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BIBLIOGRAFÍA
(3) Por ejemplo, de AHUMADA RAMOS, La responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas, Pamplona,
2000.
(4) Sentencia de 4 de mayo de 1995, al manifestar que «como hemos expresado, entre otras, en nuestras sentencias
de 5 de febrero y 20 de abril de 1991, 10 de mayo, 18 de octubre, 27 de noviembre y 4 de diciembre de 1993,
14 de mayo, 4 de junio, 2 de julio y 27 de septiembre de 1994, 11 de febrero (recurso de casación n.º 1619/1992)
y 1 de abril de 1995 (recurso de casación n.º 337/1992) se configura de forma objetiva o por el resultado la
responsabilidad de la Administración, siendo indiferente que la actuación administrativa sea normal o anormal
pues es suficiente para admitirla que, como consecuencia de aquélla, se haya producido un daño efectivo,
evaluable económicamente e individualizado, sin que concurra fuerza mayor».
en que sea a ella imputable el acto u omisión determinante del daño, que el
artículo 1.3 del Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Pú-
blicas en materia de Responsabilidad Patrimonial (RPRP), aprobado por RD
429/1993, de 26 de marzo, limita a los daños y perjuicios causados a terceros
durante la ejecución de contratos cuando sea consecuencia de una orden directa
e inmediata de la Administración o de los vicios del proyecto elaborado por ella
misma, con arreglo a la legislación de contratos de las Administraciones Públicas
(sentencia del Tribunal Supremo de 4 de mayo de 1995: «No puede la Administra-
ción eludir su responsabilidad imputándola al contratista, cuando las obras consis-
tentes en taludes y desmontes —determinantes de unos movimientos de tierra
que dieron lugar al daño— fueron ejecutados por el contratista en ejecución del
proyecto de ampliación y acondicionamiento de una carretera»).
Es indudable que la responsabilidad patrimonial responde a unos mismos principios
jurídicos, tienen un fundamento común, y en buena parte está sometida a regíme-
nes jurídicos análogos. Pero, aun sin afectar a los principios ni al fundamento, los
dos supuestos de responsabilidad presentan diferencias relevantes. La presencia
de un contrato administrativo informa al contenido resarcitorio de sus principios y
de su naturaleza, dándole una peculiaridad dictada de acuerdo con los intereses
(6)
que juegan en su seno .
Así, la sentencia del Tribunal Supremo de fecha 25 de junio de 1984, declara que:
«La responsabilidad patrimonial de la Administración, conquista reciente de
nuestro ordenamiento jurídico, cabe contemplarla en relación con dos distintos tipos
de relaciones jurídicas, las extracontractuales, por una parte y las contractuales
por otra; teniendo en el primero su consagración legal en los artículos 405 y ss.,
de la Ley de Régimen Local, los correlativos del Reglamento de Organización,
Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Corporaciones Locales, el artículo 121
de la Ley de Expropiación Forzosa y el artículo 133 de su Reglamento, el artículo
40 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado y al más alto
nivel posible, en el artículo 106 de la Constitución, y teniéndola en el segundo, en
lo que a la Administración Local se refiere, en la Ley de Régimen Local, el texto
articulado parcial de la Ley de Bases del Estatuto de Régimen Local, el Reglamento
de Contratación de las Corporaciones Locales, la Ley de Contratos del Estado y
el Reglamento General de Contratación del Estado.»
En consecuencia, no es objeto de la regulación contenida en la LRJPAC y en el
RPRP la responsabilidad de las Administraciones Públicas derivada de las rela-
ciones contractuales. La responsabilidad contractual vine regulada en la Ley de
Contratos de las Administraciones Públicas y respecto de los contratos no sujetos
a esta Ley, por la legislación respectiva. Así, lo entendió la jurisprudencia, en
(6) ESCOBAR, La responsabilidad contractual de la Administración pública, 1989; GARCÍA DE ENTERRÍA, Los
principios de la nueva Ley de Expropiación Forzosa, 1984; LEGUINA, La responsabilidad civil de la Administración
pública.
