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NUEVOS LENGUAJES: TECNOFÍLICO, TECNOFÓBICO, RESIDUOS COGNITIVOS

Tecnofilia y Tecnofobia

Marcelo Berenstein

“Tecno” referencia a  tecnología y “filia” a  simpatía o afición. La tecnofilia es la


pasión exagerada por la tecnología.  Hay distintos grados de tecnofilia que, en el
extremo, pueden convertirse en adicción. Los tecnofílicos más obsesivos suelen
comprar las últimas versiones de los nuevos productos a precios exorbitantes.
Actualmente la  tecnofilia crece también por la gran dependencia que genera la
tecnología.

Tecnofobia

Tecnofobia es el rechazo a lo tecnológico como miedo irracional al que se justifica por


la dependencia que genera  desde el punto de vista físico o emocional. La brecha
digital o analfabetismo tecnológico crece. “Mientras la tecnología sube por el ascensor
el hombre asciende por escalera”.

En 1624 Francis Bacon en su libro “La nueva Atlántida” supuso que la tecnología
mejoraría al mundo. Mary Shelley publicó en 1818 “Frankestein” mostrando lo que
pasa cuando la tecnología se descontrola.

El Apolo 13 fue una misión espacial para transportar a la luna a dos seres humanos.
Una explosión de los tanques de oxígeno obligó a la tripulación a abortar la misión y
orbitar alrededor de la luna. El ingenio de los tripulantes improvisó un paracaídas para
su módulo lunar y así lograron regresar sanos a la tierra.

La fe en la tecnología hizo creer a empresas y gobiernos que se podía bombear


petróleo en el fondo del océano sin fallas. El derrame de petróleo en el   golfo es un
buen argumento para los tecnofóbicos que creen que las máquinas terminarán
dominando al hombre o que desaparecerá en una guerra desastrosa.

Pero los tecnofílicos siguen a Bacon y se preparan para lo que llaman “la singularidad”.
Es el punto en el que las máquinas se volverán conscientes y el hombre pactará
estratégicamente con ellas. Entonces  los problemas de salud serán cosa del pasado y
los grandes problemas de la humanidad desaparecerán.

Los tecnofóbicos creen que la singularidad dividirá a los humanos en seres con
inteligencia superior que vivirán cientos de años y los que quedarán trabados por sus
formas corporales y creencias antiguas. No sería una sociedad fantástica para todos
sino un bote salvavidas para los ricos que saltarán del barco.

La tecnología cambió la forma en el cual el hombre trabaja. Hoy prevalece el


Multitasking,  el arte de hacer varias tareas a la vez. La sensación que genera es la de
hacer 100 cosas al mismo tiempo y a la vez, ninguna. Los medios de comunicación
impusieron la cultura de la interrupción. La consecuencia es un pensamiento

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episódico, fragmentario, que opera sin secuencias y a saltos provocados por los
estímulos. Así se redujo  el conocimiento basado en la experiencia y aumentó el que se
caza y recolecta en la web.

Culturas policrónicas y  monocrónicas. Las culturas influyen en una mejor o peor


adaptación a lo tecnológico y al manejo del tiempo. Hay culturas policrónicas (cultura
latina orientada a los eventos) y culturas monocrónicas (culturas americana o
Alemana,  orientadas al  reloj). Las culturas policrónicas funcionan bien haciendo
multitasking, las monocrónicas hacen las tareas una por vez,  siguen al reloj y respetan
el plan; ya que consideran al tiempo como un recurso que se pierde, se gana, se
optimiza, etc. En las culturas  monocrónicas el tiempo es lineal, consecutivo y
segmentado, a una cosa sigue la otra y empieza cuando termina la anterior, está
predeterminado y se fija el que se puede dedicar a una cosa de manera única y no en
simultáneo. Se respetan las prioridades y no se permiten las interrupciones. Cuando
una acción tiene lugar no puede haber otra. El tiempo es rápido, dividido en bloques y
con  fecha de caducidad. Las relaciones duran lo que duran y eso se sabe desde el
principio.

El tiempo policrónico se percibe de manera simultánea, entremezclado, en vasos


comunicantes, un elemento se desarrolla en concomitancia con otro. El tiempo es
improvisado y no se puede prever ni organizar en detalle. Está abierto a interferencias
y a interrupciones que pueden  reestructurarlo. Se percibe en un continuo en el que
suceden diferentes cosas a la vez. Es lento y no tiene fecha de vencimiento. Las
relaciones por principios son eternas aunque luego no lo sean y su final se desconozca.

