You are on page 1of 132

VENEZUELA La lucha por el socialismo hoy

Presentación
Los desafíos que enfrenta la revolución venezolana (Jorge Martín)
La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel.
Revolución y contrarrevolución en Venezuela (Yonie Moreno y William Sanabria)
La contrarrevolución levanta cabeza. Heinz Dieterich y el general Baduel (Alan Woods)
El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución (Erik Demeester)
El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano (Aníbal Montoya)
¿Por qué perdimos el referéndum constitucional? Un análisis marxista (Corriente Marxista Revolucionaria)
La “reconciliación” que nos amenaza y cómo combatirla (William Sanabria)
La revolución venezolana en la encrucijada (Alan Woods)
La revolución cubana en la encrucijada.
Cuba y el debate del ‘Socialismo del Siglo XXI’ (Frank Josué Solar)
El Che, ¿un icono? (Alan Woods)

VENEZUELA
LA LUCHA POR EL SOCIALISMO HOY

Índice
Presentación
Los desafíos que enfrenta la revolución venezolana (Jorge Martín)
La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de Baduel.
Revolución y contrarrevolución en Venezuela (Yonie Moreno y William Sanabria)
La contrarrevolución levanta cabeza. Heinz Dieterich y el general Baduel (Alan Woods)
El tira y afloja económico entre revolución y contrarrevolución (Erik Demeester)
El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano (Aníbal Montoya)
¿Por qué perdimos el referéndum constitucional? Un análisis marxista (Corriente Marxista Revolucionaria)
La “reconciliación” que nos amenaza y cómo combatirla (William Sanabria)
La revolución venezolana en la encrucijada (Alan Woods)
La revolución cubana en la encrucijada.
Cuba y el debate del ‘Socialismo del Siglo XXI’ (Frank Josué Solar)
El Che, ¿un icono? (Alan Woods)

Presentación

La presente edición de la
revista Marxismo Hoy está
dedicada casi íntegramente a
la revolución venezolana.
Desde hace más de una
década la revolución
bolivariana ha sido un
referente para millones de
trabajadores, campesinos y
oprimidos de América Latina.
La acción de las masas de
este país se ha convertido en
una fuente de inspiración
para todos aquellos que
luchamos por cambiar la sociedad, en todo el mundo, y terminar con el caduco sistema
capitalista. Para cualquier activista de la izquierda, por lo tanto, es una responsabilidad
estudiar la revolución venezolana en profundidad y en todos sus detalles.
Tras años de avances y
victorias frente a los ataques
del imperialismo y la
oligarquía venezolana, sobre
todo tras la derrota del golpe
de Estado de abril de 2002,
parecía que la revolución
había conjurado todos los
peligros que la acechaban. La
contundente victoria de
Chávez en las elecciones
presidenciales de diciembre
de 2006 apuntalaba esta
idea. Sin embargo, un año
después, con la derrota en el
referéndum constitucional del
2 de diciembre de 2007, se
produce el primer tropiezo
del campo revolucionario, poniendo de manifiesto lo que los marxistas hemos explicado a
lo largo de todo este tiempo: si la revolución no se completa, si no avanza, si no se acaba
con el dominio de la burguesía sobre la economía y el aparato del Estado, es posible que
el proceso se revierta, es posible una vuelta atrás.
El resultado del 2 de diciembre no significa que las masas hayan dejado de apoyar a
Chávez, ni mucho menos que no estén preparadas para el socialismo. Al contrario las
masas venezolanas lo que quieren son medidas decisivas y concretas para poder dar un
giro decisivo en sus vidas y terminar con el capitalismo. Han demostrado en varias
ocasiones su disposición a la lucha y a entregar su vida para ello. La derrota en el
referéndum revela no que el proceso esté yendo muy rápido sino todo lo contrario: hay
que pasar de las palabras a los hechos.
El referéndum constitucional ha sido una seria advertencia, aunque no una derrota
decisiva. La revolución aún no ha perdido su oportunidad histórica, pero para poder
aprovecharla hay que sacar todas las conclusiones de lo que ha sucedido.
Se ha abierto una nueva etapa en la revolución venezolana. Basándose en la derrota en el
referéndum, el ala de derechas del movimiento bolivariano, en connivencia con la
burocracia estatal, la burguesía y el imperialismo, quiere paralizar el avance de la
revolución e introducir la idea de que no es posible un cambio social más radical. Esta es
una receta acabada para la desmoralización de un sector decisivo de las masas y la
preparación del terreno para la liquidación definitiva de la revolución. Sin embargo, la
base del movimiento bolivariano y los sectores genuinamente revolucionarios están
comprendiendo, por su propia experiencia, que la única manera de hacer frente al
sabotaje económico y político contra la revolución es nacionalizando las palancas
fundamentales de la economía, destruyendo el viejo aparato del Estado y sustituyéndolo
por otro basado en la democracia obrera.
Los artículos que publicamos, escritos inmediatamente antes e inmediatamente después
del referéndum constitucional, explican de un modo vivo y concreto todos estos aspectos
de la nueva situación y las tareas que tiene por delante el movimiento revolucionario.
Constituyen un valioso material para aquellos que quieran comprender las verdaderas
claves del proceso revolucionario en Venezuela.
Completa esta edición el artículo del marxista británico Alan Woods El Che, ¿un icono?, un
homenaje a la figura del Che Guevara, donde se hace un repaso de la trayectoria vital y
política de este gran revolucionario del siglo XX. Durante décadas la figura del Che ha sido
tratada de forma romántica e inocua por parte de la burguesía y recientemente, al calor
del ascenso revolucionario en América Latina, se ha tratado de ensuciar su imagen
acusándolo de ser un frío y calculador sanguinario. El artículo de Alan Woods rebate todas
estas calumnias y tergiversaciones. Trata la figura del Che sin idealismos de ningún tipo y
sobre todo rescata dos aspectos centrales de su legado político: el internacionalismo y la
lucha contra el burocratismo, completamente vigentes en la actualidad.
Y es precisamente con la revolución cubana, a la que el Che entregó su vida, con la que se
completa la selección de artículos de esta edición de Marxismo Hoy. El artículo del
comunista cubano Frank J. Solar, nos da una panorámica de la actualidad cubana hoy y de
los retos a los que se enfrenta la revolución.

L
o
s

d
e
s
a
f
í
o
s

q
u
e

e
n
f
r
e
n
t
a

l
a

r
e
v
o
l
u
c
i
ó
n

v
e
n
e
z
o
l
a
n
a

Jorge Martín
La abrumadora victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre
de 2006 marcó un nuevo giro a la izquierda en la revolución venezolana, seguido
por la formación del PSUV, nacionalizaciones, control obrero, leyes habilitantes...
En un discurso pronunciado en la Escuela de Verano de la Corriente Marxista
Internacional, Jorge Martín analiza la etapa en la que se encuentra la revolución,
los peligros a los que se enfrenta y esboza el camino a seguir.
La revolución venezolana es el punto más avanzado de la revolución mundial.
La Corriente Marxista Internacional reconoció pronto este proceso y hemos
analizado su desarrollo, intentado intervenir en ella y organizado campañas de
solidaridad. Ahora, nueve años más tarde, todo el mundo escribe sobre
Venezuela. El problema es que si intentas imponerle esquemas prefabricados a
un proceso vivo, tomando tal o cual detalle, esta o aquella declaración de Chávez
o de alguien más, no será posible entenderlo en absoluto. Lo que se necesita es
un análisis del proceso como un todo, un análisis de las fuerzas de clase que
están involucradas en esta lucha, la dirección en la que se encaminan y el
contexto internacional, a fin de entender el camino más probable que seguirán
los acontecimientos.
Lo que hemos hecho es aplicar el método dialéctico marxista de análisis a la
situación en Venezuela. La revolución venezolana tiene muchas particularidades
y elementos que son específicos al modo en que se ha desarrollado, y no podría
ser de otra manera. Todo proceso social real tiene características enraizadas en
la historia del país, el desarrollo particular de su economía, la experiencia
histórica de las diferentes clases involucradas en la lucha. Esto es lo que se debe
analizar para entender la revolución venezolana. Para poder hacerlo, los
paralelos históricos con la experiencia de revoluciones en otros países y en
momentos previos en Venezuela ciertamente son útiles, siempre y cuando
seamos conscientes de las limitaciones de cualquier analogía histórica. En el caso
de Venezuela, ¡un poco de conocimiento de realismo mágico puede también
resultar muy útil! El marxismo arranca de la situación real tal cual es, después
traza conclusiones generales de ello y de nuevo regresa a la situación real sobre
el terreno.
Las elecciones del pasado 3 de diciembre marcaron un nuevo punto de inflexión
en la revolución y significó un nuevo profundo giro a la izquierda en la situación.
Hace un año, la conferencia de la CMI aprobó una declaración sobre las
elecciones venezolanas [1]. Un punto importante que dijimos en aquel momento
fue que se estaba desarrollando un ambiente de impaciencia entre las masas
revolucionarias, un sentimiento de “ya hemos hablado durante bastante tiempo
de revolución pero nada decisivo parece haber cambiado”. Y dijimos que este
ambiente iba a ser un factor importante después de las elecciones, y que las
masas votarían decididamente para defender la revolución pero que después
esperarían y exigirían una ruptura fundamental con el pasado.
La campaña electoral comenzó bastante floja y la línea principal de los
discursos y consignas electorales de Chávez se basaron en los temas de la “paz”
y el “amor”. En las elecciones, los reformistas siempre insisten en que se debe
moderar el lenguaje para ganarse al centro. Sin embargo, como hemos
explicado, éstas no eran unas elecciones normales sino una batalla decisiva
entre revolución y contrarrevolución.
La oposición también presentó su amable cara “democrática” con Manuel
Rosales, quien prometió darle a los pobres montones de dinero. Las credenciales
“democráticas” de Manuel Rosales incluyen haber apoyado el golpe de abril de
2002, lo que demuestra el verdadero carácter de la oposición. Su plan era,
claramente, bien retirarse antes del 3 de diciembre o crear caos el día de las
elecciones con la intención de deslegitimar el proceso electoral. En este
contexto, dos semanas antes de las elecciones, la oposición consiguió organizar
una importante marcha en Caracas. Esta fue la mayor movilización que la
oposición conseguía organizar en mucho tiempo, se calcula que asistieron entre
de 200 o 300 mil personas. Fue en este punto, cuando las masas entendieron
que la contrarrevolución era una seria amenaza y que era necesario responder
de manera decisiva.
Si se mira la historia de la revolución venezolana esta es una característica que
se ha repetido una y otra vez. Los reformistas intentan conciliar y negociar con
la oposición, esta situación anima a la contrarrevolución a avanzar, y entonces
son las masas revolucionarias las que se movilizan y derrotan la
contrarrevolución, empujando todo el proceso de nuevo hacia delante. Tras el
mitin de Rosales todo el carácter de la campaña cambió. Las bases de las
organizaciones bolivarianas organizaron lo que se denominó “Plan Oligarcas
Temblad” [2]. El domingo antes de las elecciones hubo otra demostración
masiva de la fortaleza de las fuerzas revolucionarias en las calles de Caracas. Es
difícil saber cuántas personas participaron, pero se estima que pudo llegar hasta
2 millones de personas, en la que ha sido una de las más grandes
manifestaciones en la historia de la revolución desde 1998.
El mismo día de las elecciones, las masas revolucionarias salieron y ocuparon
las calles a fin de prevenir cualquier aventura contrarrevolucionaria. Desde las 2
o 3 de la madrugada, cientos de miles, millones de personas salieron a las calles
e hicieron cola en las afueras de los centros electorales y no volvieron a casa
hasta que se anunció la victoria. Y esto fue lo único que impidió que la
contrarrevolución llevara a cabo su plan de sabotaje a las elecciones. Temían
que cualquier acción contrarrevolucionaria pudiera enardecer aún más a las
masas revolucionarias y, por tanto, fuesen barridos de escena.
Los resultados electorales son un fiel reflejo de la enorme reserva de apoyo con
la que cuenta la Revolución Bolivariana. Mientras en 1998 Chávez recibió 3,6
millones de votos, el 3 de diciembre de 2006 ganó con 7,3 millones (63%).
Venció en cada uno de los estados, incluyendo Zulia, donde es gobernador
Manuel Rosales. Los estados con el mayor porcentaje a favor de Chávez fueron
Delta Amacuro (77,9%), Amazonas (77,8%), Portuguesa (77%), Sucre (73,7%)
y Cojedes (73,3%). De hecho, en 8 estados la votación a favor de Chávez
superó el 70% y en otros 11 estados ésta estuvo entre 60 y 70%. Chávez ganó
en 92% de los municipios y en 90% de las parroquias. En casi la mitad de los
centros electorales Chávez consiguió más del 70% de los votos, mientras que
para la oposición esto sucedió en sólo 3% de los centros electorales.
No hay un precedente real, en ninguna parte, donde un movimiento
revolucionario haya conseguido un apoyo electoral tan masivo [3] y es un
testimonio del proceso de creciente conciencia política de las masas que se ha
dado en Venezuela en los últimos nueve años. De hecho, mientras más radical
ha sido el mensaje de Chávez y la revolución, mayor ha sido el apoyo popular
que ha recibido.
Inmediatamente después de las elecciones, como era de esperar, los
reformistas empezaron su ofensiva para intentar diluir el significado de los
resultados electorales. Su principal línea de argumentación era que “por fin
tenemos una verdadera oposición democrática que ha aceptado los resultados de
las elecciones” y “por lo tanto deberíamos negociar con ellos”, “deberíamos
incluirlos en la Asamblea Nacional” (la cual boicotearon en diciembre de 2005),
“deberíamos tener una comisión mixta para la reforma constitucional”.
Pero el sentimiento entre las masas era completamente contrario a esta
posición y el mismo Chávez, desde el primer día, respondió con claridad a los
reformistas al moverse en dirección opuesta a la línea conciliatoria que le
proponían. La misma noche de la victoria proclamó que “esta es una victoria por
el socialismo, esta es una victoria por la revolución socialista”. Después, en un
espacio de dos o tres semanas, hizo una serie de anuncios que indicaban un
claro giro a la izquierda. Manifestó que “no es discutible incluir a la oposición en
la Asamblea Nacional; si ellos quieren pueden esperar hasta las próximas
elecciones de 2008”. Anunció la creación del Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV) y lo hizo como una forma de combatir a la burocracia y la
corrupción en el seno de la dirección de la revolución. Y en ese discurso también
dejó bien claro a los dirigentes de los partidos de gobierno que debían recordar
que el pueblo había votado por el socialismo y a Chávez, no a cualquiera de esos
partidos”, lo cual por supuesto es verdad.
También realizó algunos cambios en la composición del gobierno que indicaban
un giro a la izquierda. Reemplazó al vicepresidente José Vicente Rangel, que era
visto como un reformista, por Jorge Rodríguez, que es visto como alguien de
línea dura y un izquierdista. Por primera vez en la historia venezolana un
miembro del Partido Comunista y un autoproclamado trotskista fueron incluidos
en el gobierno. Más allá de sus verdaderas líneas políticas, David Velázquez [4] y
José Ramón Rivero [5], la forma en que Chávez anunció su afiliación política de
forma tan pública dejó un mensaje claro, “nos estamos moviendo hacia la
izquierda” y “no hay problema con el comunismo, no hay problema con el
trotskismo”.
También anunció que quería poderes habilitantes durante un período de tiempo
para toda una serie de asuntos importantes. Como era de esperar, no sólo la
oposición, sino también los sectarios y los reformistas dentro y fuera de
Venezuela criticaron este movimiento, su argumento era que se trataba de un
movimiento peligroso en dirección al autoritarismo. Sin embargo, las masas
revolucionarias de Venezuela entendieron muy bien que se trataba de una
medida para legislar firmemente en toda una serie de puntos decisivos, y
también como una indicación de la desconfianza en la habilidad de la Asamblea
Nacional para llevar a cabo tales tareas [6]. Esta medida también está
relacionada con la forma en que muchas de las reformas más importantes de la
revolución fueron introducidas en diciembre de 2001, mediante 49 leyes
habilitantes, un hecho que provocó la rebelión de la oligarquía y llevó
directamente al golpe de abril de 2002.
En el campo económico anunció que “todo lo que haya sido privatizado,
nacionalícese” e inmediatamente se tomaron medidas para pasar a propiedad
estatal a la CANTV y EDC, las empresas de telecomunicaciones y electricidad.
Estos anuncios (el PSUV, el nuevo gobierno y su programa, basado en los
“cinco motores por el socialismo”) fijaron el tono para la nueva etapa en la
revolución venezolana que se abrió después de las elecciones presidenciales.
A fin de entender la actual situación en Venezuela, es importante mirar tres
aspectos diferentes, las tres principales contradicciones que hemos señalado en
la declaración de la CMI hace ya un año: a) la cuestión del Estado; b) la cuestión
de la economía; y c) la cuestión de la organización y la dirección revolucionarias.

El carácter de clase del Estado

En relación a la cuestión del carácter del Estado, podemos decir que el Estado
venezolano es todavía, en lo principal, un aparato de estado capitalista. Sin
embargo, el aparato del estado opera en condiciones de revolución y por lo tanto
está lleno de todo tipo de contradicciones y está debilitado como herramienta de
la clase dominante. Y en este momento en particular, no está bajo el control
directo de la clase capitalista, en el sentido que la clase dominante no puede, por
ahora, usar este Estado capitalista para imponer su dominio de clase. Sin
embargo, esto no implica que incluso ahora el aparato estatal haya dejado de
ser una fuente de sabotaje y de bloqueo de las iniciativas revolucionarias de las
masas; y si continúa sin cambiarse, finalmente se convertirá en una herramienta
para derrotar a la revolución. Está claro que hay cierto grado de comprensión de
este problema entre las bases de la Revolución Bolivariana e incluso en algunas
capas de dirigentes, pero desafortunadamente no hay ciertamente una idea clara
de cómo resolver este problema.
En sus discursos de enero, Chávez anunció los “cinco motores hacia la
construcción del socialismo”, una clara indicación de la dirección que las masas
quieren tomar, y una de ellas es la cuestión del Estado. Chávez dijo que debía
haber una “explosión del poder comunal”, es decir, que el poder debería ser
transferido a los consejos comunales ahora es cuando se están organizando. En
el folleto en el que se explicaban los cinco motores, del que se imprimieron
cientos de miles de copias por el Ministerio del Poder Popular para las
Comunicaciones y la Información, dice que “nosotros, el actual poder existente,
debemos transferir progresivamente todo el poder, el poder político, social,
económico y administrativo, al Poder Comunal... de forma tal que apartemos las
viejas estructuras del Estado burgués capitalista, que sólo sirve para detener el
impulso revolucionario de las masas”. Esta ha sido la primera vez que Chávez ha
hablado abiertamente sobre el “Estado capitalista” y esto es algo que a los
reformistas de la dirección del movimiento bolivariano no les agrada y una idea
que no comparten.
Este hecho demuestra que hay un ala del movimiento que ve el problema que
representa el Estado capitalista e intenta encontrar una solución [7]. Ya existen
Consejos Comunales en muchas zonas del país, pero en algunas áreas están
infiltrados por burócratas, políticos arribistas, alcaldes y concejales, que los han
usado para construirse una base de poder. Como con muchas otras iniciativas
revolucionarias, a menos que sean parte de un plan consciente y organizado
para derribar el Estado capitalista y sustituirlo por un Estado revolucionario,
basado en consejos obreros y los consejos comunales, éstos probablemente se
queden a mitad de camino. Sólo podrán sobrevivir y ser efectivos como parte de
una red nacional de representantes elegibles y revocables, vinculados
estrechamente con los consejos de trabajadores en las fábricas, los cuales
constituirían la base de un nuevo Estado revolucionario.

Cuerpos armados de hombres

La parte más importante del Estado capitalista es el ejército y la policía: los


“cuerpos armados de hombres en defensa de la propiedad privada”. Y la cuestión
del ejército las últimas semanas está en primera plana. También en este campo
ha habido intentos de resolver este problema. Se han hecho propuestas para
incrementar el tamaño de la reserva, a dos millones de personas, y después
crear una Guardia Territorial. Hay una idea general de avanzar hacia el
armamento del pueblo y Chávez ha dicho repetidamente que ésta es la única
garantía contra una intervención imperialista. Pero una vez más estas
propuestas de la reserva y la Guardia Territorial no han sido implementadas
completamente. Aunque inicialmente todo el mundo insistía en el carácter
pacífico de la revolución, actualmente hay un reconocimiento y una aceptación
generalizados del hecho de que la revolución debe armarse contra los peligros de
una contrarrevolución externa e interna, pero los instrumentos para armar el
pueblo no han sido aún puestos en marcha.
En las últimas semanas, ha habido un debate abierto y público sobre la
cuestión del ejército. Empezó con la cuestión de si a los militares se les debería
permitir unirse al PSUV o no. Un oficial de alto rango, el general (r) Alberto
Müller Rojas, fue nombrado como parte de Comité Organizador del partido y dijo
que a los militares se les debía permitir la entrada al partido y que ya existían
listas secretas de oficiales que querían unirse. Esto creó un gran conflicto por
que la Constitución dice que los militares no pueden estar en ningún partido.
Después, la discusión giró hacia el carácter del ejército, debido a que Müller
Rojas defendía “el pueblo en armas” en oposición al ejército profesional,
mientras que otros defendían un pequeño núcleo de ejército profesional
respaldado por una milicia. Una vez abierto el debate, surgieron en la discusión
otros muchos asuntos. Müller Rojas admitió que el ejército está dividido y que
los oficiales están divididos en líneas políticas. Existe un ala de derecha y un ala
de izquierda, y entre el ala de izquierda hay quienes se llaman a sí mismos
socialistas pero que no lo son y “luego estamos los que somos verdaderos
socialistas y que siempre hemos estado en minoría”. Y añadió que no podía ser
de otra forma debido a que los oficiales militares no venían de Marte, sino que
viven en una sociedad y reflejan las divisiones políticas de esa sociedad.
También dijo que era una contradicción para Chávez decir que los oficiales no
podían unirse al PSUV y al mismo tiempo cambiar el juramento oficial del
ejército a: “Patria, socialismo o muerte” [8].
Independientemente de la forma en que Müller Rojas llevó a cabo esta
polémica pública, probablemente no lo hizo con el mejor de los tactos y sus
puntos de vista son confusos en muchos aspectos, lo que sí hizo fue revelar algo
que, hasta ese momento, se había negado. La línea oficial era que el ejército es
leal a Chávez, está unido y al servicio del pueblo. Es evidente que los oficiales
más reaccionarios se purgaron a sí mismos del ejército en 2002, al participar en
el golpe de abril y en el intento de golpe de diciembre (cuando se declararon “en
rebelión” en la Plaza Francia de Altamira). De aquellos que permanecieron, la
mayoría probablemente son leales a Chávez de una u otra forma, pero las
razones por las cuales son leales son variadas. Algunos simplemente porque
Chávez representa al actual gobierno oficial, otros reflejan la naturaleza corrupta
del Estado burgués y le juran lealtad simplemente porque están consiguiendo
mucho dinero a través de negocios legales e ilegales a los que tienen acceso al
estar en el ejército, y muchos de ellos probablemente se sienten incómodos con
todo este discurso sobre socialismo. Está claro que si la situación llega al punto
de inflexión decisivo que representa tomar los medios de producción y destruir el
Estado capitalista, la mayoría de ellos estaría del lado de la reacción.
Müller Rojas en su polémica también ha atacado al general (r) Raúl Isaías
Baduel, quien jugó un papel importante en la derrota del golpe de abril de 2002.
Müller Rojas dijo que desde que Baduel se convirtió en Ministro de Defensa,
había excluido a los miembros del Estado Mayor Presidencial (básicamente los
asesores políticos del presidente en asuntos militares) de asistir a las reuniones
de la Junta Superior de las Fuerzas Armadas, en una jugada destinada a
mantener la política fuera del ejército. Baduel, que acababa de pasar ser pasado
a la reserva y sustituido como Ministro de Defensa, también entró en el debate
en su discurso de despedida como ministro. Aunque disfrazó su discurso con una
fraseología socialista, lo que dijo fue muy claro [9]. Por ejemplo, declaró que “un
sistema socialista debe poder realizar un reparto más equitativo y justo de la
riqueza que uno capitalista (...). Pero no debemos olvidar algo (...). Antes de
repartir la riqueza hay que generarla. No se puede repartir algo que no existe”,
el cual es un argumento típico en todas partes de los reformistas contra el
socialismo y las nacionalizaciones. También manifestó que “un régimen de
producción socialista no es incompatible con un sistema político profundamente
democrático, con contrapesos y división de poderes”, añadió que “deberíamos
apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con
división de poderes es solamente un instrumento de dominación burguesa”.
Igualmente dijo que “debemos ‘inventar' el socialismo del siglo XXI sí, pero no
de manera desordenada y caótica”. Y usando una extraña analogía con la Nueva
Política Económica (NEP) de Lenin, dijo que “No podemos permitir que nuestro
sistema se transforme en un capitalismo de estado, donde sea el Estado el único
dueño de los grandes medios de producción”, a lo cual agregó que “El
comunismo de guerra dejó la enseñanza de que no se pueden implantar cambios
bruscos en el sistema económico, es decir abolición a rajatabla de la propiedad
privada y la socialización brutal de los medios de producción sin que esto
repercuta negativamente en la producción de bienes y servicios y sin que
concomitantemente se genere un descontento generalizado en la población.”
Queda bastante claro lo que quiere decir con estas palabras. Usando ejemplos
del comunismo de guerra y de la NEP en Rusia, lo que realmente quiere decir es
que “no debemos ir hacia la nacionalización de la economía” [10].
No ha sido un accidente que Baduel escribiera el prólogo y presentara
públicamente la nueva edición del libro de Heinz Dieterich: Socialismo del Siglo
XXI. Las ideas de Dieterich, que en resumen dicen que la cuestión de la
propiedad de los medios de producción no tiene importancia bajo el socialismo,
se han vuelto muy populares entre los reformistas en Venezuela, debido a que
les permite seguir hablando de “socialismo”, mientras se distancian de lo que el
socialismo significa realmente: la nacionalización y planificación de la economía
bajo el control democrático de los trabajadores.
Como dije anteriormente, la revolución venezolana tiene un elemento de
“realismo mágico”, de forma que Baduel terminó su discurso citando “los siete
principios que rigen el Código de Bushido, la guía moral de la mayoría de
samurais” y haciendo un llamamiento a “Que Yahvé, Elohim de los Ejércitos,
Supremo hacedor de todas las cosas, bendiga y guarde por siempre a la
República Bolivariana de Venezuela”. Pero dejando a un lado los peculiares
puntos de vista filosóficos de Baduel, lo que está claro es que deliberadamente
no usó la consigna “Patria, socialismo o muerte”, la cual se ha convertido en
norma en el ejército venezolano.
La posición de Chávez en este conflicto también fue contradictoria debido a que
a pesar de decir que los militares no debían ser parte del PSUV y que el ejército
no debía “partidizarse”, el nuevo Ministro de Defensa que designó es visto como
un izquierdista. En cualquier caso, Chávez refleja incluso en sí mismo todas las
contradicciones de la revolución venezolana. La presión de fuerzas de clase
opuestas tiene un reflejo en sus discursos y acciones. Se puede quizás tener una
pequeña idea de cuál es la política de Chávez respecto al ejército con algo que
dijo Müller Rojas: “Una condición le puse al presidente cuando me pidió que
regresara. Le dije que no me podía retirar de la actividad política. Me dijo ‘hazlo,
pero con discreción'“. Chávez, obviamente, se da cuenta que el ejército es
crucial y no quiere crear un conflicto innecesario dentro de él, abiertamente o
antes de tiempo, pero al tratar de prevenir que se exprese abiertamente un
conflicto que de hecho ya existe, puede terminar con una crisis aún más
virulenta en el futuro.
La CMR defiende en Venezuela una discusión política abierta dentro del
ejército, con la organización de células del PSUV abiertamente dentro del
ejército, que involucren principalmente a la tropa, pero también a los oficiales y
suboficiales revolucionarios; debería existir un control sobre los oficiales por
parte de los soldados revolucionarios; la propuesta de la Guardia Territorial
debería ser asumida por las organizaciones revolucionarias y de la clase
trabajadora, para crear así milicias obreras, lo que sería perfectamente posible y
además sería también “legal” [11], de forma tal que la estructura del ejército
capitalista pudiera ser derribada.
Pero la cuestión del Estado va más allá del ejército. Hay un constante sabotaje
burocrático de las iniciativas revolucionarias de las masas y de muchas de las
propuestas del mismo Chávez. En una entrevista en el diario zuliano Panorama,
Chávez lo describía de esta manera: “La mayor amenaza está por dentro, hay
una contrarrevolución permanente, burocrática. Soy un enemigo a diario, con un
látigo me la paso porque por todos lados me azota el enemigo de una burocracia
vieja y una nueva que se resiste a los cambios, tanto, que uno tienen que estar
pendiente de cuando se dé una instrucción y hacerle un seguimiento para que no
sea detenida o desviada o minimizada por esa contrarrevolución burocrática que
está en el Estado” [12].
Más recientemente, el traslado de William Mantilla como Viceministro del Poder
Popular para la Participación y Protección Social (el ministerio dirigido por el
militante del PCV, David Velásquez) ha destacado la cuestión de la burocracia
incluso en un ministerio creado hace poco. Mantilla es un reconocido activista
revolucionario del Bloque Popular de La Vega y de la Coordinadora Popular de
Caracas. Fue nombrado viceministro precisamente para promover los Consejos
Comunales. En su carta de renuncia describe cómo su trabajo sufrió un
constante “bloqueo para evitar el desarrollo de nuestras actividades de acuerdo
a las propuestas presentadas durante mi gestión (un ejemplo visible, el hecho de
que nunca haya obtenido los datos de los consejos comunales, además del
código de acceso al Siscon)”. (Ver texto completo en:
http://www.aporrea.org/actualidad/a40453.html NdT.) Así que aquí teníamos,
de acuerdo con todos los testimonios, a un revolucionario dedicado y trabajador
que trató de utilizar una posición dentro de un ministerio para promover el
desarrollo de los Consejos Comunales (una directiva que viene directamente del
Presidente) y que es removido precisamente por hacer eso, y reemplazado por
un funcionario mediocre, un burócrata.
El problema es claro, como explicó Marx después de la experiencia de la
Comuna de París, “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar
posesión de la máquina del Estado tal como está, y a servirse de ella para sus
propios fines” [13]. La experiencia de la revolución venezolana en los últimos
años nos provee de muchos ejemplos que confirman esta idea. Uno no puede
simplemente colocar a revolucionarios honestos dentro de las estructuras que
replican el Estado capitalista y esperar que éstas trabajen mejor. La vieja
maquinaria del Estado debe ser sustituida en su totalidad y reemplazada con una
nueva, basada en la elección democrática con derecho a la revocabilidad y a la
rendición de cuentas de todos los funcionarios, ninguno de los cuales recibirá un
salario superior al de un obrero calificado y, por último, que no exista un ejército
permanente separado del pueblo, sino el pueblo en armas.
La economía

La segunda cuestión en la que debemos centrarnos es la economía. Las cifras


oficiales muestran que la economía venezolana ha estado creciendo muy
rápidamente, durante quince trimestres consecutivos, a una tasa anual de
12,4%. Esto haría de Venezuela la economía con mayor crecimiento en toda
América y probablemente la segunda economía de mayor crecimiento después
de China. El desempleo ha bajado del 15% en 1999 a un 8,3% en junio de 2007,
la tasa de pobreza se ha reducido del 55,1% en el punto más bajo de la recesión
causada por el sabotaje a la economía y el paro patronal de diciembre 2003-
enero 2003, a un 30,4% a finales de 2006. Sin embargo, estas cifras no nos
cuentan la historia completa.
En resumidas cuentas, lo que tenemos en Venezuela es una economía
impulsada por una inversión pública masiva, mientras que el sector privado se
encuentra estancado. Al mismo tiempo, el gobierno ha introducido una serie de
chequeos y controles sobre la economía, y como hemos visto en muchos
ejemplos a lo largo de la historia con gobiernos reformistas, la introducción de
controles y restricciones sobre el funcionamiento normal de una economía
capitalista crea una situación de caos debido a que a la economía de mercado no
se le permite funcionar normalmente pero, al mismo tiempo, tampoco ha sido
reemplazado por una economía democráticamente planificada.
Desde el sabotaje económico de 2002, el gobierno ha introducido toda una
serie de controles económicos. Se han fijado los precios de los alimentos
básicos, se ha decretado una ley que prohíbe a los empresarios despedir a sus
trabajadores (aunque no necesariamente se cumple completamente); hay un
control de cambio y de comercio exterior; hay un control sobre el acceso a
divisas fuertes que las empresas pueden utilizar para vender con el mundo
exterior; hay incluso controles sobre lo que las compañías importan y éstas
deben demostrar que lo que quieren importar no puede ser producido en el país;
los alquileres también se han congelado; hay controles sobre las tasas de
interés; hay controles sobre los montos que la banca debe prestar a diferentes
sectores de la economía... [14].
¿Y cuál es el efecto de todos estos controles? ¡Sabotaje y desorganización de la
economía por parte de los capitalistas! En parte, es de forma deliberada por
razones políticas, el sabotaje de la economía con la intención de socavar la base
de apoyo del gobierno y la revolución. Parcialmente, esta situación fluye de los
aspectos económicos de la economía capitalista, donde los productores están
diciendo que no pueden vender a estos precios, que no es rentable.
La característica económica principal en Venezuela ahora es que el crecimiento
económico está sostenido únicamente a través del gasto público masivo, el cual
está sustentado por los altísimos precios del petróleo en el mercado mundial. Y
éste es uno de los factores, aunque no el único, que ha permitido que esta
revolución se haya prolongado tanto en el tiempo (7 u 8 años ahora) El gasto del
sector público representaba el 25% del PIB en 1998, 32% en 2004 y 39,4% en
2006. El aumento de la inversión procedente del Estado en la economía fue de
50,2% en 2005 y 50,8% en 2006 [15].
El año pasado, el gobierno gastó miles de millones de dólares en proyectos de
infraestructura y obras públicas masivos: un nuevo puente sobre el río Orinoco
que costó 1.200 millones de dólares, un sistema de metro en tres ciudades
distintas (Valencia, Maracaibo, Los Teques), líneas férreas... Esto también sirve
para hacer hincapié en la naturaleza parasitaria del capitalismo en Venezuela, el
cual en cien años fue incapaz de construir ninguna de estas obras de
infraestructura básicas. Venezuela nunca ha tenido un sistema ferroviario
importante. Aunque el desarrollo de una red ferroviaria hubiese ayudado a
integrar el país, conseguir una distribución de la población menos concentrada e
incluso promovido el mercado interno, no se hizo debido a que para exportar
petróleo no había necesidad de vías férreas. El descubrimiento del petróleo hace
unos cien años distorsionó completamente el desarrollo de la economía
venezolana, destruyó la agricultura e impidió el desarrollo de una industria
manufacturera interna. De hecho, cualquier desarrollo industrial que se ha dado
en Venezuela ha estado impulsado por el Estado usando los ingresos petroleros
(por ejemplo, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez).
Incluso la implementación de estos proyectos de obras públicas revela las
deslumbrantes contradicciones de la economía venezolana. Dado que ninguna
empresa venezolana es capaz de llevar adelante estas obras públicas, la mayoría
de los contratos se los lleva la multinacional brasileña Odebrecht. La producción
de cemento en Venezuela está monopolizada por tres empresas, la mayor de
ellas es la mexicana CEMEX, que pertenece a Carlos Slim, quien acaba de
convertirse en el hombre más rico del mundo, superando a Bill Gates. El
gobierno venezolano acaba de llevar a cabo la nacionalización de Cemento
Andino (una compañía cementera controlada por capital colombiano) y ha
amenazado con nacionalizar otras productoras de cemento, a las cuales Chávez
ha acusado de vender la mayor parte de su producción local en el mercado
extranjero, donde pueden obtener mayores ganancias.
Sí, la economía venezolana crece, pero este crecimiento está exacerbando
todas sus contradicciones en lugar de resolverlas. Chávez lo reflejó claramente
cuando amenazó con la nacionalización de la banca y de la siderúrgica SIDOR,
en manos de una trasnacional argentina. Dijo lo siguiente a la banca: “No
podemos tener una situación en la que el Estado sea el único que le está
prestando dinero a los productores nacionales para desarrollar la producción”. Y
a esto añadió: “No podemos aceptar la posición de SIDOR. Recibe materia
prima, electricidad y combustible baratos del Estado; produce acero para vender
en el mercado mundial, a precios del mercado mundial, los cuales son
transformados en bienes manufacturados y maquinaria por otro países
(incluyendo China), los cuales son entonces vendidos de vuelta a Venezuela a
precios de mercado internacional”. Ciertamente no tiene sentido, pero esa es la
forma en la que funciona el capitalismo.
El proceso en Venezuela es un claro ejemplo de la revolución permanente. Una
de sus premisas es que la burguesía nacional e los países atrasados y
semicoloniales en la época de imperialismo es incapaz de desarrollar las fuerzas
productivas de un modo progresivo. Ha sido precisamente esta contradicción
entre la necesidad de desarrollar la economía e infraestructura del país (postura
que Chávez ha liderado) y la incapacidad del capitalismo e imperialismo para
conseguir esto mismo, lo que ha llevado a Chávez a entrar en un camino en
directa colisión con el capitalismo.
Incluso en el actual boom económico en Venezuela, los capitalistas son reacios
a invertir para expandir la capacidad productiva (aunque obviamente están
deseosos de conseguir la mayor cantidad de ganancias que puedan a corto
plazo). Si tomamos 1997 como 100, las ventas en Venezuela llegaron a 155 en
2006 (un aumento del 55%). Sin embargo, la producción industrial alcanzó sólo
99 en 2006. En el mismo período, de acuerdo a las cifras de la patronal
CONINDUSTRIA, el número de empresas manufactureras bajó de 11.000 a
6.000. Un aumento en las ventas con ningún aumento en la producción o
inversión lleva directamente a una situación de inflación y escasez de los
productos básicos. En la actualidad, hay escasez en el 26% de los productos
alimenticios básicos y la inflación ha alcanzado el 20 por cien. Esto a su vez
fuerza al gobierno a recurrir a la importación masiva de productos alimenticios
del mercado mundial los cuales deben pagar a precios de mercado mundial y en
moneda fuerte.
Si tomamos el ejemplo de las caraotas [frijoles negros], uno de los principales
alimentos en Venezuela, vemos que la producción fue de 31.000 toneladas en
1988, bajó a 18.000 toneladas en 1999 y hoy en día Venezuela importa 56.000
toneladas cada año.
El sabotaje económico y la consecuente escasez han afectado principalmente a
la cadena de distribución de alimentos. Los productores, procesadores y
distribuidores capitalistas de alimentos acaparan y especulan, venden sus
productos en el mercado negro, deliberadamente sabotean cosechas, previenen
el procesamiento de la caña en las centrales azucareras, así como de los
productos agropecuarios en mataderos y plantas procesadoras de lácteos,
creando pánico utilizando campañas mediáticas alarmistas, etc.
Economist Intelligence Unit describe la situación en los siguientes términos
eufemísticos: “Los precios de muchos alimentos regulados se han desajustado y
deberán ajustarse en algún momento; existe falta de capacidad en una variedad
de sectores como resultado de una inversión inadecuada. Esto es impulsado
parcialmente por las crecientes importaciones, escasez de productos, cuellos de
botella en los proveedores y la venta de bienes regulados por encima de los
precios oficiales” [16].
La industria de los alimentos es un sector altamente monopolizado de la
economía venezolana, controlada por un puñado de empresas (como Empresas
Polar), propiedad de destacadas figuras de la contrarrevolución que han usado y
están utilizando su control sobre sectores vitales para socavar al gobierno
democráticamente elegido. Su expropiación no podría estar más clara.
El gobierno, como en muchas otras áreas, en vez de atacar el problema de
frente (por ejemplo la propiedad de la tierra y la cadena de distribución de
alimentos) ha tratado de montar estructuras paralelas a través de la creación de
MERCAL, una red nacional de mercados populares en los que se venden
alimentos básicos a precios subvencionados [17]. Pero eso en sí mismo no
resuelve el problema. Con frecuencia, Mercal debe importar productos a precios
muy altos. Dado que la red de Mercal no está bajo ningún tipo de control o
auditoría democrática, hay corrupción y robo de los productos a todos los
niveles, lo que ha sido denunciado por el sindicato bolivariano de Mercal
(SUNTRABMERCAL), el cual ha exigido el control obrero de Mercal y la puesta en
marcha de organizaciones de consumidores y proveedores para trabajar con
ellos en el control y gestión de la red [18]. La única solución a este problema
sería la completa nacionalización de todos los grandes latifundios y de toda la
industria de procesamiento y distribución de alimentos, bajo el control
democrático de los trabajadores, consumidores y campesinos organizados en
cooperativas [19].
Hace unos meses, hubo una manifestación en Caracas sobre esta cuestión de
la escasez y el sabotaje organizada por el Frente Nacional Campesino Ezequiel
Zamora (FNCEZ) y otras organizaciones, durante la cual ocuparon el edificio de
FEDECAMARAS, la principal confederación empresarial, bajo la consigna: “Si nos
quitan la comida, les quitaremos sus fábricas”. Es significativo que el FNCEZ
enviara a dos representantes al congreso de la CMR, sección venezolana de la
CMI. El FNCEZ es la organización campesina más grande y revolucionaria de
Venezuela. Dijeron que querían participar en las discusiones políticas, pero
también que querían consejo político y práctico del Frente Revolucionario de
Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO) a fin de conocer
cómo ocupar y tomar el control de fábricas en la cadena de distribución de
alimentos (empaquetadoras de carne, plantas de producción de lácteos,
centrales azucareros...).
Finalmente, a principios de este año, el gobierno se vio forzado a aprobar una
“Ley contra el acaparamiento, la especulación, el boicot y cualquier otra
conducta que afecte el consumo de alimentos o productos sometidos a control de
precios”, que permite la expropiación de empresas que incurran en tales
prácticas. Ya el 21 de junio, el gobierno utilizó esta ley para expropiar dos
mataderos que habían sido dejados inactivos por sus dueños, Fricapeca y
Fribarsa en los estados Zulia y Barinas, cada uno con capacidad para procesar
800 cabezas de ganado por día.

Cooperativas

Se ha hablado mucho del papel de las cooperativas en la revolución


venezolana. En algunos casos, los reformistas las han promovido frente a los que
alegan la “naturaleza burocrática de la propiedad estatal”. No es sólo el caso de
Venezuela, también en muchos otros países. Venezuela, sin embargo, es un país
en el que ha habido promoción, financiación y ayuda del Estado para el
desarrollo del sector cooperativo de la economía, que ha sido el terreno en las
cuales estas ideas se han puesto a prueba.
De acuerdo a las cifras oficiales, el número de cooperativas se ha disparado de
apenas 900 en 2001 a más de 215.000 que están actualmente registradas. Sin
embargo, sólo unas 70.000 están activas (lo que significa que casi el 70% de
todas las cooperativas registradas han fracasado), una indicación de los
problemas del desarrollo de cooperativas.
En muchos casos, las cooperativas se han convertido en una excusa para la
tercerización de la mano de obra. Es el caso por ejemplo de los contratos de
limpieza del sistema Metro de Caracas y de muchas instalaciones en PDVSA. En
el pasado, todos estos trabajos eran realizados por trabajadores de las propias
empresas. Posteriormente fueron subcontratadas a empresas privadas. Ahora,
en algunos casos, las cooperativas han tenido preferencia en las pujas por los
contratos. Todo esto significa que son los trabajadores los que tienen que
organizarse, poner el capital por adelantado y poner una señal económica,
compitiendo con otros grupos de trabajadores, arriesgándose a perder todo su
capital si pierden el contrato. Dirigentes sindicales en PDVSA han exigido que
estos trabajos (limpieza, catering, mantenimiento, seguridad, etc.) sean
devueltos a trabajadores con las mismas condiciones y beneficios que el resto de
los trabajadores de PDVSA. Incluso el mismo Chávez ha hablado de
“cooperativas socialistas y cooperativas capitalistas”.
En otros casos, se han establecido cooperativas pero han fracasado en la
competencia del mercado capitalista, por la falta de acceso a materia prima,
financiación y mercados para sus productos. Las cooperativas pueden jugar un
papel dentro de una economía planificada, particularmente en el sector agrícola,
pero no pueden sobrevivir como islas de socialismo en un mar de capitalismo.

Nacionalizaciones

Ha habido también muchas discusiones sobre las nacionalizaciones de la


CANTV, la empresa de telecomunicaciones, las empresas eléctricas como la
Electricidad de Caracas (EDC) y las multinacionales petroleras que operaban en
la faja del Orinoco. Algunos han argumentado que éstas no han sido verdaderas
nacionalizaciones debido a que se han llevado a cabo bajo compensación. En
primer lugar, este argumento ignora el hecho de que cuando Chávez anunció las
nacionalizaciones de CANTV y EDC el valor de sus acciones colapsó en las bolsas,
por lo que el precio pagado fue mucho menor. Además de esto, la cuestión de la
compensación no es en sí mismo la cuestión principal. Marx explicó en
numerosas ocasiones que si fuese posible comprar a la clase dominante a
cambio de una transferencia pacífica del poder, entonces se debería hacer. Lo
que nosotros, los marxistas, defenderíamos en una situación como esta sería
abrir los libros contables y preguntar en primer lugar cuánto pagaron estas
multinacionales por esas empresas, cuánto han invertido desde entonces y
cuánta ganancia han hecho con ella.
Estas cifras demostrarían claramente que no hay necesidad de compensación
alguna.
Sin embargo, si queremos entender el significado real de estas
nacionalizaciones, debemos mirar cómo los trabajadores y capitalistas han
reaccionado ante ellas. Tan pronto como las nacionalizaciones fueron
anunciadas, los trabajadores activos y ex trabajadores de la CANTV decidieron
convocar una masiva asamblea y crear un Batallón Socialista. Su principal
reivindicación fue el control obrero de la CANTV para prevenir cualquier intento
de sabotaje por los gerentes y directores antes de que la empresa fuese pasada
a control del Estado. Los trabajadores de SIDOR, la gigantesca acería de Bolívar
que no fue mencionada directamente por Chávez en su discurso, pero sí
implícitamente cuando dijo: “todo lo que ha sido privatizado, ¡nacionalícese!”,
organizaron una serie de nutridas asambleas, organizaron bloqueos de vías y
manifestaciones, izaron la bandera venezolana en las instalaciones de la
empresa y exigieron su nacionalización bajo control obrero [20].
¿Cuál fue la reacción de los capitalistas? De acuerdo a las cifras oficiales del
Banco Central de Venezuela, en el primer trimestre de 2007, la inversión
extranjera directa en Venezuela comparada con el mismo período en 2006 cayó
en 1.050 millones de dólares, una caída del 92%. La fuga de capital desde
Venezuela en 2006 fue de 2.100 millones de dólares. Está bastante claro. Los
capitalistas venezolanos no están invirtiendo como tampoco lo hacen las
multinacionales. La razón es muy clara: En Venezuela se está realizando una
revolución. Estas personas no están seguras de lo ocurrirá al día siguiente de
que inviertan. No saben si los trabajadores ocuparán sus fábricas y exigirán su
nacionalización bajo control obrero o si el gobierno decretará la nacionalización
de sus empresas. El Informe de riesgo-país de julio de 2007 publicado por The
Economist Intelligence Unit deja este punto muy claro. Al comentar la situación,
describe las “señales mixtas” respecto a la protección de los derechos a la
propiedad privada en la propuesta de reforma constitucional, y dice lo siguiente:
“Aparentemente, el objetivo es quedarse muy cerca de la eliminación de toda
propiedad privada. Sin embargo, en el pasado, el señor Chávez ha hecho
declaraciones de esta naturaleza para luego proceder hacia un mayor
intervencionismo del Estado. Por lo tanto no hay garantías de que el proceso va
a detenerse luego de las últimas medidas”
Y luego agregaron: “Vayan o no a darse nuevas nacionalizaciones, o si en
cambio se usa como una herramienta para negociar para extraer concesiones a
las empresas en cuestión, la amenaza de nacionalización significa que los
derechos contractuales seguirán siendo débiles”
Y en otro lado del mismo informe se dice: “La inversión privada en el sector no
petrolero es poco probable que crezca de forma importante a la luz de las
amenazas a la propiedad y los derechos contractuales, y en particular la
amenaza de nacionalización y expropiación de bienes a medida que avanzan
hacia un desarrollo dirigido por el Estado”.
Respecto a la nacionalización de las empresas petroleras de la Franja del
Orinoco, algunas de las multinacionales, de manera reticente, aceptaron los
términos, debido a que todavía hay un montón de dinero que pueden conseguir,
pero algunas otras de origen norteamericano se negaron. Actualmente hay un
conflicto sobre el nivel y cuantía de la compensación que deberían recibir. Esta
cuestión se está discutiendo frenéticamente en Houston (Texas), por analistas
petroleros, abogados y otros. Una de las empresas de abogados dijo lo siguiente
al respecto: “El gobierno de Venezuela posee importantes bienes en EEUU,
desde CITGO (que es una subsidiaria de PDVSA en EEUU), además de
significativos bienes que se mueven a través del sistema financiero
norteamericano que podrían ir a un arbitraje de concesión [21]”. Esta es una
clara amenaza, si las empresas no reciben una compensación “justa”, el
gobierno estadounidense expropiará bienes venezolanos en EEUU.
Una situación de este tipo tiene fuertes similitudes a la forma que siguió la
revolución cubana procedió en los primeros dos o tres años. Lo mismo pudiera
suceder en Venezuela. Uno puede imaginarse cuál sería la reacción del gobierno
venezolano y del mismo presidente Chávez si las autoridades norteamericanas
expropian CITGO. De hecho, en vista de las amenazas de estas dos petroleras
estadounidenses, el Ministro del Poder Popular para Energía y Petróleo, Rafael
Ramírez, declaró que si no aceptaban los términos de los contratos revisados, se
les negaría compensación alguna.
Otro sector en el que hemos visto la misma dinámica de provocaciones y
contra-provocaciones ha sido en relación a la aceptación de Venezuela en el
MERCOSUR. MERCOSUR es un intento fallido de unir las economías
latinoamericanas más fuertes, Venezuela pidió la entrada y fue aceptada. Pero
ante la no renovación de la concesión a RCTV, estalló un conflicto entre Chávez y
el Senado brasileño. Algunos senadores brasileños dijeron que eso había sido
una demostración del carácter autoritario de Chávez y que RCTV debía
permanecer en el aire con señal abierta. Chávez contestó usando un lenguaje
algo fuerte contra estos senadores brasileños, quienes ahora han exigido una
disculpa de Chávez o de lo contrario votarán en contra de la ratificación de la
entrada de Venezuela en MERCOSUR. Y Chávez, que nunca ha sido muy dado a
disculpas, contestó que si eso es lo que era MERCOSUR, entonces MERCOSUR
era una institución reaccionaria y Venezuela no debía ser parte de la misma.
Obviamente, la cuestión de la disculpa es tan sólo un accidente, este conflicto
lo que revela son las fuerzas de clase opuestas que están en juego en Venezuela
y a lo largo de América Latina, y cómo se expresan sobre estos asuntos.
La principal contradicción que está en el fondo de la cuestión económica es la
siguiente: la incapacidad de la clase dominante venezolana, la oligarquía
venezolana, los capitalistas venezolanos e incluso el imperialismo, para
desarrollar la economía. El intento de Chávez de desarrollar una economía
nacional lo coloca de lleno en el camino de colisionar con el capitalismo. Este el
principal motor de empuje de la revolución venezolana y esta es la razón por la
cual Chávez ha empezado a hablar de socialismo y a denunciar al capitalismo.
También la razón por la cual no se puede tomar un incidente o cita aislada de
Chávez y armar alrededor de ella una teoría política. No se niega la posibilidad,
aunque no es el único camino que se puede seguir, de que este proceso en un
momento dado lleve a la nacionalización completa de los medios de producción y
del capitalismo en Venezuela. Durante una de las manifestaciones de apoyo a la
no renovación de la concesión a RCTV, Chávez dijo que la clase dominante era
bienvenida a participar en este intento de desarrollar una economía nacional,
pero que si no cambiaban sus modos “les quitaremos todas las palancas de
poder que tienen, una por una”.
Sería erróneo pensar que la abolición del capitalismo por esta vía en Venezuela
vaya a llevar a la creación de un régimen estalinista como los que existieron en
la URSS o en Alemania Oriental (RDA). Algunos autodenominados “marxistas”
juegan con la idea de que algunos de los pasos seguidos por Chávez (tales como
la ley habilitante, la formación del PSUV, la propuesta de reforma constitucional
y otras medidas) llevarían directamente a una especie de régimen estalinista
(desgraciadamente, haciéndose eco desde la izquierda de los gritos hipócritas de
los imperialistas en relación al giro “autocrático” y “autoritario” de Chávez). Esta
forma de analizarlo es completamente equivocada.
Ciertamente, el socialismo no es un sistema que pueda ser decretado desde
arriba. Requiere de la participación consciente de los trabajadores en la
planificación democrática de la economía. Una de las principales características
de la revolución venezolana a lo largo de estos 8 años ha sido un fuerte
sentimiento anti-burocrático entre las bases bolivarianas. Durante todo un
período de tiempo la situación quedaría bastante abierta. Las masas
trabajadoras en Venezuela han incrementado también, en los últimos años, su
nivel de comprensión de la democracia obrera y el control directo. La
expropiación del capitalismo, incluso si es implementada desde arriba, abriría
una situación de enorme fermento revolucionario, participación de las masas,
creación de comités obreros, los cuales durarían por un período de tiempo.
La burocracia trataría de imponer una estructura burocrática pero esta no sería
una tarea fácil. La condición para el dominio burocrático sería que la revolución
fuese finalmente secuestrada y derrotada por la burocracia debido al
aislamiento, la presión imperialista y la desmoralización de las masas durante un
período de tiempo prolongado.

