You are on page 1of 11

w w w . m e d i a c i o n e s .

n e t

Relieves y contornos
de un mapa

Germán Rey

Reseña
(sobre Oficio de cartógrafo de Jesús
Martín-Barbero, Feria Internacional del
Libro, Bogotá, 2003)

«¿Pero, para qué hacer cartografías cuando los planos de


la socialidad se desplazan, los límites se tornan difusos y
las mezclas logran crear territorios que se escapan de los
campos reconocidos por los conocimientos habituales?
¿Para qué intentar dibujar mapas, si se rompen los
órdenes que habían cohesionado las relaciones sociales
y saltan en pedazos algunas de nuestras comprensiones
más caras y cohesionadas? Precisamente por todo ello, la
cartografía adquiere otros significados y su oficio se
renueva de manera tan radical como el mundo. La
cartografía se mueve, porque el mundo que representa
se disuelve. Por eso es tan interesante seguir las huellas
de la construcción de los nuevos mapas, que lo que en el
fondo están anunciando, junto al cambio de la figura de
sus intérpretes, es la modificación del conocimiento y las
readecuaciones de la acción humana. »
2

Sobre la cubierta de su barco, Lord Jim “miraba a la brúju-


la, al horizonte inasequible... como si la invencible contem-
plación de la paz, le comunicara audacia”. Y “lanzaba de
cuando en cuando –escribe Conrad– una ojeada a una carta
de navegar clavada en cuatro tachuelas sobre la baja mesa
de tres patas colocada detrás del gobernalle. La hoja de
papel en que estaban descritas las profundidades del mar
ofrecía brillante superficie gracias a la luz de una linterna
sorda amarrada a un puntal de cubierta, superficie tan llana
como la resplandeciente de las aguas” 1

Iluminada por una luz tenue, la superficie del mapa tenía


la misma aparente tranquilidad del mar que descifraba. Esa
es probablemente una de las claves de este párrafo espléndi-
do de Conrad: la cuestionable analogía entre el mapa y el
mundo, la ambigua familiaridad entre lo representado y su
representación. Sin embargo, como lo saben muy bien los
navegantes (y por supuesto el escritor), la tranquilidad de
las superficies difiere con frecuencia de las turbulencias de
las profundidades. Pero mientras que el marino observaba
el mapa, el cartógrafo lo dibujaba lentamente. Es lo que
cuenta el escritor australiano James Cowan en su novela
“Los sueños de un cartógrafo”, en la que un monje vene-
ciano del Monasterio de San Michele di Murano intenta
construir un mapa del mundo a través de los ojos de los
otros.

1
Joseph Conrad, Lord Jim.

Relieves y contornos de un mapa


3

Así como el Genghis Khan de Las ciudades invisibles de


Calvino conocía las noticias de su reino a través de los sal-
tos, las cerbatanas y los gestos del joven Marco Polo, el
monje construye su cartografía a través de los testimonios
de sus visitantes. “Los conocimientos de mis informantes
son algo que está intrínseco en cada gesto que yo hago. No
puedo dibujar un litoral ni detallar el emplazamiento de una
ciudad ni señalar siquiera un escollo submarino sin fingir
que yo estoy de acuerdo con lo que ellos ya me han conta-
do. A cada palabra que ellos han pronunciado la ayuda un
cómplice, la oscuridad de una sabiduría disfrazada de curio-
sidad. Esos viajeros son los ojos y los oídos del mundo” 2.

De esa novela bella y extraña sobre el cartógrafo, me es-


tremece la pretensión de construir una visión comprehen-
siva del mundo, pues la veo como una terrible ilusión. Pero
a la vez me emociona que ese mapa sea dibujado en la
soledad de una celda por la que van transitando los visitan-
tes; viajeros que con sus narraciones hacen posible el mapa.
La representación está determinada por las narraciones, las
líneas del mapa por las palabras y los recuerdos de los otros.
Aunque haya mapas solipsistas –muy diferentes, por su-
puesto, a los mapas de la soledad, o al topoanálisis que
alguna vez definió Bachelard como el recorrido por los
lugares donde hemos vivido nuestras soledades íntimas– los
mapas recogen la memoria de muchos otros, porque sus
trazos se hunden en el centro mismo de las diferencias.

