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polvos de orquídea / Paratore

novela
Título de la obra : Polvos de Orquídea (Novela)
Primera edición - 2005

Pre-prensa : Luz Moreno Valverde


Benjamín Romero A.

Carátula : Ana Luis Andrade

© Derechos de Autor reservados


Paco Antonio paratore Vargas machuca
Primera publicación - 2005

© Derechos de Edición reservados


Paco Antonio paratore Vargas machuca - 2005
Tiraje 1000 ejemplares

Impreso en los talleres gráficos de


Gráfica Bellido S.R.L.
Los Zafiros 244 - Balconcillo
La Victoria (Lima 13), Lima-Perú, Telefax (511) 470-2773

Nº Proyecto Editorial: 11501300500149
Depósito Legal: 1501152005-0876
ISBN: 9972-33-147-4
Impreso en el Perú / Printed in peru
Para Yuyi
––––––––––––––––––––––––––– Advertencia ––––––––––––––––––––––––
Como sucede en toda novela, los personajes y hechos que suceden en esta
historia son ficticios. Algunas menciones de personajes públicos son sólo
referenciales y no los involucran en ningún hecho comprometedor ni ilegal.
Presentación

Paco se está quedando dormido, pero una violenta cabeceada


lo despierta de nuevo y sigue leyendo. Paco está leyendo desde
hace tres horas, arrellanado en el asiento del avión de Avianca
que lo lleva de Bogotá a Buenos Aires. Hace más de veinte
años que como representante de una gran empresa de produc-
tos químicos con sede en USA viaja continuamente por toda la
América Latina, y dispone en sus vuelos de muchas horas libres
que, sumadas a las horas de espera en aeropuertos y hoteles, le
permiten leer y leer; unos de sus placeres favoritos.
Finalmente, después de tanto leer y conocer a la mayoría
de los novelistas latinoamericanos y españoles, y de enterarse de
las noticias calientes de cada país que ya conoce perfectamente,
se decidió a incursionar en el campo de las letras, para contar
historias –obviamente ficticias– que incluyeran tantos hechos y
personajes sórdidos y pintorescos del continente con los que ya
se ha familiarizado. Además, no es la primera vez que decide
escribir, pues hace treinta años escribió su primer libro… un texto
de Química Orgánica. Pues bien, querido lector ahora tiene usted
en sus manos la primera novela de Paco.
En Polvos de OrquíDEA, Paco Paratore entreteje una
trama que nos lleva de un país a otro (Colombia, Perú, México,
USA, Brasil, Venezuela, etc.), relacionando historias de las que
todos hemos oído algo, pero que aquí, a pesar del aparente
enredo, van tejiendo una historia casi verídica que atrapa al
lector desde el primer capítulo y lo introduce en temas tan
complicados como el narcotráfico internacional, las guerrillas
y los paramilitares de Colombia, la lucha internacional contra
el narcotráfico, las pirámides financieras, los vladi-videos de
Montesinos y la picaresca de los políticos latinoamericanos,
alternados con algunos paréntesis explicativos de la geopolítica
del mundo ahora globalizado y su dinámica económica que
a todos nos afecta. Todo esto en una trama llena de escenas
sexuales extraconyugales, cuya picaresca –paralela a la de los
políticos– no ha escapado al ojo observador del autor.
La violencia, las traiciones, el sexo, las envidias y el casi
inverosímil comportamiento de los políticos que nos rodean, dan
vida a una historia que lo mantendrá en vilo, y también lo hará
reír, de principio a fin.

El editor
Lujuria

Alexander Lugo se sentía muy contento esta mañana y


silbaba mientras conducía su Mercedes Benz plateado recién
comprado. Había adquirido también otros dos automóviles Volvo
iguales –ambos de color blanco– uno para cada amante. Las dos
vivían en su corazón apasionado, sin ataduras, pero fuertemente
atraídas por el dinero. Guiaba su flamante coche a lo largo de
la playa costanera, dirigiéndose a almorzar con Mariela en el
restaurante Costa Verde de Barranco, al sur de Lima. Estaba loco
por ella y para que le traiga suerte se había puesto esta mañana
de sol un polo amarillo de última moda y escuchaba una salsa
del grupo “Niche”.
El día anterior habían regresado los dos de Miami después
de visitar al médico que había realizado un aborto a Mariela
diez días antes. Por eso ella estaba muy agradecida; al menos,
así era como pensaba Alexander, y así le gustaban sus mujeres.
Ella estaba intentando salir de un “mal matrimonio” que la había
llevado hasta Madrid, donde Carlitos –su joven y pobre marido
peruano– no había sabido valorar todos sus encantos de mujer
que él, Alexander, sí sabía apreciar.
Alexander no podía entender cómo Carlitos la había podi-
do golpear tan malamente y a pesar de su estado de embarazo.
Mariela –sin embargo– no reconocía que con Carlitos hubiera
tenido “un mal matrimonio” sino sólo “un mal momento”; un
contratiempo.
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Su marido no supo entenderla. Eso fue todo. Los coque-


teos eran naturales en ella; sabía que era una mujer atractiva y
le gustaba hacer que los hombres lo notaran en todo momento.
Para ella era natural. Anteriormente, Alexander había dejado de
ver a Mariela por la misma razón: por puros celos. Hasta que se
enteró de que se había casado e ido a vivir a Madrid. Alexander
pensó entonces que nunca más la vería, y había estado triste
por todo un mes.
La llamada de auxilio que Mariela hizo a su ex-novio por
teléfono desde Madrid, cambió todas las cosas entre ambos y fue
recompensada inmediatamente con un pasaje de Iberia, para Lima,
obviamente en “clase ejecutiva” para que ella notara que él sí tenía
dinero. El corazón de Alexander había vuelto a renacer y como se-
ñal de su fiesta interna compró el departamento en San Isidro, para
poder darse escapaditas durante la mañana o cuando se le ocurriera.
Así comenzaba una nueva etapa con Mariela de su corazón.
Además, Alexander llevaba en la maletera del auto dos
cuadros que recién le habían llegado a su fábrica de calzado en
Vulcano, cuadros de un pintor todavía desconocido en el Perú,
pero que prometía pues, a su parecer, tenía futuro. Esto también
lo alegraba. Uno de los cuadros era de una niña cusqueña con
chaqueta muy colorida, riéndose de una manera muy expresiva
a pesar de vérsela muy pobre.
La pintura parecía una postal de adopción de niños –la carita
tierna y triste–. Al fondo se veían las montañas que rodean el
Cusco con unas sombras oscuras muy dramáticas. El otro cuadro
era imitación de un Renoir. Alexander siempre compraba cuadros
aunque sabía poco de arte. Cuadros que luego revendería cuando
el pintor ganara prestigio. Era una forma de ahorro de dólares.
A Alexander no le gustaba mucho tener dinero en los ban-
cos peruanos. Sólo utilizaba estos bancos para pedir dinero de
trabajo para sus empresas. En Latino América siempre era útil
trabajar con dinero prestado porque las inflaciones monetarias
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eran muy buen negocio –la pérdida de valor de las monedas


locales frente al dólar ya garantizaba una ganancia al pagar
los préstamos ahora “devaluados”–. Esta fue una práctica muy
usada por su padre y por gente con dinero, como Alexander,
quienes en complicidad con los gobiernos y agentes financieros
se enriquecían con este sistema.
Al final, el pueblo pagaba la inflación y la devaluación.
Porque éstos, los pobres, no son sujetos de crédito bancario
–no tienen títulos de propiedad por bienes inmuebles y sólo van
viviendo, de semana en semana, con magros salarios–.
Una vez que ganaba dinero, Alexander lo depositaba en
bancos de Suiza o compraba cosas de valor. De ésto, los cuadros
eran de lo mejor. Fáciles de transportar, y como los agentes
aduaneros no entendían nada de arte, eran fáciles de llevar de
país a país; varios miles de dólares en pocas “telas”, sin tener que
pagar impuestos de importación ni ser detectados. Su colección
era amplia; su codicia también.
Sus pasiones por Mariela y Marisela, sus dos amantes, lo
eran mucho también. No podía vivir sin alguna de estas “cosas”.
Eran fundamentales y muy necesarias para su ego, sus apetitos
y su paz mental. Ahora estaba por cumplir uno de esos ciclos
rituales que justificaban su vida, con un buen almuerzo y toda
la tarde para hacer el amor con Mariela en su departamento de
San Isidro. Después, si todavía estaba con ganas, pasaría a ver
y acariciar a Marisela –la otra amante– en otro departamento
en San Isidro, también pagado y mantenido por él. ¡La vida
era bella!
Tiempo atrás. Durante el gobierno de Alan García, además
de la tremenda inflación que se produjo en ese gobierno, se había
ganado también mucho dinero con las licencias de crédito para
la importación de mercancías. El que lograba obtener la licencia
podía importar los productos y venderlos a cualquier precio, sin
competencia.
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Además, algunos amigos y privilegiados podían obtener


dólares para importación, a un cambio de moneda subsidiado
por el gobierno. Cambio que era muy por debajo al mercado
“libre”. El mercado “libre” era el de los dólares de la calle, el
procedente de la selva, el que venía como fruto de la exportación
de cocaína en pasta. Dólares de lavado.
Valía mucho en ese entonces tener contactos en los bancos
y con agentes financieros para tener acceso a las licencias de
importación. Alexander había tenido ese acceso. Ahora estaba
alegre también porque el antiguo presidente García estaba ayu-
dando a que el Partido Aprista tuviera congresistas otra vez. Qué
felicidad. ¡Qué maravilla! Podrían repetirse las cosas y volver a
tener “suerte” en los negocios.
Mejor todavía porque él, Alexander, acababa de ser elegi-
do representante al Congreso de la Nación por cuatro años, por
una de las cooperativas azucareras más grandes del país. Había
que aprovechar.
Pensaba seriamente que debía ir esa noche a la cena
patrocinada por la Embajada Americana en el Perú. Cena para
recaudar fondos para los partidos políticos frente a la elección
presidencial.
Allí conocería a algunos más de sus futuros “compañeros”.
Alexander pensaba que él era justo y certero en los negocios,
porque sabía repartir las ganancias de sus múltiples negocios entre
todos los agentes financieros y de gobierno en forma equitativa
mediante comisiones. No pensaba o pensaba muy poco en los
empleados de sus empresas, ¿Ellos que más querían?, ya tenían
empleo y recibían un salario.

*****
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Alexander entró al estacionamiento del Costa Verde don-


de un valet parking, con una gran sonrisa, recibió las llaves
del Mercedes Benz y lo estacionó justo a la entrada del lujoso
restaurante, como señal para cualquier persona que pasare por
allí. Así se mostraba la calidad de los comensales.
—Buenos días, señor Lugo, por aquí por favor –lo saludó
el maître con melosa complicidad, señalándole el camino–, le
he separado una mesa discreta a la derecha de la entrada con
vista al mar. ¿Le gusta?
—Sí, muy bien, está perfecta; tendré compañía. ¿Me puede
traer un pisco sour ahorita mismo? Doble, por favor. Alexander
se sentía excitado y alegre.
—Al momento. ¿Va a querer la lista de vinos o esperamos
a la compañía?
—Espero, respondió Alexander, a medida que miraba a su
alrededor para verificar si el ambiente social era el adecuado.
No mucha gente y mejor si eran parejas disparejas. Cosa que
era frecuente en el Costa Verde a la hora del almuerzo y durante
la semana.
Alexander sacó entonces del bolsillo de su polo el pequeño
teléfono celular Motorola y llamó a su casa preguntando por su
esposa. Pensaba decirle que estaría toda la tarde en una reunión de
negocios con la gente de Petroperú y que esa noche iría a una cena
de recaudación de fondos y que, como ya era viernes, quizás también
tendría que salir de viaje a Talara, urgente, esa misma noche.
El sábado temprano tendría que ir a revisar en Talara unos
nuevos acuerdos de recuperación secundaria de petróleo. Esto
último no era cierto, pero ya planeaba una buena excusa para
tener el fin de semana libre para él y sus queridas: Mariela y
Marisela, separadamente por supuesto.
—¡En seguida! Contestó la empleada. Voy a buscar a la
señora Sofía.
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Alexander esperó un buen momento. Al fin, la empleada


volvió y le dijo que la señora Sofía no estaba, que todavía es-
taba en el Spa y que tan pronto como volviera le avisaría que
la había llamado. Entonces Alexander preguntó por sus hijas e
hijos; ninguno estaba. O en el colegio, o jugando tennis, o con
sus amigos, fue la respuesta. Todo esto estaba perfecto, pensó
Alexander. No tendré excusas que dar.
En eso vio entrar a Mariela. Delgada, alta, no muy bonita
pero sexy. Toda ella movimiento de cintura y hombros. Con un
cuerpo enfundado en unos pantalones blancos que resaltaban su
buena figura. Tenía una blusa morada muy ceñida que marcaba
sus senos, pequeños pero firmes, los que ahora estaban apuntando
directamente a Alexander.
Sus ojos brillantes dijeron ¡Hola Cariño!, mientras mo-
jaba sus labios con la lengua y sus dientes brillantes parecían
perlas.
De otras mesas se vieron varias cabezas girar para ver a
esta Mariela-mujer. ¡Barata! –pensaban las otras mujeres–. ¡Qué
tal cuero! –pensaban los hombres–. Alexander no pensaba. Sólo
tenía reacciones de libido adelantándose a lo que vendría después.
Sus manos no podían estarse quietas.
—¿Me has extrañado? Preguntó él, con su voz cotidiana,
media nasal y chata.
–¡Sí, y mucho! contestó Mariela haciendo un ¡chu! provo-
cativo con los labios entreabiertos, e inmediatamente siguió:
—Esta mañana pensé que me gustaría ir a ver a mis papás
a Huacho.
—¿Quieres algo para beber antes del almuerzo? ¿Un vaso
de vino? ¿Pisco sour? –preguntó Alexander–.
—Sí, cualquier cosa, –contestó ella– todavía mirando de
lado, curiosa con sus alrededores. ¿Crees que me comprarás un
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conjunto lila que acabo de ver en LarcoMar?, ¿vamos después


del almuerzo?
—¿La lista de vinos? Decía en ese momento el maître que
se había aproximado silenciosamente a la mesa. ¿Un chileno?,
¿un Santa Carolina Antigua Reserva?
Alexander dirigió la mirada a Mariela, quien en ese
momento pasaba inventario a todas las otras mesas para ver
cómo estaban vestidas las otras mujeres –¡las odiosas!–, y si
los hombres eran atractivos. Si alguno valía la pena. Vio a uno
medio atractivo porque se le veía despreocupado, con cara de
abandono y con media barba, vestido de sport con camisa negra
abierta a medio pecho. Lo miró, calculó si lucía bien y si sería
viril en la cama y lentamente volvió la mirada a Alexander.
Casi sin verlo le dijo que quería un jugo de papaya. Sin licor,
quizás más tarde. Cuando Alexander escuchó “más tarde” tuvo
otra reacción de libido y la vio otra vez tan preciosa. ¡Qué
suerte que tenía él!
Se levantaron de la mesa y se dirigieron al buffet. Allí
vieron cebiche de corvina, calamar a la plancha, caviar de dife-
rentes tipos, camarones en salsa golf, otros cebiches de pescado,
cangrejo al ajo, salmón ahumado y crudo, papitas a la huancaína,
ají de gallina, anticuchos de corazón de vaca y de corvina, etc.
Escogieron apropiadamente y con gula.
Mariela probó primero el cebiche de conchas negras con
una ensalada de palta. Alexander se sirvió un poco de cada
cosa porque todo le gustaba y además pagaría el mismo precio
por poco o mucho que se sirviera. Volvieron a la mesa y no
se dirigieron la palabra por los siguientes diez minutos. Ahora
sólo comían, pasándose la lengua por los labios repetidas veces
y luciendo una media sonrisa de satisfacción.
Apareció el mozo con el vino. Ahora, Mariela pidió un
vino blanco, no el tinto que Alexander había seleccionado. Y
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después se pararon para ir por los platos calientes; otra vez pa-
saron revista a toda la selección y Mariela escogió el lechón al
horno con arroz de aceitunas y algo de guiso de perdiz con pan
serrano. Alexander fue por la sopa de pescado primero y volvería
después por algo de frijoles preparados tipo “tacu-tacu”, fritos
en aceite de oliva y con seco de cordero y arroz con legumbres.
Y para terminar, una langosta a la thermidor.
Otra vez cada uno se enfrascó en su comida y sólo volvieron
a hablar cuando se dirigieron a los postres donde el bavarois de
mango fue escogido por Alexander y los suspiros a la limeña
fueron del agrado de Mariela.
Con el delicioso vino bebido y la exquisita comida, era ahora
el momento de “intimar”. Alexander la veía desnuda. Mariela, entre
tanto, pensaba en tener muebles nuevos en su departamento.
Ambos se pusieron muy amorosos por diferentes motivos.
Y decidieron hacer el “negocio de amor” yendo al departamento
lo más pronto posible.
Al salir, Alexander dijo que iba al baño y se adelantó.
Una vez a solas, sacó un tubo de crema analgésica del bolsillo
y se aplicó un poco de crema –medio centímetro no más, para
no pasarse– y luego sacó una Viagra y se la tomó con un poco
de agua. Ahora estaría listo, súper listo, para cuando estuvieran
en el departamento.
Llegaron prácticamente sin hablar. En la radio se escuchó
a varios de los comentaristas de programas políticos hablando
del nuevo Presidente en forma favorable o negativa. Muchos se
referían a las exageradas promesas de gobiernos pasados que
terminaron por descarrilar la economía del Perú. Se trataba de
la corrupción en tantos casos como el de la “construcción” del
nuevo Tren Eléctrico de Lima, del más de 1000 % de inflación
anual, de la marginación del Perú por parte de todos los medios
financieros del Mundo, de la extrema y tremenda pobreza que
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estos gobiernos han generado y había servido de cuna al otrora


terrorismo de Sendero Luminoso unido al narcotráfico. De la
esquizofrenia y ambición de algunos presidentes.
Para no llamar la atención, Alexander y Mariela entraron
por la entrada grande de garaje de la calle de atrás, por el bos-
que de San Isidro, –Alexander siempre hacía eso porque quería
evitar que su esposa fuera a enterarse de sus aventuras–. Una
vez en el edificio tomaron el ascensor y subieron al quinto piso.
En el ascensor, ya Alexander comenzó a sentir la oreja caliente
y supo que el Viagra ya estaba surtiendo efecto. Entraron al
departamento y Alexander fue al baño y pudo comprobar que
estaba adormecido también. ¡Listo! Cuando salió, ya Mariela
estaba en la cama en paños menores y con mirada soñadora,
seductora, invitadora.
Alexander sabía que Mariela era normalmente “lenta” para
alcanzar el orgasmo. Así comenzó a tocarla, acariciándola con
las manos y sobre todo poniéndola de espaldas y tocándole las
nalgas suavemente. Sabía que eso le gustaba a ella, aunque no
comprendía que era porque así ella no lo veía y podía imaginar-
se estar con el hombre de sus sueños –todavía se acordaba del
esposo “Carlitos” que seguía en España: activo, abusivo, joven
y ardiente–. ¡Qué lástima que también pobre! –pensaba–.
Pronto el que más se agitaba y excitaba era Alexander,
quien después de voltearla de frente le comenzó a tocar los
senos mientras ella comenzaba a hablar de los muebles que le
gustaría comprar. Los había visto en LarcoMar y serían de ter-
ciopelo rojo para hacer juego con las cortinas. Quería también
unos cuadros. Como su hermano José pintaba cuadros, quizás
se los podrían comprar a él. Casualmente ahora mismo estaba
ya terminando de pintar unos muy lindos: escenas andinas,
dijo, y de la playa; precisamente quisiera ir a la playa también
y pronto, ¿a Can-Cun?
Alexander estaba listo y cerca a un infarto por lo gordo
que era y comenzó a moverse bastante. Ella también se hume-
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deció y movía las caderas para ayudarlo. Pronto los dos estaban
moviéndose sincronizadamente y con Mariela diciendo:
¡Oh amor! ¡Oh amor!
Alexander estaba en la gloria. Pensaba que ni los emperadores
romanos habían tenido tanta suerte como él. Ahora, sintió un fuego
lento y en aumento que se originó en los testículos y siguió por
dejarlo jadeando al llegar al clímax, más rápido que lo planeado.
Pensó que la próxima vez tenía que doblar la cantidad
de pomada analgésica y que debería estar menos gordo, ya que
la panza lo estorbaba porque no podía tener todo el contacto
que hubiera querido tener con la divina Mariela y que además
necesitaba más movilidad durante el acto sexual.
Mariela deseaba que ojalá pronto él se pusiera sobre la
cama porque la estaba aplastando y para ello lo empujó de lado.
Además le molestaba todo el sudor que le bajaba sobre el pecho
y estómago. Mariela se levantó y fue al baño para darse una
ducha rápida. Lo único que ella apreciaba de Alexander en la
cama era el perfume “Safari” que él siempre se ponía de modo
generoso. Recordó que su esposo nunca olía bien, tendencia que
fue en aumento en Madrid con todo el ajo que comía, pero que
era más “duro y firme” que Alexander, y la satisfacía más, aunque
era un bestia a veces por el modo como le pegaba cuando ella
miraba a otro hombre. ¡Un bestia celoso!
Pero era hora de recordarle a Alexander de los muebles.
Salió del baño con una gran sonrisa de satisfacción y se acercó
a él y le dio un gran beso como señal de agradecimiento y le
dijo:
—Mi amor, ¿vamos? Quiero ver el conjunto lila y los
muebles para el departamento.
Mientras tanto pensaba que, una vez en LarcoMar, pararía
a ver unos blue jeans con adornos metálicos muy de moda y
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que le quedarían muy bien, ceñiditos. –Iban a acentuar sus bien


levantadas nalgas–. ¡Para la envidia de las otras mujeres y las
miradas de los hombres! –se dijo–.
Alexander estaba que se quedaba dormido y ya roncaba,
aun estando de costado y todo transpirado. Mariela observó
cómo la panza se le descolgaba y tocaba la cama como una
gran pelota de básketbol. Vio también que se estaba quedando
prácticamente calvo. En eso Alexander soltó un poco de gas por
ambas salidas simultáneamente en forma de un gran eructo. Un
poco espantada, Mariela fue al baño a ponerse maquillaje y a
hacer pila.
Cuando Alexander y Mariela salieron del departamento a
las 7 p.m. se dirigieron a LarcoMar y compraron los muebles,
el conjunto lila, los blue jeans con implantaciones metálicas,
muy de moda y tres blusas que hacían juego.
Después de dejarla en su departamento, porque sabía que
Mariela estaría ocupada por un buen rato probándose la ropa,
Alexander se dirigió a su casa para cambiarse de ropa e ir a la
cena de la Embajada Americana.
Su esposa Sofía todavía no había regresado del Spa, y sus
hijos estaban mirando Tv o donde sus amigos. Así, Alexander
pudo entrar y salir de su casa como si fuera un fantasma, sin
ser visto ni notado.

*****

Mientras tanto, en el hotel Los Delfines a 6 cuadras de su


casa, la señora Lugo, hija de padre español y madre americana,
pasaba una tarde de las muchas en que solía verse con Juan
Quiñónez, el preparador físico del Pardo Spa, al cual acostum-
braba ir por los últimos 5 años.
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Al principio lo hizo por sentirse muy deprimida y al perder


el gusto por su casa. Muchas veces pensó en irse muy lejos con
sus hijos, como manera de castigar a Alexander. Quizás donde su
hermana que vivía en Suiza con un pintor argentino de mediana
presencia artística, pero que parecía que la amaba.
La hermana convivía por más de 12 años con su argentino.
Alguna vez le había aconsejado a Sofía que no se casase por
dinero, pero ella no la había escuchado y se casó con Alexander
después de conocerlo mientras estudiaba Ciencias Políticas en
la Universidad de Boston.
Cuando Alexander vio a Sofía en Boston en 1980 pen-
só que era la mujer ideal. Su padre, quien había emigrado de
España durante la guerra civil en 1936 llevando cuanto tuvo,
pudo hacer una fortuna en el Perú importando maquinarias. Se
relacionó con muchos políticos; así conoció y usó el sistema
Latino Americano corrupto de hacer negocios a la perfección,
lo cual le servía mucho ahora a Alexander para hacer negocios
como su suegro.
El padre de Alexander opinó que Sofía sería perfecta como
esposa: hablaba varios idiomas, era de buena situación y tenía
“pose” social. Ambiciosa, con excelentes maneras en el trato y
bien posicionada en la sociedad peruana… Fue lo que Alexander
interpretó decir a su padre y le propuso matrimonio después de
un corto noviazgo. Alexander era hijo único.
Ahora Sofía Lugo miraba la avenida del Golf desde la
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ambición

La Blazer negra, estacionada a lo largo de la acera, recalentaba


por su motor sobredimensionado. Al frente se veía la pista de aterrizaje
y varios de los aviones de Aeropostal cerca de los hangares. Los fuse-
lajes brillaban por el sol con espirales de aire caliente distorsionando la
perfección de sus líneas. La Blazer solitariamente esperaba en el lado
V.I.P. de tránsito de pasajeros del aeropuerto de Maiquetía –el lugar
estaba reservado sólo para vehículos con permiso especial–.
Se veía al chofer fumando lentamente un cigarrillo Belmon-
te. Los lentes oscuros que llevaba puestos a pesar de los vidrios
también oscurecidos del vehículo le daban un aspecto siniestro
en el interior del automóvil. El ambiente frío producido por el
poderoso compresor del auto era agradable, mientras que afuera,
el calor arreciaba. Los maleteros sudaban de sólo esperar a los
pasajeros, ofreciéndoles ayuda con cualquier servicio que les
significara una propina. Pero mantenían una buena distancia de la
Blazer, evitando molestar al chofer o mirar de modo directo.
Lucía una media sonrisa enmarcada por bigotes negros.
Era de raza negroide, fuerte, vestía una camisa blanca con un
emblema de una oficina de algún ministerio venezolano, con-
ciente que su figura infundía temor y ese era el aspecto que le
convenía tener en esta nación petrolera de ex-reinas de belleza y
de pasados excesos en consumo de productos importados. Ahora,
los venezolanos sólo trataban de sobrevivir en esta permanente
transición política y económica, soportando precios bastante in-
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flados de la gasolina que afectaban toda la economía interna del


país, a pesar de ser el petróleo el primer producto nacional.
Venezuela había cambiado, ya no era el lugar preferido de
los turistas ni de gente de negocios, por los muchos desmanes
políticos y oratorios del ahora presidente Challe –“el Loco”–. El
Presidente de Venezuela no soportaba ninguna opinión en contra
de su gobierno y menos de parte de extranjeros.
Un individuo dentro del aeropuerto observaba el tablero de
vuelos de llegada. Buscaba la llegada del vuelo de Taca Perú de las
3:30 p.m. Sonreía y se mostraba satisfecho porque el avión llegaba.
Ya casi era la hora de ir al encuentro de “Diego” de la embajada
Americana en el Perú.
Aunque los funcionarios políticos cambiaban, la policía y
agentes del gobierno seguían igual, con privilegios excesivos. La
policía podía abusar y detener a cualquier persona sea culpable,
sospechosa o que simplemente lo pareciera.
Diego apareció de pronto. Caminaba rápidamente; aparen-
temente no había demorado en asuntos oficiales de inmigración,
favor del gobierno de Challe que le había otorgado permiso de
visitante diplomático. Tenía la piel oscura, de estatura mediana
y todavía joven –de unos 30 años, con arrugas profundas en la
frente–. Tez morena de indio americano, vistiendo terno y corbata
oscuros. Cualquiera que hubiera notado sus zapatos negros tan
brillantes y de modelo grueso y fuerte, con refuerzo interno de
metal en la punta y los costados deduciría que era un militar.
Seguramente con experiencia en lucha libre, probablemente
Judo o Karate. Se le notaba serio, preocupado, pero con cierta
suficiencia, acostumbrado a estas cosas.
Diego se sentía un “marine”. Sólo llevaba un pequeño
maletín de viaje, Sabía que regresaría al día siguiente; tiempo
suficiente para entregar el mensaje verbal de la embajada para
“el Loco”. Si todo iba bien. ¡Tenía que ir bien!
Diego tenía experiencia en este tipo de misiones. Antes estuvo
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en México, bajo el mando político del mismo jefe CIA, coronel


Wallace, de origen Portorriqueño. Wallace era también quien le
había encomendado esta misión en Venezuela. Pero ahora con ór-
denes directas que se daban desde Washington por el “Zar” de la
lucha Anti-Narcóticos. En la primera oportunidad había entregado
información económica confidencial para el entonces presidente
Salinas –Presidente mexicano muy popular los primeros dos años
de su gobierno, pero con muchas dificultades políticas al final–.
La información que se dio a Salinas en ese entonces causó
un fuerte giro al rumbo político y económico de México. Cambio
que inició el Tratado de Libre Comercio-NAFTA, uniendo co-
mercialmente a USA, México y Canadá y, por tanto, responsable
del gran crecimiento económico de los últimos 10 años.
En México, NAFTA había generado gran número de puestos de
trabajo, mientras que una baja inflación en USA. Pero también se había
incentivado la emigración de muchos mexicanos en busca de mejor
vida al otro lado de la frontera. Ahora había 20 millones de mexicanos
viviendo en USA, causando cambios políticos y étnicos en California
por la entrada masiva de mexicanos a ese enorme estado de USA.
Diego iba ahora sentado en la parte delantera de la Blazer.
Una vez cumplida su misión de localizar a Diego el funcionario
compañero del chofer se había quedado en el aeropuerto a es-
perar a otro personaje oficial. Daban ahora vuelta al perímetro
del aeropuerto tomando la pista que los llevaría a Caracas.
Diego miraba al frente. Veía cómo todavía no se reparaba la vía
que lleva a La Guaira –pueblo que quedó enterrado por un aluvión de
lodo cinco años antes–. Recordaba también haber leído que Challe se
había negado a recibir ayuda humanitaria para las reparaciones y
reconstrucciones. Así, todo el pueblo seguía sin agua, desagüe y
sin trabajo en esta zona que poco antes había vivido del turismo
de las playas. Los grandes hoteles del litoral, Sheraton y Meliá,
estaban ahora cerrados.
—¿Qué tal viaje? –preguntó el chofer, haciendo con-
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versación de rutina sin realmente estar interesado en saber la


respuesta. Diego lo miró y pensó que por unos 100 dólares
aquél le podía complicar o facilitar la vida. Lo podía entre-
gar a ladrones profesionales, o a la policía, que era decir lo
mismo.
—Bien –respondió Diego economizando palabras– aunque
cansa viajar. Los aviones aburren, basta que suban al aire para
agotar al pasajero. ¿Qué tal el clima? ¿está lloviendo arriba en
Caracas? –preguntó Diego, sin importarle tampoco eso por lo
corta que sería su estadía en este país.
Diego estaba tenso por los últimos acontecimientos en el Perú
y por lo difícil que resultaba evaluar la situación política en general.
No lo dejaba de preocupar que su embajada en el Perú cada vez
se metiera más en asuntos del gobierno local, tratando de entender
y tomar decisiones acordes con los cambios políticos, y muchas
veces sin saber quién estaba en su favor y quién caería pronto por
desfavores políticos. Parecía que todos los políticos o representantes
del pueblo de ahora tenían algún problema de corrupción.
La Blazer iba ahora a bastante velocidad y se notaba la pericia
del chofer. Pasaba raudamente a otros vehículos, lentos y pesados,
sincronizando las subidas, las curvas y las velocidades de los vehí-
culos en subida y los de bajada por la vía compartida. Sólo al ver
los otros vehículos era difícil imaginar a éstos aprobando pruebas de
emisión de gases y dudaba que fueran seguros. Modelos Ford y GM
sumamente viejos, usados y reparados muchas veces y quién sabe con
qué repuestos.
Habían pasado ya la garita de peaje y ahora entraban al
primero de los túneles que, como de costumbre, estaba mal ilumi-
nado, con sólo la mitad de las luces encendidas y lleno de humo.
Eran muchos los automóviles y camiones que circulaban por esta
vía. Al salir del túnel, Diego observó la gran cantidad de viviendas
pobres construidas usando material noble y ladrillo. Se preguntaba
cómo era que todas estas casas podían mantenerse firmes con ese
polvos de orquiDEA 25

La llave

En West Palm Beach, Omar Montenegro, trataba de prestar


atención a un juego de básketbol en televisión… Iverson, Spre-
ewell, fantastic!! La televisión anunciaba los últimos partidos
del básketbol de la temporada para definir qué equipos pasarían
a las finales del campeonato: los playoffs. Los jugadores están
de moda en todos los canales de televisión con gran despliegue
propagandístico, música y bandas de aficionados. No faltan las
caras usuales del cine como Jack Nickolson o Spike Lee. El
básketbol es un deporte tan interesante y tan americano. Los
jugadores además de ser muy altos son también ágiles y espec-
taculares, privilegiados. Naturales para ese juego.
Omar pensaba en el contraste con la estatura de los indí-
genas de los países latinos: cómo no pueden ser competitivos
en este deporte por ser demasiado pequeños: ¡muy bajitos! En
general se juega muy poco básketbol en Latino América, poco
béisbol y sólo en el Caribe, pero bastante fútbol –soccer– en
toda la región. Pensaba que América Latina es un territorio
muy grande, especialmente cuando se compara que sólo Brasil
es más grande que el territorio continental de USA. Todo un
continente que convive con sus muchas igualdades pero también
diferencias.
Omar se daba cuenta que en USA se agrupa a todos los
latinos como “hispanics’. Sin mencionar ninguna diferencia y
se aplica el término para definir “igualdad” de nacionalidad, de
26 paco paratore

grupo étnico e igualdad de idioma.


En USA es fácil obsesionarse por razas; se puede ver en
todos los periódicos cómo se presentan las noticias, siempre rela-
cionando la raza del protagonista y su perfil o contexto social en
que vive. Era un principio periodístico y político de su sistema
democrático que, si fuese bien implementado, podría finalmente
acortar las diferencias humanas y evitar el efecto discriminatorio
en la sociedad.
Omar de pronto recordó una parodia graciosa que había
oído recientemente:
—Llega un estudiante portorriqueño dos semanas tarde a
una clase en la Universidad de Boston, Massachussets. Se pre-
senta ante el profesor y explica el motivo de su tardanza y el
profesor le permite entrar a clase. El profesor dice “empecemos
la clase, revisemos un poco la historia de los EE.UU.”
—¿Quién dijo la fase, “Denme libertad o denme la muer-
te”?.
Nadie levanta la mano para contestar, excepto el portorri-
queño: “Patrick Henry, 1775”.
—Continúa el profesor: ¿Quién dijo la frase, “Un go-
bierno del pueblo, para el pueblo, y por el pueblo no perecerá
nunca”?
Nuevamente la mano del portorriqueño y responde: “Abra-
ham Lincoln, 1863”.
El profesor pierde la compostura y grita a toda la clase:
—¡Les debería dar vergüenza que este muchacho recién
llegado a nuestro país, sepa más que ustedes!
El profesor se da vuelta para escribir en el pizarrón la
siguiente pregunta, cuando escucha un susurro: “Maldito lati-
no”.
polvos de orquiDEA 27

—¿Quién diablos dijo eso? –pregunta enfurecido el pro-


fesor– “Primer Movimiento Raza Blanca, 1985”, responde el
portorriqueño. Un estudiante ya molesto y apabullado por su
superioridad y conocimientos, anunció desde el fondo de la clase:
“Voy a vomitar”.
—¿Quién dijo eso? pregunta el profesor, y nuevamente el
portorriqueño responde:
“George Bush al Primer Ministro Japonés, 1991”.
Ahora, ya verdaderamente enfurecido, un tercer estudiante
le grita: ¡Hey, chúpame los huevos!” A lo que el portorriqueño
responde: “Bill Clinton a Mónica Lewinsky, 1998”.
En un periódico se mostraba que de acuerdo a las estadísticas
se espera que los hispanos tengan la mayor cantidad de población
entre todas las minorías raciales en esta nación dentro de 5 años.
Esta transformación en la composición étnica probablemente ya
está produciendo cambios en la reestructuración política, como en
California con un nuevo Gobernador-Actor: Prioridades de programas
de educación y crecimiento económico, cambios en la idiosincrasia
hacia Latino América con posibles nuevos tratados económicos de
libre comercio. Después de todo Latino América está más cerca a
USA que Asia o áfrica, es geográficamente el patio trasero de
esta nación, y después de Europa, comparten con ellos más
rasgos culturales.
La esposa de Omar le preguntó:
—¿Qué vas a querer tomar con el pavo?, ¿vino? –Omar
miraba la Tv con ojos medio abiertos porque acababa de le-
vantarse con dolor de cabeza. La noche anterior había bebido
mucha champaña y fumó varios habanos con Ronaldo Ramos,
el cliente con quien salió a cenar.
—¿Quieres café? preguntó luego la esposa ¿o prefieres
un jugo?
28 paco paratore

Ahora, la cantante Britney Spears mostraba el ombligo con


unos ‘blue-jeans’ bien ajustados en un comercial de Pepsi en
la Tv durante el SuperBowl 2004. Esta es música para jóvenes;
en ella el ritmo, los movimientos, la decoración y todo está
perfectamente planeado y sincronizado profesionalmente por
expertos en marketing. Ellos saben realmente cómo exacerbar
los sentidos del televidente y sobre todo enfatizar lo erótico en
la juventud. Pueden vender lo que sea, y convierten a los jó-
venes y jovencitas en los mayores consumidores del Globo en
esta sociedad tan capitalista, proclive a todos los comerciales y
al “consumismo”.
Omar pensaba en lo importante del marketing. Automó-
viles veloces, cosméticos que hacen linda a cualquier mujer,
perfumes encantados, pastillas para sentirse bien o para pensar
que se van a sentir bien. Así pensaba también el resto de la
población; esto es el efecto de sociedad compartida que produce
el “consumismo”.
Es domingo de SuperBowl del Football Americano.
—¡Ya voy! –contesta Omar, cargando ahora todas las bolsas
de compras de su esposa. Pensaba en su hija, inteligente pero
algo confundida –como gran parte de la población joven– por las
nuevas tecnologías y porque ahora tienen exceso de alternativas
de compra y para endeudamiento. Ofertas de crédito para todo
tipo de compras y aun para encontrar trabajos o estudiar en
universidades. Crédito fruto de la globalización que se origina
en USA. Esta bonanza económica va unida a la confusión por
el crecimiento tan rápido por los cambios cíclicos y también
tan rápido porque ahora se están integrando comercialmente
con la China. Cambio que es también una razón del aumento
en violencia y en el uso de drogas.
La esposa de Omar se acerca otra vez, pero ahora tiene
cara de sorprendida. Mirando la llave que tiene en una mano,
pregunta:
polvos de orquiDEA 29

—¡Qué llave tan extraña! Nunca la había visto. ¿De dónde


es? Estaba en el suelo, junto a la cama. Se te debe haber caído
anoche cuando llegaste tarde. Hay una tarjeta atada a la llave
con el nombre de Sun Bank, Brikel Avenue Office, Miami.
En ese momento Omar recordó aún con un poco de dolor
de cabeza haber recibido la llave en el hotel durante el viaje
al Perú, cuando estuvo allí hace 10 días. En la recepción, le
dijeron que un empleado de Alexander Lugo la había dejado
allí, a su nombre. Alexander, amigo de Omar en el Perú y
ahora representante en el Congreso, fue elegido en las últimas
elecciones como representante de Lambayeque; asesora a los
trabajadores de Casa Grande, la antigua factoría azucarera. La
llave era normal en apariencia, pero fuerte y más corta. Como
de caja de seguridad de Banco o Aeropuerto.
Diego

Diego sabía que, paralelamente a China en Asia, México


había sido también elegido para el cambio por el capital global
por ser país productor de petróleo, cercano a USA, y por ello
estabilizador de costos.
México era necesario para tener petróleo barato cercano
a Texas. Así, se podría proveer de energía y gas a toda la
región Sur de los Estados Unidos –muy conveniente para
los segmentos políticos con grandes capitales invertidos en
esa industria y con ansias de ganar mucho dinero ahora,
con un presidente favorable– había que recuperar los años
perdidos bajo el gobierno de Clinton. Trabajaban ahora en
convencer al pueblo americano de un cambio en la política
energética; la meta es más inversión con menos preocupación
y legislación ecológica.
USA es el país que más energía produce en el Mundo pero,
con sólo el 2% de la población, es responsable del 25% de toda
la emisión de gases de combustión en el Mundo y también, por
lo tanto, del 25% del efecto invernadero en el planeta.
Diez años antes, tan pronto el presidente mexicano Sa-
linas recibió el mensaje entregado por Diego, se dio cuenta
del cambio que sufriría la política en México y de que sería
irreversible: se acabarían los 80 años de dominio del PRI-
Partido Revolucionario Institucional. En el fondo esto no
importaba, ya había demasiados indicios de que el pueblo no
32 paco paratore

seguiría alimentando tanta corrupción con su ignorancia.


El mensaje de Diego sólo daba fechas.
1. Devaluación del peso mexicano.
2. Cronograma de cambios de gente en la cúpula del
PRI.
Salinas debía implementar el cambio para que el capital
global comience a fluir a México y convertirlo en una plataforma
productiva manufacturera.
Así se mantendría baja la inflación en USA al importar
productos baratos hechos con mano barata –este complemento a
los planes en China eran parte esencial para que China entienda
que se deben seguir ciertas ‘reglas de juego’ en su comportamien-
to. Se le pondría competencia. Los americanos son expertos en
competencia cuando conviene “al consumidor”, léase: mientras
eso favorezca al capital global.
También Salinas comprendió en el acto que con el “otro
capital”, el proveniente de las drogas que pasaban en camino
de ida a USA y el dinero de lavado de regreso, habían surgido
muchas industrias en México. Y pensaba que todo se complicaría
tremendamente.
Esa competencia del capital sucio con el capital global pro-
veniente de Wall Street había que anularla. Tendrían que salir a
relucir muchos casos oscuros de compra-venta de políticos. Esta
implementación de nuevas reglas de inversión terminó, incluso,
enviando a la cárcel al hermano del mismísimo presidente Sali-
nas.
Ahora en Venezuela, Diego pensaba que le tocaba el
turno a Challe. No por nada habían tantas marchas populares
y contramarchas. También Venezuela tenía petróleo, pero
“El Loco” era caso distinto –no entraba muy bien en los
planes de la CIA / Wall Street–. El Loco seguía “triunfan-
polvos de orquiDEA 33

te”. Sus viajes al Oriente ya no lograban acuerdos con los


reyes y jeques del petróleo y era difícil conseguir subidas
del precio del barril mayores de lo esperado. Las subidas
eran anuladas con las bajas de casi US $ 10 más que las
proyecciones de la industria y el gobierno en USA.
Esto le había resultado bien a Challe en términos políticos,
porque el pueblo creía ver en Challe al “macho” capaz de pararse
en frente de los poderes de los gringos. El nuevo “Fidel”.
Lo que el pueblo no comprendía, ni el mismo Challe pudo
controlar, fue que los dineros de la gente industrial salieran con
gran velocidad en dirección contraria, en fuga de Venezuela. Y
con eso, su balanza económica era un desastre. Se movía, pero
todo quedaba igual.
Esto no impidió a Challe aprovechar el momento de po-
pularidad política para importar muchos bienes de lujo para los
generales que lo mantenían en el poder. Y para el personal de
los ministerios que implementarían sus planes. La camioneta
Blazer que ahora llevaba a Diego a gran velocidad era uno de
esos bienes.
También el Audi A6 blanco de la querida de Challe y su
nueva casa, todo era fruto de ese espejismo a la venezolana.

*****

Diego pensó que, pasase lo que pasare en Venezuela, él


debía volver pronto a USA a ver a su esposa y su pequeño
hijo –ya había pasado un año fuera, sin verlos– y aunque no
había estado totalmente solo durante todo este tiempo, porque
se había enamorado de una secretaria de la embajada, no era
lo mismo.
Necesitaba poder hablar con alguien con quien pudiera
34 paco paratore

tener confianza y sin temor a verse traicionado, como ya le había


pasado antes en USA, cuando hablaba de cosas personales o
internas con otros miembros de las fuerzas armadas americanas
o en la DEA.
Nunca podía estar seguro de quién era amigo y quién
enemigo. De una cosa sí estaba muy seguro: que todos trataban
de lograr escalar posiciones y ascensos sin importarles a quien
herían en el proceso. La CIA y la DEA eran un mundo interno
con naturaleza propia, donde las intrigas de trabajo y personales
eran cosa diaria.
Tampoco ayudaba ser él, y además parecerlo, un indio-
mexicano. Se daba cuenta del favoritismo racial dentro del servicio
donde el parecer americano típico; rubio y alto, era una ayuda
intrínseca en las promociones. Esta soledad lo empujó a salir
con ángela, a quien lentamente aprendió a apreciar.
Además había comenzado a sentir un descontento interno,
estaba realmente cansándose y hartándose de toda esta política
malsana. De la cantidad de dinero que veía fluir, en una dirección
o en la otra. Era obsceno –para alguien como él– ver cómo los
narcotraficantes ganaban tanto dinero.
Ya casi no se contaban las cantidades de dinero del
narcotráfico confiscadas– en muchos casos sólo se pesaban
las cajas de billetes. Había visto miles de dólares guardados
en cajas de cartón que se habían podrido por la humedad
o abandonado en casas intervenidas por la policía. Cuando
se perdía el dinero confiscado, la policía también ganaba
de esta actividad ilícita, por lo que era de su conveniencia
que continúe. Era un balance precario.
Nunca se sabía cuánto se entregaba oficialmente y cuánto
iba o iría a engordar a los jefes de la policía local. Todo esto se
veía muy mal en pueblos hambrientos con muchos mendigos,
pensaba Diego.
polvos de orquiDEA 35

Cuando recién se enroló en su estado nativo de Texas, lo


hizo para escapar de la pobreza de su casa. Su padre, peón de
campo en México, que por muchos años había sido servidor en
un gasolinera “Mobil”, decidió un día abandonar a la familia en
medio de todos los problemas. Ellos eran 4 hermanos y Diego
era el mayor.
Su madre mexicana había sabido sacrificarse y sacar
adelante a todos los hijos. Como medio de vida descubrió que
podía traer, del otro lado de la frontera, cerámica que luego
vendía en los mercados indios de Dallas. Dos de sus hermanos
se habían graduado del Texas A&M y el otro hermano era
concesionario de un “7-Eleven” en Tampico. Sólo Diego, tan
pronto como pudo, se enroló a servir a la bandera americana.
Le valió su físico fuerte y pronto se graduó de guardia fron-
terizo, hasta que un coronel antidrogas valoró su arrojo y astucia
al emboscar y matar a dos “coyotes” –esos guías fronterizos que
pasaban ilegales a territorio americano, y que muchas veces se
aprovechaban de la ignorancia de los ilegales para quedarse con
su poco dinero–. Así, fríamente y con fuerte convicción, pudo
demostrar que podía servir al gobierno americano en diferentes
capacidades.
Fue altamente recomendado para la marina para actuar
en frentes de lucha y se graduó como “marine” en 2 años. Se
especializó en aprender luchas anti-guerrillas. Y después de una
corta estadía en la zona de conflicto Israelí-Palestina fue enviado
a Nicaragua donde sirvió como enlace y administrador pasando
armas a los contras, quienes luchaban contra los comunistas del
“Frente Sandinista”.
A pesar de su progreso, ya en este tiempo, aunque
cumplía toda orden y la cumplía sin discusión, comenzó a
dudar de qué lado estuviera la democracia como sistema, y
cómo ayudar a una clara interpretación de la política USA
hacia la sub-región, en términos políticos concretos y sin causar
36 paco paratore

sobreabuso de poder.
Si una democracia abierta sería mejor a una dictatura
benevolente o todo lo contrario. Hasta ahora, había sido sólo
un elemento operativo sin voz o pensamiento político. Estas
nuevas dudas políticas habían comenzado a dejarse ver a nivel
de sus jefes y ellos comenzaron también a observar a Diego
más estrechamente.
Destacado en Perú por los últimos 2 años, luego extendi-
dos a 4 por decisión propia y como crédito a la persuación de
ángela, la secretaria de la embajada, con quien ya se veía por
más de 3 años, pensaba qué hacer en el servicio que lo haga
sentirse anímicamente bien, asegurarse una promoción, ganar
más dinero, y quizás retirarse del servicio activo.
No tenía amigos dentro de las fuerzas de lucha anti-drogas.
El hecho de ser indio-americano no lo favorecía puesto que había
notado discriminación con la gente de su raza. Se preparaba y
alistaba para hacer algo que le diera posición o dinero o paz
interna, o todo a la vez. Sentía que tenía demasiada acción sin
polvos de orquiDEA 37

Corrupción

El ex-presidente del Perú y ahora nuevamente candidato


presidencial, Alan García, estaba otra vez en la televisión. Aca-
baba de regresar al Perú después de 8 años de “exilio” entre
París y Colombia, país este último que, decía él, escogió para de
alguna manera seguir vigente y ganarse la vida, pasar el tiempo
y vivir muy holgadamente.
Y lo bien que vivió… y ahora era la tercera vez en la Tv
peruana en esta semana. Terno oscuro, media sonrisa, cabello
negro liso, laqueado y brillante. Locuaz como siempre pero con
pose de estadista maduro. Hablaba en tono calmado sobre lo
que el Perú necesitaba en términos claros y específicos: todo lo
comprendía. Decía que buscaba ahora un acuerdo nacional. La
media sonrisa nunca abandonaba su rostro que ya mostraba los
estragos de la “buena vida”.
Muy diferente a cuando fue candidato aprista y Presidente
Constitucional en el Perú de los 80´s. En ese tiempo fue inma-
duro, impetuoso e irresponsable. Se terminó acusándolo también
de peculado en el manejo del erario público, así como a varios
de sus allegados.
Durante su gobierno se vio de todo. A un presidente
supuestamente autosuficiente que se negaba a pagar la deuda
externa del Perú. Anunciaba a los cuatro vientos que el Perú no
necesitaba de nadie y menos de dineros del Fondo Monetario
Internacional o del Banco Mundial, –¡explotadores!!!–, decía
38 paco paratore

públicamente.
Creo que la mejor definición de su mandato la dio un
amigo usando una metáfora con los frutos del mar. Decía que
su gobierno se pareció a un cebiche peruano mixto de: Bonito,
Lenguado, Choros y Conchas. Lo de Bonito y Lenguado se
refiere a la persona de Alan García, siempre pintón y pico de
oro; lo de Choros es en referencia a la corrupción generalizada
en su gobierno y Concha por lo sinvergüenzas.
En los 90´s, el mayor banco del Perú solía recoger dólares
del interior del país. Todos sabían que ninguna región del país
tenía impresoras de dólares –sin embargo, llegaban las avionetas
del Banco con grandes cantidades en cajas cerradas, y en forma
continua.
Los campos de coca habían aumentado cuatro veces las
áreas de producción. Prácticamente toda la coca era concentra-
da en pasta básica en el Perú y luego transportada a Colombia
para su refinación en polvo blanco. Polvo blanco con destino
seguro: USA.
Importancia súbita y notoria fueron adquiriendo las planta-
ciones de coca en los campos remotos, en el interior de algunos
países andinos como Bolivia, Colombia y Perú. De pronto y
silenciosamente mucho dinero comenzó a llegar a pequeñas ciu-
dades paupérrimas del interior de estos países. Lugares que nunca
habían compartido nada con las capitales. Así se descubrió que
las ciudades del interior también tenían gente ambiciosa, aunque
muchas veces sin el nivel de educación de los capitalinos.
Inmigrantes en sus propios países, que aún después de
graduarse en universidades eran como ciudadanos de segunda.
Unos amigos contaban una vez lo siguiente:
Un tipo va a visitar a su amigo Congresista, y ya que está
allí, le pide un trabajo para su hijo adolescente:
—Mira, el chico no sabe hacer nada, no estudia, y me
polvos de orquiDEA 39

gustaría que trabaje, ¿me entiendes?


