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Robert Castel Las metamorfosis de la cuestién social Una crénica del salariado yoo 01308 preuoecs 0 20800 es Bs: ® Paidés Buenos Aires-Barcelona-México ‘Titulo original Les métamorphoses de la question sociale © Librairie Arthéme Fayard, 1995, ‘Traduccién de Jorge Piatigorsky Cubierta de Vietor Viano 19, eicion, 1997 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina ‘Quedda hecho el depésito que previene la Ley 11.723 ‘© Copyright de todas las ediciones en castellano Ediciones Paid6s Ibérica S.A. Mariano Cub 92, Barcelona Editorial Paidés Mexicana S.A. Rubén Dario 118, México, DF. a en cunlguer forma gue se ica © La reproduc total o parc de ete bro, em calle se ee iguna, pore sistema “mulligzaphr,mimedgrate,Imprso or a lon reo aurea porns ears, derechos sev EneighEs tncon debe ser prevent stad. ISBN 950-12-5457-7 | 1 INDICE #8100 ere Nota sobre el comparativismo. Primera parte DELA TUTELA AL CONTRATO 1. La proteccién cercana La sociabilidad primaria Laleyenda evangélica.. ‘Mi projimo es mi proximo Elorganigrama del trabajo asistencial + 2. Lasociedad en catastro 1349 nn La desconversion de la sociedad feudal. Los iniitiles para el mundo... *Vagabundos y proletario... *Represién, disuasién, prevencién. + 3. Elsalario sin dignidad. El idioma corporativista. La firma del gremio. +s Trabajo regulado, trabajo forzado. Los miserables de la El modelo de la corvé 4. La modernidad liberal La vulnerabilidad de las masas. La libertad de trabajo. “Una deuda inviolable y sagrada” Ladisociacién del derecho. El capitalismo ut6pico B 33 6 50 a 7 103 109 42 118 128 40 M9 159 160 170 183 192 201 a4 8 Las metamorfsis dela cuestion social yunda parte DEL.CONTEATO ALESTATUTO 5. Una politica sin Estado. + Los Miserables. El retorno de las tutelas. El patrocinio y los patrones Una utopia a contrapelo... 6. La propiedad social, Un mbev0 d3to renee Lacuestién de la obligatoriedad... La propiedad o el trabajo La propiedad transferida........ + 7. La sociedad salarial La nueva relacin salarial La condicién obrera .. La destitucion La condicién salarial El Estado de crecimiento. 8, Lanueva cuestién social. * "Una ruptura de trayectoria Los supernumerarios La insercién, 0 el mito de La crisis del futuro. fo. ‘© Conclusién. El individualismo negativo. Indice de los autores citados. Indice de temas. 27 218 231 245, 259 325 307 365 375 391 403, 422 440 465 479 487 Datico este trabajo a Ia memoria de mis padres y a las mujeres y hombres a quienes, tanto ayer como hoy, se les ha negado un porvenir mejor. La escritura no es slo una empresa solitaria, sobre tado cuando se despliega 4 lo largo del tiempo. Mi recorrido ha atravesado muchos otros itineraros, y he contraido multiples deudas. No podria mencionarlas a todas. No obstante, si bien ‘mis interlocutores mas numerosos fueron libros, les debo mucho a los festimonios dde quienes enfrentan cotidianamente la miseria del mundo. Mis actividades en el Grupo de Andlisis de lo Social y ia Sociablidad en el Centro de Estudio de los ‘Movimientos Sociales, asf como mi seminario en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, me han dado la oportunidad de intercambios fecunddos con co- legas y estudiantes. He tomado en cuenta observaciones y criticas de personas ue tuvieron la buena voluntad de ler este trabajo antes de que estuviera termi ‘nado, en particular Bernard Assicot, Colette Bec, Monique Benard, Christine Fi- Lippi, Jean-Francois Laé, Catherine Mevel, Numa Murard, Albert Ogien; Gio- ‘banna Procacci, Christian Topalov. Jacques Donzelot eercié su vigilancia critica «lo largo de toda la empresa, y la economia de Ia obra les debe mucho a nuestras Aiscusiones, Agradezco también a Pierre Birnbaum y Denis Marava, que acogie rom est libro con celeridad y simpatia, Doy asimismo las gracias a Emma Goyon or su incansable paciencia en eltipeo de las multiples versiones del manuscrito, Lo que tenemos ante nosotros es la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir privados de la inica actividad que les queda, Imposible imaginar nada peor. Hawa ARENDT ‘Me gustaria que los especialistas de la ciencias sociales vieran también en la historia un medio de conocimiento y-de investigacién. zNo es acaso el presente mis que a ‘medias victima de un pasado obstinado en sobrevivir? Y el pasado, por sus reglas, sus diferencias y sus seme- janzas, no es Ia clave indispensable de todo conoci- ‘miento del presente? FERNAND BRAUDEL Por lejos que nos remontemos en el tiempo, nunca per- demos de vista el presente, une Durkviend erry me, PROLOGO “Me ha parecido que en estos tiempos de incertidumbre, en los que el pasado se oculta y el futuro es indeterminado, teniamos que movilizar nuestra memoria para iratar de comprender el presente. Sin duda, los grandes frescos, lo mismos que los grandes sistemas, ya no estén de mo- da. Pero, ces posible evitar un largo rodeo si uno quiere captar la especi- ficidad de lo que sucede hic et nunc? Por ejemplo, la situacién actual esta marcada por una conmocién que recientemente ha afectado a la coné cin salarial: el desempleo masivo y la precarizacién de las situaciones de trabajo, la inadecuacién de los sistemas clasicos de proteccién para cubrir estos estados, la multiplicacién de los individuos que ocupan en la socie- dad una posicién de supernumerarios, “inempleables”, desempleados 0 empleados de manera precaria,intermitente. Para muchos, el futuro tiene elsello de lo aleatorio. Pero, que es una situacién aleatoria, y a partir de qué criterios se la aprecia? Olvidamos que el salariado, que ocupa hoy en dia a la gran mayo- ria de los actives y con el que se relaciona la mayoria de las protecciones contra los riesgos sociales, fue durante mucho tiempo una de las situacio- nes mas inseguras, y también mas indignas y miserables. Se era un asala- riado cuando uno no era nada y no tenia nada para intercambiar, salvo la. fuerza de su brazo. Se caia en el salariado como degradacién del propio es- tado: las victimas eran el artesano arruinado, el campesino feudal al que su tierra ya no le daba de comer, el “compafiero” que habia dejado de ser aprendiz y no podia convertirse en maestro... Estar 0 caer en el salariado cra instalarse en la dependencia, quedar condenado a vivir “al dia”, encon- trarse en las manos de la necesidad. Herencia arcaica que hizo de las pri- rmeras formas de salariado manifestaciones apenas suavizadas del modelo del servicio que los servos le debian al sefior feudal, Pero, sin embargo, el fenémeno no es tan lejano. {Se recuerda, por ejemplo, que el principal par- tido de gobierno de la Tercera Republica, l Partido Radical, todavia en el Congreso de Marsella de 1922 inscribi6 en su programa “Ia abolicién del salariado, que es una supervivencia de la esclavitud”?! 