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ESTRÉS, BIENESTAR Y PRODUCTIVIDAD DEL GANADO BOVINO

José A. Bran.
GEMA Grupo de Estudio En Medicina Alternativa Y Manejo Agroecológico
grupogema@colombia.com

“Higya y Panacea fueron las dos hijas de Esculapio, dios de la medicina en la antigua
Grecia; la primera era quien procuraba por el bienestar y la salud desde la prevención,
su hermana propendía por el mismo fin pero desde la curación. “

La labor del médico no debe entenderse sólo como la de quien cura al


momento de la aparición de la enfermedad sino también como la de quien
atiende con especial interés las condiciones externas al individuo (medio
ambiente) o inherentes al paciente, que puedan propiciar la emergencia de la
enfermedad.
Atendiendo el concepto de medicina preventiva, se podrían enumerar gran
cantidad de factores predisponentes para la aparición de la enfermedad y el
compromiso del bienestar animal; Pero en el presente escrito se nombrará uno
que a pesar de su importancia, debido a la influencia negativa en el
mantenimiento de la salud animal dentro de las producciones pecuarias, ha
sido subvalorado: el estrés.
Fraser y Broom definen estrés como: un efecto ambiental sobre un individuo
que sobrepasa sus sistemas de control y reducen su condición física,
agregando, que ésta condición puede evaluarse en dependencia de algunas
variables básicas del ciclo de vida como mortalidad y eficiencia reproductiva.
En este escrito, se mencionarán algunos de los factores desencadenantes del
estrés que son de especial interés dentro de la producción bovina.

Impacto de las actitudes humanas hacia los animales

Los animales asocian positivamente a las personas que les ofrecen alimento,
acarician y hablan con voz agradable (Dobson et al 2001).
En su artículo “interacciones humano-animal” Hemsworth y Barnett ( 1987)
discuten la importancia de la actitud de las personas encargadas del manejo
diario de los animales y su influencia sobre el bienestar y la productividad de
estos. Señalan, por ejemplo, los efectos negativos del estrés crónico,
desencadenado por miedo a los humanos, sobre la tasa de crecimiento en
cerdos jóvenes y sobre la reproducción en adultos. Seabrook ( citado por
Hemsworth y Barnett, 1987) reporta una asociación significativa entre la producción
láctea en vacas con la personalidad de los humanos que las manejan.
Otros autores reportan que el miedo de las vacas de leche a los humanos
puede reducir la producción de leche y cambiar su comportamiento durante el
ordeño (Albright y Arave 1997; Hemsworth y Coleman, 1998; citados por Munksgaard et al.
2001)
Echternkamp (1984) demostró que actividades como la toma de muestras de
sangre en vacas de carne no acostumbradas a dicho procedimiento, durante el
proestro, anularon la expresión de signos de estro e inhibieron el pico
preovulatorio de LH y la ovulación en el 70% de las vacas.
Otras situaciones como introducción de nuevos animales al hato (Dobson et al,
2001), transporte (Smith y Dobson, 2002), aislamiento (Rushen et al 2001), privación
de alimento (Sandem et al, 2002), sujeción física (Andrade et al, 2001) agresiones,
presencia de animales o personas extrañas, hacinamiento, gritos y ruidos,
pueden igualmente en dependencia de la intensidad del estímulo y
posiblemente de la habituación (Andrade et al, 2001) desencadenar estrés agudo
y/o crónico en animales.

Estrés térmico

Existen zonas de tolerancia o bienestar térmico para los animales. Estos, al


verse sometidos a temperaturas por encima de dicha zona, responden
mediante mecanismos compensadores como la evaporación cutánea y
respiratoria (con un alto gasto energético). Cuando estos mecanismos son
insuficientes, la temperatura corporal aumenta produciéndose hipertermia o
estrés térmico (Berbigier, 1998 citado por Chimenau, 1993).
De Rensisa y Scaramuzzib (2003) realizaron una revisión de literatura acerca de
la influencia negativa del estrés calórico sobre la dinámica hormonal en el ciclo
estral y el nivel de fertilidad bovino sugiriendo que, aunque los problemas
reproductivos son debidos en parte a la interacción de los glucocorticoides con
las hormonas sexuales, existen además otros factores que intervienen como
son la disminución de la ingesta de materia seca y el mismo aumento de
temperatura corporal.
De igual forma se ha dicho sobre el estrés calórico en verracos, toros y
moruecos que afecta la calidad del semen; además, influye sobre la
presentación y duración del estro, disminuye las tasas de fertilización, aumenta
la mortalidad embrionaria, y afecta la libido en machos cabrios (Chimenau, 2003).
En vacas de leche el estrés calórico afecta la duración y expresión del estro, el
desarrollo embrionario temprano, el flujo sanguíneo al útero, el crecimiento fetal
y la producción láctea (Drost y Thatcher 1987).
En zonas tropicales, el efecto térmico reviste mucha importancia pues los
factores climáticos como los veranos intensos, aunados a las características de
manejo y al modelo de explotación bovina tradicional caracterizado por
deficiencia de fuentes de agua, potreros con ausencia de árboles para sombrío
de los rebaños, la tendencia a la extinción de las razas criollas (mas tolerantes
a las condiciones tropicales) y el aumento de razas extranjeras (poco
adaptadas, de alta producción y por ende mas susceptibles a las altas
temperaturas) son condiciones que evidentemente favorecen la aparición de
estrés calórico.

