AMERICA~

en

Nuevas tendencias en el agro

 octubre 2010
459
a~o XXX IV , 11 época

Ilust r ac i 6 n :
Pedro Ga'1i'1a1
Disen o :
Ver6nica Le6n

Publicación internacional
de la Agencia Latinoamericana
1 Las tendencias del capital sobre la agricultura
Jolo Pedro Stedi1e
de Información
ISSH No. 1190-1130 7 Tenencia de la t;erra y recurSOS n¡uvral ...:
Una demanda urgente
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del pueblo m<lya
ALAJ: OirKCIOn p"'tal
C»>IlL¡, 17 ·12·8n, QuIto, Ecuador
Juan T1ney

So-de ~ EcWldor 13 lil <lgricultura campesin<l puede

Av. 12 de Oct ubre H1B·2~ 1 ~tria, enfriar el planeta
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l<l lucha de la agr~ologf<l con t ra los
URL: ht1p:llalal~.o<S
transgénicos y los plaguicidas
RNacclón: J a vie r Souza Casad1nho
infOfi'alal~t.o<S

Su.uipcionfos y publicidad: 18 Desafios para el campesinado como sujeto social

alaiallmlllC!la lalnet .0<1 Ho <acio Ma<tins de Carvalho

A!.A1 es una aaenda informativa. sin 21 Ante los transg énicos: semillas de esperanza
fines de luctc, constituida en 1976
en L¡, Pro'<Irda de Qoebe<:, Canadá.
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Las InfOflTlKicIron contenidas en ... ta
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t a tiana Roa Avendano

La "República de la soja" en el Bicentenario

Ignacio Cirio
publicadón pueden ..... r~oduclda.
a condición de que :le mencione
Oebldamente la fuente y :le halla
27 Derecho a la alimentación y derechos
ll~ar una copla ala RNKción.
campesinos
Las opiniclron ve<"tlda, en 101 articu · José Bengoa
los IIrrTllldo!, "'" di' esU1c:ta respoll'
... bilidad di' .... auto< ... y no refl~jan 29 Agroenergia y transición a la economfa
nec ..... rlament~ ~ pensamiento di' de la biomasa
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Suscripción (10 núm,...01 anual ... ) 31 Megaproyecl os

Hécto r Mondrag6n
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El
Oxfam
En este período marcado por las crisis,
entre 2007 y 2008 se extendió en el

Las tendencias
mundo la crisis alimentaria. No por
falta de alimentos (para entonces se
registró un record de producción de és-

del capital
tos), sino por la vigencia de un sistema
internacional agroalimentario que tiene
como matriz el agronegocio. Al punto

que con esta crisis el puñado de trans-
nacionales que dominan tal sistema
alcanzaron ganancias excepcionales.
Ante las revueltas sociales que se
registraron en diversos países, los
organismos internacionales concerni-
dos se vieron obligados a renovar su
libreto, como es el reconocimiento de
la importancia de la agricultura campe-
sina, pero en el fondo no cambiaron su
enfoque tecno-productivista orientado
a ampliar la producción, entre otras
con la introducción de biotecnologías.
Esto es, se pretende atacar el problema
del hambre como si fuera una cuestión
técnica, siendo que fundamentalmente
es un problema político y social de
distribución, por la existencia de un
amplio sector de la población que no
está en condiciones de acceder a los
alimentos.
Las experiencias concretas demuestran
que la agricultura campesina no es
menos productiva que el agronegocio,
sino que además la supera en razón
de las funciones sociales, culturales y
ecológicas que cumple, al igual que
por su importancia en la lucha contra
el hambre. A partir de esta realidad han
venido configurándose expresiones
organizativas empeñadas en articular
una propuesta alternativa basada, entre
otras, en el derecho a la alimentación y
la soberanía alimentaria.
Una de esas expresiones es la Coor-
dinadora Latinoamericana de Orga-
nizaciones del Campo (CLOC/Vía
Campesina) que debatirá estas pro-
blemáticas del 8 al 16 de octubre, en
Quito, Ecuador, con ocasión de su V
Congreso. A tal debate quiere contri-
buir esta entrega.
sobre la
agricultura
João Pedro Stedile
Hegemonía del capital financiero
El desarrollo de la producción capitalista pasó por
varias fases. En las últimas dos décadas estamos
viviendo una nueva fase dominada por el capital fi-
nanciero globalizado, pues ahora la acumulación del
capital, de las riquezas, se concentra básicamente
en la esfera del capital financiero. Por lo mismo,
éste precisa controlar tanto la producción de las
mercancías (en la industria, la minería y la agricul-
tura), como en el comercio a nivel mundial.
El capital financiero internacionalizado pasó a con-
trolar la agricultura a través de varios mecanismos:
El primero se da mediante el excedente del capital
financiero. Los bancos comenzaron a comprar ac-
ciones de cientos de medianas y grandes empresas
de diferentes sectores relacionados con la agricultu-
ra. Y a partir del control de la mayor parte de las
acciones, aceleraron un proceso de concentración
de las empresas presentes en la agricultura. En po- 1
cos años, estas empresas registraron un crecimiento
fantástico por la inversión efectuada por el capital
financiero, que les permite establecer el control de
los diversos sectores relacionados con la agricultura,
João Pedro Stedile es miembro de la Coordinación
Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales
Sin Tierra (MST – Brasil) y de La Vía Campesina.

