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CELEBRACIÓN DE QUINCEAÑERAS

RITOS INICIALES

Reunida la comunidad, que en esta ocasión es probable que esté


formada por los familiares y amigos de la joven quinceañera, el coro o
mariachi puede entonar un canto apropiado al tiempo litúrgico
mientras se inicia la procesión de entrada bajo este orden si hay los
suficientes ministros: un monaguillo con la cruz, dos monaguillos con
los cirios, otros ministros laicos que vayan a participar en la
celebración, el celebrante, los jóvenes que acompañan a la
quinceañera, llamados también “chambelanes”, los “padrinos” y
finalmente la quinceañera acompañada de sus papás o padrinos.
Durante el canto, todos permanecen de pie mientras van ocupando sus
respectivos lugares. El celebrante, al llegar al altar lo venera con un
beso y se dirige a su sede. Terminado el canto, el ministro dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.


Todos se santiguan y responden: Amen.

Saludo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu
Santo estén con todos ustedes.
El pueblo responde: Y con tu espíritu.
Luego, el celebrante se dirige a la asamblea con estas o parecidas
palabras:

Queridos hermanos y hermanas, amigos y familiares de N.:

Hoy nos reunimos en presencia del Señor para darle gracias por todos los dones que de su
bondad hemos recibido. De una manera especial por el don de la vida. Nuestra
celebración hoy es motivo de doble alegría: Hoy acompañamos a N. en esta nueva meta a
la que ha llegado; sus quince años. Nos sentimos orgullosos con la Iglesia porque ha
elevado y liberado a la mujer, poniendo de manifiesto su dignidad y la plenitud de su
influencia en el mundo. En este día queremos unirnos a N. en esta celebración para
agradecer a Dios su vida y su vocación de servicio al amor.

Se omite el acto penitencial y el Gloria, a no ser que la liturgia del día


lo prescriba. El celebrante invita a la asamblea a orar con la oración
colecta:
Oremos.

Y todos oran en silencio durante unos momentos. Después, el


celebrante dice la oración colecta correspondiente al día o, en su
defecto y por conveniencia esta otra oración:

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Padre de todos los dones, de quien procede cuanto somos y tenemos; enséñanos a
reconocer los beneficios de tu inmensa bondad, y a amarte con todo nuestro corazón y
todas nuestras fuerzas.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Todos responden: Amen.

LITURGIA DE LA PALABRA

Si la liturgia del día no prescribe lecturas propias, pueden leerse las


lecturas que están en el apéndice, combinándolas oportunamente. Es
conveniente que el ministro tenga ocasión para revisarla y comentarla
con la familia de la quinceañera.

Entre las lecturas, es probable que el coro o mariachi quiera cantar el


Salmo Responsorial u otro canto. Téngase presente que durante la
cuaresma se suprime el aleluya.

Homilía

Después de la homilía, el celebrante invita a la quinceañera a ponerse


de pie para renovar las promesas bautismales. Si la quinceañera ha
traído alguna vela que le recuerde su compromiso bautismal sería muy
significativo que se encienda del cirio pascual en este momento.

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES.

Querida N.: Siendo niña tus padres te presentaron en la Iglesia para que fueras bautizada
y recibieras los sacramentos. En aquella ocasión ellos profesaron la fe en tu nombre. Hoy,
al celebrar tus quince años, ante esta asamblea aquí presente, te pido que renueves el
compromiso de tu bautismo.

 ¿Estás dispuesta a aceptar los consejos sinceros de tus papás y maestros y de prepararte
día a día para construir tu porvenir?
 Sí, estoy dispuesta.
 ¿Estás dispuesta a vivir en la verdad y a luchar con espíritu de caridad a favor de los de
los demás?
 Sí, estoy dispuesta.
 ¿Estás dispuesta a seguir a Cristo conforme a su Evangelio y a conservar y profundizar
tu fe para que nunca decaiga?
 Sí, estoy dispuesta.

 ¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?


 ¡Sí creo!

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 ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen,
fue crucificado, murió, y fue sepultado, resucitó de entre los muertos, y está sentado a la
derecha del Padre?
 ¡Sí creo!
 ¿Crees en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos,
en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
 ¡Sí creo!

Después el celebrante concluye con esta oración:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por medio del sacramento del
agua y el Espíritu Santo nos concedió la remisión de los pecados, te guarde en su gracia
para la vida eterna, en el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Luego continúa la oración de los fieles.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

Elevemos, hermanos, nuestras oraciones a Dios, nuestro Padre, por el bien de la Iglesia y
la salvación de todos.

