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(Exterior. Día. Paisaje de Valle Bermejo. Pasa un autobús, en el que viaja un Ernesto joven .Títulos de crédito)
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(Día. Ernesto contempla el paisaje desde el interior del "micro". Continúan los títulos)
ERNESTO(Joven. Voz en off):No sé por qué vuelvo. No tiene mucho sentido volver después de ocho años, o casi nueve.
Volver a un lugar que ya no existe.Sigo haciendo cosas sin pensarlo demasiado, sinmedir las consecuencias.Más o
menos como vos. Las leyes de la genética no fallan, diría mamá. Cuando le dije que me venía, me miró como si
estuviera enfermo. Deformación profesional, supongo. Pero no hizo preguntas. Entendió menos cuando le dije que volvía
mañana, que ni siquiera me iba a quedar una noche. Entendió menos o entendió todo. Con la vieja nunca se sabe.
¿Para qué voy a gastar guita en hotel? El micro llega por la mañana temprano y se va a las diez de la noche. Tengo
doce horas de viaje hasta Buenos Aires para apolillar,y casi todo el día para pegar allí unos cuantos kilómetros, y tratar
de saber por qué vine.(El micro se detiene y Ernesto desciende. Lleva sólo un pequeño bolso de viaje)
ERNESTO (Joven. Voz en off) :Turista no soy. Los paisajes no me emocionan. De la gente conocida no queda casi
nadie. Amigos, ninguno. A lo mejor vengo nada más que para hablar un rato con vos.
ERNESTO (Joven, off): Para contarte algunas cosas que me pasaron. Para decirte lo que pienso hacer. Estoy en una
edad de mierda en la que estás obligado a tomar decisiones, y justamente, lo que menos tenés ganas de hacer es tomar
decisiones. No te preocupes. No vuelvo para saber quién es mi padre. Ni para conocerte realmente. Ni para descubrir tus
zonas oscuras. No va por ahí la cosa. Siempre fuiste un tipo transparente. Sólido como una pared, pero transparente. Y
si a veces no te entendía, no era culpa tuya. No era culpa mía tampoco. Era muy chico para entender algunas cosas.
ERNESTO (Joven. Off): Cuando empecé a entender las cosas de los mayores fue porque,sin darme cuenta,había dejado
de ser chico. A lo mejor vine para acordarme bien de todo lo que pasó aquel invierno.Me gustaría conocer tu versión. Yo
conozco sólo parte de la historia. Algunas cosas las viví.Otras las escuché o las espié.A lo mejor vine porque me di
cuenta de que se me estaban borrando,y me dio bronca. No se puede ser tan imbécil. Hay cosas de las que uno no
puede olvidarse. No tiene que olvidarse. Aunque duela. (La cámara se detiene en el arco de madera que da entrada a la
propiedad de Andrada. Hay grabados unos signos hebreos)
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(Exterior. Día. Ernesto-niño corre con su calesa para ganar al tren)
(Ernesto consigue cruzar delante del tren, con escasa ventaja. Detiene la calesa y levanta el brazo en señal de triunfo. El
maquinista le responde con un gesto de enfado)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la estación)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa al hotel)
(Descargan el equipaje de la calesa.Un empleado del hotel se lleva la bolsa con las piedras de Ernesto)
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(Exterior. Día. Ernesto se dirige en calesa a la casa)
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(Exterior. Día. Ernesto se dirige en calesa al dispensario médico. Lleva el paquete)
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(Interior del dispensario. Día.Ana pasa consulta a una paciente)
ANA: Si llegás a tener otra pérdida, te acostás y me mandás llamar, ¿mm? No te hagas la fuerte. ¿Estamos? Tomás
media pastilla de éstas al día y en dos semanas nos vemos.
PACIENTE: Gracias.
ANA: De nada. (La acompaña hasta la puerta) Patricia...
ERNESTO: Te traje las muestras.
ANA: Menos mal que todavía me queda algún amigo. Guárdalas en el armario. (A otra paciente) Hola.
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(Exterior del dispensario. Día)
ANA: ¿Sabés que a mí todo este asunto del petróleo me suena a delirio?
ERNESTO: Yo te digo lo que se dice.
ANA: Sea como sea, si está metido nuestro querido concejal Andrada, seguro que es algún asunto turbio.
ERNESTO: A lo mejor ni siquiera es geólogo.
ANA: Puede que no.
ERNESTO: Guita tiene. Me dio veinte dólares de propina.
ANA: ¿Tiene guita? No es geólogo. (Suben a la ambulancia) ¿Qué vas a hacer con tanta plata?
ERNESTO: ¿No les hace falta?
ANA: Guárdala. O cómprate un perfume, así dejás de usar el mío (sonríe).
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(Exterior. Día. Llegan Ernesto, Mario y Ana en el ambulancia a la puerta de la iglesia. Ernesto ve a Luciana, que llega
con sus hermanas pequeñas, y va hacia ella)
NELDA: Quiero decirles que el padre Damián pide que lo disculpemos, pero no podrá venir a dar misa hasta las fiestas
patronales. Avísenles a los que no están, y hagan una lista con los chicos que quieran bautizar o tomar la primera
Comunión. Los que quieran casarse, aprovechen para pensarlo mejor, y si alguno tenía intención de morirse, va a ser
mejor que se olvide por ahora. La cooperativa se reúne en el galpón. (Luciana se vuelve y observa a Ernesto, que asiste
a la reunión desde la puerta de la iglesia) Les pido por favor a los que tengan que reponer algo, que retiren sólo lo
indispensable, ya que no tenemos dinero para comprar nada hasta después de la esquila. Y la cosa viene un poco
complicada. Mario les explicará.
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(Exterior.Día.Mujeres y niños guardan cola para recibir medicinas que Ana y Nelda reparten. Mario está reunido con los
hombres de la cooperativa)
NELDA: (A un paciente anciano)...le recomiendo la miel. Es mejor y tiene más vitaminas. A su edad, el azúcar no le cae
nada bien.
ANCIANO: A mi edad no hacen falta vitaminas. La miel con el mate no va.
ANA: (Al mismo paciente) Bueno, me va a tomar estas pastillas, don Gregorio, ¿eh? Una por día. Le van a hacer
fenómeno. ¿Sí? ¿Las va a tomar?
MARIO: (A los reunidos) ...pueden presionar, pero no hasta el punto de sacarse la careta y que todo el mundo se dé
cuenta de que son ellos los que mandan. Yo les pido que aguantemos un poco más. Si alguno tiene un problema, lo
vamos a tratar de arreglar.
MARIO: No creo pero, bueno, ése es el riesgo. Es el precio para no dejar que nos toquen el culo. Hacé lo que mejor te
parezca, Juan. Esto es una cooperativa, no una cárcel. Si querés abrirte, puah. Mala suerte.
ZAMORA: Perdone, don Mario. El doctor Andrada quiere hablarle. Dice que diga cuándo le viene bien acercarse por la
estancia, que él le espera.
MARIO: ¿No le dijo para qué era?
ZAMORA: Negocios, dijo. Urgentes, dijo también.
MARIO: Dígale al doctor que me va a tener que esperar unos días. Veinte o treinta. Hasta que sus amigos digan cuál va
a ser el precio de la lana. Entonces hablamos.
ZAMORA: Está bien; así se lo voy a decir.(A Juan) También me mandó un mensaje para usted, don Juan. Que cuando
pueda vaya a retirar el cheque. Si puede ser hoy, mejor.
