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Análisis bíblico II
LOS SALMOS
El Himnario de los hijos del Pacto
LOS SALMOS
Himnario de los hijos del Pacto
a. Paternidad literaria
Se atribuyen a David no menos de 73 salmos. Otros autores que se nombran en los títulos son Asaf (50; 73-83); los
hijos de Coré (42-49; 84-85,87-88), Salomón (72; 127), y Hemán (88), Etán (89), ambos ezraítas, y Moisés (90), a
quienes se les atribuye un salmo cada uno. Muy a menudo se ha negado la paternidad literaria davídica de muchos
salmos, argumentando que el salmista David de aceptación popular no se asemeja en absoluto al David guerrero de
los libros de Samuel y Reyes. También se puede argumentar que la atribución “de David” no constituye
necesariamente una indicación de paternidad literaria, sino simplemente un encabezamiento para indicar que ciertos
salmos estaban destinados a algún ritual real para el “David” (el rey davídico) del momento. Sin embargo, sí sabemos
que David era músico (1º Samuel 16:14 y siguientes) y poeta (2º Samuel 1:17 y siguientes; 3: 33 en adelante). Los
intentos de algunos estudiosos de refutar la paternidad literaria davídica atribuida a 2º Samuel 22: 1 y siguientes;
23:1-7, y de eliminar las palabras “como David” de Amos 6:5 (donde se hace referencia a la tradición de David y su
música y canciones unos 300años después de su muerte) tienen un aire de argumentos especiosos. Además el N.T.
No solamente acepta sino que fundamenta argumentos en al paternidad literaria davídica de estos materiales.
Este himnario del segundo templo contiene material muy antiguo. Esto de ninguna manera debe sorprender si se tiene
en cuenta que las tablillas de Ras Shamra demuestran que, cuando Israel invadió Canaán, el tipo de poesía
representado en los Salmos constituía ya una tradición largamente establecida entre los habitantes de Ugarit. Por lo
tanto, el canto de Moisés en Éxodo 15, y el de Débora (Jueces 5), no constituían casos aislados ni ejemplos sin
precedentes en la poesía semítica. La paternidad literaria mosaica y salomónica a que se hace referencia en los
títulos de tres salmos indica que la antigua religión del tabernáculo y el primer templo seguramente requería música
sagrada. La religión en los días de Amos (5: 21- 23) e Isaías (30: 29), durante el exilio (Sal. 137-1 y siguientes) y el
período que siguió al retorno, y la edificación del segundo templo, indudablemente también requería cantares
solemnes. No obstante, es el lugar prominente de rey en el salterio lo que ha obrado en forma más decisiva para
convencer a los estudiosos recientes de que el período clásico de composición de salmos fue la monarquía, es decir
desde David hasta el comienzo del exilio.
b. Organización
El salterio veterotestamentario tal como lo conocemos hoy se compone de cinco libros. Esta división se remonta a la
versión de la LXX, que fue comenzada allá por el siglo III a.C. Se puede distinguir fácilmente cada sección porque
cada libro termina con una doxología. Las doxologías son breves con excepción de la que cierra el libro V; en este
caso se dedica un salmo entero a la doxología final. Las cinco divisiones del salterio son las siguientes: libro I, Sal. 1-
41; libro II, Sal. 42-72; libro III, Sal. 73-89; libro IV, Sal. 90-106; libro V, Sal. 107-150. Muchos han percibido en esta
quíntuple división un intento por imitar la división de la Torá, o Pentateuco, en cinco libros.
Diversos rasgos sugieren que estaban ya en uso colecciones separadas de salmos antes de realizarse la compilación
final. Por ejemplo, ciertos salmos, en su totalidad o en parte (especialmente salmo 14 y 53; salmo 40: 13-17 y salmo
70, 57:7-11 más el 60:6-13, para formar el salmo 108), aparecen más de una vez en el salterio, más aun un grupo
considerable (del 42 -83) habla predominantemente de “Dios” mas bien que del “Señor”, mientras que otros conjuntos
(1-41; 84-89; 90-150) revelan una preferencia opuesta aun en salmos atribuidos a algunos de los autores del grupo
anterior (42-83). Además, salmo 72:20 evidentemente marca la conclusión de un conjunto particular de salmos
davídicos, pero de ninguna madera incluye toda la producción de David, como lo demuestra el resto del salterio.
Parecería probable como sugieren diversos estudiosos, que la penúltima etapa en la compilación del salterio fuel el
agrupamiento de distintas series de salmos en tres salterios principales, quizás usados en distintos centros o períodos,
como sigue: a) salmos davídicos 3-41 ó 2-41, que prefieren el nombre divino Yahvéh (el señor); b) salmos del 42-83
(“salterio elohístico”) de Coré, Asaf y David, donde predomina el terminos ‘elōhîm (Dios) (grupo al cual se le agregó un
apéndice, 84-89, en el que prevalece “Yahvéh”); c) colección de salmos mayormente anónimos, 90-150 (donde
nuevamente aparece “Yahvéh”), que contiene ciertos conjuntos que se distinguen por ciertos temas o usos (por
ejemplo la majestad real de Dios, 93-100; “Hallel egipcio”, 113-118, asociado tradicionalmente con la pascua; los
cánticos graduales, 120-134; los salmos finales de aleluya, 146-150). Finalmente desde este punto de vista, para
coincidir con los libros de Moisés, las tres colecciones fueron subdivididas para formar 5, y el salmo uno (o uno y dos)
se colocó al principio como introducción al todo.
luchas todo lo cual explicaba muchos de los gritos de angustia o triunfo en el salterio y la mayoría de las referencias a
mares y manantiales, enemigos y monstruos, derrota y victoria, y los atributos y actividades del rey.
No todos los entendidos, sin embargo, que re reconocen deudores de Mowinckel están de acuerdo con él en todos los
detalles o (aun menos) con aquellos que han llegado a extremos en la aplicación de sus métodos. El mismo
Mowinckel da menos importancia al tema de la ascensión del rey en sus escritos posteriores que en sus primeros
estudios, y otros estudiosos que destacan la influencia de festividad de año nuevo sobre el salterio entienden que el
aspecto principal de la misma está relacionado con la renovación del pacto (A. Weiser) o la reafirmación de la
elección de Sión y la casa de David por parte de Dios (H. J. Graus). No obstante, el legado de Gunkel y Mowinckel
perdura, en la atención que la mayoría de los comentaristas presta a la labor de asignar cada salmo a la clase que le
corresponde, y en la consideración de casi todo el material como eclesiástico.
Esto difiere del punto de vista de que los salmos fueron reunidos y utilizados para el culto, y en muchos casos escritos
expresamente para tal fin. Con dicho punto de vista no puede haber discrepancia. Por el contrario, supone que aun
aquellos salmos que confesadamente nacieron de episodios en la vida de David (p. ej. La mayor parte de los Sal. 51-
60), o que el NT considera como de su pluma (p. ej. Sal. 16; 69; 109-110), surgieron por el contrario de los dramas
cúlticos , o fueron compuestos anónimamente en forma de piezas fijas para situaciones de culto que podrían
presentársele al individuo, al rey davídico, o a la congregación. Así el salmo 51, no obstante la mención introductoria
de que forma parte del texto hebreo, no se considera como la oración de David después de su pecado con Betsabé, y
el Sal. 110, a pesar de la referencia que hace nuestro Señor quien así lo declara en Mr. 12:36, Sin embargo, dentro de
esta escuela dominante de interpretación, existe una diversidad de opiniones en cuanto a la correcta clasificación de
determinados salmos, y se habla con más confianza acerca de quienes no escribieron los salmos que de los que sí lo
hicieron.
