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1) Se recomienda que los individuos consuman una dieta nutricional equilibrada y que beban
fluidos adecuados durante las 24 h antes de un evento, en particular durante el período que incluye
la comida antes del ejercicio para promover una hidratación apropiada antes del ejercicio o
competencia.
2) Se recomienda que los individuos beban un aproximado de 500 ml (alrededor de 17 oz.) de fluido
aproximadamente 2 hrs. antes del ejercicio para propiciar una hidratación adecuada y dejar tiempo
para la excreción del agua ingerida en exceso.
3) Durante el ejercicio, los atletas deben empezar a beber temprano y a intervalos regulares con el
fin de consumir los fluidos a una tasa que permita reponer toda el agua perdida por la sudoración
(i.e., pérdida de peso corporal), o consumir la cantidad máxima tolerable.
4) Se recomienda que la temperatura de los fluidos que se ingieran sea menor que la temperatura
ambiente [entre 15° y 22°C (59° y 72°F)] y que tengan sabor, para aumentar la palatabilidad y
propiciar la reposición de fluidos. Los fluidos deben estar al alcance de los atletas, y servirse en
recipientes que permitan que se ingieran volúmenes adecuados con facilidad y con la mínima
interrupción del ejercicio.
INTRODUCCION
Las perturbaciones en el agua corporal y en el equilibrio electrolítico pueden afectar el
funcionamiento celular y sistémico, y como consecuencia, reducir la capacidad de los humanos para
tolerar el ejercicio prolongado. La pérdida de agua durante la sudoración inducida por el ejercicio
puede conducir a la deshidratación de los compartimientos de líquido intracelulares y extracelulares
del cuerpo. Incluso una pequeña cantidad de deshidratación (1% del peso corporal) puede aumentar
la tensión cardiovascular como lo indica una elevación desproporcionada del ritmo cardíaco durante
el ejercicio y limitar la habilidad del cuerpo para transferir el calor de los músculos que se contraen
hacia la superficie de la piel, donde el calor puede disiparse hacia el ambiente. Por lo tanto, las
consecuencias del déficit de agua corporal pueden aumentar la posibilidad de deteriorar el
rendimiento deportivo y desarrollar una lesión por calor.
El objetivo específico de esta declaración es proporcionar los parámetros apropiados para la
reposición de fluidos que ayuden a impedir o minimizar los efectos debilitantes del faltante de agua
y electrolitos en el funcionamiento fisiológico y en el rendimiento deportivo. Estos parámetros
también se referirán al razonamiento que se sigue para la inclusión de carbohidratos y electrolitos
en las bebidas rehidratantes.
Para reducir el potencial de lesión térmica, se recomienda reponer el agua perdida debido a la
sudoración durante el ejercicio en una tasa proporcional a la tasa de sudoración (5,19,66,73). La
ingesta inadecuada de agua puede conducir a un cansancio prematuro. Por lo general, durante el
ejercicio, las personas no consumen tanta agua como la que pierden por sudoración, y cuando
mucho, la ingesta voluntaria de agua solamente repone alrededor de dos tercios del agua perdida en
forma de sudor (36). Es común que las personas se deshidraten entre un 2%-6% de su peso corporal
durante el ejercicio en el calor, a pesar de la disponibilidad de cantidades adecuadas de fluidos
(33,35,66,73). En muchos eventos deportivos, el volumen y la frecuencia del consumo de líquidos
podría estar limitada por las reglas de la competencia (e.g., número de períodos de descanso) o su
disponibilidad (e.g., distancia entre los puestos de asistencia en una carrera). Mientras en estudios
de laboratorio, quienes se ejercitan toleran consumir grandes volúmenes de líquido (>1 L · h-1), los
estudios de campo indican que la mayoría de los participantes beben pocas veces durante las
competencias. Por ejemplo, no es poco común que los atletas de élite ingieran menos de 200 ml de
líquido durante los eventos de larga distancia llevados a cabo en un ambiente frío y cuya duración
es mayor a las 2 hrs. (13,66). Raras veces, las tasas reales de ingesta de fluido son mayores a los
500 ml · h -1 (66,68) y la mayoría de los atletas se dejan deshidratar entre 2-3 kg de su peso corporal
en deportes como las carreras, el ciclismo y el triatlón. Está claro que la percepción de la sed, un
índice inadecuado de la magnitud del déficit de líquido, no puede utilizarse para restaurar por
completo el agua perdida por la sudoración. Así, los individuos que participan en ejercicios intensos
y prolongados deben confiar en estrategias tales como el monitoreo de la pérdida de peso corporal y
la ingesta de volúmenes de fluido durante el ejercicio con una tasa proporcional a la que se pierde
por sudoración, es decir, la reducción en el peso corporal, para asegurar la reposición total de
fluidos. Esto puede lograrse al consumir fluidos que logren mejorar la ingesta de bebida a una tasa
de aproximadamente 500 ml de líquido por libra de peso corporal perdido (100 ml · 100 g de peso
corporal perdido). Aunque se ha observado malestar gastrointestinal en aquellos individuos que han
intentado beber a una tasa equivalente a sus tasas de sudoración, en especial en más de 1 l · h-1
(10,13,52,57,66), ésta respuesta parece ser individual y no existe una relación clara entre el
volumen de fluido ingerido y los síntomas de molestias gastrointestinales. Además, el no mantener
la hidratación durante el ejercicio al no beber cantidades adecuadas de líquido podría contribuir con
los síntomas gastrointestinales (64,76). Por lo tanto, se debería estimular a los individuos a que
consuman, durante el ejercicio, la máxima cantidad de fluidos que puedan tolerar sin tener molestias
gastrointestinales hasta una tasa equivalente a la de la perdida por la sudoración.
