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DIBUJO DE LA

FIGURA HUMANA
DFH

ABRIL DEL 2011


Datos normativos para los ítems evolutivos de los DFH (varones)

Se puede esperar que los niños de 5 años incluyan 5 ítems básicos en sus DFH:
cabeza, nariz, boca, cuerpo y piernas. La omisión de cualquiera de estas partes
debe ser considerada clínicamente significativa. La presencia de brazos, pies,
dedos y cabello es común, mientras que no son inusuales piernas y brazos
bidimensionales, brazos hacia abajo, cuello, manos, orejas y cejas. En esta edad
hay 10 ítems excepcionales: pupilas, pies bidimensionales, correcto número de
dedos, brazos unidos a los hombros, buena proporción, fosas nasales, perfil,
codos, dos labios y rodillas. También es la excepción encontrar más de una
prenda de ropa en los DFH de niños de 5 años. Es de esperar ninguna vestimenta
o sólo una prenda.

Se puede esperar de los varones de seis años que dibujen los hombros además
de la cabeza, ojos, nariz, boca, cuerpo y piernas. Entre los ítems comunes se
incluyen los pies, dedos, cabello y dos dimensiones en brazos y piernas. Son
bastantes frecuentes los brazos hacia abajo, cuello, manos, orejas, cejas, pupilas,
pies bidimensionales y número correcto de dedos. Los siguientes ítems son
excepcionales: brazos unidos a los hombros, buena proporción, orificios de la
nariz, codos, dos labios y rodillas. Es la excepción encontrar cuatro o más prendas
de ropa en el DFH de un varón de seis años. Una o dos prendas es común, dos a
tres ítems de vestimenta no es infrecuente.

Los niños de siete años incluyen entre los ítems esperados de sus DFH, cabeza,
ojos, nariz, boca, cuerpo, piernas, brazos, pies y dos dimensiones en los brazos.
Los ítems más comunes son piernas bidimensionales, cabello, brazos hacia abajo,
cuello y dedos. No es raro encontrar manos, cejas, orejas, pupilas, pies
bidimensionales, número correcto de dedos, brazos unidos a la altura del hombro
y buena proporción. Continúan como excepcionales los dibujos de perfil, las fosas
nasales, codos, dos labios y rodillas. En este nivel de edad no es infrecuente
encontrar desde ninguna prenda hasta cuatro o más ítems de vestimenta.

Los varones de 8 años se puede esperar que incluyan en sus DFH la cabeza,
ojos, boca, cuerpo, piernas, brazos, pies y dos dimensiones en brazos y piernas.
Es común en este nivel de edad que dibujen el cabello, brazos hacia abajo, cuello,
dedos y manos. Son bastante comunes los pies bidimensionales, cejas, pupilas,
orejas, correcto número de dedos, brazos unidos al hombro, buena proporción y el
perfil. Entre los ítems excepcionales se incluyen los orificios de la nariz, codos, dos
labios y rodillas. No es raro encontrar que no dibujen ninguna vestimenta, o un
número variable de prendas, desde una a cuatro o más.

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Los varones de 9 años revelan los mismos 10 ítems esperados de los niños de 8
años. Los ítems comunes incluyen: cabello, brazos hacia abajo, cuello, dedos,
manos, orejas, pupilas, pies, bidimensionales y brazos unidos al hombro. El
número correcto de dedos, cejas, buena proporción y dibujo de perfil son bastante
comunes. Cuatro ítems son excepcionales: fosas nasales, codos, dos labios y
rodillas. Cualquier número de prendas de vestir o la omisión de vestimenta pueden
darse en los DFH de los niños de nueve años y no deben ser considerados
inusuales.

Los varones de 10 años muestran en sus DFH 13 ítems que caen dentro de la
categoría de “esperados”: cabeza, ojos, nariz, boca, piernas, brazos, pies, brazos
y piernas bidimensionales, cabello, brazos hacia abajo y cuellos. Los ítems
“comunes” abarcan: dedos, manos, orejas, pupilas, pies bidimensionales, brazos
unidos al hombro y cejas. La presencia de un número correcto de dedos, buena
proporción, perfil, fosas nasales y codos es bastante común. Sólo dos ítems son
excepcionales: dos labios y rodilla. Es bastante común encontrar que no dibujan
ninguna vestimenta o que incluyan entre una y cuatro o más prendas.

De los niños de 11 años puede esperarse que dibujen los mismos 13 ítems que
los niños de 10 años. Los ítems “comunes” comprenden: dedos, manos, orejas,
pupilas, pies bidimensionales, brazos unidos a los hombros, cejas y correcto
número de dedos. Sólo la rodilla es excepcional. Nuevamente, es bastante común
encontrar desde cero hasta cuatro o más prendas de vestir.

Los niños de 12 años no difieren mucho de los de 10 y 11 años en sus DFH.


Puede esperarse que dibujen: la cabeza, ojos, nariz, boca, cuerpo, piernas,
brazos, pies, brazos y pies bidimensionales, cabellos, brazos unidos a los
hombros, brazo hacia abajo y cuello. Los ítems “comunes” comprenden: dedos,
manos, orejas, pupilas, pies bidimensionales y cejas. Entre los ítems “bastante
comunes” están: buena proporción, correcto número de dedos, perfil, fosas
nasales, codos y dos labios. El dibujo de la rodilla continúa siendo excepcional. El
dibujo de menos de dos prendas de vestir en los varones de 12 años es
excepcional y debe considerarse como clínicamente significativo.

Datos normativos para los ítems evolutivos en los DFH de las niñas

Puede esperarse que las niñas de 5 años dibujen por lo menos 7 ítems: la
cabeza, ojos, nariz, boca, cuerpo, piernas y brazos. La presencia de pies, cabello,
dedos y dos dimensiones en los brazos es común. Es bastante común hallar
piernas bidimensionales, cuello, manos, cejas, pupilas, brazos hacia abajo, orejas
y el número correcto de dedos.

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Ocho ítems son excepcionales en este nivel: pies bidimensionales, buenas
proporciones, fosas nasales, dos labios, codos, perfil, brazos unidos a los hombros
y rodillas. Es común encontrar sólo una o ninguna prenda de vestir en los
protocolos de niñas de 5 años; sin embargo no es raro encontrar dos o tres
prendas. La presencia de cuatro o más prendas en un protocolo es excepcional en
esta edad.

Las niñas de 6 años incluyen entre los ítems esperados, la cabeza, ojos, boca,
cuerpo, piernas, brazos, pies y cabello. Se dieron sólo tres ítems en la categoría
de comunes: dedos y dos dimensiones en brazos y piernas. Los ítems bastante
comunes comprenden: cuello, manos, cejas, pupilas, brazos hacia abajo, orejas,
correcto número de dedos y pies bidimensionales. Siete ítems entraron en la
categoría de excepcionales: buena proporción, fosas nasales, dos labios, codos,
perfil, brazos unidos al hombro y rodilla. Es excepcional encontrar cuatro o más
prendas de ropa en los DFH de niñas de 6 años. Dos o tres prendas son bastante
comunes, mientras que una o ninguna prenda es común en ente nivel de edad.

Las niñas de 7 años muestran 11 ítems esperados en sus DFH: cabeza, ojos,
nariz, boca, cuerpo, piernas, brazos, pies, cabello y brazos y piernas
bidimensionales. Los ítems comunes son: dedos, cuello, brazos hacia abajo,
manos, cejas y pupilas. No es inusual el dibujo de orejas, un número correcto de
dedos, pies bidimensionales, brazos unidos a los hombros, buena proporción y
fosas nasales. Cuatro ítems son excepcionales: codo, perfil, dos labios y rodilla.
En las niñas de 7 años no es raro encontrar cualquier número de prendas de vestir
entre cero y cuatro o más.

Las niñas de 8 años difieren en sólo un punto con las de 7 años. Incluyen entre
los ítems esperados: la cabeza, ojos, nariz, boca, cuerpo, piernas, brazos, cabello,
pies y brazos y piernas bidimensionales. Los ítems comunes son: dedos, cuello,
brazos hacia abajo, manos, cejas y pupilas. Es bastante común encontrar en los
protocolos de las niñas de 8 años orejas, el número correcto de dedos, pies
bidimensionales, brazos unidos a los hombros, buena proporción, fosas nasales y
dos labios. Sólo el perfil, el codo y la rodilla son excepcionales. Es bastante común
encontrar cualquier número de prendas de vestir, entre cero y cuatro o más.

