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Arquitectura: En Edimburgo:

Nuevo Parlamento de Escocia


DIALOGO: encuentro entre la política y el pueblo. Se inauguró la obra
proyectada por el catalán Enric Miralles, fallecido en 2000.

El nuevo Parlamento de Escocia, diseñado por el estudio catalán de los arquitectos Enric
Miralles y Benedetta Tagliabue (EMBT), abrió sus puertas en medio de grandes debates,
con tres años de retraso y después de seis de polémicas. El coste del edificio -cuadruplica
el del Guggenheim de Bilbao- se disparó diez veces más del presupuesto inicial (de 40
millones de libras a los 431 actuales, unos 652 millones de euros) y es la obra más
ambiciosa del arquitecto catalán fallecido en 2000. Si se hacen números, todo suena a
disparate. Ha sido un proyecto complejo y un desafío para el estudio EMBT que no
estaba preparado para una obra de tal magnitud, pero que, en el resultado final, superó
satisfactoriamente sus expectativas. La idea inicial era realizar un edificio de encuentro
entre la política y el pueblo. "Nos planteamos hacer lo que nos pedían: un edificio
singular, unido a la tierra y la historia, que representara a Escocia y la nueva política de
Escocia", comenta Benedetta Tagliabue, socia de EMBT y viuda de Miralles.

Tomando como inspiración el paisaje circundante, como las pinturas de flores de Charles
Rennie Mackintosh o los barcos atracados en la playa, para los tejados, Miralles
desarrolló un diseño que según él mismo manifestó es una construcción "asentada en la
tierra". "El Parlamento -señala la memoria- debería surgir de la ladera de la silla de
Arturo, para después acercarse a la ciudad, casi brotando de la roca." Mi labor consistirá
en conectar algo parecido a un grupo de rocas caídas de la montaña."

Visto sobre el plano, el Parlamento, que renuncia a tener una fachada y que se plantea
como continuación del paisaje para esparcimiento de la gente de a pie, crece desde su
ubicación como una gran flor con las hojas formando diferentes estructuras. El complejo
acoge a 105 parlamentarios y a su personal, y se caracteriza por sus llamativos volúmenes
construidos, con seis plantas de altura en la parte norte y cuatro plantas en la parte sur.

La planta baja del edificio es el espacio público principal, con recepción, restaurante,
centros educativos, tiendas y salas de exposiciones. Desde aquí se puede acceder a la
zona pública de la Cámara y los despachos de los comités. El techo de la Cámara está
formado por tres bóvedas de cemento que representa de manera abstracta la bandera
escocesa.

Un recibidor con doce tragaluces en forma de hoja, hecho de hierro y cristal, es un lugar
de encuentro informal entre parlamentarios y el resto del personal; enlaza con la zona de
cafetería y conecta todos los edificios del complejo con la Queensberry House, un
edificio del siglo XVII que fue reformado como parte del proyecto; además es el punto de
referencia para parlamentarios cuando se trasladen de sus oficinas a la Cámara de Debate
y a los despachos de comité. Cada oficina mide 15 m2 y tiene un techo abovedado de
cemento y mobiliario en madera de roble. Las 18 toneladas de techos abovedados fueron
realizadas en otro lugar y trasladadas posteriormente, y toda la construcción aparece
como un mosaico de distintos materiales entre los que abunda el granito Kemnay -traído
de Aberdeenshire, a Miralles le gustaba particularmente por su brillo- junto a un granito
más oscuro de Sudáfrica. Las ventanas son de acero inoxidable, enmarcadas en roble con
persianas de láminas de roble.

El público, la prensa y las galerías para invitados están en un nivel superior, con vistas
sobre el paisaje del Palacio de Holyrood y Salisbury Crags. La estructura del tejado,
compuesta por láminas de roble y junturas de acero inoxidable, es claramente visible
desde la Cámara de Debate, acompañada por cuatro bloques (que incluyen sala de
reuniones, de comité, oficinas del personal, el edificio de los parlamentarios, el del
Cannongate, uno para la prensa y un gran Skylit Fover).