1LCL Nicolet, Le mdicalisme, Pats, PUF, 1974, pig, 54 4 14 Lasmetamorosis dela cuestion social No es fécil comprender de qué modo Hleg6 el salariado a remontar es- tas desventajas fantésticas para convertirse, en la década de 1960, en la imatriz basica de la “sociedad salarial” moderna. Pero intentar explicarlo ‘noes sdlo una preocupacisn de historiador. La caracterizacion sociohist6- rica del lugar ocupado por el salariado es necesaria para calibrar la ame- naza de fractura que acosa a las sociedades contemporsneas y llevar al primer plano los temas de la precariedad, la vulnerabilidad, la exclusion, la segregacién, el relegamiento, la desafiiacin... i bien es cierto que es- tas cuestiones se han visto reimpulsadas desde hace una veintena de afos, ellas se plantean después y con relacién a un contexto de proteeciones an- teriores, después de que se hubieran impuesto lentamente poderosos sis- temas de cobertura garantizados por el Estado social a partir justamente, de la consolidacin de la condicién salarial. La nueva vulnerablidad, defi nda y vivida sobre un fondo de protecciones, es entonces totalmente dis tinta de la incertidumbre respecto del futuro, incertidumbre que, a través de los siglos, fue la condicién comin de lo que entonces se denominaba “el pueblo”. De manera que no tiene mucho sentido hablar hoy en dia de “crisis” si no se mide con exactitud esta diferencia. {Qué es lo que distin- gue -es decir, qué suponen a la vez de diferente y comiin- las antiguas si tuaciones de vulnerabilidad de masas y la precariedad actual, generada por procesos de pérdida de contacto con ndcleos atin vigorosos de estabi- lidad protegida? ste es el tipo de intligibilidad que querria product. i la historia ‘ocupa un lugar tan grande en esta obra, se trata de la historia del present: el esfuerzo por recobrar el surgimiento de lo mas contemporéneo me- diante la reconstruccién del sistema de las transformaciones que la situa- cin actual hereda. Volverse hacia el pasado con un interrogante que es {hoy en dia el nuestro, y escribir el relato del advenimiento y las principa- les peripecias de lo actual. Esto es lo que intentaré, porque el presente no jes sdlo lo contemporaneo, Es también un efecto de herencia, y la memoria |e esta herencia noses necesaria para comprender y obrar hoy en dia. "Pero, ede que problemas actuales se trata para restituir la memoria? El anlisis de una cierta relacion con el trabajo fue ocupando en est libro un lugar cada vez més importante. Sin embargo, no ha sido el punto de par- tida de esta reflexin. Al principio, teniamos (y seguimos teniendo) la in- tencién de explicar la incertidumbre de los estatutos, dela fragilidad del vineulo socal, de los itinerarios cuya trayectoria se ve estremecida, Las ideas que trato de elaborar (la desconversin social, el individualism ne- gativo, la vulnerabilidad de masas, la hundicepologi, la invalidaci6n so- ial, la desafiliacién...) adquieren sentido en el marco de una problemati- ca de la integracién o de la anomia; de hecho, se trata de una reflexién sobre las condiciones de la cohesion social a partir del anslisis de situa- ciones de disociacién, De modo que el objetivo era (y sigue siendo) cali | | | Prdiogo 15 brar este nuevo dato contempordneo: la presencia, se diria que cada vez" mds insistente, de individuos ubicados como en situacién de flotacién en Ja estructura social, que pueblan sus intersticios sin encontrar all un hu- gar asignado, Siluetas inseguras, en los margenes del trabajo y en los i= rites de las formas de intercambio socialmente consagradas: personas en desempleo prolongado, habitantes de los arrabales desheredados, benefi- | ciarios del salario mfnimo de insercin, vitimas de las reconversionesin- dustriales, jovenes en busca de empleo que se pasean de pasantia en pa- santia, ocupados en pequeftas tareas provisionales... Quiénes son, de dénde vienen, cémo han legado a esto, en qué se convertirin? La sociologia del trabajo no se plantea estas preguntas, y no pretendo introducirlas en esa disciplina. No obstante, en el intento de superar la ‘mera descripcién empirica de estas situaciones, he encontrado que el and lisis de una relacién con el trabajo (0 con la ausencia del trabajo, o con el trabajo aleatorio) representaba un factor determinante para reubicarlas en la dingmica social que las constituye. No encaro aqui el trabajo en tanto | que relacion tenia de produccisn, sino como un aggosteaivigenees ¥) inseripsisn en sstructura social. Existe, en efecto -se lo verificara en el largo término-, una fuerte correlacion entre el lugar que se ocupa en la "division social del trabajo ls partcpacion en las redes de second y en los sistemas de proteccién que “cubren” a un individuo ante los ries- 808 de la existencia. De ali la posibilidad de construir lo que yo llamaria metaforicamente “zonas” de cohesisn social. Entonces, la asociacin “tra- bajo estable/inserci6n relacional sélida” caracteriza una zona de integra- ‘i6n. A la inversa, la ausencia de participacién en alguna actividad pro- uctiva y el aislamiento relacional conjugan sus efectos negativos para produccir la exclusién, o mas bien, como trataré de demostrarlo, la desa- filiacion. La vulnerabilidad social es una zona intermedia, inestable, que conluga la preariead del trabajo y I ragiidad de los sopores de pro- Desde luego, estas asociaciones no actiian de una manera mecénica Por ejemplo, en numerosos grupos populares la precaridad de las condi- ciones de trabajo es a menudo compensada por la densidad de las redes de proteccién cercana generadas por la vecindad, Sobre todo, estas confi- guraciones no estin dadas de una vez para siempre, Si se produce por ejemplo una crisis econdmica, con ascenso del desempleo y generali- zacin del subempleo, la zona de vulnerabilidad se dilata, gana terreno sobre la integracion y alimenta la desafiliacin, La composicion de los equilibrios entre estas “zonas” puede entonces servir como indicador pri- vilegiado para evaluar la cohesién de un conjunto social en un momento dado. Por lo menos, éta es la hipstesis que intentaré fundamentar. Evi- dentemente, en el punto de partida se trata de un esquema formal. Sélo los andlisis que la hipétesis hace posibles confirmarsn su validez. No obs. 16 Las metamorosis dela cussion social ee aos suse el socom en forma de"protecign cercana” api 1). La hs ame ‘isten entre la precariedad econémieay la inestabllidad social on igor una noc de ese tipo! congruent con un merelo de sociedad 2.51 as poscones sociales elevades pueden revelaree como ndeblsy amen deel modelo propuest resulta aplcable sls diferentes nivel de extension Soci He tata Ge ponerl a prota enna sitacin limite en la cia dela prim ede grandeca sal “Le oman dela desafiiation,& propos de Triste teu Ueda, 6, etme de 1990) En amo age deere, por eempl, os mec nismosdesesabilizaores queen el iat levaban la muerte soil a “los pbres de thers lo vagabundor de ls sociedadespeindstiale, los supoletarios de os ini dele industaicaion,y que alectan sora los "beefcaroe del ingreso ri nlmode iuercn 3 Sin nega qhe extn rculacone de jon setdoinvero es decir de mov liad ascendente ero, por a razones que acabo de expo, yo me aend sabre dpe as pablaonessmenacadae pra invasion sa i I | | | | | | | Préiogo 17 calizacin geogrética precise, por la coherencia al menos relativa de una cultura ode una subcultura y (esto es mis frecuente) por una base nin, Los guetos norteamericanos llenan esas condieiones, ya propaaite ie ellos se puede hablar de una “under-ss” aunque el concepte os deat tid En Francia no hemos llegado a ese punto -por lo mene einen, Inco el fenémeno “deur”, a pesar dela reerencia «Is cnicacd ng coincide con tna cultura espeifca, A frtio, no hay ningune cater oe rina los diferentes grupos de “excluidos” Hablar de desafiiacion en cambio, no esconfirmar una rupiura, sino retrazarun recorido, El concepta pertenece al mismo camperonaatns gue la disocacin, la descalifiacion ola invaldacign social Dessilnds, Aisocindo,invaidado, descalifcado, goon relacion a qué? Este ce prone, mente el problema, Pero se advierteya cual ha de Sorel regs ety andlisisrequeridos por esa eleccin. Habra que reinscribir ke defeat on trayectoras remitr a dindmicas mis ampliaspresta tencions le poe tos de inflexin generados por los estados limite Buscar las veloc entre la stuacion en ia que se ests y aquella de la quese viene resets Imizar ls situacionesextremas sino vncular Io que sicede eh las peo as y lo que llega al centro. Desde ya se advina también due ee eva Perspectiva, I zona de vulnerabilidad ocuparé una posicion satégien Reducida 0 controlada ella permite a estabilidad de a estructens at Sea en ol marco de una sociedad unificada (una formacion ev la cea) ae dos los miembros se beneficen con soguridades fundamentals) sec boo "a forma de una sociedad dual consolidada (como lade Espatta en noe Prticamente no exstian posicones intermedias entre lo cudadenete leno derecho y los iota contends con firmera). Al contaio ables en extensin, tl como es aparentemente hoy en dia la sons e velar lidad alimenta las turbulencias que debit las situacones ogra 7 deshacen las estaildades asoguradas. La observacion vale para al lag ‘érmino, La vulnerabilidad es una marejada secular que ha marceden condicion popular con el sello de incertidumbre, y casi siempre dela des. dicha He titulado a este trabajo Las metamorfosis de a cuestin socal “Metamorfosis”, dialéctica de lo igual y lo diferente: identificar las transformaciones historias de este modelo, subrayar lo que sus principa- kes cristalizaciones traen a la vez de nuevo y de permanente as sea bajo formas que no permiten reconocerlas de inmediato, Pues, desde luego, Jos contenidos concretos que recubren nociones como las de estabilided, Precariedad 0 expulsion del empleo, insercién racional, fragilidad de los *Beur: joven magrebi nacido en Francia de padres inmigrantes.