—Sí, no hay problema, mándalo a que trabaje conmigo,
figurará como asesor pero no tiene que hacer nada, y ganará 5
000 dólares por mes.
—No sé. ¿No es demasiada plata para un chiquillo de
14 años?
—Tienes razón. Lo que podemos hacer es conseguirle un
carguito de ayudante; tiene que escribir las notas en la compu-
tadora, manejarme la correspondencia, y le pagan 1800 dólares
por mes.
—Me sigue pareciendo mucho, tiene 14 años… ¿no hay
otro puestito?
—¿Sabes qué pasa? Trabajos de 600 soles hay, pero hace
falta tener un título universitario.
Las rivalidades políticas han ido en aumento. Así como el
desbalance geográfico de poder económico produciendo luchas
por el dominio político, causando violencia y fomentando peleas
por orgullos mal llevados entre provincianos y capitalinos.
Pero los narcotraficantes necesitaban apoyo logístico,
bancario y financiero para invertir y gastar el dinero, obtener
protección política, seguir creciendo impunemente, etc. Surgió así
otra clase de instrumento de poder en los círculos de mando; el
poder de la violencia amoral, sin pasión, sin bandera. Ejecuciones
ordenadas por jefes desconocidos de un grupo u otro y alianzas
de gente y organizaciones muy diversas: los “cárteles”.
A esto se suma el mal entendido norteamericano de
cómo:
—parar el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos;
—solucionar el gran flujo financiero que le quita control
a los bancos; y
40 paco paratore

—controlar a los “cárteles” que se forman espontáneamente


por intereses mutuos.
Por un lado están los narcotraficantes y sus servicios. Por
otro, los grupos criollos de aprovechamiento de este flujo eco-
nómico y de influencia política. El gobierno de USA, tratando
de dominar la situación con políticos allegados, marines, gente
americana de apoyo en las zonas de acción, introduciendo tam-
bién aviones con radar y sistema satélite GPS para la detección
de vuelos e intervención de llamadas telefónicas –“surveillance
planes”– armas de combate de gran calibre, helicópteros, autos
blindados, y termina indirectamente formando grupos para-mi-
litares: Los Contras. Para los Contras tampoco hay leyes que se
deben cumplir, menos las de los Derechos Humanos.
Pronto hubo gente sin identificación política tomando
grandes decisiones en la oscuridad del poder invisible… Como
Vladimiro Montesinos, ex-jefe, en la sombra, de la inteligencia
peruana.
Ahora Alan García se lucía en la Tv y sin reconocer que
fue responsable de mucho del desgobierno y corrupción que
siguió a continuación en su época, como resultado de la gran
inflación y terrorismo. Con indolente sonrisa recibía las críti-
cas de “Carlitos” Ferrero, titular interino del Congreso, quien
insistía en que García debía someterse a la justicia ordinaria y
esclarecer la adjudicación de los dineros para la construcción
del otrora “famoso” tren eléctrico de Lima, de donde se dice
que personas de su gobierno recibieron gran cantidad de dinero
en comisiones.
En otro canal de Tv se veía cómo en otra parte de Lima,
las siempre vivas comisiones parlamentarias seguían investigando
las grabaciones de los videos que, valiéndose de cámaras ocultas,
Montesinos había logrado coleccionar en su oficina, durante su
control del Servicio de Inteligencia del Perú.
polvos de orquiDEA 41

—¿Cuánto dinero recibió usted durante la entrevista con


el doctor Montesinos? Preguntaba el panelista al ex-primer Mi-
nistro Salas sabiendo que el video mostraba sin lugar a dudas
la “compra” de Salas.
—Sólo recibí US$ 30 000 para ser usados duranta la
campaña electoral, fue la respuesta del recién renunciado Primer
Ministro del gobierno. Esta grabación lo llevó a su total autoeli-
minación y desgracia política frente a los ojos de los votantes.
El jefe de la casa de gobierno, por su parte, confesó haber
recibido US $ 14,5 millones y que éstos estaban en una cuenta
en Suiza.
De otro lado, el alto mando de la aviación peruana estaba
comprometido en la compra de aviones MIG-29 de la antigua
República Soviética de Bielorrusia.
El alcalde del distrito de Miraflores, a su turno, se entregó
al Juzgado Anticorrupción al enterarse que su comparecencia
fue cambiada a detención forzada. Parece que el alcalde salió
elegido con ayuda económica de Montesinos, tal como aparece
en uno de los videos.
Así, uno a uno, fueron pasando las personas implicadas
en la investigación que ya llevaba 45 días en el proceso y había
logrado establecer causales penales a personas de varios tipos de
actividades: políticos, policías, militares, servidores de ministe-
rios, etc. Todas, personas que habían sido útiles a Montesinos
para sus innumerables operaciones de chantaje e investigación
del terrorismo –verdadero o inventado.
Había más de 2 000 video-casettes en el inventario de
Montesinos, pero sólo uno había bastado para traer abajo al
gobierno de Fujimori. La gran mayoría de los políticos del
presente estaban implicados, por lo cual estaban prácticamente
fuera de carrera política… por el momento.
Había también algunos políticos del tiempo de la presidencia
42 paco paratore

de Alan García –y el mismo Alan García– con juicios políticos,


quienes saldrían libres de los tribunales creados por el gobierno
de Fujimori, como medida “precautoria” para impedir que estos
volvieran al poder en el presente inmediato.
La comisión continuaba las investigaciones sobre la corrup-
ción promovida a niveles tan altos, nunca antes visto en el Perú.
Mientras que otras dependencias estaban ocupadas dando marcha
atrás a muchas ilegalidades o semi-legalidades, hechas durante el
gobierno de Fujimori y modificadas por Toledo, ahora presidente
del Perú, y con problemas propios de corrupción moral.
Tiempo atrás el candidato García había tenido una con-
versación con Jacob Cohen –dueño despojado de Canales de
televisión– en su elegante departamento en San Isidro, pues
quería volver a lograr su apoyo en la campaña política, tal como
en el pasado.
—¿Qué tal te fue en Miami en los últimos dos años?
Preguntó Alan.
—Bien, no me puedo quejar. Igual que a Parker. Y tú,
cabrón, ¿cómo te fue en Colombia? ¿Pudiste reencontrarte
con tus amigos de siempre? Todavía puedes cantar “Yo soy el
Rey”?… ¿o te quedaste sin voz?... ¿Te acuerdas cuando te metí
el hielo en el bolsillo del pantalón en mi oficina de la avenida
Argentina? ¿Cuánto parecía que te habías “mojado” parado? Ja,
Ja, Ja! Rió Jacob.
Estaba feliz por haber recobrado su canal de televisión
–después que casi queda en manos de los odiados hermanos
Goldman, favor del “Chino” Fujimori por haberlo convertido en
un canal favorable al gobierno– Los Goldman habían sido antiguos
socios de Cohen en varias otras aventuras económicas.
Al final de cuentas todos estaban solos. Todo regresaba
con interminable riesgo político pero con la ilusión de dinero.
Seguirían los secuestros, los peculados, los videos. Sólo impor-
polvos de orquiDEA 43

taban el poder y el dinero.

*****
Entre tanto en Caracas. Diego ya estaba cerca del Euro-
Building, hotel donde tenía su reservación.
La camioneta doblaba la esquina de Las Mercedes lista
para subir al parqueo del hotel. Alumbró la subida con sus po-
tentes luces de halógeno y cuando pararon, el chofer dijo que
volvería en la mañana y preguntó si algo se le ofrecía para esa
noche. ¿Podía enviarle compañía al hotel?
—Sólo necesito saber si tiene que ser rubia o morena, alta
o baja –todas las mujeres son de lo mejor, súper complacientes,
¡chéveres!
—Gracias, le respondió Diego, pero debo alistarme para
mañana. ¡Hasta mañana a las 9 a.m.!
Entró Diego al EuroBuilding donde tuvo que esperar un
momento. Una tripulación de aviación de Iberia terminaba de
registrarse. Notó que las azafatas españolas de Iberia se veían
El “Loco”

Con corbata pero sólo vistiendo una casaca y pantalón de


comando, Diego esperaba al chofer en la puerta del EuroBuil-
ding a las 9 en punto de la mañana. Pensaba que Challe estaría
vistiendo “fatiga” de uniforme de soldado con botas y todo; –le
gustaba dar la impresión de estar siempre listo para el combate y
seguía la tradición de Fidel Castro. Y antes, del dictador Trujillo
en la República Dominicana.
El chofer le advirtió que el punto de reunión había cambiado
–ahora era en el Hotel Tamanaco por estar más cerca y donde
se disponía de una salida para el presidente –para cualquiera de
sus actos privados, le dijo–. Muy conveniente porque uno de los
mejores gimnasios de físico-culturismo femenino estaba allí.
Apenas llegaron al hotel Tamanaco descendieron al parqueo
reservado para el gobierno. Lejos del parqueo común que está
frente al hotel. Diego sentía un poco de preocupación por no
saber cómo abordar el tema y no sabía la reacción que Challe
tendría como posible represalia al mensaje o contra el mensajero
de la embajada americana en el Perú. O contra los dos.
Por ascensor particular y prácticamente sin ver a ningún
otro huésped en esta sección del hotel. Entraron a una habita-
ción, parte de un penthouse de color blanco, que daba la vuelta
a todo el perímetro del hotel. A lo largo del camino había visto
no menos de 4 soldados armados en el pasillo del quinto piso.
Diego tuvo que esperar unos minutos sentado cómodamente,
46 paco paratore

pero preocupado. Los recuerdos de antiguas misiones le venían


a la mente y alertaban su corazón.
Había señales de una larga velada. Probablemente de la
noche anterior… con fuerte olor a humo de habanos y tam-
bién perfume caro de mujer. Varios retratos de Simón Bolívar
adornaban las paredes de color verde claro y en una esquina
se veía una fina cómoda de caoba donde se notaba una pistola
antigua de metal negro, en su caja de madera también negra
con terciopelo rojo, probablemente regalo de algún mandatario
a Hugo Challe.
Se oían murmullos. Aparentemente Hugo Challe hablaba
algo con una mujer en voz baja. Esto dio oportunidad a Diego
de pensar en cómo comenzaría su conversación.
Siempre las primeras palabras son las más difíciles; de
pronto se abrió una puerta interior y se encontró cara a cara
con el presidente Challe quien vestía una bata roja, fumando
y todavía no muy listo para el trabajo del día. Diego se quedó
viéndolo, sonriente pero con los ojos enrojecidos, probablemente
por una larga noche… totalmente perfumado y con ropas fres-
cas. Al fondo podía verse una recámara con la puerta media
abierta. Una mujer pelirroja en bata verde cruzó brevemente la
habitación interior. Diego notó una pierna blanca bien formada
y de paso seguro.
—¡Entiendo que Ramírez te ofreció una mulata anoche a
tu llegada! Fue lo primero que dijo Challe –mirándolo fijamente
con sus pequeños ojos de círculos negros, muy brillantes–, los
cuales bailaban en una cara sonriente.
Aparentemente estaba de muy buen humor –eran famo-
sas sus iras y violencias; pero también sus juergas y excesos–.
Esta mañana se veía alerta, tranquilo y amigable.
—Pero primero dime ¿qué te trae por aquí? ¿Tengo ya
fama en Perú? Cuando termines de decirme lo que sea, yo tengo
polvos de orquiDEA 47

un encargo para ti.


—Mi mensaje es bastante simple, señor presidente, res-
pondió Diego. Tengo encomendado decirle que el gobierno de
USA no verá con buenos ojos que se continúe abasteciendo de
armas al ejército terrorista de las FARC; a los guerrilleros que
combaten al gobierno del presidente de Colombia y que están
protegiendo a los narcos.
Sabemos que ahora que no vienen más armas del Perú,
no sería conveniente seguir promoviendo al terrorismo global,
porque finalmente no se sabe dónde terminan las armas. USA
no está dispuesta a ver más armas en Colombia o en el conflicto
armado en Palestina. Venezuela no debe ser parte de las FARC.
Sabemos que siguen buscando abastecerse desde Venezuela.
Como contrapartida, la Casa Blanca está estudiando la
posibilidad de no dejar que baje el precio del petróleo y hasta
permitir una nueva alza moderada de hasta US $ 5 dólares por
barril por los siguientes dos años, seguía hablando Diego. Esto
favorecerá también a México en las cuotas de petróleo y gas.
Se piensa también dividir un mayor porcentaje de importación
de petróleo entre México y Venezuela, con disminución para el
Oriente. Ahora con Irak fuera, Venezuela será favorecida.
—Deseas café o algo más para el desayuno, contestó
Challe. Sin darse todavía por enterado de la propuesta.
Luego Challe lo miró fijamente con ojos porcinos y
dijo:
—¿Qué crees que dirá el presidente colombiano si en-
tregamos datos de cómo el gobierno de USA entrega armas a
los para-militares que están haciendo masacres con los narcos
que capturan, o que parecen narcos, y no acatan ninguna pauta
ni indicación sobre los Derechos Humanos. Esto debería ser
importante para un buen récord de los Derechos Humanos.
Colombia no recibirá ayuda económica ni de Europa, del Banco
48 paco paratore

Mundial ni del Congreso Americano –por muy republicano


que este sea.
—Yo sólo traigo el mensaje que su presidencia acaba de
recibir y estoy pronto a llevar una respuesta específica, contestó
Diego.
—Mira Diego, ¿o debo llamarte operativo García?
—Diego es el nombre operativo, contestó éste. Y puede
hacer llegar su respuesta en forma verbal, si gusta, o codificado.
Pero es importante saber qué se tendría que hacer en caso que
el conflicto se intensifique. Necesitamos saber dónde se ubica
Venezuela.
Sabemos que hay infiltración narco en Venezuela y si
ésto no se detiene ahora, no habrá solución inmediata para Ve-
nezuela tampoco. Hay varios grupos con miras a la Presidencia
en Venezuela.
—El problema es Mundial. El problema es Estados Uni-
dos y su mercado siempre con apetito de más y más de todo.
Incluyendo drogas. No podemos en Latino América soportar las
restricciones a nuestras exportaciones agrícolas por los exagerados
subsidios americanos en USA. Eso causa perjuicio a los cultivos
latinos de gran producción como café, azúcar, soya, jugo de
naranja, productos cárnicos, etc., que ocupan gran cantidad de
mano de obra, cuando estos son los cultivos que deberían, en
todo caso, recibir más atención y subsidio para los agricultores
latinos y así parar el atractivo de sembrar plantaciones de coca.
¿Cómo le vas a decir a un agricultor que deje de sembrar algo
que le da la oportunidad de comer y salir de su pobreza? ¿No
te parece?
—¿Sabes que la Federación Nacional del Café en Colombia,
que representa a 500 000 agricultores, descontinuará la propa-
ganda de “Juan Valdez” por ser muy cara? ¿Y que está sufriendo
su peor crisis desde que se creó en 1927? “Juan Valdez” es el
polvos de orquiDEA 49

agricultor sonriente que por 40 años ha representado a la marca


de café colombiano de exportación ¿Sabes que el precio del café
está en su punto más bajo de cotización en su historia?
—¿No crees que USA debería fomentar más la producción
final empacada de café en Colombia? Enlatada y lista para su
consumo, en lugar de exportar sólo café en grano verde, sin
valor agregado. ¿Y jugo de naranja? Lo mismo. No, lo que
quiere USA, es que el agricultor latino sólo siembre lo mismo
de siempre, pero sin alterar el balance mundial de nada –¿y
cómo va a poder comprarse automóviles y computadoras y
medicinas? ¿Sabes que los precios de los automóviles han ido
siempre en aumento? Doblan su valor cada 15 años. Pero no así
los productos agrícolas o mineros: ¡estos bajan! ¡Y la población
aumenta! ¡Se enferma, necesita educación y el valor del salario
del latino disminuye!
—Pero mira, dejemos esto, dijo Challe; dile a tu embaja-
dor que tengo planes que se sabrán en quince días a lo sumo.
Mientras tanto tengo una propuesta para ti:
—¿Para mí, Diego, como persona o como operativo?
—Tómalo como quieras. Pero escucha y dame pronto tu
opinión.
En ese momento el teléfono sonó y uno de los ayudantes
de Challe le anuncia que la llamada era del general José Prieto.
Challe se levantó de inmediato y se puso al habla.
—¿Cómo se hará para llevar a los heridos, en lancha?
………
—¡No, no estoy de acuerdo en pasar la información de
nada!
………
—Debo pensar eso. Por si algo se me ocurre, llámame
50 paco paratore

esta tarde a Santa Teresita del Tuy. Estaré allí hasta las 5 de la
tarde. Adiós.
Challe volvió a la mesa y dijo:
—Diego, dejémonos de cojudeces y escucha. Me acaban
de confirmar que hubo un “accidente”, si se puede llamar así.
Resulta que ayer una avioneta particular fue detectada por tus
operadores del avión-radar contratado por la CIA, volando sobre
el río Amazonas en Loreto, Perú, mientras cruzaba la frontera
con Brasil. Los operadores llamaron a la Fuerza Aérea Perua-
na, encargada de forzar el aterrizaje de aviones sospechosos de
llevar drogas y, cuando éste no respondió, lo bajaron a tiros.
Como consecuencia murieron una misionera americana, llamada
Verónica Bowers y su hija. Pero, lo que a mí me interesa es
recuperar el video que estaba escondido en la cabina del piloto.
Quiero ese video.
—¿Se puede saber que hay en ese video?
—Es mejor que no lo sepas. Sólo consíguelo antes que
alguien más se apoderé de él. Todo lo que voy a decirte es que
pertenece a la colección de Montesinos del Perú. Además, si te
interesa, va mi proposición: Daré un millón de dólares por ese
video.
—¿Por el video un millón de dólares? ¿Tan importante
es?
—Para mí lo es. Para ti no. Además yo no quiero aparecer
como involucrado. El video deberá ser entregado a una persona.
Sabrás el nombre de esa persona pero sólo si aceptas mi pro-
puesta. ¡Y claro, si consigues el video primero!
—Primero debo pensarlo y ver si se puede conseguir el
video. Segundo, debo dar una respuesta a mi embajada sobre
el mensaje que traje. Tercero, si el video implica a mi gobierno
no haré nada; sólo lo entregaré a la embajada. De todos modos
gracias por avisarme de la existencia del video.
polvos de orquiDEA 51

—Ten cuidado Diego. Sé de tu historial. Sé donde


vives. También de tu familia. Debes actuar pronto. No tengo
mucho tiempo. ¡Por eso pago! Adiós… Diego, haz lo que
te digo.
Con esto dio por terminada la reunión y llamó al asesor
militar presente para que acompañe a Diego a la puerta.
Una vez fuera, Diego tomó una bocanada de aire y pensó
que todavía no tendría una respuesta al mensaje de su embajada,
en cambio sabía algo más: sabía de la existencia de un video
importante. ¿Cómo averiguar qué video era ése? ¿Por qué era
tan importante?

*****

Esa misma tarde, cuando Challe estaba en su casona-refu-


gio de Santa Teresita del Tuy, se comunicó telefónicamente con
el General Prieto, quien era jefe de la inteligencia venezolana.
Contraparte del puesto que Montesinos del Perú, el caído en
desgracia, disfrutó y abusó. Parecía que los Jefes de la Seguridad
Interna de un país terminaban mal.
—Escúchame, Prieto, la operación “Iguana” continúa;
acabo de poner al “conejo” sobre la pista de la “zanahoria”.
Ponte en comunicación ahora mismo con Madero de Cali y
dile que se necesitará una “rana” en la “granja” en quince días.
Además deberemos tener listo al “Perro” en el Perú en caso
sea necesario… ¡Challe era muy aficionado a la comunicación
“florida” y en clave!
Esa tarde, una vez solo en el largo salón de su casa en
Santa Teresita de Tuy, Challe miraba a través de la ventana
colonial la gran piscina de azulejos, sin verla. Su mente estaba
en otra cosa.
52 paco paratore

A medida que más pensaba cómo mantener el apoyo de


los ciudadanos mayormente pobres de Venezuela, que hasta
ahora habían sido fieles a él en las urnas electorales, Challe
debía pensar también en cómo tener dinero para repartir a sus
muchos colaboradores.
Los pobres le habían sido fieles gracias –en gran medi-
da– a las muchas promesas que les hizo durante las campañas
electorales, y al dinero que los narcos colombianos canalizaron
para su campaña –tal como lo hicieron antes con Samper en
Colombia, mediante extensos programas radiales pagados y ahora
lo trataban de hacer con candidatos en el Perú–. En cuanto a
sus colaboradores, con ellos no cabía ningún patriotismo que
valga o promesa futura. Eran todos amigos del momento; él lo
sabía, y ellos también.
Challe necesitaba tener una fuente permanente de flujo
monetario. Qué fácil había sido para Trujillo en República Do-
minicana hacer que todos lo siguieran con amenazas y con el
control de todo el dinero, mucho dinero.
Qué fácil había sido para Fujimori permanecer en el poder
con dinero y con los chantajes de Montesinos a todo el que se
le oponía.
Challe necesitaba continuar la relación con el colombiano
Esteban Madero, quien era su mejor contacto con los capitales
de los grandes “cárteles” narcotraficantes colombianos.
Se había arriesgado tremendamente al dar la orden al
“Perro” de Perú de desconocer las indicaciones del avión de la
CIA y dar la orden de derribar al avión de los misioneros.
Necesitaba el video grabado por Montesinos para ser él
quien lo entregue a Madero para su uso en Colombia y permitir
que continúen las campañas de desprestigio del gobierno de
USA en la lucha contra las drogas. ¡Claro que iba a pedir dinero
por el video! –pero valía más probar que era él, Challe, quien
polvos de orquiDEA 53

solucionaba un problema y lo convertía en oportunidad.


Felizmente el “Perro” se había portado a la altura de la
ocasión al “confundir” las bandas de transmisiones radiales entre
el avión de la Fuerza Aérea Peruana y el avión de los misioneros.
Tenía que recompensarlo. Sabía cómo; conocía los problemas
que tenía el “Perro” por culpa de su mujer, la ex-modelo bra-
silera de Tv de nombre artístico “Mara” y ahora corredora de
propiedades inmuebles.
Ella, Mara, tenía dependencia de cocaína que debía ser
abastecida con dinero pero sin causar problemas al esposo –el
“Perro” quien era oficial de la marina, el capitán de fragata Cé-
sar Vargas Olivera, con entrenamiento en espionaje en Langley,
USA y asignado al “surveillance” técnico de interceptación de
comunicaciones y trasmisiones por satélite– programa de lucha
antidrogas con colaboradores de la CIA en coordinación con
Perú y Colombia.
César Vargas Olivera había probado mariguana y cocaína
junto con su “Mara” mientras estuvo en estadías en Sao Paulo.
Y en siguientes participaciones en Brasil, en entrenamientos
tácticos en la selva amazónica junto con el ejército brasilero, lo
hicieron conocer las dichas y penas de una vida nocturna que
él no había nunca hecho parte de su vida militar.
Los lugares sórdidos y por demás peligrosos a los que
Mara iba a comprar drogas en Sao Paulo y las historias de
prostitución que ella le contó, fueron como un imán de emo-
ciones de las cuales nunca ya pudo escapar. Mara había sido
violada por su propio padre cuando tuvo 12 años. Su padre
no pudo resistir las bellas piernas y nalgas que la precoz
Mara ya lucía, sin ella misma imaginar las reacciones que
estaba comenzando a alimentar cada vez que semi desnuda
aparecía en los cuartos de su casa, después de jugar con otros
niños o después de un baño inocente, allá en su ciudad natal:
Fernandópolis.
54 paco paratore

Sólo después de conocer el hambre y reconocer su de-


pendencia química fue que ella se prostituyó en bares del “Río
Preto”, para ganar el dinero siempre creciente que debía de ganar
todos los días. Felizmente la Tv paulista la rescató y puso a César
Vargas Olivera en su camino, durante un gran día futbolístico
y de muchas celebraciones para ambos que terminaron en el
“Piano Forte” en Sao Paulo; bar donde por coincidencias del
destino los dos algo bebidos se vieron, conocieron y comenzaron
a compartir sabores y dolores.

*****

Ahora Challe miraba las espadas cruzadas colgadas


en la pared junto a su foto uniformado de cadete, se lo veía
joven; sabía que nunca fue bien parecido pero había logrado
conquistar varios corazones femeninos gracias a su astucia. Las
espadas las ganó mientras fue cadete en la academia militar
de donde se graduó con honores. Además, esto le probó que
podía ser un líder.
Se comprobó que podía ser líder cuando dio el asalto fallido
al palacio de gobierno del entonces Presidente Pérez. Todos sa-
bían de la corrupción de Pérez, pero nadie se atrevía a demostrar
una rebelión abierta. Sólo Challe pudo hacerlo sabiendo de su
fracaso anticipado. Supo encontrar colaboradores que entendiendo
también el fracaso garantizado se ofrecieron a seguirlo. Pagaron
con pena de cárcel y destierro, pero probaron que podían actuar
en conjunto y en línea con sus convicciones.
Habían pasado ya 20 años desde que se tomó esa foto de
cadete con ilusiones. Cuánto se alegraron sus padres quienes ha-
bían visto llegar al primer miembro de la familia a una posición
de valor. Toda la familia había sido siempre pobre, pero Hugo
cambiaría eso. En realidad el plan era simple.
polvos de orquiDEA 55

Objetivo: Lograr independencia y holgura económica para


él y sus generales colaboradores.
Goles: Obtener no menos de 200 millones de dólares le-
gales en el extranjero en 3 años.
Plan:
1. Utilizar y ayudar al capital colombiano en inversiones en
USA en el rubro Energía. Considerar segmento de gas /
petróleo / electricidad usando conocidos de Challe. Prefe-
rible en Florida.
2. Facilitar prospección “Off-Shore” de gas/petróleo en Vene-
zuela a compañías USA, a través de la compañía estatal Pe-
quiven. Así, maximizaba, facilitaba y creaba amistades para
este tipo de operaciones favorables a la industria del gas y
petróleo con tanta gente en el poder en USA. Challe sabía de
los planes de los senadores demócratas de limitar los planes
del Presidente Bush para iniciar prospección off-shore en
Florida: desde Mobile / Alabama hasta Tampa, Florida– Área
181. Challe sabía de estas acciones por intermedio de las
compañías americanas con interés en Florida en la región
“Destin Dome”. Esto era conocido en Venezuela. Todos los
periódicos se habían encargado de propalar las noticias.
3. Contribuir a “disminuir” a la CIA en Perú y Colombia para
evitar mayor intervención policial y aumentar el tráfico y
capital colombiano.
4. Si fuere necesario crear “tensiones” militares en la zona
fronteriza con Colombia, para distraer a las fuerzas co-
lombianas en otras áreas geográficas lejanas de la zona
de narcotráfico.
5. Crear tensiones “estudiantiles” favorables al gobierno en
las universidades venezolanas y en el campo, prometiendo
títulos de tierras a los campesinos.
6. Atraer inversión china en el campo petrolero como futuro
56 paco paratore

contrapeso a la influencia norteamericana.


El haber derribado el avión de los misioneros era parte
del plan. Ya el “Chairman” de la comisión de Inteligencia del
Senado americano, después de conferenciar con el Director de
la CIA, estaba mostrando dudas sobre el buen y muy valioso
programa de combatir el tráfico de drogas en Perú.
El Presidente Bush había suspendido toda acción en el
futuro y hasta que se hagan todas las investigaciones del caso,
para lo cual, el Director de la CIA había pedido 48 horas. El
Director había dicho que de fuente anónima se sabía que la tripu-
lación de la CIA contactó con la base peruana y que había sido
clara la decisión peruana de derribar al avión. Bush cambiaría
la política antidrogas USA y esto probablemente ayudaría a los
amigos colombianos de Challe.
Challe preparaba su plan para presentarlo a su círculo de
generales cómplices en su reunión del día siguiente en Caracas.
Sabía que era importante capturar el video donde el embajador
en Perú habla con Montesinos y ofrece ayuda monetaria para
lograr que armas del ejército peruano sean entregadas a los
“Contras” colombianos.
Este video había sido conseguido por los misioneros cris-
tianos de la selva en Perú a través de la madre de un soldado
“indio asháninka”, convertido ahora a los evangelios cristianos
y destacado al resguardo de la oficina de la Seguridad Interna
del Perú, la oficina de Montesinos, Jefe virtual del Servicio de
Inteligencia del Estado Peruano.
El soldado no pudo mantener más su silencio al ver cómo
los derechos humanos y cristianos se pisoteaban día a día, y
había contado esto a su madre quien le pidió que sacara ese
video de la extensa videoteca que Montesinos mantenía en su
oficina del “Pentagonito” en Lima.
La madre entregó el video a uno de los misioneros, con el
supuesto plan de llevar este video y mostrarlo “privadamente”
polvos de orquiDEA 57

en Suiza a los grupos de Resguardo de los Principios Cristianos


en La Haya y a “Amnistía Internacional”. Así solicitarían más
ayuda cristiana en términos de mayores donaciones para las
víctimas de la lucha en la selva amazónica.
Irónicamente, también había sido otro de estos “fieles cris-
tianos” de la selva amazónica, parte del servicio de inteligencia
de Venezuela, quien había avisado al general Prieto sobre la
existencia del video.
En cuanto Challe se enteró de la existencia del video
comprometedor, llamó al “Perro” y le ordenó derribar el avión
y conseguir el video para ser él, Challe, quien apareciera como
“contribuyente” frente al Cártel de Cali, ayudándoles a mostrar
como los USA tampoco seguían todas las normas del acuerdo
internacional de Derechos Humanos en la conducción de la
lucha antidrogas.
Madero ayudaría con el dinero de recompensa –tenía
también interés en ayudar al Cártel por ser ellos sus principales
clientes de los plásticos que producía en su fábrica de Cali–.
Eran plásticos especiales utilizados en el empaque de la droga:
sellaban el olor para evitar ser detectado por perros de la policía,
y eran de gran fortaleza para entregas aéreas de lanzamiento
rápido desde gran altura.
Challe estaba perdido en su pensamiento cuando en eso
observó las luces del Audi A6 blanco que en ese momento en-
Regina

En Caracas, al otro lado de la ciudad, el Jefe de Inteligen-


cia, general Prieto se quedó un rato sin hacer nada después de
la llamada telefónica de Challe. Pensaba en lo irónico de todo
y lo bien que caminaba el plan.
Regina y él seguirían influenciando sutilmente las “deci-
siones” que tomaba Challe. Prieto en la comandancia y Regina
en la cama, cuando Challe estaba más receptivo a sus encantos
y comentarios.
El cártel de Cali sabía planear y ejecutar sus planes: ha-
bían logrado hacer creer que derribar el avión de los misioneros
había sido decisión de Challe, mientras que todo esto era parte
del plan para someter a Challe a sus órdenes. Ya lo tenían en la
mano, ahora con la culpabilidad de ser el asesino de la misionera
americana y su hija. Ya se daría a conocer “la verdad” cuando
fuera útil. Prieto reemplazaría a Challe en el poder.
Para Prieto el conocer a Regina en México durante las
reuniones de petróleo con PEMEX –la compañía estatal del
petróleo de México– había sido muy alentador para sus planes
de “control” sobre Challe.
Regina era toda atrayente: inteligente, alta, con pose y muy
curvilínea, ojos verdes, pelirroja. Regina era chilena y estuvo
antes destacada en México como corresponsal de la agencia de
noticias Reuters. Ahora Regina hacía doble desempeño como
60 paco paratore

corresponsal de Reuters y como instructora de preparación física


en el gimnasio del Hotel Tamanaco.
En Venezuela ella había encontrado un medio sumamente
fértil para tratar con muchas mujeres de políticos y de indus-
triales poderosos. Así, ella podía no sólo desarrollar y mantener
un físico curvilíneo impresionante, sino que además lograba
enterarse de muchas infidencias confesadas por mujeres en sus
momentos de “debilidad”, cuando estaban juntas en la sauna o
durante sesiones de masajes.
En Venezuela, de todas las naciones latino americanas,
el desarrollar cuerpos esculturales es habitual en la sociedad y
muy valorado en círculos altos, así como para participar en los
concursos de belleza, los cuales dan respetabilidad y posición
instantánea a las reinas quienes, a partir de su coronación, tendrán
su vida económica “asegurada”, aceptación en toda la sociedad y
gran popularidad entre la juventud, con un gran poder particular
de “marketing”.
Prieto siempre trataba de ser amable y complacer a Regina
para tenerla como aliada, en caso se presente la oportunidad
de formar una alianza. Por ahora todo estaba caminando sobre
ruedas –perfecto, pensaba Prieto, mientras más contento estaba
Challe más confiaba en él–. Convenientemente Regina tenía una
oficina en el mismo piso de Prieto para así poder verla él todos
los días sin tener que inventar excusas. Pero Prieto no sabía que
el interés por información era mutuo.
No le costó trabajo a Prieto convencer a Regina de venir
a Venezuela una temporada como invitada especial del gobierno
venezolano, –tenía la esperanza de que Hugo Challe la viera y la
invitara a compartir algún plan sentimental–. Hugo Challe sabía
apreciar a las mujeres bonitas; en realidad eran su debilidad.
Todo había resultado maravillosamente bien. Challe no
sólo la invitó a cenar el mismo día que conoció a Regina. Sino
polvos de orquiDEA 61

que se enamoró de ella, y ahora prácticamente pasaba todo su


tiempo libre con ella y sólo pensaba en cómo complacerla.
Prieto no sospechó que Regina había sido “sembrada”
en México, con los planes de conocer a un alto funcionario de
Venezuela y así tener información de primera línea sobre los
planes petroleros y política de precios de esta nación. Regina
Kaplan era hija de inmigrantes judío-rusos en Chile y había sido
reclutada por la agencia israelí. Agencia de antiterrorismo israelí
en cooperación con la SAS inglesa.
Regina desde muy niña tuvo horror a los abusos cometidos
contra los judíos del mundo y había jurado contribuir a que esto
no volviera a pasar nunca más. Esto no impedía a Regina ver el
Mundo a través de sus bellos ojos verdes –un mundo con mu-
chas oportunidades de hacer justicia y momentos para disfrutar,
especialmente con gente de poder y dinero–.
No encontraba tan mal a Challe. No le molestaba ver sus
pequeños ojos porcinos y hasta disfrutaba de sus ocurrencias y
regalos. Siguiendo instrucciones, antes de venir a la cita se había
aplicado una cantidad generosa de la crema y puso el perfume
en su fina cartera blanca “Ferragamo”. Ambos, crema y perfume,
eran especialmente preparados para Regina en la Universidad de
Manchester y los recibía cada mes en correo diplomático.
La crema y el perfume eran imitación de un conocido
perfume francés, pero además, tenían una proporción exacta
de feromonas sexuales femeninas para atraer al perfil sexual
genético de Hugo Challe y una cantidad concentrada de un
derivado volátil de cocaína pura que se vaporizaba y duraba de
2 a 4 horas, lo suficiente para que los amantes se “sintieran”
sumamente atraídos el uno hacia el otro.
Regina y Hugo entraban en su propio cielo alucinante de
baile y lucha, casi con igual excitación. El perfume era para
emergencias, mientras que la crema era para ser aplicada con
62 paco paratore

la debida anticipación; esta mezcla de encantos naturales y


agregados se había vuelto irresistible para Challe.
La Universidad de Manchester comenzó los estudios de
feromonas, como se denomina a las hormonas sexuales de acción
exterior, hace más de 30 años. El primer sujeto de experimenta-
ción fue un primer ministro inglés Mr. J. Perfumo, quien tuvo
que dejar su alta posición y sufrir vergüenza política cuando
se publicaron sus aventuras amorosas con una amante a quien
“confesó” muchos secretos británicos.
Más recientemente también habían sido parte del progra-
ma varios políticos americanos, como el candidato Hart, al ser
seducido “irresistiblemente” por su amante en Miami. Escándalo
que terminó prematuramente con los planes de lograr ser elegido
candidato presidencial Demócrata.
Ahora, con la ayuda de la investigación del ADN de las
personas, se podía ser más selectivo en la composición química
y se medía el nuevo avance y éxito. Como el caso del ex alcalde
de New York, quien sucumbía a los placeres de su amante Judith
Nathan y estaba judicialmente prohibido de llevarla al segundo
piso de su mansión, para evitar que sus hijos sean perturbados
con sus problemas extra conyugales.
Definitivamente el programa de control psicosomático
estaba produciendo resultados positivos aunque las agentes-
protagonistas terminaban mal; muchas veces tenían que ser
tratadas luego psicológicamente para evitar la dependencia al
narcótico. Las más propensas eran las mujeres por estar más
tiempo expuestas a la acción química de la composición fero-
mona sexual– cocaína.
polvos de orquiDEA 63

VIDEO CASETTE

De regreso al Perú en el vuelo de Aeropostal de las 2 p.m. Diego


pensó que haría su investigación de modo personal, hasta comprender
completamente de qué se trataba todo esto y qué curso tomar.
No se podía confiar completamente en todas las infor-
maciones que se reciben y menos si provienen de un Challe.
Tampoco podía confiar en nadie dentro de la embajada o de la
DEA. Hasta de su jefe, el coronel Wallace, dudaba por haberlo
visto promover a otros operativos menos calificados que él;
Wallace siempre mostraba desdén por todo lo latino.
También, se daba cuenta de que Wallace sólo se protegía él
y aprovechaba de cualquier situación para sacar ventaja personal.
Lo había visto usar los resultados de un curso que tomaron en
la embajada en Perú llamado “Control de Resentimientos Sub-
conscientes”, el cual servía para entender cómo los terroristas
usan ciertas técnicas psicológicas para promover y hacer aflorar
resentimientos y odios en las personas, muchas veces sin que
éstas lo noten. Así lograban adeptos para sus causas.
El coronel Wallace nunca había mostrado plena confianza
en Diego por ser de raza india-mexicana. Pensaba el coronel que
Diego tenía límites de lealtad con las administraciones “anglo”
y había puesto anotaciones en su historial que habían terminado
por limitar sus ascensos.
¿A qué video se refería Challe?, pensaba Diego.
64 paco paratore

*****

Diego también pensó asistir a las investigaciones del avión


de los misioneros caído en la selva. Ahora en Lima, el Pastor
William Rosco de la Iglesia Calgary de Muskegon de Michigan,
decía con énfasis en ese momento, durante el careo en la Peni-
tenciaría de Lima, contestando las preguntas del oficial legal de
la Embajada de los Estados Unidos en el Perú.
—Pero si no hubo contacto radial antes del ataque entre el avión
de la Fuerza Aérea Peruana y el avión de la congregación. Además
el avión Embraer Turbo-prop OB-1408 llevaba claramente marcados
sus registros y una gran paloma blanca pintada en el fuselaje.
Ahora el oficial de la Embajada, dando vuelta en su silla,
dijo lentamente al oficial de la Fuerza Aérea del Perú:
—Los militares peruanos pueden haber violado las Reglas de
Enfrentamiento en Operaciones Anti-Drogas firmadas por los dos
países.
El oficial de la Fuerza Aérea del Perú, mostrando control
de emociones en su cara cetrina, contestó también en forma
pausada:
—El jet de caza A-37 voló cerca al Embraer Turbo-prop.
Acuérdese que el avión de los misioneros tenía un solo motor y
estaba equipado con planeadores para agua. Daba una impresión
equivocada y por demás sospechosa; parecía un avión narco. El
piloto peruano pudo observar la identificación marcada en la
cola antes de abrir fuego pero, aparentemente, no pudo entablar
comunicación radial con las autoridades de tierra y verificar la
licencia; no hubo tiempo. Tampoco sabemos todavía si se dis-
pararon tiros de advertencia. Claro que existe preocupación por
que no se hayan seguido todos los procedimientos. El piloto dice
que el oficial peruano a bordo del avión rastreador de la CIA
trató de entablar comunicación radial; usando tres frecuencias
polvos de orquiDEA 65

diferentes y hablando en español preguntó por la presencia e


identificación del avión de los misioneros, y al no conseguir
respuesta llamó al jet A-37 para la interceptación, sospechando
que se trataba de un avión de narcotraficantes.
A lo que contestó el oficial de la Embajada:
—El avión de rastreo equipado con radar, sirve a la CIA y es uno
de los muchos utilizados en la lucha antidroga y en apoyo a los esfuerzos
de los gobiernos de Colombia y Perú. Supuestamente las tripulaciones
están bajo el mando de las autoridades locales peruanas durante todo
el tiempo y son bastantes bien entrenados y experimentados.
Diego, sentado en la parte de atrás del salón escuchaba
atentamente todo el diálogo tomando notas de nombres. Pensaba
que en el mundo había suficiente religión para odiarnos pero no
suficiente para amarnos. En eso escuchó cuando el Pastor Ros-
co dijo que James Bowers, el esposo de la misionera fallecida,
estaba ahora en USA junto con su pequeño hijo.
Los adultos, –tres en total– resto de la tripulación del avión
misionero, eran miembros de la Asociación de los Evangelistas
del Mundo con base de Harrisbourg, Pensilvania y también es-
taban listos para salir de Lima en el vuelo de American de esa
noche. El avión derribado, o lo que quedaba de él permanecía
en Iquitos, para las investigaciones necesarias y esperando ser
reparado en la base militar del Perú antes de retornar a Lima.
Diego tomó nota cuando se pronunció el nombre del pi-
loto: Kevin Burne, quien a pesar de haber sido herido en ambas
piernas pudo acuatizar el avión en el Amazonas. Kevin Burne
estaba en el hospital de las Hermanas de la Caridad en la base
de Yanganachu en Iquitos, a orillas del río Nanay.
Al oír la localización exacta del piloto Burne, Diego deci-
dió que debería salir cuanto antes a Iquitos. Sacando su teléfono
celular del bolsillo llamó al aeropuerto Jorge Chávez de Lima y
consiguió vuelo en el AeroContinente 024 del mediodía. Avisó
66 paco paratore

a ángela, su novia de la Embajada, que tenía que salir de viaje


y que retornaría al día siguiente.
Una vez en el aeropuerto Jorge Chávez, Diego consiguió
hablar por teléfono con su enlace de la Embajada en Iquitos,
y sin dar mayores detalles arregló para tener un pase de visita
para entrevistar a Burne al día siguiente, en la Comandancia de
la policía peruana, e interrogarlo sobre el incidente.
Después del vuelo de 45 minutos, al llegar a Iquitos y
mientras bajaba del avión, notó la humedad del ambiente; mirando
al cielo se decía que pronto llovería, lo cual podía arruinar sus
planes de pronto retorno a Lima. Tomó un taxi Nissan blanco.
La música en el taxi era tropical y bastante ruidosa– una cumbia
colombiana; –tropicumbia–, anunciaba la radio.
El chofer del taxi le habló en español rápido, lo que
obligó a Diego a hacer un esfuerzo en concentrarse y escuchar
la pregunta o comentario. Cuando notó que el chofer hablaba
con acento portugués, éso lo hizo pensar en la proximidad de
Brasil y cómo muchos de los alimentos, bebidas, medicinas, etc.,
venían del Brasil por ser más fácil transportar vía fluvial por el
Amazonas que traer productos vía aérea desde Lima.
La población en Iquitos era más similar y apegada a Brasil
que a los Andes peruanos. Había varios vendedores ambulantes de
helados, de cocona, de maracuyá, de aguaje: todos frutos tropicales
de la zona. El chofer le preguntaba si ya tenía Hotel y si necesi-
taría taxi “exclusivo” durante el día. A Diego le pareció buena la
propuesta y contrató al taxi para el resto del día por US $ 10.
Durante el camino al centro de Iquitos Diego decidió que
antes de ir a la Comandancia y arriesgarse a dar a conocer el
motivo de su visita, iría directamente al Hospital de las Herma-
nas de la Caridad.
Durante el camino al hospital. Diego observaba cómo las
calles eran relativamente modernas, con casas nuevas y jardines
polvos de orquiDEA 67

cuidados –lo cual indicaba que había bastante dinero disponi-


ble– y que entraba dinero a través de Iquitos hacia el interior
del Perú.
Al llegar al hospital de las Hermanas de la Caridad, mientras
el taxi paraba a la sombra de un gran árbol, Diego sintió que
tenía la camisa blanca ahora pegada a la espalda por la humedad
y el sudor. Notó también que el hospital era una casa antigua
de paredes amarillas y con bastantes plantas grandes “chifleras”
por todo el perímetro. Incluso eran tan altas como el muro de
las puertas de entrada. El hospital estaba situado a lo largo del
río Nanay con un muro colindante con la ribera del río.
Cuando entró al hospital se identificó con una hermana
bastante joven y agraciada con rasgos de aborigen: agradable,
nariz de punta plana, morena, algo baja de estatura, parecía ser
de origen “asháninka”.
—Soy Diego García de la Embajada Americana en Lima.
¿Podría ver a la Hermana Sol María? Dijo esto con una son-
risa ancha y de buenos dientes y mirándola directamente a los
ojos.
Con esto la hermana sonrió también –no había olvidado
la hermana su amabilidad de indígena “asháninka” y le hizo
una mueca femenina con la boca para que lo siguiera. Lo llevó
al interior del silencioso hospital por un pasillo agradable, con
plantas y flores a lo largo del bien cuidado patio.
A lo largo de las paredes había varios cuadros pintados
en tiempo colonial de tonos ya descoloridos, afectados por el
tiempo, la alta temperatura y la humedad. Eran bastantes oscu-
ros, presentando escenas de la última cena y la crucifixión de
Jesucristo. A medida que daba pasos sonoros con sus zapatos
de punta de acero, Diego pensaba en cómo la religión católica
siempre acentuaba el sufrimiento y buscaba disminuir a la per-
sona humana en este mundo y hacerlo sentirse siempre culpable
–¡mejor mientras más pobre seas!… porque de ti será el reino
68 paco paratore

de los cielos–.
Súbitamente Diego se acordó de algo que había leído
hacía un tiempo:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja,
que un rico entre al Reino de los Cielos”. El problemita es que
San Jerónimo, el traductor del texto, interpretó la palabra “Ka-
melos” como camello, cuando en realidad en griego “kamelos”
es aquella soga gruesa con la que se amarran los barcos a los
muelles, recordaba Diego.
Pensó en otra explicación que también le habían dado. En
las ciudades amuralladas de la Antigüedad que por protección
cerraban al anochecer las pesadas y aparatosas puertas, para no
tener que estar abriéndole a los retrasados, dejaban una estrecha
abertura en los muros que se llamaban “aguja” por la cual podía
pasar sólo un hombre a la vez. El problema era que si un hombre
llegaba con un camello cargado, tenía que descargarlo y pasar
entre sus patas y arrastrando la carga, todo al mismo tiempo…
Pero lo importante en las palabras de Jesús es que al calificar
como tan difícil… el que un rico entrara al reino de los cielos,
se refería a un rico en maldades o apegos.
La bendita historia ha sido muy mal utilizada y las frases
peor explicadas por los monjes, para así auto decretarnos que
es muy deseable ser pobre para alcanzar el paraíso celestial.
Pensaba Diego que los anglicanos sabían por lo menos cantar
himnos de alegría.
Finalmente llegaron al final del pasillo y la hermana indí-
gena y Diego entraron a una oficina fresca y pintada en marrón,
donde había un escritorio de madera maciza también marrón
y con un gran crucifijo en la parte central. Se veían bastantes
libros sueltos sobre el escritorio y más estantes de libros en tres
de las paredes.
—La hermana Regenta Sol María está almorzando, le dijo
polvos de orquiDEA 69

la hermana “asháninka”. Diego tuvo que sentarse a esperar, pero


antes de hacerlo le preguntó a su guía.
—¿Hasta qué hora permiten visitas? –Yo vengo a hablar
con el Sr. Burne, una de las víctimas del atentando del avión
misionero y quien será dado de alta mañana para ser llevado a
la comandancia de la policía.
—Normalmente hasta las cinco de la tarde. Pero el Sr.
Burne está en sala especial –sólo los militares peruanos pueden
dar autorización para hablar con él. ¿Tiene usted un pase espe-
cial o sería mejor que vaya y se presente en la comandancia de
Iquitos? Además el Sr. Burne está bajo sedantes y analgésicos
porque le han tenido que sacar una bala de la rodilla esta ma-
ñana, contestó la hermana.
Entonces Diego preguntó sobre la ropa del Sr. Burne y si
estaba allí o en la comandancia. La hermana le dijo que estaba
allí en la sala de recuperación junto con el Sr. Burne, quien ha-
bía insistido en no dejar que nadie se llevara su ropa a ninguna
parte, cosa que la hermana Sol María había consentido para que
el Sr. Burne deje que le apliquen los sedantes.
—¿Y qué más dijo el Sr. Burne? ¿Tenía algo más con
él?
—Sí, su mochila. Pero la mochila está aquí en la oficina
de la hermana Sol María. El Sr. Burne también insistió en que
la Regenta guardase su mochila bajo llave.
Diego miró a su alrededor y no vio nada. En eso la
hermana Sol María entró por la puerta grande del Hospital y
caminando bastante rápido se dirigió a su oficina con el blanco
hábito flotando al viento. Diego dedujo que la hermana era
probablemente de origen europeo al ver su piel tan blanca; y
probablemente era también rubia, de facciones agradables, alta,
de edad indefinida. Parecía alemana.
Al llegar, y entrar con una enigmática pero dulce sonrisa,
70 paco paratore

le preguntó por la naturaleza de su visita.


