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LOS PROCESOS DECLARATIVOS EN LA LEGISLACIÓN CIVIL VENEZOLANA

CONFERENCIA DEL PROFESOR FERNANDO MÁRQUEZ M.

En principio todo proceso encierra una finalidad consistente en la declaración o


pronunciamiento de un derecho; reconoce un derecho o niega la pretensión, por cuanto la
norma abstracta de la Ley se torna concreta justamente en el punto de conflicto. Pero en los
procesos ejecutivos o de condena, como se les suele llamar, la existencia de un hecho que es
contrario a derecho es lo que establece la diferencia con los procesos declarativos, porque al
ser declarado el derecho se hace ejecutable aun en contra de la voluntad del obligado.

En los procesos declarativos no se requiere la existencia de un hecho contrario al


derecho, ya que solamente basta que haya un estado de incertidumbre que haga posible en un
futuro modificar o extinguir un derecho. Por su parte un proceso declarativo no requiere ni
supone un estado de hecho contrario a derecho, es decir, no tiene cono fin obligar a nada, sino
que solamente se limita a conseguir en su sentencia la declaración o la negación de una
situación jurídica; la característica más resaltante en los juicios declarativos consiste en que su
sentencia por sí sola satisface el interés del actor y no es susceptible de ejecución. Por esta
razón son llamadas “sentencias de certeza” y van presididas por un interés especial.

El planteamiento teórico de las acciones declarativas es de vieja data y sus antecedentes


se remontan a la promulgación de la ordenanza procesal alemana, en el año 1877, fecha en la
cual la doctrina comenzó a ocuparse de fijar los caracteres específicos de estas acciones. El
Artículo 256 de la actual Ordenanza Procesal Alemana establece: “Se podrá demandar la
declaración de existencia o inexistencia de una relación jurídica y el reconocimiento de la
autenticidad o la declaración de falsedad de un documento, si el demandante tiene interés en
que la relación jurídica o la autenticidad o falsedad del documento sea declarada
inmediatamente por resolución judicial”. Normas similares a esta se pueden hallar en el Artículo
183 de la Constitución de La República del Brasil, en el Código Procesal del Estado de Nueva
York, el Artículo 1, ordinal II del Código de Procedimiento Civil que rige para el Distrito Federal
de los Estados Unidos Mexicanos del año 1931 y en el Código Procesal Civil modelo para
Iberoamérica, Ordinal 3º del artículo 11.
En el procedimiento civil venezolano no es sino hasta el año 1985, cuando las acciones
mero declarativas nacen expresamente a la luz del ordenamiento jurídico positivo;
concretamente en el Artículo 16 del vigente Código de Procedimiento Civil que entró en
vigencia el año 1987 y hace mención expresa de la expresión “mera declaración”, al señalar
que el interés puede limitarse solamente a la declaración de la existencia o inexistencia de un
derecho o de una relación jurídica. Sin embargo, autores como el Profesor Pedro Pineda León
(Lecciones Elementales de Derecho Procesal Civil, página 82, Edit. Librería Selecta, Mérida-
Venezuela, 1960) al referirse a los antecedentes patrios de estas acciones lo encuentran en el
Artículo 14 del Código de Procedimiento Civil de 1916, hoy derogado, en vista de que dicha
norma expresa: “Para que haya acción debe haber interés, aunque sea eventual o futuro, salvo
que la Ley lo exija actual”. Del contenido de esta norma la doctrina y la jurisprudencia
venezolana echaron las bases del planteamiento teórico del proceso mero declarativo en
nuestro país, ya que la Corte suprema de Justicia de manera reiterada y pacífica ha reconocido
estas acciones, en vista de los cuales los proyectistas del vigente Código de Procedimiento Civil
aclararon en la exposición de motivos la notable significación que tiene la integración de una
norma legal expresa sobre el interés que deben tener las partes para obrar en juicio y, en
particular, la posibilidad de las demandas de mera declaración.
Para que la acción declarativa prospere es necesario que se den los siguientes
presupuestos: 1.- Un estado de incertidumbre acerca de la existencia o la interpretación
de una relación jurídica;

2.- Que esa incertidumbre pueda a la larga ocasionar un perjuicio al actor

3.- que el sujeto activo de esa relación procesal no tenga otro medio legal para
hacer cesar esa incertidumbre.

