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LAS MONTANAS VOLCANICAS DEL ECUADOR RETRATADAS Y DESCRITAS GEOLOGICA-TOPOGRAFICAMENTE POR ALPHONS STUBEL PRODUCCION EDITORIAL Carlos Landazuri Camacho Adriana Grijalva de Davila Ximena Carcelén Editores ‘Traducci6n: Federico Yépez, Revision: Emilio Cerezo Correceién de estilo: Marfa Eugenia Paz y Mino Diseito y diagramacién: Arias Design Group * Daniela Arias Impresién: Imprenta Mariscal Cubierta: Rafael Troya - E] Tungurahua: Vista de la Cordillera de Utuniac Fotografia: Archivo Hist6rico del Banco Central del Ecuador Banco Central del Ecuador - UNESCO, Quito, mayo 2004 Tell. 222 0905 Exmail: editorial@uio.beesin.ec Quito, Ecuador ISBN: 9978-43-567-0 CONTENIDO PPresenTaciOw bet. BANCO CENTRAL DEL ECUADOR PRESENTACION DE LA UNESCO. ESTE uBRO A.pwions STOBEL EN EL ECUADOR, POR JOsé E6ReD ALpHoNs SOBEL: PAISAISMO E ILUSTRAGION CENTIFICA EN ECUADOR, POR ALEXANDRA KENNEDY Aponres De ALPHONS STOBEL A LA VULCANOLOGIA ECUATORIANA, POR HUco YEPEX, Preracio CAPITULO UNO. ITRODUCGON A LA REGION VOLCANICA DeL. ECUADOR ENUMERACION DE LAS MONTARAS VOLCANICAS DEL ECUADOR SEGLIN SUS ALTURAS ABSOLUTAS ‘Y RELATIVAS Y SEGUN SU DISPOSICION OROGRAPICA. CON UN MAPA GENERAL PPAUTA DE ORIENTACION EN LA SECUENCIA DE REPRESENTACIONES PICTORICAS DE LA REGION YoUCANICA DEL ECUADOR, LISTA DE LAS PINTURAS DE LA REGION VOLCANICA DEL. ECUADOR, EXPUESTAS DE MANERA PERMANENTE eN EL. MUSEO DE ETNOGRASIA v GeooRAHa De Laz. [NOTAS INTRODUCTORIAS A LA DESCRIPCION GEOLOGICA DE LAS MONTARAS VOLCANICAS DEL. ECUADOR, ‘CAPITULO Dos DDescriPciow TOPOGRARCO-GEOLOGICA DE CADA UNA DE LAS MONTASAS VOLCANICAS DEL ECUADOR SOBRE LA BASE DE LOS riaLOS, ANEXO A LA DESCRUPCION De. LAS PINTURAS, INFORME EPISTOLAR EXVIADO AL PRESIDENTE DE LA [RepOBLICA DEL ECUADOR, SeSOR GABRIEL GARCIA MORENO, SOBRE ALGUNAS EXCURSIONES ¥ ASCENSIONES A LAS MONTANAS Dit ECUADOR, ‘CAPITULO TRES LA DIVERSIDAD DE LAS MONTARAS DESDE El, PUNTO DE VISTA GENETICO, n 13 15 a 39 43 56 62 66 86 389 a4 416 ‘Vision coMPARATIVA DE OTRAS 008 REGIONES VOLCANICAS NO SUDAMERICANAS, JoRui1o, Dike eT-TunuL ¥ HAURAN. 423 ‘SOBRE Ls FENOMENOS DE ENFRIAMIENTO EN LAS MASAS DE FUSION INCANDESCENTES NATURALES Y ARTINCIALS. 431 LA FASE MAS IMPORTANTE PARA LA CONFIGLRACION EXTERNA DE LA SUPERACIE TERRESTRE EN LA EVOUUKION DEL CUERPO DE LA TIERRA. 40 LUN INTENTO DE CLASINCACION DE LAS MONTARAS VOLCANICAS DEL. ECUADOR 459 LAS MONTARAS VOLCANICAS SEGUN SU RELACION TOPOGRARCA-GENETICA 462 CCoNoS Sv#O111005, MONTANAS CON CONTRAPUERTES, 466 ‘OCHO PERFILES A LO LARGO DE LOS ANDES ECUATORIANOS PARA ILUSTRAR LAS RELACIONES [NATURALES ENTRE LAS RESPECTIVAS ELEVACIONES VERTICALES Y LAS EXTENSIONES HORIZONTALES, an (CARACTERIZACION PETROGRAFICA DE LAS MONTANAS VOLCANCAS DEL ECUADOR, OR EL SENOR TEODORO WOLF 474 Puvtueas DE RAFAEL TROVA 496 ANEXO MAPA DE LA REGION VOLCANICA, ALPHONS STUBEL: PAISAJISMO E ILUSTRACION CIENTIFICA EN ECUADOR es excitante arrancar a las nubes {0 que le pertenece a ta tierra (Stiibel, Las montafias del Ecuador, {1897)) | siglo XIX supone para América Latina un momento extraordinarlo de reconocimiento ide sus cualidades naturales y beneficios econ6micos, asi como de los habitantes y sus costumbres. Sin embargo, cabe seftalar que si bien inaugura este periplo de la investigacion. clentifica americana, el naturalista Alexander von Humboldt (1769-1859), quien vendré jun- toal médico y naturalista francés Aimé Bonpland (1773-1858) y se quedara desde 1799 has- ta 1804 en América, muchos mas exploradores y cientificos seguirdn sus pasos, ampliando los conocimientos, rectificando o introductendo importantes innovaciones. Cada regién o nacién atraeré la atencién de los viajeros extranjeros en su mayoria euro- peos— de diversa forma; a veces por las impresionantes rulnas arqueolégicas de culturas como la azteca o la inea 0 por los importantes depdsitos de minerales como el cobre en Chi- le, en otras, por la fauna y flora de una regién tropical como el Brasil. Es indudable, y asf lo demuestran la mayoria de publicaciones, apuntes 0 diarios de viale, fotogratias u dleos de la época, que el Ecuador fue especialmente atractivo por el elevado numero de voleanes tanto activos como dormidos, situados en pleno trépico. Este pais se convirtio en un ex- traordinario laboratorio para la obtenci6n de los més variados datos sobre la formacién de la corteza terrestre y en general sobre la funcién de los voleanes, complementados por el estudio de la flora tropical Algunos, como el quimico y agrénomo francés Jean Baptiste Boussingault (1802-1887) por los afios 30 desarrollaron clertas ideas sobre los voleanes, posteriormente rectificadas, Po- 0s aflos mas tarde Charles Darwin (1809-1882), ademas de sus conocidos estudios sobre la biologia en las Islas Galapagos, hizo descripciones sobre sus voleanes, Quizas el prime- ro en publicar en formato cientifico una serie de observaciones sobre los voleanes continen- tales del Ecuador, fue el boténico alemén Hermann Karsten, (1817-1908), quien estuvo por tierras sudamericanas, entre 1844 y 1856 y publicé