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binge BEL BREANISTA- y | Himnos a la Dunges Marta 2 pneek de las bsateaene te dels volumenes 1, 2y3 A it eae ADL CYS aed ore LIBRO DEL ORGANISTA - 7 HIMNOS A LA VIRGEN MARIA SAN PABLO INTRODUCCION En esta tierra de nuestros amores, sigues siendo tit, Santa Maria, luz, cobijo y gufa. Cada una de nuestras regiones, nuestras ciudades, pue- blos y aldeas, siguen conservando una fiesta en que te recordamos a ti. Te invocamos, Virgen morena, afieja y firme como nuestra fe entre las rocas aserradas del Monserrat; 0 como Pilar entraftable, que conso- 16 a nuestro Sant lago que lanzaba, primer sembrador de nuestra tierra, la semilla de una fe nueva y ya vieja... Ti eres también Sefora de Desamparados para tantas situaciones de la vida en que nos sentimos perdidos y sin consuelo; o la Virgen bendita, que ilumina nuestros colores y nuestros campos con el maravi- oso azahar de la Fuensanta. Y tantas invocaciones distintas, unas festivas y otras doloridas, hasta rivales en la fe del pueblo, «blanca Paloma» 0 Dolorosas atrave- sadas de esa tierra de olivos y casas enjabelgadas, «la tierra de Maria Santisima»... Eres también Guadalupe, patrona de hombres dures y recios, que te hicieron Sefiora de pueblos nuevos, que te rezan también, como no- sotros, con el mismo «Dios te salve, Marfa». Eres Seftora de los viejos pueblos castellanos, Virgen del Camino 0 de la Fuencisla, de cristianos de fe afieja y sobria en unos campos de trigos y amapolas. ¥, a tus pies, en unos montes agrestes, tti, Santina de Covadonga, que mantuviste una fe amenazada, que se hizo, poco a poco, reconquista. En las tierras del Finisterre, encrucijada medieval de cristianos, eres Virgen de los Qjos Grandes desde las viejas murallas de Lugo; 0 eres Seftora Bien Aparecida, como la mujer del antiguo Apoca- lipsis en la vieja Castilla de la Montara. Ti estabas también, alld cerca, en Valvanera, tierra de vides. Y tu nombre nacia en labios de Berceo, cuando también nacia nuestra len- gua; y, més arriba, en Roncesvalles, saludabas a los viejos peregrinos, caminantes ilusionados con su bordén y la vieira. Eres también Arénzazu, «tti en el espino», de la tierra de Inigo de Loyola, marcada hoy por secuestros y sangre.. ¥, mas alld de nuestras costas, Virgen del Lluch y de la Candelaria, eres guia de navegantes y buscadores, Salve Estrella del mar. Y, en el centro de nuestra piel de toro, estas ti también presente, Sefiora triguera de la Almudena, Madre enlutada de la Paloma, Virgen toledana del Sa- grario y Senora de nuestros pensamientos en las llanuras interminables de la Mancha. ¥, una vez més, en este mes de las flores, con nuestras cantigas viejas y nuevas, nos dirigimos a ti, Santa Maria: «Salve Madre, en la tierra de mis amores...», Javier Garo, S.J.

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