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La Jurisdicción en el Derecho chileno

> Colombo Campbell, Juan.

Capítulo I - Introducción

La convivencia pacífica de la comunidad se logra en la medida en que es posible la


sustitución de la violencia por la acción jurisdiccional que en términos generales, faculta a
su titular para recurrir a un tribunal en demanda de una decisión, reemplazándose así la
fuerza, como medio de solución de conflicto, por el proceso. El "conflicto" es un atributo
de la naturaleza del ser humano. Es un hecho notorio que no requiere demostración.
Cada vez que conviven o convienen dos o más personas en el campo individual, muchas
personas en el campo nacional y muchos Estados en el campo internacional vemos cómo
en cada estrato se produce la proposición, el desacuerdo y el conflicto.

Por lo tanto la solución de los mismos desde los tiempos más antiguos ha sido
preocupación especial de los legisladores y gobernantes.

Si todos los seres del mundo estuviesen de acuerdo con sus semejantes viviríamos en
paz y nunca veríamos el espectáculo siempre triste y penoso del desacuerdo, de la
violencia, de la reacción irracional contra el adversario. Ejemplos en el campo individual,
un problema de familia; en el campo nacional una guerra civil o una huelga; en el campo
internacional, la guerra y otras medidas de opresión tan conocidas histórica y actualmente
por nosotros.

La ciencia procesal ha estudiado profundamente este fundamental problema que, en lo


que se refiere a la jurisdicción y a su aplicación en el campo del derecho chileno, será el
objeto de nuestro estudio.

Conflicto.

Hay conflicto cuando una persona o la ley exige de otra la ejecución de un hecho o acto o
su abstención y aquella se resiste. Como señala Carnelutti el conflicto nace cuando existe
la pretensión por una parte y la resistencia por la otra.

En términos generales la expresión conflicto equivale, por lo tanto, a discordia, a


desavenencia de voluntades.

Este conflicto nacido por la acción u omisión de una persona en relación a otra puede
solucionarse o resolverse de distintas maneras o "formas" que el derecho procesal
denomina autocomposición; autotutela y proceso.

Solución del Conflicto:

1. La autocomposición: La autocomposición es la forma de poner término a un conflicto


par un acuerdo directo de las partes interesadas o afectadas por él. Presupone la
existencia de una discordia y su posterior solución por los sujetos comprometidos.

Desde un punto de vista general ésta es la forma normal y lógica de solución de conflicto,
y en el hecho ocurre que la mayoría, o al menos muchos de ellos, son resueltos por este
medio.
La autocomposición técnicamente está permitida cuando el conflicto gira en torno al
interés privado de las partes en discordia; en cambio está expresamente prohibida cuando
se encuentra comprometido el interés público, como ocurre en el campo penal con los
crímenes o simples delitos de acción pública y en el campo del derecho privado con los
asuntos de familia, tributarios, etc. Algunos ejemplos de la legislación nacional nos
servirán para ilustrar lo expuesto:

a) La transacción: está reglamentada como contrato en los arts. 2446 y siguientes del
Código Civil. Mediante su celebración las partes terminan extrajudicialmente un litigio
pendiente o precaven un litigio eventual.

El conflicto es requisito preliminar para que las partes puedan transigir. Así lo establece el
inciso segundo del art. 2446 al señalar "No es transacción el acto que sólo consiste en la
renuncia de un derecho que no se disputa".

De lo expuesto se deduce, entonces, que en su esfera de aplicación el contrato de


transacción y en especial aquel destinado a precaver el proceso, es una típica forma de
autocomposición.

b) Renuncia acción penal pública: Cualquier solución en el campo de los crímenes o


simples delitos de acción pública no impide el futuro procesamiento del inculpado y su
cauta es la prohibición de la autocomposición en esta clase de conflictos. Art. 28 del C. de
Procedimiento Penal.

2. La Autotutela: se denomina también autodefensa y en virtud de ella cualquiera de los


sujetos en conflicto están facultados para resolverlos por mano propia. Es una forma
primitiva, las más de las veces injusta, de poner término a un conflicto.

Couture en un acertado concepto la define como "la reacción directa y personal de quien
se hace justicia con manos propias". Representa el imperio de la "ley del más fuerte" en
que resulta triunfador no siempre quien tiene efectivamente la razón pero sí siempre quien
cuenta con los medios coercitivos para imponer sus decisiones.

La autotutela en pugna con los conceptos más elementales de justicia, no obstante tiene
un importante campo de aplicación aún en nuestros días en que las normas jurídicas
regulan la convivencia humana. La autotutela debe examinarse por separado en tres de
sus principales formas de expresión.

a) Relaciones entre sujetos: La autodefensa está reñida en Chile con nuestro mecanismo
constitucional y legal. La igualdad ante la ley y la justicia excluyen la autotutela como
medio de solución de conflicto. Por tal razón, el derecho positivo chileno prohíbe la
autotutela y más aún, la sanciona criminal y civilmente como regla general.

En el campo criminal los ejemplos son obvios y sencillos, por lo cual no nos referiremos a
ellos. En el campo civil son más escasos pero a modo de ejemplo encontramos el art. 21
de la ley de matrimonio civil, que sanciona con el divorcio los malos tratamientos graves y
repetidos de obra o de palabra que se infieran los cónyuges.

El art. 1456 del Código Civil es la norma general y señala que la fuerza es un vicio del
consentimiento y sanciona con la nulidad los actos realizados bajo su imperio.
La confesión como medio de prueba en materia civil y penal debe ser libre y espontánea;
si se obtiene por fuerza o coacción no produce efecto alguno.

No obstante en casos excepcionales la legislación chilena legitima el empleo de la fuerza


como medio de solución de conflicto. El ejemplo más clásico en materia penal lo
encontramos en la legítima defensa incluida como causal eximente de responsabilidad en
el art. 10 N° 4 del Código del ramo. En materia civil podemos citar el art. 233 del Código
Civil que faculta al padre para corregir y castigar moderadamente a sus hijos. Pero agrega
que para otras sanciones como la de dirimir conflicto deberá recurrir al tribunal de
menores. De estos breves comentarios podemos obtener la siguiente conclusión: la
autotutela está prohibida por nuestra legislación y castigada en la mayor parte de los
casos. Sólo excepcionalmente, y por causas establecidas en la propia ley se encuentra
autorizada y legitimada.

b) Relaciones entre el Estado y los particulares: se rigen por la Constitución Política y sus
leyes complementarias. La autotutela está absolutamente prohibida y sancionada. Títulos
completos del Código Penal, justicia Militar y de leyes de seguridad impiden que la fuerza
derribe gobernantes o los sustituya y rija las relaciones de derecho público. No obstante,
salvo en Chile y otros países, la autotutela es un media común de solución de conflictos y
los golpes de Estado y las disoluciones de congresos, creaciones de tribunales ad hoc
con carácter de revolucionarios son ejemplos que a diario nos hacen retroceder en el
campo de la justicia.

c) Relaciones entre los países: la autocomposición y la autotutela representan las formas


generales de solución de conflictos entre países. Específicamente en este caso la
institución que comentamos toma el nombre de guerra. Sólo excepcional y lentamente por
la vía de los arbitrajes se ha logrado imponer el proceso como medio de solución.
Grandes organismos internacionales como NU y OEA tratan de solucionar conflictos por la
vía de la autocomposición. El lector podrá concluir por sí mismo cuales son los medios de
solución comúnmente empleados.

3. Proceso: Es la forma de solución de conflictos a cargo del Estado quien la ejerce a


través de funcionarios imparciales denominados jueces.

De esta forma el Estado compensa la abolición de la autodefensa sustituyéndola por el


derecho a la acción jurisdiccional, esto es, a la posibilidad de recurrir a un tribunal de
justicia peticionando lo que él estima que le corresponde en derecho.

Debemos sí aclarar de inmediato que el proceso sólo sirve para la solución de ciertos
conflictos; en efecto, será la regla general en la solución de conflictos entre personas
cuando lo que se discute y tiene el carácter de conflictivo es un asunto de carácter
temporal para emplear el lenguaje del art. 5° del Código Orgánico de Tribunales, o sea, se
excluyen todas aquellas discusiones meramente doctrinarias o filosóficas u otras que
carezcan de relevancia jurídica. Igualmente nuestra ley es clara en cuanto elimina de la
órbita del proceso todos los conflictos de carácter religioso que, entrega a las autoridades
espirituales.

En los conflictos entre los particulares y el Estado dependerá de la legislación nacional si


el proceso es o no la forma habitual de solución. La constitución chilena lo establece, pero
en la práctica, como no han sido creados los tribunales ordinarios de lo contencioso
administrativo a que se refiere el art. 87 de la Constitución de Chile, los sujetos no pueden
hacer uso de ese medio de solución en tales asuntos frente al Estado.
En lo referente a las relaciones entre el Estado y sus gobernados existe el proceso como
fórmula habitual de solución.

En cuanto a las relaciones entre los Estados, como no existe un derecho procesal
internacional, podemos decir que, salvo la convención especial de arbitraje, el proceso no
es el medio de solución de conflicto comúnmente empleado.

Resulta así penoso observar cómo aquello que los habitantes y autoridades de un país
consideran inadecuado e indigno como forma de solución en asuntos propios no trepidan
en emplearlo cuando se trata de dar solución a conflictos de carácter internacional.