octubre 2010
 como: comercio, producción de insumos en
general, máquinas agrícolas, agroindustrias,
medicamentos, herbicidas, herramientas, etc.
Es importante comprender que se trata de un
capital acumulado fuera de la agricultura,
pero que al ser invertido en ella, dio lugar a
un incremento acelerado de la velocidad del
proceso de crecimiento y concentración, que
por las vías naturales de acumulación de ri-
queza de las mercancías agrícolas habría lle-
vado años...
El segundo mecanismo se implementó a través
del proceso de dolarización de la economía
mundial, pues esto permitió que las empresas
se aprovecharan de tasas de cambio favora-
bles para entrar en las economías nacionales y
comprar fácilmente empresas y, así, estable-
cer un dominio de los mercados productores y
el comercio de productos agrícolas.
El tercer mecanismo se apuntala vía las reglas
del libre comercio impuestas por los organis-
mos internacionales, como la Organización
Mundial de Comercio (OMC), el Banco Mun-
dial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), y
acuerdos multilaterales, que normaron el co-
mercio de productos agrícolas de acuerdo con
los intereses de las grandes empresas y obliga-
ron a los gobiernos serviles a liberar el comer-
cio de esos productos. Con esto, las empresas
transnacionales pudieron entrar en los países
y controlar el mercado nacional de productos
e insumos agrícolas en prácticamente todo el
mundo.
El cuarto mecanismo fue el crédito bancario.
En prácticamente todos los países, el desa-
rrollo de la producción agrícola se encuentra
cada vez más dependiente de insumos indus-
triales y, por lo mismo, a merced de la utiliza-
2 ción de crédito para financiar la producción.
Y esos créditos permitieron financiar la ofen-
siva de ese modo de producción de la “agri-
cultura industrial” y sus empresas productoras
de insumos. O sea, los bancos financiaron la
implantación y el dominio de la agricultura in-
dustrial en todo el mundo.
Por último, en la mayoría de los países los go-
biernos abandonaron las políticas públicas de
protección del mercado agrícola nacional y
de la economía campesina. Liberalizaron los
mercados e implementaron políticas neolibe-
rales de subsidios, precisamente, para la gran
producción agrícola capitalista. Esos subsidios
gubernamentales se canalizaron sobre todo a
través de exenciones fiscales, en las exporta-
ciones o importaciones, y en la aplicación de
tipos de interés favorables a la agricultura ca-
pitalista.
De esa lógica de dominio del capital financie-
ro sobre la producción agrícola, el resultado
es que en dos décadas ahora hay aproxima-
damente 50 grandes empresas transnacionales
que controlan la mayor parte de la producción
y del comercio agrícola mundial.
Consecuencias de la crisis
del capital financiero
Desde 1990 a 2008 asistimos a la ofensiva del
capital financiero sobre la agricultura, que se
agravó en los últimos años con una situación
coyuntural de crisis del capital financiero en
Estados Unidos y en Europa. Y es que ésta
crisis está agudizando todavía más los efectos
del control del capital internacional sobre las
economías periféricas, sobre la agricultura y
la economía campesina. Esto viene ocurrien-
do por diversas razones:
a) Los grandes grupos económicos del hemis-
ferio norte, frente a la crisis, a las bajas tasas
de interés por allá vigentes (alrededor de 0,2%
al año), a la inestabilidad del dólar y de sus
monedas, huyeron del hemisferio norte hacia
la periferia para proteger sus capitales volá-
tiles. Entonces, invirtieron en activos fijos,
como: tierra, minería, materias primas agrí-
colas, agua, territorios con alta biodiversidad,
inversiones productivas y producción agrícola.
Y también en el control de fuentes de energías
renovables, sean las hidroeléctricas o las cen-
trales de etanol.
459
b) La crisis del precio del petróleo, y sus con-
secuencias sobre el calentamiento global y el
medio ambiente, condujo a que el complejo
automovilístico-petrolero pase a invertir gran-
des sumas de capital en la producción de agro-
combustibles. Sobre todo en la producción de
caña y maíz para el etanol, y de soja, maní,
ricino y palma africana para aceite vegetal.
Esto conllevó a una verdadera ofensiva del ca-
pital financiero y de las empresas transnacio-
nales sobre la agricultura tropical del sur.
c) En el marco de esta crisis coyuntural, otro
movimiento fue que esos capitales financieros
se dirigieron a las bolsas de mercancías agrí-
colas y de minería, para invertir sus activos
y así especular en el mercado futuro o sim-
plemente transformar el dinero en mercancías
del futuro. Este movimiento generó una ele-
vación exagerada en los precios de los produc-
tos agrícolas negociados por las empresas en
las bolsas mundiales de mercancías.
Los precios medios de los productos agrícolas
a nivel internacional ya no tienen más relación
con el costo medio de producción y el valor
real medido por el tiempo de trabajo social-
mente necesario. Ahora son resultado de los
movimientos especulativos y del control oli-
gopólico de los mercados agrícolas por esas
grandes empresas.
Situación actual
Hay muchos aspectos que se podrían analizar
sobre la situación y consecuencia de la acción
de las empresas sobre la agricultura. Aquí va-
mos a analizar tan sólo los aspectos económi-
cos.
a) Hubo una concentración del control de la
producción y del comercio mundial de los
productos agrícolas, por parte de pocas
empresas que dominan esos productos en
todo el mundo, en especial los productos
agrícolas que son estandarizables, como
granos y lácteos. Y controlan toda la ca-
dena productiva de los insumos y máquinas
utilizadas en la agricultura.
octubre 2010
b) Hubo un proceso acelerado de centrali-
zación del capital. Es decir, una misma
empresa pasó a controlar la producción y
comercio de un conjunto de productos y
sectores de la economía como, por ejem-
plo, la fabricación de insumos agrícolas
(fertilizantes químicos, venenos, herbici-
das), maquinaria agrícola, fármacos, se-
millas transgénicas y una infinidad de pro-
ductos oriundos de la agroindustria, sea
alimenticia, sea de cosméticos y productos
superfluos.
c) Se dio una simbiosis cada vez mayor dentro
de una misma empresa, entre el capital in-
dustrial, comercial y financiero.
d) Se estableció un control casi absoluto so-
bre los precios de los productos agrícolas
y de los insumos agrícolas a nivel mundial.
Aunque los precios deberían tener su base
en el valor real (tiempo de trabajo medio
necesario), este dominio oligopólico de
los productos conduce a que se impongan
precios por encima del valor, para que las
empresas obtengan ganancias extraordina-
rias. Es así como llevan a la quiebra a los
pequeños y medianos agricultores que no
consiguen producir en los mismos niveles
de escala que las empresas internacionales
controlan.
e) Hay una hegemonía de las empresas sobre
el conocimiento científico, la investigación
(que exige cada vez mayores volúmenes de
recursos), y sobre las tecnologías aplica-
das a la agricultura, que impone en todo el
mundo un modelo tecnológico, la llamada
“agricultura industrial”, dependiente de
insumos producidos fuera de la agricultura.
Ese modelo es presentado como si fuera la
única, la mejor y la más barata forma de 3
producir en la agricultura e ignora las téc-
nicas milenarias del saber popular y de la
agroecología.
Esa hegemonía de las empresas es decu-
rrente de la ausencia de los Estados en la
inversión en investigación agropecuaria. A
 lo largo del siglo XX, muchos Estados na-
cionales invertían recursos públicos en la
investigación agropecuaria, cuyos resulta-
dos eran democratizados y accesibles a to-
dos los agricultores de aquel país. Ahora el
conocimiento y la investigación se han pri-
vatizado y sus resultados son usados como
mercancía para obtener mayores tasas de
ganancia. Y en la mayoría de los casos,
incluso, las empresas cobran regalías a los
agricultores por el uso de nuevas tecnolo-
gías, que están encajadas en los elevados
precios tanto de las semillas con modifica-
ciones genéticas como de las maquinarias
agrícolas y herbicidas colocados en el mer-
cado.
f) Hubo una imposición de la propiedad pri-
vada de las empresas sobre los bienes de
la naturaleza, en especial sobre las semi-
llas modificadas genéticamente, y ahora
más recientemente sobre las fuentes de
agua potable para la población y depósitos
para energía o irrigación. También hay una
ofensiva en el intento de privatizar en el
hemisferio sur territorios ricos en biodiver-
sidad vegetal y animal.
g) Hubo una exagerada concentración de la
producción agrícola, en especial de los pro-
ductos destinados al mercado externo, por
un número cada vez menor de grandes pro-
pietarios de tierra aliados a las empresas.
El caso de Brasil es ilustrativo: cerca del
10% de todos los establecimientos agrícolas
del país controlan el 80% del valor de la
producción.
h) Está en curso una peligrosa estandarización
de los alimentos humanos y animales en
todo el mundo. La humanidad está siendo
4 inducida a alimentarse cada vez más con
verdaderas “raciones” estandarizadas por
las empresas. La comida se transformó en
una mera mercancía que necesita ser con-
sumida de forma masiva y rápidamente.
Esto trae consecuencias incalculables debi-
do a la destrucción de los hábitos alimenti-
cios locales, de la cultura, e implica riesgos
para la salud humana y de los animales.
i) Hay un proceso generalizado en todo el
mundo de pérdida de la soberanía de los
pueblos y de los países sobre los alimentos
y el proceso productivo, por la desnacio-
nalización de la propiedad de las tierras,
de las empresas, de las agroindustrias y
del comercio, de la tecnología, poniendo
en peligro la soberanía nacional como un
todo. Existen más de 70 países que ya no
alcanzan a producir lo que sus pueblos ne-
cesitan para alimentarse.
j) Se implantaron grandes extensiones de mo-
nocultivos industriales de árboles de euca-
lipto, pinos y palma africana, etc., desti-
nados a la producción de celulosa, madera
o agroenergía, que están afectando grave-
mente el medio ambiente por la destruc-
ción total de la biodiversidad y las capas
freáticas del agua subterránea.
k) Se construyó una alianza maquiavélica en
los países del sur, entre los intereses de los
grandes propietarios de tierra, latifundis-
tas y hacendados capitalistas criollos, con
las empresas transnacionales. Esa alianza
está imponiendo el modo de agricultura in-
dustrial en todo el hemisferio sur, de forma
muy rápida y concentrando la propiedad
de la tierra de forma asombrosa. Está des-
truyendo y haciendo inviable la agricultu-
ra campesina y despoblando el interior de
nuestros países. En ese modelo de agricul-
tura se utiliza la mecanización intensiva y
los herbicidas. Ello trae consigo la expul-
sión de mano de obra y provoca la migra-
ción de grandes contingentes de población
rural.
l) Está en curso una nueva re-división interna-
cional de la producción y del trabajo, que
condena a la mayor parte de los países del
hemisferio sur a ser meros exportadores de
materias primas agrícolas y minerales.
m) La mayor parte de los gobiernos, aunque
elegidos en procesos electorales conside-
rados como democráticos, son en realidad
conducidos por la fuerza de la lógica del
capital y por todo tipo de manipulación
459
 mediática, a ser gobiernos serviles a esos
intereses. Sus políticas agrícolas se torna-
ron totalmente subordinas a los intereses
de las empresas transnacionales. Abando-
naron el control del Estado sobre la agricul-
tura y los alimentos, las políticas públicas
de apoyo a los campesinos, de soberanía
alimentaría y de preservación del medio
ambiente local.
El agronegocio
En resumen, en esta fase, el capital está im-
plementando en todo el mundo el llamado
modelo de producción del agronegocio (agro-
business), que se caracteriza, sucintamente,
por organizar la producción agrícola en forma
de monocultivo (un solo producto) en escalas
de áreas cada vez mayores; uso intensivo de
máquinas agrícolas, en escala cada vez mayo-
res, expulsando la mano de obra del campo; la
práctica de una agricultura sin agricultores; la
utilización intensiva de venenos agrícolas, los
agrotóxicos, que destruyen la fertilidad natu-
ral de los suelos y sus micro-organismos, con-
taminan las aguas en la capa freática e, inclu-
sive la atmósfera, al adoptar los defoliantes y
fijadores evaporan en la atmósfera y regresan
con las lluvias. Y. sobre todo, contaminan los
alimentos producidos, con consecuencias gra-
vísimas para la salud de la población. Usan
cada vez más semillas transgénicas, estanda-
rizadas, y atacan el medio ambiente con sus
técnicas de producción que buscan sólo una
mayor tasa de ganancia, pero ahora en menor
tiempo.
Este modelo, que busca la producción de dó-
lares y commodities, y no de alimentos, pasa
a dominar y utilizar cada vez más tierras fér-
tiles para producir también agrocombustibles
para “alimentar” los tanques de los automó-
viles del transporte individual, y la plantación
industrial de monocultivo de árboles para la
celulosa (destinada al envase de la industria)
y energía en la forma de carbón vegetal.
octubre 2010
Contradicciones
¡La descripción del poder económico sobre la
agricultura, la naturaleza y los productos agrí-
colas asusta a todos! Y puede llevar a un pe-
simismo sobre la posibilidad de revertir tal si-
tuación. Tan grande es la fuerza que el capital
internacional y financiero ejerce sobre ellos.
Sin embargo, todos esos procesos económicos
y sociales traen consigo contradicciones. Y
son estas mismas las que generan protestas,
indignación, efectos contrarios que llevarán a
su superación a medio plazo.
Se destaca aquí, algunas de esas contradiccio-
nes del dominio del capital sobre la agricul-
tura y la naturaleza, para poder entenderlas,
y actuar sobre ellas, y provocar los cambios
necesarios.
El modelo de producción de la agricultura
industrial es totalmente dependiente de insu-
mos, como los fertilizantes químicos y los de-
rivados del petróleo, que tienen límites físicos
naturales de escasez de reservas mundiales
de petróleo, potasio, caliza y fósforo. Por lo
tanto, tiene su expansión limitada a mediano
plazo. Y tiene sus costos/precios por encima
del valor real.
El control oligopólico de parte de algunas
empresas sobre los alimentos ha generado
precios por encima de su valor, y eso provo-
cará hambre y protestas de la población que
no puede acceder a los mismos, por falta de
renta. O sea, condicionar el alimento simple-
mente a las tasas de ganancia, traerá a corto
plazo graves problemas sociales. La FAO (or-
ganismo de las Naciones Unidas para la Agri-
cultura y la Alimentación) reveló que más de
mil millones de seres humanos pasan hambre
todos los días. Por primera vez en la historia 5
de la humanidad alcanzamos tal magnitud de
hambrientos. Sin embargo la producción de
alimentos crece sistemáticamente.
El capital internacional está controlando y
privatizando la propiedad de los recursos na-
turales, representados por la tierra, el agua,
 los bosques y la biodiversidad. Y eso afecta la
soberanía nacional del país, y va a generar la
reacción de amplios sectores sociales contra-
rios, no sólo de los campesinos.
La agricultura industrial se basa en la nece-
sidad del uso cada vez mayor de agrotóxi-
cos, como forma de ahorrar mano de obra y
de establecer monocultivos a gran escala. Eso
produce alimentos cada vez más contamina-
dos, que afectan la salud de la población. Y
los habitantes de la ciudad, que tienen más
acceso a la información, ciertamente reac-
cionarán. Los sectores pudientes ya se están
protegiendo y en las redes de grandes super-
mercados aumenta cada vez más la oferta de
productos alimenticios producidos de forma
orgánica.
El modo de producir a gran escala expulsa la
mano de obra del medio rural, y hace que au-
menten las poblaciones en las periferias de las
grandes ciudades. Esas poblaciones no tienen
alternativa de empleo y renta. Lo cual gene-
ra una contradicción por el incremento de la
desigualdad social y del éxodo rural en todos
los países del mundo.
Las empresas están ampliando la agricultu-
ra basada en las semillas transgénicas. Pero
al mismo tiempo, aumentan las denuncias y
quedan más visibles las consecuencias de ellas
sobre la destrucción de la biodiversidad, so-
bre el clima y los riesgos para la salud humana
y de los animales. Y están apareciendo cada
vez más las reacciones de la naturaleza a esa
homogenización de la vida vegetal, ya que las
semillas transgénicas contaminan a las demás
y no pueden convivir con otras especies seme-
jantes. Por otro lado, surgen nuevas enfer-
medades y plantas que resisten a los venenos
6 usados en combinación con las semillas trans-
génicas.
La agricultura industrial, del monocultivo,
destruye sistemáticamente toda la biodi-
versidad. Y la destrucción de la biodiversi-
dad altera el régimen de las lluvias, el clima y
contribuye al calentamiento global. Esa con-
tradicción es insostenible.
La privatización de la propiedad de las
aguas, sea de los ríos y lagos o del agua sub-
terránea, aumentará el precio y restringirá el
consumo para las poblaciones de baja renta;
además, traerá graves consecuencias sociales.
En diversos países del continente americano,
las tres mayores empresas del sector: Nest-
lé, Coca-cola y Pepsi ya poseen el control de
la mayor parte del mercado del agua potable
vendida en botellas.
El aumento de la compra de tierras por las
empresas extranjeras y su desnacionalización
de forma incontrolable trae contradicciones
en la soberanía política de los países.
La ampliación y el uso de la agricultura in-
dustrial para la producción de los agro-com-
bustibles incrementan todavía más el mo-
nocultivo y el uso de fertilizantes de origen