Diego después de mostrar sus credenciales le explicó:
—Debo reportar a la embajada americana sobre los planes
de vuelo del avión Embraer, hermana. Y no tenemos mucho tiem-
po para hacer la investigación, antes que los oficiales peruanos
cambien o destruyan las pruebas, hermana. Quisiera pedirle me
entregue la mochila del Sr. Burne, ¿será posible?
Ante esto la hermana Sol María se quedó pensando y le
respondió que no.
—Sólo con una orden de la comandancia podría entregarle
la mochila.
Diego pensó rápido e insistió:
—Han muerto ciudadanos americanos en el incidente. ¿Podría
al menos ver el contenido en caso que existiera la posibilidad de
que los oficiales peruanos tengan ya los planes de vuelo? ¿Podría
ayudarnos con esto? Necesitamos estar seguros que todo se realice
con el mayor celo para hacer justicia a los misioneros muertos y
heridos.
Otras vez la hermana Sol María se quedó pensando, miró
arriba por unos momentos y luego el gran crucifijo sobre su
escritorio y fue hacia allí. Tomó con ambas manos el crucifijo
y una vez que giró el crucifijo 45 grados, éste se levantó del
escritorio y se vio un pequeño espacio de donde la hermana sacó
una llave Yale algo usada, con la cual procedió a abrir el cajón
grande al lado derecho del escritorio y extrajo la mochila. Diego
vio también una botella de Johnny Walker, –probablemente para
los momentos difíciles, pensó–, pero no dijo nada.
Cuando Diego vio la mochila manchada y como ésta
se había salvado de ser atravesada por las balas, pensó en la
suerte o maldición que esto representaba. La hermana en gesto
algo brusco vació la mochila sobre el escritorio y Diego pudo
polvos de orquiDEA 71

claramente distinguir entre todas las cosas, que había un casete


de video negro de aspecto normal y preguntó:
—¿Había planos de vuelo u otros papeles de aviación en
alguno de los bolsillos de la mochila?
La hermana superior al no ver los planos, dio una mirada
de inocencia y Diego, comprendiendo que la cita había termina-
do, agradeció y se despidió saliendo rápidamente hacia el taxi
que lo aguardaba bajo el mismo árbol, donde el chofer fumaba
un cigarrillo Marlboro y charlaba con un vendedora ambulante
de tarjetas de llamadas telefónicas. La vendedora era joven y
bastante atractiva y locuaz, probablemente también “asháninka”,
pensó Diego.
De vuelta a la ciudad y en cuanto se registró en el hotel de
Turistas, llamó al botones y le pidió que lo llevara a su habitación.
Una vez allí, dijo que no le gustaba la vista y que llame a la
recepción y pida otra habitación. Cuando el botones le dijo que
sí había otra libre y que iría a recoger la llave, Diego se dirigió
a la nueva habitación. Cuando el botones llegó le dijo que recién
cuando bajase él a cenar hiciera el cambio respectivo en el libro
de registro en la recepción, dándole una buena propina.
Así, en la computadora aparecía sólo la habitación original. Para
cuando hiciera el pago de la noche al salir, recién se sabría cuál fue
la verdadera habitación que usó. Había aprendido esta precaución de
seguridad en San Salvador para evitar ser atacado mientras dormía.
Después de una necesaria ducha de agua fría, bajó a la
calle y se dirigió a una cabina de teléfono de larga distancia, a
una cuadra del hotel, y llamó a su contacto usando sólo línea
local y le dijo que se regresaba a Lima en el Primer vuelo de la
mañana; le pidió además que avise a Lima que no había ningún
plan de vuelo o papel en la mochila de Burne y que para esto
había venido él a Iquitos, y por lo tanto al día siguiente volvería
a la embajada.
72 paco paratore

De vuelta en su habitación abrió una botella de Inca Cola


–la bebida nacional del Perú, ahora propiedad de la Coca-Cola– y
comenzó a pensar en lo arriesgado de sus acciones porque la
embajada en Lima no sabía lo que realmente él hacía en Iquitos
y comenzó a pensar un plan de acción.
Esa noche a las 11 p.m. después de dormir por unas horas,
Diego salió del hotel a buscar un lugar para comer –no muy
respetable, pero limpio–, pensaba. Había bastante humedad en
el ambiente y la noche era oscura, pero no había llovido. Sólo
se oían los chirridos de las cigarras y grillos y el murmullo
del río Nanay. Vestía blue jeans y una camisa azul oscura. Se
dirigió a lo largo del malecón del Nanay para ver también los
botes pesqueros y evaluar si podría contratar a uno de ellos…
supuestamente para hacer “pesca” nocturna deportiva de Paiche
–un pez bastante apetecido y práctica común en Iquitos.
Encontró a un pescador que dijo sí a todo en cuanto Diego
le enseñó unos dólares. A la distancia, sobre el mismo malecón,
se veían luces de colores y se oía música tropical tocando a alto
volumen. Se dirigió allí.
Vio un bar con muchas luces de colores y una chicas son-
rientes y bonitas de pelo negro largo, cerquillo, botitas negras y
vistiendo faldas muy cortas que dejaban ver generosamente las
gotas de sudor en sus muslos largos, delgados, de piel oscura
moviéndose frenéticamente al ritmo de la música y luciéndose en
el centro del bar. Estaban animando a las otras chicas sentadas en
las mesas a bailar también, solas o acompañadas. Diego sonrió
y pensó que la escena era bastante atractiva, sensual. Había un
aire de surrealismo con toda la negrura de la noche, la humedad
en el ambiente y sentirse solo en un lugar extraño.
Diego se dirigió a una mesa a comer en medio de esta algara-
bía de bastante gente, color y con mucho ruido, que el “Bum Bum
Bar” se enorgullecía de propalar y que aseguraba, dos kilómetros a la
redonda, que era la mejor fonda-discoteca con una amplia variedad de
polvos de orquiDEA 73

“tecnocumbia” –un ritmo muy popular en la selva del Perú, cumbia


popular tocada con instrumentos eléctricos muy modernos–.
El lugar olía bien: a frituras y condimentos, como en México.
Pidió una sopa de tortuga y comida fritada en base a peces de
río con bastante cebolla, ajo y ají picante y una cerveza Pilsen
para aguantar. Pensaba que las comidas peruana y mexicana se
parecen: muy sabrosas. Sólo le faltaba guacamole.
Cerca de la media noche, Diego sacó a bailar a una chica
llamada Ciedra que vestía un vestido verde muy leve, aunque
calzaba botas negras. Ella había estado bailando en el centro
de la pista y se había insinuado bastante a Diego. Cuando él se
acercó, ella dijo que había estado bailando para él; que ella era
la mejor del grupo porque tuvo el “as” ganador del concurso
celebrado la noche anterior.
Bailó con ella por diez minutos, le dio veinte dólares
que fueron recibidos con una amplia sonrisa y le pidió que lo
esperara; que vendría pronto. ¡Sólo iba a conseguir más dinero!
Ella respondió que sí lo esperaría; por supuesto que ella estaría
allí, que estaba encantada con él.
Diego se dirigió rápidamente por el malecón hacia el río
Nanay a hablar con los pescadores. Se aproximó al hospital de las
Hermanas de la Caridad llegando en un bote pequeño de madera
que alquiló para “pesca personal”; después de escoger un lugar
seco y bajo, trepó el muro usando una “chiflera” como escalera.
Después de repetir el camino por los pasillos no tuvo
problema en abrir la puerta de la oficina de la hermana Regenta,
usando las llaves maestras que siempre llevaba en su maleta de
viaje junto con lo necesario para afeitarse. No había ningún tipo
de alarma en el hospital.
Una vez en la oficina, giró el mismo crucifijo del escritorio
de la hermana Sol María, sacó la mochila del cajón y sustituyó
el video, que rápidamente lo guardó dentro de su camisa, por
74 paco paratore

otro que él había conseguido esa tarde en una tienda de al-


quiler y venta de películas –video de “Los 10 Mandamientos”
con Charlton Heston; pensó que este video era consistente con
la naturaleza de los misioneros derribados con balas. Además
Charlton Heston apoyaba al NRA americano y al uso de armas
y a dar balazos.
De regreso al Nanay comprobó que la botella de vino que
el dio al pescador-botero, botella con tapa rosca que compró en el
‘Bum Bum Bar’ justo antes de salir, y a la cual le había metido 7
pastillas de “Xanax”, lo había puesto a dormir por las siguientes
24 horas.
Volvió apresuradamente al “Bum-Bum Bar” y le dio otros
veinte dólares a Ciedra y le dijo que tenía que salir urgente, que
lo habían llamado, pero que volvería la noche siguiente, de todas
maneras y que estuviera lista para él, para bailar toda la noche.
Ciedra estaba ocupada en contar los dólares y sólo sonrió.
Se alegró Diego cuando en el vuelo hacia Lima, temprano
al día siguiente, leyendo el diario “Gestión” se enteró de que el
piloto Kevin Burne estaba fuera de peligro y que pronto saldría
de regreso a USA. Todavía no sabía lo que encontraría en el
video que ahora llevaba en su maletín, pero tenía que hacerlo
pronto para saber qué decisión tomar.
Llamaría a Ángela tan pronto llegue a Lima y la invitaría
a su departamento. Sabía que podía llamarla a cualquier hora y
que aceptaría verlo donde sea.
Ángela mientras tanto estaba esperando comunicarse con
Diego, para recordarle de la cena de recaudación de fondos para
los políticos organizada por la Embajada en Lima. Ella quería
ir y deseaba que él fuese también.
polvos de orquiDEA 75

ÁNGELA

Quince días antes, Omar llegó a Lima en el vuelo American


Airlines 967 procedente de Miami. Había emprendido este viaje y
salido de su oficina bastante preocupado por problemas técnicos en
su trabajo, y viajar así a Sudamérica sabiendo que hay problemas
por todas partes era siempre incómodo. Pero tampoco podría dejar
de ir a Lima porque era parte de un viaje más largo con parada
en Brasil.
Eran las 7:30 p.m. y sintió que fue un vuelo bastante largo y
aburrido. Ya había visto los mismos programas de “Eye in América”
y también la película “Married Man” en otro vuelo cuando retornó de
Santo Domingo la semana anterior. La comida no estuvo mal: pollo
con culantro. Era verdad que las aerolíneas habían mejorado mucho
pensando en el origen del pasajero y en vez de presentar un menú
general tipo americano, ahora usaban condimentos y plantas con gusto
latino y con detalles de sabor de cada país que la aerolínea sirve.
Durante el vuelo Omar leyó un artículo en el Miami Herald
sobre cómo los precios del gas para cocinar y calentar bajarían
algo en Florida pero subirían bastante en California. Este último
está siendo abastecido por compañías de Texas en las que el
presidente y el vicepresidente son grandes accionistas.
También había un editorial sobre un nuevo atentado en Cali,
Colombia. Una bomba con explosivos plásticos y activada por
control remoto, colocada en un automóvil Renault, explosionó
en una discoteca de clase media-alta matando siete personas e
76 paco paratore

hiriendo a 138. Con esto se revivían los atentados de años pa-


sados cuando el más conocido narcotraficante de ese país, Pablo
Escobar, acostumbraba saldar cuentas de esa manera.
La explosión ocurrió mientras jóvenes ejecutivos y estudian-
tes bailaban alegremente y produjo que residuos metálicos vuelen
en todas direcciones en la discoteca de Cali, la segunda ciudad
más importante de Colombia. Lo peor es que este fue el segundo
atentado en una semana, y según la opinión de los expertos, es el
resultado de la lucha entre los grupos para-militares, los contras,
y el crimen organizado en Cali. Según el administrador del Café
Orleáns, John Mario Vallejo, una llamarada gigantesca hizo que
la gente saliera corriendo en pánico, en medio del polvo y del
humo.
Dos semanas antes otro automóvil explosionó en Cali, y tres
días antes un grupo paramilitar secuestró doscientos trabajadores
de una plantación de caña de azúcar, aumentando la inseguridad
en esta guerra que ya lleva 37 años. “Esta es gente enferma;
pareció que una bomba atómica había detonado en medio de
todos los concurrentes” agregó el señor Vallejo.
Uno de los artículos en el mismo periódico informaba sobre la
continuación del juicio al peruano Vladimiro Montesinos en el Perú.
¡Finalmente! Seguía huyendo con toda la policía atrás de él y andando
a sus espaldas en Venezuela ¿Inexplicable? Ahora se sabía que pudo
haber sido detenido por la INTERPOL una noche de diciembre en
Caracas, en la clínica Instituto de Diagnóstico San Bernardino, donde
estaba ingresado con el nombre de Manuel Diego Rodríguez.
Vladimiro Montesinos era una prueba más del ingenuo
juego americano de ayudar a construir una organización para
promover la democracia en un país, para luego ver a esta nueva
organización madurar y abusar del sistema creado y de su gente…
juego tantas veces ya repetido en muchos países.
Aparentemente Montesinos quiso realizarse varias modi-
ficaciones en el rostro. Varios servicios de inteligencia de Perú,
polvos de orquiDEA 77

Brasil y USA habían estado muy ocupados tratando de detenerlo


sin resultado. ¡Increíble! Debió haber razones políticas poderosas
para esta “ineficiencia”. Todavía se investigaba si sus cuentas
bancarias en otros países fueron usadas para transferir recursos que
salieron hacia otras partes del mundo y si éstos eran procedentes
del narcotráfico.
El Perú, desde los conquistadores españoles, fue dominado
por grupos económicos pertenecientes a las grandes ciudades y
en las últimas décadas también por varios dictadores, quienes
usando el cuento de luchar contra el comunismo, hicieron lo
que les vino en gana, concentrando el poder en sus ejércitos y
en las ciudades desde donde era fácil controlar al país.
“Vino a cambiar la ecuación político-económica en Latino
América, principalmente en los países andinos, la producción
masiva de drogas y su efecto –enriquecedor para el productor
y denigrante para el consumidor en Norte América–, todo con
extrema violencia. Aunque, causando también un efecto demo-
cratizador en sociedades olvidadas y tradicionalmente sin poder”
…finalizaba el artículo periodístico.

*****

La comida en la Embajada Americana en Perú era en Las


Casuarinas, una de las mejores zonas residenciales de Lima.
La comida se daba en la casa del Coronel Wallace, Coronel de
seguridad de la Embajada que se había casado con una irlandés-
peruana, él de origen portorriqueño, padre americano y madre
portorriqueña.
Habían invitado a varios representantes de compañías americanas
del Perú a la cena y Omar quería ir para conocer al nuevo embaja-
dor, que dicen era mucho más conocedor de Latino América que su
predecesor; quería escuchar su discurso. Su prima Ángela, prima muy
78 paco paratore

querida, fue quien lo invitó y no quería defraudarla.


Sabía que Alexander Lugo iría y también quería conversar
con él –sobre todo de sus últimas “conquistas”–, el gordo siempre
era divertido. Escuchar las aventuras de Alexander y sus mentiras
que eran dramáticas y a veces jocosas, de cómo hacer para poder
cumplir con todas sus mujeres, a veces todas en la misma noche.
Así que habría música y comida variada, ojalá que criolla peruana
–eso le gustaba–. Sería interesante volver a ver a Ángela, que tanto
hablaba de su nuevo amigo, Diego, de la fuerza de seguridad de
la Embajada.
Antes de salir hacia el aeropuerto en Miami, Omar pasó
revista a todas las cosas que debía realizar en este viaje. Tenía
un poco de preocupación y le parecía un trabajo muy pesado
tener que volver a comenzar otro viaje, con tantas cosas que se
tendrían que hacer improvisadamente.
Omar pensaba en lo difícil de planear actividades en estos
viajes de negocios en Latino América, porque todavía los hombres
de negocios latinoamericanos no sentían el grado de compromiso y
dedicación al trabajo, comparados con los americanos que normal-
mente sienten preocupación por la desocupación. Eran ya conocidas
las muchas pérdidas en puestos de trabajo en USA debido a la
globalización.
Como parte del trabajo había salido a cenar en un restau-
rante de pescados en Nueva York con Ronaldo Ramos quien
está trabajando en construcciones de plantas químicas en La-
tino América. Durante la cena hablaron de David Letterman,
el popular animador de TV, quien en uno de sus programas
había hecho burla de la nueva reina de belleza colombiana en
su programa, diciendo que ella era imbatible porque podría
tragar 50 globos llenos de heroína, haciendo alusión a uno de
los últimos modos colombianos de traficar drogas por aduanas
sin ser detectados.
polvos de orquiDEA 79

David Letterman tuvo que pedir disculpas públicas a


Andrea Noceti. Según Ronaldo, este incidente habla de cómo a
los hispanos nos gusta reír de nosotros mismos, pero no que los
de otras nacionalidades lo hagan. De cualquier modo Ronaldo y
Omar estuvieron de acuerdo en que los problemas colombianos
no tienen nada de cómicos ni son para reírse.
Durante la conversación Ronaldo y Omar concluyeron que
nada compensa la preocupación o ansiedad de viajar a Colombia.
Omar narró que tuvo problemas de seguridad la última vez que
estuvo en Bogotá, cuando debió perseguir al ladrón de su billetera
que contenía documentos, dinero, y tarjetas de crédito. Lo persiguió
por tres cuadras hasta llegar a una playa de estacionamiento desierta
donde, súbitamente, encontró al ladrón pero con sus amenazado-
res amigos quienes lo dejaron ir con la condición que olvidase su
dinero y las tarjetas de crédito. Se quedó sin billetera pero sí con
una fuerte impresión.
A modo de aligerar la conversación, Ronaldo contó una
broma sobre relaciones amorosas… de cómo las religiosas
murmuran: –¡Oh Dios! Y las infieles y mentirosas dicen:– ¡Oh
mi amor!... Para evitar decir un nombre y equivocarse cuando
están haciendo el amor.

*****

Casi a las nueve de la noche salió Omar del hotel Holiday


Inn rumbo a Las Casuarinas, vía la avenida Benavides. Pasó por
Pardo´s Chicken, una de las mejores cadenas de Lima para este
tipo de comida. Mientras veía cómo el humo de las parrillas salía
abundante por la chimenea y se pegaba a las paredes de los edi-
ficios de vivienda de la avenida, sentía lástima por la gente que
habitaba esos edificios, cansada de oler los pollos a la brasa todo
el día y la noche.
80 paco paratore

Pasó el supermercado Wong en el cruce de Benavides y


Panamá y otra vez pensó que el éxito de esta cadena estaría siendo
las maldición de las personas que viven en esa cuadra, por el
intenso tráfico que se produce a toda hora con tanto automóvil de
gente que compra allí sus artículos de primera necesidad. Algo
semejante estaba ocurriendo con la gente que vive cerca de los
Wall Mart… donde también se produce bastante congestión de
tráfico con la gente de compras y los camiones de entregas.
Al llegar a la casa del coronel Wallace, jefe de seguridad
de la Embajada, ya se veían varios automóviles en el estacio-
namiento pero avanzó hasta allí sin esperar por el ayudante de
parqueo. Estos estaban muy ocupados con autos de lujo. Apreció
Omar que la casa era también muy elegante, bastante grande y
de tipo colonial; de color blanco y con una entrada de mármol y
paredes que rodeaban toda la casa. Un gran jardín interior era el
lugar de la reunión.
Vio ahora a Alexander llegar en su reluciente Mercedes
Benz plateado, quizás único en su modelo en Lima. Fue im-
portado directamente de Alemania por él, uno de sus caprichos
“para ser único y admirado”. Se saludaron y quedaron en en-
contrarse dentro.
Caminando por el piso de grava, que hacía ruido peculiar
bajo los pies, vio llegar también a Cohen, dueño de canales de
televisión, quien caminaba con uno de los Salomón. Iban hablando
muy animadamente, probablemente de algún negocio entre manos.
Pensaba Omar que para ellos dos, la única razón de su existencia
era hacer dinero.
En eso encontró a Hugo Vera, compañero de universidad.
Casi de inmediato Hugo le contó:
—¡Estoy planeando exportar algunos productos marinos a
USA; camarones, conchas, cangrejos, etc.! ¡Es muy interesante,
la evaluación económica es bastante rentable!
polvos de orquiDEA 81

Es interesante también cómo los países de Latino Amé-


rica están aumentando capitales y esfuerzo en exportación de
alimentos, quizá porque es lo único en que los chinos no pueden
hacer “dumping” y competir en el mundo. Más aun, necesitan
importarlos para alimentar a su gran población hambrienta.
Hugo siempre fue sano y se le vio muy interesado y co-
rrecto. Continuó luego:
—Estos productos tienen una demanda alta en USA y
la pesca de anchoveta es un crimen para el país; proseguía
Hugo sin parar ahora. Explicó que una tonelada de harina de
anchoveta era alimento para 2-5 toneladas de pesca de alimento
humano como lenguado, corvina, pez espada, etc. La harina
de anchoveta se vende a 350 dólares la tonelada y el pescado
fino fileteado y exportado en USA estaba a precios de 10 000
dólares la tonelada.
Seguía Hugo:
—Además deja ganancias al Perú en forma de mano de
obra e infraestructura, además de democratizar el trabajo en vez
de dar sólo ganancias a los industriales y al gobierno en forma de
márgenes de utilidades e impuestos de exportación. Dinero que
no llega nunca a manos de los pobres trabajadores del litoral.
En eso se interpuso otro amigo, Sergio Peláez.
—Peor si se considera que hay contratos con los rusos y
japoneses que depredan el mar de las especies marinas de con-
sumo humano, sin que exista verificación real de las cantidades
exactas de extracción.
Mientras Hugo hablaba de la anchoveta, Omar se acordaba
de los inicios de la pesca industrial en el Perú. Cuando el indus-
trial Luis Banchero consiguió capitales italianos para empezar las
operaciones de captura y procesado. Pensaba en cómo su gran
crecimiento económico fue elogiado por toda la prensa peruana
y el gobierno le habría todas las puertas.
82 paco paratore

Sin embargo su aventura industrial terminó con su muerte


en su casa de Chaclacayo, donde fue asesinado con un cenicero
muy pesado, supuestamente por el hijo del jardinero, quien había
estado enamorado de su amante, la señorita Sesarego. Y cuando
ya no pudo resistir más las escenas de amor, lo mató.
Hugo Vera ahora comenzó a acordarse del tema e inter-
vino en la conversación y mientras miraba hacia unas plantas
del jardín, sin realmente verlas, dijo:
—Al fin de cuentas, las plantas de harina de pescado sólo
sirvieron para enriquecer a algunos allegados a los generales
del dictador Velasco, y para criar sindicalistas que ganaban sin
trabajar. ¡En ningún momento se discutieron planes para limpiar
el litoral contaminado de olores nauseabundos, ni cómo dismi-
nuir la polución del ambiente que causa tantas alergias, ¡y esas
plantas hasta ahora siguen produciendo harina pestilente!
En eso llegó Alfredo Vásquez, otro amigo de la juventud
y se quedaron hablando del potencial de exportación del Perú
en productos marinos.
El Perú se había atrasado 20 años, mientras que otros países
como Venezuela, Chile y Brasil supieron adelantarse con tecnologías
modernas de producción y progreso, y sin empeñar tantos dineros de
la banca mundial para implementar actividades obsoletas existentes en
campos agrícolas e industriales: sin valor agregado para futuras ganan-
cias del país.
Comentaba Omar cómo la siguiente generación de profesio-
nales serían los que más sufrirían las consecuencias de no poder
encontrar trabajo, por la gran contracción económica que siguió
a esta aventura política del país. Pensaba que probablemente ésta
fue la causa del verdadero nacimiento del terrorismo en el Perú
y el comienzo de las grandes plantaciones de coca que crecieron
mucho, ayudadas por el dinero colombiano.
Mientras caminaba solo por el jardín con su vaso de cerveza
polvos de orquiDEA 83

en la mano, Omar encontró a Alexander conversando con Alberto


Lituma, presidente de la Cooperativa Agraria de Paramonga. No
trataban de la siguiente producción de azúcar o de los pagos de
salarios no cumplidos o de los precios de refugio o subsidio que
se iba a pedir al gobierno. Lituma decía:
—¡Qué valor que tendría vender las tierras de la cooperativa!
Ahora no se utilizan por falta de capital de trabajo y resaltaba Lituma:
Las ganancias que esto podría generar a quien controle el proceso de
venta…
Alexander contestó:
—Las tierras de las cooperativas agrarias de la costa del
Perú son las mejores de todo el país. Es claro que el país pierde
sembrando caña de azúcar. Aunque los agricultores sindicalizados
trabajen con todas sus energías, como Omar pensaba, pero muy
pocos lo hacen por estar muy politizados. Aun así, no se ganaría
dinero con azúcar. No se piensa en la economía del país y como
tal no se plantea que se tomen nuevos rumbos porque el mercado
entero está saturado de azúcar. No se desarrollan planes para con-
vertir esos campos agrícolas en algunos otros cultivos con mayor
valor de exportación. No se aprovecha la ventana de la estación
anual complementaria a la del hemisferio norte, por ejemplo, con
la gran diversidad de hortalizas y frutas que tenemos, estaba ima-
ginando ahora que ellos han tomado más conciencia alimentaria de
disminuir el consumo de calorías.
Pensó Omar que Alexander estaba en lo cierto. Pero Alexan-
der ya estaba imaginando las grandes comisiones de dinero que
él podría ganar si se vendían las plantaciones azucareras.
En eso comentó Omar a Alexander– se te ve muy contento;
se te nota cansado pero contento.
Alexander se rió y jalándose el pantalón en la cintura, para
ver cuánto espacio libre había, mostró cómo había perdido peso
haciendo una nueva dieta.
84 paco paratore

–Si se come bastante y se hace el amor con exageración


y seguido, la digestión se interrumpe. El “ejercicio” del sexo
hace gastar más calorías que las ingeridas, dijo.
Te deseo buena suerte con esa teoría pero cuídate de un
ataque al corazón probándola, le respondió Omar –aunque me
imagino que no la estarás practicando en toda su amplitud, le
dijo, por que no se te nota gran pérdida de peso– sigues igual,
tal como en los últimos años, agregó. Alexander se volvió a reír
y dijo que venía casi directamente de “destrozar” a su amiga
Mariela.
En eso Omar vio a ángela entrar con quien presumible-
mente sería Diego.
ángela también lo vio y se dirigió hacia él, del brazo de
Diego;
—¡Te presento a Diego, también a ti Alexander! Así fue
presentado Diego, con una gran sonrisa de ángela. Ella tomó
del brazo a Omar y lo llevó a un costado mientras Diego y
Alexander comenzaban a hablar de algo interesante.
—¿Dónde has estado y cómo está tu familia?, preguntó.
¿Sigues viajando tanto como antes? Omar contestó a sus dos
preguntas y añadió que inmediatamente después de regresar de
Lima tendría que ir a Colombia. A Cali, específicamente, para
atender a unas fábricas que están usando bastantes plásticos de
empaque.
ángela y Omar se dirigieron al bar a tomar algo mientras
que Alexander y Diego comenzaron a hablar de política y polí-
ticos de Latino América.
—Estoy muy enamorada de Diego, le dijo, aunque está
casado; pero si lograra tener más dinero, podría divorciarse sin
sentirse mal por su esposa y su hijo. Tengo algunas ideas de
cómo podría hacerlo sentirse más atraído hacia mí, –le comentó–.
Me gustaría vivir en USA con Diego. ¡Es el mejor hombre que
polvos de orquiDEA 85

he conocido en mi vida!
Omar notó lo entusiasmada que estaba por Diego, a quien
en ese momento vio en franca y muy animada conversación con
Alexander. En ese momento los dos pares se dirigieron la mirada
y caminaron a encontrarse.
—Una vez que el embajador termine de hablar, quisiera
invitarlos a tomar una copa en algún lugar, dijo Alexander.
ángela dio una mirada a Diego y éste a Omar y dijo.
—¿Qué tal si nos separamos ahora y nos encontramos en
el Café Haití? ¿A las 2 a.m.?–.
–¿En cuanto salgamos? Alexander había ganado más
entusiasmo todavía y respondió que sí. Y que Omar no debía
faltar.
En eso comenzó a oírse música bailable del Caribe en forma
de susurro, gracias a un buen sistema de sonido con parlantes de
calidad y Omar vio que la sala se estaba llenando con señoras
bien vestidas y con varios nuevos políticos, muy sonrientes. Los
viejos políticos estaban rodeados de sus séquitos de correligiona-
rios y se los veía “comprometidos”, casi imposible de acercarse a
ellos. Omar pensó que Latino América debería exportar políticos,
porque teníamos muy buena producción de éstos, sobre todo en
cantidad.
Hugo Vera, ahora hablando con un viejo amigo, Alberto
Bravo –empleado de la Pilsen– le hizo señas a Omar que se
juntara con ellos y así seguir con la estéril discusión de qué
hacer con el Perú para mejorarlo.
Así pasó la cena-velada sin mayor incidente. Omar se sentía
desilusionado, los políticos de ahora y los viejos seguían iguales de
prometedores, y los “financistas” de los partidos políticos y campañas
tan ambiciosos y activos como siempre. El embajador, no dijo nada
nuevo tampoco. Lo mismo de siempre, sólo mostró preocupación
86 paco paratore

por los incidentes en Iquitos con el avión de los misioneros.

*****

Antes de ir a la Cena, Diego se había reunido con ánge-


la y después de las respectivas muestras de amantes cariñosos
y devotos, Diego le contó de su viaje a Iquitos. Nunca antes
había tenido tal tipo de sinceramiento con nadie, pero ahora se
sentía muy agitado y percibía la oportunidad. Su instinto nunca
le había fallado. ángela escuchó a Diego, primero con espa-
ciamientos mentales porque todavía estaba ensimismada con el
reciente episodio amoroso, pero pronto empezó a comprender
la preocupación de Diego.
ángela alcanzó su ritmo normal mental y pensó que con
suficiente planeamiento podrían resultar ganando el dinero para
la independencia que ella tanto buscaba en su vida. La opor-
tunidad de ganar una buena cantidad de dinero, era la vía para
que Diego se pudiera divorciar y ella formar un hogar con él
en algún lugar –preferiblemente en USA– donde podría tener
muchas comodidades que la vida hasta ahora le había negado.
Habían mirado detenidamente el video-cassette en el
departamento de Diego y a medida que pasaba la cuenta se
apagaban más las intenciones de honorabilidad que siempre
habían guiado a Diego en su vida. Veía a su embajador negociar
en términos de dinero con un fugitivo, que era claramente un
gran delincuente, y llegar a acuerdos que Diego nunca podría
comprender, ¿era la situación muy complicada de entender? ¿o
ellos democráticamente insensibles con los principios que él
polvos de orquiDEA 87

El “Perro”

El “Perro” llamó a la Comandancia de Iquitos tan pronto


llegó al aeropuerto. Preguntó por el teniente Pepe Vargas, quien
había sido su alumno en la Escuela Naval en Lima. “Varguitas”
era bueno para interrogatorios y siempre le obedecería. Acordaron
encontrarse en el club “El Inca” para tomar un café y discutir
la situación que César quería plantearle.
Llegaron casi simultáneamente a “El Inca” y se dirigieron
al fondo de la sala El Emperador, donde un mozo muy viejo
estaba atendiendo a unas señoras con sus pastelitos y limonada
fresca de aguaje. El capitán Vargas Olivera comenzó a describir
lo grave de tener unos misioneros americanos heridos en el Perú,
y sobre todo cuando USA estaba amenazando suspender la ayu-
da militar al Perú y que –como él sabía, “Varguitas”–, debía de
ayudar al gobierno peruano a recoger toda prueba que pudiera
ser comprometedora.
—¿Sabes cómo se complicará la situación de los ascensos
y promociones si los americanos nos quitan los 200 millones de
dólares de ayuda? No, no se podrá comprar nuevos aviones o
lanchas patrulleras y no se crearán más plazas de ascenso. No
habrán tareas bien remuneradas para atender; no habrán viajeci-
tos a Miami. “Debemos ver cómo nos ayudamos unos a otros,
ahora, compadre”, terminó diciendo el “Perro”.
Pepe “Varguitas” comentó:
–Lo que no entiendo es cómo ha podido pasar ésto. ¿No
88 paco paratore

tenemos todos los nuevos equipos Motorola de radioescucha?,


nos falta el GPS de tierra pero de todas maneras algo tiene que
haber pasado. El idiota del A-37 no puede andar disparando sin
antes saber certeramente si eran narcos o no. Creo que es más
fácil que los narcos pasen volando en cualquier dirección, a que
gente con razón-de-estar en estos lugares puedan circular libre-
mente. Por eso siempre les digo a mis policías que no actúen sin
orden del superior y siempre lo hacen, es que son unos ignorantes
que manejan fusiles y ametralladoras con una mano y con la otra
están rascándose los huevos. Sin educación, aun sin estudios de
primaria y uno de estos días van a matar a un pueblo entero con
un cañonazo mal dirigido.
—No podemos hacer nada ahora, Pepe. Sólo voy a pedirte
que me lleves ahora mismo al Hospital de las Hermanas de la
Caridad y me ayudes a interrogar al piloto de la avioneta –quiero
saber cuánto sabe y si llevaba algo que los pueda incriminar a
ellos–, necesito tener algo que podamos usar en su contra, para
poder explicar a los americanos de la CIA que sí hubo razón para
bajarlos a tiros.
—¿Podríamos plantar algo? Tengo un poco de coca en la
Comandancia y la plantamos en la cola de la avioneta. Tú podrías
“encontrarla” y explicar el caso mejor que yo. El coronel de la
Comandancia está en Lima ahora, tenemos el campo libre y además
podemos poner un plano de vuelo equivocado y así decimos que
se equivocaron cuando dieron su ubicación. ¿Qué crees?
—No, no quiero más líos. Además prefiero encontrar si en
realidad hubo algo que ellos estaban llevando y que los culpe.
Por ejemplo, si tenían todos los papeles en regla. ¿Tú sabes si
la adopción de la hija se completó? ¿Tenían todos los papeles?
Podríamos enjuiciarlos por secuestro de menores.
—Es mejor que vayamos ya. Conozco al doctor San Martín
y no será difícil hacer que nos deje solos con el piloto.
Partieron en un Jeep de la comandancia. Al llegar al hos-
polvos de orquiDEA 89

pital, la vendedora ambulante de tarjetas telefónicas estaba allí


como de costumbre y se quedó mirando a César Vargas Olivera,
quien sabía que tenía un atractivo especial para las mujeres de
cualquier tipo.
Pepe Vargas miró a Vargas Olivera acercarse a la vendedora
ambulante y preguntarle cuánto costaba todo lo que vendía y, ¿cuál era
su nombre? Con esto la vendedora se sonrojó y dijo que su nombre
era Carmen… y que no necesitaba vender todo. César le dijo que lo
espere, que cuando salga del hospital quería hablarle a ella, sola.
Con eso César Vargas Olivera, luciendo su blanco uni-
forme de capitán, y el teniente Vargas entraron rápidamente al
hospital y se dirigieron a la recepción a preguntar por el doctor
San Martín, quien en ese momento estaba con el piloto Kevin
Burne. El doctor ordenó por el trasmisor interno que los dejaran
pasar y que los esperaba en la sala A-12.
—¡Pepe! ¿qué tal?, saludó el doctor San Martín. Hacía
tiempo que no te veía; me imagino que vienes a hablar con el
piloto del Embraer, Sr. Burne.
Cuando César Vargas Olivera y Pepe Vargas entraron a
la sala vieron a Kevin Burne quien estaba bastante pálido. La
pierna de la operación en alto. No se sentía bien pues había
perdido bastante sangre el día anterior. Lo habían rescatado del
agua después de media hora de perder el sentido.
Felizmente unos nativos de la zona le pararon la hemo-
rragia con unas plantas silvestres y unas vendas provisionales
que le amarraron sobre las rodillas. Sólo sentía ganar de dormir
y quería volver a USA cuanto antes. Todo este viaje con los
misioneros había sido un fracaso. Los misioneros tienen un
espíritu raro, nadie los quiere pero siguen con su tarea como
sordos o locos y sin pensar en las consecuencias. Pensaba que
la religión crea personas fanáticas y con una energía muchas
veces mal gastada.
Será la fe o una mala interpretación de la Biblia o su sentido
90 paco paratore

de culpa –nunca lo entendería. ¿Por qué tenían que andar conven-


ciendo a otras gentes de su dios? ¿No era la historia suficiente
para mostrar cómo la religión había servido para matar a muchos
inocentes? ¿No se daban cuenta que ellos también estaban siendo
utilizados para promover y sembrar el terreno, para futuros abusos
contra los indígenas? De cualquier manera estaba cansado y sin ganas
de hablar y menos con unos militares culpables de su desgracia.
El Capitán Vargas Olivera comenzó el interrogatorio,
después de una breve introducción:
—¿Cómo es que entró en territorio peruano? ¿Tenía
autorización? ¿De qué aeropuerto despegó? ¿Dónde están sus
pertenencias personales? ¿Qué pasó con el plan de vuelo? ¿Por
qué no aterrizó en cuanto vio al avión militar? ¿Por qué no pen-
só que le dispararían? César Vargas Olivera preguntó todo esto
bastante rápido, con voz militar y casi sin esperar respuestas,
como medio de amedrentarlo. Hablaba inglés bastante bien, fruto
del trato diario con la CIA.
Kevin Burne, lo miró con resentimiento y dijo:
—Cómo se va a saber que un avión jet que viene sin
consulta y sin comunicación radial, pasa dos veces en forma
rasante haciendo que los niños en la avioneta lloren por el ruido;
va también a disparar sin verificar primero si somos legales o
contrabandistas? ¡Claramente ha sido un abuso, una prepoten-
cia!… terminó diciendo Kevin Burne.
El doctor San Martín había salido de la habitación a
buscar a la hermana Regenta para poder calmar los ánimos,
porque veía las intenciones del Capitán Vargas Olivera. Cuando
localizó a la hermana Regenta le contó lo que pasaba y le pidió
venir pronto.
La hermana tomó la mochila del piloto y con ésta en la
mano se dirigió a la sala A-12. Allí encaró al Capitán Vargas
Olivera y le dijo que no había absolutamente nada que implicara
polvos de orquiDEA 91

al piloto. Como prueba tenía su mochila y que podía ver que no


había ningún plan de vuelo sospechoso. Que gente de la embajada
Americana ya había visto la mochila sin resultado.
César Vargas Olivera quedó lívido cuando escuchó…
¿embajada?, dijo.
Y preguntó… ¿qué hay en la mochila? ¿Cómo es que el
piloto no manifestó en ningún momento la existencia de una
mochila? Sólo habían hablado de un video sospechoso durante
el tiempo que estuvo bajo anestesia, de acuerdo al doctor San
Martín.
Procediendo a abrirla, César Vargas Olivera encontró un vi-
deo-cassette y se tranquilizó… pero pronto vio el título: “Los
Diez Mandamientos”, y pensó que ojalá fuera una broma y salió
sólo dejando a ‘Varguitas’ para que haga guardia y diciendo que
volvería pronto.
Al salir pidió a la hermana Regenta si podía ver este video
en alguna parte del hospital, y procedió a ir a la sala de recreo
que fue donde la madre le señaló. En la sala de recreo pidió
disculpas a unas enfermeras que veían la telenovela mexicana:
“Tres Mujeres”. Les pidió que salieran de la habitación muy a
pesar de sus quejas, por estar la telenovela en un punto crítico,
según dijeron. Y una vez solo puso el video en el VCR.
Pronto aparecieron los nombres de los actores. Vio a
Charlton Heston, Moisés, cuando niño y a Cecil B. de Mille
decir unas palabras de introducción. El “Perro” primero se puso
blanco y después rojo, muy molesto… y luego tuvo miedo.
Debía recuperar el video pronto y antes de que Prieto o Challe
se enterasen del grave percance. Se preguntaba que cómo sería
esto posible si se aseguraba que Kevin Burne sabía del video…
¿Cómo iba a desaparecer sin rastro?… Kevin Burne había dicho
en su delirio de herido que tenía el video, que era importante que
fuera entregado a sus dueños… ¿qué dueños? ¿los americanos?
92 paco paratore

Salió a buscar a la hermana Regenta y le preguntó:


—¿Quién de la embajada había llegado y cuándo? La ma-
dre le explicó que fue una persona de la CIA, de nombre Diego
García, y que estuvo el día anterior pero que no había tocado ni
llevado nada. Sólo vio el contenido de la mochila.
César Vargas Olivera se quedó pensando y salió a buscar
a “Varguitas”. Cuándo estuvieron solos le preguntó que pensaba
de todo esto.
—Creo que hay algo serio. Creo que debemos localizar
a García y preguntarle que hacía aquí y por qué no se reportó
en la Comandancia antes de venir. Debemos averiguar pronto
y saber si se llevó algo y cómo.
Vamos a pensar fuera de aquí le dijo César Vargas. Salie-
ron a la calle. Una vez allí al levantar la cabeza vio a la ven-
dedora ambulante y se dirigió a hablar con ella. Ella enrojeció
en cuanto lo vio acercarse. Olivera le compró una caja entera
de cigarrillos Marlboro y una docena de tarjetas de llamado
telefónico y le dijo:
—Qué bueno es Iquitos para ti. Se te ve muy bien ¡her-
mosa! La vendedora se volvió a enrojecer y dijo que todos los
hombres son iguales, ¡unos enamoradores! César le preguntó:
—¿Vino un hombre solo ayer, o con alguien, un hombre
que no parecía ser de acá? ¿Joven quizás? ¿En Taxi, que se le
viera diferente?
La vendedora no tuvo que pensar mucho y contestó que
sí.
—Parecía de fuera, no de Iquitos. Mi amigo Josesino, que
tiene un bonito carro blanco, trajo a un pasajero tan guapo, igual
que tú, pero de apariencia más fuerte… sin uniforme, pero…
César preguntó la hora y dedujo que probablemente todavía
estaba en Iquitos o recién se habría ido. ¿Esa misma mañana?
polvos de orquiDEA 93

Pero el solo hecho de que alguien más ya estaba sobre la pista


del video le comenzó a preocupar.
Con esto se dirigieron de regreso al Aeropuerto a localizar
a Josesino. Lo localizaron en la estación de taxis, le preguntaron
por sus últimos pasajeros y si había llevado a alguno al Hospital
de las Hermanas de la Caridad y ¿a dónde más? Después de
deducir cuál de estos pasajeros se trataba del operativo García,
Olivera y “Varguitas” se dirigieron al Hotel de Turistas.
En el Hotel de Turistas indagaron y encontraron al botones
que había llevado a Diego a su habitación; le obligaron a descri-
bir todos los pasos y caminos que aquél podría haber tomado…
Dónde había dormido, dónde había comido… Le dijeron a César
que Diego García se veía algo preocupado por mantenerse anó-
nimo, y que una chica de nombre Ciedra del “Bum-Bum Bar”
había venido a buscarlo esa misma mañana, pero que él ya se
había ido muy temprano, probablemente al aeropuerto.
César y “Varguitas” de la policía salieron inmediatamente
para el “Bum-Bum Bar”.
Después de hablar con el dueño del bar y de otro viaje
apresurado por los alrededores, pudieron localizar a Ciedra en su
casa en el barrio del Leticia, donde vivía con su pequeña hija y
con su madre.
Leticia era un barrio de casas de madera de la selva,
construido sobre el río Nanay. Las casas eran de todo tipo,
muchas construidas con madera como el sapote, que nadie la
quiere por ser muy débil, y se descompone muy fácilmente
en contacto con el agua del río. La población de Leticia era
pobre. Muchas prostitutas y sus hombres vivían allí. Se veía a
los niños caminar sin zapatos de una casa a otra. Caminando
sobre tablones-puentes, y era de sospechar que muchos de ellos
desaparecían súbitamente de un día para el otro, sin que nadie
supiera cómo ocurrió.
94 paco paratore

Le prometieron a Ciedra ayudarla la próxima vez que


tenga problemas con la policía o por lo contrario meterla sin
miramientos en la cárcel por prostitución, si no cooperaba y
respondía rápidamente todas las preguntas.
Ciedra les dijo:
—¡Diego bailaba muy bien y qué fácilmente reía! ¡Me
gustó mucho!… pero desapareció por una hora sin saber dónde
se fue. Quise hacer el amor con él, porque era muy simpático
y se veía muy hombre, ¡ojalá vuelva pronto!
César trataba de reconstruir en su mente cómo y dónde
pudo ir Diego a la media noche y por qué. ¿Por qué había
venido un operativo de la CIA a Iquitos? y él sin saberlo ¿Ac-
tuaba solo? ¿Cómo podía Diego haber hecho algo así sin tener
recursos disponibles en Iquitos? ¿Qué recursos necesitó Diego…
para encontrarse con Kevin Burne? ¿Quién más sabía algo del
video y cómo se había enterado?
Ese alguien seguro estaría implicado en esto también. Debía
encontrar a Diego y pronto. Muchas preguntas sin respuestas.
Debía volver a Lima para buscar a Diego y ubicar el video, para
así cumplir con Prieto. En eso recordó que no había recibido
todavía el pago de Venezuela por los riesgos que había corrido
al derribar el avión de los misioneros.
¿Qué se verá en ese maldito video que es tan importante
para Challe? Pensó el “Perro”, sintiendo amargura por su posi-
ción y desprecio por él mismo. Le pidió al teniente Vargas que
lo lleve al aeropuerto a tomar el primer vuelo a Lima.
—Creo que hay un vuelo TAME a Lima a la 1 p.m. le
dijo. Pensaba comunicarse inmediatamente con Prieto, tan pronto
fuera posible, para saber mejor qué acción tomar.

*****
polvos de orquiDEA 95

Era medio día en Lima y Alexander todavía dormía, lo cual no


era inusual en él, acostumbrado a ir a su oficina después de las 10 a.m.
Solía almorzar normalmente después de las 3 p.m. En cuanto entró
a su edificio y una vez en su oficina, pidió a su secretaria, Bárbara,
que le saque pasaje a Miami para el vuelo de esa noche con regreso
al día siguiente. En primera clase, y que le diga a la aerolínea su
preferencia para la comida del avión. Que diga “kosher”. También
le encargó que llame al abogado Nicolás Serna para pedir una
cita en la tarde en su oficina de Brikel Avenue; que necesitaba
un favor, ¡confidencial!
Cuando Alexander despertó, pensó en el plan discutido la
noche anterior con Diego. Le había propuesto a Diego que sólo
los dos trabajasen juntos el plan iniciado por Alexander. El plan
consistía en que él, Alexander, actuara como intermediario para
sacar el video-cassette a USA. Utilizarían un medio “neutro” de
intercambio por el dinero y dividirían el dinero en dos. Había que
comunicar a Challe que ya tenían el video pero no sabían cómo
ni cuándo sacarlo; lo más pronto, ¿pero cómo? Luego harían
llegar el video por un medio “neutro”, a quien Challe diga.
Mientras menos personas, mejor; había pensado, menos
probabilidades para un error. Además meter a más personas
significaba disminuir la recompensa de cada uno, …quizás más
adelante.
Se habían ido la noche anterior, los dos y ángela, al bar
“Vivaldi” a discutir el plan, razón por la cual no estuvieron en
el Haití a las 2 a.m. Habían decidido que Alexander saliera hacia
USA de inmediato llevando el video, y para asegurar también
un medio “neutro” para el intercambio.
La noche anterior, después de la cena en la casa de las Ca-
suarinas y la posterior reunión en el Vivaldi, Alexander se había
sentido particularmente superdotado de todo; inteligencia, dinero,
mujeres, energía, suerte, etc., y decidió pasar a ver a Marisela
96 paco paratore

camino a su casa.
El departamento de Marisela estaba muy convenientemente
localizado en la avenida Salaverry, muy cerca a su casa en San Isidro.
Cuando llegó, después de estacionar a lo largo de la acera de la calle
–pensaba que a esta hora nadie reconocería su auto–, abrió la puerta
muy despacio con el corazón palpitando demás en anticipación al
encuentro sexual y se movía silenciosamente para sorprenderla en
la cama dormida. ¡Estará húmeda!, pensaba Alexander. Se acerca-
ba muy lentamente para darle un beso en el cuello. Pero Marisela
estaba con los ojos muy abiertos en la oscuridad de la habitación,
al haber sentido los movimientos torpes y la respiración pujante del
“gordo” Alexander, que respiraba vahídos de alcohol por la nariz y
por la boca.
—¡Mira lo sinvergüenza que eres! ¡Tenemos que hablar
seriamente! (¡necesito quejarme!). Te has pasado los últimos dos
días sin verme. ¡Te fuiste a Miami sin decirme nada y proba-
blemente con la flacuchenta esa! Dijo Marisela muy enfadada.
Además quiero una nueva cocina (¡quiero una casa nueva!).
—Mi amor tengo mucho sueño y vine para dormir contigo
porque también sé lo que te gusta. Mírame todo tuyo y tú tan
linda (¡quiero ponerme entre tus piernas, ya!).
—Tu hijo ha sacado malas notas en el colegio. No quiere
estudiar y pregunta por ti todo el tiempo (¿dónde andas, degene-
rado?). Diciendo eso, Marisela se quedó callada por un momento
y luego procedió a quitarse las panties y le dijo:
—¿Seguro que me quieres? (¡te voy a pedir algo caro!).
Y dejó que Alexander la tocase toda y se acomodó de costado,
dándole la espalda.
Ambos se dedicaron a complacerse el uno al otro. Algo
era muy cierto, mientras que Alexander estaba muy entusiasma-
do con Mariela, no podía nunca pensar en dejar a Marisela por
que era como su conciencia, su alma, su compañera de muchos
polvos de orquiDEA 97

años; se conocían ya por 24 años.


Había conocido a Marisela antes que a su esposa Sofía.
Marisela fue la hija del chofer de su padre y fue su primer amor
y también la primera relación sexual que él tuvo. Pero para ella
no, ella había sido violada por un tío cuando tuvo 14 años. Pero
con Alexander ella había encontrado a un hombre que la había
querido, que la quería, aunque el no se diera cuenta. Pensaba
Marisela.
Y con razón. Alexander nunca la dejaría; –estaba en lo
cierto. Por muchas mujeres que pudieran pasar por su mente,
esas eran como las pinturas y otros juguetes que coleccionaba,
y que le eran necesarias en su vida.
—¡Te quiero tanto, eres tan varonil! (necesitas afeitarte y
has sudado bastante). Dijo Marisela.
—Sí, sí te quiero, hablemos de nosotros! (¡te voy a impresionar
con todas las cosas que tengo! ¡Y que te voy a dar!), le respondió
Alexander.
El “Gordo” acordó que cambiaría el colegio de Mario, su
joven hijo de 12 años que tenía con Marisela y que pensaría en
pasar unos días de viaje juntos muy pronto, quizás en Pisco...
en algún hotel cerca a la playa.
Aunque decía ésto por complacerla, también Alexander
se daba cuenta que psicológicamente sólo con ella descansaba
mentalmente de todas sus operaciones y complicados gustos. Su
relación con Marisela no le producía ningún “stress” y muchas
veces se preguntaba ¿por qué sería esto o por qué siempre volvía
a ella?. De cualquier manera, se levantó de la cama; se lavó la
cara, y pensó que mejor ya se iba a su casa. Eran aproximada-
mente las 4 a.m.

*****
98 paco paratore

Al mediodía en Lima, Omar estaba visitando la compa-


ñía Purina promoviendo empaque especial para alimentos para
perros. La noche anterior fue al Haití en la avenida Diagonal en
Miraflores a las 2 a.m., tal como acordaron con ángela y Diego.
Pero no había encontrado a ninguno de sus amigos.
Había esperado por media hora y se fue a dormir al Ho-
liday Inn. No había llamado todavía a ángela para preguntarle
qué pasó. Nunca había visto a su prima Ángela tan ilusionada
con nadie; parecía que tomaba muy en serio a Diego y eso que
él no era del Perú. Lo que significaba que para seguir viéndose
tendría uno que seguir al otro…, según donde fuera el destino
final.
ángela siempre fue muy soñadora y eso ya le había causado
bastantes desazones amorosas en el pasado. Tal como cuando
salía con otro hombre casado que le prometió que se divorciaría.
Ojalá que esta vez todo salga bien, pensaba ella.
De la Purina fue a Perupacífico y luego a Flexoprint. Todas
las discusiones con los diferentes ejecutivos fueron tal cual lo
había imaginado. ¡La recesión!, ¡el capital de trabajo es muy
caro!, ¡están entrando importaciones de Asia!, ¡no hay volumen
que justifique la inversión!, etc.
Todos los problemas de siempre de los industriales del
Perú. Quieren que el gobierno les solucione todo financieramente.
Sin pensar que no hay manera de que el país salga adelante sin
cambios estructurales. Haciendo la misma producción de los
últimos 50 años, como la minería del zinc, donde los únicos
que ganan son los mineros y algo el Estado recibiendo muy
diminutos impuestos.
Cuando iba retornando de vuelta al hotel, manejando por
la vía de circunvalación, pensaba que en el Perú se invierte muy
poco capital de riesgo en lograr mayor competitividad y calidad,
usando mejores tecnologías para producir soluciones con margen,
polvos de orquiDEA 99

con mayor valor agregado.


No se puede sólo ser país minero de zinc y plata cuando estos
metales no suben de precio ni de volumen y más aun cuando el
zinc es sustituido todos los días –en los envases de hojalata– por
plásticos. No se puede producir cobre y competir con Chile que
tiene el doble de porcentaje de concentración de metal. No se
puede seguir produciendo harina de pescado a precios tan bajos
como el de harina de soja –la cual ya antes produjo aceite–. ¡Y
despreciando la pesca de consumo humano de exportación! No
se puede seguir pensando en extraer petróleo con cuenta gotas,
cuando países como Venezuela pueden exportar 10 veces más. ¿Y
el gran retraso del gas de Camisea? ¿Sin capital abundante y sin
buenos socios globales? Bolivia ya había enseñado la lección del
gas, negociando con Brasil y Chile.
Seguía pensando en los problemas del Perú mientras iba a
almorzar con Juan Espinoza, gerente de Indeco, para discutir los
planes que éstos tenían para producir cables eléctricos en Perú,
Chile y Brasil, porque ahora todas estas compañías estaban bajo
Madeco, compañía chilena con planes de expansión.
Se dirigía a La Rana Verde, un buen restaurante de pes-
cados localizado en el Callao que ofrece un cebiche de pulpo al
olivo que es sensacional. Cuando llegó Juan Espinoza ya estaba
bastante alegre por los dos “piscos sour” que había tomado.
Muy locuaz, Espinoza comenzó a hablar de la política
peruana y lo folclórica de ésta. Cómo todos los países tenían
que aprender por sí solos, pues no aprendían de las experiencias
de los otros países. ¡Y el colmo!, hasta en Chile, que ya pasó
por los problemas del comunismo, hay quienes todavía seguían
dando problemas con planteamientos socialistas, ¡cuando uno
pensaba que estarían ya vacunados, criticaban a Pinochet!