JUAN: No voy a ir, Zamora. Decile al doctor que le vendí mi lana a la cooperativa. Que va a tener que hablar con don
Mario para lo que sea.
ZAMORA: Se lo digo. Pero...no le va a gustar.
JUAN: ¿Me estás amenazando?
ZAMORA: Yo soy hombre de paz, don Juan. Se lo digo como amigo.
JUAN: Se agradace, Zamora. Pero, que yo sepa, vos no sos amigo de nadie. Guárdate tus consejos.
(Zamora se aleja. Ernesto se decide a llevarle a Luciana un libro, antes de que se marche con su padre)
MARIO: Gracias, Juan. (A todos) Yo creo que nos va a salir bien. Andrada tiene que comprar, porque a su vez tiene que
vender.
ERNESTO: (A Luciana, que está subida en una calesa) Para vos.
LUCIANA: ¿Por qué me lo das?
ERNESTO: "El llamado de la selva". Lo tengo repetido.
LUCIANA: (Sonriendo) Gracias.
ERNESTO: Es muy lindo. Es de un perro, en Alaska. Te va a gustar. Cuando lo termines, me contás.
LUCIANA: (Mientras se aleja la calesa) Yo no sé leer, Ernesto.
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(Noche. Interior de la casa de Mario y Ana. Ernesto cuenta el dinero que le ha dado Hans. Ana se seca el pelo. Mario
cocina)
MARIO: No la guardes, Ernesto, porque no es tuya, ¿eh? La vas a devolver. El tipo se equivocó.
ERNESTO: Mamá dijo que estaba bien.
ANA: ¿Qué? ¿Qué dije yo?
ERNESTO: De la propina, que la guardara.
MARIO: Mamá también se equivocó. El tipo te dio esa cantidad porque no tiene la menor idea de cuánto vale la guita. Es
como si la afanaras. Además, es propina. ¿Por qué tenés que aceptar propina? ¿Eh? Cobrá lo que tienes que cobrar,
pero no aceptes limosna.
ANA: Tiene razón. Aguántate. A veces hay que saber perder. Eso no quiere decir que puedas usar mi perfume, ¿eh?
MARIO: ¿Qué perfume?
ANA: ¿Qué? ¿Perfume? ¿Quién dijo perfume?
MARIO: Eeh...No sé. Pongan la mesa que esto ya está, eh. Cada vez estoy peor del oído yo.
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(Noche. Ernesto está en su dormitorio, tumbado sobre la cama. Lee un libro)
ANA: Permiso. Chao, Erni. (Le besa) Que desacanses. ¿Por qué no te desvestís y te metés en la cama? Es muy tarde, y
tenés que dormir.
ERNESTO: No tengo sueño.
ANA: Pero después andás como voleado y no sabés lo que hacés. Estás durmiendo tres, cuatro horas. Te vas a sentir
mal. Hasta mañana.
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(Exterior de la casa. Primera hora del día. Mario prepara el pan en un horno. Él y Ernesto preparan el desayuno para los
alumnos que van llegando a la escuela. Izan la bandera)
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(Interior del "aula". Mario escribe en la pizarra mientras explica la lección. Ernesto asiste a la clase)
MARIO: ...cayó intensamente... durante... tres... días. Muy bien: La lluvia cayó intensamente durante tres días. Sujeto de
esta oración.
UN NIÑO: La lluvia.
MARIO: Muy bien. ¿"Cayó intensamente durante tres días" es el...?
NIÑOS: Predicado.
MARIO: Muy bien. Predicado.
MARIO: ¿Y la lluvia? ¿Qué pasó con la lluvia? A ver, ¿qué hizo la lluvia? A ver, presten atención. ¿eh?
ERNESTO: Papá.
MARIO: Hay un verbo, ¿cuál es?
ERNESTO: Papá.
MARIO: ¿Sí?
ERNESTO: Es el geólogo.
MARIO: Vos, vení conmigo. (A los niños) Sigan terminando de copiar ustedes, ¿eh?
(Salen)
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(Mario, Ernesto y otro hombre ayudan a Hans a sacar su coche del barro, donde ha quedado atrapado. Se ayudan de
caballos)
(Lo consiguen)
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(Exterior.Noche. La ambulancia se dirige a la casa. Hay luz en el interior. Dentro hablan Hans, Ernesto y Mario. Hans se
está cambiando de pantalón junto al fuego)
HANS: Bueno, creo que ha llegado el momento de meterme el orgullo hispánico en el culo y aceptar vuestra sugerencia.
Os alquilo el caballo.
ERNESTO: ¿A quién? ¿A Dumas? Dumas no se alquila.
MARIO: Le podemos preguntar a don Cosme. (A Ernesto) ¿Tiene alguno que valga la pena?
ERNESTO: El "Dandi". Los demás están todos para hacer salchichas.
HANS: ¿Lo puedo tener aquí? Porque el hotel está bien pero establo no tiene.
ERNESTO: Bueno, yo te lo cuido.
HANS: Vale; pues pídeselo por dos meses, o tres o cuatro tal vez, no lo sé.
MARIO: ¿Y qué vas a hacer en el Valle, Hans?
HANS: Petróleo. El concejal Andrada está convencido de que en sus tierras hay petróleo. Un delirio. Buah. Si no hay
nada, yo trinco la pasta y me vuelvo a Madrid.
ERNESTO: ¿A Madrid?
HANS: Ajá
ERNESTO: Yo soy de Madrid.
HANS: ¡Coño, no me digas! ¿Y eso?
MARIO: Estuvimos en Madrid ocho años. El nació allí.
HANS: ¿Y dónde vivíais en Madrid?
MARIO: Cuatro Caminos.
HANS: Ah, yo estoy al lado. La Plaza Castilla, la Colonia del Carmen.
(Entra Ana. Los hombres se levantan)
ANA: Hola.
MARIO: Ana, mi mujer. Ana, el amigo de Andrada, Hans Mayer.
ERNESTO: Hola
ANA: (Besa a Ernesto) Los amigos de Andrada no son bienvenidos en esta casa.(Besa a Mario) Hola.
HANS: Bueno, no, no soy su amigo. Sólo trabajo para él. De todas formas, ya me tenía que marchar.(A Mario)¿Me
prestas los pantalones?
MARIO: Hombre, claro.
ANA: No, si es verdad lo que dice no hace falta que se vaya. Discúlpeme.
HANS: Aceptadas las disculpas, pero sí, me tengo que marchar. (A Ernesto) Toma (le da dinero). Toma. Anda, cójelo, no
es un propina, es...(sonriendo) por haberme salvado de las arenas movedizas. Adiós.
ERNESTO: Adiós.
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(Exterior. Día. Hans monta a "Dandi")
HANS: ¡Vamos allá! (Da unas cuantas vueltas a galope mientras Ernesto le observa, y vuelve junto a él) Privilegio de
clase. Entre los niños bien siempre estuvo de moda tomar clases de equitación (Vuelve a alejarse al galope. Ernesto
entra en casa)
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(Mario y Ernesto llegan en calesa a la hacienda de Andrada)
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(Exterior. Está anocheciendo.El coche de Hans se aproxima a la casa de Mario y Ana)
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(Interior. Noche. Hans enseña a Ernesto a clasificar sus piedras)
HANS: Be-tri-lo (Escribe el nombre en un papel). Es una variedad turbia de la esmeralda, ¿mm? Y aquí tenemos la
abuela del transistor. Piedra de galena. Es como si tuviera un japonés pequeñito dentro, ¿sabes? (Sonríe)
Unos cristales que la hacen sensible a las ondas de radio. O sea, con una aguja, unos cablecitos y un poco de paciencia,
pues puedes escuchar la radio, ¿mm?