petrolero sin resolver el problema del calen-
tamiento global y de la emisión de gas carbó-
nico. La causa principal de ese problema es el
crecimiento del uso del transporte individual
en las grandes ciudades, estimulado por la ga-
nancia de las empresas automovilísticas. Por
lo tanto, el fomento de la agricultura de agro-
combustibles no resolverá el problema, sólo
lo agravará, por sus efectos perversos en la
destrucción de la biodiversidad.
El proyecto de redivisión internacional del
trabajo y de la producción transforma mu-
chos países del hemisferio sur en meros
exportadores de materias primas, haciendo
inviable los proyectos de desarrollo nacional,
que puedan garantizar empleo y distribución
de renta para sus poblaciones. Eso va a gene-
rar concentración de renta, paro y migración
hacia los países del hemisferio norte.
Las empresas del agro, aliadas con el capi-
tal financiero, están avanzando también en
la concentración y centralización de las re-
des de distribución en supermercados, con
el oligopolio mundial de las redes Wal-Mart,
Carrefour, etc. Ese proceso va a destruir miles
de pequeños almacenes y comerciantes loca-
pasa a la página 26
459
Tenencia de la tierra y recursos naturales:
Una demanda urgente
Uno de los principales problemas que hoy afec-
ta a la agricultura familiar campesina es la pro-
gresiva pérdida de sus tierras, debido a la polí-
tica de concentración, impulsada por el Banco
Mundial, lo que ha llevado a la extranjerización
de las tierras, el despojo de los campesinos más
pobres, a la expulsión de comunidades indíge-
nas de sus territorios y a una verdadera guerra
por los alimentos, que genera la poca injeren-
cia de los gobiernos en las decisiones dentro de
su propio territorio y, con ello, la pérdida de
soberanía.
Estos temas fueron abordados por los movi-
mientos sociales, organizaciones sociales y
ONGs, en un evento realizado entre los días 17
al 19 de mayo del presente año, en la ciudad
de Brasilia, en el que participaron 95 represen-
tantes de 18 países del continente que respon-
dieron al llamado del Comité Internacional de
Planificación por la Soberanía Alimentaria de
América Latina y el Caribe de la FAO.
La dirigenta de la Coordinadora Latinoameri-
cana de Organizaciones del Campo-Vía Campe-
sina (CLOC-VC) y encargada de las Relaciones
Internacionales de la Asociación Nacional de
Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) de Chi-
le, Francisca Rodríguez, valoró como un impor-
tante paso esta consulta regional sobre las Di-
rectrices “Voluntarias” de FAO para la Tenencia
de la Tierra y de los Recursos Naturales.
Francisca Rodríguez agregó que “es importan-
te que la FAO haya abordado este tema de la
pérdida de la tierra y el destino de ella para
otros usos, y que se logre dar un debate a nivel
del mundo en relación a las propuestas que se
están construyendo desde la FAO, sin embargo
como esta consulta es “voluntaria” no es un
Sandra Trafilaf es periodista chilena.
octubre 2010
Sandra Trafilaf
debate al que asistan todas las regiones, y ade-
más no permite dar directrices obligatorias a
los gobiernos, que se puedan traducir en leyes
para frenar este despojo de nuestro territorio
por parte de las transnacionales”.
Otro de los aspectos fundamentales que pone
en la palestra la dirigenta campesina es la ne-
cesidad de incorporar en la discusión los temas
de reforma agraria y la soberanía alimentaria.
Según lo manifestado por Francisca Rodríguez,
“no se hace una mirada en conjunto sobre lo
que está generando el modelo neoliberal y
cuáles son los intereses del capital y su efectos
para los campesinos, así como también sobre
el despojo de recursos naturales y la pérdida de
nuestro derecho a producir alimentos”.
Una de las grandes ausencias en dicho encuen-
tro fue la de los gobiernos, los cuales, en algu-
nos casos, no enviaron a sus ministros, siendo
reemplazados por funcionarios que no tienen
ningún poder de decisión, entre ellos llama la
atención de Francisca Rodríguez, la ausencia
del gobierno de Venezuela, y agrega: “piensan
que este problema no les afecta, porque este
país tiene una ley de Reforma Agraria, están
protegiendo las tierras y aparentemente tienen
todo resuelto, pero justamente son aquellos
países con gobiernos progresistas los que se en-
frentan cara a cara con el gran capital, con los
dueños de la tierra”.
La dirigenta de CLOC-VC, también resalta el
hecho de que existen países como Chile o Co- 7
lombia, a los que no les interesa debatir los
problemas de la agricultura campesina, o la
destrucción del medio ambiente, sus efectos
nocivos contra la nutrición de la humanidad o
la salud, porque sus políticas están orientadas
al lucro de los grandes empresarios, a generar
ganancias a costa de las y los campesinos.
 Sobre el tema, Francisca Rodríguez enfatiza:
“Aparecen programas de mucha inversión, nos
muestran una economía floreciente por la in-
versión extranjera, en ese aspecto, hay cierta
ingenuidad de los pueblos, y eso impide reac-
cionar a tiempo, frente al atropello de los de-
rechos humanos más elementales, como es el
derecho a la alimentación”.
La sociedad moderna, su organización y un
buen pertrecho comunicacional impiden tener
una mirada clara sobre el modo de operar del
capital, se ha puesto un cerco en relación a
los problemas que tienen los pueblos, el movi-
miento social ha sido atomizado y minado des-
de todos los frentes posibles, llegando incluso
a su aniquilamiento a través de los aparatos
represivos de los Estados.
Francisca Rodríguez es muy clara en afirmar
que hoy “existe una mirada parcializadora y
eso, es pérdida de identidad de los pueblos,
queremos asemejarnos a los europeos, incluso
llegamos a cambiar la arquitectura nacional, la
cultura dominante mide nuestro progreso como
país, en el avance del desarrollo del capital y
no sustentado en el desarrollo de sus pueblos,
lo que vale hoy día es la infraestructura, esta-
mos perdiendo todo, incluso perdemos dominio
sobre nuestra identidad lingüística”.
Los agronegocios
La dirigenta nos recuerda que antiguamente
se respetaban los ciclos de la naturaleza para
la producción de alimentos y este apego a la
tierra, y su identidad con ella, también posi-
bilitaba una identidad como pueblo, como co-
munidad. Hoy, el ordenamiento económico en
los distintos países, deteriora esta relación, y
existen muchos campesinos que se creen em-
8 presarios, las empresas campesinas florecen
como callampas, esto incide directamente en
cambiar sus demandas, y se pierde la visión co-
lectiva
La pérdida de identidad productiva, la pérdida
de las tierras, los desplazamientos de sus te-
rritorios de las comunidades indígenas, genera
un trastoque grande al interior de las familias
campesinas. En la actualidad, se destina el uso
de la tierra, de acuerdo a los intereses de los
agronegocios, llegando incluso a la irracional
lógica de producir alimentos para las máqui-
nas, mientras aumenta la desnutrición infantil
en el mundo.
Los agronegocios, para Francisca Rodríguez
son “un negocio floreciente, y en función de
eso, transgrediendo todas las reglas de la natu-
raleza y los derechos humanos, como es la ali-
mentación, el resguardo, la relación armoniosa
entre la gente y la naturaleza, ellos empiezan
a hacer un nuevo ordenamiento de los terri-
torios sin importar nada. Por ello surgen los
monocultivos, la necesidad de tener materias
primas, alimentar a las naciones que pueden
pagar un precio más elevado por la alimenta-
ción, y nosotros, los que no podemos pagar,
comemos toda la basura que resta, significa
además una subordinación del trabajo, esto
permite instalar sistemas de grandes empresas
agrícolas, mano de obra barata, trabajo tem-
poral, externalización del empleo y de los ser-
vicios, todo ello porque el campo genera más y
más ganancias”.
Mujeres, jóvenes y pueblos originarios
Una de las molestias que dejaron establecidos
los movimientos y organizaciones sociales, fue
tratar como “sectores más vulnerables” a las
mujeres, los jóvenes y los pueblos originarios.
Según Francisca Rodríguez, en el caso de las
mujeres, hay un concepto que instala la igle-
sia, el de una familia conservadora, aunque
el “dueño de casa” es también un subordina-
do del patrón, y en ese sentido, las mujeres
deben vivir una doble opresión: la cultural y
la económica, y hoy las mujeres son una im-
portante fuerza laboral en el campo, y no solo
eso, sino también son la fuerza de resistencia
más importante del continente, junto a los jó-
venes y los movimientos indígenas, “por tanto
la vulnerabilidad es del sistema, no de estos
sectores que se mantienen en resistencia en el
continente”.
Francisca Rodríguez agrega: “La propia expul-
pasa a la página 12
459
 Tierra y territorio desde la
cosmovisión del pueblo maya
El concepto de territorio se viene manejando
desde las diferentes épocas, comúnmente se
usaba el término terruño, pero alrededor de
los años 1690 apareció la palabra territorio
asociada al desempeño de las funciones epis-
copales. En el siglo XVIII Montesquieu y Rous-
seau lo definieron como “una extensión de tie-
rra donde habita una colectividad humana con
una autoridad definida”. Es en la revolución
francesa donde adquiere su profundo sentido
político, cuando las tropas francesas sedenta-
rias consagradas a la defensa interior del país,
es decir de su territorio, las que justamente
llevarán el nombre de “territorialidades”.
El concepto de territorio como espacio terres-
tre tiene una larga historia en el pensamiento
político, jurídico y administrativo occidental,
con la invasión europea a Abya Yala, se nos
trasladó el concepto, que por ende es parte
del pensamiento del invasor-dominador.
Para nosotros como pueblos indígenas, origi-
narios de estas tierras, el territorio es el espa-
cio que acoge y en cuyo seno se desarrolla la
vida social, la actividad económica, la organi-
zación política, el presente y el futuro de una
comunidad social. Es mucho más que una sim-
ple delimitación geográfica, el espacio hace
referencia a todo un tejido económico y social
que comprende un conjunto de personas, tie-
rra, culturas y actividades diversas.
Profundizando un poco más allá del pensa-
miento indígena, el territorio como sujeto im-
plica cambiar profundamente los paradigmas
de la sociedad y nosotros mismos, pasar de
dominadores y señores de la naturaleza a con-
siderarnos como parte de ella. Esta definición
se nutre del pensamiento de los pueblos, pero
no llega a expresar con propiedad el pensa-
octubre 2010
Juan Tiney
miento indígena, debido a que se les olvida
llegar a la idea paradigmática del ser sujeto,
reconocer permanentemente al territorio y a
la tierra como “Madre”, no tiene que alejarse
del lugar vivo, por eso es fundamental pregun-
tarse ¿de dónde vienen el agua, los alimentos,
la energía que nos nutren y consumimos? ¿A
dónde van nuestros desechos? ¿Quiénes y de
dónde somos? Por eso afirmamos, que la na-
turaleza mantiene una relación con las socie-
dades humanas, cosa que no ocurre en aque-
llas sociedades que han roto su relación con
la tierra. Los pueblos saben reconocer lo que
puede o no hacerse, reconocen los riesgos y
los cambios. A la Madre Tierra y el territorio
se les rinde culto y homenaje, se mantienen
una serie de restricciones, prohibiciones que
responden al conocimiento de los ciclos natu-
rales de otras especies y a la compresión de
las leyes humanas.
Para los hermanos y hermanas de la Amazonía
afectados por la industria petrolera, la tierra
como sujeto y en derecho propio se le ejercita
culto y homenaje (ceremonias) y prohibicio-
nes que aplican restricciones y normas para
respetar y proteger sus derechos de existencia
y se resume en tres leyes naturales fundamen-
tales: Pertenecemos a la tierra, todo se rela-
ciona con todo y todos los seres de la natura-
leza están investidos de energía.
De esta manera los pueblos indígenas conce- 9
bimos el territorio como un referente espacial
de la identidad colectiva. El territorio tiene
dimensiones históricas, culturales, económi-
cas y políticas. Como espacio histórico, sim-
boliza las relaciones afectivas con el pasado
ancestral y también con el espacio vivido, en
donde se han plasmado las huellas que dejan
las relaciones entre los miembros de la comu-
 nidad. En su dimensión cultural, el territorio
se constituye en el principal referente simbó-
lico de la relación con la madre naturaleza,
a la vez es memoria colectiva que permite y
ha permitido la reproducción cultural de los
pueblos indígenas. En su dimensión económi-
ca es un espacio de apropiación, constituye
la fuente de bienes y recursos para benefi-
cio individual o colectivo, sujeto a diferentes
formas de ocupación, producción y transfor-
mación. En su dimensión política el territorio
indígena constituye un espacio de ejercicio de
las relaciones de poder, movilización social y
reivindicación étnica.
La historia de larga duración de construcción
social de los territorios indígenas, convier-
te dichos espacios en patrimonio colectivos,
en donde se encuentran los bienes, saberes,
organizaciones y relaciones (tierra, bosques,
fuentes de agua, lugares sagrados, conoci-
mientos, gobiernos) que conforman parte fun-
damental de los medios de vida y cuyo uso se
va heredando a las generaciones futuras.
Desde la cosmovisión Maya, los seres humanos
somos un elemento más de la naturaleza. De
la forma en que convivimos con nuestro en-
torno natural depende nuestra continuidad
como pueblo, comunidad y familia. De ahí la
importancia de la defensa de la Madre Tierra
y el territorio.
La confrontación o la guerra declarada por las
empresas extractivas, con la complacencia de
las instituciones del Estado y sus funcionarios,
para los pueblos indígenas significa entrar en
la oscuridad, donde experimentan sufrimien-
tos, tensiones, divisiones, enfermedades,
más pobreza y muerte. Sin embargo existe la
capacidad de ver más allá, las mismas comu-
10 nidades expresan “esta oscuridad está desper-
tando nuestra conciencia, nuestra mente y el
corazón de hombres y mujeres que estamos en
lucha”. Las comunidades entran en reflexión
y análisis, revisan su historia, su actuar y com-
portamiento como comunidad y con la Madre
naturaleza.
“Las empresas botan los árboles y excavan la
tierra, dañan toda la estructura de la natura-
leza. Es la acción humana la que está destru-
yendo la riqueza de la vida de la madre tierra,
no es la voluntad de Dios, sino de una empresa
minera y de sus grandes capitales”. Así se ex-
presan las mujeres Mayas Kakchikeles de San
Juan Sacatepequez, Guatemala, afectadas
por la empresa de cementos Progreso.
Mientras un joven de la misma comunidad ex-
presa “ahora la situación está muy difícil con
la venida de la cementera ya que nos ocasiona
varios problemas, terminaron con los bosques
y por eso escasea el agua”. Los empresarios,
los medios de comunicación masiva y las au-
toridades estatales podrán tener sus propias
explicaciones e interpretaciones, pero la mo-
vilización de las comunidades se asienta sobre
el conocimiento de los hechos y su significado
analizado y comprendido por las y los líderes
y lideresas de las comunidades.
La identidad como pueblo maya esta íntima-
mente relacionada con el territorio, cuando
perdemos nuestra cosmovisión también nos
perdemos nosotros. Cambia nuestro modo de
pensar, sentir, hacer y explicar las cosas. Los
símbolos juegan un papel importante en nues-
tra vida. La lucha no solo es de ideas y aná-
lisis, sino también de creencias y las formas
propias de organización.
La Madre naturaleza nos enseña que no hay
superioridad ni inferioridad. Para que haya
vida ¿es más importante el fuego, el agua, la
tierra o el aire? Ninguno es más importante,
todos son importantes porque cada uno de
ellos forma parte de la vida. No hay mejor o
superior, todos son importantes y valen igual.
La misma naturaleza como el movimiento del
sol, la luna y las estrellas, nos enseñan, pero
cuando no estamos conectados con la Madre
naturaleza no vemos ni entendemos nada.
Todos somos complementarios para lograr el
equilibrio. Cada expresión de vida tiene su
espacio sagrado. La complementariedad para
el equilibrio es un espacio del pensamiento
maya. Cuando se pierde la noción o la norma
de la complementariedad se rompe el equili-
459
brio, la sensatez, la moderación y la sabiduría.
Las personas somos hermanos menores de las
plantas y los animales. La hormiga puede
ser pequeña pero fue creada antes que noso-
tros como seres humanos. En el pensamien-
to de las y los abuelos recopilados en el Pop
Wuj primero aparecieron los bejucos, plantas
y árboles, luego los animales y solo después
aparecen las parejas humanas. Antes que el
ser humano alcance su forma como hoy, hubo
tres ensayos anteriores. De este relato se
comprende que el ser humano es el hermano
menor de los animales, de aquí que debemos
admirarlos, respetarlos y convivir con ellos.
El caso de Guatemala
En la relación ente las personas-familias-co-
munidad y Madre naturaleza hay una agresión
o violencia, porque se quiere producir más y
de manera intensiva, no solo para comer, sino
para generar ganancias, la Madre naturaleza
se cansa y se envenena. Lo importante es que
las comunidades, a partir estas luchas han lle-
gado a reflexionar y entender que la madre
tierra se esta empobreciendo, no necesita de
abono y venenos químicos, necesita recuperar
sus nutrientes para seguir dando vida a los se-
res vivos.
Esta concepción de la vida, la relación de la per-
sona humana con la madre naturaleza, ha hecho
que los pueblos indígenas mayas de Guatemala
tengan una relación profunda con la madre tie-
rra, el territorio y la madre naturaleza.
Esta forma de vida es la que esta siendo agre-
dida por las empresas nacionales y transna-
cionales, explotadoras de bienes naturales,
