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PRIMERA PARTE
a ) . — L A HABITABILIDAD.
rente en una localidad respecto a lo que sería en otra, no sólo por las
condiciones climáticas que a cada una correspondan, sino por las pecu
liaridades del suelo y las modalidades igualmente locales del vivir. Por
todo esto y más, que hemos de ir puntualizando en otro lugar de nuestro
estudio, este determinante de la localización que deba tener la casa, su
ubicación, se constituye en otro de los tres determinantes a que hacíamos
mención anteriormente. La segunda y elemental pregunta que haremos,
al lado de la primera: ¿el para qué? será ¿el adonde?, el Destino al lado
de la Ubicación, pudiendo anticipar que esto, la ubicación, es autonómi
ca, no así el destino que requiere anclarse en un dónde.
En posesión de los dos determinantes destino y ubicación o a la in
versa, nuestra creación puede ya llevarse al cabo, pero quienquiera que
sea consciente de sus responsabilidades no podría, aun cuando sólo fuese
un simple artesano, proceder a imaginar la susodicha casa de nuestro
ejemplo, sin precisar la respuesta a otra pregunta elemental como las
anteriores, aunque igualmente sustancial: con qué se va a hacer la casa.
Y este con qué, no sólo habla de la materia prima o material de edifi
cación, sino se refiere a la base económica, al precio, a la condición
económica, en suma, de los medios que deban emplearse. Sólo al poseer
la cabal respuesta a la trilogía de determinantes formales, nuestra ima
ginación creadora dispondrá de los elementos que precisaba para lan
zarse a la objetivación en espacios arquitecturables de la casa que se le
ha solicitado hacer, en la imaginación primero, en el papel en seguida
y en la espacialidad ubicada al final.
Esta aproximación inicial, pese a su sencillo mecanismo, de raigambre
fenomenológica, como ya se habrá observado, auxiliará las reflexiones
que han de seguir, sólo que ahora contemplaremos la programación
fáctica desde un punto de vista más abstracto y, por tanto, amplio, aun
que como se verá, igualmente simple.
Qué sea el programa, se deduce sin esfuerzo de la estructura de
todo hacer humano y mejor del hacer construcciones. Permítaseme recor
dar aquí qué sea construir en la acepción más lata posible: es transformar
una materia primera para adaptarla a una finalidad causal. De modo
que construir es transformar, es cambiar de forma a la materia primera;
primera, por ser elemento en el proceso constructivo, para que por su
nueva forma se adapte a la finalidad-causa, a la que es causa y es fin
en el mismo hacer.
De otro modo: todo construir es una transmutación formal con miras
a un fin-causa. Las artes en general, no son en su esencia categórica
sino eso: construcciones que se hacen; son actividades prácticas que per-
ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO ' 293
ILUSTRACIONES
FINALIDADES ESENCIALES
finalidades
accidentales
1. Planta casa 22 Moneda. S. XVIII. Méx 24. Casa campesina japonesa. Camino i
2. Fachada Ideni. Otami.
3. Esquema 1. 25. ídem.
4. „ 3. 26. Casa camjíesina. Berna.
5. „ 2. 27. ídem.
6. „ 4. 28. Casa Alfeñique. Puebla. G-45b.
7. ,. 5. 29- Casa Gigantes. Id. G-43b.
8. „ 6. 30. Casa Cortés. Oaxaca. G-73.
S>. Templo Fortuna Viril. Roma. C-10-22. 31. Casa S. Miguel Allende. G-l4b.
10. Templo shintoísta japonés. 8-33. 32. ídem. G-14.
11. N . Señora. París. F-l-2'i. 33. Actopan, Hgo. G-5b.
12. Madonna della Lacrime. 34. Hosp. Sta. Cruz. Toledo. 61-
13. Sagrario. Méx. B-182. 35. Portada Cat Burgos.
14. Loreto, Méx. B-231. 36. Posa. Huejotzingo. G-36.
15. ídem, cúpula. B-232. 37. ídem. G-36 bis.
