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carlos marchevsky 2008

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2
A MODO DE ACLARACION NECESARIA

Un violinista sobre el tejado


Muchas interpretaciones se han dado sobre el valor de la figura del violinista sobre el
tejado de Scholem Aleichem. Entre tantas al judío haciendo equilibrio en la diáspora, a la tradición
que siempre acompaña al judío en sus desventuras y muchas más. Tal vez la que más se ajuste a
mi subjetividad sea la siguiente: desde joven viví muchas situaciones dicotómicas ajenas a mi
voluntad. Como militante del sionismo socialista adherido a la corriente borojovista
(marxista/leninista); para la izquierda argentina era de derecha por ser sionista, para la comunidad
judía era un sujeto sospechado por ser comunista. Esta situación hubiera pasado desapercibida
sino fuera por las retahílas que se produjeron a posterior. Mientras viví en Argentina era judío,
cuando hube de irme a vivir a Israel, allá era sudamericano, cuando ingresé a trabajar en otro
sector de la colectividad judía era de derecha por venir del grupo Macabi y para Macabi era de
izquierda por trabajar con los ikufistas. Actualmente trabajando en el Poder Judicial soy indeseable
para la Corte porque aún siendo funcionario pertenezco al Gremio Judicial, mientras que para los
empleados a mi cargo soy un capataz explotador insensible a los requerimientos del trabajador.
Como Trabajador Social soy considerado demasiado psicoanalista, para los psicoanalistas soy
demasiado social; como escritor de cuentos y poemas, “mi público” se divide entre aquellos que
consideraban a uno en desmedro del otro y viceversa.
En razón de los últimos conceptos del segundo libro del Lazo Social donde postulo
reflexionar sobre la existencia de lógicas paralelas y la paradoja como posibilidad de encuentro de
aquellas, la colega María Carballo hace llegar a mis manos el libro de Ana María Fernández “Las
lógicas colectivas”, quedando, una vez más, embretado en un sector no deseado.
En mi libro anterior reflexione críticamente sobre el texto de Sebrelli1 tomando una postura
a favor de los nuevos pensadores contemporáneos quienes no sólo son de mi agrado sino y
además de mi uso, quedando a la izquierda de este autor y sus acólitos. Al leer el libro de

1
Hago referencia al Lazo Social II, donde en el capítulo primero se trabaja sobre “El olvido de la razón” de J.J. Sebrelli.
3
Fernández me encuentro con los mismos autores elaborados de modo tal que me sitúa un tanto
reaccionario a sus posturas.
En una de mis exposiciones públicas me acusaron de fundamentalista. Obviamente tomé
el término como una metáfora sin entender muy bien cual era la intención del reclamo. Aún
apelando a la aclaración no encontraba razones para dicha adjetivación y confieso que quedé un
tanto contrariado por la calidad del juicio. El libro de Ana Fernández me obligó a leer un libro de
Castoriadis2 que utiliza como referencia. Por ambos libros pude pensar el mote que
oportunamente me asignaron. Como bien dice Castoriadis, también soy un sujeto de mi tiempo
atravesado por mi historia, mi prehistoria interpretada y por los devaneos futuristas. Vengo de una
formación positivista, de un racionalismo férreo de “verdades reveladas”, del objetivismo racional,
de trascendencias incuestionables hasta el actual relativismo extremo. Es imperioso que el lector
no pierda de vista que mis libros están dirigidos, por sobre todo, a los trabajadores sociales y en
virtud de ello, también estoy atravesado por su quehacer, decir y pensar.
El Trabajo Social es una profesión práctica que ha colegido cuanta teoría cruza su camino
pero en vez de cotejarla con su práctica, las ha seleccionado y ajustado al modo del quehacer
laboral y salvo honrosas excepciones no hay reflexión o estudio de las novedades conceptuales.
En mis cursos escucho de los colegas cierta ofuscación por la crítica a la profesión. Ocurre que no
se leen críticas sobre las teorías prestadas, algunos profesionales se creen críticos porque apelan
a las ideas de la crítica, pero nunca se preguntaron por esas ideas, hay masividad en su aplicación
y desvío permanente a cualquier otra que se acomode a la no conflictividad del quehacer
profesional.
Tal vez sea oportuno dejar sentado que me resulta muy engorroso se entienda mi
clasificación como un modo ignominioso hacia el trabajador social, por el contrario mi esfuerzo se
dirige a lograr adquirir el respeto a su quehacer y por supuesto ello me incluye.
Este autor no es excepción respecto a lo referido, también tomó prestadas otras teorías
cotejadas con la práctica cotidiana aunque intento diferenciarme en la intención de construir algo
propio para la profesión. En ese sentido, la influencia del marxismo, del estructuralismo y del
psicoanálisis no dejan duda, supongo, en el lector. Pero llevado por estas corrientes es cierto que
la expresión final genera la sensación de la creación de una nueva panacea o del lineamiento
“verdadero y último del trabajo social”3. Si he generado esa sensación, reparo y al mismo tiempo
indico me resultó inevitable. Es verdad que pretendo un “universal” pero también es cierto que
adhiero a las corrientes que cuestionan los universales incorporando el concepto de lógicas
paralelas como se verá más adelante. No se si mis postulados para el Trabajo Social son
universales para Mendoza, Argentina, Latinoamérica o para Occidente. Tengo claro mi ignorancia
de cuantos lugares, culturas y sociedades marcan su propio devenir y sus propias lógicas tal vez
incapturables desde la presente conceptuación. También he aprendido que marcar una línea de

2
Castoriadis, Cornelius. “La institución imaginaria de la sociedad. Vol. 1y 2. Tusquets editores. Bs.As. “, 2da. ed. 1993.
3
Tampoco me voy a flagelar. No debe dejarse de lado que el lector que lee fundamentalismos es un lector que lee desde
sí.
4
pensamiento le ha hecho bien a las profesiones, la que intento representar puede al menos servir
como base de refutación, ampliación, derivación y escisión de posturas.
Daré como ejemplo el concepto de fuerza social que tan bien fue recibido por mis colegas.
La fuerza social es un concepto que trata de condensar la ideas de fuerzas sociales. Decir fuerza
social no implica que haya una y solamente aquella en un análisis sino que devienen varias y
confluyen en la óptica del estudioso. La fuerza social a la que hago referencia no es otra cosa que
el conjunto de fuerzas sociales que pugnan en un espacio tiempo determinado con el objeto en
cuestión. Si se entiende que la definición de fuerza social implica una y solo una y que es la que
yo declamo, entonces sí, la idea fundamentalista estalla, pero si se comprende que mi intención es
desplegar un concepto, este debe abarcar un conjunto que, ni más ni menos, choca con la idea de
lógicas paralelas, dicho de otro modo la fuerza social no es más que una lógica entre varias.
Se verá en este trabajo un estudio sobre el origen de la religión a partir de una consigna
no original sino freudiana con la diferencia de no acentuar la culpa al asesinato al padre sino en la
pregunta ¿dónde está el padre? Mi hipótesis se basa en la interpretación que realicé sobre el
sacrificio que demanda Dios a Abraham por su hijo4, el libro de Harold Bloom, “Jesús y Jahvé. Los
nombres divinos” también interpreta el tema de la aqedah (atadura) de la alianza y del sacrificio
de un modo diferente al mío, más cercano a la versión conocida con una lógica posible de
reflexionar el tema. Mi intención es generar una posibilidad de crear un pensamiento respecto al
padre como función. No es una refutación ni a Freud ni a Bloom sino la intención de abrir una
brecha diferencial, también lógica y razonable para poder demostrar una posibilidad. Del mismo
modo Levi- Strauss trabaja una lógica propia para el estudio de los mitos, Filoramo, en su estudio
sobre la historia de las religiones, en el apartado dedicado a Van der Leeuw y sobre su texto “La
fenomenología de la religión” hacen una advertencia interesante a los etnólogos y antropólogos:
“Tanto Lévy-Bruhl como Van der Leeuw consideran que, para comprender el universo de los
primitivos y, por lo tanto, su universo religioso, es necesario tener en cuenta que la mentalidad
primitiva actúa según unas leyes que no son las mismas por las que se rige la mentalidad
occidental moderna.”5 Desconozco si Levi-Strauss consideró la mentalidad del primitivo, si
directamente aplicó un método (una lógica) occidental para su comprensión, lo que queda claro
que Levi-Strauss aplica una lógica transformada además en método que permite a los lectores
tener una comprensión diferenciada de los mitos. No pongo en juego la verdad, sino la posibilidad
de comprender desde distintas ópticas el fenómeno y todas tienen la validez de dar aportes al
saber.
El violinista sobre el tejado nos habla de un hombre sosteniendo en sus manos un
instrumento con el que hace equilibrio y ni un lado ni el otro le sirven de apoyatura para afirmarse
en el camino. El violinista sobre el tejado es el judío errante a condición de otorgar a ese
calificativo valor de metáfora. Un violinista sobre el tejado puede ser cualquiera cuando sostiene
una postura que intenta inaugurar un espacio para pensar y aunque no está en soledad se
encuentra solo.
4
En el Lazo Social II
5
Filoramo, G.; Massenzio, M.; Raveri; M. y Scarpi, P.: Historia de las religiones. Crítica. Barcelona. 2007. Pág 377
5
6
Capítulo 1
¿QUÉ ES C.A.I (Cuerpo Auxiliar Interdisciplinario)?

El presente capítulo tiene por objeto identificar una entidad judicial de Mendoza nutrida de
Trabajadores Sociales ya que de ella se hablará más adelante6 y para dar muestra de una
organización donde el dispositivo y el encuadre se realizan para dar cobertura a la demanda
institucional y a la vez a la demanda social y de la profesión.
Mendoza Intentó ser precursora en cuanto a las modificaciones del abordaje legal en el
tema familia y penal para menores infractores a la ley de 18 años. Modificó en el año 1.995 la ley
1.304 por la 6.354. No es espíritu de este trabajo analizar las modificaciones fundamentales y
hasta estructurales de una ley sobre la otra; simplemente aportamos que el paradigma en el que
se sostuvo el cambio fue sustituir la idea de “menor en riesgo” por “vulnerabilidad” por tanto la
protección integral del menor y el adolescente como sujeto de derecho.
A partir del artículo 170 de dicha ley se esboza la creación del Cuerpo Auxiliar
Interdisciplinario. Transcribimos los artículos que implican el ítem.
“Artículo 170. El Cuerpo Auxiliar Interdisciplinario asistirá a la Justicia de Familia y a la Justicia
Penal de Menores, en los asuntos de su competencia y en los que esta ley determine, bajo
dependencia jerárquica y funcional de la Suprema Corte de Justicia.
Artículo 171. El Cuerpo contará con un plantel de profesionales calificados en las distintas áreas
de la problemática infanto-juvenil.
Artículo 172. Son funciones del Cuerpo, sin perjuicio de otras que le asigne la presente ley y a
requerimiento de la autoridad judicial que corresponda, las siguientes:
a) Investigar la situación bio-sico-social de los menores;
b) elaborar diagnósticos, perícias e informes;
c) sugerir tratamientos y efectuar el seguimiento y control de los mismos;
d) practicar el seguimiento y control del cumplimiento de las medidas de protección; y,

6
Ver capítulo sobre Instituciones.
7
e) conformar y llevar un registro de abogados “ad hoc”, a los fines de prestar patrocinio
letrado gratuito.
Artículo 173. El Cuerpo contará con especialistas calificados para la relación de los menores
víctimas de infracciones a las leyes penales, de faltas y contravenciones con los órganos
judiciales.
Artículo 174. Cuando el caso así lo requiera, la autoridad judicial ordenará la intervención de
éstos profesionales para la recepción de las declaraciones o interrogatorios, en el primer contacto
y en cualquier etapa de procedimiento.
Artículo 175. El Cuerpo designará, a solicitud de la autoridad judicial que intervenga en la causa,
el profesional que supervisará el cumplimiento de las medidas de protección ordenadas, incluso
de aquellas dictadas de conformidad con el régimen penal vigente.
Artículo 176. El profesional designado deberá elevar un informe mensual de los casos sometidos
a su seguimiento merituando el cumplimiento de los objetivos que se tuvieron en vista con su
imposición y recomendará, fundadamente, el mantenimiento, suspensión, modificación o
supresión de la medida ordenada.
Artículo 177. La autoridad judicial merituará el informe y resolverá en consecuencia, en el plazo
de cinco (5) días de recibido el mismo, ratificando o rectificando, fundadamente, la medida.
Artículo 178. La resolución se notificará a las partes y, en su caso, al Asesor de menores e
Incapaces y al Ministerio Público.
La misma será recurrible en los modos, tiempos y con los caracteres previstos por la
presente ley.7
Por la ley se produce un cambio sustancial respecto a la vieja ley 1.304 equivalente a ley
de patronato. En el artículo 170 la dependencia del grupo profesional pasa a ser directamente de
la Corte y no de los jueces. Este cambio posicional en la estructura modificó radicalmente las
tareas de los grupos de profesionales no auxiliares. El artículo 171 se pone en funcionamiento con
los profesionales ya nombrados hasta ese momento, pertenecientes a las disciplinas de medicina
(médico clínico o pediatra, médico psiquiatra), trabajadores sociales y psicólogos. El artículo 172
da con la brújula orientadora de las tareas que se requieren para los profesionales.
Antes de la ley 6.354
Antes de la nueva ley estaba en vigencia la ley 1.304 con características de ley de
patronato que otorgaba un poder absoluto al juez. Los profesionales auxiliares de la justicia se
encontraban divididos según la organización institucional en las cuatro circunscripciones con
dependencia directa del juez o jueces sujetos a los caprichos de sus decisiones. Se puede
presumir que en el mejor de los casos el trabajo cobraba carácter multidisciplinar bajo la égida del
juez quien concentraba los informes y los procesaba sin necesidad de consulta. Los profesionales
de cada circunscripción imitaban el modelo central de la Primera Circunscripción donde existía un
Cuerpo de Delegados de Libertad Vigilada formado por Trabajadores Sociales y coordinados por
dos Inspectores del área, además el cuerpo de profesionales de la salud conformado por los

7
Ley de Menores de la provincia de Mendoza. Ediciones Jurídicas Cuyo. 1.996
8
médicos clínicos, psiquiatras y psicólogos en compartimentos estancos por áreas. Se resalta que
entre sí los profesionales de las distintas circunscripciones no tenían conocimiento de sus colegas.
Con la ley 6.354
Ya nombrado el paradigma que motiva la nueva ley, orgánicamente no sólo se modifica la
dependencia de los auxiliares profesionales respecto al juez, también por esta ley el juez pasa a
ser de primera instancia pudiendo apelar sus fallos a través de las distintas cámaras ya sea en lo
penal o en familia.
A pesar que en el artículo 208 de la nombrada ley se emplazan los legisladores a
reglamentar la ley en un término no mayor de 180 días cosa que no se cumple. En cierto sentido,
el hecho permitió que el C.A.I. se autogeste con la experiencia adquirida y capitalizada otro tanto
desde la buena voluntad de sus integrantes y también desde la improvisación. Distintos problemas
surgidos en las circunscripciones particularmente con el sector de trabajadores sociales motivo
desde la Inspección Judicial comenzar a llevar hacia las mismas a los Inspectores del área de la
Primera a los fines de intentar subsanar problemas. Fue el primer antecedente preformativo del
futuro C.A.I.
En el año 1.999 la Suprema Corte de Mendoza nombra a la Coordinadora Provincial del
C.A.I. (abogada con rango de juez) quien comienza a dar forma y lineamientos generales para la
formación del conjunto. Un rasgo elogiable de la elección de esta coordinadora es que siendo
abogada se presentó con un espíritu abierto, sincero y sensato a los profesionales a su cargo,
reconociendo su ignorancia respecto a las disciplinas aceptando, sin narcisismo mediante, los
aportes necesarios de aquellas. Le cabe como función reunir a los profesionales, organiza los
tiempos, hace nexo con los jueces y los profesionales, aporta sobre el Derecho.
El organigrama en ese momento se presentaba del siguiente modo:

Primera Segunda Tercera Cuarta


circunscripción circunscripción Circunscripción circunscripción
judicial judicial judicial judicial
33 T.S. 9 T.S. 8 T.S. 2 T.S.
1 Psicólogo 2 Psicólogos 1 Psicólogo 2 Psicólogos
1 Psiquiatra 1 Médico 1 Psiquiatra 1 Médico
1 Médico 9 1 Médico
COORDINADORA PROVINCIAL

INSPECTORES DEL AREA SOCIAL

Secretario administrativo

Población aproximada con la que se interviene por circunscripción:


Primera: 46%
Segunda: 22%
Tercera: 17%
Cuarta: 15%
Como se observa no existe correlatividad entre la cantidad de población y los números de
profesionales nombrados en cada Circunscripción desconociendo el criterio que implicó la
selección. A su vez cabe indicar que entre los Trabajadores Sociales 3 de la primera
Circunscripción, 3 de la tercera, y los 2 de la cuarta respondían a Juzgados de Paz con actividad
similar al resto.
Puesto en marcha el C.A.I. se impusieron los siguientes objetivos:
1- unificar todo el personal a la égida del C.A.I. prestando servicios a los Juzgados de Paz
desde este organismo.
2- Intentar incrementar el personal en las distintas disciplinas de acuerdo a las exigencias,
demandas y extensión territorial.
3- Unificar criterios directivos y teóricos en cada una de las disciplinas como paso previo a la
construcción de la interdisciplina.
En el año 2.002 se logra rearmar el organigrama nombrando un coordinador provincial del
área salud y a la vez referentes de cada área en cada circunscripción judicial como así también
administrativos para la organización. En el año 2.010 el organigrama queda consolidado de la
siguiente manera:

10
COORDINADORA PROVINCIAL

INSPECTORES
INSPECTORES DEL
DEL AREA
AREA SOCIAL
SALUD

Secretario
administrativo

REFERENTES REFERENTES REFERENTES


REFERENTES T.S. SALUD T.S. SALUD T.S. SALUD
T.S. SALUD

Primera Segunda Tercera Cuarta


circunscripción circunscripción Circunscripción circunscripción
judicial judicial judicial judicial
49 T.S. 11 T.S. 11 T.S. 10 T.S.
11 Psicólogo 3 Psicólogos 1 Psicólogo 6 Psicólogos
4 Psiquiatras 1 psiquiatra 1 Psiquiatra 2 Psiquiatras
2 Médicos 2 Médico 1 Médico 1 Médico

De los objetivos propuestos se logran los dos primeros con un costo material y temporal
significativo. Sin ser del todo satisfactorio se obtiene una organización funcional mínima, se
incrementa el personal profesional, se obtienen recursos aledaños necesarios como ser
computadoras, movilidad oficial para zonas de difícil acceso y un control más riguroso de la
gestión administrativa en función a los términos procesales. Esta constitución organizacional
permite reubicar a la Coordinación Provincial en su tarea específica; dedicada a entrevistar a los
jueces de los distintos juzgados para conocer su opinión, exigencia y demandas al C.A.I. tiene
contacto asiduo con la Corte, tramita y facilita los pedidos materiales, de personal y formación que
la organización requiera.
Respecto al tercer objetivo desde el año 1.999 el área social realiza supervisiones
quincenales en cada circunscripción, ateneos mensuales y jornadas provinciales anuales. Las
supervisiones llevan un orden propuesto por los supervisores de área que luego se modifica por la
solicitud de los referentes, voceros del grupo. Se trabaja sobre la calidad del informe, sobre la
deficiencia diagnóstica y problemas puntuales del profesional frente a la demanda del Juez. Como
efecto de las supervisiones, los ateneos trabajan sobre los temas que aquellas muestran como
demanda; teoría del trabajo social, repaso de las leyes que rigen a los profesionales, exposición
magistral de casos o de temas teóricos pertinentes. Las jornadas son el resultado de lo anterior y
tienen la originalidad de tener como requisito la exposición casuística de la experiencia donde los
profesionales de cada circunscripción muestran a sus colegas como abordan y elaboran los
diferentes casos. Es todo un hallazgo reconocer las diferencias y coincidencias regionales y
subzonales de la provincia. Del mismo modo la heterogeneidad de enfoques, teóricos, morales,

11
ideológicos que no están sumidos a las zonas de trabajo tanto como a la formación de cada
profesional. En el año 2.008 se pone en marcha un proceso similar en el área salud mental y a
partir de ese año las Jornadas dejan de ser disciplinarias para pasar a ser multidisciplinarias.
El proceso hacia la interdisciplina se hace extenso y aún no logrado y sigue siendo un
objetivo a realizar. De cualquier modo, el grupo conformado por la dirección que se reúne de
manera semanal es interdisciplinario y si bien trabaja sobre tareas administrativas o en varias
ocasiones relacionadas a directivas institucionales, su dinámica lo hace en ciertos pasajes como lo
más logrado en términos de interdisciplina.
Es importante resaltar que el conjunto de la tarea del área social en sus diferentes
instancias fue un factor de motivación y en algunos casos de creación que dio cuerpo al
pensamiento respecto al “lazo social” término que se construye a partir de la sistematización de la
práctica. En cierto sentido el cuerpo para la construcción teórica del lazo es un producto colectivo
que este autor supo recoger sumando su propia formación. Ya sea por la repetición permanente
en casos o por falta de saber como pensar alguna situación, las lagunas ininterrumpidas fueron la
causa efectiva y eficiente de la necesidad de crear teoría que contenga y avale las dificultades del
profesional.
La creación de un dispositivo orgánico para el fin judicial y a la vez para el mejor
desempeño profesional dio lugar a un encuadre donde la tarea no se hace espontánea,
improvisada y donde cada cual actúa de acuerdo a su inmediatez, sino que permite tener un grupo
profesional abocado a la tarea, (aún cuando la cantidad, la urgencia y la emergencia rigen el día a
día) sometido al examen necesario de la teoría y su permanente revisión.8
Se puede enunciar como logros no previstos por esta creación el poder realizar un control
eficiente desde el requisito burocrático, pero además una exigencia y control de la profesión al
profesional.

8
Cabe aclarar que la exposición que precede intenta delinear una descripción general sin que ello implique la excelencia
en la tarea. Por supuesto que aún se improvisa, se labora sobre la exigencia, el nivel de alienación es elevado, la
motivación al estudio es bajo. Pero se destaca la creación del dispositivo orgánico en bien del profesional donde encuentra
en esta institución supervisión y formación permanente. Y como todo proceso, este es lento y con vaivenes. No existe en
Mendoza otro organismo que de tanto sostén a la tarea cotidiana del trabajador social. Se verá más adelante como el
C.A.I. en tanto una instituyente fue y aún lo es saboteado de manera permanente por el propio poder judicial.
12
Capítulo II
¿Existe la terapéutica social?

Terapia/Intervención/acompañamiento
“Terapia” es un concepto de la medicina cooptados por las clínicas auxiliares de aquella y
las llamadas alternativas (mezcla de curas espiritistas, fideistas y seudo científicas) quienes se
atribuyen el término sin dificultad. El trabajo social se impone a sí mismo no operar
terapéuticamente. Se afirma: el trabajador social no cura; interviene o en el mejor de los casos,
acompaña.
El concepto “terapia” entre sus posibilidades etimológicas indica: “servicial, que cuida de
algo o de alguien; yo cuido, hablando de enfermos y del médico. Terapeuta es el servidor.” 9 Para
el diccionario citado enfermo es el descendiente semiculto, es el débil, endeble, impotente. El
trabajo social cuida, no en el sentido médico pero cuida, es un servidor y su objeto tiene
características que asemejan al enfermo. Para saber si el término “terapia” es usado
correctamente en trabajo social debemos resolver si “enfermedad” se aplica al intrincado social. La
pregunta es: ¿se puede nominar enfermedad social? ¿Terapia social es un eferente metafórico?10
Si un sujeto está enfermo y se reestablece podemos decir que la terapia es la cura, también que
su estado se modificó, por lo que la cura es el medio para la novedad. El medio que procura la
evolución en la situación, ¿no es factible llamarlo terapéutico?
La construcción de las metáforas colindantes al discurso médico ha sido uso
paradigmático de varias profesiones. La medicina trabaja con el cuerpo biológico, el psicoanálisis

9
“Breve diccionario etimológico de la lengua castellana.” Joan Corominas. Ed. Gredos.
10

13
con el cuerpo erógeno, la sociología aborda el cuerpo social, etcétera. El tiempo modificó la
significación del término “cuerpo” permitiendo en su uso frecuente dejar el lugar de la metáfora al
lugar del sentido; ¿cabe la posibilidad que lo propio ocurra con el significante “enfermedad”?
El concepto intervención, ¿qué intención semántica pretende para diferenciarse de
terapia? La palabra intervenir también tiene sus bemoles. Intervenir significa:”Tomar parte en un
asunto. Interceder por uno. Interponerse entre los que pelean para calmarlos. Examinar las
cuentas, vigilar la administración de una dependencia, institución, etc. Dirigir una potencia los
asuntos internos de otro país. Tomar parte en un asunto. Interceder o mediar. Interponer alguien
su autoridad. Dirigir, limitar o suspender una autoridad el libre ejercicio de actividades o funciones.
Controlar la comunicación privada. Hacer una operación quirúrgica.”; la pregunta en rigor es: ¿le
cabe al Trabajador Social “tomar parte en un asunto… interceder por uno…vigilar la
administración…interponer a alguien su autoridad… limitar o suspender el libre ejercicio de
actividades o funciones, etcétera?, ¿desde qué lugar se ubica para saber el qué y el cómo de la
intervención? o como afirma Carballeda: “¿quién tiene el poder para originar la intervención y
proseguir su desarrollo? O ¿quién paga la intervención?”11 Intervención no es un significante muy
feliz para la utilización cotidiana si se recuerda que los medios de comunicación, ciertas
instituciones, gremios, sindicatos, universidades, etcétera fueron intervenidos por las dictaduras y
a veces democracias de turno. Por otro lado “intervención quirúrgica” remite a lo terapéutico de
dónde uno podría afirmar que cierto tipo de intervención es terapéutica del mismo modo que toda
terapia es un modo de intervención.
Si la función del profesional es acompañar, este verbo parece antitético respecto al
anterior: “Estar o ir en compañía de otro. Juntar, agregar una cosa a otra. Coincidir o existir
simultáneamente. Existir o hallarse algo en una persona, especialmente una cualidad o habilidad.
Participar en los sentimientos de otro. Ejecutar el acompañamiento musical.” En su visita a
Mendoza, Samuel Karsz utilizó este concepto como parte de la función del Trabajador Social,
similar propuesta utilice al diferenciar los significantes “evolución y cambio”: “Con esta definición
cuestionamos el rol del trabajador social como agente de cambio, el trabajador social es un
acompañante activo en los procesos evolutivos o involutivos de los agentes con quienes actúa.”12
El significante “activo” promueve los nuevos cuestionamientos; ¿hasta dónde acompaña el
Trabajador Social? ¿Acompañar en la complicidad de un delito o de una actitud de desidia o de
violencia extrema? El Trabajador Social debe ser activo en su proceder por lo que el
acompañamiento no puede ser sino interviniendo siempre sobre la base de alguna argumentación
que de fundamento distinto al del vecino o amigo de café.
Concluimos; el acompañamiento activo o crítico es una forma de intervención, la
intervención es una manera terapéutica, la terapia se promueve interviniendo, la intervención pude
implicar un acompañamiento activo, de donde esta discusión no parece tener mayor
trascendencia.

11
Carballeda, Alfredo.: “Del desorden de los cuerpos al orden de la sociedad.” Espacio. Bs. As. Pág. 173
12
Marchevsky Carlos.: “Lazo Social II”
14
Pero la tiene, el problema surge como efecto de la indiferenciación y falta de definición
entre el objeto de intervención y el objeto de conocimiento y para resolverla proponemos cinco
vertientes a indagar: 1- definir cuál es el objeto de intervención; 2- definir si existe o no la
especificidad; 3- definir enfermedad social; 4- definir la existencia o no de un objeto de
conocimiento y en caso afirmativo, si el objeto de conocimiento es meramente especulativo (en
ese caso no podríamos hablar de terapia sino de argumentación política o filosófica) o si el objeto
es la construcción simbólica de una práctica (entonces podemos hablar de acción) y 5- en el caso
de existir la enfermedad social y que el objeto de conocimiento no sea una mera especulación;
¿existe la terapia social?

1. El objeto de intervención

Cuando se elaboró la idea de objeto de conocimiento se laboró el concepto en tres


registros; imaginario, simbólico y real. Pensar el objeto de intervención implica esos tres niveles.
Las modificaciones respecto a la definición del objeto de intervención podrían haber llevado tácito,
estos tres registros. Salvando las orientaciones ideológicas-políticas que diferencian una posición
estigmatizada de otra es posible que se haya comprendido como objeto de intervención imaginario
a las configuraciones que la profesión aborda: familia, la pareja, el grupo, el sujeto, la comunidad,
mientras que se ubica al objeto de intervención simbólico, definido y redefinido de muchas formas,
desde necesidades básicas a situación problema, conflicto, obstáculo, etcétera. En verdad
consideramos que el objeto de intervención en lo simbólico debe ser producido, significado por la
diferencia espacial de abordaje de un profesional en relación a la Institución donde trabaja. El
objeto de intervención perfila la especialización. Por su lado lo real de este objeto puede pensarse
como el Licenciados Lobos propone en tanto detritus, resto, caída. Lo real sigue siendo aquello
imposible que hace pivote de los dos anteriores, no deja de ser la cosa que en la intervención
resulta imposible.
Como este autor se empeña en dilucidar la existencia del objeto de conocimiento no puso
mucho énfasis en este ítem, sin embargo se leerá en páginas sucesivas el intento de dilucidar
Pareja, Institución y Grupo, como si hizo en el libro anterior con Familia, buscando en cada uno de
estos objetos de intervención la estructura mínima para la comprensión del objeto de
conocimiento.
¿Por qué familia en Trabajo Social?
La familia es una configuración consistente con la que el profesional se encuentra
permanentemente. La eficacia simbólica que genera obliga a un estudio especial y a darle un valor
particular para el Trabajo Social. De modo tal que anular “familia” como objeto de intervención por
conflicto no alcanza y tampoco es correcto indicar familiar en conflictos. Por supuesto que la
familia nos llega desde un conflicto, también es cierto que muchas familias en conflicto no solicitan
ayuda. Ahora bien dilucidar el conflicto implica que no existe el conflicto sino cada familia con su
conflicto y que detenerse en la razón directa del conflicto es retroceder una vez más al síntoma,
tomado este como causa. Existe cada familia con su conflicto y la posibilidad de crear una

15
instancia de elaboración implica pensar un genérico de familia que nos permita la diferencia
específica de cada familia y de ese conflicto en particular.
Para responder a la pregunta ¿por qué familia en Trabajo social? se hace necesario
transformar una frase, un lugar común, en un interrogante: la familia ¿es la base de la sociedad? Y
contestamos taxativamente: si lo es.
Durante el desarrollo de la humanidad en todas sus formas la sociedad generó una
organización intermedia entre lo macrosocial y el individuo que tuvo sus diferentes formas y
organizaciones pero que ocupó el lugar bisagra entre la organización social y el sujeto venido al
mundo. Tribus, clanes, organización sindiásmica, punalúa, familia nuclear, familia aglomerada,
familia monoparental, etcétera, (pensar las formas como modos configurales en permanente
cambio si puede indicar que nos ubicamos en el registro imaginario) no han sido más que
denominaciones de los diferentes sistemas que ocupan el mismo lugar en la estructura social.
Esta organización ha sido y es un elemento bisagra entre el sujeto y la sociedad. La familia recibe
de la sociedad las consignas culturales, ideológicas, religiosas, políticas, éticas, morales tratando
de adaptarlas a su formación y actuando en consecuencia con aquellas. A la vez la familia
contiene la plataforma interna donde actúa lo anterior imprimiendo pictogramas, improntas
primarias o modelos protosociales por donde el neonato accederá y atravesará siendo imbuido y
adecuado a una forma particular de vinculación y enlace. Entonces si es correcto tratar de usted a
los mayores el niño tratará de tal modo a sus mayores, si es propicio lavarse los dientes todas las
noches el niño seguirá las huellas de la cultura familiar. Cultura, ideología, ética, política, religión
que refleja el modo en que el afuera espera al infante echo sujeto.
Ahora bien, si la familia es base de la sociedad cabe preguntarse entonces de manera
necesaria: la familia ¿es base de la enfermedad?
Y la respuesta taxativamente retoma la afirmación y por los mismo motivos. Puesto que si
la familia acuna los modelos protosociales, improntas sociales, pictogramas funcionales, esta
generación no se obtiene de manera enajenada a la cultura, ideología, ética, política, etcétera
social sino que se ve afectada por la economía, situación geográfica, la situación política en
cuanto a lo laboral, educativo, situación de exclusión, etcétera. De modo tal que cada familia toma
del afuera al modo en que puede el mensaje y lo internaliza metabolizado por la situación propia
del conjunto. De modo tal que cada familia interpreta el mandato externo de convivencia al trasluz
de sus propia posibilidades generando una modalidad cercana o semejante a la expectativa social
pero nunca al modo del ideal de aquella.
Justamente es la particular configuración que cada familia logra la que será atravesada
por el neonato y la forma de enlazarse al mundo estará regida por esa modalidad de
configuración. En algunos casos los niveles anómicos de vinculación promoverán patologías
individuales o sociales.
Se considera importante distinguir ahora que existe cada familia en situación distinto a la
situación de cada familia. El objeto se aborda considerando la situación pero no será esta
determinante sino condicionante del modelo interno que los miembros de la familia construyen
para sí.
16
2. ¿Existe lo específico?
En Trabajo Social se enseña a intervenir sobre el objeto. ¿Cómo?, de acuerdo a lo que
cada profesional estudió como forma de abordaje. Entonces si se tiene un sistémico abordando el
objeto lo hace como sistémico, si es uno de la escuela pichoniana lo hace como tal y si no es de
ninguna lo hace asistiendo, en ningún caso se diagnóstica algo propio.
Grupo es un modo de abordaje con varias técnicas de aplicación. Los modos son varios y
para cada uno responden técnicas particulares: grupo terapéutico, grupo de reflexión
psicoanalítico, grupo operativo, grupo de estudio o reflexión, grupo de recreación; se diferencian y
deberían aplicarse de acuerdo al diagnóstico logrado. ¿Sabe el Trabajador Social distinguir la
conveniencia o no de cada una de estos modos?, ¿sobre la base de qué diagnóstica el modo de
grupo? Si en un barrio hay violencia marital en varias familias, se puede convocar a las parejas
para realizar un grupo; ¿de qué? Para saber diferenciar es necesario conocer las diferencias de
los modos técnicos de abordaje grupal por un lado y también de cómo realizar el diagnóstico para
saber seleccionar cuál modalidad es la necesaria. La cuestión que cabe ahora es: ¿cómo ingresa
el diagnóstico de un problema si no es visualizando la posible solución? y ¿esa solución es
terapéutica en sentido metafórico o es intervención? Más todavía, si se inicia un grupo en
cualquiera de sus acepciones se hace necesario saber evaluar el proceso grupal. Una cosa es el
proceso grupal pichoniano para grupos operativos, otra para los grupos de reflexión, otra para los
grupos de reflexión psicoanalíticos y otra para los terapéuticos, etcétera. Un Trabajador Social, si
ha estudiado la especialización, puede saber evaluar estos grupos. Como ejemplo, estudió
psicodrama, lo aplica y lo evalúa, pero lo propio también tiene que estar diagnosticado, y lo propio
no remite ni a la técnica ni a la especialización sino a lo específico.
La defensa a la indefinición, tal como la he podido colegir, se fundamenta en las
posibilidades para la profesión ubicándola como construcción transdisciplinaria, incrementando las
áreas de investigación y conocimiento. Interrogo esta dirección y por el contrario me dirijo en
sentido opuesto. Es un hecho que para que haya intercambio se hace necesario tener algo para
dar a cambio y debe haber cierta correlatividad en ese intercambio. Desde que Foucault
desenmascaró la palabra disciplina, lo disciplinar, el disciplinar, parece una mala palabra asumir la
necesidad de disciplinarnos. No veo objeción en tener disciplina para compartir, porque si la inter o
trans son etapas superadoras de la primera, el trabajo social se esfuerza por saltar etapas
pretendiendo una conformación o igualdad de derechos con las otras disciplinas allí donde lo que
tiene para aportar son técnicas y para más prestadas. Como si la ley del desarrollo desigual y
combinado de Trotsky se hubiese establecido en las profesiones, nosotros pretendemos la
dictadura del proletariado sin siquiera tener campesinado feudal. Feinman comenta en su libro
“La filosofía y el barro de la historia” que la filosofía latinoamericana es periférica de la
eurocentrista. Nosotros queremos hacer periferia sin conocer el centro.
3. ¿Existe la enfermedad social?
En mis libros anteriores desarrolle dos conceptos que facilitan la comprensión de la
cuestión. En el Lazo Social I tomé el concepto metástasis de la medicina para describir situaciones
17
sociales que podían ser leídas en analogía: “Supongamos entonces al cuerpo social como un
cuerpo humano, supongamos que en un sector de la sociedad degenera su conducta no por un
problema de velocidad en su reproducción sino por un accionar que implica un control particular
sobre esa degeneración que hace antieconómico el accionar social, dicho de otro modo, el gasto
para su control obliga a quitar recursos de otras áreas provocando una depresión o succión de lo
social a favor al campo degenerado. Supongamos que por esta causa o por lo mismo que produjo
el campo degenerado surgen en otros sectores campos similares. Veamos entonces un cuerpo
social donde un fenómeno se ha reproducido en distintas partes o provincias del mismo modo,
(villas de emergencia, grupos consumidores de droga, marginalidad con cultura propia, etcétera)
lleno de manchas o protuberancias que consumen las partes “sanas” de ese cuerpo. Podríamos
decir que estamos frente a un cuerpo social con cánceres en metástasis. Pongamos como
ejemplo a la sociedad argentina: una Justicia, un Legislativo y un Ejecutivo corruptos e ineficaces,
“chupan” recursos comunitarios (sueldos, viáticos, prebendas, sobresueldos, coimas, etcétera), a
cambio de incapacidad, improductividad, ineptitud. Bolsones de pobreza que provocan grupos
delictivos como recurso para la vida: secuestros, robos, tráfico de drogas, prostitución, prostitución
y venta de menores, etcétera. Grupo de empresarios, comerciantes evasores. Cobertura social
que se retroalimenta a sí misma sin dar servicio. Nos encontraríamos con un cuerpo social lleno
de manchas cancerígenas y a la vez en metástasis.”13 En el libro II, sobre el tema psicopatía nos
definimos taxativamente: “De cualquier modo, y a diferencia de Marietán, nosotros diremos que
una configuración con modalidad psicopática si es un pathos social.”
Detectamos entonces dos instancias que denominamos patológicas, el cáncer social en
metástasis y el psicópata que afectan a pequeñas células que son nuestro objeto de intervención
denominado familia. La salida al problema mega social es responsabilidad de la política social del
estado, nosotros actuamos con el caso que recibe la afectación de la política social productora de
cánceres con su incapacidad para subsanar por un lado y por otro, cuando el caso se presenta
como efecto o producto de la manipulación en violencia, abuso, estafa, incesto, violencia sexual de
parte del psicópata, a quien no tratamos pero sí al conjunto afectado por su actuación.
4. La indefinición del objeto de conocimiento
“El no ser es porque el ser es”
Escribió Parménides: “el ser es, el no ser no es”14. Este verso leído en el siglo XXI suena a
una perogrullada que sin probar nada afirma de manera absoluta. Parafraseemos a Parménides
con elementos más modernos: “el ser es porque es ahí, el no ser no es porque no es ahí; el ser es
para si porque es ahí ya que es, el no ser no es para si porque no es ahí ya que no es”. Este tipo
de construcción podemos relacionarla con el concepto ateo. El ateo es a condición de “teo”; no
puede ser “a” sin considerar a “teo”. No es una contradicción ni siquiera es una paradoja es una
forma de poder definir lo indefinido. Lo indefinido es a condición de lo definido. El campo de la
indefinición es el campo de lo real aún no abordado por lo simbólico. Es un pedazo de verdad que
falta al saber, lo que de cualquier modo surge como irremediable. Lo real siempre estará allí para
13
Marchevsky, C.: “Lazo Social I. Pág.84
14
Parménides: “Sobre la naturaleza”
18
demostrar que el saber se escribe con minúscula, que la verdad es relativa a ese saber y que la
Verdad es imposible aunque no inexistente, está siempre esperándonos para escabullirse
nuevamente. La indefinición del campo social del Trabajador Social es propia y producto de su
definición, es decir, lo indefinido es aquello que falta a la definición. Por lo tanto, siempre hay un
indefinido en cualquier campo de la ciencia que quiera crecer, lo indefinido como real no está en
cuestión, lo que está en cuestión es como procurar mayor definición del campo aún no definido.
Ahora bien, cabe preguntarse por el campo definido, ¿existe ese campo? La reiterada
pregunta del profesional en la casuística nos da la pista. Frente al caso, el profesional en trabajo
social se indaga ¿qué hago? Pregunta que puede sugerir: impotencia, incompetencia, ignorancia,
comodidad… pero también una pregunta referente a un agujero aún no semantizado. Si al ¿qué
hago? le agregamos ¿qué pienso?, esta semántica aporta, para quien quiera investigar, un saber.
El saber que existe un campo dentro de lo social que carece de acción y de especulación pero que
como campo se muestra en esa ecuación.
El objeto de conocimiento resistido por el Trabajador Social es la respuesta a dicha
ecuación. El “¿qué hago/qué pienso?” es la fórmula interrogativa a un vacío. En este caso es un
vacío factible de llenar porque comienza a ser cubierto por la interrogación. “¿Qué hago/qué
pienso?” no remite a la nada, no es un interrogante nihilista, es un interrogante que inaugura un
nuevo saber sobre lo real. Situarse en que dichas preguntas carecen de respuestas porque el
campo social del Trabajador Social es indefinido es huir de la pregunta. Al menos deberíamos
tener el coraje de enfrentarla para concluir con certeza lo anterior. La madre introduce al niño, al
modo de una violación, el lenguaje. Primer instrumento socializador del sujeto para incorporarse al
mundo. Se trata de aprender a hablar porque el habla es un acto para el Otro, es una razón social
de inclusión, se trata de saber escribir porque se escribe para el Otro, dejando al sujeto a merced
del lector, desadueñado de sí, parafraseando a Sastre “el mundo nos toma conciencia”; pero
también se trata de saber escuchar y de saber leer. El trabajo social no puede solo hablar y
escribir. En nuestro caso, ejerceremos violencia por interpretar a condición de permitir que nos
generen la violencia de tener que escuchar, leer. ¿Pero leer qué, escuchar qué?
El único que se indaga ahí es el Trabajador Social puesto que es él el único que “es ahí”.
El Trabajador Social está en el lugar del “¿qué hago/qué pienso?” en sí y para sí que su propia
práctica formula, y no en un “¿qué hago/qué pienso?” convencional.
Aún que la sociología se atribuya hoy en día incorporar su investigación en el campo
cuando aborda grupos familiares o comunidades analizando el fenómeno de la desocupación con
familias de desocupados o el fenómeno de las tribus urbanas o el fenómeno barrial de la adicción,
su fin es plantear una hipótesis que abarque al conjunto y no a la parte. La psicología terapéutica
aborda el uno a uno y aún que hayan ingresado al campo social del adicto, del alcohólico, del
desocupado, del trasgresor, etcétera, su tarea tiene como fin dar cuenta de su conducta y en el
mejor de los casos del mundo interno que lo rige. De cualquier modo, el floger, el adicto, el
desocupado; o son voceros del modo familiar que lo produce y/o promueven una dinámica interna
en su grupo de pertenencia que hace colisión con la fuerza social que lo entorna y la colisión nos
da un conflicto particular, un conflicto social.
19
El problema social con el que nos encontramos es la resultante del choque de fuerzas.
Esa resultante ocupa una zona gris y adviene al lugar del “que hago/qué pienso”; espacio que
puede tener valor simbólico si quien está allí es capaz de nombrarlo. El hecho social –como fuerza
social- opera y afecta a las configuraciones u objetos de intervención del trabajo social. El hecho
psicológico muestra el modo particular que tiene el sujeto o configuración de metabolizar la
afectación y la operatividad de la fuerza social. Este punto de interjección donde coliden ambos
elementos produce el elemento capaz de dar muestra del modo de socialización. Si una familia
pide ayuda a un Trabajador Social por problemas de su dinámica interna, la demanda está dirigida
a “eso” en donde el Trabajador Social se sitúa. Aunque se detectasen problemas psicológicos, lo
cual serviría para derivar o generar un equipo de intervención interdisciplinario, si la demanda llega
al Trabajador Social es porque se pide a aquello en que el Trabajador Social interviene, dicho de
otro modo, la familia no pide ayuda psicológica, pide ayuda allí donde la resultante lograda
disfunciona ya sea por sí o por efecto de la propia sociedad.
El Trabajador Social no hace sociología, no interviene en el fenómeno de las barras
bravas, no interviene como mediador de huelgas, no interviene ante las anomias educativas de los
medios de comunicación, tampoco los investiga, toma de la sociología aquel saber y lo incluye en
su intervención para medir como aquella afecta y opera sobre la configuración. El Trabajador
Social no hace psicología, no aborda las conductas, no aborda las patologías, pero sí se dedica a
ese uno incidiendo sobre su grupo y el modo en que ese grupo se enlaza con su miembro enfermo
al mundo. Lo que se aborda es la resultante del juego de fuerzas, resultante que enlaza, lía.
Cuando tenemos un grupo afectado por un miembro que padece adicción, ni la sociología está allí
con ese grupo, ni la psicología que trata al adicto está allí con ese grupo. El que está allí en el
conflicto cotidiano entre la fuerza del sujeto enfrentada a la fuerza de la familia o de la familia con
el entorno o la del entorno con la familia, es el Trabajador Social. Esta zona gris que trato de
mostrar carecerá de significación en cualquier grupo inter o transdisciplinario porque el único que
la percibe, que está ahí, que puede conceptuarla es el Trabajador Social y a esa zona gris la
denomino “lazo social”.
Estar ahí; ¿dónde?
Cuando el Trabajador Social encuentra en una familia el incesto naturalizado, se enfrenta
a una forma cultural y a su vez a una fuerza social que irrumpe frente a la forma cultural y a la
fuerza social que el representa. Si a su vez la niña o la madre de esa niña denuncian al padre, el
conflicto de fuerzas en su choque se incrementa. Ya no está en juego la moral e ideología del
profesional sino que es la misma familia que hace representación de la fuerza social opuesta a la
primera. Cuando el profesional aprende del joven trasgresor quien robando cuatro neumáticos en
veinte minutos obtiene 200$ y ello es mejor a los 70$ de subsidio al mes a cambio de una serie de
actividades nunca pretendidas (estudiar o trabajar), surge nuevamente el conflicto entre las
fuerzas sociales: las del joven, sus socios, sus compradores, los compradores de los compradores
por un lado, y la ley, la norma social de convivencia de la víctima y de su representante el
profesional. O cuando la familia de la niña de 15 años pretende abortar su embarazo se exponen a
enfrentarse a la ley. Nos encontramos con fuerzas sociales donde chocan intereses, ideologías,
20
creencias, moralidades, aunque en rigor y mucho antes que aquellas, estamos frente a
posicionamientos del sujeto frente a la cosa social y de la cosa social frente al sujeto. La ideología
o moral no determinan la posición frente a la cosa, el modo estructural donde el sujeto quedó
instalado determinan el modo ideológico o ético de aquel. Este choque de fuerzas promueve una
resultante. La resultante es, tal como lo indica la matemática, no la suma sino la forma conclusiva
del choque. Esta resultante la leemos en la forma de lazo social enhebrado entre las partes y que
traduce la afectación y operatividad en ambas.
La diferencia particular de nuestra casuística en relación a la salud mental se observa en
la afectación y operatividad que tienen en y por lo social la configuración. Los ejemplos anteriores
o los ejemplos que abundan para los colegas que asumen cada problema como caso llevan las
vertientes patológicas anteriormente descriptas; 1- o son producto de una conformación política
que genera los cánceres o 2- son producto de una psicopatía que produce la disfunción y
agregamos: 3- son las anteriores entremezcladas, 4- son producto de anomias culturales de las
que el estado no sabe hacerse cargo o 5- son producto de crisis ocasionales porque la novedad
impulsada por la fuerza social quiebra la armonía o equilibrio logrado en la configuración. A esta
última no necesariamente la ubicaríamos del lado de lo patológico.
La primer respuesta al conflicto “¿qué hago/qué pienso?” es entender primero “¿de qué se
trata?”. Se trata de una afectación social que promueve una deficiente o dificultosa operatividad.
Del conflicto entre el juego de fuerzas sociales, la externa a la configuración, al objeto de
intervención y la interna de aquella que dan un resultado no siempre productivo al quehacer social
y de la consecuencia: como incide ello en los lazos sociales. La resultante equivale al lazo social
alterado por el juego de fuerzas. El llamado, la demanda está dirigida a nuestra profesión. No es
verdad que nosotros seamos una alternativa económica al psicólogo, somos una alternativa
diferenciada.
El lazo social es, valga la redundancia, social, histórico y estructural. En tanto social e
histórico es anterior a los sujetos, en tanto estructural tiene sus elementos que lo componen.
5. ¿Existe la alternativa terapéutica?
Nosotros postulamos al lazo como patológico cuando la función paterna carece para
equilibrar el juego de fuerzas sociales. Dentro de la estructura del lazo social las fuerzas sociales
se imbrican en las fuerzas activas y pasivas del Poder y estas deben encontrar equilibrio en la
función paterna. A los modos de terapias tradicionales le incluimos la razón de aquellas, el
diagnóstico al lazo social, y además hemos sumado a los modos tradicionales de intervención dos
posibilidades más en cuanto a actividad y productividad: salidas traumáticas por un lado, medidas
no convencionales por otro. En los casos muertos o crónicos ofrecemos la idea de salida
traumática, lo que implica una forma quirúrgica de acción. Una amputación necesaria a la
configuración. Los casos no convencionales pueden ser complementarios de los anteriores o
propios de un abordaje sin necesidad de realizar cirugía alguna. Para ello se requiere la
creatividad del profesional que debe asumirse como primer recurso de solución, esto significa ser
el primer inventor de la medida no convencional, o sea, original, creativa, especial para el caso y
que lleva como fin la reinstalación de la función paterna por un lado y la transferencia o derivación
21
de la función y de la instancia creativa al otro. Es decir, que el otro se adueñe del recurso o sea,
introyectar la función paterna activa y explotar, hacer luz de la creación, capacidad inventiva del
otro para insertarse productivamente al mundo.
¿Reinsertarse o insertarse?
Otro concepto para repensar el glosario estándar. Existen políticas estatales para la
reinserción de la población paradójicamente conclusivas de las propias políticas estatales
excluyentes. Mientras el estado acepte al capitalismo como sistema económico para el país, la
exclusión será condición del sistema. Un sistema capitalista necesita de la mano de obra barata,
necesita de la amenaza permanente al trabajador sobre las colas de miles de personas esperando
su puesto de trabajo, de la competitividad del sector trabajador entre trabajadores como forma de
domeñar al explotado y a la vez, detener los conflictos de intereses de clases. Las políticas de
reinserción resarcen en paliativos los efectos de la política económica de exclusión. Se observan
diferencias entre reformistas y liberales puros, los primeros se hacen cargo de lo generado por los
segundos, los segundos elaboran una especie de darwinismo social como políticas de estado.
Desde nuestra propuesta de intervención postulamos que la necesidad de reinserción
surge del estado que no sabe como detener la acción anómica del excluido y que cree que con
subsidios, estipendios, “trabajos”, obligatoriedad de estudio y de salud pueden logran dichos
objetivos. A diferencia de la demanda de reinserción propia del excluido, quien a través de sus
conductas anómicas o desesperadas grita a la sociedad por su inclusión. La tarea del Trabajador
Social consiste en reordenar al sujeto a lo social pero no procurarle la inclusión sino motivarlo a
que explote sus propios elementos para ingresar al sistema. No importa si es de manera
convencional u original, importa que su deseo sea estar incluido desde su propia diferencia.
Entonces, así como las murgas, los artesanos callejeros, en su momento el trueque, o cualquier
otra manifestación social sirvió para que el sujeto excluido del mercado laboral y, como
consecuencia del sistema capitalista, se incluya, así pueden existir tantas alternativas como
sujetos que logran crear ya sea un servicio, una mercancía o algo que tenga valor de uso y de
cambio.
Se me transmitió el decir de un profesional de otra disciplina: “el objeto del trabajo social
es no tener objeto”. Este decir debe ser pensado en la doble acepción de la palabra objeto. Objeto
por cosa, objeto por fin, finalidad. La finalidad del trabajo social es no tener finalidad. La gravedad
de la frase se sitúa una vez más en la preparación profesional. El fin de un accionar no es un
devenir, es ni más ni menos que el tope de la profesión, el tope dibuja el perfil. ¿Cuál es el fin?
¿Un interventor, un terapeuta, un analista? Si el fin es diagnosticar aquello que obstaculiza o
interfiere en los lazos sociales, esto último deriva en la necesaria teorización del objeto de
conocimiento, puesto que lazo social no puede ser una logomaquia al modo de socialización, re-
educación, etcétera.
Y si aquel es el perfil diferenciamos en la función profesional: a- darle la respuesta al
problema equivale a asistir, intervenir al modo de la dictadura; o b- de acompañarlo críticamente
en su propia propuesta, es ayudarlo a pensar qué tiene para dar, cómo lograrlo y cómo ofrecerlo.
En síntesis existe la terapia social porque existe la enfermedad social y este es el campo
22
que debe definir cada el Trabajador Social porque es allí donde se justifica su especificidad.
Satisfacer la demanda material: ¿dávida o terapia?
Propio de la profesión está el estipendio, la ayuda material y todo tipo de material para
facilitar la ayuda a la situación emergente del sujeto demandante. El desarrollo del Lazo Social no
pretende una teorética, tampoco se pretende como una adherencia a la teoría del lenguaje. Es un
intento diferenciador para el profesional de poder pensar su intervención desde otra perspectiva.
En consecuencia, no se trata de anular lo obtenido sino de darle una significación que se apropie
de la profesión.
El recurso material tiene como equivalencia la pastilla del médico. La palabra sola no cura
al igual que el objeto material solo no cura. Proponemos la idea de que el objeto debe incluirse de
manera estratégica en la demanda y no de manera masiva para desinstalar el caso del
profesional. De modo tal que la ayuda material debe estar encauzada por el diagnóstico y
dosificada de acuerdo al proyecto de intervención. Desde la perspectiva del lazo social se trata de
reinstalar la función paterna en los grupos problemas a los fines de introyectar en ellos la función y
entonces sí, despegar del grupo, darle lugar a la propia autonomía. Ahora bien, ciertos grupos con
problemas alimenticios, de trabajo, de vivienda pueden recibir la ayuda inmediata del trabajador
social dado su inserción institucional. ¿Por qué no hacerlo? La diferencia que intentamos proponer
es que el recurso material debe tener valor de interpretación, debe resignificarse como simbólico.
No estamos diciendo que con el litro de leche se deba educar sobre las propiedades nutricias del
lácteo sino ir más allá de ello. Lo que se juega en la entrega del objeto es un ordenamiento que
obedece a la función del interventor. Medir el grado de aceptación de la función ordenadora, el
objeto material debe estar a disposición del proceso terapéutico y no de la inmediatez. El objeto, la
pastilla del médico, debe ser hablada, debe ingresar como discurso al conjunto del discurso
colectivo e individual. En tanto tal no es dávida, es parte del proceso de curación. Por lo tanto, lo
externo, lo objetivo, pensado por la tradición educativa del Trabajo Social no debe perderse sino
sumarse. Que el trabajador social vaya hasta la vivienda no es para realizar una simple
descripción de aquella, que tenga a su alcance medios facilitadores para ayudar a un grupo no
debe pensarse como resabio del accionar filantrópico y religioso del trabajador social sino como
parte de sus instrumentos de trabajos. Instrumentos materiales –cosas- que dejan de ser eso allí
donde la cosa pasa a tener valor significante. Valor éste que debe someterse al proceso de
intervención terapéutica que está dirigida por la hipótesis diagnóstica.

