno.
Las elecciones del pasado 3 de diciembre marcaron un nuevo punto de inflexión
en la revolución y significó un nuevo profundo giro a la izquierda en la situación.
Hace un año, la conferencia de la CMI aprobó una declaración sobre las
elecciones venezolanas [1]. Un punto importante que dijimos en aquel momento
fue que se estaba desarrollando un ambiente de impaciencia entre las masas
revolucionarias, un sentimiento de “ya hemos hablado durante bastante tiempo
de revolución pero nada decisivo parece haber cambiado”. Y dijimos que este
ambiente iba a ser un factor importante después de las elecciones, y que las
masas votarían decididamente para defender la revolución pero que después
esperarían y exigirían una ruptura fundamental con el pasado.
La campaña electoral comenzó bastante floja y la línea principal de los
discursos y consignas electorales de Chávez se basaron en los temas de la “paz”
y el “amor”. En las elecciones, los reformistas siempre insisten en que se debe
moderar el lenguaje para ganarse al centro. Sin embargo, como hemos
explicado, éstas no eran unas elecciones normales sino una batalla decisiva
entre revolución y contrarrevolución.
La oposición también presentó su amable cara “democrática” con Manuel
Rosales, quien prometió darle a los pobres montones de dinero. Las credenciales
“democráticas” de Manuel Rosales incluyen haber apoyado el golpe de abril de
2002, lo que demuestra el verdadero carácter de la oposición. Su plan era,
claramente, bien retirarse antes del 3 de diciembre o crear caos el día de las
elecciones con la intención de deslegitimar el proceso electoral. En este
contexto, dos semanas antes de las elecciones, la oposición consiguió organizar
una importante marcha en Caracas. Esta fue la mayor movilización que la
oposición conseguía organizar en mucho tiempo, se calcula que asistieron entre
de 200 o 300 mil personas. Fue en este punto, cuando las masas entendieron
que la contrarrevolución era una seria amenaza y que era necesario responder
de manera decisiva.
Si se mira la historia de la revolución venezolana esta es una característica que
se ha repetido una y otra vez. Los reformistas intentan conciliar y negociar con
la oposición, esta situación anima a la contrarrevolución a avanzar, y entonces
son las masas revolucionarias las que se movilizan y derrotan la
contrarrevolución, empujando todo el proceso de nuevo hacia delante. Tras el
mitin de Rosales todo el carácter de la campaña cambió. Las bases de las
organizaciones bolivarianas organizaron lo que se denominó “Plan Oligarcas
Temblad” [2]. El domingo antes de las elecciones hubo otra demostración
masiva de la fortaleza de las fuerzas revolucionarias en las calles de Caracas. Es
difícil saber cuántas personas participaron, pero se estima que pudo llegar hasta
2 millones de personas, en la que ha sido una de las más grandes
manifestaciones en la historia de la revolución desde 1998.
El mismo día de las elecciones, las masas revolucionarias salieron y ocuparon
las calles a fin de prevenir cualquier aventura contrarrevolucionaria. Desde las 2
o 3 de la madrugada, cientos de miles, millones de personas salieron a las calles
e hicieron cola en las afueras de los centros electorales y no volvieron a casa
hasta que se anunció la victoria. Y esto fue lo único que impidió que la
contrarrevolución llevara a cabo su plan de sabotaje a las elecciones. Temían
que cualquier acción contrarrevolucionaria pudiera enardecer aún más a las
masas revolucionarias y, por tanto, fuesen barridos de escena.
Los resultados electorales son un fiel reflejo de la enorme reserva de apoyo con
la que cuenta la Revolución Bolivariana. Mientras en 1998 Chávez recibió 3,6
millones de votos, el 3 de diciembre de 2006 ganó con 7,3 millones (63%).
Venció en cada uno de los estados, incluyendo Zulia, donde es gobernador
Manuel Rosales. Los estados con el mayor porcentaje a favor de Chávez fueron
Delta Amacuro (77,9%), Amazonas (77,8%), Portuguesa (77%), Sucre (73,7%)
y Cojedes (73,3%). De hecho, en 8 estados la votación a favor de Chávez
superó el 70% y en otros 11 estados ésta estuvo entre 60 y 70%. Chávez ganó
en 92% de los municipios y en 90% de las parroquias. En casi la mitad de los
centros electorales Chávez consiguió más del 70% de los votos, mientras que
para la oposición esto sucedió en sólo 3% de los centros electorales.
No hay un precedente real, en ninguna parte, donde un movimiento
revolucionario haya conseguido un apoyo electoral tan masivo [3] y es un
testimonio del proceso de creciente conciencia política de las masas que se ha
dado en Venezuela en los últimos nueve años. De hecho, mientras más radical
ha sido el mensaje de Chávez y la revolución, mayor ha sido el apoyo popular
que ha recibido.
Inmediatamente después de las elecciones, como era de esperar, los
reformistas empezaron su ofensiva para intentar diluir el significado de los
resultados electorales. Su principal línea de argumentación era que “por fin
tenemos una verdadera oposición democrática que ha aceptado los resultados de
las elecciones” y “por lo tanto deberíamos negociar con ellos”, “deberíamos
incluirlos en la Asamblea Nacional” (la cual boicotearon en diciembre de 2005),
“deberíamos tener una comisión mixta para la reforma constitucional”.
Pero el sentimiento entre las masas era completamente contrario a esta
posición y el mismo Chávez, desde el primer día, respondió con claridad a los
reformistas al moverse en dirección opuesta a la línea conciliatoria que le
proponían. La misma noche de la victoria proclamó que “esta es una victoria por
el socialismo, esta es una victoria por la revolución socialista”. Después, en un
espacio de dos o tres semanas, hizo una serie de anuncios que indicaban un
claro giro a la izquierda. Manifestó que “no es discutible incluir a la oposición en
la Asamblea Nacional; si ellos quieren pueden esperar hasta las próximas
elecciones de 2008”. Anunció la creación del Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV) y lo hizo como una forma de combatir a la burocracia y la
corrupción en el seno de la dirección de la revolución. Y en ese discurso también
dejó bien claro a los dirigentes de los partidos de gobierno que debían recordar
que el pueblo había votado por el socialismo y a Chávez, no a cualquiera de esos
partidos”, lo cual por supuesto es verdad.
También realizó algunos cambios en la composición del gobierno que indicaban
un giro a la izquierda. Reemplazó al vicepresidente José Vicente Rangel, que era
visto como un reformista, por Jorge Rodríguez, que es visto como alguien de
línea dura y un izquierdista. Por primera vez en la historia venezolana un
miembro del Partido Comunista y un autoproclamado trotskista fueron incluidos
en el gobierno. Más allá de sus verdaderas líneas políticas, David Velázquez [4] y
José Ramón Rivero [5], la forma en que Chávez anunció su afiliación política de
forma tan pública dejó un mensaje claro, “nos estamos moviendo hacia la
izquierda” y “no hay problema con el comunismo, no hay problema con el
trotskismo”.
También anunció que quería poderes habilitantes durante un período de tiempo
para toda una serie de asuntos importantes. Como era de esperar, no sólo la
oposición, sino también los sectarios y los reformistas dentro y fuera de
Venezuela criticaron este movimiento, su argumento era que se trataba de un
movimiento peligroso en dirección al autoritarismo. Sin embargo, las masas
revolucionarias de Venezuela entendieron muy bien que se trataba de una
medida para legislar firmemente en toda una serie de puntos decisivos, y
también como una indicación de la desconfianza en la habilidad de la Asamblea
Nacional para llevar a cabo tales tareas [6]. Esta medida también está
relacionada con la forma en que muchas de las reformas más importantes de la
revolución fueron introducidas en diciembre de 2001, mediante 49 leyes
habilitantes, un hecho que provocó la rebelión de la oligarquía y llevó
directamente al golpe de abril de 2002.
En el campo económico anunció que “todo lo que haya sido privatizado,
nacionalícese” e inmediatamente se tomaron medidas para pasar a propiedad
estatal a la CANTV y EDC, las empresas de telecomunicaciones y electricidad.
Estos anuncios (el PSUV, el nuevo gobierno y su programa, basado en los
“cinco motores por el socialismo”) fijaron el tono para la nueva etapa en la
revolución venezolana que se abrió después de las elecciones presidenciales.
A fin de entender la actual situación en Venezuela, es importante mirar tres
aspectos diferentes, las tres principales contradicciones que hemos señalado en
la declaración de la CMI hace ya un año: a) la cuestión del Estado; b) la cuestión
de la economía; y c) la cuestión de la organización y la dirección revolucionarias.
En relación a la cuestión del carácter del Estado, podemos decir que el Estado
venezolano es todavía, en lo principal, un aparato de estado capitalista. Sin
embargo, el aparato del estado opera en condiciones de revolución y por lo tanto
está lleno de todo tipo de contradicciones y está debilitado como herramienta de
la clase dominante. Y en este momento en particular, no está bajo el control
directo de la clase capitalista, en el sentido que la clase dominante no puede, por
ahora, usar este Estado capitalista para imponer su dominio de clase. Sin
embargo, esto no implica que incluso ahora el aparato estatal haya dejado de
ser una fuente de sabotaje y de bloqueo de las iniciativas revolucionarias de las
masas; y si continúa sin cambiarse, finalmente se convertirá en una herramienta
para derrotar a la revolución. Está claro que hay cierto grado de comprensión de
este problema entre las bases de la Revolución Bolivariana e incluso en algunas
capas de dirigentes, pero desafortunadamente no hay ciertamente una idea clara
de cómo resolver este problema.
En sus discursos de enero, Chávez anunció los “cinco motores hacia la
construcción del socialismo”, una clara indicación de la dirección que las masas
quieren tomar, y una de ellas es la cuestión del Estado. Chávez dijo que debía
haber una “explosión del poder comunal”, es decir, que el poder debería ser
transferido a los consejos comunales ahora es cuando se están organizando. En
el folleto en el que se explicaban los cinco motores, del que se imprimieron
cientos de miles de copias por el Ministerio del Poder Popular para las
Comunicaciones y la Información, dice que “nosotros, el actual poder existente,
debemos transferir progresivamente todo el poder, el poder político, social,
económico y administrativo, al Poder Comunal... de forma tal que apartemos las
viejas estructuras del Estado burgués capitalista, que sólo sirve para detener el
impulso revolucionario de las masas”. Esta ha sido la primera vez que Chávez ha
hablado abiertamente sobre el “Estado capitalista” y esto es algo que a los
reformistas de la dirección del movimiento bolivariano no les agrada y una idea
que no comparten.
Este hecho demuestra que hay un ala del movimiento que ve el problema que
representa el Estado capitalista e intenta encontrar una solución [7]. Ya existen
Consejos Comunales en muchas zonas del país, pero en algunas áreas están
infiltrados por burócratas, políticos arribistas, alcaldes y concejales, que los han
usado para construirse una base de poder. Como con muchas otras iniciativas
revolucionarias, a menos que sean parte de un plan consciente y organizado
para derribar el Estado capitalista y sustituirlo por un Estado revolucionario,
basado en consejos obreros y los consejos comunales, éstos probablemente se
queden a mitad de camino. Sólo podrán sobrevivir y ser efectivos como parte de
una red nacional de representantes elegibles y revocables, vinculados
estrechamente con los consejos de trabajadores en las fábricas, los cuales
constituirían la base de un nuevo Estado revolucionario.
Cooperativas
Nacionalizaciones
___________________________________________________________________________
NOTAS:
1. Declaración de la Corriente Marxista Internacional sobre las elecciones en Venezuela
(http://www.elmilitante.org/content/view/3457/74/), agosto 2006.
2. Entre los miembros del “Plan Oligarcas Temblad” estaban el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora,
Coordinadora Simón Bolívar, la UPV de Lina Ron, el Frente Revolucionario de Trabajadores de
Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO), la Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres
y Alternativos (ANMCLA), el Movimiento de Bases Popular, la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR)
y los colectivos “Alexis Vive” y “Dolorita Rebelde”.
3. En las primeras elecciones luego de la victoria de la revolución en Nicaragua, los sandinistas recibieron
67% de los votos, pero el principal candidato de la oposición se había retirado de la competencia
electoral.
4. David Velásquez, antiguo secretario general de las Juventudes Comunistas, tan sólo unos meses antes
que Chávez anunciara que la revolución venezolana no podía permanecer dentro de los confines del
capitalismo, insistía en que la cuestión del socialismo no tenía lugar en Venezuela, sino solamente la
del antiimperialismo.
5. Como dijimos en su momento, Rivero será juzgado por su actuación al frente del Ministerio. Aunque ha
tomado varias medidas progresivas, su papel durante la lucha de Sanitarios Maracay ha sido criminal.
Ver el artículo en inglés Sanitarios Maracay, a first balance-sheet of an heroic struggle de Jorge Martin,
22 de agosto de 2007 (http://www.marxist.com/sanitarios-maracay-balance-sheet.htm).
6. Este sentimiento fue capturado muy bien por Michael Lebowitz en un artículo de perspectivas llamado
Why Aren’t You in a Hurry, Comrade?, disponible en castellano en:
http://www.aporrealos.org/ideologia/a30402.html
7. La misma puesta en marcha de las Misiones a fin de llevar a cabo los programas sociales del gobierno
desde 2003 fue un intento por escapar al problema del Estado capitalista, al crear estructuras paralelas
al mismo.
8. El texto completo de la entrevista en la que Müller Rojas hizo públicas sus opiniones puede leerse en
castellano en http://venezuelareal.zoomblog.com/archivo/2007/06/30/alberto-Mller-Rojas-La-Fuerza-
Armada-e.html y en inglés en http://venezuelanalysis.com/articles.php?artno=2091
9. Se puede leer el discurso de despedida como ministro de Defensa del general (r) Baduel en castellano:
http://www.analitica.com/va/politica/9423969.asp y en inglés:
http://venezuelanalysis.com/articles.php?artno=2103.
10. Es la enorme presión a la izquierda que proviene de las bases lo que ha motivado los discursos de
Chávez, quien fuerza incluso a los elementos conservadores a disfrazar sus ideas en una fraseología
izquierdista, que suene a socialista e incluso marxista.
11. Un ejemplo de lo que es posible es la iniciativa tomada por sindicalistas de las empresas básicas en
Guayana, donde llamaron a voluntarios entre los obreros para unirse a la Reserva. Igualmente, en una
reunión de activistas revolucionarios en Carabobo para discutir sobre la Guardia Territorial, un
dirigente de la UNT le preguntó al vicealmirante que estaba ahí representando a la Guardia Territorial,
qué pasaría si los trabajadores de la cercana fábrica de Firestone quisieran unirse a la Guardia
Territorial pero como toda una unidad de trabajadores. El vicealmirante dijo que nunca lo había
pensado pero que sonaba como una buena idea y le preguntó que si podía conseguir una lista de todos
los trabajadores interesados y a alguien para coordinarlo de manea tal que esto pudiera ser
implementado.
14. La mayoría de estas medidas fueron introducidas para poder defender los niveles de vida de las masas,
particularmente en los momentos del paro patronal y del sabotaje a la economía de diciembre 2002 -
enero 2003.
17. En 2006 habían más de 15.000 tiendas Mercal por todo el país, abasteciendo a cerca del 43% de la
población.
18. Numerosas declaraciones en este sentido pueden encontrarse en este sitio web:
http://usuarios.lycos.es/suntrabmercal/
20. Cuando se estaba terminando este artículo, se alcanzó un acuerdo entre el gobierno venezolano y la
multinacional argentina Techint, que incluye una garantía de no nacionalización. Sin embargo, un
acuerdo de este tipo es susceptible de romperse de cara a conflictos laborales, más demandas de parte
del Gobierno, etc.
21. Declaraciones de José Valera, socio de King & Spalding en Houston, citado por el Houston Chronicle en
su artículo ‘Citgo assets may be at risk in arbitration’ (Los bienes de Citgo pueden estar en riego en
caso de arbitraje, 27 de junio, 2007. El original en inglés puede leerse en
http://eldib.wordpress.com/2007/07/02/experts-say-conocophillips-exxon-mobil-could-seek-
venezuelas-refineries-in-us/, mientras que en castellano está disponible en
http://www.aporrea.org/energia/n97440.html
23. Es interesante notar que fue Didalco Bolívar, el gobernador de Aragua y de PODEMOS, quien envió a la
policía regional contra los trabajadores de Sanitarios Maracay quienes estaban yendo a una
manifestación del FRETECO en Caracas.