– Por la Iglesia en el mundo, para que sea portadora de la paz de Dios y predique al
mundo entero la buena noticia del evangelio, roguemos al Señor.

– Para que los jóvenes crezcan siendo fieles a Dios y permanezcan firmes en la
esperanza, roguemos al Señor.

– Para que N. pueda desarrollar todos sus dones, sepa valorar el esfuerzo de sus
padres y educadores y corresponda con un gran espíritu de lealtad y sinceridad,
roguemos al Señor.

– Para que el Espíritu Santo le conceda inteligencia, entusiasmo y la sabiduría de


Dios para hacer decisiones serenas y maduras, roguemos al Señor.

Que nuestra oración, Dios de bondad, suba a tu presencia y que nuestras peticiones
obtengan fruto abundante. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Se presentan las ofrendas en silencio, acompañado por el canto del


coro o del mariachi. Terminado el canto, como en la misa, se dice:

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios Padre,
Todopoderoso.

El pueblo responde:

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El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para
nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración de Ofertorio:
Te ofrecemos, Padre, este sacrificio de alabanza por los dones recibidos, y te rogamos
que dirijamos a la gloria de tu Nombre lo que sin mérito nuestro nos concediste. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
El pueblo responde:
Amén.

El Señor esté con vosotros.


El pueblo responde:
- Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
El pueblo responde:
- Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
El pueblo responde:
- Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho
hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador
y Redentor.

Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección,


extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

Por eso con los ángeles y los santos, cantamos tu gloria diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor,


Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad:


Extendiendo las manos sobre el pan y el vino:
Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu,
de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada,

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tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y dándote gracias de nuevo, lo pasó a
sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ
DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA
NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Éste es el sacramento de nuestra fe.


El pueblo responde:
-Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven Señor Jesús!

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te


ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces
dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos


participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, extendida por toda la tierra; y con el Papa N., con nuestro
obispo N, y todos los que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

Recuerda a tu hija N. a quien invitas en este día a participar del Pan de tu Palabra y de la
mesa de la Eucaristía, en la celebración de sus quince años, y concédele que la gracia de
este día se prolongue a lo largo de toda su vida.

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron con la esperanza de la


resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la
luz de tu rostro.

Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los
apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu
Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

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Tomando el cáliz y la patena, sosteniéndola elevada, dice:

Por Cristo, con él y en él, a ti Dios omnipotente, en la unidad del espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

- Amén.

RITO DE COMUNIÓN

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a


decir:
O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos
enseñó:
O bien:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se
nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Y todos juntos prosiguen:


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

El sacerdote continúa:
Líbranos, Señor de todos los males y concédenos la paz en nuestros días, para que,
ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de todo
peligro, mientras esperamos el glorioso retorno de nuestro Salvador Jesucristo.
El pueblo responde:
-Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

RITO DE LA PAZ

Señor Jesucristo, que dijiste a los apóstoles: "Mi paz les dejo, mi paz les doy", no mires
nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu Palabra, concédele la paz y la
unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
-Amén.

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La paz del Señor sea siempre con vosotros.
El pueblo responde:
-Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, invita a los fieles con estas o parecidas
palabras:
Dense fraternalmente la paz.
O bien:
Como hijos de Dios, dense ahora un signo de comunión fraterna.

Entonces se tiene el canto de la paz, preferiblemente el canto del


Cordero de Dios, o en su defecto, invita a la asamblea a que todos
digan:

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,


ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

A continuación, el celebrante hace genuflexión, toma la hostia y,


sosteniéndola un poco elevada sobre el copón, la muestra al pueblo,
diciendo:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

Dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después toma el copón, se acerca a los que quieren comulgar y
elevando un poco la hostia, la muestra a cada uno y dice:

El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
Amén.
Y comulga.

Mientras se distribuye la comunión, puede cantarse un canto oportuno.


Comulga la quinceañera, a ser posible bajo las dos especies, y luego se
dirige a la asamblea para dar la comunión a los presentes.