16. Sda. Familia. Méx. B-198. 38. Reliew. Tlaxcala. G-23b.
17. Milagrosa. Méx. 39. Ventana. Oaxaca. G-77.
18. Muelle pescadores. Gante. BL-1. 40. Tlacochahuaya, Fach. Oax, G-98.
19. ídem. 41. ídem. G-98b.
20. ídem. 42. Idem.'G-99.
21. ídem. 43. Tonantzintla. Fach. G-53.
22. Casa campesina. Atotonilco, Hgo. ( G - í ) . 44. ídem. 54b.
23. ídem. (G-1 bis). 45. liiem. G 53b.
ESQUEMA DE LA PARTE II
I P= PROGRAMAS ARQTCOS.
(Q E= Espodospeoqroftcos
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— T ? Tiempos
o T" T" T
■I HíGtorlcoc
T T ■' T"
1. A un espacio E corresponden PROGRA- 2. A un mismo tiempo T corresponden
AíAS diferentes en Tiempos T distintos. PROGRAMAS diferentes en Espacios E dis
tintos.
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3. En un mismo espacio geográfico y en
tiempos históricos diferentes los PRO
GRAMAS presentan áreas comunes al evo
lucionar la cultura.
4. Cuando el tiempo histórico es el mismo,
en espacios diferentes se dan PROGRA
MAS diferentes o con secciones comunes,
según las Culturas lo generen.
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EL PROBLEMA Y EL PROGRAMA
Por entre las reflexiones que hemos hecho hasta aquí, ágilmente ha
estado saltando un tema al que, en apariencia, no hemos concedido in
terés, cuando, por lo contrario, hemos eludido fijar en él la atención
para enfocarla de lleno en el presente capítulo y, sobre todo, para or
denadamente ir construyendo nuestra estructura por partes articuladas
entre sí, a fin de que una preste apoyo a la siguiente y todas vayan or
ganizando el total que perseguimos: un concepto más claro y más sólido
que, al convertirse de mera teoría en dinámico impulso, se proyecte prác
ticamente en nuestro criterio de arte arquitectónico.
A quienes hayan seguido con atención nuestros anteriores capítulos,
les habrán asaltado las objeciones que se suscitan cuando se reflexiona
sobre la negación que, en algún momento histórico, se ha hecho de alguna
de las categorías esenciales que hasta aquí llevamos exploradas. Habrán
sin duda, pensado que si, por acaso, en el momento actual la desubica-
dón espacial o la falta de habitabilidad de muchos de los espacios de
intención arquitectónica que nos rodean, no son tales desubicaciones ni
negación de la habitabilidad, sino, a la postre, fruto del programa con
temporáneo, que así exige al arquitecto su arquitectura; negativa res
pecto a la de otros tiempos y a la más elemental lógica fáctíca. Parece
indicada ésta y otras objeciones similares, pues que, sin estudiar Ja ter
cera de las categorías que hemos aprehendido desde el primer capítulo
de nuestro estudio, se hace, si no difícil, sí, al menos, confuso y hasta
complicado alcanzar una respuesta apropiada a nuestras, diríamos, obli
gadas postura y objeción.
El tema que hoy nos ocupa, según se recordará, consiste en ia cate
goría esencial que denominamos subjetivo-objetiva del programa, y re
quiere, antes de entrar de lleno en su exploración, enumerar los concep
tos a que nos han conducido los dos capítulos precedentes, pues que,
como se decía hace un momento, es necesario apoyar cada uno en e!
310 MEMOIOA DEL COLEGIO NACIONAL
Ilustraciones
novofio
Obfal
s
FINALIDADES
ESENCIALES
FORMACIÓN
FINAL CULTURA EN LA CULTURA
LOCAL
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PROBLEMA W T APREHENSIÓN
T y E PROGRAMA
DEL PROBLEMA
FINALIDADES UBRE EJERCICIO
CIRCUNSTAN @D DEL TALENTO CREADOR
CIALES.
\m S. EL PROGRAMA y su CREADOR.