El intento de ubicar los salmos dentro del marco que les corresponde debiera regirse, según nuestro entender, por los
elementos evidénciales en cada caso particular. Aquí se han de incluir las características internas a que se han
referido Gunkel y sus sucesores, pero acordando el peso debido, además, a las manifestaciones en los títulos y otras
escrituras, donde existan. También ha de tener en cuenta el hecho de que el salmista podría hablar (como lo señaló
Pedro en Hch. 2:30 y siguientes) como “profeta”, con conciencia de las promesas divinas, y previendo lo que había
mucho más allá de su propio horizonte.
2. Frente a este fondo de fe y obediencia, los salmos imprecatorios (véase especialmente 35:1– 8; 59; 69; 109)
parecerían ofrecer un escollo de tipo moral. Se encuentran oraciones similares en las que se pide venganza en
Jeremías 11:18 y siguientes; 15:15 y siguientes, 18:19 y siguientes, 20:11 y siguientes. La idea fundamental en estos
pasajes del salterio, donde se invocan maldiciones y castigos vengativos sobre el enemigo, se expresa en 139:21 y
siguientes, “¿No odio, OH Jehová, a los que te aborrecen?... Los tengo por enemigos”. Lo cual significa que los
salmistas se sienten impulsados por el celo para con el Santo de Israel, quien debe ejercer la retribución en el orden
moral imperante en el mundo. Por detrás de las imprecaciones se advierte un reconocimiento de la autoridad moral
divina en el mundo, la creencia de que el bien y el mal tienen sentido para Dios, y que por lo tanto en un mundo moral
debe aplicarse el juicio tanto como la gracia. Por consiguiente, era natural, para hombres que vivían bajo la
dispensación de la ley, que orasen por la destrucción de los enemigos de Dios por medio del juicio, aunque hoy los
creyentes que viven en la dispensación de la gracia oran por todos los hombres a fin de que sean salvos, aún cuando
siguen creyendo en la realidad de un juicio inmediato además de un juicio venidero.
También debe recordarse que, si bien es cierto que los salmistas se daban cuenta de las tensiones existentes entre la
justicia y la injusticia, entre el pueblo de Dios y los enemigos de Dios, hasta ese momento no se conocía la noción del
juicio en sentido escatológico, no poseían tampoco ninguna doctrina respecto a un estado futuro en el cual los impíos
serían castigados y los piadosos recompensados. Por consiguiente, si la vida de justicia ha de ser reivindicada, ha de
serlo ahora, si la maldad ha de ser castigada. Tendrá que ser castigada ahora. Porque cuando el hombre justo oraba
por la destrucción de la maldad, en su mente no diferenciaba entre el impío y su impiedad. Para el hebreo justo, era
impensable la destrucción del primero sin el segundo. Incluso resultaba difícil, si no imposible, para algunos salmistas
hacer distinción entre el impío y su familia. Todo lo que pertenecía al hombre impío estaba comprometido con él en su
impiedad. El cristiano, pues, debe tener presente estas cosas cuando lee estos salmos imprecatorios, y no restarles la
significación que puedan tener. Por lo menos constituyen una seria advertencia acerca de la realidad del juicio en este
mundo moral, y revelan el ardiente celo por la causa de la justicia que inflamaba los corazones de algunos de los
salmistas, y su negativa a condonar el pecado.
3. ¿Tiene el salterio alguna teología respecto a una vida futura? Aquí la respuesta es que no. Hay una esperanza pero
no una creencia absoluta en cuanto al futuro. En el salterio no se percibe ninguna referencia segura a la resurrección.
Es posible que se adviertan destellos de revelación o discernimiento en cuanto a la vida en el más allá, pero no existe
ninguna afirmación que se parezca a un artículo de fe de carácter religioso. Puede ser que se descubra el germen de
una esperanza de esta naturaleza en los salmos 16-17; 49; 73, pero no pasa de ser una simple esperanza. En
ninguna parte se vislumbra que algún salmista manifieste una firme creencia en la resurrección.
4. Los salmos mesiánicos: Uno de los factores más importantes en la supervivencia nacional de Israel ha sido la
esperanza mesiánica. Esta esperanza se funda en el retorno de la era de David, cuyo reinado en el pasado marcó la
edad de oro en la historia de Israel; y es precisamente contra este fondo que debe apreciarse la esperanza mesiánica
en el salterio. La descripción del Mesías que emerge del salterio tiene un doble aspecto.
En primer lugar, como el Mesías ha de ser descendiente de la dinastía davídica, ha de ser el Rey de la era mesiánica.
En el salterio se ve un rey mesiánico divino contra el cual las naciones se rebelarán en vano (Sal. 2). La era mesiánica
se describe en el Sal. 72, mientras que en Sal. 2 se describe el reino como un reino universal que pertenece a Dios,
pero sobre el cual el Mesías gobierna en íntima asociación con el Señor. En el Salmo 110 el Mesías es Rey, Sacerdote
y Vencedor, y está sentado en gloria a la diestra de Dios. El salmo 45 habla de dominio eterno, mientras que el salmo
72 destaca la universidad del gobierno mesiánico.
Pero en segundo lugar, el salterio prepara, también, la mente del hombre para un Mesías sufriente. Isaías 53 tiene su
contrapartida en el salterio. El Hijo ungido de Yahvéh, el Rey-sacerdote cuyo trono ha de permanecer para siempre, y
cuyo reinado de paz y justicia será causa de bendición para todas las naciones, ha de someterse a terribles
padecimientos (sal. 22; 69, etc). Sin embargo, sólo cuando Cristo interpretó el salterio a los apóstoles estos salmos, y
otros similares, fueron considerados mesiánicos (Lucas 24.27-46). Solamente en la medida en que el Señor esclareció
el entendimiento de los discípulos pudo la iglesia comprender el significado de estos pasajes en el salterio y
consagrarlo como el himnario y libro de oraciones de la iglesia.
6. El cristianismo y el salterio
Aparte de las cualidades religiosas y devocionales inherentes de los Salmos existen factores que han impulsado a la
iglesia cristiana a adoptar el salterio como su libro de oraciones.
1. Está el hecho de que el salterio ocupó un lugar preponderante en la vida y las enseñanzas de nuestro Señor.
Seguramente era el libro de oraciones que usaba en los servicios de la sinagoga, y su himnario para las fiestas que se
celebraban en el templo. Lo utilizaba en sus enseñanzas, enfrentó con él la tentación, canto el Hallel al finalizar la
última Cena, lo citó desde la cruz, y murió con él en sus labios.
