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Respetemos las disposiciones de Yahúh

cómo hacen los ángeles


1 Un poderoso ejercito asirio estaba acampado en el territorio de Libna, junto a
la llanura de Judea, a unos 40 km. de Jerusalén. A su paso, los guerreros habían
dejado destrucción y muerte, y su objetivo final era la conquista de la ciudad.
El rey de Judá, Ezequías, sabía que era humanamente imposible defenderse de
aquel gran ejército, por esto, después de que el portavoz asirio invitase a los
habitantes de la ciudad a rendirse, advirtiéndoles antes de retornar con el
ejército, de que su Dios nada podría hacer por ellos, el rey Ezequías oró
suplicando: “…y ahora Yahúh, Dios nuestro, sálvanos por favor de su mano y
sepan todos los reinos de la tierra que solo tú Yahúh, eres Dios” (2Reyes
19:19)
La respuesta a esta súplica no se hizo esperar. A la mañana siguiente Ezequías
fue informado que durante la noche, el ángel de Yahúh había exterminado
185.000 guerreros del ejército asirio que acampaba en Libna. (2Reyes 19:35) Y
tras presenciar esta impresionante demostración de poder, el rey asirio
Senaquerib se volvió a su tierra humillado.

2 Los ángeles pueden llevar a cabo potentes empresas que están fuera del
alcance humano, y sin embargo, estos hijos espirituales de Dios son un ejemplo
de modestia y humildad.
Así, el apóstol Juan escribe del ángel que le había guiado a través de la visión
del apocalipsis: “Yo, Juan, oí y vi estas cosas, y después de haberlas oído y
visto, me arrodillé a los pies del ángel que me las había mostrado para rendirle
homenaje. Pero él me reprendió diciendo: ‘¡No hagas esto! Yo soy un servidor
cómo tú, cómo tus hermanos que son profetas y cómo aquellos que están
observando las palabras de este libro ¡Rinde homenaje a Dios!’”
(Apocalipsis 22:7-8) Así, a pesar de su poder, el ángel se describió a sí mismo
cómo un simple servidor del Altísimo que cumplía con el encargo que le había
sido encomendado.

3 También Jesús se refirió a los ángeles cuando pregunto a quienes le


escuchaban: “¿Qué mujer que tenga diez dracmas y pierde una, no enciende
una lámpara y barre la casa, buscándola cuidadosamente hasta que la
encuentra? Y al encontrarla, convoca a las amigas y vecinas y dice: ‘Alegraos
conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’.
Del mismo modo, os digo, se produce alegría entre los ángeles de Dios por
un solo pecador que se convierta”. (Lucas 15:8-10)
Podría también ser, que el pecador convertido tuviese parte entre los que
reinarán en los cielos, pero los ángeles, en vez de envidiar el inmerecido favor
que al pecador se le ha mostrado, aprecian el hecho de que Dios convoque a
sus hijos humanos, que por su experiencia en la tierra, son idóneos para servir
cómo sacerdotes y reyes en favor de la humanidad, valorando el privilegio de
prestar sostén y ayuda a los futuros herederos del reino. La Escritura lo
confirma, cuando refiriéndose al reinado de Cristo, Pablo escribe: “De manera
que cuando él (Dios) dice: ‘Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos
como escabel a tus pies’, no se dirige a los ángeles, pues son todos ellos
espíritus encargados de un ministerio, y enviados para dar asistencia a los
que han sido comprados por rescate”. (Hebreos 1:13-14)

4 Verdaderamente, los ángeles guían y protegen a los que divulgan la


Buena Nueva, ayudándoles a localizar a las personas que buscan a Dios, cómo
sucedió con Felipe, uno de los discípulos de Jesús. Dice el relato de Lucas: “El
Ángel del Señor habló a Felipe diciendo: ‘Levántate y marcha hacia el
mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza… …y he aquí que un
etíope eunuco, un alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba
a cargo de todos sus tesoros y que había venido a adorar en Jerusalén, iba de
regreso sentado en su carro y leía al profeta Isaías… …Entonces Felipe,
partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de
Jesús. Siguiendo el camino, llegaron a un lugar donde había agua; el eunuco
dijo: ‘Aquí hay agua ¿Qué impide que yo sea bautizado?’ Y haciendo detenerse
al carro, los dos, Felipe y el eunuco, bajaron hasta el agua y él le bautizó”.
(Hechos 8:26-28 y 36-37)