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Acabada la distribución de la comunión, si se encuentran algunos
fragmentos en la patena, el ministro los echa en el copón y se purifica
las manos, si lo juzga necesario. Si quedan algunas formas, guarda el
Sacramento en el sagrario, hace genuflexión antes de cerrar el
Tabernáculo y vuelve a su lugar.
Entonces se puede observar un breve tiempo de silencio.
A continuación del silencio sagrado, o de la acción de gracias, si se ha
hecho después, el ministro concluye con la oración después de la
comunión:

Oremos.
Y todos, junto con el ministro, oran en silencio durante unos
momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.
Dios nuestro, tú nos entregaste como alimento espiritual este sacramento de la salvación
de tu Hijo que hemos ofrecido en acción de gracias. Danos fortaleza y alegría para que
podamos servirte con mayor fervor y alcanzar nuevos beneficios. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
El pueblo aclama: Amén.

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RITO DE CONCLUSIÓN

En este momento el celebrante debe invitar a los papás de la


quinceañera a que se acerquen al altar y uno de ellos, si es posible,
debe decir la siguiente monición:

MONICIÓN POR UNO DE LOS PADRES

En este día tan especial, queremos a dar gracias a Dios por tantas cosas bonitas que
hemos vivido en este sueño que lleva ya quince años.

En esta celebración queremos proclamar: gracias, Señor Dios, por habernos dado hijos a
hijas como N. y N. Les amamos como Tú les amas, desde antes de que nacieran.

La presentación a la asamblea de la Iglesia hoy de nuestra hija N., es para nosotros tan
importante como la de su bautismo, porque está pasando por una edad muy importante en
su vida. Hoy nuevamente queremos consagrarla a Dios, entregarla a Él.

Con la familia de Dios aquí reunida te pedimos que siempre la lleves de tu mano y la
libres de todos los peligros. Que Tú, Dios nuestro, le concedas realizar sus más hermosos
sueños y ser muy feliz.

Después, el celebrante invita, si están presentes, a los padrinos de


bautismo y confirmación a que junto con los papás se acerquen a la
quinceañera, quien permanece de rodillas mientras extendiendo las
manos sobre la quinceañera él dice la siguiente:

ORACIÓN DE BENDICIÓN A LA QUINCEAÑERA.

Señor, Dios nuestro, que buscas la alabanza de tu Nombre en toda la Creación, mira con
bondad a tu hija N. en este día de sus quince años, a quien la fe de la Iglesia encomienda
a tu providencia y protección y, así como tu Hijo, nacido de la Virgen, al compartir con
agrado con los jóvenes, los miraba con cariño, así también, Padre, derrama sobre ella tu
bendición, para que por su buena conducta entre los hombres, y con la fuerza del Espíritu
Santo, sea testigo de Cristo ante el mundo y enseñe y defienda la fe que profesa. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Terminada esta bendición, el celebrante invita a los otros “padrinos”


con la Biblia, la medalla, el anillo, etc... a que se acerquen para
bendecir esos “recuerdos” con esta oración:

Dios todopoderoso y eterno, que sometiste al hombre el mundo creado para que nos
ayudáramos mutuamente por la caridad, dígnate atender a nuestras súplicas, con las
cuales imploramos tu bendición sobre estos recuerdos que usará tu hija N. en el día de sus

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quince años, para que siempre te reconozca a ti como el bien supremo y ame a sus
hermanos con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Luego rocía los objetos con agua bendita sin decir palabra. Terminada
la acción de bendición, se pasa a entregarle a la quinceañera cada una
de las cosas que han sido presentadas. Procure omitir aquellas que la
familia o los amigos no han traído y agregar con palabras sencillas
aquellas que no están en esta lista.

Querida N.: En este día tus padres y amigos te presentan dones y regalos con los que
quieren expresar la alegría y la esperanza de un futuro mejor. Recíbelos como señal de
amistad y úsalos para que te recuerden siempre que debes caminar en tu vida diaria
conforme a las verdades y mandamientos del cristianismo.

Aquí tienes tu Santa Biblia, cuya lectura ha de ser para ti "espíritu y vida" y encuentres
en ella el ejemplo de las santas mujeres que supieron ser fieles al Señor. Y tu Santo
Rosario para que en la oración encuentres la paz que viene de Dios.

(Pausa mientras la quinceañera recibe la Biblia y el Rosario).

La Medalla de la Santísima Virgen María es el hermoso recuerdo de tu Evangelización y


de tu primer compromiso con Cristo Nuestro Señor. Que esta medalla te recuerde la
fidelidad que siempre le debes guardar hasta el fin de tu vida.

