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La formación es muy importante para la vida, el aprender, reconocer las cosas que son

convenientes, como ver la vida, como aprovecharla y vivirla sin pasar por encima de los demás.
Esto, entre muchas otras cosas es lo que nos ha enseñado nuestra institución. Los amigos, las
derrotas, los triunfos, las caídas, ser valientes y salir adelante, no bajar la cara y al contrario darnos
cuenta que hay personas en las cuales confiamos y que confían en nosotros, entender que para
alcanzar lo que queremos hay sacrificios y cosas que debemos abandonar, que duelen pero que
nos convierten en mejores personas para la sociedad.

Los valores, las acciones, todo lo vivido son cosas que marcan la vida. La importancia del regaño
del maestro, ¿por qué? Porque asi realmente nos damos cuenta que somos importantes para ellos
y ahí es cuando pensamos que por nada del mundo hay que defraudarlos. Aquí en nuestro colegio,
aprender esos cuatro aspectos fundamentales que realmente nos ayudarán en el desarrollo de
nuestra vida, aprender a ser, a conocer, a convivir y a hacer.

Estar en esta etapa se convierte en todo un honor y un orgullo. Un placer que volverá a sentirse tal
vez cuando nos graduemos de la universidad. Este honor y orgullo se lo debemos a nuestra
institución que ha hecho posible pese a las contrariedades de una sociedad como la actual que
logremos realizarnos como personas. Al mirar hacia atrás hay un sinnúmero de historias que
posiblemente sean contadas, unas con orgullo, otras con un poco de vergüenza, pero todas con el
tinte especial que nos hace sentirnos como hijos de Calasanz.

Los primeros compañeros con aquellos que lloramos, peleamos y compartimos. A pesar de todo
esto siempre fueron personas que estaban ahí, personas que se preocupaban por nosotros,
personas que a lo largo de nuestra historia en la institución nos han demostrado que se han
preocupado por nosotros y que nos han permitido ser una ficha esencial para completar esté
rompecabezas que duró once años en espera de ser armado.

La vida no es fácil y no todo se gana gratuitamente y si hay algo que debamos agradecerle al
colegio es eso, las ganas y ánimos que nos han brindado para que aparte del colegio construyamos
un proyecto de vida y logremos aportarle algo a esta sociedad necesitada de hombres y mujeres
dispuestos a luchar por que un mundo mejor sea posible. Así, admitir nuestros errores es una de
los aspectos primordiales que hemos obtenido, una de las opciones que se nos ha dado, puesto
que, con la ayuda de nuestros maestros quienes a lo largo de estos años nos han dado a entender
que lo que realmente quiere el colegio es que salgamos a enfrentar un mundo competitivo con
actitud de ganadores.

Hoy, una etapa de la vida se nos va, hoy vuelven los recuerdos que para muchos quedaran
tatuados en la mente. El agradecimiento con la institución es mucho, este pequeño escrito no es
nada comparado con absolutamente todo lo que se ha vivido y muy especialmente lo que se ha
recibido. Hoy todo lo que somos es gracias a los pequeños regaños, las sinceras felicitaciones o los
apreciados silencios que frente a determinadas situaciones nos hacían reflexionar. Al recordar
podemos evidenciar cuanto hemos cambiado y cuanto hemos aprendido, como lo que hemos
vivido ha contribuido a hacernos no solo buenos estudiantes sino también mejores personas. Hoy
nos identifica con nuestros compañeros de colegio el respeto, el valor, y el honor de ser
Calasancios.

Desde que estábamos pequeños los principios reinaron, desde esos primeros ladrillos que
significaban el comienzo de un sueño para todos nosotros. Hoy, una bandera, un escudo, un
himno, son solo muestras de lo mucho que logramos aprender como seres pensantes en este
colegio, representan los valores que como ciudadanos hemos logrado apropiar en un largo
proceso que hoy culmina. Ustedes, compañeros de grado décimo reciben estos símbolos que
serán el estandarte de una comunidad educativa basada en principios de convivencia y excelencia
tanto humana como académica. Esperamos que sean dignos continuadores de una tradición que
inició en Peralta de la Sal y continúa hoy, en Ciudad Bolivar. Esperamos que la responsabilidad de
llevar el nombre de la institución en alto sea asumida con la seriedad que se merece y que cuando
alguno de nosotros vuelva al colegio en algún tiempo, se sienta tranquilo porque la labor de ser
Calasancios sigue viva en cada uno de los estudiantes.

Es una corta despedida, unas sencillas palabras que seguramente se quedan cortas frente a los
múltiples sentimientos que se cruzan por nuestros corazones, a los miles de pensamientos que se
cruzan por nuestras cabezas. Hoy entregamos unas banderas, un escudo, una imagen y con ellos
nuestras vidas en la institución, esperando que el recuerdo sea grato para todos, hoy, damos un
paso en una inmensa carrera y guardamos con fe los principios en los que fuimos formados.
Gracias.

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