No en vano, el nuevo libro de Jesús Martín-Barbero se


llama “Oficio de cartógrafo”, que es la manera acertada
como Rossana Reguillo denominó a la tarea reflexiva e
investigativa del autor. Y como lo anotaré más adelante, la
cartografía que delinea esta obra es, entre otras característi-

2
J. Cowan, El sueño del cartógrafo, Barcelona: Editorial Península,1997.

www.mediaciones.net
4

cas de su ejercicio, una memoria concentrada, que dialoga


insistentemente con el mundo, pero cuyo centro mas vital
es América Latina. Memoria de muchos –jóvenes, maes-
tros, creadores, políticos, indígenas, cibernautas– pero tam-
bién memoria de numerosas prácticas, que tejen, a la vez,
una trama de tradición y un horizonte de futuro. Pero, para
que no quede ninguna duda del sentido de la aventura que
recogen uno tras otro los textos de este libro, su autor la ha
subtitulado como “Travesías latinoamericanas de la comu-
nicación en la cultura”. Y aquí radica una primera dife-
rencia con el cartógrafo veneciano: mientras el primero es
sedentario, el segundo se declara nómada; mientras que el
primero recibe a los visitantes, el segundo interpreta los
signos que le aporta su condición viajera.

La travesía de la comunicación la hace Martín-Barbero,


en primer lugar, en el inmenso territorio de la cultura; lo
que le exige distanciarse de todas aquellas versiones que no
permiten entender su complejidad ni explorar su diversidad.
Esta intención, que muy pronto se refleja consistentemente
en su obra, es uno de los aportes que ha hecho a la discu-
sión sobre problemas muy vitales y contemporáneos de
nuestras sociedades. Porque no cabe duda que quien desee
conocer a fondo las sociedades en las que vivimos, turbulen-
tas y ambiguas, se tropezará permanentemente con las
preguntas que ha abierto la comunicación: democracias en
las que el sentido de lo público se escenifica y se escamotea
en los medios; innovaciones tecnológicas que prometen los
paraísos de Jauja de una modernización acelerada pero que
han demostrado ser ferozmente excluyentes; ceremonias
juveniles en que las incertidumbres del presente adoptan los
cantos del rap, las transmutaciones de lo audiovisual o la
velocidad de los lenguajes virtuales. Y en la travesía, el
cartógrafo aprende que lo que algunos consideran de mane-
ra restringida muy pronto se despliega, se ve desbordado

Relieves y contornos de un mapa


5

por prácticas culturales y comportamientos sociales mucho


mas amplios y, sobre todo, mas densos.

Santayana decía que toda cultura “es un cuchillo hen-


diendo el futuro”. Lo recuerda recientemente Zygmun
Bauman cuando dice que “las estructuras surgen al final de
todo el combate de la cultura. Representan y defienden lo
“inevitable” sólo para que la infatigable e intransigente
rebeldía, belicosidad y fanfarronería de la cultura acabe por
socavarlo, plegarlo, cortarlo a trocitos y disolverlo. La cul-
tura es una especie de revolución permanente. Decir
“cultura” es intentar dar cuenta del hecho de que el mundo
humano (el mundo moldeado por los humanos y el mundo
que moldea a los humanos) está perpetua, inevitable, irre-
mediablemente nocht nicht geworden (todavía sin consumar)
tal como lo expresó bellamente Ernst Bloch”3. Sin ningún
asomo de localismo, la travesía tiene una marcada identi-
dad latinoamericana, y una interacción productiva con el
debate de las ciencias sociales. Son dos marcas definitivas
de su obra que el lector encontrará constantemente en las
páginas del libro. Las modificaciones de los Estados nacio-
nales, las incidencias del populismo, los naufragios de
economías parapetadas en las genéricas figuras del “desa-
rrollo”, los efectos de las tecnocracias en la gestión pública
de nuestros países desasosegados por las desigualdades, son
algunas de sus referencias a nuestras realidades. Como
también lo son los encuentros entre las lógicas transnacio-
nales y los mercados y empresas locales, la lenta confor-
mación de las identidades, las evolución de lo popular, o las
mezclas entre religiosidad y estéticas, vida urbana y trans-
formaciones del trabajo.

