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Comunidad María Mediadora - Temas para compartir en grupos de oración

LA PLAGA DE LA IMPUNTUALIDAD (II)

P. Cristian Echeverry

Continuemos analizando las graves implicaciones que tiene esta infecciosa plaga
de ser impuntuales:

e. Ser impuntual es una manera de robar tiempo a los demás

Dice la carta a los Efesios: “El que robaba, deje de robar” (Efesios 4:28). Hoy tú
vas a decir:

Señor: yo acepto esta autonegación, yo acepto la humillación que me das con Tu


Palabra; yo acepto que he sido impuntual, acepto que ya no soy tan impuntual,
pero llevo sobre mi espalda la fama de ser impuntual. Señor: hoy te entrego este
lastre, y hoy en tu nombre voy a vivir la caridad con mis hermanos de no
robarles más tiempo.

Porque es terrible cuando uno tiene que esperar cinco minutos, quince minutos y
hasta media hora, a alguien con quien uno sabe que tiene algo que hacer. Hay
situaciones en que uno dice: ‘me falló, pues me voy’; pero a veces se trata de
responsabilidades, y uno sabe que esa persona es impuntual y que uno tiene que
tolerar hasta la caridad, hasta el colmo de la caridad, a esa persona impuntual.
Cuando otros tienen que postergar el inicio de la reunión a causa de nuestra
impuntualidad, les hemos robado tiempo. Muchos disciplinadamente han llegado
a la hora para adorar al Señor, y nosotros (¡ministros!) hemos quitado tiempo de
la adoración haciéndolos esperar hasta que se nos ocurre aparecer. Además el
retrasado va adquiriendo manías: primero comete otro pecado que es la
mitomanía; siempre tiene una excusa, o si no la tiene, miente compulsivamente;
miente porque ‘la buseta siempre le queda atrás’ o porque ‘le tuvo que pagar la
factura a la mamá’, o miente por ‘x’ o ‘y’ motivo. O sea, que la impuntualidad no
sólo es robo, sino que también puede ser generadora de otros pecados como la
mentira; y cuidado, pues el que miente, roba; y el que roba, mata.
En este caso hemos jugado el papel del ladrón, robando a otros uno de los bienes
más preciosos: su tiempo. No olviden que el tiempo es un tesoro. ¿Saben por qué
el tiempo es un tesoro? Porque ninguno de ustedes me puede decir: ‘padre, yo
tengo dos años acumulados de tiempo’. No, el tiempo tú lo tienes y el tiempo se
esfuma; nadie puede decir que ha ahorrado dos años de su vida. Tú tienes el
hoy, y no más; tú le robaste el tiempo a un amigo, a un cristiano, y tú no puedes
compensar el tiempo que le has robado a otro.
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La Biblia nos exhorta: “El que robaba, deje de robar”. En otra cita: “Hagan
ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes” (Lucas
6:31). ¿A cuántos les gusta que otros los hagan esperar? A nadie le agrada eso,
entonces no demos a otros el trato que no quisiéramos recibir de ellos.

f. La impuntualidad demuestra falta de consideración por otros.

