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REVISTA SEMANAL DE CIENCIA Y CULTURA 7

de Tenerife · SÁBADO, 9 DE ENERO DE 2010

henchían de una vida odorante y mordía en el fruto, dorado ya, del mundo, conturbado al sentir ...

EL VUELO DE ÍCARO LXXXII

EL ALBA QUE SOÑAMOS


AUTOR: FEDERICO GALLEGO RIPOLL que siempre es generar, también es en ocasiones disolver) trasluciendo
nuestra propia fragilidad a través de la manifestada en los poemas,
Jorge de Arco porque todos discurrimos en la misma corriente, y es función del poeta
La casa que habitaste devolvernos, con la suya, parte de nuestra experiencia, lograr que en
Premio Internacional de Poesía sus palabras tenga también cumplimiento nuestra razón más profun-
San Juan de la Cruz da.
Madrid. Col.Rialp, 2009. Van revelando los poemas el hueco de una realidad donde el día no
acontece, aunque se ansíe, y es con esa luz del mientras tanto, difusa,
Viene Jorge de Arco adensando y ciñendo su poesía, en sus últimos li- acuosa, herida, con la que el poeta construye el pequeño universo que
bros, en torno a símbolos cada vez más concretos mediante los que confirma la inevitabilidad del quebranto, pero donde también libera y
explora, analiza y trabaja las distintas posibilidades del elemento ele- comparte el sentimiento como ensayo de restauración de la esperanza:
gido, que es interpelado por el poeta hasta descubrir, llevándolas al lí- la suya y la nuestra, porque "hay que esperar sin llanto / que de nuevo
mite, sus múltiples tensiones, sonidos y posibilidades. Y lo ha- amanezca /y un sol grande y distinto/ nos conforte…".
ce, sin dejar de rescatar para su oficio, como es ya seña de No hay misterio: el poeta, que abre el libro indicando "A veces la me-
identidad reconocible y consolidada desde su primera entrega, moria es una casa por habitar", para concluir en el poema final, para-
el gusto -que hay que agradecerle- por un lenguaje rico y ele- dójicamente, que "Nunca estuve en la casa que habitaste/, porque yo era
gante que maneja con esmero, y una morfología cada vez más li- esa casa, y tú, quizás, / la que no estuvo nunca ", ya anticipaba este
bre, pero nunca exenta de una poderosa y hábil estructura mu- discurso cuando en De fiebres y desiertos (2000), aludía a "la casa llo-
sical. vida de mis años". Siempre se regresa al lugar donde estuvo el amor, aun-
Los versos, dispares en construcción y desarrollo, en amplitud que sea a través de esa lluvia. Y Jorge de Arco, que consigue con sus
y ritmo, generan su propia cadencia, que no es artificiosa ni palabras enmarcar el vacío, regresa con este libro a su mejor Poesía, la
pretendida, sino que mana de la sabia disposición con que han que nunca dejó de acompañarle ni de acompañarnos.
sido dispuestos, hallando el cauce adecuado para su fluir más ar-
monioso. La impecable factura denota la madurez de un poeta
que ha encontrado, y sabe utilizar con eficacia, su propia voz. LUZ SEDIENTA
Si en La constancia del agua, su libro anterior, tomaba co-
mo símbolo elemental el de una hidrogonía transmutadora e ini- Crepitan esta noche entre mis manos
ciática, La casa que habitaste, reciente Premio San Juan de la la luz sedienta,
Cruz, se establece como un presente conformado por recintos el verbo amante,
concéntricos que desnudan poco a poco al poeta a medida que la desnuda madeja de tu cuerpo…,
la luz decrece, desde el sol brillante de la infancia al tenue fulgor y a resguardo del sueño, resucito
de un alba que no llega. Protagonista es la inexorabilidad del la súbita avaricia de tu carne,
tiempo, que evidencia lo irreversible de su tránsito, y subraya el los jirones de luna diurna y nuestra.
inevitable declive tras la plenitud, iluminando los perfiles de
estancias y sentimientos disueltos: el tiempo que deshace la vi- Ahora,
da y que transcurre como viaje poético al que somos acompa- la soledad reclama su lugar y su instante
ñados a través de la memoria, la ausencia, el desamor, la cul- y la misma agonía que respiran
pa, el luto y la soledad de quien se erige como casa, como es- las ruïnas recientes de mis párpados,
cenario pleno del poema y de su aliento vital. Concretado el texto recorre los cimientos de este hogar,
como ceremonia de constatación de la pérdida, como expiación, de esta conciencia
es la voz desnuda del poeta la única luz que permanece sobre el ara cen- de cal y llanto.
tral, la piedra más oscura, deshabitándose.
La estructura es simple: tres partes numeradas, como piezas que com- Me asomo al ventanal de la memoria
prenden un total de ocho poemas, algunos de ellos articulados en dos y la lenta alborada me devuelve
o tres fragmentos; el cuerpo del libro aparece precedido de un introito el río ardiente de tus pies descalzos.
y cerrado con una coda, también dividida. Se diría que atravesamos el ai- Entonces, el pasado, pareciera
re de la casa, que vamos percibiendo tiempos y sensaciones, que se no haberse ido,
nos permite contemplar, en los poemas fragmentados, el interior de un no haber disuelto
pozo donde el aire detenido es el único resplandor posible. Lo que ca- la amante ceremonia del gozo en nuestros labios.
da libro tiene de trayecto es, en este caso, limitado a la lenta visita a Pero ya sin remedio tus palabras golpean
un ámbito que fue, que sigue siendo en cuanto fue, y que de ambas los resquicios del alma,
certezas nos hace participar como habitantes circunstanciales. y el eco de tu voz
Hay una Poesía generadora de futuro y otra compiladora de espa- se derrama en la sábanas del tiempo
cio. La que transcurre dentro de las paredes de esta casa metafórica desde el instante aquel en que dijiste
que es el propio poeta, nos implica en su rito de purificación (nombrar, "Mi corazón ya late en otra casa".

Los autores transforman la Pero su importancia va más al ser humano desde el José Luis Díaz, Rubén
mágica isla en un territorio allá de las numerosas expedi- principio de los tiempos. San Hernández, María José
contemporáneo donde ciones que partieron en su Borondón es la vida más allá Marichal, Francisco
personajes de todo tipo hacen búsqueda, e incluso de su de la vida, la existencia Belín, Santiago Díaz
de San Borondón objeto de sus conversión en el más contun- ansiada, un desiderátum que Bravo, Zenaido Hernán-
deseos. Y es que San Boron- dente elemento del imaginario evidencia el permanente viaje dez, Javier Reyes,
dón, la isla que igual que popular de las Islas Canarias. del hombre hacia sus propios Abraham Barroso,
aparece, desaparece, se La ínsula deseada, siempre ideales. Además de Saramago y Santiago Toste, David
convirtió durante siglos en una escondida entre nubes y del ilustrador Sergio Fernán- Fuentefría, Eva Fariña,
suerte de obsesión para brumas, es una metáfora del dez, colaboran con sus Raúl Sánchez Quiles,
relevantes figuras de la realeza, paraíso terrenal, una represen- historias en este libro Pedro H. Agustín M. González y
la ciencia, el arte y la política. tación onírica que acompaña Murillo, Noemí Hernández, Fran Domínguez. PORTADA DEL LIBRO.

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