24. El Comité Central del partido se dividió 9 a 13, con los 9 uniéndose al PSUV y siendo expulsados del
PCV.
25. “Proponen cruzada nacional para defender la autonomía sindical”, El Universal, 26 de mayo de 2007
(http://www.eluniversal.com/2007/04/26/pol_art_proponen-cruzada-nac_264996.shtml).
27. “La UNT actual no representa a los trabajadores”, El Mundo, 31 de julio 2007.
28. Una descripción detallada de la actual situación en INVEVAL puede encontrarse en inglés en el artículo
Venezuela's Co-Managed Inveval: Surviving in a Sea of Capitalism
(http://www.venezuelanalysis.com/analysis/2520), por Kiraz Janicke.
29. “Sin Capitalismo de Estado los venezolanos no comerían”, entrevista en El Nacional, 27 de agosto de
2007, republicado por Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55300).
5 de septiembre de 2007
Una y otra vez, las masas han derrotado todos los nuevos intentos del
imperialismo y la burguesía por recuperar la iniciativa tanto en la calle como en
el terreno electoral. El paro patronal organizado por los empresarios y la
burocracia sindical mafiosa de la CTV pocos meses después de derrotado el golpe
de abril fue derrotado nuevamente por las masas: la toma de los centros de
PDVSA en respuesta al sabotaje patronal y de la tecnoburocracia, y su
recuperación y puesta en funcionamiento por parte de los sectores más
conscientes y combativos de los trabajadores petroleros junto con las
comunidades, galvanizó al conjunto del movimiento revolucionario y movilizó
también a sectores de la Fuerza Armada. El nuevo golpe contrarrevolucionario
fue derrotado nuevamente por la movilización de las masas.
Desde entonces, ante cada nueva convocatoria electoral y en cada coyuntura
decisiva, han vuelto a salir de un modo masivo a la calle: en el referéndum
revocatorio de 2004, en las elecciones de diciembre de 2005 —donde se
consiguió mayoría revolucionaria en la Asamblea Nacional tras la retirada de la
oposición— y en diciembre de 2006 cuando con casi 7 millones y medio de votos
fue reelegido Chávez, con cerca de 4 millones de votos más que en 1998.
Las sucesivas derrotas de la oposición y su debilidad llevaron a que la lucha
entre revolución y contrarrevolución se trasladara al interior de movimiento
bolivariano como la lucha entre reforma o revolución. La polarización a izquierda
y derecha se ha trasladó al interior de mismo. La victoria del 3 de diciembre de
2006, precedida de la movilización histórica del 26 de noviembre, en la que más
de 2 millones de personas se concentraron en Caracas a favor de la reelección
de Chávez, marcó un giro a la izquierda en la revolución y las contradicciones de
clase se agudizaron en el movimiento bolivariano.
La propuesta del socialismo y la conformación del PSUV por parte del
presidente Chávez llevaron a que el partido PODEMOS (que formaba parte del
Bloque del Cambio, coalición electoral con la que concurría Chávez), se pasara a
la oposición a principios de este año 2006. PODEMOS de palabra se posiciona
con la revolución, aunque en la práctica sostiene las posiciones de la burguesía y
del reformismo. Este fue el primer desgaje a la derecha. PODEMOS tiene cierta
fuerza en estados como en Sucre y Aragua cimentado sobre la base del apoyo a
Chávez en los últimos años. En la asamblea nacional apenas tiene 9 diputados
de los 167 que componen la asamblea nacional.
Pero la polarización a izquierda y derecha siguió manifestándose. A finales de
agosto el dirigente del MVR Francisco Ameliach, recogió firmas en el seno del
grupo parlamentario socialista solicitando a Chávez que debido al atraso en la
conformación del PSUV, en las próximas elecciones municipales se presentaran
candidaturas por el MVR y no del PSUV. Una parte importante del grupo
parlamentario firmó el citado documento. El PSUV es un proyecto estratégico de
Chávez y éste salió en defensa del mismo criticando públicamente a Ameliach,
quien finalmente tuvo que dar marcha atrás en su propósito y pedir disculpas
públicamente. Esta maniobra de Ameliach era un intento de retrasar y echar
atrás el PSUV y mantener el control burocrático de los sectores reformistas.
Durante la revolución francesa de 1789, conforme las contradicciones entre las
clases sociales se fueron agudizando y la presión de la intervención extranjera se
acentuaba, las masas junto a un sector de los dirigentes fueron girando cada vez
más a la izquierda. Al mismo tiempo, tanto agrupaciones como individuos que en
un momento estuvieron del lado e incluso al frente de las masas revolucionarias
pasaron al lado de la contrarrevolución. En un momento dado los representantes
políticos de la burguesía francesa (los Girondinos, llamados así por que la mayor
parte de ellos provenían de la región de la Gironda, al sur de Francia) , que en
un primer momento se habían alienado con la revolución, en un momento dado
se pasaron a la reacción monárquica y feudal cuando el movimiento de las
masas en lucha contra la reacción amenazaba el mantenimiento de la propiedad
privada. Del mismo modo militares como el Marques de Lafayette, nombrado
comandante de la guardia nacional tras la toma de la Bastilla o el General
Dumouriez, general en jefe al frente de los ejércitos revolucionarios del centro
que luchaban contra los austriacos, se pasaron a la contrarrevolución con armas
y bagajes. Frente a las deserciones, fue la lucha de las masas la que salvó de
nuevo la revolución.
Una nueva ofensiva contrarrevolucionaria
¿Y ahora?
Tras las declaraciones de Baduel, salieron anteriores ministros de Defensa, el
general García Carneiro y el almirante Maniglia, desmarcándose de las
declaraciones de Baduel. Muller Rojas, otro general retirado que se había
enfrentado a Baduel y Chávez por la cuestión de la entrada del PSUV en los
cuarteles también habló contra Baduel. Sin embargo esto no resuelve la
cuestión. Las contradicciones de clase se manifiestan en el aparato del estado, y
en el seno del movimiento bolivariano El ejercito refleja de un modo agudo estas
contradicciones. Si no han salido a la superficie antes es debido a la enorme
autoridad de Chávez. Pero eso significa que cuando se manifiesten lo van a
hacer de un modo brusco, cómo ha sucedido ahora con Baduel. La lucha entre
reforma y revolución se da de un modo agudo particularmente en el seno del
ejército. Es inevitable que Baduel refleje la manera de pensar de un sector de la
oficialidad. ¿Cuántos altos mandos pensarán al igual que Baduel sobre la
confusión acerca del tipo de socialismo se quiere construir? ¿Sobre la
importancia de mantener la propiedad privada? Si no se da una batalla por
democratizar y politizar la FAN, nuevos Baduel saltarán la talanquera,
amenazando la revolución, y no todos serán militares en estado de retiro o sin
tropas en este momento bajo su mando. De hecho, el propio Baduel apeló en su
discurso del lunes 5 de noviembre a la oficialidad y la burguesía y el
imperialismo intentan utilizar el ascendiente que se le supone sobre sectores de
la oficialidad tras varios años en posiciones de máxima responsabilidad en la
Fuerza Armada y de ser mitificado como “militar revolucionario”, “patriota”,
“hombre de la máxima confianza” de Chávez, etc.
Uno de los mayores peligros que amenaza a la FAN, no son ejércitos
extranjeros si no la penetración de las ideas de la clase dominante, de la
oligarquía, en su seno. Esas ideas con las que se ha adiestrado a sus mandos
históricamente. La única manera de impedir esto es que la revolución entre en
los cuarteles. Se han dado pasos efectivos en ese sentido pero hay que ir más
allá hay que introducir el debate político en los cuarteles. Si la revolución, si el
debate de la conformación del PSUV y su construcción no entra dentro de la FAN,
inevitablemente lo hará la derecha. Una muestra de ello es Baduel que ahora es
un vocero más de los intereses de los privilegiados. La FAN no ha estado
históricamente por encima de los partidos, del mismo modo que el estado
venezolano no fue una figura por encima de las clases. El estado es un
instrumento para el dominio de una clase social sobre otra. Fue durante la IV
república un instrumento de AD y COPEI para reprimir al pueblo. O los
revolucionarios se organizan políticamente en los cuarteles, o los reaccionarios lo
harán, y prepararan un nuevo golpe de Estado. Al mismo tiempo que, tal como
ha señalado Chávez, hay que formar milicias en las fábricas, en los campos en
las comunidades, redoblar la conformación de la reserva. En definitiva armar al
pueblo como única garantía para la defensa de la revolución de sus amenazas
tanto internas como externas.
La correlación de fuerzas es enormemente favorable para la revolución y para
la victoria del Sí el 2 de diciembre. Como ha señalado Chávez, hay que
organizarse para la victoria al igual que durante el referéndum revocatorio. El
que los batallones del PSUV sean la base de la organización del pueblo para
conseguir la victoria electoral a través de los batasos, muestra que el PSUV se va
a convertir en el instrumento que necesitan las masas y la revolución para
marchar al socialismo. El salto de talanquera de Baduel, que no era más que un
lastre para el movimiento revolucionario, tendrá como efecto que el movimiento
hacia la izquierda se profundizará, cómo viene haciéndolo desde principios de
año.
Sin embargo, nuevos Baduel estarán a la orden del día, conforme la revolución
continué su giro a la izquierda, triunfe el Sí, y en la medida en que las masas
agarren la reforma constitucional con sus manos y la lleven a la práctica. El
mayor peligro para la revolución es la amenaza interna, la quinta columna, los
sectores burocráticos y oportunistas que están en alianza con el imperialismo y
la oligarquía.
Baduel jugó un papel en la revolución, especialmente en los acontecimientos de
abril de 2002, aunque también es bueno recordar que Baduel no se pronunció
claramente contra el golpe nada más producirse éste sino más de 24 horas
después, cuando los trabajadores y el pueblo inundaban ya las calles de Maracay
la ciudad en la que se encuentra la base de la 42 Brigada Paracaidista de la que
era jefe y de todo el país. Es más, incluso cuando se manifestó, llama la atención
el carácter “institucional” de su discurso: “recuperar el hilo constitucional” y no
“defender a la revolución y a Chávez como dirigente elegido por las masas
revolucionarias”. Como ha señalado correctamente Mueller Rojas, Baduel
formaba parte de esos sectores de la oficialidad y de la burocracia estatal que
han acompañado durante un tiempo la revolución, arrastrados por el movimiento
de las masas y en la medida que ésta no cuestionaba todavía de manera abierta
y explícita la cuestión del estado y de la propiedad. Baduel fue incapaz de
cambiar y adaptarse a la nueva etapa de la revolución y a lo que demandaba de
él la lucha. Así terminó capitulando a las presiones del imperialismo y la
oligarquía.
Refiriéndose a Luis XIV el escritor Oscar Wilde señaló que “la única cosa que
uno conoce verdaderamente de la naturaleza humana es que esta cambia. El
cambio es una de las cualidades que nosotros nos podemos atribuir. Los
sistemas que fallan son aquellos que se basan en la permanencia de la
naturaleza humana, y no en su crecimiento y desarrollo. El error de Luis XIV fue
que el pensaba que la naturaleza humana sería siempre la misma. El resultado
de ese error fue la revolución francesa. Y esta fue un admirable resultado”.
8 de noviembre de 2007
Alan Woods
Las declaraciones del general Raúl Isaías Baduel el 5 de noviembre fueron una
parte clave de esta ofensiva contrarrevolucionaria. Hasta su retiro el pasado mes
de julio, Baduel era ministro de Defensa y aparentemente aliado de Hugo Chávez.
Ahora Baduel se ha posicionado en contra del presidente. En una conferencia de
prensa, describió los cambios propuestos por el presidente como un “golpe de
Estado de hecho” y una “imposición no democrática que nos haría retroceder de
una manera trágica”. Este ataque tenía claramente la intención de provocar una
escisión en las filas del Movimiento Bolivariano y promover el “no” en el
referéndum sobre los cambios constitucionales previsto para el 2 de diciembre.
¿Cómo podemos evitar que la revolución venezolana siga el mismo camino que
Chile? Los marxistas decimos: sólo haciendo avanzar la revolución, golpeando de
manera contundente a la burguesía contrarrevolucionaria, expropiando a los
banqueros, terratenientes y capitalistas, haciendo que la revolución sea
irreversible. Para conseguirlo será necesario armar a los trabajadores y a los
campesinos para luchar contra las fuerzas contrarrevolucionarias, tanto dentro
como fuera del país.
Eso es lo que nosotros decimos. Pero hay otras voces que dicen cosas bastante
diferentes. Una de estas voces más persistentes es la de Heinz Dieterich, un
profesor alemán que vive en México que en los últimos años ha estado realizando
una campaña estridente a favor de lo que él denomina “socialismo del siglo XXI”,
una especie de socialismo que difiere muy poco del capitalismo. Heinz Dieterich
se ha opuesto sistemáticamente a las expropiaciones y al control obrero. Está en
contra de tocar la propiedad de los banqueros, los terratenientes y los
capitalistas. Y, como es natural, se opone a tocar el Estado burgués y el ejército.
No es una coincidencia que el general Baduel escribiera el prefacio del libro de
Heinz Dieterich El socialismo del siglo XXI (Hugo Chávez y el socialismo del siglo
XXI), y que ayudara en su presentación en Venezuela. Se puede decir que Heinz
Dieterich no es responsable de las ideas y acciones de Baduel. ¿Pero cuál fue su
reacción ante las declaraciones del general? ¿Se distanció de Baduel? ¿Rechazó lo
que dijo Baduel? En absoluto.
El 8 de noviembre apareció en Rebelión un artículo de Heinz Dieterich titulado
La ruptura Chávez-Baduel: impedir el colapso del proyecto popular. Reproducimos
a continuación todo el texto para que nuestros lectores puedan juzgar por sí
mismos, para que no se pueda hacer ningún tipo de sugerencia sobre si nosotros
malinterpretamos las palabras del compañero Dieterich, además se puede
encontrar en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58708
El compañero Dieterich habla por sí mismo, aquí está el texto completo del
artículo:
Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el general declaró que se iba
a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar sobre
su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius Quinctius
Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa fase de
meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la reforma
constitucional.
Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el
general no fue convocado por las fuerzas del Estado para “salvar a Roma”, sino
motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que
garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política
del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había
apoyado públicamente la reforma constitucional.
Están en lo cierto, sin embargo, los observadores que constatan que había
señales inconfundibles públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución
del proyecto bolivariano que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a
la corrupción, el desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el
uso de los ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del
Socialismo del Siglo XXI.
Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del “sí”, se abre nuevamente
una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría
terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de
Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está
en juego.
Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo
puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel
lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el
centro político del país y el bolivarianismo. Sería conveniente dejar de sacralizar
la nueva Constitución y verla por lo que es: un modus vivendi normativo
construido sobre la correlación de las fuerzas reales en un momento histórico. Si
no, se corre el peligro de pagar el precio político que está pagando Evo Morales
en Bolivia por la Asamblea Constituyente.
Es evidente, que la nueva Constitución no es necesaria para avanzar el carácter
antiimperialista y popular del proceso bolivariano que encabeza el Presidente en
los ámbitos nacional e internacional, ni tampoco es necesaria para avanzar hacia
el Socialismo del Siglo XXI. Y es igualmente obvio que el modelo actual tiene una
serie de debilidades estructurales, que pueden hacer crisis el próximo año,
particularmente en la economía y en la falta de dialéctica en los órganos de
conducción del país.
A la luz de lo que está en juego para el pueblo venezolano y los pueblos
latinoamericanos, un pacto estratégico entre ambas fuerzas no sólo es necesario
para proteger el proceso, sino también, para volver al espíritu democrático
colectivo original del Samán del Guere. Quien piense que esto es imposible
después de la declaración de Raúl Isaías Baduel está olvidando el conflicto entre
el teniente coronel Arias Cárdenas, del MBR-200 y el presidente Hugo Chávez.