Es evidente que la existencia de la acción presupone un interés, ya sea éste eventual o


futuro, salvo el caso en que la Ley exija que el interés sea actual. En el supuesto de que el
interés del actor se limite a la mera declaración de la existencia o la inexistencia de relaciones
jurídicas o derechos, el interés ha de ser actual.

El Ordinal 5º del Artículo 340 del Código de Procedimiento Civil establece que el libelo de
la demanda debe expresar: “la relación de los hechos y los fundamentos de derecho en
que se base la pretensión, con las pertinentes conclusiones”, es decir, una relación clara y
concisa de los hechos ciertos que originan la incertidumbre jurídica, así como los fundamentos
de derecho que sirvan para sustentar la acción deducida.

En relación a la relación clara y precisa de los hechos, Giuseppe Chiovenda (Principios


de Derecho Procesal Civil, ediciones Reus, Madrid 1977) afirma: “El actor deberá demostrar
el interés en la declaración mediante los hechos. No basta por consiguiente el simple
temor subjetivo”

En lo que concierne al derecho, Piero Calamandrei (Instituciones de Derecho Procesal


Civil, volumen I, pp. 259, traducción de Santiago sentis Melendo, Edit. E.J.E.A, Buenos Aires,
1986) sostiene que: “El Juez, por el conocido principio iura movit curia tiene la obligación
de oficio de aplicar las normas de Ley, cuyo conocimiento pues, se debe presumir en él y
forma parte de su patrimonio intelectual”.

Legitimatio ad causam. Es importante distinguir entre la capacidad para obrar y


contradecir, es decir, la cualidad o investidura para obrar o contradecir que no debe confundirse
con la Legitimatio ad processum que correspondería más a los presupuestos procesales. En
el proceso mero declarativo la legitimatio ad causam corresponde a quien sufre la
incertidumbre, o en otras palabras, quien siente la necesidad de proponer la acción a objeto de
que sea declarada la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación jurídica.
Giuseppe Chiovenda sostiene que: Existe tal interés cuando el actor se encuentra ante una
inseguridad jurídica, y la declaración formulada en un fallo judicial constituye el único medio de
evitarla”.

Ahora bien, lo más curioso de estos procesos es que el legitimado pasivo de la relación
procesal no es el demandado, porque contra él no se ha dirigido la acción, sino más bien ésta
se orienta hacia el juez para que dirima mediante su sentencia, sobre la existencia o no de ese
derecho o relación jurídica incierta o confusa o para que se pronuncie sobre su alcance o
contenido. En este caso el legitimado pasivo va a afrontar las consecuencias de la cosa juzgada
y su intervención en el proceso tiene como finalidad impedir esas consecuencias adversas que
pudiera producir en su contra la decisión.

También es importante referirse al interés procesal, que en el caso de las mero


declarativas está ligado a la mera declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de
una relación jurídica. Pero este límite al interés que estableció el legislador procesal no guarda
relación alguna con el derecho subjetivo que la relación jurídica establece, pues se refiere al
límite de la sentencia que lo declare. A tales efectos Piero Calamandrei señala que: “Este
interés procesal en obrar y contradecir en juicio no debe ser confundido con el interés
sustancial en la obtención de un bien que constituye el núcleo del derecho subjetivo”.

Procesos constitutivos, de condena y de mera certeza.

Antes se dejo dicho que todo proceso de condena conlleva, en esencia, a una
declaración que pronuncia el Juez en favor o en contra del demandante, cuando decide con
lugar o sin lugar la demanda, que viene a ser, en suma, la pretensión. La diferencia sustancial
está en los efectos que produce la acción de condena con respecto a la declarativa, por cuanto
la sentencia de condena, además de declarar certeza respecto de la relación controvertida lleva
implícitamente eficacia ejecutiva contra quien resulta obligado a cumplir la prestación, aun en
contra de su voluntad. En tal sentido se observa que su efecto es doble: por una parte declara
la existencia del derecho controvertido y por otro lado ordena la ejecución del fallo.

En los procesos Constitutivos la sentencia, además de declarar un derecho, hace nacer


el derecho, a diferencia de las de condena en las cuales lo que se reclama es un derecho
preexistente. Por esta razón, los efectos de la sentencia en las acciones constitutivas
comienzan en el momento en que adquieren la autoridad de cosa juzgada, o sea, cuando se
produce el cambio de status jurídico que la declaración judicial señala.

