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La “Culpa del Acreedor”

Pablo Manríquez Díaz

Resumen

La cooperación del acreedor en materia de obligaciones


resulta indispensable. Si esto no ocurre, es dable
preguntarse cuales son los efectos. La culpa, en relación
acreedor, es un elemento a ponderar si aquel no cumple con la
cooperación necesaria. Tradicionalmente, la culpa es el
elemento subjetivo que determina la responsabilidad del
deudor. Tal idea igualmente se ha pretendido aplicar al
acreedor, sin embargo surgen ciertas complicaciones en
relación a la validez del concepto.

Abstract

The creditor’s cooperation about obligations issues is


indispensable. If this does not happen, it is necessary to
ask ourselves which are the consequences. The fault, related
to creditor, is an element to ponder, if he does not carry
out the basic cooperation. Traditionally, the fault is
considered as a subjective element which determines the
debtor’s responsibility. In the same way, that statement has
been tried to apply the creditor, however some complications
appear about the concept validity.
I.- INTRODUCCION

En la actualidad el concepto clásico de obligación se


muestra como insuficiente ante la realidad del tráfico
jurídico, en donde entender la relación entre un acreedor y
un deudor como un vínculo que pone al acreedor en posición de
superioridad, sin ninguna conducta que desplegar para la
realización del objeto de la misma, resulta a todas luces
inconcebible. La doctrina actual tiende a definir obligación
como una institución jurídica, que supone aspectos mucho más
complejos que los tradicionalmente tratados.

La cooperación que ha de mediar en la concreción de la


prestación, se muestra como el medio necesario a la luz de
los principios que rigen la moderna contratación, la cual no
solo empece al deudor, sino también al beneficiario, quien
debe tener presente el interés del obligado en la extinción
de lazo que los encuentra. En el entendido anterior, que por
lo demás ha contribuido en forma notable al desarrollo de los
fundamentos de la relación jurídico obligatoria, es dable
preguntarse cual es la responsabilidad que le cabe al
acreedor, si es que le cabe, en el desarrollo y despliegue de
los actos que la buena fe exige lleve a cabo, y los alcances
que ello supone, tomando en consideración que el interés
menoscabado más evidente, le atañe precisamente a él. La idea
de culpa, surge de inmediato como eventual factor de
atribución y como elemento a analizar con la finalidad de
determinar las consecuencias jurídicas, aspecto del que
precisamente pretendemos hacernos cargo.

El presente trabajo tiene por objeto dar una visión


general de la “culpa del acreedor”, tomando como punto de
partida la nueva concepción del vínculo obligacional en
relación al rol que a cada uno de los sujetos corresponde,
especialmente al acreedor.

I.- LA COOPERACION DEL ACREEDOR EN EL CUMPLIMINETO


CONTRACTUAL Y LA INOBSERVANCIA DE LA MISMA.

En el marco del cumplimiento de una prestación, suele


ser necesaria la concurrencia del acreedor, a lo menos por un
mero hecho material, como lo es la situación de que para
efectuar un pago, es necesario que el acreedor lo reciba.

Ahora bien, el acreedor ha de realizar todo aquello que


en su mano esté a fin de que el deudor pueda no solo cumplir,
sino también liberase de la deuda. Este concurso presenta un
doble aspecto, positivo y negativo: facilitar el cumplimiento
del deudor y no agravar el empeño del deudor en realizar la
prestación.1