En el año 2002 Arias Cárdenas dijo textualmente durante un programa en vivo
en el canal RCTV que Chávez era un “asesino”, una “persona enferma, paranoica”
y “jefe de esa banda de delincuentes” que está en el gobierno. Años después fue
nombrado por el presidente como embajador de la República Bolivariana de
Venezuela ante las Naciones Unidas y hoy es el jefe del Partido Socialista Unido
de Venezuela (PSUV) en el Estado más poderoso del país, Zulia.
La política es el arte de las alianzas posibles y, a la luz de lo que está en juego,
la responsabilidad histórica ineludible de ambos ex compañeros de armas, Hugo
Chávez y Raúl Isaías Baduel, es resolver la crisis política actual —y económica
futura—, de tal manera que la oligarquía y el imperialismo no puedan adjudicarse
otro triunfo estratégico en la Patria Grande”.
¿Qué significa?
Heinz Dieterich nos dice que “entender las causas objetivas, posibles
consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo tanto, fundamental para
evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo”. ¿Cuáles son las “causas
objetivas”? Dieterich, de manera modesta, nos informa de que él tiene “una
relación personal de aprecio de muchos años con ambos personajes”. A Heinz
siempre le gusta decir que está cerca de tal o que se ha reunido con cual. Su
intención es dotarse de una autoridad especial y perspicacia en los asuntos de
estado. Cree tener el derecho no sólo a decirnos lo “que realmente significa
Chávez”, sino también decirle al propio Chávez lo que realmente él quiere decir.
Desgraciadamente, ahora se encuentra en dificultades porque Baduel y Chávez
ahora están enfrentados totalmente. ¿Cómo sale Heinz de esta pequeña
dificultad? A pesar de su amistad con ambos hombres, “haré una apología de
ninguno de los dos protagonistas, sino un análisis racional que pretende contribuir
a una solución progresista de la grave situación”.
La Sybila [oráculo, N.d.T] en la antigua Grecia hacía declaraciones misteriosas
que nadie podía comprender. Los sacerdotes después interpretaban estas
declaraciones para el público ignorante. Necesitaríamos los servicios de tal
sacerdote para responder a una pregunta muy simple: en el conflicto entre
Chávez y Baduel ¿dónde se posiciona Heinz Dieterich? Está en el medio. Intenta
actuar como un árbitro entre los dos, en este proceso se sitúa por encima de
ambos, ya que el árbitro siempre decide en caso de conflicto y la decisión arbitral
es la final.
Una explicación trivial
Un contrarrevolucionario ‘sincero’
Heinz Dieterich, como hemos visto, no niega que Baduel se haya pasado a la
oposición contrarrevolucionaria. No puede negarlo porque todos en Venezuela
saben que es verdad. Por esa razón intenta justificar sus acciones, presentando
su discurso contrarrevolucionario como la acción de un verdadero demócrata y un
patriota. Dice que actúa sólo por convicción, no desde el soborno u otros motivos.
Como no hemos estado presentes en las reuniones entre el general y la
oposición, no tenemos acceso a su cuenta bancaria, no tenemos forma de saber
si es verdadero o falso. Sin embargo, debemos observar que Dieterich se
contradice cuando escribe: “Parte del efecto [de la declaración de Baduel]
consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la
reforma constitucional”. ¿Cómo un “hombre de convicción” cambia sus
convicciones sobre la Constitución en un espacio de 18 días? Evidentemente, las
convicciones del general se parecen a las del político que decía: “Bien, ¡si no te
gustan si principios los cambiaré!”.
Incluso si aceptamos que él ha actuado sólo por convicción, este argumento no
dice nada. Muchos de los mayores villanos de la historia han actuado por
convicción. El loco emperador Nerón no dudó en actuar por convicción cuando
quemó Roma y culpó a los cristianos. Adolfo Hitler siempre actuó sobre la base de
convicciones muy profundas, convicciones de superioridad racial y fascismo.
Tanto Tony Blair como George Bush dijeron que estaban motivados por profundas
convicciones, convicciones imperialistas, tienen un dios que les da derecho a
gobernar el mundo. Para justificar su apoyo a la invasión criminal de Iraq, Blair le
dijo al pueblo británico: “Lo hice porque yo creía sinceramente que tenía razón”.
¿Este hecho hace que los crímenes de estos hombres sean menos atroces ya que
eran sinceros y “actuaban por convicción”?
Muchos en la oposición venezolana están profundamente convencidos de que
Chávez es un revolucionario peligroso, una amenaza para el orden social
existente que debe ser derrocado e incluso asesinado para salvar a la Patria. Sí,
lo creen sinceramente. Y desde su punto de vista de clase están en lo correcto.
Están actuando por convicción. La oposición contrarrevolucionaria defiende con
sinceridad el punto de vista de los terratenientes, los banqueros y los capitalistas.
Baduel francamente defiende a la oposición contrarrevolucionaria. Y Dieterich con
franqueza (asumimos) defiende a Baduel. Sin embargo, no estamos interesados
en si ellos son sinceros o no, sino qué intereses defienden.
La única manera de que podamos juzgar las acciones de Baduel no es desde el
punto de vista de la sinceridad personal sino desde un punto de vista de clase.
Por nuestra parte, defendemos sinceramente el punto de vista del socialismo y la
clase obrera. Defendemos al presidente Chávez contra los ataques de la
contrarrevolución. No hacerlo en esta situación sería una traición. Y también la
única forma de que podamos interpretar las acciones de aquellos que actúan la
sofistería del abogado para defenderle. Si a un pirómano se le permite escapar de
la justicia debido a los argumentos de abogados inteligentes, entonces estará
libre para quemar casas. Si se tolera a un contrarrevolucionario, él participará en
conspiraciones contrarrevolucionarias que amenazan la vida de muchas más
personas que un solo pirómano.
En nuestra opinión, la revolución bolivariana ya ha sido demasiado indulgente
con los contrarrevolucionarios. ¿Cuántos golpistas de abril de 2002 están en
prisión? Hasta hace poco, ninguno, por lo que sabemos. Este es un error serio y
la revolución pagará un precio muy caro por esta indulgencia.
La ‘preocupación’ de Baduel
“Sin embargo, los observadores que constatan que había señales inconfundibles
públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución del proyecto bolivariano
que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a la corrupción, el
desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el uso de los
ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del Socialismo del
Siglo XXI” (El subrayado es mío).
No tenemos la más mínima duda de que Baduel y toda la derecha del
Movimiento Bolivariano estaban preocupados por la evolución del proyecto
bolivariano. ¿Por qué estaban preocupados? Estaban preocupados porque la
revolución comenzaba a ir más allá de los límites del capitalismo y amenaza la
riqueza y la propiedad de la oligarquía. Estaban preocupados por las
nacionalizaciones y la no renovación de la licencia a RCTV, ese nido de agitación
contrarrevolucionaria y centro neurálgico de los golpistas.
También estaban preocupados por la corrupción, pero no por las razones que da
Heinz Dieterich. Todo el mundo sabe que Chávez personalmente es incorruptible
pero que está rodeado por una capa de burócratas corruptos y arribistas que
están saboteando la revolución desde dentro. Estos elementos son la quinta
columna de la contrarrevolución y son más peligrosos que los
contrarrevolucionarios abiertos.
Se quejan del “uso discrecional de los ingresos de PdVSA”. ¡Vaya chiste! ¡Como
si los ingresos de PdVSA no se utilizaron siempre para fines políticos! La única
diferencia es que en el pasado los enormes recursos de PdVSA eran utilizados
para beneficio de la oligarquía, sus amigos y sirvientes políticos. Ahora estos
recursos ya no están controlados por la burguesía y eso no les gusta. Sus
protestas por la corrupción apestan a hipocresía.
Es bastante cierto que hay burócratas en PdVSA, pero no sólo en PdVSA, que
necesitan ser purgados. ¿Pero como se hace esta tarea? Es necesario coger una
gran escoba y barrer a todos estos funcionarios “bolivarianos” corruptos y crear
un nuevo Estado que sea adecuado para la transformación socialista de la
sociedad. Esto sólo se puede hacer con la implicación activa de las masas, los
trabajadores y los campesinos, en la gestión de la industria, la sociedad y el
Estado.
Lo que hace falta es la expropiación de la oligarquía y el desmantelamiento de la
vieja maquinaria estatal burocrática y corrupta. Esa es la única manera de
conseguir una clara “definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo
XXI”. ¿Eso es lo que Baduel y Dieterich proponen? No. Se oponen con
vehemencia a ello. Están en contra de la nacionalización y del control obrero.
Cuando hablan de “Socialismo del Siglo XXI” en absoluto significa socialismo, sino
sólo capitalismo pero con otro nombre. Lo que les “preocupa” es la dirección que
ha tomado el proyecto bolivariano. Están decididos a detener en seco la
revolución.
En realidad, el propio Baduel explicaba cuál era su verdadera preocupación en el
momento de su discurso de despedida como ministro de Defensa. Aunque vistió
su discurso con fraseología socialista, lo que dijo está muy claro. Por ejemplo,
dijo que “el socialismo es la distribución de la riqueza, pero antes de que se
pueda distribuir la riqueza hay que crearla”, este es un argumento típico de los
reformistas en todas partes contra el socialismo y la nacionalización. Añadió que
“un régimen de producción socialista no es compatible con un sistema político que
es profundamente democrático con contraofertas y divisiones de poder”,
añadiendo que “debemos alejarnos de la ortodoxia marxista que dice que la
democracia con la división de poderes es sólo un instrumento de dominación
burguesa”. Y añadió: “sí, debemos ir hacia el socialismo, pero se debe hacer sin
caos ni desorganización”. Y utilizando una analogía extraña con la Nueva Política
Económica de Lenin declaró: “no podemos permitir que nuestro sistema se
convierta en un tipo de capitalismo de estado, donde el estado es el único
propietario de los medios de producción”. Y añadió: “el comunismo de guerra en
la Unión Soviética nos enseñó que no se pueden implantar cambios profundos en
el sistema económico... la abolición total de la propiedad privada y la socialización
brutal de los medios de producción siempre tienen un efecto negativo en la
producción de bienes y servicios, y provoca descontento general entre la
población”. Está bastante claro lo que estaba diciendo. Estas analogías incorrectas
con el comunismo de guerra y la NEP en Rusia sólo son una cobertura de lo que
realmente estaba diciendo: “no deberíamos avanzar hacia la nacionalización de la
economía”.
Algunas personas en ese momento dijeron que el discurso de Baduel no era una
crítica de Chávez, sino más bien, que sólo estaba planteando su idea del
“socialismo democrático” (es decir, reformas dentro de los límites del
capitalismo). A propósito, estas son las mismas ideas que Heinz Dieterich ha
estado planteando con el nombre de “Socialismo del siglo XXI”, socialismo sin
nacionalización de los medios de producción, es decir... ¡capitalismo! Por esta
razón Baduel era tan entusiasta con las ideas de Dieterich y escribió el prólogo de
la edición venezolana de su libro Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI. En
este prólogo Baduel dice cosas muy elogiosas sobre el libro de Dieterich:
“Primero, el gran honor que siento al hacerlo, ya que reconozco en esta obra una
grandísima contribución a la construcción de la teoría de la nueva sociedad no
capitalista”, añade que a pesar del llamamiento hecho por el presidente a
participar en el debate sobre el socialismo: “sin embargo pasado un tiempo, el
aporte de Heinz Dieterich, permanece como una referencia casi única y obligada
debido a la claridad y sencillez de sus ideas”. Baduel estaba en realidad tan
impresionado con las ideas de Dieterich que sugirió que el capítulo 7 de su libro:
“considero que este nuevo capitulo pudiese muy bien ser publicado como una
obra aparte y ser reproducido para su distribución masiva en escuelas,
universidades, sindicatos, fabricas, hospitales, comunidades campesinas,
consejos comunales y en fin en todos los espacios donde hace falta generar un
debate y sana discusión sobre el socialismo que queremos construir”.
¡Estas palabras deben ser realmente embarazosas para Dieterich! La persona
que hace sólo unos pocos meses alababa sus ideas tanto, ahora ha roto con el
proyecto bolivariano y se ha unido a la contrarrevolución. Quizá esta sea la razón
por la que Dieterich es tan entusiasta a la hora de argumentar que Baduel no es
realmente un contrarrevolucionario y que, en último instancia, Chávez y Baduel
deberían formar una alianza. Pero se podría decir que las ideas de Baduel han
cambiado y que, por lo tanto, Dieterich no es realmente responsable de su última
evolución ideológica. Nada podía estar más alejado de la verdad. Lo que atrabajo
a Baduel de Dieterich fue la idea de este último de que se puede tener
“socialismo” sin la nacionalización de los medios de producción. Ese era el tipo de
“socialismo” con el que Baduel podría vivir. Y eso es lo que explicó en su discurso
de despedida el 23 de julio. ¿Qué dijo en su discurso el 5 de noviembre?
Exactamente lo mismo. Citemos con detalle:
“Según esto, la motivación de la reforma constitucional, tal como se ha
presentado es llevar al pueblo venezolano hacia un proceso de transición, hacia
algo que se denomina de manera genérica “socialismo” sin indicar claramente a
que se refiere este término. Como ya indiqué en otra ocasión, cuando entregué el
Ministerio de la Defensa, la palabra socialismo no tiene un significado uniforme y
puede incluir regímenes como el de Pol Pot en Camboya y la Unión Soviética
estalinista, hasta el llamado Socialismo Nórdico o el Socialismo Democrático
Europeo. ¿A que socialismo se nos quiere llevar? ¿Por qué no se le dice al pueblo
claramente hacia donde se piensa conducir a la nación? Tenemos como pueblo
que exigir que se nos diga claramente el destino de nuestro futuro y no se nos
mienta con un supuesto socialismo a la venezolana”.
¡El propio Baduel admite que sus ideas no han cambiado! Y el mismo Dieterich
describía el discurso de despedida de Baduel como “un gran paso hacia el
socialismo del siglo XXI” (ver: Hugo Chávez, Raúl Baduel, Raúl Castro y el Bloque
Regional de Poder Popular avanzan el Socialismo del futuro,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=54425).
La razón por la que Baduel se ha pasado a la oposición es clara: ve que todo lo
que se habla de socialismo podría realmente significar socialismo y no está de
acuerdo con eso. Estaba contento con aceptar el socialismo de variedad Dieterich
(es decir, socialdemocracia), pero se opone totalmente al genuino socialismo.
Chávez explicó esto muy bien cuando dijo: “cuando un submarino se sumerge, la
presión se incrementa y puede soltar un tornillo flojo, los puntos débiles van a ir
saliendo. Es bueno que salga”.
¿Centro o derecha?
La correlación de fuerzas
El profesor Dieterich ahora demuestra una tierna preocupación por el destino del
presidente Chávez:
“La intervención del General equivale a una batalla decisiva, porque si el
Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos,
estaría obligado a convocar nuevas elecciones”. (El subrayado es mío).
Heinz Dieterich no quiere que el presidente celebre el referéndum, ¡por que
podría perderlo! Sobre esta lógica, Chávez nunca debería haberse presentado a
unas elecciones o celebrado ningún referéndum en el pasado, porque podría
haberlos perdido en su momento. Este es un argumento, no contra las reformas
de Chávez, sino contra la democracia en general. Sabemos que las masas, los
trabajadores y los campesinos, no existen para Heinz Dieterich. No tiene tiempo
para ellas, no tiene fe en ellas, no confía en ellas. Toda su confianza está
depositada en burócratas y generales como Baduel. Pero la principal fuerza motriz
de la revolución ha sido el movimiento de las masas.
Para empeorar las cosas, Dieterich inventa una nueva barrera: Chávez debe
conseguir al menos el 60% de los votos o si no convocar elecciones. ¿Por qué?
¿Quién lo dice? Un referéndum, como cualquier elección, se gana o se pierde por
mayoría simple. Chávez no tiene ninguna obligación de convocar unas elecciones
porque hace poco ha ganado unas elecciones por una mayoría aplastante, en
realidad, la mayor victoria de la historia de Venezuela. Una vez más, Heinz
Dieterich intenta asustar la revolución con el redoble de la retirada.
