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CLÍNICAS
OBSTÉTRICAS Y
GINECOLÓGICAS
Obstet Gynecol Clin N Am DE NORTEAMÉRICA
SAUNDERS 32 (2005) 181–200
La inducción del parto es uno de los procedimientos más frecuentes en obstetricia y uno
de los actos médicos con un mayor crecimiento en Estados Unidos. La tasa de inducción
del parto en este país continúa incrementando significativamente en todas las edades
gestacionales. Los datos finales para el año 2003 del National Center for Health Statis-
tics indicaron una tasa del 20,6% para el año 2002, más del doble que en 1989 (9%) [1].
La razón para este incremento no está clara, aunque puede reflejar, en parte, el uso incre-
mentado de la inducción del parto para los embarazos postérmino y la tendencia cre-
ciente de la inducción electiva del parto.
Indicaciones y contraindicaciones
Generalmente, la inducción del parto está indicada cuando los beneficios de finalizar la
gestación para la madre y/o el feto supera los riesgos potenciales de continuar el emba-
razo. El momento más apropiado para la inducción es el punto en el que los beneficios
maternos o perinatales son mayores si se interrumpe el embarazo que si éste continúa.
Idealmente, la mayoría de los embarazos deberían dejarse llegar a su término, ya que el
inicio espontáneo del parto es el signo de la terminación fisiológica de esta gestación.
Sin embargo, ocasionalmente, una mujer puede parir antes del inicio espontáneo del tra-
bajo de parto. Las indicaciones de inducción habitualmente aceptadas se exponen en el
cuadro 1. Dentro de las indicaciones estándar, la hipertensión inducida por el embarazo
y el embarazo postérmino se encuentran entre las más frecuentes, y dan cuenta de más
del 80% de las inducciones reportadas. A menos que exista evidencia de afectación fetal,
generalmente, es imperativo que, o bien el embarazo haya llegado a término, o bien se
documente la madurez fetal. Cuando exista evidencia de madurez pulmonar fetal, la
decisión de inducción no resulta difícil. Sin embargo, antes del término la indicación es
mucho más comprometida. En tales casos, deberían existir unos beneficios claros para
el feto que superen claramente los posibles riesgos propios de la prematuridad. La induc-
ción electiva del parto (sin una indicación médica u obstétrica) no se recomienda por lo
general, pero algunos factores logísticos, como la lejanía del hospital respecto al domi-
cilio de la paciente o la historia de partos rápidos, podrían ser indicaciones razonables.
En el cuadro 2 se recogen las contraindicaciones relativas y absolutas de la inducción
del parto generalmente aceptadas. Existen pocas contraindicaciones absolutas de la
inducción, puesto que pueden existir ciertas situaciones clínicas en las que hay excep-
ciones que recomiendan la inducción (p. ej., prolapso de cordón umbilical con resultado
de muerte fetal). Existen varias situaciones clínicas que no se consideran contraindica-
ciones, por lo general, pero que requieren precauciones especiales, incluyendo presen-
tación de nalgas, pelvimetría clínica límite, gran multiparidad, pruebas fetales no tran-
Absolutas
• Placenta previa
• Vasa previa
• Situación fetal transversa
• Prolapso del cordón umbilical
• Antecedente de cesárea clásica
• Infección herpética genital activa
Relativas
• Gestación múltiple
• Polihidramnios
• Enfermedad cardíaca materna
• Gran multiparidad
• Presentación de nalgas
• Presentación libre flotando sobre el estrecho superior de la pelvis
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Maduración cervical
Métodos mecánicos
Los métodos mecánicos se han utilizado desde hace muchos años para madurar el cér-
vix en combinación con la inducción del parto [10]. A mediados del siglo XIX, Barnes fue
uno de los primeros en describir el uso de un catéter con balón para madurar el cuello
[11]. Desde entonces, se han popularizado varias modificaciones de este método.