5 Los ángeles saben y reconocen, que tanto en el cielo cómo en la tierra, no


hay lugar en la familia de Dios para los que quieren sentirse superiores a los
demás ni para los que se conducen movidos por un espíritu individualista o
competitivo ¿No debería este hecho estimularnos a actuar con humildad,
considerando a los demás cómo si fuesen superiores a nosotros?
El apóstol Pablo escribió para los discípulos de Cristo: “No debéis hacer nada
por espíritu de parcialidad o por vanidad, sino con modestia; cada uno debe
considerar a los demás cómo superiores a si mismo, de manera que ninguno
debe buscar su propio interés si no el de los otros. Debéis tener la misma
disposición de Jesús Cristo…” (Filipenses 2:3-5) Tenemos pues que
preguntarnos si aceptamos y amamos las disposiciones de Yahúh con respecto
a la congregación cristiana y si seguimos este consejo de Pablo: “Sed
obedientes y sumisos con los que presiden, y ellos, que vigilan vuestras vidas
cómo quien debe rendir cuentas, servirán con gozo y no con suspiros, cosa
que os sería perjudicial”. (Hebreos 13:17)
Debemos comprender que sin importar la responsabilidad o el encargo que
tengamos, todos tenemos que luchar contra la oposición y la incomprensión, y
contra las dificultades de la vida y la imperfección de nuestra naturaleza. Esto
puede ser en algunos casos, muy duro; por esto tenemos que sostenernos unos
a otros, amándonos y animándonos a permanecer fieles hasta el final.

6 Consideremos ahora nuestra actitud con nuestras hermanas y hermanos


cristiano.
¿Tratamos a todos con respeto y bondad, sin tener en cuenta las inevitables
imperfecciones humanas?
Dirigiéndose a Daniel, el ángel Gabriel dice: “Daniel, he venido ahora para
instruirte en conocimiento; al iniciarse tus ruegos, partió el mandato y yo he
venido a informarte porque eres un hombre muy amado”. (Daniel 9:22-23)
Verdaderamente, también Daniel era descendiente de Adán y por tanto
imperfecto, pero aún así, era digno de ser muy amado y respetado por su
integridad hacia Dios.
¿Mostramos en nuestro trato con todos nuestros hermanos cristianos, sean
padre o madre, hijo o hija, hermano o hermana y esposo o esposa, el mismo
respeto y afecto mostrado a Daniel por el ángel? Porque las Escrituras nos
muestran que siempre que los ángeles han tratado de algún modo con los
hombres, lo han hecho con gran respeto, es pues evidente que también nosotros
debemos hacerlo así.

7 En una visión, contempló Zacarías a “Josué, el sumo sacerdote, en pie ante


el ángel de Yahúh, y a su derecha estaba Satán para acusarle. Entonces (el
ángel de) Yahúh dijo a Satán: ‘Seas reprendido por Yahúh, Satán. Yahúh, el
que elige a Jerusalén, te censure”. (Zacarías 3:1-2) Estas palabras nos
muestran que el ángel se dirigió con respeto, incluso a Satán, el adversario del
propósito de Dios; imitando pues el ejemplo de los ángeles, los maridos y los
padres cristianos deberían resolver sin una excesiva severidad y exigencia, los
problemas familiares, pero también los ancianos de la congregación deberían
cuidar de no extralimitarse en la autoridad de su encargo, tratando de modo
poco benévolo a los hermanos que puedan haber cometido un error.
Además, todos los que divulgan el mensaje de la Buena Nueva, no juzgarán
desfavorablemente o menospreciarán a quienes no la aceptan o muestran falta
de fe, y siguiendo el ejemplo de los ángeles, dejarán el juicio a Yahúh, el único
que sabe lo que hay en el corazón de cada persona.

8 El apóstol Pedro escribió a la Congregación de Dios: “… vosotros, maridos,


si queréis que vuestras oraciones sean escuchadas, debéis vivir junto a
vuestras esposas con sabiduría, y respetarlas como a un vaso más delicado,
porque también ellas son herederas con vosotros del generoso don de la vida.
En conclusión, debéis andar todos de acuerdo, ser compasivos, llenos de
amor fraternal, misericordiosos, y humildes”. (1Pedro 3:7-8) Y: “A los
ancianos que hay entre vosotros, yo, anciano como ellos, testigo de los
sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que debe ser revelada, doy esta
exhortación: ¡Pastoread al rebaño de Dios, pero no cómo por obligación, si
no de buen grado y no para vuestra propia ventaja, si no con desvelo!
De esta manera, cuando llegue el pastor principal recibiréis la corona
imperecedera de la gloria”. (1Pedro 5:1-4)

