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Sumario
1. Introducción. 2. Sociedad como sistema normativizado. 3. Responsabilidad
penal de la persona jurídica. 4. Conclusiones.
1. Introducción:
Desde finales del siglo XVIII las personas jurídicas han tenido amplia participación en la
economía y en el tráfico jurídico, ello en determinados casos ha permitido que las
personas que actúan como órganos o representantes de dichos entes cometan delitos
a través de los mismos siendo castigados penalmente los primeros aunque
considerándose que tal vez esto no era suficiente. Ante ello, surgió la interrogante
respecto de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, siendo que para
responder a la misma se plantearon dos posiciones. En primer lugar, la propuesta por
Savigny denominada teoría de la ficción, mediante la cual afirmaba que solo la persona
individual es sujeto de derecho con capacidad jurídica, por lo que las personas jurídicas
eran solo una ficción creada para el desarrollo del tráfico mercantil. En segundo lugar,
la propuesta por Gierke denominada teoría de la personalidad jurídica real de la
asociación, mediante la que consideró que la persona jurídica era un organismo que
formaba parte de la realidad social y, por tanto, al igual que los individuos, debe ser
considerada como sujeto de derechos.1
La tesis que se impuso en aquella época fue la que negaba la responsabilidad penal de
las personas jurídicas, bajo la máxima “Societas delinquere non potest”. Sin embargo,
en la actualidad han surgido posiciones dogmaticas que presentan diversos
fundamentos para imputar responsabilidad penal a las personas jurídicas2. Por lo cual,
∗
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Miembro asociado del Estudio Bramont Arias,
Llontop & Asociados Abogados.
1
En relación a ambas posiciones véase MEINI MÉNDEZ, Iván. La responsabilidad penal de las personas
jurídicas. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. 1999. pp. 68-70.
2
Acerca de ello Lamas Puccio señala: “Decimos que la posibilidad de imponer sanciones de carácter
penal a las personas jurídicas, se debate entre dos extremos doctrinales diametralmente opuestos: en
los países cuyos sistemas penales se basan en el principio del derecho continental europeo suele regir el
principio societatis non potest, según el cual no es punible la persona jurídica quedando, en todo caso,
sólo la posibilidad de aplicar sanciones administrativas o civiles. Por esta parte, dicha postura prevalece
la finalidad del presente ensayo es demostrar que, en base a un enfoque funcionalista
del Derecho penal, no es posible afirmar la responsabilidad penal de las personas
jurídicas y, asimismo, analizar las posiciones que fundamentan lo contrario para dar
nuestra opinión acerca de cada una.
2. Sociedad como sistema normativizado:
Las expectativas normativas4 pueden ser defraudadas tanto por las personas naturales
como jurídicas. Sin embargo, en cada caso varia el órgano estatal encargado de aplicar
la sanción al infractor pues en una sociedad donde rige la máxima societas delinquere
non potest ante la vulneración por parte de una persona jurídica de una normativa
estatal y/o un acuerdo celebrado con un tercero serán las instancias administrativas o
en la dogmática de la mayoría de los sistemas penales de Europa y América Latina. Mientras que en
países fundamentalmente anglosajones admiten la posibilidad de recurrir a sanciones de naturaleza
penal cuando se trata de personas jurídicas”. Véase LAMAS PUCCIO, Luis. “Un ensayo sobre el
Derecho Penal de riesgo y la responsabilidad penal de la persona jurídica”. En: Modernas tendencias de
dogmática penal y política criminal. Libro homenaje al Dr. Juan Bustos Ramírez. Lima: IDEMSA. 2007.
pp. 525.
3
Consideramos que las personas jurídicas sí comunican, pero solo en determinadas áreas del Derecho
en las que son sujetos de derechos y deberes como en el Derecho Administrativo y el Derecho
Tributario. Siendo que, en las mismas tiene capacidad jurídica entendida como capacidad de goce y
capacidad de ejercicio a través de las personas físicas que conforman su esfera de organización. La
comunicación de las personas jurídicas será relevante respecto de la defraudación de normas en
determinadas áreas del Derecho como las señaladas en las que se considera que el mensaje de la
norma va dirigido directamente a la persona jurídica para que obre de determinada manera.