La organización y la dirección revolucionarias

En Venezuela estamos luchando por un régimen de auténtica democracia


obrera y por la planificación democrática de la economía, como primer paso
hacia la internacionalización de la lucha por el socialismo. El principal obstáculo
para conseguirlo es la debilidad de la dirección revolucionaria, en dos sentidos
diferentes. Uno es la ausencia de una dirección marxista del movimiento obrero,
pero también la ausencia de una estructura nacional democrática a través de la
cual el movimiento revolucionario pueda expresarse y dentro de la cual una
corriente marxista pueda luchar por la dirección.
En este sentido, la discusión sobre la construcción del PSUV puede resultar
crucial. Cuando Chávez anunció la creación del PSUV, dejó claro que ésta iba a
ser una herramienta de lucha contra la burocracia y una organización
genuinamente democrática revolucionaria. Pero una vez más, este hecho en sí
mismo no garantiza que vaya a ser efectivamente implementado de esta forma.
Depende sobre todo de la habilidad de los trabajadores de llevar esto a la
práctica.
Lo importante es ver el enorme entusiasmo que esta propuesta ha generado
entre las masas revolucionarias. En 2001-2002, cuando se organizaron por
primera vez los Círculos Bolivarianos, lograron reunir a 1,5 millones de personas.
En agosto de 2004, al momento del referéndum revocatorio presidencial, cuando
las Unidades de Batalla Electoral y los Pelotones fueron creados, se les unieron 2
millones de personas. En ese momento vimos una lucha masiva entre las bases
revolucionarias y la burocracia, que trataba de imponerse sobre estas
organizaciones. Por ejemplo, en la parroquia del 23 de Enero en Caracas hubo
una asamblea masiva para discutir la dirección a nivel parroquial de esta
organización. Los principales líderes del movimiento bolivariano en Caracas,
quienes en ese momento eran bien vistos por las bases, fueron a la asamblea
para intentar imponer su plancha para el liderazgo parroquial. Esto llevó a un
conflicto con los 1.500 presentes, quienes tenían una lista alternativa. La
discusión duró hasta las 2:00 am y finalmente las bases impusieron su
propuesta. Hubo choques similares en otros lugares, como en la zona de El Valle,
donde una asamblea de la UBE local aceptó que el comité parroquial fuese
propuesto desde arriba, pero eligieron al doble de delegados desde la base para
que se sentaran en el mismo comité [22].
Finalmente, la burocracia ganó y en los niveles más altos de la organización de
las UBES impusieron a su gente y después del referéndum desmantelaron estas
organizaciones.
Cuando Chávez propuso crear el PSUV, dijo que el objetivo era organizar a 3
millones de personas, lo cual en sí mismo iba a ser más que en cualquiera de las
anteriores organizaciones. Durante un período de 8 semanas, la gente hizo cola
para registrarse en el nuevo partido y el resultado final fue que ¡más de 5,6
millones se apuntaron para unirse! Esto representa más de las 2/3 partes del
número de votos que Chávez obtuvo en las elecciones presidenciales del pasado
3 de diciembre. Este hecho demuestra la enorme reserva de apoyo y entusiasmo
que hay entre las masas por la revolución.
En algunas áreas, como el Alto Apure, una región campesina organizada por el
FNCEZ, ¡hubo más personas que se unieron al partido de las que habían votado
por Chávez en diciembre! La razón de esto fue una campaña consciente por
parte del FNCEZ apelando a que cada hombre, mujer y niño de la zona se uniera
al PSUV. Los líderes del FNCEZ comentaron: “En 1998 nosotros también
quisimos unirnos al MVR pero no estábamos organizados y la burocracia tomó el
control; ahora nos estamos uniendo al PSUV y estamos organizados para
prevenir que pase lo mismo.”
El Comité Promotor Nacional dio un esbozo detallado de la composición del
partido. Hay 1,4 millones de trabajadores no calificados, 500.000 trabajadores
calificados, 750.000 trabajadores del sector servicio, 180.000 trabajadores
administrativos y oficinistas, sumando un total de 3 millones de trabajadores que
se habían registrado para el PSUV. También se habían registrado 1,2 millones de
amas de casa, lo que hace del PSUV la más grande organización de mujeres en
Venezuela y probablemente la más grande en el mundo. Esto no tiene
precedentes.
Ahora el partido va a tener un congreso de tres meses de duración a empezar
en septiembre (finalmente la fecha de inicio del Congreso Fundacional del PSUV
se ha fijado para el 20 de octubre de 2007, NdT). Los primeros encuentros de los
Batallones (Hay unos 18.000 batallones) ya se han realizado, con la participación
de más de 1,5 millones de personas. Esto es normal. Uno no puede esperar que
5,6 millones de personas se vuelvan miembros activos del partido; esa cifra
refleja el apoyo organizado del PSUV mientras que la cifra de 1,5 millones
representa la capa de activistas.
Ha habido preguntas acerca de cuál es la naturaleza de clase del PSUV. El
carácter de clase de cualquier partido o movimiento está determinado por un
número diferente de factores: su composición de clase, su relación con las
organizaciones de las diferentes clases, la composición y políticas de su
liderazgo, su programa, etc. En el caso del PSUV, la mayoría de estas cuestiones
no están decididas todavía.
Sin embargo, está claro que en los próximos meses el PSUV será el campo de
batalla en el cual la burocracia intentará imponer su control sobre el partido,
mientras que las bases revolucionarias intentarán mantenerla como una
organización democrática bajo su control. El resultado de esta lucha no está
decidido aún. Lo que se podía observar en los mítines masivos de los promotores
(los primeros organizadores del partido) era el carácter profundamente obrero y
plebeyo de las masas que se están uniendo al partido. La expresión en sus
rostros cuando tomaban juramento para luchar por el socialismo era un
indicativo de su inquebrantable espíritu de lucha por transformar la sociedad.
Después de una experiencia de 8 años de revolución, van a luchar a capa y
espada para prevenir que la derecha del movimiento les quite su nuevo partido.
La tarea de los marxistas revolucionarios es la de entregarse completamente a
esta lucha y participar junto a las masas en la creación del PSUV. Cualquier otra
política sería sectarismo demencial y sólo contribuiría a aislarlos del movimiento
revolucionario que existe en la realidad. A este respecto, la política adoptada por
una parte de C-CURA (la corriente de izquierda dentro de la UNT) de negarse a
entrar en el PSUV e intentar crear un supuesto “partido obrero independiente” es
un error criminal que sólo puede llevar al aislamiento de algunos activistas
obreros avanzados del movimiento revolucionario de las masas.
La creación del PSUV ha llevado ha provocado una severa escisión con un
sector del ala de derechas del movimiento bolivariano, PODEMOS, que es el
partido socialdemócrata más a la derecha en la coalición de gobierno y que
decidió no unirse al PSUV. Dijeron: “estamos a favor del socialismo, pero
queremos un socialismo democrático”, a lo que Chávez replicó: “el problema es
que ustedes son socialdemócratas y socialtraidores y nosotros somos socialistas
revolucionarios”. Actualmente, PODEMOS ha reemplazado al viejo partido Acción
Democrática como el afiliado por Venezuela a la Internacional Socialista [23].
Está claro que otra sección de la burocracia y los reformistas, más inteligente,
se ha unido rápidamente al nuevo partido con la intención, desde el principio, de
colocarse en posiciones de poder e influencia. Hemos visto incluso la creación de
una organización de “Empresarios Socialistas” que se han unido al PSUV.
Interesante ha sido la división dentro del PCV sobre esta cuestión, un ala
uniéndose, la otra permaneciendo fuera, y ambas manteniendo la visión
equivocada de las dos etapas para la revolución venezolana [24].

La Unión Nacional de Trabajadores

Pero si hablamos de dirección revolucionaria, el punto más débil es la dirección


del movimiento obrero, la dirección de la UNT. Desde el congreso del año
pasado, la UNT ha estado dividida en al menos 5 fracciones diferentes. Esta
división se basó en cuestiones que nada tienen que ver con los desafíos
principales a los que se enfrenta el movimiento obrero venezolano hoy en día.
Están involucrados en una lucha de poder para ver quién controla el aparato de
la UNT, y esto parece ser lo único que les preocupa. Ninguna de estas diferentes
facciones ha tomado en serio cuestiones tales como el control obrero o la
ocupación de fábricas.
Es evidente que la dirección de la Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores
(FSBT), una de las corrientes en la UNT, está en contra de la idea del control
obrero. De hecho, un representante de esta corriente, Jacobo Torres, llegó al
punto de afirmar en un encuentro en Gran Bretaña organizado por la central
sindical británica TUC que en Venezuela no había ningún control obrero. Un
ejemplo de ello es la postura del Ministro del Trabajo, José Ramón Rivero, él y la
mayoría de su equipo proceden de la FSBT, respecto de la lucha de los
trabajadores de Sanitarios Maracay por la expropiación bajo control obrero. El
ministro se negó a la nacionalización de la empresa incluso después de que la
Asamblea Nacional lo hubiese recomendado, y presionó a los trabajadores para
alcanzar un acuerdo con relación al pago de salarios adeudados por el antiguo
dueño, el contrarrevolucionario Álvaro Pocaterra.
La dirección del ala de izquierdas, la C-CURA, aglutinada alrededor de Orlando
Chirino, hace un montón de ruido respecto a la cuestión de la autonomía
sindical, pero con ello no quieren decir la independencia de los sindicatos del
Estado y de los capitalistas, sino su propuesta sectaria de que los trabajadores
no deberían unirse al PSUV. Si el movimiento obrero en Venezuela tuviera por lo
menos la mitad de la dirección que tienen los campesinos organizados alrededor
del FNCEZ, la situación hoy estaría mucho más avanzada.
Está claro que las organizaciones obreras, tanto sindicales como políticas,
deben permanecer completamente independientes (por no hablar de
“autónomos”). Pero independencia no significa abstención de la verdadera
batalla que se está dando dentro del movimiento bolivariano, el único
movimiento revolucionario que existe en Venezuela. Todo lo contrario, los
burócratas y reformistas no podrían desear algo mejor que el hecho de que los
revolucionarios permaneciésemos fuera del PSUV. Es particularmente criminal
cuando Orlando Chirino habla de la cuestión de la “autonomía sindical” sobre la
misma plataforma que la contrarrevolucionaria CTV [25] y sobre una plataforma
organizada por la Fundación Friedrich Ebert (la agencia de la socialdemocracia
alemana montada específicamente para desviar revoluciones) [26]. ¿Qué clase
de autonomía es esta? ¿”Autonomía” para quién y para qué propósito?
Una corriente genuinamente revolucionaria dentro de la UNT seguiría una
política de pleno apoyo a la Revolución Bolivariana, de plena participación en el
PSUV sobre la base de la lucha contra el capitalismo, los reformistas y
burócratas, mientras que al mismo tiempo promovería, animaría y organizaría
activamente las ocupaciones de fábricas, organizando Consejos Obreros y la
coordinación de éstos con los Consejos Comunales.
Tal política ganaría inmediatamente la mayoría entre las bases de todas las
diferentes corrientes de la UNT, y sería la única que podría unificar a la UNT
sobre la base de una política revolucionaria. Las condiciones no podrían ser más
favorables. Hay un sentimiento de confianza entre los trabajadores. Éstos se
sienten parte de la Revolución Bolivariana y aunque miran a muchos miembros
del gobierno con recelo y desconfianza, reconocen a Chávez como su principal
líder y están animados por sus discursos sobre socialismo, el papel de la clase
trabajadora en la revolución y sus discursos antiimperialistas. Incluso el conflicto
reivindicativo del día a día sobre salud y seguridad, salarios, condiciones, etc.
tiende a escalar y a adquirir un carácter político. El ejemplo de Sanitarios
Maracay es un claro ejemplo. Una de las experiencias más avanzadas de control
obrero que se han dado en Venezuela empezó como un conflicto sobre salud y
seguridad laboral y el reconocimiento del sindicato. El carácter político de la
lucha estuvo determinado por el hecho de que el empresario, Ávaro Pocaterra,
es un conocido contrarrevolucionario que participó activamente en el intento de
golpe y sabotaje a la economía de 2002. Una campaña seria sobre ocupaciones
de fábricas vinculada a la defensa de la revolución contra el sabotaje se
extendería como el fuego en un pajar.
Al mismo tiempo que su política contra el control obrero, el Ministro del Trabajo
ha propuesto la organización de Consejos de Trabajadores en las fábricas. Aquí
vemos nuevamente el error de los sectarios. ¿Cuál fue su reacción a este
anuncio? “Acá hay otro ejemplo de intento por parte del gobierno de controlar el
movimiento obrero y destruir la autonomía sindical y a la UNT” (En una
asamblea de la UNT Carabobo, dirigida por C-CURA, en el documento de
conclusiones se dice que “plantean utilizar al mismo PSUV como vehículo para
destruir a la UNT y proyectan los Consejos de Trabajadores como instrumento
para acabar con las organizaciones sindicales.” Ver
http://www.aporrea.org/imprime/n102006.html, NdT). No hay duda de que al
menos una sección del liderazgo de la FSBT y de funcionarios en el MITRASS
quisiera ver el fin de una UNT que no pueden controlar. De hecho, Oswaldo Vera,
dirigente de la FSBT, lo ha dicho así públicamente [27]. Sin embargo, si hay una
propuesta en serio de organizar Consejos de Trabajadores, lo que cualquier
tendencia revolucionaria seria dentro del movimiento obrero debe hacer es
asumir este llamamiento y organizar una campaña nacional para crearlos en las
fábricas y sitios de trabajo.
Es en estas condiciones donde los camaradas de la Corriente Marxista
Revolucionaria (CMR), que empezaron con unas fuerzas modestas, han jugado
un papel importantísimo en la organización del FRETECO, el Frente
Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y Ocupadas. La
iniciativa de organizar el FRETECO fue de los trabajadores de INVEVAL, la
antigua CNV, fábrica de válvulas en Los Teques, Miranda. INVEVAL en sí misma
demuestra todos los problemas y contradicciones de la revolución venezolana.
Los trabajadores tomaron el control de INVEVAL y la están dirigiendo bajo
control obrero. Fue nacionalizada por Chávez, en contra de la opinión de los
sectarios quienes en ese momento decían: “El gobierno de Chávez es un
gobierno nacionalista burgués y nunca va a nacionalizar algo”. Pero ahora los
trabajadores de INVEVAL están enfrentando dos poderosos enemigos: uno es el
hecho de que aún operan dentro de los límites de una economía de mercado
capitalista, y el otro es que tienen que enfrentarse al sabotaje deliberado de la
burocracia de Estado y reformistas, quienes no quieren ver una experiencia
exitosa de control obrero por miedo a que ésta siga de ejemplo a otros
trabajadores [28].
La revolución venezolana se ha desarrollado durante un largo período de
tiempo, ya casi nueve años. Éste es el resultado de una combinación de
diferentes factores. Uno es el balance de fuerzas enormemente favorable a la
revolución, que ha aplastado cualquier intento de la contrarrevolución de
levantar cabeza. Las masas revolucionarias están fortalecidas, pero no tienen
una dirección marxista que pueda decidir las cosas de una vez por todas. La
contrarrevolución ha intentado ponerle fin a la revolución en varias ocasiones y
el movimiento de las masas los ha derrotado. Venezuela es un país productor de
petróleo y esto también ha jugado su papel; el gobierno ha podido introducir un
programa masivo de planes e inversiones sociales que, de un modo limitado
pero real, han mejorado las condiciones de vida y le han dado al gobierno un
cierto margen de maniobra. Esta situación de callejón sin salida, de equilibrio
entre las clases, no puede durar indefinidamente. O bien se resuelve a través de
una revolución socialista victoriosa o de una contrarrevolución sangrienta.
Se han levantado las barreras, la clase dominante está atemorizada, se han
dado un gran número de desafíos, pero no hay una idea clara de cómo
resolverlos. Esto es peligroso. Puede llevar a una situación en la que las masas
se cansen de los discursos y la contrarrevolución pase a la ofensiva debido a que
ellos si tienen ideas claras de cómo aplastar la revolución.
En estas condiciones, han florecido todo tipo de ideas reformistas en los niveles
superiores del Estado, con todo tipo de “asesores” y de astutos “intelectuales”.
Un representante clave de esta capa es Heinz Dieterich, pero también hay otros.
En una entrevista reciente en el diario El Nacional, Juan Carlos Monedero, uno de
los asesores de Chávez a cargo de la Formación Ideológica en el Centro
Internacional Miranda, desarrolló sus puntos de vista sobre el “Socialismo del
Siglo XXI”: “Uno de ellos [de los errores del Socialismo del Siglo XX] es que la
nacionalización de todos los medios de producción no permite directamente
satisfacer las necesidades. Por eso hoy día decimos que no nos importa la
propiedad privada porque hemos entendido que no es el enemigo”. Luego añade
que el problema con la propiedad privada viene sólo cuando ésta “impide esa
igualdad de capacidades de otras personas”, pero que “Eso se solventa con
imaginación, a través de varios medios. Por ejemplo, la Europa social demócrata
lo hizo mediante una tributación socialista, donde quienes más tienen más
pagan”. Monedero dice que en la etapa actual, Venezuela está en una en la que
“conviven el capitalismo de Estado y el socialismo de mercado” y en la que
‘aparecen elementos socialistas' que van en la dirección de “quitarle trozos al
sistema capitalista” [29].
A pesar de la terminología deliberadamente confusa que emplea, lo que dice es
muy claro: no a la nacionalización de los medios de producción, un sector estatal
a gran escala y ciertos controles (impuestos) sobre el capital privado y luego,
poco a poco, acabaremos en el socialismo. En otras palabras, retrocediendo
nuevamente a las ideas reformistas clásicas, de los tiempos en que los
reformistas realmente implementaban reformas.
Una línea casi idéntica es la defendida por Haiman El Troudi, uno de los
directores del Centro Internacional Miranda, en un texto llamado Preguntas y
respuestas acerca del Socialismo del Siglo XXI. El Troudi explica que “El reto en
transición está en mediar consensos. Recordemos que la revolución bolivariana
es pacífica, y transformar a Venezuela en paz supone diálogo de saberes y
respeto a la pluralidad de pensamientos. ¿Qué sucedería en el país si se
decidiese abruptamente estatizar o nacionalizar todas las empresas privadas?
Eso no está planteado. Rumbo al socialismo puede, sin dificultad alguna,
desarrollarse la iniciativa privada siempre que acepte las nuevas reglas del
juego.”
El Troudi enumera lo que él llama sectores estratégicos que en su opinión
deberían permanecer en manos del Estado, pero su lista, curiosamente, ¡sólo
incluye sectores que ya están en manos del Estado! Así, nuevamente, Haiman El
Troudi está en contra de la nacionalización de los medios de producción. De
hecho, agrega que “La banca si bien es un medio de producción estratégico, a mi
juicio no debe ser objeto de estatización, a menos que los privados
contravengan las disposiciones de ley y atenten contra los intereses nacionales.”
Una vez más, parece que el “Socialismo del Siglo XXI” de El Troudi se parece
mucho a la “Social democracia del siglo XX”. En el debate sobre el control obrero
y la gestión obrera, luego de haber argumentado “por medio de las
nacionalizaciones las empresas no necesariamente serán de todo el pueblo”,
como un argumento en contra de las nacionalizaciones, Haiman se coloca
firmemente al lado de todos aquellos que se oponen a cualquier forma de control
obrero en las industrias estratégicas.
Haiman se pregunta: “¿Es posible que la industria petrolera se maneje bajo el
modelo de cogestión?”, a lo que se responde “No por ahora. Tendremos que
ejercitar nuestra cultura cogestionaria antes de adoptar este formato en la
principal industria y fuente de ingresos nacionales”. Luego, como para evitar
confusiones, agrega que él está a favor de que los trabajadores tengan acciones
en las empresas; a lo que se opone es a “la gestión compartida de los
trabajadores de cierta empresa que asumen roles gerenciales, la práctica de
ejercicios democráticos para la selección de autoridades donde se asume la
rendición de cuentas, se abren las cajas negras de los asuntos administrativos,
se revocan mandatos y funcionarios” [30].
En una situación en que la clase dominante es temporalmente incapaz de
lanzar un asalto abierto contra la revolución con alguna garantía de éxito, una
gran parte de su estrategia se basa en una “tercera vía”, es decir, basarse en los
burócratas y reformistas a fin de mantener la revolución bajo control y prevenir
que ésta rompa efectivamente con el capitalismo, mientras que al mismo
rearman sus fuerzas y puntos de apoyo para cuando sean capaces de dar un
golpe decisivo.
La Economist Intelligence Unit lo explica de esta manera: “Una combinación de
descontento popular y un liderazgo de oposición cohesivo no están actualmente
a la vista... La clase política de oposición ha tenido difícil deshacerse de su pobre
reputación... Más aún... no tiene una influencia directa en la política. Dadas
estas limitaciones, parece lo más probable que una tercera fuerza emerja
eventualmente para liderar la oposición. Esta puede incluir lo que los
venezolanos llaman chavistas light: ‘seguidores de Chávez que están incómodos
con algunos de los elementos más radicales del programa del presidente’.
También puede incluir a algunos grupos pro Chávez que están descontentos con
los recientes giros hacia una centralización del poder” [31].
Haiman El Troudi describe la estrategia de la contrarrevolución, a la cual
denomina “chavismo sin socialismo”, de esta manera: “Ello significa frenar las
transformaciones estructurales de la sociedad, maquillar las iniquidades,
conservar intactos los privilegios de la clase capitalista (...). Los principales
exponentes de esta tendencia contrarrevolucionaria son mercenarios infiltrados
dentro del proceso que tejen su “conspicua” conspiración con los hilos de la
corrupción, el control político, la negación de la participación popular en los
asuntos públicos. Su aspiración fundamental: instaurar una nueva clase oligarca
y hacerse del poder a expensas de traicioneros planes en contra de la revolución
bolivariana” [32].
Por lo tanto, debemos mantener la guardia contra una posición de entusiasmo
ciego de que la revolución va a avanzar suavemente hasta una conclusión
socialista exitosa. De hecho, a medida que las contradicciones se agudizan,
crecen los peligros. La única solución real para todas estas contradicciones es
que la clase obrera tome la dirección de la revolución, y que la tendencia
marxista gane la dirección de la clase obrera. Es por esa razón que el trabajo del
FRETECO es tan importante, y también el por qué el papel de los reformistas y
sectarios es tan criminal. Una ofensiva de la clase trabajadora sobre la cuestión
de la ocupación de fábricas y el control obrero podría ofrecer un camino claro
hacia delante para resolver los problemas de la economía y el Estado. Esto
mostraría en la práctica lo que significa el Socialismo y declararía el desafío
abiertamente.
La revolución en Venezuela ya ha tenido un importante impacto entre las
masas de América Latina y más allá. Una revolución socialista triunfante en
Venezuela sería el inicio de una ola de revoluciones en todo el continente. La
condición para ello es la construcción de la CMR y de la Corriente Marxista
Internacional, de forma que podamos darle a este extraordinario movimiento de
las masas revolucionarias venezolanas una clara dirección marxista, que es el
único camino a la victoria.

___________________________________________________________________________

NOTAS:
1. Declaración de la Corriente Marxista Internacional sobre las elecciones en Venezuela
(http://www.elmilitante.org/content/view/3457/74/), agosto 2006.

2. Entre los miembros del “Plan Oligarcas Temblad” estaban el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora,
Coordinadora Simón Bolívar, la UPV de Lina Ron, el Frente Revolucionario de Trabajadores de
Empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO), la Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres
y Alternativos (ANMCLA), el Movimiento de Bases Popular, la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR)
y los colectivos “Alexis Vive” y “Dolorita Rebelde”.

3. En las primeras elecciones luego de la victoria de la revolución en Nicaragua, los sandinistas recibieron
67% de los votos, pero el principal candidato de la oposición se había retirado de la competencia
electoral.

4. David Velásquez, antiguo secretario general de las Juventudes Comunistas, tan sólo unos meses antes
que Chávez anunciara que la revolución venezolana no podía permanecer dentro de los confines del
capitalismo, insistía en que la cuestión del socialismo no tenía lugar en Venezuela, sino solamente la
del antiimperialismo.

5. Como dijimos en su momento, Rivero será juzgado por su actuación al frente del Ministerio. Aunque ha
tomado varias medidas progresivas, su papel durante la lucha de Sanitarios Maracay ha sido criminal.
Ver el artículo en inglés Sanitarios Maracay, a first balance-sheet of an heroic struggle de Jorge Martin,
22 de agosto de 2007 (http://www.marxist.com/sanitarios-maracay-balance-sheet.htm).

6. Este sentimiento fue capturado muy bien por Michael Lebowitz en un artículo de perspectivas llamado
Why Aren’t You in a Hurry, Comrade?, disponible en castellano en:
http://www.aporrealos.org/ideologia/a30402.html

7. La misma puesta en marcha de las Misiones a fin de llevar a cabo los programas sociales del gobierno
desde 2003 fue un intento por escapar al problema del Estado capitalista, al crear estructuras paralelas
al mismo.

8. El texto completo de la entrevista en la que Müller Rojas hizo públicas sus opiniones puede leerse en
castellano en http://venezuelareal.zoomblog.com/archivo/2007/06/30/alberto-Mller-Rojas-La-Fuerza-
Armada-e.html y en inglés en http://venezuelanalysis.com/articles.php?artno=2091

9. Se puede leer el discurso de despedida como ministro de Defensa del general (r) Baduel en castellano:
http://www.analitica.com/va/politica/9423969.asp y en inglés:
http://venezuelanalysis.com/articles.php?artno=2103.

10. Es la enorme presión a la izquierda que proviene de las bases lo que ha motivado los discursos de
Chávez, quien fuerza incluso a los elementos conservadores a disfrazar sus ideas en una fraseología
izquierdista, que suene a socialista e incluso marxista.

11. Un ejemplo de lo que es posible es la iniciativa tomada por sindicalistas de las empresas básicas en
Guayana, donde llamaron a voluntarios entre los obreros para unirse a la Reserva. Igualmente, en una
reunión de activistas revolucionarios en Carabobo para discutir sobre la Guardia Territorial, un
dirigente de la UNT le preguntó al vicealmirante que estaba ahí representando a la Guardia Territorial,
qué pasaría si los trabajadores de la cercana fábrica de Firestone quisieran unirse a la Guardia
Territorial pero como toda una unidad de trabajadores. El vicealmirante dijo que nunca lo había
pensado pero que sonaba como una buena idea y le preguntó que si podía conseguir una lista de todos
los trabajadores interesados y a alguien para coordinarlo de manea tal que esto pudiera ser
implementado.

12. Panorama Digital, 10 de septiembre de 2006, reproducido en Aporrea:


http://www.aporrea.org/actualidad/n83403.html

13. Carlos Marx, La guerra civil en Francia.

14. La mayoría de estas medidas fueron introducidas para poder defender los niveles de vida de las masas,
particularmente en los momentos del paro patronal y del sabotaje a la economía de diciembre 2002 -
enero 2003.

15. Cifras emitidas por el Banco Central de Venezuela


(http://www.bcv.org.ve/Upload/Publicaciones/infoeco2006.pdf)

16. Economist Intelligence Unit, Country Risk Service, julio de 2007.

17. En 2006 habían más de 15.000 tiendas Mercal por todo el país, abasteciendo a cerca del 43% de la
población.

18. Numerosas declaraciones en este sentido pueden encontrarse en este sitio web:
http://usuarios.lycos.es/suntrabmercal/

19. Un análisis detallado de la actual crisis de desabastecimiento y acaparamiento puede encontrarse en el


artículo Venezuela: Regulación de precios, escasez de alimentos, especulación y socialismo, de Eric
Demeester (http://venezuela.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=3016).

20. Cuando se estaba terminando este artículo, se alcanzó un acuerdo entre el gobierno venezolano y la
multinacional argentina Techint, que incluye una garantía de no nacionalización. Sin embargo, un
acuerdo de este tipo es susceptible de romperse de cara a conflictos laborales, más demandas de parte
del Gobierno, etc.

21. Declaraciones de José Valera, socio de King & Spalding en Houston, citado por el Houston Chronicle en
su artículo ‘Citgo assets may be at risk in arbitration’ (Los bienes de Citgo pueden estar en riego en
caso de arbitraje, 27 de junio, 2007. El original en inglés puede leerse en
http://eldib.wordpress.com/2007/07/02/experts-say-conocophillips-exxon-mobil-could-seek-
venezuelas-refineries-in-us/, mientras que en castellano está disponible en
http://www.aporrea.org/energia/n97440.html

22. Ver por ejemplo: http://venezuela.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=623

23. Es interesante notar que fue Didalco Bolívar, el gobernador de Aragua y de PODEMOS, quien envió a la
policía regional contra los trabajadores de Sanitarios Maracay quienes estaban yendo a una
manifestación del FRETECO en Caracas.

24. El Comité Central del partido se dividió 9 a 13, con los 9 uniéndose al PSUV y siendo expulsados del
PCV.

25. “Proponen cruzada nacional para defender la autonomía sindical”, El Universal, 26 de mayo de 2007
(http://www.eluniversal.com/2007/04/26/pol_art_proponen-cruzada-nac_264996.shtml).

26. Ver Seminario Hacia una Asamblea Constituyente Sindical en


http://www.ildis.org.ve/website/p_index.php?ids=7&tipo=A&vermas=55. Vale destacar que Friedrich
Ebert, dirigente del SPD, fue canciller de la denominada República de Weimar en plena revolución
alemana de 1918, con el fin de desviarla y derrotar al movimiento obrero revolucionario a cualquier
costo. Junto a otros dirigentes socialdemócratas en cargos de gobierno, como Philipp Scheidemann y
Gustav Noske, se encargaron de ahogar en sangre la insurrección espartaquista de enero de 1919,
asesinar a los dirigentes revolucionarios Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, y montar una campaña
de represión y asesinatos contra los consejos obreros en la zona del Ruhr, principal bastión del
proletariado alemán, así como con la República Soviética de Baviera, hasta ahogar en sangre la
revolución (NdT).

27. “La UNT actual no representa a los trabajadores”, El Mundo, 31 de julio 2007.

28. Una descripción detallada de la actual situación en INVEVAL puede encontrarse en inglés en el artículo
Venezuela's Co-Managed Inveval: Surviving in a Sea of Capitalism
(http://www.venezuelanalysis.com/analysis/2520), por Kiraz Janicke.

29. “Sin Capitalismo de Estado los venezolanos no comerían”, entrevista en El Nacional, 27 de agosto de
2007, republicado por Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55300).

30. Preguntas y respuestas acerca del Socialismo del Siglo XXI,


http://centrointernacionalmiranda.gob.ve/personal/docs/debate3.pdf

31. Economist Intelligence Unit, Country Risk Service July 2007.

32. Ser capitalista es un mal negocio, Haiman El Troudi (http://www.haiman.com.ve/).

5 de septiembre de 2007

La marcha del 4 de noviembre y el pronunciamiento de


Baduel Revolución y contrarrevolución en Venezuela
Yonie Moreno y William Sanabria

El ejército no es más que un elemento de la sociedad y padece todas las


enfermedades de ésta; sobre todo cuando sube la temperatura.
León Trotsky

El pasado 2 de noviembre fue aprobada la nueva propuesta de reforma


constitucional en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.
El próximo 2 de diciembre se realizará el referéndum en donde la población de
Venezuela podrá decidir si aprueba o no la citada reforma. Esta es la primera
reforma propuesta de la constitución de 1999 que supone un nuevo giro a la
izquierda tras casi 10 años desde que Chávez fue reelegido. Esta es la
constitución que va a aprobar por ley por ejemplo la jornada de 6 horas, la
creación de consejos de trabajadores en las empresas, y la denominación de
socialista para la república bolivariana de Venezuela. La constitución incorpora
bastantes elementos mas aunque sólo por estos bastarían para ser apoyada por
cualquier persona progresista en Venezuela y en todo el mundo.
El parlamentarismo ha jugado un papel central en la movilización de las masas
en la revolución Venezolana. Al igual que en la Revolución Francesa de 1789, la
lucha parlamentaria ha sido el detonante para la entrada de las masas en la
arena política. Cada cita electoral o reforma política aprobada desde la Asamblea
Nacional polarizó el país a izquierda y derecha. Y una y otra vez desde que
Chávez fue elegido desde el 1998 las masas han salido a la calle para defender
la revolución de los ataques de la burguesía y del imperialismo.
Toda analogía histórica tiene sus limitaciones: el carácter de la Revolución
Francesa fue diferente del de la Revolución Venezolana. Mientras que la tarea
central de la francesa fue la abolición de la propiedad feudal, y sentar las bases
para el dominio de la burguesía, la revolución venezolana empezó en un primer
momento no sobrepasando los límites de la lucha por una democracia
revolucionaria antiimperialista. Sin embargo no se ha detenido ahí y va tomado
cada vez más un carácter socialista cuyo fin último no puede ser otro que el fin
de la propiedad privada de los medios de producción, del modo de producción
capitalista y del estado nacional que lo sostiene. Las tareas democráticas se
entrelazan con las socialistas. En la época actual de decadencia imperialista,
como ya señaló León Trotsky en su teoría sobre la revolución permanente hace
mas de 90 años, las tareas de la lucha antiimperialista y por una autentica
democracia en los países atrasados se solapa con las tareas de la revolución
socialista.
El proceso de toma de conciencia de las masas no se produce de forma lineal,
si no que tiene sus alzas y sus bajas. Grandes acontecimientos como guerras,
escándalos políticos, pueden ser el detonante para que las masas entren en
acción a la vida política. En ese sentido la lucha parlamentaria y la lucha
electoral han sido un factor de radicalización política de las masas. Durante la
revolución francesa el intento del rey Luis XIV en julio de 1789 de dar un golpe
de estado para disolver la Asamblea Nacional llevó al pueblo de París a la
insurrección, cuyo episodio más conocido fue la toma de la Bastilla, principal
bastión militar de la reacción monárquica y centro de la ejecución del golpe de
estado.
Al igual que las masas parisinas en el siglo XVIII, ante un intento de golpe de
Estado por parte de la cúpula del ejército venezolano, la burguesía y el
imperialismo, las masas trabajadoras venezolanas salieron a la calle el 12 y 13
de abril para echar atrás el golpe de Estado que había depuesto al presidente
Chávez. Como siempre, los reaccionarios tanto en la Francia feudal como en la
Venezuela capitalista no contaban con la iniciativa y el sacrificio de los
trabajadores y pobres que, no sin lucha y muertos, consiguieron derrotar a los
reaccionarios.
Sin duda la constitución de 1999 fue un poderoso estimulo para la conciencia
de las masas en Venezuela. Les dotó de dignidad, de una constitución que
reconocía sus derechos. Para las masas la constitución era el primer capitulo de
un cambio profundo, en él por primera vez los pobres, los oprimidos, eran
escuchados, se sentían dueños de su país y de sus destinos. Esta era un cambio
fundamental respecto a los gobiernos de la IV republica, que se habían
destacado por el expolio de la riqueza petrolera por una minoría que no dudó en
masacrar al pueblo cuando —durante las protestas contra el plan de ajuste del
FMI que aplicó el gobierno de Acción Democrática de Carlos Andrés Pérez— se
echó a la calle en lo que luego se llamaría el Caracazo. La represión y el robo
descarado fue el rasgo distintivo del régimen de la IV República.
A la burguesía y al imperialismo no le quedo otra opción que permitir la llegada
al poder de Chávez ante el derrumbe de la IV República, pensando que le podían
controlar y convertirlo en un títere de sus intereses. Sin embargo la política de
Chávez se desarrolló de un modo diferente que no fue del gusto de la oligarquía
y del imperialismo norteamericano. La aprobación de las leyes habilitantes en
diciembre de 2001 por la Asamblea Nacional polarizó el país a izquierda y
derecha.
El 11 de abril un sector de la cúpula del ejército, junto con la burguesía
organizado por el imperialismo, dio un golpe de estado que depuso al Presidente
elegido y ponía la frente del país a Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras.
Las masas, en una movilización heroica, rodearon los cuarteles y el palacio de
Miraflores. En esa situación, bajo la presión de las masas, un grupo de oficiales
se pronunciaron contra el golpe. Uno de ellos, Raúl Isaías Baduel, que por aquel
entonces estaba al frente de la 42 Brigada Paracaidista en Maracay fue de los
primeros en pronunciarse a favor de Chávez. El día 13 de abril de 2002 los
generales sin tropa y los golpistas huían y Chávez era repuesto al frente del
estado.

La acción de las masas en la calle

Una y otra vez, las masas han derrotado todos los nuevos intentos del
imperialismo y la burguesía por recuperar la iniciativa tanto en la calle como en
el terreno electoral. El paro patronal organizado por los empresarios y la
burocracia sindical mafiosa de la CTV pocos meses después de derrotado el golpe
de abril fue derrotado nuevamente por las masas: la toma de los centros de
PDVSA en respuesta al sabotaje patronal y de la tecnoburocracia, y su
recuperación y puesta en funcionamiento por parte de los sectores más
conscientes y combativos de los trabajadores petroleros junto con las
comunidades, galvanizó al conjunto del movimiento revolucionario y movilizó
también a sectores de la Fuerza Armada. El nuevo golpe contrarrevolucionario
fue derrotado nuevamente por la movilización de las masas.
Desde entonces, ante cada nueva convocatoria electoral y en cada coyuntura
decisiva, han vuelto a salir de un modo masivo a la calle: en el referéndum
revocatorio de 2004, en las elecciones de diciembre de 2005 —donde se
consiguió mayoría revolucionaria en la Asamblea Nacional tras la retirada de la
oposición— y en diciembre de 2006 cuando con casi 7 millones y medio de votos
fue reelegido Chávez, con cerca de 4 millones de votos más que en 1998.
Las sucesivas derrotas de la oposición y su debilidad llevaron a que la lucha
entre revolución y contrarrevolución se trasladara al interior de movimiento
bolivariano como la lucha entre reforma o revolución. La polarización a izquierda
y derecha se ha trasladó al interior de mismo. La victoria del 3 de diciembre de
2006, precedida de la movilización histórica del 26 de noviembre, en la que más
de 2 millones de personas se concentraron en Caracas a favor de la reelección
de Chávez, marcó un giro a la izquierda en la revolución y las contradicciones de
clase se agudizaron en el movimiento bolivariano.
La propuesta del socialismo y la conformación del PSUV por parte del
presidente Chávez llevaron a que el partido PODEMOS (que formaba parte del
Bloque del Cambio, coalición electoral con la que concurría Chávez), se pasara a
la oposición a principios de este año 2006. PODEMOS de palabra se posiciona
con la revolución, aunque en la práctica sostiene las posiciones de la burguesía y
del reformismo. Este fue el primer desgaje a la derecha. PODEMOS tiene cierta
fuerza en estados como en Sucre y Aragua cimentado sobre la base del apoyo a
Chávez en los últimos años. En la asamblea nacional apenas tiene 9 diputados
de los 167 que componen la asamblea nacional.
Pero la polarización a izquierda y derecha siguió manifestándose. A finales de
agosto el dirigente del MVR Francisco Ameliach, recogió firmas en el seno del
grupo parlamentario socialista solicitando a Chávez que debido al atraso en la
conformación del PSUV, en las próximas elecciones municipales se presentaran
candidaturas por el MVR y no del PSUV. Una parte importante del grupo
parlamentario firmó el citado documento. El PSUV es un proyecto estratégico de
Chávez y éste salió en defensa del mismo criticando públicamente a Ameliach,
quien finalmente tuvo que dar marcha atrás en su propósito y pedir disculpas
públicamente. Esta maniobra de Ameliach era un intento de retrasar y echar
atrás el PSUV y mantener el control burocrático de los sectores reformistas.
Durante la revolución francesa de 1789, conforme las contradicciones entre las
clases sociales se fueron agudizando y la presión de la intervención extranjera se
acentuaba, las masas junto a un sector de los dirigentes fueron girando cada vez
más a la izquierda. Al mismo tiempo, tanto agrupaciones como individuos que en
un momento estuvieron del lado e incluso al frente de las masas revolucionarias
pasaron al lado de la contrarrevolución. En un momento dado los representantes
políticos de la burguesía francesa (los Girondinos, llamados así por que la mayor
parte de ellos provenían de la región de la Gironda, al sur de Francia) , que en
un primer momento se habían alienado con la revolución, en un momento dado
se pasaron a la reacción monárquica y feudal cuando el movimiento de las
masas en lucha contra la reacción amenazaba el mantenimiento de la propiedad
privada. Del mismo modo militares como el Marques de Lafayette, nombrado
comandante de la guardia nacional tras la toma de la Bastilla o el General
Dumouriez, general en jefe al frente de los ejércitos revolucionarios del centro
que luchaban contra los austriacos, se pasaron a la contrarrevolución con armas
y bagajes. Frente a las deserciones, fue la lucha de las masas la que salvó de
nuevo la revolución.
Una nueva ofensiva contrarrevolucionaria

La aprobación el 2 de octubre por la Asamblea Nacional de la reforma


constitucional ha puesto de nuevo en pie a la reacción en Venezuela. En rueda
de prensa el día 1 de noviembre, en una estética que recordaba los días de abril
de 2002, Consecomercio y Fedecámaras se manifestaban contra la reforma
constitucional: “Esta propuesta arremete contra los principios fundamentales de
la libertad económica, al eliminar el derecho que tienen los ciudadanos de
dedicarse libremente a la actividad de su preferencia; los derechos de propiedad
quedarán disminuidos al estar sometidos a la discrecionalidad de los
funcionarios, pudiendo ser expropiada y ocupada previamente a un proceso
judicial; la moneda, nuestros bienes, nuestros ahorros perderán su valor, cuando
el Presidente pueda disponer a su antojo de las reservas internacionales, debido
a la pérdida de autonomía del Banco Central de Venezuela, BCV”. No tan sólo la
burguesía, también los obispos se manifestaron en contra.
Durante la revolución francesa las masas tuvieron que luchar contra la Iglesia
Católica, baluarte ideológico de la monarquía y el feudalismo. La iglesia Católica
era también uno de los mayores propietarios en Francia. 200 años después la
curia romana sigue jugando el mismo papel reaccionario, pero esta vez bajo la
orden de la burguesía y el imperialismo. El cristianismo, que nació como un
movimiento emancipador de los pobres y esclavos durante el imperio romano, se
trasformó bajo el catolicismo en una organización al servicio del orden social
establecido. En Venezuela la Iglesia católica desde bien temprano abanderó la
lucha contra la revolución. Recientemente dejó esta Venezuela chavista uno de
sus más disociados detractores: El cardenal Castillo Lara. Desafortunadamente
para él no podrá ver la reforma constitucional aprobada. Sin embargo el resto de
la conferencia episcopal Venezolana, que aún permanece en este mundo
pecador, manifestó su rechazo también a la reforma. La 88ª Asamblea de
obispos, advirtió que: “el gobierno intenta imponer con la reforma un régimen
socialista basado en la praxis y la ideología marxista-leninista. Del mismo modo
condenó la consigna “Patria, socialismo o muerte” como palabras que “ni son
humanas ni cristianas”.
La escalada reaccionaria dio otro paso adelante con la movilización de los
estudiantes de las universidades privadas, mayoritariamente de la juventud
burguesa y pequeño burguesa que no son si no una minoría en el conjunto de
los estudiantes del país. El pasado jueves 1 de noviembre en una marcha al CNE
(Consejo Nacional Electoral) estos estudiantes pretendieron entregar un
documento contra la reforma al Consejo electoral que organiza el referéndum del
próximo día 2. La marcha llego junto al CNE, que estaba protegido por una
barrera de vehículos de la Policía Metropolitana de Caracas. La delegación de
manifestantes que entró al CNE a entregar el documento se intentó encadenar
en el interior como señal de protesta contra la reforma, cosa que impidió la
seguridad del recinto. A continuación la marcha de estudiantes intentó romper el
cerco de la policía metropolitana y empezaron los enfrentamientos. Esta marcha
no fue más que una burda maniobra de los estudiantes universitarios de la
derecha. Los estudiantes contrarrevolucionarios estaban provocando a la policía
con el objetivo de tratar de aparecer como victimas de la represión policial. Todo
ello para crear la idea entre la opinión pública nacional e internacional de que el
gobierno de Chávez reprime y es antidemocrático.

Las masas de nuevo responden el 4 de noviembre. Se llena la Avenida


Bolívar en Caracas a favor del Sí a la reforma.
Como en otras tantas ocasiones las masas, el pueblo venezolano, volvió a salir
a la calle para manifestar su apoyo a la revolución, centenares de miles de
personas llenaron la Avenida Bolívar en el centro de Caracas el pasado domingo
4 de noviembre. Marcharon desde Parque del Este miles de hombres, mujeres y
niños con el símbolo del Sí. Caracas estaba roja rojita y miles de trabajadores,
campesinos y jóvenes ocupaban la avenida más grande de la capital con sus
franelas y gorras a favor de la reforma. “Sí a la reforma, si al socialismo”. Sobre
las 4 de la tarde, Chávez en lo alto de un camión atravesó la Avenida Bolívar
entre el júbilo de los allí presentes hasta que alcanzó la tribuna. Entonces tras
dejar unas palabras a José Vicente Rangel, Chávez se dirigió a los presentes.
Chávez señaló que ante la conspiración de la derecha ““Hay que prepararse
para enfrentar la arremetida fascista (...) Y el Estado tiene la facultad para
neutralizar esas arremetidas”. Chávez ratificó que si, en algún caso, el estado no
podría alcanzar la paz, y los fascistas logran encender la violencia, “les
pasaremos por encima, los barreríamos”. “No podemos permitir que una minoría
fascista incendie a Venezuela”. “Es bueno que no se equivoquen con nosotros,
señores de la oligarquía. Nosotros vamos con pie de plomo, pero no con pie de
elefante, sino con pie de tigre, de león”. En ese sentido, Chávez dijo que el 2002
se quedó atrás en la historia y escenarios similares “no los vamos a permitir”.
Al mismo tiempo Chávez señaló que el PSUV jugará un papel central en la
batalla por el Sí. Los bataso (en analogía con los “batazos” del béisbol),
batallones socialistas de vanguardia, serán la unidad fundamental de la campaña
por el Sí a la reforma constitucional. Cada batallón tendrá un área de batalla y
será responsable de tres mesas de votación. También se conformarán batallones
de apoyo. Cada batallón socialista va a tener 900 votantes, aproximadamente.
“Si cada bataso tiene un promedio de 100 militantes, cada militante de
vanguardia tendrá nueve electores para el trabajo de campaña. Daremos,
entonces, 14.171 batasos (mismo número de batallones del PSUV)”, dijo
Chávez. El éxito de esta movilización era un nuevo golpe a los reaccionarios y
mostraba la fuerza de las masas y el apoyo a la revolución y la reforma.

El ex ministro de Defensa Isaías Baduel se pasa a la reacción

De nuevo sobre la base de la movilización de masas se organiza otra contienda


electoral y el proceso de radicalización aumenta. Justo al día siguiente de la
marcha el lunes 5 de noviembre el general retirado Isaias Baduel en rueda de
prensa informa que se opone a la reforma constitucional y pide el voto para el
No. Baduel señala que en caso de aprobarse la reforma sería “un proceder
fraudulento” y supondría “un golpe de Estado” de llevarse a cabo. Pidió que se
aclarara que tipo de socialismo se quiere conducir en Venezuela, el de Pol Pot, el
de la Rusia de Stalin o el socialismo socialdemócrata europeo. Baduel, aplicando
los mismos argumentos que la oposición, señaló que “Se estaría consumando en
la práctica un golpe de Estado, violando de manera descarada el texto
constitucional y sus mecanismos”. Evidentemente esto es una traición en alguien
que acompañó a Chávez desde los comienzos del movimiento. También pidió que
los miembros de las fuerzas armadas tomaran especial atención a la lectura del
texto constitucional y a que reflexionasen sobre el contenido del mismo.
En su discurso, al retirarse el pasado mes de julio de su puesto al frente del
Ministerio de Defensa, Baduel critico el camino socialista que estaba llevando la
revolución. Como señalaba Jorge Martín en su artículo Los desafíos de la
revolución bolivariana:
“.... declaró que ‘un sistema socialista debe poder realizar un reparto más
equitativo y justo de la riqueza que uno capitalista (...). Pero no debemos olvidar
algo (...). Antes de repartir la riqueza hay que generarla. No se puede repartir
algo que no existe”, el cual es un argumento típico en todas partes de los
reformistas contra el socialismo y las nacionalizaciones. También manifestó que
‘un régimen de producción socialista no es incompatible con un sistema político
profundamente democrático, con contrapesos y división de poderes’, añadió que
‘deberíamos apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la
democracia con división de poderes es solamente un instrumento de dominación
burguesa’. Igualmente dijo que ‘debemos inventar el socialismo del siglo XXI sí,
pero no de manera desordenada y caótica’. Y usando una extraña analogía con la
Nueva Política Económica (NEP) de Lenin, dijo que ‘No podemos permitir que
nuestro sistema se transforme en un capitalismo de estado, donde sea el Estado
el único dueño de los grandes medios de producción’, a lo cual agregó que ‘El
comunismo de guerra dejó la enseñanza de que no se pueden implantar cambios
bruscos en el sistema económico, es decir abolición a rajatabla de la propiedad
privada y la socialización brutal de los medios de producción sin que esto
repercuta negativamente en la producción de bienes y servicios y sin que
concomitantemente se genere un descontento generalizado en la población’.
Queda bastante claro lo que quiere decir con estas palabras. Usando ejemplos
del comunismo de guerra y de la NEP en Rusia, lo que realmente quiere decir es
que ‘no debemos ir hacia la nacionalización de la economía [10]”.
Como señala Jorge en su artículo no es casualidad que Baduel escribiera el
prologo al libro de Heinz Dietrich sobre el socialismo. Dietrich aboga por un
socialismo reformista en el que no hay que tocar la propiedad de los capitalistas.
Baduel aboga por la defensa de los capitalistas y se reclama defensor de la
constitución del 99, que es el argumento que ahora esgrimen los reaccionarios
contra el proyecto de reforma constitucional. Baduel, con sus declaraciones, se
pasó a la reacción, saltó la talanquera. Chávez a las pocas horas de su rueda de
prensa le tildó de traidor.

¿Y ahora?
Tras las declaraciones de Baduel, salieron anteriores ministros de Defensa, el
general García Carneiro y el almirante Maniglia, desmarcándose de las
declaraciones de Baduel. Muller Rojas, otro general retirado que se había
enfrentado a Baduel y Chávez por la cuestión de la entrada del PSUV en los
cuarteles también habló contra Baduel. Sin embargo esto no resuelve la
cuestión. Las contradicciones de clase se manifiestan en el aparato del estado, y
en el seno del movimiento bolivariano El ejercito refleja de un modo agudo estas
contradicciones. Si no han salido a la superficie antes es debido a la enorme
autoridad de Chávez. Pero eso significa que cuando se manifiesten lo van a
hacer de un modo brusco, cómo ha sucedido ahora con Baduel. La lucha entre
reforma y revolución se da de un modo agudo particularmente en el seno del
ejército. Es inevitable que Baduel refleje la manera de pensar de un sector de la
oficialidad. ¿Cuántos altos mandos pensarán al igual que Baduel sobre la
confusión acerca del tipo de socialismo se quiere construir? ¿Sobre la
importancia de mantener la propiedad privada? Si no se da una batalla por
democratizar y politizar la FAN, nuevos Baduel saltarán la talanquera,
amenazando la revolución, y no todos serán militares en estado de retiro o sin
tropas en este momento bajo su mando. De hecho, el propio Baduel apeló en su
discurso del lunes 5 de noviembre a la oficialidad y la burguesía y el
imperialismo intentan utilizar el ascendiente que se le supone sobre sectores de
la oficialidad tras varios años en posiciones de máxima responsabilidad en la
Fuerza Armada y de ser mitificado como “militar revolucionario”, “patriota”,
“hombre de la máxima confianza” de Chávez, etc.
Uno de los mayores peligros que amenaza a la FAN, no son ejércitos
extranjeros si no la penetración de las ideas de la clase dominante, de la
oligarquía, en su seno. Esas ideas con las que se ha adiestrado a sus mandos
históricamente. La única manera de impedir esto es que la revolución entre en
los cuarteles. Se han dado pasos efectivos en ese sentido pero hay que ir más
allá hay que introducir el debate político en los cuarteles. Si la revolución, si el
debate de la conformación del PSUV y su construcción no entra dentro de la FAN,
inevitablemente lo hará la derecha. Una muestra de ello es Baduel que ahora es
un vocero más de los intereses de los privilegiados. La FAN no ha estado
históricamente por encima de los partidos, del mismo modo que el estado
venezolano no fue una figura por encima de las clases. El estado es un
instrumento para el dominio de una clase social sobre otra. Fue durante la IV
república un instrumento de AD y COPEI para reprimir al pueblo. O los
revolucionarios se organizan políticamente en los cuarteles, o los reaccionarios lo
harán, y prepararan un nuevo golpe de Estado. Al mismo tiempo que, tal como
ha señalado Chávez, hay que formar milicias en las fábricas, en los campos en
las comunidades, redoblar la conformación de la reserva. En definitiva armar al
pueblo como única garantía para la defensa de la revolución de sus amenazas
tanto internas como externas.
La correlación de fuerzas es enormemente favorable para la revolución y para
la victoria del Sí el 2 de diciembre. Como ha señalado Chávez, hay que
organizarse para la victoria al igual que durante el referéndum revocatorio. El
que los batallones del PSUV sean la base de la organización del pueblo para
conseguir la victoria electoral a través de los batasos, muestra que el PSUV se va
a convertir en el instrumento que necesitan las masas y la revolución para
marchar al socialismo. El salto de talanquera de Baduel, que no era más que un
lastre para el movimiento revolucionario, tendrá como efecto que el movimiento
hacia la izquierda se profundizará, cómo viene haciéndolo desde principios de
año.
Sin embargo, nuevos Baduel estarán a la orden del día, conforme la revolución
continué su giro a la izquierda, triunfe el Sí, y en la medida en que las masas
agarren la reforma constitucional con sus manos y la lleven a la práctica. El
mayor peligro para la revolución es la amenaza interna, la quinta columna, los
sectores burocráticos y oportunistas que están en alianza con el imperialismo y
la oligarquía.
Baduel jugó un papel en la revolución, especialmente en los acontecimientos de
abril de 2002, aunque también es bueno recordar que Baduel no se pronunció
claramente contra el golpe nada más producirse éste sino más de 24 horas
después, cuando los trabajadores y el pueblo inundaban ya las calles de Maracay
la ciudad en la que se encuentra la base de la 42 Brigada Paracaidista de la que
era jefe y de todo el país. Es más, incluso cuando se manifestó, llama la atención
el carácter “institucional” de su discurso: “recuperar el hilo constitucional” y no
“defender a la revolución y a Chávez como dirigente elegido por las masas
revolucionarias”. Como ha señalado correctamente Mueller Rojas, Baduel
formaba parte de esos sectores de la oficialidad y de la burocracia estatal que
han acompañado durante un tiempo la revolución, arrastrados por el movimiento
de las masas y en la medida que ésta no cuestionaba todavía de manera abierta
y explícita la cuestión del estado y de la propiedad. Baduel fue incapaz de
cambiar y adaptarse a la nueva etapa de la revolución y a lo que demandaba de
él la lucha. Así terminó capitulando a las presiones del imperialismo y la
oligarquía.
Refiriéndose a Luis XIV el escritor Oscar Wilde señaló que “la única cosa que
uno conoce verdaderamente de la naturaleza humana es que esta cambia. El
cambio es una de las cualidades que nosotros nos podemos atribuir. Los
sistemas que fallan son aquellos que se basan en la permanencia de la
naturaleza humana, y no en su crecimiento y desarrollo. El error de Luis XIV fue
que el pensaba que la naturaleza humana sería siempre la misma. El resultado
de ese error fue la revolución francesa. Y esta fue un admirable resultado”.