*****
100 paco paratore

Esa noche al llegar al hotel Holiday Inn, Omar llamó a Án-


gela para preguntarle sobre la reunión de la noche anterior, pero
no la encontró. Debía él salir de viaje por dos días a Trujillo, a ver
una operación de producción de plásticos alimenticios para hacer
hot-dog, y quería por lo menos despedirse en caso no la viera a
su retorno.
Volvió a llamar a Ángela dos veces más pero tampoco
obtuvo resultado. Desde Trujillo preguntó a Taca Perú si el
vuelo a Sao Paulo del día siguiente estaba abierto y adelantó su
vuelo para salir más pronto de lo planeado. Así podría tener más
tiempo en Brasil para poder evaluar unos negocios de plásticos
compuestos.
Llegó de Trujillo bastante tarde el tercer día y fue directo
al Holiday Inn. Al registrarse le entregaron un sobre pequeño
con una llave. De parte del señor Alexander Lugo, le dijo Juan,
empleado de la recepción. No pudo indagar más pues el viaje a
Brasil le comenzó a ocupar el pensamiento.
Brasil estaba muy acelerado con las políticas económicas
del actual presidente Lula y era el único país con verdaderas
expectativas para cualquier compañía que quisiera crecer.
Aunque es un país muy difícil para ganar dinero. Se dice que
se gana por dos años y en el tercero se pierde lo que se ganó
anteriormente.
A las diez de la mañana del día siguiente, Omar salió
del hotel y se dirigió hacia el aeropuerto. Pararía en la antigua
fábrica de refrigeradoras Cóldex, que está localizada al costado
del aeropuerto pero que ahora pertenece a la alemana BSH, con
directo reporte a la matriz de Brasil..., ¡globalizándose también!
pensaba Omar.
Sabía que Cóldex había tenido que ser vendida para alivio
de su dueño argentino, quien ya no podía más con la gerencia de
polvos de orquiDEA 101

esta empresa, mientras que los alemanes se estaban expandiendo


y creciendo financieramente en toda Latino América, usando
últimas tecnologías y racionalizando producciones en la región,
“para usar sinergias”, según decían.

*****

La noche de la fiesta de la Embajada, en la casa de las


Casuarinas, César Vargas Olivera llamó al General Prieto a
Venezuela desde un teléfono de cabina para no dejar huellas.
Llamaba para preguntarle si él sabía algo más del video, por que
había detectado un gran interés por parte del operativo García
de la embajada americana en conseguirlo…
­Creo que existe un problema, general, lo de la pista de Iquitos
se encuentra algo complicado. Parece que la embajada, con o sin
conocimiento, está efectuando investigaciones en torno de lo que
los dos sabemos. Fui a Iquitos y localicé un casete que obviamente
estaba plantado, no el que nosotros buscamos. Sospecho que ya
lo tiene una persona de la DEA pero debo confirmarlo. ¿Tiene
algo que me pueda ayudar a moverme más rápido?… ¿Alguna
información nueva?
Prieto sabía que el operativo García estaba bajo la pista
por mandato de Challe pero no quería parar al “Perro” en caso
sea él, el que pueda recobrarlo o encontrarlo y pasar la infor-
mación a Prieto –antes que Diego García a Challe–. Prieto se
quedó pensando y dijo:
—Creo que debes seguir hasta donde puedas pero no
tomes acción definitiva antes de consultarme. Quiero darle una
sorpresa a Challe. Sólo quiero que estés enterado de todo para
decidir sobre el momento lo que hay que hacer.
Con esto Prieto se quedó pensando y colgó el teléfono. No sabía
102 paco paratore

tampoco si avisarle a Challe de la conversación o dejar todavía que


avancen los acontecimientos un poco más para tener más ventajas.
El general Prieto no podía saber que esa misma mañana,
bastante temprano, y después de la noche de la cena, cuando Án-
gela se bañaba para ir a trabajar y pensando que no tendría tiempo
para ir a su casa a cambiarse de ropa, Diego había decidido llamar
desde su departamento directamente a Challe y decirle que ya tenía
el video y que podrían hacer el intercambio. Que sólo necesitaba
el nombre de la persona pero que el intercambio sería en USA,
lo que le pareció bien a Challe, quien le dijo que pronto le daría
el nombre de la persona. Que esa persona haría contacto con
él y colgó.
Diego pensaba ir a la embajada a reportarse al coronel, su
jefe, y explicar por qué viajó a Iquitos y que no había encontrado
nada de consideración… aparte de hablar con el piloto Burne y
que no pudo encontrar ni el plan de vuelo del avión Embraer.
Cuando Diego fue a la embajada y se encontró finalmente
cara a cara con el coronel, le comunicó también que tal vez
tendría que tomar unos días de vacaciones para ir a ver a su
hijo en USA. Trataba así de mantener distancia del coronel y
sólo decirle lo estrictamente necesario.
Después de esto Diego se dirigió a su oficina, donde los
otros operativos estaban hablando de la nueva política energé-
tica de petróleo en USA y cómo los precios estaban subiendo
desde que Bush era presidente. Felizmente para Diego, nadie le
dirigió la palabra; necesitaba evadir conversaciones con el resto
del personal. Tenía que comenzar a trabajar en unas nuevas co-
tizaciones de equipo infrarrojo para los fusiles del personal en
la selva mientras pensaba que ojalá que Alexander tenga éxito
sacando el video del país y poniéndolo en Miami en algún sitio
de fácil intercambio por dinero.
polvos de orquiDEA 103

*****

Esa misma mañana. Terminada la conversación con Diego


y colgando el teléfono, Challe se volteó en la cama a acariciar a
Regina que estaba a su lado muy dormida y lucía muy bella con
el cabello pelirrojo todo esparcido por la almohada y totalmente
desnuda. Se quedó mirando la espalda de Regina y su mirada
siguió hasta donde la sábana cubría su cintura.
Sin despertarla y muy cautelosamente fue bajando y levan-
tando la sábana para permitirse una amplia vista de su esbelta
espalda, cintura, nalgas y piernas. Se detuvo en el talón del pie
izquierdo y con su pie tocó ese talón sintiéndolo tibio. Luego
puso su mano en una nalga e hizo murmurar a Regina algo que
no entendió pero que lo hizo aproximarse; puso su oído cerca
a la boca de la linda mujer. Su aliento era tan dulce y cargado
de perfume que lo estremeció a pesar de haber pasado una
noche de total placer. Sintió otra vez la energía vital, cariñosa
y virilmente se puso a su costado y la tocó suavemente con su
pecho… y luego se pegó firmemente a ella.
Regina, por su parte, había estado fingiendo todo el tiempo
estar dormida mientras Challe hablaba por teléfono y sentía la
presencia masculina sobre sus muslos haciéndola curvarse en su
posición, pero pensaba en su deber de pronto averiguar más. De
qué se trataba la llamada del Perú y quién era ese Diego. ¿Qué
Diego? ¿Qué video?
Regina se apretó al pecho de Challe y agarró firmemente
su miembro viril poniéndolo cerca a su vientre y se acercó a él
besándolo fuertemente en el cuello, mientras sus grandes bustos
no acallaban el fuerte latido de su corazón. Con esto comenzó
otra vez a sentirse un ritmo acompasado de amor y cariño.
La mucama, que ya temprano había oído ruido en la
habitación de Challe, tenía el desayuno casi listo para servirlo
104 paco paratore

pero pensó otra vez y dijo al centinela de la cocina que mejor


esperaba un tiempo más, no vaya a ser que se ganara la cólera
de Challe por la interrupción. El centinela sonreía y pensaba
que él también iba a agarrar a su negra en cuanto llegara a su
casa. Challe ponía a toda la casa presidencial y a sus servidores
en compás sensual contagioso y libidinoso, por estar siempre
él en estado lujurioso, sobre todo desde que había conocido a
esta Regina.
Regina realmente estaba comenzando a ver a Challe como el
amante que era y a sentir legítima atracción sexual. Pero pensó que
por encima de todas las cosas estaba el deber para con sus principios
y que debía averiguar más de todo esto. Siguiendo instrucciones
había colocado puntas electrónicas en los teléfonos de cama de
Challe y también en la suya, para cuando Challe la visitaba en su
departamento de Caracas. Pero sólo en las residencias privadas
de Challe y la suya. Sabía que las oficinas de gobierno estarían
vigiladas y serían barridas electrónicamente en forma continua.
Estas conexiones telefónicas eran transmitidas directamente a una
pequeña grabadora de bolsillo que llevaba como cigarrera en su
cartera, todo esto también parte del equipo israelí.
Tomaron desayuno juntos. Challe otra vez de muy buen
humor dijo con una gran sonrisa y entornado los ojos en forma
maliciosa… ojalá que te pueda ver en la noche, y dejando un
suspenso cómplice se levantó para llamar a su casa a su esposa
Delfina, para decirle que todo estaba bien. Con el teléfono en las
manos, preguntó a Regina si estaba contenta, si se sentía bien
polvos de orquiDEA 105

Confusión

Los últimos tres días después de la cena en la casa de las


Casuarinas habían mellado bastante los nervios a Diego y Ángela.
Trataban de controlarse pero no sabían todavía cómo reaccionar
en caso que algo inesperado pasara. Diego y ángela sabían que
Alexander había viajado a USA pero no sabían el resultado del
viaje.
Pero esta espera se vio abruptamente interrumpida para
Diego y ángela. Se vieron forzados a tomar decisiones sin tener
mucho tiempo para su análisis. Al cuarto día de la cena, muy
temprano en la mañana, Diego abrió lentamente la puerta lateral
del edificio de departamentos donde vivía en San Borja, mirando
hacia ambos lados, pero no notó nada diferente.
La farmacia en la Av. Guardia Civil estaba abierta como
de costumbre y decidió no salir en carro ni siquiera para hacer
compras, era muy riesgoso, lo reconocerían. Además la policía
tenía la placa de la camioneta blanca Ford Explorer registrada
a nombre de la embajada; era fácil de reconocer como blindada
por cualquier elemento de seguridad.
Tenía que movilizarse rápido y llegar al aeropuerto tem-
prano. Lo más pronto posible y también del modo más seguro
¿pero cómo? Decidió ir caminando las 3 cuadras, bastante oscuras
a esa hora de la mañana, hasta la avenida Panamá y tomar un
taxi. Prácticamente no llevaba nada –sólo una muda de ropa y
algo de dinero en efectivo. Estaba confundido y sin saber qué
106 paco paratore

hacer realmente. Las noticias no eran claras.


Diego pensaba que ojalá pudiese tomar el vuelo de LAN
Chile 309 con destino a Santiago y luego de hora y media co-
nectar con un vuelo de Varig a Río de Janeiro, donde esperaba
poder convencer a Fernandinho de que le dé su protección a
cambio de información o de ofrecerle sus servicios. No entendía
cómo todo podía haber fallado tan rápidamente.
Felizmente Ángela pudo interceptar el mensaje que desde
Chile enviaba la embajada americana dando instrucciones para el
arresto de Diego. Ángela había decidido trabajar hasta tarde para
poder adelantar unas órdenes de compra, antes que el coronel
saliera de viaje al interior al día siguiente, y por casualidad; al
ir a servirse café en la sala de trasmisiones y recoger los últi-
mos mensajes, notó cómo en uno de ellos, que en ese mismo
momento entraba por el Intranet de la embajada, se veía la foto
de Diego.
Pudo anular el mensaje casi sin leerlo debido al nerviosismo
que le produjo. Pidió la repetición a diferente URL y terminal
de computadora para demorar la llegada del mensaje. Entre tanto
llamó a Diego para alertarlo.
—¡Mejor sales del país cuanto antes! Sólo he podido leer la
orden de comparecencia y felizmente no es captura… pero creo,
no sé qué creer… pero no dicen el motivo, ¡aunque sospecho
que se trata de lo que tú sabes!, le dijo. Dando a entender que
la razón era el video-cassette, el cual ya no estaba en manos
de Diego, sino supuestamente ya estaba en USA, habiendo sido
llevado por Alexander dos días antes.

*****

Al principio Diego y Ángela no prestaron mucha atención a César


Vargas Olivera y a sus insinuaciones de trabajar juntos el asunto del
polvos de orquiDEA 107

avión de los misioneros. Diego pensaba que quizás se trataba de una


colaboración en búsqueda de soluciones, y que los militares peruanos
estaban probando si se podía negociar la información y accidente del
avión por algo que ellos tuvieran para la embajada, –algo que los
americanos pudiesen utilizar con la prensa de USA–. Pero Vargas
Olivera había insistido mucho en querer saber todos los pasos de Diego
en Iquitos lo cual fue mucho para Diego y comenzó a sospechar que
todo el esfuerzo de ocultar la operación había sido en vano.
No podía preguntar a su jefe, coronel Wallace, nada de
nada. Ni sobre el video, ni si el “Perro” tenía jurisdicción sobre
su trabajo. No podía pensar en el modo de un trabajo en conjunto.
Los demás operativos de la embajada eran todos envidiosos y
tejían sus propias intrigas.
Salir hacia USA era ponerse en manos de la CÍA. Sólo
le quedaba refugiarse en algún lugar del Perú o salir hacia un
país de Latino América, pero… ¿dónde? En todos había ope-
rativos de la DEA que lo podían capturar. La decisión final se
limitaba a Venezuela donde Challe. O ir a buscar a Fernandinho
en Brasil.
No confiaba plenamente en Challe. Pero en cambio Fer-
nandinho le debía la vida a él. Así optó por ir al Brasil después
de consultar la opinión de ángela. Antes de eso, hasta habían
hablado de devolver el video, pero cuando fueron a hablar con
Alexander, éste ya había viajado a USA y pensaron que Alexander
los vendería a ellos a las agencias de noticias como los respon-
sables del robo del video, si el asunto salía a la luz ahora.
Imaginaban que Alexander sólo se interesaría o pensaría
en sacar dinero de la oportunidad, sin realmente importarle el
destino de los demás. Y muy justamente, porque así hubiera
reaccionado Alexander.
Cuando Diego salió del departamento, un automóvil de
seguridad de la marina peruana también comenzó a moverse en
las sombras de la noche, siguiendo a Diego hacia la Avenida
108 paco paratore

Panamá.
Diego estaba comenzando a maldecir la situación. Feliz-
mente, ángela pudo hacerle reserva en LAN para un vuelo esa
misma mañana. Tenía que salir del Perú hasta que pueda hacer
un plan y buscar una salida. De cualquier manera ya se sentía
muy comprometido y con una gran sensación de desilusión en
el servicio de la DEA. De sus jefes, de sus operativos. Pensaba
que sólo él, Diego, realmente había dado su sangre y respeta-
do la bandera de los Estados Unidos. Lágrimas de patriotismo
aparecieron en sus ojos por el error que había cometido. Pero
debía apresurarse.
Ya en camino al aeropuerto, Diego se percató del auto-
móvil Datsun verde que lo seguía, al ver luces que aparecían y
desaparecían en la distancia, especialmente cuando entraron en
la avenida La Marina, por estar prácticamente desierta a esa hora
de la mañana y mejor iluminada que el resto de las avenidas.
Durante todo el trayecto Diego pensaba en alguna forma
de escapar para ganar tiempo y poder pensar en una salida.
Nada le venía a la mente y no quería llamar la atención del
chofer del taxi, quien en ese momento escuchaba las noticias
en Radio Programas del Perú sin pensar en el drama que estaba
viviendo Diego.
Pasaron por una serie de intersecciones de calles y por el
centro comercial de La Marina sin que nada pasara. El Datsun
se limitaba a seguirlo sin tratar de adelantarse. Llegó Diego al
aeropuerto y bajó del taxi apresuradamente. Comprobó que había
muy poca gente por lo temprano y el frío de la mañana. No sabía
si ir al counter de LAN o a otro sitio. Se dirigió al terminal de
vuelos nacionales. Eran las 6 a.m. y ya veía el avión de LAN
en la pista de abordaje.
En eso Diego comenzó a tranquilizarse y una calma fría
lo invadió. Se acordaba y comenzó a sentirse como en sus días
en los desiertos de Sonora y en los días de entrenamiento en
polvos de orquiDEA 109

Israel. Decidió llamar al celular de César Vargas Olivera para


pedirle colaboración con la situación incierta que había aparecido
en Iquitos. Sabía que con eso ganaría tiempo y posiblemente
algo de información que tanto necesitaba.
—¿Algo sobre un video-cassette? Dijo Diego. Sabía que
aquél estaría receptivo al tema, puesto que había estado tratando
de comunicarse con él los últimos días, no podía estar todavía
completamente seguro, ¡pero algo tenía que ver!
—Disculpa la hora de esta llamada pero tengo un problema
que podría ser mutuo, le dijo.
—¿Cómo así? ¿Y qué se puede hacer para hablar conti-
go? César ya sabía que Diego se dirigía al aeropuerto. Ya había
sido informado por el investigador policial del auto Datsun de la
marina que vestido de civil estaba ahora muy próximo a Diego,
después de seguirlo desde su casa hasta el terminal de vuelos
nacionales. Sólo estaba esperando órdenes de César para proceder
a capturarlo.
—¿Por qué no nos reunimos en el sitio donde se alquilan
autos a la salida del aeropuerto? ¿Podrías instruir a tu investi-
gador para que me lleve allí y esperar por ti?
Qué inepto este Almeida, ya se dejó ver por Diego; ¡qué
huevón! pensaba Vargas Olivera.
—Pásame con el teniente Almeida, por favor, dijo Cé-
sar–y le dio instrucciones a Almeida para que lleve a Diego al
National Rent-a-Car. Almeida algo confundido había recibido
el teléfono celular de manos de Diego y ahora le pidió que lo
acompañase en su carro a lo cual Diego accedió… y tomando
su maletín lo siguió.
En cuanto salieron del aeropuerto y una vez en el auto
Datsun, Diego le pidió su celular a Almeida, notando que éste
usaba la corbata algo suelta y diciéndole que las baterías del suyo
estaban bajas simuló una llamada ficticia. Almeida iba manejan-
110 paco paratore

do y ahora ya estaban casi por entrar a la avenida principal, la


avenida Faucett. Iban llegando a los autos de alquiler.
Diego miró hacia ambos lados, pensando que todavía había
poca gente en la calle por ser todavía temprano. Sin esperar más,
Diego súbitamente bajó la ventana de su lado y tiró el celular de
Almeida lejos del carro. Acción que tomó a Almeida por sorpresa
y sólo pudo exclamar ¡carajo!, qué haces. Pero ahora Diego estaba
tomando el timón del auto con la mano derecha y obligando al
automóvil a dirigirse a una de las columnas de soporte del puente
peatonal que está ubicado cerca al cruce de la avenida. Almeida
trató de enderezar el timón, pero Diego lo golpeó fuertemente
en la nuez de la garganta con el filo de la mano izquierda y
jaló la corbata hacia abajo golpeando fuertemente la cabeza de
Almeida contra el timón.
Almeida enderezándose pudo abrir los ojos y produjo un
ruido extraño en la garganta como atorándose con su propia
saliva. En eso chocaron el auto violentamente y del costado
del chofer en una esquina de la columna. Diego, todavía algo
confuso por el impacto del coche, tomó su maletín y abrió su
puerta saliendo rápidamente del automóvil siempre con la cabeza
baja para evitar ser reconocido, a tiempo que veía a Almeida
quedar en estado inconsciente e inclinando su cuerpo sobre un
costado del asiento, con la cabeza colgando hacia abajo, por el
golpe y choque.
Diego miró hacia arriba notando que el día ya amanecía.
Se apresuró volviendo a entrar rápidamente al perímetro del
aeropuerto sin mirar a ningún lado y volvió al edificio principal
del aeropuerto, pero esta vez al lado internacional. Corriendo
llegó hasta el “counter” de LAN Chile, chequeó y entró a in-
migraciones. Diego corría ahora por el pasillo y se daba cuenta
que estaba metido hasta la nariz en este lío. Entró al avión de
LAN cuando ya casi cerraban las puertas.
polvos de orquiDEA 111

*****

César manejaba camino al aeropuerto y decidió llamar a


Prieto para informarle que estaba por encontrarse con Diego, de
la embajada Americana:
—El encuentro es en el aeropuerto, con el operativo
conocido, le dijo. En Venezuela ya eran las 7 a.m. y sabía que
Prieto comenzaba a trabajar muy temprano. Prieto se encontraba
tomando un desayuno consistente en café con arepas. Tomó el
teléfono con calma y analizando la situación, le respondió:
—No hagas nada violento, sólo limítate a seguirlo, proba-
blemente estará en camino a Iquitos otra vez. Mejor será saber
adonde se dirige y colgó el teléfono. Nunca le gustaba hablar
de más en el teléfono. Había visto muchos casos en los cuales
la gente se implicaba fácilmente usando el teléfono. él mismo
tenía varios de los teléfonos de sus contrarios intervenidos en
Venezuela.
Con esto César Vargas Olivera procedió a acelerar más
el carro policial –una camioneta Mitsubishi ploma sin placa–.
Y activó la sirena para ir más rápido aun acelerando al piso y
con una sensación de frustración. Cuando llegó al aeropuerto
y entrando en la zona de alquileres preguntó al dependiente de
National Rent-a-Car, si había visto a alguien con la descripción
de Diego, el cual respondió que no. No vio a nadie y tampoco
nadie había visto al automóvil Datsun verde entrar en el esta-
cionamiento.
César se dirigió luego al terminal de vuelos nacionales sin
ver a nadie tampoco. Preguntó por los vuelos de Taca, Aero-
Continente, Tam. Todos tenían vuelos temprano a Iquitos pero
Diego no aparecía por ninguna parte, cuando en eso escuchó un
reporte interno de la policía que decía; “se llama a la grúa del
aeropuerto para retirar un automóvil chocado que está obstruyendo
el tráfico a la salida del aeropuerto”. César volvió a llamar a
112 paco paratore

Prieto. Esta vez para decirle con tono amargo que Diego había
vuelto a desaparecer.
—General, tenemos problemas y no sé todavía si reportarlo
al comando local. Diego ha tomado un vuelo desde el aeropuerto
nacional, pero podría haber salido en vuelo internacional. Todo
esto es extraño porque Diego tuvo que salir súbitamente de su
departamento y sin dejar dirección alguna. Nosotros lo sabemos
porque hace dos días puse a un agente local a vigilarlo.
—Probablemente con el estado de cosas es mejor que sepas
que Diego llamó a Hugo Challe hace 12 horas para decirle que
tenía el video que estamos buscando. Creo que alguien más sabe
de esto en la embajada. Entabla relación con las personas que
han estado cerca a Diego en los últimos días, él no actúa solo.
Y ve si todavía se puede hacer algo por recobrarlo.
El “Perro” pensó que era mejor esperar hasta más entrada
la mañana, antes de reportar el incidente de Almeida a la policía
y a la embajada Americana. Tenía que dar razones para haber
asignado el caso a Almeida y poder explicar alguna relación con el
presente estado del “accidentado” Mientras tanto debía investigar
más a los cercanos a Diego. Tendría que tener una buena historia
antes de hablar con Wallace de la embajada. Sabía lo perspicaz
que era y podía detectar mentiras por la inflexión de voz.
Prieto por su lado pensó que tendría que hablar con Cha-
lle y ponerlo al tanto de la situación en Perú. No sabía cómo
reaccionaría, podía estar de acuerdo con tener al “Perro” atrás
siguiendo a Diego o por lo contrario podía pensar en cómo es
que no lo había ayudado a salir del país. Esta era una situación
que se estaba tornando seria. Si no hablaba con Challe sin te-
ner todavía un plan se arriesgaba a su cólera y si le hablaba le
preguntaría ¿por qué no tenían el video ya?

*****
polvos de orquiDEA 113

En un asiento bastante posterior de un Airbus A-300 de


LAN Chile, Diego escuchaba las instrucciones de altitud del
avión, el tiempo de duración del vuelo… tan pronto alcanzaran
su altura de crucero se serviría desayuno, por ahora los pasajeros
podían descansar, relajarse y disfrutar del vuelo. Se preguntaba
¿qué había pasado? Cómo se podía saber si era por el video o
por lo que fuese que él podía ya tener orden de captura ¿Cómo
era posible?
La hermana Regenta en Iquitos… ¿habría reportado la
pérdida del video? Tenía que saber contra qué estaba luchando.
Mientras tanto debía pensar en un plan de acción para cuando
llegara a Río de Janeiro. ¿Cómo iba a poder convencer a Fer-
nandinho que en verdad necesitaba ayuda? Esto era demasiado,
¿Cómo iba él ahora a asociarse a un narcotraficante tan conocido?
él, que toda su vida había luchado contra estos sujetos, ¿Sería
mejor entregarse en una embajada? ¿Seguir hasta saber qué hacer?
¿podría “vender” el video a cambio de su libertad?
Si antes se había sentido deprimido ahora se sentía acorra-
lado. Pronto se iba a sentir violento, lo sabía, ya había pasado por
situaciones donde la violencia le aparecía automáticamente cuando
se sentía acorralado. ¿Debía llamar a Challe por ayuda o se negaría
éste por temor a verse implicado ahora que él estaba marcado?
¿Podía confiar en Challe? Y Alexander, ¿qué había hecho con el
video? ¿Lo habría entregado a alguien y de ese modo él también
estaría implicado? Decidió que primero debería comunicarse con
Alexander.
Tan pronto llegó al aeropuerto en Santiago, y mientras César
Vargas Olivera solicitaba a inmigraciones en Lima información
sobre si Diego García había salido del país. Diego se dirigió al
club Admiral de la American Airlines y llamó a la oficina de
Alexander en San Isidro. Preguntando a Bárbara si éste ya estaba
allí, la respuesta fue negativa, le dijeron que ya llamaría usando
114 paco paratore

el celular pero que todavía no sabían dónde estaba. Aunque había


salido de su casa hacía ya más de una hora.
Diego no podía llamar a la embajada y preguntar por án-
gela para que sea ella quien localice a Alexander. Tenía miedo
de implicarla. Pensó que sería mejor llamar al general Prieto en
Venezuela y preguntarle si podía solicitar ayuda para emigrar a
Venezuela, pero sabía que Prieto lo delataría a la Interpol. Más
aun, era probable que la Interpol ya estuviera recibiendo informa-
ción para su localización. Era mejor hacer la conexión con Varig
tan pronto como fuera posible y ¡llegar a Río de Janeiro!
Justo antes de entrar al avión decidió llamar al adminis-
trador de su edificio de San Borja y preguntar por el supervisor
de mantenimiento. Pedro, el supervisor, le informó que habían
entrado unos individuos a su departamento, que habían forzado
la entrada y roto muchas cosas. No pensaba que robaron nada
pero parecía que buscaban algo. Cuando llamó a la policía ésta
había sido muy lenta en reaccionar. ¿Quizás los perpetrantes del
ingreso forzado habían sido investigadores?
Desde el avión quiso llamar a Ángela pero no había
comunicación telefónica ni manera de comunicarse, no había
servicio internacional. Pero hacer una llamada local dentro de
Brasil sí era factible. Pensó mucho en qué hacer ahora, analizó
todas sus alternativas sin lograr tener un camino claro de acción.
Parecía que lo único era comunicarse con Fernandinho marcando
el número telefónico que siempre había escrito en la tarjeta de
los ramos de flores enviados a su esposa como único medio de
identificación. ¡Qué más daba! …Increíble haber llegado a este
estado de desesperación.

*****

Diego sabía de Fernandinho… Diego sabía que por él era que


polvos de orquiDEA 115

Fernandinho estaba todavía vivo. Fue el único que tuvo compasión


del narcotraficante cuando en sus tempranos 17 años, huyendo de
Brasil y ya iniciado en el mundo del narcotráfico, fue atrapado
cruzando la frontera mexicano-americana llevando una carga de
diez kilos de cocaína, en la zona remota del desierto de Yuma en
Arizona. Este cruce de la frontera, era por ese tiempo el favorito
por los ilegales porque los cruces en California y Texas estaban
muy vigilados y peligrosos. Lo llamaban el Paso del Diablo.
Los inmigrantes ilegales fueron engañados por un “coyote”
quien les había dicho que caminaran en línea recta y encontrarían
una pista de alta velocidad, que eso ya era USA. Pero, no les
dijo que el cruce ese estaba a más de 60 km y en pleno desierto.
Los ilegales no llevaban agua ni comida. La temperatura había
alcanzado 42 grados. A los cinco días 14 personas murieron de
inanición o por las quemaduras del Sol. Mientras que sólo 12
pudieron ser rescatadas por la guardia fronteriza, quienes fueron
tratadas por deshidratación y mal funcionamiento renal.
Algunos de estos ilegales nunca se recuperaron com-
pletamente de los problemas renales y todos tuvieron que ser
hospitalizados por una semana, hasta que estuvieran razonable-
mente fuertes para ser regresados a México. Fernandinho había
sobrevivido tomando su propia orina. Cuando fueron capturados
la policía mexicana de la frontera quiso golpear a Fernandinho
para acelerar su muerte y por ser brasilero… ¡y encima llevando
drogas!, dijeron.
Fernandinho estaba inconsciente cuando Diego lo encontró.
Había sido torturado y apaleado por los guardias fronterizos y
verdaderamente parecía una momia por lo quemado, seco y mal
nutrido. Diego le salvó la vida al llevárselo arrestado al lado
Americano y cuidó que se recuperara de este triste episodio. En
algo le recordaba los tiempos en que él tenía que aconsejar a
sus hermanos, todavía inexpertos en la vida.
Habían muerto un total de 106 ilegales cruzando la frontera
116 paco paratore

por el Paso del Diablo en los últimos 12 meses. En esta opor-


tunidad, otros 13 ilegales murieron. Fernandinho nunca olvidó
lo cerca que estuvo de la muerte y todos los años le enviaba
flores a su esposa el día de su cumpleaños, donde ella estuviese,
dando únicamente un número telefónico como identificación.
En los últimos 5 años ese número telefónico correspondía a
Río de Janeiro.
Diego siempre siguió con interés todos los reportes de
captura de narcotraficantes que llegaban a la embajada. Pensa-
ba que uno de esos días Fernandinho finalmente caería o sería
muerto en algún lugar por dedicarse a esta maldita actividad.
Había leído cómo Fernandinho había ido ganando importancia
en el mundo de las drogas y ahora controlaba el 50% de todas
las drogas que se vendían en Río de Janeiro. Tenía en su rol
de pagos a muchos policías y militares de Brasil. Sus aviones
entraban y salían del amazonas con impunidad. Río era su “pro-
piedad”. Los reportes decían que era tan poderoso que negociaba
directamente con los jefes del terrorismo, la cantidad de drogas
que tomarían cada trimestre las FARC Colombianas. Tenía un
negocio que poco envidiaba económicamente a los grandes grupos
financieros legales brasileros.
Pensando en todo esto finalmente se quedó dormido en el
avión. Tres horas después se despertó al sentir que ya estaban
descendiendo. Sentía la boca seca por haberse dormido con la
cabeza colgando hacia un lado y con la boca semi-abierta. Tam-
bién tenía un fuerte dolor de cabeza pero las azafatas ya habían
concluido el servicio de almuerzo y con el avión en descenso no
lo atendían ni con un vaso de agua, sólo le quedaba esperar.

*****

En la embajada en Lima, esa misma mañana ángela le


polvos de orquiDEA 117

entregaba el mensaje de Chile al coronel Wallace. El mensaje


pedía, desde Chile, que se detenga a Diego pero sin indicar el
motivo. El coronel no entendía qué pasaba, por qué los chile-
nos estaban insistiendo en algo que no podían saber. ¿Y por
qué Diego? ¿Sobre qué lo iba a interrogar? ¿Un video? De
cualquier manera Wallace llamó por teléfono al escritorio de
Diego en la embajada y al no tener respuesta se comenzó a
preocupar… cuando quiso localizar a Diego en su departamento
y no lo encontró, comprendió que no sabía dónde andaba. ¿Qué
pasa aquí?, se dijo.

*****

Mientras en San Isidro, Lima, Mariela se había puesto


una cantidad generosa de perfume Cocó Chanel y se veía de
frente y de espalda cómo le quedaba la nueva lencería “Victoria
Secrets” recién adquirida en su reciente viaje a Miami. Tenía
puesto un bikini blanco de corte alto y se veía las nalgas en el
espejo poniéndose en varias poses, sabía que le quedaban bien
pero buscaba algún motivo para volverse a ver. Caminaba unos
pasos y volvía a verse de espaldas y de perfil.
Con el brassière hizo lo mismo, se demoró más de 15
minutos mirándose desde varios ángulos y pensaba si debería
aumentarse los senos, quizás el tamaño C sería más llamativo
y así tendría a todos los hombres que ella quisiera y con ellos
venía también toda la satisfacción a sus gustos. Se sentía linda y
coqueta. Le gustaba serlo. Luego comenzó con el cabello. Alto
o dejarlo que cuelgue, ¿qué aretes se pondría?
Sólo iba a ver a su hermano para hablar de comprarle
los cuadros que él pintaba, pero a precio ínfimo, así tendría el
modo de sacarle dinero a Alexander y con la diferencia poder
financiarle el pasaje de vuelta al Perú a su esposo, a “Carlitos”,
quien la había llamado para decirle que quería verla pronto. Que
118 paco paratore

la extrañaba. Sería como antes de amoroso.


Ella sentía miedo de él, y esto le daba cosquillas de ansiedad, de
sus iras y de que Alexander se enterara de la venida de “Carlitos”…
polvos de orquiDEA 119

MIAMI

En cuanto llegó a Miami, Alexander llamó por teléfono


desde el aeropuerto para ponerse en contacto de inmediato con su
abogado y preparar un documento de veracidad y que estuviera
debidamente legalizado.
El plan que había pensado durante el vuelo a Miami
consistía en sacar una copia del video, entregar el original a la
persona que Challe indique para poder cobrar el dinero, pero
retener con él la copia para ser usada en el Perú como medio de
ganar estatura política como representante del pueblo. ¿Quizás
lo exhibiría en televisión?… ¿O lo presentaría a la prensa?…
¿Primero? Ya decidiría cómo sacar el máximo provecho de la
situación. No pensaba decirle nada de esto a Diego o ángela.
¿Para qué? Ya ellos tendrían bastante con el dinero que vendría
por intermedio de Challe.
Se dirigió al down-town de Miami por la 836 East y luego
tomó la segunda calle y estacionó frente al Hotel Intercontinental
cerca a Bayside. Miró el mar de la bahía porque siempre le había
gustado el mar tibio de Miami, lo atraía su color cambiante, el
agua salada; su madre lo había llevado bastante de pequeño al
Club Regatas en Lima donde el mar era normalmente frío pero
donde había jugado mucho con otros muchachos, cuando todavía
era inocente, cuando aún no pensaba en dinero y se sentía feliz,
aunque algo tímido con las niñas.
Subió el ascensor hasta el piso once y una vez allí se
120 paco paratore

anunció con la bella y curvilínea secretaria cubana que ya había


visto otras veces, y siempre con una sonrisa en los labios. Pero
nunca había podido entablar una conversación personal y saber su
nombre. Siempre le habían llamado la atención sus grandes ojos
negros y largas piernas. ¡Ella no lo recordaba a él para nada!
Se sentó en un sillón de cuero verde y se puso a observar los
cuadros de escenas de caza de la zorra en Inglaterra. Cuadros sin
valor aunque enmarcados en madera oscura para ayudar al aspecto
sobrio de todo el estudio jurídico. De estar constituido por abogados
de seriedad.
Alexander sabía que él y su padre habían sacado dinero
del Perú bastantes veces y estos abogados sabían de las muchas
maniobras legales para esconder dinero en las islas caribeñas y
así evitar pagar impuestos y sin ser detectados por las autori-
dades. Estos abogados eran expertos en ayudar a las personas
con problemas de exceso de dinero. Eran expertos en manejar
negocios con las islas del Caribe, donde las regulaciones ban-
carias eran bastante laxas y seguras para el “cliente”.
Apareció el abogado Nicolás Serna, sonriente y elegante
como siempre, alto, con bigotes y de unos 63 años. Caminaba con
la frente en alto, en terno de color negro y corbata roja… muy
republicano… como la mayoría de los cubanos de Miami.
—¡Alexander! Estoy sumamente complacido de tenerte otra
vez por aquí. ¿En qué puedo ayudarte?, ¿cómo están tu esposa
Sofía y tus hijos? (antes de acercarse había leído el archivo para
acordarse del nombre de los hijos y esposa).
—¡Hola Nicolás!, ¿cómo estás?… Necesito un equipo
para doblar un video pero en un lugar seguro y además debo
legalizar la copia como auténtica, pero necesito y quiero máxi-
ma confidencialidad, para lo cual se necesitan documentos que
garanticen eso.
Nicolás Serna sintió la tensión en la voz de Alexander.
polvos de orquiDEA 121

Había aprendido a ser reservado y dar confidencialidad y no


quería indagar haciendo preguntas específicas. Sabía que era al-
gún documento importante o Alexander no hubiera ido él mismo
directamente del aeropuerto a su estudio. Normalmente tomaba
dos días de vacaciones antes de hacer algún tipo de trabajo y,
de otro lado, nunca viajaba sólo. Esta vez lo estaba.
Nicolás Serna arregló todo. Un cubano especialista en Tv
vendría en dos horas con un equipo de doblamiento de videos
para el estudio y para eso ya tendría los papeles certificando la
autenticidad de la grabación. Alexander como siempre agradeció
la eficiencia y salió casi sin despedirse. Almorzaría en algún lugar
que le gustara y comenzó a pensar muy intensamente sobre qué
era eso que quería comer este día y a esta hora. Regresaría en dos
horas, de esa manera podía descansar por cuatro horas y tomar el
vuelo de regreso a Lima de esa misma noche o el del día siguiente.
Siempre planeaba bien dónde comer y cómo dormir del modo más
agradable.
Decidió ir a almorzar al restaurante español “Alberto’s” de
Alhambra Circle en Coral Gables. Una vez allí se dirigió al bar donde
vio que ya el lugar comenzaba a llenarse de hombres y mujeres. ¡él
sabía que a este lugar iban muchos cubanos y cubanas! Latinos
que gustaban de la buena compañía para comer y bailar. La
música era muy romántica: “Bésame mucho” en ese momento.
Eso les recordó a todas sus queridas y cuánto las quería y ex-
trañaba. Puso cara de pena.
Vio en ese momento entrar a Carmen vestida de amarillo.
Vestido caro a la vista, con bastantes joyas de oro en ambos bra-
zos que hacían tintineos cuando se movía a paso de rumbera o
movía las manos, lo que era muy común en ella. La cumbia y el
merengue eran su especialidad de baile pero no podía resistir un
bolero. Con boleros todo su interior se calentaba y humedecía.
Alexander había conocido a Carmen en uno de sus viajes an-
teriores, ésta creyó reconocerlo también y caminó por entre las mesa
122 paco paratore

cerca a él. Carmen era venezolana y de joven había sido muy guapa,
una esbelta figura y linda cara con cabello rubio natural. Ahora en sus
cuarentas, veinte kilos de más y con dos divorcios, se había constitui-
do en una de las fijas en Alberto’s. Buscaba compañía como se
busca alimento. No podía nunca estar sola, se deprimía; ahora
más que nunca, ahora que su única hija prefería estar con su
padre, quien ya se había vuelto a casar.
Carmen vivía sola, manejaba un BMW 325 blanco. Era co-
rrentista de bienes raíces y le iba muy bien económicamente… pero
siempre se sentía sola. Sobre todo estaba dedicada a la clase latina
de ingreso alto con quienes ella se desenvolvía muy bien. Ahora
estaba atrayendo a sus clientes hacia los grandes “administradores”
del dinero como “Morgan-Stanley-Dean-Witter y Schwalb” y se
estaba especializando en “mutual funds” tecnológicos.
Al ver a Alexander ahora de cerca, lo reconoció y se sen-
tó en su mesa muy sonriente, como lo hacía cada vez que un
proyecto era casi seguro. Después de tres rones y tres boleros,
ya los dos estaban contándose todas sus desventuras amorosas.
Como ella también se encargaba del marketing del Alberto’s,
pidió a Alexander que la acompañe al interior del restaurante
para enseñarle la cocina y lo que ella estaba haciendo para lograr
mayor publicidad del restaurante.
Se dirigieron a la cocina y de allí al estacionamiento, en
la parte de atrás… sólo para los empleados. Allí Alexander fue
requerido para que tocara los senos bastantes grandes de Carmen
y que la besase mucho. Carmen veía sin ver, sólo sentía y con
cada caricia de Alexander se sentía revivir otra vez. Sentía cómo
todo su organismo respondía y se curvaba. Entre tanto, Alexander
estaba pensando que algo magnético debía de tener él, para que
todas las mujeres siempre lo estén buscando. Se sentía dichosa-
mente macho, él era como Rodolfo Valentino de antes o el Brad
Pitt de ahora.
Lo de salir esa misma noche hacia Lima quedó posterga-
polvos de orquiDEA 123

do hasta el día siguiente. Carmen terminó yendo a dormir a su


hotel Sofitel del aeropuerto. La cama del hotel quedó bastante
desarreglada y con las almohadas, sábanas y colchas dispersas
por toda la habitación. Alexander y Carmen esa noche compar-
tieron bastante cantidad de piel y sudor.
Al despertarse en la mañana quisieron tomar un baño juntos,
pero se dieron cuenta de que eso era casi imposible dadas las
amplias dimensiones de sus humanidades. Decidieron no tener
un accidente y cada cual lo hizo a su tiempo. Pero ya cada uno
pensaba en sus propios problemas.
Después del desayuno y después de despedirse ambos como
amigos, partieron a hacer sus respectivas ocupaciones.
—¡Hasta la próxima! Me llamarás, ¿verdad?, dijo Carmen
sin realmente desearlo o quererlo.
—Alexander le dio un beso volado… ¡como en las pelí-
culas!, se dijo.
Alexander era para ella macho de sólo una noche. Alexan-
der, por su parte, salió para las oficinas del Sun Bank en Brikel
Ave. Sin volver a pensar otra vez en Carmen. En el Sun Bank
quería alquilar una caja de seguridad para depositar el video.
Ahora tenía en su fino maletín de cuero negro “Orsini”, dos
videos y los papeles de autenticidad de la copia. De allí se iría
al aeropuerto para su retorno a Lima.
El viaje de regreso a Lima fue aburrido, pero pudo dormir
bastante y hasta soñó que un gran par de senos gigantescos lo
perseguían y no había manera de deshacerse de ellos, ¡tenían
vida propia! Cuando finalmente el avión tocó tierra, el impacto
lo sacó de su medio sueño. Al salir del aeropuerto de Lima, lle-
vaba la copia del video, el certificado de autenticidad y además
la llave de la caja de seguridad en la cual había depositado el
video original.
Pensaba que todo iba mejor de lo planeado. Iría directamente
124 paco paratore

a la oficina de San Isidro para guardar el certificado, revisar los


papeles y mensajes del negocio diario y pedirle a Bárbara que
envíe la llave a Omar Montenegro. Cuanto antes pero de modo
seguro, con mensajero –¡donde él se encuentre!– luego iría a ver
a Mariela de su alma. No quería que Bárbara avise a su casa que
ya estaba él en Lima, para tener una horas más de libertad.
En camino al estacionamiento para recabar su automóvil
activó su celular y llamó a su oficina.
—¡Hola Bárbara!, ¿alguna novedad? Estoy en Lima de
regreso, ojalá no hayan problemas en la oficina porque estoy
cansado. Pero no digas nada todavía, tengo que hacer varios
asuntos. ¡Estoy en camino a la oficina, ya llego!
—No, no hay grandes novedades. Tenemos que cotizar
para un pedido nuevo a Petro Perú; también nos han solicitado
que ayudemos al programa del Vaso de Leche para los niños
del Perú. ¡Ah!, hay un Sr. César Vargas Olivera, dice ser de la
marina, quien ha estado preguntando insistentemente por usted.
Me ha pedido que le avise en cuanto llegue de viaje.
—¿Qué es lo que quiere ese Sr. Vargas Olivera, dijo algo
más?
—Sólo era con referencia a la comida de la otra noche. Esa
comida en Las Casuarinas a la que usted asistió, donde estuvo el
embajador… la otra noche. Pregunto también si el señor Diego
García había llamado aquí, en las últimas horas.
—Si vuelve a llamar el Sr. Vargas Olivera, dile que lo
puedo ver la próxima semana; esta semana estoy muy ocupado.
¿Así que también preguntó por Diego? Si llama Diego, de la
Embajada Americana, dile que estoy en Lima, pero que todavía
no voy a la oficina por unas horas. Avisa sólo a Diego de mi
retorno….solamente en caso Diego pregunte por mí.
Con esto Alexander se dirigió rápidamente a su oficina
para aclarar cualquier cosa, firmar papeles y salir cuanto antes
polvos de orquiDEA 125

para ir donde Mariela. La había dejado por dos días y estaba


ansioso por volver a verla.
La llamó a su apartamento pero no estaba; eso le molestó
mucho. ¿Cómo que no está? ¿Dónde se ha ido? ¿Habrá dormido
en el apartamento? ¿Habrá salido con alguien? ¿Habrá conocido a
alguien? ¿Será el mismo de la vez anterior, cuando fueron a bailar
a una Peña –“Brisas del Titicaca”–, y ella comenzó a bailar con
un argentino a quien le dio su teléfono? Pensaba en eso mientras
iba manejando hacia el apartamento para revisar las sábanas y
saber si ella había dormido allí; ¿sola o acompañada?
Había sólo tres cosas en la mente de Alexander que le daban
placer en la vida: dinero, comida y sexo. Al estar frustrado por
no encontrar a Mariela en el apartamento, se acordó del video y
que ya había cumplido con lo prometido a Diego y Ángela.
Decidió llamar a Ángela para decirle que la llave estaría
ya con Omar Montenegro… para que le diga a Diego… y así
continuar con el plan y cobrar, cobrar –cobrar dinero y pronto–.
Lo que más le gustaba en la vida.
Alexander no sospechaba que el día anterior –desde una
cabina telefónica–, Mariela había hablado a larga distancia y
por mucho tiempo con “Carlitos” preguntándole si ya había ido
a la oficina de Iberia, en Madrid, para reclamar su pasaje pre-
pagado a Lima para esa misma tarde. Durante la conversación
telefónica, “Carlitos” había llorado, la había insultado por dejarlo
solo en Madrid, vuelto a llorar y hablaba atropelladamente como
siempre. Bastante impulsivo y sin control de sus emociones.
Mariela se sentía bien, muy bien, ¡me quiere, se decía! Sabía
que él la quería.

*****
126 paco paratore

Eran las cuatro de la tarde del día que Alexander había


vuelto de Miami. El sol estaba brillando sobre el mar de la playa
de Miraflores. El “Perro” desde su ventana del décimo piso veía
destellar el mar y las olas romper en el muelle de pescadores
en la lejanía; mar brillante, mar de su juventud, pensaba. Donde
tantas veces había conocido lindas chicas y las había besado
sin preocupaciones, lleno de ardor de juventud; y había bebido
cerveza hasta vomitar con sus amigos. Una vez, en la playa de
pescadores, apoyado sobre el costado de una chalana de madera
de colores muy llamativos rojos y amarillos –que llevaba el
nombre del héroe “Olaya”–, había decidido ser marino… para
estar siempre cerca del mar.
Desde la playa de pescadores se veía la entrada al club
Regatas y podía ver cómo la gente de dinero entraba en grandes
autos Ford policromados y brillantes. Veía el interior del club
desde la distancia y se decía a sí mismo, que un día él también
sería bienvenido allí– y sin temores o prejuicios.
El “Perro” tenía los pies sobre su escritorio en las oficinas
de la CIA en el Perú y hasta podía oler la sal del mar. Había
estado meditando y analizando todas las circunstancias recientes.
La revisión de las cosas del apartamento de Diego no dio nin-
gún resultado. Sabía que había llegado un mensaje desde Chile
pidiendo su detención. Sabía que había estado en la comida de
Las Casuarinas y que había escapado a alguna parte.
La lista de llamadas telefónicas hechas desde el apartamento
de Diego era preocupante. Algunas a Venezuela, pero también
había sido él mandado allí recientemente. Había estado en Iquitos
también. ¿Para qué? en la embajada dijeron que para ver el plan
de vuelos del piloto. No lo creía. Diego, Ángela y Alexander
habían sido vistos juntos en la cena de Las Casuarinas. ¿Para
qué? Por qué Alexander había viajado a Miami súbitamente ­–en
su oficina no sabían para qué–, ¿y solo? Y no había señales del
video que Prieto quería. ¿Qué estaba pasando?
polvos de orquiDEA 127

Tenía que hablar con Alexander y con Ángela. Debía tener


un motivo de importancia para increpar a Alexander. Tenía que
acorralarlo, pero era un representante al Congreso con inmunidad
política. Debía llevar al “negro Julio” la próxima vez. El bruto
de Almeida había sido un niño en la forma de tratar de dete-
ner a Diego en el aeropuerto. Qué se joda, ya aprenderá. Iba a
poner al “negro Julio” como etiqueta a Alexander para ver que
averiguaba de él. Algo que sirva para ponerlo nervioso. Tenía
que descubrir qué significaba todo el lío de Diego y pronto.
Debía reportar a Prieto en lo próximos dos días y debía tener
algo positivo. No podía esperar más.