Analizado el ámbito de aplicación del proceso como medio de solución, corresponde


entrar a su estudio.

El proceso desde un punto de vista común significa proceder, progreso, desenvolvimiento,


seguir adelante. Proceso es una serie de operaciones o actos variados y vinculados por la
unidad del fin. Así se habla de proceses químicos, biológicos, jurídicos. Entre estos
últimos está el proceso jurisdiccional que es aquél que nos interesa y del cual
adelantaremos algunas ideas muy generales.

Cada autor de Derecho Procesal tiene su propia definición de proceso. Así a vía
simplemente ejemplar Chiovenda lo define como "el conjunto de acta coordinados para la
finalidad de la actuación de la voluntad concreta de la ley por parte de los tribunales de
justicia"; Couture expresa que "es una secuencia o serie de actos que se desenvuelven
progresivamente con el objeto de resolver mediante un juicio de la autoridad el conflicto
sometido a su decisión"; para Calamandrei el proceso lo constituye una serie de
actividades tendientes a la obtención de la decisión jurisdiccional. Finalmente Guasp
sostiene que "el proceso es una serie o sucesión de actos que tienden a la actuación de
una pretensión mediante la intervención de los órganos del Estado instituidos
especialmente para ello".

Analizado desde un punto de vista material el proceso, como lo señala el Código de


Procedimiento Civil chileno, es un conjunto de documentos escritos y actuaciones.

No nos corresponde aquí hacer un análisis ni siquiera somero de lo que el proceso es


sino dar los elementos de convicción suficientes para que se entienda qué significa el
proceso como medio de solución de conflicto. Para ello debemos examinar cuáles son las
finalidades de todo proceso y concluir que son sustancialmente dos: la primera permitir al
Evado el ejercicio de la función jurisdiccional y por ende la mantención de la vigencia y
aplicación de la ley y la segunda, ser el medio que las partes tienen para solucionar sus
conflictos y obtener una decisión de los mismos.

De lo expuesto por todos los autores citados, podemos concluir que los elementos de todo
proceso son tres: el tribunal, las partes y el conflicto que toma ya el nombre clásico de
controversia.

De ellos el tribunal es el órgano público llamado por la ley con facultad jurisdiccional
suficiente para decidir el conflicto.

Las partes son aquellas personas que estando en conflicto quedan trabadas por la
relación procesal y por lo tanto, obligadas al cumplimiento de la decisión que lo resuelva
por último. La controversia está formada por la pretensión del actor y por la excepción del
demandado.

Jurisdicción acción y proceso.

Piero Calamandrei sostiene, con toda razón, que el Derecho Procesal se basa en el
estudio de tres conceptos fundamentales: Jurisdicción, acción y proceso. Y agrega que
aún quien esté absolutamente desprovisto de la más elemental noción de derecho
procesal se da cuenta por la sola observación empírica, de que los magistrados cuando
son llamados a juzgar un litigio, desarrollan una cierta actividad típica, dotada de sus
características propias y fines especiales que la diferencian de todos los otros tipos de
actividades ejercidas en la asociación humana por otros profesionales y por otros
funcionarios públicos".

La actividad que los jueces ejercen, en nombre del Estado, es la jurisdicción y la forma de
hacerla efectiva es mediante la realización de actos jurisdiccionales entre los cuales el
más importante es la sentencia definitiva que pone fin a la instancia resolviendo el asunto
litigioso. Pero la actividad jurisdiccional no se ejerce sin finalidad; no se juzga en abstracto
sino que se juzga porque frente a quien debe juzgar está planteada, como objeto concreto
del juicio, una controversia a dirimir, un litigio a resolver, una demanda a aceptar o
rechazar, un tema a indagar. El juez está llamado a dirimir el conflicto. Frente a ellos se
coloca como un tercero imparcial, que no crea por sí el problema, sino que lo examina y lo
resuelve.

Se presenta así como un segundo tema fundamental del derecho procesal esta facultad
de recurrir a la jurisdicción que es "la acción".

Por último la jurisdicción y la acción se ponen en contacto y se unen a través del proceso.

En el Derecho chileno, si bien es efectivo que estas tres instituciones no se encuentran


orgánicamente reglamentadas, no es menos cierto que ellas se encuentran claramente
establecidas y son las que sirven de base a nuestro ordenamiento procesal.

Sin querer restar importancia a los conceptos de acción y de proceso, podemos afirmar
que ellos giran en torno al de jurisdicción; en efecto, puede estimarse en términos muy
generales, que la acción es el derecho a la jurisdicción; la facultad que las partes tienen
para obtener la formación de un proceso y la posterior decisión de los tribunales sobre al
asunto que ellos controvierten. Es el reemplazo de la autodefensa por el proceso.

Hoy en día lesionado un derecho debe recurrirse al Estado quien a través de su


organización judicial decidirá sobre su vigencia.

El proceso es el medio que las partes tienen para obtener la declaración judicial de su
pretensión y el tribunal para hacerlo. Es la forma lógica y adecuada que permite a las
partes expresar los fundamentos de sus pretensiones, demostrarlos y al tribunal, dictar
sentencia en la causa conforme a lo alegado y probado y hacer cumplir lo resuelto. Podrá
ser escrito, verbal, rápido, sumario o de lato conocimiento, pero siempre será efectivo
como medio de solución.

El proceso es la etapa de complemento de los conceptos de jurisdicción y acción y


representa la forma de hacerlos efectivos en la práctica.
.....
Capítulo II - Breve reseña histórica

La historia de la jurisdicción es la historia del Derecho Procesal; no podemos ni estamos


en condiciones de relatarla. Marcaremos aquí sólo los elementos indispensables para un
acertado estudio de la institución.

Los seres humanos se agruparon primero en familia, luego en tribus, a continuación en


poblaciones, para terminar en naciones o países tal como hoy podemos observarlos.

La convivencia de los seres humanos desde los tiempos más lejanos es fuente de
conflictos entre los miembros de una misma familia, país como también entre éstos.

Para resolver los primeros, al comienzo ignorantes y salvajes, recurrieron al empleo de la


fuerza. La autotutela es el primer medio de solución de conflictos.

En los problemas internacionales, como ya se dijo, se empleó la guerra, medio que aún
no logra superarse, pese a todos los avances científicos del mundo. Pero el hombre,
único ser racional de la tierra sabe que esta forma de hacerse justicia sólo lo conducirá a
su destrucción.

Hoy puede triunfar, mañana quizás no. Fue así como poco a poco fue delegando la
facultad de hacerse justicia por sí mismo en un tercero que primero fue el jefe de familia,
luego la autoridad, cualquier título que ella tuviere.

Cuando ello ocurre estamos frente a las primeras manifestaciones de la jurisdicción.


Explica este breve comentario porque se consideró entre las primeras teorías acerca del
proceso y de la jurisdicción el carácter esencialmente privado de las mismas.

Eran verdaderos convenios en que las partes decidían llevar la solución de sus conflictos
a un tercero extraño a la litis.

Con el andar del tiempo esta facultad se fue robusteciendo e independizándose de la


voluntad de las partes, Alsina sostiene acertadamente que si el jefe de familia y luego el
monarca y por fin el Estado, tenían facultades políticas, guerreras, etc. no habría razón
por la cual no fuera a tener una de las más importantes cual era la de administrar justicia
a sus habitantes.

Existe por lo tanto en el concepto de jurisdicción siempre una voluntad remotamente


manifestada de las partes de otorgar la decisión del conflicto al gobernante, al Estado.

Hoy día el concepto de soberanía entre cuyas funciones está la de administrar justicia,
resume todo lo expuesto.

En suma podemos señalar que los habitantes se desprendieron de la facultad de hacerse


justicia por sí mismos perdiendo la autodefensa de sus derechos que pasó al Estado en
virtud de la soberanía que ejerce. (Art. 2° de la Constitución Política de Chile).

Consecuentemente nació para el Estado la obligación de atender a esta necesidad para lo


cual dio la organización y los medios que garantizaran suficientemente a las partes la
mantención de sus derechos. Confirmando lo anterior, Alsina sostiene que el origen
histórico de esta facultad fue la lógica. entrega de la solución del conflicto al jefe de familia
que tenía atribuciones guerreras y políticas y fuerza a su servicio, para hacer cumplir sus
decisiones. Cuando estas atribuciones fueron pasando de él al jefe de tribu, al príncipe, al
monarca, al Estado, etc., derivó en el concepto de la soberanía nacional dentro del cual
se incluía esta facultad de resolver conflictos.

Existe por lo tanto, en la defensa de su derecho, una sustitución de la actividad individual


por el Estado cuando la norma jurídica resulta insuficiente por sí misma.

Capítulo III - Concepto de jurisdicción

Cada autor define y defiende su propia concepción acerca de lo que es y debe entenderse
por jurisdicción. Estimamos no obstante que la esencia del problema no reside en la
definición sino básicamente en su contenido y características.

