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As lo afirma el apstol en su Evangelio y en efecto escribe: Jess dijo a la madre: he ah a tu hijo.... Dijo a la madre y no a su madre. Es esto un nuevo gesto simblico de Jess, para expresar que Mara ser la nueva madre de los creyentes. En efecto, en esta ltima actuacin de Jess, la Iglesia descubri algo del misterio de la vida cristiana; el creyente es miembro de una familia espiritual. Y as como para crecer normalmente se requiere de un padre y de una madre, de igual modo, el crecimiento espiritual esta siendo siempre tutelado por la accin poderosa de Dios Padre, a quien consagramos este ao de preparacin al ao santo del gran jubileo, y por la interseccin amorosa de la Bienaventurada Virgen Mara, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia y Madre Nuestra. El creyente que recibe a Mara en su casa, igual que el apstol Juan, no ser un fantico, ni un hombre razonador en su fe, ni llevar los rasgos endurecidos del hurfano que no ha conocido a su madre. Por el contrario, su apertura al amor maternal de Mara, lo sumergir en la gran experiencia de la humanidad, de la paz interior y de la devocin sana y sencilla que ha de caracterizar a todo fiel catlico que se ha sentido amado por Dios Padre, redimido por Jesucristo y protegido por la Madre Celestial; por lo cual han sabido abrir las puertas a Mara, sin que eso implique echar a Cristo. Mara, Virgen del dolor y de la esperanza!, ayuda a quienes en este mundo han perdido la ilusin de luchar, ven Seora Santa Mara, en ayuda de quienes peregrinamos hacia tu Hijo y orienta nuestras vidas. Mara... consuelo de los afligidos, escucha nuestra oracin continua. Refugio de los pecadores, despierta en nuestro corazn la esperanza, los anhelos de conversin y de amor a Jesucristo. Haz que arda en nuestras vidas el servicio a favor de los pobres, de los que sufren, de los desesperados y de los afligidos, pues ellos tambin se acogen a tu maternal interseccin y en Cristo nos sentimos hermanos. Mara, Virgen Buena, haz que nunca quebremos la caa ya bastante cascada de la fe; y que nunca apaguemos con nuestro orgullo, las antorchas de la esperanza y del amor que todava tiene fuerza para humear. Se Tu el amparo de nuestras vidas, Amn.