*****

El sonido del teléfono la hizo saltar de su sillón de es-


critorio. Había estado pensando que todo se derrumbaba. Ya no
tenía esperanzas de nada, sólo quería volver a ver a Diego.
¡Era Diego en la línea!, pero Ángela no quiso dar señales
de que era él. Se había identificado como Alfredo Wong un
amigo de la juventud. Diego habló rápidamente. Dijo que todo
estaba bien. Que pronto sabría si podía pedir ayuda a su amigo
del cual ya le había hablado antes. La iba a llamar pronto para
saber por qué del lío y del mensaje y casi colgó.
Ángela por su parte, tenía las manos transpirando pro-
fusamente. Sólo dijo que la llave estaba en el paso intermedio
acordado y que necesitaba darse el aviso final. Cuando Diego
colgó, Ángela miró de costado para ambos lados, por si alguien
se hubiera percatado de la llamada, pero todos los otros ofici-
nistas estaban en lo suyo.
Ángela se calmó algo y respiró profundo y se levantó para
ir al baño. Pensó que nadie se había dado cuenta de su nervio-
sismo. En el baño decidió salir inmediatamente de la oficina e
128 paco paratore

ir a cualquier sitio para no dar oportunidad a preguntas compro-


metedoras. Apagaría su teléfono celular para evitar llamadas.
El coronel Wallace– jefe de Seguridad, cuando supo que
no se podía localizar a Diego en ninguna parte pensó inmediata-
mente en Ángela y puso un “chupón” a su teléfono precisamente
esperando este tipo de llamada. Le avisaron tan pronto Diego
conectó con Ángela y conectarían la línea a línea de Santiago
de Chile. En la embajada tenían registrado el perfil fonético
de todos los operativos de la embajada para ser usados como
identificación en casos de secuestro.
Diego sabía que lo identificarían tan pronto hiciera con-
tacto con la embajada, y sabía que el personal de la embajada
polvos de orquiDEA 129

Fernandinho

Desde el aire ahora Diego podía distinguir al “Cristo del


Corcovado”, la gran estatua de Cristo construida en la cima
de una montaña muy verde. Se veía el cerro “Pao de azúcar”
redondo y verde como casi todas las montañas en esta parte del
Atlántico. Por el parlante el capitán envió el aviso de “abrocharse
los cinturones y enderezar el respaldo de sus asientos”. Río de
Janeiro, pensó Diego, qué lástima llegar en estas circunstancias,
tan distintas a cuando vino la primera vez, hacía ya más de
diez años.
Linda ciudad aunque peligrosa. El alto consumo de drogas
y lo divertido de esta ciudad diseñada para el turismo, la habían
hecho víctima de una sociedad brasilera y mundial turística que
pagaba por cualquier cosa. Se unían la falta de trabajo industrial
y la composición de gente con alto porcentaje de analfabetismo.
La pobreza y la desesperación aumentaban en los menos pudientes
y los empujaban al robo y la prostitución. Otra vez estos pensa-
mientos hicieron recordar a Diego la frontera México-USA.
El avión de Varig, luego de hacer un círculo sobre la ciudad se
había aproximado a la pista de aterrizaje, notándose la pericia del pi-
loto brasilero cuando se posó casi sin sentirse el choque de ruedas con
el asfalto. Suerte que había llamado a ángela desde Santiago. Así,
Wallace estaría pensando vigilar ese aeropuerto y no Río. Tarda-
ría un rato hasta que alguien piense en el aeropuerto de Río. De
todas maneras era mejor apurarse y salir de aduana lo más rápido
130 paco paratore

posible. Afortunadamente con tanto turista la policía brasilera no


era muy exigente en revisar la documentación.
*****

Siete años antes. El día que Fernandinho regresó de su colegio


recién acabado de terminar el último día del 6° grado de la educación
media fue de nunca olvidar. Con apenas 13 años de edad, encontró a
su madrastra semi inconsciente en la gran sala de su casa localizada
en La Alameda de Los Jardines en Sao Paulo; tenía ella la cabeza
colgando del lado del sofá, la ropa toda rasgada, un hilo de saliva
teñido de sangre salía por un lado de un labio golpeado y comenzaba
a ponerse morado.
La imagen de la madrastra era toda de desamparo y patética.
Su padre estaba todavía de viaje, en uno de sus muchos viajes
a Europa. Las empleadas estaban ambas haciendo las compras
diarias para la casa. Lo único que Fernandinho pudo hacer fue
llamar por ayuda al médico de la familia, Dr. Silva.
Felizmente la madrastra, quien había sido como una verdade-
ra madre para él y para su media hermana Duda, pudo recuperarse
de este episodio y volver a pasar momentos de familia y de alegría
durante las muchas fiestas que siguieron al incidente, y que se
daban con bastante frecuencia en sus varias casas en Brasil.
Sin embargo, Fernandinho había por primera vez enten-
dido la naturaleza de la aflicción de su madrastra. Sabía por
muchas otras conversaciones calladas que siguieron entre su
padre, amigos y madrastras que el consumo de estupefacientes
era bastante común en su medio. Comprendió que su madrastra
tenía dependencia química a los estupefacientes.
Las drogas eran parte de sus negocios; eran parte de la
política; eran parte de la vida familiar. Su padre tenía acceso a
una amplia cantidad de drogas que utilizaba en su vida como
medio normal de ganar relaciones y favores. Pronto Fernandinho
polvos de orquiDEA 131

comprendió que él también podía tener ese mismo poder en su


escuela, con los otros estudiantes, cada vez que las distribuía
a sus amigos.
También pronto reconoció que podía ganar dinero fácil.
Así a los 14 años de edad conoció la libertad de disponer de un
dinero propio. Que él había ganado. Haciéndolo además tener
control sobre otras personas y que haya gente que dependiera
de él. Esto le causaba una sensación de euforia aun mayor que
el dinero.
A través de su actividad cada vez más creciente, Fernandinho
había comenzado a aprender cómo entender la naturaleza humana.
Pronto estaba distribuyendo cantidades importantes y que lo habían
puesto en contacto directo con un gran abastecedor, el señor Tulio
Pérez, el mayor “dealer” en Río de Janeiro que, por unos días,
estaba visitando Sao Paulo y a quien conoció en una de las re-
uniones en casa de su padre. Así Fernandinho pudo desarrollar,
a los 15 años, una organización juvenil que ya abarcaba los
principales centros infantiles de diversión de su distrito: colegios,
cines, parques, etc.
El padre de Fernandinho, don Fernando Girón, era principal
accionista y gerente general de la revista de mayor circulación en
Brasil: “Picanha”. Cuando don Fernando terminó la universidad
en su nativa Campiñas, graduándose en periodismo, ya supo
demostrar un gran tino comercial e iniciativa. En ese tiempo,
inusual en Brasil, podía cubrir tres artículos simultáneamente
cada semana y hacerlos todos con gran despliegue de informa-
ción. Sabía crear interés para los diferentes y gran número de
seguidores de la revista, complementando cada artículo con fotos
e infidencias muchas veces basadas únicamente en el rumor o
para ser utilizadas posteriormente.
Sabía engrandecer a deportistas y artistas así como deva-
luar a políticos o hacer más sensuales a sus modelos, mejor que
cualquier otra revista. Su dominio de la idiosincrasia y carácter
132 paco paratore

brasilero se engrandecía con cada año que pasaba y principal-


mente durante los desfiles de carnaval, cuando planeaba fotos
“accidentales” de figuras importantes.
Como la foto de la amante del entonces presidente Franco
bailando sin ropa interior, subida en la parte alta del trono que
llevaba como reina del carnaval. Foto que fue captada justo
cuando pasaba frente a la tribuna presidencial y mostraba la
expresión del Presidente del Brasil y de su esposa, la cual ya
estaba enterada de las aventuras de su esposo, por un artículo
aparecido la semana anterior al carnaval en la misma revista.
Don Fernando había sabido educar y entusiasmar a su
público leyente cada semana. Los políticos le temían y su gente
lo respetaba. Se casó dos veces. La segunda vez con Tania, la
modelo mulata de todos sus grandes afiches de ropa interior que
“adornaban” las principales calles de Sao Paulo y Río. Tania se
convirtió en madrastra de Fernandinho y fue madre de Duda, o
quien la nombró Julia y por cariño siempre la llamaron “Duda”.
Don Fernando nunca se preocupó de Fernandinho ni supo en-
tenderlo.
Fernandinho de pequeño demostró tener mucha iniciativa y
energía pero poco sentido de responsabilidad. Había tenido varios
incidentes en la escuela por lo violento de su temperamento. No
conocía límites ni fronteras, sólo sabía actuar. Sólo respetaba
a su madrastra, quien sí supo desde muy temprano ganarse su
voluntad y mostrarle respeto como a una persona individual.
Ella entendía que los arrebatos de Fernandinho en la escuela
se debían a una gran energía mental en busca de aplicación y
uso. Su padre quiso que fuera periodista primero y futbolista
después. Pero Fernandinho buscaba control en su vida. Control
sobre los demás.
El episodio de la madrastra hizo recapacitar a Fernandinho
y ver la oportunidad de usar las drogas para controlar e imponer
su voluntad sobre los demás. Había visto a su madrastra, una
polvos de orquiDEA 133

mujer bella y normalmente imponente en todos los medios so-


ciales en que se desenvolvía, cómo descendía a lo más bajo y
se desconocía cuando estaba bajo la influencia de las drogas.
Pudo comprobar cómo durante las numerosas fiestas que se
daban en sus casas, los muchos individuos importantes, en cualquier
lugar de Brasil, perdían toda dignidad y se sometían a cualquier vejación
física o emocional. Veía a sus amantes y esposas reírse juntas.
Veía a hombres con las mujeres de sus enemigos y a éstos aceptar
la situación con resignación. Veía a grandes políticos aflorar como ho-
mosexuales y actuar como tales en situaciones por demás embarazosas
para cualquier persona ajena al medio. Su padre había entendido ésto
de joven, Fernandinho lo estaba entendiendo de adolescente.
El día que cumplió 17 años en la playa de Ipanema en Río, Fer-
nandinho conoció a Irene Hundebat, estudiante americana de música que
estaba pasando tres meses en Brasil para mejorar su conocimiento del
Jazz brasilero. Ambos, el Jazz americano y el brasilero eran similares en
sus orígenes, pero el brasilero había tenido más influencia africana del
oeste y como tal tenía unos matices sonoros que derivaban en ritmos
muy populares como el “Bosa-Nova” y como antes “La Samba”, dijo
Irene.
Irene era bella, rubia con cabello lacio largo que le llegaba
a los hombros. Su figura esbelta y bronceada cautivó a Fernan-
dinho, quien en ese momento en Río podía escoger entre muchas
bellas chicas brasileras, la que más le gustase.
El padre de Irene, profesor de matemáticas en Michigan
University estaba también en Río por unos días, y ambos fueron
invitados a una reunión que la madrastra de Fernandinho daba
esa noche por motivo de su cumpleaños y como inicio del verano
para muchos de los amigos de la música y de la moda de ropa
veraniega.
Irene fue en todo momento muy cortés con Fernandinho,
quien no pudo reprimir su admiración y un temprano apasio-
134 paco paratore

namiento surgió inmediatamente en su corazón. Había sido su


primer impacto de belleza y sentimiento varonil, que hicieron
que Fernandinho viera a Irene como todo lo buscado por él.
Sus amigos se reían de su impetuosidad y sus amigas
decían que nunca lo habían visto así. Sólo el padre de Irene
mostró cordura y le recordó a ella que midiera bien su distancia
y la diferencia de culturas. Irene por su parte sólo veía el sol, la
playa, los amigos, como nunca antes había tenido en su nativa
Michigan. Las ansias de vivir y con música cautivante era muy
brasilero, esto hacía que Irene se sintiera especialmente sensual.
Fernandinho era el medio para ir a muchos sitios por ella aún
desconocidos.
Irene cuando niña y viviendo sola con su padre, por haber
fallecido su madre durante su nacimiento, demostró siempre un
gran apego a la música. La música era la manera de olvidarse de
todo y de crear su mundo mágico propio que la podía cambiar
a su gusto. Sólo bastaba cambiar el ritmo.
Quizás este apego por la música comenzó cuando su pa-
dre, que en ese tiempo era recién profesor auxiliar y con mucha
carga de trabajo en la universidad, tenía que dejar a Irene sola
muy a menudo. Durante ese tiempo, una adolescente de 15 años
llamada Diana, vecina de ellos, tenía una colección de discos
de todo tipo. Estos siempre estaban propalando música en casa
de Irene, aprovechando el excelente equipo musical del padre.
Diana los usaba para ayudarse a pasar las largas horas en casa
de Irene. Diana fue la encargada de cuidarla desde que ella tuvo
tres años de edad.
Pero a los cuatro años de edad, Irene tuvo experiencias sensoriales
muy fuertes para su joven y vulnerable mente que cambiaron su exis-
tencia de una manera sutil, no detectada por su padre. Estas experiencias
hicieron que Irene tuviera pesadillas muy continuas cuando niña.
En estas pesadillas, Irene era siempre perseguida, sin descanso,
polvos de orquiDEA 135

y sin nunca poder escapar. En sus pesadillas y sueños ella vivía si-
tuaciones de desesperación cuyo origen no entendía y que no fueron
apropiadamente interpretados, a pesar de la ayuda proporcionada, pri-
mero por psicólogos contratados por su padre y durante los primeros
años de la universidad, después. Las tempranas agradables situaciones
de gran despliegue musical fueron seguidas por desagradables escenas
sexuales, prematuramente mostradas a sus jóvenes ojos.
Un amigo compañero de escuela de Diana, de 16 años de
edad, había comenzado a compartir bastante tiempo con ella. Era
el “boy friend” de Diana. En ese tiempo él experimentaba con
anfetaminas que eran usadas, supuestamente, para poder estu-
diar por más tiempo y así pasar sus exámenes. Las anfetaminas
también le causaban una gran excitación, que aumentaba cuando
llevaba videos pornográficos de adultos y otros de escenas muy
violentas y con mucha sangre.
Estas películas las veían muy frecuentemente y durante
varias horas, en sesiones que eran seguidas algunas veces con
juegos físicos bruscos con Diana. En estos videos, muy explícitos
en experiencias sexuales sado-masoquistas, era también mucha la
violencia y mutilación de miembros humanos con efusión de san-
gre, que la pequeña Irene veía con sus inocentes ojos. Pero la aún
niña Irene, no sólo no podía dejar de verlas, sino que eran como
un imán que le causaba repudio y excitación al mismo tiempo.

*****

—Debo regresar en un mes a Michigan y no quiero que ésto


se torne en algo más que un verano alegre, dijo Irene. Quisiera
que seamos amigos solamente y no siento todavía la necesidad
de ser más, no quiero tener pena ni sentimiento de culpa cuando
me vaya.
—¡Quiero conocerte más! Quisiera que pases más tiempo
136 paco paratore

acá. Si es necesario puedes quedarte en mi casa y luego yo puedo


ir a Michigan a estudiar para así seguir viéndonos. No te pido
más, sólo dame la oportunidad, quiero ser yo quien te haga querer
a Brasil y demostrarte que soy serio en mi manera de verte y
quererte. ¡Quiero bailar contigo y siempre verte sonreír!
En ningún momento, Fernandinho trató de pensar en “su
técnica” de influenciar a Irene como solía hacerlo con las otras
“garotas” con quienes solía ejercer su voluntad en prácticamente
cualquier situación, usando cualquier droga; tenía todas a su
disposición. Podía usar éxtasis, barbitúricos, marihuana, heroína,
opio, cocaína, o mezclas de ellas.
Tampoco dejó que ninguno de sus amigos fuera atraído
o se sintiera cercano en amistad a ella; nada de sus actividades
podían ser reveladas a Irene. Se refugio en ella como nunca an-
tes lo había hecho. Prácticamente se alejó de sus amigos y sólo
conducía su “negocio” desde la distancia, usando su automóvil
como oficina.
Así compartieron muchas experiencias de playa por cerca de
una semana. Fernandinho besaba a Irene pero no podía nunca tocarla
en ninguna forma sexual sin que ésta se tornara contraria. Con cierto
e inexplicable rechazo absurdo, algo demencial. Irene se tornaba ner-
viosa y sin explicación lo golpeaba y empujaba de mala manera, sin
dar razón y sin poder dar a entenderse. Explicarle a él cómo era ella,
o lo que sentía.
Pasaron muchas noches en la playa caminando juntos
muy románticamente, pero en cuanto estaban solos ella volvía
a sus modos de encerrarse en sí misma sin dar oportunidad a
Fernandinho para que entendiese qué sucedía, ¿por qué era así?
¿Cómo podía saber qué hacer? Esto estaba realmente afectándolo
más de lo que él se daba cuenta. Pedía explicaciones pero nunca
recibía ninguna. Tampoco podía pedir ayuda a sus amigos porque
ninguno sabía por lo que él pasaba.
Después de casi un mes, un sábado en la noche, Fernandinho
polvos de orquiDEA 137

fue al edificio al frente de la playa “Brasilia” al departamento


donde se alojaba Irene. Ahora sola pues su padre ya había vuelto
a USA. Preguntó a Irene si saldrían a bailar o a cenar primero.
Ella contestó:
—Tengo un “date” esta noche. He acordado salir con
Bob, mi compañero de clase de piano, iremos a una fiesta de
sus amigos y ya le dije que sí.
—¡No puede ser! ¿Por qué no me has invitado también?
Pienso que nos conocemos bastante bien para hacerlo, quizás
podría venir contigo e ir juntos los tres?
—Es mejor que no. Necesito pasar un tiempo con alguien
diferente. Nada cambia lo que puede ser contigo. No te molestes.
Nos vemos después, pero ahora quiero ir sola con Bob.
Fernandinho no dijo nada, sólo lanzó con fuerza al suelo una
revista “Time” que había estado tratando de leer, como modo de en-
tender más la cultura americana y como modo de empezar a aprender
más inglés. Dijo que la llamaría. Que iría a caminar solo por la playa.
Irene se dio cuenta que estaba hiriéndolo pero no dijo nada.
Lo vio dar media vuelta, dirigirse al ascensor y desaparecer.
Ella pensaba que realmente no tenían muchas cosas en común,
principalmente porque su atracción por la música era diferente.
Pero sobre todo porque ella comenzaba a juntarse en clase con
Bob, un estudiante americano de música clásica, aunque también
tenía varios CD’s de música “violenta” metálica y rap.
Según Irene, Bob sí entendía de música, era “witty”
y “funny”. Además de gracioso, le enseñó que ella era libre
como la música, que nadie tenía autoridad, que nadie debería de
mandarle, ni sus padres. Con él había probado por primera vez
una pipa de opio, en su departamento todo rodeado de velas de
colores y olores con pinturas resplandecientes que bailaban con
las diferencias de luz proyectadas por las velas.
Nunca antes había Irene experimentado sensaciones así.
138 paco paratore

Esa noche sería algo especial, había dicho Bob, fumando un


cigarillo de marihuana, a la cual era muy aficionado. Con Bob,
Irene podía sentirse relajada, libre y feliz. Fernandinho era “fun”
pero no era lo mismo. La relación no tenía intensidad suficiente,
en mucho debido a las diferencias de idioma.
Fernandinho salió triste a caminar por la playa. Allí se
encontró con su grupo. Dentro de este grupo estaban Bruno y
Rolfi, dos cinturones negros de karate que Fernandinho usaba
para cobrar deudas usando la fuerza, eran sus matones y guardias
personales. Con ellos y con su amigo Edgar Ferreira salieron a
los bares a tomar cervezas, a ver bailar a las mulatas… querían
divertirse; Fernandinho lo necesitaba más que nunca.
Fueron a Copacabana pero no a bares de música brasilera. Que-
ría oír música americana tocada con tonos brasileros de Jazz. Estaban
tomando cerveza Brahma en buenas cantidades. En eso Rolfi vio que
Bob e Irene entraban al mismo lugar de baile donde estaban ellos.
Desde la distancia los vieron reírse y pedir una jarra de
cerveza. Rolfi se percató de la situación de frustración de Fer-
nandinho al seguirle la mirada y le ofreció ir a donde estaba
Irene y mostrarle a Bob cómo se baila realmente, con un buen
par de golpes en los testículos, pero Fernandinho no lo autorizó.
Su orgullo era mayor que su tristeza.
Fernandinho trataba de encontrar la razón que tuvo para men-
tirle y no haber ido a la fiesta del amigo, como Irene le dijo. Estaba
muy resentido por la mentira, pero más contaba su respeto por Irene
que el odio que ahora sentía por la situación. Pensaba también que
estaban pagando por tener sentimientos, y que Irene aprendería de
él… el verdadero significado de lo que es realmente querer.
Después de una hora más decidieron que era mejor salir e
ir al “Bar de Tojuca”… donde siguieron tomando más cerveza.
Esto fue motivo para que Bruno comience a golpear la mesa
para tratar de romperla como demostración de sus manos enca-
llecidas por el karate. Nadie en el bar se atrevía a intervenir, ni
polvos de orquiDEA 139

sus amigos ni el administrador. Todos conocían a Fernandinho


y sabían que él pagaba todo… y si quería no pagaba nada tam-
poco. Lo veían serio, triste e impredecible.
A las tres de la mañana Fernandinho y sus tres acompañantes
fueron caminando por el malecón de la playa al “Bar Itaú”, a dos
cuadras. En este bar muy popular entre la gente joven, una banda de
música tocaba canciones muy sentimentales netamente brasileras.
Se podía ver el cielo y las estrellas por no tener el bar
techo en la parte central, justo sobre la pista de baile. Un grupo
de brasileros hombres y mujeres hacían una línea y prácticamente
todos bailaban solos y con todos, depende de cómo se viera.
Una chica de unos veinte años con bello rostro y cabello muy
negro corto, con un vestido rojo de línea simple que le llegaba
a medio muslo, bailaba con una sonrisa invitadora y parecía que
bailaba con todos, incluyendo a los espectadores, en un conjunto
total muy intenso para los sentidos.
La música tenía la particularidad de hacer a todos cons-
cientes de todos y de nadie al mismo tiempo. A excepción de un
hombre joven, bajo de estatura que vestía short de color beige y
tenía las piernas muy delgadas que bailaban con suma energía y
pasión brasilera… incansable. Parecía un maniquí mecánico en
sus movimientos, y su cara simbolizaba todo lo que es la música
del Brasil… alegría, pasión y tristeza profunda de vida.
Fernandinho ya había bebido más de la cuenta. Estaba ya muy
mareado pero sufría con la música y sentía que podía y necesitaba
beber más, hasta perder la razón. Volvieron a salir al malecón a
tomar aire pero, al hacerlo, distinguieron entre la penumbra de la
noche, nuevamente a Irene y Bob caminando juntos agarrados de
la mano.
Se cruzaron en la acera. Fernandinho sintió el olor del cigarrillo
de marihuana que ellos compartían. El olor y el significado de ésto lo
sintió en el corazón y como una bofetada en el rostro. Oyó la risa de
Irene y sin poder resistir más se volteó y quiso golpear a Bob pero se
140 paco paratore

cayó de espaldas por tanto licor bebido. Bob se rió también. Pero en
eso Fernandinho sintió, más que oyó, cómo un golpe propinado por
Rolfi partía el cuello de Bob de modo tan violento que éste no llegó
a emitir ningún sonido. Sólo cayó como un peso libre, muerto.
Irene al ver esto abrió enormemente los ojos. Se quedó
primero muda y espantada y luego comenzó a llorar y a temblar
imparablemente, todo al mismo tiempo. Edgar Ferreira inmedia-
tamente tomó del brazo a Irene, y a empujones la llevó al auto
y luego ayudó a Fernandinho a levantarse para meterlo al auto
también. Rolfi y Bruno al mirar y considerar la situación decidie-
ron salir caminando, solos como otras veces lo habían hecho, sin
mirar a los costados pero con pasos seguros. Tomaron un taxi a
una cuadra de distancia y se alejaron sin dar una simple mirada
a sus espaldas.
Solo, el cuerpo de Bob permaneció en el lugar hasta la
mañana siguiente, sin ningún curioso alrededor y sin que nadie
hubiera visto nada. Ninguno quería estar cerca para no tener que
dar declaraciones a la policía.
Fernandinho pidió a Edgar dirigirse a su casa. Allí algo
ya repuesto de los efectos del alcohol, sacó una dosis de opio e
inyectó a Irene y ambos se quedaron durmiendo hasta muy tarde
la mañana siguiente. Edgar, en cuanto los dejó en la casa, salió
de vuelta al “Bar de la Tojuca” para hacer saber que no había
pasado nada. Ni con ellos ni con la policía. Que todo se arreglaría.
Los mozos recibieron la promesa de mejoras económicas de parte
del administrador quien tampoco quería propaganda y también
quería el agradecimiento de Fernandinho por su silencio.
La policía nunca encontró nada, ni se preocupó en hacerlo.
Quedó como un asesinato más en esta gran ciudad de más de 14
millones de habitantes, tampoco se dio mucha publicidad para
no perjudicar el turismo. Como se encontró residuos de drogas
en los exámenes de sangre de Bob durante la autopsia, la policía
emitió un comunicado para la embajada en el que atribuía a la
polvos de orquiDEA 141

delincuencia común la causa del asesinato… y que también había


sido una falta de tino haber frecuentado lugares inseguros a esas
horas de la madrugada. Se recomendaba a los turistas tener más
cuidado con los lugares que visitan o frecuentan.
Irene y Fernandinho ahora sí habían encontrado la armonía
que ella quería y que Fernandinho intentó crear desde el primer
momento que la vio. Ambos se conocieron mejor. Llegaron a
intimar incluyendo sus diferentes actividades de interés; la música
de ella y el sórdido mundo de drogas que Fernandinho ahora
podía frecuentar abiertamente con ella. La atención y el respeto
que Irene tenía por Fernandinho y el cariño que él demostraba
por ella en todo momento, no fue ignorado por amigos y fami-
liares quienes veían esta relación como floreciente. Don Fernando
quería ver a su hijo ahora como un ejecutivo internacional.
Así pasaron dos meses. Ahora Irene debía volver a USA a
continuar sus estudios y cumplir con el tiempo de visa dado por
la embajada de Brasil para su estadía como estudiante. Quedaron
en verse en Michigan en dos meses más, en el verano. él iría
primero para estudiar inglés de mayo a julio. Luego pensaba
estudiar administración de negocios comenzando en el ciclo
regular de setiembre.

*****
Nada iba a cambiar los planes de reencuentro en la pareja
como la captura de Tulio Pérez, distribuidor de drogas en Río,
por la policía internacional. Con él caía toda la estructura de
narco-distribución que se había creado en Río de Janeiro.
Ahora Fernandinho, que había visto crecer solo su negocio
desde los primeros días del colegio hasta tomar gran parte del mer-
cado estudiantil del centro de Río, tuvo que verse forzado a efectuar
grandes gastos para sobornar a la policía y así mantenerse al margen
de las noticias.
142 paco paratore

Pudo eludir a la policía local gracias al dinero y a los


contactos que tenía por las muchas relaciones de su padre, pero
no a la policía de la INTERPOL que sí lo tenía en la lista de
sospechosos en el tráfico de estupefacientes en Brasil.
Un mes después, cuando Fernandinho solicitó la visa de
estudiante para USA, ésta fue denegada. Repitió su solicitud
otra vez y con la ayuda de su padre, pero nuevamente retornó
denegada. Gastando mucho dinero en mantenerse seguro en
Brasil, con la conexión de Tulio Pérez rota ya que él había lo-
grado huir de la cárcel, sin conocerse su paradero, y con Irene
ya en USA, Fernandinho con sólo 17 años de edad decidió ir
a Michigan como ilegal y volver a comenzar allí… al menos
estaría con Irene.
Para eso decidió cruzar por México y, para garantizarse un
buen comienzo económico, decidió también llevar garantía de di-
nero en la forma de 10 kilos de cocaína extra pura, que vendidos
en la calle podían darle aproximadamente de 5 a 10 millones de
dólares.
A fines del mes de mayo salió en vuelo directo Varig Sao
Paulo-México. El verano estaba comenzando en el hemisferio
norte y con temperaturas de 110°F ó 43°C en el desierto de Yuma,
México, punto que le habían indicado como el más seguro de
cruzar y donde casi pierde la vida, si no es por la intervención
de Diego.

*****
En cuanto pasó la aduana de Río y antes de tomar un taxi,
Diego había comprado un periódico en el aeropuerto para leerlo y así
poder esconderse tras él como simulando leerlo. Se dirigía al hotel
Sheraton en la playa. Desde allí planeaba llamar al número telefónico
que tenía con él y ver cómo localizar a Fernandinho. Lo importante
era salir cuanto antes del aeropuerto por ser de los más intervenidos
polvos de orquiDEA 143

por la policía.
Salió y tomó un taxi que estaba algo alejado del esta-
cionamiento principal, en la zona de vuelos nacionales. Era un
VW Gol blanco con azul, un radio-taxi, que lo llevó a bastante
velocidad a lo largo del malecón donde las losetas serpenteantes
de color negro y blanco era un marco perfecto al Sol poniente
dorado con coloraciones rojizas en un cielo azul.
Brillaba todo sobre las arenas de las varias playas que iban
pasando. La gente, hombres y mujeres muy bronceados y con ropas
de baño de color llamativo eran de admirar. Casi nadie era gordo,
a diferencia de USA donde la mayoría de la gente se nota con so-
brepeso, pensó Diego. En el transcurso del viaje, Diego tuvo tiempo
de pensar en cómo y cuándo llamaría a Challe, para proseguir con
el intercambio de la llave del casillero en Miami donde estaba el
video, por el dinero. Tenían que hacer llegar la llave a la persona
indicada. Según había dicho ángela, la llave ya estaba en poder
de Omar.
Diego llegó al hotel Sheraton pudo registrarse sin incon-
veniente y a pesar de no haber hecho reservación previa. Una
vez en su habitación del piso 11 que miraba al mar infinito,
Diego tomó un baño y bajó rápidamente al lobby para hacer su
llamada telefónica. No se atrevía a hacerla desde su habitación
por temor a una revisión posterior de llamadas hechas desde
ese número.
En el lobby del hotel habían varios teléfonos de llamada
al exterior y entrando en una cabina marcó el número de Fer-
nandinho. Nadie contestó. Volvió a llamar pero tampoco nadie
contestó esta vez. No entendía qué pasaba. Volvió a llamar y
una voz dijo que ese número no existía, que debía anteponer el
número 3 antes de marcar el número. Lo hizo y tampoco nada
sucedió. Ahora, totalmente desorientado, Diego decidió ir a tomar
un café y volver a intentarlo en unos 10 minutos.
144 paco paratore

Mientras que tomaba el café pensó en llamar a Challe por-


que no era muy tarde en Venezuela. Ambos Brasil y Venezuela
tenían la misma hora. Llamó a Venezuela e inmediatamente una
voz femenina contestó el teléfono y pidió saber quien llamaba.
Al identificarse, oyó decir su nombre y luego la voz de Challe
dijo:
—Sé por qué me llamas y qué necesitas. No te preocupes.
Sólo tienes que hacer llegar la llave a un Sr. Madero de Cali de
la fábrica “Empaques Modernos” en la zona Industrial número
3 calle sexta. Luego recibirás lo prometido. ¿A propósito por
qué me llamas desde Río? ¿Qué haces allí?
—Tengo problemas, no sé que pasó pero tuve conversa-
ciones en Lima con César Vargas Olivera y tuve que sacármelo
de encima a él y a un operativo local. Algún aviso llegó a la
embajada en el Perú. Espero continuar y terminar ésto pronto
y desaparecer.
—Quizás te pueda ayudar. Llámame en dos días. Para
entonces ya sabré lo que está ocurriendo. Siempre puedes venir
acá y serás bienvenido, no te preocupes tanto. Ahora termina lo
del video… y colgó.
Regina, quien estaba a su costado, preguntó a Challe:
—¿Qué llamada era esa?
—Diego, el operativo que viste en Caracas. Ya tiene lo que
quiero pero debemos terminar el cambio. En cuanto tenga un video
que él tiene, podré decir que lo conseguí yo… ¡será muy útil! Pero
tengo que decidir qué hacer con Diego, no quiero problemas con la
embajada del Perú por ayudarlo. Pero tampoco puedo decirles dónde
está por que él puede declarar mi relación con él. De cualquier manera
es muy pronto para ayudarlo, primero debe entregar el video. Después
ya veré.
Ahora Diego trató de hablar con el número telefónico de
Río otra vez, pero tampoco hubo respuesta a la llamada. Decidió
polvos de orquiDEA 145

arriesgarse y llamar a ángela otra vez, pero al teléfono de su


amiga Juanita, y a través de ella hablar con ángela sin despertar
sospechas.
Lo hizo y cuando ángela estuvo al habla le dio el encargo
de Challe, indicándole a quién entregar el video en Colombia. El
mensaje debería darse cuanto antes a Omar, para que entregue
la llave y así cobrar lo más pronto posible la recompensa, antes
que todo este problema se vuelva insostenible.
Diego decidió pensar más en qué forma comunicarse con
Fernandinho. Pero al abrir la cabina se encontró de pronto cara a
cara con una hermosa mujer de tez muy oscura y de una belleza
extraordinaria, vistiendo una falda y blusa blanca amarrada a la
cintura que dejaba ver el vientre de color ébano.
Ella se acercó más hacia él y, mostrándole un papel en
una mano tan fina y joyas de oro que brillaban y tintineaban
al menor movimiento, le preguntó, en voz baja pero con una
calidez extraordinaria, si el número que ella tenía escrito en el
papel, era el mismo al que él llamaba.
¡Diego miró el número y contestó que sí!. Todavía no
salía del estupor que le causaba la presencia de esta mujer tan
hermosa.
Ella lo miró fijamente y le dijo que se llamaba “Duda”,
que la siga a veinte metros de distancia por más o menos dos
cuadras; giró de inmediato y salió caminando despacio y con
mucha gracia y elegancia. La falda blanca era de material ligero,
de gran vuelo y corte alto.
Diego pudo ver la perfección de sus piernas torneadas que
se maximizaban al llevar zapatos planos. Piernas perfectas de
color bronceado negro-brillante, que unidas a sus facciones muy
finas le daba un porte de mujer europea pero de color ébano.
Mariela

El “Perro” sabía por indagaciones hechas por el ”negro


Julio” de la policía peruana de investigaciones, que Alexander
tenía dos casas más, además de la suya en la cual él vivía con
su esposa. Había podido obtener las direcciones y los nombres
de las dos mujeres que vivían en esas otras dos “casas”.
Durante el camino a las oficinas de Alexander, aproxi-
madamente a las diez de la mañana, el “negro Julio” dijo que
Alexander sabía moverse en círculos de gobierno, que tenía
suficiente dinero para darse los gustos que quisiera y que su
debilidad eran el dinero y las mujeres, en ese orden.
—Probablemente a esta hora estará yendo desde su casa
a su oficina. Después irá a ver a una de las dos: Mariela o Ma-
risela. ¿Crees que es mejor ir a la oficina o a esperarlo después
cuando vaya a ver a una de las queridas?
—Me gustaría poder cubrir los dos puntos, por si algo su-
cede. ¿Qué tal si voy a la oficina y tú vas a esperarlo por su casa
y seguirlo a una de las otras casas? Me avisas a cuál, y yo me
aparezco también. De ese modo la secretaria me verá a mí espe-
rándolo en la oficina.
—¿Dónde podríamos encontrarnos en caso algo salga mal?,
preguntó el “negro Julio”.
—Te veré en el bar de los baños turcos del Hipódromo, en caso
nos tengamos que separar. Acuérdate… lo que quiero es el video. Cueste
148 paco paratore

lo que cueste, tengo recompensa y algo se puede compartir contigo.


Con ésto se separaron y el “negro Julio” salió hacia la casa
de Alexander a esperarlo, mientras que el “Perro” ya subía en
el ascensor del edificio de la oficina en San Isidro.
Pasó más de una hora. Ambos se preguntaban qué estaba
sucediendo. El “negro Julio” decidió acercarse a la casa y pre-
guntó al guardia particular si ya los señores habían salido. Que
tenía un recado para el señor Alexander. El guardia de seguridad
lo miró y comprendió que era de la PIP y le dijo que la señora
sí estaba adentro, pero que el señor Alexander no había venido
esa noche a dormir. Aunque la señora estaba molesta, eso no era
inusual en él. Que de vez en cuando no se aparecía por la casa
hasta bastante tarde en la mañana del día siguiente.
Por su parte, el “Perro” en la oficina le preguntaba a
Bárbara, la secretaria, a qué hora vendría Alexander, pues ya
llevaba una hora esperando… ¡Ya había tomado dos cafés! Con
tanta insistencia se expresaba el capitán César Vargas Olivera,
el “Perro”, que Bárbara llamó a Alexander por el celular, pero
nadie contestó.
Ahora el “Perro” se puso de mal humor y llamó al “negro
Julio” para preguntarle qué pasaba.
—Carajo, ¿dónde anda el huevón ése? ¿Qué has podido
averiguar?
—Nada, sólo sé que no ha dormido en su casa. Voy a ir a
la casa de la tal Mariela en el bosque de San Isidro. La dirección
que te di. Nos encontramos allí o ¿voy por ti primero?
—Ven a recogerme para ir juntos, te espero abajo en la
acera, ¡Apúrate!
Después de fumar dos cigarrillos el “Perro” vio acercarse la
camioneta Toyota Montero de la PIP y entró a ella de mal humor.
En el camino el “Perro” preguntó si tenía un plan de cómo obligar a
polvos de orquiDEA 149

Alexander a ser honesto en sus respuestas. Pero el “negro Julio” sólo


sabía de usar la fuerza física como medida para atemorizar durante un
interrogatorio.
*****

Esa mañana Wallace fumaba de modo impaciente y esperaba


a ángela a la entrada de la embajada. Sabía que ella llegaría en
cualquier momento. En cuanto la vio salir de su auto la acompañó
desde el estacionamiento de autos de la embajada y le dijo que
era necesario que conversen. Que era importante que ella sepa
qué hacer en estas circunstancias tan difíciles.
ángela había visto acercarse al coronel Wallace y sintió
cierto alivio inexplicable. La noche anterior había decidido no
irse de vacaciones ni desaparecer, para no despertar sospechas
hacia su persona y poder seguir en comunicación con Diego. De
cualquier manera apuró el paso y no pudo evitar un sobresalto
de excitación por el tono de voz pero lo que dijo Wallace la
tranquilizó y le devolvió algo de la confianza… que tanto nece-
sitaba en este momento. Quedaron en encontrarse en la oficina
de la biblioteca de la embajada en 15 minutos.
ángela pensó que antes de ir a hablar con Wallace mejor
era terminar lo comenzado y llamar a Omar Montenegro a West
Palm en USA para decirle que entregue la llave al señor Madero,
en Cali, lo más pronto posible… ya que él estaría por ir allá en
esto días?, le preguntó y procedió a darle los detalles de cómo
localizar al señor Madero en Cali.
Wallace después de entrar en la biblioteca y localizar
a ángela y verla tan nerviosa, decidió hacer su acercamiento
mental a ángela en dos partes. Esta primera sería la amigable.
Tomó una taza de café y se acercó sonriendo y le preguntó
si gustaba del café de la biblioteca o si prefería una Coca cola.
ángela prefirió la Coca cola, sentía la boca seca y no podía
150 paco paratore

tener sus manos quietas. Wallace después de hablar de la co-


mida de las Casuarinas y de cómo había notado lo animado de
las conversaciones en que ella estaba con Diego y Alexander,
le preguntó si había hablado con Diego últimamente. ángela
contestó preguntándole si podía confiar en él:
—Tengo que hablar con usted de algo que es serio, pero pri-
mero quiero saber si es verdad que usted sólo quiere ayudarnos, dijo
ángela.
—Por supuesto. Tengo especial interés en que todos salga-
mos bien de todo esto. Sé que algo ocurre pero no sé que es, por
lo tanto no puedo ayudarlos. Esta mañana llegó un aviso de la
embajada de Chile pidiendo la detención de Diego, pero sin dar
explicaciones. Tengo la esperanza de que tú me puedas explicar
qué sucede y podríamos pensar en cómo ayudar. Si todavía se
puede.
—Sí, si sucede algo serio. Pero ni yo ni Diego sabemos lo que
es importante, sólo Alexander Lugo puede realmente aclarar esto.
—Pero ángela, dime al menos de qué se trata. Qué debo
preguntar a Alexander Lugo y dime también dónde está Diego.
¿Con quién está él ahora?
—Se trata de un video grabado por Vladimiro Montesinos,
donde nuestro embajador está prometiendo dinero por abastecimiento
de armas peruanas a los contras colombianos. Alexander sabe más
de ésto que yo. Sobre Diego prefiero esperar algo más antes de
decírselo.
Wallace en cuanto escuchó que el embajador estaba in-
volucrado vio evaporarse su pensión de retiro y cancelarse de
inmediato sus planes de ir de vacaciones a USA el próximo mes.
¡Se imaginó siendo interrogado por el embajador sobre qué clase
de jefe de inteligencia era él! ¡Que bajo sus narices un operativo
que trabajaba para él, estuviera involucrado en obtener un video
implicándolo a él personalmente, y a toda la política antidrogas
polvos de orquiDEA 151

americana en esta parte del continente! Sería despedido en el


acto después de ser trasladado a una prisión militar y juzgado
por inepto.
Wallace trató de dominarse y pidió a ángela que no des-
apareciera, que debía ejecutar unas medidas de seguridad en el
acto y salió apuradamente hacia su despacho.
En el pasillo se encontró con un “marine” que lo andaba bus-
cando para entregarle un mensaje recién llegado de Chile. Wallace
lo abrió y sintió, primero, que sus sospechas se confirmaban y, al
mismo tiempo, que algo positivo podía salir de todo esto. Y sin
pensarlo más salió rápidamente, no a su despacho sino a la oficina
del embajador. Cuando llegó al despacho del embajador se anunció
y, sin esperar confirmación, abrió la puerta y se encontró con el
embajador. Este levantó la cara y lo miró con expectativa.
De inmediato Wallace se refirió a todo lo ocurrido, a cómo
él estaba en la pista de algo importante y cómo sabía por qué
Diego había desaparecido. Le habló de lo sagaz de su plan;
que ya estaba enterado de la situación aun antes de que lleguen
mensajes de la embajada de Chile, y de que pronto conseguiría
el video ya que estaba en camino a interrogar al señor Alexander
Lugo para determinar dónde se encontraba éste.
El embajador pasó por una serie de reacciones sin que su cara
reflejara nada, pero al final le dijo que hiciera todo lo que estuviera
en sus manos, todo, para conseguir el video y evitar así que todos
en esta embajada se vieran mal, muy mal en Washington.
Wallace salió de inmediato hacia la casa del congresista
Alexander Lugo, porque en su oficina le dijeron que no sabían nada
de él, a pesar de que ya era el medio día. Tomó la camioneta Ford
Explorer blanca de la embajada y aceleró por la avenida del Golf
en dirección a la Universidad de Lima. Felizmente no había mucho
tránsito en esa hora de la mañana. Una vez que llegó a San Isidro
paró bruscamente frente a la casa de Alexander, y casi de inmediato
se abrió la puerta.
152 paco paratore

En la puerta apareció la esposa de Alexander. Sofía lo invitó a


pasar pero no mostró ninguna reacción cuando Wallace le preguntó
por su esposo y sin mayor titubeo, mientras sostenía una taza de
café, le dio la dirección exacta del departamento de la amante de
su esposo. La famosa Mariela… había dicho Sofía con despecho.
Hacia allí salió ahora el coronel Wallace comenzando a
preocuparse por su plan. Ojalá no se alargue demasiado, pensaba.
No había pensado que encontrar al señor Alexander Lugo iba
a ser complicado. En el camino decidió llamar a ángela para
saber cómo se sentía y si Diego había llamado. ángela contestó
de inmediato y le dijo que no, pero que Diego estaba en Río de
Janeiro y que pronto se encontraría con el señor Fernandinho.
Con esto Wallace saltó de su asiento en la camioneta, casi
embiste a un carro que en ese momento atravesaba la avenida
Arequipa, y realmente se comenzó a preocupar. Un frío sudor
apareció en su rostro, con el estómago dándole un hincón de
dolor. La úlcera, pensó Wallace. Espero que no se haya referido al
“Fernandinho” que por tanto tiempo la Interpol y la DEA estaba
tratando de capturar, se dijo. ¿Y qué hace Diego en Río?
Una vez que Wallace partió, Sofía se había quedado un rato
pensativa y de súbito entristeció cerrando la puerta de la casa.
Fijó la mirada en su hijo menor, a quien ahora había agarrado
de la mano, y quien también la quedó mirando con cariño.

*****

La noche anterior, mientras que Alexander intentaba encon-


trar a Mariela, ella recogía a “Carlitos”, su esposo, quien regresaba
a Lima desde Madrid. Mariela estaba contenta y cansada a pesar
de haber tenido que esperar cerca de dos horas por el vuelo de
Iberia en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima.
polvos de orquiDEA 153

“Carlitos”, aunque pálido y también cansado por el largo


vuelo, sonrió al verla, sólo llevaba una pequeña maleta que Mariela
reconoció de inmediato, porque era la misma que usó cuando ella
fue a Madrid. “Carlitos” propuso inmediatamente que le gustaría ir
a algún lugar para estar solos y descansar. Mariela le sugirió el hotel
El Conquistador en San Isidro, adonde se dirigieron directamente
del aeropuerto.
“Carlitos” admiraba el lindo automóvil Volvo blanco. No
podía quitar los ojos del tablero de luces y admiraba lo suave de la
transmisión y suspensión, a pesar del pésimo estado de las calles y
los muchos agujeros, sobre todo en la avenida La Marina. Al llegar
a la avenida Javier Prado, Mariela volteó la cara para verlo cuando
encendía un cigarrillo español, y pensó que se lo veía igual de varonil.
Como el primer día que lo vio parado a la entrada del cine El Pacífico
en Miraflores.
Una vez que Mariela registró la habitación en el hotel, “Carlitos”
se bañó y se metió en la cama desnudo a ver televisión con Mariela
a su costado, muy cariñosa y mostrándose en expectativa por com-
placerlo. Quería hacerle entender que lo había extrañado mucho por
no verse por más de un mes. ¡Que ella era buena! Le pidió que no
fuera tan celoso, que no pensara que ella ponía los ojos en el primer
hombre que pasara y la mirase. Que podían hacer una vida “juntos”
pero con ciertas precauciones para poder vivir en Lima. Que esta era
una ciudad tan difícil para encontrar trabajo, como él bien sabía.
Ella le explicó que quería seguir viviendo con Alexander a
quien sólo veía por momentos. Ella podía siempre ser de “Carlitos”,
pero él tenía que comprender que eso necesitaba que él compren-
da y coopere ayudando a dar la imagen necesaria de no estarse
viendo con ella. Que no era necesario divorciarse para que así él
se sintiera seguro de ella. Mientras tanto, ella podía conseguir el
dinero para los dos. Pero ese dinero vendría de Alexander. Para
eso él tenía que quererla y pensar que ella no estaba viendo a
nadie más, sólo a Alexander, a quien ella no quería, pero a ningún
154 paco paratore

otro hombre.
“Carlitos” no dijo nada. Sólo comenzó a tocarle los bra-
zos, pasarle las manos por las piernas, besarla por el cuello…
Cinco minutos más y los dos estaban haciendo el amor como en
sus primeros días de matrimonio. “Carlitos” sudando y Mariela
diciendo… ¡“Carlitos”, “Carlitos”, cuánto te he extrañado!
Después de casi dos horas, con “Carlitos” dormido y aún
con el televisor encendido, que mostraba un partido de fútbol de
España entre el Real Madrid y el Barcelona, Mariela se levantó
y comenzó a vestirse para irse a su departamento por si acaso
Alexander la estuviera buscando o que le hubiera dejado un mensaje
en la grabadora. No quería causar problemas ahora que las cosas
podían comenzar a ser como ella pensaba era el mejor arreglo
“conyugal” para todos. ¡Qué alegría que “Carlitos” estaba otra vez
cerca! Ojalá que en este tiempo de separación, haya cambiado y
que ya no sea tan celoso con ella. Salió de la habitación sin decir
nada, cerrando la puerta muy despacio y se dirigió al ascensor,
volteó la mirada para ver una vez más la puerta de la habitación
y entró en el ascensor.

*****

En Miami, en ese momento Omar Montenegro ya se encontra-


ba caminando en el aeropuerto buscando comprar el periódico “USA
Tomorrow”, para leer en el avión durante el viaje a Colombia.
Al recibir el periódico, pudo ver que había un artículo en la
primera plana cubriendo el viaje al Asia del negociador comercial de
la Casa Blanca donde, según la estrategia aplicada por el presidente
Bush, se trata de poner en competencia a los países asiáticos con los
de Latino América. Luego, en pleno vuelo, vería que el artículo decía
más o menos que a fines de 1993, los estudios del Pentágono y los
capitales globales de Wall Street habían decidido aplicar la estrategia
polvos de orquiDEA 155

Sino-México.
Según el periódico esta estrategia estaba encaminada a lograr
estabilidad económica en Asia y América. Para esto fue conve-
niente dejar el camino libre a la República Socialista de China
en la producción de exportaciones de manufacturas de “mano de
obra barata”. Pero debilitarían o anularían la competitividad de los
otros países del Asia. Así, Japón quedó por un tiempo sin espacio
económico; fue también un castigo a las compañías japonesas que
se negaban a abrir los mercados japoneses a productos “Made in
USA”. Japón había quedado claramente solo y como la principal
“víctima” del cambio de política regional en Asia.
Los países exportadores del Sudeste Asiático: Indonesia,
Singapur, Tailandia, Corea, etc. sintieron también el sufrimiento
económico de ver languidecer sus industrias de exportación; Wall
Street se había tornado más ambiciosa y agresiva en la colocación
de capitales en el Mundo. Lo podía ser porque ahora recibía de
modo continuo capitales de ahorro de jubilación de cuarenta
millones de trabajadores americanos con cuentas 401 K.
Capitales que había que invertir o prestar. Con sólo un
bufido y respiro Wall Street barrió a todos los tigres asiáticos y
creo una tremenda recesión en toda esa región… que todavía dura
de cierta manera y de la cual sólo China sobrevive pero aun más
exacerbada debido a sus muy bajos costos de manufactura.
Esa política afectaba ahora a México, que tampoco podía
competir con una China ya moviéndose sola con motivos estra-
tégicos, económicos y políticos. Siguiendo su propia estrategia
de país, con jerarquía política monolítica y con planes de ser la
primera potencia mundial.
Se presumía, en el artículo del periódico, que China podía esta-
bilizar económicamente el Asia mejor que Japón. Aunque China era
todavía un gran enigma político, al haber demostrado que no seguiría
todos los dictados de Wall Street. Concluía el artículo, sin embargo:
156 paco paratore

mejor China que los otros países menores del Asia, con dictadores cam-
biantes, fraccionados en políticas disímiles e idiomas tan distintos.
América dejaría que el comunismo chino se ahogue un
poco más en su propia retórica. Al fin y al cabo, los jerarcas
chinos estaban y seguirían estando felices mientras continuasen
en el poder. Era una apuesta peligrosa, con los países globaliza-
dos como recompensa para el ganador, pero causando grandes
pérdidas de puestos de trabajo en los países industrializados con
tecnología antigua. Brasil se defendía con exportaciones crecientes
de alimentos, precisamente al Asia, donde estaban sus principales
clientes.
El problema de qué hacer con la otra China, Taiwán, sería
otra historia y daría nuevas oportunidades de expansión global
al capital mundial.
China podía proveer un gran mercado consumidor a la
industria del capital global. Pero también podía poner normas
de tratamiento al capital extranjero que no se verían muy bien
en América. El capital global siempre está en expansión y
siempre sediento por más capital. Capital siempre en busca de
ganar mayores intereses y que atrajesen más inversionistas a
Wall Street.
Paralelamente al desarrollo en Asia, la productividad eco-
nómica en USA creció sin competencia en el mundo, estrujando
a los trabajadores lícitos o ilícitos producto de la ahora acelerada
inmigración de mexicanos desplazados en su propio país y que se
convertían en mano de obra barata para los hoteles, restaurantes
polvos de orquiDEA 157

“Duda”

Fernandinho había sido deportado de USA y enviado de


vuelta al Brasil, una vez que se recuperó de la deshidratación
y de los golpes que sufrió al haber sido capturado cruzando la
frontera con diez kilos de cocaína. Estos nunca fueron reporta-
dos y nunca se supo qué pasó con las drogas. Quizás la golpiza
que le propinaron los guardias de la frontera mexicana fue para
matarlo… y así también hacer desaparecer las drogas.
Al llegar de vuelta a Sao Paulo, fue recibido por su padre
y su hermana Duda. Su padre estaba ahora de candidato a la
presidencia del Sindicato de órganos de Información de Brasil,
posición que siempre había ambicionado y para la cual era con-
veniente no tener ninguna historia policial o situación negativa
que sus adversarios pudieran usar en su contra. La situación de
Fernandinho era preocupante por la mala prensa que se podía
generar usando las drogas como motivo de descalificación de
su candidatura.
Don Fernando pensaba evitar esa potencial situación ofrecien-
do sus servicios a algunos políticos amigos con los cuales quedaría
comprometido, y tendría que hacer algunos favores como pago en
el futuro cercano, ¿pero, cuándo no había él estado comprometido
con alguien?, pensaba. En esto su hija Duda había demostrado ser
particularmente inteligente y hábil y podría ayudarlos a él y a su
hermano.
Pensaba don Fernando que ella tenía una particular ma-
158 paco paratore

nera de ser que facilitaría el camino con gente prácticamente


en cualquier situación. El hecho de ser ella tan atractiva, de-
finitivamente era un factor. Pero era más su don de gentes, el
mantener contacto visual durante toda una conversación con
cualquiera persona. La empatía que demostraba en entender a
la otra persona, y, sobre todo, cómo sabía usar su belleza de
modo positivo. Sin causar temores o recelos en los hombres o
envidia en las mujeres.
Duda sabía identificarse casi de inmediato con su inter-
locutor. Si la otra persona fumaba, ella encendía un cigarro. Si
la otra persona era vergonzosa ella lo era más y daba confianza
al interlocutor. Sabía tratar tanto a personas de edad avanzada
como a los niños; a gente adinerada y también a los pobres.
Don Fernando estaba utilizando a Duda en su trabajo diario,
en sus revistas. Pero más para lograr establecerse personalmen-
te cada vez mejor en la alta sociedad de Sao Paulo. Duda era
muy cariñosa con toda la familia. En cuanto vio a Fernandinho
salir del avión, a su llegada a Sao Paulo después de una pésima
experiencia, una sonrisa luminosa apareció en su rostro y entró
fácilmente a la zona aduanal, sin que los guardias de inmigración
se lo impidiesen.
Salieron del terminal aéreo los tres juntos, con Duda al centro.
Mientras iban hacia el estacionamiento, don Fernando decidió no
hacer preguntas a Fernandinho sobre lo que había pasado, para no
hacer que éste se cohibiera. Quería apoyarlo y buscaría su ayuda en
forma de cooperación en las revistas. Pensaba que podrían insertar
una sección de “jóvenes’ en algunas de sus revistas y donde ambos,
Duda y Fernandinho, podrían trabajar juntos.
Duda, por su lado, había decidido unirse más a su hermano y
ayudarlo para que se restablezca pronto. Fernandinho entre tanto, pen-
saba en cómo evitar problemas policiales que todavía podían aparecer y,
además, qué hacer ahora que Irene estaba en USA y él sin poder viajar a
verla. Ante todo necesitaba dinero. No sabía si podría contar con algunos
polvos de orquiDEA 159

de los “conocidos” en Sao Paulo para usar sus canales de distribución.