CULTURA MATEft
C U LTURA
CULTURA
LOCAL T y E
WPROGRAMA
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PROGR; : /TT^
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llegar a ese cuerpo total que describe la cultura como un todo homo
géneo dentro de la heterogeneidad, será indispensable aceptar que existen
coincidencias y aspectos envolventes dentro de los haceres y los pensares
individuales. El lenguaje orteguiano expresa que "La suma de perspec
tivas individuales condiciona el esquema colectivo de cada generación"
(Estética de la razón vital. J.E. Clemente, p. 12.—B. Aires 1956). Esta
¡dea inspira la gráfica que mostramos, en la que se aprecia la visión que
cada individuo abarca de un mundo que le presenta una perspectiva,
diferente a cada uno, según su posición relativa pero coincidente, o mejor
dicho, que al combinarse las diferentes perspectivas, arrojan un área
común que es el esquema colectivo E,C. en ese lugar y en ese tiempo.
Si aplicamos el mismo gráfico, ya no a individuos insertos en una
ubicación espacio-temporal determinada, sino a los esquemas de varias
colectividades ubicadas en diversos espacios y en el mismo tiempo o
en el mismo espacio, pero en diversos tiempos históricos, las perspec
tivas o visiones de cada esquema colectivo, esto es, de cada cultura,
seguirán una trayectoria semejante a la que siguieron los individuos
respecto al esquema cultural que en conjunto han generado. Se obten
drán también coincidencias que serán tanto más coincidentes mientras
más próximos sean los puntos de vista de las diferentes culturas que se
comparan, proximidades, no se olvide, en el tiempo, lo mismo que puede
ser en la localización geográfica. De este modo, las culturas abarcarán
áreas geográficas o temporales, históricas, más o menos amplias, según
sus coincidencias sean más o menos amplias. O sea que, si se consideran
las diversas culturas en nuestra gráfica en posiciones o muy próximas,
o distantes unas de otras o totalmente opuestas, podrán significarse
coincidencias muy amplias o por lo contrario, mínimas o casi nulas.
Pasando de las culturas a los programas, estas coincidencias o disi
dencias necesariamente serán más o menos amplias^ según lo sean las
culturas dentro de las que se dan y estructuran. El esquema gráfico será
por tanto valedero respecto a los programas que en un lugar y tiempo se
formulan, ya que, por lo estudiado y recordado ahora, el problema se da
dentro de la cultura que impera y la vivencia del creador como indi
viduo estará también condicionada por la misma cultura. La suma de
vivencias dará, sin lugar a duda, áreas comunes, que son las que dan
carácter propio, estilo, en suma, como se denomina en el terreno del arte
a las diversas creaciones que constituyen una arquitectura determinada;
y no está por demás hacer recordar que la arquitectura, y la arquitectura
de una cultura, sólo existen en nuestra imaginación, es una idea obte
nida de las abstracciones que practica con lo único real de que se dis-
328 MnMORIA DEL COLEGIO NACIONAL
pone, que son las diversas obras individuales, cada una como obra, y
producidas por los diversos creadores, individuos también cada uno.
La cultura es la que da, en consecuencia, la unidad de conmensura
ción relativa para determinar los rad'ios de vigencia en lo espacial, lo
mismo que en lo temporal, de una programación. Si, por ejemplo, contem
plamos la manera cómo en una cultura remota se extendió el albergue
inimano, nos percataremos de que, por lo menos, existen una serie de
coincidencias con nuestra actual cultura occidental, referentes a la esencia
de la arquitectura y a los determinantes del ser humano, que van desde
sus más elementales dimensiones físico-biológicas hasta las proyeccio
nes más o menos primarias del espíritu en el modo de entender la vida.
Al comparar los modos de vivir contemporáneos en diversos países o
espacialidades geográficas, encontraremos que la proximidad en tiempo
nos hace, por razones históricas, coincidir en multitud de aspectos, porque
pertenecemos a una cultura que nos envuelve por igual, pero a la vez
encontramos que en cada localidad se van dando matices inconfundibles
que precisamente provienen de las perspectivas locales en sus áreas no
coincidentes con las de otros lugares. Estas disidencias hacen que los
programas locales difieran en parte de los de otros espacios geográficos,
y por tanto, que lo coincidente sea de menor amplitud a medida que
nos alejamos en tiempo o que consideramos dentro de una misma cul
tura espacialidades muy distantes entre sí, sea por sus condiciones pro
piamente geográficas o por las modalidades que se incrustan en el es
quema colectivo y local.
