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lng oP 2624 3b Teh 032be H222lee 7 aap La antropologia como / critica cultural Un momento experimental en las ciencias humanas George E. Marcus Michael M. J. Fischer Amorrortu editores Biblioteca de comunicacién, cultura y medios Director: Anfbal Ford Anthropology as Cultural Critique, An Experimental Mo- ‘ment in the Human Sciences, George E. Marcus y Michael ‘MJ. Fischer © The University of Chicago, 1986 ‘Traduecién, Eduardo Sinnott Unica edicién en castellano autorizada por The University of Chicago, Chicago, y debidamente protegida en todos los pafses. Queda hecho el depésito que previene la ley xn 11.728, © Todos los dorochos de la edicién en castella- no reservados por Amorrortu editores S.A., Paraguay 1225, ‘P piso (1057) Buenos Aires. ‘La reproduccién total o parcial de este libro en forma idén- tica 0 modificada por cualquier medio mecdnieo o electr6- nico, incluyendo fotocopia, grabaciin 0 cualquier sistema de almacenamiento y recuperacion de informacion, no au- torizada por los editores, viola derechos reservados. Cual- quier utilizacin debe ser proviamente solicitada. Industria argentina, Made in Argentina ISBN 950-518-653-3 ISBN 0-226-50449-2, Chicago, edicién original Impreso en los Talleres Graficos Color Efe, Paso 192, Avella- neda, provincia de Buenos Aires, en mayo de 2000. Qed ae TOP) “Mee 120-607 Que Com Indice general 27 41 81 128 168 203 241 245, 257 Prefiicio Introduecién 1. Una crisis de la representacién en las ciencias humanas 2, La etnografia y la antropologia comprensiva 8. Comunicacién de la otra experiencia cultural: la persona, el yo y las emocianes 4, La consideracién de la economia politica histérico- mundial: comunidades cognoscibles en sistemas mas ‘vastos 5. La repatriacién de la antropologia como critica cultural 6. Dos téenieas contemporsineas de critica cultural en la antropologia ‘Nota final Apéndice: trabajos en curso Referencias bibliograficas Prefacio En los Estados Unidos y en otros lugares, las tiltimas dé- cadas han conocido un profundo cuestionamiento del propé- sito y los estilos do teoria que guiaron a las ciencias sociales desde que, a fines del siglo XIX, surgieron como disciptinas académicas profesionales. La difundida percepeién de un cambio radical del ordon mundial aliments ese cuestiona- 1miento y socav6 la confianza en la aptitud delos recursos de que disponemos para describir la realidad social, en la que debe basarse toda ciencia social gonoralizadora. Asi, en las disciplinas contemporéneas que tratan de la sociedad, se registran, ya sea intentas por reorientar la disciplina en di- reeviones nftidamente nuevas, ya sea esfuerzos por sinteti- zar los programas clasicos de investigacién con las nuevas ‘exigencias que se plantean a la teoria. Estos debates no son nuevos en el pensamiento occiden- tak: son, en realidad, una reiteracion de los anhelos de una ciencia natural de la sociedad, puestos en tela de juicio por las teorfas comprensivas, que afirman que las personas ¥ la naturaleza deben ser tratadas de distinto modo, Pero su expresién histérica ha cambiado y revela las condiciones actuales del conocimiento, modeladas por acontecimientos politicos, teenolégicos y cconémicos particulares. En el nivel mas general, el debate se refiere al modo de representar un mundo posmodemo emergente como objeto del pensamien- to social on sus distintas manifestaciones cientificas con- temporéneas. Las discusiones sobre las tendencias de las ideas del momento pueden earecer de peso y de conviecién sino atien- den ala situacién de cada una de las disciplinas particula- res, Para nosotros, los desarrollos en curso en la antropolo- ‘gia contempordnea reflejan cl probloma fundamental de re- presentar la realidad social en un mundo que cambia répi- damente. Dentro de la antropologia, el trabajo de campo y Jos escritos etnogréfieos son el territorio donde la diseusién ylainnovacién tedricas se han vuelto més intensas. El inte- +65 de la etnogratia recae en la descripcién, y los esfuerzos que hoy se hacen para que los eseritos etnogréficos sean, ms sensibles a sus consecuencias politieas, histéricas y fi- loséficas més amplias, eolocan a Ja antropologia en el vérti- cedel debate