Las niñas de 9 años dibujan 12 ítems esperados: cabeza, ojos, nariz, boca,
cuerpo, brazos, piernas, pies, cabello y piernas bidimensionales y cuello. Los
ítems comunes comprenden: dedos, brazos hacia abajo, manos, cejas, pupilas,
pies bidimensionales y brazos unidos a los hombros, Hay 6 ítems bastante
comunes: orejas, correcto número de dedos, buena proporción, fosas nasales, dos
labios y codos. Sólo el perfil y la rodilla son excepcionales. Es bastante común
encontrar cualquier número de prendas entre cero y cuatro o más.

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Las niñas de 10 años pueden esperarse que dibujen la cabeza, ojo, nariz, brazos,
piernas, cabello, pies, brazos y piernas bidimensionales, cuello y brazos hacia
abajo. Los ítems comunes comprenden: brazos unidos a los hombros, manos,
cejas, pupilas, pies bidimensionales y dedos. Es bastante común encontrar en los
DFH de las niñas de 10 años orejas, un número correcto de dedos, buenas
proporciones, fosas nasales, dos labios y codos. Sólo el perfil y la rodilla son
excepcionales. Es significativo para el diagnóstico encontrar menos de dos
prendas de vestir en los protocolos de este nivel de edad. Son de esperar dos
pendas o más a partir de los 10 años.

Las niñas de 11 años no difieren mucho de las de 10 en sus protocolos. Los


ítems esperados comprenden: cabeza, ojos, nariz, boca, cuerpo, brazos, piernas,
cabello, pies, brazos y piernas bidimensionales, cuello, brazos hacia abajo. Son
ítems comunes los brazos unidos a los hombros, manos, cejas, pupilas, pies
bidimensionales, dedos y buenas proporciones. Los siguientes ítems son bastante
comunes: número correcto de dedos, orejas, fosas nasales, dos labios y codos.
Sólo dos ítems excepcionales: perfil y rodillas. Se puede esperar que dibujen por
lo menos dos prendas de vestir en este nivel de edad; menos de dos ítems es
significativo para el diagnóstico.

Se puede esperar de las niñas de 12 años que dibujen: cabeza, ojos, nariz, boca,
cuerpo, brazos, piernas, cabello, pies, brazos y piernas bidimensionales, cuello,
brazos hacia abajo y brazos unidos a los hombros. Los ítems comunes incluyen:
manos, cejas, pupilas, pies bidimensionales, dedos y buenas proporciones. Hay 6
ítems bastante comunes: un número correcto de dedos, orejas, fosas nasales, los
labios, codos y perfil. Sólo la rodilla es excepcional en los protocolos de las niñas
de 12 años. En este nivel, cuatro o más prendas de vestir son comunes en un
protocolo, dos o tres ítems es bastante común, mientras que menos de dos es la
excepción y tiene significación diagnóstica.

Interpretación de los indicadores emocionales

En las secciones precedentes de este capítulo, se demostró la validez clínica de


los 30 indicadores emocionales probando su capacidad para discriminar los DFH
de grupos de niños con varios tipos de problemas y otros que no presentaban
ninguno. Se ha dicho relativamente poco del significado de cada indicador
emocional. Aquí analizaremos los significados específicos de los indicadores
emocionales en los DFH. Se intentará integrar los resultados de la autora y
relacionarlos con las hipótesis y de los datos obtenidos por otros investigadores,
especialmente Machover (1949, 1958, 1960), Levy (1963), Hammer (1963) y
Jolles (1952, 1953).

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Parece haber un consenso entre los experto de DHF en cuanto a que no existe
una relación univoca entre ningún signo aislado del DFH y un rasgo determinado
de personalidad o conducta por parte del varón o la niña que hace el dibujo. Las
ansiedades, los conflictos por niños diferentes, o por un mismo niño en momentos
distintos.
Esta autora sólo puede subrayar lo que otros han enfatizado una y otra vez: no es
posible efectuar un diagnóstico o una evaluación significativa de la conducta o
dificultades de un niño sobre la base de un signo aislado de DFH. El dibujo total y
la combinación de varios signos e indicadores deberían ser considerados siempre
y luego debería analizarse tomando en cuenta la edad, maduración, estado
emocional, nivel sociocultural, y luego evaluado relacionándolo con los datos
disponibles de otros tests.
La discusión que sigue sobre el significado de cada indicador emocional no
constituye un esfuerzo para crear otro cómodo “manual de recetas de cocina” para
la interpretación de los dibujos. Consideramos deplorable el enfoque tipo “recetario
de cocina” para el análisis de dibujos, ya que a menudo es empleado
mecánicamente por los psicólogos deficientemente entrenados o con menos
experiencia. Con este método de “recetario de cocina” uno consulta el significado
de cada signo y sale un diagnóstico “listo para llevar” sin considerar la figura total
ni tomar en cuenta la edad y sexo del niño, su inteligencia ni su contexto
sociocultural. También se ignoran las circunstancias en las que se realizó el
dibujo.

La integración pobre de las partes de la figura, es un fenómeno común en los


DFH de los niños pequeños e inmaduros. Se estableció que este signo no es un
indicador emocional válido antes de los 7 años para los varones y de los 6 años
para las niñas. A partir de esta edad, la integración pobre se dio frecuentemente
en los DFH de los pacientes clínicos, niños manifiestamente agresivos, malos
alumnos de primer grado, alumnos de grados especiales y muy especialmente en
los dibujos de los lesionados cerebrales. No se dio en los protocolos de ninguno
de los niños bien adaptados ni de los buenos alumnos. Este indicador parece estar
asociado con uno o varios de los siguientes factores: inestabilidad, una
personalidad pobremente integrada, coordinación pobre o impulsividad. Parece
indicar inmadurez por parte del niño, la cual puede ser el resultado de un retraso
evolutivo, deterioro neurológico, regresión debida a serias perturbaciones
emocionales o a estos factores conjuntamente.
Es posible determinar cuál de ellos está implicado en un caso dado basándose
exclusivamente en este indicador emocional.

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El sombreado en los DFH, según todos los expertos, es una manifestación de
angustia, y el grado de sombreado se estima que está relacionado con la
intensidad de la angustia que experimenta el niño. Nuestros datos coinciden con la
observación de Machover de que el sombreado del DFH es normal en los niños
pequeños y no necesariamente indica un problema psicopatológico. Pero a
medida de que los niños crecen, el sombreado de la figura humana adquiere una
considerable significación diagnóstica. La única excepción a esta regla en el
sombreado de la cara, que es altamente significativo en todas las edades.

El sombreado de la cara es muy inusual en cualquier nivel de edad y, por lo


tanto, es un indicador emocional válido para todos los niños entre 5 y 12 años.
Este ítem se observó más a menudo en los dibujos de los pacientes clínicos y en
algunos DFH de niños manifiestamente agresivos y que robaban. Se notaron dos
tipos diferentes de sombreado. El primer tipo consistía en el sombreado de la cara
entera (Ilustración 28 y 96). En algunos casos, el sombreado era tan espeso, que
habían desaparecido todas las facciones (Ilustración 25 c). Este tipo de
sombreado siempre fue efectuado por niños severamente perturbados, dominados
por la ansiedad y que tenían un concepto muy pobre sobre sí mismos.

En el segundo tipo de sombreado, este estaba reducido a una parte de la cara (p.
ej.la boca, nariz, ojos). Los niños que hacían este tipo de sombreado en sus
dibujos generalmente estaban más perturbados que los anteriores. El sombreado
parcial de la cara parecía reflejar ansiedades específicas referidas a los rasgos
que han sido sombreados, o a sus funciones. La Ilustración 3 muestra el DFH de
Max, de 7 años, un niño de inteligencia normal. Max era el hijo único de una
madre dominadora y ambiciosa que lo abrumaba y lo agobiaba con sus
exigencias. Max era un pequeño muy inmaduro y dependiente con su ceceo
infantil. Cada vez que Max abría la boca para hablar, la madre le corregía la
pronunciación. Debido a esto Max se volvió muy sensible en relación con su
lenguaje y comenzó a tartamudear. El espeso sombreado de la porción inferior de
la cara en el dibujo de la Ilustración 3 muestra claramente la preocupación del niño
por su lenguaje.