Estas realidades se presentan muy claramente cuando se concentra
la atención a un solo lugar, a una ciudad, por ejemplo. En ella habrá
condiciones físicas, climáticas y humanas que pueden considerarse uni
formes si no abarcan en detalle más que lo propiamente general, porque
al comparar diversos géneros de obras, como habitaciones frente a es-
aielas, a templos o a salas de audiovisión, se harán manifiestas las
diferencias nacidas precisamente de los géneros, o sea de los diversos
aspectos de la vida colectiva. Para vivir la casa familiar, se requieren
dentro de una cultura y una localidad y tiempo propios, diferentes
formas espaciales que para hacerlo en un templo o en una sala de con
ciertos o de cinematógrafo, y sin embargo, todas estas formas espaciales
responderán a la vez a un haz que, por igual, las ilumina el que procede
de la ubicación misma.
Para significar estas diferencias y coincidencias, se hace conveniente
otro esquema, que a su vez es una verdadera clasificación: por Programa
General entenderemos las finalidades causales que se dan en una ubi-
ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 329
cacíón dada como regentes de todos los programas que ahí tengan asiento;
y por Programa Particular todas aquellas que no puedjen estar dentro
de las quf rigen en esa ubicación, escindiéndose éstos fn dos aspectos
más, el que denominaremos Genérico y el que dentro dé él o de varios
de ellos corresponde a la obra propiamente individual, a ésta que, al
sumarse a todas, da lugar a las abstracciones de que hablábamos: a los
Géneros y a los Estilos. A los Programas Genéricos y a los Programas
Generales.
Según esta convención, porque no puede ser otra cosa, los Progra
mas Generales tendrán como unidad comensmattva las culturas y las
amplitudes de los fines causales que abarquen, pudiendo por tanto for
mularse programas que comprendan a la humanidad en su totalidad si
las finalidades programáticas se reducen a los fines esenciales; a áreas,
en nuestros esquemas, con escasa amplitud coincidente de las diversas
culturas en que actualmente se agrupa la humanidad. Si se reduce ía
amplitud a sólo una cultura, la occidental, por ejemplo, podrá haber
programas generales que se refieran a diversos continentes, y dentro
de lo continental a diversas naciones, para seguir así disminuyendo el
radio geográfico y, necesariamente, aumentando a cambio la amplitud
de las áreas coincidentes, o sea de las exigencias finales que son co
munes. El programa nacional que rige a nuestro país, no puede tener
con el que impera en el vecino del norte sino las coincidencias que nos
genera estar en el mismo continente y pertenecer a la misma cultura
occidental y, a la vez, comparado con el regente de la vecina República
de Guatemala, nos revela iguales coincidencias y otras más que proce
den de nuestra historia y formación étnica. Pero las diferencias serán
también patentes, sobre todo cuando vamos centrando la amplitud radial
a, por ejemplo, la ciudad de México: lo que rige en ella como General es
notoriamente de mayor amplitud que lo que es General para todo el país
con sus climas, topografías, economías y culturas locales. Si, dentro ya
de esta última, comparamos sus diversas zonas urbanas, alcanzaremos
coincidencias, pero también mayores diferencias, y si por fin, en una zona
estudiamos lo que individualmente nos exige un problema determinado
y preciso, para un terreno igualmente determinado y para un cliente
que necesariamente plantea su problema particular e individual, nos
habremos convencido de que los programas, como las culturas, se ligan
de manera propia partiendo de la individualidad y alcanzando la abs
tracción de la generalidad, y que, a medida que estrechamos el radio de
acción, las finalidades de accidente se hacen mayores y que alcanzan
su máximo en el individuo mismo considerado como un caso, lo que se
330 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL
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•y
rSTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTQNiCO 331
unos en el subsuelo sin haber visto aún la luz, otros que han aflorado
a la superficie de nuestra consideración, pero que aún no han podido
mostrar su total magnitud y exigencias, y otros en fin, que hemos despre
ciado por precisamente estar habituados a tenerlos delante. Estas tareas
investigatorias están esperando de nuestros organismos profesionales
una acción consciente y desprovista del ropaje de oportunismo a que,
por razones del tiempo en que vivimos, somos conducidos sin percatar
nos. Todavía mejor, nuestra colectividad nos exige servirla con mejores
resultados y para ello se hace necesario, por elemental lógica, una inteli
gencia más clara de las finalidades que esperan respuesta en espacios
arquitectónicos de cada uno de los arquitectos que la servimog no sólo
por vocación y por conveniencia, sino por la más alta obligación moral y
patriótica.