La puntualidad es una forma de demostrar alta estima por otras personas y su


tiempo. Cuando uno llega puntual está demostrando a las demás personas que
las ama, y llegar impuntual es faltar a la caridad, es faltarle al amor. Es estar
demostrando a las personas que a uno le viene bien o mal, que es indiferente,
que no las ama.
Miren: la carta a los filipenses dice: “…que cada uno considere a los demás como
mejores que él mismo” (Filipenses 2:3). Ejercicio bueno es que el que está allá
esperándome es superior a mí. Por lo tanto, como es superior a mí
espiritualmente, yo debo estar allá a la hora que es. Una forma de demostrar esa
consideración es por medio de la puntualidad. El llegar atrasados demuestra falta
de respeto para otros. Estamos diciendo: ‘no me importa si otros tienen que
esperarme a mí. Que me esperen’. Llegamos, y si la reunión no ha comenzado,
decimos: ‘ah, estoy a hora, estoy a tiempo’. ¡No! Llegaste retrasado. Es por ti,
por tu impuntualidad, que no hemos podido empezar. Deberíamos decir: ‘por mi
impuntualidad soy culpable de atrasar el inicio de la reunión. Hay hermanos que
llegaron antes que yo y ellos han tenido que estar aquí esperándome hasta que
hubiera más gente para iniciar la reunión. Por causa de personas como yo, la
adoración, la alabanza está comenzando tarde’.
¿Nos ocurre que alguno de nosotros está fallando al respecto a sus hermanos
todas las semanas? De pronto entre ustedes, los que están ya en rhedes, ¿han
reconocido que por ese problema de un hermano, o dos, el grupo y la comunidad
está fallando? Ya llevamos semanas, años, tiempo, con esta plaga de la
impuntualidad y no nos corregimos. Muchos no se dan cuenta de cuánta
frustración han causado a otros con sus retrasos en reuniones. Muchos no se han
dado cuenta, son tan ciegos que no se han dado cuanta de que cuando uno tiene
que esperar mucho rato, termina contrariado, enojado, frustrado. Y después
quieren que uno esté sonriendo y que todo fluya. La impuntualidad también es,
entonces, un freno para que la oración fluya. Porque si yo estoy contrariado y
enojado ya hay un impedimento humano para que el Espíritu de Dios haga su
obra.
Mis hermanos, sé que estoy siendo muy duro, de pronto estoy tocando una llaga,
mía y de ustedes; pero así es la palabra del Señor. A veces es dura, a veces
calcina, quema, purifica. Pero es para que demos frutos. A veces nos poda el
Señor para que esos brotes den más fruto.
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g. La impuntualidad es motivo de pérdida de bendiciones.

O sea, por ser impuntual tú puedes estar perdiendo la bendición. La bendición


que Dios tiene para ti: bendición de prosperidad, de salud, cualquier cosa que
estés necesitando; una sanación física, emocional, o ¡hasta la vida eterna! Voy a
mostrarles un texto bíblico que nos muestra lo que se puede perder por la
impuntualidad.

“Sucederá entonces con el reino de los cielos como lo que sucedió en una boda:
diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio.
Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. Las despreocupadas
llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; en
cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas.
Como el novio tardaba en llegar, les dio sueño a todas, y por fin se durmieron.
Cerca de la medianoche, se oyó gritar: ‘¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!’
Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas.
Entonces las cinco despreocupadas dijeron a las cinco previsoras: ‘Dennos un
poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.’ Pero las
muchachas previsoras contestaron: ‘No, porque así no alcanzará ni para nosotras
ni para ustedes. Más vale que vayan a donde lo venden, y compren para ustedes
mismas.’ Pero mientras aquellas cinco muchachas fueron a comprar aceite, llegó
el novio, y las que habían sido previsoras entraron con él en la boda, y se cerró la
puerta. Después llegaron las otras muchachas, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’
Pero él les contestó: ‘Les aseguro que no las conozco.’
‘Manténganse ustedes despiertos —añadió Jesús—, porque no saben ni el día ni
la hora’ (Mateo 25, 1-13).

En esta historia que acabamos de leer (la parábola de las diez vírgenes), tres
cosas aprendemos de las vírgenes necias, que llegaron tarde.
• Llegaron atrasadas por no hacer los preparativos necesarios. La
puntualidad requiere preparar las cosas de antemano, para poder evitar los
atrasos. Hay cosas que nos ayudan, por ejemplo: preparar la comida por la
noche, para que no tengas que levantarte por la mañana a preparar la
comida y así llegar tarde a tu trabajo. Dejar lista la ropa que te vas a
poner. Hay que preguntarnos constantemente qué cosas debo atender
mañana, desde el día anterior. Cuánto tiempo necesito para alistarme,
para acicalarme, para vestirme. (Problema terrible de muchas mujeres,
que terminan aburriendo a sus novios por la impuntualidad. O también
hombres, que de pronto pueden terminar vistiéndose y arreglándose y
haciendo esperar a la novia). Entonces, levántese a las cinco de la
mañana. Pero la puntualidad es preciosa. ¿Cuánto tiempo necesito para
llegar a la reunión? ¿A qué hora debo salir de mi casa? Preguntas que uno
se tiene que hacer si no quiere vivir retrasado.
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• Las que llegaron tarde son denominadas por la palabra de Dios