Se obtuvieron dibujos similares de otros niños con dificultades de lenguaje, que se


sentían ansiosos por este problema. Los niños con defectos de lenguaje que no se
sentían especialmente preocupados por el mismo no sombreaban el área de la
boca en sus DFH. Estos datos concuerdan con la observación de Hammer de que
el sombreado de la cara en el DFH indica descontento con uno mismo.

El sombreado del cuerpo y/o extremidades (Ilustración 15, 28) es común en las
niñas hasta los 7 años y en los varones hasta los 8. No se lo considera un
indicador emocional válido hasta los 9 años, respectivamente. La autora

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concuerda con Machover en las implicaciones del sombreado en los DFH no
varían por el hecho de que sea tan común. El sombreado del cuerpo en el DFH
indica ansiedad por el cuerpo. Pero dicha ansiedad es común entre los niños que
comienzan la escuela, quienes precisamente están empezando a hacer
conscientes las diferencias corporales y las funciones corporales. Por
consiguiente, el sombreado del cuerpo no puede considerarse un signo
psicopatológico en este nivel de edad. Sin embargo, si el sombreado persiste
hasta los 8 años en las niñas o los 9 en los varones, y aún más allá, entonces se
vuelve clínicamente significativo. Entre los niños mayores este indicador se
encontró significativamente más a menudo en los dibujos de los pacientes
clínicos, los niños con problemas psicosomáticos y los que robaban.

Machover formulo la hipótesis de que el sombreado de los brazos refleja


sentimientos de culpa por impulsos agresivos o por actividades masturbatorias,
mientras que atribuye el sombreado de las piernas a la ansiedad por el tamaño y
el crecimiento físico o a preocupación por impulsos sexuales. Los resultados
obtenidos por nosotros no son incompatibles con estas afirmaciones, pero es
importantes recordar que estas interpretaciones son solo hipótesis. Se puede
asumir con seguridad que el sombreado en los DFH revela áreas generales de
preocupación, pero el sombreado no indica la causa específica subyacente a la
ansiedad manifestada. No es posible diferenciar sobre la base del sombreado de
los brazos los niños que sufren ansiedad masturbatoria de los que experimentan
sentimientos de culpa por robar. Todo lo que puede afirmarse con certeza es que
un niño que sombrea los brazos en su figura padece angustia relacionada con
alguna actividad real o fantaseada en la que intervienen sus brazos. La naturaleza
de esta actividad tiene que determinarse mediante los datos de otros tests,
preguntándole o consultando los datos sobre su conducta que figuran en su
legajo.

El sombreado de las manos y/o cuello (Ilustración 4, 6, 45) no es un indicador


emocional válido hasta los 7 años en las niñas y los 8 en los varones. A partir de
esta edad se lo encontró más a menudo en los dibujos de los pacientes clínicos y
de los niños que roban, pero también se dio en los niños tímidos y en los
agresivos. El sombreado de las manos no parece estar relacionado con ninguna
actividad específica sino más bien con angustia por alguna actividad real o
fantaseada con las manos, Levy, Machover y Jolles han enunciado hipótesis
similares.

Los resultados de nuestras investigaciones también confirmaron las observaciones


de Machover referentes al sombreado del cuello en el DFH. Todos los niños que
sombrearon el cuello en sus dibujos estaban realizando visibles esfuerzos por
controlar sus impulsos. Algunos se las arreglaban para mantener un control

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precario y rígido de los mismos, siempre que no se los expusiera a una tensión y
un esfuerzo excesivos. Otros vacilaban entre la impulsividad y el hipercontrol,
yendo de un extremo a otro. La Ilustración 4 muestra el DFH de Jim, un niño de 9
años de inteligencia superior con serios problemas de aprendizaje. Alternaba entre
una conducta impulsiva actuadora en el hogar y un completo retraimiento y
ensueño diurno en la escuela.

La grosera asimetría de las extremidades (Ilustración 7 [fig. 2], 14 y 25 a) se dio


muy a menudo en los dibujos de los pacientes clínicos, los niños agresivos, los
sujetos con lesión cerebral y los alumnos de grados especiales. Ninguno de los
buenos alumnos ni de los niños tímidos presento este indicador en sus dibujos. El
mismo parece estar asociado con coordinación pobre e impulsividad. En nuestras
investigaciones se notó que la asimetría grosera aparecía solo en los DFH de
niños con antecedentes de disfunción neurológica y que mostraban otros signos
de organicidad en sus protocolos. No se puede afirmar con certeza si la asimetría
de las extremidades en un DFH es el resultado de la falta de coordinación y
pobreza de control muscular fino o si refleja el sentimiento del niño de no estar
bien coordinado y sin un equilibrio adecuado. Machover postuló la hipótesis de
que una perturbación general de la asimetría en el DFH es una manifestación
neurótica pero que también refleja falta de coordinación, torpeza física,
inadecuación física o una confusión de la dominancia lateral.

La inclinación de la figura en 15° o más ocurrió significativamente más a


menudo en los DFH de los pacientes clínicos, lesionados cerebrales, alumnos
deficientes y alumnos de clases especiales que en los dibujos de los buenos
alumnos y los niños bien adaptados. Se dio en los dibujos tanto de los niños
tímidos como de los agresivos, en los pequeños con problemas psicosomáticos y
en los que robaban. Este ítem no parece estar asociado con ningún tipo de
específico de conducta o de síntoma; más bien sugiere una inestabilidad y falta de
equilibrio general. Similares observaciones fueron realizadas por Machover, quien
afirmó que una figura inclinada refleja un sentimiento de desequilibrio mental y una
personalidad que se está trastornando. Hammer encontró este indicador en los
dibujos de los pacientes adultos pre-esquizofrénicos. En nuestros estudios se lo
observó en los DFH de niños que sufrían desde una leve perturbación hasta un
trastorno profundo. No creemos que en el caso de los niños este ítem indique
conducta pre-esquizoide o necesariamente una perturbación seria. En los dibujos
infantiles parece indicar un sistema nervioso inestable o una personalidad lábil;
sobre todo sugiere que al niño le falta una base firme.

La figura pequeña se encontró en los protocolos de los pacientes clínicos,


alumnos de clases especiales y los niños tímidos. Solo raramente se dio en los
dibujos de niños manifiestamente agresivos. Este indicador emocional parece

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reflejar extrema inseguridad, retraimiento y depresión. Si bien no todos los niños
deprimidos e inseguros necesariamente dibujan figuras pequeñas, puede
asumirse con bastante seguridad que los niños que lo hacen son tímidos, retraídos
y probablemente deprimidos. Pero El dibujo no revelará la extensión de la timidez
y la depresión. Algunos niños tímidos pueden pasarla bastante bien, mientras que
otros se deprimen o retraen demasiado como para poder funcionar
adecuadamente en su casa o en la escuela.

Nuestros resultados concuerdan con las observaciones de otros investigadores.


Machover, Jolles, Levy y Lewinson (1964) coinciden en que las figuras indican
sentimientos de inadecuación, un Yo inhibido, preocupación por las relaciones con
el ambiente y, sobre todo, depresión.

La figura grande, de 23 cm. o más de altura, ocurre frecuentemente en los DFH


de los niños pequeños y no adquiere significación clínica hasta los 8 años (ambos
sexos). En ese nivel de edad y en los posteriores se dio más a menudo en los
dibujos de los pacientes clínicos, y especialmente en los DFH de niños agresivos y
que robaban. Las figuras grandes aparecen asociadas con expansividad,
inmadurez y controles internos deficientes.

Machover postula la hipótesis de que los dibujos grandes, en el caso de pacientes


adultos, reflejan sentimientos de inadecuación. Se ha dicho también que los
dibujos grandes y vacíos con una síntesis pobre revelan tendencias psicopáticas u
organicidad. Los datos obtenidos por nosotros sugieren que el dibujo de figuras
grandes es menos patológica en los niños de lo que parece ser en los adultos. Sin
embargo, se observó que varios de los niños que produjeron figuras de gran
tamaño eran muy inmaduros y tenían una historia de disfunción cortical. Esto
abonaría la hipótesis de Machover de que las figuras grandes y vacías pueden
indicar organicidad.