{T] 418 Las metamortsis dela cuestion soci soports protectors 0 aislmento social, son ahora muy Censts delo tg fueron en las sociedades preindustriales 0 ene siglo XD ‘Ineluso son anny diferentes hoy en dia defo que eran hace solamente vine No ray ae ce tratard de demostrar que, en primer lugar, las pobiacones sre habitan en esas "zonas”ocupan por este hecho una pose homélo- ot estructura social. Por ejemplo, hay homologia de posicién ene 82 or les para el mundo" que eran fos vagabundos antes dela revels vos nasty diferentes categories de "inempleables” de hoy, F | oe procesos que producen estas situaciones son también | aaparables, es decir homélogos en su dinsmicay diferentes on 1% sonra eee, La imposibilidad de procurarse un lugar estable es fof- nifestacio te de onganizacion de trabajo y en los modos conocidos de Tortenenciacomnitaia (pero que entre tant han cambiado Por comple- ey gunere alos “supermumeraros”antiguos y recientes sigue BETTE: | 10 Bee hoy, En tercertermino, no por ello se asst al desarroo de do a ona lineal cuya continuidad seria asegurada por el tipo de engeT~ a erie ls figuras, Por el contraro,sorprenden las discontinuida- sees pifurcaciones, las innovaciones, Por ejemplo, desconcienta f= eX, Be ei gentura del salariado, que pas6 del descrédito fol! 9 tear teats prineipal dispensador de ingresos y protecciones, Sobre todo porque ese “pasaje” no fue el ascenso irresistible de una realidad promo- Fane ee reagraci¢n por la historia. Es cierto que, en el momento de 8 isa ncion dela sociedad liberal, el imperativo de redefinir econjunt inesaujaciones de trabajo en un mafco contractual present una "PL sees rotunda como el cambio de égimen politico que se product ra ta Prgmente, Pero, por fundamental que haya sido, esta transforma, mulkineamermpso de una manera hegeménica ¥ homogenca. En o ioe ean que el slariado libre se convertia en Ia forma juriicoment® marr ad de las relaciones de trabajo la situacién slaral estaba 00% cones la prcariedad y la desdicha,y sto se prolonge por mucho aa Enigma dela promocion devun mecanisno distibuidor de {jueza que insta la mera en su centro de dfusin. Y Hoy Mist habri ac sorprenierse del extrahoretoro a partir del cual, despnes de haber- aes perado el mal tance, el saariado core el riesgo de volver a conver tirse en una situacién peligrosa Le palabra “metamorfosis” noes entonces una metéfora empleads Ps ra suger que, por debajo del cambio de atributos,subsiste Ia perennidad gundo lugar, «Para etomar la condena emblematic de un vagabundo del siglo XV, clade Pv" sa er Sor cig de mori como nut para el mundo Sr ose ni margin prsios XIV XV ces, Pars, Flammarion 1976 pg 310 Prélogo 19) de una sustancia, Pore cont contraio, una metamorfosis hace temblar tidus compe el ae ei Fer is ‘conmecone, sun. queen indent no son nee sbi ss mo nel tae deo isa potent. Por blatant existencia de us haz unificado de interrogantes (cuyas caracteristica O- mse preci defini) gue han ergo en un momento d do fay que data, que han sido-Foformiulados varias veces a av Is impone cl etorne a 8a propis historia, afin de consi lo inpane d orto as ora, afin de constitu a historia pre? En eo ton ove horus a sera «; Mada ls exigncas de Ia metodologia hist. me parece lgitine Plante Te al material hist6rico los interrogai cue los isto i ire secoiar nente in fo nulado,y reordenarloa urtir de otras categorias, en este casosoioligieas. Eso noe reser la hstoria nevis “Pero, tesco dei acer, con datas queuno le dee tamente aos historiadores, ve : ewan tengan su propia coherencia a partirde un Soviologico, ya la vez Sean componibles con e Fea doles itradors Low materi seo gue vasa mi argument cin son prineipalmente de orden histérco, sobre todo en la primera par- te, pero han sido fomados y reordenados en o-en Ja primers Pa en funcidn de categorias de ané \ isis que asumo la responsabilidad de introducir.* Heer dgane «tsp nan nt ts eli de Cal agian lps His ps cent chy ton importa andar Per la depo der de que la > SESS Comer ae ian eptnotpice ave fifi ue psn ee Se ietaomenent be nang dentin dino e fe ucan ene miso rego Spite se, ee nia sen rn de admission dela leptin on dln de ue epee pas prop rena ea Ep Idec gape geno tad in rte ner cn de Inds eras por centric, No seta de st ootunes ‘ 20 Las metamorfosis de la cusstién social “"Metamorfosis de la cuestién social.” La “cuestién social” es una apo- sa fundamental en la cual una sociedad experimenta el enigma de su co- hesién y trata de conjurar el riesgo de su fractura. Es un desafio que inte- roga, pone de nuevo en cuestion la capacidad de una sociedad (lo que en términos politicos se denomina una nacién) para existir como un conjun- to vinculado por relaciones de interdependencia, Esta cuestién se bautiz6 por primera vez explicitamente como tal en la 4 década de 1830. Se planteé entonces a partir de la toma de conciencia de las condiciones de vida de poblaciones que eran a la vez agentes y vic- timas de la revolucién industrial. Era la cuestién del pauperismo. Un ‘momento esencial, en que aparecié un divorcio casi total entre un orden juridico-politco fundado sobre el reconocimiento de los derechos del ciu- dadano, y un orden econémico que suponia miseria y desmoralizacin ‘masivas. Se difundi6 entonces la conviccin de que habia alli “una ame- naza al orden politico y moral”? o, mas enérgicamente atin, de que resul- taba necesario “encontrar un rémedio eficaz para la plaga del pauperis- ‘mo, 0 prepararse para la conmocién del mundo”.* Entendemos por esto que la sociedad liberal corria el riesgo de estallar debido a las nuevas ten- siones provocadas por la industrializacién salvaje. Este hiato entre a organizacién politica y el sistema econdmico permi- 16 sefalar, por primera vez con claridad, el lugar de lo “social”: debia desplegarse en el espacio intermedio, restaurar 0 establecer vinculos que zo obedecian a una logica estrictamente econémica ni a una jurisdiccién estrictamente politica. Lo “social” consiste en sistemas de regulacién que ro son los del mercado, instituidos para tratar de Ilenar esta brecha. En y e5€ contexto, la cuestion social se convertia en la cuestisn del lugar que ¥) podian ocupar en la sociedad industrial las franjas mas desocializadas de | Jos trabajadores. La respuesta a esta cuestion fue el conjunto de dispositi- | vos montados para promover su integracién. No obstante, antes de esta “invencién de lo social”* lo social ya existia. Por ejemplo, en las miiltiples formas institucionalizadas de relaciones no-mercantiles con las diferentes categorias de indigentes (las practicas e instituciones de asistencia), pero neo, que vuelve a interrogar a las condiciones de construccin de los datos histricos. Retomo