Los catéteres utilizados con mayor frecuencia son los Foley con un balón de 25 a 50 ml,
que pueden insertarse a través de un cérvix no dilatado antes de hincharse. Más recien-
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Métodos farmacológicos
El uso de prostaglandinas para la maduración cervical se ha descrito utilizando diferen-
tes fármacos, dosis y vías de administración [22-24]. La distinción entre maduración
cervical e inducción del parto es superflua en las pacientes que reciben prostaglandinas,
dado que la mayoría de ellas se ponen de parto. La dinoprostona (PGE2) es la prosta-
glandina más utilizada para la maduración cervical. La aplicación local de PGE2 da
lugar a un reblandecimiento del cérvix mediante, por lo menos, tres mecanismos: 1) alte-
ra la sustancia extracelular del cérvix; 2) afecta al músculo liso cervical y uterino, y
3) promueve la formación de las gap junctions necesarias para la coordinación de las
contracciones uterinas del parto [25,26].
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Los metaanálisis han demostrado que las prostaglandinas son superiores al placebo
y a la oxitocina sola en la maduración cervical [27,28]. Una revisión sistematizada que
incluyó por lo menos 5.000 embarazos a partir de más de 70 estudios prospectivos sugi-
rió que la PGE2 es superior al placebo al favorecer el borramiento y la dilatación del cue-
llo uterino [27].
Existen dos formas de PGE2 (dinoprostona) disponibles comercialmente. En los
estudios aleatorios, ambos preparados han demostrado una eficacia similar [29-31]. La
primera fórmula se presenta en forma de gel, y se coloca intracervicalmente sin superar
el orificio cervical interno. La aplicación de 0,5 mg puede repetirse cada 6 horas, sin
exceder un total de tres dosis en 24 horas. La segunda forma es un implante que contie-
ne 10 mg y se deposita en el fondo vaginal posterior. Esta formulación permite la libe-
ración controlada de dinoprostona durante 12 horas, tras lo cual se retira.
El misoprostol (análogo sintético de la PGE1) ha sido objeto de numerosos artículos
que describen su uso como agente de maduración cervical [32-50]. Varios estudios han
demostrado la eficacia de dosis de entre 25 y 50 g administrados por vía vaginal u oral
para inducir la maduración cervical y el parto. Dado que la mayoría de pacientes notan
el inicio de contracciones regulares poco después de la dosis inicial, el misoprostol debe-
ría considerarse un fármaco inductor del parto que sólo ocasionalmente madura el cér-
vix sin inducir dinámica uterina.
El papel de las citocinas en la maduración cervical ha sido estudiado recientemente.
[51]. La interleucina-8 puede promover el quimiotactismo de los neutrófilos, que se aso-
cia con actividad de la colagenasa y maduración cervical [52]. Estos agentes inflamato-
rios pueden ser especialmente importantes como mediadores de la maduración cervical
asociada con el parto prematuro. La sintasa del óxido nítrico y el propio óxido nítrico se
han propuesto como moléculas con un importante papel regulador sobre el miometrio y
el cérvix durante el embarazo y el parto [53-55]. En el cérvix humano, la maduración se
asocia con un incremento en la expresión de la sintasa del óxido nítrico inducida y de la
sintasa del óxido nítrico cerebral a nivel del mismo. Las células inflamatorias residentes
y emigradas pueden ocasionar un incremento en la actividad de la sintasa del óxido nítri-
co inducida. En los primates, la maduración cervical presenta muchos aspectos de un
proceso inflamatorio: remodelación tisular y rotura de enlaces químicos entre las fibras
de colágeno. Los agentes de la inflamación, como la interleucina-1, el factor de necrosis
tumoral-alfa (TNF-) y la interleucina-8, parecen estar implicados en el proceso de la
maduración cervical [56-58].
La relaxina es una hormona polipeptídica, parecida a la insulina, producida por el
ovario, la decidua y el corion. Ha sido estudiada como un posible inductor de la madu-
ración cervical, dados sus efectos sobre la remodelación del tejido conjuntivo [59,60].
Se sospecha que puede tener efecto en la maduración cervical en humanos, basándose
en los resultados observados en estudios realizados en animales. El hallazgo de que la
relaxina porcina induce la maduración cervical en los humanos da soporte a esta con-
clusión. Puesto que la relaxina humana no tiene efecto sobre el cérvix humano, el papel
que puede desempeñar esta molécula en el embarazo y el parto no está claro. El posible
papel farmacológico de la relaxina, ya sea porcina o humana recombinante, para la
maduración cervical, está por clarificar.