De todos modos y por estimarlo técnicamente adecuado y 'de relevancia para la acertada
visión de la institución, precisaremos un concepto de la jurisdicción analizándolo desde
cuatro puntos de vista diferentes que fluyen al esclarecimiento de su esencia: el
etimológico, clásico, doctrinario y legal.

a) Concepto etimológico: Etimológicamente jurisdicción deriva de los vocablos latinos


jus dicere o jurisdictione que significan declaración del derecho al caso concreto y como
sostiene Escriche "no envuelve ni lleva consigo la potestad de formar o establecer el
derecho, sino tan sólo la de declararlo o aplicarlo a los casos particulares; jurisdictio non
intelligitur dittio sive potestas juris condendi, sed juris dicendi".

Etimológicamente entonces la jurisdicción es la declaración (dicere) del derecho (jus) al


juicio (judicium). No obstante en el derecho romano, donde se confundían las atribuciones
legislativas con las judiciales, a los magistrados les estaba permitido dictar normas
generales por medio de edictos en que su contenido no sólo consistía en una simple
declaración del derecho, sino lo creaban. De allí que se empleara el término jurisdicción
como equivalente a función o autoridad.

Carnelutti sostiene que los términos jurisdicción e imperium son distintos y que el primero
es una parte del último agregando que a su juicio puede haber imperium sin necesidad de
jurisdicción.

Pero la jurisdicción que nace en los albores de la civilización con propósitos de


pacificación, luego amplia su radio de acción y especifica su concepto. En efecto, el
Estado en uso de su función jurisdiccional no se limita a intervenir en conflictos a petición
de parte sino se transforma en propio actor de la causa cuando es el interés público el
que se encuentra comprometido. Valgan como ejemplo en nuestro país, los procesos
penales por crimen o simple delito de acción pública.

Tenemos entonces que la jurisdicción es la facultad de hacer justicia y que toma del
imperium la facultad accesoria de hacer cumplir lo juzgado por ella mediante la
declaración del derecho al caso concreto.

Al irse perfeccionando los estudios del Derecho Procesal se vio que el concepto
etimológico del vocablo no reflejaba exactamente el contenido de la institución ni lo
comprendía en toda su extensión; no obstante el nombre jurisdicción se mantuvo por ser
apropiado al concepto que estaba naciendo y consagrándose en las legislaciones del
mundo y en los estudios de derecho procesal.

Correspondió a los autores de derecho público la primera elaboración del concepto de


jurisdicción basándose en que ella era una parte de la soberanía nacional y por lo tanto
una función pública. Por tal motivo es que desde el punto de vista del derecho público se
habla de función jurisdiccional como equivalente a jurisdicción. Como las leyes
procesales, en el fondo, son leyes reglamentarias de la Constitución Política, el Derecho
Procesal hizo suyo el concepto de jurisdicción siendo hoy una de sus bases de
sustentación y concepto esencial y primario en su estudio.

b) Algunos conceptos clásicos de jurisdicción: Examinaremos los basados


preferentemente en la legislación española que significa un aporte a nuestro derecho
procesal.

Escriche en su Diccionario Razonado de Legislación y Jurisprudencia, define la


jurisdicción como "el poder o autoridad que tiene alguno para gobernar y poner en
ejecución las leyes y, especialmente la potestad de que se hayan revestido los jueces
para administrar justicia".

Caravantes define por su parte la jurisdicción como "la potestad pública de conocer de los
asuntos civiles y criminales y de sentenciarlos con arreglo a las leyes".

Manresa la conceptúa como "la potestad de que se hayan investidos los jueces para
administrar justicia".

Las definiciones dadas por los autores citados coinciden en que es una potestad que
permite a los jueces conocer y sentenciar las causas que ante ellos se presentaren.

Es ésta la idea precisamente que consagra en el texto nuestra legislación orgánica por lo
cual destacamos su importancia.

Entre los autores nacionales podemos señalar el concepto de Manuel E. Ballesteros que
enseñaba que la palabra jurisdicción significa la potestad de conocer y fallar las causas.
En el mismo orden José Bernardo Lira afirma que la facultad y aún el deber de administrar
el poder de hacer cumplir las obligaciones, proteger los derechos y la inocencia y castigar
los delitos, en una palabra administrar justicia, es lo que se denomina jurisdicción.

c) Algunos conceptos de Derecho Procesal: todos los autores y estudiosos del derecho
procesal se han preocupado vivamente del concepto de jurisdicción precisando en forma
científica su contenido y alcance.

Señalaremos los que a nuestro juicio aportan antecedentes definitivos para el análisis de
la institución agrupándolos en extranjeros y nacionales.

Doctrina extranjera:

Giuseppe Chiovenda: Define la jurisdicción como "la función del Estado que tiene por fin
la actuación de la voluntad concreta de la ley mediante la substitución, por la actividad de
los órganos jurisdiccionales, de la actividad de los particulares o de otros órganos
públicos, sea al afirmar la existencia de la voluntad de la ley sea al hacerla prácticamente
efectiva". Del análisis de la definición se deduce en síntesis lo siguiente:
1) La jurisdicción es una función pública. Así se encarga el propio autor de recalcarlo en
uno de sus primeros títulos en que afirma "que ella es exclusivamente una función del
Estado".

2) El objeto de la jurisdicción es la actuación de la voluntad concreta de la ley con lo cual


entronca su concepto con los clásicos.

3 ) La esencia del concepto radica en que la jurisdicción la concibe como la sustitución de


la voluntad de las partes en conflicto por la actividad pública del juez.

Esta sustitución opera en dos planos en la etapa del conocimiento y resolución y en la


segunda de ejecución.

En la primera la jurisdicción consiste en la sustitución definitiva y obligatoria, por la


actividad intelectiva del juez, de la actividad intelectiva no sólo de las partes sino de todos
los habitantes; al afirmarse como existente o no existente una voluntad concreta de ley, se
declara y se actúa lo mismo que si ocurriera en virtud de una fuerza suya propia,
automáticamente.

En cuanto a la actuación concreta de la voluntad declarada, (procedimiento de


cumplimiento de lo resuelto), no hay jurisdicción si sólo puede cumplirse por la vía
administrativa, como ocurre con las sentencias penales, pero sí la hay cuando para ello se
requiere de la voluntad del sujeto condenado y él no la manifiesta. En tal caso la
jurisdicción consiste en la sustitución por la actividad material de los órganos del Estado,
de la actividad debida, sea que la actividad pública se proponga sólo obligar a la parte a
obrar, sea que atienda directamente al resultado de la actividad. En todo caso hay una
autoridad pública realizada en lugar de otra.

La Corte Suprema de Chile en sentencia de 3 de Mayo de 1965 reconoce la teoría de


Chiovenda en el derecho nacional al señalar en su fallo: "Esta delegación de la soberanía,
con referencia a la función de la justicia es lo que constituye esencialmente la jurisdicción
de los tribunales. El juez obra actuando la ley y esta actuación de la ley a través del
tribunal correspondiente es el fin de todo proceso; la resolución judicial que se dicta en
ese proceso contiene el reconocimiento o reintegración de un derecho, esto es,
restablecer a quien es su titular en su ejercicio". C. S. T. LII, Revista de Derecho y
jurisprudencia, pág. 57.

Francesco Carnelutti: Define la jurisdicción como "la actividad destinada a obtener el


arreglo de un conflicto de intereses mediante la justa composición de la litis, contenida en
una sentencia".

Eduardo Couture: Define la jurisdicción como "la función pública realizada por órganos
competentes del Estado con las formas requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto
de juicio, se determina el derecho de las partes, con el objeto de dirimir sus conflictos y
controversias de relevancia jurídica mediante decisiones con autoridad de cosa juzgada,
eventualmente factibles de ejecución".

En su análisis agrega que gran parte de las disposiciones especialmente en


Latinoamérica derivan de la confusión del concepto de jurisdicción con otros como
competencia y poder.
Nuestra legislación en más de una oportunidad incurre en la confusión. Valga como
ejemplo el título relativo a la prórroga de la competencia que la ley llama impropiamente
prórroga de la jurisdicción.

De la definición de Couture y del análisis que él hace de la institución se desprende lo


siguiente:

1) Distingue tres elementos propios del acto jurisdiccional que son: la forma, el contenido
y la función.

Por forma o elementos externos del acto jurisdiccional se entiende la presencia de las
partes, de jueces y de procedimientos establecidos en la ley.

Por contenido estima la existencia de un conflicto, controversia o diferendo de relevancia


jurídica que debe ser dirimido por los agentes de la jurisdicción mediante una decisión
pasada en autoridad de cosa juzgada y por función se entiende el cometido, o sea,
asegurar la justicia, la paz social y demás valores jurídicos mediante la aplicación,
eventualmente coercible, del derecho.

2 ) Es una función o potestad pública y según el autor así la define la legislación


uruguaya. Involucra la facultad de declarar el derecho y de hacer cumplir lo juzgado.

3 ) Se realiza a través de órganos competentes y por medio de un proceso; para


garantizar su efectividad existe la ley de procedimiento.

4) El objetivo de la jurisdicción es la resolución de un conflicto y controversia de relevancia


jurídica con autoridad de cosa juzgada.

5) Su finalidad es asegurar la vigencia del Derecho.

Jaime Guasp: Define la jurisdicción como "la función específica estatal por la cual el poder
público satisface pretensiones".

El autor señala que deben dejarse de lado las concepciones clásicas de la jurisdicción y
que debe eliminarse toda idea que no parta de la congruencia que existe entre jurisdicción
y proceso.