los testimonios de época y las elaboraciones de ls hstoriadores cuando te ren consenso (0, éste no ee caso, trato de indicar las divergencas), para redesple- gatles de otro modo, segin la configuracién de un espacio asert6rico, el del “razona- miento socioligico” 7. Vicomte A. de Villeneuve-Bargemont, Economie politique chrétienne ou Recherches sur le paupersme, Paris, 1834, pag. 25. BE, Buret, Dela mire des clases Inburieuses en France een Angleterre, Pars, 1840, tome lpg. 58 '9,J, Donzelot, L'iventin du social, Pais, Fayard, 1984 Proiogo 21 también en fos modor sitemsticosd eras bine lemsicos de inervencn con certaspobacio- 1s: represion del vagabundeo, bligacio dl tabaps coved eg luclon de la mano de obra, Haba por lo tate, nose oe ee las cantar asistencial”, sino también intervenciones puiblicas » través de Guales el Estado desempetaba el pape degerate seh renee Pero ia “cuestion social” form act" $ila“cuestion soit” se planteaba ya antes de su primer icin expla ene siglo XIX, cno vuelve a planters hes deg que se extend etre a primera mid elie : ind del siglo XD lv aos ace 810 X et logan as in Es cto taming yen yo Pan encontrar unidad en la multpicidad de le "problems ease ue la han reemplazado; de alla boga de esta ncich de senna ne indiferencacin recbre una mutta de stances edie ‘er ntligible su petenencia aun género comin Enelecos nance nn desocupad de larga dat repegadoenla ceed ne I seartamentoy television” porn ad, el cece ee desta de vagabundeos recomenzados sin cesar y de explo shone las de célera’ los no tienen el mismo pasado, ni el mist fut Ne iis experiencia de vida ios nisms valoes, Nowe Proyecto comiiny no parcencapaces de super so ae a Organizacion colectiva. esiego en una ro lo gue acre is stuacones de este tipo ex te menos na comuni dad de rasgosderivados dela descripcion empleca que lo ananane postin con relacion alas reestracturaciones condmcssy socelee oe es, Ellos son menos excluidos que desdefiados, arrojados a Is olay ge Bute de quel cosente de ls ntreambies pode nena lo acide como i redescubieamoe con angus ease hee Sv empleo cs len, prog 18.0.Scwars, monde rid Le monde ri oi, ai PUR Rube jets on smn, Pera Pen a mas bien de atent AF (opin se vera. ét 22 Las metamarfoss de la cueston social de la integeacin y a Ia generalizacién de las protecciones sociales, Y8 ae a noe carada: una vez ms, la existencia de “intiles para el mund sajetosy grupos que se hen vuelto supernumerarios ante a actualizacon en curso de las competencias econdmicas y sociales te estatuto cs, en efecto, totalmente distinto del que tenfan incluso tos ate desfavorecidos en la versiGn precedente de la cuestin social. FI (es ynjo del pein o del obreroespecializado, el obreroexpecializado de las {fltimas grandes luchas obreras, explotados sin duda, no por ello era re tos indispensable. En otras palabras, seguialigado al conjunto de Jos i= aoe nies sociales. Aunque ocupando el sitimo rango, formaba parte de wrsetiedad, entendida ~segin el modelo de Durkheim como un conjure te sseiigmentos interdependientes. De ello resultaba que su stbordina- ‘fon posta pensarse en el marco de una problematica de itegrasiSn ° sersren su versign “reformista”, en términos de reduccidn de las desi sestuces, de politica de ingresos, de promocion de las oponunisaces Beaisesy de medios de participacion cultural o, en su version “revolco= seer’, como transformacién total de la estructura social para asegurar 2 todos condiciones reales de igualdad. Dare los “supernumerarios” no son siquiera explotados: para sero hay que tener pericias convertibles en valores sociales, Son superselatonee See cenguterte cOmo podrian representar una fuerza de presi6n, un Po” te seric lucha, puesto que no gravitan en ningtin sector neurilgico de fe vere aocial, Sin duda, de este modo se inaugura una problemética terica ¥ practic, i ya no son “actores’ ene sentido propio del térming PorguE 2 reeon nada socialmente stil, zcémo podrianexistir socialmente? Desde Tego, por “exstirsocalmente” entencemos ocapar un lugar en J foe: eB Pes, al mismo tiempo, estan muy presentes, y éste es todo el Prov bblema, ya que estén de mas. Tay af una profunda “metamorfosis” de la cuestion precedente, gu | comtiaen encontrar el riodo de que un actor social subordinada.y f= Fndente pudiera convertirse en wn sujeto socal pleno. Ahord = 50 wicla, hacerla discreta al punto de borrarla fo el esfuarzo de las politicas de insercién, que hay que pensar en el espacio de un reflujo de las politicas det iegracidn). | Bee abtematien nueva, entonces, pero na otra poblematizain. En fee fase puede autonomizar la situacin de estas poblaciones marzina!is 0 oe Minmarel corte que se denuncia al pretender huchar contra a excla- sie Bl rodeo historico propuesto mostraré que lo que cristaliza en la Pe sion Efe la estructura social (en los vagabundos antes de la revolucion casnatial, en los “miserables” del siglo XIX, en los “excluidos” de hoy) se sare en una dindmica social global. Hay ali un dato fundamental que wea impuesto, en el curso de la investigacion, a través del anslisis ie propongo dela situacion de los vagabundos, y a Teccin vale para el dia Prolog 23) SiS cha Gio posndustn nun ponmovra” como se ager Sn be cn pt oa Se Tipe die ina Sgn te cial. Pero la reciproca también es cierta: los poderosos y los estables oes Pe are eran eer anne ine social tiene que pagarse poniendo fuera de juego a eas aun) | SUE gn te enecs cee et ae | aza con dejar exangite a todo el cuerpo social? weane Lacuestion oat la ee ScestGl eer | Saviano icone pee ar ice Teen 24 Las metamortosis de la cuestion social mos en una encrucjada aceptar una sociedad sometidaenteramente alas rs crins de la economia, o constrair una figura del Estado socal ala aida dels nuevos destin No se puede excise el consentimiento sre is aeratve, Prose corteria el esgo de que el precio sea el de- teeta socedad Slava, es decir de este montaje inédito de trabajo 7 ue ha costado tant imponer. Fete uavelm y los republicanos de fines del siglo XIX Yamaron | ssltidad neste vincloproblematico que asegura a complement | RAAd de os componentes de una sociedad, a pesar de a complejided veda Je cw onanizacion. Este es el fundamento del pacto soca Burke preform en eto trminos cuando el esarolo del n= | Gistriizaion amenazaba slidaridades mis antiguas ave todavia de- aaarateho a la reproduccion de un orden fundado sobre la tradicion y Tian re, A prinipios del siglo XX, la soldaridad debia convertrse \ ena asi por ella misma, y el Estado soil | puestas en obra en eh marca dela Eisler qusbrantadas, sin dune mismo consato soci 1 gu | hay que redefinr, ecomenzando desde el principio. Pacto de solidart | dad, pacto de trabajo, pacto de ciudadanfa: pensar Tas condiciones de la \ {nelubion de todos para que ellos puedan tener comercio juntos, como se | ddecia en los tiempos de la Iustracin, es decir “hacer sociedad 3 NOTA SOBRE EL COMPARATIVISMO La problematizacin que se desplegard en la primera parte cubre en principio una gran zona de Europa al oeste del Elba: el drea geogréfica de la “cristiandad latina”, convertda en “la Europa de todos los éxitos", para retomar expresiones de Pierre Chau," cuna de la dob revolucin, industrial y politica, cua heren- cia ha dominado ata civilizacién occidental. Por esta misma razén, el fenémeno supone especificidades nacionales irreductibles. Dos motives al menos hacian im- posible abordar este conjunto: la amplitud de los materiales aelaborar,y a inca- pacidad para plegarse a la exigencias de un enfoque seriamente comparativo en 3a escala. Por lo tanto, se ha privilegiado el andlisis dela situacin francesa, pe- 01a investigacin no se limita a ella. Por ut lado, porgue se han subrayado co- "respondencias con otras situaciones (paraddjicamente en aparienca, étas son ‘més visibles