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Todo a cambio del tesoro
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Todo a cambio del tesoro

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LA TIENDA DE DIOS

 

Y a Dios se le ocurrió en este tiempo instalar una tienda en el principal centro comercial de la ciudad, en la cual, quien necesitara algo en la vida lo pudiera adquirir ahí, en una tienda elegante, con personal celestial atento a las necesidades de los clientes. En ese lugar la gente podr&iacut

LanguageEspañol
Release dateMar 9, 2018
ISBN9789876651387
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    Todo a cambio del tesoro - John J. Mejía

    Mejía, John J.

    Todo a cambio del tesoro / John J. Mejía. - 1a ed- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Arte & Parte, 2018.

    Libro digital, PDF

    Archivo Digital: descarga

    ISBN 978-987-665-138-7

    1. Autoayuda. I. Título.

    CDD 158.1

    © John J. Mejía

    © Diseño y arte de tapas: Arte & Parte

    ISBN: 978-987-665-138-7

    Arte & Parte 

    es un sello de Artnovela Ediciones SRL

    www.artnovela.com.ar

    consultas@artnovela.com.ar

    +5491144090189

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático.

    Todo a cambio del tesoro

    John Mejía

    Las Parábolas del Tesoro Escondido y de la Perla Fina, Mateo 13:45-46

    El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.

    PRÓLOGO

    Vivir, el acto más sublime y transcendental a ser decidido; el banquete más exquisito a ser compartido; la fiesta más extraordinaria a ser disfrutada; el éxtasis sin palabras a ser contemplado, sin mente a la que obedecer y sin ego al que alimentar. Vivir, vivir, tan solo vivir… sin pasado que nos robe la paz; sin pasado que siga haciendo el patético rol de juez y se aproveche de nuestra débil condición y miserable culpa. Vivir, vivir, tan solo vivir…sin pasado ni futuro que nos arrebaten el extraordinario tesoro del presente, con dulces deseos inciertos y con estresantes metas que solo nos mantengan agotados en la inútil realidad de lo irreal; en las diversas mascaras que se requieren para tratar de mantener vanamente una falsa vida de ficciones, una oscura vida de fantasmas por doquier. Tan necesario se nos hace vivir, como respirar y contemplar detenidamente el espectacular acto de la existencia que se funde en una sola realidad con el milagro sublime del presente sin tiempo que suceda, porque lo único que sucede es que todo sucede. Este libro solo intenta no decir nada en palabras, porque las palabras son solo indicaciones, señales que apenas pretenden guiarnos hasta la verdad, la más preciada de todas las perlas, el único tesoro que nos basta conquistar. En este sencillo ensayo solo intento ser un discípulo haciendo eco de algunas parábolas y enseñanzas del más grande y sabio de todos los maestros y señores: Jesús de Nazaret. No hay sistema de luz en el universo por muy poderoso que parezca, que ni siquiera pueda equipararse a la omnipresencia de Jesús en cada realidad existente; así que es imposible que lo podamos encasillar en nuestro limitado espacio de tiempo o en nuestro humano y volátil pensamiento. Él ha trascendido y sigue trascendiendo nuestra historia; su actuar está más allá del pasado y del futuro a nuestra medida, para quedarse a rescatarnos hasta conducirnos a la salvación de cada uno en dirección a la única realidad que nos pertenece y a la que por siempre hemos pertenecido: este eterno ahora donde podremos ponernos a salvo de nosotros mismos en nosotros mismos.

