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 Recuperar la opción por los pobres

«...no faltará la ayuda del Señor, sobre todo si ahí atienden con caridad a los niños pobres,
enseñándoles con toda diligencia las letras y el santo temor de Dios».1
«quien no tiene vocación para los niños pobres no la tiene para las Escuelas Pías».
La opción por los pobres, tan manifïesta en los orígenes de las Escuelas Pías, no era
sólo un rasgo característico sino el motor que las puso en movimiento y que daba sentido a
todos sus proyectos. Recuperar la opción por los pobres implica un cambio de mentalidad
para pasar de una actitud asistencial, que ha caracterizado la época anterior, a una actitud
más profética, que requiere informarse, denunciar, colaborar con los que combaten la
pobreza, plantear rupturas con las instituciones sociales injustas, cambiar estructuras que
nos alejan de los pobres... la educación para la justicia como eje transversal de todo el
programa educativo.

Que nuestros centros educativos sean lugares donde no sólo se hable del pobre sino,
sobre todo, se dé la palabra al pobre, se le escuche y dejemos que nos interrogue, se
transmita y amplifique su voz para que pueda llegar desde la escuela a otros sectores
sociales.

Se oyen quejas frecuentes de lo blandas y frágiles que son las nuevas generaciones. Se
tiende con frecuencia a preservar a los menores de cualquier dificultad, con lo que no se les
prepara para las inevitables pruebas de la vida. Educar para lo difícil implica enseñar a
cambiar de actitud antes las dificultades, aprendiendo a afrontarlas forma positiva. Una
dificultad puede ser vista también como una ocasión de crecimiento y superación.

Por otra parte, sabemos que la vivencia de los valores evangélicos, así como de otros
auténticos valores humanos, implica a menudo un ir contracorriente que requiere
personas que saben afrontar las tensiones y el conflicto. Tenemos en Jesús el modelo de
alguien “bien educado en lo difícil”, basta pensar en la experiencia pascual. Calasanz es
para nosotros otro ejemplo de fortaleza que nos anima a la fidelidad en medio de las
dificultades.

«Procure con toda diligencia llevar la escuela que le sea encomendada. Y si tiene amor, no
digo al Instituto, sino a Dios y a sí mismo, se ingeniará para aprender lo que no sabe a fin
de hacer bien a los pobres o para hablar mejor, a Cristo en los pobres».2

Estos son los criterios, opciones, horizontes a los que queremos llegar. Nuestra tara es
sembrar (y quizás algunos frutos no nos tocará recogerlos a nosotros), no importa tanto el
resultado final como el trayecto que nos acerca a él. Sobre todo porque en la educación el
trayecto nos construye y nos plenifica al tiempo que construye a los chavales si de verdad
lo vivimos con vocación. Nos deben de mover las ganas de viajar, no las de llegar: «Si
sales para hacer el viaje a Ítaca, debes pedir que el camino sea largo»3. Feliz viaje a todos y
todas. «Que Jesús Maestro forme en todos nosotros verdaderos y válidos educadores»
(Chiara Lubich).
1
Carta de Calasanz el 30-6-1628
2
carta de Calasanz el 12-2-1639
3
Cavafis, “el Viaje a Ítaca”.

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