El diálogo con las ciencias sociales es otra marca de su


trabajo. Con frecuencia el autor compromete relaciones
3
Z. Bauman y K. Tester, La ambivalencia de la modernidad y otras conver-
saciones, Paidos, Barcelona, 2002, p. 50.

www.mediaciones.net
6

entre saberes que no son las más reconocidas, pero sin duda
sí son muy originales. Participando de la discusión interna-
cional sobre temas claves, los intersecta con la comunica-
ción y la cultura, generando posibilidades de comprensión
inéditas y que además han sido poco frecuentes en las cien-
cias sociales colombianas. De cortes, pliegues, huecos y
disolvencias está también compuesta esta travesía latinoa-
mericana por la comunicación en la cultura; y, por cierto,
estas palabras no son nada infrecuentes en el vocabulario
del autor, que por supuesto las hace explicitas en la mirada
a los problemas que estudia.

¿Pero, para qué hacer cartografías cuando los planos de la


socialidad se desplazan, los límites se tornan difusos y las
mezclas logran crear territorios que se escapan de los cam-
pos reconocidos por los conocimientos habituales?¿Para qué
intentar dibujar mapas, si se rompen los órdenes que habían
cohesionado las relaciones sociales y saltan en pedazos
algunas de nuestras comprensiones más caras y cohesiona-
das? Precisamente por todo ello, la cartografía adquiere
otros significados y su oficio se renueva de manera tan
radical como el mundo. La cartografía se mueve, porque el
mundo que representa se disuelve. Por eso es tan interesante
seguir las huellas de la construcción de los nuevos mapas,
que lo que en el fondo están anunciando, junto al cambio
de la figura de sus intérpretes, es la modificación del cono-
cimiento y las readecuaciones de la acción humana.

Hoy, cuando supuestamente el mundo físico ha sido ma-


peado desde sus ángulos y sus perspectivas más inverosí-
miles, la cartografía asume la difícil tarea de percibir los
cambios de las nubosidades, como lo planteó Lyotard. Por
eso las figuras sólidas que hace apenas unos años se utiliza-
ban en la teoría del conocimiento se reemplazan por
evanescencias, flujos y propiedades líquidas. De una mo-
dernidad líquida habla Bauman, mientras que Pierre Levi y

Relieves y contornos de un mapa


7

Philippe Queau se refieren al lugar virtual como fractal,


borroso y fluido. La aparición de esos lugares no sólo gene-
ra otras topografías sino que exige otros mapas. “Pero,
¿quien ha dicho que la cartografía sólo puede representar
fronteras y no construir imágenes de las relaciones y los
entrelazamientos, de los senderos en fuga y de los laberin-
tos?”4, advierte Martín-Barbero en el inicio de su libro, para
un poco más adelante advertir que “Estamos ante una lógi-
ca cartográfica que se vuelve fractal –en los mapas del
mundo recupera la diversa singularidad de los objetos: cor-
dilleras, islas, selvas, océanos– y se expresa textual, o mejor,
textilmente: en pliegues y despliegues, reveses, intertextos,
intervalos”5.