acerea del problema de la representacién de la sociedad en Ios diseursos contemporsneos. Creemos que| nuestro examen del stnomento experimental», eomo pod ‘mos llamarlo, de la antropologia social y cultural también revela mucho sobre esta tendencia intelectusl general. Este ensayo es, en lo esencial, un esfuerzo por aclarar la situacién presente de la antropologia cultural y social. Si bien incluye una reson histérica de obras del pasado, no aspira a ser una historia de la antropologia. Y aunque se re- fiere a muchos de nuestros colegas, no aspira a ser una in- dagacién bibliogréfica exhaustiva. Pedimos disculpas @ quienes no han sido mencionados y nos acogemos ala indul- gencia de quienes silo han sido. ‘Nos centraremos en los desarrollos de la antropologia os- tadounidense, pero gran parte de lo que hemos de decir se aplica también a la antropologia britanica y acaso no sélo a esta, Alo lango de las décadas de 1950 y 1960 la antropolo- gia briténiea estuvo més disciplinada por un paradigma de investigaci6n que la antropologia estadounidense, y conté con Io que pareeia constituir una nocién més rigurosa de lo que deben ser una descripeién y un andlisis etnogrsficos de otra cultura, Gozé de gran prestigio e influencia en la antro- pologia estatlounidense, y en la mayoria de las principales “universidades las dos tradiciones se combinaban. La vitali- dad de la tradicién britanica se apagé en la década de 1960, justamente con la emergencia del actual periodo experi- ‘mental. Hoy la direccién de la influencia se ha invertido: la produecién de la antropologia cultural estadounidense guia en gran medida los esfuerzos britdnicos. Entretanto, la as- cendente tradiciGn estadounidense sufre poderosamente la influoncia de la tereera tradicién principal de Ia antropolo- gia moderna, esto es, la tradicién francesa. En este sentido, algunos de los movimientos experimentales de la literatura antropologica estadounidense podrian parecer familiares a los antropélogos franceses en tanto evocan un estimulante periodo de innovacién que hubo en Francia entre las dos 10 guerras mundisles (véase Clifford, 1981). Hl hecho de que nos centremos en la situacién estadounidense refleja, pues, ‘un desarrollo histérico en el que la antropologia de los Esta- dos Unidos parece estar realizando una sintesis de las tres tradiciones nacionales. El presente es, ademas, un momento en el que la acen- tuada conciencia de una interdependencia global cuestic- na la idea de tradiciones nacionales diferentes en las es- pecialidades académicas. Esas tradiciones siguen siendo sutilmente importantes, pero poco a poco van dejando de ‘operar como barreras para la comunicacién y a interaccién. ‘Las nuevas antropologias de Brasil, la India, Israel, Japon ¥ México, entre otros paises, elaboran una combinacién de te ‘mas en los que influyen circunstancias locales y temas clé- sicos de la teoria social occidental (Gerholm y Hannerz, 1982), BI hecho de que exista una pluralidad de antropolo- sgias diferentes abre, por primera vez, la posibilidad real de ‘un pablico lector intercultural miiltiple de las obras antro- ppol6gicas, lo cual, con el paso del tiempo, ejereeré un profun- do efecto en el modo en que se las concibe y se las escribe en los Estados Unidos y en Europa. Al discutir el presente ensayo con distintos colegas, he- ‘mos advertido una notable tendencia a retrotraer la discu- sién a las obras clsicas de las primeras generaciones de in- vestigadores de campo modernos. Nuestro propésito, en cambio, ¢s contribuir a la elaboracién de un discurso fecun- do para la obra contempordnea y futura. La angucia de que Jos autores de los primeros informes descriptivos acerca de otras culturas, tales como E. B, Evans-Pritchard, Bronislaw Malinowski, Franz Boas o Gregory Bateson, ya «dijeron ‘algo parecido>, ola de que la experimentacién en los escritos ‘etnograficos es tan antigua como la antropologia, de nada sirven si no nos concentran en el modo de poder hacer algo ‘mejor. Con mayor razén, la mania de censurar los pecados de nuestros predecesores es tediosa e infecunda sino leva a mejores obras contempordneas, Emprender una nuova lectura y un nuevo anslisis de los

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