2. Además, desde los primeros tiempos el salterio ha sido a la vez el himnario y el libro de oraciones de la iglesia
cristiana. Algunos de sus grandes himnos de alabanza han tenido por modelo los salmos (Lc. 1:46 y siguientes; 68 y
siguientes; 2:29 y siguientes). El salterio sirvió de inspiración a los apóstoles en momentos de persecución (Hch. 4:25
y siguientes), fue incorporado en su predicación (Hch.2:25 y siguientes; 13:33), fue utilizado por ellos para proclamar
sus más profundas creencias con respecto al Señor (Heb. 1:6, 10-13; 2:6-8; 5:6; 10:5-7). En todas las edades la iglesia
ha encontrado en el salterio “ una Biblia en miniatura” (Lucero), o “la Biblia dentro de la Biblia”. Y si bien es cierto que
esta “Biblia en miniatura” tuvo su origen en la iglesia judaica, y está íntimamente relacionada con el Antiguo
Testamento, sin embargo, por cuanto ha sido iluminada por la luz que irradian los evangelios, la iglesia cristiana la ha
adoptado y la utiliza también en su acercamiento a Dios, a quien rinde culto y adoración eternamente.
hallamos menciones de Salmos que también se refieren al Señor, y que no son mesiánicos. Debemos mencionar muy
especialmente los siguientes:
Salmo 2: 7: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13:33).
Salmo 8:6: “Todo lo sujetaste bajo sus pies” (Hebreos 2: 6-10).
Salmo 41:9: “El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Juan 13:18).
Salmo 45:6: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Hebreos 1:8).
Salmo 110:1: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha…” (Mateo 22:44).
Podríamos agregar muchas otras referencias. Casi la mitad de todas las citas mesiánicas provienen de los Salmos. Si
contemplamos el vínculo espiritual que había entre Cristo y los creyentes israelitas que escribieron los Salmos,
entonces podremos percibir el carácter claramente profético de estos últimos. El Espíritu de Cristo estaba
compenetrado con las experiencias y los sentimientos de aquellos creyentes israelitas. Los sentimientos y sufrimientos
del Señor, como hombre verdadero y perfecto, son descritos de una forma muy conmovedora, pues ellos son una
prueba del interés que Él tenía en su pueblo terrenal.
El carácter profético de los Salmos puede observarse en la descripción de la historia del remanente judío de los
últimos días. Pero, recordemos, no son los eventos externos los descritos sino los sentimientos íntimos de este
remanente. Esto explicaría las súplicas por castigo o venganza sobre sus enemigos (Por ejemplo, Salmo 137:9), las
cuales resultan difíciles de comprender para muchos lectores. Los sentimientos expresados en esos Salmos provienen
de creyentes, pero no de cristianos que pertenecen a la época de la gracia (léase Romanos 12: 17-21). Son los
sentimientos de creyentes judíos que vivirán en los últimos días. Ellos esperarán la salvación de Dios y el justo castigo
de sus opresores, especialmente del Anticristo.
La poesía y la música.
La poesía combinada con la música formaba parte de la vida nacional hebrea.
Moisés en Exodo15: 1-19, y Débora con Barac en Jueces 5, celebraron la victoria con cánticos. Las palabras de Sara
en el nacimiento de su hijo Isaac, tienen una forma poética, Génesis 21: 6-7. La muerte era lamentada de un modo
semejante, 2º Samuel 1: 19-27. Las fiestas eran acompañadas de música y de cánticos, Amos 6: 5.
El canto de himnos sagrados formaba una parte del culto del templo. Bajo la dirección de Dios, los hebreos llevaron la
poesía religiosa al mas alto grado de perfección.
El obispo Robert Lowth fue el primero en atraer la atención hacia esa particularidad en 1753, y estaco tres tipos de
paralelismo: el sinónimo, el sintético y el antitético. Pero existen además otras variedades.
Paralelismo Sinónimo: El pensamiento del primer verso se repite en otras palabras en el segundo verso. Expresan la
misma idea en palabras diferentes, pero que intima y a menudo literalmente, se corresponden entre si.
Paralelismo Sintético: La primera parte sirve de base a la idea introducida por la segunda. El pensamiento se lleva
adelante en la segunda frase (O miembro) con alguna adición.
Paralelismo Antitético: El segundo pensamiento hace resurgir el primero, por antítesis (Figura que consiste en
contraponer dos frases o palabras de significación contraria).
Paralelismo por Gradación Ascendente: La segunda línea emite una idea nueva, más o menos estrechamente
relacionada con la primera.
“Allí los impíos dejan el perturbar;
Y allí descansan los de cansadas fuerzas.”
Job 3: 17.
Paralelismo Enfático: Los términos característicos se repiten para redondear y dar fuerza al pensamiento.
“Voz de Jehová que quebranta os cedros
Y quebrantó Jehová los cedros del Líbano.”
Salmo 29: 5.
Paralelismo Comparativo: Una similitud tomada de un dominio familiar que aclara el pensamiento.
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.”
Salmo 42: 1.
Paralelismo Rítmico: Es aquel en que no existe analogía o correspondencia de pensamientos, sino que el
pensamiento se divide por medio de la cesura, por decirlo así, en números correspondientes. Esta es la especie mas
imperfecta de paralelismo y puede compararse con el hexámetro (Verso de la poesía clásica que consta de seis
miembros), dividido por la cesura.
“Yo, empero, he puesto mi rey sobre Sión,
Monte de mi santidad.”
Salmo 2: 6.
Esto es muy común en el libro de las Lamentaciones, en donde casi no hay otra especie de paralelismo.
Hasta aquí hemos hablado de los paralelismos mas sencillos y perfectos de los miembros, tales como se hallan en los
Salmos, Job, Proverbios, etc. Pero en los Profetas y en algunos de los Salmos hallamos un paralelismo menos regular
y a veces compuesto. Así entonces tenemos:
Cuando la estrofa tiene cuatro miembros, ya sea compuesto de dos simples paralelos.
“El buey conoce a su dueño,
Y el asno el pesebre de su señor;
Israel no conoció,
Mi pueblo no tuvo entendimiento.”
Isaías 1: 3.
Se puede citar los Salmos 2 y 15 como composiciones que presentan ejemplos de la mayor parte de las especies de
paralelismo poético.
En los manuscritos comunes y en las ediciones de la Biblia hebrea, los miembros del paralelismo en las partes
poéticas no están escritos o impresos separadamente; pero los acentos sirven para dividirlos. En otras ediciones, sin
embargo, los miembros están impresos con la debida separación. Es de sentirse que este modo no haya sido
adoptado en la versión española, puesto que en muchos casos el lector que no es docto, no tiene medios de distinguir
si lo que lee es poesía o prosa en hebreo.
“Aleluya. Alaba, oh alma mía, a Jehová. Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva”, Sal.
146: 1. También estas palabras cumplió nuestro Señor Jesucristo durante su estancia en la tierra. Nuestro Salvador
murió con palabras de salmos en sus labios.
Como niño debió haber aprendido de su madre María los Salmos. Seguro que ella los conocía muy bien, pues en su
“Magnificat” cita siete salmos favoritos (Salmos 89, 98, 107, 111, 113, 147). Al cumplir 12 años le fue permitido ir al
templo. De camino de Nazaret a Jerusalén, es natural que haya cantado con los demás peregrinos los “cánticos
graduales” (Salmos 120 al 134), para después, como israelita entre los israelitas, participar del canto en el atrio de la
Casa de su Padre.