(Pausa mientras la quinceañera recibe la cadena con la medalla de la


Virgen o Crucifijo).

Recibe el Anillo que siempre te habrá de recordar tu compromiso, no sólo con Cristo,
sino también con la Comunidad Eclesial, con tus padres y con tus deberes patrios.

(Pausa mientras le ponen el anillo a la quinceañera).

En el día de tu bautismo tu cabeza fue ungida con el Santo Crisma y quedaste


configurada a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey. Hoy has de asumir el compromiso de
compartir su misión de anunciar el Evangelio a la humanidad. Esta Corona o Diadema
representa la pureza de cuerpo y de alma que siempre deberás llevar, a pesar de las graves
tentaciones de la vida moderna.

(Espera mientras le colocan la diadema a la quinceañera).

El Ramo de Flores que luego entregarás a la Virgen significa la ofrenda alegre y


decidida de tu pureza, de tu consagración a la Santísima Virgen María.

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En la vida muchas veces pasamos por malos momentos. Que este Cojín te recuerde la
alegría de los amigos y el soporte de tu familia para salir adelante ante cualquier
inconveniente en tu vida.

Aquí tienes tu última muñeca como símbolo de tu paso de la niñez a la adultez. Un


recuerdo de lo que fuiste, niña, para mantengas siempre la alegría el resto de tu vida.

La lista de cosas puede ser interminable. Sólo procure mencionarlas de


algún modo haciendo referencia a la quinceañera y a la celebración
que luego ellos van a tener. Recuérdeles encarecidamente que
mantengan la decencia cristiana y no busquen problemas con la policía
por hacer alborotos o manejar borrachos.

Invite ahora a la quinceañera a leer su “Consagración a Dios”. Y una


vez terminada la consagración, el coro ha de entonar el canto mariano
para que la quinceañera lleve el ramo de flores a la Virgen. Al terminar
el canto, pídale a la Quinceañera que se acerque nuevamente al
micrófono para dar gracias a los asistentes a la celebración. Al
terminar, invítela a colocarse en el centro del pasillo central,
preséntela a la comunidad y pida un aplauso para ella.

Hermanos y hermanas, aquí presento ante ustedes a N. nuestra joven hermana que en este
día acaba de celebrar sus quince años en presencia de todos ustedes. Expresemos nuestro
agradecimiento al Señor por el don de la vida dándole un aplauso.

El sacerdote, vuelto hacia la quinceañera entonces dice:


El Señor esté con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu,

Que Dios te haga como Sara, Rebeca, Raquel y Lea,


Que Dios te bendiga y te proteja,
Que Dios haga resplandecer Su rostro sobre ti, y te llene de su gracia,
Que Dios vuelva su rostro hacia ti, y te conceda la paz.

Y bendice al pueblo, diciendo:

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre,  Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre


ustedes.
El pueblo responde: Amén.
Luego despide a la asamblea:
Hermanos y hermanas, nuestra celebración ha terminado, vayamos en paz.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.
Y todos se dirigen a la salida, empezando por la quinceañera, que
inicia entonces la procesión de salida.

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LECTURAS PARA LAS CELEBRACIONES DE QUINCEAÑERAS

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PRIMERAS LECTURAS

Lectura del profeta Isaías:


Isaías 49, 1–6.

¡Escúchenme, islas, póngame atención, pueblos lejanos! Yahvé desde el seno materno me
llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre.

Hizo mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me escondió; me hizo como
flecha aguda, y junto con su arco me guardó.

Me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré.»

Pues yo decía: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente he gastado mis fuerzas.
¿De verdad Yahvé se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?»

Ahora, pues, dice Yahvé, el que me formó desde el seno de mi madre para ser siervo
suyo, para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una. Mas yo era glorificado a los
ojos de Yahvé, mi Dios era mi fuerza.

«Es poco que seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob, y hacer volver los
descarriados de Israel. Te voy a poner por luz de las naciones, para que mi salvación
alcance hasta los confines de la tierra.»

Palabra de Dios

Lectura del profeta Isaías:


Isaías 43, 1–7.

Ahora, así dice Yahvé tu creador, Jacob, el que te formó, Israel. «No temas, que yo te he
rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío.

Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el
fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti.
Porque yo soy Yahvé tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. He puesto por expiación
tuya a Egipto, a Kus y Seba en tu lugar dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado,
y yo te amo. Pondré la humanidad en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida.