23
24
Capítulo III
¿Para qué estudiar filosofía en Trabajo Social?
El discurso académico como discurso anémico

La enorme cantidad de falencias en cuanto a la formación teórica, práctica, emotiva, que


nos inunda día a día, deja expuesta la intervención en atolladeros siempre dificultosos de asumir.
Mi crítica se dirige en forma particular al discurso académico, al discurso del “laboratorio” donde la
práctica se engulle de la experiencia pedagógica cada vez más alienada del trabajo cotidiano
creando distintos discursos tautológicos. Justamente, a aquel adentrado por su labor a la vida
cotidiana de sí y de los demás se le pretende enseñar vida cotidiana sacada de libros y no del
campo donde la pobreza, la enfermedad, la miseria, el cretinismo y la enfermedad mental lo
rodean.
Insisto; lo siguiente apunta al discurso académico, no a los profesores ni claustros, en
quien, de cualquier modo, no deposito mayor confianza, es al discurso académico en la cabeza del
profesional diferenciado de aquel que horadando busca aquello propicio a ayudarlo en su
ignorancia cotidiana.
¿Para qué Filosofía en Trabajo Social?

El discurso académico tradicional recita la filosofía de manera cronológica. Las ideas de


los pensadores difícilmente se encuentren en contexto con lo social, político e histórico de la
época. Es como una exposición de ideas que se enriquecen entre sí y otras que nacen sin saber
desde dónde ni a partir de qué. La pedagogía tradicional monta una paradoja: los pedagogos
tradicionales u ortodoxos enseñan sobre los filósofos de la continuidad y la totalidad de modo
discontinuo y casi al modo del “evento” de los deconstructivistas. Enseñar no es dictar de modo
cronológico la aparición de las ideas fuerzas y aprender no es recitar lo recordado del dictado.
Para pensar la filosofía en Trabajo Social se hace imprescindible realizar las preguntas
que nuestra profesión gesta a partir de su práctica. Y nuestra práctica es con el otro en situación,
por lo que debemos preguntarnos por ese otro y por el valor de “situación”. La pregunta en la
25
inmediatez está ligada al hombre dado que es el primer objeto de intervención, de intercambio y
de relación del Trabajador Social15. La adhesión apodíctica a un pensamiento determinado obtura,
por el contrario la práctica abre interrogantes buceando respuestas posibles.
Cuestiones:
1 Pensar al sujeto.
No es aceptable utilizar términos que remitan al sentido común. Sujeto fue tomado como
sinónimo coloquial de individuo, persona, ser racional, agente, usuario, etcétera. Se hace
imprescindible darle contenido al término y conocer la razón epistemológica que ahonda su uso.
No haré el desarrollo sobre este término, en el libro Lazo Social II, en el capítulo “el sujeto de la
educación y el sujeto del derecho no es el sujeto de la calle” he realizado un desarrollo sobre el
tema y propongo sea puesto en consideración.
El humanismo
Uno de los principales problemas con los que nos encontramos los trabajadores sociales
son los nuevos paradigmas sociales y la posición que le cabe a nuestra profesión.
El origen nos liga al humanismo, a la consolidación de la razón como instrumento opuesto
al oscurantismo medieval. Aún con la herencia tragicómica de la caridad, de la beneficencia, de la
buena voluntad, el arraigo a la razón obligó los primeros intentos de sistematización de nuestro
quehacer. Junto al humanismo se desarrollaron las ciencias humanas y muchas fueron producto
de la creación o concepción del nuevo pilar para el pensamiento: el hombre. Una nueva clase
social adquiría el poder económico, la revolución francesa construía el espacio del nuevo mundo,
Descarte y su cógito advirtiendo el advenimiento, Hegel y sus leyes de la historia, Kant sutilizando
a la razón en práctica o pura, Dios muerto definitivamente por la pluma de Nietzsche, la
transvaloración de la moral conducente a un nihilismo productivo, mostraban el final de un era y la
llegada culmine del hombre.
Sugiero la lectura del escritor y magnífico docente José Pablo Feinmann asistente crítico
para leer la filosofía desde “el barro” como nos ofrece. He obtenido una síntesis parcial en su libro
y como su escritura es más clara que la mía transcribo su interpretación: “Con Descarte, el
hombre capitalista había conquistado su subjetividad, su pensar. Lo va asegurando con Kant,
quien ya no recurre a ‘la veracidad divina’, pero postula <una cosa en sí> inconquistable. Con
Hegel, filósofo de la Revolución Francesa, la burguesía se apodera de todo el poder, se apodera
de la cosa en sí. Marx expresa al nuevo sujeto que viene a cuestionar al anterior: el proletariado.
Pero acompaña a la burguesía en la necesariedad de que esta conquiste el mundo, lo haga suyo,
implante hasta el último rincón del globo el sistema de producción capitalista. (…) ¿Cómo la clase
a la que Marx ha llamado <la más revolucionaria de la historia> no va a devenir? Ese devenir,
para serlo, necesita un motor: ese motor es la voluntad de poder. Así como, para la ratio
hegeliano-marxista, lo negativo era el motor de la historia, para la historia de expansión de la
burguesía el motor de la historia son las sucesivas negaciones de la voluntad de poder. La
voluntad de poder es siempre más porque deviene negando lo que meramente se conserva. La

15
Al respecto realice un trabajo sobre el sujeto de conocimiento, del derecho y de la calle en el Lazo Social II.
26
Historia, de este modo, la historia del capital imperial y financiero, deviene conscientemente
(cogito) por medio de las negaciones que la voluntad de poder, en su constante crecimiento,
ejerce sobre viejas formas históricas que solo se conservan y no llevan en sí la potencia del
crecimiento. También deviene por la negación que la voluntad de poder ejerce sobre formas
históricas a las que quiere aniquilar, devorarse en su crecimiento. Pero no hay aquí sujeto
sustancial: como en Hegel, como en Marx. No hay sentido necesario de la Historia, no hay
teleología. No estamos confundiendo la voluntad de poder con la dialéctica. Hay fuerzas
guerreras. Hay voluntades enfrentadas. Hay búsqueda incesante del poder.”16
El impulso de la razón, del positivismo y su consecuencia en las ciencias, particularmente
la ciencia médica, innovó modos y disciplinas. Así la pedagogía se encargará de instruir al futuro
ciudadano burgués, la psicología de corregir las desviaciones conductuales de éste, el derecho de
dar encuadre legal al sistema, las políticas de salud pública, educación pública, leyes laborales
que dan forma definitiva al estado. Se decreta el fin de la historia, final de los opuestos, el hombre
ha llegado a la plenitud de su síntesis: el logos.
El Trabajo Social absolutamente inmerso y necesario en este proceso, de la mano de la
medicina (higiene social), vacunando pobres para que no contagien ricos, controlando la
educación para que el niño se produzca desde el modelo a seguir, aportando a los hospitales
públicos para sostener la mano de obra sana y barata y vigilando que el viejo modelo -el padre
amo- decline definitivamente a favor del padre estado; de resultas no es de extrañar entonces que
nuestra disciplina se vea imbuida de conceptos tales como “adaptar, reeducar, resocializar,
reencauzar, moralizar, controlar, vigilar”. Un soldado en el frente de esta transformación al ideal
hegeliano.
Esta impronta la llevamos hoy en día a modo de lastre sin ser excepción ya que toda
ciencia surgida de humanismo lleva el modelo del sujeto racional, lógico, identitario a seguir y
corregir en caso de desviaciones.
De cualquier modo la profecía hegeliana traía desde su origen sus intersticios y fracturas.
Marx anunciaba que las contradicciones no habían acabado y que la lucha de clases, motor de la
historia, no terminaba de dar su salto definitivo. Freud postulaba al inconsciente como regente de
la acción del sujeto y por sobre todo Nietzsche quien no solo anunció la muerte de dios, las
trasmutación de valores, el aparecer del nihilismo sino y además invocó la aparición de un hombre
distinto, el hombre dionisíaco. Este anticipo (que marginó duramente a los tres pensadores en el
siglo XIX) tuvo su resurgir no sólo por la revolución de octubre sino y principalmente por el devenir
del nazismo. Por sobre las diferencias propias en los intereses capitalistas, el modo particular de
acción racional, sistematizada, premeditada, planificada del genocidio (sin excluir el accionar
“revolucionario” de Stalin y Mao), advertían el no fin de la historia, la no existencia del sujeto ideal,
el fracaso de la homogeneidad. La historia atravesó la bisagra del paradigma de la modernidad y
lo puso en cuestión. Aún que Marx y Freud fueron rupturistas racionales, su producción dio con un
resultado antitético a la idea racional: el hombre no era centro del devenir sino parte de la masa

16
Feinmann, José Pablo; “La filosofía y el barro de la historia.” Planeta. Bs. As. 2008. Pág. 275
27
proletaria organizada para uno; el inconsciente y sus regulaciones ordenando al yo para el otro.
Luego de Auschwitz surgen los nuevos pensadores de la diferencia, la escuela de Frankfurt
proponiendo al lenguaje como formador del sujeto, el estructuralismo destituyendo al hombre a ser
un elemento más de aquella, el foucalismo situando la microfísica del poder develando, en uno de
sus grandes trabajos sobre las cárceles y hospicios, como el sistema excluye todo aquello que
difiere con el modelo burgués y racional. Se proclama el fin de la historia como historia unilateral,
causal y lógica, como historia de los vencedores proponiendo la historia de los pequeños relatos,
se proclama la muerte del hombre y ya no se trata de tolerar las diferencias sino de aceptarlas,
asimilarlas y ubicar en el centro mismo de la existencia a aquellas. El centro ahora está vacío o en
todo caso ubicando en él a la diferencia como paradigma.
El Trabajo Social con sus raíces en el humanismo labora para sí su posición ideológica,
epistemológica y científica frente a la crítica posmoderna. En América latina tuvo su primer
esfuerzo con la reconceptualización, adhiriendo al pensamiento marxista y actualmente
influenciados por sobre todo por el pensamiento de Foucault se intentan nuevos desafíos en la
intervención.17
En rigor, el Trabajo Social suma a la vieja u original concepción la nueva posmoderna.
Karsz en su libro indica en relación a la caridad, la toma a cargo o la toma en cuenta “las tres
figuras son constelaciones estructurales, ideales-tipo (Weber). No tienen existencia independiente
una de otras, como si fueran universos estancos definitivamente asilados o aislables. Discurso,
instituciones, prácticas y practicantes no se caracterizan por el poder único y completo de la
caridad o de la toma a cargo, o de la toma en cuenta, ni tampoco por la omnipresencia de una y la
exclusión radical de las otras.”18 Pero la postura de Karsz no es ecléctica ya que “las prácticas no
son cosas, sino procesos”. Frente a este desarrollo entendemos que el Trabajador Social se
encuentra en una encrucijada cuando aborda al caso, al uno a uno. Evidentemente frente a la
cuestión social como genérica resulta sencillo optar y definir, se trata de algo para atravesar desde
lo ideológico, pero frente al sujeto violador, trasgresor de la ley, golpeador, violento, etcétera,
¿cómo nos ubicamos frente al otro?, ¿es efecto de estructura o le damos responsabilidad a sus
actos?, ¿es un sujeto efecto de los condicionamientos o es un sujeto histórico? El descentramiento
del sujeto lo deja con márgenes menores de responsabilidad, resulta entonces sencillo postular la
disolución de los hospicios, la responsabilidad comunitaria frente a la anomia, etcétera. Para el
Trabajador Social al lado de ese uno, a veces victimario y a veces víctima (y cuando escribo
víctima no digo víctima de la sociedad sino víctima del otro que golpeó, violó, robó, ultrajó, torturó,
estafó, etcétera), nuestro sujeto, aún sujeto del inconsciente, del lenguaje, de la estructura o de las
vicisitudes del poder, ¿es protagonista o no de su historia?
La gran contradicción para el profesional humanista en general y para el Trabajador Social
en particular surge de conocer las consecuencias del homunculismo liberal enfrentado a la
heterogeneidad del nuevo mundo. Esta heterogeneidad, respeto por las diferencias, las diferencias
17
Parte de esta discusión figura en el anexo del libro dos donde se pone en juego la defensa a la razón por parte de
Sebrelli en su libro “El olvido de la razón” y la continúo con el texto “Las lógicas colectivas” de Ana Fernández en el anexo 1
del presente.
18
Karsz, Saul; “Problematizar el trabajo social”. Gedisa. Barcelona. Pág. 95.
28
como centro de la historia, paradójicamente encuentra su máxima resonancia en el propio imperio.
Las corrientes descentralizadoras resultan funcionales al mismo sistema que nos inunda de
derechos humanos, conjunto de leyes y normas para el respeto del individuo y corsé liberal para
los estados. “Si el existencialismo fue una moda, si el estructuralismo se acercó a serlo, el
posmodernismo claramente lo fue y marcó una época. Tenía una ventaja sobre sus antecesores.
No requería la angustia de sus adeptos, no buscaba los sótanos, ni las poleras negras, ni se
obsedía por la nada, el absurdo de la existencia o su absoluta falta de sentido. No tenía las
complejidades teóricas del estructuralismo. Aunque, heredero y plagiario de esta corriente,
incorporó a varios de sus representantes como antecesores, lo que obligó a los ‘posmos’ a leer a
Foucault, a Deleuze y a Derrida. A diferencia de Sartre, de Foucault, de Deleuze y Guattari
ninguno de los posmodernos infligió a sus seguidores algún libraco imposible. Fueron libros
escuetos, con frecuencia brillantes y nunca escasos de ingenio. El neo-liberalismo los utilizó y no
casualmente. La posmodernidad sucedía a una época, la modernidad, caracterizada por los
movimientos revolucionarios, las utopías insurgentes, el sentido de la historia y la fortaleza de las
ideologías. De todo esto se postula su muerte. (…) La posmodernidad no hundía a nadie en la
angustia ni exigía la entrega o el riesgo de la vida por alguna causa. No había causas.”19
Un nuevo marxismo debería considerar que las contradicciones ya no ocurren entre los
medios de producción y las relaciones sociales que de aquellos se generan sino entre los medios
de comunicación y las relaciones sociales que aquellos generan, un nuevo sujeto histórico, el
sujeto único, narcisista, cuasi dios, encerrado en su casa absolutamente alejado del prójimo pero
como nunca relacionado con la humanidad virtual. “¿No ven acaso, a qué sujeto nos enfrentamos
hoy? Mientras los filósofos post trizan, fragmentan la historia, mientras descentran al sujeto, el
Imperio lo ubica más que nunca en la centralidad. Hay un nuevo sujeto absoluto. Si este trabajo
termina con una idea fértil es esta: Hegel está de nuevo entre nosotros. El poderoso Rector de la
Universidad de Berlín le ha entregado al Imperio Comunicacional el sujeto absoluto de la
autoconciencia realizada.”20 Feinmann le propone a sus lectores apagar el televisor del Imperio
como Descarte lo hizo con el televisor medieval y ser “inexplicables”. Por mi parte le propongo al
Trabajador Social que se ubique en la contradicción y no le huya a la coyuntura, la práctica será
siempre nuestro norte o ¿por qué no decirlo?, nuestro sur a resolver.
Situación actual
En el libro I del Lazo Social se lee: “Aseverar la dinámica del diagnóstico es insuficiente. El
abordaje del trabajador social suele ser sobre una “situación actual” lo cual relativiza doblemente
lo dinámico de un diagnóstico. Es dinámico porque la realidad abordada se modifica
constantemente, es relativo porque lo visto hoy puede no ser lo que ocurra mañana. Tanto
movimiento genera un sin sentido o un imposible de realización del diagnóstico. Para sostener la
dinámica del diagnóstico es necesario que exista un punto fijo que permita la observación del
movimiento. ¿Cuál es el punto fijo donde ceñirnos? o dicho de otro modo, el punto de vista teórico

19
Feinmann, J. Op. Cit. Pág. 653
20
Feinmann, J. ; Op. Cit. Pág. 788
29
del profesional debe estar fijado, apuntalado, sostenido desde algún lugar.”21 La llamada “situación
actual” es un recurso teórico del Trabajador Social para realizar una descripción del momento que
libera al profesional de todo error ya que lo observado allí y entonces, puede no ser aquí y ahora.
A mi modo de ver debería erradicarse del Trabajo Social lo denominado “situación actual”. Sin
embargo ya sea por uso o costumbre, ya sea por necesidad imperiosa de una descripción que
urge la inmediatez, dicha conceptuación seguirá vigente. Ello no nos impide interrogarnos al
respecto.
¿Cómo definir “situación actual”? Si la situación actual refiere a un sujeto condicionado por
varios elementos, a saber: estructura, lenguaje, economía, semiótica, inconsciente, etcétera,
podemos concluir que el sujeto es un elemento secundario del análisis al modo de las bolas de
billar en el juego del Pool donde la determinación del movimiento no depende de cada esfera sino
de la fuerza dinámica que genera la bola blanca y de los sucesivos movimientos de entorno del
resto del conjunto. Pero el Trabajador Social se encuentra con el sujeto histórico en su aquí y
ahora, es un sujeto que habla, piensa, reflexiona, duda, se obstina, siente, etcétera. A nosotros se
nos genera una importante contradicción. Si el sujeto es efecto de estructura, efecto de lenguaje,
efecto de relaciones de producción, etcétera, ¿hasta dónde cobra valor su individualidad y
autodeterminación? ¿Tiene algo para decir de sí o lo que diga no es más que parte de una trama
ya escrita? Un conflicto similar nos apareció cuando definimos al Poder como una fuerza
autónoma al sujeto22, donde nuestro interrogante sostenía si Videla, Pinochet, Hitler y otros eran
inocentes por ser simplemente efectos de estructura. ¿Un golpeador, un homicida, no son
responsables de sus actos por ser efecto de estructura? ¿La pobreza estructural aclara las
conductas del uno? Foucault nos da una posibilidad frente a la historia allí donde en su desarrollo
de la gnoseología enseña que las grandes historias han acabado y que ha comenzado la era de
los pequeños relatos23. En este sentido, el Trabajador Social podría sentirse como un privilegiado
para los pequeños relatos, mucho más pequeños que la historia de la sexualidad, de la fealdad, de
la belleza, de las mujeres, de la locura, etcétera. Nosotros vivimos recogiendo pequeños relatos de
cada sujeto o grupo familiar con quien nos encontramos y obtener de cada uno (al modo de: cada
familia es un mundo), originalidades sorprendentes. La figura rizomática que nos proporcionan
Delleuze y Guatari24 podrían ayudarnos. Hay un historia horizontal en extensión que hace vínculo
con historias vecinas y enmarañan un aquí y ahora difícil de distinguir en términos de causalidad.
La razón de esta figura la sostenemos desde el concepto imaginario. No es novedoso para el
profesional cuando entrevista a varios miembros de una familia como cada cuál cuenta la misma
historia desde enfoques diferentes, no es de sorprenderse verlos anonadados ante cierta anécdota
que para otros o no ocurrió nunca u ocurrió de otro modo. Escuchar la historia social o anamnesis
de un sujeto o un grupo es dar con relatos imaginarios donde evidentemente la raíz o causalidad
es inextricable y la figura del rizoma aparece casi evidente. Utilicemos nuevamente la figura del

21
Marchevsky, C.: “Lazo Social I. Espacio. Bs. As. Pág. 49.
22
Lazo Social I. Pág. 106.
23
Foucault, M. “La microfísica del poder”
24
Delleuze, G. y Guattari, s.: « Rizoma ». Pre- textos. Valencia. España. 1977.
30
pool, cuando las bolas parten en diferentes direcciones, el aquí y ahora difícilmente registre las
fuerzas dinámicas que determinan el orden del movimiento, parece como si todas se moviesen al
mismo tiempo (con excepción de la blanca). Por otro lado, la bola número cuatro, como ejemplo,
se mueve por el impulso recibido pero suma su propia resistencia hasta instalarse en un rincón o
al lado de otro bola o ingresando en la tronera. Como sea no es inocente de su movimiento, hay
un momento en su deslizar que asume la responsabilidad de su quehacer. Esa bola, en tanto
analogía con el sujeto, es un sujeto histórico, es decir responsable por su quehacer aunque sea en
parte. Preguntémonos por la bola blanca. En un esquema histórico, la bola blanca sería la
protagonista directa del movimiento, la causa. Aquí nos encontraríamos con el sujeto activo y
responsable o la bola blanca equivaldría al conjunto de fuerzas sociales que mueven a los demás
participantes. En un esquema rizomático, la bola blanca queda fuera porque lo que se lee es el
movimiento del resto de las esferas. Desde una perspectiva donde el sujeto es protagonista (bola
blanca) la otra es efecto (bola de color). Esta disyuntiva la colocamos en el punto de intersección
entre lo diacrónico y lo sincrónico. ¿Quién ocupa este punto de interjección? La posición
antihumanista, en el sentido del sujeto descentrado, no debería colegirse contradictoria con el
sujeto centrado, en todo caso la contradicción es de lógicas. Más cabe la posibilidad de imbricarlas
en una tercera lógica paradójica donde ambas fueran aferentes entre sí. La solución con el tema
del Poder arriba señalado la encontramos a partir del concepto narcisismo, el Poder ofrece al
sujeto una serie de cualidades a cambio de que éste se ubique como ejecutor de aquel: ser, tener
y estar a cambio del poder ejecutar. Esta transa entre el sujeto y la estructura del Poder propicia la
aceptación de un singular como representante del Poder y en el peor de los casos (Hitler, Videla,
Pinochet, etcétera) en creerse el lugar y la cualidad del sustantivo hecho verbo. Veamos esta
posibilidad en nuestro tema. ¿Dónde ubicar lo narcisista? En el juego del Pool nos está faltando un
elemento para el análisis. En rigor le hemos dado a la bola blanca el poder decisorio del
movimiento del conjunto cuando en verdad la bola blanca no se mueve por sí sino a través de un
hombre que la impulsa. Este hombre es la representación narcisista que buscamos. Sin embargo
el punto de interjección entre la diacronía y la sincronía, entre lo histórico y lo rizomático, entre lo
magmático y molar no es el narcisismo, se facilita por lo narcisista pero no lo es. El narcisismo, a
lo más, demuestra la tergiversación de la lectura de una situación desde lo infuso o a modo de
epifanía. El hombre detrás de la bola blanca sería Dios y desde ese lugar puede ser el creador de
la estructura o el hacedor del conjunto. El punto de interjección no lo hallamos en el jugador, falta
aún un elemento más para el estudio. El elemento es el taco. Quien en verdad mueve a la bola es
el taco. El taco hace protagonista a la bola blanca y a la vez es protagonista del impulso externo
que hace ejecución.
La “situación actual” que describe el Trabajador Social la propongo como el punto de
interjección entre lo diacrónico y lo sincrónico, entre lo social histórico y lo rizomático (historia
social, anamnesis), entre el sujeto efecto de y el sujeto responsable de. Es el taco, aquel que
desmiente el protagonismo de la bola blanca (la descentra) y que a la vez la hace responsable del
andamiaje del juego (la centra). El hombre que está tras la escena es el Observador que, si cree
que es él quien escribe la historia, es decir él es el jugador tras el taco, proyecta su propia
31
subjetividad (intrasubjetividad), prejuicios, y moral sobre la escena. Quienes se percatan de esta
posición/problema lo asumen como un tema central de nuestra disciplina. El montaje ideológico y
la necesidad de instruirse al respecto también lo pondremos en el pupitre a modo de cuestión.
Lo ideológico y su importancia
La ideología retoma viejos vicios que hicieron mella y afectación en nuestra profesión. Sin
embargo hoy vuelve como tema medular: “… es principalmente desde el punto de vista de las
ideologías en juego que un problema se torna socialmente significativo y, por ende, tratable en
términos de trabajo social.”25 Ahora bien, el tema de la ideología se presenta como central en la
formación no considerando, a mi modo de ver, que la ideología es muy importante incorporarla a
condición de que esta nos sea útil como conocimiento de la ideología del otro. Así como Karsz
plantea la ideología como un quehacer y expresa la carga ideológica de toda manifestación
apolítica: “Primero, porque nadie ve las cosas según su antojo, sino de acuerdo con sus
posibilidades, límites, conocimientos, dudas, ignorancias; de acuerdo con sus sentimientos, en
buena parte inconscientes; todo ello en función de las ideologías a las que se adhiere, de las
ideologías a las que cree adherirse, de las ideologías de las que no se sabe partidario, pero que
sin embargo lo organizan y reorganizan sin ceses.”26; así también deberíamos pensar al sujeto
con quien se interviene y considerar que la ideología que sustenta es motor, fundamento y razón
de la estructura que lo sitúa. Si se observa lo antedicho, la ideología es importante pero no más
que como dato colateral que aporta e impregna al diagnóstico, pero que no hace diagnóstico.
Quiero decir la ideología participa como variable explicativa, justificativa del “estado” de situación
de los interlocutores, más no hace otra cosa que adornar, vestir o disfrazar la estructura. La acción
caritativa, la toma a cargo o la toma en cuenta dice de la ideología del interventor, dice más -sigo a
Karsz- que el discurrir estereotipado de discursos hueros. La ideología es una incógnita develada
en el quehacer y no una doctrina o posición a tomar. Del mismo modo, el otro ya sea por su
pedido en necesidad, ya sea por su demanda o deseo también hace acto y funda el mismo en
ideología.
Deberíamos preguntarnos ¿qué quiere el Trabajo Social? porque ya sabemos que quieren
del Trabajador Social. Del Trabajador Social se requiere la adaptación del otro, el silenciar al otro
con un pedazo de pan, el barrer bajo la alfombra, el poner la cara en nombre de la institución
gobierno para decir “no hay”, de ser el chivo expiatorio de las instituciones para justificar que los
programas existen pero los profesionales son vagos, mediocres o llenos de desidia, etcétera. A
Mery Richmond le debemos el que haya querido sistematizar una práctica fuera del voluntarismo y
que por ella tengamos profesión. Pero esa práctica fue para paliar, para generar placebo, para
detener la revolución comunista. ¿Qué quiere el Trabajo Social para sus profesionales? Si no los
quiere adaptadores, alienadores, sometedores, dóciles, se hace imprescindible que una formación
ideológica los apuntale. Pero en el caso, en el uno a uno cuando el Trabajador Social se encuentra
con el bebe violado por su padrastro y a punto de morir, cuando la niñita ha sido violada
reiteradamente por los compañeros del curso superior de la escuela, cuando la madre aconseja a
25
Kasz, S.: “Problematizar el trabajo social”. Gedisa. España. Pág. 50
26
Kasz, S.: Ibídem. Pág. 46
32
la hija tirar a la basura al neonato en una bolsa de plástico, cuando la abuela ha sido ultrajada por
su nieto quien le roba 100$, la pregunta del Trabajador Social ¿qué hago? cobra dimensión
porque la ideología no da respuesta a esa inmediatez. Y la ideología se quiebra en mil pedazos si
además la fantasía recurrente se dirige a: ¿y si me hubiera pasado a mí, a mi hijo, a mi hija, a mi
madre? No sólo ¿qué hago?, ¿qué hago con mis sentimientos absolutamente opuestos a mi
pensar ideológico? ¿Hasta dónde poner en juego mi tolerancia?, ¿mi interpretación social de los
condicionamientos que hacen al sujeto? ¿Mis voluntades críticas frente al neoliberalismo, neo
capitalismo, posmodernismo? El profesional en tanto no un improvisado o no un compulsivo debe
apoyarse en una teoría, que permita pensar el qué, más allá del acontecimiento y su impacto. No
es lo mismo sostenerse en una teoría frente al terremoto del acontecimiento que a una ideología
que puede transformarse contingente a la vivencia subjetiva del profesional.
El problema central del Trabajador Social no es la ideología, que el Trabajador Social
tenga un problema ideológico con la ideología puede ser cierto, pero no es el centro de su razón
de actuar. El centro está en la demanda del otro y el otro no pide soluciones ideológicas, demanda
solución a “un algo” aunque ese algo también sea ideológico.
Dos ejemplos
El bigamo
Manuel pide ayuda porque su casa se ha quemado en un incendio. Se envía al Trabajador
Social a investigar puesto que hay niños y se pretende conocer negligencias o descuido que
impliquen el bienestar de aquellos. La profesional en su indagación obtiene que Manuel convive
con Clara y Felisa y que tiene hijos de ambas. El es proveedor del grupo. La situación constata
que efectivamente las condiciones materiales en general son de una pérdida total tanto del
inmueble como de los elementos internos de la casa. Por otro lado, el modo vincular del grupo
parece ser aceptado por los mayores sin dificultad. Ambas mujeres comparten la crianza de todos
los chicos y no manifiestan inconvenientes en compartir al hombre de la casa. Cada cual de las
mujeres tenía su propia habitación que Manuel frecuentaba de manera alternada. El recogía a los
niños a la salida de la escuela y participaba activamente en las reuniones de padres cuando era
convocado. El interrogante de la trabajadora social se impuso desde la ideología. No habiéndose
manifestado ningún tipo de reparo en la convivencia y por el contrario mostrando los mayores su
dedicación y cuidado a los niños la dificultad del informe reinaba en la forma de vida del grupo ya
que el mismo debía ser entregado a un juez. En un grupo de supervisión las preguntan resonaban
sobre el futuro de los niños en lo social. Si la condición era amoral o no, si perjudicaría el
desempeño futuro de los niños, el modelo identificatorio que ofrecían los padres. Toda la discusión
giró en torno a la ideología del grupo, la ideología de la profesional, la ideología de la Institución y
la ética profesional en cuanto al libre desenvolvimiento del sujeto.
Como se observa el atravesamiento ideológico del caso es absoluto como consecuencia
de la investigación obtenida hasta ese momento.
El grupo se había ido a vivir junto a la madre Clara quien no pone impedimento en dar
cobijo a las dos mujeres y sus hijos a condición de que Manuel no viva con ellas. Como producto
de esta situación se obtuvieron nuevos datos a saber: el incendio había sido provocado por
33
Manuel quien pretendía a través de dicho acto lograr que el gobierno le diera una vivienda. Las
mujeres, probablemente envalentonadas por la madre de Clara, comienzan a manifestar el temor
que cae sobre ellas en relación al hombre quien no sólo las amenaza sino que indica ser capaz de
matar a los niños.
Con esta nueva información el caso sale de la órbita de la ideología para ser pensada
desde el ámbito de la teoría. Estar frente a un sociópata o psicópata cambia toda la perspectiva de
pensamiento y si se pudiese argumentar alguna crítica frente al abordaje es que el profesional,
quien no puede obviar lo ideológico porque está atravesado por ello, no debe obviar lo teórico. La
brújula orientadora son interrogantes que apuntan a comprender el objeto que se conoce sobre el
que se interviene.
Opus Dei versus feminismo
Se presenta un conflicto judicial que cobra conocimiento público. Una niña de 12 años
abusada por su padrastro ha quedado embarazada y se pretende la realización del aborto por
solicitud de la progenitora en caso de que la situación se pueda encuadrar en el artículo 86 del
Código Penal de la Nación en los puntos 1 y/o 2. El juez convoca al comité bioético de la provincia
para que emita opinión. El grupo permanente es nutrido por otros representantes nombrados por
la autoridad judicial. Mientras el primero está conformado por médicos, psicólogos y un sacerdote
el restante se configura de un juez en lo penal, una psiquiatra, una socióloga, una licenciada en
filosofía y un trabajador social. El encuentro de este nuevo grupo genera discrepancias desde su
inicio, el grupo permanente, más conservador y los nuevos integrantes más inclinados al
progresismo. Aún que todos los integrantes se manifiestan con cierta neutralidad u objetividad se
denota desde cada miembro posiciones ya tomadas. El modo en que el comité indica trabajar
históricamente sus casos implica una demora que generaría de hecho la imposibilidad de la
interrupción del embarazo. Esto crispa las posturas en los integrantes. Por otro lado un grupo
religioso se infiltra en el hospital donde la niña se encuentra internada (en complicidad con
miembros del establecimiento) mostrando fotos y artículos que escandalizan a la niña y a la abuela
presente para su cuidado generando una posición taxativa en ambas de no querer el aborto.
Simultáneamente desde el comité bioético se filtra información interna que sale en periódicos de
Buenos Aires casi al modo de una crónica fiel de la discusión. El trabajador social y la psiquiatra
ordenados por el juez a participar del Comité son a su vez peritos de la causa.
Como se observará el caso está plagado de ideología. La decisión final no contemplará,
aún con la mejor intención del bien superior del niño, otra cosa que no sea una solución incidida
por la ideología.
¿Qué posición le cabe al profesional? ¿Debe inclinarse por su ideología personal en
cuanto al aborto o a pesar de ella debe ceñirse a las posibilidades teóricas de su profesión, a
costa incluso, de que la conclusión atente contra sus creencias? La conclusión del peritaje del
Trabajador Social dice: “Dado que la pobreza no es razón suficiente para justificar ninguna
medida que atente contra la vida y considerando que la familia… se encuentra económica y
materialmente por debajo de un nivel esperado, pero bajo ningún aspecto desahuciado.
Que en lo afectivo y constitutivo del grupo, si bien se observan disfunciones importantes
34
que deben ser tratadas, estas no implican una situación liminar para que, en caso de que
Usía resuelva la continuación del embarazo de L, este grupo no sea un factor de ayuda
cierta, de apoyo directo a la evolución de la niña y de su situación como embarazada y
futura madre. Del mismo modo, si Usía resuelve la interrupción del embarazo, la
condiciones socio familiares serán suficientes continente para la evolución de la niña. Por
lo tanto las condiciones socio familiares pueden ser evaluadas de manera positiva como
contenedor para la niña en cualquier situación que se produzca.” ¿Qué aspectos toma aquí el
profesional? Elaboró el lazo social que el grupo establece con lo interno entre sus miembros y
desde ellos hacia el afuera. Elaboró un diagnóstico diferencial, estructural tomando la vivienda
como una escritura, las entrevistas con sus miembros, la elaboración del expediente y por
supuesto las observaciones directas en cámara Gessell con la niña. Aporta al juez una posibilidad
que no decide el conflicto jurídico, eso lo hace el juez; no parte de un posicionamiento ideológico
que surge con este caso como un problema social a resolver en otro ámbito. La viabilidad o no del
aborto voluntario de la mujer es tema de los legisladores y de la sociedad toda, no de esta niña
como objeto de uso para la resolución o antecedente.
Retorno al Sujeto
Veamos nuevamente la contradicción. Aquellos que arguyen realizar un corte en la
realidad o detienen la película o han sacado la fotografía. Para el primer caso se hace necesario la
investigación de la película, esto implica que situación no es aquí y ahora sino que es desde allá y
entonces al aquí y ahora. Posición histórica causal ya sea deductiva o inductiva. Para quienes se
sitúan frente a la fotografía, situación actual no implica una descripción detenida de lo que se ve
en el aquí y ahora sino la inferencia estructural, semiótica, lingüística, económica que nos enseña
porque la foto es así y no de otra manera. En el primer caso se adopta una posición totalizadora,
lineal, identitaria, para el segundo se adopta una posición antihumanista a favor de la lectura de
las diferencias. Para nosotros, la práctica nos interroga por la insuficiencia de ambas posturas.
¿De que sujeto hablamos cuando nos referimos al caso, al uno a uno? No hablamos de la
bola blanca, no hablamos del hombre que juega, no hablamos de las bolas de color, hablamos del
taco, del punto de encuentro entre lo magmático y molar, entre lo diacrónico y sincrónico,
hablamos de los pequeños relatos. Es cierto que el uno no puede hacer nada solo salvo morir o en
el mejor de los casos –y esto debería ser demostrado- como dice Sartre elegir nacer. También es
cierto que existieron Moisés, Jesús, Mahoma, Galileo, Copérnico, Newton, Pasteur, Freud, Marx,
Nietzsche, el Che, Gandhi, Hitler, Stalin, etcétera. Es cierto que son producto de su tiempo, sus
padres, sus estructuras, sus circunstancias, etcétera y también es cierto que ninguno de ellos
podría haber sido lo que su referencia indica sin una resonancia social que los acompañase. Pero
también es cierto que ellos ocuparon el lugar y no otros. Uno podría preguntarse si de haber
seguido Lenin vivo hubiera ocurrido el stanilismo. Una hipótesis posible es afirmativa, porque
después de todo fue Lenin quien retornó la teoría marxista al humanismo, fue el quien concibió la
idea del centralismo democrático y de la vanguardia del proletariado. ¿Y Trotski? Tal vez por su
idea de la revolución permanente la historia se hubiese escrito con una alianza entre el eje y los

35
aliados contra él. Pero todo esto es ciencia ficción histórica27. Lo que nos interesa acentuar es que
ese uno condicionado no pudo no ser aquel y que fue aquel porque una fuerza social hizo
resonancia a su propuesta sacándolo de sí mismo y colocándolo como sujeto al mundo. Tal vez
fue la cara de Freud o la forma de vestir de Gandhi o lo que fuese su escritura o su recitar ideas
de esa manera y no de otra lo que provocaron la resonancia. Por supuesto que se puede decir que
el sujeto estaba en el lugar y en el momento adecuado, pero además estaba él y no otro. Ese él es
un producto social por lo histórico determinante y por la fuerza social resonante, pero sigue siendo
él. Del mismo modo, nuestro sujeto, el hombrecito objeto de intervención es un ser condicionado
pero no deja de ser él mismo, con su historia pequeño relato y su protagonismo en el mundo con
mayor o menor resonancia social, pero siempre con resonancia, más no sea en su grupo de
pertenencia. Sartre decía algo así como: que hago con lo que hicieron de mí, haciéndome cargo
por acción u omisión de mi quehacer. En síntesis, no hay sujeto hegeliano, pero tampoco hay no
sujeto, existen sujetos varios como lógicas paralelas varias, existe el sujeto del psicoanálisis, el
sujeto de la educación, el sujeto de derechos, el sujeto social, y también el sujeto uno: Juan,
Pedro, María. Sujetos paralelos que en paradoja pueden encontrarse o a través del Otro social, de
una fuerza social que los mancomune, sin que ello, pertenecer a la masa los desindividualice.
Decir sujeto no implica un determinismo universal, implica a un elemento que se va construyendo
en sus pequeñas elecciones. Decir elegir no implica libertad, no hablamos de libertad porque el
sujeto elige desde el narcisismo, elige siempre lo que le conviene lo que se acomoda más sí
decimos sujetos deseantes. Sujetos diferenciados –paralelos- capaces de construir pequeños
relatos, por lo tanto sujetos históricos, sujetos con posibilidades de elegir como maniobrar con los
determinantes. Decir histórico no lo transforma en universal, hablamos del uno trazando pequeñas
historias que influencian en los otros y se deja penetrar por los pequeños relatos de algunos otros,
haciendo nudos sociales que pueden transformarse o no en fuerzas sociales y allí en el
anudamiento anula la paralela construyendo los puntos de encuentro. Sujeto que se construye
desde su producción y creación que lo hace a sí mismo y en retracción haciendo sentido para sí.
Darwin logró diferenciar especies entre el reino animal e indico que cada especie que
mancomuna elementos para ser nombrada así consta de muchísimos individuos. La diferencia nos
coloca como únicos entre el conjunto de semejantes.
El Trabajador Social tiene como tarea apuntalar el deseo, en aquel que quiera marcar su
diferencia, en aquel que pretenda la des-alienación para apuntalar su accionar en alguna fuerza
social. Porque el sujeto, en tanto tal, en tanto sujetado, no puede ser solo.
La democracia en la educación
La formación profesional también debe ser evaluada como cuestión. No debe confundirse
democracia con eclecticismo. Ser democrático en la educación es dar un lineamiento definido que
permita al alumno tener un palenque de donde tomarse, aún si ese palenque sirve para escindirse
de lo enseñado. Quiero decir, enseñar todas las líneas de pensamiento existente para que el

27
En todo caso una propuesta nueva para entender la historia desde la negatividad, entender como fue lo que fue desde lo
que podría haber sido.