Mecanismos del estrés

A grandes rasgos, la respuesta a un factor estresante puede darse de la


siguiente manera: normalmente los animales poseen rangos de tolerancia a
diversos estímulos (el calor, ruido, dolor, radiación solar, humedad, etc.);
cuando se excede dichos rangos el cuerpo reacciona tratando de volver a un
equilibrio. Esta respuesta a corto plazo está determinada por la activación del
sistema nervioso simpático con la consiguiente liberación de catecolaminas
desde la médula adrenal. Pero en el caso de que sea necesaria una respuesta
prolongada, se activa el eje hipotálamo-hipófisis-corteza adrenal y son
liberados glucocorticoides (Cunnigham, 1999), los cuales, cuando aumentan sus
niveles séricos son considerados como indicador de estrés en mamíferos;
aunque en estrés crónico sus niveles disminuyen (Breazile, 1988). Los
glucocorticoides median muchos de los efectos negativos del estrés sobre el
metabolismo, sistema cardiovascular, digestivo e inmunológico (Hemsworth y
Barnett 1987). Existen otras sustancias, como los péptidos opioides, que deben
considerarse en la respuesta a estrés pues son liberados luego de la
estimulación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal. (Tseng et al, 2005; Henao et al,
2000; Breazile, 1988).
Básicamente los efectos del estrés pueden evaluarse en torno a dos variables:
la susceptibilidad a enfermar o la dificultad para reproducirse. Aunque los
efectos son claros, los mecanismos del estrés aún permanecen poco
entendidos.
En el aspecto reproductivo existe evidencia de alteraciones debidas al estrés
que en gran parte son mediadas por glucocorticoides. (Dobson y Smith 2000; De
Rensisa y Scaramuzzib, 2003; Rodríguez 2000) reportaron que los agentes estresantes
interfieren con la regulación de la liberación de las hormonas reproductivas
durante el ciclo estral. Dobson y Smith sugieren que al activarse el eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal por agentes estresantes se reduce la pulsatilidad
de la GnRH/LH por acción en el hipotálamo y la hipófisis, privando al ovario de
un adecuado soporte de LH y reduciendo la secreción de estradiol por los
folículos en crecimiento.
El estrés induce inmunosupresión, y sus consecuencias incluyen: aumento de
la susceptibilidad y frecuencia de enfermedades, tiempos de cicatrización
prolongados y una gran incidencia de complicaciones en la salud asociadas
con infecciones (Bailey et al citado por Tseng et al, 2005; Breazile 1988)
Kanitz et al. (2004) mostraron que el aislamiento repetido de lechones en edad
temprana genera estrés; manifestándose éste en respuestas
comportamentales (disminución de la actividad), neuroendocrinas (aumento de
los niveles basales de ACTH y cortisol), e inmunológicas (inmunosupresión).
Uno de los parámetros inmunológicos alterados por el estrés crónico es la
actividad y el número de las células NK (primera línea de defensa contra
agentes virales), que en parte se debe a la acción de péptidos opioides y
glucocorticoides respectivamente (Tseng et al, 2005).
En respuesta a estrés existen alteraciones neurológicas y endocrinas mediadas
por el aumento de glucocorticoides, activación del sistema nervioso simpático,
aumento de la producción de angiotensina II, vasopresina, péptidos opioides,
VIP y sustancia P (Beazile, 1988) principalmente. Lo anterior nos da una idea de
la gran complejidad del fenómeno y de sus repercusiones sobre los diversos
sistemas del organismo.
Aunque en el presente escrito se citan unos pocos casos de estrés y su
influencia específica sobre algunos parámetros productivos, el estrés ha de ser
comprendido como un estado dinámico y multisistémico que compromete el
bienestar general de los bovinos y sobre el cual tienen gran responsabilidad las
personas que se encuentran en contacto diario con los animales, ya que
muchos de los factores desencadenantes de estrés pueden ser fácilmente
manipulables para el beneficio animal y por ende el de la producción.
Es aconsejable para quienes se interesan en el área de la ganadería, asumir
responsabilidades, cuestionarse acerca de las posibles causas del deterioro en
el bienestar bovino mediado por estrés y tratar de propiciar un desarrollo
armónico del sistema productivo.
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