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(Interior. Noche. En la cocina-comedor.Se prepara la cena)
HANS: (A Nelda) ¿Nunca tuviste problemas? (mientras prueba lo que se cuece en el puchero)
NELDA: Unos cuantos, por suerte.
HANS: ¡Hostia! Perdona, hermana, pero esta guindilla pica que rabia.
MARIO: No son guindillas. Es un ají redondo, pequeñito, muy picante. "Putaparió" le dicen.
HANS: ¿"Putaparió"? Pues se han quedao cortos.
NELDA: Por suerte el cura viene pocas veces. Me han llamado la atención, pero nada más. Pero si quieren, pueden
echarme de la congregación.
MARIO: Bah, no usa hábito porque es novicia.
NELDA: No uso hábito porque siento que pone distancia. Es comodecirle a la gente ¡ojo, porque yo no soy igual a
ustedes! y eso no tiene nada que ver con lo que yo pienso.
HANS: Ah, si es novicia todavía tengo una oportunidad.
NELDA: Soy monja, hecha y derecha.
ANA: Y se hizo para tenerte a raya. Aunque las monjas también pueden colgar los hábitos. O levantárselos.
NELDA:Cada vez que aparece un tipo que merece la pena, organizan una de estas cenas para engancharme. Pero no lo
hacen porque me quieren ,sino porque son ateos y anticlericales.
HANS: Pero eres muy guapa, Nelda. Cuesta creer que estés casada sólo con Dios y con nadie más.
MARIO: Te mató, Nelda, ¿eh? Con un caño te dio, ¿eh? Bah,retirá la chancleta...
NELDA: ¿Y qué hago? ¿Dejo todo y me voy a España?
HANS: Eh, eh, un momento, que yo todavía no he prometido nada.
ANA: Es una propuesta circunstancial.
MARIO: Sí, claro, un polvito.
ANA: Ey,che, no seás bruto.
NELDA: Ernesto, no escuches.
HANS: Hablando en serio, Nelda, ¿por qué te metiste a monja? Yo no advierto en ti ningún rasgo de misticismo histérico.
NELDA: Ahh. Otro hereje. Si no fuera monja, no podría hacer lo que hago. Me hubiera gustado tener una familia, pero,
bueno. Entre la familia y la gente, elegí la gente.
HANS: ¿Y nunca te ha pasado que, digo yo, nunca has sentido nada por nadie?
NELDA: ¿Enamorarme dices? Sí,creo, una vez. Pero...preferí no enterarme.
ANA: Se enteró, pero le dio pánico.
NELDA: Pánico de ser tu cuñada.
MARIO: No te des por vencido, gaita.
NELDA: Pero si no tiene un chance...si algún día cambio de idea, no va a ser con un hombre casado y con cuatro hijos.
HANS: Pero, coño, sor, ¿cómo sabes que estoy casao?
NELDA: Hombre, si a tu edad no estás casado...
HANS: Es que soy marica o estoy transtornado, ¿no? Pues no, hombre,ni lo uno ni lo otro. No, muy cuerdo no estoy,
pero casado sí. Dos veces. Y divorciado. No tengo hijos, y fíjate que...me jode no tenerlos. Ahora que... no me importaría
para nada reincidir contigo si me garantizas que tenemos una niña y que va a tener tus ojos.
MARIO: Puah. Me parece que...
ANA: Ernesto, no escuches.
MARIO: .... está listo, digo. Si quieren, pueden comer.
ANA: Ahhh (Ríen)
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(Interior. Tras la cena, en torno a la mesa)
HANS: Empecé a usar el Plaza porque estaba harto de repetir que no era alemán.
ANA: ¿Mayer Plaza va con "i" griega?
HANS: Sí.
NELDA: Suena bien. Mayer Plaza suena muy distinguido.
HANS: Sí. Suena a hotel de cinco estrellas. (Ríen) Ya no me preguntan si soy alemán. Ahora me dicen ¿Hans, del Mayer
Plaza? Me paso la vida explicando que no alquilo habitaciones.
ANA: ¿Mayer es judío?
HANS: No, nazi.
MARIO: ¿Nazi?
hANS: Nazi, sí. Mi padre era de la Legión Cóndor. Algún republicano le agujereó el avión y se tuvo que tirar en
paracaídas. Pero,claro, con las prisas se conoce que el hombre cayó mal y se le espachurró un poco la esvástica. Le
llevaron a un hospital. Mi madre era enfermera y le tocó cuidarle. El oficial pruisiano y la señorita bien se enamoraron.
Para él se acabó la guerra: desertó. Y a mi madre la desertaron. Quiero decir que su noble y adinerada familia le volvió la
espalda. Yo llegué a destiempo, como siempre. Cuando nací eran dos parias, no tenían un duro...
ANA: (A Nelda) Mango
HANS: ...hasta que cumplí la edad de Ernesto, ¿doce, no? hasta los doce años... las pasamos canutas.
ANA: (A Nelda) Muy mal.
NELDA: Ya entendí.
HANS: Peor que mal. Hasta que un día murió el abuelo. Y no se sabe si es que no quiso o se le olvidó desheredar a mi
madre. Fue maravilloso. Mamá era hija única y, de un día para otro, millonarios. Compramos un piso en Argüelles, dos
coches, una criada...una...mucama. Pero, se empezaron a aburrir. Al prusiano le dio por las chavalas, a la niña bien por
la ginebra...mi hermano, tres años menor,se hizo militar y yo anarquista. Descubrí mi vocación profesional eligiendo
piedras para tirárselas a la policía de Franco.(Ríen)
ANA: ¿Te hiciste desertor?
HANS: No, no, hice la mili. No tuve cojones para desertar.
MARIO: Bien por otro lado.
ANA: Te hiciste desertor igual que tu padre. Repetiste la misma historia. Desertaste de todo lo que se esperaba de vos.
MARIO: Hasta que mató al padre. Solamente entonces pudo ser él mismo, y realizarse como persona.
HANS: No,mi padre vive. (Ana ríe)
MARIO: No sabes en qué te metiste, gaita. En cinco minutos más te demuestra que estás equivocado. ¿No te dijeron
que aquí el psicoanálisis casero es más popular que el fútbol?
ANA: (A Mario) Vos pará con el vino.
MARIO: .........
ANA: Dentro de un momento va a decir "el mejor psicoanalista es un barman".
MARIO: El mejor psicoanalista es un barman.
(Hans ríe)
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(Interior. En un apartado, Mario le muestra a Ernesto cómo enseñar a leer, mientras el resto hablan al fondo)
MARIO: ...llamado. Mudo llama, dame, mide, ¿eh? Copia hasta aquí. Para empezar está bien.
(Mario se une al grupo. Ernesto les escucha, mientras sigue con su tarea)
HANS: Si acaso una charla, porque una clase...Yo no tengo paciencia para los críos. Además, esto de las piedras no se
enseña como las letras o los números.
ANA: Perdona la pálida, Hans, pero ya pasó, ya pasó (abrazando a Ernesto) ¿Mmm?
HANS: ¿La pálida?
ANA: La pálida, el mal rollo. Es el riesgo de caer en una cueva de ermitaños. Te gastan la oreja. Pero ya pasó, no te
preocupes.
HANS: No, no me preocupo. Y tú no te disculpes, al contrario. Yo creo que lo lleváis muy bien. Porque, ¿qué tiempo
hace que estáis aquí? ¿Tres años?