36
alumno elija es eclecticismo. Esta modalidad se ha generado por años dejando al alumno en una
miscelánea imposible de salir, ya que tampoco se enseña como consensuar o como obtener
síntesis que, por otro lado, ningún profesor realiza o no se enseña y, por ende, no se aprende a
investigar. La formación se ve impregnada de la subjetividad del educador que enseña lo que sabe
sin importar que otra cosa enseñe el vecino, lo cuál puede ser opuesto, contradictorio o
absolutamente negador del primero.
Fui educado durante la dictadura militar, daré de ejemplo dos cátedras infames por las que
tuve que pasar para recibirme: Servicio Social de Grupos, dictado por una “persona” que
enseñaba que grupo era subversivo, que grupo era innecesario, que grupo al fin y al cabo era
como “un conjunto de gustos de helados” (sic). Servicio Social en Familia, dictada por una señora
delirante, incomprensible, enredada en neologismos ininteligibles. Pude deducir de su discurso la
propuesta de abordajes para familias yanquis. Obligar a una familia de 5 miembros que tenían
una sola silla para sentarse y como alimento medio kilo de yerba, a realizar un roll play de cómo
ésta se prepara para irse de vacaciones a Mar del Plata. Ambas cátedras fueron ideológicamente
coherentes con el momento. Hueras de contenido, propia de una ideología sin ideología y carente
de sentido social, aunque con un fuerte sentido de “reconstrucción nacional”. Considerar
obligatorio dar otros puntos de vista (de lo contrario es adoctrinar al alumno), es considerar al
alumno un cretino. Generar un lineamiento homogéneo que ayude a pensar la realidad cotidiana
no es un atentado contra la democracia educativa, es jugar una apuesta al saber que, como todo
saber, se mueve y modifica. Kissnerman armó una escuela de Trabajo Social en Río Negro,
fundamentó la acción bajo la égida de la teoría de Pichón Riviere. Adaptada al Trabajo Social, lo
que hizo fue jugar su apuesta y los formados por él y su escuela saben al menos como abordar un
grupo.
Conclusión
¿Por qué debe enseñarse filosofía en trabajo social? Porque si la función del pensamiento
filosófico no es sólo interpretar al mundo sino modificarlo, el pensamiento de la cosa recae sobre
aquellos que interactuamos con la cosa. Nuestra práctica está llena de interrogantes que tienen
respuesta en pensamientos ya elaborados pero también recrean interrogantes por la práctica
misma que nos obliga a reconceptualizar y sobre ello a los filósofos a pensar.

37
38
Capítulo IV
ALIENACION Y TRABAJO SOCIAL
La ley de matrimonio para personas del mismo sexo cayó como un rayo fulminante para
las profesiones sociales, particularmente para Trabajo Social. Por primera vez una ley irrumpe en
nuestra profesión de manera tan abrupta y efectiva. A partir de esta ley todos aquellos que
estudiaron la profesión con la convicción de que esta era una extensión de la vocación religiosa se
enfrentan, en la historia de la profesión, con un conflicto ético, ideológico y moral. El Trabajo Social
como cualquier profesión responde a las leyes estatuidas y no a las ideologías de sus
profesionales, novedad impávida a nuestra profesión.
Este quiebre pone en evidencia una situación histórica del Trabajo Social respecto a sus
grados de alienación. Por un lado imponer la ideología sobre la teoría es vivida hoy por los
aristotélicos tomistas como un conflicto de relieve. Pero esta situación no es ajena a aquellos que
en su momento se alinearon a la reconceptualización y levantaron banderas marxistas o
peronistas para el accionar, quedando en una situación semejante a la derecha cuando se impuso
la dictadura militar de los setenta.
Primer grado de alienación
Dada esta posibilidad no resulta ajeno, entonces, establecer grados de alineación dentro
de la profesión. El discurso académico vive enfrentándose con la práctica cotidiana del trabajador
social. Los estudios universitarios fideístas de tener algo que argumentar al colega de campo no
han dejado de encontrar permanentes enfrentamientos y desilusiones. Una profesión como
Trabajo Social, eminentemente práctica y obligada a cotejar esa práctica con su reflexión empírica
para dar lugar a construcciones teóricas, desalienta al profesional de campo a favor del trabajador
de laboratorio quien esboza sus principios teóricos para que sean cotejados con la práctica. En
vez que el intelectual de Trabajo Social se pregunte sobre el fracaso de la aplicación práctica de
su teorización, exige del educando, practicante o profesional que modifique su accionar para que
éste de un resultado acorde a la teoría. La situación en la investigación está invertida, la palabra
praxis es una muletilla más que un concepto. No se elabora teoría de la práctica para cotejarla una
vez más con el accionar para revisar la teoría, se impone teoría exigiendo al hacedor que
39
demuestre que la teoría es correcta. El discurso académico desconoce la pregunta ¿Qué
hago/qué pienso? Desconoce sobre todo que el pensar es un hacer y desdobla estas categorías
de la acción. Los modelos de investigación del discurso académico, básicamente plagiarios de la
sociología, carecen de sustento para el trabajador social de campo puesto que el primero obtiene
generalidades mientras que el segundo trabaja con el caso. El trabajador social de campo no
trabaja con la familia, la niñez, la adolescencia, la adicción, la violencia, etcétera, trabaja con esa
familia, ese niño, ese adolescente, etcétera. “Caso” tiene para el discurso académico una
connotación negativa y en su vez ubica situación. El profesional que aborda la tarea práctica se
encuentra con el caso en situación o con la situación del caso, y aunque la terminología tenga
arrastres positivistas o intenciones ideológicas fragmentarias de la realidad, el hecho es que de
cualquier modo se trata del caso, concepto este que en vez de ser negado y expulsado debería
ser reconceptualizado. Pero ocurre que revalorar la significancia del término pone en aprietos al
discurso académico.
Se intentó darle un contenido a nuestra profesión de diferentes maneras, leí de Krusse
definir al trabajo social como una ingeniería social, de Follari como una tecnología, de Akin como
una transdisciplina al modo de la medicina. El esfuerzo de metafórico es valorable pero carece del
sustento de la práctica cotidiana. Ubicarnos como técnicos, como compiladores de técnicas como
ejecutores, arquitectos o ingenieros de las técnicas es, justamente el modo resistencial del
discurso académico como adorna la fisura entre práctica y teoría. La indudable diferencia se
produce porque el objeto de intervención del trabajo social se nutre de sujetos en sus distintas
configuraciones vinculares, relacionales, estructurales. El sujeto y sus configuraciones no se
repiten, mantienen su acervo de individualidad y particularidad por lo que una técnica aconsejada
para un adicto dista de la misma técnica para otro. La clave de la intervención es el sujeto antes
de la técnica. Ahora bien si el diagnóstico previo que posibilita la técnica es “la adicción” como un
genérico se confluye en la orientación al fracaso, justamente porque de lo que se trata es del
diagnóstico diferencial de esa unidad problemática antes del preconceptuar el qué y el cómo
hacer. Dicho llanamente, el discurso académico indica la situación social, política, histórica
sociológica que entorna un problema a intervenir, a la vez enseña técnicas para abordar
situaciones dejando al profesional hacer elecciones diferenciales de aquellas de acuerdo a sus
propias limitaciones o capacidades sin considerar que no hay situación social, política, económica,
etcétera, más que como tema sociológico pero no como tema propio e incito del trabajador social.
El genérico no puede ser teoría de la técnica, es teoría del caso, del caso problema, del caso en
situación. La metáfora transdisciplinaria comparada a la medicina es la más bella y generosa sin
embargo la dificultad se presenta en el hecho que las ciencias que apuntalan al médico se
retroalimentan de sí y a la vez necesitan del médico técnico que retroalimenta a la ciencia en su
ensayo-error. Esta disponibilidad es posible ya que el objeto del médico es material, es el cuerpo
biológico que funciona al modo de un mecanismo más en el conjunto de mecanismos y en cierto
sentido, las ciencias exactas tienen asidero en este cuerpo que medianamente responde a las
hipótesis fisiológicas, neurológicas, químicas. El cuerpo del trabajo social es psíquico, social y
simbólico y justamente este cuerpo no responde a las ciencias auxiliares del trabajo social que;
40
por un lado se retroalimentan de sí y por otro que no reciben en respuesta alimentación del trabajo
social para aquellas. Si un trabajador social aplica la teoría sistémica e algún caso alimenta la
teoría sistémica sin más. El trabajo social se enfrenta con la particularidad, no con el porcentual de
una investigación y debe construir un genérico de cada singularidad al modo del pensamiento
científico donde la técnica es aledaña, auxiliar al modo de intervención.
Segundo grado de alienación
Ligado al anterior y a modo de causal el segundo grado es el ideológico. Instalar la
ideología como previa al abordaje genera más que un beneficio un prejuicio puesto que aquí la
dicotomía es demanda/satisfacción. Ubicar la demanda del lado del sujeto obliga al profesional a
pensar por sobre sí, es reconocer la existencia del otro en situación. La demanda es del otro, la
ideología a pensar es del otro. Si frente a la demanda el profesional se sitúa inmediatamente
desde su ideología, a la demanda del otro se le responde con una contrademanda donde la
satisfacción es del orden del narcisismo profesional. A un grupo religioso no se le puede imponer
el control de la natalidad, a un grupo ateo no se lo puede excluir de esa posibilidad, a una pareja
homosexual no se la puede privar de la adopción, sea cual sea la orientación ideológica del
trabajador social. Por supuesto que el profesional orientará desde su ideología, pero se trata de
acompañar no de imponer.
El discurso académico es anómico, alienado y alienante producto de este segundo grado
de alienación. Nunca se investigó el acierto y deficiencia de la aplicación aristotélico-tomista al
nuevo giro teórico, del mismo modo los tomistas jamás consideraron los aciertos y deficiencias de
la reconceptualización (a quien ubico como paradigmática del cambio en trabajo social
latinoamericano), nunca se sumo o discutió nada. Se paso de Aquino a Foucault sin más, de la
metafísica al materialismo histórico sin más, dejando la discusión del salto cualitativo a la filosofía,
a la ideología y a la política. También aquí se jugo una lucha por imponer y no acompañar un
proceso. En el medio queda el profesional de campo quien cree que debe tener una ideología,
quien cree que debe militar la ideología que lo demanda en la acción. Y tras el profesional de
campo el sujeto en cuestión a quien poco le importa si la culpa de su situación es por el sistema
capitalista, la niña en cuestión a quien poco le importa que la tradición y costumbre de su padre
tenga que ver con la violación, de los padres del muerto que poco le importa que el niño asesino
sea un producto del imperio mediático o a los padres desocupados que necesitan alimentos y
medicamentos de “derecha o de izquierda” pero de manera inminente. La inacción del profesional
se liga entonces al nivel de alienación entre el que hago/que pienso y este último a la vez en
pienso en la demanda del otro o en mi propia demanda.
Tercer grado de alienación
Más hondo aún que los anteriores nos encontramos con este tercero. Lo indicamos de
manera simple; muchos trabajadores sociales que trabajan en el área de vivienda carecen de
vivienda y tiene que alquilar, los trabajadores sociales de la salud en carácter de contratados
carecen de cobertura médica, algunos trabajadores sociales de familia, niñez y adolescencia que
trabajan con la violencia intrafamiliar, con la adicción, el abandono suelen padecer en su propio
seno de la violencia, abandono, o adicciones. Dicho ahora en complejo, el trabajador social no se
41
mira a sí en el conflicto, rehuye de sí mismo como si la cosa social fuese un objeto extranjero,
éxtimo de sí. Y de tomar conciencia del problema se autoderiva a un terapéuta de cualquier
disciplina menos de trabajo social. El profesional entiende que su profesión no está preparada
para abordar ciertos conflictos que sin embargo cuando se trata de otro si los aborda. De modo tal
que la profesión queda ubicada como reservorio de los pobres (que no pueden acudir a un
profesional competente y entonces deberán “bancarse” al menos malo de lo que les queda) o se
ubica definitivamente como auxiliar de los psicólogos, psiquiatras y médicos competentes.
El trabajo cotidiano del trabajador social es estresante, desgastante, desbordante, acuña
una demanda imposible de satisfacer por la cantidad y calidad del problema, En algunas
instituciones la demanda ahoga, neutraliza, promoviendo disyuntivas para el profesional que no
sabe si cumplir con la patronal o con el sujeto demandante, teme por su puesto de trabajo, por su
salario. Finalmente es una de las profesiones con mayor solicitud de licencias somáticas. Ahora
bien, el profesional recurre al psiquiatra, quiere la pastilla, pero en sus casos suele derivar al
terapeuta. ¿Cuántos trabajadores sociales asumen para sí lo que ven en el otro? Y en términos
profesionales, se alienta a la grupalidad, a la comunidad, al esfuerzo mancomunado y sin
embargo… ¿cuántos trabajadores sociales exigen en su institución formación, capacitación,
supervisión, siendo que la posibilidad de simbolización es el aire y el tiempo necesario para salir
de la vorágine? A este tercer grado de alienación lo establezco como el deseo es ser reconocido
por el otro como deseante de mí, por lo que mi actuación me excluye para que el otro me incluya
desde su deseo. Consecuente este grado de alienación con la conceptuación de que lo social es
lo objetivo, lo externo sin entender que lo social está tanto adentro como afuera, que el adentro se
manifiesta afuera y que el afuera incide en el adentro. Finalmente que el trabajador social tiene
mundo interno y que ese mundo interno es social.

Discurso académico

Qué hago qué pienso

Discurso ideológico

Demanda/satisfacción del otro demanda/satisfacción propia

Discurso de reconocimiento
Deseo propio deseo de ser deseado por el otro

42
Capítulo V
La pareja como estructura

Introducción
Leyendo el libro de las licenciadas Alicia Husni y María Rivas, “Familias en Litigio”28, me
anime a retomar el capítulo dedicado a Pareja. En un primer momento pensé dejarlo de lado hasta
una nueva posibilidad de producción puesto que lo etiquetan de psicoanalítico, (de hecho fue un
trabajo para ser cotejado con psicoanalistas) y, dada la enorme resistencia que genera introducir el
mundo “psi” al Trabajo Social suponía pertinente demorar esta entrega. Sin embargo el libro en
mentas, realizado por una licenciada en psicología y trabajo social y una licenciada en psicología,
contiene en sus fundamentos, respecto de pareja y de familia, a varios autores de mi formación.
Por otro lado, el poder diferenciar el objeto de intervención del objeto de conocimiento ayuda
a la comprensión de esta pretensión. Laborar el diagnóstico diferencial en Trabajo Social implica
adentrar en ambos objetos y desde la perspectiva que promuevo, las configuraciones deben ser
leídas estructuralmente y el equipamiento teórico para ese abordaje lo he obtenido por el
psicoanálisis. Maltrato marital, familiar, abuso de cualquier índole, abandono a niños o ancianos,
privación de acercamiento a uno de los progenitores, etcétera, son algunos de los enfrentamientos
cotidianos de nuestra profesión. Tomados genéricamente como familia puede ser un error cuando se
observa que el conflicto de los padres es una consecuencia directa de un conflicto anterior, la pareja.

28
Husni, A y Rivas M; “Familias en Litigio. Perspectiva psicosocial”. Lexis Nexos. Bs. As. 2008
43
Para nosotros la pareja no es un subsistema de familia, es una estructura propia que pone
en juego el desarrollo individual del sujeto y su modo de encarar la futura familia. Es un nudo entre el
sujeto y la construcción de un proyecto colectivo donde se pone en escena toda la problemática
individual de cada uno de esos miembros. Dos ejemplos paradigmáticos para sostener la razón de
una estructura independiente son el divorcio por un lado, no existe divorcio parental, no hay divorcio
de filiación, el divorcio es propio de la alianza como estructura; y por otro ¿se debe hablar de todo en
familia? Es un hecho que el conflicto marital debe tener un espacio propio y diferenciado porque los
problemas del hombre y la mujer, aún incidiendo en la familia, no son de la familia.
La estructura de pareja prepara la estructura familiar, el modo en que la pareja se estructure
dará plafón y fundamento a la nueva estructura. El lazo social es anterior y atraviesa la estructura. El
lazo social de pareja es un abstracto social que da el ideal de la configuración. En ese sentido es
inmutable. A su vez, el lazo social es contingente a la estructura donde se introduce, en ese sentido
es flexible, maleable, móvil. Lo teórico del lazo se lee en lo práctico de su accionar, el objeto de
conocimiento atraviesa al objeto de intervención y mutuamente se influyen. El lazo no impone sino
negocia con la estructura de la configuración. Hay veces donde la fuerza social interna, propia de la
configuración, es de tal magnitud que modifica al lazo reproduciendo con él la estructuración interna.
En otras la fuerza social del lazo es de tal magnitud que logra modificar la realización social de una
configuración. Nos adentramos entonces, a la estructura de pareja, a la luz de las teorías del
psicoanálisis vincular con el fin de aplicar la intrusión del lazo social en ella y dar con el nuevo objeto
de intervención.
La teoría la tomamos de los doctores Yanine Puget e Isidoro Berenstein sobre la estructura
de pareja. Revisaremos algunos conceptos, los redefiniremos y a posteriori trataremos de explicar la
entrada del lazo de acuerdo al modo estructural de esta configuración.
La Repetición
En Pareja se lee una paradoja aparente. La pregunta que nos motiva es: ¿qué une a dos
géneros tan opuestos entre si? Todo indica que la diferencia es tan abismal, ya sea en lo constitutivo
como en las funciones que sólo la imposibilidad del autoengendramiento provoca la necesidad de
una unión. La cultura se encargó de inventar al amor como sustituto de procreación porque este
calificativo no alcanzaba a explicar el fenómeno lleno de pasiones y conflictos. Freud intentó
desenmascarar al amor Shakespiriano porque el calificativo de "amor" al fenómeno psíquico
tampoco alcanzaba.29
Los trabajos que inauguran los doctores Puget y Berenstein sobre pareja intentan desanudar
este fenómeno a partir de un espacio virtual llamado zócalo inconsciente donde se asienta la
estructura vincular de pareja obtenida del modelo originario de ésta: la díada (en lo manifiesto)

29
Digamos, por otra parte, en favor del amor Schakespi riano que fue uno de los primeros en ilustrar el síntoma
monogámico de la pareja como efecto de la estructura edípica; el amor de "hasta que la muerte los separe". En el caso de
Romeo y Julieta los protagonistas mueren muy pronto, pero el modelo actual del teleteatro latinoamericano dibuja la
secuencia de ese tipo de pareja que a raíz de un secreto a voces, no se unirá hasta el último capítulo donde la súbita
muerte ocurre pero para el espectador que no podrá ver como esa pareja ideal convive la rutina, la inflación, los ruleros y la
gordura del amante. Tampoco el teleteatro norteamericano es excepción, la base de sus novelas: Dinastía, California, Da-
llas, y otros, giran en torno a la pareja estable, monogámica, sobre la que circulan otras que ejercen todo tipo de
trasgresiones, incestos, engaños, (remitiendo al perverso polimorfo) pero sostenidas por el inmutable dúo Carringthon, o la
del "hijo bueno" de Dallas, etc.
44
madre-hijo, vínculo del sujeto con el objeto único. Este vínculo reaparece a modo de una repetición
en el vínculo actual de la pareja heterosexual.
En el artículo de Freud: "Recordar, repetir, reelaborar", el autor enseña que repetir no es
calcar, repetir es lo mismo desde la diferencia, es lo mismo pero no igual. Veamos este punto
desarrollado por Lacan, dice: "... aprovecho la ocasión para indicarles que, en los textos de Freud,
repetición no es reproducción. (...) La repetición aparece primero bajo una forma que no es clara,
que no es obvia, como una reproducción, o una presentificación, en acto. Por eso es puesto El acto
con un gran signo de interrogación (…), para indicar que mientras hablemos de relaciones de la
repetición con lo real, el acto estará siempre en nuestro horizonte.(...) en esos primeros tiempos de
la experiencia en que la rememoración, poco a poco, se sustituye a sí misma y se aproxima cada
vez más a una especie de foco, de centro, en el que todo acontecimiento parecería estar a punto de
ser revelado-precisamente en ese momento vemos manifestarse lo que llamaré- (...) la resistencia
del sujeto, que se convierte en ese momento en repetición en acto. (...) La repetición, entonces, no
ha de confundirse con el retorno de los signos, ni tampoco con la reproducción o la modulación por
la conducta de una especie de rememoración actuada (...) lo que se repite, en efecto es algo que se
produce (...) La repetición exige lo nuevo; se vuelve hacia lo lúdico que hace de lo nuevo su
dimensión (...) Todo lo que, en la repetición, se varía, se modula, no es más que alienación de
sentido. El adulto, incluso el niño más adelantado, exige en sus actividades, en el juego, lo nuevo.
Pero ese deslizamiento esconde el verdadero secreto de lo lúdico, a saber, la diversidad más radical
que constituye la repetición en sí misma." 30
En virtud a que Lacan remite a Freud leamos a este en el articulo citado, "...podemos decir
que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo
reproduce como recuerdo sino como acción; o repite, sin saber, desde luego, que lo hace. (...)
Pronto advertimos que la transferencia misma es sólo una pieza de repetición, y la repetición es la
transferencia del pasado olvidado; pero no solo sobre el médico: también sobre todos los otros
ámbitos de la situación presente. (...) Mientras mayor sea esta (refiere a la resistencia) tanto mayor
será sustituido el recordar por el actuar (repetir) (...) Tenemos dicho que el analizado repite en vez
de recordar y repite bajo las condiciones de la resistencia."31 Así como la transferencia puede
considerarse un elemento positivo de la repetición, así también en Nietzsche encontramos lo positivo
del "eterno retorno". "El pensamiento del eterno retorno (...) efectúa la ecuación querer = crear". 32
Entonces según Nietzsche, la repetición es siempre repetir en diferencia, en Freud leemos que al
recordar se remite al pasado y repetir es el modo de recordar en acto, remite a lo actual, al presente,
y con Lacan rematamos que ese acto conlleva en su repetición lo real.
La cuestión
Entonces, ¿en la repetición con el modelo originario de pareja cuál es la diferencia y cuándo
se instituye? Si nos quedamos con la descripción del proceso evolutivo de un sujeto en vínculo con
el objeto único podemos obtener la secuencia de la vida vincular de cualquier sujeto sin diferenciar

30
Lacan, Jaques. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Bs.As., Paidos, l.987. Pág. 58 a 69.
31
Freud, Sigmund. Obras Completas.T.XII."Recordar,repetir,reelaborar".Bs.As.,Amorrortu ed., l.988. Pág. 151 a 153.
32
Ibíd. Pág. 100
45
necesariamente la razón de un tratamiento individual de otro en pareja. Se podría concluir que la
llamada prehistoria de la pareja (lo que en Puget-Berenstein se lee como prehistoria del Edipo) es, ni
más ni menos que la historia de cualquier individuo. Falta la diferenciación que se encuentra
claramente ubicada en la clínica, aunque no lo percibo de igual manera en la teoría de la estructura
de pareja.
Si repetir no es calcar, si repetir es un acto, la constitución de una pareja es un acto de cada
cual de los miembros en vínculo con el otro elegido. Si este acto repetición fuera un calco, no habría
salida para el sujeto. El funcionamiento psicótico de una pareja no estaría referido a una instancia
regresiva particular al objeto único, sino a un momento anterior, el del autoerotismo sostenido por la
"falsa madre"33. Queremos decir que si el modelo estructural básico del psicoanálisis es el modelo
edípico y, así como la Estructura familiar inconsciente se distingue del edipo individual agregando un
cuarto término, ¿cuál es la diferencia efectiva en la estructura de pareja?
Comenzaremos este trabajo definiendo y redefiniendo los términos con los que ha sido
auxiliada la teoría de pareja.
El zócalo inconsciente
Los doctores Puget y Berenstein generan este concepto indicando; "Llamamos zócalo
inconsciente de la relación de pareja a la estructura profunda reguladora de la misma, lo subyacente
a todas las modalidades de interacción, el nivel de lo observable. (...) Sostenido por acuerdos y
pactos inconscientes provee un código dador de sentidos implícitos. Establece el conjunto de
regulaciones para lo permitido y lo prohibido para esas dos personas. Incluye y a la vez se diferencia
de los códigos intrasubjetivos propios de cada uno. (...) Tiene representaciones objetales y vínculos
entre ellas. Contiene deseos infantiles insatisfechos, también la problemática inherente a la
diferencia de sexos, ya que en cada etapa de la vida y crisis vital adquiere un nuevo sentido.
Además incluye identificaciones históricas primarias y secundarias y representaciones
socioculturales inconscientes, elementos importantes dadores de pertenencia y que requieren a su
vez nuevos y variados acuerdos en los mundos de la pareja. El zócalo inconsciente es una
estructura estable pero no inmutable. En los casos de una pareja cuya relación evoluciona hacia el
crecimiento o en aquellos otros que recurren a un tratamiento psicoanalítico de pareja, es posible
modificar la cualidad de los vínculos. De esta manera se libera la disposición a otras identificaciones
y elecciones objetales contenidas en la misma estructura, pero inmovilizadas por la repetición o
reprimidas por el conflicto. (...) El zócalo inconsciente es un organizador de la relación en distintas
modalidades de intercambio: emocional, sexual, económica, de palabras".34 "(...) “tiene
representaciones objetales y vínculos entre ellas. Da cuenta de la relación con el objeto único (...)
contiene también deseos infantiles insatisfechos, la problemática inherente a la nunca terminada
elaboración de la diferencia de los sexos, ya que cada etapa de la vida y crisis vital, esta adquiere un
nuevo sentido. Además incluye identificaciones históricas, edípicas y de representaciones socio-

33
Este término será desarrollado un poco más adelante
34
Puget,J., Berenstein,I.Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Bs.As., Paidos, l.988, Pág. 200.
46
culturales heredadas inconscientes de las normas que dan pertenencia y que requieren a su vez de
acuerdo entre los mundos de la pareja"35
Acuerdos y pactos inconscientes
Estando el zócalo inconsciente sostenido por acuerdos y pactos inconscientes, los autores
definen los términos del siguiente modo: " Los acuerdos inconscientes son el resultado de una
suerte de combinación entre aquellos aspectos compartibles desde cada uno de los espacios
mentales de los sujetos y resultan del despliegue de la tendencia a unificar sus funcionamientos
mentales y vinculares". (...) "Los pactos inconscientes si bien pueden reforzar los acuerdos tienden a
especificar elementos diferentes provenientes del espacio mental incompartible de cada uno.
Compartir lo incompartible obliga a los yoes a realizar una serie de concesiones para de esta
manera pactar, satisfacer el deseo del otro, poniéndose en posición favorable." 36
Los autores basan su idea del acuerdo remitiéndose al concepto de apropiación que Freud
incluye a la identificación en "La Interpretación de los sueños"; el pacto nos remite a la
conceptuación de "pacto denegativo" sin que tengamos seguridad de que sea un equivalente
correcto. El diccionario etimológico de Corominas indica que pacto proviene de convenio, y que su
raíz es paz.37 Según el diccionario de lengua castellana, acuerdo tiene en una de sus acepciones
como sinónimo la palabra convenio, pacto, y en otra; armonía, conformidad.38 En verdad los
diccionarios no nos traen ninguna diferenciación clarificadora entre los términos y por el contrario en
su valor de sinónimos aparecen más bien confusos. En el capítulo VIII del libro citado los doctores
Puget-Berenstein utilizan acuerdo y pacto casi de manera indiferenciada en particular en la sección
4.3. La estructura histórica del complejo de Edipo39
Una Lectura Crítica
Considerando que de cualquier modo los dos términos tienen una intencionalidad de
diferenciar algún aspecto he pensado la posibilidad de ubicar a estos términos en analogía con la
primera topología freudiana. Esta conjetura surge de analogías de las cualidades de los conceptos
pactos y acuerdos con el trabajo del sueño descripto por Freud. Si el pacto es la posibilidad de
exclusión de lo individual no compartible, podemos ubicar eso no compartible como el deseo que se
desplaza metonímicamente por fuera de la pareja o sea, el pacto estaría con relación al
desplazamiento; y si el acuerdo es la apropiación, el "igual que" -algo común en lo inconsciente-,
podemos sugerir una condensación, y en ese caso los movimientos del pacto y del acuerdo
asemejarían a lo que Freud llamó el trabajo del sueño. Pero en tanto acuerdo y pacto son sinónimos,
no dividiré condensación para acuerdo y desplazamiento para pacto sino que reubicaré de manera
tópica los dos términos que llevarían ambas dinámicas en sí pero se diferencian en lo siguiente: el
zócalo inconsciente de la pareja equivaldría en el sujeto individual a su aparato psíquico. Lo

35
Puget,J., Berenstein,I., "El zócalo inconsciente de la pareja", Revista de psicología y Psicoterapia de grupo,
(Bs.As.)T.VII, Vol 1, l.984.
36
Puget, J., Berenstein, I. Op.Cit.. Pág 36.
37
Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Gredos, Madrid, 5ta ed, l.990.
38
Diccionario Kapelusz de la lengua española. Bs.As., Kapelusz, l.979.
39
Puget,J., Berenstein I. Ibid. Pag 206
47
inconsciente lo ubicaré como equivalente al pacto inconsciente, lo preconsciente lo será al acuerdo.
Veamos el siguiente cuadro:

Aparato Psíquico Zócalo Inconsciente


Consciente ?
Preconsciente Acuerdo
Inconsciente Pacto

Siguiendo a Freud propondré que el acuerdo y el pacto en sentido tópico son inconscientes.
En sentido dinámico el acuerdo es factible de hacerse consciente como lo preconsciente. El acuerdo
sugiere al pacto por medio de las representaciones palabras que por desplazamiento y condensa-
ción hablan del mismo. Pero no es lo mismo ya que el pacto quedaría ubicado como lo
eminentemente reprimido.
En Freud lo inconsciente es anterior al preconsciente. Como al hablar de pareja estamos
frente al encuentro entre dos yoes, postulo en este caso que el acuerdo es cronológicamente ante-
rior al pacto y lógicamente el pacto será anterior ya que el mismo está regido por la cultura, está
dado, es transcultural, lo que no está dado es la forma particular en que cada pareja lo repetirá. Por
lo tanto es con el pacto que se enlaza el lazo social. Agregamos una columna más al cuadro
anterior.

Aparato Psíquico Zócalo Inconsciente Lazo social


Consciente ? Operatividad
Preconsciente Acuerdo Afectación
Inconsciente Pacto Función paterna y poder

El pacto no habla, el pacto es lo mudo porque es el encuentro de los cuerpos, es lo real de la


repetición, es el (p)acto sexual o el sexo hecho acto. Sostendré a modo de hipótesis que cuando el
sexo se corporeiza, se actualiza; se realiza el pacto. El pacto es leído en el acuerdo y remite a las
funciones femenina-masculina, a las identificaciones que cada sujeto conlleva y cruza con el otro y al
vínculo con el objeto único. En el acuerdo encontraríamos el modo semántico del pacto, es el pacto
encubierto de lenguaje y de su lógica. Por lo que, tanto en el pacto como en el acuerdo los atributos
de convergencia y de exclusión funcionan, ambos son sinónimos, la diferencia no sería entonces de
atributos, sino de funciones en razón del lugar. El acuerdo habla, el pacto no, el primero se hace
consciente el segundo es eminentemente inconsciente. Por otro lado, el acuerdo sufre la afectación
del entorno de acuerdo a como se estructura la función paterna y su relación con el poder.
Recuérdese que cuando desarrollamos la teoría del lazo social, al interrogarnos sobre donde se
ubica lo real en su formación indicamos que lo real es el acto o acontecimiento. Así como el acto que
conforma la familia son los hijos reales o simbólicos, así ubicamos al acto sexual es la diferencia

48
específica de pareja respecto a cualquier otra estructura. Para nosotros el pacto debe leerse como
una colusión.40
Janine Puget indica que "El corte es constitutivo de la estructura vincular y ocupa el lugar del
concepto de represión primaria en tanto constitutiva del aparato psíquico. Ubicaré en el inconsciente
vincular aquello a lo cual la pareja no tendrá acceso nunca y que son los determinantes
inconscientes de la elección mutua. Son los que constituyen el zócalo inconsciente del vínculo en lo
que se conjugan una estructura relacional narcisista y modelos identificatorios edípicos y sociales.
Ubico también en el inconsciente de la configuración vincular las posiciones y lugares fijados por la
cultura, por la pulsión y el deseo que mantienen entre sí una relación de oposición"41
Con relación al modelo freudiano ubico al pacto bajo la égida de la represión primaria y no
así el acuerdo del que se puede esperar su hacer conciencia. ¿Qué colocamos en el lugar de lo
consciente? Para nosotros lo llamado proyecto vital de la pareja. Es la forma manifiesta de
operatividad. El proyecto vital es un lugar tercero proyectado al afuera, es lo trascendente del
espacio tercero interno. Por lo tanto:

Aparato Psíquico Zócalo Inconsciente Lazo social Topología


Consciente Proyecto Vital Operatividad Imaginario
Preconsciente Acuerdo Afectación Simbólico
Inconsciente (P)acto Función paterna y ley Real

Si este modelo es tomado, diremos que en el lugar de la conciencia está lo yoico de la


pareja que será la aparición, su apariencia, el modo, modalidad, síntoma.
Parámetros de los Doctores Puget-Berenstein para reconocer a la Pareja
Tomaremos los cuatro parámetros con que los doctores Puget y Berenstein definen la
pareja matrimonial para, más adelante, reconsiderarlos:
"a) Cotidianeidad: Designa al tipo de estabilidad basada en una unidad temporal y
espacial caracterizada por los intercambios diarios.
b) Proyecto vital compartido: Es la acción de unir y en la pareja de re-unir,
representaciones de realización o logro ubicadas en la dimensión del tiempo futuro. (...) El primer
proyecto vital de una pareja es compartir un espacio-tiempo vincular. Probablemente el inicio de
su realización es la adquisición de un lenguaje con significado compartido. (...) El modelo

40
Se me pidió en una de mis clases la razón por la cual propongo la modificación de la significación de pactos y acuerdos.
Lo diferente lo atribuyo a algo que debe ser efectivo en tanto actual y real, y en tanto real que implique al cuerpo en una
marca. Un cuerpo marcado, un cuerpo marca. La diferenciación estudiada entre pacto y acuerdo me pareció caprichosa ya
que sus significados los unifican en vez de discriminarlos, observé que la diferenciación se promueve explicando los
funcionamientos de cada término sin dar una razón de porque no pueden ser conceptuados a la inversa. Después de todo,
Freud tampoco utiliza el término "acuerdo" cuando habla de apropiación y podría ser tan propio ubicar a aquella frase del
autor el significante acuerdo como pacto. En consecuencia y comprendiendo que de cualquier modo había algo que se
quería diferenciar entre estos dos conceptos, me pareció apropiado tomando la primer topología freudiana diferenciarlos
tópicamente y aunque los atributos de ambos serían los mismos, no así sus cualidades. Y siendo la diferencia efectiva y
real, algo necesariamente mudo pero no imaginario, por lo tanto reprimido, el pacto conceptuado como lo eminentemente
inconsciente me ayudaba a ubicar la diferencia entre el modelo originario de la pareja hijo-madre con el del hombre-mujer.
Tal vez habría sido más feliz haber utilizado los términos colusión para pacto porque es una forma específica de pacto y tal
vez elisión para lo que se intenta con acuerdo. De cualquier modo, la imposibilidad de registrar la diferencia conceptual
entre acuerdo y pacto y la necesidad de ubicar la diferencia de la repetición son las razones de la propuesta anterior.
41
Puget,J.: 5ta Jornadas Anuales. "Configuraciones Vinculares y el inconsciente".
49
paradigmático del proyecto futuro para una pareja pasa por la creación de hijos reales o simbó-
licos.
c) Relaciones Sexuales: Son con las que se interrelacionan a través de los órganos
genitales (...) ocasionalmente el fin sexual se logra con otras zonas corporales sobre significadas
como genitales (...) Para que haya relaciones sexuales ha de haber una aceptación de la
diferencia, concepto fundamental, así como el papel de un otro para el logro de una fuente dadora
de placer renovada. La necesidad de un otro está ligada a la aceptación de la incompletud.
d) Tendencia monogámica: Ligamen matrimonial con un solo cónyuge. Desde el punto de
vista psicoanalítico la tendencia monogámica tiene como base metapsicológica la estructura del
Objeto Único".42
En principio aclaramos que no trabajamos sobre el concepto de pareja matrimonial al que
consideramos una definición ideológica. Trataremos a la pareja heterosexual como pareja
monogámica, invocando la adjetivación como una modalidad sintomática de cualquier tipo de
pareja que cumple con los requisitos descriptos anteriormente por Puget-Berenstein. En segundo
lugar la ubicación topológica del concepto proyecto vital comienza a perfilar una posición crítica
frente a los parámetros. En consecuencia; "aquellos que comparten cotidianeidad, proyecto vital,
relaciones sexuales y tendencia monogámica" lo consideramos por ahora como una definición del
efecto necesario de la estructura de pareja donde los elementos nombrados constituyen el
apuntalamiento cultural e ideológico del modelo o si se quiere el modelo sintomático a observar.
Pero es en el anudamiento del pacto inconsciente donde ubicamos la reactualización de la estruc-
tura de pareja y desde donde se modela el tipo de proyecto vital y, por ahora en un lugar
equivalente el resto de los criterios.
El objeto único
Recorreré una lectura interpretativa del concepto objeto único siguiendo los desarrollos de
Puget-Berenstein. Se define al objeto único como: "El vínculo con un otro estable dotado de
carácter de exclusividad y necesariedad, a quien nadie podría reemplazar, buscado por él yo, sin
el cual se ve amenazado por la vivencia de aniquilación da lugar a este particular vínculo que
hemos llamado "objeto único". Es la primera organización objetal investida aún de narcisismo
originario. (...) El objeto único es la contraparte del desamparo originario, motor y verbal basado
en la inmadurez del bebé humano. A través de una conjunción semántica el objeto único primitivo
del desamparo originario se asocia con el objeto amoroso y único dador de seguridad y amor
condicional. (...) El objeto único tiene una doble inscripción vincular, desde el bebé como deseo
perentorio de contar con un objeto único y desde éste como un deseo de instalarse como tal para
un otro en quien se proyectó la indefensión."43 Los autores previenen en este punto el riesgo para
el representante del objeto único de que "la particular satisfacción obtenida al ser considerado
asistente único puede ofrecer la ilusión de una relación objetal pero se transforma fácilmente en
una trampa narcisista. Parafraseando a Freud este se convierte en su majestad el asistente".44 Sin