Realmente tenía miedo de la policía, por ser demasiado pronto.
En eso, Duda se acercó a Fernandinho en el auto, durante el
viaje por la Avenida Trabajadores, y le preguntó si necesitaba algo
de dinero o algo especial para ella conseguirlo. También le dijo
que podrían ir a Sorocaba, al rancho de un amigo, para descansar
unos días y que ella tenía una oficina cerca, en Campiñas, que
él podía usar en caso lo desee. Fernandinho la miró con cariño,
porque siempre la había querido, desde niños. Le agradeció y le
dijo que lo pensaría, que la quería mucho, y se quedó dormido
durante el resto del viaje al centro de la ciudad.
Habían pasado ya siete años desde el accidentado regreso
de Fernandinho a Brasil. Y ahora llegaba también Diego a Brasil
buscando ayuda. Habían pasado tantas cosas en la vida de Fer-
nandinho.
Después de sólo unos días de descanso en Campiñas y Soro-
caba, Fernandinho, con apenas 18 años de edad, decidió ir a Río,
al penal de Justicia, a visitar a Tulio Pérez, ex gran distribuidor
de drogas en esa ciudad. Acompañado por Duda, lograron con-
vencerlo para utilizar su red de contactos y “lacayos”. Así habían
establecido, después de siete años de ardua y peligrosa labor, el
ahora más grande negocio de drogas que esa ciudad haya visto.

*****

El BMW negro iba avanzando raudamente por la pista


del malecón de Ipanema, con Diego sintiéndose algo inepto en
presencia de uno de los mayores traficantes en América, con
quien a pesar de sentirse unido por una situación del pasado,
que le daba garantía de amistad, no podía tener total seguridad
y hacerlo sentirse relajado en su presencia. Eran demasiadas
las situaciones y problemas y sentía que estaba descendiendo a
160 paco paratore

profundidades desde las cuales iba ser muy difícil resurgir.


En el carro BMW, Diego observaba el cuello de la her-
mosa Duda, quien se había sentado en el asiento delantero junto
al chofer. él no sabía que ahora ella era también poseedora de
una gran fortuna y poder en la otra gran ciudad de Brasil …Sao
Paulo.
Diego todavía no sabía qué pasaba en Lima. Ni cómo su
fuga sería recibida por el servicio de la embajada. No todos los
días un operativo de la ley se entrevistaba con el enemigo común.
Con uno de los mayores causantes de miseria en cualquier parte
del mundo.
Pensaba Diego en cómo comenzar su historia y cómo pedir
ayuda a Fernandinho. La belleza de Duda lo estaba comenzando a
incomodar. En eso ella se viró en su asiento y se dirigió a él con
una sonrisa de blancos dientes, y la oyó decir con voz amable y
melódica:
—Nos sentimos muy complacidos y honrados de tenerte aquí,
Diego. Quiero que sepas que puedes contar con nosotros como amigos
y como posibles colaboradores con tus planes o preocupaciones. No es
necesario que digas nada ahora… Estábamos pensando llevarte al Pub
Edwards donde podemos escuchar un poco de música y comer algo. ¿O
prefieres un lugar más discreto?… ¿Qué piensas? ¿Te parece bien?
—Gracias, sí me parece que es necesario que estemos en
algún lugar donde podamos conversar. Necesito un lugar para
poder hablar. ¿No sería mejor un lugar privado?
Entonces vamos a la casa en “Le Blonde” dijo Fernandinho.
El chofer viró en la pista y tomó el carril opuesto dirigiéndose
a la pileta Vasca, para luego tomar la Avenida Veira Soto. Des-
pués de 7 minutos de un viaje en silencio, llegaron a una casa
grande, oscura, con la entrada en forma de arco.
El chofer presionó un botón de control remoto para que el
gran portón metálico se abriera eléctricamente. Avanzó el auto por
polvos de orquiDEA 161

unos treinta metros y paró. Diego pudo notar la gran cantidad de


plantas de varios colores; sobre todo de orquídeas de diferentes
tamaños, colores y formas. Plantas tropicales que a esta hora
de la noche proyectaban sombras en todas direcciones… pero
también pudo notar unas luces de otro vehículo… los habían
seguido discretamente. Los guardaespaldas, pensó Diego.
Tan pronto Fernandinho subió unos peldaños de mármol, se
abrió una puerta de madera de color oscuro con vidrios de colores
y entraron a una sala de recibo. Fernandinho avanzó directamente
hasta un bar y pasó a la parte posterior para luego preguntar qué
deseaban beber. Mientras Diego y Duda tomaban asiento en las
butacas de cuero del frente. Duda pidió una cerveza Skol y Diego
un vaso de vino. Duda miraba a Diego con bastante intensidad y le
preguntó si el vuelo le había parecido largo; si se había demorado
en llegar al Brasil y si su viaje había sido placentero.
Fernandinho sonreía y preguntó a Diego si le gustaba su casa.
Diego giró lentamente en su taburete, miró a su alrededor y pudo no-
tar más flores, lo cual hizo que Duda, siguiendo la mirada de Diego,
dijera orgullosa que eran sus orquídeas. Que a ella le gustaban mucho
las orquídeas y que todos los arreglos florales eran de su creación.
Fernandinho ofreció ahora aceitunas negras del Perú, quesos chilenos
y nueces de Brasil.
Cuando el mayordomo se acercó, Fernandinho pidió pica-
hna fatiada para la cena. Duda pidió lo mismo pero con bastante
farofa y arroz blanco. Diego titubeó un poco y pidió costillas
de res al carbón y batata frita.
Fernandhino se paró luego y les indicó a Diego y Duda
que lo siguieran, abriendo y cerrando la puerta hacia el patio y
jardín trasero, donde se podía oír sonidos de insectos y pájaros
nocturnos; entonces dijo a Diego:
—Mira el canal del agua. Ese de allá es mi yate, se llama
“Irene”. Al otro lado del canal, ¿ves esas dos casas grandes?…
las compré para tener más privacidad. Tengo buzos que una vez
162 paco paratore

a la semana revisan y limpian el fondo del canal y del yate, ante


posibles micrófonos que la policía o nuestra competencia puedan
colocar para enterarse de lo que estamos haciendo o hablando. Te
digo esto porque sé que continúas al servicio del gobierno y sé que
tienes problemas, pero no sé la razón. ¿Puedes confiar en nosotros
y contarnos eso?
Diego le explicó entonces:
—Una vez que salí de Lima, el mes pasado, y fui a hablar
con Challe en Venezuela para darle un mensaje de la embajada,
él me propuso que localice un video donde se compromete al
embajador en Perú. En el video el embajador sostiene una con-
versación privada con Vladimiro Montesinos, de inteligencia, en
la oficina de éste, en Lima. Pude localizar el video y dispuse
su entrega a Challe, pero esto se conoció de alguna manera en
la embajada y han dado orden para mi captura. ¿Hay algo que
ustedes hayan escuchado sobre ésto, que me pueda ayudar a
resolver mi situación?
—No, no sabemos nada, pero hay varias maneras para ayudarte.
Pero siempre y cuando tú puedas aprovechar la ayuda, respondió
Fernandinho. Como sabes, tenemos un negocio que proteger y no
faltan los competidores. También tenemos que pagar a mucha gente
y eso significa que tenemos que cobrar para tener el dinero para los
pagos. Y siempre están ustedes impidiendo que las cosas resulten
bien, tanto con producto de llegada a Brasil como para disponer
del dinero que se genera; como ves, hay varios aspectos en este
negocio en que alguien como tú puede ayudar. ¿Por qué no piensas
bien lo que quieres hacer?. Mientras tanto eres muy bien recibido
aquí. Quédate como invitado y no hablemos más de esto hasta que
tú estés listo. ¿Te parece?
Con esto, Fernandinho giró sobre sus talones y caminó hacia
la entrada del comedor e invitó a que lo sigan. La comida todavía
no estaba lista y se dirigieron a tomar otra copa al bar. Cuando
pasaban cerca de la chimenea, Duda se detuvo frente a ésta y
polvos de orquiDEA 163

señaló un objeto con la forma de un tambor invertido, más como


una olla de tapa abierta que estaba justo bajo la chimenea y les
contó que era una pieza sólida de cuarzo, traída especialmente
desde Nepal cuando ella estuvo allí al fin del año pasado. Duda
había pasado dos meses en las montañas del Nepal y estaba
feliz de haber ido.
Duda tomó un pedazo de bronce con forma de lápiz y golpeó
suavemente el tambor de cuarzo. Se produjo un sonido “sordo” muy
penetrante y sonoro al mismo tiempo; con ondas de sonido que parecían
penetrar e inundar las paredes de la casa, la piel y hasta los huesos.
Diego, que en ese momento estaba admirando la cantidad de
objetos de decoración de las montañas de Nepal y de otras partes
del mundo, y lo variado de éstas, se estremeció con el sonido que él
nunca había escuchado antes. Duda pasaba ahora la punta del lápiz de
bronce por el borde del cuarzo con movimientos circulares haciendo
que el sonido se expanda y contraiga sucesivamente dando la sensa-
ción de ser un sonido sólido, que se podría tocar con las manos, que
acariciaba todo.
Diego nunca había estado tan sobrecogido por sensaciones
tan diferentes y en una casa así. Mucho de mármol y gran cantidad
de paneles de maderas oscuras. Ni nunca había experimentado
las sensaciones que Duda producía en él.
Sensaciones de misterio y proximidad al mismo tiempo.
Imaginaba que Duda entendía sus pensamientos quizás hasta
mejor que él mismo. Cuando ella hablaba parecía que sólo le
hablaba a él y que su mente escuchaba cada vibración de su voz.
Su mente estaba en un estado de confusión y alerta máxima.
En eso el mayordomo anunció que la comida estaba lista
y pasaron al comedor. A un lado, sobre una gran mesa de ma-
dera de color negro, había objetos que habían sido utilizados
para comer por muchos grupos humanos del mundo y a través
de la historia. Algunos de madera, otros de metal. Algunos eran
claramente de oro y plata. Durante la cena bebieron una buena
164 paco paratore

cantidad de vino chileno con etiqueta propia “Fernandinho Antigua


Reserva”. Diego había comentado antes que los vinos chilenos
eran sus favoritos.
Duda continuó la narración de sus fascinantes viajes a
Nepal y concluyó diciendo que en el último viaje, hubo varios
nepaleses que la llamaron por su nombre sin nunca antes ha-
berla conocido, lo cual realmente la había sorprendido. Casi al
final del viaje, mientras visitaba un oratorio, un anciano de edad
indefinida se le había acercado y tocándola fuertemente en la
frente con el índice de su mano derecha, le dijo que ella tenía
el “tercer ojo” o el poder de extrapercepción en los humanos.
Algo que se había perdido en la humanidad con el transcurso
de los milenios.
Duda había encontrado esta experiencia muy iluminadora
y clarificadora de sus sentimientos más íntimos. Dijo que des-
pués que el anciano tocó su frente había tenido un gran dolor
de cabeza que le duró por veinticuatro horas, pero que después
sintió que se había armonizado el entendimiento de su alma. Que
ahora ella estaba más en contacto con todo su cuerpo.
Diego realmente se sentía mesmerizado por Duda y por
toda la experiencia tan surrealista que estaba viviendo; que se
acentuaba en cuanto Duda lo miraba directamente a los ojos.
Duda había adquirido la capacidad de irradiar el sentimiento que
ella sentía tan poderosamente, que incluso ni ella misma medía
ni se daba cuenta de la energía que transmitía a personas con
las cuales se relacionaba. Aun a la distancia se podía sentir su
presencia como energía estática que erizaba el cabello de los
hombres y mujeres, sin saber o poder explicarse el por qué.
Después de la comida, Fernandinho pidió a Duda que le
enseñe a Diego el resto de la casa. Duda lo hizo comenzando
con una amplia explicación de las orquídeas. Le contó cómo
estas plantas hace 65 millones de años habían sobrevivido ca-
taclismos terráqueos tan devastadores que habían acabado hasta
polvos de orquiDEA 165

con los dinosaurios, pero no con las orquídeas, que aún ahora
siguen mutando y haciendo que las muten para así continuar
sobreviviendo por siempre, al amparo de alguien o algo.
Según Duda, las orquídeas ejercen gran poder sobre los
hombres y los convierten en sus instrumentos de propagación.
Usan métodos tan sutiles de convencimiento basados en los en-
cantos que ellas proyectan, como son sus incomparables colores,
exóticas formas y delicados perfumes así como combinaciones
de ellos en un total misterio. Los hombres y mujeres que tienen
un contacto con las orquídeas, sienten la necesidad imperiosa
de sembrarlas, cuidarlas y propagarlas. Se convierten en una
obsesión. En un culto.
—¿Sabes que mucho del romance con las orquídeas está
en la dificultad de encontrarlas? Muchas crecen en Perú, Ecuador,
Panamá, Brasil, Madagascar. En ciénagas que producen fiebres
tropicales o en lugares donde hay salvajes listos a matar o hasta a
comerse al invasor. Una expedición que en 1901 fue a las Filipinas
terminó con sus miembros devorados por tigres, o quemados vivos
por los nativos después de ser embadurnados en aceite. La historia
está llena de casos fatales y trágicos –añadió Duda– producidos
por celo o amor que las orquídeas inducen en los humanos.
Terminó diciendo que en la historia de las orquídeas uno
puede encontrar que muchos hombres famosos han muerto por
rescatarlas, y matado por defenderlas o por robarlas.
Diego sentía estar realmente viviendo una experiencia inol-
vidable, pero haciendo un esfuerzo miró otra vez a su alrededor
y observando una foto de una linda señorita rubia, quien sonreía
y miraba directamente a quien tomó la foto, preguntó:
—¿Quién es la persona de la fotografía?
Ahora Fernandinho que había estado muy silencioso, to-
mándose un tiempo, dijo:
—Es mi futura esposa… Nos vemos sólo de vez en cuando
166 paco paratore

y casi siempre ella viaja a Asunción, porque ella ahora vive en


Michigan.
—¡Pero sí se ven y eso es lo importante!, dijo Duda. Pronto
ella será mi cuñada, ¿cuándo será la boda?, le preguntó a su her-
mano.
Fernandinho replicó con pena:
—Quisiera que ya nos casáramos, pero mi promesa es que
cuando tenga 30 años nos iremos a vivir a Europa; ya tengo
comprada una casa en Portugal. Creo que allá nos irá bien.
—A propósito, Diego, su nombre es Irene y… ¿te acuerdas
del pasado en México? ¿La razón porque yo iba a USA en ese
entonces? ¿Te acuerdas?, era para encontrarme con ella. Pero
creo que todo ha resultado mejor de esta manera. Ya tenemos
nuestro futuro asegurado. No sé qué hubiera sido de mí si llego
a ir a USA en ese entonces. Yo era demasiado joven e impulsi-
vo. ¡Acá, gracias a Duda, hemos creado un sistema que da muy
buenos resultados!… Terminó diciendo Fernandinho y ahora,
muy contento, le pasó el brazo a Duda por los hombros.
—Siento tener que cortar esta cena realmente muy acoge-
dora, pero creo que debo volver al hotel. Los llamaré mañana,
para hablar de hacer algo específico.
Duda miró a Diego con sus profundos ojos negros y sin
quitarle la vista asintió y llamó al mayordomo para que avise
al chofer que lleve a Diego de regreso.
Cuando Diego se dirigía hacia la salida, Duda preguntó:
—Diego, ¿sabes cuál es la orquídea que más me gusta?
polvos de orquiDEA 167

“Carlitos”

Omar llegó a Bogotá en dos horas. Vuelo directo de Miami.


Después de pasar inmigración se dirigió a una de las entradas
del aeropuerto a esperar por el representante de ventas que la
compañía tiene allí para que lo llevara al hotel. Notaba la gran
cantidad de gente que usa aviones en Colombia. Probablemente
más que en cualquier otro país en Latino América debido a lo
accidentado de su geografía y al peligro de ser secuestrado si se
viaja por carretera; mientras esperaba, una señorita muy bella se
detuvo cerca de donde él estaba, parecía que ella esperaba también
que la recojan.
Era difícil ignorarla por su seductora presencia. Vestía pan-
talones negros ajustados a su muy bien formada figura, con una
blusa amarilla también ceñida como un conjunto que resaltaban
su excelente porte. Ella fumaba con cierta impaciencia, cuando
se vio caminar en esa dirección a un grupo de hombres.
El que caminaba al centro tenía una chaqueta de cuero negra
con una enorme águila de colores bastante llamativa estampada
a la espalda. Llevaba la camisa abierta mostrando la mitad del
pecho con bastantes vellos y con una serie de cadenas de oro
pendientes de su cuello. A ambos lados iban otros dos individuos
con caras de pocos amigos y bamboleándose durante su despla-
zamiento; caminaban con las piernas y brazos abiertos, parecía
que los pantalones les ajustaban en la entre-pierna o que tenían
“bolas” demasiado grandes. De cualquier manera daban sensación
168 paco paratore

de risa o de alerta a todas las otras personas presentes.


El hombres de la chaqueta negra se acercó a la señorita, quien
en ese momento sonrió ampliamente reconociéndolo. Se acercaron
uno al otro y se dieron un beso como de película. A continuación se
tornó “el águila” hacia Omar y se quedó mirándolo fijamente. En ese
mismo momento Omar decidió que este lugar no era muy seguro y
pensó en tomar el primer taxi que pasase para ir inmediatamente al
hotel, La Hacienda Real, sin esperar más por su agente y así evitar
incidentes que muy fácilmente se pueden tornar bastante desagradables
en Bogotá.
Una vez en su habitación, después de tomar un largo baño
para sentirse mejor y mientras esperaba por el agente, decidió llamar
primero a Alexander a Lima y avisarle que ya estaba en Colombia.
Que entregaría la llave que le había dejado en el hotel Holiday Inn
en Lima hacía quince días cuando llegó procedente de Cali.
Llamó al teléfono directo de la oficina pero la respuesta le
sorprendió. Una voz de hombre no muy amigable preguntó:
—¿Quién llama y para qué llama al Sr. Alexander?
Soy amigo de él. ¿Podría comunicarlo?
—¿Cuál es su nombre. Porque el Sr. Alexander no está
presente, ¿pero dígame, para qué lo llama?
No sabía si identificarse o no. Y dijo:
—Llamaré en otro momento, sólo dígale que tuvo una
llamada de Bogotá y colgó el teléfono.
No le gustó el tono del interlocutor. Se quedó pensando
si habría sucedido algo. Siempre había algo nuevo, sorpresas,
en la oficina de Alexander. Esto le molestó un poco porque
tendría que llamar después. Ahora debía ir al lobby a esperar
al agente de ventas, en caso de que ellos estuvieran tratando de
localizarlo… en Bogotá es frecuente preocuparse por motivos
de seguridad personal.
polvos de orquiDEA 169

Al día siguiente Omar salió bastante temprano a reunirse


con varios de sus clientes y en la tarde tomó el vuelo 22 de la
línea Colombiana Aces para Cali.
*****

Un día antes de la llamada telefónica de Omar a Alexander


en Lima, el “negro Julio” había llegado antes que el “Perro” a
la puerta del departamento de Mariela. Estaba sudando por el
esfuerzo y con la corbata que le molestaba porque había au-
mentado de peso y le ajustaba la camisa –debo soltar el botón
del cuello de esta camisa hija de puta–, se dijo.
Encontró la puerta entreabierta y esto lo sorprendió. Con
bastante cuidado empujó la puerta tratando de no hacer ruido
y logró abrirla completamente, pero sólo le bastó un segundo
para darse cuenta que algo terrible había pasado.
Notó la sangre que en abundancia se veía bajo la mesa del
comedor. Un chorro de sangre rojo-oscuro marcaba un trazo que
conducía a uno de los cuartos interiores. Platos, varios pedazos
de vidrio y resto de comida se veían regados por el piso, creando
una mezcla de color marrón y olor desagradable.
El “negro Julio” se pegó de espaldas a la puerta en cuanto oyó
a alguien viniendo por su espalda. Era el “Perro”, quien también se
dio cuenta inmediatamente del desorden y la gravedad de la situación.
Ambos sacaron sus revólveres y caminaron muy silenciosamente
al interior del departamento tratando de no pisar nada.
El “Perro” empujó la puerta de la habitación hacia la
cual conducía el chorro de sangre semicoagulada. Fue cuando
vio el cuerpo desnudo y ensangrentando que a medio cubrirse
con la sábana yacía con la mitad superior sobre la mesita de
noche y del pecho para abajo sobre la cama. Aparentemente
Alexander había hecho un esfuerzo muy grande para alcanzar
el teléfono, pero la gran herida que tenía en la pierna izquierda
170 paco paratore

había sangrado tanto que había dejado grandes manchas en el


piso y el cubrecama.
La fallaron las fuerzas a Alexander antes que pudiera hacer
la llamada telefónica de emergencia que tanto necesitaba. Tenía
el teléfono todavía en la mano, pero el resto del equipo estaba
desarmado en el piso al haber caído con violencia.
Ahora ambos guardaron sus revólveres y procedieron a
revisar el resto de las habitaciones y closets en busca de algo
que pudiera aclarar la situación. No vieron a nadie, aunque
todo el departamento estaba en completo desorden con cajones
y ropa por el suelo.
Era claro que alguien había salido muy de prisa. Estando
en uno de los dormitorios, oyeron unos golpes en la puerta de
entrada y ambos se miraron y acercaron sigilosamente a la puerta
del dormitorio para ver quién era.
Les sorprendió ver al coronel Wallace entrando y tam-
bién mostrando en la cara el impacto que le produjo la escena
bastante inesperada.
Todos ahora se reconocieron y hablaron casi al unísono:
—¿Qué es todo esto?, estoy viniendo a hablar con Alexander
Lugo y me encuentro con ustedes. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Alexan-
der?
—Mírelo usted mismo coronel. Parece que el señor Alexan-
der Lugo dejó de existir hace ya varias horas, y de una manera
no muy agradable, dijo el “Perro”.
El “Perro” volteó la cara y le dijo al “negro Julio” que
llame a la comandancia para que envíe la ambulancia policial
y que notifique del hecho de sangre, mientras que el coronel
Wallace, después de una rápida ojeada de 360 grados, se puso
las manos en los bolsillos y caminaba ahora unos pasos hacia
la sala, sin pisar ningún objeto.
polvos de orquiDEA 171

En eso el coronel vio un maletín negro de cuero muy


elegante sobre un sofá, y hacia allí se dirigió abriéndolo con
cuidado. Inmediatamente vio un video. Por precaución lo tomó
por los extremos de la caja, para no desfigurar posibles huellas
digitales, y leyó el título moviendo los labios… AJ061200. Pensó
que podría ser lo que él buscaba y lo puso rápidamente en su
maletín, hecho que no fue pasado por alto por el “Perro”, quien
se adelantó y acercándose al coronel Wallace le dijo:
—No creo que debamos llevarnos nada de este hecho de
sangre hasta que la policía de investigaciones halla investigado e
inventariado todo completamente, todas las circunstancias que aclaren
y ayuden a determinar cómo murió el señor Alexander Lugo.
—La policía son ustedes. Y le recuerdo capitán Vargas
Olivera, que usted también presta servicios a la embajada y en
su condición de coordinador peruano-CIA deberá colaborar con
ambas instituciones. Firmaré un recibo por este video y la policía
peruana podrá recabarlo en cuanto la embajada lo analice.
Sin decir una palabra más el coronel giró y salió por la
puerta. Mientras se alejaba de espaldas se le oyó decir en voz
alta que habría reunión en la embajada, esa tarde a las 14 horas
para analizar lo sucedido. Que era importante que el “Perro”
participe.
El “Perro” no sabía cómo reaccionar. Estaba frustrado; el coronel
Wallace era su jefe de línea y teóricamente, mientras que él estuviera
en esta asignación de colaboración con la embajada americana, debía
obedecerlo. Pero también sentía que había una divergencia con la ley
peruana, que vanamente trataba de ver cómo usar para su convenien-
cia, pero decidió no hacer nada. Ya vería cómo se desenvolvían los
próximos pasos y qué nuevas circunstancias irían apareciendo.
—¡Qué mierda!. Se le oyó decir.
Parado con el “negro Julio”, ahora a su costado, le dijo:
—¡Mejor esperamos por los huevones de criminalística y
172 paco paratore

no haremos nada ahora! Nos limitaremos sólo a esperar por los


resultados del laboratorio.
Se le notaba el mal temperamento.
El “Perro” caminó hacia la ventana y fijó la mirada abajo,
hacia el Bosque del Olivar, tuvo que reprimir su frustración al
ver que el posible video que tánto buscaba, por segunda vez se
le iba de las manos. Pensó que éstos, definitivamente, no eran
sus días de suerte.
Volteó sobre sus talones y dio instrucciones otra vez al
“negro Julio” de no declarar nada y que dijera que sólo seguía
órdenes. Que, él diría todo porque era un asunto internacional de
la CIA/DEA.
Mientras tanto, por la Avenida Santa Cruz, camino a su
embajada, el coronel Wallace estaba contento y medianamente
optimista. Mejor me adelanto, pensaba, lo de una reunión esta
tarde es buena idea, ojalá sea el video.
A pesar de haber visto a Alexander Lugo muerto y en
condición tan deplorable pensaba que con suerte podría terminar
su intervención cerrando este periodo de modo muy productivo
para él. Podría ir de vacaciones tal como le había prometido a
su esposa, fuera del Perú… ¡eso es seguro!, se dijo. Quizás las
cosas se estaban poniendo a su favor; sólo esperaba que el video
fuera el correcto, el que buscaba… Se animaba mentalmente.
Wallace impaciente decidió llamar a ángela a la emba-
jada.
—ángela, necesito verte en 15 minutos, estoy camino a
la oficina. No quiero llamadas telefónicas, y si alguien pregunta
por mí, no estoy disponible hasta mañana. Mientras tanto llama
a mi staff para tener una reunión a las 2 p.m.
Diciendo esto colgó el teléfono y empezó a meditar cómo
procedería en la reunión de la tarde, y también quería saber cómo
polvos de orquiDEA 173

era que el “Perro” estaba allí. Qué es lo que el “Perro“ sabía o


buscaba y cuál era su relación con Alexander Lugo.
La policía había llegado ya al departamento de Mariela.
Ahora procedía a levantar la escena criminal. No parecía posi-
ble que el occiso se hubiera producido, el mismo, la profunda
herida en la pierna que le había cercenado la arteria femoral y
producido la pérdida masiva de sangre y la caída de la presión
arterial casi instantáneamente, ocasionándole la muerte.
Ahora se sabía que el departamento estaba registrado a
nombre de la señorita Mariela Cabrera, con domicilio personal
registrado en la ciudad de Huacho.
Se oía a la policía dando en ese momento orden de captura
a Mariela Cabrera y se daba parte de su desaparición a todos los
organismos policiales. Que se inspeccionen todos los buses que van
al norte, en especial a Huacho. Así también, que se localice el
automóvil Mercedes Benz de propiedad del señor Alexander
Lugo… éste no se encontraba en el edificio en el lugar asignado
para su estacionamiento.
El portero al ser interrogado declaró, como información,
que la noche anterior, después de haber llegado la señorita Ma-
riela… ¡bastante tarde por cierto!…
…Se vio también llegar a un visitante, dijo el portero.
Repítame eso dijo el investigador;
—Aproximadamente a la una de la mañana llegó también
un hombre y después de identificarse por el intercomunicador le
fue permitido subir. No pude observarlo de cerca, pero se veía
alto y flaco y me pareció que estaba borracho porque maldecía
en voz baja, y casi se cae cuando trató de patear la puerta del
ascensor. ¡Estaba muy apurado o molesto!
Con lo cual la policía descartó totalmente la posibilidad de
robo por un desconocido. Y comenzaron a pensar en un crimen
174 paco paratore

pasional. La gran cantidad de objetos rotos eran pruebas de una


lucha en la cual el señor Lugo había llevado la peor parte. No se
notaba el registro minucioso de cajones o closets. Sólo un gran
desorden.

*****

Esa tarde en la embajada durante la reunión de staff de


las 2 p.m., el coronel Wallace describió los últimos sucesos
a su grupo compuesto por personal de seguridad de la CIA,
expertos en acciones anti-subversivas y antiterrorismo de la
DEA, diputado político de la embajada y personal conexo con
la policía local.
El tema de la reunión había sido “La Lucha por el Poder
Político y sus Efectos en Acciones Anti-Narcóticos”. El coronel
había buscado este título algo grandioso por que había invitado
al embajador.
El coronel Wallace presentó como evidencia la acción paralela
de el “Perro” trabajando con el “negro Julio”, como modelo de la
mejor investigación posible dentro de la sociedad política en países
del tercer mundo. Donde lo incierto en contactos, legales, ilegales
y “comprometidos” son difíciles de preverse, escoger y anticipar.
El coronel dijo que felizmente el “Perro” siguiendo un celo
usual, había detectado algo sospechoso durante las conversaciones
de muchos de los “allegados” al poder político y a la embajada.
—Caso concreto: la conexión entre el señor Lugo y un
operativo de la embajada/CIA. Siguiendo ese celo que habla de lo
excepcional, el “Perro” había llegado al departamento del señor
Lugo sólo horas después de haber sido éste asesinado.
Yo mismo, dijo el coronel Wallace, presento evidencia del
positivo resultado de la acción conjunta con el “Perro” al tener
polvos de orquiDEA 175

evidencia de la participación del señor Lugo en algo fuera de


lo normal en política, –mostrando en la mano el Vladivideo al
grupo– sin entrar en detalles de su contenido y clasificándolo
como “confidencial”, para no crear o aumentar el desconcierto
en el grupo.
Cosa que él y el embajador habían acordado horas antes de la
reunión, y después de que ambos mostraran signos de alivio, cuando
comprobaron que sí era éste el video comprometedor. Que este era el
video que buscaban y por lo cual el embajador había felicitado pro-
fusamente al coronel, sugiriendo un posible premio por la acción.
El coronel Wallace siguió con su exposición diciendo
que él también había tenido un gran resultado, al haber logrado
infiltrar al mejor operativo de la embajada no solamente en una,
sino en la que era actualmente la mayor red de distribución de
narcóticos en Sudamérica. Dicho operativo estaba ahora mismo
arriesgando su vida por el bien de la sociedad y como prueba
de la integridad del servicio de seguridad americano.
No podía todavía divulgar su nombre, pero se haría público
tan pronto tuvieran mayores noticias de la localización e impor-
tancia que había adquirido dentro de la organización delictiva.
En los próximos días tendrían que reunirse con más frecuencia
hasta terminar la operación de infiltración. Por ahora era importante
no divulgar estos hechos a nadie fuera del grupo. Un reporte completo
estaba siendo escrito en esos momentos donde se agradecía a todo el
staff por el apoyo que se dé al operativo ahora en “nivel cero”.
Esta operación contra el narcotráfico adquiría desde este momento
prioridad máxima.
La habitación estaba en silencio. Hacía tiempo que el staff
no entraba en algo tan secreto y con tanto potencial investigativo
–algo interesante estaba formándose. Todos veían o trataban de
ver cómo sacar provecho de estos hechos inesperados. Hell!!…
¡No todos los días se presentan oportunidades así, se decían.
176 paco paratore

El embajador tuvo palabras de aliento y confianza en el


staff, y en particular felicitaba al coronel Wallace y al capitán
Vargas Olivera por el trabajo en equipo, como prueba de la buena
colaboración de los gobiernos de Perú y USA. Con lo cual se
retiró dignamente para dejar los detalles de la estrategia y de los
próximos pasos tácticos a los expertos de la CIA/DEA.
—Agradecemos todas las palabras positivas sobre nuestras
acciones de los últimos días. Continuaremos nuestra investigación y
ahora el deber llama: debo ir a la Comandancia de Investigaciones
de la Policía Peruana para coordinar la búsqueda y captura de los
asesinos del señor Lugo. Con esto el “Perro” se paró y salió de la
reunión.
El capitán Vargas Olivera estaba satisfecho por el modo como
se había desenvuelto el coronel Wallace. Sabía que había mucho de
“diplomacia” en sus palabras… pero ahora tenía que ver él cómo
sacaba, también, ventaja personal de todo esto. Salió de la reunión
y decidió ir a su casa a dormir. Se sentía cansado y frustrado.
Corto fue su sueño porque al día siguiente muy tempra-
no, casi de madrugada, fue despertado por el teléfono celular.
Era el “negro Julio” pidiéndole que fuese a la comandancia de
inmediato. Una vez en su automóvil conectó el radio policial y
sintonizó la banda del interno de la policía. Al escuchar las voces
de intercambio que llegaban desde varios puntos se sorprendió del
avance que se había alcanzado ya en la captura de los asesinos
del señor Lugo. Debía ir prontamente para ver qué sucedía.
Se dirigió por la avenida 28 de julio y tomó el “zanjón”
hasta la salida de la avenida Grau, y de allí se dirigió a la 9ª
Comandancia donde se decía estaban ya detenidos los presuntos
culpables.
Al llegar a la sala de interrogaciones policiales se vio con
varios conocidos de la policía local. Intercambiaron saludos y
fue cuando el “negro Julio” le hizo señas desde el interior de
polvos de orquiDEA 177

la sala. Para allí se dirigió.


—A ver, dígame otra vez ¿cómo fue que pasó todo esto?
Preguntaba el interrogador.
—Estaba borracho, ¿recuerda que le dije que cuando mi esposa
me dejó casi dormido saqué una botella de ron del mini-bar del hotel
Conquistador y casi la bebí por completo? En esos momentos pen-
saba mucho en mi esposa y en el por qué era que ella no regresaba.
Cuando me acordé, por las direcciones de los sobres de las cartas
que ella me había enviado a España, que ella tenía un departamento
en San Isidro.
—Salí del hotel y fui para allá en un taxi. Cuando llegué
sabía que no me abriría la puerta si decía mi nombre, así que
use el de su hermano. Cuando subí y vi a Mariela, a mi esposa,
quien me abrió la puerta en bata, me di cuenta de que estaba
desnuda y no pude resistir más. La empujé dentro del departa-
mento para tener sexo con ella o para pegarle por puta!
—Pero en eso escuché la voz de un hombre en la ducha
y me di cuenta que Mariela estaba con el maldito… Alexander
¡Maricón de mierda!
—No diga palabrotas y sólo limítese a decir la verdad,
¡carajo!, le ordenó el interrogador.
—¡Está bien, pero comprenda que yo estaba muy molesto
y dolido! Cuando escuché al tal Alexander cantar me pareció que
el maldito, ¡perdón!, el señor Alexander, que en paz descanse,
se había tirado a mi esposa, con quien yo acababa también de
estar en la cama y por quien regresé al Perú. La hija de perra
recién cuando estuve acá me dijo que seguía viendo y viviendo
con Alexander, y quería que yo todavía la siga queriendo y
tirándomela!
—¿Y qué pasó cuando usted escuchó la voz del señor
Alexander?
178 paco paratore

—¡Me dirigí a la ducha, pues, mierda!


—Traté de impedir que este zopenco fuera a la ducha
–intervino Mariela– pero él me empujó contra la pared y hasta
perdí algo la razón, hasta ahora veo lucecitas…
Si no es por la intervención del interrogador, “Carlitos”
casi le pega un puñete a Mariela allí mismo… continúe le dijo
el interrogador a “Carlitos”, y ¡compórtese! le ordenó.
—Me metí en la ducha para sacarlo a golpes, pero el
cerdo tenía la piel muy resbalosa por el jabón y nos caímos los
dos y él encima mío. ¡Casi me mata, pesaba el maldito gordo,
y lo empujé! Pero él se dio cuenta que yo no estaba bien y me
empujó contra la pared de la ducha y me quiso ahogar bajo la
ducha. Desde el suelo lo pateé en los huevos y salí hacia el
comedor.
—Siga, dijo el interrogador.
—Allí vi el cuchillo que estaba sobre la mesa, y también
noté que habían unos quesos medios comidos. Cuando vi los
quesos pensé en lo blanco de la piel del maricón de mierda de
Alexander. Decidí cortarle los huevos como si fueran quesos
para que no ande tirándose a mi esposa.
Cuando giré con el cuchillo dirigiéndolo hacia abajo, él,
Alexander, ya estaba a mi espalda y queriendo tomarme por la
garganta. Cuando estaba, creo, cortándole el huevo izquierdo,
en realidad por mala suerte le había clavado el cuchillo dentro
de la pierna y le corté algo, porque salió mucha sangre.
Con eso me asusté y le dije a Mariela que mejor me iba
a dormir a otro sitio. Que me llevara. Ella estaba llorando,
así que le di un zamacón en los hombros para animarla y me
acordé que ella tenía un buen auto. Le dije que me llevase a
Huacho para estar con mi familia, ¡con mi vieja!… Ustedes ya
saben que después tuvimos el accidente en Pasamayo y aquí
polvos de orquiDEA 179

estamos. ¡Jodidos!
—¡Bien jodidos!, le afirmó el interrogador.
Desde atrás se oyó cuando el “Perro” le preguntó al “negro
Julio”… ¿Qué pasó en Pasamayo?
El interrogador describió el accidente:
—Han habido accidentes múltiples por causa de la neblina
y por culpa de los pendejos estos, “Carlitos” y Mariela, que
habían decidido estacionarse para dormir a un costado de la
carretera y en medio de la niebla. Ya todos los periódicos tenían
la descripción de los accidentados y sería leída por la mañana.
—Algo así había pasado: el auto Mercedes Benz se esta-
cionó sobre la berma en el kilómetro 64 de la carretera norte. A
eso de las 3:30 a.m. un bus de la línea Paraíso de placa U-1100
con 35 personas a bordo perdió el control al ver al Mercedes y
por la pista resbaladiza, ¡se volcó!
–No sólo esto, –continuó el interrogador con la descrip-
ción–, porque luego un camión que llevaba 30 toneladas de
triplay embistió al bus volcado y como resultado hay más de 4
muertos y 11 heridos. Y eso que horas después otros dos buses
chocaron en la misma localidad, pero eso ya no fue culpa de
este ¡cabrón!… la policía y los bomberos deberían fusilarlos por
imbéciles. Los policías y los bomberos tuvieron que trabajar toda
la noche removiendo heridos y cadáveres. ¡Y estos dos casi no
notaron lo que causaron por quedarse dormidos!
–A propósito, qué pinturas eran esas, las que estaban en
la maletera, preguntó ahora el interrogador a Mariela. ¿Las
estaban robando?
—No sé de qué pinturas me habla y por favor, no me
grite, por que ya estoy muy asustada, dijo Mariela.
—La de la niña cuzqueña y la otra que parece un Renoir.
Le aclaró el interrogador…
180 paco paratore

El “Perro” ya había escuchado bastante. La policía se en-


cargaría del resto. Ahora salió y se dirigió a su oficina a tomar
desayuno y pensar qué hacer. Tendría que llamar a Wallace y
coordinar los siguientes pasos.
polvos de orquiDEA 181

“Orquídea negra”

En su oficina de la calle Paulina, frente al aeropuerto de Vi-


racopos en Campiñas, Sao Paulo, Duda estaba preparándose para la
reunión semanal de la financiera de la cual ella era la Presidenta. Se
miraba en el espejo el muy bien cortado vestido blanco que era su
principal color. Duda era muy particular, porque al mismo tiempo
exigía que los otros miembros de la mesa directiva se vistan de ri-
guroso color negro en todas las reuniones. Para mantener disciplina,
decía ella.
Ahora, miraba unas hojas de cómputo y comía un pan de queso
con café tinto. Pensaba en cómo había tenido tantos buenos resultados
en la formación de la Financiera “Orquídea Negra”, legalmente sin
fines de lucro. La Financiera fue fundada a comienzos de los años ’90
usando contactos de su padre en el entonces gobierno del presidente
Collor de Mello. Ahora ya tenían más de 7 000 miembros y para el
2003 ya habían hecho transacciones por más de 68 000 millones de
dólares.
La idea de hacer la Financiera había sido de ella. Cuando
Fernandinho le planteó la idea de tomar la distribución de Tulio
Pérez en Río, cinco años antes, ella estuvo de acuerdo. Pero
le había sugerido que debía partir el negocio en tres funciones
muy separadas. Importación, distribución y lavado. La impor-
tación debía de hacerse en un lugar cercano al Brasil, pero no
en Brasil.
Después de varios días de discusiones y conversaciones el
182 paco paratore

plan de Duda fue el adoptado. El plan era simple: importación de


las drogas de Colombia a Asunción, Paraguay, país, con amplios
lazos comerciales con Brasil. Era conocido que gran cantidad de
productos de Europa o hacia Europa pasaban legal e ilegalmente por
Paraguay. Esto facilitaba el tipo de comercio que tenía en mente.
Duda propuso que el producto procedente de Colombia fuera
exportado por ellos ahora, a Europa. Un porcentaje de éste se que-
daría para distribución y lavado en Río, usando el sistema que ella
iba a crear.
El razonamiento de Duda era evitar a USA en todo lo posible
porque los mayores esfuerzos anti-drogas eran americanos, no euro-
peos. Los europeos eran más pasivos hacia el consumo de drogas en
general.
Para la distribución en Río ella pensaba que el mejor modo
era evitar los grandes distribuidores y traficantes. Duda “sabía”
que el futuro estaba en el micro-tráfico y la micro distribución…
así, muchos tienen intereses pero pocos tienen poder, aseveraba
Duda.
El sistema había tenido un éxito inmediato. Eso le gustaba a
ella, y por eso sonreía ahora. Contrariamente a Tulio Pérez, quien
le había dado mucho valor al tráfico y venta de drogas al por
mayor. El principal objetivo y preocupación de Duda fue siempre
cómo lavar legalmente el dinero, para no dejar huellas, y así no
tener problemas.
Para eso había tenido que utilizar dos bancos del extranjero
y los deseos de miles de gentes pobres que se beneficiaban de
préstamos de interés social de fácil obtención e intereses bajos.
Para “personas pobres”, afirmaba muy complacida Duda.
Muchos de estos ahorristas analfabetos, ni sabían que tenían
cuentas corrientes en la financiera. Ella sí lo sabía todo, porque
¡ella era la orquídea negra! …y en eso pensaba.
Todo había sido más fácil y de gran resultado gracias a un
polvos de orquiDEA 183

programa de computación ideado por Duda. Este programa cambiaba


los códigos todas las semanas, usando códigos que sólo ella sabía.
Pero siempre le preocupaban estos mismos buenos resultados por
el excesivo flujo de caja que reportaban. Duda sabía que todo tiene
un límite.
Sabía que los inspectores federales de impuestos ya es-
taban investigando la financiera debido a lo complicado de sus
operaciones. El coordinador fiscal de la Receita Federal, Paulo
Ricardo Cordeiro, había enviado notificaciones a la administra-
ción de la Orquídea Negra avisándoles de la investigación que
se estaba haciendo a los dos bancos extranjeros corresponsales
y solicitando los catastros de los miembros participantes.
Específicamente buscaban a los miembros “laranja“ como se
conocía internamente a los miembros fallecidos o ficticios. Duda
pensaba que no se podía crecer mucho más. Mucha visibilidad
se decía ella misma. No quería ampliar los “pagos” que tenía que
hacer a la gente de la Receita Federal para mantener el silencio.
Miró otra vez la lista de la computadora y decidió cambiar el
código ahora a orquismascula. El código consistía en comenzar
con una letra del nombre de la orquídea escogida en relación con
el número del mes. La letra que ocupaba el lugar del número
de mes de agosto(8), era ahora la letra “A”. Luego continuar
con la siguiente letra del nombre escogido. Así, durante el mes
de junio, mes 6 del año, la letra de la palabra que ella escogió
era “S”, esta letra se volvía en el código ahora la “A”. Tomaba
también el número cero. La siguiente letra de la palabra, letra
“M”, sería la letra “B” y el número 1.
Cuando se llegaba al final de la palabra se seguía con la letra
consecutiva del orden alfabético siguiendo su orden natural. En la
computadora Duda tenía registrados más de 5 000 nombres de orquí-
deas con más de 12 caracteres para escoger cuál usar de entre ellos.
Así, todos los nombres de los miembros cambiaban con cada cambio
en la computadora. Los números de sus documentos registrados eran
184 paco paratore

ahora letras.
Duda podía cambiar el código varias veces por mes. En un
instante podía referirse al nombre y documento de identidad correcto
con sólo apretar la tecla “Home”. Nadie nunca sabía cuánto dinero
tenía depositado aunque todos los miembros de la Financiera reci-
bían dividendos/intereses pero en forma de número equivalente de
“semillas”, cada mes con valor establecido en dólares pero pagado
en reales.
El dinero era enviado o depositado en la dirección que se había
dado al asociado. Los préstamos se hacían en dólares y los pagos de
dividendos/intereses en reales. La financiera con este motivo estaba
siempre cambiando reales y dólares en el mercado formal.
Cuando se enviaba los pagos al exterior eran siempre en
dólares limpios de toda sospecha. La Financiera generaba una gran
cantidad de reales cosa que apreciaban los bancos corresponsales
que podían ahora intercambiar sus dólares en el extranjero con
los reales en Brasil. Todos ganaban, pensaba Duda.
El contar equivalente de semillas era también simple. Así,
durante el mes de junio una semilla era $ 10, dos semillas $ 20,
pero a partir de 10 semillas el valor era de $ 12 por semilla. Una
persona que tenía 4,8 semillas tenía $ 48. Una persona con 22,3
tenía $ 267.60. El siguiente mes el equivalente de una semilla
podía ser $ 8 dólares, etc. El propósito era que nunca una persona
podía reclamar una cantidad exacta de dólares aunque recibiese
un “equivalente” en semillas cada mes en forma de dólares.
Todas las personas que entraban a la familia de la Orquídea
Negra ganaban bastante dinero, pero mientras la organización lo per-
mitiese y nunca se podía proyectar por estar cambiando cada mes el
valor de la semilla. La organización daba el valor de la “semilla” a
voluntad y las personas firmaban un contrato estando de acuerdo con
toda esta práctica.
Además Duda había creado tres tipos de miembros, llama-
polvos de orquiDEA 185

dos de “pétalo” o sea el consejo directivo de la Financiera. Estos


ganaban una cantidad en forma de salario cada mes y formaban
el consejo directivo que administraba la organización.
Los miembros de “pistilo” eran todos los empleados de la
Financiera, quienes ganaban sueldo por el puesto administrativo
que desempeñaban pero además una comisión extra por el nú-
mero de miembros que pertenecía a su división. Mientras más
grande la división en número de miembros, era también mayor
la comisión.
Y por último las “esporas”. Estas esporas eran todos los
asociados-contribuyentes en la Financiera quienes a su vez se
dividían en “Vi” para los miembros vivos, “Pa” para los miembros
pasivos y “Re” para los miembros reproductores; estos últimos
eran escogidos sólo por los miembros “pétalo”.
Todo miembro “Vi” era requerido con inscribir a miembros “Pa”
o “laranga” como la policía trataba de reconocerlos. Sólo se requería
la documentación correspondiente y una dirección para enviar los
números de equivalentes de “semillas” que habían ganado ese mes.
No se necesitaba gente viva… sólo documentación actualizada.
Cada vez que una espora “Vi” llevaba a un nuevo miembro
“Pa” ganaba “semillas” de premio. El premio variaba de acuerdo
al mes y al número de miembros con que había contribuido,
disminuyendo la “semilla” a medida que aumentaban para así
promover a otros miembros a traer más esporas “Pa”
Todos los miembros de la Financiera podían depositar dinero,
el que era convertido en “semillas” al momento de la inscripción
pero recibían un préstamo inmediato, inscrita la misma cantidad en
dólares, pero pagado en reales. Este préstamo podía ser devuelto
con diferentes porcentajes de interés según su clasificación. Los
“Vi” tenían un interés similar al sistema bancario.
Los miembros “Re” eran los más valiosos. Estos eran los
encargados de pedir préstamos y se comprometían a devolver
el préstamo a un interés muy alto; estas esporas recibían un
186 paco paratore

comprobante-orden que tenía un número-código el cual les


permitía ir frecuentemente a Asunción en Paraguay, al depósito
de drogas de Fernandinho, y recoger una cantidad de droga
equivalente al comprobante que había recibido de la Financiera.
Esta espora regresaba ahora a Río llevando las drogas que serían
subdistribuidas en bares, playas, discotecas, hoteles, escuelas,
parques, etc., es decir vendidas en su sector, y devolverían el
préstamos pagando el alto interés pactado, acorde justo con sus
altas ganancias.
La Financiera valoraba a todas sus esporas. Los “Pa”
eran “asignados” internamente “semillas” de depósito y présta-
mos y servían para “dispersar” las ganancias de la Financiera
y enviarlas a direcciones muchas veces ficticias, y además en
el extranjero.
Duda ahora miraba la última remesa enviada a un misionero
estadounidense que había salido del país en 1992, pero cuyo
nombre era utilizado en la red de cuentas bancarias como si to-
davía viviese en Brasil. En promedio estos testaferros “laranga”
tenían alrededor de dos millones de dólares en sus cuentas.
La Financiera también poseía compañías de servicios. Servicios
de Agencia de Importación-Exportación. Estas podían ser de importa-
ción de flores y alimentos, contratistas para equipos de constructoras de
casas, limpiezas, distribución de productos farmacéuticos y ropa.
Usándose el principio de ser una organización sin fines de
lucro y profusamente religiosa, la financiera promovía los présta-
mos para casas, la organización de muchas fiestas religiosas y de
carnavales. Hacía préstamos para pagos por motivos de salud o
estudios, etc., préstamos que eran canalizados a las compañías de
servicios que podían ganar o perder dinero de acuerdo a la conve-
niencia del mes.
Las compañías de servicios también solicitaban préstamos para
hacer pagos de importaciones, principalmente de Asia, donde tenían
varias cuentas hechas con el fin de dejar dinero en el extranjero. Duda
polvos de orquiDEA 187

pensaba que la idea de hacer a la Financiera una entidad sin fines de


lucro había sido perfecta, porque les permitía canalizar ganancias al
extranjero sin tener nunca necesidad de probar sus pérdidas o ganancias
y cumplir así con las leyes contables vigentes del país. Esto era fácil
de hacer usando el valor de la “semilla” como regulador. ¡Pero aun
así los valores eran altos y cada vez más difíciles de esconder!
Duda tomó todo su café, se miró una vez más en el espejo
y salió hacia el salón de reuniones, el cual tenía el techo pintado
con colores muy tenues pero alegres simulando colores y tonos
de orquídeas. Pero las paredes y el piso eran principalmente de
matices de color negro. Mármol era el material preferido y era
evidente en la gran mesa y sillas que los miembros “pétalos”
ocupaban.
Los miembros de la directiva eran profesionales que manejaban
varias operaciones de la Financiera y de las compañías de servicios.
En el pasado, Duda había tenido que hacer “desaparecer” a uno de
ellos mandándolo de servicio a una oficina lejana que tenían en Tai-
landia para la exportación de muebles de madera de tipo artesanal. Ese
miembro se había tomado libertades mayores tratando de averiguar
más datos del catastro que los necesarios en su función, acción no
atribuida al puesto.
La disciplina del negocio era sumamente seria en manos
de Duda. No se aceptaba ninguna desviación y todos eran muy
conscientes de esto. Para eso ganan cantidades extra-altas, les
decía Duda, quien con sus ojos penetrantes negros y sonrisa blanca
que se delineaba claramente en su tez oscura, daba siempre la
impresión de estar leyendo la mente de su interlocutor.

