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AMBIENTE, TERRITORIO Y SOSTENIBILIDAD – ENSAYO TEMA LIBRE

DISEÑO ENDÓGENO DE LA MANO CON LA EDUCACIÓN, POR UNA CULTURA DE PAZ

Vivimos en la ‘posmodernidad’, inmersos en una sociedad de consumo acelerado, basada en el


individualismo y la competencia facilista como elementos que supuestamente contrarrestan la
deshumanización. El ritmo que imponemos es vertiginoso (al ser actores pasivos contribuimos a
ello), y no es difícil deducir que los recursos del planeta se agoten a tal velocidad que somos
conscientes de ello, cuando lo apreciamos en el patio de nuestra casa… ¿será acaso el futuro que
siempre habían soñado, las generaciones que nos precedieron?... Y basta ver los conflictos que
creamos en plena era posmoderna, cuando ‘impera la razón’.

Las demandas que muestran algunos colectivos hoy, son en lo menos extravagantes, que
analizadas finamente no conjugan con las necesidades físicas o sociales de un individuo hace
menos de un siglo. El modelo de economía actual nos envía mensajes constantemente de la
imperfección en la aplicación de teorías de desarrollo en nuestras regiones las cuales, por ese
mismo afán, pretenden equiparse de la noche a la mañana, a las economías más avanzadas. Todo
esto conduciéndonos, a insatisfacción en lo social, a un detrimento cultural, pero peor aún a una
aprehensión de un conocimiento prestado, donde las soluciones parecen ser siempre las mismas a
unas manifestaciones problemáticas que son propia de cada región o de cada país. En pleno siglo
XXI aparece una sociedad con dos velocidades y por tanto con dos tipos de ciudadanos (los que se
benefician de la producción de bienes y servicios y los que quedan excluidos) exige garantizar una
educación de una calidad tal que permita a todos aprovechar los bienes de la sociedad y buscar, al
mismo tiempo, alternativas para que las desigualdades se reduzcan.

En este punto es que quiero centrar mi propuesta, a través de este ensayo, y es que podamos
dirigirnos hacia una sociedad dueña de su propio destino; a los problemas surgidos desde nuestra
sociedad, poderles enfrentar con soluciones igualmente ‘endógenas’ generadas en las aulas y
afinadas en las comunidades. El tema trastoca sensiblemente los aspectos de educación y
participación. En este sentido se debe plantear el interrogante sobre qué es convivencia
democrática, y su relación con la cultura de inclusión. Creo, que esto nos lleva a hacer referencia a
un sistema político que además de garantizar el ejercicio de todos los derechos (políticos, sociales,
económicos y culturales), propenda por el estudio participativo y además cohesionado, de todos y
cada uno de los programas que planee en todos los niveles (nacional, regional y local).

Cuando arriba mencionaba la reverencia a la razón, no es quedarse en esa mirada puritana que la
percibe como un monstruo indeseable– como la concubina del diablo-, sino ciertamente como una
fuente de conocimiento importante, una de las bases en la cual fundamentar el trabajo
investigativo. Escuelas, colegios, universidades y todo tipo de centro de capacitación debe generar
conciencia de cambio, permitir que su alumnado se apropie de su realidad y proponga desde estos
espacios soluciones prácticas que luego son soportadas en el conocimiento clásico. Cuando
copiamos modelos de diseño, no debemos quedarnos en imitar la obra del artista sea éste,
extranjero o nacional, mundialmente reconocido e ‘implantar su creación’ en un determinado
terreno; el meollo está quizá, en escrudiñar su técnica, los procedimientos utilizados, no sólo los
extrapolados de la misma obra, sino ser capaz de inmiscuirse en su mente para poder descubrir
qué lo hizo llevar a plantear cierta solución o soluciones. Por eso resalto, que no se trata de
convertirnos en ‘islas del conocimiento’, pues existe un sinfín de información que hay saberla
estudiar y organizar, en busca de esa esencia que nos brinde herramientas indistintas para la
generación de un diseño autóctono.