8 de noviembre de 2007

Venezuela: la contrarrevolución levanta la cabeza


Heinz Dieterich y el general Baduel

Alan Woods

En Venezuela las fuerzas de la contrarrevolución están ocupadas en una ofensiva


general contra Chávez y la revolución. Los estudiantes de derechas organizaron
provocaciones armadas en los campus y en las calles; los medios de
comunicación burgueses, nacional e internacionalmente, han montado una
campaña histérica contra la “tiranía” y la “dictadura”. El imperialismo
norteamericano, con la ayuda de Juan Carlos y la burguesía española, intenta
aislar a Venezuela y crear un bloque antirrevolucionario en América Latina, con
base en Brasil, Colombia, Chile y Argentina.
Como en ocasiones anteriores, el golpe de 2002, el cierre patronal, el
referéndum revocatorio y las elecciones de 2005 y 2006, los reaccionarios utilizan
la consigna de la supuesta “defensa de la democracia”, como una manera de
movilizar a las fuerzas contrarrevolucionarias, creando un clima de temor e
inestabilidad para preparar el terreno para un golpe de la derecha.
En esta batalla ¿quién se opone a la reforma de la Constitución? Fedecámaras,
es decir, los terratenientes, los banqueros y los capitalistas; la Conferencia
Episcopal, que representa a la jerarquía reaccionaria de la Iglesia; los medios de
comunicación de derechas y el imperialismo. Al otro lado de las barricadas están
los trabajadores y los campesinos, los pobres y los desposeídos, la juventud
revolucionaria y la intelectualidad progresista, en otras palabras, todas las fuerzas
vivas de la sociedad venezolana.
¿Por qué la clase dominante odia la reforma constitucional? Dicen que es porque
Chávez desea introducir una dictadura, ser elegido presidente de por vida y otras
cosas por el estilo. Pero la propuesta de reforma de constitución no otorga estos
poderes ni nada parecido. Simplemente elimina la restricción que tiene el
presidente que no puede ser elegido en más de dos ocasiones. En Europa no
existe esta limitación. Sarkozy y Merkel pueden presentarse las veces que
deseen, igual que Gordon Brown. En cualquier caso, la constitución reformada
sólo permite a Chávez presentarse a las elecciones. Será la población la que
decida elegirle o no.
Este debería ser el procedimiento normal para elegir al jefe de estado en una
democracia. En Gran Bretaña, que se supone es una democracia, tenemos un jefe
de estado hereditario que nunca fue elegido ni lo será. Lo mismo ocurre en
España donde Juan Carlos, que se permite el lujo de mandar “callar” al presidente
elegido de Venezuela, nunca fue elegido por nadie sino que fue nombrado por el
dictador fascista Francisco Franco. ¿Quién eligió al Episcopado venezolano?
¿Quién elige a los editores de los periódicos de derechas? ¿Quién eligió a los
representantes empresariales? No fue el pueblo de Venezuela que votó
masivamente a Hugo Chávez hace menos de un año, y que sin duda lo hará de
nuevo en el referéndum dentro de unas pocas semanas.
La reforma de la constitución, por lo tanto, no es una receta para una dictadura,
pero sí contiene mucho puntos favorables a los intereses de las masas. Contiene
la jornada laboral de 36 horas semanales, una de las razones para que a
Fedecámaras no le guste esta reforma. Tampoco les gusta a los empresarios
cláusulas que facilitarían la nacionalización de sus bancos, latifundios y fábricas.
No les gusta la idea de la formación de milicias bolivarianas o consejos obreros en
las fábricas. No les gusta el compromiso con la construcción de una economía
socialista en Venezuela. Por eso luchan contra la reforma, por eso piden el “no”
en diciembre. Por esa razón la clase obrera debe luchar con una determinación
aún mayor por el “sí” en el referéndum.
Una Constitución, incluso la más democrática, es sólo un pedazo de papel. No
significa nada a menos que la lleves a la práctica. Y esto depende de la
correlación de fuerzas de clase, de la disposición de las masas a luchar. El
resultado final de la revolución no se decidirá en los bufetes de abogados o en
reuniones parlamentarias, sino en las calles, en las fábricas, en los pueblos y en
los barracones del ejército.
Sobra decir que la lucha por el socialismo no terminará con el referéndum. Pero
el referéndum es más que una serie de batallas parciales, el resultado puede
influir en las luchas de las masas en un sentido positivo o negativo. Cuando las
masas avanzan hacia la transformación socialista, los contrarrevolucionarios cada
vez se desesperan más y se vuelven más agresivos. La revolución debe hacer
frente de una manera decidida a esta amenaza. La única manera de desarmar a
los contrarrevolucionarios es dando pasos firmes en dirección a completar la
revolución. El primer paso es conseguir un masivo “sí” en el referéndum, este
resultado asestaría un duro golpe a la contrarrevolución y abriría el camino para
más medidas contra la oligarquía.
Hay algunos en la izquierda que se niegan a ver esto como una lucha entre las
clases y que defienden la abstención o incluso el “no” en el referéndum. Es una
postura funesta. Es necesario comprender que la victoria del “no” sería un triunfo
de la oposición contrarrevolucionaria. Desanimaría a las masas y animaría a la
oposición a intensificar su agitación y conspiraciones contrarrevolucionarias. Si
hay personas que se consideran revolucionarios o incluso “marxistas” que no
comprenden este hecho elemental, sólo podemos sentir pena por ellos.

Las declaraciones de Baduel

Las declaraciones del general Raúl Isaías Baduel el 5 de noviembre fueron una
parte clave de esta ofensiva contrarrevolucionaria. Hasta su retiro el pasado mes
de julio, Baduel era ministro de Defensa y aparentemente aliado de Hugo Chávez.
Ahora Baduel se ha posicionado en contra del presidente. En una conferencia de
prensa, describió los cambios propuestos por el presidente como un “golpe de
Estado de hecho” y una “imposición no democrática que nos haría retroceder de
una manera trágica”. Este ataque tenía claramente la intención de provocar una
escisión en las filas del Movimiento Bolivariano y promover el “no” en el
referéndum sobre los cambios constitucionales previsto para el 2 de diciembre.
¿Cómo podemos evitar que la revolución venezolana siga el mismo camino que
Chile? Los marxistas decimos: sólo haciendo avanzar la revolución, golpeando de
manera contundente a la burguesía contrarrevolucionaria, expropiando a los
banqueros, terratenientes y capitalistas, haciendo que la revolución sea
irreversible. Para conseguirlo será necesario armar a los trabajadores y a los
campesinos para luchar contra las fuerzas contrarrevolucionarias, tanto dentro
como fuera del país.
Eso es lo que nosotros decimos. Pero hay otras voces que dicen cosas bastante
diferentes. Una de estas voces más persistentes es la de Heinz Dieterich, un
profesor alemán que vive en México que en los últimos años ha estado realizando
una campaña estridente a favor de lo que él denomina “socialismo del siglo XXI”,
una especie de socialismo que difiere muy poco del capitalismo. Heinz Dieterich
se ha opuesto sistemáticamente a las expropiaciones y al control obrero. Está en
contra de tocar la propiedad de los banqueros, los terratenientes y los
capitalistas. Y, como es natural, se opone a tocar el Estado burgués y el ejército.
No es una coincidencia que el general Baduel escribiera el prefacio del libro de
Heinz Dieterich El socialismo del siglo XXI (Hugo Chávez y el socialismo del siglo
XXI), y que ayudara en su presentación en Venezuela. Se puede decir que Heinz
Dieterich no es responsable de las ideas y acciones de Baduel. ¿Pero cuál fue su
reacción ante las declaraciones del general? ¿Se distanció de Baduel? ¿Rechazó lo
que dijo Baduel? En absoluto.
El 8 de noviembre apareció en Rebelión un artículo de Heinz Dieterich titulado
La ruptura Chávez-Baduel: impedir el colapso del proyecto popular. Reproducimos
a continuación todo el texto para que nuestros lectores puedan juzgar por sí
mismos, para que no se pueda hacer ningún tipo de sugerencia sobre si nosotros
malinterpretamos las palabras del compañero Dieterich, además se puede
encontrar en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58708
El compañero Dieterich habla por sí mismo, aquí está el texto completo del
artículo:

“1. Lo que está en juego

La convocatoria pública del ex general en jefe y ministro de Defensa


venezolano, Raúl Isaías Baduel, de votar en contra de la reforma constitucional
propuesta por el Presidente Hugo Chávez y avalada por la Asamblea Nacional, ha
sacudido un orden nacional que parecía estable. Al mismo tiempo, ha abierto una
fase de incertidumbre que podría tener graves consecuencias para el proyecto
popular venezolano y la integración bolivariana de América Latina. Entender las
causas objetivas, posibles consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo
tanto, fundamental para evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo.
Pese a tener una relación personal de aprecio de muchos años con ambos
personajes, no haré una apología de ninguno de los dos protagonistas, sino un
análisis racional que pretende contribuir a una solución progresista de la grave
situación. Una variable clave para entender el conflicto es la personalidad de
ambos militares, pero no es el momento de introducir esa variable en el análisis.

2. Las causas del conflicto

Las acusaciones de que Baduel se ha vendido a la extrema derecha, que su


anticomunismo le ha ganado o que es un traidor, no llevan al meollo del
problema. Desde que fue comandante de la 42ª Brigada de Infantería de
Paracaidistas, ha habido muchos intentos de sobornarlo y varias conspiraciones
para asesinarlo y no ha claudicado ante ninguna. Es un hombre que actúa por
convicciones, no por conveniencias y ésa es la razón por la que se enfrentó al
golpe del 11 de abril, pese a que los golpistas lo trataron de sobornar para que
colaborara. Y el hecho de que no participó el 4 de febrero y 27 de noviembre
tiene su explicación, que los líderes involucrados conocen y que algún día será
pública.
La afirmación de que se autoexcluyó del proyecto bolivariano del presidente, con
su posicionamiento del 5 de noviembre, contra la reforma, es la clave para
entender la actual situación. Baduel no pudo autoexcluirse del proyecto
gubernamental, porque ya estaba excluido. Estaba marginado, y la
responsabilidad principal de esta marginación es del gobierno.

3. El modelo de Lucius Quinctius Cincinnatus

Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el general declaró que se iba
a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar sobre
su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius Quinctius
Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa fase de
meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la reforma
constitucional.
Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el
general no fue convocado por las fuerzas del Estado para “salvar a Roma”, sino
motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que
garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política
del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había
apoyado públicamente la reforma constitucional.
Están en lo cierto, sin embargo, los observadores que constatan que había
señales inconfundibles públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución
del proyecto bolivariano que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a
la corrupción, el desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el
uso de los ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del
Socialismo del Siglo XXI.

4. La ofensiva del general procura ocupar el centro político del país


El terreno del golpe político escogido por el general fue la reforma constitucional
y el momento, el inicio de la campaña oficial por el Sí, y de las protestas violentas
de la derecha. Raúl Baduel es un extraordinario militar, con visión estratégica, lo
que explica el contenido y el momento de la declaración pública. Contrariamente
a lo que dice la propaganda oficial y el sectarismo, no es un hombre de la
extrema derecha que, por definición, es extraconstitucional, sino un hombre de
leyes. Su pronunciamiento a favor de la Constitución de 1999, contra la
aglomeración excesiva del poder ejecutivo, es el discurso para ocupar el centro
político del país.
Careciendo de una organización nacional y de fondos adecuados para iniciar una
campaña política nacional, el general convirtió la creciente controversia sobre los
contenidos y procedimientos de la reforma constitucional en lo, que en términos
militares, es la reserva estratégica de un beligerante: una fuerza preorganizada
en stand by, para fines ofensivos o defensivos eventuales. En la dramática
situación del lunes, después de las manifestaciones en pro y contra de la reforma,
una declaración del tipo que hizo, le daría de inmediato un foro mundial mediático
y, dentro de Venezuela, un liderazgo en el centro político, que el país ahora no
tiene.

5. La ruptura con el presidente y la batalla decisiva

La declaración del general significa, como es obvio, la ruptura abierta con el


Presidente y el proyecto bolivariano, que el mandatario está configurando desde
2003 a la fecha. El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una
“guerra” sin cuartel al estilo de Bolívar. El retiro inmediato de las escoltas del
General y de su familia, por parte del Ministerio de Defensa, al terminar la
conferencia de prensa, es uno de los ejemplos de esta situación. Pero es obvio
que Baduel consideraba todas las naves quemadas y que, al pasar a la ofensiva,
juzgó que el golpe tenía que ser contundente.
La intervención del general equivale a una batalla decisiva, porque si el
presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos,
estaría obligado a convocar nuevas elecciones. Es decir, la convocatoria al “no” es
mucho más que una simple cuestión electoral o un debate sobre prerrogativas
constitucionales del Estado y del pueblo: es, por ahora, la batalla decisiva sobre
el proyecto de país configurado por el Presidente en los últimos cuatro años,
desde el “socialismo a la venezolana” hasta los cambios fundamentales que se
pretenden introducir en la Constitución de 1999.

6. Venezuela entra en una fase de incertidumbre

Es indudable que la intervención del general ha causado dos efectos


importantes: a) ha reforzado a todas las fuerzas del “No”, desde los radicales
hasta los moderados; esta es una responsabilidad histórica de enormes
dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del general hasta el fin de
su vida; b) ha anulado la abstención como opción.
Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha
perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del “chavismo” duro. Habrá que
ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados,
puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del presidente habrá
que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes
estaban indecisos o inertes.
Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de
Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el
bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35 a 40% de la
población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno,
en cualquier crisis.

7. La salida: alianza estratégica entre Chávez y Baduel

Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del “sí”, se abre nuevamente
una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría
terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de
Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está
en juego.
Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo
puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel
lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el
centro político del país y el bolivarianismo. Sería conveniente dejar de sacralizar
la nueva Constitución y verla por lo que es: un modus vivendi normativo
construido sobre la correlación de las fuerzas reales en un momento histórico. Si
no, se corre el peligro de pagar el precio político que está pagando Evo Morales
en Bolivia por la Asamblea Constituyente.
Es evidente, que la nueva Constitución no es necesaria para avanzar el carácter
antiimperialista y popular del proceso bolivariano que encabeza el Presidente en
los ámbitos nacional e internacional, ni tampoco es necesaria para avanzar hacia
el Socialismo del Siglo XXI. Y es igualmente obvio que el modelo actual tiene una
serie de debilidades estructurales, que pueden hacer crisis el próximo año,
particularmente en la economía y en la falta de dialéctica en los órganos de
conducción del país.
A la luz de lo que está en juego para el pueblo venezolano y los pueblos
latinoamericanos, un pacto estratégico entre ambas fuerzas no sólo es necesario
para proteger el proceso, sino también, para volver al espíritu democrático
colectivo original del Samán del Guere. Quien piense que esto es imposible
después de la declaración de Raúl Isaías Baduel está olvidando el conflicto entre
el teniente coronel Arias Cárdenas, del MBR-200 y el presidente Hugo Chávez.
En el año 2002 Arias Cárdenas dijo textualmente durante un programa en vivo
en el canal RCTV que Chávez era un “asesino”, una “persona enferma, paranoica”
y “jefe de esa banda de delincuentes” que está en el gobierno. Años después fue
nombrado por el presidente como embajador de la República Bolivariana de
Venezuela ante las Naciones Unidas y hoy es el jefe del Partido Socialista Unido
de Venezuela (PSUV) en el Estado más poderoso del país, Zulia.
La política es el arte de las alianzas posibles y, a la luz de lo que está en juego,
la responsabilidad histórica ineludible de ambos ex compañeros de armas, Hugo
Chávez y Raúl Isaías Baduel, es resolver la crisis política actual —y económica
futura—, de tal manera que la oligarquía y el imperialismo no puedan adjudicarse
otro triunfo estratégico en la Patria Grande”.

¿Qué significa?

¿Qué significan estas palabras? En primer lugar, debemos observar que


Dieterich no critica la esencia del discurso de Baduel, menos aún lo rechaza. Todo
lo contrario, asume el papel de testigo de la defensa. En la primera parte del
artículo dice que Baduel “ha sacudido un orden nacional que parecía estable”. No
sabemos de qué país habla el compañero Dieterich, pero no puede ser Venezuela.
El “orden nacional” allí no es estable en absoluto ni lo ha sido durante un tiempo.
En Venezuela existe una feroz lucha de clases. Las masas luchan por conseguir
un cambio fundamental en la sociedad, es decir, lucha por la revolución socialista,
mientras que un puñado de parásitos adinerados, la oligarquía, se aferra a su
riqueza, poder y privilegios. Para conseguirlo, la oligarquía está dispuesta a
cualquier cosa, movilizar a la muchedumbre en las calles para provocar violencia
y caos, realizar un sabotaje económico, organizar conspiraciones para derrocar a
un gobierno elegido democráticamente, intrigar con potencias extranjeras. Si esta
situación es la que el compañero Dieterich llama “estabilidad” nos gustaría
entonces saber qué es la inestabilidad.
El enloquecido odio hacia Chávez y el deseo de librarse de él a toda costa es, en
el fondo, un odio de clase. La burguesía y los imperialistas saben que detrás del
líder bolivariano están las masas venezolanas: los trabajadores, los campesinos,
los pobres y los oprimidos, a los que ha despertado la Revolución Bolivariana y
que ahora desafían la propiedad privada y los “sagrados derechos” de dirección.
Las masas están aprendiendo de su experiencia y empujar hacia adelante la
revolución en dirección a la expropiación de los terratenientes y capitalistas. Ese
es el verdadero temor de la clase dominante. Esa es la razón de que chillen por la
“tiranía” y la “dictadura”.
La Constitución de 1999 limita a los presidentes a dos mandatos de seis años
cada uno, por lo tanto, la presidencia de Chávez terminaría en 2012. Esa es el
principal objetivo de la oposición y el ala proburguesa del Movimiento Bolivariano:
librarse de Chávez tan pronto como sea posible. Calculan que sin él, el
movimiento se disiparía y fracturaría. A lo que realmente ponen objeciones es a
las 69 enmiendas que incluyen medidas a favor de las masas y contra la
oligarquía. Incluyen la jornada laboral de 36 horas semanales y más
expropiaciones. Esto implica un movimiento mayor en dirección anticapitalista,
algo intolerable no sólo para la oligarquía venezolana y sus amigos en
Washington, sino también para aquellos sectores del Movimiento Bolivariano que
se oponen a la revolución socialista.
El principal peligro de la revolución, como hemos dicho en muchas ocasiones, no
es tanto el enemigo externo como el enemigo interno: los agentes de la
contrarrevolución dentro del Movimiento Bolivariano, la quinta columna burguesa,
esos “bolivarianos” que llevan una camiseta roja pero que, en secreto, se oponen
al socialismo, que temen a las masas y flirtean con la oposición. Esas personas
quieren frenar la revolución y llegar a un acuerdo con la oposición
contrarrevolucionaria.
La nueva carta permitiría a Chávez ser reelegido y reducir la influencia de los
gobernadores y alcaldes. La razón es que no se puede confiar en muchos de ellos.
Baduel no es un caso aislado. Otros supuestos seguidores de Chávez también han
roto con él, incluido Ismael García del partido Podemos, que se ha pasado a la
oposición.
Este hecho no debería sorprendernos. La polarización entre las clases, entre
trabajadores y capitalistas, campesinos y terratenientes, pobres y ricos, se refleja
en una diferenciación interna dentro del Movimiento Bolivariano. Un sector de los
dirigentes, alarmados por el ascendente movimiento revolucionario y totalmente
opuestos al socialismo, giran rápidamente a la derecha, hacia la
contrarrevolución, mientras que las masas y la base bolivariana giran incluso más
rápidamente a la izquierda, en dirección a la revolución socialista.
Las masas se han puesto alrededor de Chávez, a quien ven como el
representante de sus intereses. Una vez más, Chávez demostró que era capaz de
movilizar a sus seguidores en una manifestación de masas a favor del socialismo
y de la nueva constitución. Una vez más las calles de Caracas se llenaron de
trabajadores y jóvenes con camisetas rojas. En el mitin, el presidente describió
correctamente a los líderes estudiantiles como “mocosos burgueses ricos” y
también atacó a la jerarquía de la Iglesia Católica Romana por su papel. Estos
sentimientos fueron aplaudidos de forma entusiasta por los manifestantes. Las
masas no están dispuestas a aceptar de manera pasiva la agresión de la
contrarrevolución. Esta es la respuesta a todos aquellos que afirman que la
revolución está acabada, que las masas no lucharán, que la correlación de fuerzas
es desfavorable y que debemos llegar a un compromiso con la oposición
contrarrevolucionaria.

¿Qué intereses defiende Baduel?

Lenin explicó que el Estado, en última instancia, se reduce a cuerpos de


hombres armados. El ejército es la cuestión clave en la revolución venezolana.
Aunque está claro que la aplastante mayoría de la base de los soldados apoya la
revolución, la situación en las filas superiores no es tan clara. Muchos oficiales
son leales al presidente, pero no se aplica a todos, como ha demostrado Baduel.
Se suponía que era un chavista leal, pero Pinochet también era supuestamente
un demócrata y seguidor leal de Allende, hasta el 11 de septiembre de 1973.
¿Qué efecto podría tener Baduel dentro de las fuerzas armadas? Es imposible de
decir. Pero se sabe que existe una intensa discusión interna en el ejército. El
ejército, cualquier ejército, es sólo el reflejo de la sociedad en general. ¿Cuántos
Baduel hay en los escalafones superiores a la espera de que llegue su momento
para actuar? La única manera de tratar este problema y desarmar a los
elementos contrarrevolucionarios antes de que sean capaces de volver sus armas
contra la revolución es que la revolución penetre en las fuerzas armadas.
En su discurso, Baduel eligió cuidadosamente las palabras. Utilizó la palabra
“golpe”, como una provocación deliberada. Es la oposición, no el presidente, los
que intentan preparar el terreno para un golpe. Pero, como solía decir Churchill,
la mejor defensa es el ataque. Cilia Flores, presidente de la Asamblea Nacional,
dijo lo siguiente de Baduel: “Es un traidor y aquí el pueblo reniega de los
traidores”. Está muy bien dicho. Es una cuestión muy seria. La intención es
provocar el máximo de caos y preparar el camino para un golpe militar. José
Vicente Rangel, el anterior vicepresidente, avisó el fin de semana de que él tenía
información de inteligencia sobre que algunos en la oposición política estaban
preparando el terreno para un golpe. No lo dudamos.
El interés de la contrarrevolución es causar el máximo caos e inestabilidad.
¿Qué intereses defiende Baduel cuando ataca a Chávez? Dieterich continúa:
“Al mismo tiempo, ha abierto una fase de incertidumbre que podría tener graves
consecuencias para el proyecto popular venezolano y la integración bolivariana de
América Latina”.
¡Claro que podría! Precisamente esa es la intención de Baduel. Abiertamente
juega la carta de la contrarrevolución. Espera jugar el papel de Bonaparte y el de
sepulturero de la revolución. Habría que estar ciego para no comprenderlo. Pero
como dice el refrán, no hay más ciego que el que no quiere ver.

Cómo plantea Dieterich la cuestión

Heinz Dieterich nos dice que “entender las causas objetivas, posibles
consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo tanto, fundamental para
evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo”. ¿Cuáles son las “causas
objetivas”? Dieterich, de manera modesta, nos informa de que él tiene “una
relación personal de aprecio de muchos años con ambos personajes”. A Heinz
siempre le gusta decir que está cerca de tal o que se ha reunido con cual. Su
intención es dotarse de una autoridad especial y perspicacia en los asuntos de
estado. Cree tener el derecho no sólo a decirnos lo “que realmente significa
Chávez”, sino también decirle al propio Chávez lo que realmente él quiere decir.
Desgraciadamente, ahora se encuentra en dificultades porque Baduel y Chávez
ahora están enfrentados totalmente. ¿Cómo sale Heinz de esta pequeña
dificultad? A pesar de su amistad con ambos hombres, “haré una apología de
ninguno de los dos protagonistas, sino un análisis racional que pretende contribuir
a una solución progresista de la grave situación”.
La Sybila [oráculo, N.d.T] en la antigua Grecia hacía declaraciones misteriosas
que nadie podía comprender. Los sacerdotes después interpretaban estas
declaraciones para el público ignorante. Necesitaríamos los servicios de tal
sacerdote para responder a una pregunta muy simple: en el conflicto entre
Chávez y Baduel ¿dónde se posiciona Heinz Dieterich? Está en el medio. Intenta
actuar como un árbitro entre los dos, en este proceso se sitúa por encima de
ambos, ya que el árbitro siempre decide en caso de conflicto y la decisión arbitral
es la final.
Una explicación trivial

Intentando cumplir su papel de Sybila-árbitro, Heinz nos informa:


“Una variable clave para entender el conflicto es la personalidad de ambos
militares, pero no es el momento de introducir esa variable en el análisis”.
Esto es clásico de Heinz Dieterich. Significa: “Conozco a estos dos hombres
mejor que vosotros. Los conozco mejor que nadie. En realidad, los conozco mejor
que ellos mismos. También conozco que esto, en el fondo, sólo es un conflicto de
personalidades. Pero no os diré cómo o por qué lo sé, porque entonces ¡sabríais
tanto como yo!”.
Sólo una mente superficial intenta interpretar los acontecimientos políticos
importantes en términos de personalidades. Se trata de una aproximación trivial
a la historia y la política. Está al nivel de las novelas sentimentales y el
periodismo de chismorreo. No explica nada en absoluto. Si las personalidades de
Chávez y Baduel ahora son diferentes, también lo eran hace cinco o diez años.
¿Por qué el enfrentamiento ocurre ahora y no entonces?
En realidad, el conflicto entre Chávez y Baduel es, en el fondo, una cuestión de
clase. Los elementos psicológicos y personales juegan, en el mejor de los casos,
un papel secundario. Estos hombres no actúan en el vacío social. Baduel refleja
las ideas, los intereses y la psicología de la burguesía, mientras que Chávez
expresa las aspiraciones, los intereses y la psicología de las masas de pobres y
oprimidos. Por eso Baduel, inmediatamente, fue recibido como un héroe y
salvador por la burguesía y los medios de comunicación, a nivel nacional e
internacional, mientras que Chávez recibió el apoyo de los trabajadores y los
campesinos. Una vez más, sólo un ciego no podría comprender esto.
Ahora llegamos a las causas del conflicto, Heinz nos dice:
“Las acusaciones de que Baduel se ha vendido a la extrema derecha, que su
anticomunismo le ha ganado o que es un traidor, no llevan al meollo del
problema”.
¡En realidad es una formulación muy extraña! O Baduel se ha vendido a la
derecha y es un traidor, o no lo ha hecho y no lo es. ¿Qué piensa el compañero
Dieterich? No sabemos. No lo dice. Todo lo que dice es que estas acusaciones “no
llevan al meollo del problema”. ¿Qué tipo de afirmación es esta? Es de la clase de
circunloquio de un abogado y una sofistería que se supone explica algo pero que
sólo intenta desviar la atención de alguien.

Dieterich defiende a Baduel

Dieterich está muy ansioso por presentar a su amigo de la manera más


favorable. Nos dice: “Es un hombre que actúa por convicciones, no por
conveniencias”. Estas palabras suponen la defensa del general que está atacando
la revolución y apoya a la oposición contrarrevolucionaria. Incluso si aceptamos lo
que dice Dieterich, que Baduel sólo actúa por convicción, esa no sería una
justificación. Un contrarrevolucionario que actúa por convicción, no por
conveniencia, es más peligroso que un enemigo que está guiado por
consideraciones personales de corto plazo.
Nos recuerda que él “se enfrentó al golpe del 11 de abril” [2002] y nos dice que
el hecho de que no participara en el intento de golpe de Chávez de 1992 “tiene su
explicación, que los líderes involucrados conocen y que algún día será pública”.
Una vez más se pone la capa de Sybila e insinúa que él (Heinz Dieterich) conoce
muchos secretos que ignoramos y sobre los que no puede hablar. Es un
argumento muy interesante. Es como un hombre al que se le pide que pague el
alquiler al final de mes con el siguiente argumento: conozco una fórmula secreta
que te permitirá ganar a la lotería, pero no puedo hablar ahora de ello. Esto
podría impresionar a muchas personas, pero no convencerá al terrateniente ni le
impedirá que eche al inquilino, junto con sus fórmulas secretas, a la calle.
¿Por qué Baduel se opuso a la reforma el 5 de noviembre? Baduel era incapaz
de aceptar el proyecto del gobierno porque él ya estaba excluido, Dieterich nos
dice: “Estaba marginado, y la responsabilidad principal de esta marginación es del
gobierno”. ¡Aquí lo tenemos! El fallo de la situación no es de Baduel, porque el
pobre ya estaba “excluido”. ¿Entonces qué falló? Por el gobierno y el presidente.
¡Por supuesto! ¿Qué significa esto? En este conflicto que, como ya hemos
explicado, es un enfrentamiento de clase, un choque entre las fuerzas de la
revolución y la contrarrevolución, Dieterich está al lado de la segunda contra la
primera. Ningún tipo de sofistería ni ambigüedad podrá ocultarlo.
La línea de argumentación utilizada por Dieterich es absolutamente típica: se la
sofistería del abogado. Haremos una analogía que lo aclarará. Un hombre es
acusado de quemar la casa de su vecino con él dentro. Es llevado a juicio y su
abogado defensor es un amigo al que conoce desde hace muchos años. ¿Su
amigo puede decir que no es culpable? No, no puede hacer eso, porque la casa
fue quemada a la luz del día y todo el mundo vio lo que hizo. El caso parece
perdido, entonces el abogado recurre a un truco para salvar a su amigo. ¿Qué
argumento utiliza? No niega la acusación (porque no puede) pero dice que la
acusación “no va al meollo del problema”.
De esta manera comienza a confundir al jurado y desviar la atención de la
acusación central, después continúa creando una cortina de humo con cuestiones
irrelevantes:
1) Conozco al acusado desde hace muchos años y es un hombre bueno.
2) El acusado sólo actúa por convicción. Sólo quemó la casa por convicción, en
realidad, siempre quema casas por convicción.
3) La casa era muy fea y merecía ser quemada.
4) Los vecinos le habían dejado de invitar a cenar y esta situación le hizo
sentirse marginado. Por lo tanto, los vecinos son los responsables de sus acciones
y merecen ser quemados.
Con esta retórica de abogado se despoja de todo embellecimiento, su
deshonestidad es clara para cualquier persona inteligente. El abogado no niega
que su cliente es culpable de los cargos, pero le defiende como una persona e
intenta presentar sus acciones criminales de la mejor manera posible. Después
procede a justificar el propio crimen y hace que las víctimas del crimen parezcan
los agresores y el criminal como la víctima real. Si el abogado es lo
suficientemente habilidoso, algunas veces puede tener éxito en convencer al
jurado para que libere al criminal, que inmediatamente procede a quemar más
casas.

Un contrarrevolucionario ‘sincero’

Heinz Dieterich, como hemos visto, no niega que Baduel se haya pasado a la
oposición contrarrevolucionaria. No puede negarlo porque todos en Venezuela
saben que es verdad. Por esa razón intenta justificar sus acciones, presentando
su discurso contrarrevolucionario como la acción de un verdadero demócrata y un
patriota. Dice que actúa sólo por convicción, no desde el soborno u otros motivos.
Como no hemos estado presentes en las reuniones entre el general y la
oposición, no tenemos acceso a su cuenta bancaria, no tenemos forma de saber
si es verdadero o falso. Sin embargo, debemos observar que Dieterich se
contradice cuando escribe: “Parte del efecto [de la declaración de Baduel]
consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la
reforma constitucional”. ¿Cómo un “hombre de convicción” cambia sus
convicciones sobre la Constitución en un espacio de 18 días? Evidentemente, las
convicciones del general se parecen a las del político que decía: “Bien, ¡si no te
gustan si principios los cambiaré!”.
Incluso si aceptamos que él ha actuado sólo por convicción, este argumento no
dice nada. Muchos de los mayores villanos de la historia han actuado por
convicción. El loco emperador Nerón no dudó en actuar por convicción cuando
quemó Roma y culpó a los cristianos. Adolfo Hitler siempre actuó sobre la base de
convicciones muy profundas, convicciones de superioridad racial y fascismo.
Tanto Tony Blair como George Bush dijeron que estaban motivados por profundas
convicciones, convicciones imperialistas, tienen un dios que les da derecho a
gobernar el mundo. Para justificar su apoyo a la invasión criminal de Iraq, Blair le
dijo al pueblo británico: “Lo hice porque yo creía sinceramente que tenía razón”.
¿Este hecho hace que los crímenes de estos hombres sean menos atroces ya que
eran sinceros y “actuaban por convicción”?
Muchos en la oposición venezolana están profundamente convencidos de que
Chávez es un revolucionario peligroso, una amenaza para el orden social
existente que debe ser derrocado e incluso asesinado para salvar a la Patria. Sí,
lo creen sinceramente. Y desde su punto de vista de clase están en lo correcto.
Están actuando por convicción. La oposición contrarrevolucionaria defiende con
sinceridad el punto de vista de los terratenientes, los banqueros y los capitalistas.
Baduel francamente defiende a la oposición contrarrevolucionaria. Y Dieterich con
franqueza (asumimos) defiende a Baduel. Sin embargo, no estamos interesados
en si ellos son sinceros o no, sino qué intereses defienden.
La única manera de que podamos juzgar las acciones de Baduel no es desde el
punto de vista de la sinceridad personal sino desde un punto de vista de clase.
Por nuestra parte, defendemos sinceramente el punto de vista del socialismo y la
clase obrera. Defendemos al presidente Chávez contra los ataques de la
contrarrevolución. No hacerlo en esta situación sería una traición. Y también la
única forma de que podamos interpretar las acciones de aquellos que actúan la
sofistería del abogado para defenderle. Si a un pirómano se le permite escapar de
la justicia debido a los argumentos de abogados inteligentes, entonces estará
libre para quemar casas. Si se tolera a un contrarrevolucionario, él participará en
conspiraciones contrarrevolucionarias que amenazan la vida de muchas más
personas que un solo pirómano.
En nuestra opinión, la revolución bolivariana ya ha sido demasiado indulgente
con los contrarrevolucionarios. ¿Cuántos golpistas de abril de 2002 están en
prisión? Hasta hace poco, ninguno, por lo que sabemos. Este es un error serio y
la revolución pagará un precio muy caro por esta indulgencia.

La ‘preocupación’ de Baduel

“Sin embargo, los observadores que constatan que había señales inconfundibles
públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución del proyecto bolivariano
que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a la corrupción, el
desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el uso de los
ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del Socialismo del
Siglo XXI” (El subrayado es mío).
No tenemos la más mínima duda de que Baduel y toda la derecha del
Movimiento Bolivariano estaban preocupados por la evolución del proyecto
bolivariano. ¿Por qué estaban preocupados? Estaban preocupados porque la
revolución comenzaba a ir más allá de los límites del capitalismo y amenaza la
riqueza y la propiedad de la oligarquía. Estaban preocupados por las
nacionalizaciones y la no renovación de la licencia a RCTV, ese nido de agitación
contrarrevolucionaria y centro neurálgico de los golpistas.
También estaban preocupados por la corrupción, pero no por las razones que da
Heinz Dieterich. Todo el mundo sabe que Chávez personalmente es incorruptible
pero que está rodeado por una capa de burócratas corruptos y arribistas que
están saboteando la revolución desde dentro. Estos elementos son la quinta
columna de la contrarrevolución y son más peligrosos que los
contrarrevolucionarios abiertos.
Se quejan del “uso discrecional de los ingresos de PdVSA”. ¡Vaya chiste! ¡Como
si los ingresos de PdVSA no se utilizaron siempre para fines políticos! La única
diferencia es que en el pasado los enormes recursos de PdVSA eran utilizados
para beneficio de la oligarquía, sus amigos y sirvientes políticos. Ahora estos
recursos ya no están controlados por la burguesía y eso no les gusta. Sus
protestas por la corrupción apestan a hipocresía.
Es bastante cierto que hay burócratas en PdVSA, pero no sólo en PdVSA, que
necesitan ser purgados. ¿Pero como se hace esta tarea? Es necesario coger una
gran escoba y barrer a todos estos funcionarios “bolivarianos” corruptos y crear
un nuevo Estado que sea adecuado para la transformación socialista de la
sociedad. Esto sólo se puede hacer con la implicación activa de las masas, los
trabajadores y los campesinos, en la gestión de la industria, la sociedad y el
Estado.
Lo que hace falta es la expropiación de la oligarquía y el desmantelamiento de la
vieja maquinaria estatal burocrática y corrupta. Esa es la única manera de
conseguir una clara “definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo
XXI”. ¿Eso es lo que Baduel y Dieterich proponen? No. Se oponen con
vehemencia a ello. Están en contra de la nacionalización y del control obrero.
Cuando hablan de “Socialismo del Siglo XXI” en absoluto significa socialismo, sino
sólo capitalismo pero con otro nombre. Lo que les “preocupa” es la dirección que
ha tomado el proyecto bolivariano. Están decididos a detener en seco la
revolución.
En realidad, el propio Baduel explicaba cuál era su verdadera preocupación en el
momento de su discurso de despedida como ministro de Defensa. Aunque vistió
su discurso con fraseología socialista, lo que dijo está muy claro. Por ejemplo,
dijo que “el socialismo es la distribución de la riqueza, pero antes de que se
pueda distribuir la riqueza hay que crearla”, este es un argumento típico de los
reformistas en todas partes contra el socialismo y la nacionalización. Añadió que
“un régimen de producción socialista no es compatible con un sistema político que
es profundamente democrático con contraofertas y divisiones de poder”,
añadiendo que “debemos alejarnos de la ortodoxia marxista que dice que la
democracia con la división de poderes es sólo un instrumento de dominación
burguesa”. Y añadió: “sí, debemos ir hacia el socialismo, pero se debe hacer sin
caos ni desorganización”. Y utilizando una analogía extraña con la Nueva Política
Económica de Lenin declaró: “no podemos permitir que nuestro sistema se
convierta en un tipo de capitalismo de estado, donde el estado es el único
propietario de los medios de producción”. Y añadió: “el comunismo de guerra en
la Unión Soviética nos enseñó que no se pueden implantar cambios profundos en
el sistema económico... la abolición total de la propiedad privada y la socialización
brutal de los medios de producción siempre tienen un efecto negativo en la
producción de bienes y servicios, y provoca descontento general entre la
población”. Está bastante claro lo que estaba diciendo. Estas analogías incorrectas
con el comunismo de guerra y la NEP en Rusia sólo son una cobertura de lo que
realmente estaba diciendo: “no deberíamos avanzar hacia la nacionalización de la
economía”.
Algunas personas en ese momento dijeron que el discurso de Baduel no era una
crítica de Chávez, sino más bien, que sólo estaba planteando su idea del
“socialismo democrático” (es decir, reformas dentro de los límites del
capitalismo). A propósito, estas son las mismas ideas que Heinz Dieterich ha
estado planteando con el nombre de “Socialismo del siglo XXI”, socialismo sin
nacionalización de los medios de producción, es decir... ¡capitalismo! Por esta
razón Baduel era tan entusiasta con las ideas de Dieterich y escribió el prólogo de
la edición venezolana de su libro Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI. En
este prólogo Baduel dice cosas muy elogiosas sobre el libro de Dieterich:
“Primero, el gran honor que siento al hacerlo, ya que reconozco en esta obra una
grandísima contribución a la construcción de la teoría de la nueva sociedad no
capitalista”, añade que a pesar del llamamiento hecho por el presidente a
participar en el debate sobre el socialismo: “sin embargo pasado un tiempo, el
aporte de Heinz Dieterich, permanece como una referencia casi única y obligada
debido a la claridad y sencillez de sus ideas”. Baduel estaba en realidad tan
impresionado con las ideas de Dieterich que sugirió que el capítulo 7 de su libro:
“considero que este nuevo capitulo pudiese muy bien ser publicado como una
obra aparte y ser reproducido para su distribución masiva en escuelas,
universidades, sindicatos, fabricas, hospitales, comunidades campesinas,
consejos comunales y en fin en todos los espacios donde hace falta generar un
debate y sana discusión sobre el socialismo que queremos construir”.
¡Estas palabras deben ser realmente embarazosas para Dieterich! La persona
que hace sólo unos pocos meses alababa sus ideas tanto, ahora ha roto con el
proyecto bolivariano y se ha unido a la contrarrevolución. Quizá esta sea la razón
por la que Dieterich es tan entusiasta a la hora de argumentar que Baduel no es
realmente un contrarrevolucionario y que, en último instancia, Chávez y Baduel
deberían formar una alianza. Pero se podría decir que las ideas de Baduel han
cambiado y que, por lo tanto, Dieterich no es realmente responsable de su última
evolución ideológica. Nada podía estar más alejado de la verdad. Lo que atrabajo
a Baduel de Dieterich fue la idea de este último de que se puede tener
“socialismo” sin la nacionalización de los medios de producción. Ese era el tipo de
“socialismo” con el que Baduel podría vivir. Y eso es lo que explicó en su discurso
de despedida el 23 de julio. ¿Qué dijo en su discurso el 5 de noviembre?
Exactamente lo mismo. Citemos con detalle:
“Según esto, la motivación de la reforma constitucional, tal como se ha
presentado es llevar al pueblo venezolano hacia un proceso de transición, hacia
algo que se denomina de manera genérica “socialismo” sin indicar claramente a
que se refiere este término. Como ya indiqué en otra ocasión, cuando entregué el
Ministerio de la Defensa, la palabra socialismo no tiene un significado uniforme y
puede incluir regímenes como el de Pol Pot en Camboya y la Unión Soviética
estalinista, hasta el llamado Socialismo Nórdico o el Socialismo Democrático
Europeo. ¿A que socialismo se nos quiere llevar? ¿Por qué no se le dice al pueblo
claramente hacia donde se piensa conducir a la nación? Tenemos como pueblo
que exigir que se nos diga claramente el destino de nuestro futuro y no se nos
mienta con un supuesto socialismo a la venezolana”.
¡El propio Baduel admite que sus ideas no han cambiado! Y el mismo Dieterich
describía el discurso de despedida de Baduel como “un gran paso hacia el
socialismo del siglo XXI” (ver: Hugo Chávez, Raúl Baduel, Raúl Castro y el Bloque
Regional de Poder Popular avanzan el Socialismo del futuro,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=54425).
La razón por la que Baduel se ha pasado a la oposición es clara: ve que todo lo
que se habla de socialismo podría realmente significar socialismo y no está de
acuerdo con eso. Estaba contento con aceptar el socialismo de variedad Dieterich
(es decir, socialdemocracia), pero se opone totalmente al genuino socialismo.
Chávez explicó esto muy bien cuando dijo: “cuando un submarino se sumerge, la
presión se incrementa y puede soltar un tornillo flojo, los puntos débiles van a ir
saliendo. Es bueno que salga”.

Una analogía engañosa

Después de comenzar a confundir la cuestión, Dieterich continúa por el mismo


camino, sólo que en esta ocasión nos remonta a hace 2.500 años, a la antigua
Roma. Baduel, veis, está siguiendo el modelo de Lucius Quinctius Cincinnatus:
“Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el general declaró que se
iba a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar
sobre su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius
Quinctius Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa
fase de meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la
reforma constitucional”.
Cualquiera que haya leído los libros y artículos de Heinz Dieterich sabrá que le
gusta citar todo tipo de analogías históricas. Con ello pretende dar una impresión
de gran erudición y de esta manera situarse en una posición de autoridad
intelectual incuestionable. También juega un papel similar al de un calamar, que,
cuando desea distraer al enemigo suelta una gran cantidad de tinta. La cantidad
de tinta esparcida por Heinz Dieterich distraería a todos menos al oponente más
persistente. Pero ya sabemos que con esta táctica no nos distraerá. También
somos conscientes de que las analogías históricas de Heinz con frecuencia son
engañosas.

Cincinnatus era un noble en los días de la República Romana. A diferencia de


nuestros terratenientes venezolanos modernos, él trabajaba el campo con sus
propias manos. Un día, un mensajero llegó para informarle de que Roma estaba
siendo atacada. Como buen ciudadano patriota romano abandonó su arado y se
fue a la ciudad a dirigir el ejército y la ciudad hacia la victoria.
En aquellos remotos tiempos, en época de emergencia nacional se elegía a un
dictador romano por un período seis meses, durante ese tiempo él tenía todo el
control. Al final de su período de mandato, entregaba el poder y regresaba a su
granja. Los romanos estaban muy orgullosos de que su líder sólo quisiera
servirles. En esta época, a los ciudadanos estadounidenses les gusta comparar a
George Washington con Cincinnatus. Washington también regresó a su arado,
regresó a su granja de Mount Vernon, donde, a diferencia del general romano, no
trabaja con sus manos sino que dependía de los servicios de sus esclavos negros.
¿Qué tiene esto que ver con el caso de Baduel? No tiene nada que ver y lo ha
sacado a relucir, como es habitual en Dieterich, para confundir la cuestión. Baduel
fue ministro de defensa, que es un cargo importante, pero difícilmente un
dictador con poder absoluto. No llegó al poder por aclamación universal del
pueblo de Venezuela, sino que fue nombrado por el presidente Chávez, que ahora
ha decidido prescindir de sus servicios.
Baduel no renunció voluntariamente al poder para trabajar la tierra con sus
manos. Fue destituido y abandonó el cargo a regañadientes, se negó a pronunciar
el juramento de lealtad: Patria, Socialismo o Muerte. Este fue un acto criminal de
insubordinación que indicaba claramente el modo de pensamiento del general. No
le requirió nada de tiempo considerar si plantaba patatas o no. Su mente ya
estaba preparada. En realidad, llevaba preparada hace mucho tiempo.
Baduel estaba dispuesto a seguir a Chávez mientras la Revolución Bolivariana
permaneciera dentro de los límites de la propiedad privada y el capitalismo. Pero
la revolución está superando estos límites y Baduel era incapaz de detenerla
desde dentro. Era inevitable un enfrentamiento con Chávez y Baduel supo
exactamente que debía hacer. La razón de la demora no tenía nada que ver con
Cincinnatus, las patatas o la meditación, sino sólo logística de la planificación.
“Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el
General no fue convocado por las fuerzas del Estado para ‘salvar a Roma', sino
motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que
garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política
del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había
apoyado públicamente la reforma constitucional”.
Sí, toda analogía histórica es buena dentro de ciertos límites. Pero esta idea es
falsa de principio a final. El pasaje anterior es tan peculiar que deja a uno
rascándose la cabeza para encontrar algún sentido en él (es una sensación que se
experimenta con frecuencia al leer algo escrito por este autor). Nuestro
Cincinnatus moderno “no fue convocado por las fuerzas del Estado para ‘salvar
Roma”, ¡Realmente no! Las “fuerzas del Estado” despidieron al general
precisamente porque Roma estaba en peligro (es decir, Venezuela).

Nuestro Cincinnatus venezolano ahora está atacando públicamente a esas


mismas “fuerzas del Estado” y apoya abiertamente a la oposición
contrarrevolucionaria. Y por supuesto lo hace de motu proprio, es decir, por su
propia iniciativa, y por supuesto elige el lugar y el momento adecuado “para
garantizar el máximo impacto y sorpresa”. En otras palabras, elige el momento y
el lugar adecuados para infligir el máximo daño a la Revolución Bolivariana, la
campaña para el referéndum de diciembre. Eso es lo que está haciendo, como
Dieterich se ve obligado a admitir, no para el beneficio de la República, sino para
iniciar “su carrera política del futuro”. Es lo mismo que decir, hace precisamente
lo contrario de lo que hizo Cincinnatus. Heinz le ve como una figura heroica en la
tradición del héroe romano. Este hecho nos dice mucho sobre cómo Heinz
entiende la historia antigua, y también la política moderna.

Un candidato para el bonapartismo

Heinz Dieterich es un reformista utópico, un académico que vive en un mundo


de sueños y (por alguna razón) se considera un supremo realista político. No
sería justo describirle como un contrarrevolucionario. No, el profesor detesta la
contrarrevolución y desea evitarla. No sería correcto describirle como un
revolucionario, porque también teme la revolución, que es impulsada hacia
delante por las “masas poco instruidas”, que irá mucho más lejos (ya ha ido muy
lejos) y provocará (ha provocado ya) a la contrarrevolución. Para Heinz todos los
extremos son malos y debe haber moderación en todas las cosas. Por lo tanto, la
respuesta está en el centro.
Heinz Dieterich insiste en que el general no ha girado a la derecha. ¿Entonces
hacia donde ha girado? Ahora es el candidato del centro, nos dice Heinz. ¿Qué es
el centro? En Venezuela no hay centro, excepto en la febril imaginación de Heinz
Dieterich. En Venezuela hay una profunda polarización entre izquierda y derecha,
es decir, una intensa polarización entre las clases que ahora se ha convertido en
un abismo insalvable. Todo el mundo lo sabe. La oposición lo sabe, las masas
también, Hugo Chávez lo sabe, Baduel también, el Departamento de Estado de
EEUU es consciente de esta situación, un niño de seis años lo comprende, incluso
George W. Bush lo sabe. Pero Heinz Dieterich no. Él pretende resolver todos los
problemas de la revolución uniendo a todos en el centro y formando una alianza
entre Chávez y Baduel.
Esto significa unir la revolución con la contrarrevolución, que sólo es un poco
más difícil que unir el fuego con el agua, que convertir el plomo en oro o cuadrar
el círculo. Sin embargo, nuestro amigo Heinz no es un hombre que se desanime
con estos pequeños detalles. Baduel, nos dice, es muy inteligente al posicionarse
como candidato a líder del centro. Pero el general tiene un pequeño problema. El
centro no existe. Después de haber roto con el Movimiento Bolivariano (donde
siempre ha estado a la derecha) no tiene otra alternativa excepto girar aún más a
la derecha.
Baduel no tiene otra alternativa sino encontrar una causa común con la
oposición, con quien no tiene diferencias reales. Algunos de los oposicionistas
más estúpidos no le quieren. Ven todo remotamente conectado con el chavismo
como un enemigo. Pero los más inteligentes que dirigen la oposición le darán la
bienvenida con los brazos abiertos. Más importante aún, el Departamento de
Estado norteamericano, que mueve los hilos de la oposición, le dará seguro la
bienvenida con los brazos abiertos. Esta circunstancia tiene su propia lógica.
Baduel elige el momento para garantizar el máximo impacto sobre la opinión
pública, nacional e internacionalmente. Es natural, los medios de comunicación
controlados por las grandes empresas le han dado mucha publicidad, le han
alabado como un héroe. Es el héroe del momento, para los
contrarrevolucionarios. Se está proponiendo como el futuro salvador de la nación,
una nación que ha abandonado el camino de la “democracia” y se desliza hacia el
caos y la anarquía. Es necesaria una mano firme para salvar la nación. Eso
significa la mano de un general y éste es Baduel.
Para cualquier que tenga el más mínimo conocimiento de la historia, este es el
lenguaje del bonapartismo. La verdadera analogía histórica para Baduel no es
Cincinnatus sino Napoleón Bonaparte que llegó al poder sobre el cadáver de la
Revolución Francesa. Fue Bonaparte el que se aupó al poder con la consigna de la
unidad nacional y el orden. Eso significó aplastar a las masas revolucionarias que
bajo los jacobinos habían “ido demasiado lejos”. Fue la destitución y el asesinado
de Robespierre y los demás líderes revolucionarios y el Terror Blanco contra sus
seguidores. Supuso la restauración del rango y el privilegio, la dominación de
Francia por los banqueros y capitalistas, aliados con los que habían conseguido
sus fortunas de la revolución mediante la corrupción y el arribismo, y que estaban
convencidos de que la revolución había ido demasiado lejos.
Si lo consigue, Baduel no será el candidato del centro inexistente sino el
candidato de la reacción. No será el candidato de la clase media sino de la
oligarquía que explota los temores y prejuicios de la clase media. No será el
candidato de la moderación y la democracia, sino de la violenta contrarrevolución.
Cuando él habla de unidad lo que quiere decir es la noción bonapartista de
situarse por “encima de todas las clases” y hablar por la Nación. Pero no existe la
Nación aparte de las clases que conforman la Nación. El líder bonapartista que
pretende hablar por la Nación en realidad habla por los ricos y poderosos que
poseen la riqueza de la nación y que celosamente la guardan.
Al citar el ejemplo del héroe romano Cincinnatus, Dieterich lo que hace es dar
crédito a la propaganda de la clase dominante y los imperialistas. ¿No fue
Cincinnatus un héroe? ¿No salvó a la Patria en el momento que lo necesitaba? La
oligarquía está desesperada y busca un hombre fuerte que pueda presentarse
frente a Chávez y detener la revolución. Cuando ellos hablan de “salvar
Venezuela” lo que quieren decir es salvar el poder y el privilegio de la oligarquía
que están amenazados por el movimiento de las masas. Gritan por el orden, y
eso significa un golpe y una dictadura que ponga fin a la revolución y en enseña a
las masas una lección que nunca olvidarán.

¿Centro o derecha?