Perseveremos con fidelidad

9 El humilde respeto a las disposiciones de Yahúh, ayuda a los ángeles a


perseverar con fidelidad en los servicios de su encargo. Así, cuando el ángel
Gabriel fue enviado a Daniel con un mensaje profético, encontró un fuerte
obstáculo en su camino, puesto que al llegar a él, le dijo: “No te asustes Daniel,
porque desde el primer día en que delante de tu Dios, inclinaste con ansiedad tu
corazón al discernimiento, tus palabras fueron escuchadas y he venido a causa
de ellas; pero el príncipe del reino de Persia se enfrentó a mí durante
veintiún días, y para ayudarme llegó Miguel, uno de los primeros príncipes, y se
quedó allí, frente a el rey de Persia. Así, yo he venido para hacerte saber lo
que le sucederá a tu pueblo hasta el final de los días, ya que es una visión
que abarca tiempo”. (Daniel 10:12-13)
Al hablar del príncipe de Persia, Gabriel no se refería a un hombre, pues ¿Cómo
podría cualquier hombre dificultar a un poderoso ser espiritual su camino durante
21 días, hasta que Miguel, uno de los primeros príncipes, llegara para ayudarle?
El príncipe de Persia que se había enfrentado a Gabriel, formaba seguramente
parte de aquellos a quienes Pablo se refiere, cuando escribe a los discípulos:
“Revestíos con la armadura de Dios para que podáis resistir a las intrigas del
Diablo, porque de hecho, nosotros no combatimos contra carne y sangre, si
no contra los gobiernos, las autoridades y los gobernantes cósmicos de
estas tinieblas, o sea, contra las fuerzas espirituales malvadas que habitan
las regiones celestes”. (Efesios 6:11-12)

10 Aún estando bajo la protección de Dios, también nosotros, cómo los ángeles,
tenemos que esforzarnos, oponiéndonos a las fuerzas que se nos enfrentan con
la intención de desviarnos de la vía de la fe, para destruir nuestra amistad con
Dios. Sabemos por la Escritura que “la antigua serpiente, el que es llamado
Diablo y Satanás…está engañando a la humanidad entera”. (Apocalipsis 12:9)
y que guerrea “contra el resto de sus hijos (los hijos de la mujer que
alegóricamente representa la organización de Dios), que son los que observan
los mandatos de Dios y dan testimonio de Jesús”. (Apocalipsis 12:17) Sin
embargo, un profundo respeto por la autoridad de Yahúh junto con la ayuda de
su espíritu, nos permitirá salir victoriosos.

11 Puede suceder que a veces nos sintamos descorazonados a causa de la


actitud de las personas que se asocian con nosotros, tal vez en el trabajo o en
nuestras mismas familias; pero también los ángeles fieles han sufrido dolor y
presiones por causa de sus hermanos rebeldes, en primer lugar, por la traición
de aquel “Querubín protector” del hombre, que estaba en el jardín de Dios y que
había sido “perfecto en conducta desde el día de” su “creación hasta que se
ubicó en” él “la injusticia”. (Ezequiel 28: 12-19) Y también antes del diluvio de los
días de Noé, muchos ángeles abandonaron su posición en los cielos y se
materializaron. Dice la Escritura que entonces, los “hijos de Dios fueron a las
hijas de los hombres y ellas concibieron para ellos a los poderosos, que son
desde la antigüedad, hombres de fama”. (Génesis 6:4)

12 A pesar de estas cosas tan graves, la mayoría de estos hijos de Dios no


cedieron a la influencia de sus hermanos infieles. Muchísimo tiempo después,
Daniel, que tuvo una visión de los cielos, escribe: “…fueron colocados unos
tronos y se sentó el Anciano de días. Sus ropas tenían la blancura de la nieve, el
cabello de su cabeza era cómo la lana blanca y su trono, llamas de fuego con
ruedas de fuego ardiente. Delante de él brotaba y fluía un río de fuego; mil
millares le servían y diez mil miríadas estaban en pie ante él”. ((Daniel 7:10) De
modo que según esto, le servían 1.000 X 1.000, o sea 1.000.000 de ángeles y
vio ante Dios a otros 10.000 X 10.000, o sea 100.000.000.
También al apóstol Juan se le mostró una visión de los cielos, y escribe: “…oí las
voces de una gran multitud de ángeles que estaban en derredor del trono y de
los cuatro seres vivientes, y de los veinticuatro ancianos. Eran centenares de
millones en número”. (Apocalipsis 5:11)
Lo mismo que hacen los santos ángeles que han permanecido fieles al Creador,
no permitamos que influya en nosotros la actitud de personas que, cómo los
ángeles infieles, solo quieren seguir sus propios deseos. Las seguras promesas
de Dios y los nobles ejemplos de fidelidad que tenemos ante nosotros, podrán
reforzar nuestro ánimo y servirnos de gran estímulo.