entre otros: Ueber die Vilkane der An- den (Sobre los volcanes de los Andes, 1858) y Ueber Lavastroeme des Tungurahua und Coto- paxi (Sobre los Mujos de lava diet Tungurahua y el Cotopaxi, 1873), También Moritz Wagner (2813 ~ 1887) publicé algunos trabajos sobre la naturaleza y los volcanes ecuatorlanos co- ‘mo resultado de su visita a este pais entre 1858 y 1859, Es interesante subrayar que practicamente todos los cientif cos que de alguna v otra manera trabajaron sobre la vulcanologia ecuatoriana fueron alemanes; pero no fue sino hasta 1870 en que el primer gedlogo y vuleandlogo espectalizado —Alphons Stibel (Dresden 1835-1904)— establecl6 un proyecto de gran envergadura con respecto al tema y publieé posteriormente junto con su companero de viaje el geo- logo aleman Wilhelm Reiss (1838-1908), sendas contribuciones en aleman, También realiz6 el montaje de museos y aulas de estudio en Alemania destinadas al public europeo, Su meta principal fue la de describir las estructuras voleénicas debido a que en estas, segiin los cientificos, se habfa materializado la actividad prehistoriea de las fuerzas volednicas. La publicacion mas importante de mano de Stabel, segan el vulcanélogo contemporéneo Minard Hall, {ue precisamente el libro que ahora se presenta traducido parcialmente al espanol después de més de 100 afos de su aparicién en Berlin, Die Vulkanberge von Ecua- dor (Los volcanes del Ecuador, 1897). En el prefacio de este libro se senala que el prop6- sito del mismo era ensefar las formas de la configuraci6n del terreno del altiplano ecua- torlano y las estructuras tecténicas de sus distintas partes de tal manera que se pudie- sen extraer conclusiones sobre sus origenes. En suma, se trataba de observar los volca- rnes en la diversidad de sus formas externas y en su estructura interna, segin la variedad petrogriifica de sus rocas y en relacién a su edad y posicidn respecto de las formaciones ro- cosas que las subyacen y rodean, segin palabras del mismo Stibel en la presentacién de estos textos, Para poder cumplir con su cometido, Reiss y Stiibel se vieron obligados a elaborar docu- mentos cartograticos, hasta entonces inexistentes, y dibujos topogréficos. La division de su trabajo precisamente tomé en cuenta estas dos grandes dreas del trabajo: Reiss, enton- ces, harfa la medici6n trigonométrica de cada una de las regiones vulcanologicas y Stibel, en cambio, estaria a cargo de realizar las representaciones pictoricas de las montafias vol cénicas, en perspectiva. Este dltimo trazar detalle mediante la inscripcién de los nombres,[dandoles] en cierto modo, la forma de mapas de perspectiva, Para ello, no fue suficiente sus dibujos a plumilla, luminados algunos, o sus acuarelas; Stibel resolvié que la mejor manera de captar una real panorémica con el esplen- dor del color y las luces y los detalles de las rocas era posible Gnicamente a través de cua- dros al dleo, la fotograifa en este caso en particular era indtil. La cdmara no puede indivi dualizar, decta, ni dar color, perspectiva y vida, los dibujos complementarios ajusténdolos al Cabe recalcar que es la primera vez que se traduce al espanol un libro de Stibel de esta ‘magnitud ya que durante su estadfa en Ecuador solo se publicaron cartas-informes que am- bos ge6logos presentaron por pedido expreso del presidente Gabriel Garcia Moreno (1821- 1875). Posteriormente, a principios del siglo XX, el profesor Augusto N. Martinez (1860- 1946) tradujo al espanol y publics en Quito las sigulentes obras cortas de Stilbel: El repart: :miento de los centros de erupcién mds importantes y los volcanes que lo determinaron en Sud América (1903), y, La diversidad de las montafias volednicas del Ecuador (1903). EI mismo aio de arribo de Reiss y Stibel al Ecuador en 1870, Megé otro alemén gedgrafo y ‘ge6logo, Teodoro Wolf (1841 ~ 1925) quien permaneceria en el pais hasta 1891 y quien, ade- mas de sus destacadas aportaciones como profesor en la recientemente abierta Escuela Po- litécnica de Quito, publicaria su obra magna Die Geographie und Geologie von Ecuador (Geo- ‘gratia y geologia del Ecuador, 1892), traducida al espafiol y publicada por vez primera en Ecuador en los anos de 1970. Algunos de sus mapas teron utiizados en tas publicaciones de Reiss y Stiibel, como se comprueba en esta obra que introducimos. Otzo viajero inglés que complementé con sus observaciones este tipo de investigaciones fue Edward Whymper (1840-1912) con Travels Amongst the Great Andes of Ecuador (1892: traducido al espanol como Viajes @ waves de los majestuosos Andes del Ecuador, 1993, 1994, 2001). E1 més importante contribuyente nacional fue el citado Augusto N, Martinez quien realiz6 sendas monografias e informes sobre los voleanes ecuatorianos. Con 6! y otro ge6- grafo aleman Hans Meyer (1858 ~ 1929), quien vino a! Ecuador en 1903 en compafia del pin- tor Rudolf Reschreiter, se cierra un siglo extraordinariamente rico en investigaciones vulea- nol6gicas. ‘Como podemos observar por la extensa presentacién que hace Stiibel en este libro, fue cen- tral a las investigaciones el material