4
Acerca de estas expectativas Jakobs indica que son: "(…) todas aquellas normas que conforme a la
concepción de la sociedad no pueden representarse como dadas previamente, es decir, que no pueden
representarse como leyes naturales, y en el momento actual tampoco como leyes reveladas, sino solo
como normas hechas, aunque hechas por buenas razones". Véase JAKOBS, Günther. Sociedad, norma
y persona en una teoría funcional del Derecho Penal. Madrid: Editorial Civitas S.A. 1996. pp. 18.
Asimismo, Sánchez-Vera señala que: “Las expectativas que poseen la cualidad de poder servir de
modelo normativo reúnen ciertas particularidades que las caracterizan. Estas son básicamente tres: en
primer lugar, son expectativas que se muestran resistentes a las defraudaciones, en segundo término,
son lo suficientemente amplias como para poder servir de modelo de orientación y, en tercer y último
lugar, las mismas, como es lógico, gozan de una aceptación social bastante”. Véase SÁNCHEZ-VERA
GÓMEZ-TRELLES, Javier. “Algunas referencias de historia de las ideas, como base de la protección de
expectativas por el Derecho Penal”. En: Cuadernos de Política Criminal N˚ 71, Madrid. 2000. pp. 403.
civiles las encargadas de aplicar la sanción correspondiente. En cambio, en el caso de
las personas físicas si bien es cierto que la jurisdicción civil y las instancias
administrativas sancionadoras se mantienen abiertas para que se ventilen en las
mismas la vulneración de normas, no es menos cierto que a diferencia del caso anterior
se presenta la jurisdicción penal como ultima ratio encargada de reestabilizar la
vigencia de normas sociales relevantes a través de la aplicación de una pena a aquel
infractor que ha defraudado las expectativas normativas.
Vamos a empezar a desarrollar el presente numeral citando a Bernd Müssig quien nos
señala lo siguiente acerca de la relación entre el Derecho penal y la sociedad:
“Conforme a una teoría institucional del Derecho penal, éste es el plano comunicacional
de la praxis social. Con ello, se presupone un concepto de la sociedad como un
complejo sistema de comunicación, en cuanto praxis social (autorreferencial) de la
diferenciación y transmisión de sentido, es el proceso social fundamental, la base de la
interacción social y atribución de acciones"5.
Es así que, las normas del Derecho penal forman parte de aquellas que son exigibles a
las personas que conforman la sociedad. Sin embargo, se debe tener presente a qué
personas se dirigen las mismas pues persona no siempre equivale a persona6, es
decir, el concepto de persona relevante para el Derecho penal es diferente al
correspondiente a otras ramas del Derecho. Así, por ejemplo, para nuestra legislación
civil un menor de edad puede celebrar contratos que generen determinadas
obligaciones. En tal sentido, es una persona al tener capacidad de contratar y contraer,
en base a ello, determinados derechos y deberes. Sin embargo, en la legislación penal
no es admisible sancionar penalmente a un menor de edad cuando comete un hecho
tipificado como delito, toda vez que el mismo es considerado como inimputable por
carecer de culpabilidad y, por tanto, no ostenta el rol de persona en este contexto. Por
lo que, no se le aplicara una pena sino más bien alguna de las medidas previstas en el
Código de los Niños y Adolescentes.
Al respecto existen tres teorías que plantean una propuesta acerca de la función de la
norma penal:
8
Véase SÁNCHEZ-VERA, Javier. Op. Cit. pp. 403.