42
Puget,J. y Berenstein ,I. Op.Cit.Pag 25 a 30.
43
Ibíd. Pág. l91/192.
44
Ibíd. Pág. 192/193.
50
embargo, si el representante del objeto único no cae en la trampa narcisista, "para la madre el
bebé es tan solo privilegiado, si bien parcialmente y en relación con su feminidad es el símbolo
más importante de su capacidad de crear". Por lo tanto el bebe no es en una madre "normal"
objeto único de sí, es ella el objeto único de su hijo "que inicialmente provee la acción específica,
discrimina mundo interno y mundo externo, yo-no yo, da los primeros índices de realidad (...)" 45 , o
siguiendo a Piera Aulagnier; "El discurso que la madre dirige al infante lleva una doble marca: la
represión que se operó en ella y la ubicación de la distancia llamada yo. Es un primera violación
psíquica".46
Para el bebe, el Otro es el objeto único, pero desde la función materna, sino cae en la
trampa narcisista que su hijo le propone, ¿cómo se ubica frente al niño? Piera Aulagnier nos indica
que transmite su propia represión, es decir, que aunque para el niño ella sea objeto único, el
objeto único funciona en ambivalencia, como lo que el niño desea y también como la madre
desea. Y si la madre desea que su niño discrimine, reconozca el mundo del "no yo", del afuera;
está operando sobre el niño su propia huella de castración, o sea, que en su propio discurso
incluye la terceridad. También esta terceridad es leída en Puget-Berenstein: "desde un yo
observador la madre se instala para el bebé como un tercero al que no tiene acceso total. Provee
así un primer modelo de representación de un lugar que se transformará en tercero excluido de la
relación padre-madre, pareja parental concebida sucesivamente como narcisista y objetal."47
Veamos la lectura de Julia Kristeva: "La arqueología de esa posibilidad identificatoria con
otro viene dada por el amplio lugar que ocupa en la estructura narcisista el polo de identificación
primaria con lo que Freud ha llamado un "padre de la prehistoria individual". Dotado de los
atributos sexuales de los dos padres, figura por ello totalizante y fálica, dadora de satisfacciones
ya psíquicas y no simplemente de necesidades existenciales inmediatas, ese polo arcaico de la
idealización es inmediatamente un otro que suscita con fuerza la transferencia ya psíquica del
cuerpo semiótico anterior en vías de convertirse en un Yo narcisista. (...) ¿Qué hacer entonces,
con ese "padre de la prehistoria individual"? El genio de Freud lo hace hablar quizá como judío,
pero ante todo como psicoanalista. Así, disocia de hecho la idealización (y con ello la relación
amorosa) del cuerpo a cuerpo entre madre e hijo e introduce al Tercero como condición de la vida
psíquica en tanto que ésta es una vida amorosa. Si el amor proviene de una idealización
narcisista, no tiene nada que ver con la protección de la piel y de los esfínteres que los cuidados
maternos procuran al bebé. Mas, aún, si esta protección se prolonga, si la madre "se pega" a su
retoño, superponiendo a la demanda que le viene de su propia demanda neoténica desconcertada
y de histérica falta de amor, hay muchas posibilidades de que no salgan jamás de ese huevo no
solo el amor, sino tampoco la vida psíquica. La madre que ama, diferente de la madre que cuida y
se pega, es alguien que tiene un objeto de deseo y, más allá, un Otro con relación al cual el niño
le servirá de intermediario. Amará a ese niño con respecto a este Otro y, por su discurso a este
Tercero, el niño se constituirá para su madre en "amado". "Que guapo es" o "Que orgullosa que

45
Ibíd. Pág. 193.
46
Castoriadis-Aulagnier, Piera. La violencia de la interpretación. Bs.As., Amorrortu editores, l.977, Pag.190 a 195.
47
Puget,J. y Berenstein,I. Op.Cit. Pág. 201.
51
estoy de ti", etc., son enunciados del amor materno porque implican un Tercero, es con respecto a
un Tercero como el bebé al que habla la madre se convierte en un él (...)".48 La autora dice mas
adelante que "si se acepta la estructura ternaria del narcisismo (entonces)...la queja fría, petri-
ficada y algo falsa del bordelaine de que es incapaz de amar tal vez deba ser referida no al
narcisismo, sino al autoerotismo. Anterior al "nuevo acto psíquico" que incluye al tercero en el
narcisismo, la organización autoerótica no tiene ni otro, ni imagen. (...) El autoerótico no puede
permitirse "ser amado" (como tampoco se deja amar) mas que por un sustituto materno que se le
pegue a la piel como una cataplasma (...) Esta falsa madre es la única permanencia tolerada por
lo que, desde ese momento, podrá gozar tranquilamente de sus propios órganos como perverso
polimorfo. Indiferenciado."49 Puget-Berenstein también trabajan a la falsa madre: “Para instalar la
diferencia de los sexos es necesario que el padre cumpla con la prohibición a través de la
amenaza de castración. Pero antes debe separar a la madre de su objeto narcisista y ligarla en un
vínculo con él. La persistencia del objeto narcisista de la madre es una constante en las relaciones
con funcionamiento psicótico. (...) La mamá ligada a un doble de ella, desconoce el código
paterno. El papá, a su vez es sentido como ajeno a la mamá ya que fracasó en la tarea de
desligarla de su doble narcisista. El padre pasa a ser objeto supernumerario prescindible".50
Nos acercamos a la conclusión del ítem. El modelo originario de pareja constituido por la
díada madre-hijo es un modelo de tres lugares. El sujeto, el objeto y el tercero. La pareja
monogámica es el vínculo lógico resultante de la estructura edípica. El síntoma (en pareja) de la
estructura edípica es la monogamia como trataré de demostrar más adelante. La pareja
monogámica es la representación de los dos lugares originarios que sustentan la terceridad.
Los tres momentos del objeto único
Dividimos el vínculo con el objeto único en tres momentos que diferencian instancias de la
pareja: a) fusionada, b) con la incorporación del no yo u otro pensado y c) la pareja discriminada.
Primer momento: La Virgen María.
Lo que prima en la relación sexual es la primera vez en la vida de los hombres pero no la
primera experiencia sexual en sí sino la significación, el valor de "primera vez", ya se trate de una
persona que debuta en la sexualidad o no. Nos referimos a la sexualidad con cualquier otro nuevo
partenaire. Siempre hay nueva-mente una primera vez que es la misma primera vez otra vez. El
primer acto sexual en la vida del individuo hace marca e impronta y esa impronta es el rasgo para
la metabolización de todo nuevo acto sexual con una nueva otra pareja.
Algo de la virginidad se revive frente a toda nueva experiencia.
Lo que se pone en juego es "la mácula", es decir la conversión de "la pureza" en un acto
de "pecado". Antes del sexo, el hombre aún no ha dejado su mácula en la mujer y la mujer aún no
ha sido maculada por ese hombre.
La virgen María representa lo inmaculado de la madre. La sexualidad destituye a la madre
inmaculada de ambos en el encuentro con los cuerpos. Por lo tanto es el pecado original lo que se

48
Kristeva, Julia. Historias de Amor. México, Siglo XXI, l987, Pág. 29.
49
Ibíd. Pág. 30.
50
Puget,J. y Berentein,I. Op. Cit. Pág. 205/206.
52
recrea. María es la contracara de Eva, quien tentó al pecado. Una vez más están enfrentados al
mandato de Dios. Están deseando humanizarse. Hombre y mujer están por dejar de ver por el ojo
de la cerradura la acción de los padres para ingresar en la escena. Este estado primitivo de
vínculo ubica a ambos miembros como si fueran un único sujeto y un único objeto de sí mismos, el
otro no es siquiera pantalla, no es gemelo, es lo propio. Es un estado solipsista. Se actúa la fusión;
en vez de discriminarse se incriminan.
Dice J.Puget: "El comienzo de la relación amorosa, así como muchos otros momentos de
la misma, tienden a recrear un estado de fusión y no diferenciación en el que también priva la
incorporación. Pero ya no se basa sobre la indefensión primaria y necesidad sino sobre el
reconocimiento de una carencia y el deseo. Y es a este estado que llamamos de dependencia
infantil secundaria. (...) Actualiza el intento de conocer el secreto de la escena primaria y tenerla
para si, conocer el secreto del origen".51
He aquí el inicio de la pareja, el desamparo unifica fusionando, ambos son uno, ambos
construyen al Dios Madre/Padre, ambos son inmaculados, pero... no son niños, son adultos y "a
nivel pulsional responde a la necesidad de encontrar un receptor para las pulsiones genitales y
pregenitales para las cuales el marco familiar de origen ya resulta inadecuado" 52
Segundo momento: Seducción, el otro pensado y enamoramiento.
El encuentro entre un hombre y una mujer pone en evidencia, re-actualiza, la fantasía de
seducción. Para vincularse amorosamente se comienza por la s(ed)ucción al otro.
Godino Cabas nos explica sobre la fantasía de seducción. "Seducción por un adulto es un
fantasma cuya expresión es: Mamá me sedujo en mi temprana y primera infancia... Este
enunciado es válido tanto para el varón como para la mujer pues se sabe que también en ésta es
la madre el objeto primero y primordial; y puesto que se sabe que en el curso del Edipo el padre
heredará la relación con la madre, en un clásico desplazamiento. El sujeto gramatical del
fantasma es por cierto la madre. Efectivamente, en la historia de todo sujeto, la seductora
primordial es la madre a través de sus cuidados, baños, caricias, aplicaciones de talco, feculax,
vaselina, aceite, agua, jabón y libido... Y si justamente la seducción por un adulto es promovida
por la madre, es por cuanto el enigma del sujeto aqueja concierne la necesidad de explicar el
origen de la sexualidad que lo compromete. Piensen que, así como el dilema infantil respecto de
la escena primaria es: ¿de dónde vengo? Así mismo el dilema infantil en este fantasma concierne
al origen de esta energía sexual, como si se preguntara: ¿de dónde viene este súbito impulso a
chupetear?"53 Pensamos a este súbito impulso de seducción, ahora en escena de adultos, como
el acto de llamar la puerta del otro cuerpo. La seducción esta directamente vinculada a la imagen,
tanto hombre como mujer se ubican "vendiendo", "ofertando" algo de la imagen interna de si al
otro esperando que el otro genere una reacción frente al muestrario, es decir, que compre.
En sentido estricto la seducción poco tiene que ver con el otro foráneo. La meta de la
seducción está dirigida a un otro interno. Un sujeto seducido por otro sujeto, es atraído por lo que

51
Puget, J. "Constitución y evolución de la Pareja" (ficha)
52
Ibíd.
53
Godino Cabas,A. “Curso y Discurso de la Obra de J. Lacan”. Argentina, Helguero, l983, pág. 93.
53
el otro muestra de sí, algo del otro recuerda algo interno. Un sujeto cree que ha seducido cuando
"su oferta" es tomada. Este "creer" que ha seducido, que tiene algo dentro con valor es una fe
invistiendo narcisísticamente al Yo. La seducción es un juego individual que se diferencia del
autoerotismo por la necesidad de la presencia del otro que por reflejo vuelca al yo lo que el yo cree
poseer y creyó perdido. En el enamoramiento Freud nos dice: "El afán que aquí falsea el juicio es
la idealización. Pero esto nos permite orientarnos mejor; discernimos que el objeto es tratado
como el yo propio, y por tanto en el enamoramiento afluye al objeto una medida mayor de libido
narcisista. Y aún en muchas formas de la elección amorosa salta a la vista que el objeto sirve para
sustituir un ideal del yo propio no alcanzado. Se ama en virtud de perfecciones a que se ha
aspirado el yo propio y que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcisismo, por
este rodeo."54. El enamoramiento sería el saberse enamorado de si mismo confirmado por la
presencia del otro, un otro excluido-incluido.
Ahora leamos a Janine Puget cuando sintetiza esta instancia sugiriendo la idea del "otro
pensado": "El estudio de las vicisitudes y particularidades del vínculo con el objeto estable me
permitió ahondar en la comprensión de un cierto tipo de repliegue narcisista, la relación con el otro
pensado y comprender la patología vincular con el otro real desde la fractura o no coincidencia
entre ambos objetos, el pensado y el real en función de la dificultad para tolerar esta diferencia.
(...) en el discurso con el otro pensado el otro real no está investido de la cualidad de excluido y
curioso sino de la cualidad de doble especular ideal del otro pensado. (...) el otro pensado podría
ser pensado como una fantasía.(...) La función esencial de la fantasía es la de introducir entre la
psique y los efectos una causa que pueda ser y será representada por el deseo de un otro. Sitúo
la experiencia narcisista con el otro pensado en una relación estable como una relación particular
con objetos que sucede mientras no recibe una realimentación de la realidad externa: es
autoengendrada desde vivencias internas”.55
La matriz de las identificaciones es en conjunto con las fantasías originarias formadoras
del aparato psíquico y es la razón por la cual cada nueva relación remite necesariamente por
esfuerzo de metabolización a los primeros modelos. De aquí la repetición necesaria como
necesaria la fusión en todo inicio de pareja. Pero a la vez dijimos que repetir es repetir en
diferencia. En la pareja la diferencia está rasgada ni más ni menos que por la sexualidad, no ya
vivida como fantasía sino actualizada en acto. Puesto que así como Freud pudo inteligir que el
trauma infantil sexual estaba orientado por la fantasía de seducción, la pareja desmiente, no para
el analista sino para los sujetos mismos el trauma. Podríamos suponer que uno de las primeras
crisis de la pareja es, justamente, esta desmentida. Desmiente la fantasía de trauma, la fantasía
traumática. Lo que desmiente a la seducción, al enamoramiento y en consecuencia al objeto único
es la sexualidad de la pareja. La pareja en su sexualidad hace nudo y síntoma. Síntoma generado
por la historia individual de cada sujeto pero además síntoma actualizado allí, de esa forma, en
ese aquí y ahora, con esa y no estaotra pareja. Puesto que no todas las parejas de un sujeto son

54
Freud,S. Obras completas. "Psicología de las masas y análisis del yo". T.XVIII, Bs.As. Amorrortu editores, l.984.
Pág.106.
55
Puget, J. "Relación con el otro pensado" (ficha)
54
calcos ni toda la sexualidad de cada pareja. La impotencia o la frigidez como síntomas serán del
individuo allí donde el mismo se repite con todas las parejas, pero serán síntoma de la pareja allí
donde alguna disfunción se produce en esa pareja y no en otra. En la sexualidad la pareja hará
nudo allí donde se instituye el pacto inconsciente.
Tercer momento: Sexo, Muerte y Real
Lo imaginario como lo real es mudo. Diferenciamos estos registros en que el primero se
marca como imagen alienada del sujeto en el propio sujeto y en que el segundo es una marca en
el cuerpo. El imaginario desvirtúa la marca hacia la imagen.
La muerte es una marca en lo real. El rasgo mudo de la muerte se impregna en el sujeto a
través de las muertes ajenas. La marca pictográfica de la muerte es la marca de Caín. De la
muerte solo damos cuenta a través del sentimiento de culpa por las muertes ajenas. Si lo sexual
también es una marca en lo real del cuerpo y si también es muda, la diferenciamos de la muerte
porque esta mácula se hace real por un acto propio y no es efecto de la incorporación de un acto
ajeno. Lo real no es la angustia pero la angustia da cuenta de algo en el orden de lo real; una
pérdida, un agujero, una marca. En el acto sexual la diferencia anatómica de los sexos (producto
de la pulsión escópica) se ve confirmada, reforzada, apuntalada por dos momentos, el pasaje del
niño a adolescente (de un cuerpo a otro cuerpo) y la diferencia en el actuar. El hombre se
pregunta: "¿qué hago con lo tengo?"; la mujer se pregunta: "¿que hago con lo que él tiene?". Es la
diferencia de posición en la estructura y en la pregunta se está registrando la falta. Los dos no son
uno, los dos son dos unos. El sexo en acto revive algo al modo de un trauma, se revive el
fantasma de castración. La frustración está ligada a lo real en tanto que se frustra la ilusión
intrapsíquica cuando se produce el encuentro con la realidad. La frustración es la confirmación en
lo simbólico de la sospecha imaginaria de castración. Lo simbólico no es mera metáfora, en todo
caso es metáfora de algo de lo real. El registro simbólico debe estar anudado a lo real, de lo
contrario estamos frente a una construcción puramente imaginaria aunque regida por significantes.
Con la sexualidad "el otro pensado" comienza a mostrarse "otro real", algo será
transformado en metáfora, en simbolización, o sea, será transformado en otra cosa, pero para que
algo sea otra cosa tiene que haber sido ante todo una cosa. Dicho de otra manera, con el
enamoramiento el objeto perdido aparece "recuperado" como negación de la falta, pero con el
sexo, reaparece "lo perdido" del objeto, recuperándose la falta, el espacio, la alteridad; el fantasma
de castración.
Lo real insiste
El retorno al vínculo con el objeto único revive las fantasías originarias en la pareja, pero si
solo se tratase de una mera repetición nunca saldríamos de la instancia infantil en los sujetos.
Vemos como necesario que la diferencia se establezca más no, únicamente porque se conceptúa
a la misma, las fantasías son inconscientes y solo un acto las devendrá para la toma de
conciencia. La muerte simbólica del padre y la sexualidad son dos marcas que irán unidas en el
nuevo (p)acto. El (p)acto no es sólo la realización del acto sexual, la realización del acto conlleva
otro pacto, o subyace otro pacto que está ligado al mandato familiar infantil que debe ser destituido
por un mandato propio. Junto al acto sexual se implica la muerte simbólica del padre.
55
Lo simbólico resiste
La muerte simbólica del padre no puede ser solamente la manifestación de un deseo, no
sólo está el deseo del hijo de matar a su padre, sino que además debe existir el deseo del padre
de ser muerto por el hijo y para que esto se realice debe haber algo que muestre tanto a uno como
al otro que la instancia se provoca. Tal vez el padre se de cuenta antes que el hijo de la muerte
que se adviene (también el hijo resiste a la temporalidad). Pero hay un acto psíquico fundamental
que no es el de engendrar, como parecería ser, sino el ganar el lugar para engendrar. Es un acto
que debe ser mostrado, no sólo intelectualizado, es mostrar que se puede llevar la ley que éste
representará, por lo tanto se trata de destituir al padre del lugar. Pero que el hijo destituya al propio
padre es una paradoja puesto que si fuese así, ocupar el lugar, lo deja expuesto a la contradicción
del mandato, la posición es endogámica, eso le pasó a Edipo. Se trata de destituir la ley del padre
en un acto real, pero a la vez posible, y posible de no generar contradicciones. Lo propio ocurre
con la sexualidad, la diferencia anatómica de los sexos no es sólo concebir la diferencia desde lo
simbólico como efecto de lo escópico, justamente la pulsión escópica registra una diferencia que
puede ser solo imaginaria, debe actuarse algo para marcar la diferencia, esa diferencia se actúa
en el (p)acto sexual, allí el cuerpo hace en lo real una marca. Hombre y mujer quedan
diferenciados por algo, completando entonces, un significante.
Para que la madre señale al padre, éste deberá haber ya pactado con la mujer, debe
haber introducido su lugar en el lugar paterno en ella, debe haber destituido del operador lógico:
"el nombre del padre", que en la mujer estaba ocupado por su propio padre (el avúnculo). Esto
implica una actitud del hombre hacia la mujer, implica una mostración. El hombre debe demostrar
y demostrase que puede como padre allí donde pudo con el padre. La paternidad es un llamado
del hijo al padre mediatizado por la madre. Esto está en directo vínculo con la estructura familiar.
Pero el duelo con la muerte simbólica del padre es la posición que permite al hombre escuchar
ese llamado que en tanto mediatizado, proviene en primer lugar de la mujer-madre.
En la estructura familiar inconsciente se pone en juego quien ocupará para el hijo, el lugar
del operador lógico, función paterna. En la mujer neurótica hay lugar para está función, el asunto
es quien lo ocupa. Si es ocupado por el avúnculo ó por su hombre.
Si bien el hombre debe ser ayudado a catectizar su "ser padre", no menos correcto resulta
pensar que la madre necesita de la ayuda de su hombre en el momento en que ésta ejerce su
función de objeto único de su hijo. El hombre debe ejercer una función de "garante guía" en el
vínculo entre la madre y el hijo. Este vínculo que aún lo excluye, no lo enajena. El hombre debe
garantizar a la mujer su posibilidad de ser objeto único de su hijo evitando la caída a la trampa
narcisista que este lugar le da. El hecho de que la teoría afirme que toda madre neurótica conlleva
la huella de castración no excluye a la misma de sucumbir en la trampa. El hombre, futuro padre,
puede demostrarse imprescindible actuando como el "garante guía" de la no fusión de la mujer
con el hijo. Este espacio de "garante guía" en el varón es un lugar obtenido ya desde la constitu-
ción de la pareja. Es establecer en "el deseo del Otro" la transmisión del deseo al "primer
representante de los otros". Isidoro Berenstein lo plantea pensando las consecuencias de esta
ausencia en relación al niño; "Para mi criterio conviene discriminar el significado derivado del
56
pecho como fuente del alimento corporal y mental, inicialmente asociado a la madre y el
significado atribuible a la categoría que se inscribe como "no pecho", fuente de sostén muscular y
emocional incluidos en lo que luego será la representación padre. Para constituir el sostén interno
del niño debería tener la noción de un padre que, si bien asociado a la madre, se conserve como
persona diferenciada con significación propia. Si el niño no reconoce diferencia entre los padres o
no le asigna un papel especial y distinto, lo concibe como un apéndice, o como supernumerario de
ese objeto omnipresente y omnipotente que es la madre (...)56
Suponemos que ya en el pacto inconsciente de la pareja se determina la estructura a
advenir. Algo fallido en la masculinidad (como función) predomina si no puede destituir al avúnculo
para ocupar el lugar. El hijo es la resultante del modo constitucional de la pareja, ese tercer lugar
es en el futuro de la pareja, el lugar del hijo muestra los efectos de la pareja monogámica y
parental. Gaspari-Gutman lo manifiestan del siguiente modo: "Con el advenimiento del hijo, la
filiación resignifica la alianza. El reconocimiento del padre por parte de la madre, rompe una
ilusión de certeza dando cuenta de otro orden. Se crea así un nuevo espacio, en el que con la
instalación de la duda el sostén-amparo adquiere una nueva cualidad"57
La posibilidad del cambio de singular en el operador lógico que registra la mujer está
ligada a la muerte simbólica del padre. Pero ya advertimos de que si el hombre lograse la muerte
de su propio padre generaría un contrasentido, ya que se quedaría en el lugar del mismo al lado
de la mujer de aquel, su madre.
Por lo que establecemos que se indica que esa muerte tiene valor simbólico. Definamos
por lo tanto símbolo. Es algo que está en lugar de otra cosa, es algo que representa otra cosa. La
muerte simbólica es una muerte a "otro" representante de ese lugar.
En el capitulo l de "Tótem y Tabú"58, Freud desarrolla el tema de la suegra y los chistes
alusivos a ella interpretados como la traslación del deseo incestuoso a la otra figura materna. No
encontré un trabajo equivalente para la figura del suegro. De éste sabemos por el abordaje familiar
o que está muy inmiscuido (lo avuncular), o que está destituido.
I.Berenstein cotejando los estudios de Levi Strauss con el edipo freudiano confirma las
conclusiones de éste; "… lo cual trae consecuencias en cuanto a la naturaleza del superyo, pero
principalmente una prolongada adhesión de la mujer a la familia de origen y de allí también otra
diferencia respecto del varón en cuanto a la posición en el parentesco".59 La ley interdictora del
padre en la mujer es más ineficaz que la ley interdictora al varón. La falta de "un motivo drástico" y
el "asimiento a los padres" en la mujer debilitan esa ley.
Tenemos por un lado al hombre que debe demostrarse y demostrar que puede con la
función paterna, lo que significa ser portador de la ley, y por el otro a la mujer que no tiene en si
una ley poderosa que la amenace y por lo tanto su declinación edípica es más lenta o ineficaz.

56
Berenstein,I. y Ots. Familia e Inconsciente. Bs.As., Paidos. l.99l. Pág. 29
57
Gaspari,R. y Gutman, J. "La casa paterna: una configuración vincular". (ficha)
58
Freud, S. Obras completas."Totem y Tabú". Tomo XIII.
59
Beresntein,I. "Releyendo familia y estructura familiar: l0 años despues." (ficha)
57
El asumir la función paterna está directamente relacionado a la muerte simbólica del
padre. Esta muerte, aunque simbólica, debe ser efectiva, debe dejar una marca en lo real. El
hombre da muerte al padre, pero al padre trasladado a la otra figura paterna, al padre de la mujer.
Vence a la ley obedeciéndola, (he aquí la aparente paradoja), cumple con la prohibición del
incesto operando sobre la relación incestuosa de la mujer con su padre.
Si en esta puja prevaleciese el suegro, prevalecería en la estructura familiar inconsciente
el avúnculo. Si además el avúnculo es el representante por línea materna en la estructura, podría-
mos decir que el suegro en la puja con el hombre está defendiendo la posición materna. El diccio-
nario etimológico informa que suegro deriva de la palabra suegra, "suegro" tuvo uso derivado en el
siglo XII.
De como la Pareja des-hace el amor.
En el pasaje de niño/niña a varón/mujer reconocemos formaciones intermedias llamadas
noviazgo, amantes, amigovios, etc, donde los jóvenes ensayan en lo afectivo, vincular y sexual la
actualización de la estructura de pareja. No como pareja de padres, sino como pareja de hombre y
mujer. Comienzan a ocuparse los lugares: hombre-mujer y a desenvolverse las funciones:
masculino-femenino. Es en estos momentos donde las identificaciones primarias y el modelo
originario de pareja se reactualizan y en tanto "re", repiten en diferencia, en diferencia porque sur-
ge un agregado, que, si bien está posibilitado por aquellos, no es exactamente lo mismo. Surge un
llamado del cuerpo, surge un llamado del cuerpo que responde en acto, aparece el acto sexual. Lo
que se hallaba imaginarizado y simbolizado en relación a la pareja se completa con un nuevo
elemento, una marca real en el cuerpo psíquico y una consecuencia en lo simbólico: la trasgresión
a un límite. Todo límite está regido por una ley. En nuestro caso: la ley de la prohibición al incesto.
Ahora bien, ¿esta ley esta dada de igual modo al hombre que a la mujer? Qué se le dice al varón:
"con tu madre y hermana no, con cualquiera otra.". "Cualquiera" está en oposición a madre y
hermana, en oposición a los valores que cargan esos significantes. En el artículo "Sobre una
particular elección de objeto en el hombre", Freud devela la fantasía del neurótico que rescata a
una mujer "fácil" llevándola a la categoría de "madre"60. Nos preguntamos: ¿qué tiene de particular
esa elección? ¿No es acaso la consecuencia lógica del mandato que le dice "cualquiera"? Cómo
recibe la mujer a la ley: "Serás madre, pero no conmigo sino con cualquier otro". Aquí el acento
está en "madre" y no en " cualquier otro".
Es la misma ley y sin embargo parecen opuestas. Insisto es una paradoja aparente. Yo
supongo que el llamado acuerdo inconsciente resulta del anudamiento de estas leyes. ¿Pero
cómo se anudan?
Cuando un hombre va a la búsqueda de una mujer, de una cualquiera, la llama a la
sexualidad, no a la maternidad cosa que le resulta ajena a su mandato paterno. El hombre es
atraído por el cuerpo de la mujer, un cuerpo desconocido, deseado y temido. Es un cuerpo
monstruo. Inda y sus colegas generan otra metáfora describiendo al cuerpo femenino como: "un
cuerpo que habla pleno de significados, veamos: menstruación, desfloración, embarazo=parto-

60
Freud, S. Obras Completas. "Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre"(Contribuciones a la psicología
del amor,I). Tomo XI.
58
puerperio-lactancia-menopausia sin contar abortos y las faltas (...) un cuerpo en función de otro
(...) cíclico que se llena y vacía (...) en continuo movimiento y cambio". En contrapartida los
autores describen al cuerpo del hombre como "sospechosamente mudo e inmutable..."61
El cuerpo mudo llama al cuerpo parlante. Un cuerpo limitado, un cuerpo límite, ¿acaso
efecto de la ley? El hombre en relación a la mujer es un ser limitado y, en tanto tal, se constituye
en el limite de la mujer, es el garante de su no "locura", es el punto aparte, el entre líneas del
cuerpo parlante. "Acabé", "terminé", "murió" son significantes eminentemente referidos a la
sexualidad del hombre que, cuando eyacula, finaliza con el juego, lo limita. La indeterminada
capacidad orgásmica en la mujer, según Master y Jonson, Strett, la mujer “no toda es” de Lacan
o la indefinida sexualidad femenina de Freud, no ocurre en ella como consecuencia de haber leído
esos libros, ocurre en ella como sospecha de su ilimitada capacidad. O no es propiamente femeni-
no que sea la mujer quien diga: "no, porque tengo miedo a quedarme embarazada" o;"que me
creas una loca".
En lo real el hombre es límite, en lo simbólico el hombre llama en la mujer a la feminidad y
en el llamado incluye un límite. El hombre llama a la mujer a su cuerpo, un cuerpo límite. El
hombre hace límite a la sexualidad de la mujer. A la posición masculina la defino como el límite de
la sexualidad femenina.
Pero la mujer no puede aceptar el llamado del hombre al despertar sexual en tanto
cualquiera puesto que en su mandato está incluida la maternidad. La mujer necesita ser contenida
en su sexualidad pero garantida en su maternidad. El hombre deberá demostrar que conlleva una
ley tan poderosa como la que ella recibió. ¿En qué lugar ponemos esta demostración? En el texto
de Julia Kristeva se lee: "La prueba amorosa es una puesta a prueba del lenguaje: de su carácter
unívoco, de su poder referencial y comunicativo".62
Si pudiéramos redactar los mandatos anudados diríamos que el hombre le dice a la mujer:
"Sí, serás madre, a condición de que antes seas cualquiera". La mujer dirá: "Seré cualquiera a
condición de que me hagas madre, y en consecuencia serás padre". "En consecuencia" no
privilegia la paternidad en el hombre. Dijimos anteriormente, la función paterna es una función
mediatizada por la madre donde el llamado lo hará el hijo. Si la mujer no llama en el hombre a la
función paterna, ¿a qué lo llama? ¿Cómo pone a prueba al hombre y en qué? ¿Cómo traducir el
llamado femenino?
El llamado de la mujer en tanto madre exige del hombre la garantía de la función paterna
es decir, necesita saber de la existencia del otro tercero para poder ser ella objeto único de su hijo.
Que el hombre haya salido de su casa y busque a una mujer cualquiera sólo indica que está
obedeciendo el mandato de su propio padre, pero nada indica que porque obedezca haya
encarnado la función. ¿Cómo sabe el hombre que puede con esa función, es decir, ser portador
de la ley? ¿Cómo se lo hace saber a la mujer?
La puesta en acto de la muerte simbólica del padre.

61
Inda y Otros. Op. Cit.
62
Kristeva, J. Op. Cit. Pág. 2.
59
Argumentaremos haciendo una lectura crítica del texto de Ricardo Gaspari y Juana
Gutman: "Funcion Paterna dos modalidades de circulación: renuncia y cesión". Los autores
desarrollan cuatro interdicciones que consideran propias de la función paterna:
1-No te acostarás con tu madre
2-No reincorporarás tu producto
3-No regresarás a quien fue tu dador.
4-No retendrás para ti a tu hijo."63
En el artículo se distingue las tres primeras interdicciones de la última: "señalamos una
diferencia cualitativa entre los tres primeros enunciados y el cuarto. No corresponden al mismo
tipo lógico. En las tres primeras interdicciones, un sujeto las enuncia y sostiene para otros. El
cuarto contiene, además, una cualidad reflexiva: sostener una prohibición para consigo mismo".
Este ultimo "... enunciado de esta manera, en tercera persona, corresponde a un mandato anóni-
mo que viene del afuera de la familia, del contexto socio cultural". 64
Con relación al tercer mandato los autores escriben: "Desde la perspectiva del marido, es
una de sus funciones la de ejercer la primera interdicción, coartar para la mujer la vuelta a su
familia de origen en cumplimiento del tabú del incesto" o; "los dos primeros refieren a la doble
prohibición paterna. Un tercero, previo estructuralmente, es el constitutivo de la alianza, (el marido
coartando a su mujer la vuelta a su familia de origen)" 65
Reflexiones:
Toda ley es generadora de una organización de intercambio, aquí se está interpolando un
tipo de mandato en dos organizaciones distintas que si bien funcionan interpoladas no son iguales.
El mandato 3 y 4 aparecen contradictorios, porque no es la misma función, aunque si el mismo
sujeto. La tercera interdicción remite al marido, la cuarta al igual que la primera y la segunda al
padre. A mi modo de ver el mandato 1, 2 y 4 son propios de la prohibición del incesto en el marco
del grupo familiar, lo paterno frente al hijo/a. La tercera interdicción parece innecesaria en la
estructura familiar, porque si el padre opera sobre el hijo las interdicciones 1,2 y 4 ¿qué necesidad
hay entonces de la 3:" no volverás a tu dador"? Se supone que es el dador quien entregó en su
momento los otros mandatos. Si el padre opera en la hija como lo avuncular cobra sentido el tercer
mandato que de ningún modo ejerce la función paterna sino que se ejerce sobre la función
paterna. Podemos hacer otra lectura de la realizada por los autores mencionados y decir que tres
de las cuatro interdicciones, la l, 2 y 4 corresponden a la función paterna de un mismo sujeto,
mientras que la tercera corresponde al sujeto hombre operando sobre la función paterna. No
puede concebirse como parte de la función paterna el "no regresaras a quien fue tu dador", esta
ley corresponde a la función masculina ejercida sobre la mujer en relación al padre de ésta. La
alusión de Gaspari-Gutman de que el cuarto mandato dicho en tercera persona, proveniente del
afuera, cobra sentido si se lo articula con el mandato masculino. La tercera interdicción, que
efectivamente vendría de afuera (de la sociedad, de la exogamia) está dirigida a la mujer desde el

63
Gaspari,R y Gutman,J.Función Paterna dos modalidades de circulación: renuncia y cesión. (ficha)
64
Ibíd.
65
Ibíd.
60
hombre, pero escuchada para si desde el padre de esa mujer. La cuarta interdicción es la
respuesta social que el padre da como efecto de la tercera que se le transmitió a la hija. La mujer
es cedida en intercambio, pero ¿de qué? "en el dominio de la cultura el individuo recibe siempre
mas de lo que da y al mismo tiempo da mas de lo que recibe 66”: un heredero. Esta disputa de
leyes entre dos hombres puede precisarse poniendo como "campo de batalla" la psique de la
mujer, lugar donde se produce un intercambio: el operador lógico avuncular a cambio del operador
lógico (lo masculino) "el nombre del padre".Considero que este es un espacio necesario en la
mujer y que es desde aquí donde se funda la función específica. La posición femenina la defino
como la puesta a prueba al varón en su duelo con la muerte simbólica del padre. O, es quien pone
a prueba al hombre en su función paterna a través del desafío de éste frente al padre. En esta
operación se produce la doble mediación, el hombre que está afuera saca a la mujer, la feminiza,
la mujer que es la madre, mediatizará en relación al futuro hijo la función paterna de ese hombre,
allí donde, si el hombre puede con el padre, puede como padre. Llegado a este punto me es
necesario reconocer que la base de mi hipótesis fue ya enunciada en un trabajo anterior por J.
Puget,67 el párrafo al que deseo hacer referencia fue publicado en las V Jornadas Anuales en
l.989, en el trabajo de Janine Puget "Configuraciones vinculares y el inconsciente" y refleja a mi
modo de ver una síntesis muy precisa que anticipa lo que consideré la base de mi trabajo. Dice lo
siguiente; "Para que una mujer pueda transformarse en esposa es necesario que su propio padre
haya ejercido una autoprohibición para instaurar el tabú del incesto y pueda así entregar su hija,
transformándose en dador de la misma, al hombre que se convertirá en marido: ruptura
(castración) del vínculo entre padre e hija. Para advenir al lugar de esposo éste debe ser capaz de
recibir la hasta ahora hija del padre y además arrancarle la hija a mismo padre. Debe también ser
capaz de ejercer la amenaza de abandono sobre su futura esposa y prohibirle el retorno hacia el
padre. Esta triple operación, ejerce la castración, al mismo tiempo recibir un don y prohibir el
retorno de la hija con su padre es la única manera de transformarse en esposo y la mujer en
esposa. El papel de prohibidor (de ley o legislador) es algo cedido por el padre a su propio hijo. Lo
característico de la masculinidad es que para que esta doble castración pueda ser asumida, el hijo
habrá de llevar a cabo la muerte simbólica del padre y éste tendrá que aceptarla y tolerarla. Aquí
no interviene la separación de la madre de su propia hija, la que supuestamente se habrá produ-
cido previamente posibilitando la instalación del Complejo de Edipo y su resolución, cuando el
padre interrumpe tanto para el varón como para la niña el vínculo narcisista con su propia madre"68
Solamente diferenciaré que conceptúo el pasaje no de mujer a esposa o de hombre a
marido, sino como de niño/niña a hombre/mujer. En favor del trabajo diré que al menos lo
expuesto en forma estructural no lo he observado en trabajos anteriores.
De Thanatos a Eros
66
Levi Strauss. “Estructuras Elementales de Parentesco”. Barcelona, Planeta Angostini, l.985.
67
Material que desconocía y que por lo tanto me hacía pensar que había dado con una nueva semántica posible al
problema de la pareja. Lamento si errores de esta índole se repiten en el trabajo. La lectura que realice para éste tiene los
límites del autor, y si alguna idea se presenta como una copia de algo esbozado por alguien con anterioridad, espero se
sepa disculpar el no ser citado lo que no esta motivado por mala fe, sino por desconocimiento de aquella.
68
Puget, J. 5tas Jornadas Anuales Configuraciones Vincu lares y su relación con el inconsciente. "Configuraciones
vinculares y el inconsciente"
61
La castración en la mujer
Sostener que la humanización del infante depende únicamente de la madre, quien debe
haber incorporado al operador lógico, "el nombre del padre", para que su discurso conlleve la
huella de castración, me parece un discurso insuficiente. Deja todo en manos de la madre. Para
que esta huella de castración sea llevada por la madre es necesario que el hombre ejerza sobre la
mujer la declinación definitiva del Edipo. Castración en la mujer no puede ser leída entonces como
la pérdida del pene como objeto, pero, si seguimos a Freud quien dice que es la pérdida del objeto
de amor, significaremos este término como la pérdida de la completud maternal, la pérdida de la
fantasía de la ecuación hijo = pene, la perdida de la " falsa madre" en favor de una madre incom-
pleta porque está dividida.
La castración en la mujer la describiría como el pasaje de la niña a la mujer-madre. Esta
división pensada al modo en que Kaes describe el doble apuntalamiento entre el hijo y la madre.
Mujer y madre se apuntalan dejando la fisura necesaria para la entrada del tercero. La sutura por
el contrario, sería la confusión de la "mujer-rmadre" donde los términos se indiscriminan quedando
lo femenino en categoría de madre o viceversa.
La amenaza efectiva en la mujer es la pérdida del objeto de amor, en conjunto con la
imposibilidad de retornar a su familia de origen, a ello nosotros resignificamos como la pérdida de
su límite.
Monogamia, síntoma necesario
Tal vez la ligazón no esté lo suficientemente justificada, pero el origen de la religiosidad
asociada al Totem, al Tabú y al padre primitivo muerto, no resulta ajena a la construcción
promovida en este intento. En "Totem y Tabú", en el mito de "La horda primitiva", en "El Malestar
en la cultura", y en "Moises y la religión Monoteista"69; Freud insiste en que el origen de la reli-
giosidad está unida a la muerte del padre primordial. Nuestra tesis se monta sobre el mismo
supuesto y con una consecuencia semejante. Freud recapitula indicando que el grupo de herma-
nos, hijos del tiránico padre, expulsados, traman por amor entre sí la muerte del padre para poder
quedarse con las mujeres, y que es el sentimiento de culpa posterior lo que impide la apropiación
de aquellas dando origen a la prohibición del incesto. En el mito de la horda, en el punto D. del
apéndice de "Psicologías de las masas y análisis del yo", existe una afirmación paradójica, un
acertijo del autor: "... la prohibición de toda relación sexual con las mujeres de la familia, amadas
con ternura desde la infancia"70 . Veamos la pregunta que cae a partir de este desarrollo; si los
miembros de la horda no podían vincularse sexualmente entre si, ¿con quien lo harían? El Mito
aparece incompleto, hay que preguntarse; ¿qué pasó después? ¿Acaso la tribu parricida fue a fue,
en efecto, la institución de la exogamia totémica"71; es necesario completar el Mito. Por lo tanto,
para la organización social de la comunidad –exogamia e intercambio- había que establecer otro

69
Freud, S. Obras completas. Tomo XIII "Tótem y Tabú"; Tomo XVIII "Psicología de las masa y análisis del yo"; Tomo
XXI "El malestar en la cultura"; Tomo XXIII “Moisés y la religión monoteísta".
70
Freud, S. "Psicología de las masas y análisis del yo". Amorrourtu ed. V.18; 1.984. Pág. 133.
71
Ibídem
62
acto impronta necesario. Los varones debían ir hasta otra horda y dar muerte al padre y varones
de aquella para quedarse con sus mujeres, las que sí estarían permitidas.
Revisemos este argumento desde el sector femenino. Si muerto el padre primordial, las
mujeres se quedan sin hombres, ya que los parricidas deciden no poseerlas, ¿por qué no pensar
que ellas confabulan con otro grupo de hombres de otra horda para que maten a los hermanos e
hijos y así ellas poder tener sus hombres? Las consecuencias son semejantes pero diferentes, si
con la muerte del padre primordial por parte de los hermanos homosexuales se monta la
religiosidad y en su instancia final el monoteísmo, podemos decir que con la muerte del otro padre
primordial en mano de los heterosexuales no hermanos, (los hombres de una horda con las
mujeres de otra horda) se monta el vínculo de pareja cuyas formas organizativas confluyen en la
monogamia.
En lo clínico no creo de mayor importancia la pregunta por la religión de una pareja, pero
sí considero de importancia la observación sobre el grado de religiosidad de la misma; ya que en
caso de haber construido un tótem del muerto y su veneración, con el correspondiente sentimiento
de culpa, podemos encontrar una pareja que pudo dar el paso constitutivo como pareja, pero el
acto-pacto que los constituye, los hace regresar a la idolatría, al fetichismo, al estancamiento de
aquel que fue, en detrimento de lo que vendrá. El lugar del muerto es un lugar en la estructura
necesario para que la pareja ocupe, a cambio de dejar el propio (lugar de los hijos), en favor del
proyecto vital.
El Proyecto Vital
Por lo tanto el proyecto vital en la pareja pasa a ser un elemento imprescindible de la
pareja. Es, sin duda algo más que ilusiones que conforman un quehacer futuro, remite a la
trascendencia (otra metafísica, u otro idealismo) pero con conciencia de deuda en relación a lo
muerto y a la muerte por venir. Queremos decir que el proyecto vital de pareja es una conse-
cuencia necesaria, como efecto estructurante de la constitución de la pareja. De modo tal, que en
el modelo del proyecto se puede leer la constitución del tipo de vínculo logrado. De cualquier
modo, el proyecto vital ocupa un lugar vacío que cuando comienza a ser llenado por los hijos
"reales o simbólicos", modifican la estructura, el proyecto vital personificado, (cuando los hijos no
son el retorno al tótem,) no es tanático, es el pasaje de la estructura de pareja a la de familia. Por
lo que, aunque imprescindible para la pareja, es una mera metafísica o ideal, necesario pero no
fundante, es una consecuencia estructural.
Si frente a la muerte del padre la pareja totemiza el parricidio, se culpabiliza de más; la
misma se fija regresivamente en el polo narcisista y los efectos pueden ser la falta de proyecto
futuro. Si logra crear el espacio "proyecto vital" el mismo orienta hacia el polo objetal del vínculo.
La totemización de la pareja como el proyecto vital son dos metafísicas, dos ideales, en ello se
asemejan, pero se diferencian en los efectos. A modo de síntesis ubicamos el siguiente cuadro:
Pareja Monogámica
Polo Narcisista Polo Objetal
Yo ideal-Superyo Ideal del Yo
Totemización Proyecto Vital
63
Si se sigue la lógica sobre esta propuesta, la pareja está montada sobre la muerte del
padre, lugar del tercero que muere para que el mismo sea ocupado por la pareja que refunda esos
lugares, vemos que entonces...
Lo siniestro
Puget- Berenstein observan que algunos integrantes de la pareja "para conservar en
algún sector al Objeto único (...) recurren a la relación de amantes. Es uno de los factores por los
cuales, cuando el tercero reaparece, tiene el carácter de escándalo, de irrupción violenta. Es quien
delata la incompletud."72. Sugerimos pensar que la aparición de un amante genera una irrupción
violenta en la pareja por su carácter de "siniestro". El tercero carnal desestructura a la pareja
porque el pacto de la misma implicaría la necesidad de que ese tercero participe mudo en el
vínculo o a través de uno de los miembros de las partes, pero nunca como un real (de realidad) ya
que éste delata el pacto inconsciente secreto: que entre dos hay siempre un tercero, el cual tuvo
nombre y fue asesinado.
El engaño a unas de las partes remite a la reaparición de ese tercer lugar pactado entre
los dos como desaparecido. "...lo ominoso -nos dice Freud- es aquella variedad de lo terrorífico
que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo (...) Entonces, el
carácter de lo ominoso sólo puede estribar en que el doble es una formación oriunda de las
épocas primordiales del alma ya superadas, que en aquel tiempo poseyó sin duda un sentido más
benigno. El doble ha devenido una figura terrorífica del mismo modo como los dioses, tras la ruina
de su religión, se convierten en demonios." 73
La aparición del otro revive, en el engañado, el lugar del excluido. Aquel que fue muerto
revive para que el excluido ocupe el lugar. Si el pacto, la colusión se realizó contra el otro padre
primordial, la reaparición de éste genera el sentimiento ominoso "anunciador de la muerte". Por
supuesto que ninguna pareja monta su contrato sobre la planificación conciente de la muerte del
padre, por ello sostenemos que el pacto es lo eminentemente reprimido, lo que no es factible de
conciencia. Si la pareja es una estructura de tres lugares ocupadas por dos, el triángulo concreto
pone en evidencia la ruptura del tres simbólico y la consolidación del dos, una vez más, de la
diada. Dice Freud: "Si la teoría psicoanalítica acierta cuando asevera que todo efecto de una
moción de sentimientos, de cualquier clase que sea, se trasmuda en angustia por obra de la
represión, entre los casos de lo que provoca angustia existirá por fuerza un grupo en que pueda
demostrarse que eso angustioso es algo reprimido que retorna."74
Por lo tanto la vivencia de desamparo originario que ubica el engañado en si, podemos
interpretarla como la vivencia del hijo abandonado, ya que, sea el hombre o la mujer quien enga-
ñe, ambos traen una vez más a la escena al (otro) padre primordial.
El desengaño es Edipo conociendo la verdad. Y la verdad es que mató al padre.
Por otro lado la experiencia muestra que a la postre el engañado, cuando se repone del
desamparo vivido, genera una nueva pareja más sana. Lo expuesto en este trabajo sirve para

72
PUGET,J y BERENSTEIN,I. Op.Cit. Pag l97.
73
FREUD,S. Obras completas. Tomo XVII, "Lo ominoso".
74
FREUD,S. Ibid.
64
justificar a Freud cuando atribuye a la mujer que su segundo matrimonio suele ser más exitoso
que el primero, pero pensamos que algo de éste decir implica a cualquiera de la pareja. Quien trae
al tercero es quien asume una conducta regresiva, aquel que padece de una violencia externa
que lo desestructura, si la puede metabolizar retorna de su estado regresivo con un yo fortalecido.