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Oxitocina
La oxitocina, una neurohormona que se origina en el hipotálamo y se secreta en el lóbulo
posterior de la glándula hipofisaria, es el fármaco más utilizado para la inducción del parto
en los embarazos viables. Este octapéptido se secreta de manera pulsátil, hecho que se
refleja en la marcada variabilidad observada en las determinaciones minutadas de los nive-
les plasmáticos maternos de oxitocina [61]. La vida media de la oxitocina es de 10 a
12 minutos [62]. La tasa de aclaramiento metabólico es similar tanto para hombres y muje-
res no embarazadas como para las gestantes: de 20 a 27 ml/kg/min [63]. Esta similitud en
el aclaramiento de la hormona entre hombres y gestantes es chocante, teniendo en cuenta el
gran incremento de los niveles de leucina-aminopeptidasa que se produce durante el emba-
razo, una enzima capaz de hidrolizar la oxitocina. Este hallazgo sugiere que otros factores
diferentes a esta enzima son responsables de la degradación de la oxitocina.
Existe considerable confusión respecto a la farmacocinética de la oxitocina, debido
a que gran parte de los estudios farmacocinéticos iniciales se realizaron antes de dispo-
ner de un radioinmunoensayo fiable para la oxitocina [64]. La potencia de la oxitocina
aún se basa en un bioensayo de actividad vasopresora realizado en aves, con una unidad
de la United States Pharmacopoeia equivalente a 2 g de oxitocina. Tradicionalmente,
se ha considerado que los niveles de oxitocina alcanzan una meseta entre 15 y 20 minutos
tras el inicio de la perfusión o el incremento de la dosis. Estudios recientes que han uti-
lizado un radioinmunoensayo sensible para la oxitocina han mostrado que se requieren
aproximadamente 40 minutos para que se llegue a estabilizar la concentración plasmá-
tica, tras cada modificación de la dosis de perfusión [62].
Está perfectamente establecido que existe una marcada variabilidad en la respuesta
del útero a la oxitocina, pero ésta incrementa a medida que avanza el embarazo [65]. La
variabilidad en la respuesta depende, probablemente, de la concentración de receptores
para la oxitocina en el miometrio, los cuales incrementan de forma progresiva con la
edad gestacional [66]. Según parece, la oxitocina tiene efectos estimulantes directos
sobre el miometrio, además de estimular la producción de prostaglandinas por la deci-
dua [67]. Se ha demostrado un nivel incrementado de un metabolito de la PGF2 en las
mujeres en las que se había inducido el parto con éxito, mientras que este incremento no
se observaba en las inducciones fallidas [68]. El efecto directo de la oxitocina sobre el
miometrio se supone que está mediado por la hidrólisis del polifosfoinositol, con la for-
mación de fosfatos de inositol que actúan como segundo mensajero y promueven la
movilización del ión calcio intracelular [69].
Otras áreas del cuerpo que responden a la oxitocina incluyen la mama, el músculo
liso vascular y el riñón. La oxitocina estimula la contracción de las células mioepiteliales
que rodean al alvéolo mamario, lo que conduce al reflejo de eyección de leche. En
las dosis clásicamente utilizadas para la inducción del parto, no existe un efecto clínica-
mente detectable en el tono vascular. Sin embargo, los bolos intravenosos de dosis tan
bajas como 0,5 IU producen una reducción transitoria del tono vascular periférico que
conduce a hipotensión [70]. De modo similar, en dosis bajas, la oxitocina ejerce sobre la
función renal un efecto negligible.
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potencial es que las mujeres que son relativamente insensibles a la oxitocina pueden
tener un curso prolongado antes de conseguirse una dinámica uterina adecuada. Cerca
del 90% de las pacientes responden a 16 mU/min o menos, mientras que es muy impro-
bable que una paciente requiera más de 20-40 mU/min [79].
El reconocimiento de que la oxitocina endógena se segrega en forma de pulsos
durante el embarazo y el parto espontáneo ha conducido a la investigación de formas de
administración de la misma más parecidas a la fisiológica. En 1978, Pavlou et al fueron
los primeros en describir un protocolo de infusión pulsátil [80]. Más recientemente,
varios estudios aleatorios compararon la eficacia y seguridad de la administración pul-
sátil de oxitocina con la infusión continua [81-83]. La mayoría de los autores concluye-
ron que, aunque no parece ocasionar un acortamiento de la duración de los estadios del
parto, la administración pulsátil reduce la cantidad de oxitocina requerida para la induc-
ción del parto con éxito. La concentración de oxitocina administrada, el ritmo de infu-
sión y el intervalo entre los incrementos de dosis son objeto de estudio y de debate.