principalmente del petróleo y los minerales.
Necesitaron de un cese al conflicto armado
interno para propiciar un clima favorable de
inversiones.
El gobierno de Álvaro Arzú, en 1996, parale-
lamente a la firma de los “Acuerdos de Paz
Firme Duradera” con la URNG aprobó refor-
mas a la ley de Minería, en la cual se redujo
el porcentaje de las regalías al Estado, del 6%
octubre 2010
al 1%. De esta manera se propició las inver-
siones extranjeras y locales en la industria de
extracción minera dictadas por las políticas
económicas neoliberales.
Los negocios petroleros, mineros e hidroeléc-
tricas han sido respaldados totalmente por los
últimos 4 gobiernos, incluido el actual, quie-
nes han mostrado su apego a los intereses nor-
teamericanos, por lo tanto se ha convertido
en el respaldo legal, económico y político de
los empresarios.
La intervención norteamericana en la indus-
tria extractiva e hidroeléctrica en Guatema-
la viene desde el periodo de la contrarrevo-
lución de 1954, desde ese entonces, la élite
económica, política y militar del país ha sido
la aliada natural de las empresas transnacio-
nales.
Los territorios ricos en recursos naturales en
Guatemala están habitados por las comunida-
des de los pueblos indígenas mayas. El conve-
nio 169 y la declaración de la ONU sobre los
derechos de los Pueblos Indígenas, obligan al
Estado guatemalteco a consultar a los pueblos
indígenas en aquellas medidas políticas o ad-
ministrativas que adopte y que puedan afectar
a dichos pueblos. El Estado ha hecho caso omi-
so a estos convenios.
El gobierno de Guatemala tampoco ha imple-
mentado aquellos artículos de la ley de mi-
nería decreto 48-97, que establece las causas
para suspender la actividad minera cuando
afecta la vida de las personas o sus bienes,
artículo 51.
La Comisión Interamericana de Derechos Hu-
manos ha ordenado al Estado de Guatemala,
el cierre de la empresa MARLEN que opera en 11
San Miguel Ixtahuacan y Sipakapa, San Marcos,
por los daños causados a los pueblos mam y
sipakapense, así como a la naturaleza, el go-
bierno ha salido a defender directa y abierta-
mente a las empresas, con tal de no cumplir
con la resolución de la CIDH.
Recientemente amplió el margen de opera-
 ciones de la empresa petrolera PERENCO de
capital francés, en clara violación a las leyes
de áreas protegidas, porque se ubica en La-
guna del Tigre, Peten. Paralelamente ordena
el desalojo de 37 comunidades que viven en
el área, mientras ubica unos 6 destacamen-
tos militares, supuestamente para combatir
el narcotráfico, sin embargo la intención es
clara, dar seguridad a la empresa PERENCO y
desalojar las comunidades de la región.
La no aplicación de la normativa nacional e
internacional en el ejercicio de los Derechos
Humanos colectivos e individuales de los pue-
blos indígenas, está generando movilizaciones
sociales en contra de las empresas mineras,
Una demanda...
viene de la página 8
sión de las familias campesinas de sus territo-
rios y de los pueblos indígenas, la erradicación
de la gente de la tierra, los que han quedado
con poca tierra, se sustentan en base al trabajo
de las mujeres; las mujeres van cíclicamente
entre el trabajo de la tierra y los huertos que
sustentan la agroindustria, ellas entran y salen
del trabajo, en esto está la crianza de sus ani-
males, hay un trabajo duro, queda de manifies-
to que ellas son garantes de la alimentación de
los pueblos, hoy tenemos una mujer más exi-
gida sobre su rol de mantener la familia, sin
descuidar el otro rol asignado culturalmente”.
Otro de los puntos que la dirigenta pone de re-
lieve, es el arrasamiento de los territorios para
hacer avanzar el cultivo de transgénicos y la
criminalización de los indígenas. “Tenemos co-
12 munidades en resistencia protegiendo sus te-
rritorios de las transnacionales y son presenta-
dos frente a la comunidad internacional como
“terroristas”. En Chile sin ir más lejos, 34
prisioneros políticos mapuche llevan adelante
una huelga de hambre de más de 75 días, exi-
giendo justicia en sus dobles procesamientos y
testimonios de falsas pruebas, demandando la
libertad y apelando que solo protegían sus tie-
petroleras, hidroeléctricas y el Estado guate-
malteco. Se han realizado más de 40 consul-
tas populares, principalmente en territorios
mam, sipakapense, quiché y todas han coin-
cidido en decir no a las empresas extractivas.
El atropello del capital globalizado a nivel lo-
cal y en territorio de pueblos mayas está inci-
diendo en la construcción de un movimiento
social de base comunitaria y territorial de ca-
rácter antineoliberal, un movimiento confor-
mado por un sujeto social colectivo en Gua-
temala.
Juan Tiney es dirigente de la Coordinadora
Nacional Indígena y Campesina (CONIC)
rras al momento de ser detenidos, y paralelo
a ello, vemos cómo este país se transforma en
una potencia agroforestal y existen semilleros
transgénicos que la población no sabe ni siquie-
ra dónde se encuentran, porque se ha puesto
un manto de oscuridad al tema”.
Francisca Rodríguez finalmente, expresa que en
“la resistencia y lucha de los pueblos en cada
uno de los países, incluidos los amigables, es
alentador construir espacios nuevos de unidad.
No es fácil, pese a que la soberanía alimentaria
nos acerca más, podemos vernos como aliados,
logramos tener esa misma concepción de uni-
dad frente a la lucha, pero por otro lado, se ve
debilitada por el avance de los agronegocios,
estamos en un momento en que está desestruc-
turada la vía campesina, pero también la vía
indígena”.
Hoy el acaparamiento de tierras pareciera no
ser un tema prioritario en las discusiones inter-
nacionales, a la fecha no existe claridad sobre
cuánta tierra está en manos de las transnacio-
nales, de filántropos, o sociedades anónimas, y
cuál es la pérdida de soberanía que esto impli-
ca para cada gobierno. Lo único claro es que el
movimiento campesino, junto a los pueblos ori-
ginarios, han presentado una propuesta y dan
grandes pasos en América Latina, en pos de la
unidad en la acción y la resistencia.
459
 La agricultura campesina
puede enfriar el planeta
Hay una crisis climática que nos afecta a todos,
pero que está golpeando especialmente a los
pueblos del campo. Ya casi no es posible pre-
decir las lluvias, llueve cuando no corresponde,
pasamos fácilmente de inundaciones a sequías,
sufrimos de olas de calor o frío extremo, hay
tormentas de viento que antes no se daban, el
granizo es más frecuente, el agua está cada vez
más escasa, etc. Esto es lo que llaman “cam-
bio climático” o “calentamiento global”. Y su
efecto es que cada vez mayor, haciendo más
difícil vivir y producir en el campo. Si esta con-
taminación sigue el clima estará tan alterado
que la vida de todos se hará realmente difícil.
Esta crisis o cambio climático se debe a que el
aire está contaminado con una serie de gases
a los que se les llama “gases invernadero” y
que se producen por utilizar petróleo o gaso-
lina, quemar los bosques, destruir los suelos,
acumular basuras, criar animales en grandes
granjas industriales, etc. Los países del mundo
se comprometieron a reducir la contaminación,
pero han hecho poco o nada. En diciembre de
2009 los compromisos debían ser renovados en
una reunión de los gobiernos llevada a cabo en
Copenhague, pero salieron de allí sin compro-
meterse a nada. Por ello, el presidente Evo Mo-
rales llamó a una Cumbre de los Pueblos sobre
Cambio Climático y los Derechos de la Madre
Tierra. Miles de asistentes provenientes prin-
cipalmente de organizaciones populares discu-
tieron sobre las verdaderas causas del cambio
climático y propusieron soluciones reales. En
diciembre de este año (2010) los gobiernos se
reunirán nuevamente en Cancún, México. Di-
versos movimientos sociales, incluidas la CLOC
GRAIN es una organización no gubernamental
que promueve el manejo y uso sustentable
de la biodiversidad agrícola con sede en
Barcelona, España. http://www.grain.org
octubre 2010
GRAIN
y la Vía Campesina, se preparan para realizar
manifestaciones populares para exigir que los
gobiernos ataquen las verdaderas causas de los
problemas del clima y pongan en marcha solu-
ciones reales.
¿Cuáles son las verdaderas causas de la crisis
climática? La Cumbre de los Pueblos concluyó
que es el capitalismo, debido a las formas de
producción y consumo que promueve y a que
pone las ganancias por sobre el bienestar de las
personas y de la Madre Tierra en general. La
Vía Campesina viene diciendo lo mismo desde
el año 2007. También ha dicho que el siste-
ma agrícola-alimentario industrial y el modelo
agroexportador que se impone en el mundo
es una grave causa de la contaminación que
cambia el clima. La Vía Campesina también ha
dicho claramente que las campesinas y cam-
pesinos del mundo están enfriando el planeta.
El año 2009 GRAIN hizo un estudio para deter-
minar cuánta contaminación producía la gran
agricultura y cuánto podían enfriar el planeta
las y los campesinos del mundo. Los resultados
confirman con creces lo dicho por la Vía Cam-
pesina.
El uso de fertilizantes, pesticidas, maquinarias
y la destrucción de los suelos provocan algo
más de la décima parte de los gases invernade-
ro. Una de las principales causas de la destruc-
ción de los suelos es que ya no se devuelve la
materia orgánica al suelo. 13
La producción animal en grandes granjas y con-
centraciones es otra gran fuente de contami-
nación: muchos autores dicen que cerca de la
quinta parte de los gases invernadero provienen
de allí. Esto se debe a que las grandes granjas de
crianza producen miles de toneladas de guano y
orina que no pueden devolverse al suelo por ser
 demasiada cantidad. Al acumularse en grandes
concentraciones producen toneladas de meta-
no, uno de los gases más contaminantes.
Otra fuente de metano son las vacas que co-
men en exceso o comen muy poco. En las gran-
jas industriales las vacas comen a destajo y, en
la medida que las familias campesinas tienen
menos tierra, sus vacas comen cada vez más
mal. Los procesos simultáneos de concentra-
ción de la producción animal y la pérdida de
tierras por parte de campesinos, pastores y
pueblos indígenas provocan entonces calenta-
miento global.
La deforestación es otra gran fuente de conta-
minación. La destrucción de los bosques y de los
suelos que antes protegían los bosques provoca
también casi un quinto de los gases que conta-
minan y alteran el clima. La mayor causa de de-
forestación actualmente es la expansión de las
grandes plantaciones forestales para producir
celulosa, las plantaciones de caña de azúcar y
palma aceitera para agrocombustibles y la ex-
pansión de los monocultivos de soja para alimen-
tar los animales criados en las grandes granjas.
La contaminación sigue adelante con el proce-
samiento, comercialización y exportación e im-
portación de alimentos. Alrededor de un tercio
de todo el transporte terrestre es para llevar
alimentos de un extremo del mundo al otro.
El procesamiento industrial de alimentos, los
envases y la refrigeración en el transporte, en
los supermercados y en la casa producen más
de un sexto de todos los gases con efectos so-
bre el clima. Y todo ello no le agrega nada a
la calidad de nuestra alimentación. Por el con-
trario, el procesamiento industrial nos llena de
conservantes, saborizantes, antioxidantes y co-
lorantes que son una amenaza seria a nuestra
14 salud y especialmente a la de los niños. Este es
un sistema que, por ejemplo, hace que coma-
mos carne y frutas que pueden tener más de un
año de antigüedad.
Por último, los grandes depósitos de basuras
-que aumentan mientras más alimentos enva-
sados compremos- producen cerca del 5% de
todos los gases invernadero.
Si sumamos todas estas fuentes de gases conta-
minantes, nos encontramos con que al menos
la mitad de los gases invernadero provienen
del sistema de producción agrícola y alimen-
tario industrial.
Las alternativas
¿De qué forma la agricultura campesina puede
enfriar el planeta? Si la agricultura campesina
volviese a ser la agricultura predominante en el
mundo, una primera forma de enfriar el planeta
sería devolviendo la materia orgánica al suelo.
Nada más haciendo eso, la contaminación con
gases invernadero se reduciría en al menos un
tercio. Con ello además mejorarían los suelos
y además los fertilizantes serían innecesarios,
porque la materia orgánica que hoy se pierde
tiene más nutrientes que todos los fertilizantes
que actualmente se consumen.
Una segunda forma de enfriar el planeta sería
recuperando todas las prácticas campesinas
para hacer una agricultura sin pesticidas, fun-
gicidas o herbicidas
Una tercera forma de reducir la contaminación
es desconcentrando la producción animal. Si se
apoyara nuevamente la producción integrada y
en pequeña escala de cultivos y animales, los
animales no producirían montañas contaminan-
tes de guano, sino el guano necesario para fer-
tilizar el suelo. Tampoco necesitarían transpor-
tar alimentos para los animales de un extremo
del mundo al otro.
Fomentar los mercados locales y más pequeños
sería otra manera muy importante de enfriar el
planeta. Con ello, comeríamos alimentos más
frescos, necesitaríamos menos refrigeración y
no se gastaría cantidades absurdas de petróleo
en llevarlos al otro lado del mundo. Otro cambio
importante es que los mercados locales nos per-
mitirían deshacernos de tanto envoltorio y en-
vase plástico y de procesamientos innecesarios.
Por último, eliminar las plantaciones, proteger
e incluso recuperar los bosques sería otro apor-
te extremadamente importante al enfriamien-
to del planeta.
459
América Latina
La lucha de la agroecología
contra los transgénicos y
los plaguicidas
Los monocultivos se han expandido por toda
América Latina: la soja y los árboles exóticos
en el Cono Sur, la palma aceitera en Ecuador,
el cacao, la piña y los cultivos de banano en
Mesoamérica. Dado que los monocultivos son
insustentables desde su misma base al no po-
der recrear las condiciones mínimas que le
permitan su sustento, requieren de la aplica-
ción permanente de plaguicidas y fertilizan-
tes. Cada año se requieren más cantidades de
estas sustancias para mantener la productivi-
dad, claro está, a costa de la exclusión de los
productores y a la contaminación del ambien-
te, seres humanos incluidos.
Si sumamos todo esto, nos encontramos con
que la agricultura campesina e indígena po-
drían reducir los gases invernadero en hasta
un 75%. Con ello, sería posible exigir a los otros
sectores productivos que eliminen la contami-
nación restante e incluso se comience a limpiar
la atmósfera de los contaminantes que se han
ido acumulando. El planeta, efectivamente,
podría ser enfriado.
Pero para que la agricultura campesina e indí-
gena pueda hacer su gran aporte se necesitan
otras condiciones. Se necesita, por sobre todo,
que la tierra esté en manos de los pueblos cam-
pesinos e indígenas. Por lo mismo, la Reforma
Agraria y la restauración de los territorios in-
dígenas se hace hoy más urgente que nunca,
como una forma fundamental de asegurar el
octubre 2010
Javier Souza Casadinho
Los monocultivos no posibilitan una adecuada
nutrición del suelo dado que impiden la con-
tinuidad de una serie de procesos y flujos que
ocurren en su interior y que aseguran su fer-
tilidad y brindan una serie de características
como la capacidad de infiltración y la reten-
ción del agua. Los monocultivos extraen gran-
des cantidades de nutrientes aportando muy
poca materia orgánica al suelo, entonces los
hongos y bacterias responsables de la fertili-
dad no obtienen alimento y condiciones ade-
cuadas de reproducción. ¿Qué hace la agricul-
tura moderna en estos casos? Aporta grandes
cantidades de fertilizantes sintéticos, abonos
futuro de la humanidad y de la Madre Tierra.
Necesitamos formas de investigación, apoyo
técnico y crediticio que no amarre a las fami-
lias del campo a los agrotóxicos ni a los gran-
des poderes comercializadores o exportadores.
Necesitamos el fin de los tratados de libre co-
mercio para que la agricultura pueda cumplir
su papel social fundamental de alimentarnos
sanamente. Necesitamos terminar con las po- 15
líticas que atentan contra las y los pequeños
productores y que dejan a las y los jóvenes sin
posibilidades de vivir de la agricultura. En otras
palabras, necesitamos soberanía alimentaria y
comunidades indígenas y campesinas que pue-
dan vivir dignamente de su insustituible traba-
jo de alimentar a la humanidad.
 químicos que solo brindan nutrientes especí-
ficos sin alimentar ni al suelo, ni a la plan-
ta. Estos abonos son parte del problema dado
que, por un lado, perturban a los organismos
del suelo y, por otro, afectan sensiblemente
a las plantas predisponiéndolas al ataque de
los insectos.
Una situación similar se da con los plaguici-
das, la ausencia de diversidad biológica impo-
sibilita que insectos benéficos, predadores y
parásitos, hallen plantas que le suministren
alimento y lugares de apareamiento y cobijo.
Estos insectos, nuestros aliados en el mane-
jo ecológico, también ven afectada su vida
cuando se aplican plaguicidas. Por el lado de
las plantas silvestres, la situación es análo-
ga, el monocultivo y la utilización creciente
de herbicidas han permitido la supervivencia
y ocupación de un mayor espacio de plantas
silvestres altamente competitivas de los culti-
vos, en este caso la receta para combatirlas es
tan reiterativa como ineficaz, se utilizan cada
vez más cantidades de herbicidas reforzando
la dependencia.
Círculo vicioso
El uso creciente de plaguicidas y fertilizantes
químicos ha determinado un círculo vicioso en
el cual los productores quedan presos y son
víctimas de un sistema que los excluye y con-
tamina. Los plaguicidas y fertilizantes afec-
tan a los insectos benéficos, a los hongos y las
bacterias del suelo pero fundamentalmente a
