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La Eutanasia desde el punto de vista de la Bioética Jestis Lorenzo Euthanasia from the Bioethical Point of View Abstract Euthanasia is often defined simply as a gentle and easy death. Euthanasia must be defined as death that results from the inten- tion of one person to kill another person, using the most gentle and easy means possible, that is motivated solely by the best interests of the person who dies. This definition also makes clear that the person giving euthanasia causes the death. The difference between active and passive euthanasia is es- sentially one of the means by which death is achieved. Active euthanasia involves doing something positive that will result in the patient's death: giving a lethal injection, for instance. Pa! euthanasia involves not doing something, the absence of which results in the patient's death: not performing surgery, not giving antibiotics, not feeding, for instance. Under the influence of what may broadly be called quality-of- life points of views, advocates of voluntary euthanasia have urged that morality and wisdom consist not in the pursuit of life but in the pursuit of a quality life and conversely, that it may be desir- able to end a life which is irreparably blasted by the most loath- some forms of disease or degradation. While forbidding the intentional killing (euthanasia) of all in- nocent human beings, contemporary Roman Catholicism permits letting grievously and terminally ill persons die by forgoing life- sustaining measures. While ordinary means of prolonging life are required, technical measures that impose strain or suffering disproportionate to foreseen benefits may be discontinued. This prescription includes refusing forms of treatment that would only secure a precarious and burdensome prolongation of life in the face of inevitable death. ve INTRODUCCION Hoy dia dentro del término eutanasia (buena muerte) se incluyen conceptos de encontrada significacién ética y es necesario conocer el significado real del mismo, diferencidndolo de otras practicas per- fectamente admisibles desde un punto de vista ético. No es eutanasia la aplicacion de farmacos para aliviar el dolor fisico de un paciente terminal, aunque ello produzca, indirecta e inevitablemente un cierto acortamiento de la vida. Tampoco es eutanasia la omisién de medios extraordinarios 0 desproporcionados para prolongar artificialmente la vida de un enfermo terminal, pues esta ausente la accidn positiva de matar y la posibilidad de una vida natural. I. DEFINICION DE LA EUTANASIA Es muy dificil aportar una sola definicion sobre un término tan discutido como es el de la eutanasia. Nos limitaremos a presentar los mas comunes y tradicionales, con algunas observaciones acerca de ellos. En su significado etimolégico, el término eutanasia no presenta ambigiiedades; sustancialmente significa “buena muerte”. Pero hoy, al hablar de eutanasia hay que tener en cuenta a qué nos referimos exactamente. Precisamente cuando se plantea la cuestién con refe- rencia a este significado, el del hombre de la calle, surge una notable confusi6n. En efecto, no se trata de una, sino de miiltiples realidades, ampliamente divergentes. Por ejemplo, los que toman partido a favor de la eutanasia, pueden estar indicando con ese nombre: a) una garantia para si y para los demas, respecto al riesgo de acabar siendo victimas de un encarnizamiento terapéutico, que sélo servirfa para prolongar la agonia de una muerte cargada de angustiosos sufrimien- tos; b) un seguro contra una muerte sobrecargada de tecnologia, entre aparatos sofisticados y rodeado exclusivamente por personas extrafias, 36 is Lorenzo atentas, por lo demis, a los datos que sucesivamente le suministran los instrumentos y no a la persona que se esta muriendo y a sus profundas exigencias humanas: en definitiva, una muerte en la soledad mas deso- ladora: c) una muerte sin dolor, provocada voluntariamente, a petici6n propia © no, a una persona que en otro caso estaria igualmente condenada a morir tras un periodo més o menos largo de sufrimientos especialmente graves. Todavia no existe una definicién hasta tal punto autorizada que se imponga por si misma y sea aceptada por todos, ni siquiera en el campo de la ética cristiana. Mas que una definicidn, en el sentido riguroso de este término, puede