cuando uno se remonta en el tiempo, hasta antes de la consolidacin de los Estados-nacién: a mediados del siglo XIV y principios del XVI, por ejem- plo, encontramos sorprendentes analogias en cuanto a las estructuras de asisten- Cia y alas formas de organizacién del trabajo en todo este espacio europeo). Por otra part, porque me he remitido constantemente a las transformaciones corres- pondientes de la sociedad briténice, y a menudo las documento (esta puesta en paralelo no pretende ser un verdadero andlisis comparativo; apunta sdlo a suge- ir ut juego entre las semejanzas y ls diferencias, para ayudar a aislar constan- tes)? Finalmente, y sobre fodo, un andlisis de este tipo supone, en cuanto a su posiblidad misma, que existen constantes en el tiempo yel espacio, a pesar de las diversidades culturales e histéricas, 0 gracias a ellas. “Constante” no significa “estructura perenne” sino homologia de configuracign en la situacionesy en as procesos de cambios. Pero en este estadio se trata de una peticion de principio, aque ahora tiene que enfrentar la tarea de organizar la diversidad histérica 1. P.Chaunu, Histoire, science soil: la durde,Fespceet homme dV dpoque moderne, Paris, SEES, 1974 2 Como lo demuestra E. J. Hobsbawm (L're des réolutions, trad. Fane. Pari, Fa- yard, 1970), la puesta en paralelo de las situaciones en Francia ¢ Inglatera es particu farmente sugerente; una fue el epicentro de larevolucign politica y otra elepicentro de la revohucén industrial eres ' ; 26 Las motamorfoss de la cuestén socal Esquemsticamente, se podria decir que mi anslisis es muy “europeo” hasta el Renacimiento. Hace frecuente referencia a la situaciOn inglesa hasta fines del si- ‘glo XVILL Mas ala, era imposible hacerse cargo del problema de la diversdad de ls Estados sociales y dela especificidad de as situaciones actuales en los diferen- tes pases de Europa occidental (por otro lado, habia sido necesario inclu en el nilisis a Estados Unidos). Para expresar en una sola palabra laposicin subya- ‘enteen mi proposito (que podria inoocar en su favor a Karl Polanyi), los Esta- dos sociales de los patsesoccidentales han respondido a un desaffo coma la in- dustralizacin y tos factores de disociacién socal que ella entravia- pero lo han hecho con distintes ritmos, movilizando sus tradiciones nacionales y teniendo en ‘cuenta las diferentes fuerzas sociales presentes en cada contexto. No obstante, el debate sigue siendo en este plano un tanto metafsico, y requeriria andlsis com paratioos precisos de los diferentes contextos nacional, andliss éstos que en ‘gran medida falta promover.* 3. K. Polanyi La Grande Transformation. Aux origins Sonomiues et pltiques de no- tre temps, tad. rane. Pats, Galima, 1983 4 Ente debate se relia actualmente sobre todo partir de las posiciones lamadas *neoinsttucionalstan(Stalecenal appro, que ponen el acento en la eteogene! dad de las situacionesnacionalesy en el papel espeifico dels Estados y dels agen- tes del Estadoef PB. Evans D. Rueschemeyer,T. Skocpol, Bringing the Sate ac in, [Nueva York, Cambridge University Press, 988. Véanse expsiciones de as diferentes posicionesenfrentadas en FX Merren, “Etat tpoitques soils: contibution une {hgoriesnéoinstutionnalistes, Soiled rai "3/90, 1950. Para una comparar clin de bs fatres que gobieran el nacimient y el desarrollo de os Estados sociales, CLP Flor A. Heideneimer (compa), The Development of Were Stats Europe and ‘Aerie New Brunswick y Londres, Transactions Books, 1979 PRIMERA PARTE DELA TUTELA AL CONTRATO 4 La “cuestién social” puede caracterizarse por la inguietud acerca dela capacidad para mantener la cohesion de una sociedad. Amenazan con la ruptura ciertos grupos cuya existencia hace vacilar la cohesién del con- junto. :Cudles son? El problema se complica en este punto, debido al des- ibujamiento del términd social”. Progresivamente iremos explicitando Sus diferentes acepciones. Pero hay que partir de una distifcion global, con la reserva de que a continuacién seré matizada. Las poblaciones que son objeto de intervenciones sociales difieren fundamentalmente segiin sean 0 no capaces de trabajar, y en funcién de este criterio se las trata de ‘maneras totalmente distintas. Un primer perfil de estas poblaciones remite a lo que podria llamarse ‘una handicapologi, en el sentido amplio del término. Ancianos indigentes, niftos sin padres, lisiados de todo tipo, ciegos, paraliticos, escrufulosos, {diotas: el conjunto es tan heterdelito como un cuadto de Jerénimo Bosch, ;pero todos estos individuos tienen en comin el no poder subvenir a sus necesidades bésicas porque no estin en condiciones de trabajar. Por al +a2n Se los desliga de la obligaciOn del trabajo. Se puede plantear el inte- de por dénde pasa exactamente la a entre ca incapacidad para trabajar. Este anciano deerépito, sno podria sin embargo arreglarselas para sobrevivir por sus propios medios? Siempre se sospecharé que los desdichados quieren vi- vir a costillas de los ricos. Pero hay un mticleo de situaciones de depen- dencia reconocidas, constituido en toro de la incapacidad para entrar en clorden del trabajo, por deficiencias fisicas o psiquicas manifiestas, debi- das a la edad (nifos y ancianos),a la enfermedad, a los defectos corpora- les, y que pueden incluso extenderse a ciertas situaciones familiares 0 so- ciales desastrosas, como la de la “viuda con hijos’, para retomar una expresién que se encuentra con frecuencia en las reglamentaciones de la asistencia social. La “handicapologia” debe entonces entenderse en sentido ‘melaférico la categoria es heterogénea en cuanto a sus condiciones origi- narias; en cambio, es sumamente coherente el crterio definitorio: esa pe culiarrelacién con el trabajo. Estas poblaciones exentas de la obligacién de trabajar son los clientes potenciales de lo sacial-asstencal. Tomarlas a cargo puede plantear pro- ‘blemas econémicos,institucionales y téenicos complicados, pero ningdin problema de principios. Con la condicién de que el indigente legue a ha- ERURIRE Eopge errpaianmapen it cee nanan eres 20 Las metameorosis de la evestin socal ‘er reconocer esa incapacidad, puede ser socorrido, aunque en los hechos este tratamiento se revele a menudo insuficiente, inadecuado, altanero € incluso humillante Si bien la existencia de este tipo de poblacién es siem- pre una fuente de inquietud, ella no cuestiona fundamentalmente la orga- nizacién social. Lo documentaremos en el capitulo 1, sobre todo para di- sociar su suerte de la de otro perfil de indigentes, que plantea “la ccuestin social” en su forma aguda. Esta distincién de una problemaica del | socorro y una problendtica del trabajo € uno de los puntos en los que mi P| *relato” se distancia un tanto del de la mayor parte de los historiadores | de la asisten espero de mntradictorio con el de “Totalmente distinta de la condicién de los asistidos es en efecto la si- tuacin de quienes, siendo capaces de trabajar, no lo hacen. Aparecen en primer lugar con la figura del “indigentendlido”. Este, desprovisto de me- dios, y por lo tanto también dependiente de un ausilio, no puede sin em- ‘argo beneficiarse directamente con los dispositivos concernientes a los ‘eximidos de la obligacion de bastarse a si mismos. En falta con relacién al imperativo del trabajo, es también el més a menudo rechazado de la zona de asistencia. Y durante mucho tiempo sera colocado en una situacin contradictoria. Si es ademés un “extranjero” en el sentido antiguo de la palabra, un “extrafo” o “ajeno” sin vinculos, no existen para él las redes de proteccién cercana que alos autéctonos les aseguran hasta cierto pun- to que alguien se haga cargo minimamente de sus necesidades elementa- les, La situacion de estas personas seré entonces literalmente invivible isa era la situacién del vagabundo, el desafiliado por excelencia. Se podia pensar (y ésa fue mi primera intencién) en analizar lo esen- cial de las cuestiones planteadas por esta relaci6n aporética con el trabajo en la sociedad preindustrial, a partir del tratamiento reservado a esta franja més estigmatizada, Pues es asi como el problema se presenta en st forma mas manifesta, y los esfuerzos encarnizados tendientes a erradicar ¢l vagabundeo demuestran bien la importancia decisiva que tuvo esta cuestion durante varios sighos. 