    Solo fijarnos en su actuar nos motiva finalmente a detenernos de esta alocada e inútil carrera que solamente nos conduce hacia ninguna parte, para aceptar que hoy más que nunca se nos hace imprescindible recuperar nuestra sordera y nuestra ceguera hasta admitir que necesitamos dar un giro de ciento ochenta grados hacia el lado contrario a través del camino, del único camino que conduce hacia lo eterno. Y todo esto lo sintetiza Jesús en una sola palabra: Conversión. Vivir, Amar, Disfrutar, son conceptos tan similares y a la vez tan determinantes si nos atreviéramos al menos contemplar la grandeza del hombre Jesús que se atrevió reducir todo este falso espejismo de lo que nos atrevemos a llamar vida a un montón de escombros inservibles donde la palabra fracaso parece definir el momento a partir del cual Él nos levanta para comenzar al fin una nueva vida: esto sí que es vivir, tan solo vivir… Te invito a que disfrutemos juntos la búsqueda del gran tesoro.

    INTRODUCCION

    Todo a cambio del tesoro, surge de la necesidad en este camino de búsqueda, de dejarme encontrar por la Verdad en su máximo esplendor. Y solo hay un nombre que define el único concepto de verdad que es más que un concepto, mucho más que un conjunto de palabras, porque se trata de Jesús. El Maestro y Señor de quien he dejado guiar mi vida hacia la autenticidad de lo que realmente es vida. Considero que el lenguaje de la Verdad únicamente puede ser aprendido a los pies de Jesús, en la quietud de la contemplación y en la contemplación de la vida; en esto defino el camino de búsqueda hacia el encuentro del tesoro, en que la búsqueda misma se convierte en un proceso necesario de dejarnos despojar hasta terminar siendo transformados en lo que realmente somos: sin mascaras para escondernos y sin espejos para justificarnos. El camino del misticismo jamás se puede reducir a una escuela de maestros y discípulos como si se tratara de una estructura especial que requiere de un determinado perfil para poder ser parte de dicha experiencia espiritual. Al contrario, no hay experiencia más universal que el camino del misticismo, porque Dios es mucho más que el universo y su presencia esta manifiesta en todo cuanto es y cuanto existe. Este es un camino abierto en el que todo se hace participe, en el que todo lo que es vida entra a ser parte de la danza infinita de la creación que no termina de renovarse, a pesar de que, en todo este escenario, el hombre sea la única creatura que haya decido quedarse rezagada, por creer que esto que realmente es vida, es solamente un punto de llegada y no un puente a ser transitado, en el que es imposible que puedas detenerte a construir algo. Todo a cambio del tesoro, se refiere a la necesidad de dejar lo mucho, que únicamente es una distracción de nuestra mente para alimentar nuestro inútil ego de tanto por hacer y de casi nada, o definitivamente nada por ser. De aquí surge la necesidad apremiante de construir sobre realidades eternas y no temporales. De atrevernos a dejar de ser semilla y confiarnos en el terreno de esas realidades eternas hasta morir por completo a nosotros mismos, para que sea posible nacer trasformados en nuevas creaturas, y revestidos totalmente de la luz de la verdad. La invitación al gran Banquete del reino de Dios sigue abierta sin excepción alguna, pero lamentablemente los seres humanos han decidido seguir distraídos en tantos quehaceres; tan temerosos de fracasar y tan horrorizados por morir; tan muertos que temen vivir y tan ciegos que temen ser encandilados por la luz eterna de la verdad…tan incrédulos que se quedan con las manos vacías al pretender explicar la verdad que solo puede ser contemplada en la sencillez y en la grandeza de lo eterno.