No temas, que yo estoy contigo; desde Oriente haré volver tu raza, y desde Poniente te
reuniré. Diré al Norte: "Dámelos"; y al Sur: "No los retengas", Traeré a mis hijos de lejos,
y a mis hijas de los confines de la tierra; a todos los que se llamen por mi nombre, a los
que para mi gloria creé, plasmé e hice.»

Palabra de Dios

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Lectura del profeta Jeremías:
Jeremías 1, 4-10.

Entonces me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

Antes de haberte formado yo en el seno de tu madre, te conocía, y antes que nacieses, te


tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.

Yo dije: «¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho.»

Y me dijo Yahvé: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás,
y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte –así
dice Yahvé-.

Entonces alargó Yahvé su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahvé: Mira que he puesto
mis palabras en tu boca. Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los
reinos para extirpar y destruir, para peder y derrocar, para reconstruir y plantar.

Palabra de Dios.

Lectura del libro de Tobías


Tobías 13, 7–10

Yo exalto a mi Dios y mi alma se alegra en el Rey del Cielo. Su grandeza sea de todos
celebrada y confiésenle todos en Jerusalén.

¡Jerusalén, ciudad santa! Dios te castigó por las obras de tus hijos, mas tendrá otra vez
piedad de los hijos de los justos.

Confiesa al Señor cumplidamente y alaba al Rey de los siglos para que de nuevo levante
en ti, con regocijo, su Tienda, y llene en ti de gozo a todos los cautivos y muestre en ti su
amor a todo miserable por todos los siglos de los siglos.

Palabra de Dios.

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Juan:


1 Juan 4, 7–15

Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
Amor.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo
único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros

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hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
por nuestros pecados.

Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a
otros.

A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en
él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos
testimonio de que el Padre envió a su Hijo, como Salvador del mundo. Quien confiese
que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.

Palabra de Dios.

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo


2 Timoteo 1, 6–8a. 13–14

Querido hermano: Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti
por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de
timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del
testimonio que has de dar de nuestro Señor.

Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús.
Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros.

Palabra de Dios.

Lectura del Apóstol San Pablo a los Filipenses.


Filipenses 1, 3–11.

Hermanos:

Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes, rogando siempre y en todas
mis oraciones con alegría por todos ustedes a causa de la colaboración que han prestado
al Evangelio, desde el primer día hasta hoy; firmemente convencido de que, quien inició
en ustedes la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús.

Y es justo que yo sienta así de todos ustedes, pues les llevo en mi corazón, partícipes
como son todos de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación
del Evangelio.

Pues testigo me es Dios de cuánto les quiero a todos ustedes en el corazón de Cristo
Jesús.

Y lo que pido en mi oración es que el amor entre ustedes siga creciendo cada vez más en
conocimiento perfecto y todo discernimiento, con que puedan aquilatar lo mejor para ser

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puros y sin tacha para el Día de Cristo, llenos de los frutos de justicia que vienen por
Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.
Lectura de la primera carta del Apóstol Pedro:
1 Pedro 2, 4–9.

Acercándose a él, a Jesucristo, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida,
preciosa ante Dios, también ustedes, cual piedras vivas, entran en la construcción de un
edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos
a Dios por mediación de Jesucristo.

Pues está en la Escritura: «He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida,
preciosa y el que crea en ella no será confundido».

Para ustedes, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, «la piedra que los
constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, -en piedra de tropiezo y
roca de escándalo-. Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido
destinados. Pero ustedes son «linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
adquirido», para anunciar las alabanzas de Aquel que les ha llamado de las tinieblas a su
luz admirable.

Palabra de Dios.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.


2 Tesalonicenses 3, 6-12

Hermanos, les ordenamos en nombre de Cristo Jesús, el Señor, que se aparten de todo
hermano que viva sin control ni regla, a pesar de las tradiciones que les transmitimos. Ya
saben cómo tienen que imitarnos, pues no vivimos sin control ni regla mientras estuvimos
entre ustedes. No pedimos a nadie un pan que no hubiéramos ganado, sino que
trabajamos duramente noche y día hasta cansarnos, para no ser una carga para ninguno.
Teníamos, por supuesto, el derecho de actuar en otra forma, pero quisimos ser para
ustedes un modelo que imitar.