La correlación de fuerzas de clase sigue siendo enormemente favorable para la
revolución socialista en Venezuela. Esto se demostró una vez más con el
resultado de las elecciones presidenciales del pasado mes de diciembre. Aunque
han pasado nueve años (¡y qué años!), a pesar de todas las dificultades, las
escaseces, las privaciones, el sabotaje y la corrupción, la persistente ofensiva de
los medios de comunicación, las masas han permanecido absolutamente firmes e
inquebrantables en su apoyo a la revolución y el socialismo. Pero los escépticos
como Dieterich no lo ven. Sólo ven problemas, dificultades y peligros. Cuando
valora las oportunidades de Baduel y Chávez escribe:
“Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha
perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del ‘Chavismo' duro. Habrá que
ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados,
puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del Presidente habrá
que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes
estaban indecisos o inertes”.
Es cierto que Baduel ha perdido todo el apoyo entre las masas bolivarianas que
representan a la mayoría decisiva de la sociedad venezolana. Los rumores sobre
los “partidarios” simplemente se hacen eco de la propaganda venenosa de los
medios de comunicación de derechas. En cuanto a los “bolivarianos
decepcionados” difícilmente apoyarán a Baduel. Si los bolivarianos están
decepcionados no es porque la revolución vaya demasiado deprisa sino todo lo
contrario, porque no va lo suficientemente rápido, no porque haya ido demasiado
lejos, sino porque no ha ido lo suficiente lejos.
Por eso es esencial y necesario que, después de ganar el referéndum, se pongan
en práctica inmediatamente todas las medidas prometidas, dejando a un lado
toda la resistencia. La única manera de que el presidente pueda movilizar a su
favor las fuerzas electorales que anteriormente estaban indecisas o inertes, no es
llegando a acuerdos con la oposición o retirando su programa, sino mostrando la
absoluta determinación de llevar a cabo la transformación socialista de la
sociedad. Todo indica que las masas una vez más se arremolinarán en defensa de
la revolución y el voto por el “sí”.
Uno por uno, hemos desenmarañado los argumentos falsos y demagógicos de
Heinz Dieterich, que ahora prácticamente están tan desnudos como el día que
nació. Pero le dejaremos una chaqueta para que cubra su desnudez y de su
manga saque su última carta:
“Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de
Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el
bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35-40% de la
población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno,
en cualquier crisis”. (El subrayado es mío).
La oposición ha sido regularmente derrotada en cada una de las elecciones y el
referéndum durante estos últimos nueve años. En 2005, ni siquiera se
presentaron a las elecciones legislativas porque sabían que conseguirían un
resultado ridículo. En las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 fueron
aplastados. Como una pista repetida en un viejo gramófono, Dieterich mantiene
la misma idea de que la oposición es tremendamente fuerte y que las fuerza
revolucionarias son enormemente débiles.
Esta idea no tiene sentido. Las fuerzas revolucionarias son más fuertes que
nunca, y este hecho se ha podido ver en el impresionante crecimiento del PSUV,
que, con 5,5 millones de militantes, debe ser el partido político más grande de
cualquier país. Además, la lucha de clases no sólo es una cuestión de estadísticas
electorales. Los millones que votan a la oposición son principalmente elementos
pequeño burgueses. Las tropas de choque de la contrarrevolución son hijos de
papá, mocosos consentidos de clase media, como correctamente llama Chávez a
los provocadores estudiantiles. Ellos serían aplastados rápidamente en cualquier
enfrentamiento serio con los trabajadores y campesinos.
21 de noviembre de 2007
Venezuela:
El tira y afloja económico entre revolución y
contrarrevolución
Erik Demeester
El punto central en realidad es que los empresarios no pueden hacer los beneficios
que tenían en el pasado, ahora el gobierno ha impuesto los precios bajos. Así que la
industria básicamente dice: “Si tengo que renunciar a mis beneficios, mataré de
hambre a la población”.
La industria agrícola dice que trabaja a plena capacidad. Las organizaciones
campesinas como el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora no acepta esta
afirmación. Por su propia experiencia sabe que en muchos lugares los empresarios
se niegan a comprar partes de sus semillas de caña de azúcar, por ejemplo. Los
trabajadores de las recién creadas plantas públicas procesadoras de leche se
quejan de que no pueden trabajar a plena capacidad porque los grandes
propietarios de vacas se niegan a venderles la leche necesaria. La negativa
deliberada a invertir y extender la capacidad es una realidad. La capacidad
industrial ha caído de manera dramática.
Fuentes del gobierno dicen que el número de unidades de producción industrial ha
caído un 35% desde 1998. Desde el comienzo de la revolución han cerrado 6.000
empresas. La economía se mueve básicamente con dinero público, esta ausencia de
inversión privada significa un sabotaje económico.
De repente, los medios de comunicación privados son los defensores de la causa
de los pobres y de su salud. Recientemente, El Universal, el periódico burgués por
excelencia, dedicó todo un artículo a las consecuencias de una dieta desequilibrada
para salud de la población. La escasez de comida como resultado de la política del
gobierno provocará anemia, desórdenes de crecimiento entre los niños y jóvenes,
¡y debilitamiento en la vejez!
Es verdad que el control de precios y todos los demás controles han
desorganizado el funcionamiento normal de lo que aún es una economía capitalista
en Venezuela. Estas medidas se han tomado con la mejor de las intenciones:
garantizar y extender el acceso a los productos alimenticios básicos para capas más
amplias de la población. Gracias al control y a los bajos precios, las capas más
desfavorecidas de la población ahora tienen acceso a estos productos. En general,
el poder adquisitivo de los pobres también ha aumentado. Un reciente informe de la
Cámara de Comercio e Industria Americano-Venezolana, revelaba aumentos
significativos en los ingresos entre 2004 y 2006. El 58%, el sector más pobre de la
población, ha vito como sus ingresos reales aumentaron un 130%, después de
descontar la inflación. Estas conquistas no incluían los beneficios asociados con los
diferentes programas sociales o “misiones”, que proporcionan educación gratuita,
sanidad, etc., Una explicación común a la escasez por parte del gobierno es el
aumento de la demanda, gracias al incremento del poder adquisitivo, que supera a
lo que el mercado es capaz de ofrecer.
Por esa razón, el ministro de Alimentación, el general de División Rafael Oropeza,
“invita a la industria y a la agroempresa a aumentar su producción con el objetivo
de cubrir la demanda local de productos alimenticios”. Teme que la situación actual
de escasez cree una situación de desesperación entre la población.
Rafael Oropeza también dijo recientemente que no sabía si esta situación estaba
provocada por razones políticas o por problemas administrativos. También pretende
no saber si es “¡a propósito o no!”.
En realidad, la red pública de distribución de alimentaos, Mercal, intenta cubrir la
demanda que no satisface el sector privado, es decir, porque se niega a aumentar
la producción.
Aníbal Montoya
El cretinismo democrático
Por supuesto, que estas disquisiciones no preocupan en absoluto a nuestros
“amigos” sectarios. Ya mencionamos antes la posición de esos grupos sobre la
revolución venezolana en general ¿Cuál es su posición sobre la reforma
constitucional que será sometida a referéndum popular el próximo 2 de diciembre?
Estos “amigos” de la Revolución afirman que los cambios introducidos en la
Constitución traerán el peligro del “bonapartismo” (dictadura) y “atentan contra los
derechos democráticos”. Con “amigos” como éstos, ¿quién necesita enemigos?
En Argentina, grupos como el Partido Obrero, el PTS, y otras agrupaciones
menores como Izquierda Socialista, o el MAS (por no mencionar a las demás)
defienden orgullosamente esta posición y por eso piden a las masas venezolanas el
voto NO o la abstención en el referéndum del 2 de diciembre, exactamente como la
burguesía y el imperialismo.
Observemos que su crítica al “cesarismo” y al “bonapartismo” de Chávez va en la
línea de la crítica burguesa. En el colmo de su cretinismo “democrático” los
sectarios exigen la convocatoria de una Asamblea Constituyente en lugar de un
referéndum, como si ocho consultas electorales sucesivas en 9 años (elecciones
presidenciales, asamblea constituyente, referéndums, elecciones legislativas)
ganadas democráticamente por Chávez (la última con un apoyo del 63% de los
votos hace un año) no fueran suficientes credenciales democráticas del régimen.
Han llevado el doctrinarismo ultraizquierdista hasta las últimas consecuencias,
colocándolos en la incómoda posición de aparecer al lado de la contrarrevolución
burguesa e imperialista en todas las cuestiones fundamentales.
Así ocurrió cuando el gobierno venezolano decidió no renovar la concesión al
canal de TV golpista y de derecha, RCTV, medida que criticaron porque “era un
ataque a la libertad de expresión”. El mismo argumento que utilizó la reacción.
Como si un gobierno legitimado 8 veces por la voluntad popular no debiera tomar
medidas de autodefensa contra los burgueses que monopolizan los servicios
públicos (como el espacio radioeléctrico) para enriquecerse con el engaño y el
embrutecimiento de la población, y sobre todo para participar en conspiraciones
para derribar a un gobierno apelando abiertamente a un golpe militar y al
asesinato del presidente del país, como era el caso de RCTV.
La causa de estos errores (y horrores) es que ellos consideran enemigos por igual
al gobierno venezolano que la burguesía y el imperialismo norteamericano que lo
quiere derribar. Al asumir una posición neutral entre los dos campos de batalla, en
una guerra donde se debate la vida y la muerte de la revolución y el futuro de
millones de trabajadores, ayudan a la reacción al desertar del campo de batalla. No
hay terceras vías. O con las masas y el campo revolucionario, con todas sus
debilidades, vacilaciones y equivocaciones explicando pacientemente un programa
y una política genuinamente socialista; o con la burguesía y el imperialismo.
29 de noviembre de 2007
04 de diciembre de 2007
Aquellos que defienden negociar con la oposición deberían empezar por responder
a una pregunta muy sencilla: ¿por qué razón cuando Chávez les llamó a negociar
en 2002 el resultado no fue ninguna reconciliación sino que los empresarios
contestaron a la mano tendida por el gobierno con un cierre patronal que puso al
país al borde del abismo? Y ello a pesar de que en aquel momento ningún dirigente
bolivariano llamaba a construir el socialismo ni romper con el capitalismo, y que el
Gobierno incluso se mostró dispuesto a conceder ayudas a los empresarios y les
llamó a sumarse a la construcción de una Venezuela con justicia social y progreso.
¿Acaso fue responsabilidad de Chávez o de los revolucionarios —como sostienen
cínicamente los contrarrevolucionarios— por politizar el país? Evidentemente no. La
causa fue que -como ahora- los capitalistas venezolanos no podían aceptar ninguna
transformación decisiva de la economía o la sociedad, ni siquiera medidas
reformistas en beneficio de las masas que cuestionasen mínimamente sus
privilegios. Sobre todo, lo que la burguesía no puede aceptar (ni perdonará nunca a
Chávez) es su discurso hablando de revolución, que ofreció el cauce que las masas
obreras y populares estaban buscando desde hacía décadas para intentar cambiar
de arriba a abajo el país y las ha seguido animando a avanzar hasta hoy.
Como ha explicado el propio Chávez correctamente en muchas ocasiones, la
revolución bolivariana no obedece a un deseo individual suyo ni a la voluntad de un
puñado de revolucionarios, sino que nace del hartazgo de millones de personas con
las condiciones de vida que ofrece el capitalismo en Venezuela e
internacionalmente. La oligarquía venezolana vendió los recursos del país durante
décadas y se dedicó a vivir de rentas, el resultado lo conocemos todos: desempleo,
extensión de la economía informal, ante la ausencia de empleo digno y estable y el
cierre masivo de empresas (especialmente acusado tras el desastre del “viernes
negro”), lumpenización de sectores populares e incluso de capas significativas de la
clase media. A la decadencia económica se unía la política y moral: extensión de la
corrupción en los círculos dirigentes (gobierno, empresarios, burocracia sindical,
etc.).
El caracazo, el 27 de Febrero de 1989, fue una explosión de rabia del pueblo
contra todo eso. El soberano dio un puñetazo en la mesa y exigió solución a esos
problemas. Durante los años siguientes las masas buscaron insistentemente un
cauce a través del cual cambiar sus condiciones de vida. Tras fracasar las
direcciones de los principales partidos de izquierda en ofrecer ese cauce
revolucionario se expresaron a través del único líder al que habían visto enfrentarse
a la oligarquía y no doblegarse ni pactar con ella.
A pesar de los llamados constantes de Chávez desde 1998 a los empresarios para
que inviertan, del crecimiento económico impulsado por el ingreso petrolero
durante los últimos años y de las cuantiosas ayudas ofrecidas por el Gobierno
Bolivariano a la empresa privada, los capitalistas siguen saboteando la economía,
como hicieron desde la misma elección de Chávez en 1998, y se niegan
sistemáticamente a desarrollar las fuerzas productivas.
Ciertamente, la huelga de inversiones de los capitalistas venezolanos, su carácter
parásito, antinacional y especulador -que se han visto intensificados durante estos
años de revolución- vienen de antiguo. Vinculados por miles de lazos al
imperialismo, los empresarios venezolanos dejaron de desarrollar las fuerzas
productivas seriamente hace décadas. Si en los años 60 la inversión privada
representaba aproximadamente un 50% del PIB desde 1983 este guarismo no pasa
del 10%. La Formación Bruta de Capital Fijo (la inversión de los capitalistas en
nuevas plantas y maquinaria) ha venido cayendo en picado desde 1983. La
construcción y mantenimiento de obras públicas e infraestructuras fue abandonada
también a partir de ese año. Fue precisamente esta renuncia de los capitalistas
venezolanos a desarrollar el país la principal causa de la revolución. Esa es también
hoy la causa fundamental que impide cualquier posibilidad de acuerdo con ellos.
Los empresarios venezolanos basan sus beneficios no en la inversión en
tecnología sino en la explotación brutal de la mano de obra junto (¡como no¡) al
saqueo del estado, particularmente de la renta petrolera. El incremento de los
gastos sociales, el freno a las privatizaciones, la reducción de la jornada laboral o la
introducción de trabas al despido y a la explotación de los trabajadores chocan
frontalmente con sus intereses.
Una de las primeras medidas que enfrentó a Chávez con la oligarquía fue frenar la
privatización de PDVSA nada más llegar al gobierno. Un acto de justicia tan simple
como intentar ejercer un mayor control gubernamental sobre el ingreso petrolero
con el fin de redistribuirlo en beneficio de los sectores más desfavorecidos,
mediante la Ley de Hidrocarburos (2001), puso en pie de guerra al imperialismo, la
burguesía y la burocracia petrolera. El discurso de Chávez hablando de revolución,
en la medida que anima la lucha revolucionaria de las masas y en particular la
movilización y organización del movimiento obrero, es así mismo algo
absolutamente intolerable para los capitalistas venezolanos y el imperialismo.
Además, la revolución en Venezuela se convierte cada vez más claramente en un
punto de referencia para los trabajadores, campesinos y jóvenes de otros muchos
países, en especial (aunque no sólo) en América Latina. De ahí las constantes
campañas intentando desprestigiar a Chávez y la revolución, los ataques, la
injerencia del imperialismo, etc. Los imperialistas, como muchas veces hemos
explicado -contestando a aquellos reformistas que dicen que expropiar a los
capitalistas sería una provocación a la burguesía- no necesitan ninguna provocación
ni excusa para atacarnos. El simple hecho de que haya una revolución en marcha y
un Gobierno que no responde a sus dictados es una provocación inaceptable para
ellos.
La conclusión de todo esto es clara: los objetivos más básicos de la revolución
bolivariana (soberanía nacional, y productiva, desarrollo endógeno,...) así como las
reivindicaciones más elementales de las masas (vivienda, empleo, seguridad,
educación y salud dignas...) son imposibles de alcanzar bajo el capitalismo. Si
alguien tiene alguna duda ahí están los problemas de desabastecimiento, la espiral
inflacionaria, el incumplimiento de los planes de construcción de viviendas y
desarrollo de nuevas infraestructuras por parte de los capitalistas privados a pesar
de las enormes cantidades de dinero otorgadas por el gobierno.
