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La historia del sindicalismo en Alemania es muy rica en ofrecer una serie de contrastes,
derrotas y victorias, en donde nunca los/as trabajadores/as han dejado de estar presentes
como actores políticos relevantes en el plano político y de la lucha social.
Con respecto a los convenios colectivos, estos se refieren a los contratos realizados
entre los trabajadores organizados en el sindicato contratante y, por simetría, a los
empleadores pertenecientes a su asociación. Mediante un acto administrativo es
legítimo extender la validez de un convenio, y generalizarla para los no sindicados, lo
que ocurre normalmente en las industrias con muchas pequeñas empresas, por ejemplo,
en el ámbito de la gastronomía o en el sector de la construcción.
En esta parte juegan un rol importantísimo los acuerdos de empleo entre la empresa y el
personal. En el caso de que los puestos de trabajo estén amenazados por causas
económicas pueden los empleados renunciar a un tanto por ciento del salario o a unas
horas libres a cambio de una garantía de los puestos de trabajo (por ejemplo que no se
produzcan despidos durante los 2 o 3 años siguientes). Esto ha cobrado gran
importancia mientras el desempleo se extiende como un cáncer en Europa, y
especialmente en Alemania, Grecia, España y Portugal, a partir de la actualidad de la
crisis económica capitalista en desarrollo que por medio de los planes de ajuste del
Fondo Monetario Internacional, los gobiernos y su relación con la banca privada (y el
capital financiero), amenaza con las bases de los Estados Sociales y las conquistas
históricas de la clase trabajadora en toda Europa (por ejemplo. Extender la duración de
las jornadas de trabajo y reducir puestos de empleo).
La DGB hoy se encuentra en elecciones, siendo las principales propuestas avanzar hacia
un corte del financiamiento de los grandes bancos, como medidas de rescate de
gobierno, detener la pretensión de la patronal de exigir mayores condiciones de
explotación para los/as trabajadores/as, (contra los bajos salarios y condiciones
precarias de trabajo, exigiendo la regulación de salarios mínimos), pues –así dice el
llamamiento del DGB al 1° de mayo – “un gobierno, que permite salarios precarios, no
sólo renuncia al ingreso por concepto de impuestos, sino que subvenciona
innecesariamente a las empresas y atenta contra la dignidad del Trabajo”.
El límite de todas estas demandas está en sus direcciones y la estructura burocrática que
han asumido las organizaciones sindicales, las cuales, al tener representantes de la SPD
tienen posiciones tibias y de un diálogo interminable con el gobierno y empresarios.
Esto definitivamente puede ir cambiando mientras la situación en Europa y Alemania va
girando cada vez más a la izquierda con la crisis económica capitalista.