Además, cuando estábamos con ustedes les dijimos claramente: el que no quiera trabajar,
que tampoco coma. Pero ahora hemos oído que hay entre ustedes algunos que viven sin
control ni regla y no hacen nada, muy ocupados en meterse en todo. A ésos les
mandamos y les rogamos, por Cristo Jesús, nuestro Señor, que trabajen y se ganen la vida
en vez de molestar. Por su parte, hermanos, no se cansen de hacer el bien.

Si alguien no obedece lo que les mandamos en esta carta, señálenlo y no tengan más trato
con él, para que se avergüence. Pero no lo consideren como enemigo, sino corríjanlo
como a hermano.

Palabra de Dios.

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Lectura de la carta del apóstol Santiago
Santiago 2, 14-17. 26

¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso
podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento
diario, y alguno de ustedes les dice: «Vete en paz, caliéntate y come», pero no le dan lo
necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está
realmente muerta. Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe
sin obras está muerta.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.


Romanos 12, 1-6a. 9-10. 16-18.

Les exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcan sus cuerpos
como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será el culto espiritual de ustedes. Y
no se acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de
la mente, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo
agradable, lo perfecto.

En virtud de la gracia que me fue dada, les digo a todos y a cada uno de ustedes: No se
estimen en más de lo que conviene; tengan más bien una sobria estima según la medida
de la fe que otorgó Dios a cada cual. Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee
muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también
nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada
uno por su parte los unos miembros de los otros. Pero teniendo dones diferentes, según la
gracia que nos ha sido dada.

Que la caridad entre ustedes sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndose al bien;
amándose cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros.

Tengan un mismo sentir los unos para con los otros; sin complacerse en la altivez;
atraídos más bien por lo humilde; no se complazcan en su propia sabiduría. Sin devolver
a nadie mal por mal; procurando el bien ante todos: en lo posible, y en cuanto a ustedes
dependa, en paz con todos.

Palabra de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.


1 Pedro 5, 5-11.

18
Queridos jóvenes: de igual manera, ustedes, sean obedientes a sus mayores; revístanse
todos de humildad en sus mutuas relaciones, pues “Dios resiste a los soberbios y da su
gracia a los humildes”. Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que,
llegada la ocasión, les ensalce; confíenle todas sus preocupaciones, pues él les cuida a
ustedes.

Sean sobrios y estén alertas porque el Mal enemigo, el Diablo, ronda como león rugiente,
buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos que
están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. Y el Dios de toda gracia, el que les
ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, les restablecerá,
afianzará, robustecerá y les consolidará. A él el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

19
SALMO RESPONSORIAL.

Salmo 22

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta,


en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo
por el honor de su nombre.

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta.

Aunque camine por cañadas oscuras,


nada temo, por-que tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta.

Preparas una mesa ante mí


enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan


todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta.

Salmo 66

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,


ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

20
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,


nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Salmo 77

R. Abre, Señor, mi corazón a tu palabra.

Lo que oímos y aprendimos,


lo que nuestros padres nos contaron,
no lo ocultaremos a sus hijos,
lo contaremos a la futura generación:

R. Abre, Señor, mi corazón a tu palabra.

las alabanzas del Señor, su poder,


las maravillas que realizó;
porque él estableció una norma para Jacob,
dio una ley a Israel.

R. Abre, Señor, mi corazón a tu palabra.

El mandó a nuestros padres


que lo enseñaran a sus hijos,
para que lo supiera la generación siguiente,
los hijos que nacieran después.

R. Abre, Señor, mi corazón a tu palabra.

Que surjan y lo cuenten a sus hijos,


para que pongan en Dios su confianza
y no olviden las acciones de Dios,
sino que guarden sus mandamientos;

Salmo 99

R. Demos gracias al Señor porque es bueno

21
Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

R. Demos gracias al Señor porque es bueno

Sepan que el Señor es Dios:


que Él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

R. Demos gracias al Señor porque es bueno

Entren por sus puertas con acción de gracias,


por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

R. Demos gracias al Señor porque es bueno

"El Señor es bueno,


su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades".

R. Demos gracias al Señor porque es bueno

Salmo 102

R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice, alma mía, al Señor,


y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

El perdona todas tus culpas


y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;

R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Como se levanta el cielo sobre la tierra,


se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

22
R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Salmos 116

R. Doy gracias al Señor por el bien que me ha hecho.

Amo al Señor porque escucha


mi voz suplicante;
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

R. Doy gracias al Señor por el bien que me ha hecho.

Caminaré en presencia del Señor


en la tierra de los vivos.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?