Ya hemos señalado que tanto las personas físicas como personas jurídicas pueden
defraudar expectativas normativas. Sin embargo, respecto de la imputación a la
estructura societaria de la creación de un daño o lesión, ello tiene asidero en las
regulaciones civil y administrativa más no en el ámbito del Derecho penal pues no
puede imputársele personalmente la comisión de un delito.9
En nuestra legislación penal (Código penal, leyes penales especiales, entre otros) no
existe regulación expresa que niegue la responsabilidad penal de las personas
jurídicas. Así, más bien nos encontramos ante posiciones doctrinarias divididas entre
aquellos que consideran que las personas jurídicas no tienen responsabilidad penal y
quienes sostienen lo contrario, conforme vamos a precisar mediante los siguientes
párrafos.
Para determinar si la teoría del delito es aplicable a las personas jurídicas debemos
saber en base a quién ha sido estructurada la misma y qué características presenta
aquel en torna al cual se ha construido dicho sistema que fundamenta el Derecho
penal.
Respecto al primer tema en cuestión, la teoría del delito está dirigida a la persona,
entendida como estatus jurídico de imputación de derechos y deberes. Sin embargo,
dicha definición al ser demasiado genérica no nos permite saber exactamente a quién
está dirigida la teoría del delito. Por ello, utilizaremos la definición de Bernardo Feijóo
quien señala: “El concepto jurídico de persona tiene que ver con la capacidad de
adquirir derechos y contraer obligaciones, pero ello no significa que todas las personas
tengan en nuestro ordenamiento jurídico los mismos derechos, obligaciones y
responsabilidades. El reconocimiento de personalidad no implica que las personas
jurídicas tengan las mismas capacidades o respondan con el mismo grado de
responsabilidad que las personas físicas, que ostentan otras capacidades y
9
Véase JAKOBS, Günther. “¿Punibilidad de las personas jurídicas?”. Op. Cit. pp. 342. En igual sentido,
GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal Económico-Parte General. 2da Edición. Lima: Editorial Grijley.
2007. pp. 659-660.
responsabilidades normativas”.10 Ello nos permite afirmar que la teoría del delito se
enfoca en la personal física más no en la persona jurídica, toda vez que ésta última no
ostenta el mismo esquema jurídico que la primera porque si bien ambas son un centro
de imputación de derechos y deberes, no es menos cierto que a las personas jurídicas
no se les puede exigir que actúen acorde a las normas prohibitivas o de mandato que
conforman el Derecho penal tal y como demostraremos mediante los párrafos
siguientes.
10
Véase FEIJÓO, Bernardo. Op. Cit. pp. 363.
11
Así, García Cavero señala que: “Si la función del Derecho penal se encuentra en la reestabilización de
una defraudación de la norma, entonces la acción jurídico-penal estará definida como la comunicación
de un ciudadano defraudatoria de una expectativa normativa de conducta esencial”. Véase GARCÍA
CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal-Parte General. Lima: Editorial Grijley. 2008. pp. 288.
12
Véase JAKOBS, Günther. Bases para una teoría funcional del Derecho Penal. Lima: Palestra Editores.
2000. pp. 133-168.
En tal sentido, podemos concluir que la teoría del delito ha sido estructurada teniendo
como único sujeto activo a la persona física mayor de 18 años y con capacidad para
actuar conforme a lo dispuesto por las normas penales13. Por lo cual, la persona
jurídica no puede ser penalmente responsable al carecer de las características
señaladas que ostentan las personas físicas.
13
Al respecto, García Cavero indica que: “Solamente a la persona que posee el estatus de ciudadano se
le puede imputar la realización de acciones penalmente relevantes”. Agregando que: “El rol general de
ciudadano se fundamenta en la separación de esferas de organización entre los ciudadanos y en la
autonomía organizativa que cada uno tiene dentro de las mismas. Como contrapartida a esta libertad de
organización, se les atribuye a todos los ciudadanos el deber negativo de evitar organizaciones en su
propia esfera que afecten a otras personas”. Véase GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho
Penal-Parte General. Op. Cit. pp. 289-292.
