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La causa desencadenante fue el vacío de poder creado por la invasión de los franceses de la
península ibérica en 1808, que originó la Guerra de la Independencia. En América, tras las
abdicaciones de Bayona los criollos se negaron a reconocer al rey intruso José Bonaparte y
formaron Juntas que, a imitación de las españolas, tomaron localmente el poder y
manifestaron su adhesión al rey Fernando VII. Pero cuando la Junta Suprema Central en
1810 traspasó sus poderes al Consejo de Regencia muchos territorios americanos se
sintieron desligados de España y las Juntas se declararon autónomas.
Se puede dividir en dos etapas, definidas no sólo por los hechos que se desarrollan en las
colonias sino por los acontecimientos que tienen lugar en la metrópoli.
- Los independentistas, que consideraban que las Juntas tenían la soberanía. Esta postura se
dio en los nuevos virreinatos ( Nueva Granada y de Rio de la Plata)
3. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA:
Para España: la confirmación de que era una potencia de segunda fila. La repercusión
económica fue mayor, ya que desapareció una fuente importante de ingresos para la
Hacienda pública- los caudales de Indias- y el comercio se redujo, lo que retrasó el proceso
de industrialización en España.
Para las colonias: los intereses de las burguesías comerciales y de los grandes terratenientes
condujeron al fraccionamiento en múltiples repúblicas, débiles e inestables, con formas de
gobierno autoritarias, en manos de caudillos militares, los únicos que podían mantener
sometidas a las masas. Las clases altas criollas se identificaron con la nación pero no
promovieron el desarrollo y las condiciones de vida de negros, indios y mestizos
empeoraron. El sueño de Bolívar de crear unos Estados Unidos del Sur fracasó y pronto
surgieron luchas fratricidas entre los países por cuestiones fronterizas.
La independencia política de los nuevos estados no supuso la independencia económica. El
dominio español fue sustituido por el de Gran Bretaña y Estados Unidos, que llevaron a
cabo un neocolonialismo brutal, impidiendo con ello el desarrollo económico de la zona.
En 1823 el presidente Monroe había declarado: "América para los americanos", es decir,
que sería un territorio preferente de Estados Unidos y que los europeos debían ir
abandonando sus intereses en el continente.