R. Doy gracias al Señor por el bien que me ha hecho.

La copa de salvación levantaré,


invocaré su santo nombre.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo su pueblo.

R. Doy gracias al Señor por el bien que me ha hecho.

Salmo 137

R. Te doy gracias, Señor, de todo corazón.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;


delante de los ángeles tañeré para tí,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

R. Te doy gracias, Señor, de todo corazón.

23
Por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama;
que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

R. Te doy gracias, Señor, de todo corazón.

Cuando camino entre peligros,


me conservas la vida;
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

R. Te doy gracias, Señor, de todo corazón.

Salmo 138

R. Te alabo, Señor, tú eres mi fortaleza.

Señor, tú me sondeas y me conoces;


me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

R. Te alabo, Señor, tú eres mi fortaleza.

No ha llegado la palabra a mi lengua,


y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.

R. Te alabo, Señor, tú eres mi fortaleza.

Tú has creado mis entrañas,


me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

R. Te alabo, Señor, tú eres mi fortaleza.

24
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

R. Te alabo, Señor, tú eres mi fortaleza.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,


Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

R. Te alabo, Señor, tú eres mi fortaleza.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,


ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

25
EVANGELIOS

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo. 5, 1-12.

En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos
se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.


Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos.
Bienaventurados serán ustedes cuando les injurien, y les persigan y digan con mentira
toda clase de mal contra ustedes por mi causa.
Alégrense y regocíjense, porque la recompensa de ustedes será grande en los cielos; pues
de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes».

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo. 11, 25–30

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado
a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al
Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

«Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso.
Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo. 25, 1-13.

En aquel tiempo, Jesús enseñaba a sus discípulos y les decía: «El Reino de los Cielos se
parece a diez vírgenes, que, con sus lámparas en la mano, salieron al encuentro del novio.
Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus
lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas
tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron. Pero a media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salgan a su
encuentro!"

26
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias
dijeron a las prudentes: "Dennos un poco de su aceite, que nuestras lámparas se apagan."
Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para ustedes; es
mejor que vayan donde los vendedores y lo compren."

Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al
banquete de boda, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él
respondió: "En verdad les digo que no las conozco." Velen, pues, porque no saben ni el
día ni la hora.

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo. 25, 14-31.

En aquel tiempo, Jesús enseñaba a sus discípulos y les decía: «El Reino de los cielos se
parece a un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:
a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se
ausentó. El que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros
cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había
recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo, regresó el señor y ajustó cuentas con ellos. El que tenía cinco
talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes
otros cinco que he ganado." Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has
sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Llegó también el
de los dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he
ganado." Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente
de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Llegó también el que había recibido
un talento dijo: "Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y
recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento.
Mira, aquí tienes lo que es tuyo."

Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no
sembré y recojo donde no esparcí; debías haber puesto mi dinero en el bancos, y así, al
volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quítenle su talento y dénselo al que
tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no
tiene, aun lo que tiene se le quitará".

 Lectura del Santo Evangelio según san Lucas. 1, 39–56

En aquellos días, se levantó María y se fue prontamente a la región montañosa, a una


ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

27
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno,
e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi
Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el
niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas
de parte del Señor!»

Y dijo María:
«Engrandece mi alma al Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso,
Santo es su nombre
y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
-como había anunciado a nuestros padres –
en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»

María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

 Lectura del Santo Evangelio según San Juan. 14, 21-27.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los
cumple, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y
me manifestaré a él.»

Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a
nosotros y no al mundo?»

Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y


vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la
palabra que escuchan no es mía, sino del Padre que me ha enviado.

Les he dicho estas cosas estando entre ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el
Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les hará recordar todo lo que yo les he
dicho. Les dejo la paz, mi paz les doy; no se las doy como la da el mundo. Que no se
turben ni se acobarden sus corazones.

28
 Lectura del Santo Evangelio según San Juan. 15, 1-8

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da


fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Ustedes están ya
limpios gracias a la Palabra que les he anunciado.
Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto
por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho
fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es
arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y
arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran
y lo conseguirán.

La gloria de mi Padre está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos.

 Lectura del Santo Evangelio según san Juan. 15, 9-17.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también les he
amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán
en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su
amor.

Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado.

Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo les he amado.
Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si
hacen lo que les mando.