MARIO: Cuatro años.
HANS: ¿Cuatro años? En un sitio como éste. Yo no estaría pálido, yo estaría cirrótico, y hablando solo.
NELDA: No tiene nada de malo. Es un lugar como cualquier otro. Ni mejor ni peor.
HANS: Eso sí es misticismo. Pero en vuestro caso es más complicado, porque...yo entiendo Madrid; vamos, que dejárais
Madrid. ¿Pero por qué Buenos Aires? Vosotros no sois hippis, ni verdes, ni monjes franciscanos.
MARIO: Era cuestión de elegir, Hans. Vivir como turistas en tu país, o vegetar como profesionales de clase media en
Buenos Aires. Nelda tuvo la culpa. Nos habló de lo que estaba haciendo aquí, y de que se sentía sola... triste,
abandonada...Y no convenció.
NELDA. Eso es una vil mentira. Fue idea de ellos.
MARIO: Teníamos unos dòlares ahorrados en España y...con eso arrancamos la cooperativa. Levantamos el galpón de
la capilla, financiamos las primeras compras comunitarias. Lo que hacemos es concreto, se ve, y eso...te hace sentir muy
bien. Se extraña, pero se aguanta.
HANS: O sea, que en estos momentos, entre vosotros tres controláis la educación, la salud, la fe y la economía de Valle
Bermejo y sus alrededores, ¿no?
ANA: Dicho así suena peligroso. Por favor, no lo repitas porque podemos tener problemas. No controlamos nada.
Ayudamos un poco nada más.
HANS: Detrás de esa modestia veo flamear las rojas banderas de la revolución. ¡Proletarios del mundo, seguid nuestro
ejemplo!
MARIO: Bah, ¿qué proletarios? Ni siquiera campesinos... Algunos arriendan, pero la mayoría de los ovejeros de la
cooperativa son pequeños propietarios. Yo hubiera preferido otra cosa, pero buah, algo es algo.
HANS: Por algo se empieza. El reguero de pólvora: el pueblo, la ciudad, la provincia, el mundo...
NELDA: Dios te oiga.
HANS: Vuestro idealismo es acojonante.
NELDA: ¿Y eso qué es, bueno o malo?
HANS: Es de otra época. De otro mundo.
ANA: ¿Pero vos te creés que es de otro mundo que los chicos mueran de desnutrición? ¿Vos te creés que vienen a la
escuela porque quieren aprender? No. Vienen porque aquí, por lo menos, comen una vez al día.
HANS: Bueno, pero hay que ser realistas, coño. Esto es el sur de Río Grande, camaradas.
ANA: Si no te importa, compañeros.
HANS: Cuando repartieron el mundo, a vosotros os tocó la peor parte...¡Compañeros!
NELDA: Pareces un cura fascista vos: Dios lo ha querido así, hijos míos. Jódanse.¡Y no chillen!
HANS: No, Dios no. Las multinacionales.
MARIO: No discutas con las chicas, Hans. Son feroces y te van a machacar.
ANA: Se lo tiene merecido.
MARIO: Al final, estamos todos en el mismo bando. Con los que perdieron. Yo no digo se perdió una batalla , pero no la
guerra. Yo digo: si la guerra se ha perdido, por lo menos me quiero dar el lujo de ganar una batalla, ¿mm?
HANS: Contigo sí que no hay quien pueda. ¿eh?
ANA: (Ríe) Con Mario sí. Vos sos un machista además.
HANS: Primate. La guerra la ganaron los primates. La fuerza de la especie contra Cristo, contra Marx, Contra Bakunin.
La vuelta triunfal a la noche de los tiempos. Cada uno a su árbol y a luchar. Libertad, fraternidad...¡Leches! Suena muy
bien, suena muy bien, pero es aburrido. Somos primates, y no podemos cambiar. El riesgo nos hace sentir vivos. El
riesgo, la aventura, la lucha por la vida. Nada nos divierte tanto como aplastarle la cabeza al que tenemos al lado y
comerle el hígado. Eso sí, con un poquito de ajo y perejil, para que resulta hasta civilizado.
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(Exterior. Día. Ernesto repite la carrera con el tren)
(El maquinista hace pitar el tren. Ernesto vence y levanta el brazo en señal de triunfo)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la estación. No hay ningún trabajo para él)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la hacienda de Andrada. Toma un cuaderno y busca a Luciana en el interior,
asegurándose de que nadie más le ve. Luciana está amasando.)
ERNESTO: Luciana.
LUCIANA: ¿Qué haces acá?
ERNESTO: ¿Está tu papá?
LUCIANA: Los sábados recorre los puestos. No viene hasta la noche.
ERNESTO: No le digas que estuve. Te traje unas cosas. (Le entrega el cuaderno a través de la ventana) Te voy a
enseñar a leer, si vos querés.
LUCIANA: No sé, soy muy burra. No quiero que pierdas el tiempo.
ERNESTO: Hagamos la prueba.
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(Interior del granero. Día.Luciana y Ernesto están sentados sobre unos sacos. Luciana escribe torpemente, mientras
Ernesto la observa)
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(Interior. Día. Mario y Ernesto sirven el desayuno a los alumnos de la escuela)
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(Exterior. Día. Hans carga sobre el caballo los instrumentos de geólogo)
ERNESTO: ¿Y esta caja para qué es?
HANS: Un teodolito. Su regleta, su trípode...Se usa para medir. Pero no sirve explicártelo. ¿Por qué no te vienes
conmigo y te enseño cómo funciona? (Monta al caballo)
ERNESTO: Pero ahora no puedo, estoy en clase.
HANS: Pues cuando termines, te vienes. ¿Te gustaría ser geólogo?
ERNESTO: ¿Se gana mucha plata?
HANS: Bah, depende, como en cualquier trabajo. Un poco de talento, un mucho de suerte, un mucho de sí señor...Si lo
que te importa es el dinero, tendrás dinero. Serás un mierda de tío como yo, pero...tendrás dinero. Arre.
(Se aleja)
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(Exterior. Día. Ernesto llega a caballo al lugar donde Hans está trabajando. Se acerca a él a pie)
ERNESTO: ¡Hans!
HANS: Hola. Creí que ya no vendrías.
HANS: Tengo algo para ti. Mira .Un equinodermo.Un fósil. Para tu colección (Se lo entrega) Si buscas por aquí, vas a
encontrar más.
ERNESTO: ¿Estos planos para qué son? ¿Andrada quiere hacer un dique?
HANS: No...me los dio por si me servían para algo.Son de un viejo proyecto. Ya no tienen ningún valor. Andrada no
quiere agua, quiere petróleo. Le gusta el dinero. Como a ti. Anda,ven, que te voy a enseñar cómo funciona esto. Camina
con respeto, estamos pisando el fondo del mar ¿Mm?(Ríe).Ven aquí. Mira por ahí.
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(Interior.Día.Hans está dando una clase a los alumnos de Mario, que está presente. Habla apoyándose en el dibujo del
lencerado)
HANS: ...núcleo externo, manto y corteza. Seguramente a vosotros, como a casi todo el mundo, la montaña os aburre. Y
como no estamos aquí para aburrirnos, vamos a caminar sobre una bola de fuego. Apasionante, ¿eh? Toda una
aventura, ¿a qué sí? (Llega Ana. Observa desde el umbral de la puerta) ¿Y si yo os digo que ya lo estais haciendo?