Las transparencias aparecieron significativamente más a menudo en los DFH de


pacientes clínicos y lesionados cerebrales que en los dibujos de los alumnos bien
adaptados. Los niños con antecedentes de robo y los abiertamente agresivos
dibujaron transparencias más a menudo que los niños tímidos y los que tenían
dolencias psicosomáticas. Parecería, en consecuencia, que las transparencias en
el DFH están asociadas con inmadurez, impulsividad y conducta actuadora.

Se notaron dos tipos de transparencias en los DFH infantiles. Algunos de los


pequeños más inmaduros y concretistas realizaron primero el bosquejo de una
figura, o una especie de esqueleto y luego le dibujaron las vestimentas alrededor
como si estuvieran literalmente vistiendo a una persona. Otro grupo de niños
hicieron un DFH completamente común, pero luego se concentraron en una
porción particular de la figura mediante la transparencia de un área limitada y

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especifica. Con bastante frecuencia esta área se ubica en la zona genital. Este
tipo específico de transparencia se estima que es similar al sombreado e indica
ansiedad y preocupación por la región particular del cuerpo revelada por la
transparencia.

Se muestras un ejemplo de este tipo de transparencia en el dibujo de Connie, una


niña de 10 años, de inteligencia normal. Connie había soliviantado a los padres de
familia del barrio donde vivía al haber iniciado a otros niños en el juego de las
“estatuas”. En este juego algunos niños tenían que desvestirse y posar desnudos
para ser admirados y examinados por los otros. Se obtuvieron dibujos similares de
otros niños que habían tenido actividades y exploraciones sexuales, y de
pequeños que las habían fantaseado o que habían observado conductas sexuales
que no comprendieron y que los habían confundido y asustado.

Machover sostiene que el tipo concretista de transparencias en el DFH es “normal”


en los niños, pero que revela un juicio deficiente cuando se da en adultos.
Nuestros resultados no corroboran la primera afirmación. Las transparencias, tal
como son definidas en este libro no fueron normales en los niños de edad escolar.
Son inusuales pero no necesariamente patológicas. Este tipo primitivo de
transparencia se encuentra habitualmente en los DFH de niños impulsivos,
inmaduros, de pensamiento concreto y en los que padecen de disfunción cortical.
Machover sugiere además que el dibujo de los dedos en el bosquejo de un pie o
zapato indica agresividad patológica. Este tipo de transparencias parece ser más
significativo para los pacientes adultos que en el caso de escolares. Nuestros
datos no confirman la hipótesis de Machover. Ninguno de los niños con
agresividad manifiesta dibujaron los dedos de los pies en sus figuras y ninguno de
los escasos niños pertenecientes a los restantes grupos que lo hicieron, pudo ser
considerado como patológicamente agresivo. Sus historias clínicas mostraban
más bien que se trataba de impulsivos con pensamiento concreto que presentaba
evidencias de disfunción cortical. Las transparencias en los pies no parecen ser
diferentes de las demás transparencias y pueden ser interpretadas de la misma
manera.

Podemos afirmar categóricamente que las transparencias de áreas corporales


específicas no son normales en los DFH de los niños en edad escolar.
Generalmente indican angustia, conflicto o miedo agudo por lo común con
respecto a lo sexual, el nacimiento o mutilación corporal. Con mucha frecuencia,
los niños que dibujan tales transparencias específicas están en efecto pidiendo
información o que los tranquilicen respecto de sus impulsos o sus experiencias.
Creemos que este tipo de transparencias en los DFH no debería ser ignorado, ya
que muy a menudo representa un pedido de ayuda por parte de los niños
incapaces de poner en palabras sus ansiedades y preguntas.

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La cabeza pequeña se dio raramente en los DFH obtenidos en los estudios que
presentamos aquí. Pero cuando este indicador emocional se dio, fue
exclusivamente en los dibujos de los pacientes clínicos y en los niños inadaptados.
Ninguno de los buenos alumnos ni de los bien adaptados dibujo cabezas
pequeñas en sus figuras. La presencia de este ítem parece indicar sentimientos
intensos de inadecuación intelectual.

Nuestros datos no parecen confirmar la hipótesis de Machover sobre el dibujo de


cabezas pequeñas por parte de los pacientes adultos. Esta autora afirmo que una
cabeza pequeña representa el deseo consciente de personas obsesivo-
compulsivas que procuran ignorar el control de su cerebro y buscan seguir el
dictado de sus impulsos. Según nuestros estudios, los niños que dibujaron
cabezas pequeñas no eran obsesivos.

Los ojos bizcos se dieron escasamente y solo en los dibujos de algunos


pacientes clínicos. Parece que los ojos bizcos solo son dibujados por los niños
muy hostiles hacia los demás. Este tipo de dibujo se interpreta como un reflejo de
ira y rebeldía. En contraste, el dibujo de una mirada lateral de ambos ojos no se
estableció que fuera un indicador emocional clínicamente valido en los DFH
infantiles. Para una discusión más amplia del significado de la mirada. Cuando un
niño dibuja una figura bizca parece significar que las cosas están fuera de foco
para él, que no ve el mundo de la misma manera que los demás. Esta “tan chiflado
que no puede ver al derecho”. No puede o no quiere ajustarse a los modos
esperados de comportarse.

Los dientes se dieron en alguna medida en los protocolos de los alumnos bien
adaptados y los más adaptados y en algunos dibujos de todos los grupos de
pacientes clínicos con una sola excepción. La excepción fueron los niños tímidos;
ninguno de ellos le dibujaron dientes a sus figuras. En la medida en que la
presencia de dientes se da en los DFH con relativa amplitud, no se la puede
considerar como un signo de seria psicopatología. Pero dado que ocurrió más a
menudo en los protocolos de los niños manifiestamente agresivos y no se dio en
absoluto en los dibujos de los niños retraídos, debe concluirse que los dientes son
un signo de agresividad, y no solo de agresividad oral. Por supuesto, admitimos
que no todas agresividad es prejudicial. En los niños un cierto monto de
agresividad es normal y aun necesaria para ser líderes y realizarse. Por
consiguiente, la presencia de dientes en un protocolo no puede considerarse como
un signo de perturbación emocional si no hay otros indicadores emocionales en el
protocolo. Pero si se dan junto con otros indicadores emocionales en el protocolo.
Pero si se dan junto con otros indicadores, entonces se vuelven significativos para
el diagnóstico y contribuyen a la interpretación global del DFH.

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Los dientes parecen tener implicaciones más serias en los dibujos de pacientes
adultos que en los DFH infantiles. Hammer sugiere que la presencia de dientes
puede indicar no solo agresión oral, son también tendencias sádicas.

Machover afirmó que el dibujo de dientes revela agresión oral infantil y que se
encuentra frecuentemente superficiales y deficientes profundos. No se pudo
establecer la validez de estas hipótesis para los dibujos infantiles.

Los brazos cortos, se dieron más significativamente más a menudo en los


protocolos de pacientes clínicos, niños con enfermedades psicosomáticas,
alumnos de grados especiales y niños tímidos. No estuvieron totalmente ausentes
en los dibujos de los buenos alumnos. Este indicador emocional parece reflejar la
dificultad del niño para conectarse con el mundo circundante y con las otras
personas. Parece estar asociado con la tendencia al retraimiento, al encerrarse
dentro de si y a la inhibición de los impulsos. Los niños que dibujan brazos cortos
tienden a ser bien educados; de hecho, a veces son demasiado bien educados
para su propio bien. Los brazos cortos en los DFH infantiles no pueden
interpretarse como un signo de falta de ambición como afirmaba Machover.
Pueden indicar timidez y falta de agresividad y quizá de liderazgo, pero no
necesariamente una falta de deseos de progresar y triunfar. Estos resultados
coinciden con los de McHugh (1964), que encontró que los niños de alto y bajo
rendimiento no difieren en este ítem.

Los pacientes clínicos dibujaron brazos largos, más a menudo que los alumnos
bien adaptados. Las figuras humanas con brazos largos se dieron con frecuencia
entre los niños manifiestamente agresivos y, en cambio, no se dieron en ningún
niño tímido. Por lo tanto, parece que los brazos largos en el DFH están asociados
con una inclusión agresiva en el ambiente. Estas conclusiones concuerdan con las
de Hammer y Levy. Estos observaron que los brazos largos reflejan necesidades
agresivas dirigidas hacia afuera. Machover, por otra parte, pensaba que este ítem
refleja ambición logros y adquisiciones, incluyendo la búsqueda de amor y afecto.
Nuestros datos no permiten confirmar las hipótesis específicas de Machover. Pero
todos los investigadores parecen concordar en un punto: los brazos largos en el
DFH están asociados con la conexión con los demás en contraste con la
tendencia al retraimiento que revelan los brazos cortos.