Que desde esta perspectiva, entendemos que la


cooperación del acreedor se alza como necesaria para efectos
de concretar la prestación, sin embargo se discute en
doctrina si tal cooperación ha de ser entendida como una
carga o derechamente como una obligación. Atendido lo acotado
del presente trabajo no desarrollaremos la idea en comento,
sin perjuicios de adscribir a una postura intermedia, en
orden a entender que por regla general nos encontraremos en
presencia de una carga, salvo que exista otro interés
comprometido2.
1
Cabanillas Sánchez, Antonio: “Las cargas del acreedor en el derecho civil y en el mercantil”. Editorial
Montecorvo S.A. Madrid. 1988. Pág. 72
2
En cuanto a la naturaleza jurídica de la cooperación del acreedor en relación a la prestación véase: Lamarca
Marqués, Albert. “El hecho del acreedor y la imposibilidad de la prestación”. Publicaciones del Real Colegio
de España. 2001. Pág 56.
En síntesis, podemos reseñar que la función del crédito
es la de permitir que los sujetos logren concretar sus
intereses, a virtud de la cooperación, prestándose servicios
que el caso requiera. Pero este objetivo de lograr el fin
jurídico o prestación, exige que ambos sujetos, tengan que
colaborar recíprocamente, poniendo cada uno de su parte los
medios necesarios para que pueda ejecutarse en tiempo y forma
la prestación debida. Sin embargo, puede ocurrir que
derechamente tal cooperación puede no ejecutarse o no
desplegarse en la forma requerida. Surge así el problema de
determinar si a virtud de tales hechos es posible efectuar un
juicio de reproche al acreedor, y atribuirle al mismo
responsabilidad civil a propósito de la no observancia de la
cooperación debida. De inmediato surge la culpa como eventual
factor de atribución y es precisamente el tema al que pasamos
a ocuparnos. Por su parte, también es necesario dilucidar los
efectos de la falta de cooperación en lo que al deudor
respecta.

II.- TRATAMIENTO DE LA MATERIA

La culpa del acreedor, tradicionalmente, es tratada por


la doctrina nacional a propósito de las causales de
exoneración de responsabilidad en relación al deudor, como
una causa extraña, sin aventurarse en un mayor desarrollo del
tema. Otros, derechamente la sitúan en la mora del acreedor,
tratándola en dicho plano o derechamente la plantean como un
elemento necesario de la aludida institución, que por lo
demás igualmente recibe escasas referencias, basándose, en
ambos casos, en el hecho de que el Código Civil no trata
orgánicamente la materia, y las referencias a la culpa del
acreedor, en el citado cuerpo legal, son más bien escasas o
interpretaciones doctrinarias.

En cuanto a la culpa del acreedor, la verdad es que


escasamente sea ha tratado el tema, tímidamente algunos
señalan que la misma no se exige en materia de mora del
acreedor, y otros por el contrario la exigen, ensalzando el
supuesto de que la culpa es una sola. Pero la doctrina no se
ha ocupado, de buena forma, de determinar si existe
verdaderamente la “culpa del acreedor” y por ende determinar
si es procedente efectuar un juicio de responsabilidad en
relación al mismo. Efectuada la relación anterior, es dable
avocarnos al problema consistente en determinar si existe
verdaderamente una culpa del acreedor. Lo anterior, debido a
que la culpa es entendida como una conducta exigida para con
el resto, pero no para consigo mismo.

III.- ¿CULPA DEL ACREEDOR?

Si el deudor incurre en incumplimiento de su obligación,


lo primero en analizarse es si aquel es imputable al mismo,
es decir si se debe a culpa o dolo.

Pero con respecto al acreedor, surge la duda si es


posible llevar a cabo el mismo ejercicio. En primer término,
porque a su respecto ninguna obligación, entendida en
términos tradicionales, existe y porque la totalidad del
sistema de responsabilidad civil contractual esta enfocado en
el deudor, en cuanto a las conductas que deban desplegarse
con ocasión del cumplimiento en relación a la prestación de
que se trate.
Al respecto se ha señalado que “en realidad, la conducta
reprochable al acreedor no constituye propiamente culpa, ya
que ésta es elemento subjetivo de una transgresión jurídica;
y la ley en parte alguna ha impuesto el deber de precaverse
de los daños que uno mismo se causare (a menos que con ello
se pretenda lucrar).”3

Otros, defendiendo el tratamiento unitario de la culpa y


en basados en la concepción de la obligación entendida como
una relación definida y tipificada en la ley, que fija la
diligencia que de emplearse por quienes se hayan en los
respectivos extremos, expresan que “así como el deudor
responde de un cierto grado de culpa... también el acreedor
responde ante el deudor de un grado de diligencia o cuidado”,
concluyendo que “otra interpretación conduce al absurdo de
desligar al acreedor de todo deber, como si pudiera
mantenérsele excluido del esquema obligacional.”4

Este último autor, prácticamente invierte el artículo


1547 en relación al grado de culpa del cual respondería el
acreedor, dando con ello la solución al problema.

