22 :ev 10 al 16 de abril de 2011
P JORGE David Cardona
Para El Visitante
Este encuentro está inspirado en
la resurrección de Lázaro, evangelio
de este quinto domingo de Cuares-
ma. Hemos de reconocer la voz del
Señor, que dijo “Quiten la piedra”. Y
asimismo la llamada a su amigo: “Lá-
zaro, sal fuera”.
Jesús vive una de las experiencias
humanas más fuertes ante la cual llo-
ra: la muerte de su amigo Lázaro. Esta
muerte le lleva al encuentro -dialogo-
con Marta y María. Este encuentro
nos abre ya la perspectiva de lo que
viviremos dentro de una semana en la
Vigilia Pascual y para la cual nos esta-
mos preparando en esta Cuaresma. El
encuentro lo hemos titulado una voz
que nos llama porque esa fue la expe-
riencia que vivió María, la hermana de
Lázaro: “El Maestro está aquí y te lla-
ma.” Esa voz, que es de consuelo y de
esperanza. La misma voz que había
dicho a Marta: “Tu hermano resucita-
rá” y la que le dirá a Lázaro: “sal fuera.
Muchas veces cantamos el estri-
billo: “La voz del Señor, resuena po-
derosa, majestuosa la voz del Señor”.
Pero ¿cuán real es esa afirmación?
¿Cuántos creemos que es una voz
que resuena fuerte y que permite que
salgamos de nuestros sepulcros? Por
eso el texto que meditaremos será el
por las diócesis CAGUAS
del profeta Ezequiel 37-12-14 (pri-
mera lectura de este domingo) en el
que nos hacía la promesa de lo que
Jesús cumplió en el evangelio según
San Juan.
No hay que esperar a morirse
para estar en un sepulcro hay veces
que el sepulcro lo hacemos aun es-
tando en vida. Los sepulcros pueden
ser las actitudes de encerramiento
que tenemos muchas veces que no
nos permiten salir fuera, al encuentro
con el hermano. El sepulcro del indivi-
dualismo, de la pereza, de los corajes.
¿Cuántos sepulcros no nos hemos fa-
bricado y le hemos puesto la frase en
la lápida: Aquí no entra nadie.
El sepulcro de las ideologías que
no nos permiten aceptar como verda-
deras ideas que vienen de otro parti-
do, de otra raza. Ideas que vienen de
miembros de nuestras familias, sólo
porque no son como las nuestras.
El Espíritu que el Señor ha pro-
metido con su Palabra es el que re-
nueva nuestra existencia y nuestras
relaciones. El Señor quiere que viva-
mos y quiere colocarnos en una tierra
distinta. Quiere ponernos en un terre-
no desde el cual podamos responder
a su llamada. Ese terreno es hoy, sin
duda, la vida comunitaria que es, por
medio de la cual Jesús nos llama: Sal
fuera.