(7)
Como ejemplos de la primera línea interpretativa , encontramos la sentencia
del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 1989, que establece que el supuesto de
(7) — Sentencia del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 1995: «como acertadamente sostiene la representación
procesal de la empresa contratista no existe responsabilidad alguna para ésta, porque según determina el pá-
rrafo segundo del referido artículo 134 del Reglamento General de contratación del Estado, aprobado por De-
creto 3354/1967, de 28 de diciembre, cuando los daños sean consecuencia de una orden inmediata y directa
de la Administración contratante o fueran debidos a los vicios del proyecto, será ésta responsable dentro de los
límites señalados en la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, sin que, en este caso, quepa
la menor duda, dada la exhaustiva prueba pericial practicada, de que el deslizamiento del suelo se produjo como
consecuencia exclusiva de los vicios del proyecto, aprobado por la Administración y puntualmente ejecutado
por la empresa contratista, lo que exonera a ésta de cualquier responsabilidad por los daños causados a terceros».
— Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, de 7 de septiembre de 2004, que falla a favor de
la indemnización de daños y perjuicios causados por caída en la vía pública, al introducir una pierna en una al-
cantarilla sin tapa. Considera la existencia de un funcionamiento anormal de los servicios públicos, incumpliendo
el Ayuntamiento sus obligaciones relativas al mantenimiento y conservación de las vía públicas. No cabe exigir
la responsabilidad patrimonial a la empresa que gestiona el servicio municipal de agua, pues aunque la alcan-
tarilla es un elemento a través del cual se presta dicho servicio, su conservación y mantenimiento al ser parte
de la vía pública, es una competencia municipal.
— Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Sevilla, de 17 de febrero de 2006, sentencia del
Tribunal Superior de Justicia de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, n.º 43/2006, de 10 de febrero, «culpa in vigi-
lando de la Administración»; Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canaria, Santa Cruz de Tenerife,
n.º 548/2005, de 15 de diciembre, responsabilidad de la Administración por «falta de diligencia a la hora de velar
por la seguridad».
Y si esto es así, la aplicación del artículo 40, de la Ley de Régimen Jurídico y del
artículo 106 de la Constitución que obliga a la Administración a responder de
los daños causado a los particulares por el funcionamiento normal o anormal de
los servicios públicos, resulta ineludible. Todo ello sin perjuicio de repetir contra
el concesionario ya que la indemnización en este caso es de cargo del mismo,
según dice el artículo 121.2 de la Ley de Expropiación Forzosa y sus concor-
dantes.
De esta postura, también se hace eco la sentencia del Tribunal Supremo de fecha
30 de abril de 2001, que establece que en caso de concurrir los requisitos de la
responsabilidad, la Administración ha de indemnizar al particular sin perjuicio de
que puede repetir contra el concesionario si el daño le es imputable.
Y significativa es la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad
Valenciana, de 3 de octubre de 2005 (LA LEY 191066/2005), al considerar la
existencia de responsabilidad patrimonial por los daños y perjuicios sufridos al
tropezar con una válvula de sectorización de la red de agua potable que sobresalía
sobre la acera sin la debida protección, manteniendo la relación de causalidad
entre el funcionamiento anormal del servicio público y las lesiones sufridas:
«El Ayuntamiento era el responsable del mantenimiento y seguridad de las aceras,
sin que pueda escudarse en la existencia de obras realizadas por particulares o
de que las instalaciones fueran propiedad de una empresa privada.
La doctrina del nexo causal, si bien no ofrece ningún problema su aplicación
cuando es la propia Administración Local la causante directa del daño o perjuicio
reclamado, aquél se suscita cuando la actividad causante del daño no obedece
a la actividad de la propia Administración, sino a una entidad privada no integrada
en la Administración Pública a la que presta sus servicios en virtud de un contrato
que le atribuye la ejecución o gestión de un servicio público o de una obra pública,
y que como consecuencia de los mismos se ocasiona un daño o perjuicio a los
particulares, pues aun cuando la jurisprudencia se ha referido con carácter general
a un nexo causal directo, inmediato y exclusivo, no queda excluido especialmente
en los supuestos de responsabilidad por funcionamiento anormal de los servicios
públicos, que la expresada relación causal pueda aparecer bajo formas inmediatas,
indirectas o concurrentes (STS 25-01-97, 26-04-97, 6-10-98, 06-02-01). Y así, se
ha afirmado que la naturaleza netamente objetiva de la responsabilidad patrimonial
de la Administración impide a ésta, que actúa en la esfera de sus atribuciones
para satisfacer un servicio público, desplazar la misma al contratista, mero ejecutor
material, sin perjuicio de la acción de repetición de aquélla contra éste (sentencias
de 19-05-87, 23-02-95), ya que si bien las obras han sido adjudicadas a una em-
presa contratista, no puede olvidarse que su responsabilidad sería subjetiva,
mientras que la de la Administración es directa y objetiva, todo ello, se insiste, sin
que obste a una posible acción de reintegro que la Administración puede formular
frente al contratista (sentencias de 13-02-89 y 27-12-89).