Infidelidad y Proyecto Vital dos caras de un mismo eco


La infidelidad es el negativo de fidelidad: "que guarda fe". El proyecto vital compartido es la
otra cara de la infidelidad, porque un proyecto en su calidad de imaginario es una apuesta de fe.
Hasta los fatalistas tienen fe, fe en la bomba atómica, fe en la destrucción de la ecología, fe en la
explotación capitalista para la lucha de clases, fe, en fin, en el Apocalipsis. Proyectar es mirar al
futuro creyendo, nadie mejor que los padres que apuestan con fe al futuro cuando deciden tener
hijos, "habrá futuro" se dicen, trascienden en otro para el devenir. Si el espacio tercero del
proyecto vital no funciona, si está muerto o adormecido, el otro -tercer espacio-, el prohibido,
revive a modo de una compensación porque sin proyecto, lo perdido pasa a ser doblemente
perdido. La infidelidad también es un acto de fe, efectuado por la incapacidad de construir hacia
adelante. El carácter de escándalo lo genera la aparición del tercero en calidad de siniestro, pero
no así la aparición del tercero en calidad de proyecto vital. Como se observa aquí un imaginario
cubre al otro, pero también un simbólico ingresa en el lugar para sostener la función.
Conclusión
Definición de Pareja
Por lo que defino a la pareja como constituida bajo el modelo originario del vínculo con el
Objeto único, el que representa tres lugares que serán encarnados por dos, quienes pactarán en
contra del tercer lugar.
La pareja heterosexual monogámica está constituida por tres lugares estructurales, el
lugar masculino, el lugar femenino y el lugar del suegro (padre de la mujer), que mudará luego en
proyecto vital.
El anudamiento de estos tres lugares lo constituye el acto sexual, lugar del pacto colusión,
sobre el que se asienta el zócalo inconsciente. La diferencia respecto a la definición dada por los
doctores Puget-Berenstein, abarcan, a mi modo de ver, el abordaje: los concubinatos, los modelos
de pareja de Sartre-de Baouvoir, Allen-Farroll, y todos los etcéteras posibles, se constituyen a
partir de la forma en que se elabora el pacto que regirá el modelo propio de esa pareja (su
cotidianeidad) puesto de manifiesto en el proyecto vital.
El tercer término (el suegro) condensa la figura paterna de ambos, es el no padre de Edipo
que luego descubre como padre. El suegro representa a la ley que para ser apropiada debe ser
antes transgredida. En la pareja lo edípico se manifiesta no con el padre separando al hijo de la
madre sino con el hombre, el extranjero, separando a la mujer del padre.
Privilegio la sexualidad como el momento acto donde se instituye el pacto inconsciente al
tiempo donde la promesa de las funciones se establecen, generándose en la sexualidad de la
pareja un síntoma privilegiado de las funciones o disfunciones de los miembros.

65
El reproche estaría vinculado a las disfunciones, la mujer reprochando al hombre la
incapacidad de límite, el hombre reprochando la sutura defensiva de la mujer que resguardar a su
propio padre.
En los siguientes gráficos intentaré especificar lo anteriormente dicho.

ESTRUCUTRA DE PAREJA

Proyecto vital

Hombre mujer

suegro

Propuesta para el diagnóstico diferencial en Pareja.


Realizaré a continuación una propuesta semántica para la obtención del diagnóstico
diferencial en pareja.
A partir de la idea de la existencia de una pareja totémica se me ocurrió recurrir al texto de
Freud, "Totem y Tabú", para seguir el desarrollo del autor sobre la evolución del pensamiento
religioso del hombre. Tomo en consecuencia sus conceptos para proponer:
a) La pareja animista: "El animismo es un sistema de pensamiento; no sólo proporciona la
explicación de un fenómeno singular, sino que permite concebir la totalidad del universo como una
trabazón única, a partir de un solo punto."75
No se realiza la muerte simbólica del padre. Este, aún muerto, queda instaurado como
padre/dios, es decir como ley, como dueño generacional. Su mandato es incuestionable. Dirige la
familia, la ordena no funciona como abuelo sino como padre de sus nietos. El hombre y la mujer
asumen una posición aniñada, y rige en ellos la construcción del pensamiento mágico, parejas
esotéricas, creyentes, con poca capacidad de iniciativa. Con modalidad fusionada o hiper-
discriminada, unida por un pensamiento mágico, con mitos como explicación del todo y de su
cotidianidad. El poder absoluto está en lo omnipotente de su pensamiento. Predominio de la
fantasía del origen como interrogante. El padre es el padre/madre primordial, ubicado en un más
allá no evocable. Es un ser autónomo (los dioses griegos) que ordenan el destino humano. Con
predominio fatalista en su construcción. En la sexualidad predomina la pregenitalidad. El dibujo de
la estructura se modifica del siguiente modo.

75
Freud, S. Obras Completas. "Totem y Tabú". Amorrortu ed. T.XIII, Bs.As., Pag 81.
66
Suegro/Dios

Hombre/hijo mujer/hija

La pareja totémica: "El sistema totémico era, por así decir, un contrato con el padre, en el cual
este último prometía todo cuanto la fantasía infantil tiene derecho a esperar de él; amparo,
providencia e indulgencia, a cambio de lo cual uno se obligaba a honrar su vida, esto es , no
repetir en él aquella hazaña en virtud de la cual había perecido { se había ido al fundamento} al
padre verdadero"76.
Esta es la pareja logra pactar en contra del padre, pero la muerte de éste retorna en una
culpa no elaborable. Predomina sobre la pareja veneración particular a ese lugar donde la
pareja(sus miembros) no pueden desplazarse hacia el nuevo lugar que se inauguraría con la
familia. De sexualidad pobre o fallida. Insatisfacción constante, aburrimiento, abulia en el vínculo.
Proclive a la infidelidad. Pareja pasión- pareja sufrimiento.

padre totémico

hombre mujer

suegro

La pareja monogámica o la pareja sin-totém-ica o la pareja religiosa:


Religiosa en el sentido de que es una pareja que puede proyectarse ya que se re-liga a un
proyecto con fe y esperanza (el futuro). Aquí el padre ha muerto pero renace el espacio hacia
adelante y no hacia la idolatría del que cayó en la estructura. Pareja sin-totem-izada,
permitiéndome jugar con el significante síntoma. Síntoma deriva del griego y se significa como
"coincidencia, caigo juntamente". Sintomático deriva de ptóma: "cadaver, o ruina, deshecho".
Equivaldría a la pareja que hace síntoma es decir, cadáver, ruina, deshecho, y si como afirmo, el
síntoma de la pareja es la monogamia, la defino como tal en esta instancia que es de
discriminación. La monogamia va conjuntamente con el cadáver o deshecho.

76
Ibid. Pag l46
67
Proyecto vital

hombre mujer

suegro

68
Capítulo V
INSTITUCION

A Carlos Ordóñez, secretario general del gremio judicial de la provincia de Mendoza.


A David Salinas, docente, intrépido, temerario, más allá de sí…subversivo.

Pretendemos dar un otro aporte en la reflexión de este complejo denominado Institución.


Intentaremos incorporar elementos del Lazo Social a los fines de dilucidar la factibilidad de
abordaje que permita al trabajador social articular su propio objeto en el análisis de las
Instituciones. Para nosotros no hay posibilidad de terapia institucional, al menos en lo que
respecta al concepto tradicional de terapia. Participamos de la idea de poder diagnosticarla y
hacer la devolución correspondiente a sus miembros. Lo que a posteriori se logre con la
devolución no puede ser contenido ni controlado por el evaluador; las modificaciones
institucionales se realizan desde dentro y por sus propios miembros. Un trabajador social puede
realizarlas únicamente si se trata de la institución donde trabaja, no en relación a otra. La
incidencia del afuera no será producto de un profesional sí, en todo caso, de una fuerza social
capaz de empujar a la modificación, creación o finalización de las mismas. Por lo pronto y hasta
nuevo aviso este ejercicio puede ser emulado a lo que en psicoanálisis se denomina aplicado.
Concebimos este intento como Trabajo Social aplicado.
Así como he puesto de manifiesto mi inclinación por el psicoanálisis para la comprensión
de las estructuras de las configuraciones vinculares77 del mismo modo discutiré la transpolación
psicoanalítica al estudio de las Instituciones donde percibo un enorme forzamiento de aplicación.
Institución y organización

77
Léase el tomo II del Lazo social. (N.d.A)
69
Comenzamos diferenciando organización de institución. Entre las tantas diferencias que
se intentan con estos dos conceptos optamos por definir a “institución” como aquella que se funda
en un saber, que tiene una ley que la rige, se presenta como reproductora de modelos sociales,
formadora y regente de lo social. La institución designa el hecho de establecer, dar forma y
mantener un estado de cosas. Ante todo, la institución ofrece al sujeto una estructura, una
ideología, un proyecto con el cual identificarse, dicho en palabras poéticas tomaremos la forma en
que Enriquez la define: “Se trata por una parte de lugares pacificados, expresivos de un mundo
que funciona bajo la égida de norma interiorizadas y donde reina, si no un consenso perfecto, al
menos el suficiente acuerdo como para encarar y conducir una obra colectiva. (…) en la medida
en que inician una modalidad específica de relación social, en la medida en que tienden a formar y
socializar a los individuos de acuerdo con patrón específico y en que tienen la voluntad de
prolongar un estado de cosas, desempeñan un papel esencial en la regulación social global. En
efecto, su finalidad primordial es colaborar con el mantenimiento o renovación de las fuerzas vivas
de la comunidad, permitiendo a los seres humanos ser capaces de vivir, amar, trabajar, cambiar y

tal vez crear el mundo a su imagen. Su finalidad es de existencia, no de producción ; se centra en
las relaciones humanas, en la trama simbólica e imaginaria donde ellas se inscriben, y no en las
relaciones económicas. La familia, la Iglesia, el Estado, los conjuntos educativos y terapéuticos,
pueden considerarse legítimamente como instituciones, porque plantean todos los problemas de
la alteridad, esto es, de la aceptación del otro en tanto sujeto pensante y autónomo por cada uno
de los actores sociales que mantienen con él relaciones afectivas y vínculos intelectuales. Las
instituciones, que sellan el ingreso del hombre a un universo de valores, crean normas particulares
y sistemas de referencias que sirven como ley organizadora también de la vida física y de la vida
mental y social de los individuos que son sus miembros. Toda institución tiene vocación por el bien
común. Para hacerlo favorecerá la manifestación de pulsiones con la condición de que se
metaforicen y metabolicen en deseos socialmente aceptables y valorados, así como despliegue de
fantasma y proyecciones imaginarias en tanto trabajen en el sentido del proyecto más o menos
ilusorio de la institución, dado que la emergencia de símbolos tiene la función de unificar la
institución y garantizar su poder sobre la conciencia y el inconsciente de sus miembros78”.
No hay Institución sin organizaciones en las que se concreta su significación. Mientras que
las Instituciones son limitadas, las organizaciones no. Así, las organizaciones expresan las
instituciones que las fundan y por ello las organizaciones compiten entre sí como representantes
de su institución. La organización es el modo fenomenal que asume una institución a los fines de
realizar sus objetivos. Es móvil, contingente y debe adaptarse permanentemente a los cambios
exteriores que coadyuvan o dificultan la realización de metas y objetivos.
Imaginario-simbólico-real o imaginario colectivo
A la organización, al organigrama como dibujo, lo ubicamos en el plano imaginario. La
Institución, de la mano del estatuto promueve un estado. El tipo de estatuto que implementa un
tipo de organización recrea de manera inmanente una estructura que sostiene subyacente,

Refiere a instituciones sociales diferenciadas de empresas u organismos que se insertan en el sistema productivo.
78
Ibíd. Enriquez, E: “La muerte en las instituciones” Pág. 84.
70
inconsciente a la Institución. Mientras el estatuto es la manera investida de la Institución, la
estructura es su esqueleto, por lo que; tanto la Institución como ley encarnada y la estructura como
ingeniería encubierta representan lo simbólico. Dejaremos por ahora pendiente la ubicación del
real, más no la contradicción que Fernández plantea en su libro entre el concepto lacaniano y
castroridiano y que propongo pensarlas como dos topologías divergentes considerando una válida
para el psicoanálisis individual y para el abordaje de las configuraciones vinculares 79 y la otra para
la Institución. De hecho, este conflicto no es nuevo, para Lacan no existe posibilidad de abordaje
psicoanalítico grupal, justamente, por la predominancia imaginaria que construye una dinámica
donde “grupo es puro grupo”, por otro lado la reflexión de Castoriadis nos obliga a repensar esa
posición. Castoriadis hace una defensa importante a la idea de imaginario radical puesto que el
concepto no es mero espéculo sino, por sobre todo, anhelo o proyección de ideales o de ideas
originarias que luego se plasman en lo simbólico. Quizás se podría pensar los términos
imaginarios como homofónicos, sin embargo entre vemos puntos de conexión. Para zanjar la
cuestión la elaboramos la diferencia abordando los conceptos de invención o descubrimiento.
Pensado desde lo estructural no hay inventores sino descubridores de lo que ya está ahí pronto a
actualizarse en símbolo. Borges puede ser considerado un gran creador en las letras, sin embargo
él no inventó la lengua castellana que estuvo allí esperando su inspiración, entonces podemos
argumentar que Borges combina de tal manera las palabras que lo hacen inventor o, podemos
afirmar que Borges es el ejecutor de la combinación que de cualquier modo ya estaba en el
lenguaje presto a ser combinado. Discutir si el origen es lo imaginario radical o lo simbólico nos
puede llevar al plano ontológico, de cualquier modo no nos interesa la discusión sobre el huevo o
la gallina, creemos que las dos lógicas, las dos interpretaciones son útiles y aplicables en los dos
niveles de abordaje que postulamos.
Lo confusional entre ambas instancias surge cuando una organización inscribe en sus
trabajadores una sentencia “institucional”. Dicha sentencia tiene dos redacciones conocidas:
“somos una gran familia” o “llevar la camiseta de la Institución”. Estas frases son mentiras
verdaderas. La primera tiene como objetivo, por sobre todo, la connotación de la existencia de un
padre protector a cambio del cumplimiento irrestricto de lo demandado al sujeto empleado,
llamado también “dependiente”. Opera, puesto que convergen dos demandas diferenciadas: del
lado de la dirección una promesa de amor a cambio del cumplimiento del empleado; del lado del
empleado al colapso que implica a su narcisismo encontrarse con una megagrupalidad, la oferta
de aquella promesa de amor lo ampara y seduce. La segunda frase que remite a un club de fútbol
y a “que se puede cambiar de mujer pero nunca de camiseta”, implica una fidelidad absoluta al
conjunto. “Somos un equipo” provoca una sensación ficticia de simetría puesto que este equipo
tiene capitán, director técnico, miembros de la comisión directiva y presidente. Las dos promesas
de amor generan una confusión, la organización ofrece una fantasía institucional aunque no sea la
Institución de la que se trata80. El problema se presenta en la enorme imbricación que hay entre el

79
“…para las configuraciones vinculares” es nuestro, no lacaniano.
80
Esta compleja oración la aclaramos diciendo que si la Institución es, por ejemplo, el Poder Judicial, la promesa refiere a
una familia y no al Poder Judicial como tal.
71
polo imaginario organizacional y el polo fantasmático del sujeto que adhiere a la organización en
tanto Institución. Esta ideología crea una estructura imaginaria de lugares conocidos: la familia o la
gran familia. Llegado a este punto se convierte en lógica la reflexión de Castoriadis cuando plantea
al imaginario como creador de lo simbólico y de lo real. Lo imaginario aquí efectivamente da lugar
a la creación simbólica y se impone como un real “más real que lo real” ya que opera sobre los
individuos, la organización y la estructura. La fantasía de familia o de equipo resignifica a la
institución y ordena la organización a su modo.
Un filósofo amigo me indica que lo real de la Institución es su goce. No comparto esta
afirmación porque no hay goce de Institución sino goce de cada miembro que la integra. En este
caso, el goce aparece como razón individual y no como elaboración de conjunto. En el caso del
grupo y de la familia como configuraciones, el goce si podría aparecer como lo real. Lo que goza el
grupo (sus miembros), lo que goza la familia (sus integrantes) es la repetición en acto de aquello
que los instala en el lugar de sufrimiento. Ahora bien en la Institución, la repetición estructural
generará sufrimiento y puede generar goce en muchos de sus integrantes a condición de sus
propias neurosis o psicopatologías, no puede trocarse al conjunto con el sujeto. Lo que la práctica
y experiencia nos ha enseñado es que la reflexión en grupos de una institución ayuda a soliviantar
conflictos internos entre los integrantes y hacer más llevadero su quehacer en la institución, pero
la queja no proyectiva sino legítima sobre los malos funcionamientos institucionales no se
soluciona y por el contrario se mantiene81.
La perversión con modalidad psicopática como fundamento institucional
El estudio de Freud sobre las masas82 es base común de varios autores para la psicología
social e institucional, nosotros no seremos excepción: a mayor masificación del individuo mayor
primarización de su conducta y viceversa “la falta de autonomía y de iniciativa en el individuo, la
uniformidad de su reacción con la de todos, los otros, su rebajamiento a individuo-masa (…) los
rasgos de debilitamiento de la actividad intelectual, desinhibición de las afectos, incapacidad de
moderarse de diferir la acción, tendencia a transgredir todas las barreras en la exteriorización de
los sentimientos y a su total descarga en la acción: estos rasgos y otros semejantes (…)
presentan un cuadro inequívoco de regresión de la actividad anímica a un estadio anterior, como
no nos sorprende hallar entre los salvajes o los niños.”83 En grupos grandes el sujeto se permite
cosas que por separado difícilmente realizaría. A mayor comportamiento regresivo del sujeto más
cercano lo encontramos al perverso polimorfo; a mayor grupalidad, a mayor institucionalización,
mayor acercamiento a las conductas perversas. El fantasma perverso de cada integrante colisiona
con las fantasmática institucional que ofrece la organización. De modo tal que la conducta de la
masa institucionalizada hace metáfora con el término perversión de Freud, más no de modo literal.
Así como, a medida que la organización es más pequeña, los problemas planteados por los
teóricos de Institución se actualizan, o sea, mientras una organización más se aproxima a un
grupo, mayor predominio tiene lo individual sobre lo funcional colectivo. Considerar que un grupo

81
Lo que llamamos queja legítima es lo que pretendemos mostrar como diferente del abordaje psicoanalítico.
82
Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo” en Obras Completas. Amorrortu ed. Bs. As. V. 18. 1.984
83
Ibíd.. Pág. 111-
72
chico (profesionales de una escuela, o de un centro de salud o de un minihogar, etcétera.) donde
los conflictos planteados (que podríamos argumentar como emergentes de la Institución global sea
el Ministerio de Educación, de Salud, de Bienestar Social, etcétera) son verdades a medias y
probablemente encubridoras. Dentro del pequeño grupo se reproduce otras escenas y se
manifiestan a modo de síntomas como ocurre con las dinámicas grupales, pero lo trabajado por el
grupo deja por fuera aquello que es propio de la institución que no ingresa al análisis porque la
Institución no está presente como miembro, porque la institución no habla por sus miembros sino
que los miembros hablan de sí a través de la institución. En más de una ocasión, repetimos,
terapias grupales en instituciones han permitido una mejor convivencia del grupo sin que ello
solucione los conflictos que siguen vigentes porque el eje de la institución se sitúa en otro lugar.
Hay escenas que tienen que ver con lo propio de la constitución grupal, otras que reproducen una
situación institucional que va por fuera del grupo y una tercera que las imbrica. Consideramos un
reduccionismo del psicoanálisis institucional tomar la imbricación como propuesta para la terapia.
Cuando más pequeño es un grupo en una organización más posibilidades tiene el abordaje grupal,
por el contrario, mientras más grande es cambia el encuadre grupal por el de Institución, al menos
hay que considerar variables impropias de lo grupal.
Un grupo, una pareja, una familia puede ser operada en pos de la neurotización del
vínculo, dicho de otro modo, que cada sujeto uno se encuentre con su real, con su angustia, con
su propio goce. Ahora bien en una Institución las diferentes prevalencias hacen que el goce
individual pueda ser apuntalado, impuesto o manipulado por la institución pero nunca se debe
confundir que las modificaciones institucionales mengüen el goce del sujeto, porque el fruición
institucional que además es imaginaria y constitutiva de su construcción84 no es el goce del sujeto.
Un ejemplo de lo pensado puede observarse en aquel que renuncia o se jubila de la institución.
Muchos de los problemas que tiene incorporado como propios dejan de existir simplemente
porque no son de él sino de la institución y, recortado por su salida, el nivel de alienación que
ofrece la institución desaparece.
Los problemas del uno en la Institución: aportes del psicoanálisis.
Los aportes de los especialistas en institución nos ofrecen desde la perspectiva
psicoanalítica son de consideración. “La institución presenta aspectos bivalentes en cuanto al
cobijamiento del sujeto y al mismo tiempo a la amenaza que genera sobre su individualidad.
Establece cobijo y defensas, al tiempo que promueve desintegración y sufrimiento.”85
Las Instituciones son conectores del sujeto uno con lo social, son puntos de anclajes que
el sujeto atraviesa para realizarse como sujeto social, esto le da status de necesario por ser punto
de conjunción de las individualidades que a su vez serán atravesadas por las formas, modos,
valores y reglas que hacen a la mancomunión dibujando los engranajes al motor social.
Esta tentadora razón tiene como contrapartida los cuatro colapsos narcisistas que Kaes
describe como heridas narcisistas. Agrupa cuatro conjuntos de dificultades: “El primero concierne

84
La palabra fruición figura como metáfora. En rigor la Institución no goza.
85
Kaes, R, Bleger, J. Enriquez, E, Fornari, F, Fustier, P. Rousillon, R y Vidal, J.P.: “La institución y las Instituciones.
Paidós. Bs. As. Barcelona. Méjico. 2002
73
a los fundamentos narcisistas y objetales de nuestra posición de sujetos comprometidos en la
institución: en ella somos movilizados en las relaciones de objetos parciales idealizados y
persecutorios; experimentamos nuestra dependencia en las identificaciones imaginarias y
simbólicas que mantienen armada la cadena institucional y la trama de nuestra pertenencia; nos
vemos enfrentados con la violencia de origen y la imago del Antepasado fundador: nos vemos
apresados en el lenguaje de la tribu y sufrimos por no hacer reconocer en él la singularidad de
nuestra palabra.(…) El segundo conjunto de dificultades es de naturaleza enteramente diferente:
no se trata en este caso de una resistencia contra los contenidos del pensamiento, sino de una
condición de irrepresentable, más acá de la represión. No podemos pensar la Institución, en su
dimensión de trasfondo de nuestra subjetividad, si no es en el tiempo inmediatamente siguiente a
una ruptura catastrófica del marco inmóvil y mudo que ella constituye para la vida y los procesos
psíquicos; pero para que ese pensamiento advenga hacen falta un marco apropiado y un aparato
de pensar, a los que el sujeto singular contribuye en parte, a condición de que ese marco ya esté
allí, pronto para ser inventado. Este segundo nivel de la dificultad revela un descentramiento
radical de subjetividad. Aquí nos vemos enfrentados no solamente a la dificultad de pensar aquello
que, en parte, nos piensa y nos habla: la institución nos precede, nos sitúa y nos inscribe en sus
vínculos y sus discursos; pero con este pensamiento que socava la ilusión centrista de nuestro
narcisismo secundario, descubrimos también que la institución nos estructura y que trabamos con
ella relaciones que sostienen nuestra identidad.(…) El tercer conjunto de dificultades no concierne
ya al pensamiento de la institución como objeto o como no sí mismo en el sujeto sino a la
institución como sistema de vinculación en el cual el sujeto es parte interviniente y parte
constituyente. Pensar la institución requiere entonces el abandono de la ilusión monocentrista, la
aceptación de que una parte de nosotros no nos pertenece en propiedad, (…) La dificultad
específica que estoy subrayando es más compleja que la de las relaciones bipolares interno-
externo, continente-contenido, determinante-determinado, parte-conjunto; nos encontramos aquí
en un sistema polinuclear y ensamblado en el cual, por ejemplo, el continente del sujeto (el grupo)
es el contenido de un metacontinente (la institución). En este difícil recorrido tal vez hayamos
descubierto que hemos estado oscilando entre dos ilusiones y que nos hemos esforzado por
inscribirlas en la historia: la primera es que la institución está hecha para cada uno de nosotros
personalmente, como la Providencia; la segunda, que es propiedad de un amo anónimo, mudo y
todopoderoso, como Moloch. Rechacemos la una y la otra: la institución nos pone frente a una
cuarta herida en total: es también una herida narcisista, que se suma a las que los
descubrimientos de Copérnico, Darwin y Freud inflingieron a la idea del hombre, descentrándolo
de su posición en el espacio, en la especie y en su concepción de sí mismos. Hemos tenido que
admitir que la vida psíquica no está centrada exclusivamente en un inconsciente personal, que
sería una especie de propiedad privada del sujeto singular. Paradójicamente, una parte de él
mismo, que lo afecta en su identidad y que compone su inconsciente, no le pertenece en

74
propiedad, sino a las instituciones en que él se apuntala y que se sostienen por ese
apuntalamiento.”86
Tenemos aquí cuatro elementos que conforman colapsos narcisistas: el choque del yo
enfrentado y adaptándose a la institución formadora del yo, la necesidad de crear un nuevo
espacio psíquico desconocido por el yo pero formador del mismo, la ruptura monocentrista del
sujeto obligado a metabolizar al otro vincular a otro relacional donde mi yo es parte de aquello, me
integra y me promueve en intercambios no voluntarios y finalmente el choque del yo con la
autonomía y diferencia de la institución construye lo inconsciente más allá del aparato psíquico
individual. En todas ellas la elaboración del sujeto por un espacio psíquico nuevo, el de conjunto,
pone a prueba sus narcisismos y entre sus fundamentos su identidad.
Bleger lo desarrolla del siguiente modo: “Cuando señalamos las ansiedades paranoides, el
miedo a lo desconocido o a la situación nueva, estamos realmente diciendo o señalando que el
miedo se produce frente a lo desconocido que cada persona trae consigo en forma de no-persona
y en forma de no-identidad (o de yo sincrético). En otro términos, para tratar de ser más claros, si
es posible, lo que les estamos diciendo con la formulación de las ansiedades paranoides es el
miedo de no poder seguir reaccionando con las pautas estabilizadas, que tienen asimiladas en
tanto personas, y el miedo al encuentro con una sociabilidad que los destituya en tanto personas y
los convierta en un solo medio homogéneo, sincrético, en el cual cada uno no sobresalga en tanto
figura (como persona) del trasfondo, sino que se sumerja en el mismo trasfondo, lo que implica
una disolución de la identidad estructurada por los niveles más integrados del yo, del self o de la
personalidad. El miedo es a esa organización y no sólo a la desorganización; desde fuera y desde
el un punto de vista naturalista podremos seguir reconociendo individuos o personas pero desde
un punto de vista fenomenológico significa pérdida de identidad (de una identidad) y significa
inmersión en una identidad grupal que está más allá o más acá de la identidad convencional que
reconocemos como tal, constituida por los niveles más integrados de la personalidad. Dicho de
otra manera, estamos señalando el miedo del grupo a una regresión a niveles de una sociabilidad
sincrética que no está constituida por una interrelación o interacción, sino que exige una disolución
de individualidades y la recuperación de los niveles de la sociabilidad incontinente, que no
aparecen en ese momento, sino que estuvieron presentes ya antes de venir al grupo y desde el
primer momento del encuentro en el grupo.”87
En rigor, en las descripciones anteriores no vemos mucha diferencia con los fenómenos
grupales que padece el individuo, salvo en la cuarta herida narcisista a la que se refiere Kaes. La
resistencia primera está en acomodar el ser al conjunto y que éste no diluya su propiedad. La
preciada identidad del sujeto, con un alto o moderado nivel narcisista resiste a la grupalidad. En el
caso de verse obligado a trabajar en una Institución no puede evitar dicha resistencia; “resulta
más ajustado decir que las instituciones y organizaciones son depositarias de la sociabilidad
sincrética o de la parte psicótica y que ello explica mucho de la tendencia a la burocracia y la

86
Ibíd. Kaes: “Realidad Psíquica y sufrimiento de las instituciones.”.
87
Ibíd. Bleger. “El grupo como institución y el grupo en las instituciones.”
75
resistencia al cambio.”88 La contracara de éste sujeto es aquel que carece de una identidad fuerte
o de un grado de narcisismo importante que se apaña en la oferta institucional para ser… alguien.
Ya sea como dador de identidad o como des-identificador la institución promueve
sufrimientos al sujeto “Una fuente constante de sufrimiento está asociada con las perturbaciones
ajenas a la constitución de la ilusión: la falta de ilusión institucional priva a los sujetos de una
satisfacción importante y debilita el espacio psíquico común de las cargas imaginarias que han de
sostener la realización del proyecto de la institución, disponer la identificación narcisista y el
sentimiento de pertenencia en un conjunto suficientemente idealizado para afrontar las
necesidades internas y externas.”89 “La tarea primaria de la institución funda su razón de ser, su
finalidad, la razón del vínculo que establece con sus sujetos: sin llevarla a cabo, no puede
sobrevivir. Pero cualquiera advierte, si reflexiona un poco, que la tarea primaria no es
constantemente ni de manera principal la tarea a la que se entregan los miembros de la
institución. No sólo pueden volverse dominantes algunas tareas complementarias, sino que
además se instalan otras derivadas. Casi siempre existen otras tareas que, en un momento dado,
entran en competencia o en contradicción con la tarea primaria de la institución, hasta el punto de
ocultar o invertir su sentido…”90
La des-idealización de la institución genera rechazo y rebeldía, los fantasmas internos
juegan como duplicadores de argumentaciones contra la institución parásita, castradora, inhibidora
y las instancias burocráticas comienzan a ponerse como elementos en tela de juicio. Agregaremos
ahora dos conceptos de Loreau, Lapassade y Barbier: lo instituyente y lo instituido, siendo el
primero aquel que permite la creatividad producto del imaginario radical del sujeto versus lo ya
concebido y aceptado en términos de adaptación, adecuación y conservadurismo de lo ya
existente. Incluimos estos términos para diferenciar la burocracia vulgarmente definida, por esta
nueva conceptuación que nos traen los teóricos de institución: “entendemos por burocracia
aquella organización en la cual los medios se transforman en fines y se deja de lado el hecho de
que se había recurrido a los medios para conseguir determinados objetivos.”91 “Se diría en el
lenguaje de Castoriadis, que lo instituido suplanta y reduce la función instituyente de la
institución.”92 Y una nueva concepto ligado a lo anterior; “la alienación es el momento en que lo
instituido domina lo instituyente” y el sufrimiento se acrecienta cuando “El espacio psíquico en la
institución se reduce con la prevalencia de lo instituido sobre lo instituyente, con el desarrollo
burocrático de la organización contra el proyecto”93
Hasta aquí y en forma sucinta intentamos ver el aporte psicoanalítico sobre institución
colocando nuestro reparo, se trata de la inclusión del uno en el conjunto y de cómo ese uno puede

88
Ibíd. Bleger
89
Ibíd.. Kaes. Pág. 60
90
Ibíd. Kaes. Pág.61
91
Ibíd..Bleger. Pág.78
92
Ibíd. Kaes. Pag.24
93
Ibíd. Kaes. Pág. 63
76
inscribirse en él pero lo propio de la Institución aparece nuevamente como inabordable. La cosa
institución se escapa de este análisis.
Freud se lo pregunta y responde en el “Malestar en la cultura”: “No logramos comprender
por qué las instituciones que hemos construido nosotros mismos no nos dispensan a todos
protección y beneficios. De todas maneras, si reflexionamos acerca del deplorable fracaso, en
este dominio precisamente, de nuestras medidas de preservación contra el sufrimiento, nos
vemos llevados a suponer que también aquí se disimula alguna ley de la naturaleza invencible, y
que se trata esta vez de nuestra propia constitución psíquica.”94
Nos parece interesante la pregunta freudiana y nos parece lógico que haya intentado
responderla desde el desarrollo de su teoría, nosotros a su pregunta le agregamos esta conclusión
de Kaes que consideraremos fundamental para nuestro análisis “Hemos tenido que admitir que la
vida psíquica no está centrada exclusivamente en un inconsciente personal, que sería una
especie de propiedad privada del sujeto singular. Paradójicamente, una parte de él mismo, que lo
afecta en su identidad y que compone su inconsciente, no le pertenece en propiedad, sino a las
instituciones en que él se apuntala y que se sostienen por ese apuntalamiento”. Dicho de otro
modo, si podemos descentrar definitivamente el antropomorfismo del análisis, ¿cómo pensar a
una Institución autogestada, más allá de la voluntad o intencionalidad del hombre?
En nuestro primer libro hicimos un esfuerzo en esta dirección cuando señalamos al Poder
como propio, como una fuerza autónoma que se origina naturalmente cuando se funda una
organización y que es exógena al sujeto que lo porta. Ahora intentamos ver si la estructura sobre
la que se monta una Institución es ajena a la organización, idea, proyecto de sus fundadores, pero
que, indefectiblemente, se necesita como tal para que la organización se monte sobre un piso.
Incluiremos en el análisis la Función Paterna y el Poder como fundamentos del Lazo social y
estudiaremos las consecuencias que podemos obtener.
La oferta de la Institución frente al colapso del uno
Dijimos que la institución es bivalente en cuanto a su función en relación al sujeto, al
tiempo que genera la amenaza a su identidad, a sus narcisismos, a sus ideales, a la frustración de
entregarse a una causa que promete pero no cumple, es al mismo tiempo “el lugar del
cumplimiento imaginario de los deseos reprimidos. Es también el lugar y la ocasión para organizar
las defensas contra esos deseos. Asegura defensas contra angustias cuyo origen o fuente no
parecen directamente ligados al hecho institucional. En este sentido, participamos en instituciones
que nos aportan ciertas defensas contra nuestras angustias (…) especialmente psicóticas…”95 Es
decir: la institución también se ofrece como pantalla reservorio de todos los conflictos propios del
sujeto, ajenos a la institución pero puestos en ella. La locura es por la institución, el mal maridaje
es por la institución, los conflictos familiares son por la institución, que el chico vaya mal en la
escuela…, etcétera.
La Institución ofrece una promesa de amor al desamparo y hace una oferta de ideología,
de pensamiento, de identidad, de proyecto social, de lugar en el mundo y también ofrece su
94
Freud, S.; El malestar en la cultura.
95
Ibíd. Kaes. Pág. 65
77
espacio como pantalla para la resonancia de los fantasmas, deseos, represiones, perversiones
como posibilidad de realización imaginaria, todo ello a cambio de que el sujeto se identifique con
ella, es decir se coloque la camiseta. El encuadre institucional hace pantalla a los fantasmas
perversos allí donde la propia institución es pantalla perversa. La oferta de una Institución es un
lugar depósito para el goce real y es un espacio para el imaginario goce social y mancomunado.
Entonces, hay predominancia imaginaria en la construcción relacional institucional y como
consecuencia inmediata una sentencia: de fundamento la Institución activa una estructura
perversa con modalidad psicopática.
Cuatro instituciones, análisis comparativo.
El Poder Judicial de Mendoza
El Poder Judicial de Mendoza se instala en una estructura edilicia que se denomina
Palacio de Justicia. La denominación no es vana puesto que la organización interna es propia de
una monarquía absolutista, despótica y por momentos nepótica. Compuesto de aproximadamente
tres mil quinientos agentes y quinientos funcionarios monta una verticalismo férreo iniciado por el
Presidente de la Corte, los Ministros de la Corte, los cortesanos directos y dilectos y luego una
enorme burocracia que no facilita la organización tanto como el control, el descontrol y la primacía
de la chatura en todos sus miembros. Los niveles de comunicación son sumamente complejos
producto de esa burocracia lo que hace que cualquier iniciativa o propuesta choque frente al
aparato kafkiano. La organización protege a sus dirigentes más que a los objetivos institucionales.
La declinación orgánica de esta institución repite el modelo supremo. Cada juzgado es un mini
reino, cada juez un rey, sus empleados en orden jerárquico sus cortesanos, súbditos y si se quiere
esclavos.
En semejante organización; la lentitud, parsimonia, conservadurismo es persistente y todo
cambio funcional se promueve desde sus dirigentes sin consultar a los agentes afectados,
llevando como objetivo la realización de delirios dirigenciales.
El Gremio Judicial
El Gremio Judicial es un apéndice del Poder Judicial, no puede existir sin aquel. No hay
Gremio Judicial sin Poder Judicial y esta ecuación no resiste su inverso, por lo tanto, es una
Institución que depende de la existencia de otra. Además es una Institución que responde a otra
mayor, la Federación Nacional de Gremios Judiciales quien también responde a la C.G.T. o C.T.A.
Es importante aquí evaluar que el Gremio Judicial puede desprenderse de la Federación o dejar
de adherir a alguna de las centrales obreras y mantener de cualquier modo su existencia, por lo
que con esos organismos interrelaciona. Si se intenta evaluar a esta Institución habrá que analizar
con que otro estamento se significa que pueden ser uno, algunos o todos en conjunto. Sus
enfrentamientos son interinstitucionales96. Aún existiendo como contraparte del Poder Judicial
repite la estructura organizacional más allá del deseo o no de sus miembros dirigentes: verticalista,
paternalista, machista97. Durante aproximadamente veinte años fue dirigido por un secretario

96
No excluyente de poder tener problemas internos y que se consideran intrainstitucionales.
97
Más adelante daremos la lógica que construye la repetición del modelo.
78
funcional a la Institución patronal y su labor fue encuadrar a sus dirigidos, narcotizarlos con
dádivas menores y propio de los conocidos sindicatos argentinos, hacer negocio desde el Gremio.
En el año 2001 asume una nueva comisión directiva. Esta conducción deja de ser
funcional al Poder judicial ya que asume el rol gremial de defensa a los intereses de sus afiliados,
realizando todos los reclamos pertinentes de los trabajadores del sector, ya sea en el ámbito
salarial, condiciones de trabajo y contra las modificaciones orgánicas y legales que apuntan a
crear una justicia con características neoliberales, es decir, gerenciada, mercenarizada y, si se
quiere, privatizada. El Gremio mueve el tablero del edificio kafkiano colocándose como un
instituyente frente a lo instituido.
El cuerpo auxiliar interdisciplinario
En el año 1.999 se crea por la ley 6354 provincial de Minoridad y Familia el Cuerpo
Auxiliar Interdisciplinario (en adelante C.A.I.). Este cuerpo corresponde a todos los profesionales
de la salud y del ámbito psicosocial que trabajan para asesorar a los jueces en sus decisiones.
Bajo la ley anterior el grupo de profesionales ya estaba en funciones de modo disciplinar y a lo
más, el conjunto de informes podía darle al juez una visión multidisciplinaria. Cada una de las
cuatro circunscripciones judiciales en que está dividida la justicia en la provincia de Mendoza tenía
a sus grupos de profesionales respectivos. En los cuarenta años de funcionamiento nunca se
habían puesto en contacto entre sí por lo que cada profesional trabajaba a su modo sin que
existiera un criterio unificador en la provincia, más aún, ni siquiera dentro de las mismas
circunscripciones. Era coherente con la estructura del Poder judicial donde cada Circunscripción
era un mundo, cada Juzgado un feudo y cada Juez un señor feudal o rey donde los auxiliares
debían darle respuesta a sus indicaciones como si aquel fuera patrón de estancia. Con la nueva
ley, el conjunto de profesionales pasa a integrarse a una nueva organización, ahora centralizada y
cuyo propósito es lograr unificación de criterios, de modos de trabajo, de pericias. El Cuerpo
Auxiliar Interdisciplinario comienza a realizar por su cuenta ateneos, supervisiones grupales e
individuales, jornadas provinciales, los supervisores provinciales viajan a las Circunscripciones a
los fines de replicar el modelo central y en cinco años las siglas y el accionar del C.A.I. se hacen
conocidas por el resto de las instituciones de Mendoza. Se logra un sistema de control en tiempo y
calidad que comienza a complicar el accionar de los juzgados. Lo que antes, en cuanto a atraso o
errores de procedimiento, se le imputaba a los profesionales, particularmente a los trabajadores
sociales, se desplaza, por el crecimiento interno, a los propios juzgados y en particular a los jueces
y secretarios. El C.A.I. que se conforma con la idea de hacer más funcional el trabajo en minoridad
(lo que debe leerse como hacer más funcional la mediocridad del Poder Judicial todo) se
transforma en un instituyente del instituido ya que modifica formas y modalidades no pretendidas
desde el poder central. A diferencia del Gremio Judicial, los conflictos que genera el C.A.I. son
intrainstitucionales.
Reacciones del poder central
Por un lado, allí donde los máximos dirigentes de la justicia de Mendoza no pueden con la
lucha gremial ya que los paros, denuncias legales y públicas, las reivindicaciones y todo accionar
protestatario deja en evidencia la carencia del organismo, por lo que los reclamos son escuchados
79
y atendidos; al mismo tiempo se ataca al gremio intentando dividir a sus afiliados dándole un
status diferenciado a los funcionarios, se toman medidas arbitrarias para debilitarlo como ser
ascensos o nombramientos a condición de no participar en las medidas gremiales, favores a
ordenanzas (dar trabajo a familiares) con las misma condiciones, red de espionaje a través de
ciertos empleados “untados”, etcétera. El espíritu democrático de la corte se revela atacando a
cada afiliado al Gremio en su lugar de trabajo.
En cuanto al C.A.I. se debilita la figura de la Coordinadora Provincial 98. Se le quita poder
porque la coordinación no pacta con la corporación sino con sus dirigidos. Se “sabotean” las
jornadas, supervisiones y ateneos restringiendo la movilidad, ocultando a los supervisores el pago
de viáticos, prolongando por casi ocho años los reclamos de muebles, computadoras, personal,
etcétera. Se estigmatiza a los jefes inmediatos de piqueteros, gremialistas, agitadores. El grupo
profesional, particularmente el de los Trabajadores Sociales, realiza su tarea en los domicilios de
los denunciantes, denunciados, víctimas o victimarios. En razón de la creciente inseguridad
(padecen de robos, ataques, golpes, heridas, o cualquier situación que atenta contra su integridad
física); los profesionales reclaman para la realización de la tarea medios que le den seguridad. La
Corte (sus ministros) responde con dos frases que la historia del C.A.I. considera celebres: “si yo
les ordeno que van a limpiar el piso lo harán”, “cuantos muertos llevan ustedes para compararlo
con los de la policía”. El grupo profesional acude al Gremio Judicial, quien no sólo logra en
paritarias obtener una modalidad para la seguridad de los empleados sino que además apoya de
manera directa todo el proceso formativo del C.A.I. Consecuencia: para la Corte el C.A.I. es una
célula interna del Gremio y atenta.
Hacemos la descripción de modo impersonal porque pensamos que el conflicto que se
avizora es estructural. Lo personal, las personalidades, solo le dan condimento a la
descomposición estructural.
¿Qué observamos hasta aquí? El choque de lo instituido con lo instituyente y la reacción
del instituido sobre el instituyente. Nosotros trataremos de dar un giro más a este planteo. Al
desarrollar el tema del Poder99 dentro de las configuraciones vinculares propusimos pensarlo como
un elemento exógeno y parásito del Lazo social. Indicamos que es propia de la Función Paterna
obtener el mejor equilibrio del juego de fuerzas que puja en el Poder; la fuerza activa y reactiva. El
conflicto instituido-instituyente es la muestra del desequilibrio del Poder en la Institución allí donde
las fuerzas se han desdoblado. Cuando hay un enfrentamiento entre lo instituido y lo instituyente,
la fuerza activa (Gremio-C.A.I.) choca frente a la fuerza reactiva (Poder Judicial) y como
consecuencia la Función Paterna se debilita poniéndose en juego su figura. Oportunamente
plantemos que el Poder optará por esta instancia porque resulta más económica a su existencia y
que, justamente, es parte de la Función Paterna el sostener el equilibrio de esas fuerzas. Esta
dialéctica de lucha es falsa porque en verdad el Poder no está en juego; “mientras las fuerzas