Todos los días, día y noche. Camináis sobre una alfombra muy gorda, pero en realidad, pisáis fuego líquido. Y es que,
aunque parezca un cuento chino, nada se está quieto.Ni nada es lo que parece. Por ejemplo, se dice que cuando uno les
habla a las piedras es porque está loco, y es cierto en parte, porque no es uno el que tiene que hablarles. Tiene que
dejar que hablen ellas. Claro que, para hablar con las piedras, primero hay que conocer su idioma. Pero también pasa
eso con la gente ¿o no? Esta piedra (la muestra) ¿De qué me habla a mí esta piedra? (Se la coloca en la oreja) ¿Mm? A
ver a ti (hace lo mismo con algunos niños) ¿Te dice algo? ¿no? ¿y a ti? ¿A ti te dice algo la piedra?
NIÑO: No.
HANS: ¿No? ¿Y a ti? por ahí, ¿no oís nada? Yo sí. Yo sí la oigo, porque conozco su idioma. Me cuenta historias. Me
habla de millones de años. De tormentas de viento. Y de lluvia. Veo cielos oscuros. Y relámpagos. Y animales, y plantas
que, como esta hoja, ¿eh? ¿veis la hoja? ¿eh? han sido arrastrados por la tormenta y se han ido amontonando poco a
poco hasta formar esto. Esto, que parece una piedra tonta (Mirando a Ana).
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(Exterior. Día. Hans continúa su charla. El grupo de niños le rodea.Están sentados en el suelo. Mario, de pie, contempla
el paisaje de tierra roja)
HANS:Nada es tonto. Nada es insignificante. El hielo, por ejemplo, es el peor enemigo de la montaña. Cuando llueve, el
agua se mete en las grietas,y al llegar la noche, se hace hielo. Aumenta de volumen. Y rompe la piedra. Poco a poco, la
deshace. La montaña lo sabe, y se queja. No puede defenderse, pero se queja. Antes de la tormenta, se oye un
zumbido. Canto de abejas, le llaman. Porque es como un chisporroteo, como...como el zumbido de las abejas. Algunos
dicen que es que el aire se carga de electricidad, pero a mí me gusta más creer que es la montaña, que se queja.
Cuanto más se sabe, más cerca se está de la magia.
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(Interior. Día. La explicación de Hans a los niños prosigue. Mario, Ernesto y Ana están presentes)
HANS: Esto no es mágico (lleva el aparato en la mano), pero es fantástico. Esta lucecita se llama luz ultravioleta.Con ella
bajamos al fondo de las cavernas y paralizamos a los monstruos. Acercaos, acercaos todos, acercaos (Los niños
obedecen). Pero no solamente, eh, escucha tú, escucha tú...pero no solamente paraliza a los monstruos esta luz. Sirve
para otras cosas. Pero para comprobarlo, tenemos que estar a oscuras. Completamente a oscuras. Ernesto, apaga la
luz. (La habitación queda a oscuras) Sólo a oscuras se puede ver el alma de las piedras. (Va pasando el aparato por
encima de las distintas piedras, obteniendo diversos colores) ¿Eh? Mira, mira, mira...¿Veis? ¿eh? Mira ésta. ¿Veis?
Cada una tiene el alma de un color. Y de una forma distinta, ¿eh? ¿mm? Esta se llama axinita, que viene del griego. O
sea, que los antiguos griegos, cuando le hablaban a esta piedra, pues la llamarían axinita, o algo así. Verás, toma (A un
niño) Manéjala tú¿eh? Pero con cuidado, no la miréis. A esta luz no se le puede mirar de frente. Hace daño a los ojos.
Con la gente no sirve, chavales. Sólo funciona con las piedras. Para la gente todavía no se ha inventado nada. (Mientras
dice esto, mira fijamente a Ana)
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(Interior. Día. Ernesto prueba a afeitarse por primera vez frente al espejo. Se hace un corte en la mejilla a propósito, y
coloca una tira de papel sobre la herida. Sonríe al espejo)
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(Interior. Día. Hacienda de Andrada.Ernesto y Luciana están sentados juntos, sobre los sacos)
ERNESTO: (Leyendo muy despacio) Una- y- otra- vez, al- ob- servar- los- brutales- castigos, Buck- entendió- la-lección.
Un-hombre- armado- de- un- garrote- era- el- que- dictaba- las-leyes. Un- amo- que- bebía- ser- obedecido- aunque-no-
necesariamente- amado.
LUCIANA: ¿Qué te pasó en la cara?
ERNESTO: ¿Dónde? Ah, nada. Me corté afeitándome.(Continúa leyendo) No- necesariamente- amado. De-este-
sentimiento, Buck- nunca-fue-culpable.Pero-vio-a- otros- perros- vencidos-a-golpes-que- adoraban-al-hombre-y-
meneaban- el- rabo- y- le- lamían-la-mano.(Termina de leer) Dale vos, ahora. Una y otra vez...
LUCIANA: U-na-y-o-tra-vez-al-ob-obs
ERNESTO: Observar. Al mirar.
LUCIANA: Ya sé que es mirar. no soy tarada.
ERNESTO: Está bien. Seguí.
LUCIANA: Al-ob-ser-var-los-brut-brut...No puedo.No puedo, no sigamos.
ERNESTO: Dale. Probá otra vez. Te lo vuelvo a leer, ¿querés?
LUCIANA: No, déjame.(Se levanta)
ERNESTO: Seguimos otro día. Pero hacé los ejercicios, ¿eh? Eso te va a ayudar.
LUCIANA: No puedo, no tengo tiempo.
ERNESTO: A la noche, antes de acostarte.
LUCIANA: No puedo, me duermo. Mira, Ernesto, mejor lo dejamos.
ERNESTO: Hay gente que estudia de noche. Y estudia cosas mucho más difíciles que leer. Hay que tener ganas, nada
más.
LUCIANA: Yo tengo ganas. Pero no puedo.Me cuesta mucho. Soy muy burra, ya te dije.
ERNESTO: Ah, ¿Y no te cuesta limpiar la mierda de los patrones? ¿Eso te gusta? ¿Vas a seguir así toda la vida?
LUCIANA: Alguien tiene que hacerlo.
ERNESTO: Pero no vos.
LUCIANA: Aunque aprenda a leer y a escribir, lo voy a seguir haciendo. Yo no voy a salir de acá.
ERNESTO: ¿Quién lo dice? ¿Tu viejo? Tu viejo porque nació para esclavo, pero vos no.
LUCIANA: ¿Por qué no? ¿Porque vos lo decís? Dejame tranquila.Si leo o no leo,o sigo limpiando mierda, es cosa mía, y
a nadie le importa.
ERNESTO: A mí sí. A mí sí me importa.
LUCIANA: ¿Por qué?
ERNESTO: Porque sí.
(Luciana se aleja)
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(Exterior. Día. Se está realizando la esquila, con tijera. Se recoge la lana y se pesa. Colaboran todos)
MARIO:...está que trina. Hay dos señoras con él que te están poniendo a parir por el asunto del hábito.
NELDA:...qué mierda sabrán.
MARIO: Ese lenguaje es poco piadoso hermana, ¿eh?
ANDRADA: Vamos, hombre, no me va a despreciar. Eche, compadre, échele sin asco, que hay que festejar.
ZAMORA: Luciana, ¿qué pasó? ¿Los chicos dónde están? ¿Ya comieron?
LUCIANA: Ya los traigo. Están jugando.(A Ernesto) Espérame en la capilla.