Siguiendo el tenor literal de la ley existe otra corriente jurisprudencial, que parece
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en todo caso más correcta . Así, nos encontramos con la sentencia de la Sala
(8) — Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de febrero de 2000. «De los hechos probado por el Tribunal a quo,
se deduce claramente que la situación de ruina inminente del edificio propiedad del demandante, fue debida a
la rotura de la red de agua potable del municipio, cuya explotación estaba concedida a la entidad Técnicas de
Depuración, S.A. (TEDESA), con una cláusula relativa a la conservación de las instalaciones y saneamiento a
cargo de ésta, quien resultaba directamente responsable en relación a terceros de los daños personales y ma-
teriales causados como consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios gestionados.
De los referidos hechos y de lo dispuesto concordadamente por los ya citados artículos 54 de la Ley de Bases
de Régimen Local, 223 del Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades
Locales, 128.1 3ª del Reglamento de Servicios de las Corporaciones Locales, 121.2 y 123 de la Ley de Expro-
piación Forzosa, 72.3 del Texto Refundido de la Ley de Contratos del Estado, aprobado por Decreto 923/1965,
de 8 de abril, y 218.3 del Reglamento General de Contratación, aprobado por Decreto 3410/1975, de 25 de
noviembre, se deriva a la responsabilidad extracontractual de la entidad concesionaria del servicio público de
suministro de agua y alcantarillado, ya que los daños y perjuicios causados no tuvieron su origen en cláusula
alguna, de ineludible cumplimiento, impuesta por la Administración a la concesionaria ni fueron consecuencia
inmediata y directa de una orden de la Administración, sino que derivaron de una incorrecta conservación de
la red de agua potable del municipio.
— Sentencia del Tribunal Supremo de 5 de junio de 2001, «estamos en presencia del funcionamiento de un
servicio público y que la Ley 8/1972, de 10 de mayo, de Autopistas de Peaje, al disponer ya en el artículo 19
que "las indemnizaciones que procedan en los supuestos de los artículos 40 de la LRJ (hoy sustituido por el
139 de la Ley 30/1992), y 121 de la Ley de Expropiación Forzosa, serán a cargo del concesionario cuando los
daños a que dichos preceptos se refieren sean consecuencia de la explotación del servicio concedido a no ser
que sean exclusivamente imputables a cláusulas o medidas impuestas por la Administración después de haber
sido adjudicada la concesión", y terminantemente proclama en el art. 27, al regular el régimen jurídico durante
la fase de explotación, que el concesionario deberá conservar la vía en perfectas condiciones de utilización,
prestando el servicio ininterrumpidamente durante las 24 horas del día, salvo supuestos excepcionales debidos
a caso fortuito o fuerza mayor, es visto cómo producida la lesión en la prestación de un servicio público, mediante
concesión, deviene de todo punto inexcusable la particular imputación al concesionario cuando resulta indecli-
nable que el accidente se produjo por la omisión del deber de mantener la autopista en adecuadas condiciones,
garantes de la seguridad vial.»
— La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, de fecha 31 de octubre de 2003, ha establecido
que en los supuestos de reclamación de daños causados a un tercero por el contratista, la Administración de-
clarará que la responsabilidad es del contratista, salvo que exista una orden de aquella que haya provocado el
daño. En estos supuestos, la reclamación dirigida al órgano de contratación, será resuelta por la Administración,
decidiendo la responsabilidad que deberá ser satisfecha por el contratista. Contra este acuerdo, los afectados
podrán interponer recurso contencioso-administrativo.
Cuando la responsabilidad incumba al contratista, la reclamación ha de realizarse por el perjudicado ante los
órganos de la Jurisdicción civil, a cuyo efecto establece el artículo 97.3, del Texto Refundido de la Ley de Con-
tratos, que interrumpe el plazo de prescripción de la acción el previo requerimiento a la Administración, para
que se pronuncie sobre a cuál de las partes contratantes corresponde la responsabilidad de los daños.
— La sentencia del Tribual Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, de 14 de octubre de 2004, deniega la
indemnización por daños y perjuicios ocasionados por caída en la vía pública. En el tramo de calle donde se
produjo la caída se estaban ejecutando unas obras de acerado a cargo de una UTE. No concurre la circunstancia
de imputación de los daños a la Administración relativa a que los mismos fueron originados como consecuencia
inmediata y directa de orden de aquélla o vicios del proyecto y además la Administración ha comunicado al
perjudicado la existencia del contratista y la obligación de responder de éste en su caso.