La revolución bolivariana sólo se puede comprender partiendo de la teoría de la
revolución permanente de León Trotsky. Las aspiraciones antiimperialistas y
democráticas del pueblo venezolano sólo pueden ser realizadas si la revolución
rompe con el capitalismo y se transforma en socialista. Uno de los grandes méritos
de Chávez es haber reconocido este hecho, haber roto públicamente con la llamada
tercera vía (la idea de un capitalismo humano, de un camino intermedio entre el
capitalismo y el socialismo) y haber planteado el socialismo. Pero el socialismo no
se puede construir si se deja la propiedad y el control de los principales bancos,
industrias y de la tierra en manos de los capitalistas y si no se destruye el viejo
aparato estatal creado por la burguesía y se le sustituye por un genuino estado
revolucionario basado en los siguientes puntos: elegibilidad y revocabilidad de
todos los cargos públicos, salario no superior al de un trabajador cualificado,
rotación de todas las tareas burocráticas en que esto sea posible, armamento
general del pueblo organizando milicias obreras y populares. Esta es la tarea
pendiente de la revolución en estos momentos. De su resolución o no depende el
futuro del proceso revolucionario.
El motor de la revolución
2005 y 2006 serán años claves para la revolución bolivariana y en particular para
la clase obrera. De enero a abril asistimos a las primeras expropiaciones de
empresas del proceso revolucionario (Inveval e Invepal) y a la declaración por
parte del Presidente Chávez del carácter socialista de la revolución. Poco después
denuncia por primera vez al enemigo interno del burocratismo y la corrupción y
llama a erradicar ambas lacras.
Este giro a la izquierda en el discurso y propuestas de Chávez genera enormes
expectativas en las masas y especialmente entre los trabajadores. La entonces
ministra de Trabajo, María Cristina Iglesias, en una reunión con dirigentes de la
UNT llama a los trabajadores a ocupar las fábricas cerradas y ponerlas a producir.
Chávez presenta una lista con más de mil empresa abandonadas o infrautilizadas y
llama al movimiento obrero a recuperarlas. El Primero de Mayo de 2005 se celebra
la que probablemente ha sido la mayor marcha obrera de este proceso
revolucionario bajo la bandera del control obrero y de la llamada cogestión
revolucionaria (que en aquel momento para los trabajadores significa básicamente
un primer paso hacia el control obrero). El propio Chávez cierra por primera vez la
marcha del Primero de Mayo, define como obrerista su gobierno y reitera el llamado
a que la clase obrera juegue un papel central en una revolución, que vuelve a
definir como socialista. Es el turno al bate para la clase obrera.
En ese momento los reformistas empiezan una intensa campaña para impedir que
las expropiaciones se extendiesen e intentan sembrar la mayor confusión posible
acerca del tipo de socialismo que debíamos construir. Sin embargo, el bloqueo de la
burocracia sólo pudo tener éxito a causa de que los dirigentes de las distintas
corrientes de la UNT desaprovecharon una y otra vez las magníficas oportunidades
de movilizar y organizar al movimiento obrero que tuvieron.
El momento más dramático de este proceso fue el II Congreso de la UNT, a fines
de mayo de 2006. Más de 2.000 dirigentes sindicales de base acudían a este
Congreso buscando un camino para poner a la clase obrera al frente de la
revolución y llevar la misma hasta el final. Desde la CMR defendimos que sólo había
un modo de conseguir esto: los sectores más a la izquierda de la central —que
además tenían la mayoría— debían centrar el Congreso en un punto: la propuesta
de un plan de lucha que plantease organizar Asambleas, Consejos de Trabajadores
y Comités en cada fábrica para acometer varias tareas que centraban en ese
momento la atención de las masas.
Un objetivo clave para el movimiento era la lucha por reelegir a Chávez. La UNT
debía ponerse al frente de “la batalla por los 10 millones” con un programa de
clase. Al mismo tiempo, la UNT debía organizar la toma y puesta en funcionamiento
bajo control de los trabajadores de todas las empresas cerradas, en crisis o que
estaban siendo infrautilizadas y desarrollar Consejos de trabajadores en cada
centro de trabajo con el objetivo de impulsar el control obrero, luchar contra el
desabastecimiento y el saboteo económico de los capitalistas y la burocracia. La
UNT debía proponer al propio Chávez y al conjunto del movimiento bolivariano este
mismo plan y una propuesta programática de clase para llevar la revolución hasta
el final.
Estas fueron nuestras propuestas. También explicamos que si los sectores más a
la izquierda no planteaban como eje central del debate este plan de lucha sino que
centraban todo el debate en la elección la dirección de la central sindical estarían
dando la batalla en el terreno más favorable para los reformistas y menos
comprensible para las masas. Así ocurrió: los reformistas pudieron desviar la
atención de cuáles eran las tareas del movimiento obrero y tanto los sectores
ultraizquierdistas como reformistas que querían escindir la UNT tuvieron más fácil
su objetivo. La escisión del Congreso ha supuesto la paralización en la práctica de
la UNT y ha impedido al movimiento obrero durante los dos últimos años
desempeñar el papel que le corresponde en la revolución.
Todos estos factores son determinantes para que cierta sensación de cansancio y
frustración empiece a desarrollarse entre sectores de las masas. En ese contexto, la
campaña de la burguesía contra la reforma pudo tener un efecto entre los sectores
menos ideologizados de las masas que apoyan a Chávez y la revolución. Las masas
sólo pueden sacrificar su hoy a cambio de su mañana hasta cierto punto, decía
Lenin. Las masas tampoco son homogéneas, se componen de sectores diferentes
que sacan conclusiones distintas en momentos distintos. Junto a la vanguardia, a
los más “resteados” y concienciados políticamente, hay sectores que si no ven
resultados concretos empiezan a dudar y pueden caer antes en la apatía.
Sectores crecientes de las masas están cansados de oír hablar de socialismo y
seguir sufriendo las contradicciones y lacras del capitalismo. De ver como mientras
ellos siguen haciendo sacrificios hay dirigentes que, disfrazados con la boina roja,
se enriquecen, se compran carros de 200 millones de bolívares y se toman whiskys
con los capitalistas. El propio presidente hace poco llamó la atención sobre este
problema y dijo que esta no puede ser la revolución de las hummers (lujosa
camioneta made in USA muy apreciada por algunos burócratas) y los whiskys pero
en esto, como en otros puntos, tampoco ha habido medidas decisivas. Ese es el
punto central.
El resultado del 2-D no significa que las masas hayan dejado de apoyar a Chávez,
sino que quieren medidas decisivas y una parte de ellas está empezando a cansarse
de esperar. Los tres millones de abstencionistas del 2-D e incluso muchos más son
perfectamente recuperables y movilizables con una condición: que la revolución
pase a la ofensiva y tome de forma urgente medidas que demuestren en la práctica
y no en palabras que el socialismo significa una mejora drástica en sus vidas
comparado con el capitalismo.
¿Qué hacer?
Alan Woods
Después de todos los discursos sobre socialismo, todavía no se han realizado las
tareas fundamentales de la revolución socialista. Hugo Chávez ha demostrado ser
un luchador antiimperialista valiente y un consistente demócrata. Pero el coraje no
es suficiente para ganar una guerra. También es necesario tener una estrategia y
táctica correctas. Y lo que es verdad para la guerra entre las naciones también lo es
para la guerra entre las clases.
Los reformistas y estalinistas intentan argumentar que las “condiciones no están
maduras” para la revolución socialista en Venezuela. Todo lo contrario, las
condiciones para el triunfo de la revolución socialista en Venezuela hoy son
infinitamente más favorables que lo eran en Rusia en 1917. No debemos olvidar
que la Rusia zarista era un país extremadamente atrasado y semifeudal, con una
clase obrera muy pequeña, menos de diez millones de una población total de 150
millones de personas. Tampoco debemos olvidar que en febrero de 1917 el Partido
Bolchevique tenía sólo 8.000 militantes en toda Rusia. Si se comparan con los cinco
millones de militantes del PSUV la diferencia inmediatamente salta a la vista.
La correlación de fuerzas de clase en Venezuela es mil veces mejor a la que tenían
los bolcheviques en 1917. Pero aquí no se agota la cuestión. En la historia de la
guerra ¿cuántas veces ha sido derrotado un gran ejército por una fuerza mucho
más pequeña de profesionales entrenados dirigidos por buenos oficiales? ¡Muchas
veces! En las revoluciones como en las guerras la calidad de la dirección es en
última instancia decisiva.
Bajo la dirección de Lenin y Trotsky, el Partido Bolchevique consiguió en un
especio de tiempo muy corto ganar a la mayoría decisiva de los trabajadores y
soldados, dirigiéndoles hacia la toma del poder. Lo consiguieron basándose en ideas
marxistas claras y métodos que combinaban la firmeza ideológica en todas las
cuestiones fundamentales con la flexibilidad táctica necesaria para ganar a las
masas al lado de la revolución.
La existencia de ese partido y dirección en Venezuela sin duda habría facilitado
mucho la tarea de la revolución socialista. Pero este partido no existe y las masas
no pueden esperar hasta que lo hayamos creado. Los sectarios y los formalistas son
incapaces de comprender a las masas, cómo desarrollan la conciencia y se mueven
para cambiar la sociedad. Para estas personas la cuestión es muy simple:
proclamar el partido revolucionario. No hay diferencia si es un partido de dos o de
dos millones. Pero las masas no entienden a los pequeños grupos revolucionarios y
pasan sobre ellos sin ni siquiera percibirlos.
La revolución no puede ser dirigida por pequeños grupos de revolucionarios como
un director que dirige una orquesta. Tiene una vida y lógica propias que no se
corresponden con los esquemas formalistas de los sectarios. La naturaleza aborrece
el vacío. En ausencia de una dirección proletaria revolucionaria firme armada con
las ideas científicas del marxismo, la dirección ha sido ocupada por el Movimiento
Bolivariano.
Este incluye en sus filas a millones de trabajadores, campesinos y jóvenes
revolucionarios que luchan con todas sus energía por un cambio fundamental en la
sociedad, por el socialismo. Identifican sus aspiraciones con la persona de Hugo
Chávez, el fundador y líder indiscutible del Movimiento Bolivariano. ¡Naturalmente!
Las masas siempre son leales a las organizaciones y dirigentes que las despiertan a
la vida política, que dan una expresión organizada a sus aspiraciones y las expresan
en palabras.
Fortalezas y debilidades del bolivarianismo
Estas son conquistas indudables del movimiento bolivariano. Su lado fuerte es que
está enraizada en las masas, en los millones de trabajadores, campesinos y pobres
venezolanos que antes no tenían voz y ahora la tienen. Al poner en pie a estos
millones y darles voz y esperanza, el Movimiento Bolivariano jugó un papel muy
progresista. Pero junto a sus puntos fuertes también hay muchos débiles.
La debilidad más importante del bolivarianismo es que carece de un programa,
política y estrategia clara para realizar las aspiraciones de las masas. Este hecho es
comprensible dada la forma en que surgió el movimiento. No fue el producto de un
programa elaborado sino de las aspiraciones poderosas, aunque imprecisas, de
justicia nacional y social. Al principio esta circunstancia no fue un problema,
correspondía totalmente con la psicología de las masas, que sólo estaban
comenzando a despertar a la vida política. Una vez las masas fueron conscientes de
que era una posibilidad de luchar por el cambio, lo abrazaron con entusiasmo. Eso
creó un impulso irresistible que ha continuado durante una década, sacudiendo los
cimientos de la sociedad y la política en Venezuela y más lejos.
Sin embargo, dialécticamente, lo que al principio fue una fuente de fortaleza en
determinado momento se transforma en su contrario. En ausencia de un programa
científico y claro, de una ideología inequívoca, el movimiento cae bajo la presión de
fuerzas de clase contradictorias, que se reflejan en sus filas y especialmente en su
dirección. Estas contradicciones, que en el fondo reflejan contradicciones de clase,
se reflejaron en la evolución política del propio Chávez.
El papel de Chávez
Ningún observador imparcial puede negar que durante la pasada década Hugo
Chávez ha evolucionado de una manera sorprendente. Partiendo del programa de la
democracia revolucionaria, ha entrado en conflicto repetidamente con los
terratenientes, banqueros y capitalistas venezolanos, con la jerarquía de la Iglesia y
con el imperialismo norteamericano. En todos estos enfrentamientos se ha basado
en las masas de trabajadores, campesinos y pobres, que representan la verdadera
fuerza motriz de la revolución bolivariana, su única base real de apoyo.
Finalmente, se ha posicionado a favor del socialismo, que es un acontecimiento
muy importante. Aunque la naturaleza de este socialismo es tan imprecisa como el
resto de la ideología bolivariana, los trabajadores la están llenando con su propio
contenido de clase. Han procedido a ocupar las fábricas e instaurado el poder
obrero. Los campesinos luchan por ocupar las grandes haciendas y realizar la
revolución agraria desde abajo.
La fuerza fundamental de Hugo Chávez no es la claridad de sus ideas sino el
hecho de que ha expresado las aspiraciones profundas de las masas. Cualquiera
que haya estado presente en un mitin de masas en Caracas ha presenciado la
química electrizante que existe entre el presidente y las masas. Se nutren
mutuamente. Las masas ven reflejadas sus aspiraciones en los discursos del
presidente, el presidente va más a la izquierda debido a la reacción de las basas y,
a su vez, da un impulso fuerte a estas aspiraciones.
La burguesía ha comprendido esta “química revolucionaria” y lucha por romper el
vínculo que existe entre Chávez y las masas. Planearon asesinar al presidente,
calculaban que su desaparición fragmentaría y desintegraría el Movimiento
Bolivariano. Han organizado una conspiración en las capas superiores del
Movimiento Bolivariano para sustituirle por un candidato que sea más “moderado”,
es decir, más maleable a las presiones de la burguesía. El objetivo principal de la
derrota del referéndum constitucional no era en absoluto “impedir una dictadura”
(ninguna de las medidas incluidas en la reforma se podía interpretar en ese
sentido), sino evitar que Chávez se pudiera presentar de nuevo a la presidencia. Si
triunfaran abriría el camino para el éxito de la conspiración que es conocida
“chavismo sin Chávez”.
Es bien conocido que la burocracia contrarrevolucionaria ha tomado medidas para
aislar a Chávez de las masas mediante la creación de un férreo círculo alrededor del
Palacio de Miraflores. La amenaza de asesinato es real y justifica una estrecha
seguridad. Pero este hecho también puede ser utilizado por los funcionarios como
un pretexto para filtrar y censurar, garantizar que sólo ciertas personas tienen
acceso al despacho del presidente mientras que otros son excluidos por motivos
políticos. Con estos métodos reducen la presión de las masas y del ala de
izquierdas, mientras que aumenta la presión de la burguesía y de los reformistas.
Una y otra vez las masas, mostrando un instinto revolucionario infalible, han
derrotado a las fuerzas de la contrarrevolución. Este hecho engendró la ilusión
peligrosa en la dirección y en las propias masas de que la revolución era una
especie de marcha triunfal que automáticamente barrería a un lado todos los
obstáculos. En lugar de una ideología científica y una política revolucionaria
consistente, en la mente los dirigentes se instauró un especie de fatalismo
revolucionario, que todo era lo mejor en el mejor de los mundos bolivarianos. No
importa los errores que cometiera la dirección, las masas siempre responderían, los
contrarrevolucionarios serían derrotados y la revolución triunfaría.
El corolario de este fatalismo revolucionario fue la idea de que la revolución
bolivariana tiene todo el tiempo del mundo, que socialismo finalmente llegará,
incluso si tenemos que esperar cincuenta o cien años. Es irónico que Heinz
Dieterich y otros presenten esta idea (por ser más exactos, este prejuicio) como
“nueva y original”. En realidad, procede directamente del cubo de basura del
desacreditado liberalismo del siglo XIX. La burguesía, en un momento en que aún
era capaz de jugar un papel progresista desarrollando las fuerzas productivas, creía
en la inevitabilidad del progreso, que hoy es mejor que ayer y mañana será mejor
que hoy.