Los brazos pegados al costado del cuerpo, ocurrieron raramente en los DFH
infantiles reunidos en los estudios presentados aquí. Pero cuando se dio, por lo
común –aunque no exclusivamente- se trataba de pacientes clínicos. Este
indicador no demostró estar asociado con ninguno de los tipos específicos de
conductas estudiados. Parece que los brazos adheridos al cuerpo reflejan un

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control interno bastante rígido y una dificultad de conectarse con los demás. Los
historiales clínicos de los niños que dibujaron los brazos de este modo revelaban
que carecían de flexibilidad y que sus relaciones interpersonales eran pobres.
Cuando en un protocolo se encuentra únicamente este indicador emocional, no
puede considerársele como un signo de psicopatología severa, pero cuando
aparece junto con otros, entonces adquiere significación clínica.

Parece que este signo tiene implicaciones más serias en el caso de los pacientes
adultos que cuando se trata de dibujos infantiles. Machover refiere que los
pacientes paranoides y los esquizofrénicos frecuentemente dibujan los brazos
plegados al cuerpo, como para protegerse de ataques del ambiente. Postula la
hipótesis de que los brazos plegados al tronco revelan una tendencia a la reserva
y el retraimiento.

Levy sugiere que este tipo de presentación de los brazos refleja un conflicto
profundamente arraigado y un control frágil, y que se da en los individuos pasivos
y muy defensivos.

Las manos grandes, se encontraron con una frecuencia significativamente mayor


en los pacientes clínicos y los alumnos de clases especiales. Este indicador
emocional se dio especialmente más a menudo en los niños abiertamente
agresivos y en los que robaban. Ninguno de los niños tímidos ni de los
psicosomáticos dibujaron manos grandes. De este modo, las manos grandes
parecen estar asociadas a la conducta agresiva y actuadora en la que están
implicadas las manos, ya sea directamente como la agresión manifiesta, o
indirectamente, como en el robo. Nuestros resultados muestran que las manos
grandes en un dibujo reflejan agresividad, pero no ofrecen ningún indicio
específico sobre los factores específicos que contribuyen a la conducta actuadora
infantil.

Levy sostiene que las manos grandes reflejan una conducta compensadora de
sentimientos de inadecuación, insuficiencia manipuladora o dificultad para
establecer contacto con otros. Machover considera que las manos grandes son
típicas de varones que están compensando una debilidad física o que se sienten
culpables del uso que hacen de sus manos. También pueden haber otras razones
por las cuales un niño dibuja manos grandes. Parece más seguro limitar la
interpretación de este signo al hecho demostrado de que las manos grandes en un
DFH indican en los niños una tendencia a actuar impulsivos agresivos con sus
manos. La razón subyacente para esta agresividad tiene que determinarse con los
datos de otros tests, observaciones y el análisis de las historias sociales.

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Las manos seccionadas o sea el dibujo de brazos sin manos ni dedos, se dio
significativamente más a menudo en los DFH de pacientes clínicos, lesionados
cerebrales y alumnos de clases especiales. Se les encontró en los dibujos de los
niños tímidos más frecuentemente que en los DFH de los manifiestamente
agresivos; pero las manos seccionadas se dieron con igual frecuencia en los niños
que robaban y en los psicosomáticos. En consecuencia, parece que este signo
refleja sentimientos de inadecuación o de culpa por no lograr actuar
correctamente, o por la incapacidad para actuar.

Estos resultados coinciden con la observación de Machover de que la omisión de


las manos en un dibujo indica culpa del niño por robar o por tener mal rendimiento
escolar. Menciona también la posibilidad de la existencia de ansiedad de
castración cuando un niño produce un DFH sin manos. Esta hipótesis fue
confirmada por los historiales de varios de los niños estudiados en esta
investigación, que habían dibujado figuras sin manos. Como la omisión de las
manos parece estar relacionada con una amplia variedad de actitudes y
ansiedades, no es posible determinar únicamente en base a la presencia de este
indicador emocional en un protocolo, si el niño en cuestión esta padeciendo
sentimientos de inadecuación mental o física, de culpa, ansiedad, o todo esto.
Solo es posible afirmar que ésta preocupado y se siente inadecuado. La causa de
su ansiedad y su perturbación debe determinarse mediante pruebas
complementarias, interrogatorio y observación.

Las piernas juntas se dieron raramente en los DFH examinados en este libro. Se
le halló más a menudo en los dibujos de pacientes clínicos y en niños con
afecciones psicosomáticas. Un estudio de los historiales de los niños que
dibujaron las piernas juntas en los DFH sugiere la siguiente interpretación: este
indicador emocional parece indicar sobre todo tensión en el niño, y un rígido
intento por parte del mismo por controlar sus propios impulsos sexuales o su
temor de sufrir un ataque sexual. Parece significativo que varias de las niñas que
dibujaron figuras con las piernas juntas habían estado expuestas a traumas
sexuales en manos de hombres mayores.

Estos resultados concuerdan con la observación de Levy de que una postura tiesa
en el dibujo de una figura indica rigidez y un control frágil, y con la hipótesis de
Machover de que este signo en los dibujos de adultos refleja rechazo de la
aproximación sexual de los otros.

El dibujo de los genitales, se dio escasamente en los dibujos de la presente


investigación. En los casos en que se dio, fue invariablemente en los dibujos con
pacientes clínicos que estaban muy perturbados y que eran manifiestamente

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agresivos. La presencia de genitales o símbolos de los mismos debe ser
considerada como un signo de psicopatología seria que implica aguda angustia
por el cuerpo y control pobre de los impulsos.

Se encontraron monstruos o figuras grotescas, primariamente en los DFH de


los pacientes clínicos, alumnos de clases especiales y malos alumnos. El dibujo
de monstruos o figuras grotescas no parece estar asociado con ningún tipo
específico de conducta, sino que más bien refleja sentimientos de intensa
inadecuación, y un muy pobre concepto de si mismo. Los niños que dibujaron
monstruos no humanos o artefactos como robots parecen percibirse a si mismos
como seres distintos de los demás como si no fueran del todo humanos, los niños
que dibujan payasos o vagabundos se consideran individuos algo ridículos de los
que los demás se ríen y que no son plenamente aceptados por los otros; mientras
que los pequeños que dibujan figuras de tiempos prehistóricos o miembros de
grupos minoritarios de los que ellos no son integrantes, se sienten como si fueran
extraños que no están plenamente integrados en la sociedad en la que viven.

El dibujo de figuras grotescas se da en todos los niveles de edad y con cualquier


nivel de inteligencia, desde fronterizos hasta niños con capacidad superior. Un
chico inteligente se puede sentir tan inferior en comparación con un hermano
mayor brillante, como un niño retardado con respecto a una hermana de
inteligencia normal baja. Los dibujos de monstruos o figuras grotescas pueden ser
intrincados y bien ejecutados (ilustración 68) o tosco y muy inmaduro (ilustración
58). Los resultados nuestros no corroboran la observación de Harris (1963, p. 148)
de que sólo los niños inteligentes e imaginativos dibujan figuras grotescas.

Los administradores de la prueba explicaran a veces el dibujo de un monstruo o


un payaso por el hecho de que el niño fue hace poco al circo o acaba de ver un
monstruo en la televisión. Tal explicación pasa por alto el hecho de que el niño vio
también muchas figuras hermosas o heroicas en el circo que pudo haber dibujado,
y que las obras de televisión incluyen generalmente un héroe tanto como un
villano. De hecho, la mayoría de los niños dibujan figuras positivas. La ilustración
1 muestra los DFH de tres buenos alumnos que eligieron para dibujar tres de los
“héroes culturales” de su época: Davy Crockett, Elvis Pressley y un Beatle. En la
extensa colección de dibujos infantiles de la autora Superman es dibujado
probablemente más a menudo que cualquier otro personaje real o de la ficción.
(Ilustración 33).