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(Interior de la capilla. Día. Entra Ernesto. Luciana le espera sentada en un banco)
(Se besan otra vez. La puerta de la capilla se abre . Entran Nelda y el sacerdote)
SACERDOTE: Yo entiendo lo que usted dice, pero no hay nada que justifique que usted se niegue a usar los hábitos. Es
elemental. Es lo que hace que su palabra sea la Palabra de Dios.
NELDA: La Palabra de Dios es la Palabra de Dios Padre, y si ellos no la oyen no es porque yo no use hábito. Dios es
para los humanos, y antes que hablar de Dios, tengo que conseguir que vivan como seres humanos. (Descubre a
Ernesto y Luciana escondidos tras el altar) Pase, padre. Espéreme un momento. Enseguida estoy con usted. (A los
niños) Esto es lo único que faltaba a mí. ¿Qué estaban haciendo?
ERNESTO: Estábamos leyendo.
NELDA: Sí, claro. Cuando yo entre en la sacristía, rajen. No quiero que los vea el cura.
(Nelda se santigua)
(Se da la salida. Hay mucha animación. Hans llega el primero. Nelda abraza a Andrada. Vitorean a Hans. Este desmonta
y abraza a Mario)
ANDRADA: (A Hans) Espero que tenga la misma suerte con el petróleo. Voy a necesitar un poco...
HANS: ¡Ernesto!
(Lo levanta a hombros y el público aclama al muchacho. Ernesto mira a Luciana, que le sonríe. Zamora da la
enhorabuena a Hans, afectado. Hans recibe abrazos por todas partes. Ana le mira fijamente desde lejos. Nelda lo
advierte)
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(Exterior. Día. Ana trabaja en el motor de la ambulancia. Se acerca Nelda en bicicleta)
NELDA: Buenas.
ANA: Buenas.
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(Interior. Día. Ernesto contempla la escena desde la ventana de la escuela. Mario está ordenando los pupitres)
ANA: Tranquila.
(Entran en la casa)
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(Interior. Noche. Ernesto duerme, vestido, sobre la cama. Le despiertan los balidos de las ovejas. Se levanta y mira por
la ventana. Varios hombres están matando a las ovejas)
(Mario sale a la calle tras los asaltantes, que escapan a caballo. Uno de ellos le golpea en un brazo)
ANA: ¡Mario!
(Hay una esvástica pintada en la fachada de la casa, y numerosas ovejas muertas o moribundas)
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(Interior. Noche. Ana venda a Mario el brazo herido)
LUCIANA: ¿Qué haces acá? ¿Te volviste loco? Te pueden ver. ¿Por qué viniste hoy? Era el sábado.
ERNESTO: Me voy a la capital. Por eso. Te vine a avisar.
LUCIANA: ¿Te vas qué, a vivir?
ERNESTO: No, a pasear, qué a vivir. El lunes vuelvo. Te traje más ejercicios. Así no perdés la clase. Hacelos, ¿eh?
LUCIANA: Está bien. Ahora andate. Que no te vean. Chao. (Se aleja)
ERNESTO: Te veo el sábado. El otro.
MARIO: Bueno, cuídate. ¿eh? De noche cerrás con tranca y no abras si oís algo raro, ¿estamos? No va a pasar nada,
no van a insistir tan pronto, pero...por si las moscas ¿eh?
(Se besan)
ANA: Chao.
(Suben al coche)
MARIO: Si hay tormenta, no te asustes de los truenos. Y si te quieren violar, relájate y goza.
ANA: (Ríe) No seas guacho. No me das miedo. Pásenlo bien, ¿eh? Cuídate el brazo (Habla al interior del coche) Y
cuídalo a Ernesto. (A Ernesto) ¿Trajiste el cepillo de dientes? Espera, espera, que lo traigo yo. (Vuelve a la casa)
MARIO: Todo esto porque es único. Si fueran cuatro sería diferente.
HANS: Cuatro cepillos.(Ríen)
MARIO: Tenés razón. Las madres judías son peores que las tanas. Mi vieja era igual a Ana.
HANS: ¿Por qué no tuvisteis más? ¿No vinieron o no quisisteis?
MARIO: No quise. Buscamos el segundo, pero tardó demasiado. Después ya no quise. Tengo cincuenta y dos años y
una marcada tendencia familiar a crepar jóvenes. Me da miedo no verlo crecer, no estar ahí para protegerlo. Me da
miedo con Ernesto, imagínate con un recién nacido.
ANA: (Voz en off) Vamos a estar el domingo veinticinco, desde la mañana hasta la noche, en la capilla de Valle Bermejo.
Yo le querría pedir a la gente que vaya, que es importante, que si no sus chicos...porque hace falta vacunarlos. Vamos a
tener una camioneta...no, perdón, dos camionetas, porque un amigo español nos va a echar una mano, que van a llevar
y traer gente de los pueblos vecinos. Y también suponemos que...
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(Exterior. Día. Hospital de San Luis. Llueve. Ana y Ernesto salen con las vacunas y corren hacia el coche)
LOCUTOR: (Voz en off) El domingo veinticinco, vacunación masiva de Salinas y...para todos los habitantes de...en la
capilla...
MARIO: (Voz en off)...necesitamos zapatillas, (...) para los viejos, leche en polvo, alcohol, gasas... todo lo que puedan
mandar nos viene bien.
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(Interior. Día. Librería. Hans, Mario, Ana y Ernesto ojean libros)
MARIO: (Voz en off)...no es que nos guste pedir limosna, pero...no tenemos otra. La situación es grave.
HANS: (Al dependiente de la librería) Está bien éste...
------------------------------------------------------------ (Exterior. Noche. Hans, Mario, Ana y Ernesto pasean por una calle de San
Luis)
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(Interior. Noche. Habitación del hotel. Ernesto y Ana duermen. Llaman a la puerta. Ana se levanta y abre. Son Mario y
Hans. Están borrachos. Hablan desde el pasillo)
(Ana va a buscarlos. Ernesto mira la escena desde la cama. Ana vuelve con los cigarrillos)
(Ríen)
(Hans vuelve con Mario, que le besa. Se van juntos por el pasillo. Ana entra en la habitación. Ernesto la mira)
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(Exterior. Día. Vuelven a casa en el coche. Ana Conduce. Hans y Mario duermen atrás la borrachera. Ernesto canta la
canción judía que le enseñó a Luciana. Sólo se sabe unas palabras. Tararea el resto)
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(Exterior. Día. Nelda está sentada, pensativa. LLegan Ana y Ernesto en la ambulancia, con paquetes)
ANA: (A Nelda. Habla como si fuera gaita) Perdone usted, su alteza, que interrumpamos vuestras profundas
meditaciones, pero hemos traído las vacunas para vuestros fieles vasallos. (Vuelve a hablar con acento argentino) ¿Qué
hacés aquí afuera? ¿No tenés frío?
NELDA: ¿Cómo les fue? ¿Les entregaron las vacunas sin problemas?
ANA: Sin problemas. Porque al final yo también fui.
NELDA: ¿Con Hans?
ANA: Y con Mario, y con éste...Nos lo pasamos muy bien.
NELDA: Siií, me imagino...
ANA: Qué mufa, nena. ¿Qué te pasa?
NELDA: Me ascendieron. Me mandan a Roma a hacer un curso por un año y luego a Buenos Aires a un seminario, a
formar novicias.
ANA: ¿No podés decir que no?
NELDA: Soy monja, Ana. Hice votos de obediencia.
ANA: (A Ernesto) Andá dentro. Llevá las vacunas.