98
El cargo no existe en la ley, es creado por acordada de la Corte quien dispone que el mismo debe ocuparlo un abogado
con jerarquía equiparada a Magistrado. Supone dos razones: una lícita, la interdisciplina debe constituirse en el Poder
Judicial con alguien que dé el aporte legal y procesal; y la otra como parte de la corporación cuya función es encuadrar al
conjunto para que trabaje obedientemente sin protestar.
99
Referencia al Lazo social I.
80
dialécticas se oponen entre sí sujetándose, auto abasteciéndose; al mismo tiempo funcionan
resistentes a la instancia activa; por lo que la fuerza activa es de fundamento reactiva” 100 gane
quien gane el Poder como estructura se mantiene “la función del poder es mantener la estructura
101
lo más invariable posible” y en ese sentido, lo permanente de la puja hace más fuerte al Poder
como estructura y debilita cada vez más a la Función Paterna, provocando una mayor
descomposición en todos y cada uno de los sistemas. Se pone en juego la Función Paterna
simbólica allí donde se ataca el poder de la función paterna imaginaria.
Cuando se produce el desequilibrio de las fuerzas del poder, la Función Paterna se
actualiza en el lugar de: a- soy y no tengo; b- no soy pero tengo; c- no soy no tengo d- tengo y
soy. Con las dos primeras catalogamos la modalidad perversa, para las dos segundas la
modalidad psicótica. Lo equilibrante se produce cuando quien ejerce la Función Paterna sostiene
el ser-tener-estar a condición de saber que no es, no tiene ni está, simplemente representa a ese
ser, tener, estar. La reacción tiránica de la Función Paterna es muestra de debilidad, ya que el
representante de la función deja su representatividad a cambio del ser y/o del tener. Deducir en
qué opción se ubica la función nos indica el funcionamiento con base perversa para las dos
primeras, no excluyente de instituciones al borde de la implosión se ubiquen en la segunda. La
modalidad autoritaria del Poder Judicial y “su espíritu democrático” ubican a la dirigencia en el
tengo pero no soy, división, una vez más en psicopática para nuestro esquema del lazo social.
Soy, en el sentido autoritario, es decir soy sin representar a la función, por lo tanto es un soy a-
social, tanto para lo interno como para lo externo. Es, en nuestro recorrido, un ser que no es pero
que tiene el poder de realizar acordadas, oficios, resoluciones propias de la arbitrariedad. Nosotros
intentamos una definición estructural de la psicopatía “el psicópata conoce la falta, no la reniega.
Simplemente lo frustra, (por eso se lo confunde con el neurótico) pero se ubica frente al sujeto
seduciéndolo, haciéndole creer en su fantasmática que él (el otro) tiene el objeto. Dicho de otro
modo, seduce al otro mintiéndole que es el otro al que no le falta (por eso se confunde con el
psicótico). Cuando el otro, llamado complementario, ingresa en su propia fantasía sostenida
especularmente por el psicópata es cuando el psicópata dispara su artillería para desmentir (aquí
se confunde con el perverso) la completud del otro. Por eso “no es y tiene”. Tiene la capacidad de
hacerle creer al otro que es posible tener y que de hecho el otro tiene para luego desmentirlo
porque el psicópata tiene el saber que el otro no tiene. Algunos castigan al partenaire por haberse
dejado seducir en la creencia del tener, mostrándoles no sólo que no tienen sino que ellos sí
tienen el poder de mostrar que no tienen. (Tú tienes el dinero, te robo para que veas que no lo
tienes; tú tienes la vida, te mato para que veas que no la tienes, tú tienes el goce, te gozo para
que veas que no lo tienes).”102 En el caso de la Institución: te invito a una familia para que cuando
te lo creas te desmienta lo creído; te hago una promesa de amor, de identidad para cuando me
reclames por ella la incumpla. Más todavía, no estamos diciendo que la dirigencia deba aceptar sin
más cualquier reclamo, se trata de poder discutir racionalmente la factibilidad, importancia,

100
Marchevsky, C. El lazo social. Espacio. Bs.As. Pág.94
101
Ibíd.Pág.97
102
Marchevsky, C.: Lazo Social II, pág. 124.
81
oportunidad de aquellos. Ahora bien, muchos reclamos son legítimos y la reacción autoritaria es
un “no” compulsivo simplemente porque no debe ponerse en juego la autoridad, como si por serlo
es dueña exclusiva de modificaciones o alternativas de acción. Cuando los reclamos son legítimos
lo a-social del poder se liga a la falta de criterio histórico y social de la institución.
La inmutabilidad del Poder
El Poder como elemento independiente interviene más allá de los sujetos y también más
allá de la Institución jugando con todas las debilidades propias que generan ambos elementos. El
Poder tal como lo concebimos no es psicoanalizable, es un elemento exógeno que se incluye
como apropiado la estructura. Recordemos que la oferta imaginaria de la organización remite al
modelo familiar, el más originario para metabolizar. De dónde la institución hace las veces de
madre protectora y el máximo dirigente de padre, heredero del padre fundador. Enfrentar al poder
establecido (cuando decimos enfrentar no nos referimos a la lucha de clases, sino a innovar
modos a lo establecido dando participación directa a aquellos que innovan para sí, no que
disponen para otros) es poner en juego todo el beneficio logrado como oferta institucional. El
miedo es recurrente puesto que los colapsos narcisistas, la identidad, la pantalla para la
resonancia de deseos imaginarios y las fantasmáticas entran en un tembladeral. ¿Cómo se llega,
entonces, al enfrentamiento? La propuesta marxista sobre la toma de conciencia es relativa, no
hubo ninguna revolución donde la conciencia revolucionaria fuera más allá de los dirigentes, en
realidad se trata de tomar inconsciencia. Veamos: se debería suponer económico con todas las
ventajas institucionales al sujeto no mover absolutamente nada de lo establecido, entonces el
conflicto se genera cuando la presión burocrática provoca un nivel de sufrimiento haciendo
reaccionar a los padecientes, cuando la promesa de amor no se cumple, cuando la herida
narcisista no está contenida en el contexto, cuando la razón de impersonalidad es mayor que la
identidad ofrecida, cuando la alienación supera toda posibilidad de subjetivación, así las cosas, el
riesgo del enfrentamiento es más económico que mantener el status quo. Pero siempre con una
condición: como la prevalencia del fantasma familiar rige, se funda como necesario un sistema
equivalente al amenazado, porque lo económico no es el cambio sino cambiar para volver al
origen. Nos referimos a que el Gremio como familia o el C.A.I. como familia se reproducen, sus
afiliados demandan la replica y en ese sentido sus dirigentes en aquel y sus funcionarios en este
pasan a ocupar lugares al modo de la gran institución. Aquí una vez más Castoriadis, aún que el
Gremio o el C.A.I. no quisieran replicar el modelo familiar, es el imaginario grupal como fuerza
social quien impone la estructura que imaginaria hace efecto simbólico. Dicho de otro modo, si un
Gremio o cualquier sub-organización quieren lograr modificaciones, impulsar la fuerza activa,
necesita de la fuerza social que paradojalmente pide garantizar las mismas condiciones que la
institución combatida prometía. De cualquier modo, el Gremio y el C.A.I. no deben ser confundidos
ya que la ubicación de ambos en la estructura es diferente. El C.A.I. por su lugar debe
reestablecer al padre fundador dentro de la institución, no debe instar al conflicto mientras que el
Gremio tiene como función el conflicto. Un Gremio puede hacer reformas organizacionales, una
sub-organización dentro de una institución puede hacer cambios organizacionales. Los
argumentos como mejoras salariales o condiciones de trabajo más favorables son cuasi fetiches
82
discursivos del deseo de escuchar la nueva vieja promesa de amor de que todo seguirá como
entonces aunque mejor. Se trata de dar un nuevo sentido imaginario que finalmente es el mismo
pero que sustente al nuevo padre representante del Padre Fundador, del padre de los ideales. Un
grupo de afiliados seguirá a su líder si este impone un discurso cobijador más fuerte que el de su
oponente. El desdoblamiento del poder en sus fuerzas pone en jaque a la Función Paterna en
tanto quien será el padre representante, el duelo imaginario ocurrirá entre cuál de las dos figuras
paternas tiene más poder para adherirse a él. El público, la masa, la muchedumbre, el pueblo en
las elecciones de autoridades no elige ideas, elige al mejor padre.
Esto funda un contrasentido y una paradoja. Los organismos instituyentes llevados por
una fuerza social como fuerza activa replican el modelo instituido convirtiéndose, aún
protestatarios o renovadores en funcionales al status quo (fuerza reactiva). Si esto fuera
entendido así, el poder dominante debería tranquilizarse y dejar a aquellas fuerzas que empujen
porque al final se diluirían en la misma estructura. Pero, ¿por qué no se tranquilizan? Porque lo
que se pone en juego para los sujetos dirigentes es exactamente lo mismo que se pone en juego
para el conjunto en general: el narcisismo de sus miembros, que no debe confundirse con orgullo
o tozudez, tanto como la pérdida de la identidad y el nuevo encuentro narcisista con la estructura,
la nueva readaptación. En ese sentido las ansiedades paranoicas o el miedo al cambio postulado
por Bleger cobran sentido en las dos direcciones, tanto en los agrupamientos de la fuerza activa
tanto como los de la pasiva.
Una institución escolar
Un colegio secundario ubicado en una zona urbana marginal, sostenido por una fundación
ecuménica contrata a través de su director a un grupo de coordinadores grupales formados por
trabajadores sociales y psicólogos quienes le presentan un proyecto de grupos de reflexión con los
alumnos de cada curso y para los padres de los mismos. El objetivo es generar un espacio de
reflexión de la muchachada en relación a sus problemas cotidianos y por sobre todo con la
institución y sus dirigentes. El proyecto cobra auge de inmediato, los grupos se consolidan con
gran velocidad, los jóvenes participan activamente y se logran aspectos positivos como la
contención de adolescentes embarazadas y de adolescentes transgresores. La reflexión sobre
temas como alcoholismo, drogadicción, sexualidad y violencia familiar son la temática tarea de los
grupos. Por supuesto los profesores y su enseñanza no son temas menores y, por el contrario,
emergentes inmediatos de la reflexión. Se realizan reuniones con padres hablando sobre
sexualidad y adolescencia en conjunto con sus hijos en jornadas muy beneficiosas y provechosas.
Es posible que el objetivo primordial de la fundación y del colegio haya estado vinculado a la
educación formal como modo de socialización, es un hecho que el director del colegio visualizó
que la educación formal era insuficiente y decide la contratación del nuevo grupo. Conjeturamos
que de haber durado el proyecto, los efectos comunitarios hubieran sido interesantes de evaluar.
Se trataba de 100 jóvenes insertos en la zona con edades oscilantes entre 13 y 17 años y sus
padres que comenzaban a ser activos en el proceso enseñanza-aprendizaje. La principal
resistencia emerge del cuerpo docente, particularmente por la modalidad del encuadre de los
grupos de reflexión, (se habla de todo sumado al secreto grupal). El director, atento a lo
83
inconformidad, organiza una reunión entre docentes y coordinadores con el fin de explicitar dudas,
modos y razones. La reunión, exitosa en lo social, no lo es en lo conceptual, los docentes exigen
que se diga lo que se habla en cada grupo particularmente sobre ellos y los coordinadores
informan genéricamente sin satisfacer la demanda. Se trata del único establecimiento escolar de la
Fundación por lo que ésta se ve representada en aquella compuesta por el sector docente, el
alumnado, el grupo de padres, y el grupo de coordinadores. Como son grupos relativamente
pequeños pueden pensarse desde el fenómeno grupal y respecto al grupo docente se puede
interpretar la ansiedad paranoica. La herida narcisista del grupo docente provocada por la empatía
que generan los coordinadores grupales sobre el alumnado y sus padres (probablemente una
vivencia de desplazamiento del lugar que los docentes sentían como el merecido) comienza a
manifestarse a través de insinuaciones “discriminatorias”: al miembro judío del grupo se lo
interroga sobre Jesús, sobre la inmortalidad y reencarnación del alma, si es gnóstico o agnóstico y
al resto, principalmente a los psicólogos, sobre sus creencias religiosas. Desde lo externo se
puede vislumbrar una reacción a lo ideológico, que efectivamente existe porque este grupo de
coordinadores no viene con la bandera del ateísmo aunque tampoco con la religiosidad, la moral o
la ética como bandera. Lo ideológico, tal como lo define Castoriadis remitiendo a Marx es “un
conjunto de ideas que se relaciona con una realidad, no para esclarecerla y transformarla, sino
para velarla y justificarla en lo imaginario, que permite a las gentes decir una cosa y hacer otra,
parecer distintos de lo que son.”103 La ideología es la pintura, lo que se incorpora en la
infraestructura, cuando hablamos de Institución, es el imaginario colectivo. Y una vez más vemos
en enfrentamiento entre lo instituyente y lo instituido en una puja de poder. El proyecto fue
abortado y quince días después el director fue destituido. El verdadero instituyente era el director
de la escuela mientras el grupo de docentes apoyado por la institución mayor, la Fundación, lo
desplaza retomando el equilibrio primario del proyecto original. Dicho de otra forma, la reacción del
instituido provoca un “golpe de estado” al director desplazándolo. Lo instituyente que se manifiesta
en el proyecto escolar, toca a la propia Fundación. Es a ella, al padre superior que se le pide la
caída del padre subrogante.
La fuerza social
En los cuarenta y en los setentas, por el peronismo la razón gremial era muy poderosa
frente a la patronal de turno, en los años de la dictadura militar y en los noventa del menemismo,
el juego de fuerza modifica la fuerza social. En los setenta la fuerza social del estudiantado y de la
juventud trabajadora emerge como una variable que cambia las relaciones internas de los
gremios, partidos políticos y sobretodo universidades. La fuerza social apuntala la inclinación del
Poder tanto en su fuerza activa como reactiva haciéndola constructiva o destructiva. En el caso de
las Instituciones esta variable exógena debe ser consideraba y evaluada ya que las pujas internas
dentro de una institución se apoyan en dichas fuerzas.
Primeras conclusiones

103
Castoriadis, Cornelius. “La institución imaginaria de la sociedad. Vol. 1. Tusquets editores. Bs.As. “ 2da. ed. 1993.
Pág.20.
84
En el análisis vemos por sobre todo lo inmanente de las fuerzas del poder divididas y la
función paterna renegada; la repetición estructural de las instituciones en aquellas que surgen
como contrarias o complementarias; la fuerza social desde el mito institucional es, en lo manifiesto
una razón de servicio social; en lo latente una razón de continencia a lo fantasmático en los
miembros que la componen.
Efectos producidos por la descomposición:

 La confusión entre organización e Institución. Se hace necesario establecer


correctamente la división para poder entender ciertos niveles de conflictos. Propender
modificaciones organizacionales no tocan lo estructural, pero cuando se entiende que toda
modificación implica al poder establecido se crea la confusión. El C.A.I., la escuela urbano
marginal, los residentes de los neuropsiquiátricos son organizaciones dentro de
Instituciones: el Poder Judicial, la Fundación, los Hospitales. Son organizaciones que
responden a objetivos parciales de cada Institución a la que pertenecen. Cuando cualquier
propuesta lógica y racional modificadora de estos pequeños son resistidas sin un motivo
lógico y racional se activa un conflicto que ya no está en el orden de la organización sino
en el orden de la Institución, el silencio dirigencial o la negación sin lógica conduce el
problema a lo institucional imaginario (la familia). Llevada la queja a este campo, la
Institución resignifica lo propuesto como una modificación al poder establecido. Si la
resistencia se impone, la fortaleza de la institución hace muestra su debilidad. Su rigidez,
estereotipia y ceguera frente a la movilidad social e histórica la dejan en evidencia de ser
autoprotectora de sí antes que engranaje y anclaje del sujeto en pos de la socialización.
Sostenemos la división imaginario/simbólico con organización e institución, el punto de
análisis es poder ver las diferencias para saber enfrentarlas. Cuando un gremio lucha por
condiciones de trabajo para sus adheridos lo hace referido al plano organizacional.
Cuando no hay respuesta para ello, esto quiere decir, cuando no existe un si o un no
explícito sino la pérdida del reclamo en la maraña burocrática, al agudizarse el conflicto,
los intereses dejan de ser organizacionales para transformarse en institucionales. Se
ataca a la estructura allí donde la organización no da respuesta. Cuando es la estructura
la atacada surge el conflicto de Poder y pone en cuestión la Función Paterna. El C.A.I. le
hizo una propuesta a la Corte de carácter organizacional, cambio del organigrama para
este sector entre varias modificaciones. Cuando la respuesta es el silencio, el grupo, a los
fines de querer hacerse oír ataca la estructura porque es ella la que no da respuesta. La
puja desde lo organizacional pasa a lo institucional. Se pretende cambiar el dibujo (lo
imaginario) de la organización por un nuevo modelo. El silencio como respuesta promueve
el ataque a la estructura simbólica (la función paterna y el poder) desde sus valores
imaginarios (la familia).

 La identificación con el objeto de la tarea. En la sucesión de elementos confusionales


ocurre la perdida de vista del objeto de intervención situándolo como parte del sujeto
interviniente, el actuante pasa a ser el actor absoluto de la dramatización. El Poder

85
Judicial que tiene como función la de administrar justicia en la sociedad se convierte en lo
interno en una institución plagada de injusticias, reproductora de los mismos delitos,
infracciones, faltas, etcétera que debería juzgar y encaminar. Creación de cargos nuevos
para ubicar a parientes o amigos. Falsas transparencias en los concursos para demostrar
un supuesto accionar legal, anuencia de los organizadores y complicidad de los jurados,
es decir una estafa. Anular un castigo de alguien amigo de un juez o cortesano, castigar a
aquel que no tiene cuña oficial. Pactos espurios con el Ejecutivo en cuanto a salarios y
nombramientos que facilitan al otro poder el saberse protegidos ante cualquier posibilidad
de denuncia (en Argentina jamás a un funcionario se le pudo demostrar culpabilidad, pese
al menemismo y sus secuaces o a la Banelco y sus secuaces). La justicia se justifica
juzgando siempre a empobrecidos, (las cárceles están llena de pobres) creando una
desigualdad donde justamente debería haber equidad. En fin, cualquiera que haya sido
víctima de la justicia mendocina o argentina puede agregar hojas enteras a las
desavenencias internas y externas de este poder. En el Gremio Judicial no está exento de
este fenómeno, sus afiliados acusan a la dirigencia de no defender sus intereses, hablan
del gremio desde una alienación primaria, “ustedes que han hecho ante tal situación…”,
desgano, desidia, voluntarismo, construcción paternalista y verticalista que impotentiza a
las bases pero también a la propia dirigencia. Si se hace un paro y se descuentan
haberes, se culpa al gremio como si fuera éste quien dispuso esa medida. Si un paro
fracasa se acusa al gremio de haber realizado mal las medidas. El afiliado se convierte en
un militante contragremio del propio gremio. En el C.A.I. su objeto de tarea son los
menores infractores a la ley y violencias domésticas de todo tipo. Sus profesionales
comienzan a quejarse de maltrato institucional, de abandono y de maltrato directo de esos
jefes jerárquicos; se comienza a transgredir los encuadres laborales sin importar si el
perjudicado es el compañero, mucho menos si son los sujetos de las causas. Se trampean
informes, se mienten actuaciones, es decir el desempeño del funcionario público es
burlado en complicidad corporativa con los compañeros. En mis experiencias
institucionales en neuropsiquiátricos es curioso como el funcionamiento del grupo está
ligado a la locura. Son grupos confusionales, lesse faire, anárquicos y con un monto alto
de sufrimiento. En el caso del establecimiento escolar los docentes se sienten
discriminados, dejados de lado, huérfanos de jefatura y con sus medios violentan a
colegas y pares. Sumemos además que cuando la Institución toma al sujeto como simple
supernumerario este es ubicado desde la estructura como marginal. Ilustrado por Enriquéz
en un texto referido al trabajo sobre la muerte en las instituciones, logra una descripción
señera del sentimiento que provoca la realidad actual sobre los profesionales que abordan
a la misma: “Si la sociedad contemporánea occidental es esencialmente una sociedad de
producción y un lugar donde cada cual es interpelado en su capacidad de decidir por sí
mismo, de dominar y de entrar en competencia, esas personas (hace referencia a los
marginales) atestiguan que no se interesan ni en la producción, ni en la decisión ni en el
poder, es decir, en nada que sea constitutivo de la existencia de esta sociedad. Ser
86
marginal significa conducirse de manera no congruente con el sistema social y tomarse a
pecho lo que al sistema no le preocupa: la verdad y la autonomía del sujeto, porque el
sistema social es un lugar de simulación e hipocresía que exige a los individuos que sean
solamente productores-consumidores, a los que necesita para perpetuarse. Esta posición
marginal comporta siempre como posibilidad la negación o el olvido de las exigencias
sociales y de la realidad histórica, donde terapeuta y paciente está comprometidos. La
complacencia para con su acción, el interés por su función, pueden arrastrar al terapeuta
(y en consecuencia a su paciente) a la instauración de un proceso de desrealización”104

 La réplica del modelo originario. Una organización puede tener estamentos que no
repliquen el modelo general. Estamentos semiindependientes, descentralizados o
autárquicos de la organización. Que el estamento (dibujo), no muestre replicas del central
no implica que estructuralmente la replica no se produzca. En el esfuerzo por mejorar las
cosas se construyen organizaciones posiblemente diferentes que igualan estructuralmente
a la que combaten. La necesidad de no perder identidad, de no perder un reservorio para
todas las patologías propias o provocadas por la institución y por sobretodo se hacer
descarga de la angustia que genera las heridas narcisistas impulsan la creación de un
nuevo Padre o el retorno al viejo Padre como necesidad. Un ejemplo patético de esto
último lo vemos en los partidos políticos particularmente los trotskista enemigos del
stanilismo y reproductores del modelo de partido de aquellos.

 El rumor como discurso oficial. El rumor pasa a ser información verídica. La difamación,
calumnia o mentira circula como versión oficial creando y recreando permanentes malos
entendidos, voluntarios o no, mayores conflictos, más cercanía a la implosión del
organismo. A su vez el rumor está jerarquizado. No es lo mismo un rumor que sale desde
la jefatura que de el ordenanza, pero si el ordenanza es pariente cercano al presidente,
gerente, o director su valor se incrementa. El sujeto rumiante pasa a tener valor de
significante del mismo modo que se lee en la lingüística estructural. Cuando la pregunta
que se realiza es: ¿quién lo dijo?, lo que se pretende es ver que significante aparea al
rumiador para ver que valor tiene el rumor. No es novedoso el valor del chisme en cuanto
a políticos o funcionarios públicos obligados a dejar cargos por las presunciones de la
prensa que moviliza una “pública opinión”, del mismo modo el rumor es un arma política y
de poder para ostentar logros, objetivos o fines.

 La muerte real. Los niveles de morbilidad institucional crecen a medida que la


burocratización se agranda o que el instituido se hace más férreo. El síndrome de Burnout,
las licencias psiquiátricas, las enfermedades orgánicas comienzan a afectar las
estadísticas.105 La muerte hace presencia no sólo como fantasma sino como realidad

104
Enriquez, Eugène.: “El trabajo de la muerte en las instituciones” Op. Cit. Pág. 101
105
En Mendoza tenemos certeza de este fenómeno a nivel de los establecimientos escolares y del Poder Judicial de la
provincia, suponemos no menor para la administración pública en general. En el caso del C.A.I. área social, los
profesionales y administrativos decidieron realizar por su costo un test sobre el síndrome del quemado. De 37 testados el
resultado fue que el 100% lo padecía, teniendo un 30% en el nivel más peligroso, un 35% el nivel medio y el resto en el
nivel más elemental. Ante estos resultados la Corte, como órgano de superintendencia optó por quejarse de los
87
cotidiana en sus miembros. En organizaciones grandes el riesgo de muerte esté presente.
La razón no debería ser necesariamente institucional ya que infartos, neurismas,
complicaciones pulmonares, infecciones, cánceres, etcétera es propio del sujeto y muere
estando o no en la institución. Pero si a la enfermedad se la asocia a la institución surge el
problema desde otra magnitud. Postulo que una institución enferma y también hace de
plafón a enfermedades ya contraídas. Una institución puede paliar o por el contrario
incrementar un problema de salud. Si un empleado tiene presión alta y a ella se le suma la
presión exagerada de la exigencia laboral, es un hecho que la institución no ayuda a su
salud sino que por el contrario la socava. Si a la exigencia le sumamos condiciones
laborales deplorables, falta de reconocimiento a la tarea, obligatoriedad fuera de horario,
etcétera y se provoca el denominado síndrome del quemado y moving, y si encima la
dirigencia se burla de los afectados a dicho síndrome, no es de extrañar que a
consecuencia de aquel, la gente tenga infartos, diabetes, hipertensión, etcétera. Veamos
este fenómeno sintomático de otro modo, la carga tanática de los sujetos de una
institución se vuelca sobre aquella a modo de residuo. La Institución ofrece ser residuo de
dicha carga que a la vez descarga sobre los propios sujetos; se defiende de ellos. La
muerte como síntoma es un real que fractura y a la vez obtura, es observable en el modo
en que la Institución como un todo se muestra inmutable ante el hecho. Salvo los
compañeros inmediatos de tarea del difunto, la Institución (¿cómo defensa?) no sólo
ignora el hecho sino y además lo desconoce.

 La despersonalización (alienación) como efecto. Se le exige al sujeto a cambio de una


identidad su entrega, pero si esa identidad lo hace supernumerario, lo hace objeto, la
alienación lo funde con la estructura en el mismo modo de funcionamiento. La desidia, el
desgano, la falta de motivación, de incentivos, incorporan el ritmo burocratizado de la
institución al sujeto.

 La despersonalización como mecanismo de defensa. Cuando el mal institucional, la


enfermedad que abruma estadísticas, el stress, etcétera es ignorado por las instancias
decidoras del corregimiento de lo que está generando el estado general, la desidia, el
desgano, la falta de motivación incrementan el nivel de burocracia. Dicho de otro modo, a
la burocracia necesaria de cualquier institución se suma la burocracia de la “voluntad” del
trabajador que devuelve con la misma inoperancia hacia él su accionar al otro, con la
misma indiferencia que siente hacía sí al otro.

 El problema de clases. El conflicto de clases en las instituciones capitalistas son


permanentes. Sin embargo suele haber momentos de bonanza donde la diferencia está
obnubilada por la satisfacción interna de cada grupo que compone al organismo. Velar
por la equidad dentro de la institución es tarea de la dirección y si esta se cumple “la
familia o el equipo” tienen buen padre o director técnico. Ocurre que dicho equilibrio se ve
afectado en el mayor número de veces ya sea por resoluciones externas o internas como
profesionales y conminarlos a que mejoren su salud y eficiencia (¿?) advirtiendo que parte de esas estrategias eran
gremiales.
88
ser promover una asimetría descomunal en los ingresos económicos entre los miembros
que la constituyen. La desigualdad económica no es más que otro síntoma de una
desigualdad ética. El empleado siente que su superior no lo defiende allí donde aquel ha
sido estimulado o “comprado” con un ingreso que lo obliga a enfrentar al mismo empleado.
El “somos un equipo” se disgrega en somos al menos dos equipos o varios. En un sistema
comunista se debería tender a la famosa consigna “de cada cual su posibilidad a cada
cual su necesidad”, en un sistema capitalista a la diferencia de clases por funciones y
lugares jerárquicos. Más cuando esta división se transforma en cualitativa por el monto de
dinero y no por la función hay ruptura. La ruptura, insistimos, no está referida al monto
salarial sino a su implicancia. Los intereses en juego de una institución pasan a ser
valorados desde status del operario y de esa manera hay tratos diferenciados no solo en
el interior sino y además con el afuera. En la justicia se ve claramente que el sospechado
de cierta clase social goza de privilegios que el pobre no tiene. El trato a la clase media
con abogado de prestigio es diferente al sujeto con el abogado de pobres y ausentes, el
padre sospechado en minoridad si es desocupado o de ingresos magros es más
sospechado que el “culto” sujeto de clase media, etcétera.

 Los grupos organizados dentro de la institución. Se producen en la institución grupos


naturales y grupos formales. Los naturales no tienen mayor incidencia dentro de la
institución pero los formales cuando logran generar una dinámica interna que los
transforma en grupo, (al modo en que Pichon Rivière los define) generan una sensación
de atentado. Parecería que la Institución ve subversivo, que “la familia” se construya con
hijos independientes allí donde la máxima autoridad no ha dado su autorización. La razón
es que estos grupos logran formar proyectos, iniciativas propias fuera de lo establecido. Al
Poder de la institución poco le importa si las iniciativas mejorarán el funcionamiento del
conjunto, le importa que dichas ideas salgan de un organismo menor, no de la
centralización y que sus consecuencias sean modificar lo establecido.

 La endogamia como norma. Las Instituciones tienden a cerrar sus vínculos comunitarios
actuando al modo corporativo. “Los trapos sucios se limpian en casa”. Se intenta evitar a
la prensa, a los medios de comunicación, o que salga algún rumor hacia fuera. El
informante es vivido como un traidor y se hace proclive un clima persecutorio entre todos
los miembros, amenazantes-amenazados de decir algo y ser delatados en el decir del
otro.

 El síndrome de la cárcel o el detenido de guerra. Es propio, implícito en las


instituciones carcelarias una especie de “juego” donde se sabe que el detenido hará lo
posible por escapar mientras que el carcelario deberá velar por las medidas de control
para que ello no ocurra. En las instituciones donde el agente trabajador es tratado como
supernumerario del conjunto se detecta que buscará todo ardid, trampa o acción tendiente
al menor esfuerzo y mayor beneficio propio dejando de lado los objetivos comunes de la
Institución y de sus compañeros. Aquel que logra mejores licencias, o mayor cantidad de

89
las mismas, o lugares de trabajo “ñoquis”, o zafar de la tarea que caerá sobre algún
compañero. Por su parte el jefe, gerente, funcionario, etcétera redobla esfuerzos de
control a sabiendas de ese accionar. Y como en un presidio nunca falta el empleado
favorecido por su jefe a cambio de favores, básicamente información.

 El tiempo institucional. Las instituciones, particularmente estatales generan una oferta


imposible de satisfacer de acuerdo a sus recursos. Esto no se evalúa como una razón de
mejora sino que se establece naturalizando la situación. En consecuencia la institución
trabaja permanentemente en urgencia. La urgencia es un instrumento operativo para que
el trabajador actúe sin pensar. Un operario que no piensa es una máquina, una
calculadora, una computadora. Ahora bien, si el operario es un sujeto obligado a no
pensar sino a actuar su valor se supernumerario, de despersonalización, se incrementa.
Sujeto a una patronal que exige que las cosas sean de ese modo el nivel de alienación
insume al trabajador de la institución, al alienador alienante de la misma (el jefe), y por
sobretodo a la propia institución que troca sus objetivos públicos al objetivo de mantener el
sistema tal como está. La urgencia burocratiza y burocracia debe ser leída como el
movimiento necesario para que nunca pase nada, de modo tal que la urgencia se
mantenga estable.
Dos elementos compositores
Pretender cambios radicales en el funcionamiento de una institución es un error
conceptual. Cambiar radicalmente a una institución es crear una nueva. Para ello se hace
necesario de la existencia de una fuerza social que demande, apuntale, y atraviese al sistema
instalado. En Mendoza, el problema de la inseguridad se acrecienta. Las fuerzas sociales están
acorralando a los gobiernos de turnos quienes ineficaces, ineficientes e impotentes carecen de
ideas y proyectos que saneen la situación de la población. Si la fuerza social se mantiene
constante deberá aparecer otra institución que pueda dar cuenta del problema.
En consecuencia, si no se trata de cambios se trata de reformas y las mismas pujan entre
la fuerza activa y la reactiva. Sin embargo, hemos visto que fuerzas instando a la reproducción del
sistema no promueven modificaciones sino funcionalidad al sistema. Aunque los reclamos sean
justos, sean vigentes; las injusticias; el descontento y malestar recae en lo protestatario como
método a condición de subsanar el conflicto que emparcha la estructura. Léase de este modo, si
un gremio lucha por mejorar los haberes, en caso de lograrlo, no hay ningún cambio substancial,
por el contrario hay conformismo y mayor sometimiento al sistema.
Este trabajo apunta al análisis de las instituciones evaluando los niveles de estereotipia,
de burocratización, los instituyentes dentro del instituido y los complejos niveles de
descomposición. Pero también debe evaluar las reales posibilidades de crecimiento, efectores
positivos que faciliten o rompan con lo instituido.
Evaluamos dos elementos compositores. Uno creativo y el otro funcional. El primero
apunta a renovar a la institución desde la demanda que recibe a los fines de facilitar la respuesta.
La segunda es aquella que sostiene “la objetividad” de la razón de la Institución.

90
1- La instancia creativa. Los intersticios
Llamamos intersticios a toda fractura, contradicción, falla, espacio fracturado que se
encuentre en la Institución. Mientras más grande es el edificio institucional, mayores serán
los intersticios ha encontrar. Conflictos del Poder Judicial con el Ejecutivo es un espacio
para lo gremial, contraordenes entre gerentes, falta de orden en ciertos espacios olvidados
por la burocracia, en síntesis agujeros no llenados, olvidados, provocados por la tirantez
entre los dirigentes, lucha de espacio entre los mismos integrantes por la institución. Ahora
bien, allí vemos el real de una institución en su vacío sostén, su vacío estructural, el vacío
necesario para sostener un lleno pero que debilita la estructura en su calidad de agujero.
En su calidad de vacío, de nada existente, no hay resistencia, simplemente porque no hay
narcisismo investido en el lugar. De cualquier modo, no se trata de llenar el vacío a modo
de un tapón, se trata de filtrar por el mismo lo que Castoriadis propone como imaginario
radical. Se trata de generar en el vacío un lleno de creatividad, de algo nuevo, no existente
que por su aparición modifica al edificio o al menos lo mueve. A la larga será un instituido,
como nosotros indicamos que una anomia creativa terminará siendo una norma operativa
o normativa, pero en su impulso inicial, antes de caer en la burocratización genera un
movimiento posible. El intersticio es el espacio no alienante de la organización, espacio
para la imaginación radical o anomia creativa. Apuntala y recrea a la Institución recreando
a los miembros que favorecen la novedad. Esto no implica la no resistencia a la novedad
porque de manera permanente el poder establecido se ve alterado y sus representantes
harán lo posible para desactivarlo. El C.A.I. detectó, por la falta de recursos
gubernamentales, la posibilidad de crear una escuela para padres que serviría como
medida tutelar, medida de protección y de control social a partir de una instancia distinta a
la convencional en la justicia. En un inicio hubo resistencia de los propios jueces de familia
y de niños con causas penales. En dos años de actividad, la propuesta instituyente logró
instituirse. Cuando ello ocurrió la demanda de los juzgados hizo evidente la necesidad de
participar al órgano administrativo para que reconozca la tarea a través de espacio,
material y una subvención muy pequeña.106 La reacción fue quitar todo apoyo a la
iniciativa, presionar a los jefes directos del grupo para que a su vez presionen a los
profesionales a cumplir “con la tarea primaria” que les incumbía. El C.A.I. fue una
modificación en la organización de la justicia de menores, la escuela de familia era una
modificación estructural dentro de la organización. El problema estratégico para hacer
instituyente la escuela fue invocar a los jueces como mediadores directos ante la
superintendencia, apoyo que no prosperó dado los “intereses de clases” que los aúnan.

106
Las Escuela para la familia fue creada por cuatro trabajadoras sociales: licenciadas Laura Montes, Elizabeth Torés,
Elizabeth Horn y Mabel Benegas del C.A.I quienes le dieron participación a otros profesionales y a todos los estudiantes de
la carrera y pasantes de neuropsiquiátricos que hacían sus prácticas en la institución. Los profesionales fueron
aumentando en número y fueron rotando con su participación, con la excepción de las dos primeras nombradas. El costo
económico corrió por cuenta de todo el área social quien daba un diezmo mensual para sostener la actividad. Se llegó a
tener una concurrencia de aproximadamente 60 padres. Las actividades tenían exposiciones sobre temas pertinentes a
familia y posteriores grupos de reflexión secundarios o talleres. Se logró crear una instancia administrativa para la
concurrencia y envío de informe a los jueces. Toda la tarea fue disuelta cuando la superintendencia mandó el mensaje de
que el Poder Judicial no tenía porque tener una escuela en su interior (¿?).
91
2- La instancia funcional: la tarea
El modo recurrente de sostener el nivel simbólico de la institución es sostener la tarea
como elemento tercerizante de toda la imaginería que se construirá en alrededor. Aquí
está en juego la Función Paterna que debe regir esta instancia casi como terapéutica de
todas las fantasmáticas que se produzcan y circulen. Sostenida la tarea como elemento
desaglutinador, simbólico y tercerizante, los niveles de la instancia imaginaria disminuyen
generando menos entorpecimiento. Otro modo sería indicar que en lo primordial la Función
Paterna debe proteger el ideal institucional, aquella meta inalcanzable para la que está
fijada. La tarea se rige desde lo educativo hasta lo organizacional pasando por
interpretaciones necesarias para aclarar determinadas situaciones.107 Parafraseando a
Freud, la lucha imaginaria en una institución es por el padre ideal, la función paterna debe
sostener el ideal del padre, siendo el ideal los ideales propios de la institución. Aún si se
redactase el ideal de padre, esta construcción sería cuasi tautológica ya que el ideal y
padre son la misma institución en cuanto a sus horizontes pretendidos. El ideal del padre
es metáfora es símbolo, el padre ideal está en la instancia imaginaria.
Para el diagnóstico institucional
Proponemos para la realización del diagnóstico institucional
a- Diferenciar el objeto organización de Institución (dejando como salvedad que ninguna
institución se observa sin la organización que se aborda). Diferenciar los elementos
simbólicos de los imaginarios de la Institución. Aquellos que están en la órbita simbólica,
normas, leyes, principios, reglamentos, etcétera es modificable desde propuestas
específicas al organismo competente que tiene la potestad de modificarlas. Aquellos que
son del ámbito imaginario son de nuestra competencia.
b- Detectar los niveles de descomposición de la Institución. A mayor descomposición mayor
burocracia, mayor estereotipia, mayor perversidad y fetichismo.
c- Medir los grados de función o disfunción de la Función Paterna y los desdobles del Poder
en la estructura a través del cumplimiento de la tarea, de su efectividad y operatividad
social. Es decir, medir la capacidad del Lazo Social que establece la institución con la
sociedad.
d- Evaluar posibilidades de intersticios que den una salida creativa a la descomposición
como parte y no como un todo.108
La diferencia que proponemos de manera taxativa frente al abordaje psicoanalítico en
instituciones es aquello que como resto es inabordable por sus grupos: el Poder y La Función
Paterna. El motivo, motivación, razón de una institución implica de manera explícita un
quehacer social, el modo en que efectiviza la tarea hacia la sociedad considerando los
107
Es común esperar de los miembros integrantes de la Institución quejas por su aquí y ahora que no contemplan el
conjunto en cuanto a prioridades, otras necesidades o política institucional. Es justamente el representante de la función
paterna o sus subrogantes quienes deben acicalar con información permanente a los otros miembros para dar lugar a la
idea de conjunto y no de parte.
108
Los niveles de complejidad de una Institución hacen imposible el abordaje de la misma como un todo. Detectar
intersticios es ubicarlo por sectores y depende de los integrantes activos de dichos sectores que se pueda generar algo
nuevo o sucumbir en la rutina de lo alienante instituido.
92
avatares histórico-sociales miden la capacidad del Lazo Social. No nos instalamos en el juego
político de sus protagonistas, medimos el juego de fuerzas del Poder y de su consecuente
efecto sobre la función paterna.

Capítulo VI
GRUPO

La hipótesis

Si un primitivo hechicero daba como explicación a su tribu que una piedra arrojada al aire
regresaba a la “madre tierra” como muestra de la fidelidad de las partes con su origen, esa
explicación no es menos válida que la ley de gravitación universal. En ambos casos se han
logrado construcciones lógicas que explican el mismo fenómeno y a la postre, lo real es el
fenómeno: como sea, la piedra seguirá cayendo.
Del mismo modo, las distintas explicaciones sobre lo grupal, sea cual fuere la
especificación teórica que se aborde, el hecho real es el proceso grupal. Dicho ahora con mayor
rigor; Bion, Anziu, Pichón Riviere, Kaes dieron su explicación sobre el fenómeno grupal. Todas son
lecturas diferenciadas para explicar -he aquí nuestro punto de vista-, el mismo fenómeno. Tal vez,
se quiera objetar que Bion y Anziu leyeron a un grupo terapéutico, Pichón Riviere a un grupo
operativo y que Kaes trabajó sobre el grupo francés de formación o el llamado en Argentina de
reflexión psicoanalítico. Nuestro intento será demostrar que cada uno de aquellos tomó un
segmento del proceso grupal, lo desarrolló y en el desarrollo no pudo menos que quedar
conjugado con aquellos que se quería diferenciar. Este esfuerzo no se realiza para evitar las
diferencias, sino y por el contrario, valorizarlas. Pero intentaremos, al igual que dichos autores, dar
una perspectiva distinta.
93
Nuestra hipótesis, en definitiva, es que se trata de un solo proceso grupal. Que este
proceso se multiplica en modalidades de abordaje según el encuadre (y por lo tanto el objetivo),
sin que ninguna de las modalidades abandone la traza del recorrido grupal. No pretendemos un
isomorfismo de las teorías grupales o un reduccionismo de ellas en una sola, indicamos que cada
cual leyó al modo del hechicero de la tribu el mismo proceso grupal desde su propio, por citar a
Pichón Riviere, esquema conceptual referencial operativo. En cierto sentido nuestra hipótesis se
monta en la de Kaes respecto al aparato psíquico grupal: “La hipótesis del APG (aparato psíquico
grupal) tiene por corolario el hecho de que ciertos elementos del aparato psíquico individual
poseen propiedades grupales o están formados por superestructuras grupales, esto es,
configuraciones de relaciones entre objetos internos regidas por procesos que implican tensiones
y posiciones (cambios de posición) correlativa y que constituyen un conjunto solitario y definido”109.
Tomaremos los modelos de grupos psicoanalíticos: grupos de terapia psicoanalítica, de
reflexión psicoanalítica y operativo, nombrando, sin profundizar, a otros dos modelos de grupos
como el de estudio y el de recreación referentes estos de modelos secundarios.
Nuestro intento se dirige a responder las siguientes preguntas:
1- ¿cada modalidad es una estructura propia, o todas las modalidades responden a una
única estructura que se diferencia en la modalidad? Sea afirmativa o no la respuesta, formulamos
la siguiente:
2- ¿el dispositivo determina la modalidad o la demanda y el deseo inconsciente
determinan la modalidad y el dispositivo? En este último caso;
3-¿el deseo y la demanda de quién?
4- En síntesis, ¿qué cosa hace que un grupo se estructure como de terapia psicoanalítica,
de reflexión u operativo o de cualquiera otra denominación?
Formuladas las preguntas optamos por describir a partir de una observación empírica
cómo son y en qué se diferencian los distintos tipos o modalidades grupales110.

CUADRO 1
TAREA OBJETIVO DEMANDA COORDINADOR INSTRUMENTO
Grupo de terapia Hacer consciente lo Cura en sentido Análisis de los Interpretación y
psicoanalítica. inconsciente. psicoanalítico. problemas individuales señalamiento de los
Principio: Fantasías Simbolización de lo de los miembros del integrantes de manera
originarias, primarias y imaginario grupo. individual en la
secundarias estructura grupal con
predominio de lo
diacrónico sobre lo
sincrónico.
Grupo de reflexión Reflexión de los Discriminación Yo-no Análisis de los Interpretación y
psicoanatico. problemas: a) entre los yo. Pensarse en grupo. problemas que señalamiento de la
Principio: miembros; b) con la Pensar en grupo. obstaculizan a los estructura vincular con
Fantasías originarias. tarea; c) con la integrantes en la predominio de los
institución operatividad grupal. sincrónico sobre lo
diacrónico

109
Kaes, Rene. “ El aparato psíquico grupal. Construcción transicional.” (ficha)
110
En el cuadro se describe al grupo de estudio que no será especialmente tratado. Los contenidos del cuadro se
sustentan en la observación, experiencia y lectura de textos pertinentes que el autor realizó como integrante,y coordinador
de las modalidades. Las definiciones del grupo operativo están relacionadas con la teoría del Dr. Pichón Riviere.
94
a) aprendizaje Satisfacer la Análisis de los Interpretación y
Grupo operativo compartido (co- necesidad específica problemas que señalamiento del
pensar, co-operar) b) que convoca obstaculizan al grupo fenómeno grupal. Lo
Principio: Análisis de hacer cc. lo icc. en la operatividad de observable es el
las ansiedades (elaboración de las la tarea. proceso a través de
básicas
95
Grupo de estudio. Estudio, tarea o a: aprendizaje, Estudiar en grupo Ordenar, motivar,
proyecto en común b: formación, cuidar la pertinencia de
previo consenso c: información, la tarea, guiar,
d: relaciones sociales.. promover la
participación, etcétera

Si bien el cuadro diferencia aspectos entre los modos grupales, no explica la razón de su
diferencia y estructuración. Los elementos observados remiten al modo de funcionamiento, son
diferencias formales, no reveladoras de qué cosa de la estructura hace a determinada
formalización.

