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Mieloma múltiple
Síntomas y diagnóstico
A veces el mieloma múltiple se diagnostica antes de que la persona presente cualquier síntoma
(por ejemplo, cuando se realiza una radiografía por otras razones y se encuentran áreas como
perforadas en los huesos, características de este trastorno).
El mieloma múltiple a menudo causa dolor de huesos, sobre todo en la columna o en las costillas,
y los debilita, por lo que se fracturan fácilmente. Aunque el dolor de huesos habitualmente es el
primer síntoma, ocasionalmente el trastorno se diagnostica sólo después de que se manifiestan
trastornos como anemia (cantidad muy escasa de glóbulos rojos), infecciones bacterianas
recurrentes o insuficiencia renal. La anemia se presenta cuando las células plasmáticas
anormales se acumulan en la médula ósea y no dejan desarrollarse a las células normales que
producen glóbulos rojos. Las infecciones bacterianas son consecuencia de la ineficacia de los
anticuerpos anormales contra las infecciones. Cuando los fragmentos de los anticuerpos
anormales (proteínas de Bence Jones) lesionan los riñones, se produce una insuficiencia renal.
En casos muy raros, el mieloma múltiple dificulta el flujo de la sangre hacia la piel, los dedos de
las manos y de los pies y la nariz, debido a que la sangre se espesa (síndrome de
hiperviscosidad).
El flujo inadecuado de sangre al cerebro puede ocasionar síntomas neurológicos, como
confusión, problemas visuales y dolores de cabeza.
Distintos análisis de sangre pueden contribuir a diagnosticar este trastorno. Un completo recuento
de células sanguíneas puede detectar la anemia y los glóbulos rojos anormales.
Por lo general, la velocidad de sedimentación globular, un análisis que mide la velocidad con que
los glóbulos rojos (eritrocitos) llegan al fondo de un tubo, es anormalmente alta. Los valores de
calcio son anormalmente elevados en un tercio de las personas que padecen este trastorno,
porque los cambios óseos causan el derrame del calcio en el flujo sanguíneo.
Sin embargo, los análisis clave para el diagnóstico son la electroforesis de las proteínas del
suero y la inmunoelectroforesis, un análisis de sangre que permite la detección y la identificación
del anticuerpo anormal que produce el mieloma múltiple. Este anticuerpo se encuentra en
aproximadamente el 85 por ciento de quienes padecen este trastorno. Así mismo, la electroforesis
de orina y la inmunoelectroforesis pueden detectar la existencia de proteínas de Bence Jones,
presentes entre el 30 y el 40 por ciento de los sujetos con mieloma múltiple.
A menudo, las radiografías muestran una pérdida de densidad ósea (osteoporosis) y áreas
perforadas (en sacabocados) debido a la destrucción ósea. La biopsia de médula ósea, por la
cual se obtiene un espécimen de la médula mediante aguja y jeringa y se analiza al microscopio,
muestra gran cantidad de células plasmáticas dispuestas anormalmente en grupos. En ocasiones,
las células también pueden tener una apariencia anormal.
Tratamiento
Las personas que tienen signos de infección (fiebre, escalofríos o áreas de la piel enrojecidas)
deben consultar a un médico de inmediato porque pueden necesitar antibióticos. Quienes
padecen anemia intensa pueden necesitar transfusiones de glóbulos rojos, aunque para algunos
la eritropoyetina (un fármaco que estimula la formación de glóbulos rojos) constituye el
tratamiento adecuado para la anemia. Los valores elevados de calcio en la sangre pueden
tratarse con prednisona y líquidos intravenosos y ocasionalmente con difosfonatos, medicamentos
que reducen la concentración de calcio. Los sujetos que presentan valores elevados de ácido
úrico en la sangre pueden mejorar con alopurinol.
La quimioterapia retarda la progresión del mieloma múltiple puesto que destruye las células
plasmáticas anormales. Los fármacos que se utilizan con más frecuencia son melfalán y
ciclofosfamida. Como la quimioterapia destruye tanto las células normales como las anormales,
deben hacerse controles de las células sanguíneas y regular las dosis si los valores normales de
glóbulos blancos y de plaquetas se reducen demasiado.
Los corticosteroides, como la prednisona o la dexametasona, también se administran como parte
de la quimioterapia. En los sujetos que responden bien a la quimioterapia, el interferón puede
permitir la prolongación de esta respuesta.
La combinación de altas dosis de quimioterapia con radioterapia se encuentra aún en terreno
experimental. Como esta combinación es muy tóxica, las células madre (progenitoras) deben
extraerse de la sangre o de la médula ósea del sujeto afectado antes de iniciar el tratamiento;
estas células son devueltas (trasplantadas) al individuo después del tratamiento. Generalmente,
este procedimiento se reserva a los menores de 50 años.
Hoy en día no existe cura para el mieloma múltiple. Sin embargo, el tratamiento retarda su
evolución en más del 60 por ciento de los que lo padecen. En los sujetos que responden bien a la
quimioterapia se puede esperar una supervivencia de 2 a 3 años a partir del diagnóstico del
trastorno; en ocasiones, la supervivencia es más prolongada. A veces, las personas que
sobreviven durante muchos años después de un tratamiento eficaz de mieloma múltiple contraen
leucemia o desarrollan fibrosis (cicatriz) en la médula ósea. Estas complicaciones tardías pueden
ser el resultado de la quimioterapia y a menudo causan anemia grave y una susceptibilidad
elevada a las infecciones.
Macroglobulinemia
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
El curso del trastorno varía de una persona a otra. Incluso sin tratamiento, muchas personas
viven 5 años o más.
Una persona cuya sangre se ha vuelto espesa debe ser tratada de inmediato con plasmaféresis,
procedimiento por el cual se extrae la sangre, se eliminan los anticuerpos anormales y los
glóbulos rojos se devuelven a dicha persona. La quimioterapia, habitualmente con clorambucilo,
puede retardar el crecimiento de células plasmáticas anormales pero no cura la
macroglobulinemia. Alternativamente, pueden utilizarse melfalán o ciclofosfamida así como otros
fármacos, tanto de forma individual como combinada.