El bien jurídico tutelado: Consiste en la declaración judicial que establece la existencia


o inexistencia de un derecho o relación jurídica, es decir, la certeza, la seguridad de la
existencia que la Ley reconoce como tal, en virtud de una sentencia.

El Destinatario de la acción mero declarativa: En el caso de las sentencias de


condena y de constitución observamos que la acción va dirigida contra el demandado, para que
este “convenga o sea condenado” y los efectos de la sentencia van a recaer fatalmente en
contra del perdidoso quien quedará obligado a cumplir la prestación establecida en el fallo, en
tanto que en las sentencias de simple declaración el Juez limita su decisión a declarar la
existencia o no de un derecho o de una relación jurídica que no va a causar necesariamente
efectos de condena contra ninguna de las partes, aun cuando el demandado allanare en favor
del demandante.
Admisión de la demanda: La admisibilidad de las mero declarativas requiere que el
actor tenga un interés actual, es decir, que no basta un simple interés eventual o futuro, como lo
establecía el Artículo 14 del derogado Código de Procedimiento Civil. Pero, además, no es
admisible la demanda en un proceso mero declarativo cuando al demandante le sea posible
obtener la satisfacción completa de su interés mediante el ejercicio de una acción diferente. Así
la Corte suprema de Justicia en sentencia del 15 de diciembre de 1988 dejó sentado que: “No
basta que el objeto de dichas acciones esté limitado a la existencia o inexistencia de un
derecho, sino que, además, el demandante no pueda obtener la satisfacción completa de su
interés mediante otra acción diferente, para que puedan dar origen válidamente al proceso”.

Un problema que surge en relación a la interpretación de este dispositivo jurídico del


artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, consiste en determinar con objetividad por parte
del Juez, cuando el actor pueda tener otra vía procesal para satisfacer su interés, lo cual es
excepcionalmente subjetivo, especialmente en las acciones mero declarativas innominadas y,
por otra parte, determinar si, en efecto, el Juez posee ese poder discrecional para inadmitir la
acción propuesta.

En relación al primer problema planteado la admisibilidad de la acción propuesta tiene


mucho que ver con la apreciación subjetiva del Juez, pero en lo tocante al segundo caso, ya se
dejó establecido que el destinatario de la acción en las mero declarativas era el Juez y, por lo
tanto la facultad de admitir o de negar la acción proviene de la misma Ley a fin de declarar
oficiosamente la inadmisibilidad de la misma, es decir, que el poder discrecional del Juez para
admitir o negar la acción está fundado en el imperio de la Ley.

Cuestión previa. En lo relativo a la admisión de la demanda en contravención al


dispositivo legal contenido en el Artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, correspondería
al legitimado pasivo de la relación procesal oponer la cuestión previa que establece el Ordinal
11 del Artículo 346 del código adjetivo, a fin que, de conformidad con lo establecido en el
Artículo 356, eiusdem, la demanda quede desechada y se extinga el proceso.
Estimación de la demanda: En el proceso mero declarativo, a excepción de las
demandas relativas al estado y capacidad de las personas, deben ser estimadas de
conformidad con lo establecido en el Artículo 38 del Código de Procedimiento Civil y así lo
determinó la Corte suprema de Justicia en sentencia de fecha 14 de Mayo de 1989.

Clasificación.

La acción declarativa es ejercitada con bastante frecuencia, ya como acción principal o


incidentalmente, como cuando se pide la declaración de falsedad de un documento público o
privado. La inquisición de la paternidad, la nulidad del matrimonio, el deslinde de propiedades
contiguas, el reconocimiento de documentos privados, los interdictos, la inconstitucionalidad de
leyes y la declarativa de prescripción adquisitiva, son ejemplos de acciones declarativas en el
Derecho Positivo venezolano.