Como elementos de esta definición podemos señalar los siguientes:

1) La jurisdicción es una función que tiende a la satisfacción de pretensiones. Dejarlas


insatisfechas atenta contra la paz y la justicia de la comunidad.

2) El concepto interesa al derecho político como al Derecho Procesal, para el primero la


jurisdicción es una función pública que ejercita el Estado a través de sus órganos
correspondientes, ello explica su inclusión en las Constituciones Políticas de los diversos
países.

Para el Derecho Procesal la jurisdicción es un requisito del proceso cuya falta impide
entrar en el examen de fondo de la pretensión formulada. Faltando ésta no puede
practicarse válidamente ninguna de las restantes actividades procesales.
Piero Calamandrei: El autor parte de la siguiente base: no es posible dar una definición
válida de jurisdicción para todos los tiempos y lugares. Agrega que ahora es posible
definirla como "la potestad o función que el Estado, cuando administra justicia, ejerce en
el proceso por medio de sus órganos judiciales".

Para Calamandrei la jurisdicción presenta los siguientes elementos determinantes:

1. Es una función pública.

2. Señala dos clases o tipos de jurisdicción: la de derecho y la de equidad.

A propósito de la primera, estudia la estructura lógica de las normas jurídicas señalando


que hay una norma general abstracta y una individualización del mandato.

"Generales en cuanto ordenan un cierto comportamiento no a persona individualmente


determinada, sino a todos aquellos, en serie indefinida que en el futuro puedan
eventualmente encontrarse en una cierta situación de hecho; abstractas, en cuanto no
ordenan en vista de concretos eventos ya ocurridos, sino que, estableciendo la hipótesis
de que pueda, tarde o temprano, producirse en la realidad, una cierta situación de hecho
formulando anticipadamente el mandato que, para cuando tal situación se verifique en
concreto, está destinado desde ahora, a convertirse en operativo y categórico".

Cuando la norma general es respetada y cumplida por los hombres, basta con la
formulación general y abstracta para que se mantenga el imperio del derecho, pero
cuando una persona no observa espontáneamente las referidas normas se produce un
quiebre del sistema al cual el Estado que formuló la norma no puede permanecer
indiferente.

Según Calamandrei la observancia del derecho, los casos en que el sujeto destinatario
del precepto se ajusta espontáneamente a él, constituyen su funcionamiento normal,
podría decirse fisiológico del derecho.

En una sociedad imaginaria donde todos cumplieran el derecho y no existieran conflictos,


la labor del Estado se agotaría con la dictación de la norma general. Estarían de más los
jueces y los abogados.

El problema surge cuando se desobedece la norma y "así se produce en la realidad una


no coincidencia entre la conducta observada en concreto por el obligado y la conducta
que el Estado, declarándola anticipadamente en la ley, habría querido que se observara
en aquel caso".

Resulta entonces que para asegurar la observancia práctica del derecho no es suficiente
la obra del legislador y se hace necesaria una ulterior actividad del Estado para
complementar la actividad legislativa y mantener la vigencia del derecho.

Esta última es la función jurisdiccional o simplemente jurisdicción.

d) Doctrina nacional: Los conceptos estudiados en Chile corresponden generalmente a


profesores y han sido captados en apuntes o manuales de clases. Entre ellos podemos
anotar los siguientes: Fernando Alessandri expresa que la jurisdicción es simplemente la
facultad de administrar justicia. Carlos Anabalón señala que "en un sentido estricto, la
jurisdicción importa y significa el acto de administrar justicia (dar a cada uno lo que es
suyo) función ésta que corresponde a los jueces esencialmente y cuyo ejercicio permite
aplicar la ley en forma imperativa, por la fuerza, en los casos de controversia por motivo
de violación de la ley, o más propiamente del derecho". Mario Casarino estudia diversas
facetas de la jurisdicción concluyendo que en sentido restringido es la facultad que tiene
el poder judicial de administrar justicia. Jaime Galté la define como la facultad que tienen
los tribunales de justicia de declarar el derecho, puesto que jurisdicción significa decir el
derecho".

Hugo Pereira en su obra "La cosa juzgada formal" da también un concepto de jurisdicción
entendiendo por ella "la facultad de ciertos órganos del Estado, los tribunales de justicia,
de dirimir los litigios surgidos entre particulares y sancionar los delitos; jurisdicción es por
lo tanto, aquella facultad abstracta que el Estado delega en los tribunales para solucionar
en forma definitiva y obligatoria las litigios que se susciten entre los particulares mediante
la sentencia, como asimismo para hacer cumplir lo resuelto en ella".

Manuel Urrutia en el campo nacional nos define la jurisdicción como "la actividad del
Estado tendiente a resolver, entre partes, los conflictos de intereses jurídicos
contrapuestos, que se promuevan en el orden temporal dentro del territorio de la
República y en forma definitiva y para siempre".

Evelyn Núñez en su tesis de grado intitulado la "Jurisdicción y sus características


fundamentales" la define como la facultad otorgada por la Constitución a los tribunales de
justicia para conocer, juzgar y hacer cumplir lo juzgado; para intervenir en los actos no
contenciosos en que una ley expresa requiera su intervención y para ejercer las
atribuciones conservadoras, disciplinarias y económicas que les atribuye la ley.

Los autores nacionales Avsolomovich, Lührs y Noguera en su obra "Nociones de Derecho


Procesal" lo definen como la satisfacción de las pretensiones procesales por el Estado.

e) Legislación Nacional. Nuestro sistema legislativo considera entre sus disposiciones a


la jurisdicción. Si bien es efectivo que no la define ni le dedica títulos especiales, no es
menos cierto que proporciona los elementos constitucionales y legales necesarios para
que la doctrina construya sobre ellos el concepto y características que ella tiene en
nuestro derecho positivo.

En efecto, los arts. 80, 81 y 87 en el capítulo séptimo denominado "Poder Judicial"; los
arts. 2° y 4° ubicados en el capítulo primero "Estado, Gobierno y Soberanía", de la
Constitución Política son las disposiciones básicas que sirven para elaborar la teoría y
doctrina de la jurisdicción en Chile. El art. 80 citado establece: "La facultad de juzgar las
causas civiles y criminales pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la
ley. Ni el Presidente de la República, ni el Congreso, pueden, en caso alguno, ejercer
funciones judiciales, avocarse causas pendientes o hacer revivir procesos fenecidos''.

El art. 87 del mismo texto amplía la órbita de la jurisdicción a los tribunales


administrativos.

Por su parte el art. 2° de nuestra Constitución Política dispone: "La Soberanía reside
esencialmente en la Nación, la cual delega su ejercicio en las autoridades que ésta
Constitución establece".

Por último, el art. 4° señalando las sanciones al incumplimiento del principio de


separación de poderes y funciones que contiene nuestra carta fundamental, determina:
"Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión de personas pueden atribuirse, ni aún
a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que
expresamente se les hayan conferido por las leyes. Todo acto en contravención a este
artículo es nulo".

Para dar forma y hacer operante los principios contenidos en las disposiciones transcritas,
el art. 81 de la Constitución Política ubicado como se dijo, en el capítulo referente al Poder
judicial dispone: "Una ley especial determinará la organización y atribuciones de los
tribunales que fueren necesarios para la pronta y cumplida administración de justicia en
todo el territorio de la República". La referida ley como veremos más adelante es el
Código Orgánico de Tribunales y su legislación complementaria que en virtud del precepto
citado pasan a ser leyes reglamentarias de la Constitución Política del Estado.

De todo lo anterior se deduce como conclusiones lo siguiente:

1) La jurisdicción es una función pública y como tal parte de la soberanía nacional.

2} Su ejercicio corresponde a los jueces que son las autoridades encargadas por la propia
Constitución para ejercerla. Por lo tanto todos los jueces para que tengan el carácter de
tales deben tener el ejercicio de la función jurisdiccional y es precisamente lo expuesto lo
que los hace distinguirse entre las demás autoridades a que se refiere el art. 2°.

3 ) La organización y atribuciones, o sea, las personas y forma en que se desarrollará el


ejercicio de la jurisdicción es materia de ley.

4) La jurisdicción es una función específica con características propias cuyo ejercicio


pertenece exclusivamente a los Tribunales establecidos por la Ley. El art. 80 consagra lo
anterior en forma categórica al establecer que ninguna otra autoridad puede ejercer la
referida función.

5) En uso de la jurisdicción los tribunales dictan resoluciones las que cuando sean
pertinentes producirán el efecto de cosa juzgada lo que impide su modificación posterior.
La Constitución así lo prohíbe expresamente al Presidente de la República y al Congreso
Nacional.

6) La intromisión de cualquier autoridad o persona en materias de tipo jurisdiccional


produce la nulidad de los actos ejecutados por ellos. Así lo establece el art. 4° de la
Constitución Política.

Por otra parte dijimos que la principal ley reglamentaria de la Constitución Política es el
actual Código Orgánico de Tribunales que se basó en la Ley de Organización y
Atribuciones de los Tribunales dictada en el año 1875 y en virtud de la facultad expresa
que le confería la Constitución de 1833 que entregaba las materias expuestas a la ley.

La ley orgánica comenzaba manifestando en su art. 1° el concepto de jurisdicción


expresando que "la facultad de conocer dé las causas civiles y criminales, de juzgarlas y
de hacer ejecutar lo juzgado pertenece exclusivamente a los Tribunales que establece la
ley": Esta disposición es la que sirve actualmente de art. 1° al Código Orgánico de
Tribunales razón por la cual nos detendremos en su análisis.