Una forma para mejorar la relación entre la ingesta de fluido y la pérdida por sudoración, es
aumentar la palatabilidad del fluido ingerido. Varios factores, entre ellos la temperatura y el sabor,
influyen en la palatabilidad del agua (25,36). Aunque la mayoría de las personas prefiere el agua
fría, son ciertos patrones culturales y aprendidos los que influyen en la preferencia de las personas
con respecto a la temperatura del agua. La temperatura más agradable del agua durante la
recuperación del ejercicio fue de 5°C (78), aunque cuando se ingirió agua en grandes cantidades, se
prefirieron las temperaturas entre 15°-21°C (9,36). Los experimentos también han demostrado que
se mejora la ingesta voluntaria de fluido si se le agrega un sabor al líquido (25,36) o si éste se
endulza (27). Por lo tanto es razonable esperar que el efecto de agregarle sabor al agua y que el
efecto de la temperatura aumenten el consumo de fluido durante el ejercicio, aunque la evidencia
para apoyar esta hipótesis es insuficiente. En general, las bebidas rehidratantes endulzadas
(artificialmente o con azúcares), con sabor, y enfriadas entre los 15° y los 21°C deben estimular la
ingesta de fluidos (9,25,36,78).
La tasa o el ritmo a la cual el equilibrio entre los fluidos y los electrolitos debería restaurarse se
determina también por la tasa a la cual el fluido ingerido se vacía del estómago, y se absorbe desde
el intestino hacia la sangre. La tasa a la cual el fluido deja el estómago depende de una interacción
compleja de varios factores, tales como el volumen, la temperatura y la composición del fluido
ingerido y la intensidad del ejercicio. El factor más importante que influye en el vaciamiento
gástrico es el volumen de fluido en el estómago (52,68,75). Sin embargo, la tasa de vaciado gástrico
de fluido se retrasa de forma proporcional con el aumento en la concentración de glucosa en más
del 8% (15,38). Cuando el volumen de fluido gástrico se mantiene en 600 ml o más, la mayoría de
los individuos puede aún vaciar más de 1000 ml·h-1 cuando los fluidos contienen una concentración
de carbohidratos de entre el 4%-8% (19,68). Por lo tanto, para estimular el vaciado gástrico, en
especial con la presencia de un 4%-8% de carbohidratos en el fluido, es ventajoso mantener el
mayor volumen de fluido que el estómago pueda tolerar durante el ejercicio (e.g., 400-600 ml).
Aparentemente, el ejercicio de leve a moderado produce poco o ningún efecto en el vaciado
gástrico, mientras que el ejercicio fuerte, a intensidades mayores al 80% de la capacidad máxima
puede retardar el vaciado gástrico (12,15). Los estudios de laboratorio y de campo sugieren que
durante el ejercicio prolongado es posible el consumo frecuente (cada 15-20 min) de volúmenes de
fluido moderados (150 ml) a grandes (350 ml). A pesar de la aparente ventaja de que haya un
volumen de fluido gástrico alto para estimular el vaciamiento gástrico, se debe ser cuidadoso al
querer mantener un alto volumen de fluido gástrico. Las tasas de vaciamiento gástrico varían en
cada persona, así como su tolerancia a los volúmenes gástricos, y no se ha determinado si la
capacidad para tolerar volúmenes gástricos altos puede mejorarse al beber durante el entrenamiento.
Tampoco está claro si las quejas de los atletas sobre síntomas gastrointestinales durante las
competencias son consecuencia de la falta de costumbre de ejercitarse con el estómago lleno o de
los retrasos en el vaciamiento gástrico (57). Por lo tanto, se recomienda que los individuos aprendan
sus límites de tolerancia para mantener un volumen alto de fluido gástrico para ejercicios de varias
intensidades y duraciones.
