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LA EDUCACIÓN, HERRAMIENTA DE UNOS POCOS.

1.- Introducción.

Sin afán de querer redundar en un tema, si bien recurrente, es el momento que encontré
para poder realizar una descarga y plasmar aquello que ha ocupado muchas veces mis
pensamientos y conversaciones.

Es no sólo un anhelo social es buscar un punto de acuerdo sin sacrificar nada y que
pretendo encontrar en esta oportunidad aprovechando la posibilidad que el presente trabajo
me da.

A medida que he avanzado en el curso, en el cual hemos revisado el pensamiento de varios


filósofos que hicieron aportes en la materia dándole un importantísimo lugar como núcleo
del desarrollo humano, me he preguntado muchas veces cómo ordenar este punto.

Me propongo armonizar el pensamiento de distintos filósofos a lo largo de la historia para


poder así demostrar que si en algo nadie puede discrepar es en la importancia del educar al
hombre para desenvolverse en sociedad ya que sólo lo logrará si los instrumentos que se le
otorgan son los idóneos para tal efecto.

Es irrisorio que hoy en pleno siglo XXI exista aún debate de la calidad de la educación, y
que después de jactarnos de tantos avances científicos y sociales y de grandes conquistas en
estas materias todavía la educación en muchos lugares sea un tema casi tabú, tratado
prácticamente como un derecho para todos y sin excepción pero al momento de hacerlo
exigible saltan a la vista las discusiones y los matices que va tomando su entrega.

Así la educación –insisto- a pesar de ser un tema recurrente, que de hecho volvió en el
último tiempo a ocupar un lugar en nuestros ya pobres noticieros, es un área que necesita de
un par de vueltas más. Las demandas que se hacen entorno a ella no son las más acertadas o
quizás lo que requieren es de una mejor argumentación y establecer los deberes y derechos
de las partes en conflicto -entendiendo que la discusión la circunscribiré a los actores
directamente interesados en el problema porque bien se puede sostener que no existen dos o
tres actores importantes, sino que somos todos las piezas de este sistema y todos nos vemos
tocados por ella, todos hemos tenido mejores o peores experiencias con la educación- lo

1
importante aquí es el consenso y qué mejor que determinando las responsabilidades que
caben y las soluciones a las que se debe arribar.

2.- ¿Cuál es el rol que juega la educación en nuestra sociedad? ¿Quién la determina?

Sócrates señaló que si el pueblo es virtuoso entonces sus gobernantes también lo serán. Por
su parte Platón, su discípulo, sostuvo lo contrario; los ciudadanos serán virtuosos en la
medida que lo sean sus gobernantes, es decir, que la virtuosidad del pueblo era determinada
por la de sus gobernantes y por ello quienes debían gobernar eran los más virtuosos. Cabe
preguntarse, entonces, ¿qué entendió Platón por virtuosidad? Para él la virtuosidad se
encontraba en el conocimiento, por lo tanto, asumiré que el conocimiento se identifica con
la educación puesto que ella es la vía que tenemos para salir de la ignorancia y enfrentarnos
a lo desconocido.

Partiré analizando el pensamiento de estos dos filósofos, puesto que esta relación entre
gobernados y gobernantes aún continúa generando dudas en cuanto a las responsabilidades
que cabe a cada uno y qué parte, de esta relación, determina estos criterios.

Por ende, ¿quién determina a quién?, es decir, ¿son nuestros gobernantes los responsables
de nuestra educación o somos los gobernados los responsables?

Para poder dar las posibles respuestas en principio prescindiré de situaciones concretas, es
decir, de contextos como lo son el actual sistema de gobierno en cuanto a las personas que
llevan la política, sino que me pondré en un escenario ideal, como es el caso de la
democracia que para estos efectos funcione como fue concebida con independencia de los
actores involucrados.

Bajo la perspectiva de este escenario ideal comenzaré con el primer intento por lograr dar
una respuesta satisfactoria.

Parto del presupuesto de que si pensamos que vivimos bajo un régimen democrático –esta
afirmación me merece ciertos reparos pero por no ser objeto de discusión en este ensayo no
lo abordaré- la respuesta para mí sería que somos los gobernados los responsables, quizás la
precisiones al respecto podrían estar demás pero las plantearé por ser indispensable para
ordenar y justificar las afirmaciones que se irán haciendo.

2
El supuesto básico de una democracia es que los gobernantes y/o autoridades son elegidas
por el pueblo, el sistema de la votación cualesquiera sean sus variantes en los distintos
sistemas mundiales. De esta manera, entonces, cada vez que elegimos nuestras autoridades
estamos decidiendo sobre las materias propias que involucra ser parte de una nación, como
son salud y educación, áreas muy sensibles y que han sido las más desfavorecidas 1
históricamente y hasta nuestros días. Así entonces nosotros por lo visto estamos eligiendo
mal o si no, bajo esta mirada, no se justificaría tanto desacuerdo al respecto, y por lo tanto,
deberíamos no hacer el juicio contra nuestro Estado (encarnación de lo que es nuestro
gobierno) sino que hacernos nosotros el mea culpa de qué es lo que estamos decidiendo
para nosotros y, por ende, la educación que recibimos no es más que reflejo de lo que nos
damos.2

Ahora el problema quizás no es ese, o surge más allá de lo que queremos para nosotros,
porque estoy segura de que nadie quiere que no se resuelva el tema, y de hecho se vota
pensando en que el gobierno que saldrá vendrá a mejorar las cosas, insisto es un escenario
ideal porque motivaciones para decidir votar por alguien son muchas sobre todo cuando
hay intereses tan fuertes involucrados, partiendo por el hecho de elegir quién detentará el
poder.