los seres más vulnerables de los agroecosiste-
mas; nosotros los seres humanos. Los plagui-
cidas son capaces de producir enfermedades
a corto y largo plazo. Inmediatamente de la
aplicación de los plaguicidas pueden aparecer
disturbios en la salud como el dolor de cabe-
16 za, problemas gástricos y somnolencia, pero
lo peor puede aparecer años después: enfer-
medades como el cáncer, las disrupciones en-
docrinas, el mal de Parkinson pueden emerger
luego de 10 a 15 años del contacto.
Ahora bien, ¿quiénes son los afectados? Todos
aquellos quienes estamos en contacto: los
productores y sus familias, los trabajadores
y sus familias, los habitantes de zonas rura-
les y periurbanos perturbados por las asper-
siones aéreas. En su búsqueda incesante por
incrementar artificialmente la productividad,
los empresarios de la actividad, que no son
productores rurales, echan mano a cualquier
alternativa que les posibilite mantener la ren-
tabilidad aún a costa de contaminar bienes
comunes naturales, de intoxicar personas y
excluir cada vez más a los verdaderos produc-
tores agrícolas.
La opción agroecológica
Ahora bien, frente a este panorama existe
otra forma no solo de producir sino de vin-
cularnos de diferente manera entre los seres
humanos y con la naturaleza: la agroecología,
entendida como una forma de producir en ar-
monía con la naturaleza y con nosotros mis-
mos. Si bien la agroecología reconoce varias
vertientes que van desde la agricultura biodi-
námica, la agricultura natural hasta la agricul-
tura orgánica, la permacultura y la agricultu-
ra indígena y campesina, en todos los casos
se deben poner en práctica dos principios
fundamentales: la nutrición adecuada de los
suelos y la biodiversidad que juntos posibilitan
el desarrollo de un tercer principio, el manejo
ecológico de insectos y enfermedades.
La biodiversidad, entendida como el conjunto
de seres vivos que comparten un espacio y en
el cual se dan relaciones de diversa índole –
competencia, comensalismo, simbiosis- es el
principio que asegura las condiciones de vida
en equilibrio de todos los organismos. Todos
poseen alimento y cobijo pero también preda-
doras y parásitos que aseguran que ninguno se
convierta en plaga.
La biodiversidad implica arreglos espaciales
en el predio para que puedan coexistir ár-
boles, arbustos, plantas herbáceas, pájaros,
insectos, animales de cría y nosotros los seres
humanos. Las plantas pueden ser silvestres
y cultivadas, anuales y perennes para consu-
mo humano o animal. Los arreglos incluyen los
policultivos, los cultivos de cobertura, las su-
cesiones, las asociaciones, los estanques, los
459
huertos familiares biodiversos. Lo importante
es que a la diversidad biológica se asocie la
diversidad cultural. Heredera de saberes y de
luchas, para mantener la diversidad no solo
en las plantas sino en nuestros saberes, la di-
versidad cultural ha permitido la recreación
y enriquecimiento de la diversidad biológica.
El mejoramiento de las especies realizado por
miles de campesinas e indígenas ha permiti-
do que lleguen a nuestra mesa variedades de
plantas y que aún hoy subsistan sistemas de
cultivos respetuosos y favorecedores de ciclos
y flujos naturales.
En la agroecología el suelo no es un sostén de
las plantas, es un organismo vivo en sí mis-
mo, un organismo formado por insectos, lom-
brices, bacterias, hongos y hasta mamíferos
a partir de cuyas relaciones más los aportes
de materia orgánica realizados por las plan-
tas determinarán la verdadera riqueza del
agroecosistema. Un suelo sano y rico en ali-
mentos originara plantas sanas capaces de ha-
cer frente a las ocasionales plagas.
En cada comunidad, cada productor recrea-
rá su propio agroecosistema a partir de la
disponibilidad de sus bienes naturales, de la
cantidad de trabajo familiar, de sus valores y
costumbres, de las políticas imperantes y de
su cosmovisión. Cada uno tratará de llevar
adelante sistemas armoniosos, productivos, y
sustentables. Capaces de hacer frente a oca-
sionales problemas que puedan surgir como
el tan renombrado cambio climático, esto es
sistemas resilientes, sistemas capaces de so-
breponerse a las adversidades.
Pero la agroecología es mucho más que un
sistema productivo, es una forma de vida, no
puede haber sistema agroecológico si no se
respetan las condiciones de vida de los agricul-
tores familiares. Si no se respetan derechos
octubre 2010
como el del acceso al agua, a la tierra propia,
al usufructo del aire limpio. No puede haber
agroecología cuando los derechos se vulneran,
cuando se impide el acceso a la tierra, cuan-
do se contamina el agua - por ejemplo con la
minería – o cuando se persigue o encarcela a
los campesinos por sus luchas contra las fumi-
gaciones aéreas.
La agroecología también implica la participa-
ción y organización de los productores/as, or-
ganización para la gestión cotidiana, para pla-
nificar acciones de conjunto, por ejemplo, en
la obtención de agua, para comprar insumos o
para vender juntos los productos, obteniendo
mejores precios y condiciones de pago.
Organizarse para presionar por la
instauración de políticas públicas
El desarrollo de la agroecología también re-
quiere de políticas públicas, de verdaderas
políticas no de “parches” que puedan acompa-
ñar y potenciar las acciones particulares. Polí-
ticas de tierras que aseguren un acceso justo y
estable a la tierra propia, políticas tecnológi-
cas que favorezcan la recreación, desarrollo,
evaluación de tecnologías apropiadas no solo
al clima y suelo sino a cada tipo de productor.
Políticas de mercado que aseguren el acceso
en condiciones justas, precios adecuados a
los consumidores y rentables para los produc-
tores. Políticas sobre los bienes ambientales
que aseguren su preservación, políticas sobre
semillas que aseguren el intercambio y eviten
el patentamiento y la proliferación de organis-
mos transgénicos.
La agroecología es mucho más que un modo de
producción, es la vida misma.
Javier Souza Casadinho es coordinador 17
regional de la Red de Acción en Plaguicidas y
sus Alternativas en América Latina
 Desafíos para el campesinado
como sujeto social
Horacio Martins de Carvalho
El largo despertar campesino
La dinámica de la expansión capitalista en las
formaciones económicas y sociales del mundo
moderno tiene como característica la domina-
ción, la desagregación y la exclusión de cual-
quier otro modo o forma de producción que no
sea la capitalista. La tendencia de esa expan-
sión es la imposición directa e indirecta de la
homogeneización de la lógica de producción
capitalista en todas las actividades económi-
cas existentes y a ser constituidas. Al límite,
el capitalismo sólo convive con otras formas
de producción en tanto que éstas le sean fun-
cionales y subalternas.
La racionalidad económica capitalista es la
base de la concepción burguesa del mundo,
cuyos valores centrales son la explotación
de la fuerza del trabajo asalariado, la com-
petencia sin límites, la concentración y la
centralización de la riqueza y de la renta, el
individualismo, la subordinación y explotación
de todas las demás formas de producción, la
discriminación de género, social y étnica, la
apropiación privada y el uso indiscriminado de
las tierras rurales y de los recursos naturales
que existen en ellas, y, en fin, y no menos im-
portante, la transformación gradual de todos
los pueblos en meros consumidores de mer-
cancías y servicios concebidos, producidos y
distribuidos por las grandes empresas transna-
18 cionales, hegemónicas en todo el planeta.
Los campesinos en su amplia diversidad, los
pueblos originarios, los quilombolas, los ga-
Horacio Martins de Carvalho, ingeniero
agrónomo brasileño, es asesor de movimientos
y organizaciones sociales populares en el
campo.
rífunas, los pescadores artesanales y los ar-
tesanos rurales, entre tantos otros, han sido
considerados por la concepción del mundo
capitalista como pueblos sin destino, por con-
siderar que tienen sus días contados, con sus
historias truncadas por el progreso y la moder-
nidad burguesa instituidos por la capacidad ili-
mitada de innovación, producción y desperdi-
cio de las empresas capitalistas. Esos pueblos,
cuyos modos de producir no son capitalistas,
enfrentan cotidianamente un dilema que les
es impuesto: o se someten a la lógica burgue-
sa transformándose en pequeños empresarios
burgueses o se proletarizan ampliando aún
más el vasto ejército de reserva de fuerza de
trabajo para las empresas capitalistas.
Sin embargo, los campesinos y los pueblos ori-
ginarios (entre otros) han dicho no a la concep-
ción y práctica capitalista del que-hacer en el
mundo y al vaticinio que les ha sido impuesto
sobre el fin de las formas de vivir y de produ-
cir de todos aquellos que no aceptan la lógica
del capital. Ellos tienen consciencia -los cam-
pesinos y pueblos originarios- del poder, de la
violencia y de la absoluta indiferencia de las
empresas, gobiernos y agencias multilaterales
capitalistas en relación con las otras formas
de vivir y deber ser de los pueblos. Y desde
décadas atrás –y quizás siglos- han resistido
étnica y socialmente a la arbitrariedad y a la
violencia de los capitalistas, redescubriendo
una nueva aurora del renacer de los pueblos,
donde esa resistencia social que otrora sólo
reposaba en la afirmación de sus identidades
sociales y étnicas como derechos humanos,
viene ahora a rechazar el propio modo de pro-
ducción capitalista y su concepción de mundo.
Niegan los valores burgueses para construir, a
partir de sus propios proyectos como campe-
sinos y pueblos originarios, los rumbos estra-
459
tégicos de sus utopías como sujetos sociales.
Los numerosos y diversos pueblos originarios
de América Latina han afirmado sus autono-
mías de carácter político, cultural y territorial
como pueblos, sea en el ámbito de los Estados
Plurinacionales Comunitarios, sea en sus prác-
ticas sociales en los territorios que controlan
y dirigen. Sin embargo, en tanto campesinos
-pertenecientes a los pueblos originarios o a
aquellos que se constituyeron en el transcurrir
de la historia tras la invasión española y portu-
guesa a las tierras latinoamericanas- todavía
encuentran dificultades para afirmarse como
campesinos, como productores rurales que
adoptan otras formas de producir y de vivir y
que tiene como razón de ser no el lucro sino la
renta agrícola para garantizar y mejorar la re-
producción social de la familia; que rechazan
el trabajo asalariado y cuya familia campesina
se constituye como trabajador directo colec-
tivo y usufructuario de la renta que obtiene
como producto de su propio trabajo.
El modo de vivir y de ser campesino niega la
lógica capitalista porque tiene su propia racio-
nalidad: la especificidad campesina, concep-
ción y praxis social que la ideología y la política
capitalista insisten en negar. Los ideólogos del
capital sólo conciben el mundo de la produc-
ción donde esté presente el lucro, la relación
social salarial, la explotación del trabajo, la
creación simultánea de riqueza para pocos y
extrema pobreza para la mayoría. El modo de
ser y de vivir de los campesinos, sin dejar de
usufructuar aquellas “modernidades” que sus
saberes consideran como pertinentes, sabe dis-
cernir entre el usufructo privado, individualiza-
do y mezquino de las innovaciones burguesas y
aquellas exigencias de un proceso civilizatorio
donde los intereses sociales, étnicos, de género
y ambientales estén en primer plano.
En ese contexto histórico, el desafío más com-
plejo de los campesinos es el de afirmar su
especificidad, su modo campesino de ser y de
vivir, que es totalmente distinto a aquel im-
puesto por la concepción del mundo capitalis-
ta. La ideología dominante desea uniformizar,
bajo su hegemonía, las distintas concepciones
octubre 2010
existentes del mundo. Por tanto impide, ridi-
culiza y menosprecia todas las acciones que
sean coherentes con otras visiones del ser y
del deber ser que diverjan del mundo regido
por el lucro y por la ganancia.
La superación de la subalternidad
Los campesinos, en su praxis social, al afirmar
su propia especificidad están directamente
negando la lógica del capital que tiene en el
lucro el único sentido de ser. Y teniendo como
centralidad la reproducción social de la fami-
lia, los campesinos desarrollan hábitos de con-
sumo y de producción donde la familia es la
administradora de su unidad de producción, la
trabajadora directa y aquella que usufructúa
los productos de su trabajo, sin establecer así
relaciones sociales salariales; viven otra con-
cepción del mundo, muy distinta de aquella
que es determinada por las relaciones sociales
de producción capitalista. Y eso es intolera-
ble para las clases dominantes burguesas.
En la especificidad campesina no está presen-
te el proceso de explotación del trabajador,
sino un proceso de cooperación no sólo entre
miembros de una familia, sino entre familias,
bajo las distintas formas de ayuda mutua. Y
aunque haya excedentes en esos procesos de
producción ellos tienden a ser aprovechados
por los propios trabajadores directos.
En las relaciones comerciales entre los cam-
pesinos y las empresas capitalistas hay tras-
paso de renta agrícola hacia los capitalistas
en un proceso de explotación de los producto-
res directos. Pero no solamente ahí. Cuánto
más integrados están los campesinos con los
valores y las prácticas capitalistas, sea por la
adopción del modelo de producción y tecnoló-
gico dominante (especialización de la produc- 19
ción, insumos de origen industrial, etc.), sea
por el arrendamiento de parte de sus tierras o
por los contratos de producción firmados con
las empresas capitalistas, mayor y más inten-
sa se vuelve la subalternidad campesina ante
los capitalistas. Y, además, cuando se inclinan
por la agroindustrialización campesina en per-
juicio de sus productos, y se hacen presentes
 en los mercados con sus formas de coopera-
ción para la comercialización, se vuelven, en-
tonces, objetos de los intereses directos de la
reproducción del capital.
Los campesinos ya disponen de ciencia, de
tecnología y de saberes históricamente cons-
tituidos como la agroecología, la agricultura
ecológica, orgánica, etc., que les permiten
romper con la dependencia tecnológica y or-
ganizacional frente al capital. Han vivido, en
las más distintas circunstancias económicas,
sociales y políticas, formas diversas de ayuda
mutua y de cooperación, de mejoramiento de
sus productos y de comercialización que les
facilitan encontrar caminos menos difíciles de
inserción en los mercados, hoy controlados
por los oligopolios capitalistas.
La osadía de la praxis campesina, al intentar
romper con la subalternidad ante el capital,
requiere ir más allá de su unidad de produc-
ción, de su comunidad y de la oferta de algún
excedente para comercializar en los mercados
locales a fin de obtener renta monetaria. Se
vuelve necesario que propongan para toda la
sociedad y, en especial, para los demás traba-
jadores del campo y de la ciudad, un proyecto
popular para el campo que niegue el proyec-
to dominante de transformar todas las formas
de vida en mercancías, y sea capaz de sugerir
e implantar una nueva y renovada forma de
convivencia social y con la naturaleza. Y, a
la vez, lo suficientemente amplio para ofertar
alimentos, fibras y otros productos necesarios
tanto para la agroindustrialización como para
atender la diversidad de las otras demandas
sociales que contribuyan a la afirmación de la
soberanía alimentaria y popular.
Por lo tanto, una ruptura o superación de la
20 tradicional visión campesina se hace necesa-
ria: salir de la perspectiva de contemplar sólo
el capullo de su unidad de producción y de su
comunidad para vislumbrar, en el sentido de
pensar y proponer, una nueva utopía para todo
el campo.
Sin duda alguna que la osadía es importante,
pero no suficiente. La autocrítica campesina
es indispensable, sobre todo en sus relaciones
con el Estado. Las políticas públicas son indis-
pensables para la reproducción de la agricul-
tura en su amplio sentido, debido a la natura-
leza de su producción biológica y atomizada.
Pero no cualquier política pública, ni cualquier
Estado. Tanto el Estado liberal burgués como
las políticas públicas compensatorias son ins-
trumentos de afirmación de la subalternidad
de los campesinos al capital. La propuesta de
un proyecto popular para el campo presupon-
drá no sólo estrategias necesarias para buscar
un nuevo modelo de producción y tecnológico
sino también otra concepción de lo público y
de lo privado, del Estado y de sociedad.
Si los campesinos no enfrentan este tipo de
desafíos, difícilmente conseguirán construirse
como clase social, por lo tanto, como sujetos
sociales de sus propios destinos.
Campesinado como clase social en
construcción
La construcción del campesinado como sujeto
social activo y creativo ante las demás clases
sociales en una determinada formación econó-
mica y social presupone que su proyecto social
de clase sea explícito. No significa que sea un
proyecto acabado sino que, en tanto proyecto
en construcción, debe ser propuesto y estar
abierto a la crítica popular. La propia cons-
trucción de su proyecto de clase social, de
convertir al campesino en un sujeto social en
acción constructiva y renovadora, ya eviden-
ciará caminos de ruptura de la subalternidad
ante el capital. Es en esa acción política es-
tratégica que se afirma su especificidad cam-
pesina, su modo de ser y de vivir, que siendo
contemporáneo, no reproduce los valores ca-
pitalistas dominantes y se hace moderno en
tanto campesino.
No más “los pobres del campo” ni “los pueblos
sin futuro”, sino el campesino contemporáneo
que al ser actual no niega ni excluye su pasado
y sus valores fundamentales, como son las dis-
tintas formas de solidaridad entre las personas