Más tarde, cuando fue rechazado por los escribas, les reprendió y se consoló a sí mismo con el Salmo 118: “La piedra
que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo”, v. 22. Un salmo que, por lo demás, también
cantó en la noche previa al día de su muerte. “Y cuando hubieron cantado el Himno (“Hallel”, Salmos 113 al 118),
salieron al monte de los Olivos”, Mt. 26: 30. Ante el Sanedrín, apeló aquella noche al Salmo 110. En la cruz lamentó su
abandono de Dios con las palabras del Salmo 22; para, finalmente, exhalar el último suspiro con palabras de salmos,
una vez más, en los labios. Su última profesión de fe la tomó del Salmo 31: “Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu”, Lc. 23: 46; un salmo que, quizá, también aprendió de su madre María.
¡Cuánto, pues, ha aprendido de los Salmos nuestro Salvador! ¡Cómo ha debido reconocer su propio camino de
sufrimiento!, ¿Cuántos salmistas no se lamentan de la opresión de los impíos? Ese sufrimiento alcanzó el punto
culminante en nuestro Redentor. Nuestro Señor Jesús también cumplió los Salmos. Al principio, sus discípulos no
comprendieron nada de ellos; pero al instruirles después de su resurrección, les volvió a recordar los Salmos. Ya os he
enseñado anteriormente -así les debió decir entonces-, “que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito
de Mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos”, Lc. 24: 44.
“¡Hallelujah!”
¡Qué pena, que esta palabra no haya sido traducida! Pero, literalmente, significa: “¡Alabad a Jahweh!” ¡Cuán
frecuentemente nos debería estimular la Palabra de Dios a alabar a nuestro Padre celestial! Canta, pues, sobre todo,
salmos. En casa con tus hijos, y en las reuniones de la iglesia. Los Salmos forman la más antigua “Colección de
Himnos” que posee el pueblo de Dios; pero también contienen nuestro más antiguo “Breviario” o “Libro de Oraciones”;
y no fueron coleccionados por una comisión eclesial, sino que fueron inspirados por el Espíritu Santo, 2 Pe. 1: 21. Por
consiguiente, desde los Salmos puedes aprender no sólo cómo debes alabar a Dios, sino también cómo te es
permitido ir a él en oración; pues el hombre también debe aprender a alabar y a suplicar a Dios. En la escuela de los
Salmos consigues no sólo lecciones de teoría, sino también de práctica. Lecciones aprobadas, es más, inspiradas
nada menos que por el Espíritu mismo de las oraciones.
11. Lo que el lugar del libro de los Salmos enseña sobre su contenido
Himnos sobre fundamento sinaítico.
¿Dónde se encuentran propiamente los Salmos en la Escritura? ¡Es muy fácil encontrarlos! tomas una Biblia, la abres
por el centro, y ya tienes los Salmos delante de ti. Así que están, más o menos, en el centro de la Biblia.
Así es ciertamente en nuestra Biblia; pero nosotros trabajamos con distintas traducciones de la Biblia. En la Biblia
hebrea, los Salmos se encuentran en otro lugar: después de la Ley y los Profetas.
Ahora queremos considerar lo que ese lugar original de los Salmos nos puede enseñar acerca de su carácter.
Entonces, en primer lugar, nos habremos dado cuenta de lo que ahora realmente es el asunto principal de la primera
gran parte de las Sagradas Escrituras, a saber, la Ley o Thorá de Moisés (de Génesis a Deuteronomio).
fundamento por medio de su Enseñanza Divina o Thorá. Lo que los pilares son para un puente, eso era la Thorá para
Israel. Las ordenanzas de Moisés formaban los pilares de apoyo dentro de la convivencia israelita.
Los fundamentos que el SEÑOR había echado bajo el mundo israelita, para que no tropezase, Sal. 93: 1, 96: 10, 1 Cr.
16: 30. Israel no pudo expresar posteriormente su profunda admiración por esta extensísima obra de Dios y la elevada
importancia de la misma para la convivencia del pueblo, de manera más poderosa que calificándola de obra de
creación por parte de Dios. La “fundamentación del mundo”. Eso era “Horeb” y lo que Israel había recibido allí. Como
la torre de una catedral sobre un mar de casas, así se eleva la palabra Horeb o Sinaí desde la Thorá hacia arriba
como la palabra clave de toda esta primera parte de la Biblia. Génesis no sólo introdujo los acontecimientos en aquel
monte, sino que (ya) era parte de él. Exodo, Levítico y Números están dedicados casi exclusivamente a él, y
Deuteronomio vuelve la vista a él.
La Thorá (doctrina) acerca de la realeza del SEÑOR, el total de pactos que él había establecido con Israel y su
tabernáculo Real con su correspondiente culto, forman, pues, nada menos que la base sobre la que Israel vivía; el
pilar de su existencia; la base bajo su convivencia; el fundamento en que descansaba el edificio del pueblo de Dios.
De paso, hacemos notar que también para nosotros, que por la fe hemos sido hechos hijos de Abraham e insertados
en Israel, Sal. 87, Ro. 4, la base de la Sagrada Escritura sigue siendo la Thorá. En efecto, ya no vivimos más bajo el
pacto de Horeb. Este ha envejecido y desaparecido con la venida de Cristo, He. 7 y 8. Pero esto no quita que, con
respecto a nuestra relación para con la Thorá, tenga validez la ininterrumpida ley de la carta a los Hebreos: “¿Cuánto
más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras
conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”, 9: 14. También nosotros estamos como pueblo de Dios
sobre el fundamento de su pacto con Abraham. Estamos obligados bajo juramento a servir lealmente a nuestro Rey
como fieles aliados ¡Ay del desertor de la comunión del Pacto!, He. 10: 28-31. ¡De esta sanción de condena habla
también el agua de nuestro bautismo!
Libro I
El primer libro de los Salmos desarrolla el principio de separación que rige entre el justo y el injusto en medio del
pueblo de Dios. En relación con esto, el Mesías es presentado como el Hijo de Dios (Salmo 2), el Hijo del hombre
(Salmo 8), el Siervo sufriente (Salmo 22) y la verdadera ofrenda (Salmo 40). El nombre de Dios que prevalece en este
libro es el del pacto, Jehová (mencionado unas 275 veces).
Libro II
En el segundo libro hallamos los sufrimientos del justo, quien, privado de toda bendición, vive en grande tribulación y
por lo cual clama a Dios en su agonía (Elohim es mencionado más de 200 veces).
Libro III
El tercer libro describe el retorno del pueblo de Israel y la misericordia de Dios hacia ellos.
Libro IV
El cuarto libro comienza, estando ya el primogénito en el mundo habitable, con el reinado de Jehová (aparece 100
veces). Se refiere al comienzo del reinado del Hijo del hombre glorificado durante el Milenio, luego de haber salvado a
toda Israel.
