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LA LENGUA LITERARIA- Géneros y subgéneros literarios

1. Indica el género y el subgénero literario al que pertenecen estos textos, razonando tu respuesta.
2. Realiza una transformación de textos, eligiendo una de estas tres opciones:
- La fábula tienes que convertirla en una tragedia.
- La elegía en un texto narrativo.
- La égloga en un cuento.

(...)Temprano levantó la muerte el vuelo,


temprano madrugó la madrugada, ADELA. (Haciéndole frente) ¡Aquí se acabaron
temprano estás rodando por el suelo. las voces del presidio! (Adela arrebata el bastón (...)Habitaba la hormiga
a su madre y lo parte en dos). Esto hago con su allí tabique en medio,
No perdono a la muerte enamorada, vara de dominadora. No dé usted un paso más. y con mil expresiones
no perdono a la vida desatenta, En mí no manda nadie más que Pepe. de atención y respeto
no perdono a la tierra ni a la nada. (...) le dijo: "Doña hormiga
MAGDALENA. (Saliendo) ¡Adela! pues que en vuestros graneros
Miguel Hernández (Salen la Poncia y Angustias) sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
El dulce lamentar de dos pastores, ADELA. Yo soy su mujer (A Angustias). con que viva este invierno
Salicio juntamente y Nemoroso, Entérate tú y ve al corral a decírselo. Él esta triste cigarra,
he de cantar sus quejas imitando; dominará toda la casa. Ahí fuera está, que alegre en otro tiempo,
cuyas ovejas al cantar sabroso respirando como si fuera un león. nunca conoció el daño,
estaban muy atentas, los amores, nunca supo temerlo. (...)
de pacer olvidadas, escuchando (...) ANGUSTIAS. ¡Dios mío! (...)Dime, pues holgazana:
¿Qué has hecho en el buen tiempo?
Garcilaso de la Vega BERNARDA. ¡La escopeta!¿Dónde está la Yo, dijo la cigarra,
escopeta? (Sale corriendo). a todo pasajero
(Sale detrás Martirio. Aparece Amelia por el cantaba alegremente
Si los delfines mueren de amores, fondo, que mira aterrada con la cabeza sobre la sin cesar ni un momento"
¡triste de mí! ¿Qué harán los hombres pared).
que tienen tiernos los corazones?
¡Triste de mí! ¿Qué harán los hombres? La cigarra y la hormiga
La casa de Bernarda Alba Samaniego
Anónimo Federico García Lorca
-Espérame, Sam- balbuceó-. Tengo que mojarme los pies un instante.
Medio dormido fue hacia el lado del árbol que daba al río, donde unas ELISA. ¿Cómo se toma la tila?
grandes raíces nudosas entraban en el agua, como dragones retorcidos que MARGARITA. Bebida, mamá.
se estiraban para beber. Montó a horcajadas sobre una de las ramas, hundió ELISA. ¡Ay, Dios del alma, qué cruz!...
los pies en el agua parda y fresca, y se durmió enseguida, recostado contra ¡Qué cruz!...Pero, ¿Qué he hecho para merecer a la vejez este castigo? Y el
el árbol. cuadro aquel...(Señalando). Ponlo derecho, Emiliano, que ya sabes que no
puedo aguantar nada torcido, hombre...
Sam se sentó y se rascó la cabeza, bostezando como una caverna. EMILIANO. Enseguida (Obedece). Este es fácil. Lo malo fue ayer, en el
Estaba preocupado. La tarde declinaba y esta somnolencia repentina le salón, que se empeñó en ver derecha la fotografía de la torre de Pisa.
parecía inquietante.
Cuatro corazones con freno y marcha atrás
El señor de los anillos Enrique Jardiel Poncela
Tolkien.

- Señor conde- dijo Patronio-, un hombre llevaba a cuestas una gran (...)¡ Tierna mercadería!
cantidad de piedras preciosas; tantas eran que pesaban mucho. Sucedió que Se llenaron las costas,
tuvo que pasar un río y como llevaba una carga tan grande se hundía los mercados,
mucho más que si no la llevara; al llegar a la mitad del río se empezó a de luz, de oro
hundir más. Un hombre que estaba en la orilla le comenzó entonces a dar silvestre,
voces y a decirle que si no soltaba aquella carga se ahogaría. Aquel y abrimos
majadero no se dio cuenta de que, si se ahogaba, perdería las riquezas dos mitades
junto con la vida, y, si las soltaba, perdería las riquezas pero no la vida. de milagro,
Por no perder las piedras preciosas que traía consigo no quiso soltarlas y ácido congelado
murió en el río. que corría
desde los hemisferios
El Conde Lucanor de una estrella
Don Juan Manuel. y el licor más profundo
de la naturaleza,
(...)Una niña de nueve años, a sus ojos se mostraba: intransferible, vivo,
-"¡Tente, Campeador, que en buena hora ciñes espada! irreductible
El rey lo ha prohibido: de él entró anoche una carta,
en gran sigilo y fuertemente sellada.
No osaríamos abriros ni acogeros por nada. Pablo
De hacerlo, perderíamos haciendas y casas, Neruda
y aún, además, los ojos de la cara (...) Anónimo.

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