y la convivencia armoniosa con la naturaleza.
459
 Ante los transgénicos:
semillas de esperanza
“Si cuido mi semilla, si
defiendo la semilla, aseguro
mi soberanía alimentaria,
si nos la quitan perdemos
no sólo la semilla sino el
conocimiento que es lo que
nos garantiza la soberanía
alimentaria.
Testimonio de campesino de
Santa Cruz de Lorica
El 23 de marzo de 2006, durante la 8° Confe-
rencia de las Partes sobre Diversidad Biológica
realizada en Curitiba, Brasil, las mujeres del
movimiento internacional Vía Campesina, rea-
lizaron una protesta silenciosa dentro del im-
ponente centro de convenciones para deman-
dar la prohibición de las semillas terminator1.
Con este acto, las mujeres querían expresar el
sentir y la resistencia de los pueblos a las de-
1 El nombre formal de la tecnología terminator
es Tecnologías de Restricción en el Uso Genético
(TRUGs). Su diseño proporciona un mecanismo que
apaga o prende genes introducidos previamente,
usando inductores externos como químicos o estímu-
los físicos (por ejemplo, un golpe de calor). De forma
sencilla, terminator incluye genes para la esteriliza-
ción genética. De esta manera, sería imposible que
biológicamente los agricultores vuelvan a sembrar
la semilla que cosecharon así deberán comprar a las
empresas sus semillas.
Y aspira a una vida familiar y comunitaria de
calidad, cada día mejor, menos penosa, con ac-
ceso a todo aquello que el proceso civilizatorio
permite y sea considerado por ellos como ét-
nico y socialmente oportuno, sin que sus hijos
deban migrar a las ciudades en razón de sus
octubre 2010
Tatiana Roa Avendaño
nominadas “semillas suicidas”. De comerciali-
zarse, terminator evitaría que los agricultores
pudieran reutilizar su semilla a partir de sus
cosechas, lo que los forzaría a recurrir al mer-
cado de semillas comerciales. La acción de las
mujeres y la presión de miles de campesinos
que realizaron marchas diariamente frente al
Centro de Convenciones lograron mantener la
moratoria 2 y detener la avanzada de estas se-
millas, que amenaza a los pueblos campesinos
e indígenas.
La modificación genética de plantas para pro-
ducir semillas transgénicas ha sido condenada
ampliamente por los pueblos alrededor del
mundo e incluso por instituciones científicas
y académicas y por muchos gobiernos por con-
siderarla una aplicación inmoral de la biotec-
nología.
En la actualidad millones de personas alrede-
2 En 2000, el Convenio de Diversidad Biológica
de Naciones Unidas adoptó una moratoria sobre las
semillas «suicidas», luego de que en 1998, el Grupo
ETC, (entonces llamado RAFI) descubriera y denun-
ciara las patentes terminator. La respuesta fue una
avalancha de protestas por parte de organizaciones
campesinas, indígenas, ambientalistas y sociales a ni-
vel mundial mientras algunos países y de la industria
biotecnológica continúan presionando por levantar la
moratoria.
21
carencias, sino que lo hagan, si lo desean, por
sus opciones y elecciones de sus estrategias de
vida. Ser campesino es estar construyendo un
mundo étnico, social y ecológicamente saluda-
ble para todos los pueblos.
 dor del mundo dependen de la semilla crio-
lla, la cual la conservan en cada cosecha para
iniciar un nuevo ciclo productivo. La semilla
no es sólo fundamental para la producción de
alimentos sino que también ha sido el sustento
de la vida, las culturas y la salud de los pue-
blos. Mario Mejía (2010) dice enfáticamente:
“la tenencia de las semillas representa au-
tonomía, libertad, poder popular, indepen-
dencia y autosuficiencia. La pérdida de las
semillas criollas conllevaría a la desaparición
de las culturas agrícolas. De ahí que con el
tiempo hayan tomado fuerza las campañas y
las denuncias que buscan detener los trans-
génicos por considerarlos una amenaza contra
los territorios, fortaleciendo estrategias de
defensa de las semillas nativas y promovien-
do los intercambios, los trueques y las formas
tradicionales de vida, todo ello acompañado
con la movilización social.
El agresivo impulso
de los transgénicos
Durante la última década, en América Latina
y el Caribe se ha impuesto un modelo extrac-
tivista, que además de la intensiva extracción
de minerales, también ha provocado una ofen-
siva de los agronegocios en muchos casos pro-
moviendo el uso de los transgénicos. De forma
que en el continente se están implementado
cambios en los marcos jurídicos para favorecer
la entrada de los transgénicos y las semillas
híbridas. Se está llegando incluso a promover
leyes o decretos que ilegalizan los sistemas de
semillas criollas: el transporte, el intercam-
bio, la reproducción y la multiplicación de las
semillas (Vía Campesina, 2010). La prohibición
de las semillas “de costal”, nombre que dan
las campesinas y los campesinos colombianos
a sus semillas nativas, coartará el derecho
22 de los campesinos e indígenas para utilizar e
intercambiar libremente sus semillas.
Finalizando el 2009 el gobierno mexicano au-
torizó la siembra experimental de maíz trans-
génico en 12.7 hectáreas, rompiendo una
moratoria de más de 10 años, a favor de las
trasnacionales Monsanto, DuPont (propietaria
de Pioneer Hi-Bred) y Dow. En 2010, sin te-
ner los resultados de su supuesta experimen-
tación, aceptó otra veintena de solicitudes
de las mismas trasnacionales, a las cuales se
agregó Syngenta”. (Ribeiro, 2010)
El negocio de las semillas transgénicos en el
mundo está controlado en su totalidad por
sólo seis empresas: Monsanto, Syngenta, Du-
Pont, Dow, Bayer y Basf (Ribeiro, 2010), que
son también transnacionales químicas que
ofrecen todo el paquete tecnológico: semi-
llas, herbicidas, insecticidas, etcétera, y que
controlan gran parte del mercado agrícola.
Las políticas y los programas que se promue-
ven desde los Estados para el impulso de los
transgénicos están violando los derechos de
los pueblos: a la libre determinación, a la par-
ticipación, a la cultura, a la alimentación, a la
autonomía, a la salud, a un medio ambiente
sano (Semillas, 2010) y también los derechos
de la naturaleza. En Brasil, Syngenta plantó
ilegalmente cultivos de maíz transgénico en
áreas naturales protegidas poniendo en riesgo
de contaminación transgénica la reserva na-
tural, mientras en México3 es conocido que el
ADN de maíz transgénico ya contaminó las va-
riedades nativas de maíz cultivadas por cam-
pesinos indígenas.
La contaminación transgénica del maíz en
México es muy grave ya que el maíz ha es-
tado en la base de la economía, la cultura y
la agricultura de los pueblos indígenas, pero
también es el fundamento de la dieta del pue-
blo mexicano.
En muchos casos, la promoción de los culti-
vos transgénicos está asociada a procesos de
militarización y ocasiona el desplazamiento
de miles de familias campesinas. “Frente a
la ocupación de protesta que realizó el Movi-
miento de los Sin Tierra, contrató una milicia
armada que disparó a mansalva, asesinando a
Keno, del MST” (Ribeiro, 2010).
A pesar de la fuerte oposición de las organi-
3 México es el centro de origen del maíz.
459
zaciones sociales, se siguen imponiendo siste-
mas de registro de variedades, de patentes,
de derechos de obtentor, de certificación obli-
gatoria, etc. En México se suspende la morato-
ria a los transgénicos, en Colombia un paquete
de medidas ilegaliza las semillas criollas o de
“costal” y los cultivos de transgénicos se con-
tinúan expandiendo por el país, en general en
el continente se promueven de forma agresiva
las semillas “mejoradas” y las transgénicas. El
poder de las transnacionales de las semillas
es tan fuerte que impone sus intereses a los
gobiernos e incluso a Naciones Unidas.
Los transgénicos hacen parte de la nueva Re-
volución Verde, asociada con otros asuntos
como la concentración, acaparamiento y ex-
tranjerización de la tierra4 y el impulso del
agronegocio a través de los monocultivos,
conllevado a una descampesinización del cam-
po, al presionar la migración de la juventud y
los hombres, de manera que las mujeres ad-
quieren aún mayor responsabilidad de la re-
producción y sostenimiento de la producción y
los sistemas alimentarios.
Las salidas siguen en manos
del campesinado
Durante la Cumbre Mundial de la Alimentación
realizada en Roma en el 2002, Vía Campesina y
Amigos de la Tierra Internacional junto a otras
organizaciones sociales, lanzaron la campaña
mundial “Las semillas patrimonio común de
la humanidad”5. Esta campaña ha detonado
4 El acaparamiento de tierra se ha vuelto un
fenómeno común en el continente. Grandes empre-
sas transnacionales, sociedades anónimas, fondos
especulativos e inversionistas individuales han venido
apropiándose de importantes extensiones de tierras
5 El nombre de la campaña en la actualidad
es: “Las Semillas Patrimonio de los Pueblos al Servi-
cio de la Humanidad”
octubre 2010
alrededor del mundo múltiples expresiones
creativas, productivas, simbólicas, cultura-
les, económicas que buscan defender las se-
millas del control de las transnacionales. Es-
tas iniciativas se realizan en ámbitos locales:
ferias y fiestas de las semillas, intercambios
y trueques locales y regionales, producción
agroecológica, estrategias de recuperación
de semillas, promoción de mercados locales
agroecológicos pero también iniciativas nacio-
nales o regionales: campañas, marchas, mo-
vilizaciones, acciones directas. Y las mujeres
como ya hemos mostrado han sido centrales y
determinantes en cada una de estas acciones.
La Vía Campesina reconoce iniciativas como
la de la Casa Róga en Paraguay, los semilleros
campesinos de Chile, las redes y campañas de
semillas en Colombia, las redes y campañas
en defensa del Maíz en México, las experien-
cias de reproducción de semillas de Bionatur
y el MPA en Brasil. Todas estas iniciativas que
promueven la conservación, reproducción y
multiplicación de las semillas en manos de los
pueblos se han contrapuesto al control y el
“secuestro” de las semillas en los bancos de
semillas de los centros de investigación.
Aunque gobiernos y transnacionales continua-
rán presionando por promover leyes y proyec-
tos para el impulso de los transgénicos, inclui-
da la semilla suicida terminator. La resistencia
de los pueblos continúa multiplicándose y cre-
ciendo, de la misma manera como las semillas
se han multiplicado, reproducido y recreado
durante miles de años. Porque como bien dice
Vía Campesina “sin semillas no hay agricultu-
ra, sin agricultura no hay alimentación, sin ali-
mentación no hay pueblos”.
Tatiana Roa Avendaño es ambientalista
colombiana. Forma parte del equipo de
trabajo de Censat Agua Viva – Amigos de la 23
Tierra Colombia.
 La “República de la soja”
en el Bicentenario
Al tiempo que en América Latina, con diferen-
cias de meses, se suceden aquí y allá conme-
moraciones del Bicentenario de las gestas in-
dependentistas, las multinacionales, próceres
del capital, avanzan en el continente impo-
niendo su modelo del agronegocio. En el Cono
Sur más específicamente se va consolidando la
“República de la Soja”.
El caso uruguayo es emblemático: en poco más
de un lustro este monocultivo transgénico ya
ocupa aproximadamente 700.000 hectáreas,
compitiendo fuertemente con la producción
tradicional de alimentos por el recurso tierra,
en un país que forma parte de una de las prin-
cipales reservas agrícolas del planeta. Suma y
sigue: a las setecientas mil hectáreas de soja
se suma un millón de hectáreas de monocul-
tivos forestales, todo ello en un contexto de
concentración latifundista endémica de la tie-
rra que no encuentra barreras legales ni eco-
nómicas en el Uruguay del siglo XXI.
Cargill, Louis Dreyfus, Syngenta, Monsanto...
los nuevos “adelantados” que a través de sus
semillas modificadas genéticamente, agro-
tóxicos, transporte e industrialización, esto es
todas las fases del “agronegocio”, se dividen
los cotos de mercado como los exploradores
de la Compañía de Indias trazaban “fronteras”
en lo que consideraban su “Nuevo Mundo”.
Ganaderos familiares, productores lecheros,
24 de mieles, pescadores artesanales y horticul-
tores son los incómodos obstáculos de esta
expansión sojera en territorio uruguayo. Su
biodiversidad, sus acuíferos y   hasta sus zo-
nas “protegidas” son las víctimas que surgen
al primer conteo, en tanto que el propio sue-
lo y sus nutrientes representan asimismo una
cuenta corriente a la que el agronegocio ex-
Ignacio Cirio
trae zafra tras zafra cuantiosos volúmenes, y
de la que en definitiva será el país en su con-
junto el acreedor final.
Acoplarse al vacío
En un trabajo de reciente aparición1, al refe-
rirse al “acoplamiento” de Uruguay al proce-
so global de reprimarización de la agricultura
atendiendo la demanda de los países centrales
y las potencias emergentes como China, y en
función de los intereses del capital, se subraya
que “la consolidación de este agronegocio ha
acelerado ciertos procesos en el medio rural
cuya principal resultante es una distribución
crecientemente desigual de la riqueza genera-
da”, acarreando asimismo “la acentuación de
la tendencia al vaciamiento del campo”.
El dogma capitalista según el cual el “clima
de negocios” en una economía dependiente
es sinónimo de “modernización” y “progreso”
filtró duramente en los círculos gobernantes,
aún de corte progresista.
Uruguay, que atraviesa su sexto año conse-
cutivo con un gobierno de izquierdas, no ha
logrado revertir este proceso de extranjeriza-
ción de la tierra y sus frutos que significa el
crecimiento exponencial del cultivo de soja,
en su mayoría liderado por pooles de siembra
que arriendan la tierra, cultivan intensamen-
te durante cuatro o cinco temporadas y luego
abandonan vastas parcelas degradadas. 
1 Radiografía del Agronegocio Sojero. Des-
cripción de los principales actores y los impactos
socio-económicos en Uruguay (Oyhantcabal, G.; Nar-
bondo, I., ediciones de Redes AT Uruguay y Uruguay
Sustentable, diciembre 2008). Disponible en www.
redes.org.uy.
459
Detrás quedan suelos agotados, generalmente
erosionados y desestructurados... pero tam-
bién comunidades enteras por fuera del pro-
ceso productivo, propietarios hechos al estilo
de vida rentista, asalariados rurales (los me-
nos) devenidos operarios de modernas máqui-
nas agrícolas o bien (los más) forzados al éxo-
do ciudadano, que es éxodo hacia la pobreza.
Detrás queda ese paisaje sin gente... pero en
el caso uruguayo dicho “subsidio ecológico”
y social llega a límites patéticos: un 96 por
ciento del grano obtenido se exporta a gra-
nel, en régimen de libre exportación -es decir
sin ningún tipo de retenciones- y no son pocos
los casos en que las empresas del agronegocio
-concentradoras desde el cultivo a la exporta-
ción- gozan de beneficios de “zonas francas”
con lo cual prácticamente no aportan nada al
fisco uruguayo.
De hecho, el camino iniciado por agroempre-
sas del vecino país Argentina a territorio uru-
guayo estuvo acelerado entre otros motivos,
por el proceso de imposición de retenciones
que el gobierno colocó a la avasallante hemo-
rragia sojera.
Uruguay ni siquiera eso. Y aunque tras algunas
presiones se ha establecido una normativa so-
bre el uso de las tierras agrícolas -prohibiendo
dejar el suelo “desnudo” fuera de la tempo-
rada estival- y en alguna medida su tenencia
-limitando la posibilidad de sociedades anóni-
mas a adquirirla o arrendarla, aunque el Poder
Ejecutivo puede extender excepciones para
aquellas empresas que cotizan en bolsa-, los
márgenes económicos de este modelo siguen
permitiendo a sus beneficiarios crecer en su-
perficie.
Del otro lado, unos cinco mil campesinos,
asalariados rurales y pequeños productores
con necesidad de crecer en área, engrosan
el listado de “aspirantes” a tierras fiscales,
algunas de las cuales han sido insólitamente
arrendadas por el propio Estado a forestales,
proyectos turísticos o pooles sojeros.
octubre 2010
Piedras en el zapato
El panorama a mediano plazo no resulta es-
peranzador. El Ministerio de Ganadería Agri-
cultura y Pesca Uruguayo que en la anterior
administración -con el actual presidente José
Mujica como responsable- condujera un pro-
ceso de empoderamiento de organizaciones
de productores familiares enclavados en el te-
rritorio, hoy parece decidido a desentenderse
de ese proceso.
Nuevos eventos transgénicos aguardan por ser
aprobados unilateralmente por parte del go-
bierno, sin que se haya llevado a cabo aún el
proceso de diálogo y debate que reclaman las
organizaciones de la sociedad civil que plan-
tean reparos a esta tecnología diseñada para
la multiplicación del capital.
No obstante, el aterrizaje del modelo del
agronegocio en zonas con mayor densidad de
población campesina y de tradición en la pro-
ducción de alimentos, circundando la capital
Montevideo, ha generado procesos de con-
cientización y movilizaciones a nivel del terri-
torio que pueden representar una piedra en el
zapato sojero.
Algunas piezas del puzzle de la resistencia: la
Justicia aprobó un recurso de amparo por el
que se suspende la autorización para el cultivo
de especies transgénicas en la zona rural del
departamento de Montevideo; en su región
contigua, asimismo, las organizaciones de fo-
mento rural del Noreste del departamento de
Canelones han recomendado a las autoridades
seguir el mismo camino, luego que se registra-
ran conflictos por el uso de tierras.
Si bien son apenas dos departamentos en un
total de 19, son los que cuentan con mayor 25
densidad de población rural.
En el plano de la investigación, un reciente
estudio sobre contaminación genética demos-
tró que la denominada coexistencia decreta-
da por el gobierno es inviable, y de hecho es
excluyente de otras formas de producción no
transgénica. El estudio constató la poliniza-
 ción cruzada entre variedades criollas de maíz
y maíz transgénico, incluso en los casos en que
este último guardaba el retiro establecido por