La tecnología y el cerebro. Más allá de los componentes culturales en la


administración del tiempo hoy es notable la dificultad que tienen jóvenes y adultos en 
concentrarse a fondo en una sola tarea, en escuchar una larga sinfonía, en sostener un
pensamiento o una experiencia,  en leer sin ser invadido por ideas parásitas y en
generar relaciones estables. Crece una atención saltarina, vagabunda,  fragmentaria,
multidireccional y multitarea que descrema la superficie de cosas y personas sin
penetrar en su  fondo.

La sensación concomitante  es que se pierde algo importante, que intoxicarse con


sucesos  impide culminar con la tarea. Los medios generan una ansiedad que ellos
mismos incentivan. Así se percibe un universo atractivo que magnetiza una atención
flotante que se sorprende  por su falta de linealidad, por su multiplicidad de opciones y
por su capacidad de acercar realidades lejanas en un formato multimedial.

La ilusión de que no existen el espacio y el tiempo ofrece una percepción de presente


continuo, en la que el tiempo pasa sin dejar secuelas y una espacialidad continua, evita
el vacío de la soledad. Para McLuhan los medios de comunicación son extensiones del
cerebro. Hoy las redes extienden el sistema nervioso. Para los tecnofóbicos es posible
que el hombre de a poco sea  una prótesis de lo mismo que inventó.

Sintonizar el sistema nervioso y el sistema digital. Hoy se educa para un mundo


inexistente. El átomo es pasado, el símbolo de la época son los chips y la red. La red no
tiene centro, ni certezas. Combina la simpleza del átomo con el desorden del caos. El
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chip de silicona y la fibra de vidrio de silicato se unen a velocidades fantásticas para 
revestir al mundo con un tejido de redes. Las redes tienen sólo nodos y conexiones.
Los nodos se hacen más pequeños mientras que las conexiones crecen.

Así como células poco inteligentes crearon el sistema inmunológico, una PC conectada
con otras, tejieron la telaraña mundial “World Wide Web”. En un mundo de
especialistas unidos en red, la sabiduría retornará promoviendo un diálogo  global que
descomponga el todo en partes pequeñas que contribuyan a entenderlo y mejorarlo.
Este entramado se paralizaría sin ideas que motiven a trabajar en equipo.

El poder del futuro consistirá en aprovechar la comunicación. En una red el talento se


multiplica por el de todos los demás. De lo que se trata entonces es de sincronizar el
cerebro humano con las redes digitales, el sistema de redes que  ha creado un
poderoso y enigmático cerebro social.

RESIDUO COGNITIVO

Enrique Medina Vidaña 

El residuo cognitivo hace referencia al efecto posible del intercambio comprometido


en el uso y aplicación de tecnologías en los procesos de búsqueda de información y de
aprendizaje, que día a día llevan a cabo las personas, en múltiples contextos: las aulas,
el trabajo, los sitios públicos y los hogares.

Se sabe que los efectos de la tecnología pueden producirse cuando la colaboración


entre la persona y la técnica, deja un residuo cognitivo, dotando a quien interactúa en
ambientes tecnológicos de habilidades y de estrategias de pensamiento que
reorganizan y aumentan su rendimiento intelectual, incluso cuando se ha dejado de
estar en contacto con la tecnología en cuestión, llámese computadora, teléfono
celular, agenda electrónica, videojuegos, ipod, ipad, y otros instrumentos.

Entonces, los residuos cognitivos se traducen en nuevas capacidades y habilidades


transferibles a otras situaciones.

De esta manera, se entiende por residuo cognitivo a los efectos mentales que deja la
interacción intelectual con programas tecnológicos de razonamiento superior. El
residuo cognitivo se basa en el principio de transferencia, cuando puede aplicarse a
múltiples situaciones y finalidades de la vida cotidiana, sobre todo cuando el individuo
se encuentra solo, en ausencia de la tecnología inteligente con la que se ha
relacionado de manera cotidiana.