Todo el mundo sabe que Baduel ha girado a la derecha, directamente al campo


de la contrarrevolución, todo el mundo, excepto Heinz Dieterich. Él está
convencido de que “la ofensiva del General procura ocupar el centro político del
país”. Y Dieterich expresa su admiración ilimitada por las tácticas del general:
“Raúl Baduel es un extraordinario militar con visión estratégica lo que explica el
contenido y el momento de la declaración pública”.
Y continúa: “El terreno del golpe político escogido por el General fue la reforma
constitucional y el momento, el inicio de la campaña oficial por el Sí, y de las
protestas violentas de la derecha”.
Y una vez más:
“Careciendo de una organización nacional y de fondos adecuados para iniciar
una campaña política nacional, el general convirtió la creciente controversia sobre
los contenidos y procedimientos de la reforma constitucional en lo, que en
términos militares, es la reserva estratégica de un beligerante: una fuerza
preorganizada en stand-by, para fines ofensivos o defensivos eventuales. En la
dramática situación del lunes, después de las manifestaciones en pro y contra de
la reforma, una declaración del tipo que hizo, le daría de inmediato un foro
mundial mediático y, dentro de Venezuela, un liderazgo en el centro político, que
el país ahora no tiene”.
Dieterich escribe como el comentarista de un partido de béisbol, destacando de
manera favorable la técnica de uno de los jugadores, pero de modo intencionado
se niega a decir qué equipo apoya. Sí, podemos estar de acuerdo en que Baduel
era un contrarrevolucionario habilidoso y que su técnica y ritmo son excelentes
desde el punto de vista de la contrarrevolución. Su intervención estuvo
organizada cuidadosamente para coincidir con las provocaciones violentas de los
estudiantes de derechas en las calles y campus universitarios. El general
consiguió añadir caos e inestabilidad, ayudó materialmente al campo del voto al
“no”. ¡Bravo por Baduel!
Si buscamos analogías históricas podemos encontrar muchas otras más
recientes que la de Cincinnatus. Mussolini era un táctico incluso más inteligente
que Baduel. Sus tácticas en 1919-1923 fueron impecables y le llevaron a la toma
del poder absoluto y el establecimiento de un Estado fascista en Italia. ¿Eso nos
da derecho a escribir con admiración sobre Mussolini? ¿A presentarle como un
militar extraordinario con una visión estratégica?
Los miles de trabajadores, socialistas, comunistas, sindicalistas italianos que
fueron asesinados, torturados y encarcelados por Mussolini encontrarían algo
difícil compartir tal admiración. Y en Venezuela, las consecuencias de la victoria
de la contrarrevolución no serían menos serias. No debemos olvidar que antes de
su conversión al fascismo, Mussolini había sido uno de los dirigentes del Partido
Socialista Italiano. A pesar del hecho evidente que Baduel actúa en coordinación
con la derecha, Dieterich lo sigue negando:
“Contrariamente a lo que dice la propaganda oficial y el sectarismo, no es un
hombre de la extrema derecha que, por definición, es extraconstitucional, sino un
hombre de leyes. Su pronunciamiento a favor de la Constitución de 1999, contra
la aglomeración excesiva del poder ejecutivo, es el discurso para ocupar el centro
político del país”.
Estas palabras se basan en varias malinterpretaciones. La extrema derecha no
necesariamente es “por definición extraconstitucional”. Recordemos que Hitler
hizo un uso habilidoso de la Constitución de Weimar para maniobrar en el poder.
Con la ayuda de las grandes empresas se presentó a las elecciones e incluso llegó
al poder por medios parlamentarios en 1933, gracias a la política criminal de los
estalinistas y socialdemócratas alemanes. Lo mismo ocurrió con otros fascistas
como Dolfuss en Austria y Gil Robles en España. Incluso hoy la extrema derecha
se presenta a las elecciones y tiene representantes parlamentarios en varios
países e incluso (hasta hace poco) un grupo parlamentario en el Parlamento
Europeo, que incluía a la nieta de Mussolini.
En Venezuela, la oposición contrarrevolucionaria hace uso o no de todos los
mecanismos democráticos y constitucionales que tiene a su disposición, según
sus consideraciones tácticas. Utilizaron el mecanismo de la revocación que les
proporcionaba la Constitución de 1999 para intentar librarse de Chávez. De
haberlo conseguido, inmediatamente habrían abolido el derecho de revocación y
liquidado la Constitución. No lo consiguieron debido al elevado nivel de conciencia
revolucionaria de las masas. En 2005 boicotearon las elecciones legislativas
porque sabían que serían derrotados y querían sembrar duda sobre la legitimidad
de los resultados. No lo consiguieron, así que el pasado mes de diciembre
participaron en las elecciones presidenciales y movilizaron a sus seguidores en
manifestaciones masivas. Una vez más las masas mostraron un alto nivel de
madurez, salieron a las calles y votaron masivamente a Chávez. Ahora la
oposición combina métodos extra-parlamentarios (provocaciones armadas,
tumultos y sabotaje económico) con tácticas parlamentarias (defendiendo el “no”
en el referéndum). En otras palabras, para ellos es puramente una cuestión
táctica.
Para llegar a la conclusión de que el general Baduel se ha pasado a la derecha y
se ha unido a las filas de la oposición contrarrevolucionaria no necesitamos hacer
referencia a la “propaganda oficial” o el “sectarismo” (sea lo que sea). Sólo nos
referimos a los hechos, y los hechos son algo testarudos. ¿La campaña del “no”
en Venezuela está organizada por la oposición contrarrevolucionaria con el apoyo
del imperialismo norteamericano? Sí, así es. La intención de esta campaña es
desacreditar y derrocar a Chávez y dar marcha atrás a la revolución. Sí, así es.
¿Está coordinada con las provocaciones violentas de los estudiantes de derechas?
Sí, así es. ¿Estos últimos pretenden sembrar el caos y la inestabilidad, crear una
atmósfera favorable para un golpe como el de abril de 2002? Sí, lo intentan.
¿Cuál es el papel de Baduel en esta situación? ¿Ocupar el centro político del
país? No, no lo es. Públicamente se ha alineado con la extrema derecha que
busca destruir la revolución y hacer retroceder a Venezuela. Su intención (que
Dieterich encuentra técnicamente excelente) es sembrar el caos y la inestabilidad,
que es lo mismo que persiguen los provocadores de derecha. Frente a estos
hechos ¿cómo alguien puede negar que el general se ha pasado al lado de la
contrarrevolución? ¿Por qué el se considera un demócrata y hace referencia a la
Constitución de 1999? Lo mismo ocurre con otros demagogos de derechas en
Venezuela (¡aunque se opusieran a la Constitución de 1999 en su momento!).
Pero miremos lo que Baduel dijo realmente en su discurso en el que rompió con
Chávez. Es verdad que no hizo un llamamiento abierto a un golpe militar, pero sí
dijo lo siguiente: “Este proyecto de una nueva Constitución promueve la
polarización y contribuye al enfrentamiento entre los venezolanos, siendo absurdo
tratar de fabricarla entorno a una ideología, debiendo ser esta un pacto social de
máximo consenso amplio entre todos los venezolanos, si no es así, una amplia
mayoría no aceptara y tratara siempre de cambiarla aunque deba acudir a vías
violentas para hacerlo”. (El subrayado es mío).
Lo que dice claramente es que a menos que Chávez retire la reforma
constitucional y acepte una que complazca a la oposición contrarrevolucionaria,
entonces ellos utilizarán medios violentos de oposición. ¡Estas ideas son una
amenaza clara! Y no es democrática ni parlamentaria.
Además, Baduel terminó su declaración con aviso a no “subestimar la capacidad
de los militares venezolanos de analizar y penar”, que sólo se puede interpretar
como un llamamiento en clave a las fuerzas armadas para que salgan contra la
reforma y el referéndum.
Si algo parece una salchicha, huele como una salchicha y sabe como tal,
entonces hay muchas posibilidades de que sea una salchicha. Si un hombre actúa
como un contrarrevolucionario, piensa como un contrarrevolucionario y habla
como tal, entonces es igualmente muy posible que pueda ser un
contrarrevolucionario.

Ruptura con Chávez

En la parte titulada La ruptura con el presidente y la batalla decisiva, podemos


leer:
“La declaración del general significa, como es obvio, la ruptura abierta con el
presidente y el proyecto bolivariano, que el mandatario está configurando desde
2003 a la fecha. El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una
‘guerra' sin cuartel al estilo de Bolívar. El retiro inmediato de las escoltas del
general y de su familia, por parte del Ministerio de Defensa, al terminar la
conferencia de prensa, es uno de los ejemplos de esta situación. Pero es obvio
que Baduel consideraba todas las naves quemadas y que, al pasar a la ofensiva,
juzgó que el golpe tenía que ser contundente”.
Dieterich señala de pasada que Baduel ha roto con el presidente y el proyecto
bolivariano. Hace esta observación como si fuera un detalle insignificante, algo
perfectamente natural que no debería provocarnos ninguna sorpresa excesiva o
conmoción: “Oh, a propósito, Baduel ha roto con Chávez y la revolución
bolivariana, por favor, pásame la mostaza”.
¿Por qué lo hace de esta manera? Porque desea presentar la traición de Baduel
como algo sin importancia. Además, como veremos, desea un acuerdo entre
Baduel y Chávez. Continúa dulcificando a Baduel. No satisfecho con compararle
con el héroe romano Cincinnatus, ahora le compara con Simón Bolívar, el
Libertador: “El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una
‘guerra' sin cuartel al estilo de Bolívar”. ¿También es del estilo de Bolívar ponerse
al lado de los ricos y poderosos contra los pobres y explotados, con los opresores
frente a los oprimidos? Penamos que no.
El momento fue brutal porque tenía el objetivo de coincidir con las
provocaciones violentas de la derecha y la agitación contrarrevolucionaria contra
los cambios constitucionales. Pero Dieterich entrecomilla la palabra “guerra”, una
vez más, para hacer que el acto de agresión de Baduel parezca menos severo,
una simple insignificancia, en absoluto una guerra real, sino sólo un pequeño
juego alegre, una “guerra” de palabras, un pequeño malentendido entre amigos
que quieren reconciliarse lo más pronto posible y así poner fin a la “guerra”.
Pero no, esto no es un juego sino precisamente una guerra, una guerra de
clase, y la guerra que se ha iniciado es seria. Es una guerra entre dos campos
mutuamente antagónicos e irreconciliables. Y como dice correctamente Dieterich,
es una guerra sin cuartel. Tanto los revolucionarios como los
contrarrevolucionarios lo saben. Saben que juegan con las apuestas lo más altas
posibles. En cuanto a Heinz Dieterich, él adopta la política de “una de cal y otra
de arena”. En una frase pone “guerra” entre comillas y en la siguiente dice:
“La intervención del general equivale a una batalla decisiva, porque si el
Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos,
estaría obligado a convocar nuevas elecciones. Es decir, la convocatoria al ‘no’ es
mucho más que una simple cuestión electoral o un debate sobre prerrogativas
constitucionales del Estado y del pueblo: es, por ahora, la batalla decisiva sobre
el proyecto de país configurado por el Presidente en los últimos cuatro años,
desde el ‘socialismo a la venezolana' hasta los cambios fundamentales que se
pretenden introducir en la Constitución de 1999”. (El subrayado es mío).
Así que en un par de frases pasamos de falsa “guerra” a una batalla decisiva,
una batalla para decidir el tipo de país en que se convertirá Venezuela. Y eso, en
parte, es correcto. La revolución venezolana ha pasado por una serie de batallas
donde las clases antagónicas han luchado sin cesar para conquistar el terreno,
palmo a palmo. El terreno ha sido defendido intensamente por la clase dominante
y por aquellos que tienen fortunas e intereses poderosos que defender. La última
batalla es la reforma constitucional y el referéndum de diciembre, que en realidad
es una etapa importante en la lucha por determina qué tipo de sociedad tendrá
Venezuela.
En esta importante batalla, Baduel ha tomado parte por la contrarrevolución. Y
Heinz Dieterich ha tomado parte por Baduel. En un sentido, no obstante,
podemos estar de acuerdo con Heinz Dieterich. Quienquiera que gane esta
batalla, la guerra aún no se habrá ganado. Una constitución, después de todo, es
sólo un pedazo de papel, refleja la correlación de fuerzas existente. Es necesario
ganar esta batalla, pero una vez ganada, debemos continuar con la movilización y
luchar para que el programa socialista sea puesto en práctica. Hechos, no
palabras y pedazos de papel, eso es lo que necesita la revolución para triunfar.
Sin embargo, antes de llegar a X, Y y Z, primero debemos pasar por A, B y C.
La batalla por el referéndum de diciembre hay que ganarla antes de que la
revolución pueda ser vencida por sus principales enemigos. Y para derrotar a sus
principales enemigos, primero hay que aclarar el terreno, echar a un lado a todos
estos supuestos “amigos” que constantemente aconsejan el compromiso, la
retirada y la rendición, y no dar la batalla porque se podría perder. Si Simón
Bolívar hubiera escuchado el consejo de estos “amigos” cuando inicio la revuelta
con sólo un puñado de seguidores, los pueblos de América Latina aún
languidecerían bajo la bota del colonialismo español. ¡Y todavía el profesor
Dieterich presume de hablar en nombre de Bolívar!
La cuestión del Estado y las fuerzas armadas ocupa ahora una posición clave en
la ecuación revolucionaria. El Estado burgués ha estado desintegrado durante
algún tiempo, pero en su lugar no se ha creado un nuevo poder estatal. Esta
situación es peligrosa. La formación de un nuevo poder estatal necesariamente
implica un nuevo tipo de ejército, un ejército del pueblo, una milicia de
trabajadores y campesinos. La nueva Constitución incluye previsiones para la
creación de la Milicia Popular Bolivariana (Art. 239), “como una parte integral de
las fuerzas armadas bolivarianas” y afirma que deberían estar formadas por
“unidades de la reserva militar”. En ellas hay más de millón y medio de
venezolanos. Esta fuerza sería un poderoso instrumento revolucionario para
luchar contra los enemigos de la revolución tanto dentro de cómo fuera de las
fronteras nacionales.
No es casualidad que una de las cuestiones que provocaron la destitución de
Baduel como ministro de defensa fuera su oposición a la cuestión de un ejército
de milicias en su debate contra Muller Rojas.
Si los sindicatos fueran organizaciones dignas de la clase, inmediatamente
habrían tomado esta propuesta y creado milicias obreras en cada fábrica y centro
de trabajo. Los trabajadores deben aprender el uso de las armas para defender
sus conquistas, defender la revolución contra sus enemigos y proceder a nuevas
conquistas.
En cuanto al ejército, como cualquier otro ejército, refleja la sociedad en la que
vive y respira. La aplastante mayoría de los soldados, suboficiales y jóvenes
oficiales están con la revolución, como la aplastante mayoría de la población. En
las filas superiores hay oficiales honestos que sirven lealmente al pueblo y la
revolución. Pero cuanto más se sube en las filas superiores la situación ya no es
tan clara.
La única manera de garantizar que todos los Badueles son eliminados del
ejército es con la introducción de la democracia en el ejército, permitiendo a los
soldados total libertad para unirse a los partidos políticos y sindicatos. Los
oficiales deberían estar sometidos periódicamente a la elección, como todo
funcionario público. Aquellos que son leales a la revolución no tendrían nada que
temer.

La correlación de fuerzas

El profesor Dieterich ahora demuestra una tierna preocupación por el destino del
presidente Chávez:
“La intervención del General equivale a una batalla decisiva, porque si el
Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60% de los votos,
estaría obligado a convocar nuevas elecciones”. (El subrayado es mío).
Heinz Dieterich no quiere que el presidente celebre el referéndum, ¡por que
podría perderlo! Sobre esta lógica, Chávez nunca debería haberse presentado a
unas elecciones o celebrado ningún referéndum en el pasado, porque podría
haberlos perdido en su momento. Este es un argumento, no contra las reformas
de Chávez, sino contra la democracia en general. Sabemos que las masas, los
trabajadores y los campesinos, no existen para Heinz Dieterich. No tiene tiempo
para ellas, no tiene fe en ellas, no confía en ellas. Toda su confianza está
depositada en burócratas y generales como Baduel. Pero la principal fuerza motriz
de la revolución ha sido el movimiento de las masas.
Para empeorar las cosas, Dieterich inventa una nueva barrera: Chávez debe
conseguir al menos el 60% de los votos o si no convocar elecciones. ¿Por qué?
¿Quién lo dice? Un referéndum, como cualquier elección, se gana o se pierde por
mayoría simple. Chávez no tiene ninguna obligación de convocar unas elecciones
porque hace poco ha ganado unas elecciones por una mayoría aplastante, en
realidad, la mayor victoria de la historia de Venezuela. Una vez más, Heinz
Dieterich intenta asustar la revolución con el redoble de la retirada.
La correlación de fuerzas de clase sigue siendo enormemente favorable para la
revolución socialista en Venezuela. Esto se demostró una vez más con el
resultado de las elecciones presidenciales del pasado mes de diciembre. Aunque
han pasado nueve años (¡y qué años!), a pesar de todas las dificultades, las
escaseces, las privaciones, el sabotaje y la corrupción, la persistente ofensiva de
los medios de comunicación, las masas han permanecido absolutamente firmes e
inquebrantables en su apoyo a la revolución y el socialismo. Pero los escépticos
como Dieterich no lo ven. Sólo ven problemas, dificultades y peligros. Cuando
valora las oportunidades de Baduel y Chávez escribe:
“Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha
perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del ‘Chavismo' duro. Habrá que
ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados,
puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del Presidente habrá
que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes
estaban indecisos o inertes”.
Es cierto que Baduel ha perdido todo el apoyo entre las masas bolivarianas que
representan a la mayoría decisiva de la sociedad venezolana. Los rumores sobre
los “partidarios” simplemente se hacen eco de la propaganda venenosa de los
medios de comunicación de derechas. En cuanto a los “bolivarianos
decepcionados” difícilmente apoyarán a Baduel. Si los bolivarianos están
decepcionados no es porque la revolución vaya demasiado deprisa sino todo lo
contrario, porque no va lo suficientemente rápido, no porque haya ido demasiado
lejos, sino porque no ha ido lo suficiente lejos.
Por eso es esencial y necesario que, después de ganar el referéndum, se pongan
en práctica inmediatamente todas las medidas prometidas, dejando a un lado
toda la resistencia. La única manera de que el presidente pueda movilizar a su
favor las fuerzas electorales que anteriormente estaban indecisas o inertes, no es
llegando a acuerdos con la oposición o retirando su programa, sino mostrando la
absoluta determinación de llevar a cabo la transformación socialista de la
sociedad. Todo indica que las masas una vez más se arremolinarán en defensa de
la revolución y el voto por el “sí”.
Uno por uno, hemos desenmarañado los argumentos falsos y demagógicos de
Heinz Dieterich, que ahora prácticamente están tan desnudos como el día que
nació. Pero le dejaremos una chaqueta para que cubra su desnudez y de su
manga saque su última carta:
“Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de
Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el
bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35-40% de la
población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno,
en cualquier crisis”. (El subrayado es mío).
La oposición ha sido regularmente derrotada en cada una de las elecciones y el
referéndum durante estos últimos nueve años. En 2005, ni siquiera se
presentaron a las elecciones legislativas porque sabían que conseguirían un
resultado ridículo. En las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 fueron
aplastados. Como una pista repetida en un viejo gramófono, Dieterich mantiene
la misma idea de que la oposición es tremendamente fuerte y que las fuerza
revolucionarias son enormemente débiles.
Esta idea no tiene sentido. Las fuerzas revolucionarias son más fuertes que
nunca, y este hecho se ha podido ver en el impresionante crecimiento del PSUV,
que, con 5,5 millones de militantes, debe ser el partido político más grande de
cualquier país. Además, la lucha de clases no sólo es una cuestión de estadísticas
electorales. Los millones que votan a la oposición son principalmente elementos
pequeño burgueses. Las tropas de choque de la contrarrevolución son hijos de
papá, mocosos consentidos de clase media, como correctamente llama Chávez a
los provocadores estudiantiles. Ellos serían aplastados rápidamente en cualquier
enfrentamiento serio con los trabajadores y campesinos.

“Una fase de incertidumbre”

La mayor preocupación de nuestro amigo Heinz Dieterich es entrar en una fase


de incertidumbre. ¿Pero quién es responsable de esta incertidumbre? Por parte de
las masas no hay incertidumbre ya que reiteradamente han demostrado su
ardiente deseo de cambiar la sociedad, derrocar a la oligarquía y moverse hacia el
socialismo. Esta voluntad de cambiar la sociedad se demostró una vez más en las
elecciones presidenciales de diciembre pasado.
La oposición es la que hace todo lo que está en su poder para crear una
atmósfera de temor e incertidumbre, para desestabilizar al gobierno elegido
democráticamente y crear las condiciones para un golpe de estado. En este
trabajo sucio, la oposición cuenta con uno de los activos más valiosos en la
persona de Baduel. Dieterich admite este hecho en muchas palabras:
“Es indudable que la intervención del General ha causado dos efectos
importantes: a) ha reforzado a todas las fuerzas del ‘No', desde los radicales
hasta los moderados; esta es una responsabilidad histórica de enormes
dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del General hasta el fin de
su vida; b) ha anulado la abstención como opción”.
Ahí lo tenemos: la intervención del general ha reforzado todas las fuerzas del
“no”, es decir, ha reforzado a la oposición contrarrevolucionaria. Y se nos dice que
“es una responsabilidad histórica de enormes dimensiones que sin duda pesará
sobre la conciencia del general hasta el fin de su vida”. Dieterich teme que la
revolución “vaya demasiado lejos”. Pero también teme que la contrarrevolución
“vaya demasiado lejos”. Por lo tanto, pide al general que piense cuidadosamente
antes de actuar, apelar a la conciencia de Baduel. ¡Un detalle muy conmovedor!
Sin duda el general perderá mucho sueño por este llamamiento a sus más finos
instintos. En las cuestiones serias como la lucha de clases, la conciencia de los
generales raramente tiene problemas. Pero mientras que Dieterich apela a Baduel
sólo a que examine su conciencia, en el caso de Hugo Chávez le exige mucho
más. Le pide rendición total a la contrarrevolución. ¿Qué propone? Sólo lo
siguiente: una alianza estratégica entre Chávez y Baduel.
Sí, ¡lo habéis leído correctamente! Para salvar la revolución, Chávez debe aliarse
con la contrarrevolución. ¿Cómo llega Dieterich a esta maravillosa conclusión?
Como es habitual, intenta asustarnos con el espectro de la derrota:
“Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del ‘sí', se abre nuevamente
una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría
terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de
Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está
en juego”.
Este es el escenario que él presenta: si hay un referéndum sobre la reforma
constitucional, Chávez no ganaría (una absoluta derrota), o si lo hace, lo haría
con menos del 60% (una derrota relativa). La posibilidad de que pueda ganar no
entra en los cálculos de Heinz. Prevé la peor de las variantes: la derrota (absoluta
o relativa) en el referéndum de diciembre abrirá una fase caótica crónica que
terminará con Chávez expulsado del Palacio y un frenazo a la integración de
América del Sur.
Dejamos a un lado la observación de que la única manera de conseguir una
unificación genuina y duradera de América Latina sólo se puede lograr por medios
revolucionarios, como comprendía muy bien Simón Bolívar. Mientras los oligarcas
continúen dominando, todas las palabras sobre la integración de América del Sur
son sólo humo. Los últimos doscientos años son una prueba suficiente de ello.
Una vez que la revolución venezolana se lleve hasta el final, lo que significa la
expropiación de los terratenientes y los capitalistas, los trabajadores y
campesinos de América Latina seguirían su estela, crearían las condiciones para
una federación socialista de América Latina.
La primera tarea es acabar lo que se ha empezado: llevar a cabo la revolución
socialista en Venezuela. Pero eso es lo que no quieren Baduel ni Dieterich:
“Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo
puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel
lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el
Centro político del país y el Bolivarianismo”.
Lo que propone Dieterich es unir revolución con contrarrevolución, es decir, unir
el fuego con el agua. ¿Cómo se puede conseguir este milagro? Ambas partes
deben hacer concesiones. ¿Qué concesiones pide a Baduel? Sugiere que el
general examine su conciencia. ¡Realmente no es una concesión tan grande! ¿Qué
concesiones exige al presidente Chávez? Dejemos que sea él mismo quien lo
explique:
“Sería conveniente dejar de sacralizar la nueva Constitución y verla por lo que
es: un modus vivendi normativo construido sobre la correlación de las fuerzas
reales en un momento histórico. Si no, se corre el peligro de pagar el precio
político que está pagando Evo Morales en Bolivia, por la Asamblea Constituyente”.
¿Qué significan estas palabras? Significan que, para complacer al general Baduel
(que sólo se representa a sí mismo), Hugo Chávez (que representa a la
aplastante mayoría de la población), debe cambiar la política por la que salió
elegido, suspender el referéndum y abandonar la reforma constitucional. Este
hecho significaría abandonar el movimiento hacia el socialismo, dejar la tierra en
manos de los terratenientes, los bancos en manos de los banqueros y las fábricas
en manos de los capitalistas. También supondría que la mayoría se rendiría ante
la minoría. Eso es precisamente lo contrario a la democracia. Pero para Heinz
Dieterich la democracia sólo significa: el mundo al revés.
Si el presidente Chávez está lo suficiente loco como para prestar atención a
Heinz Dieterich, la realidad es que perdería el poder y muy rápidamente. Esta
rendición lamentable a las fuerzas de la reacción desmoralizaría a millones de
personas que votaron por un cambio decisivo el pasado mes de diciembre y que
miran al presidente para que lleve a cabo esa tarea. Una vez que los
reaccionarios vieran que las masas ya no están dispuestas a luchar, organizarían
una ofensiva en todos los frentes. Iniciarían las provocaciones y causarían caos a
tal estala que se crearían las condiciones par aun golpe de estado, pero en esa
ocasión triunfaría. Ese es el escenario real que ocurriría si escucháramos a
Dieterich. Afortunadamente, no le escucharán.
El ejemplo de Evo Morales es relevante, pero no en el sentido que pretende
Dieterich. El problema con Evo Morales no es que se enfrentara a la oligarquía,
sino que no lo hizo con la fuerza y determinación suficientes. El tipo de política
defendida por Dieterich la ha intentado Evo Morales con resultados fatales. Es
imposible llegar a un acuerdo con la burguesía contrarrevolucionaria con la
moderación y la negociación. Eso sólo la anima a intensificar su campaña de
sabotaje y provocación.
Aquellos que como Heinz Dieterich defienden que la revolución bolivariana ha
ido demasiado lejos y que debe dar marcha atrás, juegan un papel pernicioso. Es
imposible detener la revolución a medio camino. O la revolución avanza y golpe a
la contrarrevolución o comenzará a desenmarañarse y decaer, permitiendo así
que la iniciativa pase a la reacción. El llamado “realismo” de Dieterich de esta
manera se convierte en su contrario. Como dice un refrán inglés: la debilidad
invita a la agresión.

21 de noviembre de 2007
Venezuela:
El tira y afloja económico entre revolución y
contrarrevolución
Erik Demeester

Un reciente informe de Datanalisis (1) [servicio estadístico venezolano] revelaba


lo que ya muchas personas sabían y sufrían. La escasez de productos alimenticios
básicos se está volviendo intolerable. Este estudio señala que la leche, la carne de
vaca y el azúcar son muy difíciles de encontrar. Otros productos como el pollo, el
aceite de cocina, el queso, las sardinas y las alubias también son muy escasos. El
análisis se basa en entrevistas a 800 personas en unas 60 tiendas diferentes,
supermercados y mercados, tanto del sector privado como de la red pública de
distribución: Mercal. El 73,3% de los lugares visitados no tenían leche en polvo a la
venta. El 51% ya no tenían azúcar refinada, el 40% no tenía aceite de cocina y el
26,7% no tenía alubias, un producto básico en Venezuela.
Dos tercios de los clientes declararon que en un grado u otro padecían escasez de
comida donde habitualmente compraban. Colas de horas, algunas veces de cuatro
horas, para comprar algo de leche no eran algo excepcional. Esta situación
recuerda a la de Chile cuando el sabotaje económico se utilizó contra el gobierno de
izquierdas de Unidad Popular en los años setenta.
Sin hacernos eco de las historias de pánico e informes exagerados de los medios
de comunicación de la derecha, debemos entender que es una situación seria. Los
empresarios incluso han amenazado con extender esta situación al primer trimestre
de 2008, especialmente debido a las incertidumbres relacionadas con la propiedad
privada que incluye la nueva reforma constitucional. Intentan asfixiar la revolución.
Las campañas histéricas de los medios de comunicación de la burguesía pretenden
crear pánico y, más importante aún, quieren crear insatisfacción entre la propia
base social de la revolución.

Los empresarios culpan al gobierno

Los empresarios se quejan de lo que ellos llaman “cerco gubernamental”, es decir,


un asedio del gobierno a la industria y comercio privados mediante todo tipo de
nuevas leyes, normas, controles e impuestos.
El portavoz de Conindustria (la federación de empresarios industriales), Gómez
Sigala, niega las acusaciones del gobierno, que culpa al sector privado de la
escasez de comida. La situación actual, según este señor, está provocada por la
“política equivocada del gobierno”.
“La tarea fundamental de la industria es producir bienes y servicios de calidad...
Desgraciadamente, en los últimos años se nos han puesto toda una serie de
obstáculos y barreras que han hecho imposible que el sistema productivo nacional
funcione con normalidad.
“Estos obstáculos son los controles de precios, el control de tipos de cambio, las
licencias de importación, los nuevos impuestos y la inseguridad general”.
Gómez Sigala también insiste en que “desde 1998 la industria ha caído un 40%.
Para recuperar el terreno perdido será necesaria mucha inversión. La política del
gobierno ha tenido efectos contrarios. No sólo fracasa a la hora de atraer nuevos
inversores, también ahuyenta la inversión existente”.
Nelsón Maldonado, el presidente de la red de comerciantes de Venezuela,
Consecomercio, tiene la misma línea de argumentación. Pretende que el gobierno
es el responsable de la escasez de productos alimenticios básicos.
“Los controles de precios y el control de tipos de cambio generan escasez.
Cuantos más controles haya en la economía mayor será la escasez. Los
comerciantes no son los causantes de la situación. Esto es lo que se ven en todos
los países socialistas”.
Después continúa al punto central del argumento de los empresarios: “La escasez
actual es la peor en años. Esta es una cuestión fundamental. El gobierno pretende
que hay una crisis en el mercado mundial de leche, pero si se van a Calcuta, Puerto
Rico o Miami, encontrarán todo lo que necesiten. Allá donde vayan pueden
encontrar leche. Por supuesto no a mil bolívares el litro. Eso no existe. Hay leche
disponible al precio que realmente cuesta la leche”.

Beneficio frente a comida

El punto central en realidad es que los empresarios no pueden hacer los beneficios
que tenían en el pasado, ahora el gobierno ha impuesto los precios bajos. Así que la
industria básicamente dice: “Si tengo que renunciar a mis beneficios, mataré de
hambre a la población”.
La industria agrícola dice que trabaja a plena capacidad. Las organizaciones
campesinas como el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora no acepta esta
afirmación. Por su propia experiencia sabe que en muchos lugares los empresarios
se niegan a comprar partes de sus semillas de caña de azúcar, por ejemplo. Los
trabajadores de las recién creadas plantas públicas procesadoras de leche se
quejan de que no pueden trabajar a plena capacidad porque los grandes
propietarios de vacas se niegan a venderles la leche necesaria. La negativa
deliberada a invertir y extender la capacidad es una realidad. La capacidad
industrial ha caído de manera dramática.
Fuentes del gobierno dicen que el número de unidades de producción industrial ha
caído un 35% desde 1998. Desde el comienzo de la revolución han cerrado 6.000
empresas. La economía se mueve básicamente con dinero público, esta ausencia de
inversión privada significa un sabotaje económico.
De repente, los medios de comunicación privados son los defensores de la causa
de los pobres y de su salud. Recientemente, El Universal, el periódico burgués por
excelencia, dedicó todo un artículo a las consecuencias de una dieta desequilibrada
para salud de la población. La escasez de comida como resultado de la política del
gobierno provocará anemia, desórdenes de crecimiento entre los niños y jóvenes,
¡y debilitamiento en la vejez!
Es verdad que el control de precios y todos los demás controles han
desorganizado el funcionamiento normal de lo que aún es una economía capitalista
en Venezuela. Estas medidas se han tomado con la mejor de las intenciones:
garantizar y extender el acceso a los productos alimenticios básicos para capas más
amplias de la población. Gracias al control y a los bajos precios, las capas más
desfavorecidas de la población ahora tienen acceso a estos productos. En general,
el poder adquisitivo de los pobres también ha aumentado. Un reciente informe de la
Cámara de Comercio e Industria Americano-Venezolana, revelaba aumentos
significativos en los ingresos entre 2004 y 2006. El 58%, el sector más pobre de la
población, ha vito como sus ingresos reales aumentaron un 130%, después de
descontar la inflación. Estas conquistas no incluían los beneficios asociados con los
diferentes programas sociales o “misiones”, que proporcionan educación gratuita,
sanidad, etc., Una explicación común a la escasez por parte del gobierno es el
aumento de la demanda, gracias al incremento del poder adquisitivo, que supera a
lo que el mercado es capaz de ofrecer.
Por esa razón, el ministro de Alimentación, el general de División Rafael Oropeza,
“invita a la industria y a la agroempresa a aumentar su producción con el objetivo
de cubrir la demanda local de productos alimenticios”. Teme que la situación actual
de escasez cree una situación de desesperación entre la población.
Rafael Oropeza también dijo recientemente que no sabía si esta situación estaba
provocada por razones políticas o por problemas administrativos. También pretende
no saber si es “¡a propósito o no!”.
En realidad, la red pública de distribución de alimentaos, Mercal, intenta cubrir la
demanda que no satisface el sector privado, es decir, porque se niega a aumentar
la producción.

Hacen falta medidas audaces y acción de masas

El llamamiento de Rafael Oropeza a las empresas para que éstas “satisfagan la


demanda”, por decir poco, parece algo ingenua. También revela una falta de
conocimiento de cómo funciona una economía capitalista. Los capitalistas no
invierten ni producen para “satisfacer la demanda”, aunque lo pretendan. Sólo lo
hacen por una razón: conseguir beneficios. Si no pueden ya conseguir más
beneficios retirarán la inversión o la reducirán a su mínima expresión. Eso es lo que
hoy ocurre en Venezuela. Todas las reformas progresistas como los controles de
precios, etc., tienden a desorganizar el funcionamiento normal de la economía
capitalista. Los reformistas en el movimiento bolivariano creen que estas reformas
son compatibles con el funcionamiento de la economía capitalista. Eso es lo que
dicen continuamente. Las principales exigencias de las diferentes organizaciones
empresariales son la eliminación de todas las medidas de control del gobierno. Ellos
estarían encantados con responder a estas exigencias a cambio de más mercancías.
Esta situación puede tener el efecto contrario. La revolución no se puede detener
por esta o ninguna otra cuestión. Son necesarias medidas audaces. La
nacionalización de la producción y distribución de alimentados bajo el control
democrático de los trabajadores, campesinos y consejos comunales es la mejor
respuesta a aquellos que intentan matar de hambre a la población. La organización
campesina, el FNCEZ, tiene razón cuando dice a los empresarios: Si os negáis a
alimentarnos os arrebataremos vuestras fábricas”. Es el momento de llevar a la
práctica estas palabras.
La situación de escasez de productos alimenticios no es un fenómeno reciente, en
los últimos meses ha dado un giro abrupto. El momento no es una casualidad. En la
campaña para el referéndum de la nueva reforma constitucional esperan reducir el
voto al “sí” o incluso ganar el referéndum con la campaña del “no”. Es parte de una
campaña generalizada para socavar la revolución en el frente económico. Esta
campaña escandalosa afecta especialmente a los más pobres. El objetivo es
evidente. Con la organización de una escasez artificial esperan desmoralizar a
aquellos sectores de la población que constituyen la base social de la revolución. La
escasez, y su aspecto inevitable de crear un mercado negro paralelo con precios
más elevados, pueden neutralizar el efecto del aumento del poder adquisitivo y el
control de precios. “¿Para qué vale la revolución si ya no puedes comprar leche?”
Ese es el sentimiento que la contrarrevolución quiere introducir entre la población.
Las capas políticamente más atrasadas de la revolución pueden estar tentadas a
esta reacción, sobre todo, cuando les bombardean diariamente con informes
terroríficos en los medios de comunicación.
La reacción del gobierno es una combinación de llamamientos a las empresas a
que aumenten la producción, importaciones masivas de los productos
desaparecidos y distribución a través de la red Mercal, además de intentar
desarrollar una industria pública alimenticia paralela. A esto se debe añadir las
expropiaciones limitadas y muy parciales de empresas abandonadas en la cadena
de producción alimenticia y tímidas medidas contra los ejemplos flagrantes de
retención, corrupción y especulación.
Como el Mercal no funciona bajo el control democrático eso hace que esté lleno de
corrupción. También es una de las razones por la el Mercal sufre la escasez de
comida. Enormes cantidades de productos del Mercal “encuentran su camino” hacia
el mercado negro. Algunos burócratas hacen contrabando con estos productos que
después venden a los buhoneros o vendedores callejeros a precios incontrolados, y
por lo tanto, muy elevados.
La revolución en Venezuela está de nuevo en una encrucijada. Es atacada en
todos los frentes. En el frente económico necesita urgentemente pasar a la
ofensiva. Las medidas a medio camino no combatirán la amenaza del sabotaje
económico. La economía es el talón de Aquiles de la revolución. Hasta ahora los
reformistas en el gobierno han podido responder a esta debilidad con inversión
pública masiva e importaciones financiadas por los ingresos del petróleo. Todo esto
se hace dentro de los límites de la economía capitalista. Esperan posponer y evitar
un enfrentamiento con la oligarquía. Pero todo es inútil, como demuestra esta
situación. Los batallones socialistas, como las agrupaciones locales del recién
formado Partido Socialista Unido de Venezuela, deberían encabezar un programa de
acción e masas por el control obrero de los precios, de la cadena de productos
alimenticios y por la nacionalización.
Notas
1. Análisis Monitoreo exploratorio del mercado de productos con precios regulados por el Estado.
Datanalisis, 16 octubre 2007

El sectarismo de izquierda y el referéndum venezolano

Aníbal Montoya

Con enemigos como éstos, ¿para qué necesita amigos el imperialismo?


La revolución es la prueba suprema para cualquier tendencia revolucionaria que
se proponga ayudar a las masas oprimidas a transformar la sociedad. Es en la
arena revolucionaria donde una corriente política tiene que demostrar cuán
acertadamente absorbió las ideas del socialismo y las lecciones de la historia
durante el período preparatorio previo.
La revolución venezolana está poniendo a prueba a todas las tendencias que se
llaman a sí mismas socialistas, revolucionarias y hasta “trotskistas”. Está dejando
en claro qué tendencias sirven a la revolución y al desarrollo de la conciencia
política de los trabajadores, en Venezuela e internacionalmente, y cuáles son un
obstáculo o sirven inconscientemente a la reacción en sus propósitos
contrarrevolucionarios, con su accionar equivocado y sus posiciones políticas.

El papel de los revolucionarios


Un partido revolucionario no maldecirá el estado de cosas existente, exigiendo a
la realidad condiciones objetivas ideales que le permitan desarrollarse con el
mínimo esfuerzo. Nunca existieron esas condiciones ideales, ni en Venezuela, ni en
la Revolución Rusa ni en ninguna otra revolución en la Historia. Un partido
revolucionario tomará la realidad tal cual es, analizará sus contradicciones internas
(las fuerzas opuestas en conflicto y su interrelación mutua) y preverá el
desenvolvimiento más probable de los acontecimientos, interviniendo en esa
realidad viviente para asegurar las mejores condiciones para el triunfo de la
revolución.
Un partido revolucionario es, por encima de cualquier cosa, un grupo de acción.
El partido revolucionario siempre tratará de utilizar las herramientas que le
proveen el sistema y el estado de cosas existente para agitar y movilizar a las
masas haciendo avanzar el movimiento hacia su objetivo final. En esto consistía el
famoso “realismo revolucionario” de Lenin que muchos evocan pero que no todos
comprenden cabalmente.
Justamente, la tarea de ubicarse en la realidad tal cual es y aprovechar cada
oportunidad que se presente para enraizarse en el movimiento de masas, ganar su
confianza, crecer y desarrollarse junto a las masas mismas, y convertirse en su
vocero más resuelto y consecuente, constituye la propia tarea de construcción del
partido revolucionario.
Los sectarios se quejan amargamente de la realidad tal cual es y le exigen a la
Historia que les dé todo hecho sin necesidad de arremangarse la camisa, sin meter
las manos en el barro. Por eso es habitual que los sectarios siempre aparezcan
como espectadores en una revolución, asignándose el papel de “gran fiscal”
autoelegido de ese gran drama humano que representa una revolución.

El primer deber: ubicarse en el campo de la revolución


En Venezuela, la tarea primera del revolucionario es ubicarse en el campo de la
revolución. Estar del lado de las masas, en su misma barricada, más allá de
quiénes sean sus jefes accidentales. En el caso que nos ocupa el movimiento real
de las masas (no el ideal, no el que “dictan” ciertos manuales) es el llamado
Movimiento Bolivariano. De la misma manera que el movimiento real de las masas
revolucionarias en la Rusia del 17 giró alrededor de los Consejos (sóviets), de los
sóviets de obreros, soldados y campesinos de toda Rusia. En él convivían
revolucionarios y reformistas, marxistas, socialdemócratas y anarquistas; e incluso
elementos burgueses aislados.
Los bolcheviques nunca dudaron de cuál era el campo revolucionario, pese a que
inicialmente estaban en minoría dentro de él. Aceptaron el dominio del ala
reformista del movimiento mientras que, pacientemente, explicaban a las capas
más avanzadas de los obreros, soldados y campesinos las verdaderas tareas de la
Revolución. Cuando sentían que la revolución estaba en peligro, a veces como
resultado de las propias acciones de los dirigentes reformistas soviéticos, siempre
permanecieron al lado de las masas, emplazando a estos dirigentes a políticas de
frente único para derrotar al enemigo común, mostrándose como los elementos
más luchadores y abnegados. Fue de esta manera que los bolcheviques, en un
período corto de sólo unos meses, pudieron conquistar una mayoría sólida en el
movimiento revolucionario y en los sóviets. Esto fue lo que decidió el destino y el
triunfo de la revolución rusa en Octubre del 17.

Los sectarios, fuera del campo revolucionario


Los sectarios, en Venezuela y Argentina, están descontentos con el presidente
Chávez y con el movimiento bolivariano por el lento avance de la revolución en sus
tareas socialistas, por la política confusa y vacilante de su dirección, y por la
presencia en la misma de elementos reformistas. Pero los sectarios no se
conforman con mostrar, ruidosa y estridentemente, su descontento con esto. Van
más allá y se niegan a ver en el movimiento bolivariano, en el movimiento real de
las masas trabajadoras venezolanas, el campo de la revolución. Como no aceptan
su dirección actual, desertan del escenario de batalla real y se declaran “neutrales”
entre los dos campos contendientes, el del movimiento de las masas venezolanas
(el movimiento bolivariano) y el de la contrarrevolución burguesa e imperialista.
Para estas damas y caballeros, ambos campos son por igual enemigos del
movimiento de las masas trabajadoras venezolanas; es decir, de un movimiento de
masas “ideal”, que no tiene cuerpo ni vida real salvo en sus cabezas.
León Trotsky, que algo entendía de revoluciones, dijo al respecto: “El
pensamiento idealista, ultimatista, ‘puramente' normativo, desea construir el
mundo a su propia imagen y simplemente se aleja de los fenómenos que no le
agradan. Los sectarios, es decir, la gente que es revolucionaria solamente en su
imaginación, se guían por normas idealistas vacías. Dicen: ‘estos sindicatos no nos
gustan, no perteneceremos a ellos; este Estado de los trabajadores no nos gusta,
no lo defenderemos'. Constantemente prometen empezar de nuevo la historia.
Construirán un Estado de los trabajadores ideal, cuando Dios ponga en sus manos
un partido y un sindicato ideales. Pero hasta que no llegue este momento feliz,
harán pucheros ante la realidad. Un gran puchero, que es la expresión suprema del
“revolucionarismo” sectario.
... el pensamiento dialéctico —marxista, bolchevique— toma los fenómenos en su
desarrollo objetivo y al mismo tiempo encuentra en las contradicciones internas de
este desarrollo la base de realización de sus ‘normas”. Por supuesto es necesario
recordar que las normas programáticas sólo se realizan si son la expresión
generalizada de las tendencias progresivas del ‘proceso histórico objetivo”. (León
Trotsky, ¿Ni un Estado obrero ni un Estado burgués?, 25 de noviembre 1937).

La posición de nuestra corriente


La Corriente Marxista Internacional, de la que forma parte la Corriente Socialista
El Militante de Argentina, dio desde el principio un apoyo incondicional a la
revolución venezolana y reconoció en el llamado Movimiento Bolivariano la
expresión genuina del movimiento real de las masas oprimidas venezolanas. Desde
el mismo comienzo de la revolución venezolana, hace ahora 9 años, nuestra
tendencia fue capaz de prever, como una de las variantes posibles, la evolución del
movimiento bolivariano hacia posiciones socialistas, que es lo que ha ocurrido. Por
lo tanto, nada de lo ocurrido en los últimos años en Venezuela nos tomó
desprevenidos.
Hemos defendido la revolución venezolana en todos los foros e instancias de la
lucha de clases y del movimiento obrero internacional. Impulsamos la Campaña
Manos Fuera de Venezuela, que está activa en 30 países de los cinco continentes y
se ha convertido, por méritos propios, en la principal campaña de solidaridad
internacional con la revolución venezolana que existe en el mundo.
Hemos difundido en el movimiento obrero internacional los impresionantes logros
de la revolución venezolana, acaso pequeños y de poco interés para los pedantes
pequeñoburgueses de clase media que se disfrazan de temibles revolucionarios,
pero gigantescos para los trabajadores, los campesinos y los habitantes pobres de
los barrios y pueblos de Venezuela. Logros que, en cientos de miles de casos
suponen rebasar la frontera entre la vida y la muerte, física y espiritual.
En Venezuela actualmente toda la población tiene acceso gratuito a la salud,
desde el tratamiento preventivo hasta las intervenciones quirúrgicas de mayor
complejidad. Decenas de miles de venezolanos pobres han sido operados con éxito
y gratuitamente en clínicas oftalmológicas de cataratas, miopía, astigmatismo y
otras enfermedades y problemas oculares.
En sólo unos años, Venezuela terminó con el analfabetismo, como ha reconocido
oficialmente la propia ONU. Se multiplicaron las escuelas primarias y secundarias
en todo el país. Las universidades públicas han abierto sus puertas a los hijos de
los trabajadores y de los campesinos pobres.
Venezuela ha reafirmado su control sobre sus recursos petroleros, garantizando
que el 80% de la renta petrolera permanezca en el país y se destine
principalmente a desarrollar las infraestructuras básicas y al gasto social.
La degenerada burguesía venezolana nunca desarrolló el sistema ferroviario, ni
siquiera al nivel metropolitano, y eso lo está empezando a hacer desde hace unos
años el gobierno del Presidente Chávez. Trayectos que hasta hace unos años
suponían 2 horas de viaje ahora se hacen en 15 minutos.
En Venezuela, los productos de consumo básico están subvencionados por el
Estado garantizando a toda la población el acceso a alimentos de primera
necesidad nutritivos, de calidad y a bajo precio. Se multiplicaron los montos y la
escala de las jubilaciones y las pensiones, y demás gastos sociales.
La revolución venezolana puede afirmar con más propiedad que la misma Biblia:
“Y los ciegos volvieron a ver, los rengos volvieron a caminar y los hambrientos
fueron saciados”.
No es necesario añadir que estos avances en la salud, en la educación y en la
alimentación de las masas trabajadoras que muestra Venezuela no pueden ser
gozados hoy por millones de trabajadores y sectores pobres en Argentina y demás
países latinoamericanos; con la excepción, quizás, de Cuba; o sólo pueden hacerlo
al costo de enormes sacrificios y privaciones.
Pero nos atreveríamos a decir que estos pasos adelante en las condiciones de
vida de las masas palidecen ante una conquista más preciosa que no puede
calibrarse con aparatos de medición ni estadísticas. Y es el despertar de la
conciencia y la dignidad de millones de hombres y mujeres normales de las clases
oprimidas. Millones de hombres y mujeres comunes que descubrieron que tienen
voz propia, que no agotan su existencia en las cuatro paredes de sus casas o de
sus lugares de trabajo, que participan en asambleas incontables, en
manifestaciones multitudinarias, que militan en sus barrios y empresas, que
descubrieron el odio contra la injusticia, los explotadores y el imperialismo.
Millones de hombres y mujeres comunes que organizan radios y periódicos
comunitarios en sus barrios y pueblos, centros de cultura, actividades deportivas, y
que exigen una participación creciente en el control y en la decisión sobre el
destino de sus vidas. Esta es la fuente inagotable de donde emana la fuerza
revolucionaria de las masas venezolanas, de las masas “bolivarianas”.

¿Por qué los sectarios se oponen a la reforma constitucional?


Es un escándalo y una vergüenza que los grupos sectarios se desgañiten todo el
tiempo contra el gobierno venezolano y no dediquen ni una sola línea de sus
escritos y discursos a mencionar y rendir tributo a estos pasos adelante que ha
traído la revolución venezolana. En esto, y en otras cosas como luego veremos,
hacen causa común, sin pretenderlo, con la contrarrevolución burguesa e
imperialista.
Donde los sectarios se han cubierto completamente de gloria es con su posición
sobre la reforma constitucional en Venezuela, impulsada por el presidente Chávez
y sancionada por la Asamblea Nacional (parlamento). Este proyecto será sometido
a referéndum popular el próximo 2 de diciembre.
¿Qué cambios introduce esta reforma constitucional que tan furibundos ataques
está recibiendo de la burguesía mundial y del imperialismo, y de nuestros “amigos”
los sectarios ultraizquierdistas? Destacamos los siguientes:
· Se promulga la jornada laboral de 6 horas, y la semanal de 36.
· Se otorgan plenos derechos sociales (enfermedad, pensión, invalidez, seguro de
desempleo, salud, etc.) a los empleados “informales” que, como sigue ocurriendo
en Argentina, no gozaban de ninguno de estos derechos.
· Se prohíbe expresamente la privatización de la seguridad social, del régimen de
pensiones, de las carreteras y autopistas y se afirma el control estatal de la
explotación, industrialización y comercio de los hidrocarburos y minerales.
· Se prohíben los latifundios y se ordena su transferencia al Estado y a las
comunidades campesinas.
· Se afirma expresamente la prioridad de la propiedad social y estatal sobre la
privada.
· Se introducen mecanismos de poder popular (Consejos comunales, asambleas
populares, consejos de trabajadores, consejos estudiantiles, etc.) que incorporan a
las masas populares a tareas de participación y control social, cercenando
atribuciones al Estado burgués en intendencias y gobernadurías.
· Se concede el derecho de voto a los estudiantes y trabajadores no docentes
para la elección de las autoridades en las Universidades, al que estaban negados
hasta ahora.
· Se legalizan las milicias populares como parte integrante de las fuerzas
armadas.
· Se formula el carácter antiimperialista de las fuerzas armadas venezolanas.
· La Constitución venezolana formula el carácter socialista de la revolución y del
Estado.
Como todo el mundo sabe, los empresarios venezolanos y el imperialismo se
oponen frontalmente a estas reformas y están moviendo todos los medios a su
alcance, que no son pocos, para desacreditar ante los trabajadores de todo el
mundo al gobierno de Chávez y lanzar todo tipo de calumnias y mentiras, como
vienen haciendo desde hace años.

¿Un paso hacia la dictadura?


Su argumento favorito es que esta reforma de la Constitución venezolana es el
paso previo a la instauración de un Estado “totalitario” y supone un recorte a las
“libertades democráticas”.
Cualquier trabajador o joven consciente conoce perfectamente la hipocresía que
esconden estas palabras. Para los poderosos, todo lo que ponga límites a sus
negocios y ganancias e incremente el bienestar del pueblo trabajador, es un abuso
intolerable y un atentado a la “democracia”. No nos van a engañar. Esta misma
gente es la que apoyó y organizó las dictaduras sanguinarias en América Latina en
los 70's y 80's, o la que promueve actualmente la esclavización colonial de los
pueblos oprimidos como Irak, Afganistán o Haití. Esta queja amarga por
“democracia” tiene un sabor irónico especial viniendo de la misma gente que
organizó un golpe de estado contra el gobierno electo democráticamente de Hugo
Chávez en abril del 2002. Venezuela disfruta ya de la Constitución más
democrática y avanzada del mundo, y esta reforma lo hará todavía más.
Hugo Chávez ganó 8 consultas electorales de todo tipo (elecciones presidenciales,
elecciones a la Asamblea Constituyente, elecciones legislativas, referéndums, etc.),
la última hace un año con el 63% de los votos.
Lo escandaloso no es que los enemigos de los trabajadores y de todo lo que hay
de progresista en la sociedad aúllen desesperados sobre la “falta de democracia”
en Venezuela, lo indignante es que algunas corrientes de izquierda
“revolucionarias” se sumen al coro de estos reaccionarios y repitan palabra por
palabra las mismas calumnias contra la revolución venezolana y Hugo Chávez.

El carácter progresivo de la reforma


¿Cuál debería ser la posición de un grupo revolucionario serio ante las tareas que
debe llevar adelante la revolución venezolana y ante esta reforma constitucional?
Una organización revolucionaria seria debería, en primer lugar, saludar los pasos
adelante dados por la revolución, ponerse a disposición del movimiento de masas e
intervenir en él para hacerlo avanzar, denunciando al imperialismo y a la burguesía
que tratan de socavar el proceso revolucionario; en segundo lugar, debería explicar
pacientemente el programa socialista que consiste en la nacionalización de las
palancas fundamentales de la economía (los bancos, los latifundios y los
monopolios), bajo el control democrático de los trabajadores, al mismo tiempo que
advierte de las limitaciones de las medidas tomadas si no se rompe decisivamente
con el capitalismo y no se dan pasos adelante en la creación de organismos de
poder obrero y popular en las fábricas, barrios y pueblos; y, por último, combatir
las posiciones de los reformistas y burócratas en el seno del movimiento
bolivariano, que obstaculizan las medidas progresistas anunciadas por Chávez y la
iniciativa revolucionaria de las masas.
Es verdad que la reforma constitucional impulsada por Chávez no supone una
ruptura con el capitalismo, pero sí amenaza parcialmente sus posiciones en la
estructura económica y en el aparato del Estado.
Pero más allá de las limitaciones que se le puedan señalar a las reformas
impulsadas, lo que es indudable es que introducen medidas progresistas que,
independientemente de su aplicación efectiva, facilitan la movilización y la
organización de las masas trabajadoras para profundizar la revolución hacia el
socialismo.
Todas y cada una de estas medidas constituyen un arma formidable en manos de
las masas trabajadoras y de los revolucionarios para movilizar, organizar y
profundizar la revolución exigiendo al día siguiente del referéndum que la letra
muerta de la Constitución se transforme en realidad viva para avanzar en la
mejora de las condiciones de vida de las masas y en su autoorganización
revolucionaria.

El carácter contrarrevolucionario de la defensa del voto NO y de la


abstención
La burguesía venezolana, el imperialismo y los burócratas reformistas del
movimiento bolivariano tiemblan de pavor ante esta perspectiva. Por eso se
oponen al referéndum y defienden con todos los medios a su alcance el No o la
abstención en el mismo.
Un revolucionario que merezca ese nombre no permanecerá a un costado del
camino llorando amargamente por el carácter limitado e incompleto de estas
reformas, sino que estará junto a las masas trabajadoras para exigir su aplicación
inmediata. Estas aprenderán en su experiencia quiénes, dentro del movimiento
bolivariano, son los verdaderos amigos de la revolución y quiénes no, lo que
ayudará a desenmascarar a los que, con la boina roja y la palabra revolución, no
actúan más que como “quintacolumnistas” del enemigo en el campo
revolucionario.
La victoria del No o un porcentaje alto de abstención sería usufructuado por la
contrarrevolución. Daría nuevos bríos a sus escuálidas bases sociales de apoyo,
tendría un efecto depresor en las masas revolucionarias, incrementaría la osadía de
los contrarrevolucionarios infiltrados en el aparato del Estado y el ejército, y
recrudecería la campaña internacional del imperialismo contra la revolución
venezolana. También tendría consecuencias en la lucha de clases internacional,
porque igualmente reforzaría la confianza de las burguesías locales en América
Latina e internacionalmente y su arrogancia contra la clase obrera y demás
sectores populares. Y en sentido contrario, una victoria aplastante del Sí reforzaría
la confianza de las masas venezolanas en sí mismas para exigir nuevos avances en
la revolución. El mismo efecto tendría en las masas trabajadoras latinoamericanas
para quienes Venezuela se ha convertido en un faro de esperanza. No ver las
consecuencias progresivas o reaccionarias del resultado del referéndum
constitucional demuestra una miopía colosal. La burguesía y el imperialismo sí lo
tienen muy claro por eso arrecian su campaña reaccionaria contra Venezuela
conforme nos acercamos al 2 de diciembre.