Dramática, lo serial y el objeto x

La dramática grupal se detecta cuando un miembro del grupo origina una resonancia en el
resto de los integrantes generando un intercambio ya sea de actuaciones o de palabras. Es
importante para la interpretación de la dramática ubicar la cadena de significantes que construye la
resonancia fantasmal.
Para corroborar la dramática que nos señale el modo estructural del grupo es
imprescindible que se genere un proceso serial. La serie es el retorno de la estructura desde otra
escena, es decir es una repetición en sentido freudiano, es la repetición de la diferencia. Del
mismo modo que en los capítulos de una serie de televisión o en una serie y otra, se repite el
modelo estructural aunque la trama sea (aparentemente) distinta. Las series son divergentes entre
sí pero convergentes en un elemento móvil denominado el cuadro vacío u objeto x. El tiempo de la
estructura es siempre un tiempo de actualización, lo que nos permite pensar que la diacronía, la
historia grupal, se presenta en las series siempre como un aquí y ahora, es decir de modo
sincrónico. El objeto “x” o cuadro vacío es el elemento que permite la circulación, equivale al
objeto perdido. Reconocer lo perdido implica el reconocimiento de un límite, una ley, una
interdicción. En consecuencia, las normas o leyes grupales pueden darnos algún indicio para las
respuestas buscadas.
En el libro de Anziu “El grupo y el inconsciente”, el autor desarrolla cinco reglas básicas
para el funcionamiento de los grupos:
“La regla de verbalización (‘nuestra actividad aquí es la palabra’) completada por la libre
verbalización (“sois libres de realizar los intercambios verbales que deseéis’)”.
“La regla de la abstinencia (‘el monitor no participará fuera de las sesiones ni en las
conversaciones, ni en las actividades de los participantes’)”.
“La regla del aquí y ahora (‘la reuniones se desarrollarán en el lugar y a la hora previstos’)”.
“La regla de restitución (‘sería oportuno que todo lo que los participantes comenten, fuera de
sesiones sobre el desarrollo de las mismas, sea posteriormente comunicado al grupo’)”.
“La regla de discreción (‘lo que las personas presentes dicen durante las sesiones no debe ser
divulgado en el exterior).111
Para conocer cómo funcionan estas reglas en las distintas modalidades grupales,
elaboramos un cuadro de doble entrada esperando obtener de él alguna diferencia orientadora.
111
Anziu, Didie. “ El grupo y el incosciente”.
96
Aclaramos que utilizaremos los términos libre asociación en lugar de libre verbalización,
entendiendo que la significación de los primeros es más propia del contexto con el que nos
estamos manejando.

CUADRO 2
MODALIDAD ABSTINENCIA LIBRE RESTITUCION DISCRECIÓN AQUÍ Y AHORA
GRUPAL ASOCIACION
Entre los Entre los
miembros con miembros entre si
el coordinador
G.T.P. X X X X X X
G.R.P. X - X X X X
G.O. X - (X-) X X X
G.E o D. - - - - - X
G.R. - - - - - -

Referencias:
G.T.P. : Grupo de terapia psicoanalítica
G:R:P. : Grupo de reflexión psicoanalítica
G:O : Grupo operativo
G.E. o D : Grupo de estudio o de discusión
G.R. : Grupo recreativo
x : La norma se cumple
- : La norma no se cumple
(*) : Al no haber escucha analítica es más propio de esta modalidad considerar la libre verbalización, ya
que si bien se puede hablar de cualquier cosa, tal como es la consigna del grupo terapéutico y reflexivo, lo
que se escucha es simplemente el contenido manifiesto de lo dicho.

En principio el cuadro muestra una diferencia entre el grupo de terapia psicoanalítica con
el de reflexión y operativo en la regla de abstinencia. Indagando sobre mayores precisiones acerca
de esta regla, leemos en Anziu: “... de hecho la regla de abstinencia pide a los participantes que
se abstengan, mientras duran las sesiones, de toda relación personal con el monitor o los
observadores. Concebida así esta regla es capital pues enuncia lo prohibido (...) para imponer la
frustración y para, al mismo tiempo provocar la angustia de castración o la herida narcisista (...) El
monitor no se conduce como un objeto de satisfacción real (...) pasa a ser objeto de (la)
realización fantasmática.” “La regla de abstinencia despierta por lo tanto, lo prohibido, pregenital o
edípico (...), es aplicada implícitamente por los participantes a sus propias relaciones.”112
Esta definición ha sido retomada y resignificada, entre otros, por Cristina Rojas, quien
define “... implica esencialmente la renuncia al saber inmediato, ese saber supuesto que, de ser
utilizado, otorga dominio y poder sobre la vida de los otros. Abstenerse de saber implica varias
formas de no hacer: incluye no sugerir en forma inmediata resoluciones (...) no prescribir, no
aconsejar ni promover modificaciones (...)” 113
Podemos concluir que esta regla anuncia lo prohibido. Leemos en Levi-Strauss: “Las
múltiples reglas que prohíben o prescriben ciertos tipos de cónyuges, y la prohibición del incesto

112
Ibid.
113
Rojas de Di Miglio, María Cristina. “Lugar y función del analista en psicoanálisis familiar.” (ficha)
97
que las resume a todas (...)”114 nos hace pensar que el conjunto de reglas son variantes de la
misma regla capital, la abstinencia. Basta con solo enunciar “nuestra actividad aquí es la palabra”
para dejar implícito que la actividad corporal es restringida.
La regla de abstinencia organiza la fantasía de cada miembro del grupo produciendo,
como dice M. Bernard, “... la oferta, por parte del grupo (...) que sirve de pantalla de proyección a
cualquier tipo de fantasmática con lo cual aparece (...) una resonancia de la pantalla”.115
Nos preguntamos: ¿qué tipo de resonancia puede generarse en los grupos donde la
abstinencia es en un solo sentido como ocurre con el operativo y el de reflexión?
En principio afirmamos que en el grupo operativo y en el de reflexión sus miembros están
ubicados en un lugar donde hay mayor discriminación que en el grupo de terapia psicoanalítica.
Sostenemos esta afirmación como efecto de la diferencia respecto a la regla de abstinencia y en el
hecho de que, tanto el grupo operativo como el de reflexión tienen la tarea más o menos explícita
según el caso mientras que el terapéutico, de hecho, no la tiene (explícita). El tener tarea explícita
remite en estos dos modelos de grupos a otra diferencia básica con respecto al grupo terapéutico:
que los grupos de reflexión y operativos son preformados.
Estas tres variables las leemos como indicadores de una mayor socialización, mayor
inserción en la cultura, en tanto que la tarea es representante del otro, del tercero y de lo social. La
problemática, aunque individual, en y entre los miembros, está referida y mediatizada por lo
cultural y social; la demanda apunta a un mejor funcionamiento del grupo en cuanto a la tarea y su
proyección implícita: toda tarea es siempre para otros.
Tomemos de Bernard la idea sobre el grupo que circula entre dos polos: el polo narcisista
y el polo objetal: “Estos dos juegan permanentemente. Se puede caer en una punta o en otra, se
puede caer en el polo objetal en la medida en que (hay) una buena capacidad de discriminación,
se puede caer en el polo narcisista en la medida en que el sujeto busca la negación de
discriminación que lo enfrente una vez más con el problema de la división imaginaria”.116
Sostenemos que este péndulo o circuito lo recorre cualquier modalidad de grupo que esté
bajo la égida psicoanalítica. Sin embargo, las diferencias entre las modalidades las hallaremos en
el mismo trayecto del péndulo, en la posición en que el grupo se coloca en ese trayecto. Marcos
Bernard escribe: “La estructura de este grupo interno probablemente va a ser diferente al grupo
interno post-edípico”.117
Al hablar de posición o de sentido de posición, indicamos la forma en que se significa la
estructura. En el grupo de terapia psicoanalítica el dispositivo ubica al sujeto más cercano al polo
narcisista que del objetal (nos referimos a un primer momento del grupo). No así en el grupo de
reflexión u operativo donde la existencia de la tarea ubica al sujeto en determinada posición frente
al tercero.
Marcamos entonces las primeras diferencias. En el grupo de terapia psicoanalítica hay

114
Levi Strauss, C. “Las estructura elementales de parentesco”.
115
Bernard, M. “transferencia y contratransferencia en grupos terapéuticos.” (ficha)
116
Bernard, M. “La constitución del grupo interno.”
117
Ibid.
98
dificultad para encaminarse a la socialización, mientras que en el grupo de reflexión y operativo la
dificultad se presenta en la socialización. Por otro lado, mientras el grupo de terapia psicoanalítica
puede ser homologado como grupo primario, decimos que el grupo de reflexión y operativo
pueden ser conceptuados como tendientes a lo primario.
¿Y cómo significamos el lugar del coordinador al ser el prohibidor/prohibido (en un solo
sentido) en los grupos de reflexión y operativos?
En tanto la dificultad de estos grupos es en relación con la tarea, equivalente a la inserción
en lo cultural, en lo social, inferimos que el problema es con la ley misma. Los miembros grupales
se reconocen como sujetos a una norma, pero en tanto genera dificultad, ha sido incorrectamente
introyectada. O, dicho de otro modo: se está frente al representante de esa ley; un padre (función)
al que se le reprocha porque hace mal las cosas.
Definamos (por ahora) al grupo de terapia psicoanalítica indicando que la dirección o
principio en esta modalidad parte de dos problemáticas básicas, ambas referidas a la instancia
narcisista: a) una constitución narcisista que rehuye del desamparo originario y/o: b) una situación
aún anterior, la falta de constitución de un objeto único amparador que constituya al Yo “en la
estructura fundante de la relación de objeto y de la organización de la mente”.118
Intentemos ahora pensar la diferencia entre el grupo de reflexión y el grupo operativo
midiendo “con qué grado de discriminación se está actuando119.
En el cuadro 2 existe una diferencia en la regla de la libre asociación. Entendemos que en
el grupo operativo la libre asociación se establece pero manteniendo siempre incita la pertinencia
de la tarea explícita y acordada. Se diferencia del grupo de reflexión donde no hay tema anterior,
se trabaja con lo que emerge en la misma sesión, la tarea es menos específica, tal como formula
Bernard “es el grupo mismo”. En esto vemos más similitud entre el grupo de reflexión y el de
terapia psicoanalítica; sin embargo, la diferencia se instala en el hecho de que, aunque haya libre
asociación, queda manifiesto en los integrantes del grupo de reflexión que los problemas tratados
también portan un límite, al menos un límite de óptica, de posición. Se habla libremente siempre y
cuando, sea lo que fuere, lo que se diga esté referido a la tarea o apuntalado por esta, tarea que
incluye al mismo grupo o la institución que contiene al grupo. Dicho de otro modo, no importa si un
integrante trae una fantasmática que le concierne solamente a él, está en la escucha del
profesional recoger ese discurso como parte de una cadena asociativa grupal y re encuadrarlo en
la tarea propia del grupo de reflexión.
Existe, pues, un mayor grado de discriminación que en el grupo de terapia psicoanalítica y
un menor grado de discriminación que en el grupo operativo, donde la tarea, al ser explícita y
ordenadora, es representante de lo externo, de la realidad.
Redefinamos ahora la siguiente: describimos al grupo de terapia psicoanalítica con
problemas que apuntan a la socialización, decimos ahora; que el grupo de reflexión tiene
problemas en la socialización mientras que el grupo operativo tiene problemas con la
118
Berenstein, Puget, Siquier. “Narciso y Edipo en el proceso psicoanalítico”.
119
Bernard, M. “La constitución del grupo interno”.

99
socialización. Y si bien conceptuamos a los grupos de reflexión y operativos como tendientes a lo
primario, el grupo operativo se aproxima más al grupo secundario que el grupo de reflexión. Y
diferenciando aun cultura de socialización establecemos que: el grupo de terapia psicoanalítica
conlleva problemas culturales a la socialización, el grupo de reflexión problemas a la cultura en la
socialización y el grupo operativo problemas en la cultura con la socialización.
El vínculo sujeto/grupo, grupo/institución, se asemeja a una estructura dual y esta
semejanza nos remite al texto de Berenstein, Puget, Siquier citado donde se lee: “... la estructura
mental de los gemelos (...) es una organización mental caracterizada por la concepción del otro
como igual o mellizo del Yo. A través de esta ilusión supera la vivencia de desamparo y la fantasía
de aniquilación. No participa de la grandiosidad del Objeto Unico (...) Se producen ante el
conocimiento incipiente las primeras diferencias: yo-no yo, yo/otro, boca/pecho. Se instala como
perturbador del sentido de realidad interna, realidad externa”. 120
La similitud con la estructura mental de los gemelos la obtenemos de las experiencias
clínicas que, referidas al grupo de reflexión, se expusieron en las Jornadas de l989 en las
Jornadas de la Asociación Psicoanalítica de Pareja, Familia y Grupo en Mendoza. Los casos allí
expuestos indicaban, a modo de diagnóstico, cómo los grupos de reflexión se fundían, con-
fundían, fusionaban con el objeto de trabajo, reclamando a las instituciones, por parte de sus
trabajadores agrupados, del mismo modo o funcionamiento en que sus pacientes, alumnos,
etcétera, actuaban con ellos. Como gemelos, pensamos, reconocen la diferencia pero se funden
en ella.
De manera tal que, así como indicamos que el temor al desamparo originario predomina
en el grupo de terapia psicoanalítica, el temor al desamparo primario predomina en el de reflexión
y el temor al desamparo secundario predomina en el grupo operativo.
Intentaremos, a continuación, ilustrar las series detallando el lugar del coordinador de
grupos.

GRAFICO 1

NARCISO EDIPO

SERIE 1 SERIE 4
SERIE 2 SERIE 3
Grupo de Grupo secundario
Terapia Psi- Grupo de Grupo Opera- Castración
coanalítica Reflexión .tivo. Terceridad Desamparo
Completud Gemelos Desamparo secundario
Desamparo Desamparo secundario
originario primario

Aquí se ilustran cuatro series. En la serie 1, el coordinador está ubicado en el lugar de la


Madre Objeto Unico o Madre-Padre simbólico, es la ley y funciona en tanto tal como referente de
120
Recordamos a Janine Puget, quien distingue la ley que ordena la diferencia entre naturaleza y cultura de las reglas que
ordenan lo social.
100
la investidura narcisista del conjunto. En la serie 2, el coordinador se ubica como padre interdictor,
su función procura sostener la partición de la fusión entre el grupo y la institución o de los
miembros entre sí, el coordinador aquí se ubica como Padre simbólico aunque visto como Padre
imaginario por el grupo. Quien queda en el lugar de la madre dadora es la institución. En la serie 3,
el coordinador ocupa el lugar de representante de la ley que a su vez se perfila ya ubicada en la
tarea. La pertinencia de esta es lo que sujeta tanto a los agrupados como al coordinador. Aquí
aparece una diferenciación importante: para el grupo, la tarea aparece como razón de su deseo,
para el coordinador la tarea continúa siendo el grupo y no la tarea institucional, el deseo del
coordinador es otro. Si bien su función sigue siendo simbólica, su lugar está más cercano al padre
real. En esta serie la institución ya no es lo cuestionado como un elemento ajeno, ya que la tarea
del grupo convierte al grupo como parte de la misma institución. En la serie 4, el coordinador es un
lugar vacío que representa a la hiancia, la falta que es propia del grupo. La ley, ahora, queda
sostenida por la tarea que se ha convertido en proyecto. El proyecto trasciende del grupo para
ubicarse como obra a la cultura, y en tanto tal, la ley está fuera del mismo grupo pero a la vez
rigiendo a aquel. La institución y otra organización será el medio elegido por los integrantes del
grupo para la realización del proyecto.
El ojo que se ve en la ilustración intenta representar el sentido de posición o efecto de
posición desde donde y hacia donde se dirige el trayecto de cada modalidad grupal. Recordamos
que se trata de un péndulo, por lo que el grupo se desplaza indistintamente en ambas direcciones.
Teniendo presente que Deleuze indica que las series son divergentes entre sí y capaz de
un desarrollo autónomo, aclaramos que el gráfico ilustra una matriz del recorrido grupal, lo cual no
equivale a entender que, iniciado el grupo en determinada posición orientado su devenir al punto
siguiente, implique un cambio de modalidad. Dicho de otro modo: un grupo de terapia
psicoanalítica no se encamina al grupo de reflexión como modalidad, se encamina a la serie 2
como estructura y así con cada caso en particular.
Las series, dice el autor anteriormente nombrado, convergen en un lugar vacío que
siempre circula por ellas promoviendo la movilidad interna de la estructura.
Consideramos que el lugar imaginario donde se coloca al coordinador grupal, siempre
unido a la ley, es la ubicación tapón del vacío, está en el lugar de la falta y la tendencia será
transgredir ese lugar para que la falta se suture, salvo en la serie 4, donde la falta está incorporada
ya en la estructura sustentada en el reconocimiento de ésta por parte de los integrantes. Además,
dada su modalidad particular, el grupo de terapia psicoanalítica nunca llegará a la serie 4 ya que el
fin de este grupo prioriza la individualización de los miembros, quienes, tal vez de manera
personal, puedan llegar a la nombrada serie y sean entonces dados de alta, mientras que la
incorporación de nuevos miembros la reinicie.

GRAFICO 2

Grupo de Terapia S1 S2 S3 S4

101
Grupo de Reflexión S1 S2 S3 S4

Grupo Operativo S1 S2 S3 S4
posición o punto de vista
Grupo Secundario S1 S2 S3 S4

GRAFICO 3

edipo edipo edipo edipo

NARCISO EDIPO

Narciso narciso narciso narciso

Grupo Grupo Grupo Grupo


terapéutico de reflexión operativo secundario

En ambos gráficos, lo que aparece enmarcado remite a la matriz paradigmática del


recorrido de cualquier tipo de modalidad grupal. Es decir todos los grupos recorren o pueden
recorrer hacia adelante o hacia atrás las series. A cada modalidad en particular se le sombreó una
zona que remite a la posición inicial del grupo frente a la serie. Insistimos: un grupo de reflexión, si
está en una instancia regresiva, no va a la serie 1 como grupo terapéutico, va a la serie 1 como
posición estructural; lo propio sucede si el grupo modifica su accionar hacia la serie 3: no se
transforma en un grupo operativo, se modifica estructuralmente al modo de aquella serie.
Veamos ahora lo que intentábamos decir en el inicio de esta exposición. Haremos una
tabla de equivalencias entre los distintos momentos tomados por otros autores, comparados con
las series desarrolladas:

SERIES BION PICHÓN RIVIERE KAES

SERIE 1 ILUSION GRUPAL ANSIEDADES BASICAS Y MOMENTO FANTASMÁTICO


TELE
SERIE 2 DEPENDENCIA PERTENENCIA Y MOMENTO IDEOLÓGICO
COMUNICACIÓN
SERIE 3 LUCHA Y FUGA PERTINENCIA MOMENTO FIGURATIVO
TRANSICIONAL
SERIE 4 APAREAMIENTO COOPERACION Y MOMENTO MITOPOÉTICO
APRENDIZAJE

Retomaremos las preguntas iniciales para darles una respuesta.

102
1-¿Cada modalidad es una estructura propia, o todas las modalidades responden a una
única estructura que se diferencia en la modalidad?
Entendemos que es una única estructura que abre en series distintas modalidades.
2-¿El dispositivo determina la modalidad o la demanda y el deseo inconsciente determinan
la modalidad y el dispositivo?
El dispositivo determina la modalidad de grupo y a la vez su posición o punto de partida en
las series, la demanda y el deseo inconsciente determinan la dirección (en sentido regresivo o
progresivo) del grupo.
3- En este último caso, ¿el deseo y la demanda de quién?
El valor de esta pregunta remite a los agentes que interactúan. El deseo y la demanda del
coordinador del grupo no puede estar fuera de la discusión. El analista coordinador grupal debe
tener en claro su demanda y deseo de coordinar un tipo de grupo para no caer en la confusión de
encuadres. Los miembros de un grupo, a su vez, desean y demandan sin que deban tener en
claro cuál es el sentido de esa demanda o deseo. Una institución puede solicitar para un grupo de
profesionales un grupo de reflexión psicoanalítica, el grupo debe hacerse cargo de la demanda sin
saber siquiera la significación de esta, y puede, incluso, confundir “reflexión” con grupo de
discusión o, “psicoanalítico” con terapéutico. En el malentendido se pone en juego su deseo. No
debe inquietar al coordinador de ese grupo que sus miembros comiencen a hablar de su
individualidad o que todo discurso sea secundario, mezclando la modalidad (reflexión) con una
especie de charla de café; el que debe tener clara la demanda y el deseo (la dirección) es el
coordinador, quien debe escuchar las cadenas de significación (interpretarlas) para dar la
orientación de la modalidad.
Por un lado el dispositivo monta la estructura formal; por otro la relación de los miembros
del grupo con el lugar vacío indica la estructura interna o sea, el momento (serie) particular de
cada grupo.

Lugar y función. El padre imaginario


En las tres modalidades de grupos psicoanalíticos el lugar y la función están
representadas en lo simbólico por el coordinador analista, quien, a su vez, presenta lo simbólico al
grupo (nombra el encuadre).
De cualquier modo, en un primer momento el coordinador es ubicado desde el grupo en el
lugar imaginario designado por la configuración. Nosotros nombramos a esa figura o posición
como padre imaginario, el que, transferido al coordinador, hace de obturador y funciona como el
representante de la resistencia del conjunto.
El coordinador está situado imaginariamente por el grupo como el obturador de una falta
(es quien sabe lo que pasa y debe decir lo que hay que hacer). Se llama a un grupo de reflexión u
operativo para solucionar la/s falla/s, nunca para integrarlas. La función interdictora del
coordinador es de hecho mostrar que el vacío está en otro lugar y que él mismo lleva una falta, es
decir también el coordinador desea.
Tomaremos como ejemplo para el análisis del lugar y la función una sola de las

103
modalidades, en este caso el grupo de reflexión psicoanalítico y cotejaremos luego este análisis
con el resto de las modalidades grupales.
Leemos en Marina Selvatici respecto al grupo de reflexión psicoanalítica: “En nuestro
modelo, el equipo de coordinación está compuesto por un coordinador y un observador. Este
equipo se ofrece a los integrantes del grupo a modo de una disociación instrumental entre los
niveles de intervención y de observación necesarios para la tarea de un coordinador, que deberá
tender a integrarse como dos funciones entrelazadas”.121
Mirna Roth indica que el “coordinador en tanto yo-sujeto, aparece indiscriminado con el
objeto-grupo, representación sincrética que da cuenta de un tipo de vínculo con exclusión del
tercero. Desde el lugar de un yo-observador, apoyado en el otro coordinador con un rol
diferenciado, manifiesto, rol concreto, observa al grupo y al coordinador juntos, según el modelo
de una madre que (portando la huella de la castración) mira la diada madre-bebé, en una
completud imaginaria. Desde este punto de observación, brindará su lectura del acontecer grupal
y aportará aquellos elementos que pudieron haber quedado escindidos en la captación de su par
coordinador, como del grupo en su totalidad. Pensamos, que la posibilidad de identificación
introyectiva con ese yo-observador que provee un modelo-representación, conformará aquellos
que sostienen la posibilidad de una actividad reflexiva.”122
La coordinación representa dos lugares y funciones que deben ser introyectados, a partir
del reconocimiento por parte del grupo, de su razón simbólica.
La preexistencia de un grupo que luego se actualizará como grupo de reflexión, lleva en sí
la existencia del mismo grupo pre-existente más dos lugares y funciones, en un inicio,
necesariamente encarnados en los sujetos de la coordinación.
Es mi opinión, derivada de lo anterior, que cuando en un grupo de reflexión se enuncia el
“nosotros grupal” excluyendo a los sujetos de la coordinación, hay un saber en el decir del grupo:
que los sujetos de la coordinación no pertenecen a dicho grupo, siendo función de la coordinación
señalar que lo que sí pertenecen al grupo son los lugares y funciones de la coordinación, cosa
desmentida en el “nosotros grupal”.
En relación con grupo terapéutico podemos pensar que, en cierta medida, también es un
grupo preformado. La diferencia con los dos anteriores, que no es poca, parte de que quien lo
tiene preformado es el analista, quien demanda y desea a ese grupo. Ahora bien, cada integrante
que conformará al grupo terapéutico también tiene su pre-juicio, su pre-formación del grupo y
pasado un tiempo, cuando los miembros comienzan a renovarse, el nuevo miembro ingresa a un
grupo ya formado.
Tal vez ayude el siguiente esquema:

MODALIDAD OBJETO ORGANIZACIÓN


PREFORMADO.
TERAPÉUTICO CADA UNO DE LOS MIEMBROS FANTASÍAS ORIGINARIAS

121
Ravenna de Salvatici, M. “Un modelo de formación en psicoanálisis de Grupo.” (ficha)
122
Roth, Mirna. “Hacia qué de la reflexión entre la articulación yo-no yo.” (ficha)
104
PREFORMADO.
REFLEXION EL GRUPO FANTASÍAS PRIMARIAS

PREFORMADO.
OPERATIVO TAREA FANTASÍAS SECUNDARIAS

Los coordinadores actualizan desdoblando dos lugares estructurales con sus


correspondientes funciones dentro del grupo. Estos lugares son propios del grupo de reflexión y no
propiedad de la coordinación. Entendemos que cuando M. Roth señala al yo-observador como
modelo de identificación proyectiva, alude a que dichos lugares son una posición y no una
posesión. A la vez identifica el triángulo con la etapa donde la terceridad es convocada, es decir el
yo-observador funda al padre simbólico mientras que el coordinador lo representa. Si la
coordinación funciona desde un inicio como la madre indiscriminada, el coordinador trae “su
propia huella de castración”, mientras que la observación la representa. Ambos construyen al
padre-madre simbólico. Ahora bien, en otro momento del grupo, y una vez instalado el vínculo
transferencial, será cargada sobre el coordinador una figura imaginaria. La coordinación ocupará
el lugar del supuesto saber. Nosotros lo equiparamos al padre imaginario. El observador, si
continuamos la posición anteriormente descripta por Mirna Roth, está en el lugar del padre velado,
del padre oculto, del padre que no habla, del padre real.
Si el objetivo de un grupo de reflexión es lograr una mayor discriminación entre el yo-no
yo, y siguiendo a M. Roth, el primer modelo de fusión es el del coordinador con el grupo al modo
de una diada, siendo además el observador el referente de la huella de castración que sostiene la
discriminación, de todo ello inferimos la aparición de otras constelaciones que repiten en serie la
estructura señalada. Proponemos el siguiente gráfico a modo de ilustración:
Estructura Estructura Estructura
del grupo del grupo de del equipo
preformado reflexión coordinador
(Estatuto/contrato/ (tarea/teoria) (supervisor)
Institución)

Tarea observador teoría

Grupo institución grupo coordinador coordinador observador

Cuando la diada grupo/ institución entra en crisis, y esta es señalada como un síntoma por
la tarea/teoría, este tercer elemento es el que hace llamada al grupo de reflexión. El segundo
momento es el descrito por Mirna Roth: el coordinador grupal se ubica en el lugar que pertenecía a
la institución como el primer interlocutor del grupo, el observador encarna la teoría/tarea, vigilante
de que esta se cumpla. El tercer momento es cuando la diada imaginaria es formada por el propio
equipo de coordinación; el observador pasa al lugar de la coordinación, el coordinador se ubica en
105
el lugar que ocupaba el grupo y es la teoría/tarea el interdictor garante de la tarea, representada
por el supervisor.
Las funciones se encuentran desdobladas en cuanto el equipo esté formado por dos
miembros; en caso de que la coordinación recaiga sobre un solo sujeto, este cumple con las dos
funciones conjugadas. No vemos objeción respecto a que, en este caso y como parte del
encuadre, el coordinador anuncie que el trabajo grupal será super-visado, es decir que el lugar del
observador se incluya como lugar virtual sujeto a introyección123.
En tanto equipo, modelo simbólico, consideramos que el observador debe marcar, señalar
o puntualizar en voz alta y delante del grupo todo, las oportunidades que, pertinentes al proceso,
indiquen la caída de la coordinación de su función. Dicho de otro modo, debe sostener el deseo
del coordinador interpretándolo cada vez que este haga caída (síntoma). Podríamos decir que
mientras todo el peso de la dramática recae sobre el coordinador, todo el peso de la simbolización
recae sobre la observación; aunque el coordinador cumpla su función interdictora, siempre se
encuentra en el límite del adentro/afuera de la dramática. El privilegio (y condena) del observador
es su silencio, y la semántica inherente a este silencio a partir de lo observado. Y nótese con
cuidado lo siguiente: el observador es quien priva al coordinador del objeto imaginario (el
grupo); a su vez y en consecuencia, mientras el coordinador es el verdadero mediador de la
dramática, el observador es el verdadero coordinador del grupo.
Definimos la función del analista de grupos: ha de ser siempre el representante de la ley
simbólica. Esto significa que su función básica radica en sostener el encuadre grupal, pero a la vez
saber que es el propio encuadre quien el sostenedor de la función, por lo que él no es el dueño
del encuadre, ni el encuadre es a su antojo, sino que el coordinador está sujetado (subordinado) al
encuadre y a la teoría que lo sostiene en el proceso grupal.
Imaginariamente el coordinador será vivido como dueño del encuadre, como portador de
la ley y, al mismo tiempo, como un “yo soy la ley”. La ley que rige a todo el grupo, coordinador
incluido, está siempre por sobre los miembros grupales, aunque en un inicio esto no será vivido
así. Se le atribuirá poder al coordinador, poder del que sabe, poder del que legisla. En la instancia
fundante del grupo, esto surge como necesario, el coordinador funciona maternizado, ayuda a
construir la “piel” del grupo, su placenta ilusoria, la llamada “ilusión grupal”; a medida que esto se
consolida, la función se debe correr a la tarea interdictora que ayuda a la discriminación del yo-no
yo marcando las diferencias individuales de los miembros agrupados.
Lo diremos nuevamente: desde la coordinación, el equipo ocupa un solo lugar y función,
lugar que remite a lo simbólico. Desde el grupo la coordinación es colocada desde un lugar
imaginario que consolidamos como el del Padre Imaginario. En un grupo psicoanalítico, transgredir
la norma es más que eso, es desafiar a quien la colocó; estamos frente a una actuación, una
dramatización y una repetición. Se llama a un analista de grupo para que ayude ante una crisis,
pero, una vez puesto en juego el dispositivo, el grupo repetirá la escena de la horda primitiva, es
decir, desafiará a la conducción siempre y cuando esta no complazca la demanda inmediata y a la

123
Agregamos que el trabajo grupal sea supervisado.
106
vez imposible del grupo. Si el coordinador funciona como líder, ya sea paternalista, autocrático,
demagogo, laisser faire o democrático, obtura con su actuación el proceso porque responde a la
demanda del padre imaginario dador, pero si niega ese lugar comienza a ocupar en el imaginario
grupal el lugar del padre (siempre hablamos de función) imaginario para ser reprochado, (el grupo
falla por culpa del coordinador y no por propias falencias).
Este lugar es fácilmente detectado si el equipo está desdoblado; si la transferencia sobre
el coordinador es positiva, recae sobre el observador toda la crítica. En los grupos hay infinidad de
manifestaciones al respecto para rechazarlo: “no se entiende lo que dice”, “lo que dice está fuera
de contexto”, “es mejor o peor que el coordinador”, “tiene menos experiencia”, etcétera.
Supongamos que la transferencia al coordinador es negativa, recaerá sobre este la crítica en
oposición al observador. Pero si queda en claro que ambos son un solo equipo, que son funciones
desdobladas cuya factibilidad puede cumplir una misma persona; entonces la crítica, el desafío
realizado por el grupo, es la escena montada para el análisis. Ese profesional llamado para
salvarlos y que naturalmente no puede salvar nada porque carece de lo que se demanda, se
transforma inmediatamente en “la cosa”.
Debe examinarse con cuidado la disyuntiva acerca de si la resistencia está dirigida al
padre simbólico o al padre imaginario. En el primer caso, el conjunto de miembros ubicados en
oposición a un padre simbólico demandan algo en el orden de la frustración originaria e imaginaria
de un objeto real perdido, que el grupo en tanto tal, intentará nombrar como el mismo objeto. Se
pone en juego el duelo por la muerte imaginaria del padre real como lo resistido.
En un segundo caso, cuando los lugares de la coordinación han sido desdoblados y
tenemos al padre imaginario como sostenedor del encuadre y al observador como un padre real
velado, taponado por aquel, estamos ante una demanda que implica algo en el orden de la
privación real de un objeto imaginario como demanda o queja, mientras que lo que resiste el grupo
es el dar muerte simbólica del padre imaginario.
Consideramos que la primera instancia está más radicada en el grupo terapéutico y que la
segunda en los de reflexión y operativo. De cualquier modo, ello no excluye lo regresivo o
progresivo para cualquier modalidad. Incluso permanecer demasiado en la primera instancia
puede hablar directamente de las dificultades en la constitución del grupo. No hay grupo sin padre
simbólico.
La puesta en escena de un grupo de pares, de hermanos, donde el acto de la sexualidad
queda desplazado al saber, a la simbolización de la sexualidad, y donde la figura fálica recae
sobre el que tiene la palabra interdictora, controladora y privadora por excelencia, engasta al padre
tiránico encarnado en la coordinación. Las resistencias grupales, coordinador incluido, sostienen al
padre imaginario, al análisis del superyó y del Ideal del Yo imaginario, simbólico y real en favor de
la construcción narcisista primaria.
Un grupo demanda ser sostenido en su síntoma, es decir en su estereotipada ilusión
grupal de ser los únicos, los mejores, etcétera. Al coordinador se le exige que obture toda falta que
los haya llevado a la crisis, la resistencia es la misma demanda al padre imaginario. Se llama a un
padre imaginario para que potencie la ilusión y si este no cumple (obviamente no puede hacerlo
107
cumplir), es atacado en lo que hace a su función simbólica. Como toda demanda de amor, está
que hace creer a los miembros que el amor todo lo puede es desmentida desde el deseo de cada
miembro que comienza a faltar o a no encubrir o a reclamar por lo propio. Es responsabilidad del
coordinador sostener en análisis la frustración imaginaria (ilusión grupal) al conjunto.
Desde el analista de grupo, le suponemos ese saber, que es ubicado como aquel que
obtura el desenvolvimiento; pero su función es justamente desmentir esa posición, que es la
posición del padre imaginario convocando la función simbólica. Cabe al observador ser el privador
en el vínculo , del coordinador al grupo. Cuando el proceso grupal adopta la función simbólica del
coordinador, cabe al observador “castrar” en lo símbólico al coordinador, mostrar su falta (de
saber) en relación a los miembros del grupo.
Si bien en la serie 3 y la serie 4 podemos semblantear a un padre real en el proceso, es
importante señalar que no hay padre real de una psiquis colectiva. Este es el contrasentido de la
configuración grupal; si bien el análisis grupal da cosas que el individual no puede obtener, del
mismo modo el individual da cosas que al grupal le es imposible lograr. La destitución del padre
imaginario grupal va a favor de la revisión individual de dicho padre, lo enhebrado imaginariamente
en la creación del conjunto sobre el coordinador debe volver como lo puesto por cada uno para
cada uno. La serie 4 desarma al grupo como analítico en pos de otra modalidad grupal
(secundaria) y/o en pos del análisis individual de cada uno de sus miembros.
Pero dejaremos en claro nuestra posición: la configuración grupal no llega a la serie 4 más
que como una conquista teórica. Así como se ha considerado que las configuraciones grupales
ofrecen al analizante una posibilidad que la individual no da, así también marcamos, por una
contraria, la diferencia. La configuración grupal no analiza la castración, no puede llegar a esa
instancia. Permite el análisis de la frustración imaginaria y de la privación real, ayuda a entender la
muerte imaginaria del padre real consolidando la figura simbólica del padre, pero no analiza la
castración simbólica. El padre real, en grupo, siempre será un semblante inabordable. El lío, el
groppo, se desanuda, se neurotiza favoreciendo las preguntas individuales de sus miembros. No
hay posibilidad colectiva para el padre real.
Dicho de otro modo -y esto en relación con aquello que asemejan familia y grupo-, un
grupo o una familia pueden estar compuestos de miembros neuróticos que cuando apelan a lo
vincular, apelan desde modalidades psicóticas o perversas de su funcionamiento, pero elaborados
esos “núcleos”, los miembros (en tanto neuróticos) retoman su privacidad, su yo-no yo, para (en
caso de desearlo) continuar su análisis de manera individual.

108
109
APENDICE 1

SOBRE “LAS LOGICAS COLECTIVAS” DE ANA MARÍA FERNÁNDEZ

Algunas apreciaciones sobre la autora.


Ana María Fernández debe ser muy buena docente si condice con su calidad como
escritora. Su letra deja fluir al lector no sólo en su sencillez sino y además en su capacidad para la
comprensión. Su ágil pluma, accede a conceptos, ideas, reflexiones, de por sí, complicados de
traducir. Muy lejos de aquella pretensión está mi escritura donde los epítetos más generosos
indican que soy ininteligible, arcaico, barroco, críptico, demasiado lacaniano, en pocas palabras:
“no se entiende nada”.
Leyendo su texto encuentro una nueva objeción a mi postura porque si bien desde Sebrelli
era fácil refutar que los racionalistas anulan el pensamiento de los “románticos” sin valorar siquiera
el esfuerzo de comprensión de una nueva forma de realidad o de interpretación de la misma;
ahora el conflicto se hace mayor ya que Fernández, sin conocer mi escritura, articula los autores
de manera tal que queda en cuestión mi forma de comprensión o en todo caso, la manera de
utilización de aquellas ideas.
Lugar de encuentro.

110
Existen en el libro varios lugares de encuentro. Resalto, ante todo, el punto en común que
inaugura su escritura y coincide con mi cuestión ¿cuál es la relación entre lo psíquico y lo
social?124 Aquellos que siguen mis cursos sabrán que dicha pregunta fue la generadora de la idea
del Lazo Social como hipótesis de respuesta en cuanto al objeto de conocimiento para el Trabajo
Social. En la introducción leo otra coincidencia, al menos en su intención, “se trata de pensar lo
que se hace y saber lo que se piensa.”125, nosotros lo redactamos como “pensar es hacer” idea
original que tomé de Marcos Bernard126. Incluso, desde posiciones diferentes ambos coincidimos
en que el sentido es una construcción y no un valor predeterminado; “Suponer un sentido propio
escriba en una ontología de la sustancia-esencia, la ousía, de un ente en sí definido y distinto…
Ser en el lenguaje es, en tal sentido, ser en la significación” 127. También puede leerse el concepto
de imaginario radical, tomado de Castoriadis, semejante a mi propuesta de anomia creativa: “Los
nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que los hacen posibles refieren a lo
imaginario radical instituyente que da cuenta de los deseos que no se anudan al poder, que
desordena las prácticas, desdisciplinan los cuerpos, deslegitimizan sus instituciones.” 128 Toma en
su metodología lo que denomina repetición insistente que puede emularse a mi repetición
estructural, aunque este último término no sería del agrado de la autora.
Diferencias.
Pero las coincidencias son menores respectos a las disidencias. El contexto teórico desde
donde se sostiene una y otra son fundantes de la diferencia. Fernández hace consistencia a través
de Castoriadis, por mi parte a través de Lacan. La autora nos refiere que en su propuesta; “...no
se ha trabajado en el marco de un dominio de objeto unidisciplinario.”129 “Pensar las cuestiones a
indagar como campo de problemas atravesados por múltiples inscripciones: deseantes, históricas,
institucionales, políticas, económicas, etc, (...) Este modo de pensar intenta superar los
reduccionismos necesarios a las lógicas del objeto discreto que se delimitaría en los momentos
fundacionales de las ciencias humanas que territorializaron tales saberes en disciplinas
académico-profesionales (...) Pensar un campo de problemas se diferencia en ese sentido de la
idea de objeto de conocimiento.”130 Todo lo contrario a la propuesta del Lazo social como objeto
de conocimiento, el que pretendo propio de la disciplina y aunque contemplo la multiplicidad me
esfuerzo por generar una matriz cuasi universal para poder abordarla. “El problema no es una
pregunta a resolver sino que los problemas persisten e insisten como singularidades que se
despliegan en el campo.”131 Definiendo campo como “aquello que agrupa lo discontinuo, sin
132
cultivar lo homogéneo”. Para nosotros, en tanto Trabajo Social como profesión, sí se trata de dar
124
Fernández, A. M. “Las lógicas colectivas”. Bs. As. Editorial Biblos. 2007. Pág. 15.
125
Ibid. Pag.32
126
Psicoanalista vincular especializado en grupos, publico varios libros en colaboración y fue uno de los primeros
traductores de Kaes en Argentina
127
Ibíd. Pág. 81
128
Ibíd. Pág. 92
129
Ibíd. Pág. 27
130
Ibíd. Pág. 28-29.
131
Ibíd. Pág. 29
132
Ibíd. Pág. 29
111
respuesta a una pregunta: el punto que anuda lo social sociológico con lo psicológico individual.
Ocurre que nuestra disciplina se muestra absolutamente inversa a la construcción de otras
corrientes sociales o humanistas tradicionales, pretender para nuestra profesión des-disciplinar y
la deconstrucción de las lógicas internas es casi una tautología ya que nuestra disciplina se
caracteriza por su des-disciplinamiento y de su poca construcción homogénea. Justamente, la
falencia de nuestra profesión reside en la falta de lineamientos propios que la ubica en la práctica
como auxiliar de otras disciplinas pretendiendo el profesional actuar en interdisciplina de modo
simétrico pero sin que pueda aportar algún tipo de especificidad. Nuestra profesión carece de
categorizaciones teóricas propias y como contraparte se cristaliza en dogmas. La falta de teoría
rígida es al mismo tiempo virtud y defecto ya que no se solidifica por el cúmulo de producción
teórica renovada sino por la falta de ésta y la constante toma de préstamos de cualquier otra.
Esta intención arcana de encontrar un objeto de estudio propio para la profesión puede ser
interpretada como resabios del positivismo y efectivamente, se trata de la búsqueda de una
territorialización que promueva límites. En plena globalización busco la nacionalización. Podría
pensar que argumentos de la autora tomados de Castoriadis servirían como justificación a mis
esfuerzos cuando alude a “que una de las características más profundas del simbólico es su
relativa indeterminación...”133, o apropiarme de un rizoma y pretender que mi aporte es parte del
conjunto, más no me parece correcto utilizar argumentos que justamente son base del
cuestionamiento a mis sustentos134, en todo caso dicha generosidad se la dejo a aquellos que
comparten aquel concepto.
Podría tomar prestado de Trotsky su idea del desarrollo desigual y combinado que él
aplicó a la evolución económica e histórica de los pueblos para fundamentar su revolución
permanente y decir que también en el mundo de las ideas el desarrollo desigual y combinado hizo
que el Trabajo Social a partir de la reconceptualización 135, se haya convertido en una especie de
vanguardia de los deconstructivista por el modo de intentar plasmar una novedad en el modo de
crear pensamiento. Sin éxito, por falta de elementos pero con una gran intuición sobre lo que
vendría. Sin embargo, tampoco adhiero a esta posición benévola. El Trabajo Social pecó en ser
una acción pensada como acción para la acción misma. Y no dejó de pecar, como lo hicieron otras
profesiones, de engreimiento o soberbia de hacer del quehacer una nueva panacea factible de ser
aplicada a todo y cualquier cosa ya sea en lo político, social, institucional, o en praxis
revolucionarias.
Diferencias teóricas.
En desarrollo del sustento teórico del libro de Fernández toma tópicos similares a los de mi
texto. En uno de los capítulos de mi primer libro propongo la trilogía lacaniana del imaginario-

133
Ibíd. Pág. 42
134
La frase citada culmina del siguiente modo: “se diferencia de ese modo de los planteos estructuralistas que ubican al
sentido como combinatoria de signos.”
135
Aludo al Seminario de Teresópolis...
112
simbólico y real, el sentido como efecto significante y por resignificación y otros elementos del
estructuralismo tomados del mismo texto que cita la autora de Deleluze136.
Fernández tomando a Castoriadis diferencia el concepto lacaniano imaginario con el
término imaginario social que “alude al conjunto de significaciones por las cuales un colectivo –
grupo, institución, sociedad- se instituyen como tal; para que como tal advenga, al mismo tiempo
que construye los modos de sus relaciones sociales-materiales y delimita sus formas
contractuales, instituye también sus universos de sentidos. Las significaciones sociales, en tanto
producciones de sentido, en su propio movimiento de producción inventa – imaginan- el mundo en
que se despliegan.”137 Mientras que para el psicoanalista francés los tres términos; imaginario,
simbólico y real son diferenciables y a la vez indisociables para Castoriadis “lo imaginario remite a
otro orden de sentido; ya no como imagen de, sino como capacidad imaginante, como invención o
creación incesante social-histórica-psíquica de figuras, formas, imágenes, es decir, producción de
significaciones colectivas. (...) En Castoriadis, lo imaginario es siempre simbólico y refiere a la
capacidad de inventar-imaginar significaciones...”138 Desarrolla una diferencia entre el imaginario
social efectivo y el imaginario social radical, el primero está ligado a lo ya instituido, el segundo a
lo creativo a inventar. Este último concepto lo agencio a la conceptuación de anomia creativa que
postulo como el gran instrumento del Trabajador Social, sin embargo la asociación es mía y no
deja de lado que los contextos teóricos que la promueven son diferentes. Continuemos: “una de
las características más profundas de lo simbólico es su relativa indeterminación; se diferencia en
ese aspecto de los planteos estructuralistas que ubican el sentido como combinatorias de
signos.”139 (En Lacan como combinatoria de significantes) Respecto a lo real: “Es una significación
imaginaria- más real que lo real- donde ha operado un deslizamiento de sentido, combinación
particular de metáfora y metonímia.”140 Mientras que el Lacan son tres registros diferenciados que
se anudan en Castoriadis es un registro (el imaginario) que desprende o produce los otros dos. La
discusión que promueve respecto al sentido como resultado de la combinación de signos con la
lingüística estructural remite a que esta desde su postura anula la historicidad y la potencialidad de
cambios y transformaciones en la sociedad. Respecto a lo que nosotros trabajamos como el
retorno a lo mismo; la autora, siguiendo al autor de marras indica: “La ingenuidad del
estructuralismo a este respecto es conmovedora. No tiene nada que decir acerca de los conjuntos
de elementos que manipula, acerca de las razones de su ser así, ni acerca de sus modificaciones
en el tiempo. (..) Como si la organización social pudiera reducirse a una secuencia finita de si/no y
como si, precisamente cuando un si/no se halla en acción, los términos sobre los que recae
estuvieran dados desde siempre y desde fuera, mientras que, en tanto términos y en tanto
precisamente esos términos, son en realidad creación de la sociedad en cuestión.”141 Fernández