Este entonces sería un primer razonamiento, debido a que desde la perspectiva de una
democracia perfecta no habría otra forma de pensarlo.

Segunda respuesta posible. Son los gobernantes los que determinan a su pueblo. Platón
sostenía que quienes debían gobernar eran los más sabios porque ellos en su virtuosidad
harían del pueblo un lugar que respondiera a las características que el entendía eran las
propias de un pueblo superior y virtuoso3. Pero creo que llegar a justificar ello, desde las
características de hoy es difícil, por lo menos en el entendido de que los gobernantes son
elegidos por los ciudadanos, por tanto, esta postura sería más aceptable en un sistema de
1
A esto último también me referiré con mayor detención pero más adelante, mas desde ya hago la salvedad de
que sólo he hecho una generalización desde el punto de vista en que contextualmente nos encontramos como
nacionales de un determinado país (Chile) y de sus símiles más cercanos en el globo.
2
Esta es el modelo de respuesta que podemos seguir para justificar todo nuestro ordenamiento jurídico, sobre
todo en cuanto a su sistema legislativo.
3
Ver la obra de Platón, “LA REPÚBLICA”.

3
monarquías o donde los gobernantes no son elegidos. Aunque podemos buscarle una
justificación para aceptarlo, aún dentro del sistema democrático y ello sería que quienes se
postularan a determinados cargos cumplieran con estos requisitos de virtuosidad, y nosotros
por nuestra parte votar en tal sentido, pero ello sí merece reparos. ¿Cómo determinar la
virtuosidad de quienes se postulan? Nuestro ordenamiento jurídico ha establecido que
quienes se postulan deben cumplir con ciertos requisitos que no necesariamente pasan por
virtuosismo.

Ahora bien, por una parte, bajo el entendido de Platón sabemos que un hombre virtuoso es
aquel que tiene conocimiento y, por otra, quienes hoy deben llegar a los cargos que dicen
relación con la educación, dícese Presidente de la República, Ministro respectivo y su
secretaría y subsecretarías, parlamentarios quienes tienen la función importantísima de
determinar los lineamientos en este ámbito y por último Alcaldes quiénes tienen la
importantísima misión de administrar los recursos fiscales que se destinan a la educación
dirigiendo entre ellos órganos como son la Corporación Municipal de Desarrollo Social
(Cormudesco), son sujetos que al mismo tiempo que se hace más pequeño su alcance en
cuanto a poder, así también se reducen las exigencias en cuanto, por ejemplo, a estudios, lo
que si bien no nos garantiza grandes mentes por lo menos tranquiliza el saber que tienen
una mejor preparación o que por lo menos son menos ignorantes.

El problema aquí no es que los gobernantes determinen la educación, el problema es que


ellos son determinados antes por relaciones de poder que generalmente terminan por
corromper sus anhelos de justicia social o que en definitiva sean movidos a aspirar a más
altos y mejores puestos por meros intereses individuales o por responder a un colectivo
político al que representan, olvidando así cuál es el objeto de estar en el lugar en el que
están.

Estas dos soluciones no sobreviven separadas. Definitivamente se debe buscar su


conciliación porque ambas partes se necesitan en nuestro sistema democrático, una los elige
(gobernados) y la otra los representa y busca responder a sus necesidades (gobernantes),
esto, claro está dejando de lado el panorama descrito anteriormente y volviendo a una
visión ideal de lo que debe ser el desenvolvimiento del sistema mencionado.

4
Bajo este prisma entonces hay algo que no está funcionando, algún nexo que se cortó.
Cómo puede ser que si ambos se necesitan exista tanta discrepancia en cuanto a sus
deberes, esto se explica principalmente por el hecho de que ha sido el Estado a través de
sus gobernantes quien ha descuidado su rol como garantizador y propulsor del desarrollo
integral de las personas.

3.- El Estado como garantizador de la Educación.

Aristóteles dedica tiempo a esto y al llegar a su obra Ética Nicomáquea señala que incumbe
a la política dirigir la educación completa del ciudadano, asignándole, así, a esta ciencia
(política) un importante cometido. El estagirita viene a poner de relieve la importancia que
juega la política, encarnada en la persona del Estado, de dirigir la educación para formar al
ciudadano, él se refiere a este punto y no debemos olvidar que él fue maestro y de ahí su
conocimiento de causa y su interés.

