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Todo Día es Navidad

Frente a la avalancha de propagandas en esta época de navidad tenemos que rescatar


el “espíritu navideño”, pero sin caer en más de lo mismo. Honestamente, con los años
la navidad se ha tornado en una festividad que termina por provocar más aburrimiento
que paz y alegría. Seamos honestos, todos los años es el mismo tema, los mismos
presepios, la misma decoración, el mismo mantel de arbolitos verdes, el mismo pan
de pascua, los mismos mensajes, las mismas tarjetas, en fin, es siempre lo mismo. Y
claro, siempre habrá alguien hablando del espíritu de navidad.
Todo esto sucede porque durante los 364 días restantes del año nosotros no nos
damos cuenta de una verdad que muy superficialmente rescatamos en la navidad:
Dios se Hizo Hombre. Las implicaciones de esto son cósmicas, sobrenaturales,
universales, trascendentales, y sobre todo, personales. Esto es, Dios se hizo hombre
por un motivo fuerte lo suficiente para hacerlo dejar su gloria, asumiendo la
naturaleza humana, no solamente por un tiempo, pero para siempre ahí hacia
adelante, para sentir todo el dolor de la existencia humana, el sufrimiento de los
pobres y de los inocentes. Él fue rechazado, humillado, ignorado, ofendido,
calumniado, cuestionado, condenado injustamente, agredido brutalmente, tratado
como criminoso, como hereje, como discípulo del diablo. Él padeció la muerte más
cruel de su tiempo, y quizás de todos, fue hecho vergüenza pública y sepultado por
quien pensaba que nunca más regresaría. Pero regresó. Y ¿para qué todo eso?
Seguramente no fue para escuchar desafinados cantos de navidad o estimular
mediocres presepios, mensajes repetitivos y cambio de regalos.
Dios se hizo hombre para redimir al hombre y a toda la creación. En su plan perfecto
Dios determinó la encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad para cambiar la
historia del mundo, para salvar a sus agresores, perdonar sus calumniadores, para
aceptar a los que le rechazaron, justificar a los que le condenaron, amar a los que le
odiaron, abrazar a los que le negaron, sanar a los que le crucificaron y restaurar a los
que le defraudaron. Dios se hizo hombre no para ser el centro de la historia humana,
sino porque Él siempre lo fue y siempre lo será.
Este año, abandone la navidad de siempre, las viejas palabras de buenos votos, la vieja
cordialidad fingida, las viejas frases navideñas. En esta navidad reconozca que tus
labios también le negaron, sus manos le crucificaron y como tantos, despreciaste a la
Luz de los hombres. En esta navidad ríndase a la gracia del que vino por ti, para darte
un nuevo mundo, una nueva vida, una nueva esperanza. Que nació para que usted
pudiera nacer de nuevo, que murió para que usted no tuviera que enfrentar la muerte
eterna y que resucitó para que pudiera vivir con él, no solamente en la gloria en el
cielo, pero aquí y ahora, todos los días, porque para quien conoce a Jesús, todo día es
navidad.

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