    Las Parábolas De Jesús. La Relación Discípulo-Maestro

    Simplemente comienzo por decir que Jesús habla el lenguaje de la Verdad; no hay un maestro como El que pueda igualarle, pues cada una de sus palabras son fuego que quema, son luz que guía, son espada afilada y penetrante que corta hasta lo más profundo. Son gotas inagotables de agua que se funden en el océano profundo de su insondable humanidad y de su infinita divinidad. Y ya que la Verdad es imposible de ser explicada, Jesús hace uso de nuestras propias palabras formando con ellas todo un lenguaje tejido por parábolas y comparaciones para llevarnos más allá de nuestro complicado pensamiento. Esto es lo que logra hacer con sus discípulos, todo un proceso de acercamiento se hace necesario para que cada una de sus palabras sean capaces de traspasar todas las barreras humanas que hacen tan compleja y difícil una verdadera y fluida comunicación entre las personas sobre todo si se trata de la verdad en su máximo esplendor. Si apreciamos su relación de Maestro con sus discípulos entonces podemos darnos cuenta que entre ellos se va dando una cercanía cada vez más estrecha y profunda. Y esto solo es posible dada la sencillez y simplicidad de aquellos hombres; por eso fueron muy pocos los que entendieron a Jesús, está en la naturaleza de las cosas que tenga que ser así. Muy pocos. ¿Y quiénes son aquellos pocos? No fueron eruditos, no; no fueron profesores de las universidades, no; no fueron los tan llamados sabios, los filósofos, ¡no! Fueron gente ordinaria, corriente: un pescador, un labrador, un zapatero, una prostituta; fueron gente muy común, de lo más común, lo más común de lo común. ¿Por qué esta gente pudo entender? Debe haber algo extraordinario en un hombre común. Debe haber algo especial que existe en un hombre común y que desaparece en los así llamados extraordinarios. ¿Qué es esto? Es la humildad, la confianza... Porque cuanto más entrenado estás en el intelecto, la confianza es menos posible; cuando no estás entrenado en el intelecto, la confianza es más posible. Un sembrador por ejemplo confía, él no tiene necesidad de dudar. El siembra las semillas en el campo y confía que brotarán, germinarán cuando la estación apropiada venga. Espera y ora, y en la estación propicia aquellas semillas germinarán y se convertirán en plantas. Espera y cree. Vive con los árboles, con las plantas, con los ríos y montañas. No hay necesidad de dudar: los árboles no son astutos, no necesitas ninguna armadura a tu alrededor que te proteja de ellos; las montañas no son astutas, no necesitas de ninguna armadura que te proteja de ellas. No necesitas de ninguna seguridad ahí, puedes estar abierto. Por eso es que cuando vas a la montaña repentinamente sientes un éxtasis. ¿De dónde viene? ¿De las montañas? ¡No! Viene porque ahora puedes poner la armadura a un lado, no hay necesidad de tener miedo. Cuando vas a un árbol repentinamente te sientes bello. No viene del árbol, está viniendo desde dentro de ti. Pero con un árbol no hay necesidad de protegerse, puedes estar tranquilo y sentirte en tu hogar. La flor no va a atacarte repentinamente; el árbol no va a ser un ladrón, no puede robarte nada. Es así que cuando vas a las montañas, al mar, a los árboles, a los bosques, pones a un lado tus armaduras. Por esto es que no puedes concebir que Jesús vaya a nacer en Nueva York, solo por mencionar una gran metrópoli -casi imposible. Fanáticos de Jesús pueden nacer ahí, pero no Jesús. Y estos fanáticos son sólo neuróticos, Jesús es sólo una excusa. No, no puedes pensarlo... que Jesús vaya a nacer ahí, es casi imposible. Y aun si naciera ahí, nadie lo escucharía; y aun si él estuviera ahí, nadie sería capaz de reconocerlo. El nació en una época sin tecnología, sin ciencia, el hijo de un carpintero. Vivió toda su vida con los pobres, con la gente simple que estaba en contacto directo con la naturaleza. Ellos podían confiar, eran personas