Lo que primero llama la atención de Oficio de cartógrafo es


la naturaleza de su ejercicio, su mundo de referencia y la
composición de sus mapas. La naturaleza de esta cartogra-
fía es la movilidad, la nocturnidad, el titubeo, la insistencia
en el “otro lado” (el envés del mapa), los fuera de lugar, los
desplazamientos, deslindes y re-localizaciones. Como se
observa, la pesquisa está orientada por coordenadas espa-
ciales y sus corrimientos, por metáforas cenestésicas (los
mapas no son fijos), por intensidades de luz (aunque pre-
sumo que la nocturnidad tiene connotaciones más simbó-
licas y casi arquetípicas, como lo demostró Gilbert Durand
cuando estudió las implicaciones de la nocturnidad en el
imaginario) y por diagonalidades, a la manera como las
definió hace años Roger Callois. Es entonces una cartogra-
fía fiel a los lugares pero pronta a las movilizaciones, que
des-ubica cuando lo juzga necesario, que trata de abrir fisu-
ras proponiendo interrogantes y armando conexiones.

4
J. Martín-Barbero, Oficio de cartógrafo, Santiago de Chile: FCE, 2002,
p. 11.
5
Ibid, p. 12

www.mediaciones.net
8

En sus textos de los setenta, a la vez que miraba la perti-


nencia de los métodos, Martín-Barbero confirmaba la
necesidad de una teoría que no quedara atrapada en la
inmanencia del discurso, reivindicando con vehemencia los
procesos, y de ellos su opacidad y complejidad. Muy pronto
observará que el rediseño del campo de investigación en
comunicación –que un lector juicioso puede constatar en
varios momentos de su obra– “no puede ser limitada desde
la teoría... sino a partir de las prácticas sociales de comuni-
cación”6. Un tipo de conexión de esta clase rebasará con
creces la funcionalización de los medios de comunicación,
el encerramiento en la semiótica o los énfasis en los conte-
nidos sin temporalidades ni articulaciones históricas. En
otras palabras: la mirada que muy temprano propone Jesús
Martín-Barbero sobre los problemas crecientes de la comu-
nicación tiende lazos con la historia, se anuda con los
procesos sociales y las dinámicas culturales; le hace el quite
a la comunicación que deriva en moralismo, instrumentos,
mera estética o efectos persuasivos, para atender a una
comunicación que genera sentidos, crea relaciones, se inser-
ta en contextos sociales.

“Mi investigación ha estado dedicada a mirar las segurida-


des que procura el objeto propio, abriendo agujeros por
donde oxigenar el campo y conectando con las preocupa-
ciones de la reflexión filosófica y las búsquedas de las
ciencias sociales tematizando insistentemente las media-
ciones que articulan las prácticas de comunicación con las
dinámicas culturales y los movimientos sociales” 7.

La precisión de esta cita proporciona otros elementos pa-


ra dibujar la cartografía. El autor hace deslindes, pero casi
de inmediato propone lugares para recomponer el paisaje y
su topografía. Investigar la comunicación desde la cultura,

6
Ibid, p. 124.
7
Ibid, p. 18.

Relieves y contornos de un mapa


9

buscar las relaciones entre la cultura de masas y la cultura


popular, explorar los usos y las apropiaciones de los medios
de comunicación y las tecnologías, desentrañar las relacio-
nes entre los procesos de comunicación y los procesos
políticos, religiosos o estéticos, son sólo algunas ubicaciones
topográficas que han contribuido a cambiar los encuadres
con que se estudiaba la comunicación en América Latina.