Igual, sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia n.º 420/2003, de 30 de abril; sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla-La Mancha n.º 181/2006, de 6 de abril de 2006, sentencia del Tribunal Superior
de Justicia de Castilla-La Mancha n.º 489/2005, de 30 de noviembre, sentencia del Tribunal Superior de Justicia
de Andalucía, Sevilla, de 30 de septiembre de 2001; sentencia de la Audiencia Nacional, Sala de lo contencioso-
administrativo, de 13 de julio de 2005; sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco n.º 418/2005,
de 13 de mayo; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha n.º 131/2005, de 21 de marzo.
(9) Sentencia del Tribunal Supremo de 7 de abril de 2001. No cabe duda de que, al no tratarse de daños causados
por cláusulas del contrato impuestas por la Administración al concesionario ni de una orden directa de ésta,
debe responder de aquéllos el propio contratista, como se deduce de lo establecido concordadamente por los
artículos 121.2 de la Ley de Expropiación Forzosa y 134 del Reglamento General de Contratación, precepto
este recogido después en el artículo 98, de la Ley 13/1995, de 18 de mayo, de Contratos de las Administraciones
Públicas.
Ahora bien, la reclamación del perjudicado ha de dirigirse, según lo dispuesto por estos dos últimos preceptos
y por el artículo 123 de la Ley de Expropiación Forzosa, a la Administración contratante, que debe resolver
tanto sobre la procedencia de la indemnización como sobre su cuantía y quién debe pagarla, modo de proceder
que no observó la Administración del Estado demandada al limitarse a informar a la entidad reclamante que los
vertidos los había efectuado la empresa contratista y que la obligación del dueño era cerrar la finca o colocar
vigilancia permanente para evitar tales vertidos.
Aunque la responsable de los vertidos de escombros fuese, según lo dicho, la empresa contratista, lo cierto es
que, al no haberlo así declarado la Administración del Estado contratante y no haber sido emplazada en la pri-
mera instancia aquella empresa, la responsabilidad por los perjuicios causados con los vertidos debe asumirla
la Administración del Estado demandada, quien no actuó en la forma ordenada tanto por la Ley de Expropiación
Forzosa como por el referido Reglamento General de Contratación, y así lo declaró ya la antigua sala cuarta
de este Tribunal Supremo en su sentencia de 28 de mayo de 1980, que, al no proceder del modo indicado en
los artículos 121.2 y 123 de la Ley de Expropiación Forzosa y 134 del Reglamento General de Contratación
Administrativa, considera que eludió su propia responsabilidad frente al perjudicado, reclamante en la vía admi-
nistrativa precedente, y a ella debe por tanto serle impuesta dicha responsabilidad, sin perjuicio de su desplaza-
miento sobre el responsable, puesto que los preceptos citados han pretendido, sin duda, en estos casos permitir
al particular una paridad de trato en relación con otros casos en que la Administración es directamente imputable,
pero sin perjuicio de que la responsabilidad recaiga sobre el patrimonio de quien realmente corresponde porque
es quien tiene obligación de soportarla, doctrina jurisprudencial que late también en las sentencias de esta sala
de 9 de mayo de 1989, 9 de mayo de 1995, 12 de febrero de 2000 y 8 de julio de 2000.
Igual sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco n.º 229/2006, de 29 de marzo; sentencia del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña n.º 1466/2005, de 13 de diciembre, responsabilidad de la Administración
por dictar una resolución que niega su responsabilidad sin considerar la del contratista, toda vez que ese modo
de conducirse ha privado al recurrente de la posibilidad de argumentar lo que en defensa de su derecho estimare
procedente en relación con la responsabilidad del contratista; Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla y León, Burgos, n.º 547/2005, de 12 de diciembre «al margen de los términos del contrato aportado a
la actuación, la Administración demandada, lejos de cumplir con el ordenamiento jurídico vigente, simplemente
resolvió dar traslado de la reclamación del recurrente a la empresa contratista, sin que conste que haya trami-
tado ni mucho menos resuelto tal y como le exige el ordenamiento jurídico la reclamación de la recurrente. Y
desde luego ante este supuesto de incumplimiento legal, lo que no puede esta Sala es que la propia Adminis-
tración local se beneficie de su conducta netamente ilegal».