El próximo capítulo estará dedicado al estudio del Aspecto General
del problema y del Programa.
Ilustraciones:
Lo INDIVIDUAL eo el Programa
Arquitectónico
— Linderos
— Colindantes
— Accesos
— OMifiguración topográfica
1 UBICACIÓN — Vegetación
— Accidentes
— Puntos de vista desde y hacía é!
— Características urbanológicas
— Geología superficial. Mecánica de
suelo, permeabilidad, etc.
— Especialidades
P r o g r a m a
INDIVIDUAL
Definición genérica
Significación socío-cultiiral
Elemento Regente del problema
Partes o elementos específicos
2 DESTINO Condiciones ideales de las partes,
dimensiones, disposiciones, conexio
nes, orientaciones, carácter de sím
bolo, etc.
Correlaciones y funcionamientos
específicos
ESQUEMA DE LA PAIiTE IV
T.,E.
F. R
R GRAL.
P GENÉRICO
I
j — Configuración superf.
I — Vegetación
2 Topografía Regional
I — Accidentes
— Composición superf.
— Mecánica suelos típica
3 Geología Superf.
— Especialidades
— Sismología
1 Costumbres
2 Tradiciones
3 Orientación social
4 Idiosincracia, . . . : o
1 físicos
2 Biológicos
3 Psicológicos
4 Del espíritu, . . . oo
V . EL ASPECTO DE LO GENERAL
Ilustraciones:
servado el orden colosal del cuerpo central como, por ejemplo, se hizo
en la fachada del Teatro Iris que le es colindante. El partido de esta
composición, desafortunadamente no puede contemplarse en sus propor
ciones debidas e intencionales, precisamente por lo estrecho de la calle
y la oblicuidad con que se pueda mirar.
Al contemplar creaciones magníficamente logradas en diferentes to
pografías, pocas veces se repara en dos importantes puntos: el primero
que ahora nos interesa, el del planteamiento del problema en acuerdo
total con las características topográficas del suelo y el del genio creador
que supo aprovechar las limitaciones de esa topografía para obtener
con ellas los elementos que su talento explotó en sentido de la creación.
Así son, por ejemplo, la solución maestra de la Plaza de España y la de La
Trinidad del Monte, en Roma, que explota una enorme diferencia de
niveles entrambas, disponiendo la espectacular serie de terrazas y esca
linatas cuyo efecto nunca deja de atraer al observador. En la misma
Ciudad Eterna, la Plaza de San Pedro resuelta genialmente por Bernini
enmedio de las tremendas irregularidades que le ofrecían los edificios
circundantes y parte de la muralla romana, para dar al conjunto el efecto
de suprema monumentalidad logrado. Podríamos traer a cuento una
serie de grandes y pequeñas composiciones. El barroco romano resolvió
de manera airosa su problema de monumentalidad en las calles de tan
reducida amplitud frente a las cuales se erigen, disponiendo las superfi
cies en movilidad tal que hacen contemplar la totalidad de la composi
ción en partes sin alterar su unidad. En términos de Woelfflin, posee
"Unidad" la forma barroca y sería aventurado atribuir sólo a lo estrecho
de las calles romanas la disposición inteligentemente adoptada, como lo
hace Gedion, aunque, como en toda obia maestra, la vivencia del pro
blema ha sido desde luego total.
