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Wei Gu quedó huérfano cuando era un niño, así que su vida siempre había

sido más adelantada que la de cualquier otro muchacho de su edad, por


ello deseaba casarse aún a una edad temprana.
Realizó varias propuestas, pero todas ellas fueron rechazadas, el joven no
conseguía una novia para desposar.
Un día decidió hacer un viaje para distraerse y viajó hasta una conocida
ciudad que atraía a gran cantidad de visitantes. Buscó alojamiento en un
hotel donde conoció a otro viajero con el que trabó amistad y al que le
contó sus problemas con las mujeres. Éste le habló acerca de una joven,
hija de un funcionario del gobierno de la ciudad y lo instó para que se
encontrara con la familia de la chica frente al templo al día siguiente.
Wei Gu, impaciente, fue incapaz de esperar hasta la hora acordada y,
enardecido por la curiosidad, se precipitó al templo antes de la hora
establecida.
Aún era de noche cuando alcanzó las puertas del templo. Allí encontró a un
anciano sentado en los escalones que leía tranquilamente un libro.
El muchacho ojeó el libro y fue incapaz de entender lo que en él había
escrito así pues preguntó al viejo: “¿Qué tipo de libro está leyendo? Soy
conocedor de numerosas lenguas desde que era muy pequeño, pero jamás
he visto antes estos caracteres escritos en tu libro.
-Es normal que no lo comprendas –le contestó el anciano con una sonrisa-.
Este libro no se ha escrito por seres humanos, muchacho, sino que proviene
del mundo invisible.
-¿Procede usted también de allí?- el anciano asintió en silencio- ¿Pues qué
hace aquí?
-Los administradores del Mundo Yin (mundo subterráneo) administran todo
el mundo Yang (mundo humano); por ello estoy yo aquí.
-¿Y cuál es su cometido? –siguió preguntando el joven curioso.
-Me encargo de los matrimonios.
Wei Gu se entusiasmó ante esta revelación.
-¿Es eso cierto? ¡Yo quiero casarme! Soy huérfano desde que era un niño y
deseo con fervor encontrar una esposa con la que tener descendencia. Sin
embargo, todas las propuestas de matrimonio que hice fueron rechazadas.
Alguien me comentó sobre la hija del oficial.
-No, ella no será tu esposa. La mujer con la que te casarás es ahora una
niña de tan sólo tres años. Se convertirá en tu esposa cuando tenga 17
años. En este bolso llevo un hilo rojo que uso para unir los pies de las
parejas. Una vez que están destinados a casarse, ato sus pies con este hilo
rojo. No importa si son enemigos, ricos, pobres o están separados por una
larga distancia, mientras el hilo rojo esté atado, ellos se casarán. Cuando el
pie de ella esté atado al tuyo no podrás escapar de tu destino.
Wei Gu se quedó boquiabierto con aquella revelación. Estaba tan intrigado
que acribilló al anciano con sus preguntas: ¿Quién es ella? ¿De dónde es?
¿Cómo es? ¿Quién es su familia?…
-Tu futura esposa vive con una familia que vende verduras no muy lejos de
tu hotel.
-¡Deseo verla!
-Pues ven conmigo y te la mostraré- Dijo el viejo poniéndose en pie
despacio.
Al llegar al mercado encontraron a una anciana tuerta que sostenía a una
niña de tres años en sus brazos. Las dos estaban muy sucias y andrajosas.
El anciano señaló a la niña y dijo: “Esa será tu esposa”.
El muchacho se sintió horrorizado. ¡No era aquello lo que él deseaba para
su futuro! ¡No deseaba aquel destino!
-¿Puedo matarla? –preguntó al anciano.
-Esta niña está destinada a ser rica y a vivir una vida honorable y, además,
encontrará la felicidad contigo. No puedes ir en contra del destino-. Dicho
esto, el anciano desapareció.
Cuando el muchacho regresó a su casa le ordenó a su criado que fuera a
matar a la niña, convencido de que si él no podía darle muerte, otro sí lo
lograría.
El criado, contento con las monedas que había recibido a cambio del
macabro recado, se dirigió al mercado. Allí encontró a la niña y, oculto por
el gentío, se acercó a ella y la apuñaló, alejándose rápidamente de la
escena. Pero en su prisa, el hombre erró y en lugar de atravesar su corazón
apuñaló a la niña entre las cejas.
Tras esto, Wei Gu siguió proponiendo matrimonio a distintas mujeres
siempre con el mismo resultado.
Transcurrieron 14 años cuando le ofrecieron trabajar para un funcionario de
defensa en Xiangzhou.
El hombre le tenía estima y tiempo después le entregó la mano de su hija
en matrimonio.
La muchacha tenía 17 años y era muy hermosa. Wei Gu estaba que no
cabía en si del gozo, sin embargo, observó que su esposa siempre ponía
una pequeña flor artificial entre sus cejas y nunca se la quitaba.
Curioso por este hecho acabó preguntando a su esposa por qué siempre
llevaba una flor en su frente.
-Veréis mi señor; en realidad no soy hija de quien creéis, sino su sobrina. Mi
padre era el líder de un condado y murió en funciones, mi madre y hermano
murieron más tarde; yo era un bebé en ese entonces. La única propiedad
que mis padres me dejaron era una casa donde yo vivía con mi niñera, la
cual siempre me cuidó. Sobrevivíamos vendiendo verduras. Cuando tenía
tres años, estábamos en el mercado cuando repentinamente un loco me
apuñaló entre las cejas dejándome una gran cicatriz. Es por eso que la
cubro con esta flor artificial. Algunos años más tarde mi tío vino por mí y
me adoptó.
-¿Acaso tu niñera era tuerta?- preguntó el esposo asombrado.
-Así es, ¿cómo lo sabe?
-Porque fui yo quien envió a aquel hombre loco-. Y entonces relató a su
esposa la historia completa.
Ambos comprendieron entonces que el destino no puede ser cambiado por
el hombre. Se juraron respeto y amor a partir de aquel día, pues supieron
que su unión era más fuerte que la voluntad de los hombres.

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