En los mismos términos, sentencia del Tribunal Supremo de fecha 28 de mayo de 1980; sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Galicia n.º 1025/2005, de 16 de noviembre; sentencia del Tribunal Superior de Justicia
de Madrid n.º 1360/2005, de 20 de octubre; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid n.º 1371/2005,
de 20 de octubre; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid n.º 1367/2005, de 20 de octubre; sen-
tencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid n.º 1257/2005, de 4 de octubre; sentencia del Tribunal Superior
de Justicia de Madrid n.º 1264/2005, de 4 de octubre; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y
León, Valladolid n.º 1893/2005, de 12 de septiembre; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria
n.º 390/2005, de 12 de septiembre; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias n.º 1201/2005, de
18 de julio; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baleares n.º 612/2005, de 8 de julio; sentencia del
Tribunal Superior de Justicia de Galicia n.º 529/2005, de 23 de junio; sentencia de la Audiencia Nacional, sala
de lo contencioso-administrativo, de 31 de mayo de 2005; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Co-
munidad Valenciana n.º 566/2005, de 20 de mayo; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid n.º
568/2005, de 28 de abril; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia n.º 216/2005, de 7 de abril;
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid n.º 463/2005, de 5 de abril; sentencia del Tribunal Superior
de Justicia de Galicia n.º 188/2005, de 23 de marzo; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia n.º
166/2005, de 17 de marzo; sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid n.º 373/2005, de 15 de marzo;
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, Burgos, n.º 1893/2005, de 12 de septiembre.
(7)
— Sentencia del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 1995: «como acertadamente
sostiene la representación procesal de la empresa contratista no existe responsa-
bilidad alguna para ésta, porque según determina el párrafo segundo del referido
artículo 134 del Reglamento General de contratación del Estado, aprobado por
Decreto 3354/1967, de 28 de diciembre, cuando los daños sean consecuencia de
una orden inmediata y directa de la Administración contratante o fueran debidos
a los vicios del proyecto, será ésta responsable dentro de los límites señalados
en la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, sin que, en este
caso, quepa la menor duda, dada la exhaustiva prueba pericial practicada, de que
el deslizamiento del suelo se produjo como consecuencia exclusiva de los vicios
del proyecto, aprobado por la Administración y puntualmente ejecutado por la
empresa contratista, lo que exonera a ésta de cualquier responsabilidad por los
daños causados a terceros».
— Sentencia de la Audiencia Nacional, Sala de lo Contencioso-Administrativo,
Sección 1ª, de 10 de mayo de 2006. «En interpretación del artículo 134 del antiguo
Reglamento General de Contratación de Estado, existe una línea jurisprudencial,
cuyo criterio este Tribunal comparte, que mantiene la naturaleza netamente obje-
tiva de la responsabilidad patrimonial de la Administración impide a ésta, que
actúa en la esfera de sus atribuciones para satisfacer un servicio público, desplazar
la misma al contratista, mero ejecutor material, sin perjuicio de la acción de repe-
tición de aquélla contra éste (sentencias de 19 de mayo de 1987 y 23 de febrero
de 1995), ya que si bien las obras han sido adjudicadas a una empresa contratista,
no puede olvidarse que su responsabilidad sería subjetiva, mientras que la de la
Administración es directa y objetiva, todo ello, se insiste, sin que obste a una po-
sible acción de reintegro que la Administración puede formular frente al contratista
(sentencias de 13 de febrero de 1987 y de 27 de diciembre de 1989). Se ha de
añadir que en el presente caso la Administración ni siquiera ha contestado a la
reclamación patrimonial efectuada por los recurrentes, por lo que la misma legal-
mente queda rechazada, pero nada dice sobre si ha de responder el contratista,
de forma que si los poderes públicos no han atribuido al contratista la responsabi-
lidad en la vía administrativa, sería contrario a un elemental sentido de justicia
material intentar desviar tal responsabilidad en sede jurisdiccional en perjuicio del
administrado (STS de 23 de diciembre de 1987). La sentencia de 20 de octubre
de 1987 interpretaba ya ese artículo 134 del mencionado Reglamento a la luz de
las nuevas concepciones sobre responsabilidad de la Administración, y si bien
ésta puede repetir contra el contratista apoyándose en dicho precepto, esa posi-
bilidad no excluye la responsabilidad directa de la Administración cuando el daño
producido sea consecuencia de un actuar ligado a la misma por vínculos contrac-
tuales, razonamiento que se encuentra en la misma línea de lo establecido por la
Sentencia de 8 de mayo de 2001, del Tribunal Supremo, recaída en recurso de
casación para unificación de doctrina.