El cretinismo democrático
Por supuesto, que estas disquisiciones no preocupan en absoluto a nuestros
“amigos” sectarios. Ya mencionamos antes la posición de esos grupos sobre la
revolución venezolana en general ¿Cuál es su posición sobre la reforma
constitucional que será sometida a referéndum popular el próximo 2 de diciembre?
Estos “amigos” de la Revolución afirman que los cambios introducidos en la
Constitución traerán el peligro del “bonapartismo” (dictadura) y “atentan contra los
derechos democráticos”. Con “amigos” como éstos, ¿quién necesita enemigos?
En Argentina, grupos como el Partido Obrero, el PTS, y otras agrupaciones
menores como Izquierda Socialista, o el MAS (por no mencionar a las demás)
defienden orgullosamente esta posición y por eso piden a las masas venezolanas el
voto NO o la abstención en el referéndum del 2 de diciembre, exactamente como la
burguesía y el imperialismo.
Observemos que su crítica al “cesarismo” y al “bonapartismo” de Chávez va en la
línea de la crítica burguesa. En el colmo de su cretinismo “democrático” los
sectarios exigen la convocatoria de una Asamblea Constituyente en lugar de un
referéndum, como si ocho consultas electorales sucesivas en 9 años (elecciones
presidenciales, asamblea constituyente, referéndums, elecciones legislativas)
ganadas democráticamente por Chávez (la última con un apoyo del 63% de los
votos hace un año) no fueran suficientes credenciales democráticas del régimen.
Han llevado el doctrinarismo ultraizquierdista hasta las últimas consecuencias,
colocándolos en la incómoda posición de aparecer al lado de la contrarrevolución
burguesa e imperialista en todas las cuestiones fundamentales.
Así ocurrió cuando el gobierno venezolano decidió no renovar la concesión al
canal de TV golpista y de derecha, RCTV, medida que criticaron porque “era un
ataque a la libertad de expresión”. El mismo argumento que utilizó la reacción.
Como si un gobierno legitimado 8 veces por la voluntad popular no debiera tomar
medidas de autodefensa contra los burgueses que monopolizan los servicios
públicos (como el espacio radioeléctrico) para enriquecerse con el engaño y el
embrutecimiento de la población, y sobre todo para participar en conspiraciones
para derribar a un gobierno apelando abiertamente a un golpe militar y al
asesinato del presidente del país, como era el caso de RCTV.
La causa de estos errores (y horrores) es que ellos consideran enemigos por igual
al gobierno venezolano que la burguesía y el imperialismo norteamericano que lo
quiere derribar. Al asumir una posición neutral entre los dos campos de batalla, en
una guerra donde se debate la vida y la muerte de la revolución y el futuro de
millones de trabajadores, ayudan a la reacción al desertar del campo de batalla. No
hay terceras vías. O con las masas y el campo revolucionario, con todas sus
debilidades, vacilaciones y equivocaciones explicando pacientemente un programa
y una política genuinamente socialista; o con la burguesía y el imperialismo.

¿Socialismo en Venezuela, pero no en Argentina?


En cualquier caso, hay algo muy gracioso en todo esto. Todos estos
revolucionarios “temibles” dicen oponerse a la reforma constitucional venezolana
porque no supone una ruptura fundamental con el capitalismo. Dicen que esta
reforma no plantea la expropiación efectiva de la banca, ni de los monopolios
privados, ni tampoco de los latifundios. Pero resulta curioso que todos estos grupos
“rrrrrevolucionarios” y “super socialistas” tampoco defendieron en Argentina un
programa socialista en las pasadas elecciones presidenciales del 28 de octubre,
como tampoco lo hicieron en las elecciones de años anteriores. Ni el PO, ni el FITS
(frente del PTS-MAS e Izquierda Socialista) ni los agrupamientos más chicos
tuvieron el valor de defender un genuino programa socialista en las elecciones.
Ninguna de estas listas defendió la nacionalización de la banca, de los monopolios
privados ni de los latifundios, sin indemnización y bajo control obrero. Y esta
misma gente tiene el “tupé” de exigirle a Chávez que haga lo que ellos mismos no
son capaces de defender “de palabra” en nuestro país. Es difícil imaginar un
despropósito mayor.
Afortunadamente este tipo de tendencias no tienen apenas relevancia en el
movimiento revolucionario venezolano y allá donde aparecen son recibidas con un
merecido desprecio por los trabajadores. Pero, lamentablemente, como también es
el caso de Argentina, maleducan, pervierten y destruyen a cientos de jóvenes y
trabajadores genuinamente revolucionarios que invariablemente terminarán
“quemados” y desmoralizados con su experiencia con estas políticas sectarias.
Lo más grave es que estas posiciones políticas resultan muy útiles a la
contrarrevolución porque la ayudan a enmascarar sus objetivos reaccionarios
detrás de un “frente amplio” que va de derecha a izquierda bajo la divisa de
“defensa de la democracia”. Al mismo tiempo, ensucian el nombre del “marxismo”
y del “trotskismo” ante capas amplias de la clase trabajadora y la juventud.

Por un voto masivo a favor del SI


No nos cabe ninguna duda de que los trabajadores venezolanos y demás
sectores populares de la sociedad se guiarán por su instinto de clase y se
agruparán masivamente alrededor del voto por el “SI” en el referéndum. De esta
manera, colocarán en el lugar que se merecen a la burguesía contrarrevolucionaria
y al imperialismo, pero también a los grupos sectarios de izquierda que les sirven a
éstos de coro animador para sus objetivos reaccionarios.
Las masas trabajadoras venezolanas inaugurarán con su victoria en el
referéndum del 2 de diciembre un nuevo capítulo de la revolución venezolana y
exigirán al día siguiente la aplicación práctica de esta reforma, lo que sólo será el
preámbulo de luchas y ofensivas revolucionarias más audaces que acercarán la
posibilidad cierta de la transformación socialista de la sociedad, en Venezuela y
más allá.

29 de noviembre de 2007

¿Por qué perdimos el


referéndum de la
reforma
constitucional?
Un análisis marxista
Corriente Marxista Revolucionaria (Venezuela)

“Pensar que la revolución ya ha triunfado


porque ganamos las elecciones del 3 de
diciembre (de 2006), porque somos más
y tenemos razón, es un grave error. Aún
mas, pensar que la revolución es
irreversible es un error. Mientras el
poder económico del país siga en manos
de los capitalistas la revolución estará
amenazada. La idea de que la cuarta
república “no volverá” sólo será una
realidad cuando el conjunto de las
tierras, la banca y la industria este en
manos del pueblo y las comunidades.
(...) Por todo ello hay que ir hasta al final
cuando antes y dar el golpe definitivo al
capitalismo en Venezuela. Cuanto más
tardemos más tiempo les damos para
organizarse de nuevo.”
¿Cómo derrotar la nueva ofensiva de la
contrarrevolución?
Volante de la CMR repartido durante las movilizaciones en
apoyo a la no renovación de la concesión a RCTV

Victoria pírrica y polarización social


A la 1:30 de la madrugada del día 3 de febrero de 2007 la presidenta del
Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, anunciaba la victoria del No en el
referéndum para la aprobación de la reforma constitucional. Con el 88% de los
votos escrutados, el “no” sumaba el 50,7% de los votos, frente al 49,2% logrado
por el “sí”. A los pocos minutos, en cadena nacional, el presidente Chávez
reconocía los resultados: Esta campaña electoral se ha llevado bajo un proceso
de enorme polarización social a izquierda y a derecha que se ha reflejado
finalmente en estos resultados. Lo que más llama la atención es la victoria del NO
por sólo 130.000 votos, lo que refleja la enorme polarización social, uno de los
rasgos fundamentales a destacar de la actual situación. Otro punto es que,
respecto a las elecciones presidenciales de hace ahora un año (3 de diciembre de
2006), ha habido apenas una subida del voto de la derecha de 250.000 votos,
menos de un 10%. Es decir, la derecha no ha ampliado su base social que se
mantiene prácticamente igual.
El rasgo más significativo de este referéndum es que Chávez sacó hace un año
7.309.080 votos. Es decir: tres millones de votantes chavistas se han abstenido
en este referéndum. No se han ido a la derecha sino a la abstención: ésta hace
un año fue de 25, 3 % y ahora ronda el 45% Esa ha sido la causa fundamental de
la derrota del día 2. ¿Cuáles han sido las causas de esa abstención en el campo
revolucionario?

Derrotados por la abstención


En el documento de perspectivas aprobado en abril de 2007 en el Congreso de
la CMR señalábamos lo siguiente: “Chávez, para marchar hacia la expropiación de
la oligarquía, deberá basarse en la iniciativa de las masas o fracasará. Si no toma
acciones decisivas contra los capitalistas es inevitable más tarde o más temprano
que la contrarrevolución vuelva a levantar cabeza y pueda agrupar tras de sí a un
sector de la población y animar de nuevo a su base social. La creencia de que con
la renta petrolera es suficiente para desarrollar el país y convencer a los
capitalistas se estrellará con la dura realidad. Las últimas medidas anunciadas por
Chávez han prendido todas las luces de alarma en los cuarteles generales del
imperialismo. Como en el caso de Fidel y el Che en Cuba en 1961 cada paso a la
izquierda que da la dirección revolucionaria anima a las masas. Pero si Chávez no
llega hasta el final expropiando y estatizando los sectores básicos de la economía
para instaurar una economía planificada democráticamente y creando un
autentico estado revolucionario —único medio de acabar con el burocratismo y la
corrupción— las masas empezaran a impacientarse. Muchas revoluciones han
sido derrotadas por excesos verbales. Si las palabras no se transforman pronto
en hechos la contrarrevolución levantará cabeza e intentará de nuevo tumbar el
gobierno”.
La derrota en el referéndum sólo se puede entender partiendo de este análisis. La
causa fundamental de la abstención ha sido que para un sector de las masas, tras
9 años de revolución —y luego de que Chávez alcanzase hace un año 7.300.000
votos (63%), el mayor apoyo jamás obtenido por presidente alguno de
Venezuela— no ha habido un cambio decisivo en sus condiciones de vida. Los
problemas de vivienda, empleo, economía informal, inseguridad ciudadana, etc.,
pese a los indudables avances de la revolución, no han sido resueltos.
La mayor parte de la población sigue viviendo en ranchos, millones (casi el
50% de la población activa) siguen empleados en la economía informal —lo que
significa estar excluidos de las subidas salariales o inamovilidad laboral aplicadas
por el gobierno o de la reducción de jornada a 6 horas que proponía la reforma—
y sobre todo vivir en una constante indefensión y precariedad. Pese a los
enormes avances en el sector salud con la Misión Barrio Adentro, la revolución
todavía no ha llegado a los centros hospitalarios, donde existen problemas
endémicos (insuficiencia de instalaciones, mal estado de las mismas, falta de un
servicio adecuado...). Las Misiones Educativas han erradicado el analfabetismo y
ampliado enormemente el acceso a la educación pero al permitir que la burguesía
mantenga el control absoluto de las principales universidades públicas y privadas
del país ha favorecido el desarrollo de dos sistemas paralelos y la utilización por
parte de la contrarrevolución de las universidades como cotos privados y
plataformas políticas para la desestabilización.

Expectativas revolucionarias vs realidades capitalistas


Un buen ejemplo de las contradicciones que tienden a provocar cansancio y
favorecen la abstención de sectores que en otras ocasiones apoyaron a Chávez y
la revolución es el de la vivienda. Según la Cámara Venezolana de la Construcción
el déficit de viviendas ha pasado de 880.083 en 1990 a 1.680.000 actualmente.
El ritmo anual de construcción de viviendas no cubre ese déficit, que en lugar de
reducirse tiende a crecer. No es que Chávez o el Gobierno no tengan interés en
resolver el problema. Todo lo contrario. Según ese mismo informe, el dinero
destinado a construir viviendas ha aumentado significativamente en los últimos
años pero curiosamente no aumenta el número de viviendas construidas. No se
trata sólo de que haya despilfarro, corrupción, etc. Una de las razones que
aducen los expertos es que los costes de los materiales de construcción han
aumentado un 53%. El factor decisivo —como en todos los demás terrenos— es
el mantenimiento del sector (empresas constructoras, concreteras, etc) en manos
de capitalistas que sólo las ponen en marcha en busca del máximo beneficio y no
para satisfacer las necesidades sociales. Esto mismo que decimos para la
construcción de nuevas viviendas es válido para los créditos a la compra de
vivienda ya construida o para los alquileres. Los bancos privados sabotean los
planes y controles del gobierno (igual que lo hacen con los microcréditos, créditos
agrícolas y demás). Todo el peso recae sobre los bancos públicos, pero a causa
de la contradicción entre una oferta insuficiente y la demanda en aumento los
precios se disparan. El resultado es que los planes que presenta Chávez generan
unas expectativas que el mantenimiento del capitalismo y la economía de
mercado impiden satisfacer. Y así en otras muchas cosas.
La economía, a pesar de los datos de crecimiento macroeconómico, acumula
enormes contradicciones. El discurso triunfalista de muchos funcionarios
ministeriales choca con los problemas que siguen sufriendo las masas y aún más
con las expectativas crecientes que generan nueve años de revolución. El salario
mínimo es el más alto de América Latina pero la inflación se come cada vez una
mayor parte y en muchas empresas no se cumple (como tampoco se cumple la
inamovilidad laboral y otras medidas progresivas aplicadas por el gobierno). La
informalidad —como ya hemos dicho— no ha sido reducida de un modo drástico y
aunque según las estadísticas oficiales el desempleo ha bajado lo ha hecho
tímidamente (los empresarios privados no invierten en la construcción de nuevas
fábricas que generen empleo), y el poco empleo que se crea sigue siendo en su
mayoría en condiciones precarias. Tras un primer momento en el que esto supone
un cierto balón de oxígeno, la expectativa de cualquier trabajador es tener
estabilidad y derechos en el puesto de trabajo, algo que en Venezuela sigue
siendo una excepción.
A todo esto hay que sumar el sabotaje económico, que durante el último año se
ha recrudecido y llevado a que muchos productos básicos tales como azúcar,
aceite y en los últimos meses la leche desaparezcan de los mercados. Este
último, además de prolongarse varios meses su escasez, y justamente durante
toda la campaña electoral (algo que la oposición ha utilizado insistentemente)
toca un punto muy sensible para las familias: la leche para los niños. Frente a
este sabotaje el gobierno no ha tomado ninguna medida efectiva que le ponga
fin. Es más, algunos responsables ministeriales en lugar de explicar la
responsabilidad de los capitalistas en el saboteo y tomar medidas contra el mismo
lo que han hecho es negar problemas de abastecimiento, algo que aleja e indigna
al ciudadano que oye esas declaraciones, va al mercado y no encuentra el
productos que busca.

El socialismo debe suponer mejores condiciones de vida


Las masas hace un año votaron por el socialismo. Pero el socialismo para las
masas es algo muy concreto, ante todo es una mejora sustancial de sus
condiciones de vida. Si ese cambio claramente positivo no se da entonces para un
sector de las masas revolucionarias todas las palabras sobre el socialismo se
quedan en eso: en palabras, algo hueco y sin sentido. Lo mismo ocurre con la
corrupción y el burocratismo. El propio Presidente Chávez ha denunciado en
varias ocasiones la lacra del burocratismo y la corrupción y llamado a luchar
contra ella. Pero cuando las masas han intentado poner en práctica ese llamado
han chocado con una burocracia reformista, en realidad pro-capitalista, que
tiende a desarrollarse en las diferentes instituciones y a fusionarse cada vez más
con la burguesía.
Durante un tiempo la idea de que Chávez está sólo, rodeado de gente que no le
apoya y hay que poyarle para acabar con esa burocracia hace que las masas den
un margen de confianza pero, si al cabo de un tiempo esas practicas continúan y
no hay medidas decisivas contra ellas, no hay detenidos, destituidos, en
definitiva: no hay una depuración en líneas democráticas y revolucionarias de los
cuadros del movimiento bolivariano, entre algunos sectores cundirá la
impaciencia y entre otros el escepticismo, que es un veneno para cualquier
revolución.
En esas circunstancias la campaña de la oposición y del imperialismo tuvo un
efecto en sectores de las masas. No para moverlos a su lado, pero sí para
dejarlos paralizados. Algunos de ellos dieron así un voto de protesta. En un
contexto donde la contrarrevolución fanatizó a su base social y amenazaba con
un enfrentamiento civil el único modo de poder agrupar al conjunto de las masas
y especialmente a los sectores menos convencidos y más decepcionados hubiese
sido con medidas muy concretas que significasen, como hemos dicho, una
transformación rápida y determinante de sus condiciones de vida y demuestre sin
ninguna duda que el socialismo significa un avance en sus vidas. Por supuesto, la
reforma constitucional tenía entre sus objetivos —como explicamos los marxistas
cuando le dimos nuestro apoyo— el de afrontar algunos de estos problemas pero
para un sector de las masas la verdad en este referéndum era muy concreta: la
reforma significaba más promesas e intenciones (como las que vienen
escuchando desde hace ya demasiado tiempo) que realidades ya conseguidas y
palpables.

Una seria advertencia para la revolución


Por último, aunque estos que hemos comentado son los factores fundamentales,
es evidente que también ha existido un sector de la burocracia tanto del estado
como del movimiento bolivariano que no ha sabido ni querido explicar la reforma
y luchar por ella. La falta de propaganda que luego aparecía misteriosamente dos
o tres días antes del fin de campaña, la ausencia de orientación política e
ideológica por parte de muchos de los cuadros dirigentes obligó a los militantes
del naciente PSUV y al propio Chávez a tener que multiplicarse y superar todos
los obstáculos a menudo con grandes dosis de improvisación. El nacimiento del
PSUV ha sido un paso adelante pero en esta primera batalla volvió a evidenciarse
que está Chávez por arriba, las masas y los militantes de base del PSUV por
abajo y en medio un gran vacío. Frente a esto teníamos la “santa jauría” en la
que aparecían unidos el imperialismo en pleno, los empresarios, los estudiantes
contrarrevolucionarios, la Iglesia e incluso traidores recientes como Baduel,
PODEMOS, etc. que intentaban usar su pasado reciente en el chavismo para
confundir. El Comando Zamora era Chávez acompañado por Jorge Rodríguez y
por miles de militantes de base que, con voluntad y entusiasmo, intentaban
superar la ineficiencia y falta de confianza en los objetivos de la lucha de no
pocos dirigentes, cuando no su saboteo consciente (recordemos que la reforma
también le quita poder a muchos burócratas locales y regionales).
La abstención en este referéndum es una seria advertencia para el movimiento
revolucionario. De no resolverse todos estos problemas, y de no hacerlo rápido,
un sector de las masas se volverán apáticas. Por ahora no están dispuestas a
votar a la derecha, y siguen mirando hacia Chávez esperando una solución a sus
problemas, pero en qué sentido evolucione eso dependerá de la política que
aplique el propio Chávez y del desarrollo de la lucha de clases. Pero esto no
quiere decir que en un futuro un sector de esas masas que hoy se han abstenido
no pueda ser jalado por la derecha o se vuelva apático. Esto también lo ha
comprendido la oposición y por eso su campaña de que votar No a la reforma no
significaba necesariamente romper con Chávez o sus cantos de sirena ahora
llamando a la negociación, la reconciliación y el diálogo. Este es un peligro mortal
para la revolución. Si permitimos que esa situación llegue, no tardaremos en
descubrir que debajo del traje de seda que ahora intentan ponerse los
contrarrevolucionarios aprieta los dientes el mismo monstruo de la
contrarrevolución y el fascismo que ya conocemos.

No se puede hacer una revolución a medias


Alan Woods siempre repite una frase: “basarse exclusivamente en la voluntad
de hacer sacrificios de las masas es un error. Las masas pueden sacrificar su
“hoy” por el “mañana”, pero sólo hasta cierto punto. Esto siempre hay que
tenerlo en cuenta. Finalmente la cuestión económica es decisiva” (Tesis sobre la
revolución y la contrarrevolución en Venezuela). “Puedes pelar una cebolla capa
por capa, pero no puedes quitarle la piel a un tigre garra por garra”.
Lenin decía que un partido revolucionario marxista no podía ganar la mayoría de
la base de electoral, y si, a causa de una correlación de fuerzas muy favorable
(como la que tenemos en Venezuela, especialmente desde las derrotas del
imperialismo en 2002) lo logra temporalmente, debe aprovechar esta oportunidad
para avanzar rápidamente pues será muy difícil que pueda conservar ese dominio
por un periodo muy prolongado. El que en Venezuela esta correlación de fuerzas
favorable se haya mantenido tanto tiempo es una cierta excepción resultado del
carácter de la época que vivimos (crisis y decadencia del capitalismo, ascenso de
la lucha de clases en toda Latinoamérica) combinado con las victorias sobre la
contrarrevolución durante los últimos años (desde 2002) y el ingreso petrolero,
que ha dado algo de margen al gobierno.
Pero la revolución ha dejado intacto el poder de la burguesía demasiado tiempo
y en demasiados terrenos. Los capitalistas venezolanos y los imperialistas tienen
bajo su control los medios de comunicación (el propio Chávez y otros dirigentes
bolivarianos han denunciado el papel clave desempeñado por Globovisión tanto
durante la campaña de RCTV como en los últimos meses a la hora de sembrar
confusión y mentiras acerca de la reforma). Por cierto, en distintas coyunturas del
proceso revolucionario las bases con un certero instinto de clase exigieron
expropiar este canal y ponerlo bajo control obrero y popular. Y teníamos la fuerza
y legitimidad moral y social más que suficientes para hacerlo.
Además, la burguesía posee el control de las principales empresas de
distribución (Polar), bancos, etc. y utiliza dicho poder para sabotear toda
iniciativa del Presidente o el Gobierno que busque mejorar el nivel de vida de las
masas. Esto ha sido denunciado por el propio Chávez y otros dirigentes que
incluso han amenazado en varias ocasiones a la banca, el Grupo Polar, SIDOR,
los mataderos o los ganaderos con expropiarles pero esas amenazas no se han
concretado y el saboteo económico continúa. Pero como decíamos también en el
documento que antes citamos si tu amenazas pero no actúas al final puedes
sembrar dudas entre algunos sectores de los que te apoyan de que realmente
estés decidido a llegar hasta el final
Otro aspecto que debemos comprender es que en unas elecciones participan no
sólo el sector de las masas más adelantadas, los sectores más activos del país,
sino también los sectores más pasivos y atrasados. La lucha de clases, la
revolución socialista no se resuelve por la aritmética parlamentaria o electoral, si
no si la clase llamada a sustituir a otra es capaz de llevar la lucha hasta el final
edificando un nuevo aparato estatal a su servicio y es capaz de arrebatarle los
medios de producción a la otra y sobre la base de los hechos es capaz de
arrastrar a los dubitativos.
Todo ello resulta determinante para poder sacar a la sociedad de la crisis en la
que se haya y mostrar una salida, esto es lo decisivo. Si la revolución no es capaz
de sacarla de la crisis y desaprovecha las condiciones favorables para completar
su tarea el apoyo a la misma puede convertirse en su contrario. La lucha
parlamentaria o electoral puede ser un factor que puede favorecer ese
movimiento, pero no al revés. Sería ingenuo creer que la burguesía o el aparato
estatal burgués va aceptar sin lucha su disolución, que va a permitir que se
apruebe una legislación que en la práctica abre las puertas para su disolución.
El inicio de la expropiación de la burguesía, y la sustitución del aparato del
estado burgués por un estado revolucionario, puede llevar a que por la fuerza de
los hechos el parlamento o las elecciones sancionen afirmativamente esa acción
de un gobierno o un partido revolucionario. Sin embargo, al mismo tiempo que se
aprueba esa legislación revolucionaria, es imprescindible dar golpes decisivos a la
clase dominante, en este caso a la burguesía. Y esto es lo que no ha hecho
durante este tiempo el gobierno de Chávez, ha amenazado con expropiar, pero
ha tomado muy pocas medidas prácticas (e incluso en esos casos con muchas
contradicciones). Mientras, la burguesía —muy especialmente en la cuestión de la
vivienda y el abastecimiento— ha seguido saboteando. Al final, para muchos de
los que se ha abstenido la pregunta que rondaba por sus cabezas es: ¿Qué te ha
dado Chávez y la revolución después de nueve años?

El estado burgués y la propiedad privada de los medios de producción


Los dos grandes problemas que actúan como piedra de tranca para el desarrollo
de la revolución y que en última instancia son la causa de la derrota en el
referéndum son -como hemos explicado insistentemente-el burocratismo, que
está saboteando todos los planes del gobierno (es decir, el hecho de que el
aparato del estado burgués se mantiene y entra en contradicción con el intento
de las masas de construir un estado revolucionario y dirigir el país ) y, por otro
lado, el que el capitalismo y la propiedad privada de los medios de producción
actúan como un obstáculo que impide planificar democráticamente la economía y
resolver los problemas sociales. En ese sentido si el gobierno del presidente
hubiera nacionalizado para empezar los monopolios alimentarios y eso hubiera
llevado a terminar con la escasez y bajar el precio de los insumos básicos éste
hubiera sido un argumento a favor de la reforma constitucional mejor que todos
los discursos a favor del socialismo.
Del mismo modo, si se hubiera nacionalizado todo la industria relacionada con la
construcción se hubiera podido acometer una planificación en la construcción de
viviendas y terminar con el déficit habitacional a un ritmo mayor. Medio millón de
viviendas construidas en un año por la industria nacionalizada es el mejor
argumento sobre la superioridad del socialismo respecto al capitalismo. Lo mismo
es válido para la banca. Si en lugar de amenazar se hubiesen nacionalizado la
banca bajho control obrero y social sería posible ofrecer créditos en buenas
condiciones para la compra de viviendas, cooperativas, microcréditos a los
pequeños negocios, etc. en mucho mayor número de lo que se ha hecho. Estas y
otras medidas, subida de salarios, incremento aún mayor de la inversión en
salud, educación y obras públicas, demostrarían de modo inequívoco en la
práctica para que sirve el socialismo y supondrían la mejor respuesta a la cínica
campaña de la contrarrevolución sobre la propiedad.
La revolución de octubre de 1917 en Rusia esta llena de enseñanzas al respecto.
Para las masas rusas la construcción del socialismo significaba la mejora de sus
condiciones de vida por que así lo plantearon los bolcheviques en sus consignas y
programa. Pan, paz y tierra, esa fue la consigna que llevo a los bolcheviques al
poder. La toma del poder se hizo para terminar la guerra y repartir la tierra entre
los campesinos y las fábricas y los obreros. El socialismo era algo muy concreto,
no una abstracción. Una consigna repetida por Lenin era que el socialismo eran
los sóviets (Consejos de Trabajadores, Soldados y Campesinos) más la
electrificación de todo el país. Esto era perfectamente entendible por las masas
que sabían perfectamente que era el socialismo que pregonaban los marxistas
rusos.
Se ha perdido una batalla, pero no la guerra
El primer paso es corregir todos estos errores. Los burócratas reformistas van a
plantear que la causa de la derrota ha sido querer ir muy deprisa, que las masas
y la situación no están maduras para el socialismo, etc. Este argumento lo hemos
visto en todas las revoluciones. Precisamente el problema es el contrario, que la
situación ha empezado a madurar ya demasiado. Poco antes de la victoria de la
insurrección de octubre de 1917 los que se oponían a la misma decían a Lenin
que las masas estaban cansadas y apáticas y que era una locura plantear la lucha
por tomar el poder y expropiar a los capitalistas. Lenin les explicó que de lo que
estaban cansadas las masas era de oír hablar de revolución, socialismo, etc. pero
tener la sensación de que esa perspectiva siempre era para mañana y nunca para
hoy. “Demos un paso concreto al frente, actuemos y verán como las masas nos
siguen”, insistía Lenin. Y así fue. Esa fue también la lección de Cuba: Fidel y el
Che actuaron rápido, en un año nacionalizaron las palancas económicas
fundamentales y eso les permitió planificar la economía y resolver los problemas
más acuciantes que padecían las masas.
Por el contrario, en Chile Allende dudó y se mantuvo dentro del marco del
capitalismo y los capitalistas le aplicaron un saboteo muy similar al que hoy
sufrimos. Otro ejemplo negativo a tomar muy en cuenta es el de Nicaragua, allí el
saboteo empujó a abrir a un sector de los dirigentes sandinistas una negociación
con el imperialismo y la contrarrevolución, como hoy propone aquí la oposición y
algunos reformistas. La renuncia a tomar medidas decisivas contra el capitalismo,
lo acuerdos con la burguesía, el mantenimiento de la llamada economía mixta,
obligó a los sandinistas a aceptar la lógica del mercado y permitió el retroceso de
la mayoría de las conquistas revolucionarias. Las masas cayeron en la apatía y
algunas incluso votaron a la derecha. A principios de 1990, tras 11 años de
revolución victoriosa, la gloriosa revolución sandinista fue derrotada de la forma
más triste y dolorosa: electoralmente, con sectores que habían apoyado la
revolución durante años cansados de discursos apoyando a la contrarrevolución.
A pesar de la derrota en el referéndum, como dijo Chávez, esos tres millones de
compatriotas que el 2-D no votaron no es que se han ido con la
contrarrevolución, siguen mirando hacia la revolución pero esperan que los
cambios prometidos se concreten. Además, hay un núcleo duro de millones de
personas que se mantiene firme y dispuesto a llegar hasta el final, como
demostró la marcha de fin de campaña. A la hora de medir fuerzas en la calle, y
de ver en qué clases sociales se basa cada uno y qué características tienen, no
cabe duda que la correlación de fuerzas sigue siendo favorable a la revolución.
Toda esta fuerza tiene que ser movilizada. La conclusión de muchos activistas en
estas primeras horas después de este revés va en esta misma línea que estamos
planteando. “Revolución con hambre no dura”, “Hay que demostrar a la gente en
los hechos que es el socialismo”, eran algunas de esas conclusiones, que
contrastan con la mezcla de pesimismo y alivio (sí, alivio) que parecía advertirse
en no pocos dirigentes durante la noche electoral.

¿Cuáles son las tareas ahora?


El primer paso es depurar el movimiento bolivariano y el aparato del estado de
los corruptos y burócratas, muchos de los cuales han saboteado la campaña por
el SÍ. En el editorial de nuestro periódico El Militante avisábamos de esta quinta
columna y lo decimos otra vez: PODEMOS y Baduel son sólo la punta del iceberg.
El segundo paso es basarnos en la movilización popular para aprovechar todas las
oportunidades que la actual constitución nos permite desarrollar al mismo tiempo
que , como planteaba el presidente Chávez, luchamos por demostrar en la
práctica, en el día a día, las ventajas de las propuestas políticas y sociales que
contenía la reforma constitucional e incluso de otras propuestas que no estaban
allí contenidas y que el propio movimiento obrero y popular en el debate en
asambleas de trabajadores, campesinos, vecinos, pueden y deben aportar.
Los Consejos Comunales se han desarrollado con esta constitución y en varias
fábricas los trabajadores ya hemos creado Consejos de Trabajadores para poder
gestionar las empresas y desarrollar el control obrero. Hay que mantener y
extender esta experiencia a conjunto de la economía. Los Consejos Obreros son
vitales para instaurar el control obrero en las empresas públicas y privadas y
luchar así contra algunos de los principales males que padecemos: el
burocratismo, la corrupción, el desabastecimiento y el saboteo.
La Ley contra el acaparamiento y el desabastecimiento actualmente existente
también permite requisar productos acaparados y crear Juntas de Abastecimiento
y Precios. Debemos desarrollar las mismas en todos los barrios populares y
extenderlas a los Mercal para chequear que estos mercados conquistas de la
revolución cumplan su objetivo y no haya corrupción ni saboteo en su interior.
Debemos vincular la lucha por mejorar los derechos y condiciones de vida de los
trabajadores con la construcción de los Consejos Obreros y la instauración del
control obrero. La jornada de 6 horas es otra medida que la revolución debe
aplicar. Los trabajadores debemos organizarnos en cada centro de trabajo y
aprobar en asamblea resoluciones apoyando esa medida, proponiendo al gobierno
su aplicación y luchando por la misma.
Todas estas medidas en beneficio de los trabajadores y demás explotados
chocan -como no puede ser de otro modo con los intereses de los capitalistas-que
seguirán saboteándolas y saboteando el avance del proceso revolucionario,
cerrando empresas, manteniendo huelga de inversiones, etc. Aunque los lobos
contrarrevolucionarios intenten vestirse ahora de ovejas con el objetivo de frenar
y descarrilar la revolución, seguirán haciendo las mismas marramucias que llevan
haciendo toda la vida. La toma, expropiación y recuperación de las empresas
abandonadas por los capitalistas fue llevada a cabo con la actual Constitución y
sirvió para combatir, al menos parcialmente, estos planes contrarrevolucionarios.
Debemos volver a organizar la toma de todas las empresas cerradas, en crisis o
que ataquen gravemente los derechos de los trabajadores y sean utilizadas para
sabotear, ponerlas a producir bajo control obrero, dirigidas por un Consejo de
Trabajadores sometido al control de la Asamblea, y demandar al gobierno
revolucionario su estatización bajo control obrero.
La clase obrera debe ponerse la frente de la revolución y presentar al Presidente
Chávez y a las bases del PSUV y del movimiento bolivariano todas estas
propuestas, ofreciendo así el punto de apoyo que necesita la revolución para
poder hacerse irreversible. Una de las razones de que durante el último año no se
haya avanzado más rápida y claramente hacia el socialismo —tomando todas
esas medidas concretas que antes mencionábamos y que habrían sido
determinantes para ganar claramente el referéndum—, es que, pese a los
llamados del presidente Chávez a que la clase obrera desempeñe el papel que le
corresponde en esta revolución, ninguno de los dirigentes de las distintas
corrientes que integran la UNT agarró esta propuesta con las dos manos y fue
capaz de presentar un programa clasista de transición al socialismo que lo hiciera
posible. Es imprescindible cambiar esta situación unificando al movimiento obrero
revolucionario entorno a un programa de lucha en estas líneas que hemos
planteado. Al mismo tiempo debemos construir batallones del PSUV en cada
centro de trabajo y, desde ellos, impulsar los Consejos de trabajadores, el
desarrollo de una UNT genuinamente socialista y revolucionaria y la organización
de la toma de empresas.
La historia de las revoluciones conoce muchos ejemplos de retrocesos
temporales que sólo fueron el preludio de un salto cualitativo en la lucha. Los
revolucionarios no tenemos que perder la cabeza. Cómo dijo el filosofo Spinoza:
“ni reír ni llorar, si no comprender”. Robespierre el gran revolucionario de la
Revolución Francesa de 1789 señalo algo de suma importancia aplicable a
Venezuela: “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos”; no se puede
hacer una revolución sin tocar los intereses de los capitalistas y de los burócratas,
de los privilegiados. No basta con decirlo, hay que hacerlo. Esa es la gran lección
que tenemos que aprender todos. Para llevar a cabo esa tarea los revolucionarios
tenemos que estar organizados para luchar por ellas en el seno del PSUV, los
sindicatos, las universidades y centros de estudio, en el campo, en las
comunidades para construir la Corriente Marxista Revolucionaria en su seno. Es
necesario tener un programa claro en como avanzar al socialismo y formar los
cuadros que sean capaces de llevarlo a cabo. Sólo el programa del autentico
socialismo, del marxismo revolucionario podrá llevar la revolución bolivariana a
su victoria definitiva.

Patria, socialismo o muerte. ¡¡¡Venceremos!!!

04 de diciembre de 2007

La ‘reconciliación’ que nos amenaza y cómo


combatirla.
La trampa de la reconciliación
William Sanabria

Julio Borges, dirigente del partido contrarrevolucionario Primero Justicia, en una


entrevista en el programa de Ernesto Villegas en VTV, En Confianza, explicaba que
el resultado tan apretado del referéndum era un “mensaje del pueblo” a la
oposición y al gobierno “para que nos entendamos, nos dediquemos a solucionar
los problemas y abandonemos el clima de enfrentamiento”. ¿Cómo se solucionan
los problemas y al mismo tiempo se supera el clima de enfrentamiento según el Sr.
Borges? Muy fácil: En primer lugar “no politizando más el país”. Es decir: nada de
socialismo, control obrero, poder popular. Estas propuestas revolucionarias y los
problemas de Venezuela no tienen absolutamente nada que ver. “El gobierno lo que
debe hacer es dejar de gastar el dinero en otros países como Cuba o Bolivia, o de
politizar las instituciones con propuestas socialistas, y solucionar los problemas de
la población”, ése es el discurso que Borges y su partido, aliado del PP español y del
PAN mexicano, lanzan machaconamente desde hace meses. Eso sí,
inmediatamente, tanto Borges como otros dirigentes contra-revolucionarios nos
avisan: “la reforma constitucional ya ha sido rechazada” por lo que “los cinco
motores (para construir el socialismo) están fundidos” y el estado socialista, la
posibilidad de expropiar empresas, los Consejos de trabajadores, no pueden ser
planteados.
Es como si alguien te dijese: “tienes que construir una casa pero ¡ojo! no podrás
utilizar ladrillos, tampoco concreto, ni por supuesto agua; eso sí, aquí tienes toda la
arena que quieras. Ah, y se me olvidaba: te voy a atar una mano a la espalda”. El
sentido de la llamada reconciliación está pues claro: no es más que una
estratagema, un regalo envenenado de la oposición contrarrevolucionaria para que
el Gobierno bolivariano o bien lo acepte (lo que supondría un suicidio político), o en
caso de rechazarlo lanzar una nueva ofensiva en la calle y los medios de
comunicación con la idea de que Chávez es el culpable del clima de enfrentamiento,
que es autoritario, prepotente, etc.
Hasta el momento, el presidente Chávez ha planteado que no hay negociación ni
conciliación posible con la IV República, que bajo el capitalismo no hay salida para
el pueblo venezolano y los demás pueblos de Latinoamérica y del mundo, y que el
objetivo de construir el socialismo se mantiene. En la Reunión con Organizaciones
Sociales de Uruguay sostenida el martes 18 de diciembre Chávez volvía a ratificar
estas ideas. Sin embargo, la presión de los sectores reformistas del movimiento
bolivariano en el sentido de negociar con la oposición está siendo más insistente y
organizada que en ningún otro momento a lo largo de los últimos años.
Estos sectores son conscientes de que incluso si por el momento no pudiesen
lograr al 100% sus objetivos: esto es, abrir una mesa de negociación con la
oposición y llegar a algún tipo de acuerdo explícito o implícito para frenar la
revolución; la intensa presión que están ejerciendo sí les puede permitir ralentizar
la marcha de la revolución e introducir algunas propuestas que venían planteando
en petit comité desde hace tiempo: eliminar totalmente, o al menos flexibilizar, los
controles sobre los capitalistas, particularmente el control de precios (y más pronto
que tarde, inevitablemente, el control de cambios); frenar cualquier tentación de
expropiación o nacionalización; impedir el desarrollo y extensión de los Consejos de
Trabajadores…
No obstante, las conclusiones que extraen de la derrota electoral las bases
revolucionarias van en un sentido diametralmente opuesto al de la burocracia. La
idea más extendida es que la revolución tiene que intensificar su marcha en lugar
de moderarse, resolver problemas largamente aplazados como la alta tasa de
economía informal (casi 50% de la economía) y el desempleo, el déficit
habitacional, el desabastecimiento, la inseguridad ciudadana, la corrupción... Una
de las demandas más sentidas es precisamente la necesidad de una depuración
interna de la dirigencia bolivariana que erradique a esa burocracia procapitalista
que se ha ido consolidando en la gran mayoría de ministerios e instituciones y que
cada vez tiende a fusionar de forma más clara sus objetivos e intereses con los de
la burguesía.
De la lucha entre esta voluntad de las bases revolucionarias por avanzar hacia el
socialismo y el intento de la quinta columna burocrática —apoyada por la
burguesía— de frenar ese avance va a depender el destino de la revolución
bolivariana. Es una lucha abierta, cuyo resultado no está definido todavía y en el
que la propia actuación de los revolucionarios y particularmente de los activistas y
dirigentes obreros, estudiantiles y populares (qué programa y planes de acción
defendemos y qué táctica y métodos empleamos para luchar por ellos) será un
factor determinante.

¿A dónde llevó la negociación de 2002?

El llamado a negociar con la contrarrevolución y frenar la revolución no es nuevo


en nuestro proceso revolucionario. Sectores de la dirección, en distintas ocasiones,
lo han planteado y siempre que esta línea se ha impuesto su efecto práctico no ha
sido precisamente el de reconciliar a los venezolanos sino el contrario: envalentonar
a la reacción, desorientar y desarmar ideológicamente a las bases revolucionarias y
permitir que los contrarrevolucionarios pasasen a la ofensiva.
El caso más evidente fue la negociación abierta después de que derrotásemos el
golpe de abril de 2002. El “diálogo” permitió desaprovechar la correlación de
fuerzas extraordinariamente favorable para acabar con el poder económico y
político de los capitalistas que había creado la insurrección de masas del 12 y 13 de
abril. La oposición utilizó las mesas de negociación como caja de resonancia con la
que agitar y reagrupar a su base social y preparar el siguiente asalto: el paro
patronal de diciembre de 2002 y enero de 2003, del que ahora mismo se cumplen
cinco años.
Hay que recordarlo: sólo la intervención audaz y decidida desde abajo de una
vanguardia de trabajadores, tomando los centros petroleros y poniéndolos a
producir, acompañados por las comunidades populares cercanas, infundió nuevos
ánimos al conjunto del movimiento, arrastró a sectores decisivos de la FAN y dejó
claro a las bases contrarrevolucionarias que no bastaba con tocar cacerolas y cerrar
los negocios unas semanas para tumbar a Chávez. Esto sembró división y dudas en
las filas contrarrevolucionarias y devolvió la iniciativa y el control de la situación al
campo revolucionario.
¡Aquel que no aprende de la historia está condenado a repetirla¡. Este momento
en el que, tras los resultados del 2 de diciembre, hay un ambiente general de
reflexión y búsqueda de ideas en el seno del movimiento revolucionario puede ser
una buena oportunidad para repasar los puntos de inflexión que ha tenido hasta
ahora nuestro proceso revolucionario y hacer balance del mismo. ¿Cuál ha sido el
motor de la revolución? ¿Qué nos ha hecho avanzar en cada momento y qué nos ha
hecho retroceder? ¿Qué medidas han ayudado a organizar, movilizar y elevar el
nivel de conciencia de las masas y cuáles han desmovilizado y desorientado a éstas
y le han dado un “chance” a la contrarrevolución?

¿Por qué es imposible un acuerdo con los capitalistas?

Aquellos que defienden negociar con la oposición deberían empezar por responder
a una pregunta muy sencilla: ¿por qué razón cuando Chávez les llamó a negociar
en 2002 el resultado no fue ninguna reconciliación sino que los empresarios
contestaron a la mano tendida por el gobierno con un cierre patronal que puso al
país al borde del abismo? Y ello a pesar de que en aquel momento ningún dirigente
bolivariano llamaba a construir el socialismo ni romper con el capitalismo, y que el
Gobierno incluso se mostró dispuesto a conceder ayudas a los empresarios y les
llamó a sumarse a la construcción de una Venezuela con justicia social y progreso.
¿Acaso fue responsabilidad de Chávez o de los revolucionarios —como sostienen
cínicamente los contrarrevolucionarios— por politizar el país? Evidentemente no. La
causa fue que -como ahora- los capitalistas venezolanos no podían aceptar ninguna
transformación decisiva de la economía o la sociedad, ni siquiera medidas
reformistas en beneficio de las masas que cuestionasen mínimamente sus
privilegios. Sobre todo, lo que la burguesía no puede aceptar (ni perdonará nunca a
Chávez) es su discurso hablando de revolución, que ofreció el cauce que las masas
obreras y populares estaban buscando desde hacía décadas para intentar cambiar
de arriba a abajo el país y las ha seguido animando a avanzar hasta hoy.
Como ha explicado el propio Chávez correctamente en muchas ocasiones, la
revolución bolivariana no obedece a un deseo individual suyo ni a la voluntad de un
puñado de revolucionarios, sino que nace del hartazgo de millones de personas con
las condiciones de vida que ofrece el capitalismo en Venezuela e
internacionalmente. La oligarquía venezolana vendió los recursos del país durante
décadas y se dedicó a vivir de rentas, el resultado lo conocemos todos: desempleo,
extensión de la economía informal, ante la ausencia de empleo digno y estable y el
cierre masivo de empresas (especialmente acusado tras el desastre del “viernes
negro”), lumpenización de sectores populares e incluso de capas significativas de la
clase media. A la decadencia económica se unía la política y moral: extensión de la
corrupción en los círculos dirigentes (gobierno, empresarios, burocracia sindical,
etc.).
El caracazo, el 27 de Febrero de 1989, fue una explosión de rabia del pueblo
contra todo eso. El soberano dio un puñetazo en la mesa y exigió solución a esos
problemas. Durante los años siguientes las masas buscaron insistentemente un
cauce a través del cual cambiar sus condiciones de vida. Tras fracasar las
direcciones de los principales partidos de izquierda en ofrecer ese cauce
revolucionario se expresaron a través del único líder al que habían visto enfrentarse
a la oligarquía y no doblegarse ni pactar con ella.
A pesar de los llamados constantes de Chávez desde 1998 a los empresarios para
que inviertan, del crecimiento económico impulsado por el ingreso petrolero
durante los últimos años y de las cuantiosas ayudas ofrecidas por el Gobierno
Bolivariano a la empresa privada, los capitalistas siguen saboteando la economía,
como hicieron desde la misma elección de Chávez en 1998, y se niegan
sistemáticamente a desarrollar las fuerzas productivas.
Ciertamente, la huelga de inversiones de los capitalistas venezolanos, su carácter
parásito, antinacional y especulador -que se han visto intensificados durante estos
años de revolución- vienen de antiguo. Vinculados por miles de lazos al
imperialismo, los empresarios venezolanos dejaron de desarrollar las fuerzas
productivas seriamente hace décadas. Si en los años 60 la inversión privada
representaba aproximadamente un 50% del PIB desde 1983 este guarismo no pasa
del 10%. La Formación Bruta de Capital Fijo (la inversión de los capitalistas en
nuevas plantas y maquinaria) ha venido cayendo en picado desde 1983. La
construcción y mantenimiento de obras públicas e infraestructuras fue abandonada
también a partir de ese año. Fue precisamente esta renuncia de los capitalistas
venezolanos a desarrollar el país la principal causa de la revolución. Esa es también
hoy la causa fundamental que impide cualquier posibilidad de acuerdo con ellos.
Los empresarios venezolanos basan sus beneficios no en la inversión en
tecnología sino en la explotación brutal de la mano de obra junto (¡como no¡) al
saqueo del estado, particularmente de la renta petrolera. El incremento de los
gastos sociales, el freno a las privatizaciones, la reducción de la jornada laboral o la
introducción de trabas al despido y a la explotación de los trabajadores chocan
frontalmente con sus intereses.
Una de las primeras medidas que enfrentó a Chávez con la oligarquía fue frenar la
privatización de PDVSA nada más llegar al gobierno. Un acto de justicia tan simple
como intentar ejercer un mayor control gubernamental sobre el ingreso petrolero
con el fin de redistribuirlo en beneficio de los sectores más desfavorecidos,
mediante la Ley de Hidrocarburos (2001), puso en pie de guerra al imperialismo, la
burguesía y la burocracia petrolera. El discurso de Chávez hablando de revolución,
en la medida que anima la lucha revolucionaria de las masas y en particular la
movilización y organización del movimiento obrero, es así mismo algo
absolutamente intolerable para los capitalistas venezolanos y el imperialismo.
Además, la revolución en Venezuela se convierte cada vez más claramente en un
punto de referencia para los trabajadores, campesinos y jóvenes de otros muchos
países, en especial (aunque no sólo) en América Latina. De ahí las constantes
campañas intentando desprestigiar a Chávez y la revolución, los ataques, la
injerencia del imperialismo, etc. Los imperialistas, como muchas veces hemos
explicado -contestando a aquellos reformistas que dicen que expropiar a los
capitalistas sería una provocación a la burguesía- no necesitan ninguna provocación
ni excusa para atacarnos. El simple hecho de que haya una revolución en marcha y
un Gobierno que no responde a sus dictados es una provocación inaceptable para
ellos.
La conclusión de todo esto es clara: los objetivos más básicos de la revolución
bolivariana (soberanía nacional, y productiva, desarrollo endógeno,...) así como las
reivindicaciones más elementales de las masas (vivienda, empleo, seguridad,
educación y salud dignas...) son imposibles de alcanzar bajo el capitalismo. Si
alguien tiene alguna duda ahí están los problemas de desabastecimiento, la espiral
inflacionaria, el incumplimiento de los planes de construcción de viviendas y
desarrollo de nuevas infraestructuras por parte de los capitalistas privados a pesar
de las enormes cantidades de dinero otorgadas por el gobierno.
La revolución bolivariana sólo se puede comprender partiendo de la teoría de la
revolución permanente de León Trotsky. Las aspiraciones antiimperialistas y
democráticas del pueblo venezolano sólo pueden ser realizadas si la revolución
rompe con el capitalismo y se transforma en socialista. Uno de los grandes méritos
de Chávez es haber reconocido este hecho, haber roto públicamente con la llamada
tercera vía (la idea de un capitalismo humano, de un camino intermedio entre el
capitalismo y el socialismo) y haber planteado el socialismo. Pero el socialismo no
se puede construir si se deja la propiedad y el control de los principales bancos,
industrias y de la tierra en manos de los capitalistas y si no se destruye el viejo
aparato estatal creado por la burguesía y se le sustituye por un genuino estado
revolucionario basado en los siguientes puntos: elegibilidad y revocabilidad de
todos los cargos públicos, salario no superior al de un trabajador cualificado,
rotación de todas las tareas burocráticas en que esto sea posible, armamento
general del pueblo organizando milicias obreras y populares. Esta es la tarea
pendiente de la revolución en estos momentos. De su resolución o no depende el
futuro del proceso revolucionario.

El motor de la revolución

La característica esencial que define a cualquier revolución es la entrada de las


masas en escena. Esta entrada suele darse siempre de un modo confuso y
contradictorio, las masas (y a veces incluso los dirigentes naturales que las
encabezan cuando estalla la revolución) saben lo que no quieren: la pobreza, la
corrupción, la barbarie y degradación propias del capitalismo, pero no saben
todavía lo que quieren. O mejor dicho, saben lo que quieren (empleo, vivienda,
etc.) pero no le han puesto todavía nombre, carecen de un plan de lucha y un
programa concreto capaces de convertir esos anhelos en realidad. Esto deben
descubrirlo sobre la marcha, en base a su propia experiencia. La tarea de los
cuadros revolucionarios no es otra que la de acompañar esa experiencia y
acelerarla, saber luchar codo a codo con las masas y ayudar a que este proceso
inconsciente se haga consciente: que el deseo de un cambio radical en las
condiciones de vida se convierta en un programa y un plan de acción concreto para
llevar a la práctica ese deseo.
Los que intentan oponer la revolución bolivariana a todas las demás diciendo que
no es una revolución “clásica”, que es una revolución inédita o peculiar, olvidan (y
quieren hacernos olvidar a los demás) que todas las revoluciones -como todos los
seres humanos y todos los procesos- somos peculiares, esto es: estamos dotados
de especificidades que nos hacen únicos pero al mismo tiempo tenemos rasgos
comunes que permiten comparar y aprender de otras experiencias. Si no fuese así
cualquier tipo de estudio, análisis científico o diagnóstico serían imposibles.
De hecho, la revolución rusa fue bastante peculiar e inédita. La clase obrera,
vanguardia de la revolución socialista, representaba un porcentaje mínimo de la
población (mucho menor al que representa el proletariado hoy en Venezuela, por
cierto). Las masas no entraron en revolución siguiendo a un partido revolucionario
sino a un cura, el pope Gapón, y no se proclamaban en absoluto socialistas sino
que pedían al zar (al que llamaban Padrecito) que solucionase sus problemas. Sólo
a través de una dura experiencia (y de un programa y una actuación correctos por
parte de la vanguardia revolucionaria) llegaron al socialismo. Del mismo modo, en
Portugal en 1974, las masas entraron en escena no respondiendo al llamado de un
partido revolucionario, sino animados por un golpe de los militares de izquierda. En
Venezuela, Chávez y su propuesta de acabar con la IV República y transformar el
país fueron el cauce a través del cual se expresaron las masas.
El éxito o fracaso de cualquier revolución depende de si es capaz de transformar
radicalmente las condiciones de vida de las masas que la apoyan y darles una vida
mejor. Esto en la Venezuela de hoy significa cosas muy concretas: acabar con los
problemas de desabastecimiento, sustituir los ranchos por viviendas de calidad y a
un coste accesible, sustituir el empleo en la economía informal por puestos de
trabajo estables con salarios dignos, derechos sociales y beneficios, etc.
Este es un primer punto que no debemos olvidar nunca. Las revoluciones tienen
fecha de caducidad, si no se aprovecha el momento en el que cuentan con el apoyo
masivo y entusiasta de las masas para resolver los problemas de estas, antes o
después el escepticismo (que para la revolución actúa como una especie de virus
que va minando todas sus defensas) se apoderará de sectores de las masas que
apoyan la revolución, empezando por las capas más desesperadas y menos
ideologizadas de éstas. Como explica a menudo Alan Woods, es imposible hacer
una revolución a medias. “Se puede pelar una cebolla capa por capa, pero no
puedes cazar un tigre pata por pata”. Y, desde luego, el capitalismo se parece
mucho más a un tigre que a una cebolla.