*****

Diego se encontraba ahora sentado a la derecha de Duda en


el salón de la dirigencia; ella había invitado a Diego a la reunión de
188 paco paratore

esa mañana. Curiosamente para Diego, ninguno de los miembros de


la directiva dijo su nombre y todos eran relativamente jóvenes.
Sólo el señor de edad bastante avanzada, pequeño de cuerpo,
que se había presentado como el abogado de la Financiera sonrió
y se paró para estrechar su mano diciendo: –mucho gusto, soy
el Dr. Narciso Nacarato. Diego notó lo agradable de su sonrisa
y pensó que debía tener cerca de 80 años.
Diego se mostraba muy serio y estaba tratando de enten-
der cómo podía encajar en esta organización, y cómo haría para
poder cumplir con el requerimiento del coronel Wallace sin herir
a Fernandinho o a Duda a quienes realmente apreciaba. Se daba
cuenta que el trabajo en la Financiera, aunque le hubiera gustado
estar en la ciudad y cerca a Duda, caía en otro campo, el cual
no entendía.
Diego estaba además algo incómodo en este lugar tan
diferente de los medios de acción de campo abierto conocidos
por él, siempre había sido un operativo de exteriores, no de ofi-
cina. Las paredes de la habitación parecían tener varios relieves
tridimensionales, como si estuvieran “infladas” por partes por
todo el trabajo de decoración de diferentes escenas de la selva,
pero pintado tan sutilmente con prácticamente un solo tono
cromático, en su mayoría en color negro o gris de diferentes
intensidades.
Para distinguir las formas se tenía que fijar la mirada en
un solo punto hasta que la escena comenzaba a aparecer en
el foco óptico. Diego no sabía si había cámaras y micrófonos
escondidos, camuflados en estos diseños.
Sólo un gran círculo de metal plata, a manera de emble-
ma, estaba colgado de una pared justo a la espalda de Duda.
El círculo tenía grabado una pirámide y dentro de la pirámide,
en lapizlázuli, estaba dibujado un gran ojo que parecía observar
toda la habitación al mismo tiempo. Felizmente estaba aquí sólo
polvos de orquiDEA 189

“doble juego”

La noche anterior en el hotel Sheraton. En cuanto Diego


regresó de la cena en casa de Fernandinho e iba caminando por
el “lobby” del hotel, sintió que un hombre que por coincidencia
también caminaba en su misma dirección, le decía:
—No te voltees y sigue caminando. Anda a tu habitación
y luego baja a la sauna en el sótano–. Todo esto es por parte
del coronel Wallace. Haz caso, te esperamos allí.
Diego se sorprendió. Tuvo un miedo súbito, pero pensó
que el mencionar el nombre del coronel era suficiente prueba
de ser un mensaje fidedigno; que su situación era muy precaria
como para ignorarlos. Si hubieran querido arrestarlo lo podían
haber hecho sin tanta precaución para hablar con él.
Rápidamente se dirigió al ascensor del hotel y a su ha-
bitación y de allí después de tomar una toalla bajó a la sauna.
Cuando llegó y miró el gran gimnasio con algunas personas
haciendo ejercicios a estas altas horas de la noche no supo qué
hacer pero el empleado del gimnasio se dirigió a él y le sugirió
tomar un masaje por unos de los mejores masajistas de Río.
Diego aceptó sin saber si estaría haciendo bien. Si estaba
siguiendo algún plan previsto… y pasó a una salita cuadrada
pequeña. En cuanto entró vio una mesa de masajes y algunas
sillas. El lugar olía a aceite de eucalipto, pero también vio a dos
hombres altos y fuertes con rasgos de brasileros que le hicieron
190 paco paratore

señas para que no haga ruido. Uno de ellos abrió una pequeña puerta
por donde pasaron a otra habitación menos iluminada, mientras que
el compañero se quedaba en la primera haciendo guardia.
—De acuerdo al coronel Wallace tú debes ser Diego y estás
aquí en misión de penetración de la organización de Fernandinho.
Sólo mueve la cabeza si es cierto. Diciendo esto le entregó un
mensaje con el nombre de ángela y escrito con su letra.
Diego después de algunos segundos dedicados a leer el
mensaje donde ángela le decía que Wallace sabía que él estaba
en Brasil con Fernandinho y que requerían su ayuda para pene-
trar su organización… terminaba con sólo: “Te extraño y confía,
sigue las instrucciones que te den”.
Diego decidió en ese momento estar de acuerdo con todo
lo que le decían para ver cuál era el plan y cómo salir del pro-
blema del cual todavía no veía solución. Aunque una pequeña
esperanza comenzaba a aparecer.
Movió la cabeza asintiendo y el otro continuó:
—Soy Orlando y mi compañero se llama Roberto, ambos
estamos con la DEA de Brasil. Nosotros éramos los que estábamos
siguiendo el vehículo que te trajo al hotel. Nos dimos cuenta
que nos viste. Tenemos dos años siguiendo todos los pasos de
esta organización que ha crecido mucho últimamente, pero uno
de los problemas es que no hacen tráfico con USA, sólo con la
Unión Europea. Legalmente no tendríamos caso contra ellos.
Sólo la Interpol podría hacerlo.
Orlando siguió hablando después de dar tiempo a que
Diego procese sus palabras.
—Por eso estamos tratando de penetrar en esta parte, en
Río, a través de la Financiera que ellos usan en Brasil, que se
llama “Orquídea Negra”. Aparentemente todo es legal acá o casi
legal. No encontramos nada que los implique aunque tiene que
haber un modo ilícito de ganar tanto dinero… porque están cre-
polvos de orquiDEA 191

ciendo mucho. No sabemos a quién intervenir para que presente


una denuncia contra la Orquídea Negra, porque los asociados
miembros están contentos o con miedo y nadie sospecha de sus
balances de depósitos o préstamos.
Nadie sabe exactamente cuánto tiene depositado en sus
cuentas y así lo supieran no podrían establecer una denuncia penal
por haber firmado un contrato con la Financiera aceptando todo
lo que ella determine como valor. No hemos podido presentar a
ninguno de los nuestros como asociado-miembro para investi-
garlos… saben cómo identificarnos. Es como si nos leyeran el
pensamiento… todos parecen estar limpios. Pero sabemos que
operan desde Asunción, Paraguay y estamos preparando un plan
para interceptarlos allí.
Sabemos dónde está el depósito de drogas que usan, pero
puede ser bastante difícil penetrarlo por todos los sistemas de
seguridad y gente con armas al servicio de la organización.
Además, los policías en el Paraguay no cooperan con
nosotros, deben estar comprados o vendidos, como quieras
llamarlos, porque nunca encuentran nada y tampoco estamos
seguros de su lealtad.
—¿Y qué piensa que yo pueda hacer? ¿Qué dijo el coronel
Wallace? Diego dijo esto, después de mover la cabeza señalando
que comprendía, pero ya cansado de estar moviéndola.
—El coronel Wallace ha sugerido que tú podrías ayudar
de alguna forma en la identificación de los miembros. Te tienen
confianza. Lo más importante sería adelantarnos a lo que Fer-
nandinho esté por hacer, para estar preparados.
Diego se quedó pensando un momento y les propuso:
—Necesito pensar el modo de comunicarme con ustedes
sin despertar sospechas. ¿Qué tal si uso una prenda de vestir,
una camisa amarilla por ejemplo, cada vez que tengo algo que
decirles y uno de ustedes me sigue a un baño público… en el
192 paco paratore

siguiente lugar donde entre a comer?


—Me parece bien, porque no hay manera de que uses,
algún micrófono escondido o transmisión electrónica, ni te-
léfonos. Fernandinho y su gente están muy adelantados en
eso. Cada vez que entras a sus oficinas o casas pasas por
arcos magnéticos de detección sin que uno se dé cuenta; en
tu caso eso sería grave.
—Sé que mañana iremos a Asunción para ver algo que
Fernandinho quiere comprar allá para mejorar sus operaciones.
Diego no quería adelantar todavía todos los planes que “pensaba
que sabía”. Iremos en la tarde en vuelo de Vasp de las 3 p.m.
—Para nuestros fines es muy importante, muy importan-
te, conocer a quién compran la droga en Colombia y dónde
se procesa. Para nosotros es más importante eso que atrapar
a Fernandinho aquí o en Paraguay. Porque sólo así podremos
detener el tráfico hacia USA, que es realmente la razón por la
cual estamos aquí. Porque de esos laboratorios sale la droga
a todas partes… ¿Por qué no tratas de ver bien eso y conocer
algunos nombres en Colombia?
Diego movió la cabeza en señal de asentimiento y les dijo
que sería mejor que ya se fuera, para no despertar sospechas
en caso de que alguien lo estuviera vigilando. Orlando asintió
y le pidió que tenga cuidado y le aseguró que siempre habría
alguien siguiéndolo en caso necesite ayuda.

*****

A la mañana siguiente Diego esperaba en la oficina de


Duda que ella salga para luego dirigirse a buscar a Fernandinho
e ir a Asunción. Miró a sus costados en esta casi vacía oficina
y decidió salir a caminar por el resto de las oficinas a buscar
polvos de orquiDEA 193

una taza de café.


Estaba por pararse cuando Duda entró diciendo que era
una mañana muy floja, que los miembros de la directiva estaban
sintiéndose igual y habían acabado temprano.
Se sentó a su lado y sonriéndole le puso una mano en la
rodilla, y le dijo suavemente:
—Te he notado preocupado e inquieto y tu pensamiento
algo remoto, alejado, en otro lugar. Sé que algo pasa por tu
mente. Ese algo no estaba allí anoche cuando cenamos en mi
casa, porque pude notar preocupación, pero no agresión. Ahora
noto violencia en ti.
Duda siguió: Siento que estás listo para hacer algo de lo
cual no estás seguro de querer hacerlo. Tu pierna está caliente
y tiene estática nerviosa, como si fueras a correr en cualquier
momento. Tu cabeza muestra un halo de energía muy luminoso,
penetrante. ¿Me cuentas qué te pasa?
Diego en ese momento se sintió prisionero de la voluntad
de Duda, acorralado por esa forma humana tan bella de mujer,
con una nariz muy fina, dientes sumamente blancos y de esos
ojos negros sin fondo, ojos con un gran brillo pero que no tenían
ninguna otra señal que distrajera. Casi no parpadeaban. Era como
si esos ojos no tuvieran pupila, parecían dos almendras negras
con atracción y vida propia.
Diego trató entonces de mirar por la ventana hacia el
aeropuerto de Viracopos pero se encontraba anclado en esa po-
sición, sintiendo a Duda tan cerca y pensando que ella sabía y
presentía, más que él mismo, cuál sería su futuro.
Mirándola fijamente le dijo:
—Tengo un problema. Debo ser honesto con alguien,
tengo que ser honesto con alguien, no puedo seguir mintiendo
a todos. Siempre he estado en un ambiente rígido, estructurado,
siguiendo o dando órdenes. Por primera vez en mi vida estoy
194 paco paratore

tratando de hacer algo por mí mismo.


Duda lo interrumpió:
—¿Quisieras volver al norte, a los Estados Unidos? ¿Crees
que tienes necesidad de ver a tu familia? ¿O quieres residir
aquí y tener… “compañía” femenina en Brasil? Una familia en
Brasil… ¿Te ayudaría si te digo que yo también siempre estoy
sola? Que sé que se necesita algo para vivir dentro de una. Sentir
algo valioso dentro del alma. Algo por qué vivir… ¿Sabes para
qué vives? ¿Por qué vives?
—No, sólo sé que he perdido mi alma a lo largo del camino.
He traicionado a mi esposa con otras mujeres. He traicionado
al servicio de la embajada y ahora no sé qué camino seguir,
siento que ahora me traiciono yo mismo. Sé que ustedes tienen
un gran negocio y quisiera ayudarlos, pero al mismo tiempo me
doy cuenta que es ilegal.
Decía todo esto pero en un estado de tensión extra-corpó-
rea. Se oía él mismo hablar y no sabía cómo estaba hablando
sin siquiera tener que pensar.
—Nosotros sólo damos lo que la gente necesita o cree
necesitar. La Financiera ayuda a mucha gente en Brasil. Muchos
de nuestros asociados no calificarían para préstamos bancarios
de las instituciones del país, pero sí obtienen dinero de nosotros
para construirse casas, por motivos de salud o para enviar a sus
hijos a las universidades. Tenemos más de 7 000 asociados y
queríamos más. Pero todavía no me has dicho qué es lo que te
preocupa. ¡Mírame y dímelo!
Duda decía ésto al tiempo que sonreía y se acercaba a él
como para olerlo. Su nariz se expandía y cerraba al tiempo que
sus labios hablaban. Diego no podía concentrarse en lo que ella
o él decían. Ya era bastante difícil tratar de oír, ver y además,
sintiéndola tan cerca, pensar.
Imposible huir, decía. Mirándola ahora muy cerca a ella,
polvos de orquiDEA 195

le confío:
—Si voy a Asunción con Fernandinho nos van a seguir.
—Lo sé. Dijo Duda.
Diego se quedó pasmado, frío. No quiso preguntar cómo
Duda sabía eso.
Duda le explicó:
—El empleado del gimnasio del Sheraton trabaja para
nosotros. Es un asociado miembro que viaja a Asunción con
alguna frecuencia. Sé que anoche te reuniste con miembros de
la DEA. Sé que te habrán propuesto algún plan. Pero también
sé que Brasil es Brasil, que nosotros no tenemos ahora negocios
con USA. Nosotros sabemos lo que ellos quieren. ¿Quieres que
te lo diga, Diego?
Diego, otra vez estaba siendo adelantado en su pensamiento
y sin pensarlo, le dijo:
—Que les entreguemos a los colombianos. A los que sí
hacen daño a los ciudadanos americanos en USA.
Duda se adelantó más en su asiento y tomándolo por la
cara con ambas manos y sin decir nada lo besó en los labios…
en un beso largo y húmedo. Sintiéndose la respiración y los
latidos mutuos de corazón… Diego no supo cuánto duró el
beso. Creía que una eternidad, y casi ni se movió cuando Duda
todavía sonriente le confió:
—¡Eres lo que pensé! Pero quiero que sepas que no soy
de nadie, ni seré nunca de nadie, pero sí aprecio tu corazón y
tus sentimientos y sé que algún día te sentirás en paz. Eso te lo
prometo. Ayudaré a devolverte el alma.
Dicho eso Duda se levantó y tomó el teléfono para llamar
a Fernandinho y al señor Nacarato.
Una vez que entraron Fernandinho y el señor Nacarato a
196 paco paratore

la oficina y se hubieron sentado cómodamente, Duda preguntó


al señor Nacarato si ya había adelantado algo de lo conversado
y la respuesta fue que sí y bastante. Con esto Duda se volteó
y dijo a Fernandinho que no se preocupe, que procederían tal
como estaba planeado.
Luego girando sobre sus talones, Duda pidió a Diego que
procure cumplir con su parte. Que en todo momento tendrían
la guía necesitada. Con ésto Duda se acercó a Fernandinho, se
agachó y le dio un beso en la frente tocándole un brazo y sin
más espera llamó al señor Nacarato para que salieran a comenzar
a trabajar en los documentos.
Diego no entendía bien de qué se trataba. Volteó la cara
para ver a Fernandinho quien sólo lo tomó del brazo y salieron
hacia el sótano donde un chofer los esperaba.
Una vez en el carro, Diego preguntó:
—¿Hacia dónde vamos. ¿Seguimos con la idea de ir a
Asunción? Y qué quería decir Duda con que siempre tendríamos
a un guía, ¿qué guía?
—Técnicamente sí estamos yendo a Asunción, pero sólo
de paso. Ya te cuento. Y Duda se estaba refiriendo al “Tercer
Ojo” cuando aseguró que tendríamos un guía con nosotros,
contestó Fernandinho.
Diego no podía saber. Pero en ese mismo momento Duda
estaba trabajando con el Dr. Nacarato en un documento legal para
ser entregado a la embajada americana en Brasil y copia para la
DEA.
—No quiero decirte más. Basta con decirte que Duda ya
había intuído problemas por el gran tamaño de nuestro negocio
y por los insistentes intentos de la DEA por conocer más nuestra
operación. Así que lo que vamos a hacer, no es una sorpresa.
¡Tranquilízate! Dijo Fernandinho.
polvos de orquiDEA 197

Llegaron a Viracopos y tomaron el vuelo Vasp hacia


Asunción. Durante todo el camino Diego trataba de localizar a
sus supuestos aliados de la DEA del Brasil pero no pudo ver
a ninguno. El esfuerzo no pasó inadvertido por Fernandinho,
quien sólo sonreía.
Durante el vuelo de una hora no hubo oportunidad de ha-
blar, dada la proximidad de los otros pasajeros. Los dos trataron
de dormir o eso les parecía a los demás pasajeros.
En cuanto llegaron a Asunción, Fernandinho dijo a Die-
go:
—Apúrate, tenemos que tomar un vuelo de Avianca para
Bogotá. Vamos a alojarnos en el hotel La Fortaleza, por si deseas
avisar a alguien en Perú.
Mientras esperaban el abordaje, Fernandinho no dijo más y
se dirigieron a las tiendas del “Duty Free” para comprar algunos
artículos necesarios para el viaje y algo de ropa. Diego, aunque
sorprendido por el cambio de planes no dijo nada tampoco y
sólo atinó a comprar tres camisas amarillas.
Fernandinho se rió otra vez diciendo que sabía que Die-
go era aficionado del equipo de fútbol de Brasil, pero de allí
a comprar camisas como la de su selección nacional… ¡ya era
mucho!
Diego se daba cuenta de que lo que hacían parecía estar
ya planeado. Los pasajes esperaban a ambos en los mostradores
de Avianca. Cambiaron de terminal y fueron hacia la puerta de
salida del vuelo de Avianca. Abordaron un Boeing 757 en Pri-
mera Clase y una vez allí Fernandinho sí comenzó a contarle
el plan a Diego.

*****
198 paco paratore

En Lima el coronel Wallace había reunido a su staff y dijo


que por los siguientes 10 días nadie debía abandonar Lima y
presentarse todas las mañanas en la oficina de comando estra-
tégico de la DEA. Trabajarían 24 horas al día tomando turnos.
Habían iniciado una operación de magnitud que podía resultar
en la captura de varios narco-terroristas, pero que también tenía
el potencial de terminar con la vida de uno de los mejores ope-
rativos en este momento, infiltrado en la organización brasilera
más grande de distribución de estupefacientes en Sudamérica.
Los agentes de la DEA de Brasil habían alertado del contacto
ya establecido. Y más aun, habían dicho que tendrían una confe-
rencia telefónica el día de mañana temprano, en teléfono seguro,
para discutir los últimos desarrollos y acciones tácticas.
Mientras decía esto, el coronel Wallace pensaba que ojalá
todo acabara en los 10 días previstos para salir de vacaciones
y poder realmente descansar del stress. La recuperación del
Vladi-video había sido un golpe de suerte y no quería más
complicaciones de este tipo. Aunque gracias a esto tenía ahora
a Diego dentro de la organización de Fernandinho… cambios
de la vida, se decía con mirada filosófica.
En otra sala, dentro de la embajada, ángela se preguntaba
cuándo vería otra vez a Diego y ojalá fuera con vida. ¿Qué gran
secreto tenía ahora el coronel? se lo veía bastante agitado ¿y
por qué tanta felicitación por la recuperación del video? Qué
pena que haya muerto el señor Alexander Lugo, qué salvajes
su amante y el esposo de ésta. ¡Qué estúpidos!
¿Sería verdad que había logrado poner el video en una
caja de seguridad en Miami tal como se había planeado?… algo
había oído de recuperación del video y esto la preocupaba…
no tiene sentido, se decía. Pensaba que debía averiguar más de
esto, ¡ya casi se había olvidado del video con tanta preocupación
por Diego!
polvos de orquiDEA 199

*****
El “Perro” andaba más confundido todavía. Había llamado
por teléfono al general Prieto en Caracas y le dijo que el video
que tanto había buscado, ahora lo tenían en la embajada ameri-
cana y no habría manera de obtenerlo.
El general Prieto primero se quedó callado. Después le había
dicho que era mejor que lo olvide y que no vuelva a llamar otra
vez. Que si era necesaria su ayuda él lo llamaría. El “Perro” había
notado al general Prieto bastante frío y se preguntaba si estaría
pasando por un mal momento en el gobierno de Challe.
Challe por su parte estaba muy ocupado. Estudiaba el modo
de presentar al día siguiente a su consejo de ministros, todos
generales, varios puntos de su agenda. Esta decía así:
1. Cómo ayudar a los habitantes de la provincia de Sucum-
bios, en Ecuador, a presentar una agresiva denuncia contra
el Plan Colombia de erradicación de plantas de coca que
estaba llevando a cabo la DEA en ese país y desarrollar un
plan de indemnización. Los herbicidas usados –glisofato
y Roundup–, estaban matando las plantaciones de café,
plátano y maíz. El ganado también estaba comenzando a
morir como efecto del envenenamiento. Challe quería que
el Congreso de Ecuador proteste en las Naciones Unidas
por el maltrato a la vida humana.
2. La compra de helicópteros Cobra AHI –helicópteros de
ataque–. El motivo que quería presentar como argumento
para la compra era que USA estaba ayudando a Colombia
en la obtención de helicópteros Blackhawk UH-60 muy
armados con las últimas tecnologías de aviación y detec-
ción de enemigos. Challe quería lo último para sus Cobras:
misiles TOW y el sistema presentado por el fabricante
de los helicópteros “Bell” con el sistema de fuego rápido
“Hellfire”.
200 paco paratore

Por último, Challe iba a reevaluar la posición venezolana


para facilitar la oferta de perforación submarina en las costas
del país, ahora que el gobierno de la Florida estaba “maniobran-
do” más que nunca con la perforación en la zona del Golfo de
México, evitando los esfuerzos de los periodistas de tendencia
“green” …protectores del medio ambiente.
Para facilitar la posible perforación en el Golfo y lograr
que la legislatura del estado de La Florida la apruebe sin mayor
resistencia, los legisladores estaban presentando planes de poner
plataformas de perforación sólo a partir de las 100 millas.
Así estarían fuera de la vista de los bañistas en las playas
y además pedirían autorización sólo por 1,5 millones de acres,
ahora, dejando el resto de los 6 millones originales para cuando
los ecologistas no estén tan opuestos a los planes de la gran in-
dustria del petróleo, en la defensa de la integridad de las playas,
los turistas y la vida silvestre.
Challe se reía internamente y pensaba que los gringos sí
sabían hacer “legalizar” la usurpación y el engaño. Eran verda-
deros maestros en esto. Quería que su staff de generales aprenda
cómo se hacen y presentan los planes, evitando a los enemigos
políticos… especialmente a los periodistas.
Sobre todo le llamaba la atención cómo Brasil estaba
cambiando su posición de país regional sumiso a USA, para
abiertamente entrar en Sudamérica en materia comercial y de
armamentos. Caso concreto era la ahora conocida decisión to-
mada por la compañía de aviones Embraer, fundada en 1969
por la Fuerza Aérea Brasilera, que se disponía ahora a producir
aviones de combate con la última tecnología, en confrontación
directa con la posición americana de no abastecer de armamentos
sofisticados a Latino América.
Brasil quería hacer su propia guerra a los narcotraficantes
de Amazonas, pero contando con su propia fuerza aérea.
polvos de orquiDEA 201

El gobierno brasilero sabía que los reportes de la Casa


Blanca decían que sin Brasil, USA tenía pocas chances de ganar
la guerra antidrogas en la región. Así aprovechaban el momento
para armar su fuerza aérea y ganar categoría y nivel mundial
para futuras posiciones políticas en materia de aviación y co-
mercio internacional.
Brasil esta vez tenía la ayuda de la compañía Francesa
Dassault, que había adquirido 20% de participación en Embraer
y estaba dando muestras de querer aprovechar los 700 millones
de dólares, de un plan total de ocho años y 3,35 billones asig-
nados por el gobierno brasilero para la adquisición de nuevas
tecnologías aeronáuticas.
El presidente Bush tenía ahora otro caso que resolver
en materia internacional y todavía no daba muestras de una
clara estrategia a seguir. Challe quería aprender de la lección
brasilera.
Pensaba Challe que había bastante dinero envuelto en to-
dos y cada uno de los puntos a discutir con sus generales en su
reunión del día siguiente; había que plantear las mejores tácticas
de provecho monetario rápido… Pero internamente, pensaba qué
lástima que no había tenido mucho tiempo últimamente con su
preciosa Regina, la necesitaba, le hacía falta.
Regina por su parte había decidido pasar unos días en Chile
en la oficina de la Reuters. Pero la razón principal del viaje era
discutir nuevas tecnologías de “investigación y vigilancia” con
los técnicos de la SAS. Urgente ahora debido a los posibles
nuevos incrementos en el precio del petróleo que se estaban
anunciando en el mercado.
Regina había dicho a Challe que iría a visitar a sus pa-
dres aprovechando que él estaba con muchas preocupaciones de
gobierno en este momento.
Levantó la vista de los documentos que preparaba
202 paco paratore

cuando oyó que su secretaria entraba con un mensaje de Cali,


del señor Madero. Este le agradecía el arreglo por que era
justo lo que ellos buscaban. Así también le comunicaba que
la “rana” había sido depositada en la “granja” de acuerdo al
convenio.
Challe se quedó pensando sin comprender completamente
ya que su mente había estado ocupada en los documentos de la
presentación a su staff, pero lentamente todo comenzaba a acla-
rarse y se dijo… Diego cumplió el compromiso, ¡Chévere!.
Presionó el intercomunicador y llamó a Prieto y le pre-
guntó:
¿Cuál fue la última noticia del “Perro” con respecto a la
operación “Iguana”?
—Que se perdió. Los americanos recuperaron lo que se
buscaba.
—Gracias, ¡después de la reunión de generales tenemos
que hablar!
Con esto Challe pensó que su jefe de Inteligencia había
vuelto a fallar. Inteligencia es una función muy importante…
tengo que reemplazarlo pronto. ¡Qué cabrón! No sabía nada.
polvos de orquiDEA 203

El “Mono”

Diego y Fernandinho llegaron a Bogotá a la hora de


itinerario. Ya eran casi las 5 p.m. Salieron del aeropuerto “El
Dorado” de Bogotá después de caminar por sus largos pasillos,
adornados éstos con arte Pre-Colombino.
Diego miraba las máscaras de oro de épocas pasadas y
pensaba que las drogas eran como el oro del pasado para un
grupo de colombianos que sacaban provecho de un producto
natural colombiano. ¡Qué lástima que fuera ilegal!
La cola en las casillas de los oficiales de inmigración
había sido bastante larga y preocupante para ambos que no po-
dían anticipar, ni saber, si en algún momento serían detenidos
y llevados a prisión.
Tomaron un taxi. Fernandinho no había querido llamar a
ninguna persona conocida para ser recogidos en el aeropuerto.
él quería pasar tan inadvertido como fuera posible. El automóvil
del taxista era bastante viejo y hundido en los asientos, pero
ninguno dijo nada.
Sólo se limitaron a ver a la gran cantidad de gente en las
calles y el gran tráfico a esta hora del día. Especialmente las
calles cerca al aeropuerto estaban bastante congestionadas por
vehículos de todo tipo, donde los camiones de carga ocupaban
mucho espacio y limitaban el tráfico fluido, botando al mismo
tiempo mucho humo de diesel.
204 paco paratore

Diego se alertaba cada vez que un motociclista pasaba


cerca por haber leído sobre muchos asesinatos donde los asesinos
llegaban en motocicletas. Las motos facilitaban la huida debido
al gran tránsito de autos y la imposibilidad que tenía la policía
para poder seguirlos en esas condiciones. Finalmente llegaron
al hotel La Fortaleza, llamado así por su estructura de piedra y
cemento y en forma de fortaleza medieval.
Se registraron y ocuparon sus habitaciones tipo suite. Ambas
miraban a la calle a insistencia de Fernandinho que quería poder
saber quién llegaba y quién salía. La habitación de Fernandinho
estaba justo encima de la entrada del hotel, en el tercer piso.
En cuanto entraron a sus habitaciones acordaron encontrarse
a las 7 p.m. en el lobby para allí esperar al “Mono Jirón” con
quien cenarían esa noche. Aprovecharían estos momentos hasta
las 7 p.m. para descansar y tomar un baño. Las llamadas telefó-
nicas no eran recomendables por seguridad, advirtió Fernandinho.
Probablemente las líneas telefónicas estaban intervenidas.
Durante el vuelo a Bogotá que duró más de 4 horas, pero
ganando 2 horas por efecto de zona geográfica, Fernandinho
había explicado a Diego el plan elaborado por Duda. Según
Fernandinho, Duda había pensado en todas la alternativas desde
el principio del negocio, para lo cual, según ella, había sido muy
importante evitar a la DEA. De tal manera de siempre tener una
puerta de salida abierta.
Según Fernandinho, el plan era así:
–Duda trabajaba ahora mismo con Narciso Nacarato en el
acuerdo que probablemente en estos momentos ya habría sido
presentado a la embajada y a la DEA y a las autoridades del
Brasil, esa misma tarde, mientras ellos volaban. No me preocu-
po del Paraguay por tener a muchos oficiales de la policía en
la lista de pagos y ninguno hablaría en mi contra, todos están
comprometidos hasta el cuello, y además mis cuentas bancarias
en ese país son bastantes menores.
polvos de orquiDEA 205

El acuerdo es fundamentalmente, así:


1. La DEA se compromete a darme protección en USA como
testigo después que entregue la lista de nombres de los princi-
pales narco-terroristas colombianos. La DEA y la CIA tendrán
la libertad de interrogarme por un año acerca de todos los
contactos ilegales que he usado para hacer negocios en los
últimos 5 años y en cualquier parte del mundo.
2. La DEA y el gobierno del Brasil se comprometen a anular
toda prueba de ilegalidad que tengan contra mí en este
momento.
3. Las cuentas bancarias de ambos, de Duda y mías, deberán
ser respetadas en cualquier parte del mundo.
4. Me comprometo a no continuar y a evitar toda futura actividad
ilícita. Si me encontraran involucrado en alguna actividad ilícita
futura, dentro de los próximos 10 años, entonces seré juzgado
en un tribunal internacional por todas las culpas pasadas y
futuras, por lo cual firmaré como el principal responsable y
culpable de la lista de actos de narcotráfico hacia Paraguay
y de allí hacia Europa, que la DEA tenga registradas a la
fecha.
Continuó Fernandinho:
—Este acuerdo deberá haber sido presentado esta misma
tarde, simultáneamente, en las embajadas americanas del Brasil
y Paraguay. No creo que halla ningún problema con que las
principales autoridades del Brasil y Paraguay estén de acuerdo
con el contrato, porque tengo suficientes nombres de generales
los cuales van a estar muy felices con que yo quede limpio y
sólo se implique a los colombianos.
—Sólo que van a estar muy tristes porque ya no van a
obtener nuevas ganancias. Dijo Fernandinho riéndose. ¡Pero la
mayoría de ellos han ganado ya varios millones de dólares, para
quejarse ahora!
206 paco paratore

—Creo que van a estar felices de poder disfrutar del dinero


que la mayoría de ellos tiene en Europa y en Gran Caimán, en
el Caribe.
—¿Pero si eso es así por qué no les diste la lista de nom-
bres simplemente desde Brasil? ¿Para qué el viaje a Colombia?,
le preguntó Diego.
Fernandinho le explicó:
—Primero, porque todo debe parecer una operación de in-
teligencia de la DEA. Para esto debo estar presente en el campo
donde se realiza la intervención para ser un “testigo presente”.
Así la DEA muestra mejor perfil en el mundo, ¿me entiendes?,
ellos quieren tener una intervención de campo, de acción, con
disparos y heridos. Quieren tener todo el mérito.
—Segundo, yo quiero que sea una intervención de la DEA
y no mía. Para no ser yo el que da una lista de nombres de los
colombianos capturados… quiero quedar limpio de culpa y no
que me maten los terroristas si sospechan que yo los entregué.
Quiero disfrutar del dinero y de mi vida, sin tener que estarme
cuidando las espaldas… ¡por el resto de mi existencia!
—¿Y qué papel juego? ¿Qué hago yo aquí? Preguntó
Diego.
—Tú me darás credibilidad en las próximas reuniones que
vamos a tener con el “Mono Jirón”. Tú eras un operativo de
la DEA, desengañado del servicio por no ganar nada de dinero
y con muchos peligros que afrontar. Supuestamente ¡yo te he
comprado!
Y añadió Fernandinho: Pero ahora, tú has aceptado ser el
próximo supervisor de las operaciones que estamos por iniciar.
Para que ellos crean tus razones, he inventado que tú tienes
grandes problemas legales con tu embajada por haber robado
documentos que luego los has vendido. Los colombianos piensan
que tienes muchos problemas de dinero.
polvos de orquiDEA 207

—Así que actúa como si tuvieras problemas –continuó


Fernandinho ¡que los tienes! Piensan que te persiguen… ¡que
sí te están persiguiendo!
Y yo, para venir a esta reunión, les he asegurado que
puedo y quiero refinar directamente en Colombia en la selva,
como operación mía, para evitar a la policía de Brasil y que
estoy invirtiendo mi dinero!
Aquí yo manejaré mi operación y por eso les he dicho
que pondré al frente a una persona de mi confianza. ¡Y así
sólo tendré que pagar los “derechos” a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia o las FARC, quienes dicen ser
guerrilleros, supuestos guerrilleros! Actualmente yo les pago
más de 12 millones de dólares mensuales. Además, alquilo una
flotilla de aviones y llevo entre 18 y 20 toneladas por mes en
naves que transportan un promedio de 700 kg por viaje. Soy
valioso para ellos.
Por eso es que puedo abastecer hasta el 60% del merca-
do de Río. Y ellos lo saben bien, y piensan que si lo manejo
desde aquí el negocio va a crecer mejor y ellos ganarán más.
En Colombia no se mueve un kilo de droga sin el permiso de
las FARC.
Saben también que puedo conseguir armamentos, porque
uno de los últimos pagos fue de tres mil fusiles y tres y medio
millones de cartuchos que los conseguí en Europa, Bosnia, como
pago que me hicieron por un embarque a Rusia.
También les he dicho que necesito conocer todos los lugares
de elaboración que tienen aquí en esta provincia y en la selva.
Les he explicado a los de las FARC que quiero estar seguro de
que podrán y cumplirán el compromiso de darnos protección
para la operación en la selva.
Y finalizó Fernandinho… Creo que debo explicarte que
para haber pedido esta reunión les he asegurado que ya no voy
208 paco paratore

a negociar más con los narcos de Bogotá, sino sólo con los
de las FARC, con los terroristas o guerrilleros como se quiera
llamarlos. Porque verdaderamente ellos son los que controlan el
negocio. Ya no es un negocio de los narcotraficantes, como se los
llamaba antes, y como mucha gente piensa. Todo es controlado
ahora directamente por las FARC.
¡Todavía la gente piensa que éstos luchan por liberar a
Colombia, pero ellos son los primeros y más interesados en
que no se libere nada! ¡Es un negocio! La política es sólo una
pantalla para operar y tener algo de legitimidad. ¡Pensé que tú
sabías eso!
—Sí lo sabía, ¡pero nunca se ha podido demostrar nada!,
respondió Diego.
—¡Exactamente! Por eso siento que los americanos nos
van a ayudar. Por eso estamos tú y yo ahora aquí. Para probar
eso y para liberarnos del pasado.
–¿Y si el “Mono Jirón” sospecha o se entera del verdadero
motivo de nuestra visita? ¿Qué hacemos?, ¿cómo quedamos?
—¡Muertos! Fue la respuesta de Fernandinho.
Por eso la intervención de la DEA debe hacerse mientras
estamos aquí y no después, cuando ya hayamos regresado al
Brasil. Así no pensarán que los hemos vendido. Todo depende
de la sincronización con las fuerzas de intervención. Por eso es
importante que no nos vean en comunicaciones con la DEA y
que piensen que es sólo una coincidencia que nosotros estemos
aquí cuando la DEA entra. ¿Comprendes?
Diego se había quedado pensativo por un momento. Dejó
que la azafata de Avianca recoja toda la comida y cuando estaban
tomando café, preguntó:
—¿Cómo piensas que deba encarar mi situación con la
embajada americana en Perú? ¿Con mis jefes? Tengo todavía la
polvos de orquiDEA 209

misión de avisarles qué es lo que tú estás haciendo en el negocio.


En la reunión en el Sheraton de Río me pidieron que comunique
todos tus pasos para que ellos puedan planificar una captura de
toda tu organización. Para eso, cada vez que tenga algo que
reportar debo vestir una camisa amarilla. Por eso compré las
camisas en la tienda de Paraguay, en el aeropuerto.
—Qué bien que me lo dices… así podremos comunicarnos
con los que posiblemente nos apoyen. Espero que nos apoyen.
Pero para contestar tu pregunta; Duda iba a hablar con la em-
bajada del Brasil para que la DEA vea la necesidad del cambio
de planes. Para ellos deberá ser más importante capturar a las
organizaciones en Colombia, que penetrar mi organización que
sólo opera en Paraguay y Brasil y principalmente exporta a
Europa.
—Además estoy acordando terminar mi negocio y salir
de Brasil. Estoy casi completamente seguro que verán la gran
ventaja de disminuir la base productiva en Colombia frente a
una necesidad minúscula de mi negocio en Brasil. Los gringos
son muy prácticos; ellos tienen que saber que de Colombia salen
casi todas las drogas para USA.
Fernandinho seguía explicando:
—No es la primera vez que un delincuente acuerda entregar
información valiosa a cambio de su libertad. Esto es común en
USA. Lo llaman “the witness program”. Ten confianza en Duda,
ella sabe cómo presentar el acuerdo y te dejará bien parado.
Duda dirá que tú eres parte importante del plan que se
debe ayudar. Estoy seguro que acordarán ayudarte cambiando los
planes que tenían antes para ti. Tus jefes deben entender que es
más importante capturar a los colombianos con mi ayuda que…
¡sólo capturarme a mí! No les queda otro remedio que aceptar
el acuerdo. Duda tiene razón.
210 paco paratore

*****
Una vez que Diego quedó solo en su habitación del hotel,
hizo el intento para llamar a ángela.
En cuanto pudo establecer la comunicación a casa de
ángela, hablando rápidamente, sin darle la oportunidad de re-
plicar, dijo:
—Estoy bien, no te preocupes, ya volveré a Lima en cuanto
pueda. No me digas nada de nada por teléfono y colgó. Trataba
de evitar la localización de la llamada.
Aunque apenada por lo escaso de la comunicación, ángela
comprendió que Diego no pudo hablar absolutamente nada por
si acaso el teléfono estuviese intervenido por las organizaciones
terroristas en Colombia.
Diego ahora pensaba en cómo hacer para comunicarse con
el coronel Wallace. Decidió ponerse una camisa amarilla e ir al
lobby del hotel y correr su suerte en caso alguien del ofrecido
apoyo esté presente allí.
Diego, ya no estaba seguro de nada por todos los cam-
bios de planes de los últimos dos días. Primero era un fugitivo;
después fue colaborador de la DEA en Brasil y ahora terminó
siendo colaborador de Fernandinho como parte de una operación
de la DEA en Colombia.
En eso pensó en todo lo dicho por Fernandinho y en el
plan de Duda… ¡no sabían todavía si había sido aceptado o no!
¡No sabían siquiera si el plan de Duda había sido bien recibido
y tomado en consideración por la embajada!.
Salió de su habitación apuradamente para preguntarle a
Fernandinho si ya se había comunicado con ella. O si sabía
cómo lograr comunicación antes de la reunión con el “Mono
Jirón”.
Caminando por el pasillo del tercer piso pensó que debía
polvos de orquiDEA 211

haber llamado antes por el sistema interno de teléfono, pero ya


estaba en camino y decidió ir personalmente a la habitación de
Fernandinho.
Cuando llegó a la habitación pensó tocar. Pero en eso oyó
voces de varias personas hablando calladamente en la habitación
y se quedó frío, pensando. No sabía qué hacer. Cuando oyó a
Fernandinho mencionar su nombre varias veces. Aunque no podía
entender de qué hablaban, pensó que algo no estaba bien; esto
no estaba en el programa.
Se dio vuelta y fue rápidamente a su habitación y pidió
servicio a las habitaciones. Solicitó una botella de anisado “Cristal”
y varias empanadas de queso para la habitación de Fernandinho.
Pidió esto con urgencia y luego de esperar unos minutos salió
de nuevo a la habitación de Fernandinho.
En cuanto vio al camarero venir con la bandeja de comida
calculó caminar por el pasillo para llegar casi al mismo tiem-
po, pero dejando que el camarero fuese quien toque la puerta.
Cuando la puerta se abrió y el camarero entraba tapando la vista
del pasillo, Diego sincronizando sus pasos entró rápidamente a
la habitación en dos zancadas.
Tomó al hombre que había abierto la puerta como escudo
y retorciéndole el brazo hacia atrás, preguntó a Fernandinho si
todo estaba bien, pero sin dejar de ajustar el cuello del hombre
que tenía cogido usando el otro brazo.
Pudo observar que había tres hombres en total en la
habitación, los otros dos con barba y mal vestidos, parecían
campesinos, pero el brillo en los ojos decía que estos hombres
estaban acostumbrados a mandar y no se mostraban en lo más
mínimo asustados por la acción súbita de Diego. Ambos estaban
sentados y fumando tranquilamente, sin embargo todo fue tan
rápido que tomó por sorpresa al grupo.
Fernandinho adelantándose a la posible molestia del jefe
212 paco paratore

del grupo, le dirigió la vista y sonriendo, dijo:


—Les presento a Diego. El es el hombre de quien les
hablaba y quien pienso poner como responsable de la operación
en Colombia. Discúlpelo, está un poco paranoico desde que dejó
el servicio americano. Camarero, puede salir, gracias.
Con esto el camarero, sin demostrar sorpresa o pretendien-
do no tenerla, dejó la fuente con el anisado y las empanadas
sobre una mesa y rápidamente salió de la habitación cerrando
la puerta calladamente.
Diego soltó el brazo del hombre, éste se volteó con cara
agria, para verlo bien pero no dijo nada, giró en su posición y
se acercó al hombre sentado al fondo de la habitación.
Diego pidió disculpas por lo intempestivo de su actuar.
El de la barba, delgado y de unos 50 años, con mirada muy
penetrante, dijo:
—Yo soy Jirón, mis amigos me conocen como el “Mono
Jirón” y éste, mi brazo derecho… es “Juan Balas”. Y prosiguió
como si nada hubiera pasado:
—Como hablábamos antes, Fernandinho, vamos a proce-
der con el plan acordado. Vamos a ir mañana a Miraflores en
Caquetá a ver las oficinas y almacenes y luego al día siguiente
iremos a Barrancominas donde queda el centro de operaciones
y producción. Todo esto nos tomará un par de días.
—A ambos lugares debemos ir por avión. Nosotros tenemos
un Embraer Turbo-Prop. Pero habrá una condición: desde este
momento en adelante, no hay llamadas telefónicas, ni visitas a
nadie. En todo el tiempo que ustedes sean nuestros huéspedes
siempre estarán acompañados por uno de nosotros. En otras pa-
labras, en ningún momento ninguno de ustedes deberá estar solo.
Ojalá que lleguemos a un acuerdo para beneficio de la causa.
Ahora les pido que descansen. Una persona vendrá a bus-
carlos en la mañana a eso de las 9 a.m.; se identificará como
polvos de orquiDEA 213

“Bembo”. No le hagan ninguna pregunta. Les vuelvo a pedir:


por favor no salgan de este hotel hasta mañana. Y gracias por
haber venido. ¡Hasta mañana! Dijo el “Mono Jirón” y se puso
de pie para salir.
En cuanto salieron los colombianos de la habitación,
Diego dirigió la mirada a Fernandinho quien en ese momento
se tocó los labios en señal de silencio y le señaló la mesa hacia
donde ahora ambos se dirigieron. Miraron y escogieron algunas
empanadas y se sirvieron un par de copas de anisado.
Después de un tiempo prudencial, pensando que ya se
habrían alejado, Fernandinho dijo:
—Vamos a salir del hotel porque no quiero que el “Mono
Jirón” piense que pueden controlarnos. Estamos aquí supuesta-
mente para hacer un negocio y nosotros no somos prisioneros de
nadie. Iremos a la calle a divertirnos un poco. Además, quiero
ver a una amiga que hace tiempo no veo, sé que te va a gustar
el lugar donde te voy a llevar.
—Por mí está bien. Contestó Diego. Estoy de acuerdo en
no quedarnos aquí y más aun, pienso que debemos de cambiar
de habitaciones para evitar sorpresas. Pero dime si ya Duda
está…
Otra vez Fernandinho hizo una señal de silencio y le dijo a
“Casa de buda”

Fernandinho se cambió de ropa poniéndose unos pan-


talones ligeros y camisa azul alegre y le indicó a Diego
que bajara al lobby tan pronto estuviera listo. Si encontraban
gente del “Mono” los invitarían a venir a todos a la “Casa de
Buda”.
Una vez abajo pidieron en la recepción que el botones
los cambie de habitaciones mientras estén fuera a otras más
grandes.
—La suite presidencial para mí, si está disponible, dijo
Fernandinho.
Caminaron alrededor del lobby buscando a alguien que
pareciera que los vigilaba. Pero no veían a nadie que parecie-
ra un contacto. Había un señor de bastante edad leyendo “El
Tiempo” de Bogotá; una señora y su hija que también esperaban
a alguien, y los pasajeros normales que entraban y salían sin
mirar a nadie.
Fernandinho se dirigió a la puerta de salida hacia los
taxis, en la entrada redonda de recoger pasajeros, mientras que
Diego iba al baño del lobby por si alguien lo seguía. Pero en
eso, cuando iba a entrar al baño vio en el lugar de los teléfonos
externos del hotel, al mismo hombre al que le torció el brazo
en la habitación.
Se dirigió hacia él. Le volvió a pedir disculpas por lo
216 paco paratore

anterior, y le dijo que Fernandinho quería hablarle, que estaba


en la salida del hotel… hacia donde ambos se dirigieron.
Cuando se encontraron los tres, Fernandinho le preguntó
por su nombre a lo que contestó diciendo que se llamaba Neptalí
y enseguida preguntó:
—¿Qué desean ahora?
Fernandinho le dijo que estaba invitado a venir con ellos
a la “Casa de Buda”; podía avisarle al “Mono Jirón” dónde se
iban a reunir y si quería invitar a otros que él quiera… que
vengan también, ¡todos son bienvenidos!
La cara de Neptalí se iluminó y dijo que sí conocía la
“Casa del Buda”, –¡es chévere!
Claro que iremos. Pero mejor no le digo nada al “Mono
Jirón” hasta que ya estemos allá para que no se niegue y cambie
de planes.
Fernandinho le aseguró que ellos iban de todas maneras,
con Jirón o sin Jirón.
—Quiero divertirme… ¡y cada vez que vengo a Bogotá
voy allá y ahora también voy!
Con esto salieron los tres hacia el Peugeot negro de
Neptalí y partieron a buena velocidad. Diego pudo notar que
Neptalí tenía una Colt calibre 38 entre los asientos delanteros,
cerca de la mano.
La “Casa de Buda” era una casa de color gris-plomo de
dos pisos con un balcón en el centro y estaba localizada cerca
del hotel Tequendama en el centro de Bogotá. En una zona que
alguna vez había sido residencial. Se notaba que toda la zona
había sido mejor cuidada algunos años antes, los jardines estaban
llenos de maleza. Ahora parecía que nadie salía pasadas las 9
p.m. por miedo a ser secuestrado o asaltado.
polvos de orquiDEA 217

La “Casa de Buda” tenía unas luces externas indirectas


azules al borde del jardín. Había varios carros estacionados al
frente y también había varios taxis. Cuando se acercaron, un
portero saludó a Neptalí con una sonrisa y le dijo buenas noches,
¡otra vez!, ¿la tercera esta semana?
Neptalí sonrió y le comentó:
—Claro, con tantas mujeres allí esperándote. Tengo que
hacer trepar a todas, ¡para que ninguna se ponga celosa!
Diego lo siguió adentro tratando de esquivar a unos em-
pleados de alguna oficina que celebraban algún cumpleaños.
Vio un mostrador de bar donde había tres chicas muy bien
arregladas y con caras seductoras. Pero ellos continuaron hacia
unas habitaciones del fondo donde se sentaron en una esquina
del bar. Había unos sofás de terciopelo rojo testigos y cómplices
de muchas noches de juerga.
Toda la habitación estaba iluminada con algunos tenues
colores azul, violeta y rojo. Neptalí se adelantó hacia otra habita-
ción diciendo que llamaría al “Mono” para decirle dónde estaban
y si querían mandar algunos hombres más, como seguridad.
Fernandinho estaba ahora mismo mirando fijamente a la
hilera de chicas que ya se aproximaba para hacer un desfile
particular de belleza y así darles la oportunidad que ellos vean
a todas las disponibles. Diego observó que vestían todo tipo
de vestidos, desde blue-jeans súper ajustados hasta vestidos de
fiesta lujosos.
Algunas de las chicas eran muy blancas y otras negras,
altas y bajas, rubias y morenas, para todos los gustos. Todas
reían en actitud invitadora… contoneándose al caminar.
Se oía música romántica de Armando Manzanero… “adoro
el día en que nos vimos”… que se propalaba por parlantes es-
tratégicamente dispuestos en todas las habitaciones… cuando ya
Fernandinho se paraba para bailar con una chica de tez blanca y
218 paco paratore

cabello negro que vestía pantalones blancos con rayas verticales


negras que pronunciaban un cuerpo escultural.
Diego oyó que ella le decía que su nombre era “Pea-
ches”. Él se imaginó entonces que era por los senos redondos
y grandes que estaban muy ajustados en una blusa de jersey
color durazno.
En eso retornó Neptalí para decir que varios hombres de
su gente vendrían pronto al tiempo que Fernandinho regresaba al
sofá donde antes había estado sentado. Dijo que eso estaba muy
bien porque realmente quería gozar esta noche y divertirse hasta
la madrugada. Dicho eso se paró rápidamente y salió otra vez
a bailar con “Peaches” quien se veía muy contenta y amorosa,
lista para cualquier cosa. Tenía los brazos abierto y su cabello
negro liso se mecía con la música.
Diego mientras tanto había elegido a una chica alta de
cabello castaño claro y de figura delgada que le sonreía y la
llamó para no estar solo.
—¡Me llamó Sandra!, se presentó cuando llegó… ense-
ñando una dentadura muy blanca tras unos labios gruesos y
sensuales. Vestía botas negras y mallas del mismo color con una
minifalda a cuadritos de colores oscuros que le sentaban muy
bien, resaltando sus bien formadas piernas.
Neptalí estaba feliz. Ya había decidido pedir más whisky
y ya había tomado dos copas puras. Comenzaba a sentir un
cosquilleo en las piernas y en el estómago.
—Para esto se vive, ¡carajo!, exclamaba Neptalí al tiempo
que mostraba una gran sonrisa con diente de oro.
Estaban en plena diversión bailando todo género de música
y haciendo pasos difíciles de cumbia. Neptalí ahora bailaba con
varias chicas a la vez, en ruedo… cuando entraron dos hombres
que se acercaron y abrazaron a Neptalí quien ya estaba de tan
buen humor que a voz en cuello llamó a una camarera para pedir
polvos de orquiDEA 219

bebidas para todos los recién llegados.