NELDA: Déjalas en la sacristía. O detrás del altar. Sabés dónde te digo, ¿no?
ERNESTO: Sí. (No acaba de marcharse)
ANA: (Agachándose, hasta quedar a la altura de Nelda) ¿Sabés cuándo te vas? ¿Te dijeron?
NELDA: No, no sé. Puede ser un mes, dos. Cuando llegue mi reemplazante. Alguna momia que no se va a sacar el
hábito ni para dormir.
ERNESTO: ¿Si dejás de ser monja te podés quedar?
NELDA: Ganas no me faltan. Pero no puedo.
ANA: Ya vas a poder. (A Ernesto) Déjamela a mí.
NELDA: No les gusta nada lo que estoy haciendo. Nunca les gustó, pero el informe del cura lo decidió. El hijo de puta
dice que soy anarquista, apóstata y anticlerical. Menos linda, todo.
ANA: Ahí se equivocó, porque linda sos. Pero en todo lo demás tiene razón. Si no fueras monja no te jodería. Al
contrario, sería un elogio.
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la hacienda de Andrada)
LUCIANA: Esta vez los hice todos. Hago como vos dijiste. Cuando todos duermen, me levanto y estudio. A ver si están
bien.
ERNESTO: Están muy bien. Vas muy bien, Luz. Yo no sé, porque nunca enseñé, pero me parece que te falta muy poco
para poder leer y escribir lo que quieras.
LUCIANA: ¿Cuándo sepa qué va a pasar?
ERNESTO: Vas a leer y escribir.
LUCIANA: Ya sé, tonto. Digo con vos, si te voy a ver. Si vas a seguir viniendo.
ERNESTO: Si vos querés, sí.
LUCIANA: Bueno. ¿Te leo lo que me marcaste?
ERNESTO: Bueno.
LUCIANA: (Leyendo, despacio) Buck- apren- dió- a- qui -tarse- con- los- dien- tes -el- hie- lo- que- se- a- cu -mu-
acumulaba...
ERNESTO: Luz...
LUCIANA: ¿Está muy mal?
ERNESTO: Me parece que te quiero.
LUCIANA: (Cierra el libro y se levanta) Mejor te vas. Es muy tarde.
ERNESTO: ¿Por qué te enojaste?
LUCIANA: No estoy enojada.
ERNESTO: Entonces, ¿qué te pasa?
LUCIANA: Que yo sé que no vas a venir más.
ERNESTO: ¿Por qué decís eso? Si ya te dije que voy a venir.
LUCIANA: Ya sé que lo dijiste. Pero no vas a estar, te vas a ir.
ERNESTO: ¿A dónde me voy a ir?
LUCIANA: Yo sé que te vas a ir. Vas a volver a la capital. Porque vos no sos de acá. Sos de la capital. Y los de la capital
siempre se van.
LUCIANA: ¡Ernesto! Pará, papá. No le hagas nada, por favor... ¡Papá, no! (Llorando) Déjalo, papá, déjalo.¡Por favor!
ZAMORA: Escúchame, pendejo. Por hoy te salvás de que te deje el lomo marcao. Te vas a ir por donde viniste. Pero no
te quiero volver a ver. ¿Entendés? Si tenés ganas de coger, anda a cogerte a una de las tuyas, pero a mi hija la dejas
tranquila. ¿Está claro? Y ahora te vas.
ANA: Ernesto, deja lo que estés haciendo y andá con papá. Dale, apúrate.
ERNESTO: ¿A dónde va?
ANA: A hablar con Andrada. Acompáñalo. No dejes que se meta en líos.
ERNESTO: ¿A la estancia? Pero mamá, estoy clasificando las piedras.
ANA: Déjalas para después. Dale, dale, apúrate.
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(Exterior. Día. Mario y Ernesto llegan a la estancia en la calesa. Les recibe Zamora)
(Entran en la casa)
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(Interior. Día. Estancia de Andrada. Hans está en la casa)
(Mario se levanta)
MARIO: No sé si ya compró todo o si le falta. Voy a hablar con la gente. Por las duras. Para que usted no siga dejando la
guita.
ANDRADA: Hágales saber qué pasa . Dígales que no vendan. Dígales que esperen que los expropien. Dígales que hace
treinta años que se está por construir la represa y no se hizo nunca.
HANS: Esta vez se hace.
ANDRADA: Mañana sale un decreto y se para todo. Pero está bien. Vaya y dígales que esperen. Dígales que a lo mejor
el gobierno les paga en bonos o en cuotas a cinco años. Yo voy con usted. Les pongo la guita sobre la mesa y vamos a
ver a quién le hacen caso.
MARIO: Le va a salir más caro.
ANDRADA: Yo tengo resto. Ellos no. Se están cagando de hambre ahora. Hoy. Pero está bien. Vaya y dígales que
esperen.
MARIO: Se lo voy a decir.
ANDRADA: Usted se me quedó en la utopía, maestro.
MARIO: También le voy a decir que usted es un reverendo hijo de puta.
HANS: No sé por qué, pero me da la impresión de que ya no vamos a ser bien recibidos en esta casa.
MARIO: Vos sabías esto desde el principio. Podías haber dicho algo.
HANS: ¿Para qué? ¿Para que me pusieran de patitas en la calle? Yo soy geólogo, no Jesucristo.
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(Reunión de cooperativistas en el galpón. Día. Ernesto está presente. Silencio)
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(Exterior. Día. Llega Hans en su coche. Viene tocando el claxon. Trae a una parturienta, la misma a la que Ana atendió
en su consulta. Ana se acerca corriendo al coche)
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(Interior de la casa. Noche. Ernesto lee en la cama. Oye ruido y se levanta)
ERNESTO: Papá.
ERNESTO: ¡Papá!
MARIO: ...Andá para dentro.
ERNESTO: ¿A dónde vas? ¿Qué pasó?
MARIO: Nada. Voy a ver si Nelda necesita algo. Ve para dentro.
Ya vuelvo.
(Ernesto monta a Dumas y le sigue. Mario está quemando la lana almacenada de la cooperativa. Ernesto se acerca
corriendo.)
MARIO: No tengas miedo, Erni. No estoy loco. Algún día lo vas a entender.
MARIO: Ahora van a tener que empezar de nuevo. Ya no tienen un carajo que perder.
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(Exterior. Día. Regresa la ambulancia. Ernesto los ve llegar y sale a su encuentro. Ana y Hans bajan del coche)
(Hans sube al coche y Ernesto va hacia la casa. Desde una ventana observa a sus padres. Se abrazan, derrotados.
Mario, sentado sobre la cama. Ana, de pie) Ernesto no les interrumpe.)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la estación. Están descargando el material para la construcción de la presa)
EMPLEADO (español): (A los que descargan) Con cuidao, con cuidao , que se le va a romper, que es frágil. Vamos,
venga. Ustedes, ¿quieren darse prisa, por favor? ¡Tenga cuidao, que es frágil! Mecagüen la leche.
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(Exterior de la escuela. Día. Mario regresa con unos papeles que le han traído en la ambulancia. Ernesto está presente)
MARIO: Les voy a entregar los certificados a los que acabaron séptimo. ¿Mm? En realidad, ninguno se lo merece.
Hablando en serio, cada uno hizo lo que pudo, y dio lo mejor de sí. (Comienza a repartir los certificados) Si aprendieron
mucho o poco, no importa. Aprendieron a pensar y a convivir. Eso es lo que vale. Tomá, Esteban. No pierdan los
certificados, ¿eh? Cuando vayan a pedir trabajo en la represa, les van a servir para que les paguen un poco más. No
mucho, pero un poco más. Marita...¿eh? Roque, vos... Felicidades. Igual, Jorge. Cuídense, ¡eh?.