Volviendo a nuestro cuadro sinóptico, el segundo cuerpo de detec-
minantes se refiere al Destino de la obra. Frente a este bastísimo capí
tulo hemos escrito, no propiamente los determinantes enumerados como
frente a la ubicación, sino más bien puntos de método a seguir en la
elaboración del programa mismo y ante la problemática planteada. Se
trata, en rigor, de un método de planteamiento. La definición genérica
del problema nos lleva a la determinación del elemento regente de la
composición. El arquitecto intuye aquí, ante el problema, cuál debe ser
y desde ese momento girará su composición en torno a él. Echando mano
del clásico ejemplo de Versalles y El Escorial, aunque sea de manera
rápida, encontramos claramente designado, en un caso y en otro, el ele
mento regente que el problema ha inspirado a los respectivos arquitectos.
ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 351
SUS realidades, aunque sean éstas dolorosas. Lo primero que debe inmo
larse en esa vivencia es el orgullo mezquino y lo que no debe jamás
ahogarse es la voz clara de la conciencia profesional, la que invita
a crear cosas grandes por la elevación del espíritu y por la nobleza
del pensamiento.
iMéxico, D. F., agosto de 1963.
Ilustraciones:
Aquel adagio del siglo xviii^ puesto en boga por Sullivan y más tarde
por Wright, de que "la forma sigue a la función", empalma en este
momento nuestro estudio con el tema que ahora ocupará nuestra aten
ción, pues que, habiendo perseguido la estructura del Programa arqui
tectónico en sus aspectos y categorías, ahora vamos a comprobar con un
buen número de formas de hospitales, su correspondencia con las ideas
dominantes en cada una de las etapas que contemplaremos. Y decimos
que empalma aquel aforismo, porque como también lo hemos explorado,
la forma es, en suma, el remate perseguido en que concluye la creación
del arquitecto, iniciada, se recordará, en el Programa, que es vivencia
subjetiva del problema.
El tema que abordaremos, es una mera revisión de formas típicas
adoptadas por los partidos de composición del hospital, a partir de la
segunda mitad del siglo xviii y hasta nuestros días. Tendremos opor
tunidad de comprobar lo que hemos explorado y expuesto en el terreno
de la Teoría, que la problemática es forjada en cada momento histórico
por la cultura y que el programa, al través del mismo arquitecto, tam
bién queda envuelto por la misma cultura. Cuando ésta, la cultura, evo
luciona en el tiempo y proporciona orientaciones nuevas, el creador las
proyecta en las formas que crea como solución a su programa.
Nuestra visión comentará las ilustraciones que nos sirven de tema,
numerosas ciertamente para una sesión como ésta, pero escasas al com
pararse con la multitud de obras producidas a partir del último cuarto
del pasado siglo y, sobre todo, durante los últimos decenios del presente,
que se cuentan por centenas y son, en su mayor parte, tan significativas
como las que mostraremos. Estas serán en ocasiones obras-clave, pero
en la mayoría de los casos tan sólo son típicas, elegidas más bien por
disponer a mano de sus respectivas ilustraciones. No se tome, por lo
tanto, ni la citación ni la omisión como calificación crítica, sino como
ESTRUCTURA T12ÓR1CA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 357
Ilustraciones:
1. Hospital de Sta. Cru2. Toledo. Planta. 25. Vanantes de plantas. Tollet. 1890-?
2. ., Mayor de Milán. Planta. 26. ídem,
3. Proyecto de Le Roy. 1777. 27. ídem.
4. „ Academia de Ciencias. 1737. 28. Saranack Lake. Pabellón aislado. 1882.
Poyet et Tcnon. 29. ídem. Planta General,
5. Hospital Lariboisiére. (1839). 30. ídem. Vista general.
6. Cuadro resumen evolución forma. 31. Pabellón de Tollet con una sola hilera
7. Snla enfermos. Tollet. (1870). de camas. 1890.
8. Ho:-pítal Tcnon. 32. Sanatorio Ideal. 1900.
9. „ Boucicaiit. (1897). 33. ídem,
10. „ Ideal. 1907. 3-í. Canifiou. Galería de Cura. 1890.
11. „ „ „ 35. Sanatorios Bli^íny. Fontenay. 1903-20.
12. „ „ 36. ídem. Despeaux Ribod. 1903-20.