Se ha demostrado que la interacción con las tecnologías produce dos tipos de efectos,
unos que influyen en lo que hacen las personas, en la calidad de lo que hacen y en
cuándo lo hacen; y otros, que hacen referencia a las transformaciones relativamente
duraderas que se observan en las capacidades cognitivas generales, que integran los

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llamados residuos cognitivos, para ir ampliando el capital intelectual que se ha ido
adquiriendo a lo largo de la vida.

Lo que empieza siendo el intercambio de una inteligencia conjunta (mente humana e


inteligencia artificial tecnológica) termina resultando en la inteligencia de la persona.
Es decir, como fruto de la colaboración inteligente, entre seres humanos y máquinas,
ha resultado un residuo cognitivo, que propicia el cultivo de estrategias y habilidades
que quedan bajo el control directo del aprendiz, como un nuevo capital intelectual, el
cual puede resultar de una importancia capital en los procesos de enseñanza y de
aprendizaje, siempre y cuando los docentes sean capaces de identificar estos residuos
y de propiciar una transferencia adecuada.

En las nuevas reflexiones acerca del impacto de la tecnología hay que reconocer la
existencia de vínculos entre elementos provenientes de referenciales psicológicos que
tratan de explicar de mejor manera una teoría que dé cuenta de la relación entre los
residuos cognitivos, resultantes de la influencia de las tecnologías de la información y
la comunicación y la enseñanza y el aprendizaje, en aspectos tan importantes como la
enseñanza de las ciencias, la investigación dentro y fuera del aula y la resolución de
problemas, por mencionar algunos.

Por ello, los docentes tienen que recordar que la reflexión es un proceso inherente a la
condición humana; y que pensar es creer, suponer, conjeturar, adivinar, buscar
razones, generar ideas e inventar. Además, han de tener en mente que en los procesos
educativos se presenta un entramado de aspectos gnoseológicos, comunicacionales,
didácticos, psicológicos, metodológicos, tecnológicos e instrumentales, que
determinan los procesos de mediación entre enseñantes y enseñados.

La tarea educativa tiene que referirse a cuáles son las preocupaciones genuinas que
orientan las estrategias en el aula, por ejemplo: el enfoque de la disciplina, la didáctica,
los propósitos educativos, los materiales de enseñanza, las tecnologías disponibles, el
grupo de aprendizaje, el contexto institucional, los valores implícitos en la actividad
docente.

Es preciso que los docentes puedan pensar creativamente en los procesos de


intervención didáctica y de producción cognitiva, para reflexionar de manera
metacognitiva cómo es que se está operando el proceso enseñanza-aprendizaje y de
qué manera lo pueden enriquecer, a partir del aprovechamiento de los residuos
cognitivos que han ido quedando en la mente de sus alumnos, conforme han ido
interactuando con la tecnología.

Es evidente que el reconocimiento de los residuos cognitivos de los estudiantes debe

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hacerse por medio de estudios diagnósticos, en los que los docentes puedan trabajar
con sus alumnos en situaciones de transferencia de habilidades adquiridas como
resultado de la interacción con ciertos recursos tecnológicos.

Así, el concepto de residuo cognitivo didáctico, podrá ser una nueva categoría
presente en las clases de los docentes o en sus propuestas didácticas, a la hora de
elaborar lecciones y materiales para la enseñanza que les permitan entender el
impacto que genera la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación. El residuo cognitivo didáctico es una herramienta que los docentes
pueden trabajar a partir del uso de las tecnologías en el aula, generando variaciones
didácticas que operen como resultado del impacto tecnológico en el desarrollo
cognitivo de los alumnos.

El grado de colaboración (humana-tecnológica) capaz de desarrollar el potencial


cognitivo va a depender en gran medida del compromiso e implicación de cada
estudiante, pero también de la guía del profesor. El profesor debe estar consciente de
que el cultivo gradual de una habilidad cognitiva transferible a nuevas situaciones de
aprendizaje o de actividad puede suceder solamente a partir de un encuentro activo
con la tecnología, cuando la actividad desarrollada exija el compromiso mental del
individuo.

Asumiendo que el residuo cognitivo es lo que queda en la mente de las personas como
estructura cognitiva transferible, y que la acumulación de estos residuos incrementa el
capital intelectual de las personas, es importante que los educadores reflexionen
acerca de la manera en que la tecnología está ocupando un lugar en sus procesos
educativos y sobre todo, de qué manera se está aprovechando el potencial cognitivo
que los estudiantes han ido desarrollando en su contacto formal e informal con
múltiples tecnologías.

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