visual que iban recogiendo a costa de muchos sacrifi- clos. Era esta constancia visual la que serviria para probar con mayor rigurosidad sus hi- pétesis cientificas y fo que permitiria mostrar sus descubrimientos didécticamente, tanto a un patblico culto como a sus propios colegas investigadores. Stitbel, como vimos, tuvo a cargo esta parte del trabajo ya que habia sido entrenado como elbujante, tal como acostumbraba la rigurosa formacién de los gedlogos. Cuando la pareja de alemanes llegé a San Agustin, al sur de Colombia, zona selvatica peligrosa, fueron casi devorados por los chupasangres. A pesar de ello, —relata Stiibel el 13 de febrero de 1869— logré hacerme de algunos dibujos, con las manos ampoladas. La importancia otorgada a la recolecci6n de Imagenes puede ademas observarse en sendas comunicaciones enviadas a sus parientes. En septiembre de 1869, al culminar el Munchi- que, montana también al sur de Colombia, anotaba Stiibel que. En los dos dias y dos noches que pasé en ta cima de Munchique, sélo pude pescar al _gunas imagenes furtivas, ora en una direecién, ora en otra, y pude hacer una ubica- cin muy poco satisfactoria de la latitud geogrdtica. Este cerro, cuyo ascenso deberia ser, en cierta medida, el coronamiento (de mi trabajo) por ki contemplacién de la pa: nordimica de los volcanes escalados y las cordilleras transitadas, representa un punto central en las poderosas cordilleras, y al mismo tempo forma una especie de tabique que posibilita la existencia de dos climas completamente distintos. Finalmente en marzo de 1870 llegaron a Ecuador. En él permanecieron hasta noviembre de 1874 ya que segiin palabras del mismo Stiibel en este pais nacian los volcanes como hongos en el suelo Riobamba 2.V1I.1872). Debido a ello, sus viajes se centearon en las provincias de la sierra norte, desde Carchi hasta Chimborazo, con incursiones esporddicas a la Ama. zona por la poblacién de Banos en la provincia de Tungurahua, o a las provincias del sur como la del Azuay. Fue en el dnico pais donde Stabel —por razones cientifico-pedag6 cas— vio necesario contratar los servicios de un pintor local, como veremos més adelante. A fines de 1874, llegaron a Lima y se encontraron con una serie de revueltas politicas, cosa ‘que les oblig6, por no perder tiempo y dinero, a realizar una excavacién arqueolégica de un importante cementerio preinea en Anc6n de tna capacidad de 3,000 a 4.000 personas. Silos comentarios que hacen Stibel y Reiss a través de sus cartas-diario muestran un espiritu er tico y una real aversi6n a las sociedades contemporéneas latinoamericanas, en cambio los testimonios sabre sus civilizaciones antiguas llevan un tono muy distinto, Por citar s6lo un ejemplo, ante los sendos hallazgos de textiles preincas en Ancén, decfa Stibel que pueden compararse @ nuestros més finos gobelinos (Anc6n, 26.1.1875). Acto seguido lamentaba la pérdida de objetos precolombinos destruldos por la execrable poblacisn espariota, En noviembre de 1875 se encontranian Reiss y Stibel en la ciudad brasilefia de Belem, El primero volvi6 a Europa y Stabel emprendié un nuevo viaje desde Rio de Janeiro has- ta Uspallata en Bolivia para observar los gigantescos voleanes, Nuevamente exploré rulnas precolombinas preincas en el sobresallente sitio de Tiahuanaco y partié por bar co desde el Callao (Pert) hasta Nueva York de donde zarpé de regreso a casa el 11 de julio de 1877, EI material que retorn6 por separado en manos de Reiss y Stijbel fue verdaderamente In- menso comparado con el volumen de sus publicaciones. Por ello esta obra, que ahora se presenta traducida al espaol, es particularmente interesante para la historia de la vulcano- logia del Ecuador. También es muy importante desde el punto de vista visual, es decir de la constitucion de narrativas visuales y la generacién de una tradicién de pintura paisajistica nel pats, al igual que otro libro que publicaron Reiss y Stilbel con anterioridad: Skizzen aus Ecuador (Bocetos del Ecuador, Berlin, 1886). Este informe provisional como lo llamé Stabel, estuvo dedicado a lus miembros del VI Congreso de Geograffa Alemana que se celebré en Dresden el mismo afto de su publicaci6n, y fue de alguna manera completado por la obra de Stiibel que ahora entregamos al pablico: Die Valkanberge von Ecuador (Las montaftas vole nnicas det Ecuador, 1897). Skizzen aus Ecuador (Bocetos de! Ecuadar) de Stibel fue profusamente jlustrado con graba- dos realizados por el alemén Max Georg Vetter, sobre la base de los grandes 6leos del pin- tor ecuatoriano Rafael Troya (1845-1920) contratado por Stiibel entre 1871 y 1873, Es importante recordar que a partir del viaje que hiciera a América el cientifico prusiano Alexander von Humboldt entre 1799 y 1804, y del sinniimero de sus publicaciones llustradas Atlas Pintoresco (1810) 0 Cosmos (1845)— proliferaron las expediciones cientificas del ti- po de las que habjan nacido con ta ‘lustracién, Desde entonces, el arte y la ciencia inicia- on un estrecho recorrido, generando la idea de que una comprensi6n y difusién més caba- Jes de fa clencla y los