En el proceso mero declarativo venezolano se aprecian diversas clases o tipos de


acción, las cuales se clasifican de acuerdo al interés jurídico tutelado. Así pues, tenemos:

1.- Declarativas de estado. Son todas aquellas que procuran obtener un


pronunciamiento judicial que reconozca un estado preexistente o que niegue la existencia de un
estado. En este caso podemos citar como ejemplo de este tipo de aciones aquellas a las que se
refiere el Artículo 507, Ordinal 2º del Código Civil, el cual establece: “Las sentencia declarativas
en que se reconozca o se niegue la filiación o sobre reclamación o negación de estado...
Producirán los efectos absolutos previstos en las sentencias constitutivas, con las limitaciones
que ese mismo dispositivo señala”. Aquí podemos observar cómo el propio legislador califica de
declarativas a las acciones mediante las que se resuelven conflictos derivados de la filiación de
las personas, las cuales, a su vez pueden ser: De reclamación de estado y de impugnación
o denegación de estado.

2.- Impugnativas de instrumentos. En este caso debemos referirnos al Artículo 1.380 del
Código Civil que establece: “El instrumento público o que tenga las apariencias de tal puede
tacharse con acción principal o redargüirse incidentalmente como falso...”

3.- Impugnación de asientos de documentos en el Registro Subalterno. De acuerdo


al Artículo 40 - A de la Ley de Registro Público, “Las personas que se consideren lesionadas
por una inscripción realizada en contravención de esta Ley u otras leyes de La República podrá
acudir ante la jurisdicción ordinaria a impugnar dicha inscripción. En todo caso la cancelación o
anulación de un asiento en el Registro presupone la extinción del acto registrado”.

4.- La declaratoria de pobreza. El Artículo 175 del Código de Procedimiento Civil


establece la posibilidad de pedir incidentalmente, en cualquier grado o estado de la causa o
previamente al juicio, que el Juez declare el beneficio de justicia gratuita conforme a las
regulaciones establecidas en la Ley.

Como podemos observar, en el Código Civil, en el Código de Procedimiento Civil y en


algunas leyes especiales, hay normativas que regulan diversos procesos mero declarativos.
Estas no son acciones mero declarativas, son ciertamente, acciones declarativas nominadas
que se tramitan en procedimientos ordinarios o especiales propios y cada una de ellas se
encuentra regulada por una normativa jurídica particular. Las acciones mero declarativas
simples son aquellas a las que se refiere el mencionado Artículo 16 del Código de
Procedimiento Civil, es decir, las que no tienen un procedimiento especial y en las que el actor
no tiene a su alcance una acción expedita mediante la cual pueda obtener la completa
satisfacción de su interés. Esto es lo que, en definitiva, constituye esa norma genérica del
Artículo 16 del código adjetivo. Como un ejemplo claro podemos citar el caso de uno de los
cónyuges que pretenda obtener la disolución del vínculo matrimonial mediante una acción mero
declarativa para que el Juez, en su sentencia, señale que ciertamente el otro cónyuge ha
observado determinada conducta tipificada como causal de divorcio. Aquí al actor no le queda
otro camino que intentar la acción de divorcio, no pudiendo, en consecuencia hacer uso del
proceso mero declarativo para lograr su interés, por estar explícitamente prohibido por la Ley.

Proceso declarativo genérico o de conocimiento y el Proceso de Ejecución

Esta clasificación responde a las distintas funciones del proceso. Los procesos de
condena, declarativo puro y de declaración constitutiva tienen como finalidad, la declaración de
un derecho o responsabilidad o de la constitución de una relación jurídica, e incluyen, por lo
tanto, al grupo general de declarativos y a los dispositivos. En todos ellos el juez regula un
conflicto singular de intereses, y determina quien tiene el derecho, es decir, el juez es quien ius
dicit. Son procesos de juzgamiento o conocimiento o declarativos genéricos.

Cuando no se trate de una pretensión discutida que implique la necesidad de declarar


quién tiene razón, sino de una pretensión cuya existencia aparece clara y determinada en el
título que se aduce, pero que está insatisfecha porque el obligado no ha cumplido su obligación
correlativa, estamos en presencia del proceso ejecutivo. En aquél, el mandato debe ser
formado por el juez mediante la decisión; en cambio, en éste el mandato ya existe y se trata
simplemente de su ejecución.

En el proceso de juzgamiento o de conocimiento se consigue la declaración del interés


protegido, a pesar del incumplimiento del sujeto obligado. En el proceso ejecutivo ya no
estamos ante dos partes que recíprocamente se disputan la razón, "sino ante una parte que
quiere tener una cosa y otra que no quiere darla, en tanto que el órgano del proceso se la quita
a ésta para dársela a aquélla".

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