Pese a que vuestra labor es incansable, solamente un día
les ha dedicado la sociedad para recapacitar y felicitarlas
por la infinita paciencia y amor entregado por ustedes, sin quienes sin dudas, no existiría humanidad ni amor.
Y aunque no recordemos todos los días decirles lo
fundamentales que son para todos nosotros, en esta ocasión gritamos mil veces cuánto las amamos y necesitamos, intentando de alguna manera compensar el sacrificio diario de mantenernos vivos, sanos y educados.
Este mensaje va dirigido a todas ustedes, hayan o no tenido
hijos propios aún, quiénes lejos de sus seres queridos, han venido hasta aquí a hacer patria, a dejar muy en alto el nombre de la mujer chilena y a entregar con amor y perseverancia, la educación, que cada día es una cualidad más necesaria en nuestra sociedad.
Todos sabemos que las palabras pueden ser creadas por
cualquiera, pero las palabras entregadas con la suma justa de afecto y disciplina sin dudas brotan únicamente de los labios de una mujer.