muy simples y sencillas. Jesús llega al lago un día, es de mañana y el sol todavía no ha salido en el horizonte. Tres pescadores están ahí: Pedro, Santiago y Juan (cfr. 5,8 s.s.), acaban de tirar sus redes para pescar, cuando Jesús viene y les dice: ¡Miren! ¿por qué están desperdiciando sus vidas? Yo puedo hacerlos pescadores de hombres. ¿Por qué están desperdiciando su energía en pescar? Yo los puedo hacer pescadores de hombres. ¡Vengan, síganme!. Si él te hubiera dicho eso cuando estabas sentado en tu oficina o en tu negocio, habrías dicho: ¡Fuera de aquí! No tengo tiempo, no me hagas perder mi tiempo. Pero aquellos dos pescadores miraron a Jesús, sin ninguna duda. El sol estaba saliendo y el hijo del hombre era bello, este hombre Jesús. Y sus ojos, eran más profundos que el lago; y su brillo era mayor que el del sol. Ellos arrojaron sus redes y siguieron a Jesús. Esto es confianza, ni siquiera una sola pregunta ¿Quién eres tú extraño?. Ellos no le conocían, no era de su pueblo; nunca le habían visto, nunca le habían escuchado. Pero era suficiente; el llamado, la invitación, fue suficiente. Habían escuchado la invitación, miraron a Jesús, sintieron su sinceridad y le siguieron. Justo cuando ellos estaban saliendo del pueblo, un hombre vino corriendo y dijo a esos dos pescadores: ¿A dónde van? Su padre ha muerto repentinamente. ¡Regresen!. Así que ellos le dijeron a Jesús: ¿Podemos ir a casa para enterrar a nuestro padre y luego regresar?. Jesús les dijo: Dejen que los muertos entierren a sus muertos, ustedes vengan y síganme (Lc 9,60). Ustedes no necesitan preocuparse por el muerto. Y aquellos dos pescadores le siguieron. Esto es confianza. Ellos oyeron, ellos vieron a Jesús. Él lo quería así y tenía razón, cuando alguien está muerto, ¿qué se va a hacer? está muerto. No hay necesidad de ir. Y hay suficientes muertos en el pueblo; ellos se ocuparán del resto, ellos harán los rituales, ellos enterrarán a tu padre. Ustedes vengan y síganme. Y ellos lo siguieron y nunca voltearon hacia atrás, nunca miraron hacia atrás. Confianza significa no mirar hacia atrás. Confianza significa no regresar hacia atrás. Una mente que duda siempre está mirando hacia atrás y siempre pensando en la alternativa, siempre pensando en lo que no ha hecho, siempre pensando si es que lo hizo correcto o incorrecto: ¿Debería regresar o seguir a este loco? ¿Quién sabe? Él dice que es el hijo de Dios, pero ¿quién sabe? Nadie sabe sobre Dios, nadie sabe sobre sus hijos - ¡y este hombre parece ser uno de nosotros!. Pero los pescadores siguieron a Jesús. Si sigues a Jesús, tarde o temprano él se volverá contagioso. Pero tienes que seguirlo desde el comienzo. Tarde o temprano sentirás que es el hijo de Dios. No sólo eso, a través de él te darás cuenta que ustedes también son hijos de Dios. Pero al principio tendrán que confiar; si al principio hay duda, las puertas estarán cerradas. Por cierto, es lamentable descubrir que esta confianza del discípulo ante su Maestro ha desaparecido, y esto es debido a los ya varios siglos de éxito de la ciencia. La ciencia ha logrado tanto... y ha hecho milagros, por supuesto milagros inútiles porque no han agregado ni un solo pedacito de felicidad al ser humano, y un milagro es inútil si la felicidad no ha sido aumentada a través de éste. Por el contrario, la felicidad ha disminuido. Mientras más tecnología, más comodidad, pero menos felicidad: éste es el milagro que la ciencia ha logrado. Cuantas más cosas pueden ser hechas por artefactos mecánicos, menos necesario eres. Y cuanto menos necesario seas, más inútil te sentirás, sin sentido. Tarde o temprano el computador te reemplazará por completo y entonces no serás necesario en absoluto. La felicidad surge al sentirse necesario. Cuando eres necesario te sientes feliz porque te das cuenta que tu ser tiene significado, que tu vida tiene significado; sientes que

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