Según anota don Manuel Egidio Ballesteros en sus "Comentarios", el art. 1° de la ley
citada no hizo sino reproducir la primera parte del art. 99 de la Constitución de 1833,
considerado por la Comisión revisora como la base fundamental de la ley orgánica, y
agrega que con el fin de determinar las facultades que, en general, comprende la
administración de justicia se agregaren al precepto constitucional las frases que
manifiestan el numero v limitación de esas facultades, cuales son: conocer, juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado. Según el autor en las dos primeras queda comprendida la jurisdicción
y en la última el mero imperio que a su juicio es científicamente propio del poder ejecutivo.

El proyecto de Vargas Fontecilla que fue rechazado por teórico daba una definición más
amplia de jurisdicción y decía textualmente: "la jurisdicción o la facultad de administrar
justicia, reside esencial y originariamente en la Nación, que delega su ejercicio en las
autoridades que establece esta ley".

EI Congreso como ya se dijo, aprobó en definitiva la redacción del actual art. 1° del
Código Orgánico de Tribunales.

El art. 5º del mismo Código contiene la otra disposición legal quo a nuestro juicio da forma
al concepto de jurisdicción. En su primera parte expresa: "A los Tribunales que establece
el presente Código estará sujeto el conocimiento de todos los asuntos judiciales que se
promuevan en el orden temporal dentro del territorio de la República, cualquiera que sea
su naturaleza o la calidad de las personas que en ellos intervengan, con las solas
excepciones siguientes. . ." que se refieren a las materias cuyo conocimiento entrega a
los llamados tribunales especiales.

Algunos autores han querido ver en este artículo una limitación al ejercicio de la función
jurisdiccional que estaría entregada a los tribunales que establece el Código Orgánico y
que son los que básicamente se organizan bajo el nombre de Poder judicial,
excluyéndose a los demás.

Tal aseveración es falsa ya que tienen jurisdicción todos los tribunales establecidos por la
ley cualquiera que sea la norma que los cree y no sólo los que se establecen en el Código
Orgánico. Así como se dirá más adelante los juzgados militares, de Policía Local, el
Contralor General de la República, el Director de Impuestos Internos, etc. son tribunales
en la medida en que la ley les otorga el ejercicio de la función jurisdiccional. Como se
demuestra en mi libro "La Competencia", las excepciones señaladas por el art. 5° son
excepciones a las materias de competencia de los tribunales ordinarios y no a la
jurisdicción en general.

Las conclusiones de las disposiciones citadas se estudiarán al tratar de las características


de la jurisdicción.

Capítulo IV - Características de la jurisdicción

1. La Jurisdicción es una función pública: El Estado, persona jurídica de Derecho


Público, tiene en virtud de los principios básicos que lo gobiernan, el ejercicio de la
soberanía.

La soberanía como potestad suprema para regir a la Nación la tienen todos los habitantes
que delegan su ejercicio, en virtud del mandato e imperativo constitucional, en las
autoridades que la propia carta establece.
Para el ejercicio de la soberanía la doctrina ha señalado tres grandes avenidas que toman
el nombre de funciones, que son: la legislativa, la administrativa y la jurisdiccional,
respondiendo así al consagrado principio de la división de los poderes públicos ya
esbozado por Montesquieu.

Hugo Alsina con claridad nos precisa que la función legislativa tiene por objeto la
determinación del orden jurídico mediante la creación de normas de derecho para regular
las relaciones entre los individuos y entre ellos y el Estado; el mantenimiento de ese orden
jurídico y su restablecimiento en caso de ser alterado es la misión de la función
jurisdiccional. Por último corresponde a la función administrativa la satisfacción de las
demás necesidades generales y el cumplimiento de las normas en lo general.

Algunos autores, especialmente de derecho administrativo, han negado la autonomía de


la función jurisdiccional anotando que se trataría de una parte de la función administrativa
con características propias.

Hoy en día la doctrina procesal ubica a la jurisdicción como una función propia; así lo
estiman autores como Calamandrei, Chiovenda, Couture, Guasp, Redenti, Alsina, De
Miguel, Hugo Rocco, para señalar algunos de ellos.

Efectivamente, no se concibe la existencia de un Estado sin autoridad suficiente para


juzgar, o sea, para mantener la vigencia de las normas que el mismo crea.

En el Derecho Chileno la jurisdicción es una función pública autónoma como pasamos a


demostrar.

El art. 2° de la Constitución Política, expresa como ya se dijo y lo repetimos, que "la


soberanía reside esencialmente en la Nación la cual delega su ejercicio en las
autoridades que esta Constitución establece".

Las autoridades que se señalan en la carta fundamental se encuentran agrupadas en


torno a los 3 poderes clásicos que son el legislativo, el ejecutivo y el poder judicial.

La soberanía para su ejercicio se divide en tres vías llamadas funciones públicas que son
la función legislativa, la función administrativa y la función jurisdiccional.

A cada poder público corresponde el preferente ejercicio de cada una de ellas, pero no
significa lo anterior que autoridades de un poder no puedan tener atribuciones que
aparentemente serían propias de otros.

Está claro entonces que una parte de la soberanía para los efectos de su ejercicio toma el
nombre de función jurisdiccional o simplemente jurisdicción. Ella radica en la Nación pero
su ejercicio corresponde a las autoridades que la propia Constitución establece. Cabe
analizar ahora cuáles son esas autoridades.

La Corte Suprema ha dicho claramente: "la jurisdicción es la facultad de administrar


justicia y la tienen todos los tribunales del país".

Las sentencias de las cuales se obtiene la doctrina estar en Rev. D° y Jurisp.: t. LII, secc.
3ª, pág. 57, y t. LII, secc. 1ª pág. 102.
De los arts. 80 y 87 de la Constitución Política del Estado se concluye que la jurisdicción o
función jurisdiccional es una función pública cuyo ejercicio está entregado por la
Constitución a autoridades denominadas tribunales de justicia.

Complementan las ideas anteriores en torno a esta característica los arts. 1° y 5° del
C.O.T.

Aquello que la Constitución y el Código Orgánico llaman facultad es precisamente la


"función jurisdiccional" o jurisdicción.

2. Las autoridades encargadas del ejercicio de la jurisdicción son los tribunales de


justicia. De los comentarios y disposiciones citados en la primera característica se
desprende que el ejercicio de la jurisdicción es encomendado por la Constitución y las
leyes a órganos denominados tribunales de justicia.

Debemos dejar en claro que el mecanismo nacional es categórico en el sentido de


entregar el ejercicio de la jurisdicción a los tribunales de justicia y no al poder judicial lo
que tiene consecuencias importantes, ya que si se le entregase al poder judicial
significaría que ningún órgano que estuviera fuera de él podría tener el ejercicio de la
jurisdicción. En cambio, entregándoselo a los tribunales de justicia, es la función la que le
da el carácter de tribunal al órgano y no el órgano a la función.

Lo anterior explica por qué autoridades administrativas a las cuales la ley le ha otorgado
especialmente el ejercicio de facultades jurisdiccionales en la medida en que la tienen son
tribunales de justicia.

3. Es privativa de los tribunales de justicia. Esta característica por interpretaciones


oscuras ha dado margen a confusiones en torno al concepto de jurisdicción.

En efecto, nosotros sostenemos que la jurisdicción es privativa de los tribunales de justicia


de tal modo que el órgano público que esté investido por la ley de esta facultad tiene por
ese solo hecho el carácter de tribunal. O sea, es la función la que da el carácter al órgano
y no el órgano a la función.

Esto explica que haya órganos públicos fuera del poder judicial que tengan el ejercicio de
la jurisdicción y que a su vez los tribunales agrupados en el llamado poder judicial tengan
otras funciones no jurisdiccionales y de carácter netamente administrativo.

Esta característica se desprende claramente de las disposiciones constitucionales y


legales citadas que permiten concluir que quienes tienen jurisdicción son los jueces y no
el poder judicial.

Lo que ocurre es que de acuerdo con el principio de división de poderes ya sustituido por
el de separación e independencia de funciones, los órganos que tienen por misión el
ejercicio de la jurisdicción, se agrupan en lo que se llama el poder judicial. Más aún, su
reglamentación en el C.O.T, se refiere a ciertas categorías de tribunales que son por regla
general los ordinarios y arbitrales dejando la reglamentación de los especiales al criterio
de las respectivas leyes. Así lo expresa el art. 5° del C.O.T. En relación a si dicho precepto
consagra o no como han sostenido algunos una excepción a la regla que estamos
indicando como característica, nos remitimos a lo ya dicho sobre el particular.
El órgano público que tenga jurisdicción es tribunal de justicia en la medida que ejerce tal
función; consecuentemente la jurisdicción es privativa de los tribunales de justicia.

4. La parte de jurisdicción que corresponde a cada juez o tribunal es su


competencia. De allí que entre jurisdicción y competencia hay una relación de género a
especie.

Todo tribunal tiene jurisdicción pero puede ser incompetente para conocer de un
determinado asunto. La jurisdicción es una función pública; la competencia una medida de
distribución de la función entre los diversos órganos con capacidad para ejercerla. Por lo
tanto es la competencia la que admite división y clasificación, no así la jurisdicción.