fenémenos cientificos debia necesariamente servirse de Imagenes que Jailustraran, Mas allé de los libros clentificos que pudieron haber llegado @ un piblico mas especializado y por ende reducido, estas publicaciones crearon la costumbre de que las cr6- hicas de viajeros tenian que ser complementadas con apuntes hechos por los mismos expe- dicionarios o mediante obras pictoricas realizadas por artistas extranjeros © locales contra- tados para el efecto, 0, como en muchos casos sucedi6, provocaron la toma o compra de Imagenes pintadas o fotografladas de otros colegas viajeros o fotdgrafos, tanto extranjeros como nacionales, Lo cierto es que la imagen se volvid un elemento fundamental, fuese a través de! medio que fuere —acuarelas, dibujos, 6leos, grabados o fotogratfas— y con ello empez6 a proliferar un Imaginario visual de América que inclu‘a predominantemente: paisajes rurales y urbanos, tt pos étnicos, oficios y costumbres del lugar 0 grandes monumentos de civilizaciones como Ia azteca o la inca, Entre el rigor clentifico y la fantasia romantica, el europeo vido de recibir noticias de este mundo lejano y ex6tico, capaz de ser redescubierto y probablemente recolonizado, iba per filando su propio imaginario sobre estas tlerras vastas e Ignotas, Tanto el hombre de cien- cia europeo, como el vialero curioso 0 artista, evidentemente configuraban un mundo ame- ricano bajo su propia luz y destinado a un pablico muy particular, Esto tuvo como conse- ‘cuencia un trafico de imagenes sobresaliente, sobre todoa partir de mediados del sigho XIX. Alcides D'Orbigny (1802-1857), un viajero francés, por citar un ejemplo, jamas estuvo en Co- lombia, pero la ilustré comprando imagenes a otros viajeros. Una pequena acuarela del ar- tista ecuatoriano Joaquin Pinto (1842-1906) muestra a un vendedor ambulante quien entre otros cachivaches 0 chucherlas vende ldminas pintadas. Gracias a esta demanda, muchas imagenes se volvieron iconos estereotipadios de los tipos de la tierra 0 de los palsajes y apa- recerfan en publicaciones tanto europeas como americanas, repitiéndolas durante décadas shasta hacernos perder la noci6n de para quién y en qué contexto original se publicd tal o cual imagen, Para el europeo 0 el estadounidense probablemente las imagenes del viajero alemén Johann Moritz Rugendas (1802-1858) 0 el norteamericano Frederic Edwin Church (1826-1900) sf bus- caban representar la naturaleza fidedigna de clertas regiones de América Latina. Sin embar- 0, cabria preguntarse sino existié también un nutrido grupo de hombres de ciencia y ar- tistas latinoamericanos que empezaron a mirarse a si mismos y a desarrollar lenguajes pro- ios, A muchos de los artistas loceles les interes6 detallar las rocas, las nubes, la fauna 0 la flora, de un modo tal que revela su gran familiaridad con la geologia, la meteorologia o la biologia. Igual que aquellos, también los pintores latinoamericanos componian escenas de paisajes bucélicos, sublimes o cientificos. Artistas como el portorriquefio Francisco Oller (1833-1917) 0 el mexicano José Marfa Velasco (1840-1912), no fueron simples copistas de la sensibilidad, la técnica y los temas de sus colegas, maestros o cientificos que los contrata- ron como tampoco lo fue el ecuatoriano Troya de Stibel. Mas alla de ello, propone Jorge Cahizares-Esguerra, a través de los lenguajes pictoricos creados por muchos artistas lat noamericanos se buscaba una construcci6n deliberada de un imaginario visual que tendia puentes con la pintura del Azidntico Norte que habfa tratado la narrativa visual del Nuevo ‘Mundo, creando a Ja vez narrativas alternativas para sus propias naclones, Es precisamente la tension y dicotomia de miradas ¢ Intereses que se créa entre las obser- vaciones de un cientifico aleman como Stibel y un artista ecuatoriano como Rafael Troya ~después de su contacto con este extranjero— lo que me interesa explorar a modo de caso de estudio que podria contribuir para ampliar lo que hemos denominado como narrativas visuales de la naturaleza, y que nos sirven para aportar en la comprensi6n més general so- bre la construccién de naciones en el siglo XIX. 25 Si bien Stiibel viene a Ecuador en compafta de Withelm Reiss, ambos trabajaran durante lar~ 0s periodos por separado y se reuniran periédicamente para cotejar sus descubrimientos. Reparamos en esto debido a que fue Stibel, no Reiss, quien contraté los servicios del joven pintor Rafael Troya, qué entonces tenia 26 afios. Ademés, fue StUbel quien le entrend en un ‘g6nero de paisaje novedoso en el medio, el patsaje cientiico. El interés en este pats se centr6 en el estudio del altiplano andino y las regiones aledanas de las cordilleras Oriental y Occidental, ademds de la flora de altura. Muy tangencialmente Mamaron su atencién los aspectos etnologicos y etnograficos del Ecuador. Como dijimos an- teriormente, Stubel vino gulado por los descubrimientos y narraciones de Humboldt. Al po- co tiempo de llegar a tlerras americanas criticé duraiente al sabio prusiano por sus apre- cclaciones ligeras y la falta de profundidad cientifica, A