Libro V
El quinto libro presenta un resumen de los caminos de Jehová para con su pueblo Israel, como así también la
alabanza que Él merece a causa de su misericordia (Salmos 111-113; 146-150).
y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y
sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y
los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la
mañana. Porque Jehová pasará hiriendo á los Egipcios; y como verá la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará
Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Éxodo 20:12-13
Salmos Imprecatorios
Imprecar: Proferir palabras con que se expresa el vivo deseo de que alguien sufra mal o daño. Se usa como
sinónimo de maldición
Hay muchos momentos cuando los salmistas pidieron el Juicio de Dios sobre sus enemigos. Solicitaron al Señor que:
1. Disputase y pelease contra ellos (35:1).
2. Fuesen avergonzados y confundidos (35:4).
3. Fuesen esparcidos (35:5)
4. El ángel de Jehová los acosara (35:5).
5. Fuese su camino tenebroso y resbaladizo (36:5)
6. La muerte les sorprendiera (55:15).
7. Descendiesen vivos al sepulcro (55:15)
8. Quebrase sus dientes (58~6)
9. Deshiciese sus defensas (58:7)
10. No tuviese misericordia de ellos (59:5).
Entre otras cosas
El problema de estos salmos: ¿Cómo podemos reconciliar estas frases con la enseñanzas de Jesús en el Nuevo
Testamento como aparecen, por ejemplo, en Mateo 5: 44
Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen;
Respuestas que se han sugerido para estos salmos:
1. Los salmos son inspirados por Dios y el Espíritu Santo tiene el derecho de denunciar el pecado y a los pecadores.
2. Esto está en armonía con la ley (Sal 28:4; Jer. 50:15)
3. Tal juicio contra el mal y los malhechores está en armonía con las enseñanzas de Cristo y de las epístolas (Mt. 18:
6;23;33; 26:24; Gá. 1:8, 9; 5:12; Stgo. 5:3; Jud.13,15; 2º P 2:12, 22; 2º Ts. 2:1O-12;Ap. 14:10,11).
4. Las Escrituras también contienen maldiciones contra los israelitas por caer en el pecado y en la idolatría (Lv 26;
Deuteronomio 27--28; Is. 5:24, 25; 28:13, etc.).
5. David fue muy indulgente en su vida privada, pero en los Salmos muestra que la causa de Dios era su causa
(Salmo 5:10, 11).
6. Los orientales estaban acostumbrados a usar un vocabulario más fuerte que los occidentales. Sus denuncias eran
más exageradas y sus alabanzas más vehementes.
7. Muchas de las imprecaciones eran el resultado de la solidaridad sentida hacia el herido y el oprimido (Sal. 10:8-10).
8. Algunos de estos salmos son oraciones pidiendo victoria en la guerra (Sal 144:5-7). Muchas de las guerras de Israel
fueron claramente aprobadas por el Señor.
9. Algunas de las peticiones hacen referencia a predicciones de las Escrituras (Sal. 137:8, 9). El salmista tiene ante sí
una clara profecía donde se predice la caída de Babilonia en estos mismos términos (ls. 13:16; véanse también Jer.
50:15; 51:6, 36).
10. Algunas tienen que ver con Cristo y los que le traicionaron (Salmos 40, 55, 60). El Salmo 69:22-25 nos habla del
castigo que le caería a Judas. El Salmo 109 ha sido llamado el «Salmo Iscariote».
11. A los inicuos se les ve en los salmos como impíos confirmados o apóstatas. Esto está en concordancia con la
soberanía de Dios y con el carácter profético de los salmos. Muchos de los salmos miran hacia el futuro juicio terrenal
contra los inicuos.
12: Dios manifiesta su gracia en las claras y repetidas amonestaciones que dirige a los malvados (Sal 2:12).
13. La forma imperativa en que aparecen ciertas expresiones pueden ser perfectamente cambiadas en futuro sin
forzar el sentido del hebreo. Por ejemplo, en vez de «sean avergonzados y confundidos», bien puede decir «serán
avergonzados y confundidos». Esta oración sería entonces una profecía. (Véase Sal. 109:8-10.)
no al revés. Esto puede considerarse como profético en relación con los persas, porque fueron ellos los que derrotaron
a Babilonia. (Véanse Dan. 5; Is. 12: 16.) Aquí aparece la ley divina de la retribución, como se nos enseña también en
Éxodo 32:34; Salmo 7:16; Proverbios 11:19,21, y Gálatas 6:7.
9. Salmo 140. Véanse los versículos 8 al 10 para la oración imprecatoria.
Salmos alfabéticos o acrósticos (9, 10, 25, 34, 3'1, 111,112, 119, 145)
Se llaman así porque cada línea de estos salmos comienza con una letra sucesiva de las veintidós que componen el
alfabeto griego
El salmo 119 es, por supuesto, el más conocido de este grupo. Tiene veintidós estrofas, y cada estrofa ocho
versículos; con un total de 176. Cada una de estas estrofas comienza con una de las veintidós letras del alfabeto
hebreo. No todos los salmos están completos en este arreglo, a algunos les falta una letra o más. De lo que resulta
que:
A. A los salmos 9, 10, 25 les faltan varias letras.
B. A los salmos 34, 45 solo les falta una letra.
C. Los salmos 37, 111, 112 Y 119 tienen todas las letras.
Es posible suponer que usaron este recurso literario para ayudar a la memoria.
Salmo 8
Al leer los salmos debemos tener en mente varias cosas para poder comprenderlos correctamente:
Primero, debemos considerar el hecho de que son poemas, y por lo tanto son una forma artística de expresar lo que el
autor sintió y pensó en un momento determinado.
Segundo, todos tienen un tema de fondo, hay algunos que expresan un sentimiento de penitencia como el salmo 38
Oh Jehová, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira. Porque tus flechas han penetrado en mí, y sobre mí
ha descendido tu mano. No hay parte sana en mi cuerpo a causa de tu ira; no hay paz en mis huesos a causa de mi
pecado.
Hay otros salmos de alabanza como el salmo 113
ALABAD, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová. Sea el nombre de Jehová bendito, Desde ahora y para
siempre.
Hay otras clasificaciones pero hoy nos vamos a detener en un tipo especial de salmos, los mesiánicos, que, como su
clasificación lo dice, se refieren a nuestro Señor Jesucristo.
Si mezclamos las ideas anteriores, tenemos que los salmos son poemas que buscan expresar artísticamente un
sentimiento, y de ser mesiánicos estarían tratando de expresar los que sintió nuestro Señor. Y eso hace que los
salmos sean muy importantes, en los evangelios vemos lo que Jesús hizo y enseño, las epístolas analizan sus
enseñanzas, pero los salmos mesiánicos nos muestran lo que él pensó y sintió como ser humano.
Una tercera cosa que debemos tener en mente al leer un salmo es el contexto histórico que inspiró al autor, en que
circunstancias escribió y también es recomendable comprender un poco las indicaciones que hace la Biblia al inicio de
cada salmo.
Por si fuera poco, debemos tener en mente que existen salmos que pueden tener una segunda lectura. Ahora bien, si
no tomamos en cuenta estas precauciones puede que no comprendamos correctamente lo que el Señor nos desea
enseñar en un salmo específico.
Con esto en mente les voy a pedir que leamos un salmo, el salmo Nº 8
Fíjense que antes del versículo 1 aparece la siguiente indicación Al Músico principal: sobre Gittith: Salmo de
David.
Dice el enunciado Al músico principal, por lo tanto este salmo era dedicado a la alabanza en el templo, sobre gittith o
mejor dicho sobre Gath y lo escribió David.
Se cree que el contexto histórico de este salmo es 1º de Samuel 17, así es que abramos nuestra Biblia en ese pasaje.