1, Llamaremos aqut “sociedad preindusrial” al periodo hstrico que, en el Occl= dente cristiano, va desde mediados del siglo XIV hasta las profundas transformaciones {ntrodcidas a fines del siglo XVIM Su unidad relativa se eaptars prncipalmente des- deel ingulo de las formas de organizacion del trabajo que se desplegaron en ese pe- ‘odo antes de la “revolucion industrial’. Nose tata de que esta secuencia de mis de ‘cuatro siglos no haya conocido transformaciones econémicasy sociales importantes. Pero ellas chocaron con sistemas de coacciones que por su parte conservan una gran ‘permanencia, Es esta tension entre Is coacciones de una "sociedad catastrada”,socie- {ad de érdenes y estatutos, los factores de cambio, la que serviré de hilo conductor ‘en los ansiss de los cuatro primeros eaptulos. Dela tute al contrato 94 No obstante, la cuestin se complica si se restituye la realidad soctol6- sica que recubre el rotlo de vagabundo. Este rétuo casi siempre conde na la errancia de un trabajador precario en busca de una ocupacign que no encuentra. Este tipo de personaje revela una greta irreparable en la forma dominante de organizacién del trabajo. Es la incapacidad de esta organizacin para hacer lugar a a movilidad lo que alimenta y dramatiza Ja cuestin del vagabundeo. Esta no es entonces mas que la forma paro- Xistica del conflcto que recorre grandes sectores de la organizacign so. cial En efecto es la cuestign de! salriado lo que de este modo se plantea, es decir, la necesidad creciente de recurrr a la salarizacign, y al mismo tiempo la imposibilidad de regular una condicion salarial, por la persis. tencia de tutelastradicionales que encorsetan el trabajo en las redes righ das de obligaciones sociales, yno econsmicas. J ya De las tutelas al contrato: éste es el largo camino que, a fines del siglo |XVIIL, desembocé en el umbral de la modernidad liberal. Si uno se decide [2 recorrerlo, tiene que penetrar en las formas complejas de organizacion {del trabajo de la sociedad preindustrial: trabajo regulado, trabajo forzado, \desarrollo de mticleos sélo bosquejados y fragmentarios, pero siempre cir. cunscriptos y contenidos, de asalariados “libres”. Surge entonces que la condicién de la mayoria de quienes vivian del trabajo de sus manos no estaba protegida por las disposiciones vinculadas al trabajo regulado. Se ‘aracterizaba por una vulnerabilidad de las masas, engendrada por el hecho de que el trabajo no se puede regular segiin el modelo del mercado, Finalmente me decidi a emprender esas prolongadas trayectorias. Era necesario hacerlo para reconstruir la lenta emergencia de una nueva for- mulacién de la cuestién social: ef libre acceso al trabajo, que se impuso en el siglo XVIII y tuvo entonces un impacto propiamente revolucionario, La institucin del libre acceso al trabajo fue una revolucién juridica sin duda tan importante como la revolucién industrial, de la que por otra parte era la contracara. Tiene una importancia fundamental con relacién a todo lo. que la precede. Rompe con las formas seculares de organizaciGn de los. sgremios y hace del trabajo forzado una supervivencia barbara. La promo- ‘ion del libre acceso al trabajo cierra asi un largo ciclo de transformacio- ‘es conflictivas, al poner fin a los bloqueos que obstaculizaban el adveni- miento de una condicién salarial. Pero esta revolucién fue también decisiva con relacién a lo que la siguié. Relanzé la cuestidn social sobre bases totalmente nuevas a principios del siglo XIX. Bajo el reino de las tu- telas, el asalariado se ahogaba. Bajo el régimen del contrato se expai efo, paradojicamente, la condicion obrera se debilitaba en el moment mismo de su liberacion. Se descubre entonces que la libertad sin protec- Cion puede levar ala peor de las servidumbres, la servidumbre dela ne- prep rng 32 Las metamortosis dela cuestion socal El trayecto reconstruido en esta primera parte puede resumirse como sigue. En el comienzo estaban las tutela y la coacciones que el Estado ab- solutista y la organizacién tradicional de los gremios conspiraban para mantener. Al final -a fines del siglo XVIII-Ilegan los contratos y la liber- tad de empresa que el principio de la gubernamentalidad liberal elabora- do por la Mlustracién impone en los hechos a través de la revolucion poli- tica. De modo que el encadenamiento de estos episodios servira de base para comprender las peripecias de la parte siguiente. En efecto, la tarea de la politica social consistirs,a partir del siglo XIX, en apuntalar esta es- tructura demasiado frégil del libre contrato de trabajo. La libertad que fa- vorecia a las empresas era demasiado fuerte, demasiado salvaje, para iquienes s6lo podian sufrrla. La ibertad y el individualismo triunfantes ‘evaban consigo un rostro de sombra, la individualidad negativa de quie- 1s se encontraban sin vinculos y sin apoyo, privados de toda proteccién ly de todo reconocimiento. El Estado social se construy6 como respuesta a ‘esta situacion. Creyé poder conjurar sus riesgos tefendo s6lidos sistemas de garantias en torno a la relacién de trabajo. De modo que la sucesién ordenada de estos encadenamientos, o mas bien de estas rupturas y sus recomposiciones, representa, sino la via més corta, por lo menos la mas rigurosa para llegar a la problematica contemporénea, en cuanto ésta se refiere principalmente al hecho de que tales regulaciones tejidas en torno al trabajo han perdido su poder integrador. Desde la sociedad preindus- trial hasta la sociedad posindustrial se ha producido una inversién total. | ‘Antes la vulnerabilidad se originaba en el exceso de coacciones, mientras que ahora aparece suscitadar por et debilitamiento de las protecciones:Lo que habré que exponer es el conjunto de las condiciones de esta inver- sin, Ellas circunscriben la cuestidn social en et marco de una misma pro- blematizacién que comienza a tomar forma a mediados del siglo XIV. Capitulo 1 LA PROTECCION CERCANA De las dos vertientes de la cuestién social cuyas transformaciones va- ‘mos a seguir, la social-asistencial es la que menos depende de una histo- ria especifica. Ella se organiza en torno a caracteristicas formales de las que sin duda se encontrarian equivalentes en todas las sociedades histé- ricas. El término “asistencia” recubre un conjunto extraordinariamente diversificado de précticas que se inscriben no obstante en una estructura comiin, determinada por la existencia de ciertas categorias de poblacio- nes carecientes y por la necesidad de hacerse cargo de ellas. Comencemos entonces tratando de identificar estas caracteristicas que constituyen la Logica de la asistencia ‘Sin embargo, no es posible atenerse a un organigrama puramente for- mal: esta constelacién de la asistencia ha tomado formas particulares en las distintas formaciones sociales. La que ha revestido en el Occidente cristiano debe retener particularmente nuestra atencién, por dos razones. Primero porque forma parte de nuestra herencia: los m6viles contempo- réneos de la asistencia se constituyen atin en torno de lineas de fuerzas cuyo sentido sélo se puede captar relacionandolas con las situaciones his- {6ricas medievales en cuyo seno se originaron. La segunda raz6n se refie- re a que esta configuracién asistencial ha interferido y continda interfi- riendo (en parte para hacerse cargo de él, y