No les llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes les he
llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer.

No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y les he destinado
para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al
Padre en mi nombre se lo conceda. Lo que les mando es que se amen los unos a los
otros.»

29
CONSAGRACIÓN A DIOS

30
1. Consagración a Dios.

Bendito seas, Señor Jesús, que por medio de tu muerte y resurrección nos redimiste y nos
enseñaste una nueva manera de vivir. He venido a dar testimonio de tu amor y
misericordia que manifiestas en mí. Quiero agradecerte eternamente por este cáliz de vida
y salvación que pones en mis labios, por la esperanza y la fe, por haber crecido en tu
Iglesia. Gracias también por la vida que me has dado, por mis padres y mis hermanos, por
mis parientes y familiares y también por mis amigos.

Hoy, en este día tan especial para mí, vengo a agradecerte y consagrarte mi alma. Te
ofrezco mi pasado, mi presente y, sobre todo, mi futuro con sus gozos y tristezas, con sus
caídas y sus afanes de ser mejor. Quiero ser generosa, pura y sincera, quiero que me
enseñes la verdad para ser libre y que me ayudes a cumplir tu ley para amarte más a ti y a
mis hermanos.

Te pido por mí y por todos los jóvenes que encuentre en mi camino. Ayúdame a
prepararme para recibirte y colaborar contigo en la construcción de tu reino. Sólo deseo
ser un instrumento de tu paz, escúchame Señor y realiza en mí tu voluntad.

2. Consagración a Dios.

Padre bueno, concédeme no buscar tanto:


ser consolada como consolar,
ser comprendida como comprender,
ser amada como amar.

Porque olvidándose,
es como uno se encuentra;
perdonando, es como uno consigue el perdón.
dando, es como uno recibe.
Y muriendo es como se resucita a la vida eterna.

3. Consagración a Jesucristo y a la Virgen de Guadalupe.

Señor Jesús, creo en Ti, porque eres la verdad, espero en ti porque eres fiel a tus
promesas, te amo con todo mi corazón, y propongo en este día de mis Quince años ser
fiel a tu palabra y a la Iglesia. Concédeme la gracia que, de aquí en adelante, Tú siempre
vivas en mí, como yo siempre pueda vivir en Ti

Virgen de Guadalupe, dulce y tierna Madre, contágiame de la pureza y de la blancura de


tu vida, para que a cualquier vocación a la que Tú me llames, llegue yo pura y hermosa,
para dicha de mis benditos padres y felicidad de los que me ven crecer.

Amén.

4. Consagración a Dios.

31
Hoy, Señor, vengo a ofrecerte mis quince primaveras como quince flores que junto a mis
familiares y amigos deposito a los pies de tu santa madre, María de Guadalupe.

Gracias a ti tengo algo que darle al mundo: Mi juventud y mis fuerzas para mejorarlo y
embellecerlo. Por ti y para ti quiero ser más buena, sé que tú me amas y esperas de mí
que ame a los demás como tú me has amado.

A ejemplo tuyo quiero vivir, no para ser servida sino para servir; quiero que tu doctrina
llene mis ideales y mis actos para ser así siempre testigo tuya.

De este modo, Señor Jesús, te agradezco por los dones y las maravillas que me has
obsequiado y a la vez me consagro a Ti, a servirte y a prometerte como cristiana crecer en
tu Iglesia, ayudarla y defenderla.

5. Consagración a Dios.

Ante ti, María, nuestra madre y ante tu hijo Jesús quiero dar testimonio de la obra que
han hecho en mí. Quiero agradecerte por la alegría de tener una familia que comparte
conmigo mis gozos y esperanzas. Gracias por la vida que fluye en mis venas dejándose
sentir en cada gota de mi sangre. Gracias por el pan que diariamente pones en mi mesa.
Gracias porque tengo un hogar y una cama en donde dormir. Gracias por tu compañía y
siempre escucharme.

Hoy, María Virgen de Guadalupe, con tu hijo Jesús en mi corazón, te pido humildemente
que me enseñes a amarlo como tú lo amas para que sepa ofrecerlo, como tú, al Padre por
mis necesidades y las de todo el mundo.

Ayúdame, Madre, a entregarme al Padre y demostrarle así mi inmenso agradecimiento


que hoy le vengo a manifestar. Hoy, Dios como buen padre protector me enseña un
nuevo camino, lleno de ilusiones.

32

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