5. La jurisdicción se ejerce o manifiesta mediante la realización de actos jurídicos


procesales. Estos son llamados actos jurisdiccionales y su objetivo es hacer posible en
un proceso las facultades de conocer, juzgar y hacer cumplir lo juzgado.

Los actos jurisdiccionales más importantes son las resoluciones judiciales y entre ellos las
sentencias definitivas y de casación.

El proceso es entonces el medio, como ya se dijo, que tienen los tribunales para ejercer
su función. Por tal razón De Miguel define la jurisdicción como la función pública que se
desarrolla en el proceso a través de actos procesales.

Cuando el juez realiza una función jurisdiccional ejecuta actos procesales y entre ellos
jurisdiccionales.

Los actos referidos son la forma, la manera, que el juez tiene para poder cumplir su
misión. Mediante ellos el juez queda en condiciones de conocer de un asunto y resolver
consecuentemente un conflicto de intereses o sancionar la violación de un derecho
aplicándolo al caso concreto. Es el proceso de singularización de la norma general al caso
particular y concreto que mediante una resolución judicial manifestada en un acto del
tribunal lo coloca nuevamente en vigor.

Es aquello que Kelsen denomina la norma jurídica individual.

El efecto del acto jurisdiccional es hacer constar con caracteres de verdad jurídica una
"situación" que las partes deben cumplir y respetar bajo sanción de hacerse exigible a
quien corresponda por la fuerza del imperio.

Persigue en definitiva la mantención del orden jurídico y la justicia, entendiéndose por


justo, la expresión abstracta que el juez singulariza mediante la sentencia de las
pretensiones de las partes o de su propia actividad en aquellos casos en que deba
proceder de oficio.

Con ello se logra y asegura la vigencia y efectividad de la ley cuya violación es


sancionada por el juez mediante la declaración de su cumplimiento.

Para que el tribunal pueda realizar la jurisdicción mediante actos procesales se requiere
como elemento esencial la formación v sustanciación de un proceso.

El proceso debe tramitarse conforme al procedimiento que la ley señala y se le pone fin
mediante un juicio lógico en que el juez aplica el derecho a los hechos establecidos y
probados, logrando una conclusión que declara con efectos de verdad procesal que se
hace inamovible una vez que la sentencia adquiere el carácter de firme o ejecutoriada.

6. Jurisdicción y cosa juzgada: Los efectos de la cosa juzgada: los efectos de la cosa
juzgada son característicos de ciertos actos jurisdiccionales.

En Chile, de las sentencias definitivas e interlocutorias cuando se encuentran firmes o


ejecutoriadas de acuerdo a lo dispuesto en el Código de Procedimiento Civil.

Consecuentemente, una de las características de la jurisdicción y sin cuyo efecto perdería


su eficacia, es la inamovilidad de sus resultados lo que se logra con los efectos de la cosa
juzgada. De allí que la citemos entre sus características esenciales.

7. Es improrrogable. La prórroga en Derecho Procesal es la facultad que las partes


tienen para someter el conocimiento y decisión de un asunto a una autoridad distinta que
la señalada por la ley al efecto.

La jurisdicción pertenece al Estado; corresponde a la ley distribuir su ejercicio entre los


diversos tribunales.

La solución de todos los conflictos queda en manos de los jueces, estando impedidas las
partes para poder designar otra autoridad al efecto. Las sentencias judiciales firmes son
los únicos actos que producen los efectos de cosa juzgada y por lo tanto una verdad
jurídica indiscutible e inamovible.

Se suele señalar a los árbitros como excepción a este principio ya que las partes estarían
disponiendo la persona que los va a juzgar. Mas dicha excepción en la legislación chilena
no existe, ya que conforme al art. 222 del Código Orgánico de Tribunales los árbitros son
jueces y como tales y como todos los otros tienen jurisdicción. La diferencia entre ellos y
los demás radica solamente en el sistema especial de designación que ellos tienen y por
la duración de sus funciones que obviamente se limita al asunto sometido a su
conocimiento y decisión.

Por lo tanto aquí no hay prórroga de jurisdicción.

Las confusiones sobre esta materia en Chile obedecen a un error de nomenclatura de


nuestro legislador que confundiendo la prórroga de la competencia con la prórroga de la
jurisdicción habla en el título VII, párrafo 3 del citado Código Orgánico de "prórroga de la
jurisdicción" tratando luego en sus disposiciones la prórroga de la competencia.

8. La jurisdicción es unitaria. Ello significa que es una sola v que como tal no acepta
clasificaciones. Por el solo hecho de dividirse la jurisdicción. se pierde su concepto para
transformarse en el de competencia como quedó ya demostrado.

Todos los jueces tienen jurisdicción; si no la tuviesen dejarían de ser jueces. Por lo tanto
es una unidad, un género que debe estudiarse globalmente para poder apreciar su
contenido y alcance.

No obstante que estimamos que ésta es una de las características más claras de la
jurisdicción en obra de derecho procesal, en las leyes y en el lenguaje jurídico en general
se habla de jurisdicción contenciosa, no contenciosa, penal, civil, administrativa, del
trabajo, etc. cuando en realidad todas ellas son modalidades de la competencia. Los
autores especializados en derecho procesal penal como Leone, Manzini, Bertoloni Ferro,
aceptan el concepto unitario de la jurisdicción basados en que el hecho de resolverse un
conflicto de intereses individuales o públicos no altera en nada el concepto genérico de la
jurisdicción. Agrega Manzini en su obra de Derecho Procesal Penal que la jurisdicción en
todas sus manifestaciones es una función unitaria, toda vez que la fuente de donde
proviene y la actividad que requiere su ejercicio, son esencialmente idénticas en todos los
casos.

De la legislación nacional podemos deducir que existe un concepto y establecimiento


único de la jurisdicción, por lo cual la característica en estudio es totalmente aplicable.

9. La jurisdicción es eventual. Al analizar el concepto y posición de Calamandrei acerca


de la jurisdicción quedó en claro que ella se pone en movimiento solamente cuando la
función legislativa no es suficiente para mantener la vigencia del derecho. En otras
palabras, si la ley es cumplida por todos no se requiere de la actividad jurisdiccional; de
allí que su ejercicio dependa del evento de la violación de una ley o de un derecho; ella
cobra vida cuando los sujetos a quien va dirigida la norma no han sabido o querido
respetarla.

Redenti en una frase muy clara resume el concepto al señalar que la jurisdicción se
manifiesta sólo después de transgresiones ya verificadas.

Lo anterior significa que el ejercicio de la jurisdicción es eventual y el evento del cual


depende es la transgresión de la norma reguladora del orden jurídico.

Capítulo V - Los mometos de la jurisdicción

Los momentos de la jurisdicción representan el desenvolvimiento del ejercicio de la


función jurisdiccional en el proceso. Existen para proporcionar al tribunal los antecedentes
previo; indispensables para que pueda hacer uso de su facultad de juzgar y hecho, para
obligar al cumplimiento de lo resuelto.

En la legislación chilena tanto el ejercicio de la función jurisdiccional como la actividad de


las partes en el proceso, se encuentra regulada de antemano por procedimientos
generalmente preestablecidos por la ley y excepcionalmente señalados por las partes o
por el propio tribunal.

De todo lo dicho en este trabajo se deduce que el momento más trascendente de la


jurisdicción es el del juzgamiento en que el tribunal resuelve el conflicto y pone fin a la
incertidumbre de la discusión mediante una sentencia que oportunamente adquirirá los
efectos de verdad jurídica indiscutible e inamovible, o sea, los de cosa juzgada.

Pero no es menos efectivo que el tribunal no está en condiciones de resolver sin conocer
la materia sobre la cual debe recaer su pronunciamiento y sin escuchar a las partes en
litigio y recibir sus pruebas. De allí que el momento de juzgar está siempre precedido de
un momento anterior que es el de conocer que por su importancia tiene no sólo un
reconocimiento doctrinario sino constitucional y legal.

La expresión "nadie puede ser condenado sin ser oído" es una clásica manifestación de lo
expuesto. Nuestra legislación procesal, civil y penal da plenas garantías y oportunidades a
los litigantes para que puedan hacer valer sus derechos ante el tribunal en forma previa al
juzgamiento. Basta abrir un código de procedimiento y examinar las disposiciones
pertinentes.

Pero aún hay más sobre este particular; al litigante no sólo interesa la solución declarativa
de su pretensión sino que desea verla traducida a la realidad; en otros términos obtener el
cumplimiento de lo resuelto. Para ello la doctrina procesal y la ley, chilena han elaborado
un tercer momento que se denomina de la ejecución o del cumplimiento del fallo y que
lógicamente es posterior al de juzgar y se hace efectivo solamente cuando la parte
perdedora no se allana buenamente al cumplimiento de la decisión judicial.

No obstante algunos autores niegan la existencia de este tercer momento, anotando que
son procedimientos administrativos que no emanan de la jurisdicción, especialmente en el
campo del derecho procesal penal donde todo el proceso de cumplimiento está a cargo
de la autoridad administrativa. Más adelante volveremos sobre el particular, estimándose
que este momento corresponde al ejercicio de la jurisdicción.