13. ., Plymouth. Cor. Prioplc. 1756. 37. Sanatorio Harcficld. Inglaterra,
l í . Real Enfermería de Edlmburjío. 1870. 38. ídem. Pabellón mujeres.
15. H. de St. Thomas. Londres. 1871. 39. Sanatorio de Huipulco. 1929.
16. ídem. Pabellón. 40. Passy. 1933-.'
17. H. de Norfolk. 1884. 41. „ Passy. Niños. 1930-?
18. H. New Castle. Contagiosos. 1900. 42. „ ídem.
19. H. Swansea. 1890. 43. „ ídem.
20. Instituto Pasteur. Contagiosos. París. 44. Hospital Fougéres. 1933-?
1900? 45- Concurso Hospital Ziirich. 1930-?
21. John Hopiiíns. Baltimore. 1889. 46. Hospital de Los Angeles, Cal. 1939-?
22. ídem. Pabellón. 47. ídem,
23. 25 Variantes de plantas. Tollet. 1890. 48. ídem.
24. Cuadro resumen evolución forma. 49. H. Beaujon. Cütliy, 1934-?
358 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL
6 Aislamiento total.
como vehículo COIH
lagia
Pasleur. Bacteilti.
u París. Circulaciones sub- Aereación y
ti HJt
ii: 1907 Plantas iJeates.
terrineas. aislamiento.
Descentnitudfla de
lervlcíoi.
u V 1884 Norfolk
1890 Swansea.
ducen y consumen y los que sólo vegetan. Mucho tenemos por delante
qué roturar, qué conquistar y qué construir. La juventud tiene, mejor que
la palabra, el camino por delante y la vida entera por descontado. Si
multáneamente a la comprobación del error cometido al tomar el in
ternacionalismo por solución arquitectónica implantable en todo lugar,
en vez de como renglón de un programa general y occidental, se ha
gestado una explicable reacción de doble tipo: regionalista y, a la vez,
individualista. Para nosotros, la conceptuamos explicable y a medias jus
tificable en sus actuales soluciones, pues en el ansia de mostrarse opues
to a las formas vitrocúbícas intemacionalistas, se está incurriendo en una
doble postura de que ya hemos hablado, mencionándola: una individua
lista acolectiva, desconectada en lo absoluto de la colectividad local, y
otro, regresando en modo poco airoso al arcaísmo regionalista, sólo que
ornándolo de formas internacionalistas, aparte de empeñarse en emplear,
sin muy brillantes resultados, las técnicas edificatorias actuales. Casi
puede conceptuarse esta dirección como nueva versión del academismo
arcaizante de fines del pasado siglo, sólo que conducido sin el innegable
talento compositorío de los destacados arquitectos de entonces, cuya pre
paración y conocimientos en el terreno de lo antiguo no tienen compa
ración con los que ostentan los partidarios, casi improvisados, de esta
novísima reacción contra el internacionalismo vitrocúbico. De cualquier
modo, es una reacción y una dirección que ahí está proponiendo y de
jando obra tras ella.
Nuestro estudio sobre el programa proporciona ya datos suficientes
para juzgar esta corriente: deberá recordarse que hemos establecido lo
arquitectónico como regional y como moderno simultáneamente cuando
resuelve auténticamente su programa general, porque todo programa
se ubica en un tiempo y en un espacio, o sea, todo programa se pro
yecta hacia lo actual y hacia lo local, esto es, hacia la modernidad y hacia
la regionalidad relativas, es claro, a sus respectivos tiempo histórico y
espacio geográfico. El demasiado individualismo o, si se quiere con mayor
exactitud, el recalcitrante individualismo, al divorciarse de su colectivi
dad, rompe la unidad de todo programa y al anclarse a lo arcaico se
divorcia también de lo actual y colectivo. Ambas posturas llevadas a
sus extremos conducen al egocentrismo acolectivo y, por ende, desubicado
en el tiempo que vivimos, aparte de ser alógico respecto al concepto
esencial que de arquitectura posee el occidente: este arte del hombre y
para que el hombre habite en él y con él; pero hombre integralmente
considerado como individuo de una colectividad organizada en sentido
de una cultura.
liSTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO 371
TABLA DE MATERIAS