Leamos los versículos 3 y 4 Goliath era de gath y su estatura era aproximadamente de 2,70 mts. su armadura pesaba
unos 57 kilos y su lanza unos 7. bueno, todos sabemos la historia, durante 40 días goliath desafió al pueblo y nadie se
atrevió a aceptar el desafió pese a que el rey había prometido muchas riquezas y la mano de su hija al que lo
venciere, hasta que llegó David.
1º Samuel 17:42 Y como el Filisteo miró y vió á David túvole en poco; porque era mancebo, y rubio, y de hermoso
parecer.
43 Y dijo el Filisteo á David: ¿Soy yo perro para que vengas á mí con palos? Y maldijo á David por sus dioses.
44 Dijo luego el Filisteo á David: Ven á mí, y daré tu carne á las aves del cielo, y á las bestias del campo.
45 Entonces dijo David al Filisteo: Tú vienes á mí con espada y lanza y escudo; mas yo vengo á ti en el nombre de
Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, que tú has provocado.
46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y quitaré tu cabeza de ti: y daré hoy los cuerpos de los
Filisteos á las aves del cielo y á las bestias de la tierra: y sabrá la tierra toda que hay Dios en Israel.
47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y lanza; porque de Jehová es la guerra, y él os
entregará en nuestras manos.
Podríamos deja nuestras consideraciones hasta aquí pero este salmo tiene la cualidad de que podemos hacer de él
una doble lectura, veamos:
El Salmo 22, un salmo mesiánico dice
22 Anunciaré tú nombre á mis hermanos: En medio de la congregación te alabaré.
23 Los que teméis á Jehová, alabadle; Glorificadle, simiente toda de Jacob; Y temed de él, vosotros, simiente toda de
Israel.
Es Jesús el que habla y nos llama a alabar a nuestro Dios, por lo tanto nuestro señor Jesucristo es el principal músico
en el cielo. Ahora bien, el encabezamiento del salmo 8 dice: Al músico principal, por lo tanto este salmo está dirigido a
nuestro señor Jesucristo. Leámoslo de nuevo
1. OH Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra, Que has puesto tu gloria sobre los
cielos!
2 De la boca de los chiquitos y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer
cesar al enemigo, y al que se venga.
Mat 11:25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas
escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños.
26 Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.
1Co 1:26 Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos
poderosos, no muchos nobles;
27 Antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar á los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para
avergonzar lo fuerte;
28 Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es:
29 Para que ninguna carne se jacte en su presencia.
30 Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y
santificación, y redención:
31 Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Por lo tanto cuando el salmo 8 dice “De la boca de los chiquitos y de los que maman, fundaste la fortaleza” está
hablando de nosotros que siendo nada por la gracia de Dios somos hechos hijos
Mat 18:3 Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4 Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos.
3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste:
4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, que lo visites?
Isa 40:6 Responde: Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo:
7 La hierba se seca, y la flor se cae; porque el viento de Jehová sopló en ella: ciertamente hierba es el pueblo.
El Salmo 62:9 responde a la misma pregunta diciendo: “Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los
hijos de varón: Pesándolos á todos igualmente en la balanza, Serán menos que la vanidad”.
Otra consideración importante en este punto es el hecho de que la creación del universo significó la obra de los dedos
de nuestro Dios, sin embargo cuando hablamos del plan de salvación la Biblia nos habla del brazo de Dios
Isaías 52:10 Jehová desnudó el brazo de su santidad ante los ojos de todas las gentes; y todos los términos de la
tierra verán la salud del Dios nuestro.
Y el hijo del hombre, que lo visites?
Gálatas 4: 4 dice: Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, hecho de mujer, hecho súbdito á la ley,
Muchas veces surge la pregunta de por qué Dios envió a su hijo al mundo, por qué no buscar otra forma de alcanzar la
salvación del hombre, han surgido muchas respuestas, una de ellas la encontramos en la ley del rescate, cuando un
israelita pobre se vendía como esclavo solamente un pariente cercano lo podía rescatar de esa condición. Nosotros
éramos esclavos del pecado, por lo tanto nuestro señor Jesucristo debió hacerse hombre para ser él nuestro pariente,
nuestro hermano, y así satisfacer esa ley (Levíticos 25)
El catecismo de Heidelberg dice: 14ª PREGUNTA: ¿Podría hallarse alguien, en el cielo o en la tierra, que siendo
simple criatura pagase por nosotros?
RESPUESTA: No; primero, porque Dios no quiere castigar, en otra criatura, el pecado que el hombre a cometido.
Segundo, porque una simple criatura es incapaz de soportar la ira eterna de Dios contra el pecado y librar a otros de
ella.
Salmo 22:1 DIOS mío, Dios mío, ¿por qué me has dejado? ¿Por qué estás lejos de mi salud, y de las palabras de mi
clamor?
2 Dios mío, clamo de día, y no oyes; Y de noche, y no hay para mí silencio.
3 Tú empero eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
4 En ti esperaron nuestros padres: Esperaron, y tú los libraste.
5 Clamaron á ti, y fueron librados: Esperaron en ti, y no se avergonzaron.
6 Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y desecho del pueblo.
Aquí vemos el sufrimiento espiritual de Jesús, en el momento en que cargó el pecado de todos nosotros. Nos muestra
que a lo largo de las historia, todos lo que clamamos a Dios somos oídos y él nos responde, sin embargo nuestro
señor estuvo completamente solo y gracias a su divinidad fue capaz de soportar ese momento tan terrible para él y sin
embargo tan importante para nosotros.
6 Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y desecho del pueblo.
17 Por lo cual, debía ser en todo semejante á los hermanos, para venir á ser misericordioso y fiel Pontífice en lo que
es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo.
18 Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer á los que son tentados.
6 Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:
1º de Corintios 15:25 Porque es menester que él reine, hasta poner á todos sus enemigos debajo de sus pies.
26 Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte.
27 Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas á él, claro está
exceptuado aquel que sujetó á él todas las cosas.
28 Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él
todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos.
Salmo 115:1 NO á nosotros, oh Jehová, no á nosotros, Sino á tu nombre da gloria; Por tu misericordia, por tu verdad.
17 No alabarán los muertos á JAH, Ni cuantos descienden al silencio;
18 Mas nosotros bendeciremos á JAH, Desde ahora para siempre. Aleluya.
Salmo 119
Este Salmo es una reflexión sobre la ley; el salmista ve su vida a la luz de ella. Aunque también usa la forma de
lamentación, su énfasis en la ley tiene tanta influencia que se puede considerar el resultado como aplicación
secundaria de la forma de la lamentación. La combinación de la meditación y lamentación resulta en la exhibición de
un israelita de piedad ejemplar en varios sentidos: 1) En cuanto a la ley que piensa obedecer (vers. 4, 5, 8, 9, 17, 34,
44, 55, 57, 60, 63, 88, 106, 134, 146, 167, 168), guardar (vers. 2, 22, 33, 34, 56, 69, 115, 129, 145), en que medita
(vers. 15, 23, 27, 48, 78, 97, 99, 148), aprender (vers. 7, 71, 73), entender (vers, 27, 34, 73, 100, 104, 144), en que se
deleita (vers. 16, 24, 47, 70, 77, 92, 143, 174). La antítesis es olvidar (vers. 16, 61, 83, 93, 109, 141, 153, 176),
abandonar (vers. 53, 87), o desviarse (vers. 10, 21); 2) reconoce humildemente que su corazón, que comete errores
(vers. 5), depende de la iniciativa de Dios a buscarlo (vers. 176), y le pide entendimiento (10, 12, 18, 19, 26, 27, 29,
33-38, 43, 49, 64, 66, 68, 73, 108, 124, 135, 144, cp. 171). El salmista no guarda la ley para tener entendimiento, sino
que quiere entendimiento para guardar la ley; 3) es un siervo sufriente que observa la ley, medita en ella y cuenta con
ella, pero que también está despreciado (vers. 22), amenazado por príncipes (vers. 23), se postra en el polvo (vers.
