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Qué es lo contemporaneo? Giorgio Agamben 42. La pregunta que desearia inscribir en el umbral de este seminario es: “De quién y de qué somos contemporaneos?”, Y sobre todo, "ZQué fica ser contempordneos?”. En el transcurso del seminario leeremos textos cuyos autores estén ‘a muchos siglos de nosotros y otros mas recientes o recienti~ simos: pero, en todo caso, lo esencial es que tendremos que llegar a ser, de alguna manera, contemporaneos de 50s tex- tos. El “tiempo” de nuestro seminario es la contemporanei- dad; esto exige que seamos contemporaneos de los textos y los autores que el seminario analiza, Tanto el nivel como el resultado se mediran por su ~por nuestra~ capacidad de es- tara la altura de esa exigencia De Nietzsche nos viene una indicacién primera, provisoria, para orientar nuestra busqueda de una respuesta. En un apun- te de sus cursos en el College de France, Roland Barthes la resume asf: “Lo contemporaneo es lo intempestivo”. En 1874, Friedrich Nietesche, un joven filélogo que habia trabajado, hasta entonces en textos griegos y dos aos antes habia al- canzado una celebridad imprevista con £/ nacimiento de la tra- _gedia, publica Unzeitgemesse Betrachtungen, as Consideraconesin- rempestvas, con ls cuales quiere ajustar cuentas con su tiempo, tomar posicién respecto del presente. “Intempestiva es esta consideracion -se lee al comienzo de la segunda Consideracin- porque intenta entender como un mal, un inconveniente y un defecto, algo de lo cual la épaca, con justicia, se siente orgu- llosa, esto es, su cultura historica, porque pienso que todos somos devorados por la fiebre de la historia y deberiamos, al menos, darnos cuenta de ello.” Nietzsche sitia, por lo tanto, su pretension de “actualidad”, su “contemporaneidad” res pecto del presente, en una desconexion y en un desfase. Pertenece realmente a su tiempo, es de veras contempora- neo, aquel que no coincide a la perfecci6n con este ni se ade- cua a sus pretensiones, y es por ende, en ese sentido, inac~ ‘ual pero, ustamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es mas capaz que los otros de percibir y apre- hender su tiempo. Esta no-coincidencia, esta discronia, no significa, natural- mente, que es contemporaneo aquel que vive en otro tiem- po, un nostalgico que se siente mas comodo en la Atenas de Pericles o en el Paris de Robespierre y del Marqués de Sade que en la ciudad y el tiempo que le toc6 vivir. Un hombre in- teligente puede odiar su tiempo, pero sabe de todos modos que pertenece irrevocablemente a él, sabe que no puede huir de su tiempo. La contemporaneidad es, pues, una relacion singular con el propio tiempo, que adhiere a este y, ala vez, toma su distan- la; mas exactamente, es esa relacién con el tiempo que adhiere a este a través de un desfase y un anacronismo, Quienes coinci~ den de una manera demasiado plena con la época, quienes concuerdan perfectamente con ella, no son contemporaneos ya que, por esa precisa razon, no consiguen verla, no pueden mantener su mirada fijaen ella 2. En 1923, Osip Mandelshtam escribe un poema titulado “Elsiglo" (pero la palabra rusa viek significa también “época’] Contiene, no una reflexion sobre el siglo, sino sobre la rela~ i6n entre el poeta y su tiempo, vale decir, sobre la contem- poraneidad, No el "siglo", sino, segtin las palabras que abren el primer verso, “mi siglo” (viek moi} Siglo mio, bestia mia, zhay alguien que pueda escudrifiar en tus ojos y soldar con su sangre las vertebras de dos siglos? El poeta, que debid pagar su contemporaneidad con la vi- da, es quien debe mantener fia la mirada en los ojos de su siglo-bestia, soldar con su sangre la espalda quebrada del tiempo. Los dos siglos, los dos tiempos, no sélo son, como se ha sugerido, el siglo xx y el xx, sino también y sobre todo el tiempo de la vida de individuo {recuerden que el saeculum la- tino significa originalmente el tiempo de la vida y el tlempo historico colectivo, que en este caso llamamas el siglo xx, cu- ya espalda -descubrimos en la iltima estrofa del poema~ std quebrada, El poeta, en tanto contemporaneo, es esa frac~ tura, es lo que impide que el tiempo se componga y, al mis- ‘mo tiempo, la sangre que debe repararla. El paralelismo en- ‘re el tiempo ~y las vértebras~ de la criatura y el tiempo -y las vértebras~ del siglo constituye uno de los temas esenciales del poema: Mientras viva la criatura debe cargar sus vértebras, las ondas juegan conla invisible columna vertebral Cual tiemno, infantil cartilago. es el siglo neonato de la tera El otro gran tema también, como el anterior, una imagen de la contemporaneidad- es el de las vértebras quebradas del siglo y su soldadura, que es abra del individun (en este caso, el poeta): comma paere 77 Para liberar al siglo encadenado para dar comienzo al nuevo mundo con la flauta se deben reunir las rodillas nudosas de los dias Que se trata de un deber imposible de cumpliro, en todo aso, paradéjico- lo prueba la estrofa siguiente, que concluye el poema. No sélo la épaca-bestia tiene las vértebras quebra~ das, sino que viek, el siglo recién nacido, con un gesto imposi- ble para quien tiene la espalda rota, quiere volverse atras, con- templar sus huellasy, de ese modo, muestra su rostro demente: Pero tienes quebrada la espalda mi estupendo, pobre siglo Con una sonrisa insensata como una bestia otrora agi te vuelves hacia atras, débil y cruel, para contemplar tus huellas, 3. El poeta -el contempordneo- debe tener fija fa mirada en su tiempo, Pero gqué ve quien ve su tiempo, la sonrisa de- mente de su siglo? Aqui me gustaria proponerles una segun- da definicion de la contemporaneidad: contemporaneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir, no sus luces, sino su oscuridad. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros. Contem~ poraneo es, justamente, quien sabe ver esa oscuridad, quien esta en condiciones de escribir humedeciendo la pluma en la tiniebla del presente, Mas zqué significa “ver una tiniebla’, “percibir lo oscuro"? Una primera respuesta nos es sugerida por la neurofisiolo- gia de la visl6n. ¢Qué sucede cuando nos encontramos en un ambiente sin luz o cuando cerramos los ojos? gue es la os- curidad que veros en ese momento? Los neurofisidlogos nos dicen que la ausencia de luz desinhibe una serie de células periféricas de la retina llamadas, precisamente, off-cels, que entran en actividad y producen esa particular especie de vi- sion que llamamos oscuridad. La oscuridad no es, por ende, un concepto privativo, la simple ausencia de luz, algo como una 1no-vision, sino el resultado de la actividad de las off-cells, un producto de nuestra retina. Esto significa, si vlvemos ahora a nuestra tesis sobre la oscuridad de la contemporaneidad, que percibir esa oscuridad no es una forma de inercia 0 de pasi Vidad sino que implica una actividad y una habilidad particu- lares que, en nuestro caso, equivalen a neutralizar las luces provenientes de la época para descubrirsu tiniebla, su especial oscuridad, que no es, sin embargo, separable de esas luces. 78 orearanre Solo puede llamarse contemporaneo aquel que no se deja cegar por las ces del siglo y es capaz de distinguir en ellas la parte de la sombra su intima oscuridad, Con esto, sin embar- 0, ain no hemos respondido a nuestra pregunta. gPor qué deberia interesarnos poder percibir as tinieblas que provi rien de la €poca? gAcaso la oscuridad no es una experiencia anonima y por definicion impenetrable, algo que no esta di- rigido a nosotros y no puede, por lo tanto, incumbirnos? Por el contrario, contemporaneo es aquel que percibe la oscuri- dad de su tiempo como algo que le incumbe y no cesa de in terpelarlo, algo que, mas que cualquier luz, se refiere directa yssingularmente a él. Contemporaneo es quien recibe en ple- 1no rosiro el haz de tiniebla que proviene de su tiempo 4. En el firmamento que miramos de noche, las estrellas es- plandecen rodeadas de una espesa tiniebla, Puesto que en el universo hay un némero infinito de galaxias y de cuerpos lu- rminosos, la oscuridad que vemos en el cielo es algo que, se- gin los cientificos, requiere una explicacion. Justamente de la explicacién que la astrofisica contempordnea da para esa os~ curidad me gustaria hablarles ahora. En el universo en ex- pansion las galaxias mas remotas se alejan de nosotros a una velocidad tan alta que su luz no puede llegarmos. Lo que per cibimos como la oscuridad del cielo es esa luz que viala ve- locisima hacia nosotros y que no obstante no puede alcan- zaros, porque las galaxias de las que proviene se alejan auna velocidad superior a la de la luz Percibir en la oscuridad del presente esa