Stibel, al parecer, le interesaba sobre todo la belleza de la naturaleza y los éxitos de su ta- rea investigadora. Encontré corrupetin y deficiencia en el planteamiento y ta conduccién de los estados americanos. “Humboldt [... ] menciona (... ] nombres de indigenas, s6lo pa- ra rodearlos con un alre de cientificismo que impresiona al gran pablico, porque en realidad la gence de Quito de entonces no es otra cosa que necia, segin concepto europeo”, term rnaba una carta de Stiibel del 18 de mayo de 1870. Un ao mas tarde en otra misiva familar ratificaba le antenor: No puedo dejar de repetir para no incurrir en mds detalles que tendrian que poner en ‘entredicho mi amor por la verdad, que no basta una gran fantasia, ni siquiera ta de al- uien familiarizado con las particularidades de otvos pueblos, para imeginarse en qué ‘medida una reptblica suramericana (Ecuador) es una institucién grotesca, es decir lo que es un Estado, en et que todo el mundo miente en cuanto abre la boca, el blanco ‘como el indio, donde (a cultura estd en ef nivel mds bajo que se pueda pensar, donde ‘no hay familia, donde no se conoce ni un dpice de cualquier tipo de respeto tanto por la persona como por tas cosas, donde nadie tiene la intencién de desempenar su ne: gocio u oficio honradamente, es mds, ni siquiere considera necesario mantener la apa riencia de ello, en donde et clero tiene el poder mas ilimitado, y encima un clero que ‘Ro posee ni la més minima cultura, un pats donde la desconfianza, la envidia, ta fal- sedad, la holgazanerfa, ta suciedad, la necedad innata ¢ inculcada, la avaricia y el ‘mayor grado de cobardia individual vienen a ser los rasgos caracteristicas nacionales: imaginarse un pats ast, digo, s6lo lo puede aguel gue como nosotros ha tenido que tra ‘ar durante casi cuatro aitas con estos perros. Sélo al indio, que en (a escala oficial ‘std todavia por debajo de los esclavos, y degenerado totalmente por la bebida, se le puede lamar soporte del Estado, (17 de mayo de 1871), Stibel parecia ajeno a la realidad latinoamericana, si principesca educacion en Leipzig le impidi6 ver més all, era un eurocentrista al cual le falt6 la capacidad o disposicién para identificar el genaus propium, segan Schrader, y resaltar las dife- rencias especificas de las condiciones humanas. Fl se consideré un profesional de laciencia, un experto, que no debia guardar consideraci6n alguna con lo que vela y experimentaba Conocemos el pats [Ecuador] tan a fondo como no lo ha conocido ningiin viajero an- tes de nosotros, y tampoco tenemos que avergonzarnos después de llamar a la gente. Cilla por su nombre. Porque amigos 0 tenemos aqut ningunos {sie}, a pesar de que el Minisiro de Asuntos Exteriores nos aseguré que nunca habian viajado fordneos por el pais tan estimados como nosotros. Este ministro parece por cierto mas o menos un dependiente de comercio, y sus conocimientos de la politica no deben rebasar segura: mente mucho los del tltimo. Nada resulta mas ridiculo que tomar @ wstas personas en serio. Todo aqui es ironia, (13 de enero de 1871), A pesar de la xenofobia y racismo claramente detectables no s6lo por la correspondencia privada de StObel sino también por la de Reiss, segin Hans Meyer, la expedici6n de éstos result6 “el viaje investigativo més fundado y productivo en la historia de! descubrimiento de toda América”, Efectivamente, fueron los autores de la clasificacién genética de los vol- ‘canes y quienes divulgaron una serie de conocimientos sobre la region noroccidental de los Andes sudamericanos mediante sus publicaciones, conferencias y reuniones piiblicas y pr vadas, Stibel form6 un importante museo de sus viajes y descubrimientos en Leipzig. Su inelinacién por la pedagogia y la divulgacion general fue puesta en practica ya en Ecuador, donde dict6 varias conferencias en la Universidad Central, public6 en revistas locales algu- nas de sus ascensiones a modo de comunicaciones —Informes al presidente— y entrend prolija y disciplinadamente al pintor Trova, Ademés de sus diarios, el enorme material que se llevaron de vuelta consistié de dibujos de paisajes, 6leos, mapas, fotografias compradas, material geolégico, colecciones botanicas y zool6gicas, tumbas y objetos precolombinos, artesanta y arte, cerdmica, tallas, adornos e ins ‘trumentos indigenas recogidos en Colombia, Ecuador, Pert y Bolivia predominantemente. La ‘mayor parte de este material actualmente se halla en el Institut far Landerkunde de Leipzig. Como dlijimos, el material visual era clave. En efecto, segtin Reiss (1921), "La belleza de los escenarios naturales 10 es posible describirla con palabras", Por ello recurrieron a acum: Jar un material visual extraordinario. Stiibel era un notable dibujante. Hizo decenas de di- bujos a lapiz de vistas panoramicas de palsajes, de hasta cuatro metros de ancho, estupe! dos detalles y reproduce lor, razén por la cual contraté a Troya en 1871, lo insteuyé puntillosamente en lo que él de- seaba mostrar y en su obsesivo espiritu por hacer un verdadero muestrario cientifico lleg6 4 talar “toda una falda de montafa para