Una vez que el fluido ingerido se va al intestino, el agua va del intestino a la sangre. Por lo general,
la capacidad de absorción intestinal es la adecuada para satisfacer hasta las demandas más extremas
(30); y con intensidades de ejercicio que pueden mantenerse por más de 30 min, el ejercicio parece
tener poco efecto sobre el funcionamiento intestinal (84). De hecho, la deshidratación como
consecuencia de la incapacidad para reponer los fluidos perdidos durante el ejercicio reduce la tasa
de vaciamiento gástrico (64,76), lo que sustenta el fundamento para la ingesta temprana y continua
durante el ejercicio.
El agregar una pequeña cantidad de sodio a las bebidas rehidratantes tiene poco impacto en el
tiempo de fatiga durante el ejercicio leve prolongado (>4 h) en el calor (73), la habilidad para
completar 6 h de ejercicio moderado (5), o la capacidad para desempeñarse durante pruebas contra
reloj simuladas (20,74). Un déficit de sodio, en combinación con la ingesta y retención de un gran
volumen de fluido con pocos o ningún electrolito, ha llevado a niveles bajos de sodio en el plasma
en muy pocos atletas de maratón o de ultramaratón (3,67). La hiponatremia (la concentración del
sodio sanguíneo entre 117 y 128 mmol · l-1) se ha observado en atletas de ultra-resistencia al final
de una competencia y se asocia con desorientación, confusión, y en la mayoría de los casos con
ataques grand mal (67,69). Un fundamento importante para la inclusión de sodio en las bebidas
rehidratantes es la prevención de la hiponatremia. Para evitar el desarrollo de esta rara condición
durante el ejercicio prolongado (>4 h), debe haber electrolitos en el líquido o en la comida durante y
después del ejercicio.
Es necesario mantener las concentraciones de glucosa sanguínea para lograr un rendimiento óptimo
en el ejercicio. Es necesaria la ingesta de carbohidratos para mantener la concentración de glucosa
sanguínea durante ejercicios extenuantes que duren más de 1 h (sobre 65% V(punto)O2máx) (11,49).
Hacia el final del ejercicio prolongado, los carbohidratos ingeridos se convierten en la fuente
principal de energía (proveniente de los carbohidratos) y pueden retardar la aparición de la fatiga
(17,19,21,22,51,58). Los datos de estudios de campo diseñados para evaluar estos conceptos
durante las competencias deportivas, no siempre han demostrado que se retrase la aparición de la
fatiga (46,47,91), pero la incapacidad para controlar factores críticos (tales como las condiciones
ambientales, las condiciones de entrenamiento, los volúmenes de líquido ingerido), dificultan esta
confirmación. La inclusión de carbohidratos en una solución rehidratante se vuelve más importante
para el rendimiento óptimo cuando el ejercicio intenso dura más de 1 h.
CONCLUSION
El objetivo principal de la reposición del fluido corporal que se pierde durante el ejercicio es
mantener la hidratación normal. Se deben consumir fluidos adecuados durante las 24 hrs. previas a
un evento y beber alrededor de 500 ml (cerca de 17 onzas) de líquido, aproximadamente 2 hrs. antes
del ejercicio, para propiciar la hidratación adecuada y dar tiempo para la excreción del exceso de
agua ingerida. Para disminuir el riesgo de una lesión por calor y del deterioro del rendimiento
durante el ejercicio, la reposición de fluido debe intentar igualar la pérdida de fluido. A una
intensidad igual de ejercicio, la necesidad de reposición de fluidos se vuelve mucho mayor con el
aumento en la sudoración durante el estrés térmico ambiental. Durante los ejercicios que duran más
de 1 h, a) se deben añadir carbohidratos a la solución rehidratante para mantener la concentración
de glucosa sanguínea y retrasar la aparición de la fatiga, y b) deben añadirse electrolitos
(especialmente NaCl) a la solución rehidratante para aumentar la palatabilidad y reducir la
probabilidad de hiponatremia. Durante el ejercicio, las necesidades de fluido y carbohidratos
pueden satisfacerse simultáneamente al ingerir entre 600-1200 ml · h-1 de soluciones que contengan
entre 4%-8% de carbohidratos. Durante el ejercicio que dura más de 1 h, serían apropiados entre
0.5-0.7 g de sodio por litro de agua para reponer la que se ha perdido por la sudoración.
RECONOCIMIENTO
Este pronunciamiento fue revisado para el American College of Sports Medicine, por representantes de la
membresía en general, el Comité de Pronunciamientos, y por: David L. Costill, Ph.D., FACSM, John E.
Greenleaf, Ph.D., FACSM, Scott J. Montain, Ph.D., y Timothy D. Noakes, M.D., FACSM.
REFERENCIAS
Las referencias pueden observarse en el documento original en Inglés.