136
Nos referimos al artículo de Gilles Deleuze “En que se reconoce el estructuralismo” Historia de la filosofía. T. IV, Madrid
Espasa. Calpe.
137
Fernández, A. M. “Las lógicas colectivas”. Bs. As. Editorial Biblos. 2007. Pág. 39
138
Ibíd. Pág. 40
139
Ibíd. Pág. 42
140
Ibíd. Pág. 53
141
Cita de la autora del libro de Castoriadis la institución imaginaria. V.2.
113
refuta, de la mano de Castoriadis, las ideas de leyes históricas que postula el marxismo y la
causalidad propuesta por el positivismo, nosotros utilizamos el concepto freudiano de repetición y
de compulsión a la repetición como el retorno a lo mismo desde la diferencia como lo postula
Delleuze142 y que llamamos repetición estructural. Buscamos un modo más preciso de dar con la
estructura que sostiene las patologías o conflictos que demanda nuestra acción. En este instante,
tal vez el punto en cuestión sea diferenciar objetivos porque en el caso del Trabajo Social no se
interroga una respuesta genérica de lo social sino un encuentro con una posible terapéutica social.
Habría que elucidar si la diferencia hace a esta última pretensión.
En la discusión filosófica que propone en el capítulo III, argumenta con mayor claridad la
lógica de las diferencias apoyándose en Delleuze y Castoriadis quienes “reconocen la necesidad
de pensar las categorías específicas de aquello que escapa a la determinación casual…” 143
Delleuze de la mano de Lucrecio reclama indagar “lo diverso como diverso ya que el problema no
estaría en la constatación de la diversidad de la naturaliza sino en encontrar, como reclamaba
Lucrecio “una razón de lo diverso”, es decir pensar la diversidad como categoría.”144 La
discusión que Sebrelli intenta realizar frente a los “no racionalistas” carece de la lectura de
Castoriadis quien da fundamento más preciso de aquel que intenté por mi cuenta a favor de la
motivación de aquellos pensadores. La inclusión de lo imaginario, del modo en que Castoriadis lo
postula, como creación, invento, capacidad de proyección, lo imaginario radical, nunca llegó a
tomarse seriamente por parte de la filosofía tradicional. Surge la necesidad de una nueva lógica
para contemplar lo imaginario que a la vez se presenta como diverso y disruptivo. La postulación
que tal vez asemeje a mis ideas de la inexistencia de una sola lógica, remite al concepto “lógica
de los magmas” diferente a encontrar una razón a lo diverso. “…pensar en términos de magmas
es pensar en una multiplicidad que no es numerable. No podemos contar lo que contiene sino que
solo podemos distinguir aquellos que se descubre en cada momento. Se trata de una indefinida
cantidad de términos eventualmente cambiantes reunidos por remisión. Esta relación opera como
una prerrelación facultativamente transitiva. Es decir que para que un dominio del ser opere de
modo magmático los elementos de tal universo deben contar con una particularidad que es
capacidad de remitirse unos a otros. Las operaciones de la lógica identitaria consistirán en
transformar estas singularidades virtuales –que se encuentran en estado magmático- en
elementos distintivos y definidos, solidificando en un enlace la prerrelación de remisión en la
relación. Al fijar el flujo de emisiones, la relación mantiene juntos elementos del magma en
relaciones determinadas y determinantes (identidad, diferencia, pertenencia, inclusión)”. Mi
esfuerzo parece en un sentido opuesto a la postulación magmática y a la vez confluye en una
contradicción. Mientras intento una lógica unificadora para el Trabajo Social, al mismo tiempo
indico que esa lógica únicamente puede ser paradójica, en ese sentido Fernández me rescata
“(…) No se trata tanto por tanto de oponer lógicas identitarias y magmáticas sino de considerar su

142
Deleuze G. “Niezstche y la filosofía”, Barcelona, Anagrama, l.986. Pág.
143
Ibíd. Pág. 70
144
Ibíd. Pág. 72.
114
imbricación permanente.”145 De cualquier modo, mi idea no implica la multiplicidad como motor
sino un conjunto de identitarios lógicos para cada sí y paradójicos para con el otro. La diferencia
no estaría tan cerca de ser un valor positivo como un valor que es positivo para sí y negativo en
relación al otro. Mi propuesta tiene más acercamiento con lo molar y como encuentro de molares
que quiebran la universalidad y la esencialidad del pensamiento hegemónico del poder de turno,
pero que no descarta que sea así en cada grupo que ostenta modalidades propias de convivencia.
Aunque coincido en parte respecto al trabajo sobre el sentido, no puedo dejar de ver la
contradicción que genero al adherir a la diferencia como recurso al tiempo que defiendo la unidad
conceptual. Mas duramente la autora lo dice así: “La exigencia de determinidad da cuenta de
una particular violencia de discurso al utilizar el modo exclusivo la lógica identitaria. Implica
violencia puesto que en tanto determinidad opera desmintiendo, excluyendo toda alteridad.
Cuando, por ejemplo en el campo de las teorizaciones, acciona esta reducción de determinidad,
condición de la referencia identitaria, se transforma en una ontología y se vuelve instrumento
inseparable de las pretensiones de construcción de saberes absolutos.”146 De mi parte, no
pretendo ninguna ontología, tampoco pretendo generar un fundamentalismo teórico, aunque
nunca me pareció incorrecto y hasta envidie que las distintas profesiones tuvieran escuelas que
las distinguían entre sí. En ese sentido es cierto que pretendo generar una violencia particular para
el discurso del trabajador social, sin dudas promuevo algo en el orden identitario y aspiro, como
todo teórico ser tomado y que los elementos estallen y dispersen fragmentos de reflexión. Me
explayaré sobre este tema más adelante. El concepto de poder no está excluido del trabajo de la
autora tomado desde una perspectiva no afín con este autor: “…en la relación imaginario social-
poder se refiere a los imaginarios sociales ya instituidos que participan de la producción y la
reproducción de un modo de poder. Consolidan lo instituido, anudan unos deseos a unos poderes
y operan como organizadores de sentido estableciendo líneas de demarcación de lo lícito y lo
ilícito, lo permitido y lo prohibido, lo bello y lo feo, etc. En rigor, no sólo líneas de demarcación sino
también de afectación, valoración y ponderación que dan forma a los anhelos y las prioridades de
aquellos que integran un colectivo social.”147 Argumento que da pie a la crítica que enarbolan
Delleuze y Guatari sobre el reduccionismo psicoanalítico y que por el contrario sustento como un
modo teórico que ayuda a la comprensión (en nuestro libro anterior respecto a familia en éste
respecto a pareja, grupo e Institución). El Poder en cuanto su dos prevalencias dominio y potencia
de un acto es cuestionado por la autora cuando es interpretado, puesto que genera el riego que
ésta se dirija a una instancia de dominio. “… es también necesario abrir interrogación con respecto
a la dimensión política de estas operaciones de reducción de las intervenciones interpretantes. En
un proceso de captura de múltiples sentidos hacia producciones de sentido único es insoslayable
pensar en tales intervenciones la relación que establecen con los sistemas de poder y sus formas
de reproducción. Los clerigos aspiran siempre a fijar sentido y a formular la interpretación

145
Ibíd. Pág. 77
146
Ibíd. Pág.82
147
Ibíd. Pág.91
115
correcta.”148 Podemos observar varias diferencias, en mi caso la interpretación es central para la
intervención. La interpretación tiene valor simbólico y es un valor diferencial, en mi propuesta el
Poder no aparece como el resultado de anudamientos sino casi como un numem del mismo modo
en que trato a la Institución. Resulta interesante las reflexiones que la autora refiere al
psicoanálisis, del cual toma, siguiendo a Castoriadis, la mónada psíquica, emula las
representaciones originarias de Freud como una creación del imaginario radical y tomando el
concepto de sublimación freudiano no acepta la organización social a partir de dos prohibiciones
fundamentales: el inceso y el parricidio sino que considera que además existen las significaciones
imaginarias sociales. “El más mínimo gesto de la madre hacia el infans condensa en acto
múltiples instituciones sociohistóricas. (…) las consecuencias teóricas, pero también políticas, de
reducir las funciones del poder a prohibir “, implicaría “un reduccionismo familiarista para pensar lo
social. Pensar la dimensión inconsciente desde un juego repetitivo pulsional-edípico lleva a
considerar tal dimensión desde un criterio que reduce la organización magmática de la psique en
un único organizador matriz de posteriores modalizaciones transferenciales.”149 Aquí Fernández se
pregunta el porqué de la aceptación del modelo de representación en Freud el que podría ser
cuestionado del mismo modo que lo hace aquel autor con el de imaginario de Lacan. Otra
diferenciación importante remite al deseo: “… la persistencia de un modo de pensar el deseo
colocará una de las posibles dimensiones deseantes –deseamos lo que nos falta- como la
característica esencial del deseo; el deseo es carencia. Si el pensamiento platónico-aristotélico
colocó las bases del hombre fallado, el cristianismo ensambló la falla con la culpa y su necesaria
expiación-resignación a través de la gobernabilidad de la pastoral. El deseo pensado como
carencia daría cuenta del anhelo imposible de los humanos por alcanzar la perfección –completud
de la idea-, Dios. De allí se vuelve inherente al deseo el posicionamiento de la castración.”150 De
cualquier modo, respecto al modelo psicoanalítico la autora decide que su libro no es lugar para
dicha discusión. La cita anterior la utilizo porque apunta directamente al modelo “reduccionista” de
éste autor para la elaboración de las distintas configuraciones. Sin desvalorizar el hallazgo
lacaniano sobre el sujeto del inconsciente como sujeto barrado o escindido, cuestiona el modo de
pensar el sujeto como desdoblado entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. “El
enunciado es el producto de agenciamiento, que siempre es colectivo y que pone en juego en
nosotros y fuera de nosotros multiplicidades, devenires, acontecimientos, etc. Inventamos
agenciamientos a partir de agenciamientos que se han inventado y esto hace que una
multiplicidad pase a formar parte de otra. Aquí se establece una importante diferencia con la idea
de estructura, que pone en condiciones de visibilidad y enunciablidad lo específico que delimita en
el armado de conjuntos de puntos y de posiciones, de relaciones binarias entre esos puntos y de
relaciones biunívocas entre esas posiciones. Los acontecimientos por el contrario, implican
multiplicidad.”151 “Los agenciamientos de enunciación no se reducen al sujeto, ni a las palabras, ni

148
Ibíd. Pág.165
149
Ibíd. Pág.120
150
Ibíd. Pág.267
151
Ibíd. Pág.184
116
a los significantes, sino al conjunto de los enunciados, a lo diferentes regímenes de signos que
configuran los agenciamientos de expresión de lo posible; son máquinas de expresión que
desbordan al sujeto y el lenguaje.”152 Por otro lado el concepto de sujeto o subjetividad lo liga al
de representación que en tanto es idea que surge del sujeto al mundo crea una imagen de
totalidad antropomórfica: “Pensar la subjetividad exige desandar un sentido común disciplinario –
que ha ubicado la cuestión del sujeto en la interioridad, en oposición a un mundo o realidad
pensados como exterioridad- fundado a partir de un modo particular de la territorialización
disciplinaria como efecto de identificaciones tempranas. En realidad, todas las instituciones
producen subjetividad y en tal sentido es necesario desmarcar la noción de subjetividad de
‘familiarismos` fundantes. (…) Los modos de subjetivación se articulan con los modos de
objetivación que establecen relaciones de saber y legitiman las distribuciones de poder y los
espacios (públicos y privados) legitimizados para la circulación de cada colectivo (clases, géneros,
etnias, colectividades religiosas, grupos etarios, etcétera).” 153
A modo de síntesis: “Indagar las lógicas colectivas supone desde esta perspectiva trabajar
las dimensiones subjetivas puestas en juego evitando, como ya se ha dicho, sustancializar,
esencializar o naturalizar una idea de sujeto que connote en el marco del universal
antropológico.”154 (…) ”… la noción moderna de sujeto es inseparable de la noción de
representación y de un modo particular de pensar la diferencia –en clave platónico-hegeliana-
como negativo de la idéntico; por tal razón una reformulación crítica del sujeto cartesiano implica,
a su vez, poner en discusión –tanto en el plano estrictamente filosófico como en el plano político,
pero también en las territorializaciones disciplinarias- la noción de representación y la
relación identidad diferencia.”155 ” ¿Cómo pensar categorías que no recaigan en el problema
de la representación?, ¿cómo operar con una lógica de la diferencia que no se sostenga en el a
priori epistémico de la diferencia como negativo de lo idéntico?” “Esta idea deleuziana de
diferencia de diferencias que no remiten a ningún centro o idéntico se acompaña de la idea de
una repetición que no remite a ningún origen; se trata de hacer diferencias más que de ser
diferente; de este modo refiere a diferencias de intensidades, no a alteridad. Son diferencias que
están ínsitas en aquello que se va diferenciando. Es un poder ser, un poder ser abierto, activo que
en este hacer diferencias va produciendo multiplicidades. (…) la multiplicidad es un don de lo
diverso, de las diferencias que retornan como intensidades que se repiten configurando plexo de
relaciones rizomáticas.” (…) “se trata de pensar una dimensión subjetiva que se produce en acto,
que produce sus potencias en su accionar; es decir, pensar básicamente en un campo de
inmanencia y no trascendental, singular y no universal.” “No se trata de negar la categoría de
sujeto, mucho menos de negar lo que permanece sino de producir las herramientas conceptuales
para pensar una dimensión subjetiva producida en el ‘entre` de un colectivo en acción; es decir
que se trata de pensar esos restos, excesos que se producen en el ‘entre` de los pliegues y

152
Ibíd. Pág.185
153
Ibíd. Pág. 278/79
154
Ibíd. Pág.271
155
Ibíd. Pág.272
117
repliegues y despliegues de las multiplicidades. Pensar esos restos-excesos es pensar esos
cuerpos sin organismo, esas partes de cuerpo que agencian y fugan en lógicas de multiplicidad
para lo cual, tal como se señaló en páginas precedentemente es necesario habilitar un pensar que
piensa diferencias de diferencias que no remiten a lo idéntico”156
Las lógicas paralelas
El problema que siempre visualice frente a las posturas posmodernas es su extremada
relatividad o su empeño deconstructor sin que se vislumbre el efecto productivo. Para mi resulta
más sencillo aferrarme al marxismo porque tiene método y se aplica que generar un método de
derrumbe sin ningún tipo de alternativa mediante. Varias observaciones me gustaría realizar frente
a la propuesta de las lógicas colectivas:
a- Discurso académico versus discurso lego
Creo no prejuzgar, considerando los antecedentes de la autora, si invoco el
enfrentamiento que titula este segmento. Ya sea por su voluminosa bibliografía, donde en varios
de sus libros figura como coautora, o por su quehacer universitario; el discurso de Ana Fernández
surge de elaboraciones colectivas, ya sea a través de grupos de estudio, discusión o reflexión.
Tiene un rigor –de mi parte- difícil de igualar. De este lado se encuentra un lector que recoge la
comprensión a través de su constante cotejar con la práctica cotidiana, llámese ésta experiencia
de campo, de burócrata, de supervisor o de consultorio. Doy cursos, por lo que la docencia no está
alejada de mí, sin embargo no recreo en ellos ni con colegas o grupos posibles para una
elaboración más ceñida de las ideas, principalmente no propias. De cualquier modo, esta
diferencia me hace pensar en otra dicotomía. Por momentos leyéndola y principalmente leyendo a
los autores franceses me parece estar frente a una nueva construcción de un idealismo metafísico
donde las ideas se discuten con las ideas y combaten en un feroz encuentro de lógicas dando
saltos cualitativos, útiles y novedosos al pensamiento. Sin embargo cuando se intenta asir la idea
a la vida cotidiana, lo que vulgarmente se llama la práctica, hay un abismo enorme entre el
concepto logrado, recreado y fundamentado por un lado, con la calle o los intersticios de los
encuentros diarios. Como ejemplo: aún que Foucault se atribuya haber hecho prácticas
hospitalarias; da la sensación que desconoce el dolor del enfermo psíquico. No se puede discutir
la genealogía del hospicio como espacio de discriminación del distinto pero tampoco se puede
negar un lugar a la locura y para mal, aquella que aflige y daña al sujeto. Adherir a la posición de
Engels “la criminalidad es una primera forma de revuelta” en pleno siglo 20 (el de Foucault) es
desconocer diferencias importantes; “Me parece efectivamente que a los finales de siglo XVIII y a
comienzos del XIX, la criminalidad ha sido percibida en el proletariado mismo, como una forma de
lucha social. Cuado se llega a la asociación como forma de lucha, la criminalidad no tiene
exactamente este papel; o mejor dicho la transgresión de las leyes, esta inversión provisional,
individual del orden del poder constituida por la criminalidad no puede tener la misma significación,
ni la misma función en las luchas. Es preciso señalar que la burguesía obligada a dar marcha
atrás delante de estas formas de asociación del proletariado, hizo todo lo que pudo para arrancar

156
Ibíd. Pág. 277 en adelante.

118
esta fuerza nueva, de una fracción del pueblo, considerada violenta, peligrosa, irrespetuosa con la
legalidad, presta en consecuencias para la sedición”.157
Cuestiono las diferencias llevadas al extremo, no nos permiten un posible abordaje ya que
todo queda relativizado al uno a uno, a la situación actual, al “depende del punto de vista de cómo
se mire”. Valorar la diferencia no es excluyente de valorar el común porque sin común no hay
diferencia, dicho de otro modo, si la diferencia es la regla, la diferencia es una paradoja, se
transforma en lo mismo que se critica: un universal sustancialista. Se trata de encontrar puntos de
anclaje donde ciertos “relativos universales” permiten apreciar la diferencia.
El sentido
El sentido es una construcción imaginaria que cierra las hendiduras al pensamiento
aunque valorar la contradicción únicamente como camino que abre esas hendiduras genera
dificultades. A mi modo de ver un relativismo extremo del que el Trabajador Social harto imbuido
en su práctica profesional lo que ayuda a entender que no todo sentido es invalidado por su
operatividad. El Trabajador Social puede adherir a las posturas progresistas foucaultiana sobre la
discriminación que se produce con el preso y el enfermo mental allí donde la sociedad no tolera la
diferencia. Pero pergeñar un sistema de pensamiento donde se premedito la intolerancia al distinto
no es suficiente si se considera que en su momento tanto el sistema de justicia o la psiquiatría no
sabían dar mejor respuesta sobre el delincuente o enfermo mental que no sea su reclusión. Se
puede presumir que en los orígenes, la pregunta frente a cierta diferencia fue: ¿qué hacemos con
este tipo? Que la respuesta haya sido contaminada por el Poder de turno, bien para el análisis;
más si el poder de turno dio con la respuesta ya instituida, descartarla no resuelve nada,
simplemente lo revela. La pregunta que en la inmediatez tiene el profesional cuando se encuentra
con un niño de nueve meses rajado por su padrastro violador se repite ¿qué hacemos con este
tipo?, cuando el profesional se encuentra con la adolescente que “engaña” a su familia durante
nueve meses, parea en el baño del lote, esconde al bebé recién nacido en una bolsa de basura y
lo arroja para que la municipalidad se lo lleve, sitúa al profesional en la emergencia y no en la
concepción teórica de la diferencia o de la libertad. El enfermo mental sufre y debe ser tratado,
¿dónde?, el delincuente con característica psicopática pone en riesgo mi vida, la de mis hijos, la
de mi familia, ¿qué hacer?
Anécdota: estoy sentado en un café de la peatonal (en aquella época la peatonal todavía
no se había construido por lo que solicito haga el lector una composición de lugar), estoy con dos
contertulios discutiendo apasionadamente sobre cuál es la verdadera forma revolucionaria: si el
maoísmo o el trotskismo. Se nos acerca un niño de aproximadamente cinco o seis años,
andrajoso, pálido, con signos claros de desnutrición, poco higienizado. Nos pide una limosna. Los
tres nos miramos atónitos. Luego de un instante comenzamos a discutir si dar limosna es hacerle
el juego al sistema y si no darla es agudizar las contradicciones. Optamos por esta última, nos
refutamos dialécticamente ya que surge que el niño en cuestión padece de hambre hoy. El niño,
incrédulo y con evidente muestra de no comprender, nos mira con la palma de su mano extendida

157
Foucault, M. “Microfísica del poder.” Las ediciones de la piqueta. Madrid. Era ed. 1.992. Pág. 66.
119
hacia arriba. La discusión se deriva en que seguramente es explotado por un mayor y que lo que
le demos se le sacará. Finalmente el niño se retira refunfuñando. Los tres marxistas sopamos con
tranquilidad la medialuna en el café y como si nada hubiera ocurrido continuamos nuestra
originaria conversación sobre Mao y Trotsky. El análisis crítico académico peca de una alienación
que horroriza, estamos defendiendo valores de seres que son potencialmente agresores del propio
defensor. La escuela es una institución alienante y represora, pues bien, ¿no mando a mi hijo a la
escuela? Un ser querido sufre de un problema cerebro vascular, ¿busco el mejor médico aunque
su discurso sea hegemónico o busco al médico que se dedica a los derechos humanos?
¿Volveremos al cliché “asumo la contradicción”? Si bien es una originalidad el inteligir la creación
de la cárcel y del detenido como una forma social de discriminar la diferencia, ello no puede ser
tomado como una totalidad y dejar como efecto/fenómeno social producto del sistema y de la
lucha intestina del mismo en manos de una solución que embandera cambios radicales sin
contemplar al uno. Una anciana de 72 años es violada y muerta por su nieto de 16 años. Un
hombre de 39 mata a sus padres ancianos para quedarse con la casa. Un niño lleva la pistola de
su padre militar al colegio y mata a tres compañeros, dos jóvenes violan, amordazan y
descuartizan a dos mujeres, madre e hija para llevarse 3.000$. La mujer golpeada encubre al
golpeador ya sea por síndrome de Estocolmo, por cretina o por falta de medios económicos para
mantener a sus hijos. Dos niños son torturados por un padre sádico y otro cómplice. Aglutinar toda
actuación anómica como una producción de sociopatía excluye o justifica al psicópata reduciendo
los conflictos a la órbita política social y excluyendo responsabilidades individuales que hacen con
su quehacer conflictos políticos sociales. Así como no todo es económico, no todo es psicológico,
así también no todo es social. Fundar una realidad en las circunstancias obviando la individualidad
es caer en una nueva forma de stanilismo. La cárcel fue creada no sólo para recluir al diferente y
al pobre, los hospicios no son solo almacenes de la diferencia, aún caducos y cuestionables
tuvieron una razón que debe ser explorada. Porque si se trata de algo nuevo, se trata de aquello
que se funda también en el pasado y por cierto; si las instituciones se crearon para encerrar la
diferencia (locos y asesinos) del otro lado, del lado de los “libres” ¿cuántos locos y asesinos
quedaron? (veasé Rasputín, López Rega, Videla, Hitler, entre tantos). Si se trata de la estructura
del poder, no se trata tanto de la diferencia como de la instalación del sujeto en el lugar; ¿de qué
lado del poder se ubica el sujeto ya sea que esté loco o cuerdo?
La última cita del libro de Ana Fernández invoca en una misma frase no menos de siete
veces el verbo pensar. El asunto es que se piense lo que se hace y hacer lo que se piensa para
poder reformular el pensamiento. Pero si se trata de pensar lo pensado, la neo metafísica idealista
queda en cuestión. La práctica que la autora pone en consideración en su libro en la segunda
parte, en particular el capítulo 3 “La chica de la silueta”, deja en claro que cierto tipo de pensares
ubicados en laboratorios dan muestra y prueba de su efectividad, pero no es lo mismo montar un
laboratorio para confirmar una hipótesis que acercar la hipótesis como efecto de la realidad. La
asociación lograda por “la chica de la silueta” y otros miembros del público que observan la puesta
en escena, impactan a la autora por que se nombran a los desaparecidos. Sin embargo, no
debería sorprender si se considera al dispositivo como un condicionante de la situación. “Puede
120
usarse en su estricta acepción foucaultiana refiriéndose a los dispositivos sociohistóricos y /o
institucionales ‘ya dados` en lo social. Pero también se usa para referirse a artificios tecnológicos
diseñados por nosotros en la intervenciones institucionales y/o comunitarias.”158. Si tomamos en
cuenta que el grupo tiene entre sus coordinadores a Pavlosky y al contexto universitario que
genera cedazo natural entre los alumnos que eligen el taller, el momento sociohistórico, el
momento institucional y la propia intencionalidad (consciente o no) de sus coordinadores, remitir a
los desaparecidos, la madres y abuelas, la dictadura, etcétera, sería lo esperado. Si el mismo
ejercicio se hiciera en el barrio Norte a nadie se le ocurriría, al ver la silueta vacía, una asociación
con los desaparecidos pero, ¿por qué no pensar que ambos grupos por igual se podrían
escandalizar por lo ominoso del dibujo que muestra una figura erótica desprovista de cuerpo, es
decir un real, menos imaginario que lo imaginario, pero real?
El crear sentido puede obturar la producción individual del sujeto, de ello da cuenta muy
bien el psicoanálisis que se dedica a romper certezas en el individuo y que lo apuntala a una
salida creadora, novedosa de su rumiar cotidiano. Pero en el vínculo social, allí donde el sujeto
pretende vivir en sociedad podemos crear pautas de sociabilidad de convivencias represoras
conjuntamente a proyectos que mancomunados nos obliguen a ciertas pautas que rijan la
sociabilidad. El sentido en lo social anula el pensamiento desde el devenir histórico, allí donde lo
creativo se instala como norma pero no anula la posibilidad en el presente y futuro inmediato de
algunas generaciones, allí donde se instala como un ideal a llegar. Los ideales de Jesús, de Marx,
de Freud, de Nietzsche mueven a la sociedad a un fin posible o imposible hasta el momento
cuando la Iglesia y sus dogmas, la lucha de clases, el todo es inconsciente o la diferencia de la
diferencia se transforman en verdades absolutas.
Para Castoriadis el fin revolucionario es lograr la autonomía del sujeto, yo planteo un fin
distinto: la producción. Produzco allí donde me produzco. La nueva contradicción marxista podría
formularse ya no como entre los medios de producción y las relaciones sociales de producción
sino entre los medios de producción y el deseo del sujeto de producir, porque su no producción lo
inhibe de tener relaciones sociales, salvo las establecidas, las alienadas. El capitalismo no da los
medios, los restringe no solo en lo alimentario, económico (necesidades básicas) sino y sobre todo
en aquello que impulse al sujeto a hacer obra de su imaginación.
El sentido (el ideal) es necesario para obtener esa contradicción. Es necesario en el aquí y
ahora como pivote, “como palenque donde rascarse”. También surge como cierre del
pensamiento o como obturador de la angustia. ¿Y con ello qué? Llevar al sujeto al sin sentido al
no ser de sí es conducirlo a la angustia necesaria para el su propio desarrollo tal como el
psicoanálisis enseña. En términos de sociedad tener un sentido parcial impulsa al sujeto a una
construcción producto y proyecto para sí y los demás. No hay angustia institucional, societaria o
colectiva, la angustia es del uno a uno. Las dos fuerzas se entremezclan. Al sin sentido del sujeto,
sumado un ideal social como oferta, puede dar una construcción que no tiene, ya que tapar la
angustia del cada uno lo ayuda a sobrellevar su ser-existiendo en sociedad.

158
Fernández, A.M. Ibíd. Pág.115
121
El lazo social es una teoría que intenta dar un sentido, un sentido de reflexión al uno a uno
de los Trabajadores Sociales frente al uno a uno de sus casos. Lo relativo lo producirá el devenir
histórico, las condiciones de entorno dejarán a este "saber” sobrevivir o no, mientras tanto, en el
¿qué hago con esto?, tener una posibilidad de poder pensar algo para proponer, una acción
posible que visualice una respuesta lo menos frustrante y más creativa posible. La angustia
individual que el profesional tiene frente a su vocación o su vida no será vía lazo social como la
obture. Poder crear, aunque sea en lo conceptual, algo sobre los callejones sin salida con lo que la
tarea lo enfrenta es poder, angustiado o no, impulsarlo a seguir siendo parte del conjunto social.

ANEXO 2
Los cuasi universales
Coincidiendo con la crítica imputadas a las certezas por obturar el pensamiento y con el
fascismo identitario observamos, sin embargo, la existencia de cuasi universales que
paradójicamente funcionan y operan en ciertos grupos como si fueran universales. Para
ejemplificar lo anterior ponemos en consideración algunos de los que consideramos universales:
Dios, el cuerpo, la muerte (finitud), la guerra y las fiestas.
Dios el universal
Nuestra idea se sustenta en las religiones predominantes cuyo estandarte es el
monoteísmo como logro. La paradoja es la siguiente, para cada una de ellas Dios es Uno y Único
a condición de ser el verdadero, por lo que los otros dioses uno y únicos son falsos. En
consecuencia vivimos un sistema teológico politeísta con existencia de varias dioses Uno.
Intentaremos en este ítem dar cuenta de un análisis posible de la diferencias entre las tres
grandes religiones monoteístas que nos atraviesan. El análisis lo basamento en el valor del

122
significante padre (y más rigurosamente sobre el interrogante ¿dónde se encuentra el padre?), el
cual varía su significación de acuerdo a la posición que obtienen frente a la muerte.
Las tres religiones preguntan por el padre y por la muerte: ¿Qué es un padre? ¿Qué es la
muerte? Las tres religiones dan respuesta acabada en la creación de Dios.

SUJETO JUDAISMO CRISTIANISMO ISLAMISMO


DIOS DIOS DIOS
UNO UNO UNO
PADRE TERRENAL. MÍSTICO TERRENAL
LOS PATRIARCAS DIOS ABANDÓNICO
(MEDIADOR)
HIJO TERRENAL PADRE/HIJO/ESPÍRITU TERRENAL Y MISTICO
EL PUEBLO SANTO EL PROFETA
(MEDIADOR)
PUEBLO --------------------- PUEBLO PUEBLO

En principio el uno es común para las tres religiones,159 lo diferente es el mismo Dios. Si el
padre es el jefe político y religioso y muere, ¿dónde está el padre, dónde queda el jefe? Los tres
credos aceptan el vacío (la muerte) como motor inicial de la fe pero el vacío no es común, tiene
orígenes diferentes.
Para el judaísmo el falso sacrificio del hijo (Isaac) da lugar al nacimiento del padre. Para el
judaísmo el sacrificio recae sobre el mismo Dios.160 En tanto inmortal, aún sacrificado de sí
Dios existe. Sacrificado Dios, el judaísmo inventa al padre; Abram se transforma en Abraham. No
hay sujeto revelado. Abraham, Moisés y todos los patriarcas no son deshumanizados y tampoco
sacrificados. El padre del judaísmo es mediador entre Dios y el hijo. Siendo Dios el representante
de las respuestas fundamentales y el hijo representante, emergente del pueblo, del incierto.
En el cristianismo la respuesta judaica sobre el padre no alcanza. En consecuencia, Dios
es descendido al hombre y a la vez el hombre es negado como padre. El padre de Jesús no es
José, María le atribuye la paternidad al espíritu presentando al mismo Dios como el padre. A su
vez Jesús es el hijo que encarna a Dios hecho hombre. El cristianismo humaniza a Dios, lo hace
con-sistente, a cambio de la deshumanización del hombre. En consecuencia, Jesús elabora su
respuesta como producto de un padre celestial que desde el ajeno es él mismo Jesús. Al quedar
confundido el padre con el hijo, se funde con aquellos Dios y el espíritu santo. La indiscriminada
tetralogía obliga al hijo a inventar un padre/iglesia quien mediará, discernirá entre ese
hijo/padre/Dios y su pueblo. En el cristianismo, el sacrificio del hijo es a cambio del invento
de un padre como respuesta.
Al islamismo, tampoco satisface la respuesta cristiana sobre el padre. Si el padre de
Ismael es Abram, éste reconoce al hijo pero lo obliga a perderlo en tanto padre. Abram es un
padre que muere para Ismael cuando se hace Abraham. Mahoma parece repetir y a la vez resarcir
la historia de aquel patriarca. Tiene un padre que muere cuando aún el profeta es niño. Es criado
por un tío y convive con tribus nómades. Mahoma inventa el Islam como respuesta. Islam significa:
159
Los tres dioses tienen los atributos que Parménides le dio al ser, inmortal, inmutable, inconmensurable, omnisciente,
etc.
160
En nuestro libro el Lazo Social II, se articula el sacrificio de Dios para la religión judía. Véase capítulo III Familia, “Un
giro el asesinato de Dios” y “Todos los judíos son judíos.” Editorial el canto rodado, Mendoza, Argentina. 2000.
123
abandono de sí mismo a Dios. Así como el hijo musulmán tiene un padre abandónico, así el hijo
se abandona a Dios. Invierte el lugar del vacío, se abandona de sí para proyectarse en el allá. En
el islamismo el vacío está en el aquí. El islamismo recupera al padre con la identificación al
acto del padre.
La diferencia entre Mahoma y Jesús es producto de sus padres diferenciados, Mahoma no
duda ser hijo de un hombre, Jesús sí, en ello el judaísmo y el islamismo se emparientan. En el
judaísmo Dios se revela al padre, en el cristianismo Dios se revela en el hijo, en el islamismo
Mahoma se eleva a Dios y lo revela. Aquí se emparientan el cristianismo y el islamismo ya que el
nexo entre Dios y los hombres pasa por el hijo.
Las diferencias religiosas se signan en el modo en que el hijo recibió de su madre a su
padre y de éste a Dios. Todas las religiones tienen un único Dios disgregado en varios dioses
únicos. Todas la religiones tuvieron que perder para iniciar el camino: los judíos a Dios, los
cristianos a Jesús, lo musulmanes a Mahoma. El modo en que se elaboró el padre fundó
religiones, modos y razones para la vida. El judaísmo interroga al padre por la muerte de Dios y lo
crea como respuesta. El cristiano interroga al hijo porque el padre ha sido inexistente para María,
el hijo responde inventando un padre. El islamismo interroga al hijo que responde diciendo que
para encontrarlo hay que hacer lo que hizo el padre.
He aquí un ejemplo de lógicas identitarias, esencialista y universalistas que no pueden
abarcar al todo aunque operan para su grupo como todo. El ecumenismo intenta homogeneizar los
dioses haciendo reconocimiento implícito que no son el mismo dios. Si no se elabora la paradoja el
ecumenismo no dejará de ser un convenio de buenas intenciones, seguramente regido a
conveniencias por políticas de turno.
La muerte como universal
El único real del comunismo es la muerte: “al final todos mueren igual”. Ligado al universal
anterior, los hombres se preguntan por la muerte y han logrado inventar artilugios espirituales,
metafísicos religiosos y científicos para explicarla. El modo en que las civilizaciones la elaborado a
la muerte son diferentes. A ella le debemos la creación de magias, oscurantismo, espiritismos,
metafísicas, idealismos, cogitos cartesianos, etcétera.
El cuerpo como universal
Ninguna civilización obvio la existencia del cuerpo como valor paradigmático para el
desarrollo ya sea de las ciencias, la filosofía o la religiosidad. Si bien el cuerpo tiene sustento en la
materialidad, la paradoja es que existen varios cuerpos: el cuerpo de la medicina, de la sociología,
de la ingeniería, de la psicología, de la pedagogía, etcétera. También el cuerpo del sacrificio, el
cuerpo del trabajador, el cuerpo ocioso, el cuerpo de espíritu, el cuerpo del pecado, el cuerpo
templo, etcétera. La medicina no ha llegado a donde llegó si no es por una ciencia que
evolucionada es identitaria, lo propio para lo sociología, la ingeniería, etcétera. Sobre un mismo
real abordado desde lógicas paralelas, formando magmas si se quiere, pero no rizomas, hay raíz
propia de la lógica que pretende un monoteísmo politeísta, una poligamia monogámica, es decir,
lógicas paralelas que unidas son paradójicas.
La guerra como universal
124
En toda la historia de la humanidad la guerra ha sido una constante. Ligado, si se quiere, a
la pulsión de muerte, a la agresión originaria, a la intolerancia de las diferencias, al narcisismo,
están investida de intereses ya sean por territorios, conquistas, economía, religiones, necesidad
de mano de obra esclava o lo que fuere se ha sostenido en distintos pueblos, épocas y lugares.
Ningún pueblo indígena, primitivo, aborigen u occidental ha quedado excluido de este fenómeno.
La fiesta como universal
Ya desde épocas remotas las fiestas han constituido un ritual que aún se realiza en
nuestros días, sea por la cosecha, sea como culto a un dios, sea por celebraciones de años
nuevos. “La fiesta es un rito que se caracteriza ante todo por una peculiar organización temporal
(…), por lo tanto, su instauración supone la interrupción del normal acontecer y la consiguiente
huida de la cotidianidad. En la fiesta se experimenta la recuperación de la dimensión de la
alteridad sagrada, a todos los niveles, empezando por el temporal. La celebración festiva coincide
normalmente con circunstancias especialmente significativas de la vida social (por ejemplo, el
momento de la cosecha en las civilizaciones de economía agraria), en cuanto se establecen las
premisas para inaugurar un nuevo ciclo existencial. En estas situaciones de cambio, el recurso al
rito festivo sirve normalmente para actualizar de nuevo el cambio originario y paradigmático; el
paso del caos al orden que se configura en la dimensión creadora del mito, coincidiendo con la
fundación de los sistema de valor capaces de dar sentido a la existencia humana. La fiesta, por lo
tanto, junto a su valor retrospectivo (volver la vista atrás, a los tiempos de los orígenes) posee
también un valor de perspectiva, en la medida en que propone de nuevo los fundamentos míticos
sobre los cuales queda garantizada en cada ocasión la sucesión ordenada de las obras y de los
días que marcan el tiempo normal,. En resumen, gracias a una institución como la fiesta los
momentos importantes de la vida social no transcurren libremente, sino que son asumidos
culturalmente para convertirse en sólidas bases de la organización del calendario propia de cada
una de las civilizaciones determinadas históricamente.”161
Que luego cada cultura, cada región, cada etnia, cada localidad haya hecho una
modalidad particular sobre la fiesta no deja de implicar un origen cuasi universal que las une en
cierta lógica que permite comprender su diferencia.
En conclusión ninguno de estos universales son tales si consideramos como universal el
que abarque a toda la humanidad sin distingo, pero abraza a sectores humanos que acuerdan con
el concepto y, aunque no lo interpreten igual, lo consideran universal. Todos los nombrados
anteriormente parten de un desarrollo lógico, pero esas lógicas que se pretenden universales no lo
son sino que son partes de lógicas diferenciadas. El concepto de lógicas paralelas apunta a esta
idea: el encuentro con la diferencia y con lo distinto sí desde lo identitario (desde adentro) se
reconoce a sí mismo como un es y negativo en la diferencia hacia fuera si se reconoce el alter
como un no es. Ahora bien, ni excluyentes, ni esencialistas, ni sustancialistas, simplemente
desencontradas por las lógicas propias que acercan a paradojas de pensar la igualdad. La

161
Filoramo, G. y otros Op. Cit. Pág. 402
125
igualdad es la paradoja por excelencia y paradójicamente es por medio de ella que se puede
acceder a la comprensión de la diferencia.
Los universales ponen a prueba una cuestión importante al trabajo social. Cuando
hablamos de sujeto nos encontramos con un problema, porque el sujeto totalizado, “el sujeto de la
historia” entra en contradicción con “el sujeto efecto de…”. Cuando el Trabajador Social aborda el
caso, el uno a uno se encuentra con un sujeto determinado o condicionado por los elementos
estructurales ya sea de la economía, el lenguaje, el inconsciente, etcétera y a la vez con ese “uno”
que en tanto tal no puede ser desligado de su responsabilidad de actuar. En una estructura
monoparental la madre de 44 años con cuatro hijos que vagabundean, dos de ellos con
infracciones a la ley, los cuatro generando problemas con los vecinos afirma “la trabajadora social
ya sabe mi situación”. Este saber del profesional ¿de qué la desobliga? El trabajo social esta en la
encrucijada entre lo diacrónico y lo sincrónico y debe encontrar un punto de encuentro entre estas
vertientes.

ANEXO 3
Con relación a mi planteo de que la pareja es una paradoja aparente, suponía que lo que
aparecía como un bien entendido en realidad no lo era porque ambos personajes partían de
registros distintos. Este argumento era ilógico, ambos al relacionarse parten del registro simbólico,
por lo que admití que la diferencia podía ser de "lógicas". Otro argumento poco claro ya que aunque
uno adhiera a Kant y el otro a Hegel, la lógica es una sola y el modo del logos también. Por lo que
finalmente admití que era una sola lógica y que el mal entendido lo provocaba la llamada lógica del
significante donde los miembros de la pareja al utilizar casi las mismas palabras pero en diverso
orden. La matemática nos enseña que el orden de los factores no altera el producto, tal vez esto
haga creer que el orden del discurso no altera el sentido.
En matemáticas encontré un ejemplo donde dos razonamientos lógicos generan una
diferencia porque se altera algo del orden, pero ¿de qué tipo?
Tomado del libro "El Hombre que calculaba" de Malba Tahan, parte de uno de sus cuentos
dice así:
" Beremiz en este momento interrumpiendo la disertación apenas iniciada sobre las curvas
me indicó un muchacho que se hallaba a escasa distancia y grito:
- Harim Namir!

126
El joven se volvió rápidamente y se dirigió alegre a nuestro encuentro. Me di cuenta
entonces de que se trataba de uno de los tres hermanos que habíamos encontrado discutiendo en el
desierto por la herencia de 35 camellos; división complicada llena de tercios y nonos que Beremiz
resolvió por medio de un curioso artificio al que ya tuve ocasión de aludir.
-Mac Allah!, exclamó Harim dirigiéndose a Beremiz. El destino nos manda al gran
calculador. Mi hermano Hamed no acaba de poner en claro una cuenta de 60 melones que nadie
sabe resolver. Y Harim nos llevó hacia una casita donde se hallaba su hermano Hamed Namir con
varios mercaderes.
Hamed se mostró muy satisfecho al ver a Beremiz y, volviéndose a los mercaderes les dijo:
-Este hombre que acaba de llegar es un gran matemático. Gracias a su valioso auxilio
conseguimos solución para un problema que nos parecía imposible: dividir 35 camellos entre tres
personas. Estoy seguro de que él podrá explicar en pocos minutos la diferencia que encontramos en
la venta de los 60 melones.
Beremiz fue informado minuciosamente del caso. Uno de los mercaderes explicó:
-Los dos hermanos, Harim y Hamed, me encargaron que vendiera en el mercado dos
partidas de melones. Harim me entregó 30 melones que debían ser vendidos al precio de 3 por l
dinar; Hamed me entregó también 30 melones para los que estipuló un precio más caro: 2 melones
por 1 dinar. Lógicamente, una vez efectuada la venta Harim tendría que recibir l0 dinares y su
hermano 15. El total de la venta sería pues de 25 dinares.
Sin embargo, al llegar a la feria, apareció una duda ante mi espíritu.
Si empezaba la venta por los melones más caros, pensé, iba a perder la clientela. Si
empezaba la venta por los más baratos, luego, iba a verme en dificultades para vender los otros
treinta. Lo mejor, única solución para el caso era vender las partidas al mismo tiempo.
Llegando a esta conclusión, reuní los sesenta melones y empecé a venderlos en lotes de 5
por 2 dinares. El negocio se justificaba mediante un raciocinio muy simple: Si tenía que vender 3 por
1 y luego 2 por 1, sería más sencillo vender 5 por 2 dinares.
Vendido los 60 melones en 12 lotes de cinco cada uno, recibí 24 dinares.
Cómo pagar a los dos hermanos si el primero tenía que recibir 10 y el segundo 15 dinares?
Había una diferencia de 1 dinar. No sé cómo explicarme esta diferencia, pues, como dije, el
negocio fue efectuado con el mayor cuidado. No es lo mismo, vender 3 por 1 dinar y luego 2 por otro
dinar que vender 5 por 2 dinares?..."
En el libro el problema es resuelto. Este es un ejemplo de lo que intenté llamar, con relación
a los mandatos, una aparente paradoja.

127
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