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- 2011
FICHA DE CÁTEDRA N ° 4
Francisco Altarejos Masota
1.
“... el saber educativo nace y se constituye diferenciándose netamente de la ética filosófica; sin
negarla en ningún momento y sin obviar ninguno de sus principios ni de sus normas, confluye con ella,
pero tras haber recorrido otro camino o vía cognoscitiva.
Este camino parte de la reflexión sobre la experiencia común. No cabe partir del análisis
conceptual sobre nociones universales, según se ha dicho, pues ese proceso analítico impediría recoger el
elemento primario y esencial, tal como aparece unitariamente en la experiencia...” págs 100-101.
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2.
“... El ser humano nace con una forma o modo de ser, como el resto de los vivientes, pero no
nace formado. Cualquier animal nace con unas tendencias definidas y completas -conformadas- que
permanecerán a lo largo de su existencia; en estado germinal, cualquier animal tiene ya su modo de
ser propio, que irá actualizando con el tiempo. No es así en el ser humano; su nacimiento sólo es la
aparición de múltiples posibilidades que irán actualizándose -o no- a lo largo de su existencia...” pág.
19.
“...La educación, por lo tanto, es posible, pues la misma indeterminación del ser humano permite que
se abra a diferentes posibilidades, pero sin poder seguirlas o realizarlas todas. La naturaleza humana es la
condición de posibilidad básica para una existencia humanizada, y en su plasticidad constitutiva se
incardina la necesidad de recibir una ayuda a su crecimiento -que también está abierto- para que éste sea
óptimo y perfectivo...” pág 21.
“... La complejidad de la acción educativa y su esencial carácter relacional entre dos sujetos
agentes, hacen casi inasequible la formulación de una definición real de la educación que acoja
completamente toda la variedad de elementos de modo satisfactorio y riguroso. Cabría hablar de "ayuda al
perfeccionamiento humano", pero esta posible definición y otras semejantes resultan excesivamente
genéricas. Hay que ensayar entonces la vía indirecta de la definición descriptiva, enumerando sus rasgos o
notas esenciales, que son las que se exponen a continuación:
a) La educación es una acción: [...] actuación de dos seres. [...]La educación es un saber práctico
y no se rige por tanto por el conocimiento de la verdad del objeto, sino por la rectiiud de la
acción.
c) La educación es una acción recíproca de ayuda. Al educar se asiste a una acción del sujeto que
aprende, se concurre al impulso natural de crecimiento propio del educando. Este no es materia
informe e indefinida ante la educación, que no puede transformar o modelar algo inerte. El
principio de actuación educativa no está en el educador, sino en el educando. Como toda
ayuda, debe ser proporcionada a los requerimientos o necesidades de quien la recibe, de quien
realmente "se mueve" [...]
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d) La educación es ayuda al perfeccionamiento humano. [...] Tomás de Aquino y R.S. Peters;
[expresan:] educar es "desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o
del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.". No puede considerarse educativa
aquella asistencia que no busque intencionalmente elevar a quien la recibe, subviniendo una
necesidad, pero al mismo tiempo ayudando a mejorar la potencia que la suscita. Ayudar a
adaptarse no es educar, ni tampoco lo es el ofrecer resueltos los problemas; por el contrario, la
acción educativa consiste más frecuentemente en suscitar dificultades e incitar a su superación
con una discreta guía en el quehacer a realizar [...]
3.
“... Cuando se habla de "persona" no se está hablando de cualquier manera del ser humano; es
evidente que no puede afirmarse lo mismo de otros términos, tales como "yo", "sujeto" o "individuo". El
"yo" puede entenderse como el auto-concepto o la idea que cada uno se forma de sí mismo, y que puede
objetivarse reflexivamente, e incluso proyectarse objetivamente a otras individualidades. En cualquier caso,
el yo resulta ser una autorreferencia ideal de la subjetividad. Por otra parte "sujeto" es un término propio
de la tradición filosófica del idealismo trascendental -desde Kant a Husserl- y conlleva la referencia al
objeto para su comprensión: el sujeto es el polo opuesto al objeto en la dinámica del conocimiento según
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se da en la conciencia intencional, denotando la singularidad del agente cognoscente frente a la
universalidad de lo conocido como objeto. Esta misma referencia de singularidad es el fondo significativo
de la noción de "individuo", en este caso en contraposición a grupo, clase o colectividad. El individuo se
define por relación al género o especie a la que pertenece, resultando así cada uno un caso individual del
género humano o humanidad en su conjunto...”
[...]la persona es "lo perfectísimo en toda la realidad" no se está hablando del yo, del sujeto, del
individuo o de cualquier otra denominación, que puede ser real, pero siempre es parcial respecto de la
totalidad que se expresa con el término "persona" [..].págs 165-166.
4.