garantizar al pintor [Troya] una vista 6ptima y des: pejada de todo el paisaje. Nadie —recalcé orondo Stiibel— ha emprendido antes de mi un torneo gimnastico con cuadros de mas de un metro de ancho a través de los Andes”, (26 de noviembre de 1872). na escala. Pero su exigencla estético-cientifica necesitaba de co- ‘Stabel fue uno de os primeros cientificos extranjeros en Ecuador en contratar a un pintor local como ilustrador. Lo hizo seguramente a través del apoyo irrestricto que recibieron él Gabrie! Garcia Moreno ‘is Cadena, extremo interior ‘zquierdo Oleofienzo, 255 x 181 em Coteccién: Museo de Ante Modem, casa de fa Cutura Ecwotoriana Quito n y su companero de labores, del entonces presidente Gabriel Garcia Moreno, quien desde jo- ven tuvo un gran apego por el estudio de las montahas ecuatorianas. Con su profesor de mateméticas Sebastian Wisse de la Universidad Central ascendié al voleén Sangay y luego en 1844— se introdyjo al crater de! Pichincha por primera vez en la historia del pais. Su Interés por la geolog(a y las ciencias naturales y exactas fue creciendo y por ello no es diff. cil comprender el apoyo brindado a la constitucién de la primera Escuela Politécnica del pais en Quito, la contratacién de profesores extranjeros y el apoyo a misiones cientiticas in- dependientes como la de Stibel y Reiss. Resulta ilustrativo conocer que durante la estadia de los cientificos en Ecuador, Garcia Mo- reno tuvo la prolijidad de ocuparse, indirectamente, de que en cada tambo o parada —sea en valles 0 paramos— se les proporcionase caballos, comida, agua u hospedaje. Es de ny apoyo del presidente fue de caracter practico ia mayorfa de veces. Los Clentificos tuvieron que informarle periéxticamente sobre su trabajo. Al publicar sus obras la intervenci recordaron con agradecimiento el apoyo del primer mandatarlo, aunque en su epistolario personal los alemanes criticaran fuertemente el poder acumulado y el arbitrario manejo de su gente. “Sélo la voluntad del presidente es ley; quien se atreva a contradecirlo encuentra la muerte’, escribirfa Reiss en junio de 1870, Garcia Moreno tuvo vinculos estrechs con Ibarra —una pequetia ciudad al norte de Qui- to~ tras su directa intervencién en la restauracién de la cludad después del fatidico terre- moto de 1868. Troya habia vivido en aquella ciudad antes de ir a Quito y haber trabajado en el taller de Luis Cadena (1830-1906), sobresaliente pintor neoclasico que fue becado a Ro- ma por el citado mandatario. E! mismo historiador y arzobispo de Ibarra y Quito, Federico Gonzélez Sudrez (1844-1917) podria haber servido de importante vinculo entre los cientli- asu gente. Lo cos y el joven pintor ya que habia laborado en ambas ciudades y conoc cierto es que este hébil joven, quien habia corcentrado su trabajo en los géneros més ce- mandados por entonces, el religioso y el retratismo, se vio avocado a incorporar en su re- pertorio el paisajismo cientifco, Still le ensefié a pinta paisajes a los que llamé “pin- turas panorémicas"— en base a sus proplos dlbujos y bocetos en perspectva realizados in situ. El conocimiento de Troya sobre la pintura de paisajes al inicio de esta gran aventura habia sido escaso, sino nulo. Como vimos, el mismo cientifico y buen dibujante se encar- garia de transmitirle las formas de hacer, de “construir” paisajes que ilustraran clara y sis- tematicamente la topograta del pats. En noviembre de 1872 Stibel ascendia con su equipo al Aitar, “el mas bello de todos los vol- canes que hasta ahora hemos conocido y cientificamente también es sumamente interesan- te, aungue al mismo tiempo el mas inaccesible, pero aqui esta en las inmediaciones de Rio- ‘bamba’, escribfa el alemén, Por aquellos dias se habfa sentido una de las més fuertes ava~ lanchas de nieve, cast como un terremoto. A pesar de ello, Stiibel no dud6 en llevar a Ra- {ael Troya “a quien le fue posible” —continuaba— “pintar dos cuadros imponentes del Al- tar y el Tungurahua’, y afadia, que el hombre “tiene talento, pinta rapido y esta dispuesto ‘a cumplir mis 6rdenes, de manera que los cuadros son a medias mi creacién’. Quito imantenta su fama como centro de buenos artistas. Anios después de su viaje, Stibel comenté sobre el estado de las artes en Quito, coincidiendo con otras manifestaciones de viajeros decimonénicos. Decia que la ciudad era el emporio de la pintura de toda Sudamé- rica, que en ella existian més de una docena de pintores reconocidos dentro y fuera del pats. ‘Mas era como una gran industria —manifestaba— en donde el costo de la obra se media por su tamano y la mayoria de artistas se limitaban a hacer copias de originales; s6lo algunos habfan intentado crear 0 hacer retratos. Por ello, no crefa en la existencia de una escuela plctérica en Quito, el arte ain se heredaba, como nosotros —ahadia— en la Edad Media, de padres a hijos, de maestros a aprendices. Frente a estas limitaciones, Stibel se vio obligado a entrenar al pintor Troya en el nuevo g6- nero palsajistico. "Una tarea artistica tan grande —decia Stibel— no estaba a ta altura de mi capaci- dad, La simpleza