Pero Fernandinho se adelantó y llamando a la adminis-
tradora le dijo:
—Que se cierre la “Casa de Buda”. Que no se acepte
más gente de ahora en adelante, que esta es una fiesta particular
donde él pagaba todo, lo consumido y por consumir, cada chica
ganará ¡500 dólares extra… quiera trepar o no!
La administradora sonrió ampliamente. Diego observó
que ella era una señora alta, algo gorda y con tanto maquillaje
como amplias caderas y sonrisas, vistiendo un vestido elegante
de color negro y con un gran collar de perlas. Imaginó que en
su tiempo habría sido muy bella e independiente.
—¡Bebidas para todos y todo lo que quisieran! Dijo la
administradora, ¡Fernandinho paga! También tenía buen timbre
de voz y estaba acostumbrada a dar órdenes.
Ahora Neptalí estaba más entusiasmando aun. Bailaba así
estuviera solo y los otros dos hombres del “Mono”, cada uno
con dos chicas, no sabían por dónde empezar. Todos se veían
felices, abrazándose, cantando en alta voz, acompañando ahora
a Javier Solís en la canción “yo soy el rey”. La música también
había aumentando varios decibeles.
La administradora, conocida por todos como la “mama
Beatriz” también reía a toda garganta y se pidió un trago de
coñac anunciando a todos que… ¡esta es mi noche! ¡Quizás me
lleve a Neptalí a la cama!
Así pasaron por lo menos tres horas. Ahora estaban en
la habitación de la “mama Beatriz”, quien conocía a Fernan-
dinho desde hacía varios años por ser “exportadora” de chicas
colombianas a los bares de Europa y quien varias veces en el
pasado había recurrido a Fernandinho por ayuda. Le ofrecía el
teléfono a Fernandinho y a Diego para que hicieran sus llamadas
telefónicas sin interferencia de nadie.
220 paco paratore

Ella sabía mantener el negocio del silencio. Sabía que


sería recompensada en grande, así le había dicho Duda esa
misma tarde. Fernandinho supuestamente estaba con “Peaches”
en su habitación para así despistar a Neptalí y a los otros dos
hombres del “Mono”, quienes también estaban en habitaciones
separadas, cada uno con dos complacientes y amorosas “cale-
ñas”.
En cuanto Fernandinho logró establecer la comunicación
habló con Duda, quien a pesar de ser ahora casi las 4 de la
mañana en Río, todavía estaba en plenas negociaciones con la
embajada y con la DEA, planteando alternativas y soluciones
con puntos que beneficien el futuro. El pasado y las pérdidas
de posición presente no eran tan importantes como un óptimo
y libre futuro… ¡Con alternativas de vida!!
Duda le explicó que había tenido que ofrecer algunas
concesiones adicionales para así lograr acción inmediata… sin
más demoras, porque los negociadores de la DEA consultaban
mucho internamente desperdiciando un tiempo valioso.
Duda le dio entonces más detalles:
—La DEA me planteó que necesitarán “incautar” y re-
tener toda la droga en Asunción. Como razón me dijeron que
con esto podrán lograr un gran despliegue propagandístico en
los periódicos y televisión sobre la operación y la eficiencia
de la agencia.
—He aceptado, porque eso nos conviene también a nosotros
para demostrar a los colombianos que también estamos perdien-
do mucho dinero con la captura del stock y con la intervención
de la DEA en el negocio. Pero estuvieron de acuerdo en que
podemos minimizar la pérdida a sólo 5 toneladas, el resto será
movido a Sao Paulo.
Lástima por la gente que tenemos allá. Serán capturados y
llevados a prisión y vamos a perder el almacén y los vehículos.
polvos de orquiDEA 221

Nada más podemos hacer, continuó Duda.


—También me pidieron intervenir financieramente la
“Orquídea Negra” pero al final hemos acordado que sólo les
daremos las cuentas de bancos en Miami. He calculado que allí
tenemos no más de $10 millones.
Pero sí tendré que abrir y transformar o vender la “Or-
quídea Negra” al sistema nacional financiero de bancos. ¡Y eso
es lo que haré! Venderé todas mis acciones; no hay problema,
por que de todas maneras iba a hacer eso mismo lo más pronto
posible.
Fernandinho le preguntó:
—¿Qué hay de darnos protección acá en Colombia? y
además ¿en qué situación queda Diego?
—Una división especial del ejército colombiano armará una
operación, pero no sé más. Lástima, la DEA no confía y tienen
mucha precaución si se trata de alertar al ejército colombiano
por temor a los infiltrados de los narcos que puedan hacerlos
perder el secreto y la iniciativa anticipándose a las FARC sobre
la acción del ejército. Entonces ustedes sí correrían un gran
peligro. ¡Los matarían en el acto!
Diego estará bien, prosiguió Duda. Aunque me está costando
mucho trabajo lograr cooperación completa. Dicen aquí en Brasil
que el jefe de Diego en Lima tenía otros planes, pero creo que
se arreglará todo con la intervención de la oficina coordinadora
de la DEA en Virginia.
¡Diego necesita probar claramente que ayudará en esta
operación para poder quedar limpio!... Debo continuar ahora con
las negociaciones. Nacarato me está ayudando mucho. Ahora
mismo él está en la oficina principal de la DEA y no vendrá
aquí hasta tener todos los papeles firmados.
Tampoco confío plenamente en todos estos americanos por-
222 paco paratore

que pueden cambiar la historia del modo que más les convenga...
Adiós y buena suerte, ¡Cuídense!. Si necesitas llamarme usa esta
misma línea y dale las gracias de mi parte a la “mama Beatriz”.
Que siga teniendo mucho éxito con la “Casa de Buda”
Salieron de la “Casa de Buda” cuando ya amanecía. En
Bogotá, serían las 7 a.m. Diego pensaba en dormir pero sabía
que serían recogidos a las 9 a.m. ¿por quién?, se preguntaba.
Estos están tan borrachos que no saben ni su nombre.
La “mama Beatriz” había llamado a su chofer para que
lleve a Fernandinho y Diego de regreso a “La Fortaleza”. Pero
iba a dejar a los otros que duerman un poco antes de decirles
que se fueran. Los accidentes no eran buenos para su negocio
y no quería que estas bestias vayan a chocar su carro con todo
el licor bebido.
Ya ella sacaba cuenta mental de la comida, “las chicas” y
las varias botellas de whisky y licor puro de caña que necesi-
taba cobrar. Estaba feliz, había ganado bastante y ella también
necesitaba divertirse, se decía.

*****

A las 9 a.m. llegó “Bembo” a La Fortaleza. Era el chofer


que los llevaría a Miraflores. Conducía un carro grande Pontiac
Bonneville verde oscuro con vidrios también oscuros.
—Les adelanto que en algún momento ustedes van a tener
que ser vendados, una condición del “Mono”. Ahora disfruten
del panorama dijo “Bembo”, riéndose.
Salieron por la espalda del Tequendama y Carrera 12
y cambiaron de dirección varias veces. Aunque Diego notaba
que el aeropuerto no estaba lejos y más aun podía orientarse
siguiendo la dirección que los aviones tomaban al aproximarse
polvos de orquiDEA 223

al aterrizaje. También algunas montañas verdes en la lejanía


servían de orientación.
Fernandinho notó que Diego llevaba su camisa amarilla
puesta y pensaba si el “Mono Jirón” relacionaría el color con
algún tipo de mensaje secreto que él quisiera estar dando. Pen-
saba que la noche anterior no debió haberse puesto también
el mismo color amarillo. Felizmente que no se veía a Neptalí
por ninguna parte, él podría relacionar la coincidencia en la
vestimenta de Diego.
A casi una hora de haber salido del hotel y ahora por las
afueras de Bogotá, cerca a un pequeño lago, doblaron por una
pista de tierra. Después de dos kilómetros ‘”Bembo” paró el
coche y volteándose en el asiento les dijo que ahora sí debían
ponerse las vendas..., que en ese momento les alcanzaba.
Ambos procedieron a vendarse los ojos sin ofrecer ningu-
na protesta y el viaje prosiguió sin interrupción por otra media
hora y bastantes curvas, siguiendo la pista que se había puesto
bastante irregular hasta un área descampada. Allí había un avión
Turbo-Prop esperándolos con un motor prendido y listo para
llevarlos en viaje de una hora a Miraflores, en Caquetá.
Ni Diego ni Fernandinho podían ahora reconstruir el viaje.
Definitivamente estaban perdidos, se decían para sí que si de
esta salían con vida no los podrían matar nunca más. Decidieron
dormir un poco para recuperarse de la noche anterior… aunque
con bastantes sobresaltos.
Después de una gran vuelta en el aire por el perímetro de la
pista de aterrizaje y luego de más vueltas después del aterrizaje,
vueltas ahora en una camioneta Land Rover, y ahora sobre una
pista sólo afirmada. Entraron a un lugar donde habían bastantes
huecos y piedras en el camino, como modo de seguridad rústica,
que hacían que la camioneta salte mucho, y tenga que diminuir
bastante de velocidad.
224 paco paratore

Un intenso olor a animales les entró por la nariz e hizo


pensar a Diego que habían entrado en una granja. ¡Definitiva-
mente puercos!!… y deben ser cerca a las 11:30 a.m. o las 12
a.m. pensó Diego. En eso la camioneta se detuvo por completo
y la puerta se abrió. Vieron acercarse al “Mono Jirón” quien
usaba unas botas negras de jebe y lo oyeron decir desde lejos
a medida que caminaba hacia a ellos.
—¡Espero que el dolor de cabeza no sea muy fuerte! No
me hicieron caso anoche y salieron del hotel.
—Salimos porque necesitábamos y tenía ganas de diver-
tirme, dijo Fernandinho mostrando una sonrisa conciliadora.
Estamos con tanto trabajo que pensar en estar en Bogotá y pasar
por alto a una caleña de buenas piernas, ¿sólo por querer ganar
más dinero?, es un pecado.
—Lástima que no pudieras venir con nosotros, insistí
con Neptalí para que invite a todos los que hubieran querido
celebrar. Me hubiera gustado haber tomado unas copas de ron
o “caipiriña” juntos y no hablar de negocios por un tiempo.
Espero comprendas, dijo Fernandinho.
El “Mono” se tomó unos segundos antes de responder y
dijo con media sonrisa de dientes verdes:
—Creo que tienes razón con lo de las caleñas, son precio-
sas... las mejores piernas del mundo y que si me hubiera gustado
el roncito. En fin, olvidémoslo.
—Bien. Ahora quiero enseñarles la granja, así la lla-
mamos. A propósito, el fuerte olor es de los puercos. Es
excelente para enmascarar otros olores, especialmente el de
los solventes.
—Además, los puercos son muy buenos para des-
aparecer cualquier cosa. Hasta cadáveres humanos. Un animal
puede comerse 30 kg de carne en 15 minutos, con huesos y todo.
Aquí tenemos cerca de 200 puercos… así que caballeros!!!, hay
polvos de orquiDEA 225

bastante de todo, comida y despojo.


Procedieron a caminar todos juntos guiados por el “Mono”
por toda la edificación que en su mayoría estaba hecha de ladri-
llo y cemento pero pintada con colores sucios, marrón y verde.
Difícil de ver desde arriba, pensaba Diego.
Así pasaron por oficinas de trabajo, almacenes y labora-
torios y una pequeña área de concentración de droga que tenía
varios silos de plástico de 5 000 litros cada uno.
—¡Para las hojas de coca!, dijo el “Mono”
Experimentalmente estamos probando varios otros solven-
tes, más rápidos, para sugerirle a los peruanos y bolivianos que
cambien y mejoren el proceso de concentración. Todavía siguen
usando kerosén y eso es malo para el negocio, sufre la calidad
final. Con kerosén sólo sale el “crack” pero no es bueno, se
pierde dinero.
Total que igual se transporta un kilo de “pura” que un
kilo de “crack”. Antes les habíamos sugerido que usen gran-
des bolsas verdes de plástico colgadas de los árboles sobre los
ríos de la selva. Así, si viene la policía sólo tienen que cortar
las sogas que sostienen a las bolsas y ellas caen en el río y se
hunden en el agua por el peso y el agua se las lleva… y ya no
hay pruebas. Estamos mejorando todos los días, dijo orgullosa-
mente el “Mono”.
En la zona de atrás había unas caballerizas y algunos silos
grandes de granos y más edificios con gente que salía y entraba.
El “Mono” dijo que este sitio también era lugar de entrenamiento
doctrinario y esos eran edificios-vivienda. En total había más de
2000 hombres por año que pasaban por estas instalaciones en
forma rotatoria.
Hacía calor y todos sudaban bastante. La camisa amarilla
de Diego se veía fuera de lugar en este sitio de olores fuertes y
colores sucios. Después de la visita a los potreros, se dirigieron a
226 paco paratore

un salón grande donde se sentaron a comer junto con el “Mono”


pero en mesa separada del resto de los peones.
La conversación giró en torno a política Latino America-
na y global. El “Mono” era un hombre bastante enterado de la
política USA y Europea estaba al tanto de todos los ministros
y gente de estatura global.
Después del postre, que fue de queso fresco con higos, el
“Mono Jirón” ofreció una botella de ron y brindaron varias copas
con varias gentes de mirada escurridiza que entraban y salían a
quienes Fernandinho y Diego fueron presentados. Pero ninguno
tenía nombre común… todos eran sobrenombres de amistad o
de combate y muy difíciles de recordar. El ojeroso, el chivo,
ojos de uva, salitre, mojón de cura, gallina, etc.
Diego pensaba en cómo iban a poder recordar la localización
de este lugar y tantos nombres y poder comunicarlos a la DEA.
Pensaba que si los dejaban aquí ellos no podrían encontrar el
camino de regreso. Fue interrumpido en su pensamiento cuando
el “Mono Jirón” se despidió de ellos y les dijo que iban a ser
llevados de vuelta a La Fortaleza.
—Pero mañana “Juan Balas” los llevará a Barrancominas,
donde está el principal centro de acopio de los distintos grupos
de las FARC. ¡Es como un cuartel!, dijo el “Mono”.
—Ahora sí ¡no debían salir del hotel para nada! Deberán
esperar hasta ser recogidos. Les gritó a medida que subía a una
camioneta de color verde oscuro.
En Barrancominas iban a conocer al “Negro Acacio”
quien iba a ser el jefe de seguridad y logística para la ope-
ración de Fernandinho en la selva del Guaviare. Les dijo
“Bembo”.

*****
polvos de orquiDEA 227

En Lima, esa misma mañana, el coronel Wallace estaba


reunido con el staff de la DEA; eran las 8 a.m. El coronel te-
nía una copia del contrato preparado por Duda que había sido
enviado la noche anterior desde Brasil por la embajada. Habían
leído el contrato varias veces, pero el coronel no quería aceptar
las condiciones hasta poder hablar con Diego.
El coronel usaba esto como excusa… En realidad se sentía
desplazado, sentía haber perdido el control de la operación y no
le gustaba cómo habían cambiado la naturaleza de ésta. Ya no
sería él, el héroe responsable de entregar a Fernandinho a las
autoridades.
El coronel decía:
—Ahora la DEA de Colombia tomará el control de la
operación y nosotros seremos sólo apoyo operativo. Busca-
remos un motivo o razón para ser parte directa y sólo con-
testaremos a la embajada colombiana que iré yo a Colombia
esta misma mañana. En el primer vuelo, para estar cerca
de nuestro operativo y ayudar a la total coordinación de la
operación. Ahora que Diego es parte vital, muy importante
en todo el plan.
—¡Necesitamos estar cerca a él!!. Decía esto el coronel
sin perder contacto visual con sus subalternos de seguridad.
Aunque se daba cuenta que retardaba acciones importantes con
sus demoras.
Sugería no aceptar todos los puntos del plan hasta tener
mayor información, que garantice que realmente el plan resul-
taría en la captura de los cabecillas de los terroristas. Decía que
esto podía ser sólo una patraña de Fernandinho para salir limpio
después de tantos años de acumular riquezas ilícitas.
Tomó el teléfono para llamar a Colombia a decirles la
decisión de Perú. Cuando en ese mismo instante sonó el te-
228 paco paratore

léfono. Era el embajador y decía tener información directa de


Washington:
—Deberán dar todo el apoyo al operativo en Colombia.
La operación se llamará “Gato Negro”. Pronto se dispondrá del
apoyo del ejército colombiano, pero estos intervendrán única-
mente cuando se sepa con seguridad dónde están localizadas las
instalaciones de las FARC., las que producen cocaína pura y los
nombres de los responsables, ¡No antes!
El coronel Wallace pensaba… ¿Qué podría suceder si la
DEA demoraba en sus decisiones? ¿Qué pasaría si había demora
hasta que la DEA finalmente tome acción?… estando limitada a
la información que reciba del ejército… del lugar dónde estaban
los laboratorios y de la gente involucrada… había justificaciones
para no colaborar.
Wallace pensaba que la DEA tenía que ser parte integral
polvos de orquiDEA 229

GATO NEGRO

Cuando los efectivos de la fuerza de despliegue rápido


entraron en el jardín infantil “Casa Verde” al lado del aeropuerto
de Barrancominas, centro de operaciones administrativas y pro-
ductivas de la zona oriental de las FARC, encontraron muchos
documentos detallando embarques realizados, direcciones, origen
de procedencia y futuros compromisos comerciales de drogas
para ser entregados en los próximos tres meses.
El coronel Wallace estaba muy feliz. Habían sido dos días
de intensa concentración y gasto de energías pero también los
resultados habían sido tan espectacularmente buenos que alcan-
zaban para ser repartidos entre todos; para los colombianos que
al mando del general Carlos Francis, comandante del frente 16,
supieron mantener la presión de lucha, muy necesaria en estos
encuentros y para los americanos que como él habían sabido
compartir, controlarse y confiar en el profesionalismo de los
colombianos, se decía Wallace.
Los cinco mil efectivos preparados para la guerra…
que ya habían estado patrullando la gran selva del Gua-
viare por más de dos meses, en cuanto recibieron la orden
de desplazamiento pudieron hacerlo gracias a la caballería
aérea de helicópteros y en sólo una hora habían podido in-
terceptar, ocupar y destruir, asegurando la total captura de
más de 820 “guerrilleros” en más de 150 laboratorios de
concentración de coca.
230 paco paratore

Se estimaba que no menos de 200 toneladas de drogas


habían salido de estas instalaciones en los últimos seis meses.
El ejército había estado buscando este lugar por más de dos
años pero siempre sin resultado debido a la falta de datos
precisos y a los cambios de jefes en los altos mandos de la
cúpula policial.
Esta vez las fuerzas del gobierno se habían acantonado en
el corregimiento de Barrancominas y progresivamente habían
visto aumentar la gran actividad de los narcotraficantes hasta
alcanzar grandes proporciones, ayudados por la seguridad que
ofrecía la protección de los grupos de las FARC. Luego habían
capturado a elementos de las FARC que se dedicaban a traficar
en drogas y ahora no sabían si combatían narcotraficantes o
elementos de las FARC… ya todos eran iguales.
El coronel Wallace escribía rápidamente terminando su
reporte desde Colombia al día siguiente, apenas después de
haber llegado. Quería ser el primero con las buenas noticias.
Realmente una operación relámpago, se decía. Ojalá todas las
operaciones fueran así.
Pero claro, los datos proporcionados por Diego, quien era
miembro de su equipo y Fernandinho fueron claves para haber
movilizado tan rápidamente a todos los efectivos militares y a
los miembros de inteligencia.
Felizmente que el ejército ya estaba en la zona. Pero eso
no se diría. Todos los reportes serían escritos diciendo que sólo
por los servicios de inteligencia y la labor paciente del ejérci-
to se había podido capturar tan extenso ramal de las FARC y
ahora sí existía la clara evidencia de la participación directa en
la elaboración de drogas y con destino a USA.
—¡Y esto después de obtener el video de Montesinos,
delatador del embajador en Perú! Creo que me deben dar una
medalla de honor. Pensaba internamente.
polvos de orquiDEA 231

Lástima que no se pudo encontrar a Diego ni a Fernandinho


entre los heridos o capturados. ¿Dónde estarán? Se preguntaba
Wallace.

*****

El “Negro Acacio” escupió sangre otra vez, miró varias


piedras en el piso y vio como su sangre se amontonaba y se
tornaba marrón. Sabía que estaba herido en un pulmón. Lo ha-
bía visto antes, la sangre tenía burbujas. No iba a durar mucho
más pero iba a matar al hijo de puta de Fernandinho y al otro
renegado Diego, se dijo.
Apuntaba hacia arriba para cubrir el agujero en caso alguien
asome la cabeza. Veía que pronto iba a anochecer, casi había
perdido la noción del tiempo. Debían de haber pasado ya varias
horas desde que oyó la metralla de los soldados.
Apuntaba con la ametralladora AK-17 que había sido su
mejor amiga desde hacía dos años, nunca le había fallado. Sabía
que no debió de haber confiado en estos dos hijos de puta. Ahora
él era el único que podía perseguirlos. Seguro que el “gordo
Pérez” y “el Chino” estaban los dos muertos.
Pero antes de morir él les iba a clavar un balazo a estos
dos mierdas para que se vayan juntos al infierno. Sabía que
no tenían armas y que Fernandinho estaba herido, había visto
a Diego prácticamente cargarlo. Pero no sabía si el pendejo
de Diego estaba herido y ahora muerto o todavía vivo. No
era posible que con tantas balas de los helicópteros Diego no
tuviese nada, ni que tampoco haya sido herido. Maricón de
mierda, camisa amarilla de mierda, repetía el “Negro Acacio”.
Estaba lleno de rencor y sus ojos brillaban en la oscuridad
del agujero.
Había visto desaparecer todo por el fuego y por culpa de
232 paco paratore

los malditos soldados. Los malditos llegaron en oleadas por aire


y tierra, disparando. Increíble que todo haya pasado sólo unas
cuantas horas antes. Parecían días, ¡carajo!
Tenía que arriesgarse ahora y salir del túnel y mirar en la
otra entrada. La adyacente, donde creía que ellos podrían estar
y matarlos. Como piojos, ¡carajo!

*****

En cuanto llegaron de visita a Barrancominas, Diego y


Fernandinho habían ido con el “Negro Acacio” a sentarse en la
oficina principal del centro infantil “Casa Verde”.
Después de un corto paseo por las instalaciones estaban
ahora revisando los últimos papeles de transacciones. El “Negro
Acacio” había expresado palabras de agrado por la visita. Estaba
contento de finalmente conocer a Fernandinho. ¡Este les había
comprado y pagado por el transporte y envío de no menos de
120 toneladas de drogas en sus aviones de confianza en los
últimos seis meses!
Había tenido que pagar muchas veces sobreprecio a los
pilotos para que trabajen turnos extras pero qué se iba a hacer,
se decía. A veces había tanta droga por super producción que
había que sacarla de alguna manera.
Asunción en Paraguay era un buen destino para los em-
barques. Había sido uno de sus lugares preferidos cuando niño,
viajando de vacaciones escolares con su padre… y ahora veía
como Fernandinho, cliente preferido, crecía en su negocio y le
daba solución a sus problemas de sobre inventario.
Sabía que Fernandinho enviaba prácticamente toda la droga
a Europa y Asia donde cada kilo se vendía a 160 000 dólares.
Fernandinho había dicho que él sólo ganaba 3 000 dólares por
polvos de orquiDEA 233

kilo, pero eso no podía ser cierto, él ganaba mucho más. Proba-
blemente estaría lleno de dinero y estaba bien que ahora venga a
producir en Colombia para que invierta y sepa de los problemas
de producir con el ejército colombiano y los americanos con sus
aviones espía encima todo el tiempo.
Le iba a enseñar todas las instalaciones y ayudarlo a que
se instale aquí. No estaba seguro de este ex-agente llamado
Diego… ¡y con la camisa amarilla!, se decía para sus adentros.
Nadie se ponía colores amarillos vivos en la selva, salvo que
sea un pájaro, ¡un tucán! se había dicho.
Y su instinto no estuvo muy lejos de ser verdad. Cuando
los soldados llegaron habían evitado disparar al de “amarillo”…
siguiendo órdenes de sus jefes. Fernandinho no pudo vestirse
de amarillo ese día, primero porque Diego sólo había comprado
tres camisas y dos ya habían sido usadas previamente. Además
Fernandinho no había querido indicaciones sospechosas y dar
más de pensar al “Mono Jirón”, quien podría haber sospechado
de la coincidencia.

*****

La noche anterior al volver de Miraflores, Fernandinho


le dijo a “Bembo” que no iban a salir esa noche del hotel pero
que quería una chica de la “Casa de Buda”:
—Preferentemente “Peaches” le dijo o cualquier otra
que la “mama Beatriz” decida. Quizás, que manden también
una para Diego creo que se llamaba Sandra. Y si tú quieres
puedes pedir una a mi nombre y traerla aquí, cualquiera que
tú quieras- de esa manera el “Mono Jirón” no tiene nada que
negar ni objetar porque tú estarás con nosotros. Y no estamos
saliendo del motel, le dijo.
234 paco paratore

Diego estuvo de acuerdo y ofreció su suite para la diver-


sión. Fernandinho insistió diciendo que quería pasar una buena
noche ya que irían a Barrancominas al día siguiente y después
de regreso a Brasil.
“Bembo” respondió:
—Hablaré con el “Mono” y salió rápidamente del hotel
muy animado ¡Entusiasmadamente… se decía Bembo!... ¡tengo
un prospecto de tener una buena sacudida esta noche y además
tengo un poco de coca para la ocasión!
Ya camino al automóvil, pensó… –¿pero para qué darle más
problemas? Primero voy a la “Casa de Buda” miro a las chicas
y si está “Rosita”, que también la conocen como “Chupete”, no
voy a dudar en llevarlas a todas. Con la gracia del Mono o sin
ella, ¡qué carajo! ¡El Mono que se encargue de sus mujeres! ¡Y
que no joda!... “Bembo” se convencía solo.
Cuando llegó a la “Casa de Buda” “Bembo” fue direc-
tamente a hablar con la “mama Beatriz” y ella comprendió
inmediatamente la importancia que tenía para Fernandinho el
tener contacto con ella. No era normal en él que quisiera una
chica dos días seguidos… ¡y menos la misma! Mandó llamar
a “Peaches” Sandra y Rosita y les ordenó ir con ‘”Bembo” a
La Fortaleza.
También la “mama Beatriz” envió cuatro botellas de Chivas
de 12 años para que no tengan que pedir en el hotel. Coca y
comida para que no tuvieran que salir.
A “Peaches” le dijo que avise a Fernandinho que ella iría
a La Fortaleza a las 12 p.m. en punto, en caso él la necesite.
La “mama Beatriz” olía que había bastante dinero para ella si
sabía comportarse y conocía a Duda quien nunca le perdonaría
no cooperar con Fernandinho. Era peor ser enemiga de Duda,
pensaba la “mama”.
La “mama Beatriz” tenía miedo de Duda, del modo que
polvos de orquiDEA 235

miraba ¡con esos ojos negros sin fondo! y sabía que disponía de
muchos medios para convencer a una persona. Por las buenas o
por las malas. Mejor estar de su lado, se dijo.
A la mañana siguiente, “Bembo” estaba feliz... ¡habían
pasado una noche espectacular!
“Bembo” no fue de la partida a Barrancominas y sólo se
enteró del asalto del ejército al día siguiente. Había pasado todo
el día “curándose” de la noche anterior. Del dolor de cabeza de
tomarse una botella de Chivas él sólito y de toda la coca que
había consumido con Rosita. “Bembo” se miraba su nariz tan
roja en el espejo!
Tampoco se dio cuenta cuando la “mama Beatriz” llegó y
ofreció un teléfono celular a Fernandinho para hacer su llamada
a Brasil y avisar a Duda que irían a Barrancominas la mañana
siguiente… y que ojalá que la policía o la DEA o el ejército
o alguien tenga la sabiduría de enviar elementos que puedan
seguirlos y rastrearlos porque no sabían adónde específicamente
llegarían.
—Diego, dijo Fernandinho, estará vistiendo una camisa
amarilla.
Diego por su parte, en algún momento durante la “fiesta”
en su habitación, había bajado al baño del lobby del hotel y
pretendiendo estar muy borracho, cuando estaba en el urinario,
casi cantando o hablando consigo mismo, al ver entrar al con-
serje del hotel, dijo:
—¡Qué buen hotel es este Fortaleza y toda su gente! Pero
tengo que ir a Barrancominas mañana temprano y no sé para
qué ¿será para pasear o ganar dinero??
El conserje que también había entrado después de asegu-
rarse de que no había nadie más en los baños… mirando bajo
las puertas de los escusados, mientras hablaba bajo, le dijo:
236 paco paratore

—No se preocupe operativo, Wallace dice que estamos a


su lado. El avión-radar rastreó su vuelo a Miraflores y estará
listo mañana también. Prosigan.
Diego no demoró más y con un movimiento vertical de
la cabeza señaló su entendimiento. Salió todavía fingiendo estar
casi perdiendo el equilibrio al caminar y volvió a su habitación,
siempre hablando solo.
Muy temprano al día siguiente llegó “Juan Balas” para
llevarlos a Barrancominas a conocer los laboratorios y al “Ne-
gro Acacio”. Se repitió el mismo viaje terrestre hasta la pista de
aterrizaje privada que tenían los de las FARC y después de un
vuelo de 45 minutos hasta el oriente colombiano donde ya la
densa selva del Guaviare se dejaba ver. Impenetrable con muchos
y enormes árboles de denso follaje verde oscuro.
Gran cantidad de maleza trepaba y cubría casi cualquier
cosa que les diera apoyo. Aterrizaron y salieron rápidamente
del avión. Fueron llevados a una oficina cercana en medio de
los árboles. Se veía a muchas personas caminando dentro y
fuera de este campamento-escuela, bastante grande para estar
en plena selva.
Todo terminó casi al haber comenzado. A medida que se
servían unas tazas de café hervido con canela y comenzaban a
planear la visita detallada por el campamento, el “Negro Aca-
cio” explicaba cómo era imposible para cualquier ejército ver
nada desde el aire por la cantidad de vegetación, cuando en
eso una gran explosión y muchos disparos se escucharon casi
simultáneamente forzándolos a bajar las cabezas como protec-
ción instintiva e hicieron que afuera toda la gente corriera y se
dispersara por todas partes.
El “Negro Acacio” se paró abruptamente empujando la
silla en la cual estaba sentado. Instintivamente arrimó a un lado
una petaca de paja y haciendo bastante esfuerzo levantó una tapa
polvos de orquiDEA 237

redonda del piso, dejando ver una entrada oscura a un túnel.


Luego fue a abrir la puerta de la habitación colindante para ver
qué sucedía, y fue cuando Fernandinho emitió un gemido pero
reaccionó rápidamente para mirar a Diego.
En eso Fernandinho levantó la cabeza y vio por un agujero
del techo a dos soldados que acababan de deslizarse por sogas
desde un helicóptero que se había detenido justo arriba de la
edificación. Mientras otros trataban de derribar la puerta de la
habitación colindante.
Se oían ráfagas como si los soldados dispararan en abanico
para barrer enemigos dispersos.
En eso claramente se oyó cuando unos soldados parados
del otro lado de la pared gritaban:
—¡Que no se dispare al de camisa amarilla!
Con esto el “Negro Acacio” volteó la cabeza y agarró una
ametralladora que colgaba de la pared, comprendiendo en el acto
que había sido traicionado y comenzó a disparar su ametralladora
en la dirección de Diego y Fernandinho… éstos sólo atinaron a
saltar dentro del túnel que momentos antes quedó al descubierto
bajo el escritorio del “Negro Acacio”.
Querían huir del “Negro Acacio” y de sus armas… el negro
ahora disparaba en todas direcciones por estar dando traspiés
tratando de mantenerse en equilibrio y correr, evidentemente
en estado malherido. También había sido alcanzado por una
bala perdida.
El “Negro Acacio” y Fernandinho habían sido alcanzados
por varias ráfagas de balas que entraron perforando el techo de
calamina. Casi cayéndose saltó el “Negro Acacio” también dentro
del túnel cerrando la tapa con un gran cerrojo por dentro.
Diego a sólo unos pasos más allá en la penumbra del túnel,
sosteniendo a Fernandinho, notaba que la tapa era en realidad
238 paco paratore

una gruesa plancha de fierro forjado.


Aunque el túnel tenía luz artificial, esta era bastante débil
y sólo iluminaba los primeros metros. El túnel era un sistema
de comunicaciones antiguo que unía a todos los laboratorios
en un sistema de laberintos subterráneos construido cuando las
operaciones corrían peligro de ser invadidas por la policía o por
otros narcos competidores. Pero ahora estaba abandonado.
Desde que las FARC habían “liberado” la zona, ya no
era necesario llevar nada por el sistema de túneles. Insumos
como solventes, materiales de empaque y la misma gente eran
ahora más fáciles de ser transportados igual que todos los otros
servicios... a la luz del día y a la vista de todos.
Viendo al “Negro Acacio” tan cerca Diego trató de penetrar
y avanzar por el túnel hacia adentro, pero sólo pudo jalar a un
costado a Fernandinho y tomar un túnel lateral. Había notado que
el túnel principal se bifurcaba en algunos metros más llevando
a diferentes direcciones.
Tocó el pecho de Fernandinho mientras lo llevaba a cuestas.
Se dio cuenta de lo empapado de sangre que éste estaba. Sentía
colgar el brazo de Fernandinho y batirse hacia los costados con
el movimiento de intentar andar en medio de tantas raíces de
árboles antiguos.
Sólo podía tratar de avanzar lo más rápidamente posible
pisando piedras y sujetándose de las paredes de tierra mojada…
en partes... las cuales eran resbalosas al tacto. Trataba de no
caerse por la cantidad de raíces que cubrían el piso y las pocas
aberturas de túnel que encontraba en el camino imposibilitando
la huida. Algunas aberturas eran naturales hundimientos y otras
eran los remanentes del antiguo sistema.
Tenía ahora a Fernandinho con un brazo sobre su hombro.
Temía caerse si trataba de levantarlo teniendo al “Negro Acacio”
a sólo algunos pasos de distancia.
polvos de orquiDEA 239

Todo paso era seguido de un tropezón por la oscuridad


del sistema de túneles. Trataba de alejarse del camino de los
disparos que se oían de vez en cuando pero podía oír al “Negro
Acacio” toser y que maldecía siguiéndolos. Diego continuaba
adentrándose más y más sin saber hacia adónde se dirigía.
Ahora casi exhausto de tanto esfuerzo de caminar y
tratando de agarrarse de las paredes, cargando a Fernandinho,
bajo una penumbra de luz que se formaba débilmente por una
abertura del túnel, Diego pensó qué hacer y cómo atacar al
“Negro Acacio”. Sabía que no podía seguir huyendo. Encon-
tró una abertura natural, la cual era razonablemente grande
como para salir, y con todos sus sentidos alertas se fijaba en
su entorno.
Podía oír al “Negro Acacio” que maldecía en algún lugar
cercano y pensó que esto no podía continuar más, Fernandinho
necesitaba descanso y atención médica pronto. Había visto su
brazo casi deshecho por el disparo, probablemente se le había
astillado el hueso.
Decidió dejar a Fernandinho por un momento y salir afuera
para localizar al “Negro Acacio” y ver dónde estaban..., ya no
se oía ningún otro ruido.
No sabía cuánto se habían alejado del lugar de operaciones.
Sacó la cabeza por el agujero sobre el suelo y calladamente trató
de escuchar lo más que podía. Todavía había luz de día, y veía
espirales de humo que salían a la distancia distorsionados por
el viento y las copas de los árboles.
En eso oyó al “Negro Acacio” decir con voz pastosa:
—¡Maricón de mierda, los voy a matar a todos, carajo!
La voz salía de un agujero vecino. Avanzó lentamente
rampando sobre su estómago. Se sacó la camisa amarilla y la
llenó de tierra roja y pequeñas piedras del suelo y tomó una
gran piedra con la mano derecha. Ahora contando hasta diez,
240 paco paratore

para lograr concentrarse, lanzó la camisa con tierra y todo, lo


más abierta posible al centro del agujero, casi tapándolo con la
camisa y tierra.
Oyó la rápida sucesión de disparos de la metralla de la
AK-17 y las maldiciones. En cuanto cesaron los disparos, dio
varios pasos al frente y acercándose rápidamente al agujero del
“Negro Acacio” lanzó la piedra con gran fuerza en el agujero,
oyendo un golpe y un gemido de dolor.
Inmediatamente Diego saltó con los pies hacia abajo
tratando de tensar los músculos de las piernas pero doblan-
do algo las rodillas como en un golpe de karate, sintiendo
como el pecho del “Negro Acacio” se hundía bajo sus fuertes
zapatos.
Había caído justo al centro del cuerpo del “Negro Acacio”
donde el estómago se une al pecho. Este soltó un soplido lleno
de sangre manchando toda una pierna del pantalón de Diego.
Diego no esperó más, tomó la metralleta con la mano izquierda
jalándola con fuerza de las manos del “Negro Acacio” y con la
mano derecha lanzó un puñete hacia abajo sobre la manzana de
Adán de su oponente quien ahora ya no dijo nada... sólo abrió
los ojos ahogándose en su propia sangre.
La camisa amarilla sirvió para hacer un torniquete a la
altura del hombro de Fernandinho quien estaba ahora sin sen-
tido. Al menos paró la sangre, se dijo Diego. Pero sí tuvieron
que pasar esa noche en el mismo lugar porque no querían
arriesgarse a perderse o encontrarse con algún animal salvaje
o un guerrillero.
Sólo al día siguiente muy temprano, Diego pudo orientarse
y regresar hacia la zona de los laboratorios. Felizmente el ejér-
cito había dejado unos soldados en guardia quienes después de
obligarlos a identificarse procedieron a llamar a un helicóptero-
ambulancia para llevarlos de vuelta a Bogotá… ¡supuestamente
polvos de orquiDEA 241

como prisioneros!.
En Bogotá, Fernandinho necesitó de una operación rápida
en el brazo para desinfectarlo restablecer la circulación a nivel
semi-normal y sacar todas las astillas de hueso.
El médico dijo que el brazo quedaría prácticamente in-
utilizado, aunque quizás no, si se hacía una operación especia-
lizada con injertos y que pudiera ser realizada pronto. Pero no
en Bogotá sino en USA donde los equipos podían garantizar un
mayor porcentaje de recuperación.
Tuvieron que hacerle varias transfusiones de sangre y darle
una gama de antibióticos para evitar la fuerte infección que ya
había comenzado, por haber estado mucho tiempo en ambiente
caliente y con suciedad de la selva… muy activa en bacterias,
terminó diciendo el médico.
Ambos fueron trasladados a USA a pedido de la DEA.
—¡Felizmente vivos!, pensaba Diego.
242 paco paratore
polvos de orquiDEA 243

FASHION MALL
Fort Lauderdale, USA

Salía Omar Montenegro del Sheraton “Yanki Trader”


Iba camino al estacionamiento, próximo al Fashion Mall en
Fort Lauderdale en busca de su carro allí estacionado. Sentía
tener la cabeza cargada con una gran cantidad de información,
pero también iba en busca de soledad para ganar compostura
y serenidad.
Venía de reunirse “socialmente” con su prima Ángela y
Duda en el restaurante Max situado en la planta baja del Fashion
Mall donde hablaron por cerca de 4 horas. Eran ahora cerca de
las 10 p.m. Quería retornar a casa. Sentía cierto alivio de volver
a estar solo.
Esta reunión había tenido de todo. Pero sobretodo, se
había sentido “desnudado” mentalmente por Duda quien había
ingresado a su mente como si esta fuera su casa. Había abierto
muchas puertas y subido niveles y había hecho que se sienta
como un niño en primera confesión.
Sus ojos negros, como dos cristales de ónix, –parecían de
piedra pulida y tallada–, se habían visto fijamente reflejados por
mucho tiempo mientras hablaba y Omar había sentido la mirada
de Duda penetrar en sus ojos y siguiendo el nervio óptico, ir a
todos los rincones de su cerebro.
Felizmente ángela había sentido su turbación y lo ayudó
en muchos de los pasajes interviniendo en la conversación.
Dos días antes, apenas Omar había regresado de Venezuela,
244 paco paratore

después de ir a Cali, Colombia, donde había recibido la llave


que allí le entregaron de parte del señor Madero había sonado
el teléfono de su oficina y escuchado la voz de ángela que le
anunciaba que estaba en Fort Lauderdale con Duda. Se pensa-
ban quedar unos días y lo querían ver. Accedió a verlas en el
Sheraton donde ellas estaban alojadas.
Esa tarde a eso de las 5 p.m., Ángela había bajado a verlo
en el lobby y le dijo que Duda también venía con ellos, que la
esperarían unos minutos. Mientras tanto Omar le contó lo que
sucedía con varios miembros de la familia… que todos estaban
bien y que ¿quién sería el presidente en Perú?, ¡ofrecían de todo
como todos los presidentes y no hacían nada, como Toledo!,
replicaba ángela.
Ojalá que pasadas las primeras alegrías políticas se empiece
ya a escuchar planes serios de inversión y desarrollo, y no sólo
de lo malo que fue el gobierno anterior.
Mientras que Omar hablaba con Ángela, por sobre su
hombro vio caminar hacia ellos a una hermosa mujer mulata.
Alta, vestida toda de blanco, de cabello muy negro y lacio
que volaba hacia atrás a medida que ella caminaba en línea
recta hacia ellos con pasos derechos como de pasarela, de gran
modelo de modas.
A medida que se aproximaba, pudo observar la perfección
de todas sus líneas, comenzando con los dedos del pie, pues
vestía sandalias marrones y con su perfilada nariz que apuntaba
ligeramente hacia arriba.
La perfección de sus bellas piernas color caoba era evi-
dente. Vestía una minifalda blanca muy corta pero suelta. Su
torso, brazos y rostro eran bellísimos, con un resplandeciente
brillo color caoba. También su blusa era blanca y suelta y de
una gasa de algodón fino.
Pensó Omar que probablemente el conjunto era de Bahía,
polvos de orquiDEA 245

Brasil. Pero más pensaba cómo, el todo, era un conjunto tan


armonioso: mujer, aura y vestido.
Duda sabía que causaba sentimientos de turbación en la
gente. Sonriendo le alargo la mano, miró en sus ojos, con esos
sus ojos sumamente negros y le dijo:
—Tú eres Omar. Ángela me ha contado mucho de ti. Sé
que nos vamos a entender. Lo siento en mi pecho y en mi alma.
Con la intención de estrechar la distancia humana, le ajustaba
ligeramente la mano con un calor eléctrico que también lo sintió
en el medio del pecho.
Diciendo esto ella se puso una mano en el pecho… preten-
diendo un desmayo. Lo cual hizo reír a ángela. Lo que menos
pensaría Omar era en tener ese tipo de impacto sobre alguna
mujer. Duda era una manipuladora de sentimientos, pensó Omar.
Sabe mucho de la naturaleza humana.
Ángela miró a su alrededor buscando un lugar para sen-
tarse y poder conversar los tres, a lo cual Omar respondió que
muy cerca, al costado, estaba el Max. Hacia allí se dirigieron a
paso lento. Cuando abrieron la puerta, una chica latina los guió
hacia una mesa casi al centro del bar.
Al sentarse Omar paseó su mirada en 180 grados para ver
el bar y obviamente notó que todos los hombres sentados en los
taburetes del bar tenían la mirada fija en Duda. Ella por su parte
sólo tenía ojos para el grupo y para conversar con Ángela. Su
nariz fina apuntaba hacia arriba en gesto de elegancia.
Internamente Omar… ya se veía teniendo que espantar
a todos los “cuervos” del bar y sentía celos anticipados. Llegó
el mozo y pidieron vino tinto y algunos platillos variados para
poder conversar.
Duda dijo ahora dirigiéndose a Omar:
¿Viajas mucho?, ¿a Brasil?… cuando vayas la próxima
246 paco paratore

vez no intentes buscarme. Sin esperar respuesta, añadió:


—Ahora puedes encontrarme aquí, en Coral Gables por-
que acabo de comprar una casa en Alhambra Circle, cerca a la
“Piscina Veneciana” Ángela se quedará conmigo.
Omar volteó a mirar la cara de ángela, quien sonreía y
dijo:
—Ya no iré a ninguna parte. Ayudaré a Duda en uno
de sus muchos proyectos. Este se llamará, “Blanco en Blanco”
Será el nombre de una cadena de tiendas de vestir para damas
donde ellas podrán encontrar toda clase de prendas femeninas
pero sólo en color blanco, sea para fiesta o para la playa. ¡Con
esto te digo que ya no me interesará seguir a Diego... a ninguna
parte!
—A propósito te cuento que venimos del hospital Jackson
Memorial en Miami donde ambos, Diego y Fernandinho, están
reposando después de las acciones en Colombia.
—Fernandinho acaba de ser operado del brazo y se queda-
rá unos días más internado. Después vendrá a la casa de Duda
en Coral Gables donde continuará su rehabilitación. Necesitará
protección policial por esos días y luego será trasladado a un
lugar no especificado en el Norte… creo, que en Nevada, para
dar toda su versión de las operaciones de los colombianos. Creo
que también quieren que vaya a Europa y Paraguay.
—Por mi parte yo ya tengo escrita y notarizada mi ver-
sión de nuestra operación de Orquídea Negra y no sé cuál es el
siguiente paso, pero no me preocupa. Dijo Duda.
Omar intervino:
—Me imagino que se trata de las acciones de la DEA en
Colombia. Pregunto por curiosidad porque sólo he leído muy
superficialmente lo que pasó allá. ¡No tenía idea que Diego y
Fernandinho estuvieran involucrados en eso!
polvos de orquiDEA 247

¡Estuvieron muy involucrados! Ya te cuento en otro mo-


mento todo, pero ahora sí te confirmo que ésa es la razón por la
que ellos están en el hospital y nosotras aquí!. Dijo ángela.
¿Pero tú no ibas a reunirte con Diego tan pronto pase
su estadía en Perú? Preguntó Omar a Ángela. Ellas lo miraron
tristemente... y ángela le confió:
—No, él irá a vivir con su esposa e hijo en Virginia. Creo
que va a ser descargado del servicio y creo que es lo que él
quiere también. Felizmente que Duda me ayuda a recuperarme
hasta que vuelva a sentir algo otra vez… ¡Si es que alguna vez
vuelvo a sentir algo!
Quedaron los tres en silencio, pensando, mientras que
tomaban un poco de vino a modo de solidaridad con Ángela.
En eso se acordaron de Alexander y Omar preguntó a Ángela
en qué había terminado toda esa situación.
—Supe que lo asesinaron. Dijo Omar.
Ángela contó cómo la policía había capturado al asesino,
relatando todos los detalles del accidente en la carretera al Norte
en Perú y contando que su familia felizmente estaba tomando
todo con mucha calma.
—¡Fue horrible!, dijo ángela. También en Perú todo está
en revuelo. No sé qué pasará ahora. De todos modos, ya no me
importa porque voy a renunciar. Pero el coronel Wallace sí que
está muy feliz por las acciones en Colombia y ahora debe estar
pensando en salir de vacaciones… ¡El muy sinvergüenza!
En eso, Omar notó que Duda lo miraba intensamente y
él ahora, dirigiéndose a Ángela, le contó que Alexander una
semana antes de morir, después de la noche de la comida en las
Casuarinas, le había enviado una llave al hotel. La cual, siguiendo
instrucciones de Alexander, la había llevado a Cali donde un tal
señor Madero. éste a su vez le había entregado otra llave que
estaba en su poder ahora, en su casa.
248 paco paratore

Ángela lo quedó mirando por un tiempo y después de un


rato comentó:
—Esa llave debe ser la que faltaba. La de alguna caja de
seguridad, ¡y con la recompensa del video-cassette!… Pero es
mejor tener cuidado, ya hay mucha sangre de por medio.
Duda sonriendo e inclinando la cabeza, dijo:
—¡Quien no arriesga no gana!… ¡Si necesitan mi ayúda
sólo basta decirlo!
Ángela y Omar se miraron y decidieron que no tenían
nada que perder. Y con Duda al lado ni qué temer. Sentían que
no habían hecho nada ilegal ni perverso. Pero de todas maneras
los dos querían ir con Duda y así se lo dijeron.
Acordaron ir al aeropuerto de Miami al día siguiente y
ver qué secreto tenía la llave. Duda sonreía enigmáticamente y
tenía los ojos muy brillantes. Omar sentía su presencia total en
forma de plasma etéreo.
Después de todo lo oído. Toda la historia de la cual Omar
era también parte, no le quedó duda que con Duda al lado las
cosas saldrían bien y se despidió de ellas con una sensación
de pérdida… de desolación… con miedo de perderlas y como
si ya quisiera verlas otra vez. Salió hacia el estacionamiento
del hotel Sheraton “Yanki-Trade” con un vacío en el corazón,
mezcla de pérdida y logro, de algo viejo y nuevo… algo que
comenzaba a nacer.
Ahora ya en su automóvil manejando por la 1-95 apun-
tando rumbo norte, camino a casa, su teléfono celular comenzó
a sonar, tomó el teléfono y escuchó la siempre agradable voz
de Duda decir:
—¿Sabes que siempre pensé en formar la “Orquídea
Blanca” en Florida?
La escuchó reír y colgar.
polvos de orquiDEA 249

Ahora recordando que ella tuvo o tenía una companía


financiera en Brasil, que se llamaba “Orquídea Negra”, Omar
pensó: Orquídea Blanca con polvos de Orquídea Negra.
Epílogo
Challe
Consideraba dar aumentos mínimos de salarios para mante-
ner su también alicaída popularidad pero sin afectar más la
situación caótica en Venezuela.

Regina
Consideraba un nuevo trabajo esta vez para ser representan-
te de Reuters en Rusia. El petróleo ruso podía ser un gran
desestabilizador del sistema de la OPEP. Se buscaría un
funcionario cercano a la cúpula para la infiltración. Regina
pensaba seriamente en comenzar una nueva línea de perfumes
que llevaran su nombre.

General Prieto
Fue enviado como delegado permanente de Venezuela al
Consejo de la OPEP en Europa.

Embajador USA
Casi se atraganta comiendo su cereal mañanero viéndose en
el video en las noticias de Tv.

Coronel Wallace
Tuvo que comunicarle nerviosamente a su esposa, la inte-
rrupción de sus vacaciones en Italia para volver de urgencia
a Perú a discutir el problema del video de Montesinos. ¿Dos
Videos?
Diego
252 paco paratore

Consiguió que Fernandinho financie la formación de una


compañía de seguridad para ejecutivos y diplomáticos en USA
con base en New York. Duda le auguró éxito y le predijo que
la compañía tendría subsidiarias en las principales ciudades
del Mundo.

Ángela
Fue gerente de las cadenas “Blanco en Blanco” por muchos
años y comenzó a cultivar orquídeas.

Fernandinho
Irene llegó al día siguiente al Jackson Memorial a verlo y
planeaban vivir parte del tiempo en Montana, donde tendrían
un criadero de caballos de carrera y en Miami cerca a Duda
por el calor y las playas. Fernandinho nunca recuperó el
movimiento del brazo izquierdo.

Duda
Sonriente, bella y sola seguía ganando mucho dinero en
cuanta aventura comercial iniciaba. Ahora poseía más de 3
000 orquídeas en su casa en Coral Gables, Miami.

Mariela
Conoció a un italiano de 60 años funcionario de una
empresa hotelera que la invitó a unas vacaciones en
Varadero, Cuba. Mirando la playa y sintiendo el calor
y la música pensaba y extrañaba a Carlitos, su esposo.
Terminó casándose con el italiano y viviendo en Irán
donde las mujeres deben ser extremadamente recatadas
y tienen que vestir velo.
Carlitos
Tuvo que pasar 10 años en una cárcel peruana. Cuando salió
polvos de orquiDEA 253

ya no era el mismo, ya no pensaba ni quería más a Marie-


la.

Marisela
Encontró que unas cifras de un papel que Alexander mantenía
en su departamento eran el código de una cuenta numerada
de un banco en Suiza.

Sofía
Encontró que vivía mejor sola.

El “Perro”
Tuvo que trabajar muchas horas extras para poder mantener
el vicio de su esposa,

Narcotraficantes Colombianos
A través de políticos amigos usaron el video de Montesinos
para hacer que el Plan Colombia fuera revisado en el Con-
greso Americano disminuyendo el presupuesto de la DEA,
una vez más. Esto permitió a los narcotraficantes retomar el
poder de decisión y tráfico directo de manos de las FARC.
La quema de los laboratorios sólo los ayudó a construir más
y mejores laboratorios porque el precio de la droga subió.
Carlos Castaño, jefe de los Contras se vio forzado a renunciar
por no contar con dinero ni armas para continuar la lucha
contra las FARC.
Nota

El verdadero Fernandinho se encuentra aún


en una cárcel de Brasil, cumpliendo una
larga condena impuesta por los jueces de
dicho país.
Indice

Presentación.......................................................................... 7
Lujuria................................................................................... 9
Ambición............................................................................... 21
La llave................................................................................. 25
Diego..................................................................................... 31
Corrupción............................................................................ 37
El “Loco”.............................................................................. 45
Regina................................................................................... 59
Video Casette........................................................................ 63
ángela................................................................................... 75
El “Perro”............................................................................. 87
Confusión ............................................................................ 105
Miami.................................................................................... 119
Fernandinho.......................................................................... 129
Mariela.................................................................................. 147
“Duda”.................................................................................. 157
“Carlitos”.............................................................................. 167
“Orquídea Negra”................................................................. 181
“Doble juego”....................................................................... 189
El “Mono”............................................................................ 203
“Casa de Buda”.................................................................... 215
Gato negro............................................................................ 229
Fashion Mall......................................................................... 243
Impreso en los talleres gráficos de
Gráfica Bellido S.R.L.
Los Zafiros 244 - Balconcillo
La Victoria (Lima 13), Lima-Perú,

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