Por ahora lo que deseamos dejar en claro y a modo de resumen de lo expuesto es que el
ejercicio de la jurisdicción se manifiesta en el proceso en tres momentos o etapas, a saber
la de conocer, la de juzgar y la de cumplimiento.

Si las resoluciones están sujetas a revisión posterior por la vía de los recursos, los
momentos vuelven a repetirse total o parcialmente según la naturaleza del recurso en un
grado diverso ante el mismo tribunal, el superior jerárquico o aquel que deba conocer
según las normas de competencia.

Por lo tanto, antes de entrar a ver su desarrollo en la legislación nacional, queda en claro
que los momentos de la jurisdicción se encuentran íntimamente vinculados al
procedimiento a que debe someterse la acción y pretensión intentada en sus diversas
etapas procesales.

Examinemos ahora los momentos de la jurisdicción.

1. Primera fase del conocimiento, cognición o notio. Con ella se abre la instancia que por
definición comprende materias de hecho y de derecho, siendo las primeras las que deben
demostrarse en esta etapa. El derecho conforme a nuestro sistema se presume conocido
por todos y por lo tanto no admite prueba.

El Mensaje del Código de Procedimiento Penal Chileno señala en una de sus partes: "los
hechos varían al infinito y con ellos los datos y antecedentes probatorios que demuestran
su existencia y cuyo mérito es esencialmente relativo". Igual razón es la que movió a
Calamandrei a escribir en su Tratado de Derecho Procesal al referirse a este momento:
"en la fase del conocimiento el tribunal recibe los antecedentes que le permitirán
posteriormente resolver si el hecho específico en litigio se ajusta a la norma reguladora de
tal situación. La tarea del conocimiento no es fácil para el juez puesto que las
innumerables y variadísimas configuraciones que puedan asumir en la realidad las
relaciones humanas, hacen dificultoso {establecer cuál es la norma que se ajusta al caso
y cuál es el comportamiento concreto que para aquel caso corresponde a la voluntad de la
ley. Agrega Calamandrei que aún cuando las disposiciones legales sean numerosas y
precisas no es posible que para cada caso que se presente en la realidad, se encuentre
va dispuesta en aquella especie de gran casillero de hipótesis típicas que es el derecho
positivo, una norma especial que se adapte exactamente a tales circunstancias".
De numerosas disposiciones constitucionales y legales podemos concluir que en todo
proceso chileno existe un período previo a la decisión el que es el del conocimiento y que
comprende dos etapas claras: la de discusión y la de prueba.

El Código Orgánico de Tribunales en su art. 1º expresa: "la facultad de conocer de las


causas civiles y criminales . . ." El art. 108 definiendo la competencia agrega en términos
amplios que la competencia es la facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de
los negocios que la ley ha colocado dentro de la esfera de sus atribuciones".

Los arts. 110, 111 y 112 repiten el concepto a propósito de la reglas generales de la
competencia. La regla del grado indica "una vez fijada con arreglo a la ley la competencia
de un tribunal inferior para conocer en primera instancia de un determinado- asunto queda
igualmente fijada la del tribunal superior que deba conocer del mismo asunto en segunda
instancia".

La regla de la extensión en el art. 111 señala "el tribunal que es competente para conocer
de un asunto lo es igualmente para conocer de todas las incidencias que en él se
promuevan. Lo es también para conocer de las cuestiones.. ."

Los arts. 14, 25, 32, 37, 39, 45, 50, 51, 52, 53, 63, 98, 99, tít. VII, párrafo 4 del Código
Orgánico entre otras muchas disposiciones reconocen en la ley la facultad de conocer.

De su análisis se desprende que todo tribunal al que la ley dé la facultad de conocer, que
asimila a su competencia, tiene posteriormente la facultad y obligación de decidir. Así lo
establece la regla de la inexcusabilidad.

Con las consideraciones expuestas podemos concluir que existen principios básicos en el
derecho procesal nacional en virtud de los cuales "nadie puede ser condenado sin ser
oído"; "bilateralidad de la audiencia"; "las sentencias se pronunciarán conforme al mérito
del proceso"; en los arts. 170 del C.P.C. y 500 del C.P.P. se señala que los considerandos
basados en el hecho y derecho sirvan de fundamento a la parte resolutiva y sanciona con
pena de nulidad a la sentencia que así no lo considerase; el art. 318 del C.P.C. señala que
el juez, si existen hechos controvertidos, deberá recibir la causa a prueba; un conjunto de
disposiciones de los Códigos de procedimiento civil y penal estructuran toda la prueba en
nuestro sistema.

De todo lo anterior se deduce que ningún juez en Chile puede juzgar sin conocer lo que
va a juzgar, de allí la necesidad reconocida expresamente por el art. 1° del C.O.T, y
reglamentada por los distintos procedimientos de que todo proceso se inicie por la etapa
del conocimiento que en el vocabulario tradicional comprende la iniciación; discusión;
prueba y discusión de la prueba.

En esta etapa corresponde a las partes y al tribunal la realización de actos y hechos


procesales.

Dentro de nuestro trabajo que es la jurisdicción sólo nos corresponde referirnos a la


actividad del tribunal a propósito de la facultad de conocer.

Para ello es menester encuadrar el problema en dos principios formativos de los


procedimientos que son:
a) Legalidad del procedimiento: significa que los jueces deben sustanciar las causas de
acuerdo a normas preestablecidas que se denominan procedimientos.

Los procedimientos por regla general en nuestra legislación procesal están establecidos
por la ley y el hecho de no seguirlos está sancionado con la nulidad de la sentencia que
posteriormente se dicte. Excepcionalmente las partes pueden señalar al tribunal el
procedimiento como ocurre con los árbitros arbitradores -art. 636 del C.P.C.- y el juez
determinar procedimientos de cumplimiento de acuerdo al art. 238 del citada Código.

En todo caso el procedimiento es previo al proceso y regula la base del conocimiento.

Si se infringen las normas sobre procedimientos el proceso as nulo.

La petición de nulidad puede hacerla la parte afectada o puede el juez de oficio anular.
Las disposiciones que juegan en nuestro derecho positivo son las que configuran las
nulidades procesales en nuestros Códigos y en especial el art. 84 que trata el incidente de
nulidad y el art. 768 que se refiere a las causales de casación en concordancia al art. 776
que faculta a las Cortes para anular de oficio cuando existe un vicio de casación, o sea,
de nulidad.

b) Principio dispositivo: obedece al sistema de la pasividad del tribunal y en virtud de él


los jueces sólo actuarán a petición de parte. Nuestros procedimientos civiles son
característicos al respecto. Es interesante anotar que es precisamente en este momento
de la jurisdicción donde se da el principio de la pasividad ya que en la segunda etapa de
la decisión ocurre todo lo contrario y es el tribunal sólo quien deberá actuar como se dirá
más adelante.

Podemos anotar que el sistema dispositivo en que se inspiran nuestros procedimientos se


caracteriza porque el juez no puede actuar de propia iniciativa (oficio); no puede tomar en
cuenta sino los hechos alegados y probados por las partes y por último la sentencia debe
conformarse estrictamente al mérito del proceso.

Las excepciones más importantes en nuestra legislación que consagran el principio


contrario inquisitivo en nuestros procedimientos ya han sido analizadas.

2. Segunda fase de la decisión o decisio: Corresponde al período de sentencia. Esta


etapa es la que caracteriza la jurisdicción -dentro del lenguaje de nuestra ley- equivale a
la función de "juzgar", término que encontramos en el art. 1° del C.O.T. y 80 de la C. Pol.,
entre muchos otros.

Sin duda que ésta es la etapa más importante de la jurisdicción y que la caracteriza. Sin
embargo ella carecería de fundamento y de eficacia si no contara con la previó del
conocimiento y con la final de la ejecución. En virtud de este momento de la jurisdicción el
tribunal declara el derecho frente al caso concreto propuesto mediante un raciocinio
mental que exterioriza y da forma en un acto procesal denominado sentencia y
generalmente definitiva. Esta declaración del tribunal cuando pasa por dos períodos de
impugnación o no hay recursos en su contra, adquiere caracteres de verdad jurídica
indiscutible e inamovible, produciéndose el efecto de cosa juzgada.

La ley procesal tiene en esta etapa diversas posibilidades; en efecto hay casos en que los
jueces deben ajustarse a derecho en su fallo como ocurre en la generalidad de los casos
en Chile y en otros que deben fallar de acuerdo a las normas de la equidad y de la sana
crítica como ocurre por ejemplo con los árbitros arbitradores, con el Senado conociendo
del juicio político, con la actividad de los jueces de letras cuando no haya ley que resuelva
el conflicto.

En esta etapa podemos distinguir entonces la llamada jurisdicción legal y la jurisdicción de


equidad, siendo ambas en todo caso, manifestaciones del momento resolutivo de la
jurisdicción.

La aplicación de uno u otro sistema es un problema de política procesal al cual no


debemos penetrar en el análisis de la institución.

Las diferencias fundamentales en la aplicación de un sistema u otro radican en lo


siguiente: cuando el juez falla en un sistema de jurisdicción de equidad extrae de su
conciencia y experiencia de la vida lo que debe resolver. Es el caso típico de los sistemas
de jurados en que personas no expertas en la aplicación de la ley fallan un proceso.
Consecuentemente el ámbito de la labor intelectiva del juez es mayor pero más peligroso
que en el otro.