De dónde viene la revolución bolivariana

El enorme apoyo que llevó a Chávez al gobierno en diciembre de 1998 a pesar de


la campaña nacional e internacional satanizándolo (“populista, golpista, dictador…”)
orquestada por el imperialismo, respondía al deseo del pueblo venezolano de un
cambio radical. El apoyo en las elecciones a la Constituyente del año siguiente, la
aprobación de la Constitución en diciembre de 1999 y la nueva victoria en la
elección presidencial de diciembre de 2000 fueron resultado de ese mismo deseo de
cambio.
Como todos los procesos revolucionarios anteriores, el nuestro se caracteriza por
una creciente polarización social: una unidad y lucha de contrarios, revolución y
contrarrevolución, en pugna constante entre sí. En las elecciones presidenciales del
6 de diciembre de 1998 Chávez obtuvo 3.590.557 votos por 2.633.667 de Salas
Romer, principal candidato entorno al que se agrupaban las fuerzas burguesas. En
el referéndum aprobatorio de la Constitución Bolivariana esta es apoyada por
3.630.666 personas (40.000 más de las que votaran a Chávez un año antes).
Participan en el referéndum 4.137.509 y la abstención representa alrededor de 6
millones de personas, algo más del 60%. En las presidenciales de diciembre de
2000 Chávez incrementa su apoyo en 700.000 votos (4.258.228) y la oposición en
alrededor de 600.000 (2.554.283).
La primera táctica del imperialismo y la burguesía venezolana ante el avance
imparable del huracán bolivariano fue —como el mismo Chávez ha explicado—
llevarle de gira por todo el mundo e intentar comprarle. Cuando comprendieron que
Chávez no estaba en venta, que era un hombre honesto y dispuesto a mantenerse
fiel al pueblo que le había apoyado, organizaron la campaña que todos conocemos
con el objetivo de tumbarle. Una campaña muy similar a la que han reeditado
durante estos últimos meses se puso en marcha y lograron que sectores
importantes de la clase media, incluso muchos que habían votado por Chávez en
1998, engrosasen las filas de la contrarrevolución. Un aspecto clave que les
permitió que esa campaña pudiese tener el efecto buscado fue que la revolución,
que se había centrado en la tarea de intentar demoler al menos una parte del
edificio político cuarto-republicano, no había avanzado al mismo ritmo ni mucho
menos en el terreno económico.
Algunos datos son elocuentes de hasta qué punto la revolución bolivariana había
dejado el flanco socioeconómico descubierto y el saboteo de los capitalistas pudo
golpear las condiciones de vida de las masas: el desempleo pasó de 11% en 1998 a
15% en 2002, el desempleo disfrazado bajo la calificación de economía informal de
45% a 52%, el alza de precios de 1998 a 2002 fue de un 80% mientras el salario
mínimo pasó de 90.000 Bs. mensuales a 174.000 Bs. mensuales (menos de un
50%). La depreciación del bolívar fue constante (el tipo de cambio nominal con el
dólar pasó de 607 Bs. como promedio en el año 1999 a 1.400 Bs. de promedio en
2002 —hoy el cambio oficial está en 2.175 y en el mercado negro se llega a pagar a
4.000—). Algunos efectos prácticos de estas medidas fueron la caída del poder
adquisitivo de los salarios y de los pequeños ahorradores, la subida meteórica de
los alquileres y del precio de los productos básicos. Además de a los sectores
populares y a la clase obrera, esta situación golpeó muy especialmente a los
estratos medio y bajo de la clase media, que fueron el blanco preferido de la
propaganda y agitación contrarrevolucionarias.

Las victorias revolucionarias de 2002 y la nueva correlación de fuerzas

Como ya dijimos antes, la apertura de la negociación con la oposición tras la


derrota del golpe contrarrevolucionario de abril de 2002 y los llamados a los
empresarios a incorporarse a la construcción de una nueva Venezuela fueron
interpretados por la burguesía como un síntoma de debilidad. Apoyándose en ese
deterioro económico que ellos mismos habían generado, utilizaron la nueva
oportunidad concedida por la revolución para preparar su nuevo ataque.
Las derrotas del golpe y lockout patronal de 2002 fueron resultado de la
movilización y la conciencia e instinto revolucionario de las masas. Los que hablan
de baja conciencia de la clase obrera y los sectores populares deberían recordar
que, cuando muchos dirigentes daban todo por perdido, se escondían y en algunos
casos incluso se habían rendido y avalado el golpe, fueron las masas obreras y
populares las que con un certero instinto de clase se echaron a la calle, rodearon
cuarteles e instituciones, cercaron el Palacio de Miraflores e impusieron la vuelta del
Gobierno bolivariano al poder.
Baduel y otros que fueron convertidos en héroes por su actuación durante esos
momentos no hicieron otra cosa que responder a la presión de un pueblo que
estaba dispuesto a todo para impedir el derrocamiento del gobierno y el presidente
que habían elegido. El heroísmo y voluntad de las masas de llegar hasta el final fue
el factor sorpresa que los contrarrevolucionarios no podían prever ni comprender, y
lo que a la final les derrotó.
Engels explicaba que si la revolución desaprovecha una oportunidad favorable
para tomar el poder ésta puede años en volver a presentarse. Esta ley histórica,
que ha mostrado su validez con tantas revoluciones a lo largo de la historia, es
aplicable también a la contrarrevolución. Lo que muchos consideran una especie de
misterio cuasisobrenatural de la revolución bolivariana (las repetidas victorias
electorales) tiene su explicación en la correlación de fuerzas entre las clases
extremadamente favorable a la revolución que creó en la sociedad venezolana,
primero, la larga descomposición y decadencia del capitalismo durante décadas y,
posteriormente, las victorias alcanzadas por el movimiento revolucionario contra el
imperialismo y la contrarrevolución burguesa.
Las victorias de abril y diciembre de 2002 dieron un “segundo aire” —como dirían
los maratonianos— a la revolución, y generaron una correlación de fuerzas entre las
clases absolutamente favorable al proletariado y los demás explotados. Si en abril o
diciembre de 2002 el Gobierno revolucionario hubiese decretado la estatización de
la banca, las grandes empresas y la tierra bajo control obrero como primer paso
para planificar democráticamente la economía y de ese modo resolver los
problemas de las masas, la burguesía no habría podido ofrecer resistencia alguna.
El que la revolución se haya prolongado tantos años es un reflejo de lo
enormemente favorable que sigue siendo esta relación de fuerzas pero también de
que no se ha aprovechado hasta el momento esa situación favorable para dar el
golpe decisivo al capitalismo y hacer irreversible la revolución. No basta una
correlación de fuerzas favorable, es imprescindible aprovechar esa situación tan
favorable para llevar la revolución hasta el final.

¿Cómo ganamos el referéndum de 2004? Una lección que no debemos


olvidar

La victoria en el referéndum de agosto de 2004 encierra varias lecciones que


pueden resultar muy útiles para el actual momento. Entonces, también vimos como
la ineficiencia e incluso la traición de la burocracia reformista ayudaron a que la
contrarrevolución lograse forzar la convocatoria del referéndum. Tras los golpes
decisivos que habían infligido a la economía durante 2002 y 2003, y la virulenta
campaña anticomunista desarrollada entre la clase media desde 1999, los
contrarrevolucionarios esperaban poder imponerse en el terreno electoral.
Ciertamente, en el referéndum la contrarrevolución logró movilizar al grueso de su
base social. Aquellos sectores de la pequeña burguesía que tomaron las calles
durante el 2002 y las abandonaron desencantados tras la derrota del paro patronal
(como evidenció el fracaso de la guarimba organizada por la contrarrevolución en
febrero-marzo de 2004) sí se expresaron masivamente en el terreno electoral en el
referéndum. La contrarrevolución engrosó su apoyo electoral con respecto al año
2000 en 1.500.000 personas, de 2.554.283 en diciembre de 2000 a prácticamente
cuatro millones (3.989.008) el 15 de agosto de 2004. Entorno a esos cuatro
millones se ha mantenido su techo electoral desde entonces, con una ligerísima
tendencia a incrementarse (En el reciente referéndum llegaron a 4.500.000, su pico
más alto).
Pero una de las grandes lecciones del referéndum fue que esa movilización masiva
no les sirvió de nada. Este es un buen ejemplo de porqué decimos que la
correlación de fuerzas desde 2002 es enormemente favorable a la revolución.
Cuando la dirección revolucionaria es capaz de ilusionar y movilizar a las masas
obreras y populares los contrarrevolucionarios no tienen “chance” alguno. El factor
clave que decide el referéndum de 2004 es que el chavismo pasa de los 4.258.228
que habían reelegido Presidente a Chávez en diciembre de 2000 a 5.800.629
(1.600.000 votos más). Aunque buena parte de la clase media que había apoyado a
Chávez en 1998 se pasa a la reacción mucha gente de los barrios que nunca había
votado, o ni siquiera estaba inscrita en el REP, se moviliza para ratificar a Chávez y
dar su apoyo a la revolución. Los inscritos en el Registro Electoral pasan de
11.720.660 en diciembre de 2000 a 14.037.900 en agosto de 2004.
Un elemento decisivo para movilizar a una parte importante de esas capas que en
el terreno electoral siempre se habían caracterizado por no participar fueron las
medidas concretas mejorando sus condiciones de vida que tomó el gobierno
durante la segunda mitad de 2003 y la primera de 2004. Las Misiones Barrio
Adentro y Robinson significaron que millones de personas que nunca habían tenido
acceso a la educación y a atención médica en sus barrios por fin la tuviesen. Estas
Misiones y otras que las siguieron (Ribas, Sucre, Vuelvan Caras, Mercal...)
despertaron ilusión y esperanza, y movilizaron a millones de personas. La Misión
Identidad también hizo que —por primera vez en su vida— centenares de miles de
inmigrantes, sino millones, tuvieran derechos civiles y sociales y dejasen de ser
ciudadanos de segunda.
Además de lo que implicaban las Misiones desde el punto de vista socioeconómico
(muchas familias humildes recibían becas, ayudas, servicios a los que antes no
tenían acceso; lo que les permitía mejorar algo su situación económica) estas
iniciativas revolucionarias estimularon la movilización y participación política de las
masas.
También los estratos bajo y medio de la clase media y los estratos superiores de
la clase obrera vieron medidas como los controles de precios, la congelación de los
precios de los alquileres o las medidas impidiendo que las hipotecas subiesen al
mismo nivel que lo hacía la inflación.
El entusiasmo creado por todas estas medidas se amplió con el llamado del
presidente Chávez a organizar la campaña para ganar el referéndum desde la base.
La organización y movilización de las bases desde abajo (la Batalla de Santa Inés,
el desarrollo de las UBES, etc.) fue determinante para la victoria. En muchos casos
las bases revolucionarias pasaron por encima de los dirigentes locales y regionales,
eligiendo sus propios Comandos Maisanta, revocando a miembros del Comando
oficial de cada zona, etc. Una vez lograda la victoria, el llamado de Chávez a no
detenerse, su promesa de no frenar ni negociar con la contrarrevolución y su
llamado a hacer “la revolución dentro de la revolución” electrizó al movimiento.
Ese entusiasmo preparó una nueva victoria arrolladora en las elecciones a
Gobernaciones y Alcaldías de ese mismo año cuando el mapa del poder político
regional y local venezolano se tiñe casi totalmente de rojo. A pesar de que el
descontento con muchos dirigentes locales y regionales era ya un hecho, las masas
apoyaron decididamente a Chávez esperando que una vez que la revolución —
además del poder ejecutivo y legislativo— tuviese el control de las gobernaciones y
alcaldías todo cambiaría.

2005-2006: La dirección de la UNT desaprovecha la oportunidad de poner


ala clase obrera al frente de la revolución

2005 y 2006 serán años claves para la revolución bolivariana y en particular para
la clase obrera. De enero a abril asistimos a las primeras expropiaciones de
empresas del proceso revolucionario (Inveval e Invepal) y a la declaración por
parte del Presidente Chávez del carácter socialista de la revolución. Poco después
denuncia por primera vez al enemigo interno del burocratismo y la corrupción y
llama a erradicar ambas lacras.
Este giro a la izquierda en el discurso y propuestas de Chávez genera enormes
expectativas en las masas y especialmente entre los trabajadores. La entonces
ministra de Trabajo, María Cristina Iglesias, en una reunión con dirigentes de la
UNT llama a los trabajadores a ocupar las fábricas cerradas y ponerlas a producir.
Chávez presenta una lista con más de mil empresa abandonadas o infrautilizadas y
llama al movimiento obrero a recuperarlas. El Primero de Mayo de 2005 se celebra
la que probablemente ha sido la mayor marcha obrera de este proceso
revolucionario bajo la bandera del control obrero y de la llamada cogestión
revolucionaria (que en aquel momento para los trabajadores significa básicamente
un primer paso hacia el control obrero). El propio Chávez cierra por primera vez la
marcha del Primero de Mayo, define como obrerista su gobierno y reitera el llamado
a que la clase obrera juegue un papel central en una revolución, que vuelve a
definir como socialista. Es el turno al bate para la clase obrera.
En ese momento los reformistas empiezan una intensa campaña para impedir que
las expropiaciones se extendiesen e intentan sembrar la mayor confusión posible
acerca del tipo de socialismo que debíamos construir. Sin embargo, el bloqueo de la
burocracia sólo pudo tener éxito a causa de que los dirigentes de las distintas
corrientes de la UNT desaprovecharon una y otra vez las magníficas oportunidades
de movilizar y organizar al movimiento obrero que tuvieron.
El momento más dramático de este proceso fue el II Congreso de la UNT, a fines
de mayo de 2006. Más de 2.000 dirigentes sindicales de base acudían a este
Congreso buscando un camino para poner a la clase obrera al frente de la
revolución y llevar la misma hasta el final. Desde la CMR defendimos que sólo había
un modo de conseguir esto: los sectores más a la izquierda de la central —que
además tenían la mayoría— debían centrar el Congreso en un punto: la propuesta
de un plan de lucha que plantease organizar Asambleas, Consejos de Trabajadores
y Comités en cada fábrica para acometer varias tareas que centraban en ese
momento la atención de las masas.
Un objetivo clave para el movimiento era la lucha por reelegir a Chávez. La UNT
debía ponerse al frente de “la batalla por los 10 millones” con un programa de
clase. Al mismo tiempo, la UNT debía organizar la toma y puesta en funcionamiento
bajo control de los trabajadores de todas las empresas cerradas, en crisis o que
estaban siendo infrautilizadas y desarrollar Consejos de trabajadores en cada
centro de trabajo con el objetivo de impulsar el control obrero, luchar contra el
desabastecimiento y el saboteo económico de los capitalistas y la burocracia. La
UNT debía proponer al propio Chávez y al conjunto del movimiento bolivariano este
mismo plan y una propuesta programática de clase para llevar la revolución hasta
el final.
Estas fueron nuestras propuestas. También explicamos que si los sectores más a
la izquierda no planteaban como eje central del debate este plan de lucha sino que
centraban todo el debate en la elección la dirección de la central sindical estarían
dando la batalla en el terreno más favorable para los reformistas y menos
comprensible para las masas. Así ocurrió: los reformistas pudieron desviar la
atención de cuáles eran las tareas del movimiento obrero y tanto los sectores
ultraizquierdistas como reformistas que querían escindir la UNT tuvieron más fácil
su objetivo. La escisión del Congreso ha supuesto la paralización en la práctica de
la UNT y ha impedido al movimiento obrero durante los dos últimos años
desempeñar el papel que le corresponde en la revolución.

El papel de la clase obrera

Una de las mayores paradojas de la revolución bolivariana es que a pesar de que


el presidente Chávez ha llamado en numerosas ocasiones a los dirigentes sindicales
revolucionarios a ocupar las fábricas cerradas, formar milicias obreras o construir
Consejos de Trabajadores, estos llamados han sido desoídos. Cuando se ha
organizado la toma de empresas ha sido por grupos o asambleas de trabajadores o
sindicatos de base sin orientaciones claras ni un plan de apoyo y extensión de la
lucha por parte de los dirigentes de la UNT. Este fue el caso en Inveval, Fénix,
Cristine Carol en 2002-2003, Invepal en 2004 o Sanitarios Maracay en 2006.
Esta ausencia de una política correcta al frente de la clase obrera está siendo una
de las claves de que la revolución —a pesar de la situación tan favorable— no haya
podido avanzar hacia la expropiación política y económica de la burguesía.
La expropiación de los capitalistas y la construcción de un estado revolucionario
que construya el socialismo es una tarea que, tal y como demuestra la experiencia
de todas las revoluciones (la bolivariana incluida), sólo puede realizar el
proletariado a la cabeza de todos los oprimidos. De hecho, la experiencia tanto de
los círculos bolivarianos en 2002 como de las UBEs en 2004 que —tras explotar
como organismos embrionarios de poder popular no pudieron consolidarse y
extenderse, y acabaron dispersos y desorganizados— es una confirmación más de
este hecho. La burocracia reformista pudo desactivar paulatinamente las UBEs en la
medida que éstas estaban dispersas y desorganizadas y que faltaba una
organización revolucionaria de cuadros actuando en su seno que les diese un
programa alternativo al de la burocracia para hacer realidad la ansiada “revolución
en la revolución” que había proclamado el propio Chávez. En última instancia la
causa de estas fallas tiene una raíz objetiva: las UBEs no se habían organizado en
las fábricas ni se basaban en la clase obrera. Este es un peligro que si no se corrige
también amenaza el desarrollo de los Consejos Comunales como organismos
revolucionarios e incluso el de los Batallones del PSUV como esqueleto de un
genuino partido revolucionario.
Los sectores populares, el semiproletariado, etc., tienen un enorme potencial
revolucionario y capacidad de lucha (como demostraron las jornadas del 12 y 13 de
abril de 2002) pero a causa de sus condiciones de vida (marcadas precisamente por
la economía informal y todo lo que la acompaña: dispersión, dificultad para luchar y
organizarse colectivamente y desarrollar una conciencia colectiva) suelen trasladar
esta dispersión a sus métodos. La forma de lucha esencial de estos sectores es la
explosión social y sus métodos se caracterizan por la espontaneidad. Es muy difícil
que estas capas por sí solas y al margen de la clase obrera puedan generar y sobre
todo mantener estructuras revolucionarias estables. La clase obrera es la única que
por sus condiciones de vida (agrupada colectivamente en un centro de trabajo,
enfrentada de forma objetiva y evidente a su explotador: el patrón, etc.) puede
generar estructuras colectivas estables capaces de sustituir a las del Estado
burgués (asambleas, consejos de trabajadores...) sobre todo si tiene una dirección
al frente con un plan de lucha y un programa en ese sentido.
El problema de la clase obrera venezolana hasta el momento es que los dirigentes
de las principales corrientes de la UNT en lugar de presentar un plan de lucha o
programa que ayude a realizar estas tareas ha obstaculizado las mismas al
paralizar y dividir a la central con políticas ultraizquierdistas y oportunistas que en
lugar de poner a la vanguardia obrera al frente del conjunto de las masas
revolucionarias que integran el movimiento bolivariano han tendido a dividirla,
separarla de las masas y paralizarla.

De la victoria arrolladora de diciembre de 2006 a la derrota de diciembre


de 2007

A pesar de la ausencia de una dirección revolucionaria al frente de la clase obrera


que presentase al movimiento bolivariano y al propio Chávez un plan de lucha para
construir el socialismo, y del descontento creciente entre las masas con la
burocracia, la revolución obtuvo en las elecciones presidenciales de diciembre de
2006 el mayor apoyo de todo el proceso revolucionario.
Esto, al mismo tiempo que una nueva confirmación de lo favorable de la
correlación de fuerzas para acabar con el dominio de los capitalistas y llevar la
revolución hasta el final, era un mensaje. Chávez insistió durante la campaña en
que el objetivo era acelerar la marcha de la revolución. Para sectores importantes
de las masas —tras dos años oyendo hablar de “revolución en la revolución”, fin del
capitalismo y construcción del socialismo, lucha contra el burocratismo y la
corrupción— esta victoria debía significar un salto decisivo en el avance de la
revolución, la solución definitiva a la gran mayoría de los problemas que crea el
capitalismo.
El año 2007 empezaba con el lanzamiento del PSUV (que fue visto por las bases
como un golpe la burocracia, lo que desató un enorme entusiasmo reflejado en los
5.500.00 inscritos en dos meses) y las nacionalizaciones de CANTV, Electricidad de
Caracas y la Faja del Orinoco. Sin embargo, poco a poco, la expectativa de que el
2007 iba a suponer el final de muchas de esas lacras que sufren las masas se fue
viendo defraudada.
Las nacionalizaciones no representaron un cambio decisivo en la gestión o los
servicios de estas empresas desde el punto de vista de las masas. Otras
nacionalizaciones demandadas por el movimiento obrero como SIDOR o Sanitarios
Maracay y que habrían ayudado a poner a la clase obrera en primera línea en apoyo
al proceso revolucionario fueron frenadas por la burocracia.
Los planes de construcción de viviendas, créditos y subsidios a las compras de
estas, etc. lejos de erradicar el problema del déficit habitacional se encuentran con
un cuello de botella que impide satisfacer ya no el déficit habitacional acumulado
sino incluso la demanda existente a corto plazo. La voluntad del gobierno y en
particular de Chávez por hacer frente a este problema es incuestionable, nunca se
ha dedicado tanto dinero a ayudas a la construcción de viviendas, pero año tras año
se incumplen los objetivos de casas construidas. ¿Por qué? Fundamentalmente
porque los empresarios privados de la construcción y la banca privada sólo buscan
el máximo beneficio y sabotean directa e indirectamente estos planes sociales. Al
ritmo actual de construcción de viviendas tardaremos varias décadas en solucionar
el problema de la vivienda, y eso con suerte.
En el terreno del empleo, las cifras oficiales dicen que hemos vuelto al 11% de
1998 y a estar otra vez por debajo del 50% de economía informal. Pero, aparte de
decisiones tan dudosas como sacar de las estadísticas de desempleo a los
beneficiados por becas de las Misiones, lo cierto es que si tenemos en cuenta que el
PIB y el consumo han tenido los mayores índices de crecimiento en décadas —
impulsados por el incremento del ingreso petrolero y las políticas gubernamentales
de redistribución de la riqueza y aumento del gasto social— la creación de empleo,
especialmente en el sector privado de la economía, es más bien decepcionante. El
poco empleo creado lo ha sido en obras fomentadas o financiadas por el estado
pero generalmente a través de cooperativas o contratistas que en su mayoría
pagan a los trabajadores salarios muy bajos, en condiciones precarias, etc. En el
propio sector público en lugar de incorporar masivamente a jóvenes de las
contratistas o cooperativas a las plantillas de las empresas matriz (PDVSA, etc.) se
mantiene la subcontratación y con ella la precariedad e inestabilidad en el empleo.
El resultado es que la informalidad sigue afectando a casi la mitad de la economía y
que la expectativa de cualquier trabajador: tener un empleo fijo y de calidad que
permita ver con seguridad el presente y el futuro de su familia, sigue sin verse
satisfecha.
El problema de fondo es que a pesar de las cifras de crecimiento económico más
altas de la historia reciente de Venezuela los empresarios venezolanos siguen
prefiriendo sacar el dinero del país y especular con él a invertirlo en la creación de
empresas y puestos de trabajo. Esta enfermedad, que afecta al capitalismo en todo
el mundo, en Venezuela alcanza unos niveles aún mayores a causa del carácter
extremadamente parásito de la burguesía nacional y su odio a la revolución.
El sector manufacturero privado que es el que más empleo genera sigue sin
recuperar los niveles de antes de 2002. Mientras los bancos del estado dedican a
inversiones alrededor de un 55% de su cartera, los privados dedican alrededor del
20%. El resultado es que en el último año los bancos privados incrementaron un
35% sus beneficios, aprovechando el aumento del consumo para centrarse en
créditos a corto plazo y la venta de productos que les garantizan beneficios rápidos
y sin complicaciones como las tarjetas de crédito y débito, etc. Mientras, los bancos
públicos cargan con todo el peso de los créditos a cooperativas, compras de
vivienda, ayudas a la producción, etc.
Como ya dijimos, las Misiones y otras medidas sociales fueron muy importantes
en 2003 y 2004 porque supusieron un balón de oxigeno para muchas familias,
especialmente si tenemos en cuenta que en 2002 y 2003 la economía se había
desplomado más de un 18%. Pero tras cuatro años de crecimiento económico (que
el propio Gobierno ha destacado) las naturales expectativas de mejorar que tiene
cada persona —amplificadas además por el hecho de que estamos en medio de una
revolución cuyo objetivo es acabar con las lacras del capitalismo, y animadas por el
propio discurso revolucionario del presidente— chocan cada vez más claramente
con lo que es posible lograr en una economía que sigue bajo el dominio de los
capitalistas. Cosas que en el 2004 eran pasos adelante para sectores significativos
de las masas hoy ya no son suficiente.
Muchos jóvenes que salen de las Misiones buscan un trabajo estable y con un
salario que les permita vivir dignamente y no lo encuentran. El 66% de las
cooperativas creadas durante el proceso revolucionario permanecen inactivas.
Cuanto más complejo es el problema que la revolución debe afrontar más imposible
resulta resolverlo sin tocar la propiedad privada de los medios de producción y con
ello los intereses de los capitalistas y de la propia burocracia. La política de crear
Misiones que actúen de forma paralela a las empresas privadas o al estado burgués
encuentra cada vez más obstáculos. Las Misiones Rivas y Sucre han tendido a
encontrar más problemas que la Robinson y Barrio Adentro. Muchos de los módulos
sanitarios que se debían construir no se han hecho por que las empresas privadas
no los construyen. En Mercal, que al principio ayudó a ofrecer algunos productos
básicos a buen precio, crecen las denuncias de corrupción. Ni siquiera algo tan
estratégico como el comercio exterior (la importación y exportación de productos
con la que se intenta paliar la escasez de algunos rubros básicos) está en manos
del estado sino de empresas privadas que hacen negocio con ellas. El resultado es
que el desabastecimiento se agrava.

¿Por qué tres millones de chavistas no acudieron a votar?

Todos estos factores son determinantes para que cierta sensación de cansancio y
frustración empiece a desarrollarse entre sectores de las masas. En ese contexto, la
campaña de la burguesía contra la reforma pudo tener un efecto entre los sectores
menos ideologizados de las masas que apoyan a Chávez y la revolución. Las masas
sólo pueden sacrificar su hoy a cambio de su mañana hasta cierto punto, decía
Lenin. Las masas tampoco son homogéneas, se componen de sectores diferentes
que sacan conclusiones distintas en momentos distintos. Junto a la vanguardia, a
los más “resteados” y concienciados políticamente, hay sectores que si no ven
resultados concretos empiezan a dudar y pueden caer antes en la apatía.
Sectores crecientes de las masas están cansados de oír hablar de socialismo y
seguir sufriendo las contradicciones y lacras del capitalismo. De ver como mientras
ellos siguen haciendo sacrificios hay dirigentes que, disfrazados con la boina roja,
se enriquecen, se compran carros de 200 millones de bolívares y se toman whiskys
con los capitalistas. El propio presidente hace poco llamó la atención sobre este
problema y dijo que esta no puede ser la revolución de las hummers (lujosa
camioneta made in USA muy apreciada por algunos burócratas) y los whiskys pero
en esto, como en otros puntos, tampoco ha habido medidas decisivas. Ese es el
punto central.
El resultado del 2-D no significa que las masas hayan dejado de apoyar a Chávez,
sino que quieren medidas decisivas y una parte de ellas está empezando a cansarse
de esperar. Los tres millones de abstencionistas del 2-D e incluso muchos más son
perfectamente recuperables y movilizables con una condición: que la revolución
pase a la ofensiva y tome de forma urgente medidas que demuestren en la práctica
y no en palabras que el socialismo significa una mejora drástica en sus vidas
comparado con el capitalismo.

¡Ninguna concesión a la derecha!


Las primeras medidas anunciadas por varios ministros en el sentido de flexibilizar
el control de precios para algunos productos, con el objetivo de que los capitalistas
importen y produzcan más y así “se empiecen a corregir los problemas de
abastecimiento” van precisamente en el sentido opuesto al que necesitamos. El
resultado de estas acciones, si finalmente se llevan a cabo, será que el
desabastecimiento continuará pero los productos serán aun más caros que ahora.
“No hay productos porque como el gobierno nos pone controles no podemos
obtener suficientes beneficios y entonces preferimos no producir o importar comida.
El gobierno debe abandonar estas políticas intervencionistas y darnos facilidades
para que invirtamos”. Esto es lo que los parásitos contrarrevolucionarios de
Fedecámaras han venido planteando desde hace meses a la revolución. Ahora,
aprovechando la conmoción de la derrota, los llamados empresarios bolivarianos se
han sumado al coro pidiendo liberalizar los precios y varios dirigentes bolivarianos
han accedido a ello.
Si el gobierno acepta esta lógica, en lugar de denunciarla como lo que es: un
chantaje y un boicot por parte de la burguesía, y basarse en la movilización de las
masas para arrebatar su poder a los capitalistas, estará poniéndose una soga al
cuello. Ceder a la presión de los empresarios (bolivarianos incluidos) sólo pude
llevar a un empeoramiento de las condiciones de vida de las masas (nuevos
aumentos de precios, más escasez, ataques a los derechos laborales y sociales...)
lo que significa una grave amenaza para la revolución.
Debemos explicar que de mantenerse mucho tiempo y ampliarse esas concesiones
podrían minar gravemente el apoyo social a la revolución. Así ocurrió en Nicaragua
donde la aceptación por parte de los dirigentes sandinistas de la lógica del
mercado, de que para que los capitalistas invirtieran era necesario hacerles
concesiones, “crear un marco adecuado”, etc., llevó a que se disparasen los
precios, aumentasen los despidos y cierres de empresas y se desmantelasen poco a
poco muchas medidas de las que se quejaban los capitalistas pero que habían sido
favorables para las masas. El resultado fue que sus planes para desgastar la
revolución se vieron facilitados, las bases revolucionarias cayeron en la
desmoralización y una parte de ellas incluso acabó votando a la contrarrevolución.
No estamos hoy en esa situación ni mucho menos, y el contexto nacional e
internacional en el que se desarrolla la revolución bolivariana es mucho más
favorable para seguir avanzando. La contrarrevolución tendrá incomparablemente
más difícil su tarea en la patria de Zamora y Bolívar que en la de Sandino, pero la
condición indispensable para derrotar los planes es que los activistas y militantes
revolucionarios luchemos dentro del PSUV y del movimiento revolucionario por un
programa que resuelva los problemas de las masas del único modo posible:
quitando el control de los puntos estratégicos de cualquier economía moderna: la
banca, las principales industrias y la tierra a la burguesía.

¿Qué hacer?

La debilidad invita a la agresión. Si el gobierno cede y flexibiliza unos pocos


productos, los empresarios no dirán “¡que tolerantes!, no son tan malos como
creíamos, vamos a invertir”. Intensificarán al saboteo y volverán a la carga
exigiendo más concesiones. El mismo argumento acerca de que flexibilizar el
control de precios pude ayudar a revitalizar la inversión privada se podría aplicar a
todas las demás medidas que ha tomado el gobierno durante los últimos años para
intentar impedir el saboteo económico de la burguesía.
El hecho de que no se atrevan (por el momento) a plantear de golpe todos sus
objetivos —y que tengan que ir poco a poco y midiendo cada paso que dan—
demuestra que la contrarrevolución es consciente de que la correlación de fuerzas
les es todavía desfavorable y que la derecha bolivariana no tiene raíces sólidas
entre las bases del movimiento. Pero, para que esta correlación de fuerzas
favorable se mantenga y no sea desaprovechada, es fundamental que los
revolucionarios pasemos a la ofensiva. Actuar lo más rápido posible y con la mayor
audacia.
Entre las bases del PSUV y del movimiento bolivariano predomina una idea
absolutamente correcta y muy positiva: la de que la reforma constitucional fue
saboteada por la propia burocracia y que debemos luchar para llevarla a la práctica
desde abajo. Algunos sectores proponen presentar una nueva reforma recogiendo
las firmas necesarias: el 15% del REP. Otros proponen combinar eso con la
utilización de un instrumento como las leyes Habilitantes para llevar a la práctica,
antes de proponer una nueva reforma, toda una serie de medidas que ayuden a
resolver los problemas más acuciantes de las masas.
Propuestas como el estado socialista, los Consejos de Trabajadores, la
expropiación de los capitalistas y por supuesto todas las medidas sociales
(reducción de jornada, etc.) son imprescindibles para que la revolución pueda
seguir avanzando. Es imprescindible construir un frente único de los militantes y
colectivos revolucionarios que coincidimos en estos planteamientos (Batallones del
PSUV, Consejos Comunales, CTUs, sindicatos clasistas, Frente Campesino Ezequiel
Zamora, Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas en Cogestión y
Ocupadas —FRETECO—, etc.) para organizar asambleas en cada centro de trabajo
y barrio y aprobar un programa de lucha que incluya estos puntos y otros más que
respondan a las necesidades y demandas de las masas obreras y populares.
Un primer punto debe ser luchar contra el desabastecimiento. Es preciso crear
Comités contra el Desabastecimiento, el Acaparamiento y la subida de precios en
cada centro de de trabajo y cada barrio en los que participen sindicatos, Consejos
Comunales, organizaciones campesinas, CTUs, etc. Al mismo tiempo en cada
fábrica debemos conformar Consejos de Trabajadores, como ya existen en las
empresas que fueron recuperadas por los trabajadores, para desarrollar el control
obrero y luchar contra las “marramucias” y el saboteo que ejercen los patronos,
tanto contra los derechos de los trabajadores como contra los del conjunto del
pueblo, acaparando productos, encareciendo precios, etc.
Allí donde se reduzca la producción, se cierren fábricas o los empresarios se
nieguen a procesar las cosechas, sacar la producción, etc. debemos organizar la
toma de esas empresas y ponerlas a funcionar a pleno rendimiento bajo control
obrero y social. Junto a ello es imprescindible impulsar y organizar milicias obreras
y populares para defender la revolución de los fascistas y responder a cualquier
nueva ofensiva contrarrevolucionaria.
Debemos poner en marcha este plan y al mismo tiempo presentar al Presidente
Chávez y al Gobierno un plan de lucha de las bases revolucionarias para completar
y hacer irreversible la revolución. La primera medida de ese plan debe ser la
estatización bajo control obrero de la industria agroalimentaria (empezando por el
Grupo Polar y demás empresas del sector). Esta es la única alternativa viable que
permite afrontar el problema del desabastecimiento desde un punto de vista
revolucionario, frente a las propuestas que están presentando los reformistas y que
sólo suponen concesiones a la derecha.

¡Estatización ya de la banca, los monopolios privados y la tierra bajo


control obrero¡ ¡Por una economía socialista planificada
democráticamente!
A estas medidas deberían unirse otras como: expropiación de las principales
industrias de construcción y de los grandes propietarios que poseen bloques
enteros de edificios (los llamados terratenientes del concreto) para ofrecer
viviendas a bajo precio a los jóvenes, trabajadores y los sectores populares. De
este modo sería posible emprender un plan para construir 400.000 viviendas
anuales y resolver en cinco o seis años el problema del déficit habitacional. Los
capitalistas han demostrado en las últimas cuatro décadas que ellos ni pueden ni
quieren resolver este grave problema.
También es imprescindible elevar los salarios de los trabajadores (golpeados por
una inflación que prevista inicialmente en 17% podría alcanzar este año hasta un
24%). El gobierno debe decretar una escala móvil que permita subir los salarios
automáticamente lo que suba la inflación. Junto a ello es imprescindible reducir la
jornada laboral para repartir el tiempo de trabajo sin reducción salarial y que haya
trabajo para todos. Es preciso acabar con la tercerización en el sector público
incorporando como trabajadores con los mismos derechos, condiciones laborales y
salario a todos los trabajadores que hoy laboran para empresas e instituciones del
estado por fuera de la plantilla de las mismas (cooperativas, contratistas...). Junto
a ello debemos instaurar el control obrero en el sector privado, así como ocupar y
exigir la expropiación de todas las empresas cerradas, infrautilizadas o que
vulneren gravemente los derechos de los trabajadores y sean empleadas para
sabotear la revolución.
Un punto central es la necesidad de estatizar la banca, los principales monopolios
industriales y la tierra bajo control obrero. Este es el único modo de garantizar que
la riqueza que genera el pueblo trabajador venezolano con su esfuerzo cada día no
es dilapidada, utilizada para especular o sacada fuera del país en su exclusivo
beneficio por las multinacionales imperialistas y la burguesía criolla vendepatria
(como viene ocurriendo desde hace siglos) sino que sirve para planificar
democráticamente la economía en función de las necesidades sociales y no de la
búsqueda del máximo beneficio privado por parte de una elite de parásitos. Esto
permitiría disponer de los recursos necesarios para financiar planes masivos de
obras públicas, construcción de viviendas, etc. conceder créditos a los pequeños
propietarios, productores y artesanos a bajos intereses y en condiciones imposibles
de ofrecer por la banca privada, que sólo busca llenar sus bolsillos explotando y
sangrando a los pequeños comerciantes.

¡Por una Venezuela Socialista que abra el camino hacia la Federación


Socialista de los Pueblos de América Latina y el Caribe!

La mejor defensa es un buen ataque. Aplicar estas medidas, basándose al mismo


tiempo en la movilización y organización desde abajo de las bases revolucionarias
obreras, populares y estudiantiles, es el mejor modo de adelantarse a cualquier
campaña mediática y desestabilizadora contrarrevolucionaria y demostrar tanto a
los sectores más atrasados de las masas como a la clase media que el único modo
de garantizar la propiedad de su casa, su carro, su empleo y mejorar su nivel de
vida es expropiando a esa pequeña minoría de oligarcas que se niega a crear
nuevas industrias y empleos tan para el país, que prefiere especular en los
mercados financieros a construir casas o dar créditos para la producción o la
vivienda, que hipotecan a la clase obrera y la clase media y luego nos quitan lo que
es nuestro si no podemos pagar los altos intereses que nos exigen, etc.
Los capitalistas y la burocracia enquistada dentro de la revolución pondrán el grito
en el cielo ante estas propuestas. Dirán que esto es comunismo, autoritarismo, que
es imposible. No es casualidad, estas medidas golpean directamente sus intereses.
Pero si ponemos en práctica estas medidas las masas (incluidos los sectores menos
concienciados políticamente) verán no en palabras sino en hechos que con el
socialismo no tienen nada que perder y sí mucho que ganar.
La riqueza que el conjunto del pueblo trabajador hemos producido durante
décadas debe pertenecer al pueblo a través de su nacionalización por parte de un
estado revolucionario que basado en la unificación local, estadal y nacional de los
Consejos de Trabajadores, Comunales y Estudiantiles esté controlado no por la
burocracia y los capitalistas sino por los trabajadores, campesinos y demás
explotados. Sólo de este modo podremos construir una auténtica democracia
participativa y protagónica y forjar la Venezuela democrática y socialista por la que
luchamos.
Una revolución socialista triunfante en Venezuela se extendería inevitablemente al
resto de América Latina. Cuba, Bolivia, Ecuador, sería imantados con su ejemplo,
pero no sólo ellos: las masas en la hermana Colombia, en potencias como
Argentina, Brasil o México, que están soportando las condiciones económicas
brutales que genera la crisis y decadencia mundial del capitalismo verían que el
socialismo no son palabras sino una realidad concreta y al alcance de la mano. La
clase obrera y la juventud de los países capitalistas avanzados, que también está
siendo sometida al mayor ataque contra sus condiciones de vida en décadas,
también se vería inspirada por nuestro ejemplo revolucionario y encontraría en una
Venezuela socialista un punto de referencia para la lucha contra el capitalismo.
La revolución bolivariana ha entrado en su cuenta atrás. Ante nosotros sólo hay
dos caminos: o expropiar a los capitalistas, convertirnos en la primera revolución
socialista victoriosa del siglo XXI y abrir la puerta a la revolución socialista mundial,
o ceder a la presión de los capitalistas, lo que inevitablemente significa (y más
pronto que tarde) —como dijo el Che— hacer una caricatura de revolución,
defraudar a las masas y ser derrotados.

La revolución venezolana en la encrucijada

Alan Woods

La revolución venezolana ha inspirado a los trabajadores, campesinos y jóvenes de


toda América Latina y a escala mundial. Durante la pasada década las masas
revolucionarias han conseguido milagros, pero la revolución venezolana no está
completada. No se puede completar hasta que expropie a la oligarquía y nacionalice
la tierra, los bancos y las industrias clave que siguen en manos privadas. Después
de casi una década esta tarea no se ha cumplido y representa una amenaza para el
futuro de la revolución.
La oligarquía venezolana se opone implacablemente a la revolución. Detrás de ella
está el poderoso imperialismo norteamericano, tarde o temprano la revolución se
enfrentará a la alternativa: o... o. E igual que la revolución cubana fue capaz de
llevar a cabo la expropiación del latifundismo y el capitalismo, la revolución
venezolana se encontrará ante la decisión necesaria de seguir el mismo camino.
Esa es realmente la única salida.
La revolución bolivariana ahora está en la encrucijada. Ha alcanzado el punto
crítico donde se tendrán que tomar decisiones que tendrán una influencia
determinante en el destino de la revolución. El papel de la dirección es decisivo en
este momento. Pero aquí encontramos la mayor de sus debilidades. Se puede decir
sin temor a caer en la contradicción que si existiera un genuino partido marxista en
Venezuela con raíces en la clase obrera, entonces la revolución socialista se habría
completado ya hace mucho tiempo. Pero este partido no existe, mejor dicho, sólo
existe su embrión. Ese es el quid de la cuestión.
La cuestión de la dirección

Después de todos los discursos sobre socialismo, todavía no se han realizado las
tareas fundamentales de la revolución socialista. Hugo Chávez ha demostrado ser
un luchador antiimperialista valiente y un consistente demócrata. Pero el coraje no
es suficiente para ganar una guerra. También es necesario tener una estrategia y
táctica correctas. Y lo que es verdad para la guerra entre las naciones también lo es
para la guerra entre las clases.
Los reformistas y estalinistas intentan argumentar que las “condiciones no están
maduras” para la revolución socialista en Venezuela. Todo lo contrario, las
condiciones para el triunfo de la revolución socialista en Venezuela hoy son
infinitamente más favorables que lo eran en Rusia en 1917. No debemos olvidar
que la Rusia zarista era un país extremadamente atrasado y semifeudal, con una
clase obrera muy pequeña, menos de diez millones de una población total de 150
millones de personas. Tampoco debemos olvidar que en febrero de 1917 el Partido
Bolchevique tenía sólo 8.000 militantes en toda Rusia. Si se comparan con los cinco
millones de militantes del PSUV la diferencia inmediatamente salta a la vista.
La correlación de fuerzas de clase en Venezuela es mil veces mejor a la que tenían
los bolcheviques en 1917. Pero aquí no se agota la cuestión. En la historia de la
guerra ¿cuántas veces ha sido derrotado un gran ejército por una fuerza mucho
más pequeña de profesionales entrenados dirigidos por buenos oficiales? ¡Muchas
veces! En las revoluciones como en las guerras la calidad de la dirección es en
última instancia decisiva.
Bajo la dirección de Lenin y Trotsky, el Partido Bolchevique consiguió en un
especio de tiempo muy corto ganar a la mayoría decisiva de los trabajadores y
soldados, dirigiéndoles hacia la toma del poder. Lo consiguieron basándose en ideas
marxistas claras y métodos que combinaban la firmeza ideológica en todas las
cuestiones fundamentales con la flexibilidad táctica necesaria para ganar a las
masas al lado de la revolución.
La existencia de ese partido y dirección en Venezuela sin duda habría facilitado
mucho la tarea de la revolución socialista. Pero este partido no existe y las masas
no pueden esperar hasta que lo hayamos creado. Los sectarios y los formalistas son
incapaces de comprender a las masas, cómo desarrollan la conciencia y se mueven
para cambiar la sociedad. Para estas personas la cuestión es muy simple:
proclamar el partido revolucionario. No hay diferencia si es un partido de dos o de
dos millones. Pero las masas no entienden a los pequeños grupos revolucionarios y
pasan sobre ellos sin ni siquiera percibirlos.
La revolución no puede ser dirigida por pequeños grupos de revolucionarios como
un director que dirige una orquesta. Tiene una vida y lógica propias que no se
corresponden con los esquemas formalistas de los sectarios. La naturaleza aborrece
el vacío. En ausencia de una dirección proletaria revolucionaria firme armada con
las ideas científicas del marxismo, la dirección ha sido ocupada por el Movimiento
Bolivariano.
Este incluye en sus filas a millones de trabajadores, campesinos y jóvenes
revolucionarios que luchan con todas sus energía por un cambio fundamental en la
sociedad, por el socialismo. Identifican sus aspiraciones con la persona de Hugo
Chávez, el fundador y líder indiscutible del Movimiento Bolivariano. ¡Naturalmente!
Las masas siempre son leales a las organizaciones y dirigentes que las despiertan a
la vida política, que dan una expresión organizada a sus aspiraciones y las expresan
en palabras.
Fortalezas y debilidades del bolivarianismo

Estas son conquistas indudables del movimiento bolivariano. Su lado fuerte es que
está enraizada en las masas, en los millones de trabajadores, campesinos y pobres
venezolanos que antes no tenían voz y ahora la tienen. Al poner en pie a estos
millones y darles voz y esperanza, el Movimiento Bolivariano jugó un papel muy
progresista. Pero junto a sus puntos fuertes también hay muchos débiles.
La debilidad más importante del bolivarianismo es que carece de un programa,
política y estrategia clara para realizar las aspiraciones de las masas. Este hecho es
comprensible dada la forma en que surgió el movimiento. No fue el producto de un
programa elaborado sino de las aspiraciones poderosas, aunque imprecisas, de
justicia nacional y social. Al principio esta circunstancia no fue un problema,
correspondía totalmente con la psicología de las masas, que sólo estaban
comenzando a despertar a la vida política. Una vez las masas fueron conscientes de
que era una posibilidad de luchar por el cambio, lo abrazaron con entusiasmo. Eso
creó un impulso irresistible que ha continuado durante una década, sacudiendo los
cimientos de la sociedad y la política en Venezuela y más lejos.
Sin embargo, dialécticamente, lo que al principio fue una fuente de fortaleza en
determinado momento se transforma en su contrario. En ausencia de un programa
científico y claro, de una ideología inequívoca, el movimiento cae bajo la presión de
fuerzas de clase contradictorias, que se reflejan en sus filas y especialmente en su
dirección. Estas contradicciones, que en el fondo reflejan contradicciones de clase,
se reflejaron en la evolución política del propio Chávez.
El papel de Chávez

Ningún observador imparcial puede negar que durante la pasada década Hugo
Chávez ha evolucionado de una manera sorprendente. Partiendo del programa de la
democracia revolucionaria, ha entrado en conflicto repetidamente con los
terratenientes, banqueros y capitalistas venezolanos, con la jerarquía de la Iglesia y
con el imperialismo norteamericano. En todos estos enfrentamientos se ha basado
en las masas de trabajadores, campesinos y pobres, que representan la verdadera
fuerza motriz de la revolución bolivariana, su única base real de apoyo.
Finalmente, se ha posicionado a favor del socialismo, que es un acontecimiento
muy importante. Aunque la naturaleza de este socialismo es tan imprecisa como el
resto de la ideología bolivariana, los trabajadores la están llenando con su propio
contenido de clase. Han procedido a ocupar las fábricas e instaurado el poder
obrero. Los campesinos luchan por ocupar las grandes haciendas y realizar la
revolución agraria desde abajo.
La fuerza fundamental de Hugo Chávez no es la claridad de sus ideas sino el
hecho de que ha expresado las aspiraciones profundas de las masas. Cualquiera
que haya estado presente en un mitin de masas en Caracas ha presenciado la
química electrizante que existe entre el presidente y las masas. Se nutren
mutuamente. Las masas ven reflejadas sus aspiraciones en los discursos del
presidente, el presidente va más a la izquierda debido a la reacción de las basas y,
a su vez, da un impulso fuerte a estas aspiraciones.
La burguesía ha comprendido esta “química revolucionaria” y lucha por romper el
vínculo que existe entre Chávez y las masas. Planearon asesinar al presidente,
calculaban que su desaparición fragmentaría y desintegraría el Movimiento
Bolivariano. Han organizado una conspiración en las capas superiores del
Movimiento Bolivariano para sustituirle por un candidato que sea más “moderado”,
es decir, más maleable a las presiones de la burguesía. El objetivo principal de la
derrota del referéndum constitucional no era en absoluto “impedir una dictadura”
(ninguna de las medidas incluidas en la reforma se podía interpretar en ese
sentido), sino evitar que Chávez se pudiera presentar de nuevo a la presidencia. Si
triunfaran abriría el camino para el éxito de la conspiración que es conocida
“chavismo sin Chávez”.
Es bien conocido que la burocracia contrarrevolucionaria ha tomado medidas para
aislar a Chávez de las masas mediante la creación de un férreo círculo alrededor del
Palacio de Miraflores. La amenaza de asesinato es real y justifica una estrecha
seguridad. Pero este hecho también puede ser utilizado por los funcionarios como
un pretexto para filtrar y censurar, garantizar que sólo ciertas personas tienen
acceso al despacho del presidente mientras que otros son excluidos por motivos
políticos. Con estos métodos reducen la presión de las masas y del ala de
izquierdas, mientras que aumenta la presión de la burguesía y de los reformistas.

Por qué se perdió el referéndum

Una y otra vez las masas, mostrando un instinto revolucionario infalible, han
derrotado a las fuerzas de la contrarrevolución. Este hecho engendró la ilusión
peligrosa en la dirección y en las propias masas de que la revolución era una
especie de marcha triunfal que automáticamente barrería a un lado todos los
obstáculos. En lugar de una ideología científica y una política revolucionaria
consistente, en la mente los dirigentes se instauró un especie de fatalismo
revolucionario, que todo era lo mejor en el mejor de los mundos bolivarianos. No
importa los errores que cometiera la dirección, las masas siempre responderían, los
contrarrevolucionarios serían derrotados y la revolución triunfaría.
El corolario de este fatalismo revolucionario fue la idea de que la revolución
bolivariana tiene todo el tiempo del mundo, que socialismo finalmente llegará,
incluso si tenemos que esperar cincuenta o cien años. Es irónico que Heinz
Dieterich y otros presenten esta idea (por ser más exactos, este prejuicio) como
“nueva y original”. En realidad, procede directamente del cubo de basura del
desacreditado liberalismo del siglo XIX. La burguesía, en un momento en que aún
era capaz de jugar un papel progresista desarrollando las fuerzas productivas, creía
en la inevitabilidad del progreso, que hoy es mejor que ayer y mañana será mejor
que hoy.
Esta idea (hoy totalmente abandonada por la burguesía y sus filósofos
“posmodernos”) más tarde fue adoptada por los dirigentes reformistas del
movimiento obrero internacional, en el período de auge capitalista previo a 1914.
Los socialdemócratas decían que la revolución ya no era necesaria, que lenta,
gradual y pacíficamente, la socialdemocracia cambiaría la sociedad, hasta que un
día llegaría el socialismo para todos y que incluso se realizaría. Estas ilusiones
reformistas quedaron destrozadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial y la
Revolución Rusa que la siguió. Ahora son pescadas del cubo de la historia,
desempolvadas y presentadas como la última palabra del “realismo” socialista del
siglo XXI.
Otro corolario más es que la revolución bolivariana debe limitarse a los estrechos
límites de las leyes y constituciones burguesas. Es irónico cuando la burguesía
venezolana ha demostrado un desprecio absoluto por todas las leyes y
constituciones. Ha realizado un sabotaje económico y constantes conspiraciones, ha
boicoteado las elecciones y tomado las calles con violentas protestas; ha realizado
un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente y, de no haber
sido por la iniciativa revolucionaria de las masas en las calles, no habría vacilado en
asesinar al presidente e instaurar una violenta dictadura en las líneas del Chile de
Pinochet.
Todos estos acontecimientos son bien conocidos y no necesitan explicación. En la
defensa de sus intereses de clase la burguesía ha demostrado que no tiene ningún
respeto por cualquiera de las leyes y constituciones. Se espera que las masas sigan
cada punto y coma de la legislación existente y obedezcan las “reglas del juego”,
como si fuera un juego de ajedrez o béisbol. Desgraciadamente, la lucha de clases
no es un juego y no tiene reglas ni árbitro. La única regla es que al final una clase
debe ganar y la otra perder. Y como solían decirlos romanos: ¡Vae victis! (¡Ay de
los vencidos!).
Al principio estos métodos parecían funcionar. Durante casi diez años las masas
han participado lealmente en cada referéndum y elección, han votado masivamente
a Chávez, a la revolución bolivariana y al socialismo. Realmente es asombroso que
las masas puedan permanecer en esta actividad efervescente durante tanto tiempo.
No hay precedentes de una situación revolucionaria que dure al menos diez años
sin encontrar una solución, bien sea el triunfo de la revolución o de la
contrarrevolución.
Las masas votaron por un cambio fundamental en sus condiciones de vida. Se
demostró con absoluta claridad en las elecciones presidenciales de diciembre de
2006, cuando le dieron el mayor número de votos de la historia de Venezuela. Pero
aunque se adoptaron algunas medidas progresistas, incluidas nacionalizaciones, el
ritmo del cambio es demasiado lento para satisfacer a las aspiraciones y
reivindicaciones de las masas.
Habría sido bastante posible que el presidente introdujera una ley habilitante en la
Asamblea Nacional para nacionalizar la tierra, los bancos y las industrias clave bajo
el control y gestión de los trabajadores. Esto habría roto el poder de la oligarquía
venezolana. Además, se podría haber hecho de modo legal a través del parlamento
elegido democráticamente, porque en una democracia los representantes elegidos
por el pueblo se suponen que son soberanos. Dejemos a los abogados que pleiteen
sobre este o ese punto. La gente espera que el gobierno que ellos han elegido
actúe en sus intereses, y que actúe de una manera decisiva.
En lugar de acción decisiva contra la oligarquía, que habría entusiasmado y
movilizado a las masas, lo que presentaron fue otro referéndum constitucional.
Pero ¿cuántos referendos y elecciones son necesarios para llevar a la práctica lo
que quieren las masas? La gente está cansada de tantas elecciones, tantas
votaciones, tantos discursos vacíos sobre el socialismo que les presentan con un
cuadro maravilloso que no se corresponden con lo que ven cada día.
¿Qué ven las masas? Después de casi una década de lucha ven que los mismos
ricos y poderosos aún poseen la tierra, los bancos, las fábricas, los periódicos y la
televisión. Ven a los corruptos en posiciones de poder: gobernadores, alcaldes,
funcionarios del estado y del Movimiento Bolivariano, y sí, también en Miraflores,
que llevan camisetas rojas y hablan del socialismo del siglo XXI, pero que son
arribistas y burócratas que no tienen nada en común con el socialismo o la
revolución.
No ven ninguna acción contra los funcionarios corruptos que se llenan los bolsillos
y socavan la revolución desde dentro. Ven que no se actúa contra los capitalistas
que sabotean la economía y que se niegan a invertir en la producción y aumentan
los precios. Ven que no se hace contra los conspiradores que derrocaron al
presidente en abril de 2002. Ven a los terratenientes que asesinan impunemente a
activistas campesinos. Ven los precios subir en los mercados y ven a los portavoces
del gobierno negando que haya problemas. Ven todas estas cosas y se preguntan:
¿hemos votado por esto?

