Oh Dios! Que enseñaste a la bienaventurada Eduvigis a renunciar de todo
corazón a las pompas del mundo, por seguir con humildad el camino de tu cruz; concédenos por sus méritos que aprendamos, a ejemplo suyo a menospreciar las perecederas delicias de este siglo y a vencer por tu amor todas las adversidades de esta vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.