En esta tarea de reconsiderar los confines y correr con ri-


gor sus límites ha transcurrido parte del proyecto intelectual
de Jesús Martín-Barbero. Es admirable constatar, página
tras página de este libro, como desbrozado un lindero pro-
pone un relieve. Critica la exaltación del mercado como
instancia globalizadora, las contradicciones de la integra-
ción regional o los simulacros de la modernización tecno-
lógica. Resalta el aislamiento de quienes, encerrados en sus
gustos y saberes, ya no tienen que enfrentarse a la interpela-
ción cultural de los otros; desenmascara las farsas de la
información, señala con gran preocupación la desactivación
de la memoria. Y, a la vez, subraya el significado político
de las identidades que se expresan a lo largo del continente
en los movimientos socioculturales, las afirmaciones étni-
cas, las luchas de género; estudia las narrativas populares
apreciándolas en su valor sin consideraciones naíf ni folcló-
ricas; acude a observar en detalle las expresiones de
resistencia que han elaborado, para vivir y sobrevivir, multi-
tudes de latinoamericanos. Mientras resalta el papel que
juega la comunicación en la democracia y la vida pública,
recuerda que la comunicación debe ubicarse en los ejes de
las socialidades y las ritualidades.

Este ir y venir, este distanciamiento reflexivo que tan


pronto expone las limitaciones propone argumentos para
hallar nuevos contornos, forma parte del carácter del pen-
samiento crítico. Bauman dice que entiende por “teoría
crítica” el género de teorización que acepta, primero, “que

www.mediaciones.net
10

las cosas no son necesariamente lo que parecen ser” y, se-


gundo, “que el mundo puede ser diferente de lo que es”.8 Es
emocionante observar cómo junto a esta afirmación del
pensamiento crítico, aparecen, primero lentamente y des-
pués a borbotones, casi como en algarabía, el cine y la
música negra, las plazas de mercado, las telenovelas, los
circos trashumantes, los programas de radio de las mujeres
de las villas miseria, el rock latino, los barrios de la perife-
ria, los portales de Internet, las escuelas. Hay un evidente
punto de ruptura al que Jesús Martín-Barbero se ha referido
varias veces y que de nuevo aparece en este libro. Lo que él
llama el “escalofrío epistemológico” que tuvo viendo La ley
del monte, en una humilde sala de cine de barrio en Cali. El
cambio rotundo de comprensión que le ocasionó no la pelí-
cula sino las relaciones entre sus espectadores y ella, lo que
en definitiva explica las lágrimas y los gritos, los silencios y
el alma en vilo.

La vitalidad del pensamiento de Martín-Barbero se expre-


sa también en las agendas que cada cierto tiempo elabora.
Son notas de viaje para “pensar a la sociedad”, esbozos de
futuro; o lo que en el lenguaje de los marinos se llama “lí-
neas de rumbo”. “Muchos marinos –escribe Cowan– se
sienten completamente hechizados ante la posibilidad de
continuar una línea de rumbo hasta que ésta alcance su
punto más lejano. Quieren descubrir si su destino final
coincide con la idea que tienen de cómo es en realidad el
mundo”. En Oficio de cartógrafo el lector podrá apreciar –en
sus líneas de rumbo– cuántos y qué conceptos persisten en
el itinerario del autor y, a la vez, constatar la enorme rique-
za de desviaciones y de agendas nuevas que va introdu-
ciendo en su recorrido. El trastorno de la imagen mental del
mundo que están provocando actualmente las nuevas tecno-
logías, las transformaciones de la experiencia urbana, la

8
Z. Barman / K. Tester, op.cit., p. 52.

Relieves y contornos de un mapa


11

massmediación de la política, los desafíos culturales de la


comunicación a la educación, son temas que componen su
agenda más reciente.

***

Al final de la novela El sueño del cartógrafo, el monje vene-


ciano afila las plumillas, tiene a la mano el pergamino
necesario, mezcla con cuidado las tintas. Traza primero los
márgenes con caras de querubines y de camafeos, y se cuida
obsesivamente de los errores, para no introducir una menti-
ra en el paisaje del mundo.

“Ahora comprendo –dice– que el mundo no es real más


que en el modo que tiene cada uno de nosotros de grabar
sobre él su sensibilidad”. Y yo agregaría: de dibujar en él los
rasgos entrañables de nuestra historia, que es precisamente
lo que hace Jesús Martín-Barbero en el Oficio de cartógrafo.

Bogotá, 26 de abril de 2003.

www.mediaciones.net

You might also like