también para ocultarlo) en el otro gran aspecto de la cuestién social, que deriva principalmente de la problematica del trabajo, y cuya emergencia fue més tardia (a mediados del siglo XIV). Para caracterizar la originalidad de este acontecimiento (cf el capitulo 2), es necesario situarlo contra el telén de fondo de una confi- ‘guracion asistencial ya constituida en ese momento en sus grandes lineas. La sociabilidad primaria Lo social-asistencial puede caracterizarse formalmente por oposicién a los modos de organizacién colectiva que evitan este tipo de recursos, Pues ean SONOS 34 Las metamerfoss de la cueston social hay sociedades sin lo social. En efecto, lo social no debe entenderse aqui como el conjunto de la relaciones propias de la humanidad en tanto que especie se distingue por vivir en sociedad. Por cierto, “el hombre es un animal social”, y también lo es la abeja. Pero, para que no nos cree proble- mas una simple cuestion de vocabulario, convendremos en llamar “socie- tal” a esta caracterstica general de las relaciones humanas como formas de existenciacolectva. Lo “social”, en cambio, seré una configuracin es- Pecifica de practicas que no se enctientran en todas las colectividades hu- manas. Por empezar, veremios en qué condiciones surge. Una sociedad sin lo socal seria totalmente regida por las regulaciones de la sociabilidad primaria.! Entiendo por esto los sistemas de reglas que vinculan directamente a los miembros de un grupo, sobre la base de su pertenencia familia, de vecindario, de trabajo, ytejen redes de interde- pendencias sin la médiacién de instituciones especificas. Se trata en pri ‘mer lugar de sociedades de permanencia, en cuyo seno el individuo, in- sertado desde su nacimiento en una red estrecha de coacciones, reproduce en lo esencial los mandatos de la tradici6n y la costumbre. En estas formaciones no hay “Io socal”, “Io econémico”, “lo politico” 0 “lo cientifico” como dominios identificables de practica. Los individuos obe- decen reglas atavicas que lesson impuestas de un modo sintético y direc- tamente normativo, Formas estables de relacién acompafian al desempe- fo de los principales roles sociales en la familia, el vecindario, el grupo de edad y de sexo, en el lugar ocupado en la divisién del trabajo, y per- miten la transmisién de aprendizajes y la reproduccién de la existencia socal Por lo general, este modelo (aqui muy simplificado) de formaciones| sociales que se reproducen, idénticas a sf mismas, imponiendo una pro- sgramacidn estricta a las prestaciones de los individuos, se aplica alas so- ciedades llamadas “sin historia”. De hecho, en las saciedades de las que se ocups la etnologta en sus origenes, el cambio es percibido como prove- niente de afuera, en virtud de la conquista o la colonizacién, y las hace cexplotar al imponerles un modelo de transformacién que ellas no pueden integrara partir de su propia dinmica. Pero se pueden encontrar estruc- turas de este tipo en todas las éreas culturales, incluso la del Occidente 1. Tomo esta expresin de Alain Call, “Socialite primaire et société secondaire” en Splendeurs et misdres des scenes sociales, Ginebra-Pars, Droz, 1986, pigs. 363-375. CCaillé pone la socialidad ola sociabilidad primaria ala socalidad “secundaria”, cons trulda a partir de la parteipacién en grupos que suponen una especalizacién de las actividades y de las mediaciones institucionales. Desde luego, se trata de una oposi- ‘én formal y abstract, pero que se puede apicar en situacionesprecisas. Yo la utiliza ‘qu como modelo para caracterizar Ia aparicion de Ia asistencia especializada a partir de una fall en los Socorros no especalizados, 0 “primarios. RET ATI cs NEO TO La proteccion corcana 35 cristiano, Ellas corresponden a lo que la antropologia histérica ha deno- ‘minado “sociedades campesinas”. Asi, hasta una época muy reciente, las comunidades rurales vivian en una cuasi autarquia, no solamente econé- ‘mica, sino también relacional, como enclaves en el seno de conjuntos ge- rerados por el movimiento de la modernidad.? Ademés, en el Occidente cristiano, esta estructura cerrada ha sido la organizacién social dominante de la época feudal, marcada por la sacralizacién del pasado, la prepon- derancia del linaje y de los lazos de sangre, el apego a relaciones perma- rnentes de dependencia e interdependencia enraizadas en comunidades territorales restringidas. Por el modo de sociabilidad que orquesta, la so- garias para enmendar a los mendigos.”” La misma evolucién tuvo lugar en Ingaterra, donde en 1547 se cr el Brewell de Londres motel te las workhouse: En Amsterdam, en la msinaepoce, la Rasp obedea 4 ls mibmos princpis. EI hecho de que la andacion de los howptsles generale haya sido ordenada por el poder real tmpoco marea ura tue, "ura significativa con respect a las politicas anteriores De aplca ete snedidastenfan que hacerse cargo las cudadesy “pucblos grandes, es a versin diferente pro homdlogn dea lc entra a igo cuando el pode real se apoyaba en las niiatvas muneipales par ordenar su generalzacon muepen encuentran “en el desamparo por la desdicha de la circunstancias, sin te- ner el recurso de los trabajos manuales, porque los prejuicios del naci iento, la educacién, la profesion o, digamos mejor, el peso de la costum- = bre, les vedan ese recurso”. Y el comentador andnimo del siglo XVIIL © atade: “La espada, la tinica, la pluma tienen por'igual sus pobres ver- “ gonzantes; el tercer estado no deja de producirlos, no en sus clases infe- = Tiores, consagradas a las artes puramente mecénicas, sino entre quienes han abrazados las arts liberals, u otras profesiones cuya ejecucion exige 5 més el trabajo del espiritu que el de las manos". | He citado este texto relativamente tardio porque propone una defini- ® cién particularmente explicita del “pobre vergonzante'”, pero esta catego- ria aparecié en Italia en la segunda mitad del siglo XIIL® En realidad ex- presaba el desplazamiento social. Su surgimiento esta ligado al desarrollo de una sociedad urbana que, al acrecentar la diferenciacin y la estratifi- ~ cacién sociales, lleva consigo una movilidad descendente. Pero conservé su consistencia hasta fines del Antiguo Régimen. A menudo se encuentra en los registros de los hospitales o de las fundaciones religiosas una linea "_ presupuestaria especial, on anotaciones como la siguiente: “Una familia hronesta que no quiere ser reconocida. Artista. Cuatro panes” ”” También muy frecuentemente los responsables de la asistencia eran invitados a dar } prioridad a esta categoria de pobres, de los cuales la parroquia o la ciu- dad se sentian particularmente responsables sa indulgencia con los “pobres vergonzantes” da testimonio en pri- “mer lugar del desprecio con que se consideraban los trabajos manuales: “una persona de buena condicién, incluso reducida a la miseria, era dis- pensada de entregarse a esas necesidades degradantes. Esa indulgencia “confirma también la valencia negativa generalmente ligada a la pobreza: el pobre “vergonzante” tiene vergiienza de que se Vea que es pobre, por- que conserva su dignidad y la pobreza es indigna para un hombre de ca- lidad. Pero el tratamiento especial de esta forma de indigencia se explica sobre todo por la fuerza y el cardcter del vinculo comunitario que estos (68. Citado en J-P. Gutton, La société t les pauores, opt, pig. 23 (68.G. Rice, "Naissance du pauvre honteux’, lo. i 70.Chctado en J-P. Gutton op. cit Pero el tratamiento reservado al menzigo wid es sin duda més intere- sante atin, por la insuperable ambigiiedad que revela. La categoria apare- ce como tal, con una significacién de entrada peyorativa, a principios del siglo XIV.7!Su emergencia es més 0 menos contemporinea de la del "po- bre vergonzante’, y no por azar. Si bien antes existian indudablemente Jos “inutiles’, que vivian de limosna (:no se refiere a ellos san Agustin, ejemplo, cuando condena a “Ios que no tienen siquiera la vergtienza de mendigar? pero con la expansion demografic el crecimiento de la ciudades y la estratiicacion social acentuada se vuelven masivamente vi- sibles, Forman una categoria identificada como tal, y le plantean un pro- blema alas autoridades administrativas ‘A partir de ese momento, la mayoria de las reglamentaciones reiteran la prohibicin de darles limosna. Segin la ordenanza dictada en Francia en 1351 por Juan If lamado el Bueno, “Quienes quieran dar limosna no laden a personas sanas de cuerpo y de miembros que puede ser necesa- rio hacer que puedan ganarse la vida, sino la den a gente contrahecho, egos, lisiados y otras personas miserables” 7 En Inglaterra, en la misma época, la ordenanza de 1388 de Ricardo II asimila todo mendigo valido (Every person that goeth to begging and is able to serve or labor”) a los vaga 71.Cf.M. Molla, Etudes sur histoire dela pauoreté op. cit 1 pig. 14. 