14
Al respecto, Véase BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y Silvina Bacigalupo. Derecho Penal Económico.
Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces S.A. 2001. pp. 124-126
Es así que, en atención a ello, las medidas de seguridad no pueden ser aplicables a las
personas jurídicas dado que ellas en sí mismas no pueden ser consideradas “sujetos
peligrosos” sino más bien medios utilizados por personas físicas para cometer delitos.
Asimismo, no pueden ser calificadas como tal porque a diferencia de los sujetos
peligrosos carecen de capacidad de acción relevante para el Derecho penal dado que,
tal como se ha indicado, las personas jurídicas no se encuentran facultadas para
realizar comportamientos jurídico penalmente relevantes. En tal sentido, si bien es
cierto que es necesaria la protección de bienes jurídicos frente a peligros, no es menos
cierto que toda propuesta para ello debe ser conforme al esquema de nuestra
dogmática penal15.
El presente planteamiento fue dado por Stratenwerth16 quien consideró que era posible
sancionar a las personas jurídicas atribuyéndoles los delitos cometidos por
determinadas personas que laboran en ella como los órganos o representantes. Para
ello, es necesario cumplir con dos requisitos que son: hecho de conexión17 y relación
especial18.
Se debe tener presente que, efectivamente, en otras ramas del Derecho es posible
sostener, debido a sus presupuestos y fines distintos a los penales para imputar
responsabilidad, que las acciones de los órganos y representantes son propias de la
persona jurídica y considerar a ésta última como responsable por los ilícitos cometidos
por tales sujetos, sea en forma directa a ésta última o en todo caso de manera
solidaria. Sin embargo, en el Derecho penal no se puede atribuir a un tercero el hecho
delictivo realizado por otro salvo que se encuentre dentro del ámbito de organización
15
Así, Kart Seelmann indica: “No obstante, argumentar con el “estado de necesidad” para fundamentar
sanciones penales de manera permanente y cubriendo determinadas parcelas en un ámbito importante
del Derecho penal, debe parecer más bien una huída de la dogmática penal”. Véase SEELMANN, Kart.
“Punibilidad de la empresa: Causas, paradojas y consecuencias”. En: La responsabilidad penal de las
personas jurídicas, órganos y representantes. Coordinador: Percy García Cavero. Lima: ARA Editores.
2002. pp. 54.
16
Al respecto, véase BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y Silvina Bacigalupo. Op. Cit. pp. 126-127.
17
Delito cometido en el ejercicio de sus funciones por persona que labora en la persona jurídica.
18
Aquella persona que comete el delito debe ser parte de algún órgano de decisión y/o representante de
la persona jurídica.
de una persona -autoría mediata-. Lo cual, no ocurre en el presente caso pues que se
considere a los órganos de la empresa como parte y/o instrumentos de ella son
criterios corporativos más no penales. En tal sentido, si una persona física -que forma
parte de la persona jurídica- realiza un hecho típicamente antijurídico ello no puede ser
trasladado a la persona jurídica, toda vez que los ilícitos penales son propios y, por
tanto, no trasladables.
Asimismo, nos preguntamos ¿Qué pasaría con las personas físicas que han cometido
el delito? ¿Estaríamos frente a una coautoría? ¿Se extinguiría la persona física para
poder imputarle la comisión del hecho delictivo a la persona jurídica?. Todos estos
cuestionamientos nos llevan a afirmar que la propuesta planteada deviene en
inaplicable al no poder hacer frente a las interrogantes señaladas.
especiales y, por tanto, las personas jurídicas tienen responsabilidad penal. Debido a la importancia del
presente acuerdo plenario el mismo será materia de análisis en un artículo posterior.
23
Véase TIEDEMANN, Klaus. “Punibilidad y responsabilidad administrativa de las personas jurídicas y
de sus órganos”. En: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. 1988.
pp. 28-30.
24
Ley de Contravenciones de Alemania.