En el sistema de jurisdicción legal el juez debe fallar de acuerdo a la legislación vigente


debiendo limitarse en su sentencia a exponer las consideraciones de derecho en que
fundamenta el fallo. Lis arts. 170 del C.P.C. y 500 del C.P.P. establecen claramente esta
obligación. Aquí el juez no puede discutir la bondad o desacierto de la ley sino que debe
limitarse a aplicarla para cumplir así con el objetivo que ha tenido en vista el constituyente
al establecerla.

Podemos anotar como comentario final, que el sistema chileno es de jurisdicción legal,
salvo los casos que mencionamos a vía ejemplar hace un momento. Debemos también
comentar la tendencia actual de nuestras leyes a dejar al juez la facultad de apreciar las
pruebas en conciencia que si bien no obliga al juez a la ley en tal caso no lo excluye de su
obligación de fallar en derecho, por lo cual no limita la aplicación del sistema de
jurisdicción legal que estamos comentando. Para cerrar esta parte del desarrollo del tema
examinaremos los casos más importantes de jurisdicción de equidad en nuestra
legislación:

1. Arbitros arbitradores: De acuerdo al art. 223 del C.O.T. el "arbitrador fallará


obedeciendo a lo que su prudencia y la equidad le dictaren".

Esta disposición debe concordarse con el art. 640 N° 4 del C.P.C. que señala que la
sentencia del arbitrador contendrá las razones de prudencia y equidad que le sirvan de
fundamento.

Como es lógico, la impugnación de la sentencia por agravios o vicios está en


concordancia con la jurisdicción de equidad de estos jueces. Por tal motivo el recurso de
casación en el fondo es improcedente contra su sentencia (art. 767 inc. 2°); el recurso de
apelación sólo procede cuando las partes se han reservado el recurso y han señalado el
tribunal de segunda instancia que necesariamente debe estar compuesto por arbitradores
(art. 642 del C.P.C.). No nos referimos a los recursos de procedimiento por no guardar
relación con el tema.

2. Tribunales ordinarios. Estos jueces deben fallar en derecho por ser éste el sistema
nacional. No obstante, en virtud de la regla general de la competencia llamada "de la
inexcusabilidad" contenida en el art. 10, inc. 2° del C.O.T. reclamada su intervención en
forma legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su
autoridad ni aún por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión. Esta
disposición obedece a la necesidad procesal de contar siempre con un tribunal con
competencia suficiente para resolver conflictos sin que la falta de legislación que lo
resuelva deje a las partes en la indefensión.

El proceso como medio de solución de conflictos requiere siempre de un tribunal que


pueda resolver en cualquier momento una contienda. Es así entonces como nuestro
mecanismo procesal civil señala que los tribunales como norma general tienen una
jurisdicción de derecho pero supletoriamente pueden ejercer su jurisdicción de equidad.

Confirma lo expuesto el art. 170 N° 5 del C.P.C. que dice que "la sentencia definitiva
deberá contener la enunciación de las leyes -jurisdicción de derecho- y en su defecto de
los principios de equidad -jurisdicción de equidad- con arreglo a los cuales se pronuncia el
fallo". El carácter supletorio de las normas de equidad que puede aplicar el juez se ha
visto confirmado por la doctrina de la Excma. Corte Suprema que se resume en la
siguiente "no es aceptable aducir razones de equidad en los casos en que se formulan
peticiones fundadas en la ley, más aún cuando existe una norma legal para fallar el juicio".
(Rep. art. 18, C.P.C., pág. 214, N° XIV). En materia penal no hay jurisdicción de equidad,
no hay delito sin ley.

3. El Senado conociendo del juicio político. "Conforme al art. 42 N° 2 de la Constitución


Política el Senado resolverá como jurado y se limitará a declarar si el acusado es o no
culpable del delito o abuso de poder que que se le imputa".

Esta atribución significa que el Senado como tribunal especial falla en uso de jurisdicción
de equidad siendo ésta la interpretación de la expresión jurado que emplea nuestra Carta
Fundamental. La referida sentencia produce el efecto de cosa juzgada y debe cumplirse
con lo ordenado por ella de la manera que indica el citado art. 42 de la Constitución.

3. Tercera fase: de la ejecución. Corresponde al contenido de las expresiones "hacer


ejecutar lo juzgado" que emplea el art. 1° del C.O.T.

Si bien es efectivo que en ciertos casos las sentencias se cumplen por vía administrativa,
como ocurre con las sentencias condenatorias criminales a penas corporales, la regla
general es que ellas se hagan cumplir por la vía jurisdiccional.

La generalidad de la doctrina procesal está acorde en considerar a la facultad de hacer


cumplir lo juzgado como una cuestión inherente a la jurisdicción. Igual opinión tiene la
Corte Suprema.

La ejecución de la sentencia equivale a la conversión de ésta en actos; el derecho existía


pero sólo se transforma en realidad mediante el mandato contenido en la sentencia y este
mandato no puede dejar de llevarse a cabo porque de otro modo sería ilusorio y
únicamente teórico. Es por ello que es inherente a la jurisdicción el poder de coerción;
éste es el presupuesto ineludible de la eficacia del derecho porque la medida coercitiva
impone la restauración del orden jurídico violado. Por consiguiente a la jurisdicción va
anexo el imperio, que es la facultad que tienen los jueces de usar de la fuerza para
ejecutar lo juzgado y decretado.

C.S. Rev. D° y Jurisp., t. LXII, set. 1ª, pág. 57.


De faltar este momento de la jurisdicción debiera concluirse que ella no cumpliría con su
función esencial de mantener la vigencia de la ley ya que si por falta de cumplimiento de
lo dispuesto en ella habría una doble contravención por parte del infractor, la primera a la
ley y la segunda a la sentencia, de tal modo que esta facultad va íntimamente ligada a la
de juzgar que constituye en esencia su contenido pero que se ve necesariamente
complementada por la de hacer cumplir lo juzgado.

"Para cumplirla la ley señala diversos procedimientos: en algunos se cumple con la


actividad directa del tribunal ocurre con el procedimiento ejecutivo de hacer cuando se
trata de suscribir un documento o reconocer una obligación en que el juez lo hace por el
deudor; igual ocurre con la licitación de bienes raíces y otras especies que requieran de
previa tasación, pero en la generalidad de los casos las resoluciones judiciales se
cumplen mediante los que Jaime Guasp denomina auxilios jurisdiccionales y que define
como "el conjunto de deberes y derechos en virtud de los cuales cabe exigir y se debe
prestar por tales organismos la actividad necesaria o conveniente para la adecuada
consecución de una finalidad procesal reconocida por la ley".

Estos auxilios pueden imanar del propio poder judicial o de fuera de él. Ejemplo del primer
caso es la acción de un receptor que practica un retiro de especies. En el segundo caso
por regla general se trata de otorgar el auxilio de la fuerza pública para que el tribunal
pueda cumplir su sentencia.

Nuestra legislación sobre el particular contiene las siguientes disposiciones


fundamentales:

El art. 11 del C.O.T. que se explica a sí mismo y que dice: "para hacer ejecutar las
sentencias y para practicar o hacer practicar los actos de instrucción que decreten, podrán
los tribunales requerir de las demás autoridades el auxilio de la fuerza pública que de ellas
dependiere, o los otros medios de acción conducentes de que dispusieren.

"La autoridad legalmente requerida debe prestar el auxilio, sin que le corresponda calificar
el fundamento con que se pide ni la justicia o legalidad de la sentencia o decreto que se
trata de ejecutar".

En materias de arrendamientos se han producido conflictos entre los tribunales y los


Intendentes a propósito de la aplicación de esta disposición.

La Corte Suprema en interesantes fallos ha reafirmado categóricamente este precepto. El


comentario de los mismos excede el tema que estamos desarrollando.

En el desarrollo de la jurisdicción en el campo del proceso penal ocurre un fenómeno


similar, con la diferencia que la tercera etapa de cumplimiento de las sentencias queda
generalmente a cargo de la autoridad administrativa, cesando la labor jurisdiccional al
imponer la condena o al absolver al procesado.

No obstante durante el período de conocimiento e instrucción del proceso penal los jueces
del crimen hacen frecuente uso de la facultad de hacer ejecutar lo juzgado por lo cual no
es efectivo, como se afirma, que la tercera etapa de la jurisdicción escape de su control.
Sólo lo hace en la medida que enunciamos y en lo referente a la sentencia definitiva.

Nuestro C.P.P. está lleno de ejemplos que demuestran lo que expresamos. Los autores
especializados en el derecho procesal penal llegan. también a iguales conclusiones.
De esta manera hemos pretendido dar una visión general de lo que es la jurisdicción en
nuestro derecho y cómo en él se encuentra reglamentada.

Premeditadamente excluimos el desarrollo de las sanciones a la falta de jurisdicción,


materia que la doctrina discute y sobre la cual aún no hay acuerdo en torno a si su falta
genera la inexistencia de los actos jurisdiccionales o su nulidad, y los conflictos de
jurisdicción. La primera debe estudiarse en conjunto con la teoría de los actos jurídicos
procesales en nuestro derecho y la segunda más de pertenecer al derecho internacional
privado ha sido extensamente tratada par el trabajo que en la Universidad Católica
desarrollara el profesor Sr. Eduardo Hamilton.

J. C. C.

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