Algunos autores recomiendan protocolos de baja dosis (2-5 U/l), mientras que otros los
prefieren de alta dosis (10 U/l). Los ritmos de infusión propuestos en estudios recientes
son de entre 0,5 a 1 mU/min, en vez de la dosis usual de 3 mU/min. De acuerdo con
recientes publicaciones, los intervalos propuestos para los incrementos de oxitocina
oscilan entre 15 y 60 minutos, sin diferencias significativas en las tasas de fracaso de
inducción.
efectiva del fármaco para evitar los efectos antidiuréticos de las dosis elevadas. El ries-
go de intoxicación acuosa aumenta en las mujeres que han recibido grandes volúmenes
de agua libre; por ello, no deberían utilizarse las soluciones de dextrosa al 5% sin elec-
trólitos para la inducción del parto. Los síntomas aparecen cuando las concentraciones
de sodio plasmático caen por debajo de 120-125 mEq/l, y pueden incluir náuseas, vómi-
tos, cambios en el estado mental y, finalmente, convulsiones y coma. Los estados leves
de intoxicación acuosa pueden ser tratados discontinuando la administración de fluidos
hipotónicos y restringiendo la ingesta de agua. Ante la presencia de sintomatología,
puede ser preciso corregir la hiponatremia mediante infusión salina.
Se ha señalado como preocupante la posible asociación entre la inducción del parto
con oxitocina y el aumento de la incidencia de ictericia neonatal. Muchos de los estudios
antiguos que sugerían que la oxitocina ocasionaba ictericia neonatal no habían conside-
rado las variables de confusión, como la edad gestacional y la infusión de grandes volú-
menes de agua libre. La literatura médica reciente no ha identificado ninguna relación
entre la inducción oxitócica y la hiperbilirrubinemia neonatal [86,87].
Prostaglandinas
Las prostaglandinas exógenas, particularmente la dinoprostona (PGE2), se utilizan con
frecuencia como agentes de maduración cervical [88-95]. El proceso de maduración cer-
vical con prostaglandinas se sigue, con frecuencia, del inicio del trabajo de parto, de
modo que aproximadamente la mitad de las pacientes tratadas con dinoprostona se
ponen de parto y dan a luz dentro de las siguientes 24 horas. Las prostaglandinas tienen
la doble capacidad de madurar el cuello uterino e iniciar la contractilidad uterina. Como
consecuencia de los efectos de la maduración cervical y del inicio de la dinámica, el
parto inducido con prostaglandinas resulta similar al parto espontáneo. El uso de pros-
taglandinas de diferentes clases, con diferentes dosis y vías de administración, como fár-
macos inductores del parto ha sido publicado extensamente [27]. Antes de 1992, la
mayoría de los trabajos que estudiaban el efecto de las prostaglandinas en la maduración
cervical y la inducción del parto incluyeron diferentes dosis de dinoprostona (PGE2)
intracervical (0,3-0,5 mg) o intravaginal (3-5 mg). En 1992, la Food and Drug Adminis-
tration americana aprobó la PGE2 (0,5 mg intracervicales) para la maduración cervical
y la inducción del parto. En 1995, también se aprobó, con las mismas indicaciones, un
implante vaginal de liberación lenta que contenía 10 mg de dinoprostona. Puesto que la
mayoría de los estudios han comparado estas preparaciones de prostaglandina con pla-
cebo, la eficacia de las mismas ha sido difícil de establecer. Una vez se ha completado la
maduración cervical y se ha iniciado la actividad uterina, la mayoría de las pacientes
estudiadas requirieron la inducción o estimulación del parto con oxitocina.
La vía óptima de administración de PGE2 no se ha determinado aún. En la mayoría
de los estudios se ha utilizado la administración intracervical, especialmente en los que
compararon la efectividad de los preparados autorizados por la Food and Drug Admi-
nistration (Pepridil y Cervidil). Aunque la administración del gel intracervical es más
difícil que la administración vaginal, la primera parece producir una mejor maduración
cervical. El método intracervical parece asociarse con un menor riesgo de hiperesti-
mulación.