25
Acerca de ello, Jesús María Silva Sánchez señala: “Necesariamente, el hecho debería delimitarse en
torno a la vulneración de deberes de organización general de la actividad empresarial, en la medida que
ésta haya sido determinante de la producción del resultado delictivo por la actuación de alguna persona
física identificada o no. Pero no está claro que pueda hablarse de que tal vulneración es un hecho de la
propia persona jurídica. Más bien, podría decirse, será un hecho de los órganos encargados de la
vigilancia o coordinación del desarrollo de las actividades de la empresa”. Véase SILVA SÁNCHEZ,
Jesús María. Op. Cit. pp. 167.
manera precisa el tipo de delitos que puede cometerse en cada clase de persona
jurídica existente porque ello implicaría analizar la estructura inherente a cada una.
Por otro lado, los miembros de algún órgano de decisión de cada persona jurídica
podrían realizar ello, sin embargo a pesar de que tal función se haga de manera
responsable e idónea no se debe llegar a la conclusión de que nos encontraremos ante
una persona jurídica en la que jamás se cometerá un delito empresarial.
Por tanto, debido a las críticas señaladas mediante las líneas anteriores tampoco
consideramos adecuada la presente posición para sustentar la responsabilidad penal
de las personas jurídicas
26
Véase BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y Silvina Bacigalupo. Ibid. pp. 131-133.
El presente sistema de imputación de responsabilidad penal a las personas jurídicas
fue elaborado por Heine27 quien sostuvo que los presupuestos y consecuencias de
dicha imputación debían ser estructurados de modo separado al de la persona
individual. Así, la responsabilidad penal de la persona jurídica sería originaria e
independiente de la imputación que recaiga sobre la persona física que forma parte de
su organización y que ha cometido el hecho delictivo.
Para ello, se debía configurar dos presupuestos para atribuir responsabilidad penal a
las personas jurídicas como son la administración deficiente del riesgo y la
materialización del peligro típico de la empresa. El primer presupuesto ocurre cuando la
persona jurídica no adopta durante largo tiempo las medidas necesarias para evitar la
realización del peligro típico que como segundo presupuesto implica la comisión del
delito.
Por otro lado, Heine afirma que también se requiere del dolo de la persona jurídica que
sería el conocimiento de determinados miembros de su organización de saber que se
tiene la función de aplicar las medidas de prevención de delitos y a pesar de ello no
realizar dicha función.
27
Véase HEINE, Günther. “La responsabilidad penal de las empresas: Evolución internacional y
consecuencias nacionales”. En: HURTADO POZO, José (Director) Anuario de Derecho Penal. Lima.
1996. pp. 19-45.
3.3 ¿Qué solución nos queda frente a las personas jurídicas?
En el caso de la legislación penal nacional mediante el artículo 105 del Código penal y
en determinadas leyes penales especiales -Ley Penal Tributaria y Ley de los Delitos
Aduaneros- se regulan las denominadas consecuencias accesorias que son medidas
administrativas de carácter no sancionatorio aplicadas dentro del proceso penal28 a
aquellas personas jurídicas en las que se ha cometido un hecho punible en el ejercicio
de la actividad o utilizado su organización para favorecerlo o encubrirlo.
Es así que, dichas medidas aplicables a las personas jurídicas tienen como finalidad
que los miembros de su organización interioricen el costo de realizar un comportamiento
delictivo a través de la persona jurídica, a fin de que a futuro no la vuelvan a utilizarla
para cometer hechos punibles.
4. Conclusiones:
28
Debido a que fundamentar nuestra posición va más allá de lo propuesto para el presente artículo no
presentaremos los argumentos que nos permiten sostener que la naturaleza jurídica de las
consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas es de medidas administrativas no
sancionatorias aplicadas dentro del proceso penal. Sin embargo, mediante un artículo posterior
sustentaremos debidamente nuestro planteamiento sobre dicho asunto.