Ahora bien, reconociendo la noción unitaria de la culpa,


desconocemos su aplicación en materia contractual en lo que
al acreedor empece5. El mismo es precisamente el titular del
3
Gatica Pacheco, Sergio: “Aspectos de la Indemnización de Perjuicios por incumplimiento del Contrato”.
Editorial Jurídica de Chile. Santiago. 1959. Pág. 189
4
Rodríguez Grez, Pablo: “Responsabilidad Contractual”. Editorial Jurídica de Chile. Santiago. 2003. Pág.
201
5
Por lo demás destacados autores ya comienzan a dudar de la culpa como el gran factor de atribución. Así por
ejemplo; Jordano Fraga, Francisco: “La responsabilidad contractual”. Editorial Civitas S.A. Madrid. 1987.
Pág. 60, quien señala que: “resulta que la culpa es solo uno de los criterios de imputación de responsabilidad,
ni el único ni el más importante. Junto al criterio de la culpa se identifican otros criterios de imputación
reagrupados genéricamente bajo la noción del riesgo o diversificados según los concretos supuestos en que se
plasman.
La culpa aparece después de este análisis como un criterio connotado de anacronismo, y como fruto de una
política jurídica perjudicial para el dañado. Además, aparece como un criterio ineficiente desde el punto de
crédito y no el obligado, por ello a su respecto no puede
hablarse de responsabilidad en el sentido tradicional,
ninguna prestación debe otorgar o realizar, no le cabe al
deudor acción tendiente a exigir algo o alguna conducta del
acreedor, ni menos una eventual indemnización de perjuicios.

Con respecto a lo mismo, y al rol que le cabe en el


desarrollo del íter contractual, la noción de carga del
acreedor se alza como de gran utilidad, idea que denota el
efecto propio de su no observancia, cuales son, consecuencias
gravosas para el propio acreedor. “Esta configuración de la
carga presupone claramente tanto la libertad como la
posibilidad del acreedor de llevar a cabo la conducta en que
consiste la carga y, a su vez, implica una limitación del
poder jurídico del acreedor, en la medida en que solo se
puede ejercitar la facultad conectada a la carga si la
observa de forma adecuada. Por eso se dice, con razón, que la
carga no es objeto de una obligación, sino que implica la
necesidad de observarla para la realización del propio
interés, es decir, en el supuesto de la carga del acreedor,
para que este pueda ejercitar una facultad concreta.”6

Así las cosas, la idea de carga explica de mejor forma


el rol que de cumplir el acreedor en la relación
obligacional, dejando a aquel exento de un juicio de
reproche, encontrando en tal noción una solución más acorde a
la forma en que analizarse la conducta del acreedor, y
determinar los efectos de concurrir con su hecho a la
inejecución de la prestación.

vista de la distribución del riesgo económico del daño.


6
Cabanillas Sánchez, Antonio. Ob. Cit. Pág. 44
Que con la ayuda de la idea anterior, debemos remarcar
que bajo la perspectiva enunciada, la injerencia del acreedor
es de carácter objetiva, y la imputación que al mismo ha de
ser efectuada, debe realizarse de conformidad a los
enunciados de la relación causal, o derechamente acudir a
otros factores de atribución, reservando la culpa para el
supuesto que podamos situar a la cooperación que ha de
desplegar el acreedor derechamente en el campo de las
obligaciones. En consideración a lo reseñado, la denominación
culpa del acreedor, no es más que una comodidad de expresión
y a la cual hemos acudido con la finalidad de enunciar de
mejor el problema.