‘imprudentes’, ‘despreocupadas’. Tendríamos que deducir de esta historia
que la impuntualidad es imprudencia. ¿No creen que esa área de la vida
tiene entonces que ser corregida?
• Por su atraso, perdieron una bendición grande. Por su impuntualidad, las
insensatas se perdieron la boda. En esta parábola eso representa perder el
reino de Dios. Fue un pequeño descuido, muy pequeño, pero resultó en
gran perjuicio. Los pequeños atrasos pueden ocasionar grandes
consecuencias. Hoy apréndete eso en tu corazón, en tu vida. Cuánto bien
espiritual hemos aprendido cuando hemos estado en toda una enseñanza.
El Señor puede tener una palabra para nosotros, ya se los dije, pero no
estábamos para recibirla. Cuánto pan espiritual hemos perdido por
nuestros atrasos. Cuántas horas de alabanza a Dios hemos desperdiciado.

Cuando el gran Alejandro Magno fue preguntado sobre cómo había podido
conquistar el mundo, él respondió: ‘lo he logrado por no demorarme’. Cuánto
avance hemos perdido nosotros por nuestras demoras en las cosas de Dios. Algo
que me entristece es que las personas para los trabajos seculares sí llegan
puntualmente. Imagínense que yo como educador, como docente, no llegue a la
clase a la hora que es y deje a mis alumnos esperando. Pues me echarían del
colegio, por irresponsable. Cuántas personas son totalmente puntuales para
llegar a su hora de trabajo porque saben que hay un patrón, porque saben que
hay un salario, porque saben que hay dinero, porque saben que otras personas
los están esperando para su trabajo secular, para su trabajo mundano. Y qué
triste es que para las cosas espirituales: ‘a Dios sí lo puedo desplantar’, ‘para las
cosas de Dios sí puedo dilatar’, ‘sí puedo hacer que las cosas se alarguen’. Es
triste la mentalidad que tenemos de respeto para las cosas paganas y de
irrespeto para con las cosas de Dios. La eucaristía, cómo la irrespetamos.
Estamos preguntando constantemente: ‘¿a uno sí le vale la misa si llegó al
evangelio?’. No, tú tienes que amar tanto la eucaristía, tanto las cosas de Dios,
que siempre has de estar puntualmente.
Les pregunto: ¿hemos de hacer menos para aquél que dio su vida por nosotros
en la cruz? Si nosotros cumplimos puntualmente con nuestros empleadores, con
nuestros patronos terrenales, ¿acaso no merece mucho más nuestro Señor
Jesús? Cuando terminemos de sacar todas nuestras excusas habremos de admitir
que en el fondo tenemos un corazón que ha perdido su primer amor.
Cuando el corazón está bien, los pies son más veloces. Tal vez aquí está la
verdadera razón de por qué nos cuesta llegar a hora puntual. El problema no está
en los pies. El problema está en nuestro corazón. ¿Hasta qué punto has sido tú
afectado por esta plaga? Probablemente todos tenemos que admitir que hemos
sido contagiados. Posiblemente nunca nos hemos propuesto seriamente corregir
una costumbre tan negativa. Pero por medio de este estudio, por medio de esta
reflexión, yo quisiera que todos aprendamos estas siete razones para cambiar.
Vuelvo a preguntarles: ¿están dispuestos a proponerse ante Dios combatir este
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problema en sus vidas? ¿Sí están verdaderamente dispuestos? ¡Ánimo! Les pido
en el nombre del Señor Jesús que declaren desde el día de hoy una guerra a la
impuntualidad. Aún no es demasiado tarde para hacerlo. No estamos retrasados
para hacerlo. Hoy puede ser el día de declarar una guerra contra la plaga de la
impuntualidad. Amén

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