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LESLIE BETHELL, ed. HISTORIA _ DE AMERICA LATINA 15. EL CONO SUR DESDE 1930 CRITICA BARCELONA Capitulo 2 ARGENTINA, 1946-c. 1990* La DECADA PERONISTA, 1946-1955 El dfa 24 de febrero de 1946 el general Juan Domingo Perén fue elegido presi- dente de Argentina en una elecci6n sin fraude. Esta victoria fue la culminacién de su vertiginoso ascenso politico, que habia empezado unos cuantos afios antes, cuando la revoluci6n militar de junio de 1943 puso fin a una década de gobiernos conserva- dores y Ilev6 al poder a un grupo de coroneles del ejército con simpatias filo-fascis- tas. El naciente régimen militar habfa avanzado a tientas entre la hostilidad que sus tendencias autoritarias y clericales habian despertado en las clases media y alta y la cuarentena diplomatica organizada por Estados Unidos como represalia por la pos- tura neutral de Argentina en la segunda guerra mundial. Por medio de astutas ma- niobras palaciegas Per6n se convirtié en la figura dominante del régimen y puso fin al aislamiento politico de la elite militar emprendiendo‘una serie de reformas labo- rales que surtieron un gran efecto en la clase obrera, numéricamente incrementada por obra del proceso de industrializacién y urbanizacién acelerado a partir de los afios treinta. Desde la perspectiva de Perén, la funcién de estas reformas era preve- nir la radicalizacién de los conflictos y 1a propagacién del comunismo. Sin embargo, la burguesia argentina no tema una inminente revoluci6n social, temor que, en otras épocas y en otros lugares, habfa facilitado la aceptacién de reformas parecidas. De resultas de ello, se sumé al frente antifascista que organizé la clase media, impreg- nando las divisiones politicas de un visible sesgo clasista. En 1945 el nuevo clima creado por el inminente triunfo de las fuerzas aliadas empujé a las autoridades militares a buscar una solucidn institucional. Luego de in- tentar con éxito limitado obtener el respaldo de los partidos tradicionales, Perén de- cidié lanzar su candidatura presidencial apelando al apoyo popular que habia culti- vado durante su permanencia en el poder. En octubre de 1945, ese apoyo result6 decisivo cuando un complot militar instigado por la oposicidn estuvo a punto de in- terrumpir su carrera politica, al forzar su renuncia y su posterior detencién. Una mo- * Quisiéramos expresar nuestro agradecimiento a Guido Di Tella, cuyo manuscrito sobre la historia econémica de este perfodo nos fue de suma utilidad, si bien la responsabilidad final de este capitulo es ex- clusivamente nuestra. ARGENTINA, 1946-c. 1990. 61 vilizacién popular, organizada por los sindicatos y secundada por los partidarios de Perén en el ejército y la policia, logré sacarlo de la cércel y reinstalarlo en la con- tienda electoral. La candidatura de Perén fue apoyada por los sindicatos, que eran la fuerza principal detras del recién creado Partido Laborista, junto con los disidentes del Partido Radical organizados en la UCR-Junta Renovadora, La oposicién se agru- po en torno de la Unién Democratica, coalicién de partidos centristas e izquierdistas que recibié el ostensible respaldo del sector empresarial y de funcionarios del go- bierno de Estados Unidos. Perén aproveché plenamente estas circunstancias para presentarse como paladin de la justicia social y los intereses nacionales y ganar las elecciones celebradas en febrero de 1946. Una vez concluidas las elecciones, la coalicién peronista, formada en un plazo relativamente breve, reuniendo sectores de origenes diferentes, se encontré al borde de la desintegraci6n. En el centro del conflicto se encontraban los lideres sindicales del Partido Laborista y los politicos radicales disidentes de la Junta Renovadora. De acuerdo con las reglas constitucionales, los representantes en el Senado eran elegi- dos indirectamente por las legislaturas provinciales. Antes de los comicios, los labo- ristas y la Junta Renovadora habian acordado compartir los escafios del Senado a partes iguales, pero cuando Ilegé la hora los politicos utilizaron argumentos capri- chosos y el soborno para desplazar a los lideres laboristas del Senado y los gabine- tes provinciales. En este conflicto Perén decidié apoyar a los elementos mas déciles provenientes de los partidos tradicionales y disminuir 1a influencia de los laboristas. Unos dias antes de asumir la presidencia en junio de 1946, ordené la disolucién de los partidos de la alianza electoral y la creacién de un nuevo partido, invocando la necesidad de contar con un movimiento cohesionado con el fin de gobernar con efi- cacia y unidad. Los lideres del Partido Laborista, que insistia en su propia autonomia més que la Junta Renovadora en la suya, debatieron durante varios dias la actitud a adoptar. Finalmente, los argumentos a favor de la unidad se impusieron. A cambio de renunciar a sus antiguas ambiciones politicas se les prometié un lugar representati- vo en el nuevo partido. Los beneficios potenciales que conllevaba su incorporacién en el orden politico oficial prometian demasiado para arriesgarlos en la defensa de una independencia que les hubiera colocado en los margenes de la naciente Argenti- na peronista. Asi pues, la breve resistencia de los laboristas termind a mediados de junio de 1946, Perén nombré a los organizadores del nuevo partido entre los legisladores re- cién elegidos. Aunque habja unos cuantos sindicalistas, la mayoria eran politicos de clase media. Esta tendencia se acentuarfa con el tiempo. No habja lugar en el esque- ma de la nueva organizacidn para sectores que tenian una base de poder indepen- diente del partido mismo. En enero de 1947, cuando los organizadores del nuevo partido solicitaron a Pe- r6n que aprobase el nombre de «Partido Peronista», sancionaron explicitamente otro rasgo, més decisivo, de la estructura politica del movimiento. El personalismo fue una consecuencia casi inévitable de un movimiento formado en un perfodo tan bre- ve y partiendo de la convergencia de fuerzas heterogéneas. Por otro lado, Perén pro- curé recortar la influencia de las fuerzas que le apoyaban en la nueva organizacién. El Articulo 31 de los estatutos del Partido Peronista, aprobados en diciembre de 1947, le autorizaba a modificar todas las decisiones que tomara el partido ademds de revisar todas las candidaturas. Aunque Perén tenia contraida una obvia deuda ideo- légica con la tradici6n autoritaria en la cual se habia formado, el conflicto en el seno

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