luz que trata de alcanzamos y no puede: eso significa ser contemporaneos. Por eso los contempordneos son raros; y por eso ser contem- pordneos es, ante todo, una cuestion de coraje: porque sig- nifica ser capaces, no solo de mantener la mirada fija en la oscuridad de la época, sino también de percibir en esa oscu- ridad una luz que, dirigida hacia nosotros, se nos aleja infini- tamente. Es decir, una vez mas: llegar puntuales a una cita a la que sélo es posible faltar. Por eso el presente que la contemporaneidad percibe tie- ne las vértebras rotas, Nuestro tiempo, el presente, no es sO- lo lo mas distante: no puede alcanzamos de ninguna mane- ra, Tiene la columna quebrada y nosotros nos hallamos ‘exactamente en el punto de la fractura. Por eso somos, a pe- sar de todo, sus contemporaneos. Entiendan bien que la cita {que esta en cuestion en la contemporaneidad no tiene lu~ gar simplemente en el tiempo cronol6gico: es, en el tiempo ronol6gico, algo que urge dentro de este y lo transforma. Esa urgencia es lo intempestivo, el anacronismo que nos permite aprehender nuestro tiempo en la forma de un “demasiado temprano” que es, también, un “demasiado tarde”; de un "ya” que es también un “no todavia’. Y, ademés, reconocer en la tiniebla del presente la luz que, sin poder alcanzarnos jamas, esta permanentemente en viaje hacia nosotros. 5. Un buen ejemplo de esta especial experiencia del tiem po que llamamos la contemporaneidad es la moda. Lo que define la moda es que introduce en el tiempo una peculiar discontinuidad, que lo divide segan su actualidad o fatta de actualidad, su estar y su no-estar-mas-a-la-moda {a la moda y no simplemente de moda, que se refiere s6lo a las cosas} Pese a ser sutil esta cesura es clara, en el sentido de que quie- nes deben percibirla la perciben infaliblemente y de esa pre- isa manera certifican su estar a la moda; pero si tratamos de cobitivarla y fijarla en el tiempo cronclogico, esta se revela niasible. Sobre todo e! “ahora” de la moda, el instante en que comienza a ser, no es identificable a trevés de ningan croné- metso, ¢Ese “ahora” es acaso el momento en que el estilista concibe el rasgo, el matiz que definira la nueva forma de la pre da? la emparienta con la contemporaneidad. En el gesto mism« en que su presente divide el tiempo segin un “ya no" yun "ns '0 via’, esa instituye con esos “otros tiempos" -ciertament con el pasado y quiza, también con el futuro una relacién pit cular. &5 decir, puede “citar” y de esa nionera, reactua)izar ve de tout le monde” cualquier momento del pasado is alos ve os ats selena, pero también la mada i va). Puede, por lo tanto, poner en relacies io sorablemente. 1e- mits, re-evocar y esi habia declarado muerte 6 Esta especial relac seals lene asimismo tro aspecto, La conten»poraneidad se inscsibe, en efecto, «el presente, si arcaico, y s6lo 4 ‘en los indicios y las sig © incinlo sabes tod + percitie en lo mas mac " naturas de lo arcaico puede ser sui contemporaneo, Ar significa: préximo a la arché, 0 sea, al origen, Pero el origen no se sitda solamente en un pasado cronolégico: es contern- poraneo al devenir histarico y no cesa de funcionar en este, como el embrién continia actuando en los tejidos del vga- nismo maduro y el nifio en la vida psiquica del adulto, Ls cis~ tancia y, a la vez, la cercania que definen la contemporanei- dad tienen su fundamento en esa proximidad con el origen, que en ningan punto late con tanta fuerza como en el pre~ semte. Quien, llegando por mar en la madrugada, vio por pri- mera vez los rascacielos de Nueva York, percibié de inme- diato esa facies arcaica del presente, esa contigiidad con la ruina que las imagenes aterporales del 13 de septiembre hi- cieron evidente para todos. Los historiadores de la literatura y del arte saben que entre lo arcaico y lo modemo hay una cita secreta, y no tanto por- que las formas mas arcaicas parecen ejercer en el presente una fascinacién particular, sino porque la clave de lo moder ro esta oculta en lo in memorial y lo prehist6rico, Asi, el mun- do antiguo en su final se vuelve, para reencontrarse, hacia los, origenes: la vanguardia, que se extravi6 en el tlempo, sigue a lo primitivo yo arcaico, En ese sentido, justamente, puede de- cirse que la via de acceso al presente necesariamente tiene la forma de una arqueologia. Que no retrocede