Esta idea (hoy totalmente abandonada por la burguesía y sus filósofos
“posmodernos”) más tarde fue adoptada por los dirigentes reformistas del
movimiento obrero internacional, en el período de auge capitalista previo a 1914.
Los socialdemócratas decían que la revolución ya no era necesaria, que lenta,
gradual y pacíficamente, la socialdemocracia cambiaría la sociedad, hasta que un
día llegaría el socialismo para todos y que incluso se realizaría. Estas ilusiones
reformistas quedaron destrozadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial y la
Revolución Rusa que la siguió. Ahora son pescadas del cubo de la historia,
desempolvadas y presentadas como la última palabra del “realismo” socialista del
siglo XXI.
Otro corolario más es que la revolución bolivariana debe limitarse a los estrechos
límites de las leyes y constituciones burguesas. Es irónico cuando la burguesía
venezolana ha demostrado un desprecio absoluto por todas las leyes y
constituciones. Ha realizado un sabotaje económico y constantes conspiraciones, ha
boicoteado las elecciones y tomado las calles con violentas protestas; ha realizado
un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente y, de no haber
sido por la iniciativa revolucionaria de las masas en las calles, no habría vacilado en
asesinar al presidente e instaurar una violenta dictadura en las líneas del Chile de
Pinochet.
Todos estos acontecimientos son bien conocidos y no necesitan explicación. En la
defensa de sus intereses de clase la burguesía ha demostrado que no tiene ningún
respeto por cualquiera de las leyes y constituciones. Se espera que las masas sigan
cada punto y coma de la legislación existente y obedezcan las “reglas del juego”,
como si fuera un juego de ajedrez o béisbol. Desgraciadamente, la lucha de clases
no es un juego y no tiene reglas ni árbitro. La única regla es que al final una clase
debe ganar y la otra perder. Y como solían decirlos romanos: ¡Vae victis! (¡Ay de
los vencidos!).
Al principio estos métodos parecían funcionar. Durante casi diez años las masas
han participado lealmente en cada referéndum y elección, han votado masivamente
a Chávez, a la revolución bolivariana y al socialismo. Realmente es asombroso que
las masas puedan permanecer en esta actividad efervescente durante tanto tiempo.
No hay precedentes de una situación revolucionaria que dure al menos diez años
sin encontrar una solución, bien sea el triunfo de la revolución o de la
contrarrevolución.
Las masas votaron por un cambio fundamental en sus condiciones de vida. Se
demostró con absoluta claridad en las elecciones presidenciales de diciembre de
2006, cuando le dieron el mayor número de votos de la historia de Venezuela. Pero
aunque se adoptaron algunas medidas progresistas, incluidas nacionalizaciones, el
ritmo del cambio es demasiado lento para satisfacer a las aspiraciones y
reivindicaciones de las masas.
Habría sido bastante posible que el presidente introdujera una ley habilitante en la
Asamblea Nacional para nacionalizar la tierra, los bancos y las industrias clave bajo
el control y gestión de los trabajadores. Esto habría roto el poder de la oligarquía
venezolana. Además, se podría haber hecho de modo legal a través del parlamento
elegido democráticamente, porque en una democracia los representantes elegidos
por el pueblo se suponen que son soberanos. Dejemos a los abogados que pleiteen
sobre este o ese punto. La gente espera que el gobierno que ellos han elegido
actúe en sus intereses, y que actúe de una manera decisiva.
En lugar de acción decisiva contra la oligarquía, que habría entusiasmado y
movilizado a las masas, lo que presentaron fue otro referéndum constitucional.
Pero ¿cuántos referendos y elecciones son necesarios para llevar a la práctica lo
que quieren las masas? La gente está cansada de tantas elecciones, tantas
votaciones, tantos discursos vacíos sobre el socialismo que les presentan con un
cuadro maravilloso que no se corresponden con lo que ven cada día.
¿Qué ven las masas? Después de casi una década de lucha ven que los mismos
ricos y poderosos aún poseen la tierra, los bancos, las fábricas, los periódicos y la
televisión. Ven a los corruptos en posiciones de poder: gobernadores, alcaldes,
funcionarios del estado y del Movimiento Bolivariano, y sí, también en Miraflores,
que llevan camisetas rojas y hablan del socialismo del siglo XXI, pero que son
arribistas y burócratas que no tienen nada en común con el socialismo o la
revolución.
No ven ninguna acción contra los funcionarios corruptos que se llenan los bolsillos
y socavan la revolución desde dentro. Ven que no se actúa contra los capitalistas
que sabotean la economía y que se niegan a invertir en la producción y aumentan
los precios. Ven que no se hace contra los conspiradores que derrocaron al
presidente en abril de 2002. Ven a los terratenientes que asesinan impunemente a
activistas campesinos. Ven los precios subir en los mercados y ven a los portavoces
del gobierno negando que haya problemas. Ven todas estas cosas y se preguntan:
¿hemos votado por esto?
El consejo de Lukashenko
¡Qué suerte para Venezuela tener tantos asesores! Tiene baldes de consejos,
llegan toneladas de consejos por carretera y por tren. Si cada uno de los consejos
valiera un bolívar, cada ciudadano de Venezuela sería millonario. Parece que
Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, también ha dado un consejo a Chávez.
Pero antes de dar un consejo a alguien debería examinar primero sus propias
credenciales. Después de todo, no aceptaríamos consejos de los efectos nocivos de
la bebida de un alcohólico crónico, o de los puntos de sutura de la intervención
cerebral por un carnicero. Lukashenko nos habla como “testigo del colapso de la
Unión Soviética”. Sí, no sólo fue testigo, sino también en parte responsable de ello.
La URSS fue destruida desde dentro por una casta parasitaria de burócratas que
absorbía una gran parte de la plusvalía producida por los trabajadores soviéticos.
Esta casta burocrática en la URSS socavó las conquistas de la economía
nacionalizada planificada a través del robo, la mala gestión y la corrupción. Es
decir, actuaron de un modo similar a la burocracia contrarrevolucionario en
Venezuela que estrangula la revolución incluso antes de su nacimiento. Lukashenko
era un miembro de esta casta burocrática privilegiada en la vieja Unión Soviética.
En aquellos días solían autodenominarse “comunistas” y se presentaban en la
tribuna del Primero de Mayo haciendo discursos sobre el socialismo. Ahora se han
convertido en los juguetes del capitalismo y la economía mercado. Se han
convertido en empresarios y conseguido fortunas. En Venezuela el mismo tiempo
de burócratas llevan camisetas rojas y también se suben a las tribunas a hablar
sobre socialismo. Tienen tanto en común con el socialismo como Lukashenko.
¡Qué suerte de consejo! Y qué suerte que todos los consejos vayan dirigidos en el
mismo sentido: “¡No seas loco Chávez! ¡No vayas tan rápido! ¡Olvida el socialismo!
No escuches a los trabajadores y campesinos. ¡Están locos! ¡Escucha a los chicos
con dinero! Convénceles para que sean buenos patriotas e inviertan en Venezuela.
¡Si lo haces todo irá bien!”.
Lukashenko, según parece, le dijo a Chávez: “Los empresarios, esta burguesía
nacional, debes hacer que tengan una buena impresión nacional, que amen su
Nación y Patria, incluso si son empresarios y tienen dinero. ¡Ellos deben invertir en
el país!”.
Si las implicaciones no fueran tan serias estas palabras serían bastante divertidas.
No sabemos qué burguesía nacional existe en Bielorrusia. Pero sabemos que la
burguesía venezolana no invierte en Venezuela. Sabemos que hay huida de capital.
Conocemos que hay sabotaje económico. Que existe una especulación que está
vaciando las estanterías de productos básicos y disparando los precios. Sabemos
que las fábricas se cierran y que los trabajadores son echados a la calle. Eso es lo
que sabemos. Y también quién es el responsable y por qué.
¿Qué propone el presidente de Bielorrusia? Propone que pidamos a los capitalistas
venezolanos que se comporten, que cesen su sabotaje y sean patriotas. Es exigir
peras al olmo. Los capitalistas no se impresionarán con discursos sobre el
patriotismo. Siempre actúan de acuerdo con sus intereses de clase. ¿Tienen interés
en apoyar la revolución bolivariana? Hemos visto cual ha sido su actitud durante los
últimos diez años. Sólo un ciego no comprendería que la burguesía es
implacablemente hostil a la revolución y a todo lo que significa.
No es posible reconciliar los intereses del proletariado y los de la burguesía. O se
apoyan los intereses de la clase obrera, que es la gran mayoría de la sociedad, o se
apoyan los intereses de la minoría de parásitos adinerados, los banqueros,
terratenientes y capitalistas. Pero no se puede apoyar a ambos. Si se intentan
reconciliar intereses de clase, los reformistas terminarán apoyando inevitablemente
a la clase dominante contra la clase obrera.
… Y cómo ganarlas
¿Es inevitable la derrota? No, por supuesto que no. La revolución puede triunfar,
pero sólo con la condición de que el ala estalinista-reformista Dieterich sea
desenmascarada y derrotada políticamente. Hay que purgar el movimiento de
burócratas, arribistas y elementos burgueses, defender con firmeza un programa
socialista. Sólo triunfará con esa condición, de cualquier otra manera no.
Cuando Simón Bolívar levantó por primera vez la bandera de la rebelión contra el
poderoso Imperio español, para muchos parecía algo totalmente imposible. Sin
duda si Heinz Dieterich hubiera vivido en aquella época habría despreciado al
Libertador, como hace con los marxistas. Bolívar, comenzó con un pequeño puñado
de seguidores, pero finalmente triunfó, igual que Chávez, cuya causa al principio
parecía inútil, pero triunfó porque movilizó a las masas por la lucha contra la
oligarquía. La batalla no se ha terminado y la victoria no está garantizada. Nunca es
así. Pero una cosa está clara, la única manera de triunfar es despertar a las masas
a la lucha revolucionaria.
O la mayor de las victorias o la más terrible de las derrotas: estas son las únicas
dos alternativas que hay ante la revolución bolivariana. Aquellos que prometen un
camino fácil, el camino del compromiso de clase, en realidad juegan un papel
reaccionario, creando falsas esperanzas e ilusiones, desarmando a las masas frente
a las fuerzas contrarrevolucionarias que no tienen tales ilusiones y se preparan para
derrocar a Chávez tan pronto como lo permitan las condiciones. La única manera de
evitar este proceso es liquidando el poder económico de la oligarquía, expropiando
a los terratenientes, banqueros y capitalistas, introduciendo un plan socialista de
producción.
Dieterich y los reformistas dicen que actuar de esta manera sería provocar a los
imperialistas y reaccionarios. Eso es absurdo. Los imperialistas y reaccionarios han
demostrado con sus acciones que no necesitan ninguna provocación para actuar.
Están continuamente actuando para destruir la revolución. La idea de que cesarán
sus actos contrarrevolucionarios si “demostramos moderación” y conciliar con los
reaccionarios es una locura y muy peligrosa. Todo lo contrario, este
comportamiento sólo servirá para envalentonarles y animarles.
Por supuesto, aislada, la revolución venezolana en última instancia no puede
triunfar. Pero no estaría aislada mucho tiempo. Una Venezuela revolucionaria
debería hacer un llamamiento a los trabajadores y campesinos del resto de América
Latina para que sigan su dirección. Dadas las condiciones que existen en todo el
continente, este llamamiento no caería en oídos sordos. El ejemplo de un estado
obrero democrático en Venezuela tendría un impacto mayor que la Rusia de 1917.
Dada la enorme fuerza de la clase obrera y el callejón sin salida del capitalismo en
todas partes, los regímenes burgueses de América Latina caerían rápidamente,
creando las bases para la Federación Socialista de América Latina y, finalmente, el
socialismo mundial. Sobre la base de un plan común de producción y la
nacionalización de los bancos y monopolios bajo el control y gestión democrática de
los trabajadores, sería posible realmente unir las fuerzas productivas de todo el
continente, movilizando de este modo una fuerza productiva colosal. El desempleo
y la pobreza serían cosas del pasado.
La jornada laboral se podría reducir inmediatamente a 30 horas semanales sin
reducción salarial. Como una reforma para demostrar la superioridad de los
métodos socialistas, tendría consecuencias inmensas en todo el mundo. Pero lo que
es incluso más importante, como explicaba Lenin, es que daría el tiempo necesario
a toda la clase obrera para dirigir la industria y el Estado. Después un plan
socialista de producción, controlado de arriba abajo por la clase obrera, llevaría aun
aumento inmenso de la producción, a pesar de la reducción de horas. La ciencia y
la técnica, liberadas de las cadenas del beneficio privado las desarrollaría a un nivel
jamás visto.
La democracia ya no tendría su actual carácter restrictivo sino que se expresaría
en la administración democrática de la sociedad por parte de toda la población.
Sentaría las bases para un enorme florecimiento del arte, la ciencia y la cultura,
acercaría toda la rica herencia cultural de los pueblos de todo el continente. Eso es
lo que Engels denominó el salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino
de la libertad. Ese es el genuino socialismo del siglo XXI: la única alternativa para
la revolución venezolana.
Primer despertar
Este viaje fue el principio de una prolongada odisea que lentamente le abrió los
ojos a la realidad del mundo en el que vivía. Por primera vez en su vida entró en
contacto directo con las masas empobrecidas y oprimidas del continente. Presenció
de primera mano las espantosas condiciones en las que vivía la mayoría de la
población. La pobreza tan terrible que existía en medio de toda la riqueza natural y
belleza de este maravilloso continente causó en su mente una impresión profunda.
Estas contradicciones conmovieron su naturaleza apasionada y sensible, le
hicieron meditar en sus causas. El Che siempre tuvo una mente viva e inquieta. Ese
mismo fervor intelectual que demostró en su estudio de la medicina, lo trasladó al
estudio de la sociedad. Las experiencias y observaciones que hizo durante sus
viajes dejaron en su conciencia una marca duradera.
De repente, todas sus tempranas ambiciones de avance personal parecían algo
pequeño y falto de interés. Al fin y al cabo, un médico puede curar a pacientes
individuales, pero ¿quién puede curar la enfermedad terrible de la pobreza, el
analfabetismo, la falta de techo y la opresión? No se puede curar el cáncer con una
aspirina, no se pueden curar las enfermedades subyacentes de la sociedad con
paliativos y paños calientes.
Poco a poco, en la mente de este joven maduró y se desarrolló una idea
revolucionaria. No se convirtió inmediatamente en un marxista. ¿Qué hizo? Pensó y
leyó mucho, una costumbre que no abandonaría hasta el final de su vida. Comenzó
a estudiar el marxismo. De manera lenta e imperceptible, pero con una
inevitabilidad inflexible, se convenció de que los problemas de las masas sólo se
podrían solucionar a través de métodos revolucionarios.
Guatemala
Granma
El 25 de noviembre de 1956, el yate crucero Granma zarpó de Tuxpan, Veracruz,
rumbo a Cuba, cargado de revolucionarios. Era un viejo barco y llevaba a más
personas de las que estaba permitido. Casi se hunde con el mal tiempo y muchos
de los pasajeros sufrieron mareos severos. Sólo fue el principio de sus problemas.
La expedición casi queda destruida al principio. Desembarcaron en el lugar
equivocado y se quedaron atascados en los pantanos. Fueron atacados por tropas
gubernamentales poco después de desembarcar y aproximadamente la mitad de los
rebeldes fueron asesinados o ejecutados después de ser capturados, sólo
sobrevivieron 15-20. Esta fuerza agotada y magullada de algún modo consiguió
reagruparse y escapar a las montañas de Sierra Maestra, desde donde iniciaron una
guerra de guerrillas contra la dictadura de Batista.
A pesar del revés inicial, los rebeldes consiguieron dar un golpe valiente que
resonó en los corazones y las mentes de las masas y, especialmente, de la
juventud. Sus filas mermadas se llenaron con nuevos reclutas, la guerra de
guerrillas se extendió por todo el este de Cuba. El Che participaba como médico,
pero en el fragor de la batalla tuvo que decidir si serviría mejor a la causa como
médico o como guerrillero. Y decidió:
“Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí el
dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario.
Tenía delante de mi una mochila llena de medicamentos y una caja de balas, las
dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la
mochila...”.