Preferimos hablar del hecho imputable del acreedor, que


de culpa del acreedor. Ello principalmente por la noción de
culpa, y por lo determinante de tal conducta en relación de
causalidad, siendo tal aspecto el eventual factor de
atribución, sin perjuicio de la existencia de otros7.

IV.- EFECTOS DE LA “CULPA DEL ACREEDOR” EN LA


RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR.

Reconocemos que el presente aspecto, puede presentarse


como muy complejo atendidos los diversos escenarios que
pueden generase con ocasión de un hecho atribuible al
acreedor, tanto en lo relativo al cumplimiento propiamente
tal, como a los eventuales perjuicios que por incumplimiento
7
Que, sin perjuicio de nuestra aseveración de que no concurre culpa, concedemos el hecho de que la “culpa”,
aplicada al acreedor, se traduce en ciertos casos en una omisión de diligencia, pero en relación a un interés
propio, desplazando con ello la idea tradicional del elemento subjetivo en análisis. Si la culpa en esta materia
puede ser considerada como tal, lo será siempre en sentido impropio y quizás desde dicho ángulo podamos
hablar de una culpa del acreedor.
se produzcan. Por ello trataremos a modo general el punto en
comento, y reducido ello a los daños que pudieran generarse a
consecuencia de la inobservancia de la obligación. De lo
contrario, nos encontraremos en serio riesgo de inmiscuirnos
en el campo de la mora del acreedor8.

La doctrina, es conteste en cuanto al hecho de que bajo


el supuesto que el daño se produzca bajo la exclusiva causa
del hecho del acreedor, el deudor queda exonerado de
responsabilidad. Por su parte, si concurre tanto el deudor
como el acreedor en la materialización de un detrimento
patrimonial, deben ambos soportar dicha carga. Lo anterior,
pues el derecho no puede contemplar que el daño acaecido vaya
de cargo único del autor, cuando el propio afectado haya
contribuido a la materialización del perjuicio. La valoración
desde luego es realizada desde la perspectiva de la culpa,
aunque se reconoce que elemento causalidad ha de ser
ponderado, algunos con mayor énfasis que otros.

En el derecho comparado la solución es la misma, así en


Italia, el artículo 1227 dispone: “Concurrencia del hecho
culpable del acreedor. Si el hecho culpable del acreedor ha
concurrido a ocasionar el daño, la indemnización se
disminuirá según la gravedad de la culpa y la entidad de la
consecuencia que de ella se haya derivado”

Igual solución es planteada por el artículo 254 del


Código Civil Alemán, al efecto se sostiene que el referido
precepto “permite expresamente a los Tribunales tener en
8
“Son muy discutidos los límites entre la imposibilidad de la prestación y la mora accipendi y tienen mucha
importancia, especialmente con relación a la doctrina de quien soporta el riesgo”. (Enneccerus, Ludwig:
“Derecho de obligaciones”. Vol. I. Segundo Tomo. Traducción de 35ª edición alemana de Pérez González,
Blás y Alguer, José, Editorial Bosch. Buenos Aires. Pág. 287)
cuenta las circunstancias de cada caso concreto y sopesar,
comparándolas, las culpas de ambas partes para imputa las
consecuencias del hecho dañoso de manera exclusiva a una de
las partes o para repartirlas equitativamente entre las
dos.”9

En Francia, el Código de Napoleón no aborda la cuestión,


sin embargo la doctrina y jurisprudencia llegan a similar
conclusión. Al efecto se señala que “entre todas las causas
ajenas, la culpa de la víctima aparece como la más apta para
liberar al demandado“10.