El otro aspecto fundamental es la participación, que está íntimamente ligado a la convivencia, en


tanto que son conceptos que se construyen mutuamente, más que necesarios en la sociedad
colombiana. Una posible excusa para favorecer estos temas, es que por medio de la participación
ciudadana, se construye la cultura de paz. La paz, de un modo u otro –por definición o proyección-
siempre ha sido el pretexto de la mayor parte de las acciones políticas del ser humano; en cuyo
nombre, también se han cometido las mayores barbaries. No podemos olvidar, antes que nada,
que el propio concepto de paz, su naturaleza y dimensión, ha sido diferente según las diversas
culturas y civilizaciones. Una manera de lograr esa convivencia como ‘expresión lícita de paz’ es la
promoción de un trabajo conjunto entre académicos y la comunidad proponiendo métodos que
permitan amortiguar sus efectos en la humanidad o sobre el medio ambiente en específico.

La educación constituye sin lugar a dudas el instrumento más valioso para construir la Cultura de
Paz, pero a su vez, los valores que esta inspira deben constituir los fines y los contenidos básicos
de tal educación. Si la construcción de la cultura de paz a través de ese conjunto de valores,
actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida, constituye la clave del potencial creador
de la ciudadanía, la educación es la herramienta que puede configurar y guiar el desarrollo de ese
potencial, y al mismo tiempo orientarlo adecuadamente para alcanzar las aspiraciones pacíficas de
la comunidad.

Garantizados estos espacios, sin duda alguna estamos promoviendo por la paz, como un elemento
que se construye día a día y no exclusivamente en el modo de ‘acabar la guerra’. El concepto de
convivencia está determinado por esos factores, en la medida que ciertamente requiere una dosis
relevante de equidad social y cultural, donde las brechas sociales, económicas y culturales sean
mucho menores que las actuales. Pues asimismo, como rescatamos el conocimiento occidental
como una base importante sobre la cual construir nuestro propio conocimiento, hay que señalar la
importancia de propender por un sistema político que favorezca estas discusiones, pues sus
decisiones inevitablemente tienen alta incidencia en lo cultural, esto unido al aspecto de la
educación antes mencionado. La aspiración de formar ciudadanos que se autodeterminen, que se
gobiernen a sí mismos está en el corazón de esa cultura de paz; debemos ser capaces de disfrutar
de los mismos derechos, y por consiguiente de las mismas obligaciones, por esto mismo se
evidencia que el Estado no es suficiente por sí mismo, sin la contribución de todos. Es que no basta
con una reforma educativa que amplíe la cobertura, la educación obligatoria puede ser una buena
y sólida base para contribuir a la construcción de esta cultura, pero la paz como derecho requiere
del quehacer permanente y coordinado de todos los actores sociales.

De la misma manera con este modus vivendi, que implica naturalmente un cambio cultural,
promovemos además porque la elaboración de planes incluyentes para un desarrollo sostenible,
se haga desde la misma comunidad. Favorecer el acceso a las distintas fuentes de información,
propender por un debate constante que permita un juicio crítico hacia el estudio y hacia la acción,
y por último, constituir de manera conjunta valores y comportamientos que nos identifiquen
desde cada grupo, como miembros de una comunidad, son todas estas estrategias para una
educación centrada en la cultura de la paz.
Sintetizando, en la medida que las decisiones importantes estén en nuestras manos y menos en las
de los demás, seremos capaces de proyectar un desarrollo sostenible, fiable y a su vez que sea
conectivo con los talentos de cada uno en el lugar que ocupe en la sociedad. Como diseñadores
urbanos, poseemos esa capacidad intuitiva por que cada pieza de lo mejor de sí, en un ejercicio
sinérgico, para así descubrir las soluciones que tenemos al frente.

" La paz no puede consistir únicamente en la ausencia de conflictos armados, sino que entraña
principalmente un proceso de progreso, de justicia y de respeto mutuo entre los pueblos, destinado a
garantizar la edificación de una sociedad internacional en la que cada cual pueda encontrar su verdadero
lugar y gozar de la parte de los recursos intelectuales y materiales del mundo que le corresponde..."
(Resolución 11.1 Conferencia General de UNESCO 1974).

Por: JOHAN MARTINEZ SANTIS


Diseñador urbano en proyecto

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