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Nota biográfica
Peter Gould es profesor de la cátedra Evan Pugh de Geografía en la Universidad de Penn
State, University Park, PA 16802, EEUU. Es autor y compilador de diecisiete obras, en las que
los procesos de difusión espacial han sido un tema constante de investigación. En una de sus
obras más recientes, The Slow Plague, analiza la expansión del sida con un estilo accesible
para un público lego. Ha trabajado como asesor en diversos países de África, Europa, América
del Sur y del Norte.
El espacio, el tiempo y el ser humano
Peter Gould
Introducción
En un sentido profundo, todos somos geógrafos, historiadores y filósofos conscientes del
espacio y del lugar, del cambio a lo largo del tiempo y de nuestra capacidad para reflexionar
detenidamente sobre el mundo natural y el mundo humano y sobre cómo deberíamos
conducirnos en ellos. Como ámbitos formales de investigación en las facultades y
universidades, la geografía, la historia y las ciencias sociales son disciplinas relativamente
recientes, ya que muchos de sus interrogantes han sido planteados y respondidos con
anterioridad, bajo el alero sin duda amplio de la filosofía y la teología. Pero de la misma manera
que las distintas ciencias físicas se fueron separando de la filosofía natural hacia finales del
siglo XVII, y las ciencias biológicas hacían lo propio en el XVIII, así las ciencias humanas, entre
ellas la geografía y la historia, comenzaron a definirse como ámbitos particulares de estudio en
el siglo XIX. De aquella época data la creación de departamentos separados en las
universidades, creación que se ve aparejada inevitablemente de cierta tensión con las
disciplinas establecidas como la filosofía, la teología, la medicina y el derecho. Estas tensiones
acabaron por mitigarse, pero no debería sorprendernos que hayan surgido. Al fin y al cabo,
puesto que todo existe en el espacio y el tiempo, es perfectamente posible una geografía y una
historia de casi todo aquello que atrae la curiosidad humana, incluidas las materias que
comprenden disciplinas ya establecidas en la universidad.
Merece la pena recordar estos orígenes, fundados sobre aquel pensamiento más holístico que
aún era posible en un mundo pretérito y considerablemente más sencillo, para reconocer que
todas las divisiones y particiones del conocimiento y la investigación humana son constructos
humanos artificiales. En la actualidad, somos testigos de un afloramiento continuo de nuevos
campos formados por la escisión de subdisciplinas (que en ocasiones crecen hasta constituir
disciplinas nuevas por derecho propio). Pero si en ocasiones la vida intelectual moderna parece
un árbol del que brotan sin cesar ramas cada vez más finas y especializadas, también es
posible percibirla a través de otra metáfora, la de un río donde se trenzan aguas que fluyen sin
cesar de un canal a otro. Muchos de los problemas más importantes y difíciles del mundo
actual requieren las capacidades y perspectivas de varias disciplinas conectadas por este
entretejimiento de canales individuales, y si esto es cierto en el mundo intelectual más amplio,
también es cierto en el ámbito tradicionalmente ecléctico de la geografía.