La sala es considerada la verdadera joya del proyecto, acristalada, cálida y luminosa: una
superficie ondulante de madera de roble, atirantada por cables de acero y equipada con
cientos de focos y muebles fijos de roble y sicomoro, soportada desde el sótano por una
doble fila de altas columnas de acero encastradas en cemento. Como las sesiones se
retransmiten en directo por Internet, es también un gran estudio televisivo que permite al
ciudadano seguir los debates desde su casa.

Gloria Escribano

Por la memoria de la ciudad

El conjunto de volúmenes que integran el nuevo Parlamento de Escocia está al final del
histórico Royal Mile, en la parte vieja de Edimburgo, frente al Royal Palace, en
Holyrood, residencia real en la ciudad escocesa, próximo a Arthur´s Seat y Salisbury
Crags. Enric Miralles y Benedetta Tagliabue (EMBT) asociados con RMJM Scotland
Limited (EMBT/RMJM) recibieron, en 1998, el encargo de diseñar el edificio del
Parlamento. Enric Miralles murió a los 45 años, cinco meses después del inicio de los
trabajos de construcción de su proyecto que ha sido considerado símbolo de la nueva
Escocia.

Un atelier que preserva su identidad

A pesar de los grandes encargos, mantiene su carácter experimental

Benedetta Tagliabue nos recibe en su despacho, cercano a las ramblas de Barcelona. Allí
ha continuado trabajando, después de la muerte de Enric Miralles, quedando al frente de
cerca de 15 proyectos que poco a poco han ido viendo la luz, como el recientemente
inaugurado Parlamento escocés o la Universidad de Vigo.

-Todo ha ido hacia adelante y bien, y eso me pone muy feliz. Lo que estamos haciendo es
seguir con la misma estructura y con la misma manera de trabajar, porque lo que pasó no
me pasó sólo a mí, sino también a la otra gente del estudio. Al morir Enric quedamos
bastante trastornados y con ganas de sentir que él seguía pensando con nosotros día a día.
Me he dado cuenta de que necesitábamos más energía porque él tenía una fuerza
impresionante. Ahora el estudio está compacto y en camino.

-¿Siguen funcionando con la idea de taller de arquitectura que Enric le imprimió?

-Sí, nos caracteriza una manera de trabajar muy creativa con el aporte de gente de todas
partes. Cuando conocí a Enric, a principio de los años 90 éramos sólo diez personas. Con
el tiempo, cuando fuimos afrontando trabajos de más magnitud y nos abrimos al mercado
extranjero (Dinamarca, Japón, Alemania) armamos un equipo acorde con las necesidades.
El concepto de taller permanece porque se experimentan y prueban cosas, se abren
caminos más allá de los encargos, porque no pensamos sólo en no perder dinero. Es una
manera de trabajar. Por ejemplo, para plantear una fachada hacemos 10 o 12 maquetas
para ver cuál es la mejor. Y tal vez elegimos la primera. Económicamente puede ser un
desastre, pero estamos todos contentos. Me gusta la noción de atelier como era el de Otto
Wagner, en Viena, algo que crece y mantiene un nivel de pervivencia personal y que
habla de los propietarios del taller como autores.

-¿Cómo hacen para mantener una identidad?

-Es una cosa difícil. Al principio Enric decía: "Yo soy un arquitecto de mi tierra". Pero
poco a poco apoyándose en eso, con lo duro que es, fue ensamblando con otros lenguajes.
Cada país tiene su manera de trabajar, pero ha habido un cambio en la apertura hacia
Europa que produce un constante movimiento de profesionales de un lado a otro.
Abrimos camino en Alemania y ahí estuvimos 10 años para hacer un proyecto, la Escuela
de Música. Tuvimos que entender la mentalidad alemana y ser tolerantes con las
diferencias. Quedamos muy satisfechos con el resultado y la experiencia nos enseñó que
hay que tomar la mejor decisión en función de lo que puedes y te dejan hacer.

-¿Cuál sería su sello?

-Nuestra especial atención al entorno y a su influencia, y una mirada artesanal por más
grande y sofisticado que sea el emprendimiento. Lanacion.com

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