las reglamentaciones de “bioseguridad” exis-
tentes en el país.2
También se constataron residuos de agroquí-
micos vinculados a la agricultura industrial en
zonas de amortiguación naturales como los
Esteros de Farrapos, departamento de Río Ne-
2 La coexistencia excluyente. Transgénicos en el
Cono Sur: el Caso Uruguayo (Pablo Galeano, REDES
AT Uruguay y Uruguay Sustentable, diciembre de
2009). Disponible en www.redes.org.uy
Las tendencias...
viene de la pañgina 6
les, y generará consecuencias sociales incal-
culables.
La agricultura industrial necesita utilizar
cada vez más hormonas y medicamentos
industriales para la producción masiva de
animales para el matadero, en menor tiem-
po, como aves, ganado y porcinos. Y eso está
provocando consecuencias en la salud de la
población consumidora.
Los grandes propietarios de tierra no con-
trolan más el proceso de producción y los
márgenes de ganancia. Ellos son rehenes de
las empresas que dominan la producción y el
26 comercio, por eso la mayor parte de la ga-
nancia se queda con las empresas en la esfera
del comercio. Para compensar esa división de
su tasa de ganancia, los capitalistas del agro
aumentan la explotación de los trabajadores
asalariados, imponen el trabajo estacional,
temporal, que genera empleo sólo algunos
meses por año. ¡Y en diversos países están
resurgiendo formas de trabajo análogas al
gro, que forman parte del Sistema Nacional de
Áreas Protegidas.
¿República de la Soja o Patria Grande lati-
noamericana? ¿Agronegocio exportador o pro-
ducción campesina de alimentos? ¿Semillas
criollas adaptadas o dependencia genética?
¿Uruguay Natural o Uruguay Transgénico? In-
terrogantes clave para el futuro de nuestros
pueblos y territorios.
Ignacio Cirio es integrantes de REDES- Amigos
de la Tierra / Radio Mundo Real
trabajo esclavo, de superexplotación, donde
los sueldos no son suficientes para la repro-
ducción humana y quedan siempre debiendo
a los “patrones”! Aumenta también la explo-
tación del trabajo femenino e infantil, sobre
todo en los períodos de cosecha de productos
que exigen mucha mano de obra, estimulando
la migración de trabajadores temporales, sin
garantizarles ningún derecho social.
En el modelo de dominio del capital sobre la
agricultura no hay alternativas de empleo y
renta para la juventud. Y eso es una enorme
contradicción, pues si un sector productivo no
cuenta con la juventud, no tendrá futuro.
Inmensas regiones del interior de los países
están quedando deshabitadas, como si la
única forma de supervivencia humana fuera la
aglomeración de la población en las grandes
ciudades. Y en éstas, es tan grande la con-
centración demográfica que las condiciones
de vida empeoran cada vez más. ¡Se practica
una agricultura sin personas! El ejemplo más
ilustrativo de esa contradicción es que hoy en
Estados Unidos la población carcelaria es más
grande que la población que vive en el medio
rural.
459
 Derecho a la alimentación y
derechos campesinos
Uno de los grandes problemas internacionales
hoy día es la producción de alimentos y lo que
se llama el derecho a la alimentación, que es
el título genérico de una temática muy amplia
que contempla tanto la producción de alimen-
tos, los productores, el comercio, el consumo,
en fin, el conjunto de elementos que tiene
que ver con el derecho de toda persona huma-
na de alimentarse adecuadamente, lo que es
parte integrante del derecho a la vida.
El proceso de globalización que comenzó a fi-
nes de los 80 logró una enorme globalización
de los sistemas financieros, una globalización
y descentralización de muchos sectores indus-
triales como por ejemplo el textil. Sin em-
bargo en el ámbito de la alimentación, de la
agricultura, no ha habido este proceso, por el
contrario, lo que ha ocurrido en estos últimos
30, 40 años, ha sido una “rigidización” de los
mercados agrícolas, y esto por razones múl-
tiples: uno, porque la producción agrícola ha
aumentado con un alza enorme de productivi-
dad, lo cual implica que muchos países desa-
rrollados, si pusieran en producción todos sus
recursos agrícolas, llevarían a una catástrofe
financiera al sistema agrícola por la sobrepro-
ducción. Entonces el primer gran tema es el
del subsidio en los países desarrollados para
proteger a sus poblaciones rurales. Combinado
con otro conjunto de factores (como la mano
de obra barata producto de las migraciones),
todo esto lleva a una desorganización brutal
del tema agrícola. Barreras aduaneras, subsi-
Este texto son extractos de una entrevista
realizada en julio de 2010 por Pamela Caro,
investigadora del Centro de Estudios para el
Desarrollo de la Mujer (Cedem) de Chile. El
texto completo de la entrevista se encuentra
en: http://alainet.org/active/41202
octubre 2010
José Bengoa
dios, fronteras agrícolas rígidas, es una larga
tendencia que se expresa brutalmente hoy en
la actualidad (1).
Subsidiar la agricultura del tercer mundo me
parece absolutamente imposible. Una cosa
distinta sería la estrategia, y en esto me pare-
ce que Vía Campesina tiene razón, de mucho
más de autosuficiencia alimentaria, pero esto
es una posición distinta a los mercados, es una
posición, sobre todo en los países pobres, de
cómo se logra una autosuficiencia, autonomía
alimentaria, seguridad alimentaria, no en tér-
minos monetarios sino de producción directa.
Derechos campesinos
El tema de los mercados alimentarios y de la
inseguridad alimentaria a nivel global está ín-
timamente relacionado con el de los derechos
campesinos. ¿Por qué su actual interés e im-
portancia? Los derechos campesinos plantean
en el fondo la mantención de las poblaciones
rurales en el campo, la viabilidad de la pro-
ducción rural y por lo tanto ciertos derechos
específicos sobre el resto de la población con
el objeto que esas poblaciones no migren,
no se vayan a las ciudades. Para los países
desarrollados este tema obviamente tiene al-
gunos elementos de mucha importancia, por
ejemplo el tema de la migración. Fomentar el
desarrollo de las sociedades rurales africanas
obviamente tiene que ver con limitar in situ
las migraciones que van a Europa, ahí tenemos 27
un primer elemento.
1 Ver nuestro estudio: “Preliminary study of
the Human Rights Council Advisory Committee on
discrimination in the context of Right to food”. A/
HRC/13/32.
 En segundo lugar, se trata de sostener a las
poblaciones rurales y ello es de interés de los
países subdesarrollados. Ahí viene el tema de
la seguridad alimentaria, entendida como te-
ner algún grado mayor de producción agrícola
local de manera de hacer más sencillo y sus-
tentable el proceso económico. No me cabe
la menor duda que un país que tenga una base
alimentaria diversificada local, autososteni-
da, barata, está en mejores condiciones para
exportar otros productos agrícolas. Quiero
decir que hay una relación íntima entre un
comercio alimentario justo, y un concepto de
“seguridad alimentaria” que permita la repro-
ducción de las poblaciones rurales en el tra-
bajo agrícola. Lo que no puede haber es una
cosa separada de la otra. No entendería un
concepto de “seguridad alimentaria” como el
de los monjes de algún convento que no co-
mercian con nadie. Por el otro lado el actual
mercado internacional implica la inseguridad
alimentaria más terrible de los campesinos.
Uno podría decir que si tenemos una sociedad
que protege a sus campesinos, que entrega
tierras a través de la reforma agraria, que
protege las semillas etc. el grado de seguridad
alimentaria sería mayor. Eso no resuelve en
forma automática el mercado mundial de ali-
mentos, pero colaborará a su transformación.
Sobre el concepto de soberanía alimentaria,
estoy de acuerdo que los campesinos tengan
en sus manos las decisiones de producción.
Ese es un derecho humano fundamental, a pe-
sar que es extremadamente difícil, porque el
qué producir está dado fundamentalmente por
la historia, la tradición, la cultura y el clima,
tantas cosas, pero uno podría decir: ningún
campesino o campesina está obligado a pro-
ducir los alimentos, productos, que no sean
28 de su interés y voluntariamente. Si el Estado
dice: esta región va a producir tabaco, el cam-
pesino tiene derecho a decir: no, yo quiero
seguir produciendo trigo, porque el trigo me
lo puedo comer y el tabaco no. Ese concepto
de soberanía me parece interesante.
Estoy de acuerdo en que hay que trabajar esa
perspectiva, hay que trabajar en eso, estoy de
acuerdo sabiendo que es un tema muy com-
plejo. Este concepto de soberanía tiene el pe-
ligro de ser super liberal, porque en términos
finales, el que decide sobre la producción es
el productor, es muy peligroso eso también.
O por ejemplo, se opone a un cierto concep-
to de lo que serían las limitantes sociales de
la propiedad, todas estas cosas son extrema-
damente peligrosas en el sentido que, tú las
puedes utilizar en forma extremadamente po-
sitiva, en que dices, lo que queremos es que el
pueblo, esta comunidad maravillosa, se junte
y diga qué vamos a producir, cómo lo vamos
a hacer, y cada uno opina: yo voy a producir
flores y tú maíz. Pero eso lo dijo un persona-
je muy curioso en la historia de la humanidad
que se llama Adam Smith, y Adam Smith fundó
el liberalismo, entonces, cuidado.
Si uno dice el derecho que cada uno tiene,
cada grupo humano, perfecto. La última gran
hambruna que hubo en el Niger, donde murie-
ron miles de miles, yo la estudié. Ocurrió que
los harineros tenían harina de mijo, que es lo
que comen en ese lado del mundo, en stock
muy grande, entonces presionaron al gobierno
para que no pidiera ni dejara entrar la ayuda
internacional alimentaria porque sabían que
si llegaban los aviones cargados con sacos de
harina, el precio de su harina que estaba en
los molinos se desplomaba. Entonces se pos-
tergó la ayuda internacional para defender la
economía local, por 15, 20, 30 días. Allí no
fue la culpa de las transnacionales sino de los
pequeños y medianos comerciantes de mijo y
murieron miles y miles de niños, fue una ca-
tástrofe alimentaria y humana.
Por eso pregunto, ¿quiénes son los pueblos lo-
cales, quién les enseña a los pueblos locales?
Es supercomplicado: la discusión es quién de-
cide la soberanía alimentaria.
José Bengoa es profesor de la Escuela
de Antropología de la UAHC y experto
independiente del Comité Consultivo de
Derechos Humanos de la ONU y del Grupo de
Redacción sobre el Derecho a la Alimentación
y los Derechos Campesinos de Naciones
Unidas.
459
 Agroenergía y transición a la
economía de la biomasa
En los últimos años, pero especialmente desde
2007 hacia acá, el tema de los agrocombusti-
bles ocupa un lugar destacado en las agendas
políticas de los movimientos y organizaciones
sociales y es tema de campañas locales e in-
ternacionales de resistencia y denuncia, en
tanto que forma parte de las prioridades de
las corporaciones y gobiernos que los promo-
cionan. Es oportuno recordar que el debate
internacional sobre los agrocombustibles has-
ta ahora ha revelado solo la punta de un gi-
gantesco iceberg.
De hecho, la plataforma industrial de la se-
gunda generación de agrocombustibles ha sido
construida sobre las base del uso intensivo de
la transgenia y de la biología sintética  (algo
más grave aún que los organismos genética-
mente modificados, OGM, pues están fuera
de toda regulación). El cuello de botella hoy
es acelerar el proceso enzimático para apro-
vechar las biomasas y los residuos que ya se
obtienen en el proceso productivo actual. Tal
como está configurado el modelo de produc-
ción de agrocombustibles (competencia, mer-
cado internacional, exportación masiva, subs-
titución de varios usos de petróleo y derivados
incluyendo la consolidación de la cadena de
alcohol, etc.) esta escala solo va a ser alcan-
zada con mucha biotecnología y de acuerdo
con el patrón del monocultivo, violación de los
derechos humanos, etc.
Falsas soluciones al cambio climático
El etanol que se obtiene de la caña de azúcar
ocupa un lugar destacado en la evolución del
mercado global de agrocombustibles, lo que
se traduce en presiones sobre los territorios y
los pueblos. En enero de 2010, la Agencia de
Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA,
octubre 2010
Camila Moreno
por su sigla en inglés) concedió la clasificación
de biocombustible avanzado al etanol de caña
brasileño, reconociendo que éste reduciría en
hasta un 60% las emisiones de gases de efecto
invernadero en comparación con los combus-
tibles fósiles. Esta clasificación le ha otorga-
do al etanol de caña un acceso privilegiado y
competitivo a la contabilidad de reducciones
de las emisiones de los países; ha sido, de he-
cho, un “pasaporte” para la exportación.
Para lograr este “pasaporte” la União da In-
dustria de Cana de Açúcar (UNICA) financió y
promovió un modelo de computador (Brazilian
Land Use Model) que “prueba” que las reduc-
ciones de CO2 del etanol de la caña son mayo-
res en relación a otros agrocombustibles1.  En
un debate ambiental cada vez más circunscri-
to al ámbito “climático” y a la contabilidad
de las reducciones de CO2, hay que cuestionar
que la contabilidad del carbono valga más que
la defensa de la biodiversidad.  El objetivo del
lobby de la industria brasileña, apoyado por
el gobierno, es derribar la tarifa impuesta por
Estados Unidos al ingreso del etanol brasileño
que estará en vigor hasta fines de este año.
El modelo brasileño incluye a la avanzada y
peligrosa biotecnología. Para  la producción
de etanol celulósico, la empresa brasilera Vo-
torantim vendió a la Monsanto las empresas
Alellyx y Canavialis en 2008 (dedicadas a la
caña y el eucalipto transgénico nacional). En 29
Brasil se encuentran las empresas estaduni-
denses: Amyris, candidata a ser la nueva Mon-
santo, una empresa de punta en el campo de
la biología sintética  cuya misión es “proveer
1 http://www.unica.com.br/noticias/show.
asp?nwsCode={A3103D14-B612-4F7D-99B0-
34601DD66B1D}
 (agro)combustibles y productos químicos de
alto rendimiento alternativos a las fuentes de
petróleo”; ArborGen, líder internacional en la
investigación y desarrollo de árboles genéti-
camente modificadas  (GM)  y también realiza
varios experimentos de campo con eucaliptos
transgénicos, ya autorizados por la CTNBio.
De hecho, el proyecto en marcha y que cada
día se vuelve más evidente y concreto es sus-
tituir el uso de petróleo y otros derivados fósi-
les por agroenergía. Utilizar la biomasa tanto
para producir energía “limpia” (agrocombus-
tibles, residuos para generar electricidad,
carbón vegetal, etc.), como para alimentar
la industria química y textil como su principal
materia prima. Un ejemplo de estas nuevas
cadenas industriales de la llamada economía
de la biomasa es la promoción del plástico
‘verde’, hecho a partir del eteno, derivado
del etanol de caña. En Brasil, la empresa pe-
troquímica Braskem recientemente inauguró
la mayor planta industrial de este tipo en el
mundo y se propone convertirse en el líder
mundial en bio-resinas, con la apertura de
otras fábricas en el exterior2.
Desde que fue instaurado como un tema cen-
tral en la agenda internacional, los agrocom-
bustibles, según varios análisis, están aso-
ciados al acaparamiento de tierras en el Sur
global, a la deforestación, a la pérdida de la
biodiversidad local y destrucción de sistemas
de cultivo tradicional y su reemplazo por mo-
nocultivos y especies exóticas; al incremento
de los precios de los alimentos; a la violación
de los derechos de pueblos indígenas y campe-
sinos; a la erosión de la soberanía alimentaria
y al retroceso del derecho a la tierra y la re-
forma agraria; a la precarización del trabajo y
a las condiciones degradantes, entre muchos
30 otros impactos para los cuales el sistema ofre-
ce falsas soluciones resumidas en los concep-
tos de “ordenamiento territorial”, “criterios
2 http://www.dgabc.com.br/News/5832159/
braskem-investe-r$-500-milhoes-em-fabrica-de-plas-
tico-verde.aspx
de sustentabilidad” y las “certificaciones” que
se han mostrado absolutamente incapaces de
contener o regular los grandes monocultivos
de commodities.
El mercado internacional de agroenergía, en
formación, depende en alto grado de los sub-
sidios estatales y leyes de metas (targets) que
obligan a los países a una mezcla progresiva
de agrocombustibles, bajo el justificativo de
que forman parte de medidas tendientes a
“mitigar el cambio climático”, adoptar “ener-
gías limpias” y garantizar la “seguridad ener-
gética”. Estos mecanismos son perversos y no
ofrecen verdaderas alternativas a los pueblos.
El principal impulsor de la agroenergía son
las metas mandatorias insertas en las políti-
cas ambientales/climáticas de los países del
norte como la Unión Europea (la cual se ha
comprometido a incrementar el uso de agro-
combustibles en un 10% del consumo hasta
el 2020 como combustibles para vehículos,
además ha aumentando significativamente la
importación de pellets de celulosa para cale-
facción a fin de cumplir con la meta del 20%
de energía renovable en 2020), Japón, Estados
Unidos. Pero también los países del sur, como
Brasil, expiden sus propias leyes de mezcla
obligatoria.
La transición a la agroenergía y la demanda
desde la economía de la biomasa (más allá de
los agrocombustibles líquidos) es un proyecto
estructural de la reproducción del capitalismo
y tiene una magnitud aún no suficientemente
dimensionada para enfrentarla. Su palanca es
el acaparamiento de tierras a escala global.
Resistir a ello y asegurar las condiciones de
formular alternativas desde los pueblos para
el planeta depende de dar un nuevo significa-
do a la lucha por la tierra. Y en este contex-
to, la reforma agraria es un tema sumamente
actual, es el centro de una nueva agenda po-
lítica, no solamente del campo sino de toda la
sociedad.
Camila Moreno es investigadora e integrante
de Amigos de la Tierra-Brasil
459