Parece obvio que el niño refleja experiencias recientes en sus dibujos. Pero
siempre es muy significativo cuáles de sus muchas experiencias decide reproducir
y son las que le preocupan. A través de los años, los nombres y caras de los

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héroes y villanos de la radio, la televisión y las historietas pueden cambiar, pero
los valores y cualidades que reflejan raramente varían. El significado ligado a
monstruos y payasos continúa siendo el mismo. Los presentes datos confirman la
observación de Levy de que una persona que dibujan payasos, historietas o
figuras de aspecto tonto refleja desprecio y hostilidad hacia sí mismo.

El dibujo espontáneo de tres o más figuras se dieron significativamente más a


menudo en los DFH de estudiantes de bajo rendimiento y alumnos de clases
especiales que en los de los buenos alumnos y niños bien adaptados. Muchos
niños dibujan espontáneamente dos figuras, un varón y una niña o un hombre y
una mujer, pero el dibujo de tres o más figuras es la excepción. En la experiencia
clínica de la implementación de más de una figura en DFH siempre está asociado
con bajo rendimiento escolar. Este indicador emocional se encuentra casi
exclusivamente en los dibujos de los niños de capacidad limitada provenientes de
familias grandes y con privación cultural y/o lesiones cerebrales.

Si un niño dibuja espontáneamente muchas figuras en respuesta a un


requerimiento de dibujar “una persona completa”, exhibe una forma de
perseveración que no es infrecuente en los preescolares muy pequeños e
inmaduros, y entre los niños con daño neurológico. Tal perseveración va interferir
necesariamente el trabajo escolar. Se observó también que algunos de los niños
que dibujaron figuras múltiples carecen de un sentido de identidad o de ser una
persona,

Frecuentemente en la realidad son uno del montón de niños de la casa y nunca


han recibido mucha atención individual. Estos niños tienden a quedarse perdidos
en la escuela ya que nunca aprendieron a funcionar independientemente. Los
niños que dibujan más de tres figuras habitualmente requieren una ayuda especial
en la escuela para poder convertirse en seres humanos individualizados.

Las nubes, lluvia y nieve aparecieron-con una sólo una excepción-en los DFH de
los pacientes clínicos y alumnos escasamente adaptados. Las nubes se
encontraron especialmente en los dibujos de niños muy ansiosos con dolencias
psicosomáticas y en ninguno de los dibujos de los niños con agresividad
manifiesta. Pareciera que las nubes son dibujadas por los niños que no sea
atreven a golpear a otros y que en cambio dirigen la agresión contra sí mismos.
Nuestra hipótesis es que el agregado espontáneo de nubes en un DFH indica que
el niño se siente amenazado por el mundo adulto, especialmente por los padres.
En efecto. El niño está ubicado bajo una nube, bajo prensión desde arriba.

La omisión de ojos en los DFH es un fenómeno raro. Habitualmente los ojos son
el primer detalle que agrega un niño después de haber dibujado la cabeza. La
omisión de los ojos (no la omisión de las pupilas, o sea, ojos que no se ven) jamás

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debe ser considerada como un descuido: siempre tiene importancia clínica. En el
presente estudio, este signo sólo fue encontrado en los dibujos de pacientes
clínicos no agresivos. Se estableció que todos los que habían omitido los ojos en
sus figuras eran niños aislados socialmente. Tendían a negar sus problemas,
rechazaban enfrentar el mundo y escapaban a la fantasía. Estos resultados
concuerdan con los de Stone y Ansbacher (1956), que encontraron una relación
significativa entre la omisión de los ojos y otros “órganos de comunicación” en los
DFH y un escaso interés social por parte del niño.

La omisión de la nariz se dio en la presente investigación significativamente más


a menudo en los DFH de los alumnos de clases especiales, los niños tímidos, lo
pacientes clínicos y enfermos psicosomáticos. En consecuencia, la conclusión que
la omisión de la nariz en los DFH está asociada con conducta tímida y retraída y
con la ausencia de agresividad manifiesta. La omisión de la nariz está asociada
con escaso interés social según Stone y Anabacher (1965). Tradicionalmente, la
nariz ha sido identificada como un símbolo fálico, y en consecuencia su omisión ha
sido interpretada por Machover y otros como un signo de culpa por la
masturbación o angustia de castración. Este puede ser el caso de la mayoría de
los pacientes adultos que dibujan figuras sin nariz, pero no es necesariamente
valido para los niños. En los estudios efectuados por mí, muy pocos de los niños
que exhibían este indicador emocional en sus dibujos, padecían angustia de
castración. Para la mayoría de los niños que omitían la nariz, ésta no parecía ser
primariamente un símbolo fálico, sino un símbolo de empuje e independencia
“Metemos la nariz“cuando nos aventuramos en el mundo. Cuando un niño omite la
nariz de su dibujo, puede estar expresado un sentimiento de inmovilidad e
indefensión, una incapacidad de progresar, avanzar con aplomo. La omisión de la
nariz parece reflejar más a menudo una tendencia a retraerse y a la timidez, pero
a veces puede también sugerir angustia por el cuerpo y culpa por la masturbación.

Omisión de la boca se encontró más a menudo en los DFH de los pacientes


clínicos, los alumnos de clases especiales, los alumnos mediocres y los enfermos
psicosomáticos. También diferenciaba significativamente entre los jóvenes tímidos
y los agresivos. La omisión de este rasgo es siempre clínicamente significativa.
Refleja sentimientos de angustia, inseguridad y retraimiento, inclusive resistencia
pasiva. Este indicador emocional revela o la incapacidad del sujeto o su rechazo a
comunicarse con los demás. Los historiales de los niños que emitieron la boca
mostraron una alta incidencia de miedo, angustia, perfeccionismo y depresión.
Estos resultados concuerdan con la observación de Machover de que algunos
pacientes deprimidos de edad adulta omitían la boca en sus dibujos.

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También sugiere que este signo se da en los dibujos asmáticos. La presente
investigación no incluyo suficiente número de niños asmáticos como para
confirmar o rechazar la hipótesis.

La omisión del cuerpo ocurrió significativamente más a menudo en los DFH de


los pacientes clínicos los lesionados cerebrales, los estudiantes mediocres, los
alumnos de clases especiales y los que roban. Es normal para alumnos de
guarderías dibujar el “renacuajo”, esto es, dibujar figuras sin cuerpos que
consisten meramente en una cabeza de la que salen los brazos y las piernas.
Cuando los niños de Jardín de Infantiles no pueden hacer cuerpos en sus DFH,
puede suponerse que son todavía inmaduros como los niños de cuatro años y que
están funcionando a este nivel. En Jardín, esta omisión puede representar un
grado de maduración esencialmente normal, aunque algo lento, y puede ser un
signo de retraso y/o daño neurológico. Entre los niños de edad escolar, la omisión
del cuerpo es invariable un signo serio de psicopatología y puede reflejar
cualquiera de las siguientes condiciones: retraso mental, disfunción cortical,
inmadurez severa debida a retraso evolutivo, o perturbación emocional con aguda
ansiedad por el cuerpo y angustia de castración.

No es posible establecer a partir de un sólo DFH cuál de estos factores es la


causa de la omisión del cuerpo y si dos o más de estos factores es la causa de la
mente. Si un niño incluye el cuerpo en el dibujo de una mujer, pero lo omite en el
de un hombre entonces parece probable la presencia de problemas emocionales.
El niño retardado o el lesionado cerebral que no está emocionalmente perturbado
es más probable que omita el cuerpo tanto en las figuras masculinas como
femeninas.

La omisión de los brazos, se halla significativamente más a menudo en los DFH


de los pacientes clínicos, los estudiantes mediocres y los alumnos de las clases
especiales.

Se estableció también que los niños agresivos y los que roban omitían los brazos
mucho más a menudo que los tímidos y aquellos con enfermedades
psicosomáticas. Por consiguiente, parece que la omisión de los brazos en el DFH
refleja la ansiedad y culpa por conductas socialmente inaceptables que implican
los brazos o las manos. Estos resultados concuerdan con la observación de
Machover de que la omisión de los brazos en un dibujo refleja culpa por la
hostilidad o la sexualidad. Pero la presente investigación no corroboró la hipótesis
de Levy y Machover en el sentido de que este tipo de omisión está asociada con
depresión y retracción de la gente y del mundo de los objetos. Esta hipótesis
puede ser válida para pacientes adultos, pero no se cumplió en los DFH, también

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tenía una historia de robos. Creemos que la omisión de los brazos reflejaba su
culpa y angustia por los robos más que su depresión.

