Se haba hecho el firme propsito de olvidar aquellos das, de no dedicarles
ningn pensamiento consciente durante el tiempo que le quedara de vida,
ni tampoco despus de morir, en caso de que al ms all se viajara con la razn intacta. Le bastaba con escribir, llegado el caso, un relato con el que exorcizar todo aquel horror. No se le ocurra al artillero un modo mejor de deshacerse de cualquier demonio que pidiera asilo en su alma que encarcelarlo para siempre en el papel.
Un artista no es ms que un hombre arrastrado por un ro: en una orilla est
la cordura y en la otra la locura, pero l jams encontrar el descanso en ninguna de las dos: seguir fluyendo entre ambas, arrastrado por las aguas de su arte, alejado de la vida que se desarrolla en tierra, desde donde los dems le observan sin poder ayudarle, hasta morir en la inmensidad del mar. .