La fuerza principal de la rebelión residía en la debilidad crónica del viejo régimen,
internamente podrido de corrupción y decadencia. A pesar del apoyo, dinero y
armas del imperialismo norteamericano, Batista fue incapaz de detener el avance
de la revolución. Sus soldados estaban poco dispuestos a arriesgar sus vidas para
defender un régimen enfermo. Debilitados y desmoralizados por una serie de
emboscadas en las cimas de Sierra Maestra, en Guisa y en los claros de Cauto, el
ejército estaba totalmente desmoralizado cuando se lanzó la ofensiva final.
En esta campaña el Che se convirtió en comandante, consiguió reputación por su
coraje, bravura y habilidad militar. En ese momento ya era el segundo del propio
Fidel Castro. En los últimos días de diciembre de 1958, el comandante Guevara y su
columna de guerrilleros se dirigieron al oeste para el avance final hacia La Habana.
Esta columna llevó a cabo las tareas más peligrosas en el ataque decisivo a Santa
Clara. En un discurso pronunciado en Palma Soriano el 27 de diciembre de 1958,
Castro señaló la importancia de esta ofensiva:
“Establecimos nuestra línea defensiva en el río Cautillo. Teníamos rodeado Mapo
pero aún quedaba Palma. Aproximadamente había 300 soldados enemigos.
También estábamos ansiosos por tomar las armas que había en Palma, porque
cuando dejamos La Plata, en Sierra Maestra, debido a la última ofensiva, nos
quedamos con 25 soldados armados y 1.000 reclutas desarmados. Armamos a
estas tropas a lo largo del camino, les armamos durante el combate, pero en
realidad no terminamos totalmente de armarles hasta Palma”.
Las órdenes finales para el ejército rebelde fueron emitidas desde Palma el 1 de
enero de 1959. Pero el golpe final que acabó con la dictadura fue la huelga general
de los trabajadores de La Habana. Todo el edificio colapsó como un castillo de
naipes. Los generales de Batista intentaron negociar una paz separada con los
rebeldes. Cuando se enteró de esto, el dictador se dio cuenta de que el juego había
terminado y huyó a la República Dominicana el día de Año Nuevo de 1959.
En el poder
El viejo Estado burgués fue aplastado y se formó un nuevo poder, o más bien se
improvisó, sobre la base del ejército guerrillero. El poder pasó ahora a manos del
ejército guerrillero. Los marxistas de todo el mundo se alegraron del triunfo de la
Revolución Cubana. Fue un golpe duro para el imperialismo, el capitalismo y el
latifundismo en la puerta de atrás del estado imperialista más poderoso de la
historia. Dio esperanza a las masas oprimidas en todas partes. Pero tuvo lugar de
una manera diferente a la Revolución Rusa de octubre de 1917. No había soviets y
la clase obrera, aunque garantizó la victoria final de la revolución mediante una
huelga general, no jugó un papel de dirección.
Algunos defienden que este hecho es irrelevante, que cada revolución es
diferente, que no existe un modelo aplicable a todos los casos, y otras cosas por el
estilo. Hasta cierto punto es verdad. Toda revolución tiene sus propias
características concretas que corresponden con condiciones determinadas
diferentes, la correlación de fuerzas de clase, la historia y las tradiciones de los
distintos países. Pero esta observación no agota toda la cuestión.
Marx explicaba que los trabajadores no sólo deben controlar el viejo aparato del
estado y utilizarlo para cambiar la sociedad, desarrolló también su teoría del poder
obrero en La guerra civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la
Asociación Internacional de Trabajadores 1871. ¿Cuál es la esencia de la teoría?
Marx explicaba que el viejo Estado no podía servir como un instrumento para
cambiar la sociedad. Debía ser destruido y sustituido por un nuevo poder estatal,
un estado obrero, que sería totalmente diferente de la vieja maquinaria estatal, “el
poder estatal centralizado, con sus órganos omnipresentes de ejército permanente,
policía, clero y judicatura”. Sería un semi-estado, por utilizar una expresión de
Marx, dedicado a su propia desaparición:
“La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio
universal en los diversos distritos de la ciudad. Eran responsables y revocables en
todo momento. La mayoría de sus miembros eran, naturalmente, obreros o
representantes reconocidos de la clase obrera. La Comuna no había de ser un
organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al
mismo tiempo. En vez de continuar siendo un instrumento del Gobierno central, la
policía fue despojada inmediatamente de sus atributos políticos y convertida en
instrumento de la Comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento. Lo
mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de la administración. Desde
los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían
devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación
de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos.
Los cargos públicos dejaron de ser propiedad privada de los testaferros del
Gobierno central. En manos de la Comuna se pusieron no solamente la
administración municipal, sino toda la iniciativa ejercida hasta entonces por el
Estado.
“Una vez suprimidos el ejército permanente y la policía, que eran los elementos
de la fuerza física del antiguo Gobierno, la Comuna tomó medidas inmediatamente
para destruir la fuerza espiritual de represión, el ‘poder de los curas', decretando la
separación de la Iglesia y el Estado y la expropiación de todas las iglesias como
corporaciones poseedoras. Los curas fueron devueltos al retiro de la vida privada, a
vivir de las limosnas de los fieles, como sus antecesores, los apóstoles. Todas las
instituciones de enseñanza fueron abiertas gratuitamente al pueblo y al mismo
tiempo emancipadas de toda intromisión de la Iglesia y del Estado. Así, no sólo se
ponía la enseñanza al alcance de todos, sino que la propia ciencia se redimía de las
trabas a que la tenían sujeta los prejuicios de clase y el poder del Gobierno”.
(Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la
Asociación Internacional de los Trabajadores).
Estas ideas no guardan ninguna relación con el régimen totalitario burocrático de
la Rusia estalinista donde el Estado era un monstruoso poder opresor situado por
encima de la sociedad. Incluso la palabra “dictadura” en la época de Marx tenía una
connotación totalmente diferente a la que hoy tiene. Después de la experiencia de
Stalin, Hitler, Mussolini, Franco y Pinochet, la palabra dictadura significa campos de
concentración, Gestapo y la KGB. Pero, en realidad, Marx tenía en mente la
dictadura de la República Romana, mediante la cual en un estado de excepción
(normalmente la guerra) los mecanismos habituales de la democracia
temporalmente se suspendían y un dictador gobernaban durante un tiempo
temporal con poderes excepcionales.
Lejos de un monstruo totalitario, la Comunica de París era una forma muy
democrática de gobierno popular. Era un estado construido que pretendía
desaparecer, un semi-estado, por utilizar la expresión de Engels. Lenin y los
bolcheviques modelaron el estado soviético en las mismas líneas tras la Revolución
de Octubre. Los trabajadores tomaron el poder a través de los soviets, que eran los
órganos más democráticos de representación popular que se han inventado jamás.
A pesar de las terribles condiciones de atraso que existían en Rusia, la clase
obrera disfrutaba de derechos democráticos. El programa del partido de 1919
especificaba lo siguiente: “todas las masas trabajadoras sin excepción deben ser
inducidas a tomar parte en el trabajo de la administración del Estado”. La dirección
de la economía planificada principalmente estaba en manos de los sindicatos. Este
documento fue traducido inmediatamente a todas las lenguas principales del mundo
y distribuido ampliamente. Sin embargo, cuando llegaron las purgas de 1936 fue
considerado un documento peligroso y todas las copias se eliminaron
silenciosamente de todas las bibliotecas y librerías de la URSS.
En cualquier revolución donde el papel dirigente no lo juega la clase obrera sino
otras fuerzas, inevitablemente fluyen determinadas situaciones. Siempre existe una
tendencia a que el Estado se eleve por encima del resto de la sociedad e incluso
que las personas más dedicadas puedan ser corrompidas o perder el contacto con
las masas en determinadas circunstancias. Por esa razón Lenin planteó sus famosas
cuatro condiciones para el poder obrero:
•1) Elecciones libres y democráticas con derecho a revocación de todos los
funcionarios.
•2) Ningún funcionario puede recibir un salario superior al de un trabajador
cualificado.
•3) No al ejército permanente sino el pueblo en armas.
•4) Gradualmente, todas las tareas de administración de la sociedad deben ser
hechas por todos a turnos (cuando todos son burócratas nadie es un burócrata).
Ministro revolucionario
Ministro de Industria
Guevara más tarde sirvió como Ministro de Industria, en ese puesto tuvo que
hacer frente a los problemas de la edificación de una economía socialista planificada
en las condiciones difíciles que afrontaba la Revolución Cubana. Mi buen amigo y
compañero León Ferrer, el veterano trotskista cubano, trabajó con el Che en el
ministerio y mantuvo muchas discusiones con él sobre Trotsky y el trotskismo. Le
dio libros de Trotsky para que los leyera y mostró interés en ellos. Pero había un
punto que no entendía: “Trotsky escribe mucho sobre la burocracia, pero qué
significa”, León se lo explicó lo mejor que pudo después el Che dijo: “Sí, creo que
ya comprendo lo que quieres decir”.
Al día siguiente, el Che y León se reunieron para cortar caña de azúcar en los
campos. En medio de este trabajo matador, León vio un gran coche negro que
avanzaba lentamente por el campo. Se volvió al Ché y le dijo: “Comandante,
parece que tienes una visita”. El Che miró sorprendido y vio la limusina. Después su
cara mostró una sonrisa y le dijo a León: “¡Mira lo que va a suceder!”
El coche se detuvo y un funcionario sudoroso con traje y corbata se bajó y
comenzó a caminar hacia el Che. Antes de pudiera abrir la boca el Che le gritó:
“¿Qué hace aquí? ¡Fuera! ¡Aquí no queremos burócratas!” El funcionario
avergonzado regresó al coche y el Che se volvió hacia León y le dijo con una
sonrisa triunfal: “¡Ves!
Cuando el trotskista cubano fue detenido, el Che en persona intervino para
garantizar su liberación. (Más tarde dijo que había sido un error). También propuso
estudiar los escritos de León Trotsky, a quien consideraba como uno de los
marxistas no ortodoxos. Esta actitud es muy diferente a la postura de los
seguidores de Mao Tse Tung que describían a Trotsky como un
contrarrevolucionario y enemigo del socialismo.
Estas ideas las expresó el Che Guevara en una carta a Armando Hart Dávalos,
publicada en Cuba en diciembre de 1997 en Contracorriente Nº 9. La carta fue
escrita en Dar-es-Salaam, Tanzania, el 4 de diciembre de 1965, durante la
expedición africana del Che. En ella se expresa en términos muy críticos sobre la
filosofía soviética y el seguidismo servil de algunos cubanos:
“En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace
tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada
publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no
dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es
lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos.
“Si le das un vistazo a sus publicaciones [en Cuba] podrás ver la profusión de
autores soviéticos y franceses que tiene. Esto se debe a comodidad en la obtención
de traducciones y a seguidismo ideológico. Así no se da cultura marxista al pueblo,
a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no
es este el caso), pero insuficiente”.
Propone un plan extenso de formación política que incluye el estudio de las obras
completas de Marx, Engels, Lenin, Stalin y “y otros grandes marxistas. Nadie ha
leído nada de Rosa Luxemburgo, por ejemplo, quien tiene errores en su crítica de
Marx (tomo III) pero murió asesinada, y el instinto del imperialismo es superior al
nuestro en estos aspectos. Faltan también pensadores marxistas que luego se
salieron del carril, como Kautsky y Hilfering (no se escribe así) [el Che hace
referencia al marxista austríaco Rudolf Hilferding] que hicieron aportes y muchos
marxistas contemporáneos, no totalmente escolásticos”.
Y añade en broma: “y debía estar tu amigo Trotsky, que existió y escribió, según
parece”. Su interés en las ideas de Trotsky aumentaba en el mismo grado que se
desilusionaba con los regímenes burocráticos de Rusia y Europa del Este. El Che
Guevara era un lector ávido y en su última campaña en Bolivia llevaba muchos
libros con él. Entre ellos, significativamente, había libros de Trotsky: La revolución
permanente y Historia de la Revolución Rusa.
Dadas las condiciones extremadamente difíciles de la guerra de guerrillas en las
montañas y la jungla, un guerrillero sólo llevaba consigo lo que consideraba
absolutamente necesario. Esta circunstancia nos dice mucho sobre el pensamiento
del Che en esa época. No dudamos de que si hubiera vivido, habría girado hacia el
trotskismo y, en realidad, ya lo estaba haciendo poco antes de que su vida se
truncara.
El cuarenta aniversario del asesinato del Che Guevara ha sido la señal para una
campaña ruidosa en su contra. Los ataques al Che no sólo proceden de la derecha.
Hay ataques constantes de anarquistas, libertarios y todo tipo de “demócratas”. Las
críticas al Che de Regis de Bray son particularmente desagradables, ese miserable
renegado y cobarde, que jugó un papel pernicioso en la última campaña del Che en
Bolivia y que más tarde se convirtió en reformista y asesor de Mitterand, ahora es
un fiel servidor de la burguesía y el imperialismo.
Otros “intelectuales” como Jon Lee Anderson, que escribió un libro conocido sobre
el Che, Jorge Castañeda y Octavio paz se han unido al coro de renegados y
sinvergüenzas que compiten entre sí por “desmitificar” al Che, es decir, echar
basura sobre su memoria. Esta desagradable campaña de calumnias cuenta con el
apoyo de muchos en la “izquierda” de América Latina, que es sólo una indicación de
la degeneración de la intelectualidad “democrática” en el período de decadencia
senil del capitalismo.
El escritor Paul Breman, nos dice que el “culto moderno al Che” oscurece la obra
de los disidentes y lo que él cree es una “lucha social tremenda” que actualmente
se está realizando en Cuba. Sí hay una tremenda lucha social en Cuba, una lucha
entre la revolución y la contrarrevolución, una lucha entre los que desean defender
las conquistas de la revolución cubana y los que, bajo la falsa bandera de la
“democracia” quieren arrastrar a Cuba hacia la esclavitud capitalista, como ya ha
ocurrido en Rusia. En esta lucha no es posible ser neutral, y estos “intelectuales
demócratas” se han puesto abiertamente al lado de la contrarrevolución capitalista.
Otro de estos sinvergüenzas, el autor Christopher Hitchens, que antes se
consideraba como un socialista y seguidor de la Revolución Cubana, ahora, como
otros muchos en un tiempo amigos de Cuba, han cambiado de idea. Escribe lo
siguiente sobre el legado del Che Guevara: “La situación de icono del Che quedó
garantizada porque fracasó. Su historia fue la de la derrota y el aislamiento, y por
eso resulta tan seductor. Si hubiera vivido, el mito del Che hace mucho que ya
hubiese muerto.
No, mi amigo Che Guevara no ha muerto sino que está muy vivo, y será
recordado mucho después de que toda esta tribu miserable de fariseos burgueses
haya sido olvidada. Sí, el Che fue derrotado, pero al menos tuvo el coraje de
intentar luchar, y es mil veces mejor intentar luchar y caer honorablemente en la
batalla por una causa justa, que parlotear, quejarse y gimotear desde los márgenes
de la historia y hacer precisamente nada.
Bahía de Cochinos
Bolivia
Después del fracaso en África, el Che decidió intentar abrir un nuevo frente
revolucionario en América Latina. Parece que eligió Bolivia por su situación
estratégica, un país fronterizo con varios países importantes, incluido Argentina.
Adoptó el disfraz de un empresario uruguayo con gafas gruesas y cabeza rapada.
Era tan perfecto que cuando dio el adiós final a su pequeña hija ella no le
reconoció. Sin embargo, no eran tan fácil engañar a los imperialistas.
El Che cometió un error al intentar organizar una guerra de guerrillas en Bolivia,
un país con una poderosa clase obrera con grandes tradiciones revolucionarias.
Calculó mal en varias de los terrenos. Esperaba enfrentarse a un ejército boliviano
escasamente formado y equipado. Pero, como ya hemos señalado, los imperialistas
aprendieron la lección en Cuba y estaban preparados. El Che murió sólo once
meses después del inicio de la operación guerrillera. Sólo cinco hombres
consiguieron escapar de la trampa preparada para ellos por el ejército boliviano y
sus “asesores” norteamericanos.