Apreciemos el amor de Dios

13 Yahúh puso en ángeles y hombres, la feliz y saludable capacidad de


manifestarle amor y gratitud cómo Padre y Soberano, mientras que su gran
adversario, si bien gozó del amor de Yahúh, no supo valorarlo ni manifestar por
él, el debido aprecio. A pesar de haber sido creado cómo un poderoso Querubín,
la falta de humildad que le indujo a desear una grandeza igual a la del Creador,
le llevó a la rebelión. En el libro de Isaías se describe su actitud con estas
palabras: “Te habías dicho en tu corazón: ‘Ascenderé a los más elevados cielos,
alzaré mi trono por encima de las estrellas de Dios, me asentaré en el
Monte de Asamblea, en los confines reservados ¡Ascenderé sobre las más
altas nubes! ¡Me igualaré al Altísimo!’” (Isaías 14:13-14)
En verdad, todos los ángeles que no consideraron con gratitud el amor
demostrado por Dios a sus hijos, apreciándolo profundamente, sucumbieron
ante deseos incorrectos ¿No debe esto servirnos de advertencia?
Lo mismo que la gran multitud de ángeles fieles que Daniel y Juan llegaron a ver,
tenemos que considerar y guardar en nuestro corazón, las razones que tenemos
para sentirnos cada día, infinitamente gratos a Yahúh, mientras disfrutamos de
todas las oportunidades que se nos presenten, para demostrarle nuestro amor y
para acercarnos a él.
14 Uno de los compositores de los salmos, Etán el ezrajita escribió: “¿Quien en
el firmamento puede compararse a Yahúh? ¿Quien de entre los hijos de Dios
puede igualarle? El Dios reverenciado en la gran asamblea de los santos, el que
infunde un respetuoso temor en torno a sí, es Yahúh, Dios de las multitudes
¿Quien cómo tú, Yahúh, es invulnerable? Tu rectitud está en derredor de ti”.
(Salmo 89:7-8)
¿Cómo se desarrolla este temor respetuoso en el corazón de los ángeles y de
los hombres? Se desarrolla meditando cada día en las altísimas cualidades del
Creador de la vida y Soberano universal, considerando las obras de su creación
y su bondadoso amor hacia todas sus criaturas, que fueron hechas para disfrutar
de la vida y ser felices.
Los discípulos de Cristo que le sirven hoy en día con modestia y humildad, no
deben sentirse una minoría insignificante; Jesús dijo a la mujer samaritana: “…
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, pues
estos son los adoradores que busca el Padre”, (Juan 4:23-24) por esto,
aunque parezca difícil hallar entre la confusión de creencias que hay en el
mundo, a quienes pongan en primer lugar la lealtad a la enseñanza pura de las
Escrituras, estas palabras de Eliseo a su servidor, cuando un gran ejército
enemigo les rodeaba, pueden servirnos de estímulo, ya que al verle intimidado
ante la desigualdad de las fuerzas, le dijo: “No temas, porque los que están
con nosotros son muchos más de los que están con ellos”. (2Reyes 6:16)

15 Las multitudes de Yahúh están junto a sus verdaderos fieles, por esto,
mediante nuestro esfuerzo por vindicar el nombre de Yahúh y alegrar su corazón
con nuestra fidelidad a sus principios eternos, nos asociamos a los millones de
ángeles que le sirven, unos ángeles que están bondadosamente interesados en
ayudarnos a mantenernos fieles. David escribió que “…el ángel de Yahúh
acampa entorno a los que le temen y los libera”, (Salmo 37:8) y dice en otro
lugar, que “…él mandará a ti sus ángeles, para que te guarden en todos tus
caminos”. (Salmo 91:11) Y en armonía con esto, Pablo dice de los ángeles, que
“todos ellos son espíritus encargados de un ministerio y enviados para dar
asistencia a los que han sido comprados por rescate”. (Hebreos 1:14)
Que el ejemplo de estos fieles hijos de Dios que velan por nosotros, levante
nuestro ánimo y unidos a ellos, también nosotros sirvamos con un respetuoso
temor, a nuestro amoroso y generoso Padre que está en los cielos.

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