1. Empresa colonial
La conquista y la dominación colonial de las
Américas, impuestas desde 1492, subordina-
ron y hasta arrasaron sistemáticamente los
procesos sociales, culturales, económicos y
territoriales internos de nuestras comunidades
y pueblos. Las empresas coloniales, dedicadas
a la minería del oro y la plata, las plantacio-
nes de caña de azúcar y el tráfico de esclavos,
marcaron los destinos del continente.
Esta empresa colonizadora se sostuvo con
una ideología etnocentrista: el europeo llegó
a las Américas considerándose como el mode-
lo del “humano” (supuestamente “cristiano”)
que quería imponer su cruzada por el planeta.
Los estados independientes continuaron la
dinámica de la época. Conceptos positivos
como “crecimiento económico”, “desarrollo”,
“nueva ruralidad” o “progreso” han sido ma-
nipulados para imponer los intereses de los
grupos de poder, desterritorializar y desplazar
poblaciones y despojarlas de recursos.
2. Acumulación mediante el despojo
Cerca de la mitad de la población mundial,
tres mil millones de personas, son campesinos
o indígenas con formas de producción no ca-
pitalistas y que el gran capital quiere someter
o destruir.
El saqueo colonial se realiza ahora acumu-
lando capitales a costa de esos productores:
de una parte los recursos de un territorio son
arrebatados o adquiridos a precios irrisorios y
de otra, la población arruinada, desempleada
o desplazada por la violencia se convierte en
fuerza de trabajo a disposición de los empre-
sarios en cualquier parte del mundo. Estamos
así frente a un modelo internacional de acu-
mulación por desposesión (Harvey, 2004).
octubre 2010
Megaproyectos
Héctor Mondragón
3. Megaproyectos en curso
Las grandes inversiones se dedican priorita-
riamente a la obtención de recursos relati-
vamente escasos prioritarios como aquellos
que permiten la generación de energía (Klare,
2001): petróleo, gas, carbón, uranio, litio; a
los que se añaden objetivos geoestratégicos
de largo plazo sobre el acceso a otros como
coltan, bauxita, oro, diamantes, o activida-
des altamente rentables que pueden ir desde
agronegocios o camaroneras o explotación de
la biodiversidad, hasta el turismo.
La construcción de la infraestructura para las
comunicaciones internacionales es una nece-
sidad del comercio, que no siempre coincide
con las necesidades de las comunidades y a
veces provoca el desplazamiento definitivo
de éstas, que ni siquiera han sido consultadas
sobre los principales megaproyectos de infra-
estructura vial, el Plan Puebla-Panamá PPP re-
bautizado como Proyecto Mesoamérica (López
Castellanos 2009) y la Integración de la Infra-
estructura Regional de Suramérica (IIRSA).
Plan Puebla-Panamá (PPP) o Proyecto Meso-
américa
El PPP es el resultado de la sistematización de
los megaproyectos formulados para la región
mesoamericana durante las décadas anterio-
res, como el Sistema de Interconexión Eléc-
trica Para Centroamérica (SIEPAC) de 1991.
Propuesto como PPP el 12 de septiembre de
2000 y adoptado el 12 de marzo de 2001, con
apoyo del Banco Interamericano de Desarro-
llo BID, por ocho países: México, Guatemala, 31
Belice, Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa
Rica y Panamá, a los cuales se agregó Colom-
bia en 2006. (Figueroa 2007)
El PPP consta de 4 componentes fundamentales:
- La red internacional de carreteras meso-
americanas RICAM
 - Las represas hidroeléctricas, en principio
58 (Godinez 2002), que articuladas con el
SIEPAC permiten la interconexión eléctrica
entre Suramérica y Norteamérica. Transna-
cionales tienen intereses directos en estos
proyectos. (Warpehoski 2002:8).
- Industrias articuladas a puertos priva-
tizados y puertos libres. En 2000 fue
arrendado por 25 años el puerto de Bilwi
/ Puerto Cabezas en la costa Atlántica de
Nicaragua. Este proyecto incluyó la cons-
trucción de carreteras y una zona de ma-
quiladoras (Warpehoski 2002:8). Una parte
clave del PPP es el proyecto “Marcha Hacia
el Sur,” para expandir la industria maquila-
dora (Coordinadora Regional de los Altos de
Chiapas 2002:19)
- Agronegocios y negocios forestales o con
la diversidad biológica.
El BID, el Banco Japonés para la Cooperación
Internacional, el Fondo de Ayuda al Desarrollo
FAD de España, la Unión Europea y varias agen-
cias bilaterales financian proyectos vinculados
con el PPP.
Integración de la Infraestructura Regional de
Suramérica
La IIRSA surgió a partir de la Reunión de Presi-
dentes de América del Sur de agosto de 2000 en
Brasilia, con una visión estratégica a partir de
ejes de integración y procesos sectoriales.
Los ejes de integración física de la infraes-
tructura son: Andino; Andino sur; Capricornio
(Chile - Argentina - Paraguay - Brasil); Hidrovía
Paraná-Paraguay (cuenca de La Plata); Amazo-
nas; Escudo Guyanés; Sur; Interoceánico cen-
tral (Perú - Chile - Bolivia-Paraguay - Brasil);
Mercosur - Chile; Perú - Brasil - Bolivia.
En la práctica estos ejes están conformados
32 por redes de autopistas y otras carreteras, así
como por parte de los canales fluviales del me-
gaproyecto de Integración Fluvial Suramerica-
na (Gómez 2003), vías que articulan centros
de producción y puertos. Se trata de conseguir
especialmente la intercomunicación entre los
océanos Atlántico y Pacífico de manera que sea
posible el tránsito continuo de oriente a occi-
dente del continente y hacia Centroamérica.
Incluye además de vías de comunicación y
puertos, redes de interconexión eléctrica, ga-
soductos y oleoductos conectados a las repre-
sas y yacimientos.
El principal problema de la IIRSA es la nula par-
ticipación de las comunidades y en general de
los pueblos en el diseño, la planificación de los
ejes, el conocimiento de su impacto ambiental
y social y en la planificación sectorial.
Además del PPP y la IIRSA, encontramos una
lista de megaproyectos en cada país. Un ejer-
cicio importante para cada comunidad y orga-
nización es identificar los megaproyectos que
afectan su región para exigir con la moviliza-
ción ser informados, consultados y participar
directamente en las decisiones.
4. Los derechos colectivos
frente a los megaproyectos
Para superar el colonialismo, es necesario que
los pueblos y las comunidades no sigan siendo
tratados como objetos. Toda comunidad tiene
derecho a decidir sobre su futuro.
En el caso de los pueblos indígenas, el Convenio
169 de la Organización Internacional del Traba-
jo (OIT) dice que “deberán tener el derecho de
decidir sus propias prioridades en lo que atañe
el proceso de desarrollo” y además “participar
en la formulación, aplicación y evaluación de los
planes y programas de desarrollo nacional y re-
gional susceptibles de afectarles directamente”.
Según el mismo Convenio 169, los gobiernos de-
ben “consultar a los pueblos interesados cada
vez que se prevean medidas legislativas o ad-
ministrativas susceptibles de afectarles directa-
mente” y tales consultas deberán adelantarse de
buena fe, con el ánimo de llegar a un acuerdo.
Añade el Convenio 169 de la OIT que también los
gobiernos deberán consultar a los pueblos indí-
genas, antes de emprender o autorizar cualquier
programa de prospección o explotación de los
recursos existentes en sus tierras. Los pueblos
indígenas deberán participar en los beneficios
que reporten tales actividades, y percibir una
459
indemnización equitativa por cualquier daño
que los afecte.
La Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada el
13 de septiembre de 2007 dice que “los pue-
blos indígenas tienen derecho a determinar y
elaborar las prioridades y estrategias para el
desarrollo o la utilización de sus tierras o te-
rritorios y otros recursos”. Y agrega que “los
Estados celebrarán consultas y cooperarán de
buena fe con los pueblos indígenas interesados
por conducto de sus propias instituciones repre-
sentativas a fin de obtener su consentimiento
libre e informado antes de aprobar cualquier
proyecto que afecte a sus tierras o territorios y
otros recursos, particularmente en relación con
el desarrollo, la utilización o la explotación de
recursos minerales, hídricos o de otro tipo”.
Veinte países han ratificado el Convenio 169 de
la OIT y algunos han reconocido que las comu-
nidades afro también son beneficiarias de estas
normas, pero Estados Unidos se ha negado hasta
ahora a hacer parte de este convenio al igual
que Canadá. Así mismo tanto Estados Unidos
como Canadá votaron en contra de la Declara-
ción de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, aprobada con el voto
de 146 países. En Bolivia en cambio fue aproba-
da esta declaración como ley.
Por otra parte, hasta 2010 los organismos in-
ternacionales y nacionales se habían negado a
reconocer los derechos de los campesinos. El
Convenio 141 de la OIT se refirió especialmente
al derecho de organización en el campo, en las
Américas solamente ha sido ratificado por Beli-
ce, Brasil, Costa Rica, Cuba, Ecuador, México,
Nicaragua, Uruguay y Venezuela.
Sin embargo, en agosto del 2008, el Comité Con-
sultivo del Consejo de los Derechos Humanos de
la ONU reconoció el papel de los campesinos.
Luego el papel y de los derechos del campesi-
nado y la pequeña agricultura alrededor del
mundo, fueron reconocidos en forma preliminar,
por la Cuarta Sesión del Comité Consultivo del
Consejo de los Derechos Humanos de la ONU de
enero del 2010, que adoptó el informe del Co-
octubre 2010
mité Consultivo titulado “Discriminación en el
contexto del Derecho a la Alimentación”.
El informe describe la marginalización que su-
fren campesinos y campesinas, mujeres rurales
y comunidades de pesca y caza tradicional. Tam-
bién acoge plenamente la Declaración de los De-
rechos de las Campesinas y Campesinos que fue
emitida por La Vía Campesina, que establece
que “campesinas y campesinos tienen el dere-
cho de participar activamente en el diseño de
políticas, en la toma de decisiones, la aplicación
y el monitoreo de cualquier proyecto, programa
o política que afecte sus territorios”.
Héctor Mondragón es integrante del Grupo
de Agricultura y Comercio de la Alianza Social
Continental
Referencias
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civilización negada.
Coordinadora Regional de los Altos de Chiapas 2002.
“Maquiladoras: Su marcha explotadora hacia el sur”;
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562.
 Impacto del TLCAN en el
campo mexicano
En la pandemia de “trataditis” comercial des-
atada por los neoliberales, las condiciones
impuestas a la agricultura bajo el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
son probablemente las más graves de la his-
toria porque dispusieron la apertura total del
comercio agroalimentario entre países con
enormes asimetrías económicas, tecnológicas,
geográficas y de política agrícola y colocaron
por ello al campo mexicano en una situación de
precariedad extrema.
Negociado para beneficiar a Estados Unidos al
asociar como iguales a países con diferentes
grados de desarrollo, sin trato especial para
México, el TLCAN fue promovido a partir de
premisas que resultaron falsas. El libre mer-
cado no existe porque es libre para los países
fuertes y para los demás es sólo mercado. La
apertura comercial sacrifica a los campesinos
en el altar de la productividad de la agricultura
industrial y la ganancia de los monopolios. El li-
bre comercio es en realidad el “libre comerse”
a los más débiles.
Después de 16 años de vigencia del tratado y
con la frontera abierta totalmente a las impor-
taciones de granos, no es extraño que México
esté ahora mismo en medio de una crisis agroa-
limentaria sin parangón, agravada por la caída
de la economía mundial. La dependencia de las
importaciones de alimentos, cuyos precios in-
ternacionales se han disparado, llevó al país a
34 una situación peligrosa donde más del 40 por
ciento de su comida viene del exterior, en un
mercado controlado por trasnacionales.
El dogma neoliberal impuesto en México en el
último cuarto de siglo, cuyo punto culminante
es la aplicación del propio tratado, acabó con la
política de fomento a la producción campesina
y de fortalecimiento de la economía rural que
Alfredo Acedo
hubiera permitido una competencia más equi-
tativa. El gobierno metió al país en una trampa
al adoptar recetas ideológicas formuladas para
administraciones entreguistas, que los países
ricos nunca aplicarían en sus propios sistemas
agrícolas por motivos de seguridad nacional. La
doctrina del libre mercado se parece mucho a
un dicho popular mexicano: Hágase la voluntad
de Dios pero en los bueyes de mi compadre.
En este caso, la trampa fue obligar a la nación
mexicana a no producir lo que podía comprar
barato en el exterior para que una vez destrui-
do el mercado interno, los precios quedaran al
arbitrio de entidades extranjeras.
Promesas incumplidas
Es bueno recordar los objetivos anunciados por
el gobierno mexicano al negociar y firmar el TL-
CAN: generar empleos suficientes y bien remu-
nerados para evitar la emigración; incrementar
sustancialmente el gasto en infraestructura
a través de inversión extranjera directa y de
más inversión nacional; acelerar el crecimiento
económico y elevar la productividad.
El régimen que impuso el tratado, encabezado
por un grupo de tecnócratas con los pies en el
país pero con la cabeza y el corazón en Estados
Unidos, donde fueron entrenados, mintió a la
sociedad durante la negociación del acuerdo
comercial. La promesa de que el TLCAN gene-
raría mejor nivel de vida para la mayoría de los
mexicanos era un engaño, como fue señalado
a su debido tiempo por organizaciones campe-
sinas y especialistas en el tema agropecuario.
Basta un dato ahora para tener idea del tamaño
de la emergencia que vive el país: en el primer
trimestre del año, México gastó 4 mil 291 mi-
llones de dólares (mdd) para comprar alimen-
tos en el exterior, principalmente en Estados
459
Unidos, lo cual representa un incremento de 14
por ciento respecto al mismo período de 2009,
y equivale a un gasto de 2 mdd por hora1.
El saldo acumulado de la compra de alimentos
en el mercado internacional durante la última
década fluctúa alrededor de los 150 mil millo-
nes de dólares en un país que antes del trata-
do producía prácticamente todo lo que ahora
compra afuera.
A partir del TLCAN, México importa 10.7 mi-
llones de toneladas (mdt) de maíz —el 33 por
ciento de lo que consume—, cuando en 1993,
un año antes del tratado, sólo importábamos
250 mil toneladas, esto es, la dependencia en
maíz, grano que simboliza la historia y la cultu-
ra mexicana, y de una gran importancia econó-
mica pues aporta el 40 por ciento de la ingesta
calórica de los mexicanos, se ha multiplicado
por 43 veces durante la vigencia del tratado.
Para el presente año se estima que las impor-
taciones de este cereal serán de unos 12 mdt y
la producción interna podría caer a 21 mdt , en
comparación con los 24 mdt del ciclo anterior2.
En el caso de la leche en polvo, México es el
primer importador del mundo; compra además
al exterior el 95 por ciento del soya que consu-
me, el 80 por ciento del arroz, el 53 por ciento
del trigo, el 40 por ciento de la carne de res y
cerdo, el 30 por ciento del frijol, sólo por seña-
lar los productos más importantes.
El análisis comparativo de los resultados del
Censo Agrícola y Ganadero 1991-2007 arroja
que el número de unidades de producción sin
actividad agropecuaria casi se triplicó al pasar
de 584 mil 817 a un millón 478 mil 888, claro
indicador del abandono de tierras antaño pro-
ductoras de alimentos.
Según la misma fuente, el financiamiento a
las actividades agrícolas cayó drásticamente
1 INEGI, citado por Carlos Fernández-Vega, La
Jornada, mayo 31, 2010
2 Reuters, Confederación Nacional de Productores
Agrícolas de Maíz, noviembre 20, 2009.
octubre 2010
ya que las unidades de producción con crédi-
to disminuyeron de 744 mil 400 a 172 mil 585
y siguen siendo más las unidades que no usan
maquinaria.
Se agudizó la crisis
El crecimiento de la economía mexicana en su
etapa neoliberal ha sido inferior al observado
bajo el modelo de sustitución de importaciones
y economía mixta derivado de la Revolución
Mexicana.
De 1934 a 1982 la economía había crecido a
una tasa media de 6.1 por ciento anual. En la
etapa del TLCAN, su incremento ha sido menor
a tres puntos porcentuales, menos de la mitad
del modelo anterior. La inversión fija bruta en
maquinaria, equipo e infraestructura entre
1994 y 2007, se elevó a 3.7 por ciento anual,
mientras en los 50 años anteriores fue de 8.3
por ciento3.
Las cadenas productivas más dinámicas desde la
vigencia del TLCAN son las dominadas por em-
presas trasnacionales u oligopolios nacionales.
Entre 1982 y 2005, el PIB nacional creció 2.3
por ciento anual y el del agro sólo lo hizo en un
1.2 por ciento.
En 1987 el Banco Mundial (BM) había prestado
al gobierno mexicano 300 millones de dólares,
con la condición de eliminar todas las medidas
de protección estatal al sector agropecuario.
El colmo del cinismo es que mientras exigían a
México que eliminara los subsidios a los cam-
pesinos, los gobiernos de sus inminentes socios
comerciales hicieron lo contrario.
Concretamente, el BM exigió al gobierno eli-
minar los precios de garantía de los cultivos 35
básicos, subir los precios del agua y los ferti-
lizantes, privatizar las empresas estatales re-
lacionadas con apoyos al campo, despedir em-
pleados del sector gubernamental de atención
3 Evaluación del TLCAN. José Luis Calva, El Univer-
sal, enero 24, 2008
 al medio rural y eliminar los apoyos directos a
familias pobres.
El gobierno, muy obediente, cumplió una a una
todas las condiciones y fue más allá, hasta re-
formar el Artículo 27 de la Constitución para
ampliar la inversión privada en el campo y des-
mantelar la condición de la parcela ejidal como
patrimonio familiar, en una brutal embestida
contra la clase campesina.
Si ahora los productores mexicanos producen
más caro, no es por ineficiencia sino porque el
precio de los insumos es mayor y los apoyos que
reciben no se comparan con los que disfrutan
sus competidores de Estados Unidos y Canadá.
En 2002, el gobierno estadunidense aumentó
sus subsidios al campo a 180 mil millones de
dólares para esa década.
Pero la ventaja competitiva de EU en subsidios
al campo ya era apabullante: los apoyos totales
a la agricultura (durante el periodo 1986-1988)
representaban en EU 44.7 por ciento del valor
bruto de la producción agropecuaria, contra
8.2 por ciento en México.
Entre las diferencias presentes antes y durante
el tratado destaca el rendimiento de maíz por
hectárea que en EU es cuatro veces mayor y
mientras que en México son necesarias 17 jor-
nadas de trabajo para producir una tonelada
de maíz, en EU bastan 1.2 horas. Una de las
razones es que en EU hay 1.3 tractores por tra-
bajador ocupado, en tanto que México apenas
dispone de 3.4 tractores por cada 100 trabaja-
dores agrícolas.
El impacto del tratado había venido siendo
amortiguado por la emigración que redujo la
36 presión social y política en México y ha benefi-
ciado enormemente a los empresarios estadu-
nidenses con oferta de mano de obra barata.
Se calcula en más de medio millón las perso-
nas expulsadas del país por el desempleo cada
año, procedentes principalmente del campo.
Las remesas de los emigrados han superado la
inversión extranjera directa y se convirtieron
en factor comparable al ingreso de divisas por
turismo y venta de petróleo. Pero la crisis fi-
nanciera y el endurecimiento de la política mi-
gratoria estadunidenses han agravado aun más
la situación.
Sin embargo, México sigue teniendo potencial
humano y material para generar los alimentos
y demás productos que la sociedad demanda.
Por ejemplo, en el campo se podrían producir
50 millones de toneladas de maíz, 30 más de
las que actualmente se cosechan, si se cam-
biara la política agropecuaria apoyando a los
campesinos y se cultivaran unos 7 millones de
hectáreas en el sur y sureste del país, donde
hay agua suficiente. Con híbridos no transgéni-
cos, actualmente es posible levantar ocho to-
neladas por hectárea.
Después de que el gobierno favoreció las im-
portaciones golpeando severamente a los pro-
ductores nacionales hasta desaparecer a mu-
chos de ellos, las trasnacionales se apoderaron
del mercado interno y de todas las fases de la
producción. Ahora que tienen el control, espe-
culan con los productos y manejan los precios
a su antojo. Las “ventajas comparativas” que-
daron hechas talco. En el trayecto, el país ha
perdido uno de los componentes básicos de su
seguridad y soberanía nacional: la soberanía
alimentaria.
Desde entonces se han venido enfrentando dos
visiones: la que reivindica la importancia de re-
cuperar la soberanía alimentaria a partir de la
producción campesina, y el prejuicio de quie-
nes reducen la cuestión a un asunto de merca-
do y prefieren la importación y la producción
intensiva, empresarial en beneficio de las tras-
nacionales.
Esta disputa podría tener un desenlace político
favorable para los campesinos a través de la
contienda electoral de 2012 porque la idea de
la soberanía alimentaria estará representada
en los comicios.
Alfredo Acedo es director de Comunicación
Social y asesor de la dirigencia nacional de la
Unión Nacional de Organizaciones Regionales
Campesinas Autónomas. México.
459
 ....
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