Leer hoy el Diario de Bolivia del Che es una experiencia conmovedora y trágica.
Los sufrimientos físicos y mentales de este pequeño grupo de hombres son
indescriptibles. Su destino final es desgarrador. Estableció su base en la jungla de
la remota región de Ñancahuazú. Pero construir un ejército guerrillero en estas
condiciones demostró ser extremadamente difícil, como muestra su diario boliviano.
Comenzar la revolución en las junglas de Bolivia era desde el principio una aventura
imposible. La fuerza guerrillera era aproximadamente era sólo de unos cincuenta.
Sufrieron unas enormes dificultades a la hora de reclutar entre la población local,
que ni siquiera hablaba español. Las guerrillas habían aprendido quechua, pero el
idioma local era el tupí-guaraní.
A pesar de todo, las guerrillas demostraron un tremendo valor y determinación,
consiguieron varios éxitos tempranos contra los soldados regulares bolivianos en
las montañas Camiri. Sin embargo, en septiembre, el ejército consiguió eliminar a
dos grupos guerrilleros, asesinando a uno de los dirigentes. Desde este momento,
luchaban una batalla que estaba perdida de antemano. Además, según seguía la
campaña, la salud del Che se deterioraba. Sufría unos ataques de asma severos y
debilitantes.
Las autoridades bolivianas finalmente alertadas sobre la presencia de Guevara
cuando las fotografías tomadas por los rebeldes cayeron en sus manos tras un
enfrentamiento con el ejército boliviano en marzo de 1967. Dicen que después de
verlas, el presidente René Barrientos exclamó que quería la cabeza de Guevara en
una pica en el centro de La Paz. Aquí tenemos una auténtica expresión del
pacifismo humanitario de la burguesía: las mismas personas que critican a los
revolucionarios por la violencia.
A pesar de los intentos de presentarle como un monstruo sanguinario (¿qué
dirigente revolucionario no ha sido presentado así?), el Che en realidad era una
persona muy humanitaria. En un pasaje conmovedor de su Diario de Bolivia,
recuerda el momento en que pudo disparar a un joven soldado pero le fue
imposible apretar el gatillo.
¡Esta no es la conducta de un hombre cruel y sanguinario! El Che personalmente
dio tratamiento médico a los soldados bolivianos heridos hechos prisioneros por las
guerrillas y después les dejaba libres. Este comportamiento humano contrasta con
el tratamiento brutal que él mismo recibió cuando cayó en manos del ejército
boliviano. Incluso se dice que, cuando fue capturado, se ofreció a tratar a algunos
soldados bolivianos heridos en combate. El oficial boliviano al cargo rechazó este
ofrecimiento.
Traición estalinista
Regis Drebray
Un papel lamentable en toda esta situación lo jugó Regis Debray, un hombre que
posteriormente hizo carrera explotando su supuesta relación con el Che Guevara.
Con frecuencia se afirma que él “luchó con el Che en Bolivia” y que fue “camarada
del Che”. Es completamente falso. Debray nunca luchó y, en realidad, provocó
serios problemas a las guerrillas. El Che le consideraba un intelectual pequeño
burgués con merecido desprecio. Su diario contiene frecuentes referencias a esta
“compañía de viaje” no bienvenida y ninguna de ellas es halagadora.
Debray el pintor argentino Ciro Bustos, aparecieron en el campamento del Che
como turistas revolucionarios y no provocaron nada más que problemas. Se supone
que ayudarían a desarrollar los contactos con el mundo exterior. Al final,
consiguieron hacer mucha publicidad de sí mismos a costa de las guerrillas. El
diario demuestra que el Che sospechó de Debray desde el principio:
“El francés planteó con demasiada vehemencia lo útil que podría ser fuera”.
(Ibíd.,)
Las sospechas del Che pronto estuvieron justificadas. Incapaz de tolerar las duras
condiciones insistieron al Che que les permitiera salir. Pronto fueron capturados por
el ejército y le dieron información que era incalculable para la caza de los rebeldes.
Bustos traicionó a las guerrillas y se convirtió en un vulgar informador. Incluso
entregó fotografía para que el ejército pudiera reconocerlos. El juicio a Regis
Debray atrajo la atención de los medios de comunicación mundiales, pero desvió la
atención de las guerras que eran las que realmente estaban luchando. Este juicio
sin duda avergonzó al gobierno boliviano, pero también endureció su actitud hacia
las guerrillas. Es posible que una de las razones por las que Barrientos decidió
asesinar a Guevara fuera el evitar una repetición del circo mediático que provocó
este juicio.
El capítulo final
Barrientos ordenó al ejército boliviano capturar a Guevara. Pero sólo seguía las
órdenes de sus jefes en Washington, que hacía mucho habían puesto precio a la
cabeza de su enemigo más odiado. Tan pronto como Washington descubrió su
localización, enviaron a la CIA y a las fuerzas especiales a Bolivia que se
encargaron de la operación.
Los asesores norteamericanos llegaron el 29 de abril y formaron un programa de
entrenamiento contra la insurgencia que duraba 19 semanas para el 2º Regimiento
de Exploradores bolivianos. El curso intensivo incluía formación en armamento,
combate individual, tácticas de pelotón y escuadrón, patrulla y contrainsurgencia. El
ejército boliviano fue entrenado y armado por asesores norteamericanos y las
fuerzas especiales. Incluía también el recién creado batallón de exploradores con
formación especial en operaciones en la selva.
Desde finales de septiembre, el enemigo seguía sus pasos. Las fuerzas especiales
bolivianas fueron avisadas por un informador de la localización del campamento
guerrillero de Guevara. Lo rodearon el 8 de octubre y el Che fue capturado después
de una breve escaramuza. Cuando las fuerzas bolivianas se acercaron a él, se
supone que gritó: “¡No disparéis! Soy el Che Guevara y se supone que valgo más
vivo que muerto”. Con estas palabras sólo pretenden presentarle como un cobarde.
Es otra de las calumnias utilizadas por los reaccionarios para intentar ennegrecer la
memoria de este hombre, que siempre demostró un gran valor y absoluta
indiferencia hacia su seguridad personal.
Barrientos no perdió el tiempo y ordenó la ejecución del Che Guevara. Emitió la
orden tan pronto como fue informado de su captura. No quería malgastar el tiempo
en sutilizas legales. Lo hico con pleno conocimiento y consentimiento de los
“demócratas” de Washington. Ninguno de ellos quería correr el riesgo de un juicio
donde el Che Guevara pudiera defenderse y, como sería inevitable, pasara a la
contraofensiva, denunciando las injusticias sociales que justificaban su lucha. ¡No!
Esta voz debía ser silenciada de una vez por todas.
En enero de 1919, en Berlín, los Junkers capturaron a Rosa Luxemburgo y Karl
Liebknecht, tampoco tenían intención de permitirles llegar a un tribular. No
consultaron su libro de leyes antes de machacar sus cabezas. El Che Guevara fue
llevado a una escuela en ruinas en la aldea cercada de La Higuera, donde
permaneció prisionero toda la noche. ¡Qué pensamientos pasarían por su cabeza en
esa última noche terrible cuando estaba solo como un cordero entre lobos
hambrientos! ¡Solo y aislado del mundo, de su familia, amigos y compañeros,
esperando el amanecer y la muerte inevitable!
A primera hora de la mañana sacaron al Che Guevara de la escuela. A la 1,10 de
la tarde del 9 de octubre de 1967 fue ejecutado por Mario Teran, un sargento del
ejército boliviano. Para intentar ocultar que había sido ejecutado a sangre fría,
recibió múltiples disparos en las piernas para simular heridas de combate. Antes de
su ejecución dijo lo siguiente al verdugo: “Se que estás aquí para matarme. Dispara
cobarde, sólo están asesinando a un hombre”. Esta es la voz del verdadero Che
Guevara, no la de un cobarde suplicando por su vida.
El cadáver fue atado a los patines de aterrizaje de un helicóptero y llevado a la
vecina Vallegrande, donde fue puesto en cubo de ropa sucia en el hospital local y
expuesto para los caballeros de la prensa para le fotografiaran. En un acto macabro
de profanación, un médico militar le amputó las manos, oficiales del ejército
boliviano trasladaron el cadáver de Guevara a un lugar desconocido.
El hombre que dirigió la búsqueda de Guevara fue Félix Rodríguez, un agente de
la CIA infiltrado en Cuba para preparar una insurrección contra Castro que
coincidiera con la invasión de Bahía de Cochinos. Fue Rodríguez el que informó a
sus maestros en Washington y Virginia de la muerte del Che. Como un vulgar
ladrón, le quitó al Che su Rolex y otros objetos personales que después mostraba a
los reporteros mientras fanfarroneaba con sus proezas. El nombre de Félix
Rodríguez entrará en los anales de la historia marcado por la infamia. Pero la
memoria del hombre a quién asesinó cruelmente, vivirá para siempre como un
adalid de los pobres y oprimidos, un luchador, un héroe revolucionario y un mártir
por la causa del socialismo mundial.
Como cualquier persona, el Che tenía su lado fuerte y su lado débil. Sin duda
cometió un error al intentar presentar el modelo cubano de guerra de guerrillas
como una táctica de aplicación general. Los marxistas siempre hemos concebido la
guerra campesina como un auxiliar de los trabajadores en la lucha por el poder. Esa
postura fue desarrollada primero por Marx durante la revolución alemana de 1848,
cuando defendía que la revolución alemana sólo podría triunfar como una segunda
edición de la guerra campesina. Es decir, el movimiento de los trabajadores en las
ciudades tendría que arrastrar tras de sí a las masas campesinas.
No es correcto decir que esta postura sólo se aplica a los países capitalistas
desarrollados. Antes de la revolución rusa, la clase obrera industrial no
representaba a más del 10% de la población, pero Lenin y los bolcheviques siempre
defendieron que la clase obrera debía situarse al frente de la nación y dirigir a las
masas campesinas y otros sectores oprimidos. El proletariado jugó el papel
dirigente en la revolución rusa, arrastrando a los millones de campesinos pobres, el
aliado natural del proletariado.
La única clase capaz de dirigir una revolución socialista victoriosa es la clase
obrera. No por razones sentimentales, sino debido al lugar que ocupan en la
sociedad y el carácter colectivo de su papel en la producción. En los escritos de
Marx, Engels, Lenin y Trotsky, no se puede encontrar ninguna referencia o
insinuación a la posibilidad de que el campesinado lleve consigo una revolución
socialista. La razón es la extrema heterogeneidad del campesinado como clase.
Está dividida entre muchas capas, desde los trabajadores agrícolas sin tierra (en
realidad proletarios rurales) a los campesinos ricos que emplean a otros
campesinos como asalariados. No tienen un interés común y, por tanto, no pueden
jugar un papel independiente en la sociedad. Históricamente, han apoyado a
diferentes grupos o clases en las ciudades.
Por su propia naturaleza, la guerra de guerrillas es el arma clásica del
campesinado, no de la clase obrera. Es adecuada para las condiciones de lucha
armada en zonas rurales inaccesibles, montañas, jungla, etc., donde la dificultad
del terreno hace complicado el despliegue de tropas regular y donde el apoyo de las
masas rurales suministra el apoyo logístico necesario y encubre a las guerrillas.
En el transcurso de la revolución en un país atrasado con una población
campesina considerable, la guerra de guerrillas puede actuar como un arma auxiliar
útil para la lucha de los trabajadores en las ciudades. Pero a Lenin nunca se le
ocurrió defender la idea del guerrillerismo como un sustituto del movimiento
consciente de la clase obrera. Las tácticas guerrilleras, desde un punto de vista
marxista, sólo son permisibles como una parte subordinada y auxiliar de la
revolución socialista.
Esa fue precisamente la postura de Lenin en 1905. No tenía nada en común con el
tipo de tácticas terroristas individuales puestas en práctica por Narodnaya Volya y
sus herederos, el Partido Socialista Revolucionario, con tácticas aún más locas del
terrorismo moderno y las organizaciones de “guerrilla urbana” que son la antítesis
de una verdadera política leninista. Lenin insistía en que la lucha armada debe ser
parte del movimiento revolucionario de masas y especificaba las condiciones en que
era permisible:
“1) tener en cuenta el estado de ánimo de las grandes masas; 2) tomar en
consideración las condiciones del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no
gastar inútilmente las fuerzas del proletariado”.
Y también dejaba claro que, lejos de ser una panacea, la guerra de guerrillas “es
una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha
llegado ya realmente a la insurrección”. (Lenin. La guerra de guerrillas. 30 de
septiembre de 1906).
El peligro de degeneración inherente a tal actividad queda absolutamente en
evidencia cuando los grupos guerrilleros se quedan aislados del movimiento de
masas. En el período que siguió a 1906, cuando el movimiento de trabajadores
entró en declive y los revolucionarios sufrieron toda una serie de golpes, las
organizaciones guerrilleras mostraron cada vez más signos de que habían dejado
de ser un órgano auxiliar útil del partido revolucionario, para transformarse en
grupos de aventureros, o aún peor. Incluso aunque defendían la posibilidad de
tácticas guerrillas como una especie de acto de retaguardia contra la reacción en un
momento en que él esperaba aún que el movimiento revolucionario se reactivara,
Lenin avisó contra el “anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de
individuos aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan de
ellos a los amplios círculos de la población, desorganizan el movimiento y
perjudican a la revolución”, añadía además que “en los hechos comunicados todos
los días por los periódicos se encuentran, sin dificultad, ejemplos para confirmar
este juicio”. (Ibíd.,)
En el período de 1905 a 1906, el movimiento revolucionario incluía un elemento
de “guerra de guerrillas”, con destacamentos guerrilleros, expropiaciones armadas
y otras formas de lucha armada. Pero los escuadrones de lucha siempre estaban
estrechamente unidos a las organizaciones obreras. Por ejemplo, el comité militar
de Moscú incluía no sólo a militantes del RSDLP, sino también a social-
revolucionarios, sindicalistas (impresores) y estudiantes. Como hemos visto, los
grupos guerrilleros eran utilizados con el objetivo de defenderse contra los
pogromos y las Centurias Negras. También ayudaban a proteger las reuniones
frente a las redadas policiales, donde la presencia de destacamentos de
trabajadores armados con frecuencia eran un factor importante para evitar la
violencia.
Entre otras tareas estaban conseguir armas, el asesinato de espías y agentes
policiales y también atracaos a bancos para obtener fondos. La iniciativa de crear
estos grupos guerrilleros con frecuencia partía de los propios trabajadores. Los
bolcheviques lucharon para conseguir la dirección de estos grupos, para darles una
forma disciplinada y organizada, para dotarlos de un plan de acción claro. Por
supuesto que implicaba serios riesgos. En estos grupos se podían mezclar todo tipo
de aventureros, elementos desclasados y dudosos, que, una vez aislados del
movimiento de las masas, tendían a degenerar en líneas criminales hasta el punto
de no distinguirse de simples grupos de bandidos.
Además, también había una gran infiltración de provocadores. Como norma, es
más fácil para los agentes del estado infiltrarse en organizaciones militaristas y
terroristas que en auténticos partidos revolucionarios, especialmente donde están
formados por cuadros educados unidos por fuertes lazos ideológicos, aunque
incluso estos últimos no son inmunes a la infiltración. Lenin era consciente de los
peligros de degeneración que implicaba la existencia de grupos armados. Contra
estas tendencias era necesario un control firme y disciplinado, y la existencia de
cuadros revolucionarios con experiencia. Pero el único control real era el
movimiento revolucionario de masas.
Mientras las unidades guerrilleras actuaban como auxiliares del movimiento de
masas (es decir, en el curso de un auge revolucionario), ellas jugaban un papel útil
y progresista. Pero, allí donde los grupos guerrilleros se separaban del movimiento
revolucionario de masas, inevitablemente tendían a degenerar. Por esa razón, Lenin
consideraba absolutamente inadmisible prolongar su existencia, una vez se había
establecido claramente que el movimiento revolucionario había entrado en un
declive irreversible. Una vez llegada a esta etapa, inmediatamente defendió la
disolución de todos los grupos guerrilleros.
La guerra de guerrillas