“... Definir la educación como formación de hábitos, no es otra cosa que la afirmación de la libertad
humana como constituitivo esencial. [...] págs 107-108
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“... La diferencia entre hábito y virtud no es de contraposición, sino de complementación. "Hábito",
como se ha dicho, viene de habitus, que significa lo habido o tenido; es la versión de la héxis griega que
destaca y conforma Aristóteles. Por otra parte, la etimología de "virtud" es suge-rentemente ambivalente.
En la lengua latina virtus significa poder o potencialidad, y está emparentada con vis, que significa
propiamente fuerza o energía; pero también emana de vir, que se traduce por "varón", pero indicando
integridad y plenitud, más próximo en su referencia al adjetivo varonil. Se desprende de esto que la
diferencia significativa es de temporalidad; que si bien remiten a la misma realidad, al hablar de "hábito"
se señala a la génesis y a la misma cualificación de la potencia -pasado y presente- mientras que el término
"virtud" remite a su potencialidad, a la operatividad incrementada cara al futuro. [...]
5.
“... En rigor, el agente real de la formación humana es el educando en cuanto persona, como ya se
ha dicho. Al hablar de otros agentes educativos se entiende como agentes coadyuvantes o ministeriales,
pues sirven o ayudan a ella, a la formación humana; entre ellos, los primeros son los padres [...]
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Hay también otra razón, de índole estrictamente pedagógica, para afirmar que los padres sean
los primeros y principales educadores: su enseñanza es casi inevitablemente individualizada, supuesta la
voluntad de ejercer la paternidad y maternidad, esto es, de educar; lo cual es el primer requisito de una
formación del ser humano como persona, según se dijo antes. [...] El carácter personal se descubre en las
relaciones puramente interpersonales propias de la familia: "en la familia doméstica uno nunca aparece
como individuo, sino como padre, madre, hijo, hermano, es decir, como persona. Si no hay familia
doméstica, el hombre no descubre su carácter de persona [...]
Por causa de la extensión y diversificación del saber humano, los padres no están capacitados
para subvenir todas las necesidades que conlleva la formación intelectual y cultural; por ello se
recurre a una ayuda específica para completar la misión educativa. Comparecen así los maestros como
agentes educativos, y su ámbito propio, que es la escuela. Consideradas como instituciones sociales,
la relación entre familia y escuela, tiene carácter de delegación. Los padres delegan en la escuela la
formación intelectual de sus hijos en aquellos aspectos que ellos no pueden atender debidamente; lo
que significa que encargan a los maestros que hagan sus veces en este aspecto de la formación
humana...” págs 199- 201.
6.
“... En la educación se trata justamente de esto último: de conocer la índole de las acciones
humanas que deben ser promovidas o sucitadas para propiciar una actuación feliz...” pág 100.
No puede ser de otra manera: si el destinatario de la educación es el educando, le
corresponderá a él la realización y cumplimiento del fin; las tareas o actividades docentes del
educador se definen por objetivos, que son fines parciales, ordenados en su conjunto al fin final. Si se
quiebra esta relación de referencia, la educación se pervierte instantáneamente en mero
adiestramiento, en el mejor de los casos, y en manipulación, casi siempre; pues ya no se pretende
suscitar acciones formativas propias del educando, sino prescribir tareas productivas de interés para
el educador. [...] El fin final de la educación pertenece al educando, que es quien lo realiza y
cumplimenta.[...] que el fin final es tenido por el hombre en su acción, y no como consecuencia de
su actividad. ..” pág 109.
“... El obrar feliz, no sólo puede, sino que debe ser fin final de la educación. Hablar de la
perfección operativa de las potencias humanas como umbral o antecedente exigido de la felicidad
supone que se está considerando dicha perfección como fin terminal y parcial y, consecuentemente,
se está entendiendo la educación primordialmente como la tarea del educador. Se viene a decir que la
felicidad no puede ser fin del educador, porque pertenece enteramente al educando. Esto es verdad,
sin duda; pero también es verdad que en tal afirmación no se está comprendiendo la educación como
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relación o como acción recíproca. Ciertamente, el educador no puede otorgar la felicidad al
educando, pero éste, en cuanto tal no puede actualizarla por sí solo; esto no significa que el educando
sea absolutamente incapaz de un obrar feliz, pero en el marco de la relación educativa, o sea, en
cuanto educando, requiere la ayuda del educador...” pág 114.
“... Obrar feliz es, sencillamente, contemplar. [...] Comtemplar es la fusión de conocer y
queres en un mismo acto. [...] Todo ser humano puede conocer y amar; por lo tanto, todo ser humano
es capaz de contemplar...” pág 115.
“... La cultura y la sensibilidad actuales consideran la contemplación como actividad casi
sobrehumana, cuando es una acción plenamente intrahumana. Como se ha dicho. Sólo el incapaz de
conocer y amar lo es de contemplar...” pág 122.