En cuanto a los perjuicios producidos por la


“concurrencia de culpas” se indica que “puesto que cada una
de las culpas ha causado el daño en su totalidad, el
demandado debería estar obligado a reparar la totalidad del
daño”... “Pero tendría entonces una acción de repetición
parcial contra la víctima, cuya culpa ha causado también el
daño por entero. Para simplificar, se exonera parcialmente al
demandado: no debe reparar sino una fracción del daño, por
quedar la otra parte a cargo de la víctima. Es lo que se
denomina división de responsabilidad.11

Entre nosotros, el Código de Bello, no contempla norma


relativa a la culpa del acreedor, pero si existen diversas
disposiciones que dejan entrever la reducción de
responsabilidad, o derechamente la exoneración.12

9
Enneccerus, Ludwig: Ob. Cit. Pág. 84
10
Mazeud, Henri, Lèon y Jean. “Lecciones de Derecho Civil” Parte Segunda. Vol. II. Traducción de Luís
Alcalá-Zamora y Castillo. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires. 1976. Pág 340
11
Mazeud, Henri, Lèon y Jean. Ob. Cit. Pág 342
12
Artículo 1600, 1590, 2246, entre otros.
En materia extracontractual, el Código Civil prevé en su
artículo 2330 que: “La apreciación del daño está sujeta a
reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente.”

Que si bien la norma previamente citada está contemplada


en sede aquiliana, no vemos inconveniente en aplicarla en
sede contractual, si consideramos al Título XXXV como el
estatuto común aplicable a la responsabilidad civil. De no
seguirse la postura indicada, vía principios y análisis del
nexo causal habría de llegarse a análoga solución.

V.- CONCLUSION

Las nuevas tendencias en materia de obligaciones, sin


duda han influido en la forma en que son entendidas las
relaciones económicas entre los individuos. En tanto la
cooperación se alce como una conducta que ha de ser
observada, será siempre necesario determinar hasta que punto
y en que forma a de ser llevada a efecto. Su inobservancia
por parte del acreedor, sin duda que ha de generar
consecuencias que han de ser determinadas por el jurista.
Pero deben determinarse a la luz de las nuevas tendencias
antes indicadas, abriendo espacios a otras posibilidades.
Entre las mismas, ha de ser considerada la posibilidad de
irrupción de factores de atribución distintos al
tradicionalmente entendido. Ello pues, la culpa fue concebida
como un elemento ha entender para con el resto y no para el
propio interesado. Así las cosas, el cuestionamiento de su
vigencia es válido, más aún en un caso en que derechamente no
satisface las exigencias. La “culpa del acreedor” la
entendemos como una impropiedad terminológica, debiendo
buscarse otras alternativas o reformar las estructuras
jurídicas clásicas, a efectos de comprender de mejor forma el
rol que cada partícipe ha de desarrollar en campo
obligacional.

BIBLIOGRAFIA

1.- Cabanillas Sánchez, Antonio: “Las cargas del acreedor en


el derecho civil y en el mercantil”. Editorial Montecorvo
S.A. Madrid. 1988.

2.- Enneccerus, Ludwig: “Derecho de obligaciones”. Vol. I.


Segundo Tomo. Traducción de 35ª edición alemana de Pérez
González, Blás y Alguer, José, Editorial Bosch. Buenos Aires.
3.- Gatica Pacheco, Sergio: “Aspectos de la Indemnización de
Perjuicios por incumplimiento del Contrato”. Editorial
Jurídica de Chile. Santiago. 1959.

4.- Jordano Fraga, Francisco: “La responsabilidad


contractual”. Editorial Civitas S.A. Madrid. 1987.

5.- Lamarca Marqués, Albert. “El hecho del acreedor y la


imposibilidad de la prestación”. Publicaciones del Real
Colegio de España. 2001.

6.- Mazeud, Henri, Lèon y Jean. “Lecciones de Derecho Civil”


Parte Segunda. Vol. II. Traducción de Luís Alcalá-Zamora y
Castillo. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires.
1976

7.- Rodríguez Grez, Pablo: “Responsabilidad Contractual”.


Editorial Jurídica de Chile. Santiago. 2003.

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