sin embargo a Cl cuaserno Este ensayo retoma la econ inaugural del curso de Filosofia Teorica 2006-2007 en la Facultad de artes Disenio del wav de Venecia, Integra el libro de Agamben Desrudez, que ‘Adriana Hidalgo Editora publicarsen el trans- curso de 2020 com traduccion de Maria Teresa ‘Meza y Mercedes Ruvitus y revision general de Favia Cosa Giorgio Agamben (Roma, 1942) se gradud en la Universidad de Roma, Entre 2966 y 1968 estudi6 con Martin Heidegger. Fue profesor del College International de Philosophie en Pars y de las universidades de Verona y Macerata, Enseia Estética enla Universidad wav de Venecia. Sus dltimos libros publicados en espaiio son La potencia de! pensamiento (Barcelona, Anagrama, 2008 y Signatra rerum sobre el métedo (Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2006) 80 orearaete un pasado remoto, sino a lo que en el presente no podemos en ningan caso vivir y,al permanecer no vivido, es reabsorbido sin cesar hacia el origen, sin poder al- canzarlo jamés. Porque el presente no es otra cosa que la parte de no-vivido en cada vivido, y lo que impide el acceso al presente es precisamente la masa de lo que, por alguna raz6n (su carécter traumatico, su cercania excesiva) no hemos logrado vivir en él. La atencién a ese no-vivido es la vida del contemporaneo. Y ser con- tempordneos significa, en ese sentido, volver a un presente en el que nunca estu- vimos. 7. Quienes han tratado de pensar la contemporaneidad, pudieron hacerlo solo a costa de escindirla en varios tiempos, de introducir en el tiempo una des-homo- geneidad esencial. El que puede decir “mi tiempo" divide el tiempo, inscribe en él tuna cesura y una discontinuidad: y, sin embargo, justamente a través de esa cesu- 1a, esa interpolacién del presente en la homogeneidad inerte del tiempo lineal, el contemporaneo instala una relacion especial entre los tiempos. Si bien, como he- ‘mos visto, el contempordneo es quien quebré las vertebras de su tiempo (0 en to- do caso percibié su falla 0 su punto de ruptura], él hace de esa fractura el lugar de cita y de encuentro entre los tiempos y las generaciones. Nada mas ejemplar, en ese sentido, que el gesto de Pablo, en el punto en que experimenta y anuncia a sus hermanos esa contemporaneidad por excelencia que es el tiempo mesidnico, el ser contemporaneos del mesias, que él llama como tal el “tiempo-de-ahora” (ho ‘yn kairos). No solo ese tiempo es cronolégicamente indeterminado (la parusia, el retorno de Cristo que marca su fin, es cierta y cercana, pero incalculable], sino que tiene la singular capacidad de relacionar consigo mismo cada instante del pasado, de hacer de cada momento o episodio del relato biblico una profecia o una prefi- guraci6n (typos, “figura’, es el término preferido por Pablo) del presente (asi Adan, através de quien la humanidad recibié la muerte y el pecado, es "tipo" o figura del mesias, que trae a los hombres la redencién y la vida). Esto significa que el contemporaneo no es solamente el que, percibiendo la os- curidad del presente, capta esa luz que no llega a alcanzarnos; es también aquel que, dividiendo e interpolando el tiempo, esta en condiciones de transformarlo y ponerlo en relacin con los otros tiempos, de leer en él de manera inédita la his- toria, de “citarla” segiin una necesidad que no proviene en modo alguno de su ar- bitrio sino de una exigencia a la que él no puede dejar de responder. Es como si esa luz invisible que es la oscuridad del presente proyectase su sombra sobre el pasa~ do y este, tocado por ese haz de sombra, adquiriese la capacidad de responder a {as tinieblas del ahora. Algo similar debia de tener en mente Michel Foucault cuan- do escribia que sus indagaciones historicas sobre el pasado son solo la sombra pro- yectada por su interrogacién teérica del presente. Y Walter Benjamin, cuando es- ibia que el signo hist6rico contenido en las imagenes del pasado muestra que estas alcanzaran la legibilidad solo en un determinado momento de su historia. De nuestra capacidad de prestar ofdos a esa exigencia y a esa sombra, de ser con- ‘temporaneos no solo de nuestro siglo y del “ahora”, sino también de sus figuras en los textos y en los documentos del pasado, dependeran el éxito o el fracaso de nuestro seminario. ‘Traduecion de Cristina Sardoy

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