25), rodeado de los lazos de los impíos (vers. 61), calumniado (vers. 69), agraviado (vers. 78), perseguido (vers. 84),
etc. (vers. 19, 20, 28, 40, 42, 51, 53, 70, 81-87, 95, 107, 109, 110, 120, 123, 131, 136, 139, 141, 143, 145, 146, 147,
150, 157, 161, 174, 176). En vez de abandonar a Dios y sus leyes, ora por liberación, misericordia y vida (vers. 8, 22,
25, 28, 31, 39, 40, 41, 58, 78, 79, 80, 86, 88, 94, 107, 108, 116, 117, 121, 122, 132-134, 145, 149, 153, 154, 156, 169,
170, 173, 175); y 4) en medio de sufrimientos opresivos e injustos, el salmista confía en Dios (vers. 42, 66, 67,114,166)
y en sus promesas expresadas en la ley para los que la guardan (vers. 30, 42, 49, 50, 52, 54, 74, 81, 105, 111, 114,
140, 147). No declara su inocencia, sino que confiesa sus pecados (cp. vers. 42, 44, 46, 68, 118-120, 137, 142, 151).
Sus declaraciones de fidelidad a la ley refuerzan la confianza y a menudo se relacionan con la petición (cp. vers. 94) o
el lamento (cp. vers. 157). Además de las declaraciones de fidelidad al Señor y a su ley, el Salmo incluye promesas de
fidelidad (vers. 8, 15, 16, 44, 93, 106). Este tema reemplaza o se relaciona con la promesa esperada de alabanza (cp.
vers. 171). En fin, la ley da dirección a la vida y la promesa de salvación en la angustia. Esta requiere fe y aquella
obediencia. El salmista reorganiza su vida en el ocaso del caos y en las arenas movedizas de la muerte mediante su
relación con Dios por medio de la ley que le ofrece luz y una base firme. Este abecedario de oro (Lutero) está
gobernado por tres estructuras típicas: 1) la forma acróstica alfabética (cp. Sal 25, 34, 37, 111, 112, 145; Lm 1, 2, 3, 4;
Pr 31:10-31); 2) el empleo de un sinónimo para ley en cada vers. excepto posiblemente en 3, 37, 90,122: i.e., ley, vers.
1; testimonios, vers. 2; preceptos, vers. 4; estatutos, vers. 5; mandamientos, vers. 6; juicios, vers. 7; palabra, vers. 9,
11; y 3) el uso del género del lamento personal. Algunos críticos aumentan los sinónimos de ley al incluir palabras
como caminos, (heb., derek), vers. 3, 37; fidelidad, vers. 90; y caminos (heb., ’orach), vers. 15 (v. también vers.
101,104,128). Para combinar la forma acróstica con las ocho palabras para ley, el salmista repite ocho veces cada
letra sucesiva, haciendo así secciones de ocho vers.; pero sólo seis secciones (He, Vav, Jet, Yod, Caf, Pe) emplean
las ocho palabras. Cada sección contiene al menos seis sinónimos de la palabra ley y las arregla en una secuencia
distinta. Las veintidós letras abarcan todas las posibilidades para los ocho sinónimos de ley. Se puede proceder por el
Salmo con la impresión de que la ley, que abarca toda la vida del santo, es examinada desde todo punto de vista.
Además de ser agradable en el sentido estético, los acrósticos tienden a la instrucción (cp. vers. 1-4) o a la reflexión.
El poeta.
Nos da la impresión que el poeta–autor de este salmo fue un hombre bastante joven. En el v. 141, leemos: «Pequeño
soy yo, y desechado». La palabra hebrea (sa’ir) que aquí es traducida por «pequeño», también puede significar
«joven».
Primero, quizá pensó en sí mismo cuando en el v. 9 preguntó: «¿Con qué limpiará el joven su camino?» Aunque, a
este respecto, conviene que tengamos presente, que las Sagradas Escrituras usan la palabra «joven» también para un
cuarentón, 1 R. 14: 21, 2 Cr. 13: 7. También los vs. 99–100 indican un poeta joven: «Más que todos mis enseñadores
he entendido... Más que todos los viejos he entendido». No se habla así cuando uno mismo ya es anciano.
Entretanto, este hombre joven lo pasaba muy mal. En el v. 50 habla de «mi aflicción», y acerca de esto cuenta muchos
pormenores en el resto de su salmo. Anda abrumado bajo oprobio y menosprecio, v. 22, y a veces «se deshace en
ansiedad », v. 28. Es humillado, vs. 67, 78, 84, 143; incluso tan gravemente, que clama: «Afligido estoy en gran
manera», v. 107. Es perseguido, vs. 84, 161. Sí, puede ser que no haya sido ejecutado como de Brès; pero también ha
conocido el peligro de muerte, v. 87: «Casi me han echado por tierra», cf. v. 95 «Mi vida está de continuo en peligro»,
v. 109. Se le imputa mentira, v. 69, y es tratado injustamente, v. 133. Como consecuencia de toda esta miseria, se
siente un extranjero en nuestra tierra, v. 192. Se ha explicado la especial forma alfabética del salmo como la obra
poética de un preso que, en su prisión, habría acortado el tiempo con esta ingeniosa sarta de quejas suyas y motivos
de consuelo3.
Sus adversarios.
¿Y cómo califica a sus adversarios? Les llama «malignos», v. 115; «soberbios», vs. 51, 69, 78, 85; «soberbios» y
«malditos », v. 21; «inicuos», vs 53, 61, 95, 110, 119, 155. Entre todos éstos hay hombres poderosos: «príncipes me
han perseguido sin causa», v. 161. «Hablaré de tus testimonios delante de los reyes», v. 46. A este respecto, quizá
igual que en el Salmo 2: 2, deberemos pensar en toda clase de autoridades locales y regionales, cf. Los Salmos I, 5, 3.
138 ss. Con esto, el salmista pintó un frente israelita interno, pues como en Los Salmos I, 3. 71 ss. hemos visto, los
salmos, al hablar de «impíos» y «temerarios», y similares, no indican paganos, sino gentes de iglesia que no temían a
Dios, miembros desobedientes del pueblo de Dios, israelitas que habían dado la espalda al SEÑOR y su Palabra. Esto
también aparece claro por otros datos de este salmo. En el v. 53, el salmista se lamenta: «Horror se apoderó de mí a
causa de los inicuos que dejan tu ley» (= la Palabra de Dios en aquel tiempo). Él ha expresado más lamentos de esta
clase: en el v. 21, leemos de «soberbios y malditos que se desvían de tus mandamientos». El v. 85 dice: «Los
soberbios que no proceden según tu ley»; y el v. 126: «Han invalidado tu ley». El v. 139 expresa: «Mis enemigos se
olvidaron de tus palabras». El v. 150, recuerda: «Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se alejaron de tu
ley»; y el v. 155, manifiesta: «Los impíos no buscan tus estatutos»; y el v. 158, lamenta: «Veía a los prevaricadores, y
me disgustaba, porque no guardaban tus palabras».