El papel pernicioso del reformismo


En toda esta situación juegan un papel pernicioso los reformistas, estalinistas y
burócratas que han ocupado puestos clave en el Movimiento Bolivariano y que
intentan poner freno a la revolución, paralizarla desde dentro y eliminar todos los
elementos de genuino socialismo. Estos elementos le dicen constantemente a
Chávez que no vaya tan rápido, que sea “más moderado” y que no toque la
propiedad privada de la oligarquía.
Desde que Chávez por vez primera planteó la cuestión del socialismo en
Venezuela, los reformistas y los estalinistas han concentrado todas sus energías en
revertir la dirección socialista de la revolución, alegando que la nacionalización de la
tierra, los bancos y las industrias sería un desastre, que las masas no están
“maduras” para el socialismo, que la expropiación de la oligarquía alejaría a la clase
media y así continuamente. El defensor y “teórico” más constante de esta línea de
capitulación es Heinz Dieterich.
Dieterich se opuso al referéndum constitucional. Se puede discutir el contenido y
el momento del referéndum. En realidad, en nuestra opinión, no era necesario en
absoluto convocar un referéndum. Lo que hacía falta era utilizar la victoria electoral
para adoptar medidas decisivas contra la oligarquía y la contrarrevolución. Pero en
absoluto esta era la posición de Dieterich y los reformistas. Más bien lo contrario,
se opusieron al referéndum porque se oponían al movimiento hacia la
transformación socialista de la sociedad. Quieren frenar la revolución y que de
marcha atrás para complacer a la oposición contrarrevolucionaria y al imperialismo.
En víspera del referéndum, Dieterich públicamente se alineó con el renegado
Baduel. Pidió que Chávez se uniera con Baduel, es decir, que la revolución debería
unirse con la contrarrevolución. Ese era, y aún es, el programa de Dieterich y los
reformistas. Para ellos la derrota del referéndum era como un maná caído del cielo.
Ahora pueden intensificar su presión sobre el presidente: “¿ves donde nos ha
llevado tu terquedad? ¡Deberías escucharnos! Somos realistas. ¡Comprendemos las
cosas mejor que tú! No debes tener tanta prisa. Debes abandonar todos los
pensamientos sobre el socialismo y llegar a un acuerdo con la oposición y la
burguesía, o estaremos perdidos”.
Ahora la estrecha derrota en el referéndum constitucional se está presentando
como un giro hacia el “centro”, es decir, a la derecha, como una prueba de que es
necesario conciliarse con la clase media (es decir, capitular ante la burguesía). Esta
es la línea que asiduamente están difundiendo Dieterich y los reformistas. Si
Chávez les escucha, y hay algunas pruebas que indican que es así, la revolución se
encontrará en un peligro extremo.
Estos “amigos” de la Revolución Bolivariana nos recuerdan a los amigos de Job,
que le “reconfortaban” en su momento de necesidad con una patada en los dientes.
Estos “amigos” nos traen a la mente el viejo refrán: “De los amigos nos guarde
Dios que de los enemigos me guardo yo”.
Un movimiento peligroso

Siguiendo el consejo de aquellos que quieren llegar a un acuerdo con los


contrarrevolucionarios, Chávez concedió la amnistía a varios dirigentes de la
oposición relacionados con el golpe militar de abril de 2002 y el cierre patronal
petrolero que provocó unas pérdidas de 10.000 millones de dólares para la
economía, y que casi consigue aplastar la revolución.
Debemos recodar que el “decreto Carmona” del gobierno golpista disolvió las
instituciones públicas elegidas democráticamente, como el Tribunal Supremo y la
Asamblea Nacional. Aquellos que escribieron y firmaron este infame documento
serán amnistiados. Serán liberados para que continúen con sus actividades
contrarrevolucionarias.
Chávez dijo que esperaba que el decreto de amnistía “enviara un mensaje al país
de que podemos vivir juntos a pesar de nuestras diferencias”. Evidentemente se
trata de un intento de establecer una política de “reconciliación nacional”, siguiendo
las recetas bien conocidas de Dieterich. Es un movimiento muy peligroso. Si el
golpe hubiera triunfado, qué habría hecho de no haber sido por el movimiento
revolucionario de las masas, alguien ¿puede creer que los contrarrevolucionarios se
habrían comportado de esta manera? Habrían asesinado a Chávez y muchos de sus
seguidores, y después se hubiesen ido a la cama con la conciencia tranquila.
Según la lógica de los reformistas, una actitud conciliadora abrirá el diálogo y
obligará a la oposición a adoptar una posición más razonable. Este argumento no
tiene ninguna base. En repetidas ocasiones en el pasado, Chávez ha intentado este
tipo de cosas. Los resultados han sido exactamente lo contrario a los que
pronosticaban los reformistas. Eso se demostró después del golpe de abril de 2002,
cuando el presidente ofreció negociar con la oposición. ¿Cuál fue el resultado? No la
reconciliación nacional sino el sabotaje de la economía. Después también Chávez
ofreció negociar. El único resultado fue un nuevo intento de derrocar al gobierno
con el referéndum revocatorio.
Pero quizá la oposición ha aprendido la lección. Quizá ahora esté más dispuesta al
compromiso. ¿Cómo reaccionó la oposición contrarrevolucionaria ante el decreto?
¿Corrieron a abrazar al presidente? ¡No! La jerarquía reaccionaria de la Iglesia
Católica lo calificó de “discriminatorio” y exige que se amplíe a los oficiales de la
policía culpables de asesinado además de otros célebres contrarrevolucionarios,
como el líder estudiantil de la oposición de 40 años de edad Nixon Moreno, que es
buscado en relación con el intento de violación de una oficial de policía en Mérida,
Mónica Fernández, que ordenó el arresto ilegal de ex ministro de Interior Ramón
Rodríguez Chacín durante el golpe de Estado, quieren que este elemento se
beneficie del decreto. Ahora defienden que la amnistía se amplíe para incluir a
“exiliados políticos” como Carmona Estanga y Ortega.
Estos criminales, que nos mostraron ningún remordimiento o disposición a
rectificar sus acciones, serán liberados para seguir con sus actividades
contrarrevolucionarias. Esto ha provocado una indignación justificada en la base
chavista. Manuel Rodríguez dice que el presidente no debería haber firmado el
decreto y se pregunta: “¿Dónde estaban nuestros derechos humanos cuando ellos
[la oposición] paralizaron el país?”.

¿Debería desacelerarse la revolución?

“Ayudado” por sus asesores reformistas, el presidente ha sacado conclusiones


incorrectas del referéndum. Durante el programa Aló Presidente del 6 de enero
dijo:
“Yo estoy obligado a reducir la velocidad de marcha. He venido imprimiéndole una
velocidad a la marcha más allá de las capacidades o posibilidades del colectivo; lo
acepto, y he allí uno de mis errores (...) Las vanguardias no pueden desprenderse
de la masa. ¡Tienen que estar con la masa! Yo estaré con ustedes, y por eso tengo
que reducir mi velocidad (...)
“Para nada es un espíritu de rendición, ni de moderación ni de conservadurismo.
Es realismo. ¡Realismo! (...) Calma, paciencia, solidez revolucionaria. Nadie debe
sentirse derrotado ni desmoralizado (...)
“Yo prefiero reducir la velocidad, fortalecer las piernas, los brazos, la mente, el
cuerpo, la organización popular y el poder popular. Y cuando estemos listos más
adelante, entonces acelerar la marcha”.
Estas palabras sonarán a música celestial en los oídos de todos esos burócratas y
reformistas que llevan camisetas rojas pero que se oponen fundamentalmente al
socialismo, que luchan por descarrillar la revolución. Estas personas siempre gritan
sobre el “realismo” y la necesidad de moverse más lentamente. Hablan sobre el
socialismo del siglo XXI pero en realidad lo que les gustaría es posponer el
socialismo al siglo XXII o XXIII, o mejor aún, de manera indefinida. El presidente
continuaba:
“Son necesarias las mejoras en nuestras estrategia de alianzas. No podemos
dejarnos descarrillar por tendencias extremistas. No somos extremistas ni podemos
serlo. ¡No! Tenemos que buscar alianzas con las clases medias, incluida la
burguesía nacional. No podemos apoyar tesis que han fracasado en todo el mundo,
como la eliminación de la propiedad privada. Esa no es nuestra tesis”.
Hemos leído estas declaraciones antes, en los artículos y discursos de Heinz
Dieterich, el ex marxista que se ha pasado al campo del reformismo y la burguesía.
Al leer estas palabras nos podemos hacer una idea clara de que tendencia lleva
ahora la ventaja en Miraflores. Es una tendencia que ha estado trabajando paciente
y sistemáticamente durante los últimos años, intrigando contra el socialismo y la
revolución, luchando para aislar a Chávez de las masas y del ala revolucionaria.
¿Somos extremistas? No, somos socialistas revolucionarios, marxistas. Sólo los
latifundios, banqueros y capitalistas pueden ver el socialismo como algo “extremo”.
Pero son una pequeña minoría de la sociedad. La aplastante mayoría de la
población ve el socialismo como algo bastante normal, y en absoluto extremo. El
presidente ha dicho en más de una ocasión que el capitalismo es esclavitud. ¿Es
“extremo” desear la abolición de la esclavitud? Sólo los esclavistas podrían decir
eso.
¿Estamos a favor de abolir toda propiedad privada? No, no estamos a favor de
tocar la propiedad privada de la aplastante mayoría de la población: los
trabajadores, campesinos, pequeños comerciantes y clase media. No nos
proponemos la colectivización del televisor, automóvil o casa del barrio, menos aún
de su esposa e hijos. Estas son mentiras ridículas que fueron utilizadas por la
oposición contrarrevolucionaria en su campaña de calumnias por el voto al “no”.
Lo que defendemos es la expropiación de la propiedad de la oligarquía: la
nacionalización de la tierra, los bancos e industrias clave. Eso significa menos de un
2% de la población, no la clase media sino los super ricos especuladores y parásitos
que no hacen nada para desarrollar la economía venezolana pero que sabotean
constantemente la producción, creando escasez artificial y aumento de precios. A
Dieterich y otros reformistas les hacemos una pregunta muy sencilla: ¿Cómo es
posible conseguir el socialismo sin expropiar la propiedad de la oligarquía?
El PIB de Venezuela ha crecido un 8,4%. Pero hay serios problemas. La inflación
oficial es del 22,5%. El aumento de los precios afecta a los sectores más pobres
que a los acomodados. Hay continuas escaseces de comida, que afecta a productos
tan básicos como la leche, las alubias y el pollo. Este hecho demuestra la total
insuficiencia de la agricultura privada en Venezuela. Una tierra potencialmente rica
y fértil tiene que importar más del 70% de su comida: una situación escandalosa.
La escasez de productos alimenticios básicos como resultado del sabotaje
deliberado de los agricultores capitalistas y los monopolios de la distribución,
jugaron un papel importante en la derrota del referéndum sobre la reforma
constitucional. ¿Qué medidas relevantes han adoptado los ministros?
Inmediatamente después del referéndum se anunció que se eliminaba el control del
precio de la leche y se habló de que se levantaría también el control de precios
sobre toda una serie de productos. Una vez más se trata de concesiones a la
oligarquía.
Existe una solución muy simple a los problemas de escasez de comida: la
expropiación de todas las empresas e individuos que participan en el sabotaje de la
cadena de distribución alimenticia. Esta medida, que es perfectamente democrática,
se podría haber introducido hace mucho tiempo, pero en particular después de la
aprobación hace un año del decreto sobre acumulación y sabotaje. Toda la tierra
expropiada, las instalaciones y equipamiento deberían ser puertos bajo el control
democrático de comités formados por representantes de los trabajadores y
campesinos, para garantizar la distribución de comida a las masas. Además, se
deberían crear comités de aprovisionamiento en todos los barrios pobres y obreros
para ejercer una vigilancia revolucionaria sobre la distribución de comida y
emprender la lucha contra la acumulación, el sabotaje, la corrupción, crimen
organizado, etc.,
Estos hechos demuestran que la economía de mercado está fracasando en
Venezuela. Los terratenientes y los capitalistas no pueden ni tampoco resolverán
los problemas básicos de la economía. La única forma de poner fin al sabotaje y
garantizar que el enorme potencial económico de Venezuela se utiliza en beneficio
de su pueblo es nacionalizar la propiedad de la oligarquía y crear una economía
socialista planificada gestionada democráticamente por la clase obrera.

El consejo de Lukashenko

¡Qué suerte para Venezuela tener tantos asesores! Tiene baldes de consejos,
llegan toneladas de consejos por carretera y por tren. Si cada uno de los consejos
valiera un bolívar, cada ciudadano de Venezuela sería millonario. Parece que
Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, también ha dado un consejo a Chávez.
Pero antes de dar un consejo a alguien debería examinar primero sus propias
credenciales. Después de todo, no aceptaríamos consejos de los efectos nocivos de
la bebida de un alcohólico crónico, o de los puntos de sutura de la intervención
cerebral por un carnicero. Lukashenko nos habla como “testigo del colapso de la
Unión Soviética”. Sí, no sólo fue testigo, sino también en parte responsable de ello.
La URSS fue destruida desde dentro por una casta parasitaria de burócratas que
absorbía una gran parte de la plusvalía producida por los trabajadores soviéticos.
Esta casta burocrática en la URSS socavó las conquistas de la economía
nacionalizada planificada a través del robo, la mala gestión y la corrupción. Es
decir, actuaron de un modo similar a la burocracia contrarrevolucionario en
Venezuela que estrangula la revolución incluso antes de su nacimiento. Lukashenko
era un miembro de esta casta burocrática privilegiada en la vieja Unión Soviética.
En aquellos días solían autodenominarse “comunistas” y se presentaban en la
tribuna del Primero de Mayo haciendo discursos sobre el socialismo. Ahora se han
convertido en los juguetes del capitalismo y la economía mercado. Se han
convertido en empresarios y conseguido fortunas. En Venezuela el mismo tiempo
de burócratas llevan camisetas rojas y también se suben a las tribunas a hablar
sobre socialismo. Tienen tanto en común con el socialismo como Lukashenko.
¡Qué suerte de consejo! Y qué suerte que todos los consejos vayan dirigidos en el
mismo sentido: “¡No seas loco Chávez! ¡No vayas tan rápido! ¡Olvida el socialismo!
No escuches a los trabajadores y campesinos. ¡Están locos! ¡Escucha a los chicos
con dinero! Convénceles para que sean buenos patriotas e inviertan en Venezuela.
¡Si lo haces todo irá bien!”.
Lukashenko, según parece, le dijo a Chávez: “Los empresarios, esta burguesía
nacional, debes hacer que tengan una buena impresión nacional, que amen su
Nación y Patria, incluso si son empresarios y tienen dinero. ¡Ellos deben invertir en
el país!”.
Si las implicaciones no fueran tan serias estas palabras serían bastante divertidas.
No sabemos qué burguesía nacional existe en Bielorrusia. Pero sabemos que la
burguesía venezolana no invierte en Venezuela. Sabemos que hay huida de capital.
Conocemos que hay sabotaje económico. Que existe una especulación que está
vaciando las estanterías de productos básicos y disparando los precios. Sabemos
que las fábricas se cierran y que los trabajadores son echados a la calle. Eso es lo
que sabemos. Y también quién es el responsable y por qué.
¿Qué propone el presidente de Bielorrusia? Propone que pidamos a los capitalistas
venezolanos que se comporten, que cesen su sabotaje y sean patriotas. Es exigir
peras al olmo. Los capitalistas no se impresionarán con discursos sobre el
patriotismo. Siempre actúan de acuerdo con sus intereses de clase. ¿Tienen interés
en apoyar la revolución bolivariana? Hemos visto cual ha sido su actitud durante los
últimos diez años. Sólo un ciego no comprendería que la burguesía es
implacablemente hostil a la revolución y a todo lo que significa.
No es posible reconciliar los intereses del proletariado y los de la burguesía. O se
apoyan los intereses de la clase obrera, que es la gran mayoría de la sociedad, o se
apoyan los intereses de la minoría de parásitos adinerados, los banqueros,
terratenientes y capitalistas. Pero no se puede apoyar a ambos. Si se intentan
reconciliar intereses de clase, los reformistas terminarán apoyando inevitablemente
a la clase dominante contra la clase obrera.

La cuestión del Estado

Chávez ha anunciado una “reestructuración profunda” de su gobierno, incluido el


nombramiento de un nuevo vicepresidente y cambiado a 13 de los 27 ministros. Ha
habido muchos cambios en los últimos diez años. Se cambian ministros a una
velocidad vertiginosa, pero no resuelve nada. Lo que hace falta no es la
remodelación constante por arriba sino la implantación de una política socialista.
El presidente desea afrontar la corrupción, que correctamente dice es uno de los
enemigos más peligrosos de la revolución. Realmente lo es. Pero es imposible
resolver el problema de la burocracia con métodos burocráticos. La única manera
de erradicar la corrupción y la burocracia a mediante la implantación general del
control y administración obrera, la limitación de los salarios de los funcionarios al
nivel de un trabajo cualificado y la revocación inmediata de cualquier funcionario,
ministro, gobernador o alcalde que no ponga en práctica la voluntad del pueblo.
Diez años después del inicio de la revolución, el viejo aparato del estado heredado
de la Cuarta República sigue existiendo. ¡Ese es el problema! Toda la historia
demuestra que es imposible llevar a cabo una revolución sin liquidar el viejo
aparato del estado, que permanecerá como una fuente constante de corrupción,
burocracia y opresión. Pero los reformistas no escucharán esto. Dicen que las
masas son incapaces de gobernar. Pero quiénes son las personas mejor preparadas
para administrar la sociedad bajo el socialismo: ¿los burócratas y arribistas o los
propios trabajadores?
En Inveval, que desde hace unos años está ocupada y es administrada por los
trabajadores, hay control obrero y todos, desde las limpiadoras al director, reciben
el mismo salario. No hace mucho Chávez dijo que éste era el modelo a seguir, y así
es. No queremos repetir la experiencia de la caricatura totalitaria burocrática de
“socialismo” que colapsó en la URSS. Lo que hace falta es regresar al programa
democrático planteado por Lenin y Trotsky, el programa de la democracia obrera.

Cómo perder las elecciones…

La revolución sufrió un revés en el referéndum constitucional. Pero de ninguna


manera significa una derrota decisiva. Muchos factores pueden intervenir para
transformar la situación incluso en los próximos meses. En 2008 habrá elecciones
en todo el país a gobernadores y alcaldes. Está claro que la oposición
contrarrevolucionaria, animada por el resultado del referéndum, movilizará todas
sus fuerzas para recuperar posiciones en estas elecciones. La pregunta es: ¿pueden
los bolivarianos movilizar a las masas para derrotar a la oposición?
Chávez insiste en que deben garantizar no perder nada de terreno frente a la
contrarrevolución:
“Debemos estar preparados, porque a finales de año habrá elecciones” dijo
Chávez. “La contrarrevolución no descansará un segundo intentando recuperar
espacio. Imaginad por un segundo si eso ocurriera” avisó. El presidente urgió a la
consolidación del nuevo Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Anunció que
el congreso fundacional del nuevo partido se celebraría el 12 de enero y que el
anterior vicepresidente, Jorge Rodríguez, estará ahora a la cabeza del Comité
Promotor Nacional del PSUV. Jorge Rodríguez es visto como el ala de izquierdas.
“Pido a todos que pongan la energía y la voluntad porque el nuevo partido que
necesitamos se consolide pronto”. El congreso se espera que dure que dure un mes
y decidirá el programa político, estructura y estatutos del nuevo partido.
La fundación del PSUV fue un paso muy importante, pero sólo puede triunfar si
defiende con firmeza el socialismo. Chávez mencionó los cinco “motores” de la
revolución, su plan para mover el país hacia el llamado socialismo del siglo XXI, e
insistió en que su gobierno continuaría avanzando con el plan, pero lamentó que no
se puedan hacer muchos cambios debido al fracaso de la reforma constitucional.
“No podemos avanzar en ellas porque dependían de la reforma constitucional”.
¿Pero por qué la revolución permitiría a la oposición dictar lo que puede y no
puede hacer cuando ha ganado el referéndum por un margen estrecho? ¿Por qué
debería ser la cola la que mueva al perro? Esa una manera segura de desencantar a
las masas que ya están desilusionadas con el ritmo lento del cambio. Eso creará un
ambiente de apatía y más abstenciones en las elecciones. Eso es lo que quiere la
oposición.
Chávez ha defendido una alianza de “fuerzas patrióticas” en la próxima cita
electoral a gobernadores y alcaldes que se celebrará en octubre de este año, en la
que participará el PSUV, el Polo Patriótico (PPT) y el Partido Comunista de
Venezuela. El PSUV es un partido de masas con millones de militantes y seguidores
que quieren luchar por el socialismo. ¿Por qué necesita aliarse con el PPT que es un
partido muy pequeño con una política oportunista? Se podría decir que uno más
uno es igual a dos, pero dos hombres en un barco remando en direcciones
contrarias es igual a parálisis.
Los marxistas venezolanos apoyarán al PSUV y lucharán en el congreso por un
programa y política socialistas. Nos oponemos a las alianzas con partidos y
organizaciones que no luchan enérgicamente por el socialismo. Nos oponemos a
alianzas y bloques con la burguesía. Avisamos que esa política defendida por los
reformistas de conciliación con las fuerzas de la reacción no llevará a la
reconciliación nacional y la paz. Todo lo contrario, la política de colaboración de
clase desmotivará y desencantará a los activistas del Movimiento Bolivariano, que
son las tropas de choque de la revolución. Animará a las fuerzas
contrarrevolucionarias, que con cada paso atrás exigirá diez más. Esa es la manera
segura de perder las elecciones.

… Y cómo ganarlas

El presidente también dijo: “debemos encontrar alianzas para fortalecer el nuevo


bloque histórico, como solía denominarlo Gramsci. Sólo hace un año que ganamos
las elecciones con un 63% de los votos, más de siete millones de votantes.
Tenemos una base muy fuerte”.
Sí, hace un año más de siete millones votaron a Chávez y realmente es una base
muy fuerte. Pero la pregunta es la siguiente: ¿por qué casi tres millones de
personas no votaron en el referéndum constitucional? Dieterich dice: porque
Chávez ha ido demasiado lejos, demasiado rápido y por tanto debe desacelerar el
ritmo. Pero este argumento es falso de cabo a rabo.
La oposición no ganó el referéndum constitucional: lo perdieron los bolivarianos.
Después de esfuerzos sobrehumanos, la oposición sólo consiguió aumentar los
votos en aproximadamente 200.000, mientras que el voto chavista cayó en unos
tres millones. Eso no demuestra que se haya producido un giro hacia el “centro”
sino lo contrario, que existe una gran y creciente polarización entre las clases.
También demuestra que hay elementos de cansancio y desilusión en las masas que
son la base del movimiento bolivariano.
La derrota del referéndum constitucional fue una advertencia de que las masas se
comienzan a cansar de una situación en la que se habla interminablemente sobre
socialismo y revolución pero que no ha producido un cambio fundamental el sus
condiciones de vida. Las masas ha sido muy pacientes, pero su paciencia se agota.
La idea de que siempre seguirán a los dirigentes, esa idea falsa y peligrosa del
fatalismo revolucionario, ha demostrado ser totalmente falsa.
¡Todo lo contrario! Es el ritmo lento de la revolución lo que está provocando
desilusión entre una capa creciente de las masas. Para ellas, el problemas no es
que haya ido demasiado lejos y rápido, sino que ha ido demasiado lenta y no lo
suficiente lejos. Si esta desilusión continúa, llevará a la apatía y la desesperación.
Preparará la contraofensiva de las fuerzas de la reacción que puede minar la
revolución y preparar una derrota seria. Ha llegado el momento de cambiar las
palabras por la acción, de tomar medidas decisivas para desarmar a la
contrarrevolución y expropiar a la oligarquía.

¡El único camino, el socialismo!

¿Es inevitable la derrota? No, por supuesto que no. La revolución puede triunfar,
pero sólo con la condición de que el ala estalinista-reformista Dieterich sea
desenmascarada y derrotada políticamente. Hay que purgar el movimiento de
burócratas, arribistas y elementos burgueses, defender con firmeza un programa
socialista. Sólo triunfará con esa condición, de cualquier otra manera no.
Cuando Simón Bolívar levantó por primera vez la bandera de la rebelión contra el
poderoso Imperio español, para muchos parecía algo totalmente imposible. Sin
duda si Heinz Dieterich hubiera vivido en aquella época habría despreciado al
Libertador, como hace con los marxistas. Bolívar, comenzó con un pequeño puñado
de seguidores, pero finalmente triunfó, igual que Chávez, cuya causa al principio
parecía inútil, pero triunfó porque movilizó a las masas por la lucha contra la
oligarquía. La batalla no se ha terminado y la victoria no está garantizada. Nunca es
así. Pero una cosa está clara, la única manera de triunfar es despertar a las masas
a la lucha revolucionaria.
O la mayor de las victorias o la más terrible de las derrotas: estas son las únicas
dos alternativas que hay ante la revolución bolivariana. Aquellos que prometen un
camino fácil, el camino del compromiso de clase, en realidad juegan un papel
reaccionario, creando falsas esperanzas e ilusiones, desarmando a las masas frente
a las fuerzas contrarrevolucionarias que no tienen tales ilusiones y se preparan para
derrocar a Chávez tan pronto como lo permitan las condiciones. La única manera de
evitar este proceso es liquidando el poder económico de la oligarquía, expropiando
a los terratenientes, banqueros y capitalistas, introduciendo un plan socialista de
producción.
Dieterich y los reformistas dicen que actuar de esta manera sería provocar a los
imperialistas y reaccionarios. Eso es absurdo. Los imperialistas y reaccionarios han
demostrado con sus acciones que no necesitan ninguna provocación para actuar.
Están continuamente actuando para destruir la revolución. La idea de que cesarán
sus actos contrarrevolucionarios si “demostramos moderación” y conciliar con los
reaccionarios es una locura y muy peligrosa. Todo lo contrario, este
comportamiento sólo servirá para envalentonarles y animarles.
Por supuesto, aislada, la revolución venezolana en última instancia no puede
triunfar. Pero no estaría aislada mucho tiempo. Una Venezuela revolucionaria
debería hacer un llamamiento a los trabajadores y campesinos del resto de América
Latina para que sigan su dirección. Dadas las condiciones que existen en todo el
continente, este llamamiento no caería en oídos sordos. El ejemplo de un estado
obrero democrático en Venezuela tendría un impacto mayor que la Rusia de 1917.
Dada la enorme fuerza de la clase obrera y el callejón sin salida del capitalismo en
todas partes, los regímenes burgueses de América Latina caerían rápidamente,
creando las bases para la Federación Socialista de América Latina y, finalmente, el
socialismo mundial. Sobre la base de un plan común de producción y la
nacionalización de los bancos y monopolios bajo el control y gestión democrática de
los trabajadores, sería posible realmente unir las fuerzas productivas de todo el
continente, movilizando de este modo una fuerza productiva colosal. El desempleo
y la pobreza serían cosas del pasado.
La jornada laboral se podría reducir inmediatamente a 30 horas semanales sin
reducción salarial. Como una reforma para demostrar la superioridad de los
métodos socialistas, tendría consecuencias inmensas en todo el mundo. Pero lo que
es incluso más importante, como explicaba Lenin, es que daría el tiempo necesario
a toda la clase obrera para dirigir la industria y el Estado. Después un plan
socialista de producción, controlado de arriba abajo por la clase obrera, llevaría aun
aumento inmenso de la producción, a pesar de la reducción de horas. La ciencia y
la técnica, liberadas de las cadenas del beneficio privado las desarrollaría a un nivel
jamás visto.
La democracia ya no tendría su actual carácter restrictivo sino que se expresaría
en la administración democrática de la sociedad por parte de toda la población.
Sentaría las bases para un enorme florecimiento del arte, la ciencia y la cultura,
acercaría toda la rica herencia cultural de los pueblos de todo el continente. Eso es
lo que Engels denominó el salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino
de la libertad. Ese es el genuino socialismo del siglo XXI: la única alternativa para
la revolución venezolana.

El Che, ¿un icono?

Lenin en El Estado y la revolución escribió: “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo


que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los
pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la
liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten
a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el
odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias.
Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos,
por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para ‘consolar' y
engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina
revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”.
Después de su muerte, Guevara se convirtió en un icono de los movimientos
revolucionarios socialistas y una figura clave de la cultura pop moderna en todo el
mundo. La fotografía del Che de Alberto Korda se ha hecho famosa, aparece en
camisetas y pancartas de protesta en todo el mundo. De este modo, el Che se ha
convertido en un icono de nuestra época. Después de la muerte de Lenin, la
camarilla dirigente de Stalin y Zinoviev crearon un culto alrededor de su figura.
Contra los deseos de Krupskaya, su cuerpo fue embalsamado y expuesto al público
en el mausoleo de la Plaza Roja. Más tarde Krupskaya diría: “Durante toda su vida
Vladimir Ilych estuvo en contra de los iconos y ahora le han convertido a él en un
icono”.
En noviembre de 2005, la revista alemana Der Spiegel escribía sobre los
“revolucionarios pacíficos” de Europa a quienes describía como los herederos de
Gandhi y Guevara [!]. Es una absoluta farsa. Deberíamos crear la “Sociedad para la
protección del Che Guevara” frente a esas personas que no tienen nada que ver con
el marxismo, la lucha de clases o la revolución socialista y que desean pintar una
imagen completamente falsa del Che, como si fuera una especie de santo
revolucionario, un pequeño burgués romántico, un anarquista, un pacifista
gandhiano o alguna otra estupidez por el estilo.
Nuestra actitud hacia este extraordinario revolucionario es similar a la actitud que
tuvo Lenin hacia Rosa Luxemburgo. No ocultaba sus críticas a los errores de Rosa
Luxemburgo, pero Lenin tenía un gran concepto de Rosa Luxemburgo como
revolucionaria e internacionalista. Aquí está lo que escribió sobre Rosa para
defender su memoria contra los reformistas y mencheviques:
“A esto responderemos con una frase de una vieja fábula rusa: ‘Suele suceder que
las águilas vuelen más bajo que las gallinas, pero una gallina jamás puede
remontar vuelo como un águila'. Rosa Luxemburgo [...] a pesar de sus errores fue -
y para nosotros sigue siendo- un águila. Y no sólo los comunistas de todo el mundo
venerarán su memoria, sino que su biografía y sus obras completas (cuya
publicación los comunistas alemanes están demorando excesivamente, con la única
excusa parcial de las tremendas pérdidas que están sufriendo) serán manuales
útiles para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo.
‘Desde el 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia alemana es un cadáver
putrefacto': esa frase hará famoso el nombre de Rosa Luxemburgo en la historia
del movimiento obrero. Y desde luego, en el patio de atrás del movimiento obrero,
entre los montones de estiércol, las gallinas tipo Paul Levi, Scheidemann y Kautsky
cacarean en torno a los errores de la gran comunista”. (Lenin. Notas de un
periodista. Obras Completas. Vol. 33. p. 210. En la edición inglesa).

Sus primeros años

Ernesto Guevara de la Serna (14 de junio de 1928 - 9 de octubre de 1967),


conocido como Che Guevara, fue un marxista revolucionario, argentino de
nacimiento pero internacionalista hasta la médula. Sus antepasados, como de la
mayoría de la población de América Latina, eran muy variados. Guevara es la forma
castellanizada del vasco Gebara, que significa “de la provincia vasca de Araba
(Álava)”. Uno de los nombres de su familia, Lynch, era irlandés (la familia Lynch
fue una de las 14 tribus de Galway). ¡La mezcla de sangre irlandesa y vasca es
explosiva!
Nacido en el seno de una familia de clase media, no sufrió la pobreza ni el hambre
como otros muchos niños de América Latina. Pero sí padeció una mala salud. Su
naturaleza aventurera y espíritu rebelde estaban relacionados con el hecho de que
en su infancia había padecido una enfermedad asmática. Pasó toda su vida
intentando superar este problema poniéndose deliberadamente al límite. Su
inflexible determinación para remontar todas las dificultades también se podrían
achacar a esta circunstancia.
Sus instintos humanitarios le llevaron primero al terreno de la medicina y
consiguió hacerse médico. Su especialidad era la dermatología y estaba interesado
particularmente en la lepra. En aquel momento, sus horizontes no eran más
amplios que los de otros jóvenes de clase media: trabajar duro, graduarse en
medicina, conseguir un buen empleo, quizá realizar una investigación original en la
ciencia médica y un avance del conocimiento humano con algún descubrimiento
asombroso. En este período de su vida escribió:
“Cuando comencé a estudiar medicina, la mayoría de los conceptos que ahora
tengo como revolucionario estaban ausentes en mi arsenal de ideales. Quería
triunfar, como todos. Solía soñar con ser un investigador famoso, trabajar
incansablemente para conseguir algo que pudiera, indudablemente, ser puesto al
servicio de la humanidad, pero en aquella época todo era sobre el triunfo personal.
Yo era, como todos, un producto de mi entorno”.
Como la mayoría de los jóvenes, Ernesto amaba viajar. Estaba embargado por lo
que califican los alemanes como “Wanderlust” [NdT. Ganas de conocer mundo].
Escribió lo siguiente: “Ahora sé por una coincidencia increíble del destino, que estoy
destinado a viajar”. Lo lejos que viajaría y la dirección que emprendería aún era un
libro sellado para él. No hay duda de que habría sido un médico concienzudo, pero
el Wanderlust iba más con él. Tomó la carretera y no regresó a Argentina durante
muchos años. Su naturaleza aventurera le llevó a emprender un largo viaje en
motocicleta por toda Sudamérica.
El vínculo entre la medicina y sus ideales políticos surgió en un discurso que
pronunció en la leprosería de San Pablo en Perú, con ocasión de su veinticuatro
cumpleaños:
“Aunque somos demasiado insignificantes para ser portavoces de una causa tan
noble, creemos, y esta jornada sólo ha servido para confirmar esta creencia, que la
división de América en naciones inestables e ilusorias es una absoluta ficción. Sólo
somos una raza mestiza con similitudes etnográficas extraordinarias, desde México
hasta el Estrecho de Magallanes. Y así, en un intento de liberar todo el
provincialismo intolerante, propuse un brindis por Perú y una América unida”.
(Diario de una motocicleta. p. 135).

Primer despertar

Este viaje fue el principio de una prolongada odisea que lentamente le abrió los
ojos a la realidad del mundo en el que vivía. Por primera vez en su vida entró en
contacto directo con las masas empobrecidas y oprimidas del continente. Presenció
de primera mano las espantosas condiciones en las que vivía la mayoría de la
población. La pobreza tan terrible que existía en medio de toda la riqueza natural y
belleza de este maravilloso continente causó en su mente una impresión profunda.
Estas contradicciones conmovieron su naturaleza apasionada y sensible, le
hicieron meditar en sus causas. El Che siempre tuvo una mente viva e inquieta. Ese
mismo fervor intelectual que demostró en su estudio de la medicina, lo trasladó al
estudio de la sociedad. Las experiencias y observaciones que hizo durante sus
viajes dejaron en su conciencia una marca duradera.
De repente, todas sus tempranas ambiciones de avance personal parecían algo
pequeño y falto de interés. Al fin y al cabo, un médico puede curar a pacientes
individuales, pero ¿quién puede curar la enfermedad terrible de la pobreza, el
analfabetismo, la falta de techo y la opresión? No se puede curar el cáncer con una
aspirina, no se pueden curar las enfermedades subyacentes de la sociedad con
paliativos y paños calientes.
Poco a poco, en la mente de este joven maduró y se desarrolló una idea
revolucionaria. No se convirtió inmediatamente en un marxista. ¿Qué hizo? Pensó y
leyó mucho, una costumbre que no abandonaría hasta el final de su vida. Comenzó
a estudiar el marxismo. De manera lenta e imperceptible, pero con una
inevitabilidad inflexible, se convenció de que los problemas de las masas sólo se
podrían solucionar a través de métodos revolucionarios.

Guatemala

Su conversión al marxismo consciente recibió un impulso decisivo cuando llegó a


Guatemala para conocer las reformas implantadas por el presidente Jacobo Arbenz
Guzmán. En diciembre de 1953 el Che llegó a Guatemala, en este país Guzmán
encabezaba un gobierno reformista que intentaba llevar a cabo la reforma agraria y
acabar con el sistema latifundista.
Ya antes de llegar a Guatemala, Guevara ya era un revolucionario comprometido,
aunque sus ideas todavía estaban en una etapa de formación. Esta circunstancia se
puede ver en una carta escrita en Costa Rica el 10 de diciembre de 1953 en la que
dice: “En Guatemala me perfeccionará y lograré lo que me falta para ser un
auténtico revolucionario”. (Guevara Lynch, Ernesto. Aquí va un soldado de América.
Barcelona. Plaza y Janés Editores. 2000. p. 26).
Pero la United Fruit Company y la CIA tenían otras ideas. Organizaron un intento
de golpe de estado encabezado por Carlos Castillo Armas, con apoyo aéreo
norteamericano. Guevara, inmediatamente, se unió a la milicia armada organizada
por las Juventudes Comunistas, pero se sintió frustrado por la inacción del grupo.
Después del golpe, comenzaron las detenciones y el Che tuvo que buscar refugio en
el consulado argentino, donde permaneció hasta que recibió un salvoconducto.
Después decidió seguir su camino hacia México.
Su experiencia con el golpe apoyado por la CIA contra Arbenz, confirmaron sus
ideas y le llevaron a sacar algunas conclusiones. La mente del Che Guevara se
concentró en el papel de EEUU en América Latina. Era una potencia imperialista y
era el baluarte de todas las fuerzas reaccionarias en el continente. Cualquier
gobierno que intentara cambiar la sociedad, de modo inevitable, se enfrentaría a la
oposición implacable de un enemigo poderoso y despiadado.
Después del triunfo del golpe inspirado por la CIA, el Che tuvo que huir a México
donde, en 1956, se unió al revolucionario Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro,
que llevaba a cabo una lucha feroz contra la dictadura del general Fulgencio Batista
en Cuba. Los dos hombres parece que inmediatamente entablaron una buena
relación. Castro necesitaba hombres de confianza y el Che una organización y una
causa por la que luchar.
El Che había visto por sus propios ojos la funesta debilidad del reformismo y le
confirmó en su creencia de que el socialismo sólo se podía conseguir mediante la
lucha armada. Llegó a Ciudad de México a principios de septiembre de 1954 y entró
en contacto con exiliados cubanos que había conocido en Guatemala. En junio de
1955, se encontró por primera vez con Raúl Castro, y después con su hermano
Fidel, que había recibido la amnistía y salido de prisión en Cuba, donde le habían
encerrado después del fracaso del asalto al Cuartel de Moncada.
El Che, inmediatamente, se unió al Movimiento 26 de Julio que estaba
planificando derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Al principio, el Che se
suponía que cumpliría un papel médico, su mala salud (sufrió durante toda su vida
de asma) no sugerían que tuviera una constitución de combatiente. Sin embargo,
participó en el entrenamiento militar junto con los otros miembros del movimiento
y demostró su valía.

Granma
El 25 de noviembre de 1956, el yate crucero Granma zarpó de Tuxpan, Veracruz,
rumbo a Cuba, cargado de revolucionarios. Era un viejo barco y llevaba a más
personas de las que estaba permitido. Casi se hunde con el mal tiempo y muchos
de los pasajeros sufrieron mareos severos. Sólo fue el principio de sus problemas.
La expedición casi queda destruida al principio. Desembarcaron en el lugar
equivocado y se quedaron atascados en los pantanos. Fueron atacados por tropas
gubernamentales poco después de desembarcar y aproximadamente la mitad de los
rebeldes fueron asesinados o ejecutados después de ser capturados, sólo
sobrevivieron 15-20. Esta fuerza agotada y magullada de algún modo consiguió
reagruparse y escapar a las montañas de Sierra Maestra, desde donde iniciaron una
guerra de guerrillas contra la dictadura de Batista.
A pesar del revés inicial, los rebeldes consiguieron dar un golpe valiente que
resonó en los corazones y las mentes de las masas y, especialmente, de la
juventud. Sus filas mermadas se llenaron con nuevos reclutas, la guerra de
guerrillas se extendió por todo el este de Cuba. El Che participaba como médico,
pero en el fragor de la batalla tuvo que decidir si serviría mejor a la causa como
médico o como guerrillero. Y decidió:
“Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí el
dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario.
Tenía delante de mi una mochila llena de medicamentos y una caja de balas, las
dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la
mochila...”.
La fuerza principal de la rebelión residía en la debilidad crónica del viejo régimen,
internamente podrido de corrupción y decadencia. A pesar del apoyo, dinero y
armas del imperialismo norteamericano, Batista fue incapaz de detener el avance
de la revolución. Sus soldados estaban poco dispuestos a arriesgar sus vidas para
defender un régimen enfermo. Debilitados y desmoralizados por una serie de
emboscadas en las cimas de Sierra Maestra, en Guisa y en los claros de Cauto, el
ejército estaba totalmente desmoralizado cuando se lanzó la ofensiva final.
En esta campaña el Che se convirtió en comandante, consiguió reputación por su
coraje, bravura y habilidad militar. En ese momento ya era el segundo del propio
Fidel Castro. En los últimos días de diciembre de 1958, el comandante Guevara y su
columna de guerrilleros se dirigieron al oeste para el avance final hacia La Habana.
Esta columna llevó a cabo las tareas más peligrosas en el ataque decisivo a Santa
Clara. En un discurso pronunciado en Palma Soriano el 27 de diciembre de 1958,
Castro señaló la importancia de esta ofensiva:
“Establecimos nuestra línea defensiva en el río Cautillo. Teníamos rodeado Mapo
pero aún quedaba Palma. Aproximadamente había 300 soldados enemigos.
También estábamos ansiosos por tomar las armas que había en Palma, porque
cuando dejamos La Plata, en Sierra Maestra, debido a la última ofensiva, nos
quedamos con 25 soldados armados y 1.000 reclutas desarmados. Armamos a
estas tropas a lo largo del camino, les armamos durante el combate, pero en
realidad no terminamos totalmente de armarles hasta Palma”.
Las órdenes finales para el ejército rebelde fueron emitidas desde Palma el 1 de
enero de 1959. Pero el golpe final que acabó con la dictadura fue la huelga general
de los trabajadores de La Habana. Todo el edificio colapsó como un castillo de
naipes. Los generales de Batista intentaron negociar una paz separada con los
rebeldes. Cuando se enteró de esto, el dictador se dio cuenta de que el juego había
terminado y huyó a la República Dominicana el día de Año Nuevo de 1959.

En el poder

El viejo Estado burgués fue aplastado y se formó un nuevo poder, o más bien se
improvisó, sobre la base del ejército guerrillero. El poder pasó ahora a manos del
ejército guerrillero. Los marxistas de todo el mundo se alegraron del triunfo de la
Revolución Cubana. Fue un golpe duro para el imperialismo, el capitalismo y el
latifundismo en la puerta de atrás del estado imperialista más poderoso de la
historia. Dio esperanza a las masas oprimidas en todas partes. Pero tuvo lugar de
una manera diferente a la Revolución Rusa de octubre de 1917. No había soviets y
la clase obrera, aunque garantizó la victoria final de la revolución mediante una
huelga general, no jugó un papel de dirección.
Algunos defienden que este hecho es irrelevante, que cada revolución es
diferente, que no existe un modelo aplicable a todos los casos, y otras cosas por el
estilo. Hasta cierto punto es verdad. Toda revolución tiene sus propias
características concretas que corresponden con condiciones determinadas
diferentes, la correlación de fuerzas de clase, la historia y las tradiciones de los
distintos países. Pero esta observación no agota toda la cuestión.

“La dictadura del proletariado”

Marx explicaba que los trabajadores no sólo deben controlar el viejo aparato del
estado y utilizarlo para cambiar la sociedad, desarrolló también su teoría del poder
obrero en La guerra civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la
Asociación Internacional de Trabajadores 1871. ¿Cuál es la esencia de la teoría?
Marx explicaba que el viejo Estado no podía servir como un instrumento para
cambiar la sociedad. Debía ser destruido y sustituido por un nuevo poder estatal,
un estado obrero, que sería totalmente diferente de la vieja maquinaria estatal, “el
poder estatal centralizado, con sus órganos omnipresentes de ejército permanente,
policía, clero y judicatura”. Sería un semi-estado, por utilizar una expresión de
Marx, dedicado a su propia desaparición:
“La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio
universal en los diversos distritos de la ciudad. Eran responsables y revocables en
todo momento. La mayoría de sus miembros eran, naturalmente, obreros o
representantes reconocidos de la clase obrera. La Comuna no había de ser un
organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al
mismo tiempo. En vez de continuar siendo un instrumento del Gobierno central, la
policía fue despojada inmediatamente de sus atributos políticos y convertida en
instrumento de la Comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento. Lo
mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de la administración. Desde
los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían
devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación
de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos.
Los cargos públicos dejaron de ser propiedad privada de los testaferros del
Gobierno central. En manos de la Comuna se pusieron no solamente la
administración municipal, sino toda la iniciativa ejercida hasta entonces por el
Estado.
“Una vez suprimidos el ejército permanente y la policía, que eran los elementos
de la fuerza física del antiguo Gobierno, la Comuna tomó medidas inmediatamente
para destruir la fuerza espiritual de represión, el ‘poder de los curas', decretando la
separación de la Iglesia y el Estado y la expropiación de todas las iglesias como
corporaciones poseedoras. Los curas fueron devueltos al retiro de la vida privada, a
vivir de las limosnas de los fieles, como sus antecesores, los apóstoles. Todas las
instituciones de enseñanza fueron abiertas gratuitamente al pueblo y al mismo
tiempo emancipadas de toda intromisión de la Iglesia y del Estado. Así, no sólo se
ponía la enseñanza al alcance de todos, sino que la propia ciencia se redimía de las
trabas a que la tenían sujeta los prejuicios de clase y el poder del Gobierno”.
(Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la
Asociación Internacional de los Trabajadores).
Estas ideas no guardan ninguna relación con el régimen totalitario burocrático de
la Rusia estalinista donde el Estado era un monstruoso poder opresor situado por
encima de la sociedad. Incluso la palabra “dictadura” en la época de Marx tenía una
connotación totalmente diferente a la que hoy tiene. Después de la experiencia de
Stalin, Hitler, Mussolini, Franco y Pinochet, la palabra dictadura significa campos de
concentración, Gestapo y la KGB. Pero, en realidad, Marx tenía en mente la
dictadura de la República Romana, mediante la cual en un estado de excepción
(normalmente la guerra) los mecanismos habituales de la democracia
temporalmente se suspendían y un dictador gobernaban durante un tiempo
temporal con poderes excepcionales.
Lejos de un monstruo totalitario, la Comunica de París era una forma muy
democrática de gobierno popular. Era un estado construido que pretendía
desaparecer, un semi-estado, por utilizar la expresión de Engels. Lenin y los
bolcheviques modelaron el estado soviético en las mismas líneas tras la Revolución
de Octubre. Los trabajadores tomaron el poder a través de los soviets, que eran los
órganos más democráticos de representación popular que se han inventado jamás.
A pesar de las terribles condiciones de atraso que existían en Rusia, la clase
obrera disfrutaba de derechos democráticos. El programa del partido de 1919
especificaba lo siguiente: “todas las masas trabajadoras sin excepción deben ser
inducidas a tomar parte en el trabajo de la administración del Estado”. La dirección
de la economía planificada principalmente estaba en manos de los sindicatos. Este
documento fue traducido inmediatamente a todas las lenguas principales del mundo
y distribuido ampliamente. Sin embargo, cuando llegaron las purgas de 1936 fue
considerado un documento peligroso y todas las copias se eliminaron
silenciosamente de todas las bibliotecas y librerías de la URSS.
En cualquier revolución donde el papel dirigente no lo juega la clase obrera sino
otras fuerzas, inevitablemente fluyen determinadas situaciones. Siempre existe una
tendencia a que el Estado se eleve por encima del resto de la sociedad e incluso
que las personas más dedicadas puedan ser corrompidas o perder el contacto con
las masas en determinadas circunstancias. Por esa razón Lenin planteó sus famosas
cuatro condiciones para el poder obrero:
•1) Elecciones libres y democráticas con derecho a revocación de todos los
funcionarios.
•2) Ningún funcionario puede recibir un salario superior al de un trabajador
cualificado.
•3) No al ejército permanente sino el pueblo en armas.
•4) Gradualmente, todas las tareas de administración de la sociedad deben ser
hechas por todos a turnos (cuando todos son burócratas nadie es un burócrata).

Estas condiciones no eran un capricho o una idea arbitraria de Lenin. En una


economía nacionalizada planificada es absolutamente necesario garantizar el
máximo de participación de las masas en la dirección de la industria, la sociedad y
el Estado. Sin eso, inevitablemente aparecerán tendencias hacia el burocratismo, la
corrupción y la mala gestión, que, al final, pueden socavar y destruir la economía
planificada desde dentro. Eso es lo que ocurrió en la URSS. Los puntos planteados
por Lenin tienen importancia con relación a los acontecimientos en Cuba y en la
propia evolución del Che.

Ministro revolucionario

El Che ocupó varios puestos en la administración revolucionaria. Trabajó en el


Instituto Nacional de Reforma Agraria, fue presidente del Banco Nacional de Cuba,
cuando firmó los billetes con su apodo: “Che”. En todo este período, Guevara, se
negó a cobrar el salario oficial y recibió únicamente el bajo salario de comandante
del ejército.
Este es un pequeño detalle que nos dice mucho sobre el hombre. Decía que lo
hacía para dar “ejemplo revolucionario”. En realidad, seguía la letra del principio
establecido por Lenin en El Estado y la revolución, que ningún funcionario recibiera
un salario superior al de un trabajador cualificado. Era una medida antiburocrática.
Lenin, como Marx, era bien consciente del peligro del Estado elevándose sobre la
sociedad y que este peligro también existía en un estado obrero.
Tomando como punto de partida el análisis de Marx y Engels de la Comuna de
París, Lenin planteó cuatro puntos clave para luchar contra la burocracia en un
estado obrero en 1917 al que nos hemos referido anteriormente:
“Reduciremos a los funcionarios del Estado a ser simples ejecutores de nuestras
directivas, ‘inspectores y contables' responsables, amovibles y modestamente
retribuidos (en unión, naturalmente, de técnicos de todas clases, de todos los tipos
y grados): he ahí nuestra tarea proletaria, he ahí por dónde se puede y se debe
empezar al llevar a cabo la revolución proletaria”. (Lenin. El Estado y la revolución).
Durante los primeros meses de gobierno soviético, el salario de un Comisario del
Pueblo (incluido el mismo Lenin) sólo era dos veces el salario mínimo de
subsistencia para un ciudadano corriente. En los siguientes años, los precios y el
valor del rublo con frecuencia cambiaban muy rápidamente y los salarios se
alteraban de acuerdo con estas subidas. Algunas veces, las cifras eran asombrosas,
cientos de miles y millones de rublos. Pero incluso en esta condiciones, Lenin
garantizó que la relación entre los salarios más bajos y los más altos en las
organizaciones estatales no superaran el límite fijado, mientras vivió el diferencial
parece que nunca fue superior a 1:5.
Por supuesto, en unas condiciones de atraso, se tuvieron que hacer muchas
excepciones que representaban una amenaza de los principios de la Comuna de
París. Para convencer a los “especialistas burgueses” (spetsy) y que trabajaran
para el Estado soviético, era necesario pagarles salarios más elevados. Estas
medidas eran necesarias hasta que la clase obrera creara a su propia
intelectualidad. Además, se pagaban tipos especiales al “trabajador de choque” en
ciertas categorías fabriles y oficinas.
Sin embargo, estos acuerdos no se aplicaban a los comunistas. Estaba prohibido
estrictamente recibir más que un trabajador cualificado. Cualquier ingreso que
recibieran y que superara esa cifra debía ser pagado al partido. El presidente del
Consejo de Diputados del Pueblo recibía 500 rublos, comparables a los ingresos de
un trabajador cualificado. Cuando el gerente del Consejo de Diputados del Pueblo,
V. D. Bonch-Bruevich, pagó más a Lenin en mayo de 1918, recibió una “severa
reprimenda” por parte de Lenin, que lo describió como un aumento “ilegal”.
Debido al aislamiento de la revolución y la necesidad de emplear a especialistas y
técnicos burgueses, el diferencial aumentó para estos trabajadores, que podían
ganar un 50% más de lo que recibían los miembros del gobierno. Lenin denunció
esta situación como una “concesión burguesa” que debería reducirse lo antes
posible.
No sólo en la teoría, sino también en la práctica, el Che siguió principios
revolucionarios similares.

El Che contra el estalinismo

El Che Guevara era un revolucionario instintivo. Personalmente era incorruptible y


detestaba la burocracia, el arribismo y los privilegios. Tenía la moralidad austera y
puritana del luchador revolucionario. Por esa razón, le repelían las manifestaciones
de burocracia y servilismo que observaba después del triunfo de la revolución.
El Che con frecuencia expresó opiniones contrarias a las posiciones oficiales del
Partido Comunista de la Unión Soviética dirigido por Nikita Kruschev. Se opuso a la
“teoría” de coexistencia pacífica, no le gustaba la actitud servil de algunos cubanos
hacia Moscú y su ideología. Sobre todo, le repelían la burocracia, el arribismo y el
privilegio. Sus visitas a Rusia y Europa del Este le conmocionaron y profundizaron
su sentimiento de desilusión con el estalinismo. La burocracia, los privilegios y el
conformismo asfixiante le disgustaban hasta lo más profundo de su ser.
Cada vez era más crítico con la Unión Soviética y sus dirigentes. Por eso, al
principio, se inclinó hacia China en la disputa chino-soviética. Pero presentar al Che
como un maoísta es hacerle una injusticia. No hay razón para creer que se hubiera
sentido más cómodo en la China de Mao que en la Rusia de Kruschev. La razón por
la que parece que se inclinó sobre Chino fue que los chinos criticaron la decisión de
Moscú de retirar los misiles soviéticos de Cuba, un acto que el Che consideró una
traición.
Es imposible llegar a una clasificación cuidadosa del Che Guevara, tenía un
carácter complejo con un cerebro fértil que siempre a la búsqueda de la verdad. Los
dogmas del estalinismo eran la antítesis absoluta de su forma de pensamiento.
Rechazaba el servilismo burocrático y el conformismo, detestaba el privilegio de
cualquier tipo. Estas ideas le convirtieron en objeto de sospecha para los
dignatarios “comunistas” de Europa y el Bloque del Este. Los dirigentes estalinistas
del Partido Comunista Francés eran particularmente hostiles con él e incluso
lanzaron una campaña de calumnias contra el Che, describiéndole como un
“aventurero pequeño burgués”.