Los DFH son particularmente valiosos por que puede reflejar tendencias y
actitudes conflictivas. La clasificación de los niños en grupos y categorías
diagnósticas o de conducta es, cuando más, arbitraria, y aquí se hace sólo con
fines de investigación. En la vida real, los niños que vienen a la consulta del
psicólogo casi nunca son exclusivamente deprimidos y retraídos o sólo agresivos.
Habitualmente muestran una variedad de síntomas y problemas de conducta que
varían de tiempo en tiempo y en diferentes estadios evolutivos y aun en
situaciones distintas, p. ej., en el hogar y en la escuela.

La omisión de las piernas es extremadamente rara y se dio sólo en los dibujos


de unos pocos pacientes clínicos y alumnos mediocres. Las piernas figuran
generalmente entre los primeros rasgos que produce un niño preescolar. Tienden
a reconocer en la secuencia evolutiva del dibujo después de la cabeza y los ojos,
aún antes de que empiece a dibujar el cuerpo y los brazos. Por consiguiente,
Puede suponerse que la omisión de las piernas en el DFH nunca es accidental.
Machover postula la hipótesis de que la ausencia de piernas revela conflictos en
esta área. En el presente estudio este indicador emocional parecía reflejar intensa
angustia e inseguridad.

Las implicaciones específicas de este signo parecían estar relacionadas con el


modo particular en que las piernas eran omitidas.

Nick, un niño de 7 años, con distrofia muscular. Para Nick era difícil caminar y
correr. Se le había brindado gran cantidad de atención y cuidados a sus piernas a
lo largo de los años. Por consiguiente, no es sorprenderte que las haya omitido
totalmente, indicando así su extrema preocupación por las mismas.

Shirley, una niña de 9 años, de tamaño diminutivo, hizo un DFH tan enorme que la
porción inferior de la figura, incluyendo las piernas, quedaba interrumpida por el
borde inferior de la hoja. En este caso, la omisión de las piernas está directamente
relacionada con el tamaño del dibujo y parece reflejar la intensa preocupación y
ansiedad de la niña por su pequeña estatura y sus piernas cortas.

DFH de dos pequeños gravemente perturbados y retraídos. En ambos casos, las


figuras están dibujadas de tal manera que las piernas quedan ocultas. Este tipo de
omisión de las piernas parece mostrar la falta de interés o la incapacidad del niño
para “plantarse y hacer ver”, valga la expresión. Los dos varones que hicieron los
dibujos eran tan inseguros y ansiosos que buscaban refugio en la fantasía. En
efecto, sus piernas eran soportes demasiado débiles; todo lo que podían hacer era
ocultarse y yacer y sumergirse en sueños diurnos.

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En la presente investigación el número total de niños que mostró omisión de las
piernas en sus DFH era demasiado pequeño como para permitir generalizaciones
amplias o efectuar cómputos estadísticos significativos. Las interrupciones de los
diferentes modos de presentar la omisión de piernas deben considerarse, por
consiguiente, sólo como sugerencias que requieren ser sometidas
específicamente a comprobación y confirmación.

La omisión de los pies no fueron clínicamente significativas hasta los 7 años en


las niñas y los 9 en los varones; esto es, hasta que los niños llegan a una edad en
que comienzan a tener más confianza en sí mismos y “parece sobre sus propios
pies”. En el presente estudios, la omisión de los pies se hallo más a menudo en
los DFH de los pacientes clínicos y de los niños muy tímidos. Parece que esta
omisión no está asociada con ningún tipo de conducta o síntoma; en cambio,
parece reflejar un sentido general de inseguridad y desenvolvimiento, un
sentimiento de “no tener pies en que preparase”. Estos resultados concuerdan con
de Machover, para la cual la omisión de los pies indica inseguridad de base.

La omisión del cuello no se constituye en un indicador emocional clínicamente


valido hasta los 9 años para las niñas y los 10 para los varones. A partir de esa
edad, se da significativamente más a menudo en los DFH de los pacientes
clínicos, los lesionados cerebrales y los niños que robaban. Ninguno de los niños
bien adaptados no los que tenían enfermedades psicosomáticas omitió este rasgo.
Estos dos últimos grupos tienen algo en común tienden a desplegar in buen
control interno sobre sus impulsos y acciones. La omisión del cuello parece estar
relacionada con inmadurez, impulsividad y controles internos pobres. Estos datos
concuerdan con la observación de Machover de que la omisión del cuello es un
signo común en los DFH de los niños inmaduros, los deficientes adultos y
pacientes regresionados. Postula la hipótesis de que es una omisión la que revela
falta de control racional y pobre coordinación de los impulsos y la conducta

Interpretación de los signos en el DFH que no son indicadores emocionales


validos.

Además de los 30 indicadores emocionales validos discutidos anteriormente, otros


ocho signos fueron investigados e interpretados. En los ocho signos habían sido
considerados originalmente como potenciales indicadores, emocionales, pero
posteriormente fueron excluidos cuando no pudieron satisfacer los criterios
establecidos para los mismos. Sin embargo, como en la literatura hay abundantes
referencias para la significación proyectiva de los mismos, serán discutidos
brevemente aquí en términos de los resultados obtenidos en la presente
investigación.

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La cabeza grande en el DFH ha sido asociada con esfuerzo intelectual,
enfermedad cerebral y lesión cerebral, inadecuación intelectual, inmadurez,
agresión retardo mental, migraña y preocupación por el rendimiento escolar. Es
muy probable que todas estas interpretaciones sean correctas en un momento o
en otro. Puede suponerse que una cabeza grande en el DFH refleja inquietud o
preocupación por algún aspecto de la adecuación y funcionamiento mental. Pero
sobre la base del DFH sólo, no es posible determinar cuál de los muchos aspectos
posibles está implicado. Es importante que no todas las asociaciones con una
cabeza grande sean necesariamente negativas o patológicas. Muchos niños
ambiciosos y tesoneros con alto rendimiento escolar muestran este ítem en sus
dibujos. En la presente investigación se encontró que no era nada inusual
encontrar una cabeza grande tanto en los DFH de niños adaptados, como en el de
los alumnos escasamente adaptados y los pacientes clínicos. Esta presente con
tanta frecuencia en niños de todas las edades y de ambos sexos que no puede ser
considerado raro o necesariamente significativo desde el punto de vista clínico.

Los ojos vacíos u ojos que no ven: han sido descriptos por una parte como un
signo normal en los DFH infantiles, y por otro han sido asociados con sentimientos
de culpa por tendencias voyeuristas, con una vaga percepción del mundo, con
inmadurez emocional, egocentrismo, dependencia, falta de discriminación y
depresión . Los escolares más pequeños son normalmente egocéntricos,
emocionalmente inmaduros y dependientes. Los niños tienen inevitablemente una
vaga percepción del mundo y tienen curiosidad por los acontecimientos, sexuales
o de otro tipo. Es normal que exploren las diferencias y las funciones corporales.
Ninguna de estas tendencias puede ser considerada como particularmente
patológica en los niños, ni tampoco el dibujar los ojos Vacios en los DFH.

Se ha sostenido que la mirada de reojo en los DFH es un signo de suspicacia y


tendencias paranoides. Los resultados del presente estudio confirman la
observación de Harris (1963) de que este tratamiento de los ojos en los DFH
aumenta en frecuencia de ocurrencia a medida que aumenta la edad de los niños.
Se dio muy a menudo en los protocolos de los niños de 10, 11 y 12 años, tanto en
los bien adaptados como en los pacientes clínicos. No es seguro si la mirada de
los ojos refleja la autoconciencia y el sentimiento de incomodidad normales en el
preadolescente, o si corresponde a una preocupación femenina por los detalles
faciales y el maquillaje de los ojos, o si es simplemente una más que un signo de
timidez, mientras que en unos pocos casos puede ciertamente indicar suspicacia
y temor. Un examen del protocolo como totalidad y el análisis de los indicadores
emocionales presentes o ausentes permitirá el examinador determinar cuál de
estas interpretaciones es válida en un caso dado. Se observo que los niños más
inteligentes dibujaban más a menudo miradas de soslayo y que en este ítem no

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discriminaba significativamente entre pequeños bien adaptados y aquellos con
mala adaptación. En vista de esto, la presencia de la mirada de reojo no puede ser
considerada signo patológico en los protocolos infantiles.

