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Leonardo Boff
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(El Reino de Dios es la propia Iglesia en la tierra). El hombre no es solo
pasado y presente, es principalmente futuro. “Se ha cumplido el tiempo de
la espera, ya llega el Reino” (Mc 1, 14).
De esta manera, Leonardo Boff asegura que la muerte es una crisis radical
donde el hombre se enfrenta a su propia realidad y toma la decisión de
acercarse o alejarse de la gracia de Dios. En la muerte el hombre es
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colocado frente a una decisión fundamental. Decisión significa “crisis-juicio-
ruptura”. En la muerte el hombre entra en la crisis más decisiva de su vida,
tiene que decidirse puesto que en un momento se ve así mismo lo que fue y
lo que no fue, por esta razón en este momento de crisis también puede
darse un momento de total conversión.
¿Qué sucede con el hombre cuando llega el final de su vida y debe entra en
lo perfecto y santo, siendo pecador e imperfecto? Con Dios nadie convive si
no es totalmente de Dios. Aquí es donde reside el lugar teológico del
purgatorio. El purgatorio es ese proceso doloroso, como todos los procesos
de ascensión y educación, en el cuál el hombre, en la muerte, actualiza
todas sus posibilidades, se purifica de todas las arrugas que la alienación
pecaminosa fue dejando en la vida, por la historia del pecado y de sus
consecuencias (aún después de su perdón).
En este sentido tiene sentido la afirmación del P. Congar quien asegura que
el purgatorio es una antesala del cielo. De la misma manera Santa Catalina
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de Génova afirma que no hay otra felicidad que se pueda comparar con la
de las almas del purgatorio. Este estado debería ser más ansiado que
temido.
Reflexionado de manera teológica el purgatorio sería el proceso de
maduración cabal a que el hombre debe llegar para poder participar de Dios
y de Jesucristo. Puesto que purgatorio es una situación humana, es decir,
no es un lugar hacia el cual vamos. En este sentido, si el purgatorio es el
término de un largo proceso de maduración y crecimiento purificador, se
inicia ya en la tierra. Si el hombre hace todo esto y no se desespera, habrá
pasado por la escuela de Dios y por su clínica.
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cuerpo, sus palabras, su presencia, su capacidad de comunicación. El cielo
es la potencialización de aquello que ya en la tierra experimentamos.
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Por último el autor nos aclara y precisa la diferencia que existe entre
escatología y Apocalíptica. Por un lado asegura que La escatología habla
del presente en función del futuro; aquí se experimenta el bien, la gracia, en
forma imperfecta. Por otra parte, afirma que la apocalíptica habla partiendo
del futuro en función del presente. Es un género literario como nuestras
novelas futuristas. La apocalíptica nos representa en forma fantástica el
futuro: lo describe con pinceladas fuertes para consolar a los fieles en el
presente o para comunicarles una verdad escatológica, como el cielo o el
infierno o el juicio o el purgatorio, revestido de un ropaje impresionante, para
llevar a la conversión o a la seriedad de la vida.