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La manera más fácil y práctica de aplicar la PGE2 es por vía vaginal. Las dosis más
utilizadas son de 3 a 5 mg. Se ha sugerido modificar la dosis de PGE2 en función de la
puntuación cervical de cada paciente, lo que permitiría utilizar una dosis inferior en
muchos casos. Del mismo modo que no existe acuerdo en la dosis óptima y vía de admi-
nistración de la PGE2, también es objeto de debate la frecuencia óptima de administra-
ción. Para la maduración cervical e inducción del parto con PGE2 se utiliza habitual-
mente la pauta de dos dosis de 3 mg a intervalos de entre 4 y 6 horas, seguido de
inducción oxitócica, si es precisa, transcurridas entre 12 y 18 horas.
Independientemente de la vía y la dosis de PGE2 administrada, para la mayoría de
las pacientes, las preparaciones de dinoprostona sirven exclusivamente como agentes
de maduración cervical, y desempeñan un papel menor como agentes de inducción
del parto.
pacientes que recibieron misoprostol iniciaron el trabajo de parto, y sólo el 29,4% requi-
rieron estimulación oxitócica. Una proporción significativamente mayor de mujeres
del grupo del misoprostol tuvieron un parto vaginal dentro de las siguientes 12 horas
(37,6 frente al 23,9%). De forma similar, el 68,1% de las pacientes tratadas con miso-
prostol dieron a luz por vía vaginal en 24 horas. La utilización de misoprostol para la
maduración cervical y la inducción del parto se asoció con una reducción de, aproxima-
damente, 5 horas en el intervalo desde la primera dosis hasta el parto.
Los estudios individuales, dentro del metaanálisis dirigido a la evaluación de la segu-
ridad y eficacia del misoprostol, no llegan a mostrar una reducción significativa en la
tasa global de cesáreas. Sin embargo, la falta de este hallazgo positivo fue debida al
reducido tamaño de las muestras. Los 44 trabajos incluidos en un reciente metaanálisis
proporcionaron datos sobre 5.735 casos que participaron en estudios dirigidos a esta-
blecer el impacto del tratamiento con misoprostol en las tasas de cesárea. En 26 de
44 estudios (59,1%) la tasa de cesárea fue menor en las pacientes aleatorizadas para reci-
bir misoprostol. Cuando se combinaron todos los estudios, las pacientes que recibieron
misoprostol tenían una tasa de cesárea significativamente menor que las pacientes de los
otros grupos (17,3 frente al 22,9%). La indicación más habitual para la cesárea fue la
detención o el descenso de la progresión de la dilatación, el fracaso de la inducción y
el trazo de la frecuencia cardíaca fetal anómalo. La tasa de cesáreas realizadas por alte-
raciones de la frecuencia cardíaca fetal fue similar en el grupo de casos y en los contro-
les. De igual modo, no se apreció diferencia en la tasa de cesáreas indicadas por disto-
cia. Las pacientes que recibieron misoprostol tuvieron una tasa significativamente
menor de cesárea por fracaso de inducción. De acuerdo con lo expuesto, estos datos apo-
yan la conclusión de que el misoprostol reduce la tasa de cesáreas en las mujeres que son
sometidas a inducción del parto, sin reducción de la seguridad, en comparación con las
pacientes con inducción del parto por otros métodos.
misoprostol oral (n = 602) o vaginal (n = 589). Las dosis orales oscilaron entre 50 y
200 g cada 4-6 h. El misoprostol vaginal se administró en dosis que oscilaron entre
25 y 100 g cada 3-4 h. No se encontró diferencia en el porcentaje de pacientes que die-
ron a luz por vía vaginal dentro de las siguientes 12-24 h en cada grupo. De igual mane-
ra, los intervalos desde el inicio de la inducción hasta el parto vaginal no fueron diferen-
tes. La proporción de pacientes que presentaron un aumento excesivo de la actividad
uterina (taquisistolia o hiperestimulación) fue similar en ambos grupos. No se notó nin-
guna diferencia en la incidencia de puntuaciones de Apgar anormal a los 5 minutos, ni
en las tasas de ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos neonatales. La tasa de cesá-
rea fue significativamente menor en los partos inducidos con misoprostol oral. Aunque
ambas vías de administración del misoprostol parecen ser eficaces, la evidencia docu-
mentada acerca de la seguridad del misoprostol administrado por vía vaginal es mucho
más extensa.
Bibliografía
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