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EL RBOL Y EL HACHA

Un rbol grande es lo que estoy observando, tiene muchas ramas. verde y se ve con mucha fuerza vital. Est

El ser humano plantado en el mundo, requiere estar como el rbol, con ramas de una vida de justicia, de fraternidad y de comunin. El rbol, mudo, sin defensa, est expuesto al mundo. Podr llegar un hacha criminal y cortarla, destruirla y en un instante desaparecer el rbol por muy enorme que sea. Esta hacha al darle muerte al rbol frondoso, dejar de existir, solamente recordar su belleza en su existencia en el mundo, ya no dar sombra a las personas, que iban a descansar debajo del rbol. Los pjaros lo recordarn porque en sus ramas descansaban, all cantaban melodas hermosas. Por qu dar muerte al rbol? Hacha criminal piensa, reflexiona, no quites la vida a la naturaleza. Por qu no mejor cuidar el rbol, protegerla y defender del hacha asesino? Es verdad, hacha, fuiste creado para cortar, pero no por cortar destruyas la naturaleza. Corta lo que has de cortar con delicadeza. Respeta, cuida, valora y ama. Si el rbol hablara dira: tengo miedo, mucho miedo. No me maten. Tengan piedad de m. Cudenme. Soy de ustedes, pero no me destruyan. Yo quiero vivir, ser siempre verde y con ganas de servirles. Mientras el hacha, se sentira poderoso, que intimida, provoca miedo y hace callar o matar. En nuestro mundo y entre nosotros humanos, hemos de apreciar, valorar nuestra vida y no destruirla. Cuidemos la naturaleza por qu matarla? Cuidmonos todos, que somos seres creados por Dios. Porque Quin nos cuidar, quien cuidar la tierra, los rboles, los animales, el agua sino la hacemos nosotros, t yo? Ya basta de tanta violencia, de asesinatos, de robos, de secuestros, de hacer uso de armas, de vivir indiferentes ante el dolor y matar como el hacha criminal. Ayudmonos unos a otros y sembremos el bien, cultivemos el

perdn, el amor. Vivamos unidos como las ramas del rbol. Construyamos un mundo fraterno y que demos descanso a otros con palabras de aliento y servicio como el rbol frondoso que da gusto descansar bajo su sombra. Hay que enraizar nuestra vida en la comunin, en la solidaridad, y encaminarnos a un mundo de paz y justicia.

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