72. Ordonnance concernant la police du Royaume”, en Jourdan, Decrouzy, Ism- ‘ert, Recueil général ds ancien lis ranges, op. cit, IV, pig 57 Laproleccén cercana 67 bundos, que suscitan medidas policiales,y los distingue de los invélidos | impotent beggars), que pueden ejercer su actividad en el lugar, silos habi 2 tantes os toler Esta misma distncion se repite através dela larga se- [ie de condenas al vagabundeo y la mendicidad por parte de los Valois,” yen las primeras poor laws inglesas del siglo XVI." [© Elcorazén del problema consiste en que esta distincién nunca pudo | aplicarse rigurosamente, No s6lo porque la subsistencia de actitudes “ca- | stativas” habria contribuido a atenuar ese rigor. A pesar dela condena i moral y religiosa de los “intiles’, surge la sospecha de que no todos ellos eran calpables de no trabajar, y de que tambien pocian ser asistidos sin rmendigar, con lacondicién de que pertenecieran ala parroquia, Este es el sentido de la evolucién de las poor ls inglesas en el curso del siglo XV " partiendo de la condena al mendigo “able bodied”, que seréazotado y per- seguido (primera ley de 1535), esas leyes se elevan a la ambicién de hacer- se cargo del conjunto de sus indigentes, incluso de los vlidos® Asimis- “© mo, en Francia, las instrucciones para la aplicacién de la ordenanza de {1764 que hemos analizado administra un tratamiento particular a los men- © digos domiciiados: los que son arrestados “a menos de media legua’ de © su! domicilio no son considerados mendigos de profesin, sino miembros de a comunidad y dignos de socorro. El enciero mismo quiere ser un me- dio para reinsertar a los mendigos domiciliados. Lo mismo que con los *pobres vergonzantes” el criterio de la domicliaion anularia en el limite dela ineptitud para el trabajo como condicién para ser auxiiado, Pero esta posicién no se puede sostener hasta el limite. Si desconstruic ‘mos la nocién de mendigo vido, ela evela una contradiccién insoluble Lo misino que Jano, tiene dos cares. Por un lado, mira hacia la asistencia, puesto que el mendigo carece de todo, pero por el otro llama ala repre. si6n, puesto que es apto para el trabajo y deberia vivir del esfuerzo de su 73.1. J.C. Ribton-Turner, History of Vagrants and Vagrancy and Beggs and Beg- sing, Nueva Jersey, 1972, pig, 60 74.Cf. Jourdan, Decrouzy, Isamber, Recueil gual des ancennes lis frais, op. cit XII, pigs, 262-264 75.CK J. Pound, Poverty and Vagrency in Tudor England, opi. 76, Cte anexo de J. Pound, Poverty and Vagrancy in Tudor Engl op. cit, frage ‘mentos del registro de los pobres auxliados por la ciudad de Norwich en 1570. lise demuestra que se beneficiaban efectivamente con ln ayuda certs familia de te {adores desocupados o con un salario del efe de familia insuficiente pare la subs fencia. Asimismo, la Limosna General de Lyon, desde su fundacion en 1534, admi- Ristraba distribuciones semanales de pan a los indigentes, que eran a menudo representantes de pequetiosoficis (ct. J-P. Gutton, La société es pores. op cit). Pero tos temedios propuestos por esas “poitcas municipales” nunca fueron compas tables con la magnitude problema, Sobre el conjunto de los intents de imponer tra bj forzado a los indigentes vidos, véase el capitulo siguiente 168 Las metamortosis dela cvestion social cuerpo. A veces se condena al mendigo valido como usurpador: alguien que se presenta como beneficiario potencial dela asistencia, siendo que le cabe la obligacién de trabajar. En otros casos se reconoce 0 se sospecha que él no es responsable de su situacidn, y se le entreabre la puerta de! socorro. Pero siempre con reticencia, y no con la tolerancia de la que se beneficia el “pobre vergonzante”, Miembro del bajo pueblo, no dispone de capital social. Sobre las personas de esta clase, de “vil estado”, pesa de ‘manera implacable la condena biblica del “Ganards el pan con el sudor de tu frente”, Esta bien, gpero en qué se convierte entonces el que no pue- de ganar el pan, porque no esta en condiciones de trabajar, no por incapa- cidad, sino porque no hay trabajo? Toda la historia de la asistencia juega con esta contradiccién. Plantea y reitera la exigencia de la incapacidad para trabajar como condici6n pa~ ra obtener socorro, y con la misma frecuencia la confirma y la traiciona Por ello todos estos intentos son defectuosos en el mejor de los casos, y casi siempre fracasan. No solamente por falta de recursos materiales, dle ‘medios econémicos, humanos o institucionales adecuados. Chocan con la imposibilidad de enfocar desde un punto de vista nuevo los proble- ‘mas que plantea la indigencia valida en las categorias especificas de la asistencia, Mientras se trate de nifios abandonados, de ancianos imposi- bilitados, de personas con defectos corporales, de enfermos indigentes, siempre en el marco de la “handicapologia”,” no hay ninguin problema de fondo. Quiero decir que las dificultades, que pueden ser muy graves, son esencialmente de orden técnico, financiero, institucional. La incapa- cidad para bastarse a sf mismos en personas que pueden trabajar crea en cambio el problema fundamental que, histéricamente, aparece por pri- mera vez con el mendigo vélido. Le formula a la asistencia el enigma de la esfinge: cémo convertir a un solicitante de ayuda en un productor de su propia existencia, Esta pregunta no tiene respuesta, porque la “buena respuesta” no esté en el registro asistencial, sino en el registro del tra: bajo. 77. Lo que evidentemente no significa que esta “handicnpolagin” se reduzca a una «ategorizacion naturalist, sin relacin con a situacién socal ni con el trabajo: a “hi rite” de Lyon estaban mayoritariamente pobladas por "viejos”y sobre todo "ves", breros y obreras ancianos o wiudas de abretos de Ia sederia 0 de oficos urbanos hu miles (€f.J-P- Gutton, La socité tls pauores op. cit). La invalider debida ala edad les permitia obtener asistencia, pero con la condicidn de que hubieran nacido en Lyon © habitaran alli desde mis de diez aos. Sin embargo, estos “viejos” también planter ban entre lineas la cuestién del trabajo: lo que Tos condenaba ala indigenca ea ain Sficiencia de los recursos adquirides alo largo de su vida, Se advierte ai que It “0 lucin” a este problema sera la llegada de seguros vinculados al trabajo; también sera ‘sta la solucisn al problema de la inigencia vida en general (fe capitulo 6) La proteccién cecana 69 De este modo, a partir de In ambigdad susctada por el mendigo vi ido, desembocamos en un desdoblamientoy una dramatiracanede la cain social. Est personaje representa la tansen concrete par sei troducir nl categorzaion genera de la degraca eta orma pec y ena de ln desdicha del pucbo: In degradcion dla miners gu ak peor atin, de los miserabes que no Wenen taba,

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