de! dibujo, si bien es suficiente para la composici6n tecnica de un aisaje, no lo es, con todo, para transmitir la totatidad de éa impresién, para lo cual el color y los efectos de iluminacion son ambos factores determinantes (. Le propuse {a Troya| —dice el geblogo— que intentase realizar pintura de paisajes. Al principio lo dejé comenzar copiando algunos de mis bosquejos a color y luego le ‘permitt prepararlos cromdticamente segin el dictado directo de la naturaleza. Des- ‘pués de pocos intentos bast6 para que despertara en é el entendimiento de la natura- eza; un buen ojo y la capacidad para copiar la perspectiva y el color apoyaban su téc nica y entrenado pincel... ¥ desde entonces... el sefior Rafael Troya... nos acompané dos aftos en el viaje por Ecuador y pints en las oscuras chozas de los indigenas, en carpas peiadas, aterido de trio y cansado de largas caminatas. Joven, picaro y adicto a la copa, don Rafael en muchas ocasiones no comprendié el espi- rity meticuloso y perfeccionista del aleman. Stabe! despertaba temprano en busca del nevado despejado, Sin total visibilidad, el estudio se hacia imposible. Largos dias de es- pera se sucedian y nada... “\Asi nomds vive el cerro todo el anol", decianle sus acompa- antes nativos acostumbrados a que el mas caprichoso de éstos, el Chimborazo, coque- teara cor los curlosos observadores. La desesperacion de los cientificos hacia que, por regla general, todo el equipo tuviese que estar en pie muy temprano en la mafiana, La disciplina escapaba al carécter bohemio y erratico de Troya. Es mi nes se dio sus escapadas a los pueblos vecinos 0 pequelios tambos cercanos a las tien- das de campana. El exceso de copas y largas horas en vela impedian a veces que pudie- se levantarse temprano, causando con esto la célera y desaz6n del puntilloso cient a mf qué me importa que se vea 0 no al cerro, otra vez sera.” musitaba entre dientes cel alegre y despreocupado ilustrador. en muchas ocasio- ico. Cansadas y prolongadas caminatas... y en este recorrer de ia Sierra y parte del Oriente o Selva ecuatorianos, Troya aprendi6 a componer un tipo de paisaje que jams olvidaria, Sus paisajes debian prover una fectura geol6gica de la naturaleza —una visi6n panoré- » mica clara— y este tipo de composici6n estarfa presente en obras posteriores. La nat raleza confrontada direetamente y trasladada en el acto al lienzo impidi6 en ocasiones que el pintor twviese tiempo para hacer estudios preliminares y en base a éstos ejecuta- se la composici6n final Para ta realizacién de los paisajes mds grandes —escribta Stdbel en la Introduccion del libro Skizzen aus Ecuador— se ha mantenido siempre el punto de vista geolégi: co. El centro visual ha sido escogido sin considerar las incomodidades que pueden causar el transporte del campamento, de carpas, 0 la perseverancia @ un punto apro- piado, hasta la entrada de un momento lumtnico adecuado, Estos cuadros fueron pin- tados en los tamaitos aqui presentados en el mismo lugar, frente al paisaje que repre sentan, no de pequeiios bocetos trasladados al lienzo. Y por supuesto, fue muy incd= ‘modo transportarlos mientras estaban frescos; por ello se tomaron especiales precau- clones en bosques tupidos y en alturas donde el viento soplaba fuertemente, Al regre- so de una excursién, el pintor dio solamente los ditimos toques a la obra, Y de esta manera se lleg6 a completar una magnifica coleccién de mas de 80 dleos. En és- ta se hallaban representados los voleanes principales de Ecuador; la selva tropical, el para mo, distintas regiones dle vegetacion de las zonas allas de clima templado, haciendas de tie- ra frla y caliente que los hospedaron, los campamentos de la expedici6n, las chozas solita- rias de los indios. Se dice que durante este tiempo el pintor habia formado una coleccién paralela de menores dimensiones. Una vez que se puso fin a la larga y fructélera expedicion, este conjunto de lienzos se hallaba en casa de su madre, dona Luisa Correa, a quien habia pedido que la cus- todiase. Los ge6logos se enteraron de su existencia y sin encontrar un dia a Troya, hicieron una oferta econémica a su madre, Ella conocia de las necesidades que aquejaban frecuen- temente a su hijo y crey6 que al venderla le ayudaria. Asi fue como también esta coleccién personal se perdié irremediablemente, dejando a don Rafael en un estado de profunda me- lancolia, segtin anécdotas familiares, Sin embargo, creo que esto no fue del todo cierto ya que de las obras que hizo para Stiibel, pocos meses después continu haciendo versiones de algunas de ellas. Debié haber tenido algiin tipo de memorias visuales, fueren bocetos a lapiz 0 al 6leo, Segin Io antedicho, Garcia Moreno recibié varios informes del trabajo que realizaron en Ecuador los gedlogos; en ellos se describia, paso a paso, las ascensiones, los hallazgos, tem- peraturas, alturas, puntos de vista, observaciones especiales, nombres de la gente que in- tervenia, etc, El aporte mas destacado publicado en Ecuador pocos afos mas tarde y que seguramente compendia las entregas anteriores, fue el folleto denominado: Alturas tomadas ‘en la Repablica del Ecuador en los aos de 1870, 1871, 1872 y 1873 (Quito, imprenta del Go- bierno, 1885), hoy una rareza bibliogratfica. Una ver finalizado el proyecto, los dos alemanes organizaron en él Palacio Presidencial una ‘exposici6n de las obras ejecutadas entre 1871 y 1873 por Troya. La calidad de la muestra Stidbel, los més formarén parte del “Museo Etnografico” de Leipzig. Consideramos la posi- bilidad de que parte de la coleccion de Leipzig hublese sido vendida 0 trasladada a otras instituciones y que en un futuro, parte de ella pueda ser descubierta, al igual que otras obras sueltas que pertenecieron a las dos Jamitias. Es de anotar que por aquellos afios es- te tipo de pintura de ilusmacion de regiones extrafias no era valorada en Europa y que mu- hos museos almacenaron aquello que consideraban poco meritorio, en otras ocasiones simplemente se deshicieron de obras consideradas entonces como secundarias y que ocu- paban un importante espacio dentro de los recintos del museo. De todas formas, detalles sobre esta intrincada biisqueda pueden ser consultados en mi obra Rafael Troya. El pintor de los Andes ecuatorianos (Quito, Ranco Central del Ecuador, 1999), En este periodo de aprendizaje de Troya, cabe remarcar que Stlbel convierte al paisaje ecuatoriano en lugar de estudio, en objeto de estudio, distinto a los paisajes heroicos que el grabador Koch realizara de los apuntes de Humboldt. No es una arcadia griega la que realizan Stibel y Troya durante estos aitos; tampoco Son paisajes cultivados y habitados, es decir, con una expresa presencia humana, son mas bien palsajes lesos, asépticos, constancias visuales de un descubrimiento geol6gico extraordinario en donde se combi nan los principios de la tlustraci6n cientifica ante todo y sobre todo, y una dosis impor- tante de sen Jean Baptiste Deperthes (1761-1833) en su Teoria del Paisaje, obra que fuera traducida y publicada en Quito en 1874, por solicitad det mismo Stiibel con el fin de promover una generacién de pintores paisajistas en Ecuador. bilidad y cromatica roméntica siguiendo los consejos del tedrico francés Una vez separado Troya de Stabel, el pintor siguié durante los primeros meses reali. zando obras paisajistas en el mismo formato y con los mismos temas que habia prepa- rado para el clentifico. Una obra fechada en 1874 y perteneciente al Museo del Banco Central del Ecuador en Quito Vista de la Cordillera Oriental desde Tiopullo da fe de ello. Sin embargo, a través de esta obra podemos seftalar que Troya debi6 haberse queda- 60 con bocetos a Lapiz 0 al dleo de los 80 cuadros finales preparados para la expedi- ci6n, ya que la obra mencionada es practicamente idéntica a aquella grabade para ilus- trar el libro de 1886, Skizzen aus Ecuador. Bso sucede con su Cascada de Agoyén antes de la erupci6n det Tungurahua de 1875 (Museo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito) y con EI Fastaze de 1886 (Museo Municipal Alberto Mena Camano, Quito), En estas obras el pintor no tuvo el libro de Stiibel ya que este debi6 haber egado a sus manos después de 1887. Lo interesante es destacar que si bien la composiclon es Similar, casi idéntica, a la obra encomendada por Stiibel, Troya incorporaré personajes, ecuatorianos: una indigena hilando en la primera obea, unos visitantes locales en vez {de expedicionarios, en la segunda; ¥ {os personajes principales de la obra magna del Romanticismo ecuatoriano, Carlos y Cumanda, de Cumandé (1878), novela escrita por Juan Le6n Mera (1832-1894), Troya empieza a apropiarse de sus personajes queridos ¥ vividos cotidianamente; més adelante, a su vuelta de un largo autoexilio en Pasto (Colombia), a fines del siglo XIX. y segiin a demanda expresa de sus coterraneos. politicos, comerciantes y agricultores, amplara el repertorio de temas y localidades, sobre todo con vistas nuevas de su propio terruiio de Imbabura y fondos para amblen- tar con mayor veracidad hitos hist6ricos como La Fundacién de Ibarra de ca. 1906 (Sa- lon Maximo de! Municipio, tbarra). Las chozas 0 casas de adobe otrora lejanas y cast inexistentes en la obra para Stiibel también se convierten en elementos testigo de fa Presencia de su propio entorno. Los fendmenos de una naturaleza activa, amenazante y fascinante a Ja vez, también son motivo de su curioso y ampllo pincel, Existen tres vistas del Tungurahua en erupelén, en distintos momentos del dia, ‘Tomemos unos tres ejemplos concretos para ampliar el c6mo Troya enfrent6 el paisajismo después de su contacto con Stiibel y a su vez sirvi6 como fuente de ilustracién para otros cientificos; asf como las nuevas demandas que recibié en Ecuador. En el Museo del Banco Centrat de{ Ecuador en Cuenca est expuesto desde hace algunos afios un dleo sobre carton denominado £1 Antisana o La caceria del venado de 1908. Como de cos- tumbre, el primer plano esté en sombra. Esta area de pajonales de fresco verdor, himedo, es de las representaciones mis vividas de nuestros tristes y solitarios paramos. El bello salpicar

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