ERNESTO: Cuando terminen las clases, no dejen de venir. El comedor está abierto todo el verano. Ya lo saben.
(Ernesto acude)
(Se sienta)
MARIO: (Enciende un cigarro) Estuvimos hablando con mamá de vos, del colegio, de qué va a pasar ahora...bah, de
todo eso. Todavía te falta todo un año para entrar en secundario, pero...sería mejor si desde ahora sabemos qué vamos
a hacer. ¿Mm?
(Ernesto asiente)
HANS: La hija de Zamora me ha dado esto para ti. (Le entrega el libro y el cuaderno) Lo siento. Échame una mano. Si
tuvieses unos cuantos años más, nos iríamos por ahí de copas. Y acabaríamos debajo de una mesa, llorando por las
mujeres que hemos perdido. No te preocupes. Dicen que lo importante es amar, y no que te amen. Los que dicen eso
son unos gilipollas.
MARIO: Lo que me jode es que ni siquiera existe la chance de decir, bueno, poniéndose así, el equivocado soy yo. Pero
no. Siempre pasa igual. Aquí, en España y en todas partes. (Sirve bebida a los otros) ¿Cuánto tardan en hacerla? Cinco
años. Ponle siete. Siete años de buena vida, buen sueldo, casa nueva, comida...y después, ¿quién los hace volver?
Cuando se termine la represa y la Tulsaco se pire, ¿quién les dice que vuelvan a las ovejas, a la huerta, a la cosecha?
No, no pueden volver. El lugar que era de ellos cambió, ya no existe más. No está. Van a terminar en Buenos Aires
haciendo changas de ....y viviendo en una.....miseria.
HANS: Bah, no te quejes. Ha valido la pena, coño. Ya verás. Dentro de siete años habrá gente, mucha más gente
dispuesta a luchar por la causa.
MARIO: Usted se me quedó en la utopía, gaita. Te está haciendo falta un poco de aguardiente.
HANS: No, no, no jodas, no jodas, que estoy a punto de decir tonterías.
NELDA: Nadie notaría la diferencia.
HANS: Tú sí, porque me pongo lascivo, y me da por las vírgenes.
NELDA: Menos mal. Tenía miedo de que si te diera por las monjas...
HANS: (Ríe) Ernesto, ¿a qué hora llega el tren el sábado?
ERNESTO: A las nueve y media. Y sale a las diez.
HANS: Bueno, pues no vayas a la estación, que ya tienes cliente. Pásate por el hotel a eso de las ocho.
ERNESTO: ¿Y a dónde vamos?
HANS: Yo a Madrid.
(Ríen)
(Se abrazan)
(Ana se levanta)
HANS: No, no, no,no, quietos, quietos aquí. Que-quedaos aquí. Prefiero recordaros así como estáis, y no ahí fuera
agitando los brazos como tontos, adiós, adiós... (A Nelda) Hermana, te va a costar trabajo pero...procura olvidarme. Ha
sido un placer conocerte. Y espero que, cuando nos volvamos a ver, el placer sea aun más profundo.
NELDA: Chao, loco. Suerte y buen viaje. Cuando volvamos a vernos vas a tener que cumplir todas las cosas que estás
prometiendo.
HANS: Haré lo que pueda.
HANS: (A Ana, que contiene las lágrimas) Señora, con mi mayor respeto
(Le besa la mano. Ana le abraza muy fuerte, llorando. Mario los
mira. Permanecen así un rato, hasta que Ernesto entrega a Hans el papel que había estado escribiendo)
ANA: (Intenta sonreír) ¿Para qué le das la dirección de la abuela? ¿Por qué le va a escribir si no la conoce?
ERNESTO: ¿No nos vamos?
ANA: No.
ERNESTO: ¿Y el colegio, a dónde voy?
ANA: Yo que sé. Tenemos un año para pensarlo. En un año a lo mejor lo convencemos a tu padre y nos vamos todos
juntos.
(Nelda le pasa la mano por el hombro, sonriendo) ¿Alguien quiere café? Todavía está caliente.
NELDA: No, gracias.
MARIO: Paso. Creo que me voy a tomar una grapa.
NELDA: Yo también.
ANA: Idem para mí.
ERNESTO: ¿La puedo probar?
MARIO: Un culito na más, ¿eh?
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(Habitación del hotel. Día. Hans prepara el equipaje)
HANS: Listo. ¿No me dejo nada? Seguro que sí. Siempre se me olvida algo. En cada hotel me dejo un recuerdo.
ERNESTO: Te falta la luz.
HANS: Esto es para ti (Le entrega el aparato) Tómalo. Si se descarga la batería, la enchufas a 220. Y acuérdate, ¿eh?
No apuntar a los ojos. ¿Vale? Vámonos.
ERNESTO: ¿Y las valijas? ¿No llevamos las valijas?
HANS: Ya se encargarán ellos. Vámonos.
ERNESTO: ¿Y yo qué llevo?
HANS: ¿Cómo...?...a mí...¿A quién coño vas a llevar? ¿No? Digo yo...Hala. Vamos.
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(Exterior. Día. Hans conduce la calesa. Ernesto va de copiloto. Hans prueba a ganar al tren , como vio hacer a Ernesto)
HANS: ¡Vamos, Dumas! ¡Vamos! ¡Vamos!
HANS: Corre.
ERNESTO: ¡Vamos, Dumas!
HANS: ¡Vamos, Dumas!
ERNESTO-JOVEN: (Voz en off) Hans anda por los Estados Unidos. En Texas. O andaba. Aunque tenía ganas de
quedarse a vivir. Por lo menos eso decía cuando mandó la última postal, hace como dos años. En cuanto volvimos a
Buenos Aires, mamá enganchó un laboro en un hospital...
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(exterior. Día. Ernesto-joven entra en un cementerio)
ERN.-JOVEN: (Voz en off)...Trabaja demasiado y nos vemos poco. No es por la guita. Yo también trabajo y más o
menos nos arreglamos. Yo creo que trabaja mucho porque no quiere tener tiempo para pensar. Todavía le cuesta creer
que vos no estés. Habla de vos con bronca, como si el infarto hubiera sido culpa tuya. A mí también a veces me da
bronca no tenerte al lado para poder hablar con vos. A veces nos haces mucha falta, viejo.
ERN.-JOVEN: Después que pasó lo tuyo, en diez días liquidamos lo poco que teníamos y nos fuimos a Buenos Aires. Yo
terminé el primario en un colegio que tenía secundario, como vos querías. Las piedras todavía las tengo. Pero no me dio
por ese lado. Me dio por la medicina. Ya estoy en tercer año y ahora me presenté a una beca y...me salió. Me voy a
España. No sé muy bien qué voy a hacer cuando se me termine la beca. Puedo buscar trabajo en Europa o, no sé.
Volver a Buenos Aires, si la cosa mejora.
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(Exterior. Día. Se ve a Mario contemplando el paisaje rojo de
Valle Bermejo)
ERN.-JOVEN: Me gustaría que me dijeras cómo hace uno para saber cuál es su lugar. Yo por ahora no lo tengo.
Supongo que me voy a dar cuenta cuando esté en un lugar y no me pueda ir. Supongo que es así. Ya va a aparecer.
Todavía tengo tiempo de encontrarlo.
FIN