No es porque lo diga él y otros más, es porque es deber esencial del Estado, éste se ha
instaurado como la institución cuya principal función es propender al desarrollo físico y
psíquico del hombre.

En tal sentido si adherimos al pacto social de Séneca y luego en Rousseau4 veremos que
nosotros nos desprendimos de muchas de nuestras facultades para dejar que el Estado
determinara en pos del bien común, es decir, de todos quienes componen la sociedad y no
de unos pocos despojándonos de nuestros intereses individuales.

4.- Educación y un sistema económico.

Es verdad que aún no se logra llegar a un concepto unívoco de lo que es la justicia, muchos
autores lo han intentado y no se puede hablar de que han fracasado si no más bien, lo
normal, es que han generado un aporte en cuanto a entender o a acercarnos a una noción
que, sin embargo, tampoco es tan desconocida porque surge de uno sin poder darle la
definición pero siempre sabemos a qué estamos tendiendo cuando utilizamos los términos
justicia e injusticia.

4
Rousseau dedicó su obra “El Emilio” al tratamiento completo de la educación.

5
John Rawls al estructurar su teoría de la justicia admite la existencia de desigualdades en
una sociedad, especialmente socioeconómicas, lo cual debemos asumir; así es y será, pero
agrega que lo que se requiere, es en el fondo, igualdad de oportunidades al momento de
decidir y de poder aspirar a más y siempre partiendo de un mínimo que es más que nada 5.
Bajo esa visión podemos conformarnos con lo que tenemos por educación actualmente -aún
tratando de mantener su teoría en una situación ideal, es necesario buscar aterrizarla y, a la
vez, las conexiones a nuestra realidad-. En todo caso, no es la solución conformarse sino
mejorar. Sólo eso.

Es verdad las diferencias existen y se hacen patentes en cada momento. Pero es en esta
materia en donde no deberían notarse estas diferencias porque aquí hablamos de derechos
que son inherentes a las personas. Nosotros elegimos principios de justicia y dimos vida a
nuestro ordenamiento jurídico, en cuya base encontramos la Constitución Política de la
República y en ella plasmamos aquello que el Estado debe, sin pretexto alguno,
garantizarnos.

No es una dádiva estatal es un derecho que debe concretar para cumplir con uno de sus
principales deberes, como mencioné anteriormente, el desarrollo integral de los sujetos.

Comprender que algunos se encuentran en posiciones socioeconómicas más ventajosas que


otros es una tarea para muchos imposible, y que ellos han tenido los medios para solventar
educación con todas sus letras es una verdad innegable, pero es más, en este punto,
inclusive podríamos ver que por un principio de justicia aquél que tiene los medios para
pagar debe hacerlo, pero aquellos que no los tienen, entonces, es el Estado como protector
de nuestros derechos el que debe venir y subsanar aquellas falencias.

Luego, serán, en esta igualdad de condiciones como los seres racionales que somos, sólo
nuestras capacidades intelectuales, personales, las que marcarán las diferencias y
determinarán nuestro avance o estancamiento, pero no factores ajenos a nosotros.

5
John RAWLS, “TEORÍA DE LA JUSTICIA”, pág. 24: “Es a estas desigualdades de la estructura básica de
toda sociedad, probablemente inevitables, a las que se deben aplicar en primera instancia los principios de la
justicia social. Estos principios regulan, pues, la selección de una constitución política y los elementos
principales del sistema económico y social. La justicia de un esquema social depende esencialmente de cómo
se asignan los derechos y deberes fundamentales, y de las oportunidades económicas y las condiciones
sociales en los diversos sectores de la sociedad.”

6
Es verdad que en un sistema de libre mercado como en el que nos encontramos inmersos,
como asimismo la mayoría del mundo occidental, entendemos que todos los bienes, incluso
los primarios, como los señala Rawls, son apreciables pecuniariamente –de hecho
considero que en muchas partes la teoría de la justicia de Rawls viene sólo a justificar dicho
sistema, otro punto en el cual no ahondaré- pero lamentablemente sólo en ciertos países, los
que nos denominamos o denominaron “subdesarrollados”, es descarnado el sistema al
momento de hacer las diferencias.

5.- Conclusión.

La primera libertad que tenemos y que nadie nos va a quitar es la de pensar, somos seres
racionales por esencia y queremos nuestro bien, nadie buscaría causarse daño a sí mismo,
por lo que necesitamos las herramientas necesarias para lograr desarrollarnos
integralmente.

Es, por lo tanto, misión del Estado salir de las simples declaraciones impresas en textos
jurídicos que vienen casi a señalar ideales de justicia social quedando en meras expectativas
“seudonovedosas” que no son más que sus obligaciones históricas y deudas impagas con
sus gobernados quienes le dieron tal atribución de normar nuestras vidas.

Con total independencia de teorías filosóficas a las que podamos o no adscribir es cierto
que siempre llegaremos a los mismos resultados bajo los sistemas en donde prevalezca esta
relación gobernantes-gobernados.

Pamela Larraguibel Silva.

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