Además de esto, había también «príncipes»: vs. 23 y 161; y «reyes»: v. 46. Por consiguiente, el poeta–autor fue
perseguido y oprimido por figuras principales en Israel, la iglesia de entonces; personas importantes dentro del pueblo
de Dios de entonces iban en contra del salmista. Lo mismo que en el caso e David, Elías, Eliseo, Amós, Jeremías y
nuestro Salvador con sus apóstoles: todos ellos perseguidos por sus hermanos; y por «reyes» y «príncipes» en Israel
como Saúl, Acab, el príncipe eclesiástico Amasías, quien desterró de Bet–el a Amós como un pícaro, Am. 7: 13; y las
instancias oficiales posteriores de la iglesia judía, como Anás y Caifás y los sanedritas con su brazo que alcanzaba
hasta Damasco, Hch. 9: 1–2. No conocemos el nombre del poeta–autor del Salmo 119, pero cualquiera de los
oprimidos arriba mencionados podría entrar en cuenta para ello. Podría ser un Jeremías, cuya obra de predicación fue
destruida por un príncipe idólatra en Israel, y fue echada al fuego, Jer. 36. Estos profetas y apóstoles, pero sobre todo
nuestro Salvador, pueden haber visto cumplirse nuevamente este salmo en sus vidas, cf. Los Salmos I, 5. 2. 132 ss.
Tanto más, cuando se fijan en lo que el poeta cuenta acerca de los métodos, que sus perseguidores aplicaron. En
esto, muchos justos dolientes después de él deben haber reconocido la forma y manera de lucha de sus adversarios.
Nuestro poeta–autor no fue combatido con franqueza, sino con medios bajos y furtivos, como la burla, el desprecio, las
mentiras y trampas. «Contra mí forjaron mentira los soberbios», se lamenta, v. 69; y ora: «Aparta de mí el camino de la
mentira», v. 29. Nosotros hablaríamos quizá de una campaña de mentiras. El pobre salmista se enfrentaba a
enemigos secretos: «Los soberbios me han cavado hoyos», v. 85. Eran perseguidores duros, sin ninguna compasión:
«Se engrosó el corazón de ellos como sebo», v. 70; y también formaban una mayoría fuerte: «Muchos son mis
perseguidores y mis enemigos», v. 157. ¡Y todo esto absolutamente sin fundamento firme!
El Salmo 119 está sencillamente entreverado de manifestaciones de inocencia del salmista. No es tan difícil señalar
más de sesenta de ellas. Transcribiremos algunas: «Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo
meditaba en tus estatutos», v. 23. «Los soberbios se burlaron mucho de mí; mas yo he aprendido de tu ley», v. 51.
«Compañías de impíos me han rodeado, mas no me he olvidado de tu ley», v. 61. «Contra mí forjaron mentira los
soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos», v. 69. «Los impíos me han aguardado para
destruirme; mas yo consideraré tus mandamientos», v. 95. «Mi vida está de continuo en peligro, mas no me he
olvidado de tu ley», v. 109. «Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos», v. 141.
No debemos calificar especialmente de «farisea» esta manera de hablar, pues este tono puede escucharse en las
Sagradas Escrituras con la aprobación de Dios, entre muchos justos, cf. Los Salmos I, 8. 215 ss. Así habló G. de Brès
aún en la escalera del cadalso: –«¡Yo os he predicado la buena doctrina!» Una obra poética no atemporal. Por tanto, el
Salmo 119 no fue en modo alguno una obra poética atemporal sobre la gloria y excelencia de la Ley, sino un salmo en
el que un pobre sufriente como Jeremías ha podido reconocer, que de por vida debía tropezar con príncipes políticos
SALMO 119 y eclesiales en Judá, que se juntaron contra él, y le imputaron mentiras; véase, por ejemplo, Jer. 364.
Pero, también el Salmo 119 encontró su cumplimiento supremo en nuestro excelso Profeta y Maestro, quien fue
escarnecido por figuras importantes en la vida eclesial judía de su tiempo (cf. Mt. 12: 24), y también se encontró frente
a sí a «príncipes» como los miembros del Sanedrín, los cuales le lanzaron sus lazos (= preguntas capciosas), y fueron
tan duros como los adversarios de nuestro salmista; y los siervos de Jesucristo no fueron más que su Señor. La
historia de la iglesia muestra siempre el patrón del Salmo 119: «Príncipes
» que «juntos deliberan» contra justos inocentes que nada prefieren sino honrar a Dios y su Palabra. Queda fuera del
proyecto de este libro comentar este salmo versículo por versículo. Esto no obstante, sí querríamos sugerir a los
lectores de la Biblia: leed cada versículo de este salmo, en primer lugar, desde la situación del poeta–autor. Entonces
veréis desaparecer espontáneamente la apariencia de «generalidad» y «atemporalidad» que, según idea de algunos,
se halla en este salmo, y oiréis a este salmo hablar un lenguaje ardiente, polémico y testificante, también en el mundo
eclesial de nuestra época que asimismo está llena de abandono de la Palabra; lo cual queremos hacer ver de la mano
de algunos versículos.
es la verdad, vs. 43, 142, 151, 160. Todos los juicios de Dios son justos, vs. 75, 123, 138, 144. Todos tus
mandamientos son verdad, v. 86. La palabra de Dios permanece para siempre, vs. 89, 152, 160. Cielo y tierra
descansan en la palabra de Dios, vs. 90–91. Tu mandamiento es amplio sobremanera, v. 96. Tus mandamientos
hacen sabio, v. 98.
Tus mandamientos dan perspectiva, vs. 100, 104, 130. Tu Palabra es lámpara a mi pie, v. 105. Maravillosos son tus
testimonios, v. 129. La expansión de tus palabras alumbra, v. 130.
Tus juicios son rectos, v. 137. Tu palabra es sumamente pura, v. 140. Mucha paz tienen quienes aman tu ley, v. 165. ¡Y
el salmista veía a esta buena Palabra de Dios rechazada por muchos en torno a él! Como actualmente en la
Cristiandad moderna se manifiesta cada vez más el hombre de pecado, el hijo de perdición, el adversario, el cual se
opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios (la
Cristiandad) haciéndose pasar por Dios», 2 Ti. 2: 3–4. Las palabras de alabanza que el salmista anteriormente
dedicaba a la Palabra de Dios, muchos actualmente se las dedican a las ciencias, y llegan a decir: –«¡Maravillosa es
la ciencia!; ella esparce luz, etc., etc». Así es como con el salmista nos encontramos constantemente ante el mismo
frente o dilema: Sabiduría divina, o sabiduría humana. De nuevo un ejemplo de que el Salmo 119 no menciona
versículos generalmente piadosos, sino que hace oír alabanza polémica a la Sabiduría de Dios frente a la presunción
humana; también a la del hombre moderno y soberano.