Las manos ocultas en los DFH han sido asociadas con dificultad en el contacto,
necesidad de controlar la agresión y renuncia a afrontar una situación. En la
población estudiada por nosotros las manos ocultas aumentan en frecuencia de
ocurrencia a medida que aumenta la edad de los sujetos. Este ítem no es nada
inusual en los dibujos de los preadolescentes, tanto varones como mujeres. El
mismo no diferencia los DFH de los paciente clínicos de los pertenecientes a
niños bien adaptados. Estos resultados concuerdan con los obtenidos por Woods
y Cook (1954) los cuales informaron que muchos de los niños más brillantes y
mejor dotados artísticamente dibujaban figuras con las manos ocultas.

Durante la administración del DFH, varios niños le dijeron al entrevistador que no


podían dibujar las manos y eligieron eludir el problema ocultando las manos de
tras de la figura o cubriéndolas con otro objeto. Estos niños no mostraban ningún
signo de ansiedad o sentimientos de culpa excesivos, ya sea en los dibujos o en
su conducta. Más bien mostraban un modo deliberado y socialmente adaptable de
evitar una tarea difícil, a la que, por lo pronto no le encontraban ninguna utilidad.
Tal conducta no puede ser considerada patológica, más bien revela buen juicio.
En varios casos, el ocultamiento de las manos mostraba que el niño efectúa una
evaluación realista de su capacidad limitada para dibujar y de su imposibilidad de
responder a sus exigentes criterios. Objetivamente, el dibujo de las manos es
difícil, y los niños más inteligentes y con mayor discernimiento rara vez pueden
dibujar las manos de manera satisfactoria para sí mismos. Solo los niños menos
sofisticados quedan conformes con sus dibujos torpes y mal hechos, de las
manos.

El ocultamiento de las manos en el DFH es ciertamente un signo de evasividad,


pero cierto grado de evasividad es normal en los preadolescentes. Hubo, sin
embargo, casos-especialmente entre los niños pequeños-en los que este era un
signo muy claramente conectado con retraimiento extremo, ansiedad y
sentimientos de culpa. Pero en cada instancia en que se dio esto, había por lo
menos otros dos o más indicadores emocionales validos en el protocolo, por
ejemplo., omisión de los pies, figura inclinada, sombreado etc. Estos otros
indicadores revelaban claramente el problema del niño, de modo que no se
necesitaba el signo adicional de las manos ocultas para efectuar un análisis
significativo del DFH.

La figura interrumpida por el borde de la hoja ha sido considerada por algunos


investigadores como un signo de seudoconfianza en sí mismo hasta un grado

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agresivo, de ostentación como un intento de compensar y ocultar su debilidad, y
como un reflejo de frustración con el ambiente. En el presente estudio, este signo
no discrimino los DFH de los distintos grupos de niños que componían la
población estudiada. Una hojeada a las historias de los niños que exhibían este
tipo de dibujo no revelo ningún denominador común. Mostraban gran variedad de
problemas, síntomas de conducta y medio ambiente. También abordaban niveles
de edad, puntajes de CI y clasificaciones de rendimiento escolar muy variado.

Parecería que el significado de la figura cortada depende por lo menos hasta


cierto punto de cual parte de la figura ha sido seccionada. En los dibujos en donde
las piernas fueron cortadas justo por encima de los tobillos, las implicaciones
parecieron ser similares a las de los DFH sin pies. El corte de las piernas enteras
parecería reflejar inseguridad y falta de una base de apoyo segura, del mismo
modo que la omisión de las piernas. Cuando la porción inferior de los brazos
quedo cortada con el borde lateral de la hoja, el dibujo se parecía a un DFH con
las manos omitidas y debería interpretarse de la misma manera. En algunos
dibujos muy grandes, la figura se desparramaba por los bordes de la hoja en
varios lados. En estos casos no parecía haber ningún intento consciente o
inconsciente de cortar parte de la figura: más bien se observaba que el niño era
completamente inmaduro e impulsivo. El dibujo mostraba sobre todo una mala
coordinación, débil control interior y juicio pobre.

También se dio el caso de dos niños muy perturbados, con conducta, esquizoide y
tendencia a retraerse en un mundo de fantasía, que dibujaron con cabezas
grandes interrumpidas en la parte superior por el borde de la hoja. Este tipo de
dibujo es muy raro y debe ser considerado totalmente patológico. Por
consiguiente, parece quedar claro que cada DFH debe ser considerado
separadamente y que el significado de una figura interrumpida o seccionada,
depende de la parte que es cortada. No puede haber interpretaciones generales
de este signo que puedan ser aplicadas a todos los DFH.

La línea de base o pasto en los DFH ha sido interpretada como un signo de


inseguridad, de necesidad de apoyo y de necesidad de un punto de referencia.
Estas hipótesis pueden ser correctas, pero los niños más pequeños, que viven en
un mundo de adultos “grandotes” y dominantes, son – en virtud de su edad y
tamaño- naturalmente inseguros y necesitados de apoyo. Esto no puede ser
considerado patológico en los niños pequeños. Por consiguiente, no es
sorprendente que la presente investigación haya encontrado una alta incidencia de
líneas de base en los protocolos de varones y niñas de todas las edades la
presencia de la línea de base o pasto no puede considerarse un indicador
clínicamente significativo de perturbación emocional entre los niños de edad
escolar.

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El sol o la luna en los DFH ha sido asociado con amor y apoyo parental, y con la
existencia de una autoridad adulta controladora. Estas dos actitudes parentales no
son, por supuesto, mutuamente excluyentes. Más niños bien adaptados que
pacientes clínicos dibujaron soles en sus DFH. Se observo que particularmente los
niños con problemas psicosomáticos agregaban soles a sus dibujos. Los padres
de estos niños a menudo eran realmente cariñosos y se ocupaban de sus hijos,
siendo al mismo tiempo muy controladores. Los niños, a su vez, parecían sentir
gran ambivalencia hacia sus padres. Pero podían expresar abiertamente solo las
actitudes positivas, y no se atrevían a revelar sus actitudes negativas.

Cuando compararon los DFH de los buenos y malos alumnos, se encontró que era
mayor la cantidad de los alumnos con altas calificaciones que hacían soles en sus
dibujos. Estos resultados concuerdan con el estudio de Koppitz, Sullivan, Blyth y
Shelton. La presencia del sol parece estar positivamente relacionada con el
rendimiento en los grados primarios se estima que refleja la conciencia que el niño
tiene del interés de los padres y su presión para que rinda en el colegio. Esta
presión, dentro de ciertos límites razonables, puede ser muy deseable, y puede
servir como factor motivador para que el niño se esfuerce en la escuela. La
preocupación de los padres por el rendimiento de sus hijos solo es dañina si es
extremada; y los padres esperan del niño más de lo que este puede lograr. Por
consiguiente, no se puede afirmar que la presencia del sol en un protocolo es
necesariamente un buen signo o, por el contrario, que invariablemente es un signo
de psicopatología o de una relación paterno – filial perturbada. Solo se puede
efectuar una interpretación significativa de un sol cuando ya se ha analizado el
DFH íntegramente, y luego de contar con información adicional sobre el niño y los
padres.

Las líneas fragmentadas o esquiciadas en los DFH han sido asociadas con
temor, inseguridad, sentimientos de inadecuación, ansiedad, terquedad y
negativismo. Los presentes estudio revelaron un incremento regular en el empleo
de líneas fragmentadas a medida que los niños eran mayores. Esto coincide con
la observación de Harris de que las líneas esquiciadas no son raras en los DFH de
los niños mayores. Se podría argüir que los preadolescentes como grupo tienden
a ser inseguros de sí mismos usaban trazos inteligentes y más dotados
artísticamente lo hacían.

Además, se observo que algunos de los lesionados cerebrales dibujan figuras con
trazos esquiciados. Esto ha sido también observado por otros investigadores. En
la mayoría de los casos no era difícil distinguir las líneas esquiciadas de un
pequeño con talento, de los trazos interrumpidos de un niño con daño neurológico
pero habrá algunos casos fronterizos donde la diferencia no era aparente. Estos
dibujos, la fragmentación de la línea era mínima, o tan leve que no se podían ver

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diferencias entre ambos tipos de dibujo. En consecuencia, no consideramos este
rasgo como un si no claro de psicopatología.

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