Ministro de Industria

Guevara más tarde sirvió como Ministro de Industria, en ese puesto tuvo que
hacer frente a los problemas de la edificación de una economía socialista planificada
en las condiciones difíciles que afrontaba la Revolución Cubana. Mi buen amigo y
compañero León Ferrer, el veterano trotskista cubano, trabajó con el Che en el
ministerio y mantuvo muchas discusiones con él sobre Trotsky y el trotskismo. Le
dio libros de Trotsky para que los leyera y mostró interés en ellos. Pero había un
punto que no entendía: “Trotsky escribe mucho sobre la burocracia, pero qué
significa”, León se lo explicó lo mejor que pudo después el Che dijo: “Sí, creo que
ya comprendo lo que quieres decir”.
Al día siguiente, el Che y León se reunieron para cortar caña de azúcar en los
campos. En medio de este trabajo matador, León vio un gran coche negro que
avanzaba lentamente por el campo. Se volvió al Ché y le dijo: “Comandante,
parece que tienes una visita”. El Che miró sorprendido y vio la limusina. Después su
cara mostró una sonrisa y le dijo a León: “¡Mira lo que va a suceder!”
El coche se detuvo y un funcionario sudoroso con traje y corbata se bajó y
comenzó a caminar hacia el Che. Antes de pudiera abrir la boca el Che le gritó:
“¿Qué hace aquí? ¡Fuera! ¡Aquí no queremos burócratas!” El funcionario
avergonzado regresó al coche y el Che se volvió hacia León y le dijo con una
sonrisa triunfal: “¡Ves!
Cuando el trotskista cubano fue detenido, el Che en persona intervino para
garantizar su liberación. (Más tarde dijo que había sido un error). También propuso
estudiar los escritos de León Trotsky, a quien consideraba como uno de los
marxistas no ortodoxos. Esta actitud es muy diferente a la postura de los
seguidores de Mao Tse Tung que describían a Trotsky como un
contrarrevolucionario y enemigo del socialismo.
Estas ideas las expresó el Che Guevara en una carta a Armando Hart Dávalos,
publicada en Cuba en diciembre de 1997 en Contracorriente Nº 9. La carta fue
escrita en Dar-es-Salaam, Tanzania, el 4 de diciembre de 1965, durante la
expedición africana del Che. En ella se expresa en términos muy críticos sobre la
filosofía soviética y el seguidismo servil de algunos cubanos:
“En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace
tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada
publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no
dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es
lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos.
“Si le das un vistazo a sus publicaciones [en Cuba] podrás ver la profusión de
autores soviéticos y franceses que tiene. Esto se debe a comodidad en la obtención
de traducciones y a seguidismo ideológico. Así no se da cultura marxista al pueblo,
a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no
es este el caso), pero insuficiente”.
Propone un plan extenso de formación política que incluye el estudio de las obras
completas de Marx, Engels, Lenin, Stalin y “y otros grandes marxistas. Nadie ha
leído nada de Rosa Luxemburgo, por ejemplo, quien tiene errores en su crítica de
Marx (tomo III) pero murió asesinada, y el instinto del imperialismo es superior al
nuestro en estos aspectos. Faltan también pensadores marxistas que luego se
salieron del carril, como Kautsky y Hilfering (no se escribe así) [el Che hace
referencia al marxista austríaco Rudolf Hilferding] que hicieron aportes y muchos
marxistas contemporáneos, no totalmente escolásticos”.
Y añade en broma: “y debía estar tu amigo Trotsky, que existió y escribió, según
parece”. Su interés en las ideas de Trotsky aumentaba en el mismo grado que se
desilusionaba con los regímenes burocráticos de Rusia y Europa del Este. El Che
Guevara era un lector ávido y en su última campaña en Bolivia llevaba muchos
libros con él. Entre ellos, significativamente, había libros de Trotsky: La revolución
permanente y Historia de la Revolución Rusa.
Dadas las condiciones extremadamente difíciles de la guerra de guerrillas en las
montañas y la jungla, un guerrillero sólo llevaba consigo lo que consideraba
absolutamente necesario. Esta circunstancia nos dice mucho sobre el pensamiento
del Che en esa época. No dudamos de que si hubiera vivido, habría girado hacia el
trotskismo y, en realidad, ya lo estaba haciendo poco antes de que su vida se
truncara.

La campaña contra el Che

El cuarenta aniversario del asesinato del Che Guevara ha sido la señal para una
campaña ruidosa en su contra. Los ataques al Che no sólo proceden de la derecha.
Hay ataques constantes de anarquistas, libertarios y todo tipo de “demócratas”. Las
críticas al Che de Regis de Bray son particularmente desagradables, ese miserable
renegado y cobarde, que jugó un papel pernicioso en la última campaña del Che en
Bolivia y que más tarde se convirtió en reformista y asesor de Mitterand, ahora es
un fiel servidor de la burguesía y el imperialismo.
Otros “intelectuales” como Jon Lee Anderson, que escribió un libro conocido sobre
el Che, Jorge Castañeda y Octavio paz se han unido al coro de renegados y
sinvergüenzas que compiten entre sí por “desmitificar” al Che, es decir, echar
basura sobre su memoria. Esta desagradable campaña de calumnias cuenta con el
apoyo de muchos en la “izquierda” de América Latina, que es sólo una indicación de
la degeneración de la intelectualidad “democrática” en el período de decadencia
senil del capitalismo.
El escritor Paul Breman, nos dice que el “culto moderno al Che” oscurece la obra
de los disidentes y lo que él cree es una “lucha social tremenda” que actualmente
se está realizando en Cuba. Sí hay una tremenda lucha social en Cuba, una lucha
entre la revolución y la contrarrevolución, una lucha entre los que desean defender
las conquistas de la revolución cubana y los que, bajo la falsa bandera de la
“democracia” quieren arrastrar a Cuba hacia la esclavitud capitalista, como ya ha
ocurrido en Rusia. En esta lucha no es posible ser neutral, y estos “intelectuales
demócratas” se han puesto abiertamente al lado de la contrarrevolución capitalista.
Otro de estos sinvergüenzas, el autor Christopher Hitchens, que antes se
consideraba como un socialista y seguidor de la Revolución Cubana, ahora, como
otros muchos en un tiempo amigos de Cuba, han cambiado de idea. Escribe lo
siguiente sobre el legado del Che Guevara: “La situación de icono del Che quedó
garantizada porque fracasó. Su historia fue la de la derrota y el aislamiento, y por
eso resulta tan seductor. Si hubiera vivido, el mito del Che hace mucho que ya
hubiese muerto.
No, mi amigo Che Guevara no ha muerto sino que está muy vivo, y será
recordado mucho después de que toda esta tribu miserable de fariseos burgueses
haya sido olvidada. Sí, el Che fue derrotado, pero al menos tuvo el coraje de
intentar luchar, y es mil veces mejor intentar luchar y caer honorablemente en la
batalla por una causa justa, que parlotear, quejarse y gimotear desde los márgenes
de la historia y hacer precisamente nada.

La cuestión de la violencia revolucionaria

La principal acusación contra el Che es que fue responsable de una represión


brutal innecesaria. ¿Cuáles son los hechos? Después del derrocamiento, al Che
Guevera se la asignó el papel de “fiscal supremo”, supervisando los juicios y
ejecuciones de cientos de criminales de guerra sospechosos del régimen anterior.
Como comandante de la prisión de La Cabaña, supervisó el juicio y la ejecución de
antiguos funcionarios del régimen de Batista y miembros del “Buró para la
Represión de las Actividades Comunistas” (una unidad policial secreta conocida por
su acrónimo español BRAC). Esta fue la excusa para una serie de ataques violentos
contra él por parte de los enemigos de la revolución. Hemos visto toda una serie de
artículos con títulos que hacen referencia al Che como un “carnicero” y otras cosas
por el estilo.
En su libro sobre el Che, Jon Lee Anderson escribe:
“Durante todo enero, sospechosos criminales de guerra fueron capturados y
llevados diariamente a La Cabaña. En su mayor parte, éstos no eran los altos
secuaces del antiguo régimen, la mayoría había escapado antes de que los rebeldes
asumieran el control de la ciudad y detenido el tráfico aéreo y marítimo, o
permanecían escondidos en las embajadas. La mayoría eran diputados, chivatos de
la base y torturadores policiales. Los juicios comenzaban a los ocho o nueve de la
noche, y con frecuencia, se llegaba a un veredicto a las dos o tres de la mañana.
Duque de Estrada, cuya tarea era conseguir pruebas, tomar testimonios y reparar
los juicios, también se sentaba con el Che, el ‘fiscal supremo', en el banco de
apelación, donde el Che tomaba la decisión final sobre el destino de los hombres”.
(Anderson, Jon Lee. Che Guevara: A Revolutionary Live. Nueva York. 1997. Grove
Press. pp. 386-387).
José Vilasuso, un fiscal que trabajó con Guevara, dijo que estos eran
“procedimientos ilegales” donde “se juzgaban los hechos sin ninguna consideración
con los principios judiciales generales”. Vilasuso describía un proceso donde “las
declaraciones del investigador constituían una prueba irrefutable de maldad” y
donde “había parientes de las víctimas del régimen anterior que fueron nombrados
como jurado del acusado”.
Solón de Atenas, que escribió la Constitución ateniense y sabía una o dos cosas
sobre las leyes, dijo lo siguiente: “Las leyes son semejantes a las telas de araña:
contienen lo débil y lo ligero, y son deshechas y traspasadas por lo fuerte y lo
poderoso”. La ley nunca ha sido superior a los intereses de clase que hay detrás de
ella. La burguesía se oculta detrás de la llamada imparcialidad de la ley para
enmascarar la dictadura de los grandes bancos y monopolios. Cuando ya no
conviene a sus intereses de clase, apartan a un lado estas leyes y ejercen
abiertamente la dictadura.
Las personas que fueron ejecutadas en La Cabaña eran, como reconoce la cita
anterior, conocidos seguidores de la dictadura de Batista que torturaron y
asesinaron a muchas personas sin juicio, informadores que espiaban a la población
y que fueron responsables de su encarcelamiento, tortura y muerte, y los propios
torturadores. Estas personas son las que fueron llevadas ante los pelotones
revolucionarios. ¿Se supone que debemos levantar con horror las manos por esto?
¿Se supone que debemos conmocionarnos cuando la revolución ajusta las cuentas
con sus enemigos?
Los mismos fariseos de clase media que gimotean por estas ejecuciones son los
que apoyan la “reconciliación y paz” en lugares como Chile, Argentina o Sudáfrica.
Son los autores de la obscena farsa de “comisiones de la verdad” donde los
asesinos y los torturadores se reúnen cara a cara con sus víctimas, con las viudas y
huérfanos, con personas que sufrieron torturas indescriptibles o años de prisión por
sus ideas. Al final, se supone que deben reconciliarse y estar “en paz”. Sí, ¿cómo
los muchos otros que están “en paz” en fosas anónimas o en el fondo del Río de la
Plata con las manos destrozadas?
Esta paz y reconciliación no es otra cosa que un engaño cruel y las llamadas
comisiones de la verdad una evasión cobarde de la verdad: nunca puede haber paz
y reconciliación entre los asesinos y los torturadores, con sus víctimas que piden
justicia incluso desde la tumba. Es absolutamente intolerable que hoy conocidos
asesinos y torturadores caminen por las calles de Santiago, Buenos Aires y
Johannesburgo, y sus víctimas obligadas a vivir con este hecho. En España, los
reformistas y los estalinistas suscribieron un vergonzoso fraude llamado
“transición”. Los carniceros fascistas responsables de la muerte de más de un
millón de personas quedaron sin castigo por ello. Los reformistas en Chine y en
otras partes siguieron este ejemplo.
¿Es algo bueno permitir a Pinochet morir tranquilamente de viejo en su cama?
¿No habría sido más justo que este carnicero de masas hubiese sido juzgado por las
familias de sus víctimas? Los fariseos dicen ¡una violación de los principios de la
legalidad! Nosotros respondemos: ¡un acto de justicia revolucionaria! Predicar el
amor y la reconciliación en medio de la lucha de clases es una forma de crimen,
siempre se espera que el débil y el indefenso muestren amor y olvido, mientras que
el rico y el poderoso siempre escapan a las consecuencias de sus crímenes.
El Che Guevara fue un humanitario que tenía un profundo amor por los pobres y
los oprimidos y, por consiguiente, sentía un profundo odio hacia los opresores y
explotadores. Escribió lo siguiente:
“El odio es un elemento de lucha, el odio implacable del enemigo que nos impulsa
a ir más allá de los límites naturales de los hombres y transformarnos en máquinas
efectivas, violentas, selectivas y asesinos fríos. Nuestros soldados deben ser así,
una persona sin odio no puede derrotar a un enemigo brutal”.
¿Palabras crueles? Sí, pero la lucha de clases es cruel y las consecuencias de la
derrota son mortíferas. Cuba está sólo a 90 millas de la nación imperialista más
poderosa de la tierra. Poco después de estos acontecimientos el imperialismo
norteamericano organizó una invasión con la ayuda de los agentes de Batista que el
Che no consiguió llevar ante los pelotones de fusilamiento.

La hipocresía de los imperialistas

Los ataques de los enemigos de la revolución están motivados por el rencor y la


hipocresía. Una revolución tiene que defenderse de sus enemigos, tanto internos
como externos. Una revolución, que por su propia naturaleza derriba todas las
viejas leyes, reglas y regulaciones, no se puede esperar que opere bajo la base de
la legalidad burguesa. Tiene que inventar nuevas leyes y una nueva legalidad, y la
única ley que conoce es la inventada hace mucho por Cicerón: salus populi suprema
lex est (la salvación del pueblo es la ley suprema). Para los revolucionarios, la
salvación de la revolución es la ley suprema. La idea de que una revolución debe
bailar el minueto de la legalidad burguesa es sólo una estupidez.
A lo largo de la historia, ha habido muchos levantamientos de los oprimidos
desamparados contra sus amos. Los anales de la historia humana están llenos de
rebeliones esclavas derrotadas y tragedias similares. En cada caso, encontramos
que los esclavos fueron derrotados porque no mostraron suficiente determinación y
fueron demasiado suaves y confiados, mientras que la clase dominante siempre
está dispuesta a emplear los métodos más brutales y sangrientos para mantener su
dominio de clase.
La historia está repleta de ejemplos de la brutalidad de la clase dominante.
Después de la derrota de Espartaco, los romanos crucificaron a miles de esclavos a
lo largo de la Vía Apia. En junio de 1848, el general Cavaignac había prometido
perdón y masacró a los trabajadores. El burgués Thiers había jurado la ley y dio al
ejército carta blanca para la masacre. Después de la derrota de la Comuna, los
carniceros de Versalles se vengaron de manera terrible de los proletarios de parís.
Lissagaray (Historia de la Comuna de París de 1871 escribe lo siguiente:
“Las masacres masivas duraron hasta los primeros días de junio y las ejecuciones
sumarísimas hasta mediados de ese mes. Durante un largo período, en el Bois de
Boulogne se representaban dramas misteriosos. Nunca se conocerán el número
exacto de víctimas de la Semana Sangrienta. El jefe de la justicia militar admitió
17.000 ejecutados, el consejo municipal de París pagó los gastos de enterramiento
de 17.000 cadáveres, pero un gran número fueron asesinados fuera de París o
quemados. No es una exageración decir que por lo menos fueron 20.000.
“Muchos campos de batalla han registrado más muertes, pero al menos éstos han
caído en el fragor del combate. El siglo no ha presenciado una carnicería de esta
magnitud después de la batalla, no hay nada igual en a historia de nuestras guerras
civiles. El día de San Bartolomé, junio de 1848, el 2 de diciembre, formarían sino
un episodio de las masacres de mayo. Incluso los grandes ejecutadores de Roma y
de los tiempos modernos palidecen ante el Duque de Magenta. Las hecatombes de
las victorias asiáticas, sólo las fiestas de Dahomey podrían dar alguna idea de esta
matanza de proletarios”.
Hay otros muchos más ejemplos recientes. Después del derrocamiento del
gobierno elegido democráticamente de Arbenz, los gobernantes de Guatemala
desataron una guerra genocida sangrienta contra su propio pueblo con la ayuda de
la CIA. Pinochet asesinó y torturó a decenas de miles. En Argentina, con la Junta
hubo una gran carnicería. En el caso de Cuba, el títere norteamericano Batista,
asesinó y torturó a innumerables opositores.
Todo forma parte del registro histórico. Los llamados demócratas en EEUU y en la
Unión Europea pretenden estar conmocionados ante la violencia revolucionaria de
la Revolución Cubana contra sus enemigos, pero estas mismas personas están
dispuestas a cerrar los ojos ante los crímenes de los déspotas
contrarrevolucionarios que eran amigos del imperialismo norteamericano. Como
dijo el presidente Franklin D. Roosevelt sobre el dictador nicaragüense Somoza: “Es
un hipo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.

Bahía de Cochinos

La burguesía aborda la cuestión de la violencia desde un punto de vista de clase y


práctico. La clase obrera también debería hacerlo. La idea de que es posible
derrotar al enemigo de clase dándoles lecciones de moralidad es algo ingenuo e
insensato. La verdadera razón de los lamentos hipócritas de escándalo moral contra
las revoluciones cubana (y rusa) es que aquí al menos los esclavos lucharon contra
los esclavistas, pero ganaron.
Al principio, Castro no planteó una perspectiva socialista y no nacionalizó nada. El
Che, por otro lado, insistía en que la revolución cubana debía ser una revolución
socialista. La revolución pronto entró en conflicto con el imperialismo
estadounidense, que intentó sabotear sus intentos de poner en práctica la reforma
agraria y otras medidas destinadas a mejorar las condiciones de vida de las masas.
Las grandes empresas norteamericanas intentaron sabotear la economía cubana.
Castro respondió con la nacionalización de toda la propiedad estadounidense en
Cuba. La revolución cruzó el Rubicón. Había expropiado a los terratenientes y
capitalistas, colisionado con Washington.
Era la confirmación absoluta de la teoría de la revolución permanente de Trotsky,
una teoría en la que estaba interesado el Che y se llevó con él una copia del libro
en su última expedición a Bolivia. Trotsky explica que en las condiciones modernas,
las tareas de la revolución democrático burguesa en los países coloniales y ex -
coloniales no las puede realizar la burguesía, que sólo se pueden conseguir a través
de la expropiación de los terratenientes y capitalistas, y con el comienzo de la
transformación socialista de la sociedad.
Los “demócratas” imperialistas respondieron organizando una invasión de Cuba.
La CIA armó y entrenó a mercenarios cubanos, dispuestos a efectuar el
derrocamiento violento del gobierno revolucionario. La revolución se defendió,
movilizando y armando a los trabajadores y campesinos. Las fuerzas imperialistas
fueron derrotadas en la Bahía de Cochinos, era la primera vez que el imperialismo
sufría una derrota militar en América Latina. La revolución había triunfado.
Si los reaccionarios hubieran conseguido recuperar el poder, ¿qué habrían hecho?
¿Habrían invitado a los trabajadores y campesinos cubanos a unirse con ellos en
una celebración universal de hermandad y reconciliación? ¿Habrían creado una
comisión de la verdad e invitado al Che y Fidel Castro a participar? Habrían llenado
no una Cabaña, sino cien, con sus víctimas. Sólo un ciego no comprendería este
hecho, pero no hay más ciego que el que no quiere ver.

El Che y la revolución mundial

La Revolución Cubana estaba en peligro. ¿Cómo se podía salvar? El Che Guevara


tenía la idea correcta, y se encaminaba en la dirección correcta antes de que su
joven vida acabara de manera brutal. Se opuso radicalmente a la burocracia, la
corrupción y los privilegios, que hoy son la mayor amenaza para la Revolución
Cubana y, si no se corrigen, prepararán el camino para la restauración capitalista.
Sobre todo, comprendía que la única manera de preservar la Revolución Cubana
era extendiendo la revolución socialista al resto del mundo, comenzando con
América Latina.
Sus discursos contra la burocracia y sus críticas de la Unión Soviética eran más
abiertos en la medida que crecía la influencia de la Unión Soviética en Cuba. En
general, cada vez era más escéptico con la Unión Soviética. Públicamente, acusó a
Moscú de traicionar la revolución colonial. En febrero de 1965, el Che hizo lo que se
convertiría en su última aparición en la escena internacional cuando pronunció un
discurso en el Segundo Seminario Económico sobre Solidaridad Afro-asiática en
Argel. En el curso de su discurso declaró:
“No hay fronteras en esta lucha a muerte. No podemos permanecer indiferentes
frente a lo que ocurre en cualquier parte del mundo. Una victoria en cualquier país
contra el imperialismo es nuestra victoria, como una derrota en un país es nuestra
derrota”. Y continúa: “Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su
complicidad tácita con los países explotadores de Occidente”.
Era una condena muy explícita de la política de coexistencia pacífica aplicada por
Moscú. Consideraba que la retirada de los misiles soviéticos del territorio cubano sin
consultar a Castro era una traición. Apoyó de forma entusiasta al pueblo vietnamita
en su guerra de liberación contra el imperialismo norteamericano. Llamó a los
pueblos oprimidos de otros países a que tomaran las armas y crearan “cien
Vietnam”. Estas palabras horrorizaban a Kruschev y a la burocracia moscovita.
En su mente maduraba lentamente la idea de que la única forma de salvar la
revolución cubana era extiendo la revolución a escala mundial. Esta idea era
fundamentalmente correcta. El aislamiento de la Revolución Cubana era la mayor
amenaza para su supervivencia. El Che no era un hombre que siguiera una idea
para dejarla sobre el papel, decidió ponerla en acción. El Che Guevara abandonó
Cuba en 1965 para participar en las luchas revolucionarias en África. Primero fue a
Congo-Kinshasa, aunque su paradero permaneció en secreto durante los dos años
siguientes.
El Che escribió una carta en la que reafirmaba su solidaridad con la Revolución
Cubana pero declaró su intención de abandonar Cuba e ir al extranjero a luchar por
la causa de la revolución. Decía lo siguiente “Otras naciones del mundo requieren
mis modestos servicios” y, por tanto, decidió ir y luchar como un guerrillero “en
nuevos campos de batalla”. Para no perjudicar al gobierno cubano y dar excusas a
los imperialistas para que atacaran Cuba, anunció su dimisión de todos sus cargos
en el gobierno, en el partido y en las fuerzas armadas, renunció a su ciudadanía
cubana que le había sido concedida en 1959 como reconocimiento a sus esfuerzos
en nombre de la revolución.

“Esta es la historia de un fracaso”

En aquel momento África estaba en una situación de fermento. Los colonialistas


franceses habían sido expulsados de Argelia y los imperialistas belgas habían tenido
que abandonar el Congo. Pero los imperialistas estaban organizando una acción
obstinada en la retaguardia en alianza con el régimen del apartheid sudafricano y
elementos reaccionarios de diferentes países. En juego estaba la inmensa riqueza
mineral de África, también era el principal campo de batalla entre la Unión Soviética
y EEUU.
El Che llegó a la conclusión de que ese era el mejor lugar para luchar. Ben Bella,
presidente de Argelia, había mantenido discusiones con Guevara y dijo: “La
situación que domina África, que parecía tener un enorme potencial revolucionario,
hizo que el Che llegara a la conclusión de que África era el eslabón débil del
imperialismo. Decidió que debía dedicar sus esfuerzos a África”.
El Congo acababa de conseguir la independencia, los imperialistas belgas y
franceses sabotearon el gobierno de izquierdas de Patrice Lumumba creando un
caos que sirviera de pretexto para una intervención militar. Con la colaboración
activa de la CIA, los reaccionarios encabezados por Mobutu asesinaron a Lumumba
y tomaron el poder en Leopoldville (Kinshasa). Los seguidores de Lumumba
iniciaron una guerra de guerrillas. La operación cubana se llevó a cabo con el apoyo
de los rebeldes al mando de Laurent Kabila. De modo asombroso, Guevara a sus 37
años de edad no tenía una formación miltar formal (su asma le impidió cumplir el
servicio militar en Argentina), pero tenía la experiencia de la Revolución Cubana y
eso era suficiente. De la misma forma, Trotsky tampoco tenía formación militar
cuando formó el Ejército Rojo, pero los soldados rojos, armados con el fervor
revolucionario, derrotaron a los ejércitos extranjeros lanzados contra ellos.
Napoleón dijo hace mucho que en la guerra la moral siempre es el factor decisivo.
Sin embargo, el Che rápidamente se desilusionó de sus aliados congoleños. Tenía
poca consideración por la capacidad de Kabila. “Nada me hace creer que es el
hombre de la hora” escribía. Los revolucionarios rusos y cubanos luchaban por una
causa en la que creían. Pero en el Congo, la lucha antiimperialista se mezclaba con
las divisiones tribales, ambiciones personales y corrupción. Este hecho se pudo ver
en los acontecimientos posteriores. En mayo de 1997, Laurent Kabila derrocó a
Mobutu y se convirtió en presidente de la República Democrática de El Congo. En
ese puesto, en el que estuvo hasta su asesinato en 2001, se comportó como un
tirano corrupto. Fue sucedido en la presidencia por su hijo, igualmente corrupto,
Joseph Kabila.
La CIA y los mercenarios sudafricanos trabajaban con las fuerzas de Mobutu para
derrotar a los rebeldes. Pronto se dieron cuenta de que luchaban contra un
enemigo muy serio, aunque al principio no conocían la presencia del Che. Sin
embargo, la CIA alerto de su presencia a los sudafricanos. En Diario de El Congo, el
Che habla de la incompetencia, estupidez y luchas internas en las fuerzas
congoleñas locales. Esa fue la principal razón del fracaso de la revuelta, sin la
ayuda cubana habría sido derrotada mucho antes.
Después de siete meses de frustraciones, sufriendo de asma, disentería y
desilusionado con sus aliados, el Che abandonó el Congo con los supervivientes de
su fuerza de afro-cubanos. Más tarde, cuando escribía sobre su misión en el Congo,
declaró con amargura: “Es la historia de un fracaso”.

Bolivia

Después del fracaso en África, el Che decidió intentar abrir un nuevo frente
revolucionario en América Latina. Parece que eligió Bolivia por su situación
estratégica, un país fronterizo con varios países importantes, incluido Argentina.
Adoptó el disfraz de un empresario uruguayo con gafas gruesas y cabeza rapada.
Era tan perfecto que cuando dio el adiós final a su pequeña hija ella no le
reconoció. Sin embargo, no eran tan fácil engañar a los imperialistas.
El Che cometió un error al intentar organizar una guerra de guerrillas en Bolivia,
un país con una poderosa clase obrera con grandes tradiciones revolucionarias.
Calculó mal en varias de los terrenos. Esperaba enfrentarse a un ejército boliviano
escasamente formado y equipado. Pero, como ya hemos señalado, los imperialistas
aprendieron la lección en Cuba y estaban preparados. El Che murió sólo once
meses después del inicio de la operación guerrillera. Sólo cinco hombres
consiguieron escapar de la trampa preparada para ellos por el ejército boliviano y
sus “asesores” norteamericanos.
Leer hoy el Diario de Bolivia del Che es una experiencia conmovedora y trágica.
Los sufrimientos físicos y mentales de este pequeño grupo de hombres son
indescriptibles. Su destino final es desgarrador. Estableció su base en la jungla de
la remota región de Ñancahuazú. Pero construir un ejército guerrillero en estas
condiciones demostró ser extremadamente difícil, como muestra su diario boliviano.
Comenzar la revolución en las junglas de Bolivia era desde el principio una aventura
imposible. La fuerza guerrillera era aproximadamente era sólo de unos cincuenta.
Sufrieron unas enormes dificultades a la hora de reclutar entre la población local,
que ni siquiera hablaba español. Las guerrillas habían aprendido quechua, pero el
idioma local era el tupí-guaraní.
A pesar de todo, las guerrillas demostraron un tremendo valor y determinación,
consiguieron varios éxitos tempranos contra los soldados regulares bolivianos en
las montañas Camiri. Sin embargo, en septiembre, el ejército consiguió eliminar a
dos grupos guerrilleros, asesinando a uno de los dirigentes. Desde este momento,
luchaban una batalla que estaba perdida de antemano. Además, según seguía la
campaña, la salud del Che se deterioraba. Sufría unos ataques de asma severos y
debilitantes.
Las autoridades bolivianas finalmente alertadas sobre la presencia de Guevara
cuando las fotografías tomadas por los rebeldes cayeron en sus manos tras un
enfrentamiento con el ejército boliviano en marzo de 1967. Dicen que después de
verlas, el presidente René Barrientos exclamó que quería la cabeza de Guevara en
una pica en el centro de La Paz. Aquí tenemos una auténtica expresión del
pacifismo humanitario de la burguesía: las mismas personas que critican a los
revolucionarios por la violencia.
A pesar de los intentos de presentarle como un monstruo sanguinario (¿qué
dirigente revolucionario no ha sido presentado así?), el Che en realidad era una
persona muy humanitaria. En un pasaje conmovedor de su Diario de Bolivia,
recuerda el momento en que pudo disparar a un joven soldado pero le fue
imposible apretar el gatillo.
¡Esta no es la conducta de un hombre cruel y sanguinario! El Che personalmente
dio tratamiento médico a los soldados bolivianos heridos hechos prisioneros por las
guerrillas y después les dejaba libres. Este comportamiento humano contrasta con
el tratamiento brutal que él mismo recibió cuando cayó en manos del ejército
boliviano. Incluso se dice que, cuando fue capturado, se ofreció a tratar a algunos
soldados bolivianos heridos en combate. El oficial boliviano al cargo rechazó este
ofrecimiento.

Traición estalinista

Los hombres del Che se enfrentaron a innumerables obstáculos, no sólo el idioma,


el clima (casi siempre llovía) y el terreno. Bajo la dirección pro-estalinista de
Moscú, Mario Monje, del Partido Comunista Boliviano, era tremendamente hostil a
Guevara y le molestaba su presencia en Bolivia. Los estalinistas bolivianos se
negaron a cumplir sus compromisos con las guerrillas, decían que no existían
condiciones para iniciar una ofensiva revolucionaria en Bolivia. Fidel Castro, en su
introducción al Diario de Bolivia del Che, respondía muy bien a esta idea:
“Es notable, como se verá en el Diario, que uno de esos especímenes
revolucionarios que ya van siendo típicos en América Latina, Mario Monje,
esgrimiendo el título de Secretario del Partido Comunista de Bolivia, pretendió
discutirle al Che la jefatura política y militar del movimiento. Y puesto que alegó,
además, el propósito de renunciar previamente para ello a su cargo partidista, a su
juicio, por lo visto, le bastaba el título de haberlo sido para reclamar tal
prerrogativa.
“Mario Monje, por supuesto, no tenía ninguna experiencia guerrillera ni había
librado jamás un combate, sin que por otro lado su autoconceptuación de
comunista lo obligase siquiera a prescindir del grosero y mundano chovinismo que
ya habían logrado superar los próceres que lucharon por la primera independencia.
“Con semejante concepto de lo que debe ser la lucha antiimperialista en este
continente, tales ‘jefes comunistas' no han rebasado siquiera el nivel
internacionalista de las tribus aborígenes que sojuzgaron los colonizadores
europeos en la época de la conquista.
“Así, el jefe del Partido Comunista de un país que se llama Bolivia, y su capital
histórica, Sucre, en honor de sus primeros libertadores que eran venezolanos uno y
otro, que tuvo la posibilidad de contar para la definitiva liberación de su pueblo con
la cooperación del talento político, organizador y militar de un verdadero titán
revolucionario, cuya causa por demás no se limitaba a las fronteras estrechas,
artificiales e incluso injustas de ese país, no hizo otra cosa que entrar en
vergonzosos, ridículos e inmerecidos reclamos de mando”. (Ernesto Che Guevara.
Diario de Bolivia. Una introducción necesaria por Fidel Castro).
Y Castro continúa con su devastadora acusación de Monje y los dirigentes del PC
boliviano:
“Pero Monje, no satisfecho del resultado, se dedicó a sabotear el movimiento,
interceptando en La Paz a militantes comunistas bien entrenados que iban a unirse
a las guerrillas. Estos hechos demuestran cómo existen en las filas revolucionarias
hombres bien dotados de todas las condiciones necesarias para la lucha, cuyo
desarrollo es criminalmente frustrado por dirigentes incapaces, charlatanes y
maniobreros”. (Ibíd.,)
“A finales de enero el Che escribía en su diario:
“Como lo esperaba, la actitud de Monje fue evasiva en el primer momento y
traidora después.
“Ya el partido está haciendo armas contra nosotros y no sé donde llegará, pero
eso no nos frenará y quizás, a la larga, se beneficioso (casi estoy seguro de ello).
La gente más honesta y combativa estará con nosotros, aunque pasen por crisis de
conciencia más o menos graves.
“Guevara, hasta ahora, ha respondido bien. Veremos cómo se portan él y su
gente en el futuro.
“Tania partió pero los argentinos no han dado señales de vida, ni ella tampoco.
Ahora comienza la etapa propiamente guerrillera y probaremos la tropa; el tiempo
dirá qué da y cuales son las perspectivas de la revolución boliviana.
“De todo lo previsto, lo que más lentamente anduvo fue la incorporación de
combatientes bolivianos”. (Ibíd.,)
Aquellos militantes del partido que se unieron o apoyaron al Che Guevara lo
hicieron en contra de los deseos de la dirección del partido. El Diario de Bolivia del
Che, muestra cómo los problemas con el Partido Comunista Boliviano llevaron a que
las guerrillas tuvieran una fuerza significativamente más pequeña de lo que al
principio se pensaba. Este hecho supuso un golpe mortal para las oportunidades de
éxito de la guerrilla.

Regis Drebray

Un papel lamentable en toda esta situación lo jugó Regis Debray, un hombre que
posteriormente hizo carrera explotando su supuesta relación con el Che Guevara.
Con frecuencia se afirma que él “luchó con el Che en Bolivia” y que fue “camarada
del Che”. Es completamente falso. Debray nunca luchó y, en realidad, provocó
serios problemas a las guerrillas. El Che le consideraba un intelectual pequeño
burgués con merecido desprecio. Su diario contiene frecuentes referencias a esta
“compañía de viaje” no bienvenida y ninguna de ellas es halagadora.
Debray el pintor argentino Ciro Bustos, aparecieron en el campamento del Che
como turistas revolucionarios y no provocaron nada más que problemas. Se supone
que ayudarían a desarrollar los contactos con el mundo exterior. Al final,
consiguieron hacer mucha publicidad de sí mismos a costa de las guerrillas. El
diario demuestra que el Che sospechó de Debray desde el principio:
“El francés planteó con demasiada vehemencia lo útil que podría ser fuera”.
(Ibíd.,)
Las sospechas del Che pronto estuvieron justificadas. Incapaz de tolerar las duras
condiciones insistieron al Che que les permitiera salir. Pronto fueron capturados por
el ejército y le dieron información que era incalculable para la caza de los rebeldes.
Bustos traicionó a las guerrillas y se convirtió en un vulgar informador. Incluso
entregó fotografía para que el ejército pudiera reconocerlos. El juicio a Regis
Debray atrajo la atención de los medios de comunicación mundiales, pero desvió la
atención de las guerras que eran las que realmente estaban luchando. Este juicio
sin duda avergonzó al gobierno boliviano, pero también endureció su actitud hacia
las guerrillas. Es posible que una de las razones por las que Barrientos decidió
asesinar a Guevara fuera el evitar una repetición del circo mediático que provocó
este juicio.

El capítulo final

Barrientos ordenó al ejército boliviano capturar a Guevara. Pero sólo seguía las
órdenes de sus jefes en Washington, que hacía mucho habían puesto precio a la
cabeza de su enemigo más odiado. Tan pronto como Washington descubrió su
localización, enviaron a la CIA y a las fuerzas especiales a Bolivia que se
encargaron de la operación.
Los asesores norteamericanos llegaron el 29 de abril y formaron un programa de
entrenamiento contra la insurgencia que duraba 19 semanas para el 2º Regimiento
de Exploradores bolivianos. El curso intensivo incluía formación en armamento,
combate individual, tácticas de pelotón y escuadrón, patrulla y contrainsurgencia. El
ejército boliviano fue entrenado y armado por asesores norteamericanos y las
fuerzas especiales. Incluía también el recién creado batallón de exploradores con
formación especial en operaciones en la selva.
Desde finales de septiembre, el enemigo seguía sus pasos. Las fuerzas especiales
bolivianas fueron avisadas por un informador de la localización del campamento
guerrillero de Guevara. Lo rodearon el 8 de octubre y el Che fue capturado después
de una breve escaramuza. Cuando las fuerzas bolivianas se acercaron a él, se
supone que gritó: “¡No disparéis! Soy el Che Guevara y se supone que valgo más
vivo que muerto”. Con estas palabras sólo pretenden presentarle como un cobarde.
Es otra de las calumnias utilizadas por los reaccionarios para intentar ennegrecer la
memoria de este hombre, que siempre demostró un gran valor y absoluta
indiferencia hacia su seguridad personal.
Barrientos no perdió el tiempo y ordenó la ejecución del Che Guevara. Emitió la
orden tan pronto como fue informado de su captura. No quería malgastar el tiempo
en sutilizas legales. Lo hico con pleno conocimiento y consentimiento de los
“demócratas” de Washington. Ninguno de ellos quería correr el riesgo de un juicio
donde el Che Guevara pudiera defenderse y, como sería inevitable, pasara a la
contraofensiva, denunciando las injusticias sociales que justificaban su lucha. ¡No!
Esta voz debía ser silenciada de una vez por todas.
En enero de 1919, en Berlín, los Junkers capturaron a Rosa Luxemburgo y Karl
Liebknecht, tampoco tenían intención de permitirles llegar a un tribular. No
consultaron su libro de leyes antes de machacar sus cabezas. El Che Guevara fue
llevado a una escuela en ruinas en la aldea cercada de La Higuera, donde
permaneció prisionero toda la noche. ¡Qué pensamientos pasarían por su cabeza en
esa última noche terrible cuando estaba solo como un cordero entre lobos
hambrientos! ¡Solo y aislado del mundo, de su familia, amigos y compañeros,
esperando el amanecer y la muerte inevitable!
A primera hora de la mañana sacaron al Che Guevara de la escuela. A la 1,10 de
la tarde del 9 de octubre de 1967 fue ejecutado por Mario Teran, un sargento del
ejército boliviano. Para intentar ocultar que había sido ejecutado a sangre fría,
recibió múltiples disparos en las piernas para simular heridas de combate. Antes de
su ejecución dijo lo siguiente al verdugo: “Se que estás aquí para matarme. Dispara
cobarde, sólo están asesinando a un hombre”. Esta es la voz del verdadero Che
Guevara, no la de un cobarde suplicando por su vida.
El cadáver fue atado a los patines de aterrizaje de un helicóptero y llevado a la
vecina Vallegrande, donde fue puesto en cubo de ropa sucia en el hospital local y
expuesto para los caballeros de la prensa para le fotografiaran. En un acto macabro
de profanación, un médico militar le amputó las manos, oficiales del ejército
boliviano trasladaron el cadáver de Guevara a un lugar desconocido.
El hombre que dirigió la búsqueda de Guevara fue Félix Rodríguez, un agente de
la CIA infiltrado en Cuba para preparar una insurrección contra Castro que
coincidiera con la invasión de Bahía de Cochinos. Fue Rodríguez el que informó a
sus maestros en Washington y Virginia de la muerte del Che. Como un vulgar
ladrón, le quitó al Che su Rolex y otros objetos personales que después mostraba a
los reporteros mientras fanfarroneaba con sus proezas. El nombre de Félix
Rodríguez entrará en los anales de la historia marcado por la infamia. Pero la
memoria del hombre a quién asesinó cruelmente, vivirá para siempre como un
adalid de los pobres y oprimidos, un luchador, un héroe revolucionario y un mártir
por la causa del socialismo mundial.

La cuestión de la guerra de guerrillas

Como cualquier persona, el Che tenía su lado fuerte y su lado débil. Sin duda
cometió un error al intentar presentar el modelo cubano de guerra de guerrillas
como una táctica de aplicación general. Los marxistas siempre hemos concebido la
guerra campesina como un auxiliar de los trabajadores en la lucha por el poder. Esa
postura fue desarrollada primero por Marx durante la revolución alemana de 1848,
cuando defendía que la revolución alemana sólo podría triunfar como una segunda
edición de la guerra campesina. Es decir, el movimiento de los trabajadores en las
ciudades tendría que arrastrar tras de sí a las masas campesinas.
No es correcto decir que esta postura sólo se aplica a los países capitalistas
desarrollados. Antes de la revolución rusa, la clase obrera industrial no
representaba a más del 10% de la población, pero Lenin y los bolcheviques siempre
defendieron que la clase obrera debía situarse al frente de la nación y dirigir a las
masas campesinas y otros sectores oprimidos. El proletariado jugó el papel
dirigente en la revolución rusa, arrastrando a los millones de campesinos pobres, el
aliado natural del proletariado.
La única clase capaz de dirigir una revolución socialista victoriosa es la clase
obrera. No por razones sentimentales, sino debido al lugar que ocupan en la
sociedad y el carácter colectivo de su papel en la producción. En los escritos de
Marx, Engels, Lenin y Trotsky, no se puede encontrar ninguna referencia o
insinuación a la posibilidad de que el campesinado lleve consigo una revolución
socialista. La razón es la extrema heterogeneidad del campesinado como clase.
Está dividida entre muchas capas, desde los trabajadores agrícolas sin tierra (en
realidad proletarios rurales) a los campesinos ricos que emplean a otros
campesinos como asalariados. No tienen un interés común y, por tanto, no pueden
jugar un papel independiente en la sociedad. Históricamente, han apoyado a
diferentes grupos o clases en las ciudades.
Por su propia naturaleza, la guerra de guerrillas es el arma clásica del
campesinado, no de la clase obrera. Es adecuada para las condiciones de lucha
armada en zonas rurales inaccesibles, montañas, jungla, etc., donde la dificultad
del terreno hace complicado el despliegue de tropas regular y donde el apoyo de las
masas rurales suministra el apoyo logístico necesario y encubre a las guerrillas.
En el transcurso de la revolución en un país atrasado con una población
campesina considerable, la guerra de guerrillas puede actuar como un arma auxiliar
útil para la lucha de los trabajadores en las ciudades. Pero a Lenin nunca se le
ocurrió defender la idea del guerrillerismo como un sustituto del movimiento
consciente de la clase obrera. Las tácticas guerrilleras, desde un punto de vista
marxista, sólo son permisibles como una parte subordinada y auxiliar de la
revolución socialista.
Esa fue precisamente la postura de Lenin en 1905. No tenía nada en común con el
tipo de tácticas terroristas individuales puestas en práctica por Narodnaya Volya y
sus herederos, el Partido Socialista Revolucionario, con tácticas aún más locas del
terrorismo moderno y las organizaciones de “guerrilla urbana” que son la antítesis
de una verdadera política leninista. Lenin insistía en que la lucha armada debe ser
parte del movimiento revolucionario de masas y especificaba las condiciones en que
era permisible:
“1) tener en cuenta el estado de ánimo de las grandes masas; 2) tomar en
consideración las condiciones del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no
gastar inútilmente las fuerzas del proletariado”.
Y también dejaba claro que, lejos de ser una panacea, la guerra de guerrillas “es
una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha
llegado ya realmente a la insurrección”. (Lenin. La guerra de guerrillas. 30 de
septiembre de 1906).
El peligro de degeneración inherente a tal actividad queda absolutamente en
evidencia cuando los grupos guerrilleros se quedan aislados del movimiento de
masas. En el período que siguió a 1906, cuando el movimiento de trabajadores
entró en declive y los revolucionarios sufrieron toda una serie de golpes, las
organizaciones guerrilleras mostraron cada vez más signos de que habían dejado
de ser un órgano auxiliar útil del partido revolucionario, para transformarse en
grupos de aventureros, o aún peor. Incluso aunque defendían la posibilidad de
tácticas guerrillas como una especie de acto de retaguardia contra la reacción en un
momento en que él esperaba aún que el movimiento revolucionario se reactivara,
Lenin avisó contra el “anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de
individuos aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan de
ellos a los amplios círculos de la población, desorganizan el movimiento y
perjudican a la revolución”, añadía además que “en los hechos comunicados todos
los días por los periódicos se encuentran, sin dificultad, ejemplos para confirmar
este juicio”. (Ibíd.,)
En el período de 1905 a 1906, el movimiento revolucionario incluía un elemento
de “guerra de guerrillas”, con destacamentos guerrilleros, expropiaciones armadas
y otras formas de lucha armada. Pero los escuadrones de lucha siempre estaban
estrechamente unidos a las organizaciones obreras. Por ejemplo, el comité militar
de Moscú incluía no sólo a militantes del RSDLP, sino también a social-
revolucionarios, sindicalistas (impresores) y estudiantes. Como hemos visto, los
grupos guerrilleros eran utilizados con el objetivo de defenderse contra los
pogromos y las Centurias Negras. También ayudaban a proteger las reuniones
frente a las redadas policiales, donde la presencia de destacamentos de
trabajadores armados con frecuencia eran un factor importante para evitar la
violencia.
Entre otras tareas estaban conseguir armas, el asesinato de espías y agentes
policiales y también atracaos a bancos para obtener fondos. La iniciativa de crear
estos grupos guerrilleros con frecuencia partía de los propios trabajadores. Los
bolcheviques lucharon para conseguir la dirección de estos grupos, para darles una
forma disciplinada y organizada, para dotarlos de un plan de acción claro. Por
supuesto que implicaba serios riesgos. En estos grupos se podían mezclar todo tipo
de aventureros, elementos desclasados y dudosos, que, una vez aislados del
movimiento de las masas, tendían a degenerar en líneas criminales hasta el punto
de no distinguirse de simples grupos de bandidos.
Además, también había una gran infiltración de provocadores. Como norma, es
más fácil para los agentes del estado infiltrarse en organizaciones militaristas y
terroristas que en auténticos partidos revolucionarios, especialmente donde están
formados por cuadros educados unidos por fuertes lazos ideológicos, aunque
incluso estos últimos no son inmunes a la infiltración. Lenin era consciente de los
peligros de degeneración que implicaba la existencia de grupos armados. Contra
estas tendencias era necesario un control firme y disciplinado, y la existencia de
cuadros revolucionarios con experiencia. Pero el único control real era el
movimiento revolucionario de masas.
Mientras las unidades guerrilleras actuaban como auxiliares del movimiento de
masas (es decir, en el curso de un auge revolucionario), ellas jugaban un papel útil
y progresista. Pero, allí donde los grupos guerrilleros se separaban del movimiento
revolucionario de masas, inevitablemente tendían a degenerar. Por esa razón, Lenin
consideraba absolutamente inadmisible prolongar su existencia, una vez se había
establecido claramente que el movimiento revolucionario había entrado en un
declive irreversible. Una vez llegada a esta etapa, inmediatamente defendió la
disolución de todos los grupos guerrilleros.

La guerra de guerrillas

El Che escribió varios artículos y libros sobre la teoría y práctica de la guerrilla. La


experiencia del derrocamiento del gobierno Arbenz le causó una profunda
impresión. Llegó a la conclusión de que la clase dominante debe ser derrocada
mediante la insurrección armada, una idea que era bastante correcta. La historia
demuestra que ninguna clase dominante ha entregado jamás su poder y privilegios
sin luchar. Ningún demonio se deja cortar las garras. Los marxistas no somos
pacifistas. Las masas deben estar preparadas para luchar y utilizar cualquier fuerza
necesaria para desarmar a la clase dominante. En palabras de Marx, la fuerza es la
partera de la historia.
Su conocido libro La guerra de guerrillas, toma el modelo de revolución cubano
como un modelo aplicable a los demás países. En este modelo, un pequeño grupo
(foco) de guerrillas lleva adelante la insurrección armada sin la necesidad de
organizaciones amplias para organizar a las masas. Esta idea era un error serio,
como trágicamente demostraron los acontecimientos posteriores. La Revolución
Cubana pilló a los imperialistas por sorpresa. No esperaban que las guerrillas
triunfaran con tanta facilidad. Incluso cuando lo hicieron, la clase dominante
estadounidense estaba dividida sobre cómo reaccionar. Un sector pedía una política
agresiva, pero otro era favorable a una actitud cautelosa.
Los imperialistas cometieron un error, pero también estudian y aprenden de la
experiencia. Después de la experiencia de la Revolución Cubana, a los imperialistas
ya no se les pilló más por sorpresa. Estudiaron la teoría de la guerra de guerrillas,
incluido los escritos de Che Guevara. Ellos estaban preparados y a la espera. Tanto
pronto como se formaba un foco guerrillero, intervenían para aplastarlo. No dieron
tiempo a las guerrillas para que pudieran establecer una base en la población rural.
Eso es lo que ocurrió en Bolivia, eso selló el destino del Che y de sus compañeros,
como de muchos otros más tarde.
Una de las grandes tragedias de la historia revolucionaria es que durante toda una
generación de jóvenes valientes en América Latina y en otras partes, perdieron su
vida como resultado de un inútil intento de copiar una táctica que triunfó en Cuba
debido a una concatenación peculiar de circunstancias, pero que no se podían
trasplantar de manera artificial a otros países con condiciones distintas.
La guerra de guerrillas tiene algún sentido en una sociedad atrasada,
predominantemente agrícola, como China antes de 1949. Pero no tiene sentido
alguno en países como Chile o Argentina, donde el campesinado es una minoría y la
mayoría decisiva vive en las ciudades. Incluso en la Rusia zarista, como hemos
visto, Lenin insistía en que el papel dirigente de la revolución lo debía jugar el
proletariado y que la guerra de guerrillas debían ser vista como un auxiliar del
movimiento revolucionario de masas y, sobre todo, de la clase obrera.
En Argentina, Uruguay, México, Venezuela y otros países, el intento de imitar de
modo mecánico los métodos de las guerrillas en Cuba, llevó a derrotas sangrientas.
Particularmente negativa fue la idea del denominado “guerrillerismo urbano, que
sólo es la vieja idea del terrorismo individual con una nueva máscara. Aquellos que
defendieron esta táctica desastrosa pensaban que habían inventado algo totalmente
nuevo. En realidad, sólo repetían los errores de los viejos terroristas rusos de
Narodnaya Volya, contra los que Lenin llevó a cabo una lucha implacable.
En cada caso, estas tácticas terminaron en una derrota sangrienta y en la reacción
salvaje. El movimiento perdió miles de cuadros jóvenes que podían haber jugado
un papel importante en el desarrollo de un movimiento revolucionario de masas en
las fábricas, barrios obreros y pueblos. Fue un error muy serio que se debe
rectificar si se desea el triunfo de la revolución socialista. Es el aspecto negativo del
legado del Che, que es tomado por los ultraizquierdistas incapaces de comprender
el verdadero legado positivo de este gran revolucionario y sólo repiten sus errores.
Esta es la peor injusticia que se puede imaginar a la memoria del Che.
El mensaje real del Che Guevara que debemos guardar y aprender es su
internacionalismo: la idea correcta de que la revolución socialista no es un acto
nacional aislado, sino parte de una cadena que sólo se puede completar con la
victoria del socialismo a escala mundial. El movimiento revolucionario actual en
América Latina demostró que él tenía razón.

El internacionalismo del Che Guevara

La revolución cubana desde el principio se inspiró en el internacionalismo


revolucionario que estaba personalizado en el Che Guevara, que fue un dirigente
excepcional de la revolución cubana. Pero en realidad, era un verdadero
internacionalista y un ciudadano del mundo. Como Bolívar, tenía la perspectiva de
una revolución latinoamericana.
Después de su trágica muerte, hubo muchos intentos de convertir al Che Guevara
en un icono inocuo, una cara sobre una camiseta. La burguesía le presenta como un
romántico bienintencionado, un idealista utópico. ¡Esto es algo indigno para la
memoria de un gran revolucionario! El Che Guevara no era un soñador desesperado
sino un revolucionario realista. No fue casualidad que el Che intentara extender la
revolución a otros países, no sólo en América Latina sino también en África.
Comprendía muy bien que, en última instancia, el futuro de la revolución cubana
estaría determinada por este hecho.
Desde el principio, el destino de la revolución cubana estaba vinculado a los
acontecimientos a escala mundial. ¿Cómo podía ser de otra manera cuando la
revolución estaba amenazada desde su nacimiento por el estado imperialista más
poderoso sobre el planeta? La revolución cubana, como la revolución rusa, tuvo un
impacto internacional tremendo, sobre todo en América Latina y el Caribe. Hoy se
aplica la misma situación. El Che intentó encender la chispa que pusiera en llamas
todo el continente. Quizá cometió un error sobre cómo iniciarla, pero nadie
cuestiona sus intenciones y su idea fundamental era correcta: que la única manera
de salvar a la revolución cubana era con su extensión a América Latina.
El Che ayudó a organizar expediciones revolucionarias en el extranjero, pero
todas fracasaron. El primer intento lo hizo en Panamá, otra en República
Dominicana ya en 1959. Desgraciadamente, de la experiencia cubana sacó algunas
conclusiones equivocadas. El intento de exportar el modelo de guerra de guerrillas
y los focos, llevó a una derrota terrible tras otra. Para ello hay varias razones. En
primer lugar, como hemos visto, la insurgencia cubana pilló por sorpresa al
imperialismo norteamericano, pero pronto parendió las lecciones y cada vez que
aparecía un “foco” conseguían aplastarlo rápidamente antes de que pudiera
extenderse.
Un dato más importante fue que la mayoría de la población de América Latina
ahora vive en las ciudades. La guerra de guerrillas es un método típico de lucha del
campesinado. Por lo tanto, aunque la guerra de guerrillas puede jugar un papel
importante como auxiliar, no pude representar el papel principal. Este papel está
reservado para la clase obrera en las ciudades y, por tanto, las tácticas deben estar
de acuerdo con esta circunstancia.
Se puede ver en la experiencia de Venezuela, donde el intento de organizar un
movimiento guerrillero fue un absoluto fracaso. La revolución venezolana se
desarrolla como una revolución en esencia urbana, basada en las masas en las
ciudades y apoyada por el campesinado. El movimiento bolivariano de Hugo Chávez
ha utilizado la lucha parlamentaria de manera muy efectiva para movilizar a las
masas, se ha podido ver cómo el movimiento de las masas ha derrotado la
contrarrevolución en tres ocasiones.
El destino de la revolución cubana está orgánicamente unido al de la revolución
venezolana. Se determinarán entre sí. Si la revolución venezolana es derrotada, la
revolución cubana estará en un grave peligro. Se deben hacer todos los esfuerzos
para evitar esa situación. Pero debemos aprender de la historia, la revolución
venezolana ha conseguido milagros, pero todavía no ha acabado.
Como la revolución cubana, la revolución venezolana ha comenzado como una
revolución democrático nacional. En las primeras etapas, el programa defendido por
Hugo Chávez era el programa de la democracia burguesa avanzada. Pero la
experiencia ha dmeostrado que la oligarquía y el imperialismo son enemigos
mortales de la democracia. Nada les detendrá para destruir la revolución. Por lo
tanto, cualquier intento de limitar la revolución bolivariana a las tareas democrático
burguesas, es decir, detener la revolución, preparará el camino para la derrota
inevitable de la revolución.
¿Por qué el imperialismo estadounidense está tan decidido a destruir las
revoluciones cubana y venezolana? Debido al efecto que tienen a escala
continental, los imperialistas están aterrorizados ante la posibilidad de que Cuba y
Venezuela actúen como focos. Por esa razón están decididos a liquidarlas.
La idea del Che era abrir veinte Vientam en América Latina. No era una mala idea,
pero en aquel momento no era posible, en parte, porque las condiciones no habían
madurado lo suficiente pero, principalmente, debido al modelo equivocado de
guerra de guerrillas que siguió. Pero ahora las cosas son diferentes. La crisis del
capitalismo ha tenido efectos devastadores en América Latina y ha tenido
consecuencias revolucionarias. Las condiciones para la revolución maduran en
todas partes. En realidad, en el momento actual, no hay un solo régimen capitalista
estable desde Tierra de Fuego a Río Grande. Con una dirección correcta, no hay
razón para que en uno o varios países de América Latina no haya revoluciones
proletarias triunfantes en el próximo período. Lo que hace falta no es el
nacionalismo ni los bloques con la burguesía reaccionaria, sino un programa
socialista revolucionario y el internacionalismo proletario revolucionario

Londres, 9, de octubre de 2007

You might also like