sernos util alguna definicién descriptiva, capaz de indicar, de manera concisa pero a la vez clara, la realidad que se presenta como problematica al hablar de eutana: En este sentido, tal vez la mejor definicién sea la siguiente: “la muerte indolora infligida a una persona humana, consciente 0 no, que sufre abundantemente a causa de enfermedades graves e incurables 0 por su condicién de disminuido, sean estas dolencias congénitas 0 adquiridas, llevada a cabo de manera deliberada por el personal sanitario, 0 al menos con su ayuda, mediante farmacos o con la suspensién de curas vitales ordinarias, porque se considera irracional que prosiga una vida que, en tales condiciones, se valora como ya no digna de ser vivida”. Para Javier Gafo, la palabra eutanasia es ambigua, y las situaciones en que se lleva a cabo son distintas. Por eso, es necesario definir mejor qué entendemos por eutanasia. Desde Francis Bacon, la palabra eutanasia pierde, al menos en parte, su sentido etimolégico y comienza a significar la accié6n médica por la que se acelera el proceso de muerte de un enfermo terminal o se le quita la vida. Hay un aspecto caracteristico de lo que se entiende por eutanasia: el que el enfermo se encuentre préximo a su muerte. Esta proximidad a la muerte es lo que distinguirfa la eutanasia del homicidio 0 del suicidio. La realidad humana, los casos que se pueden presentar, son mas complejos y mas ricos que los conceptos con los que pretendemos delimitar esa realidad. No se puede zanjar este debate, pero nos basta ahora con 37 subrayar que la practica de la eutanasia, tal como se entiende este término, se refiere a personas aquejadas de una enfermedad fisica, proéxima a la muerte. También Marciano Vidal afirma que esta palabra es ambigua. Esta ambigiiedad permite entender, bajo el mismo concepto, cosas distintas y hasta contrarias; al mismo tiempo da lugar a actitudes y usos contrapuestos. Y sefiala dos constataciones: la primera se refiere al uso normalizado: la eutanasia se define como muerte sin sufrimiento ffsico y, en sentido restrictivo, la que asf se provoca voluntariamente. Ya en esta misma definicién parece admitirse un sentido ampliado (el etimolégico de muerte dulce) y un sentido restrictivo (muerte por accién de ayuda externa). La segunda constataci6n se refiere a los usos facticos. La eutanasia tiene multitud de usos facticos, tal como suele emplearse en coloquios, escritos, manifiestos, movimientos y grupos. La cutanasia se ha convertido en un lugar de apelacion polisémico. Valgan los siguientes, pero se podrian enumerar otros muchos: - Sentido etimoldgico: buena muerte, sin dolor. - Lucha contra el sufrimiento a cualquier precio. - Supresién de la vida en un enfermo incurable, sea a peticién del mismo enfermo 0 de los familiares o de los mismos profesionales de la medicina. - Decisién de abstenerse de medios extraordinarios, considerados desproporcionados en la fase terminal y vistos como encarnizamiento terapéutico. - Derecho a la propia muerte, con el significado de muerte apro- piada, que otros llaman muerte digna. Ante usos facticos tan plurales, cabe preguntarse de qué hablamos cuando usamos la palabra eutanasia. La historia del vocablo nos ayuda a responder a esta cuestién. Ofrecemos las siguientes aclaraciones historicas: Eutanasia es una palabra empleada en el Ambito occidental europeo que tiene su raiz en el mundo grecorromano. Deriva directa- mente del griego “euthanasia” = morir bueno. Junto a este sustantivo se encuentra el verbo “euthanateo” = morir bien, y el adjetivo 38 Jesiis Lorenzo “euthanatos” = el que ha muerto bien. Ahora bien, estas tres palabras han recibido un tratamiento distinto para significar también realidades diferentes a lo largo de la historia. Dicho de otra manera, no siempre se apunta a la misma realidad. Il. CLASES DE EUTANASIA La eutanasia permite una muy variada clasificacién, prueba adicio- nal de su complejidad. Pero la clasificacién mas comtinmente aceptada es: cutanasia activa y pasiva. Veamos a continuacidn estas dos clases, cuya distincién comienza en los siglos XVI-XVII. 1) EUTANASIA ACTIVA. Se trata de la puesta en practica de una acci6n médica positiva con la que se acelera la muerte de un enfermo 0 se pone término a su vida. Pero la situacién es complicada. Ante un canceroso que sufre graves dolores, es frecuente la aplicacién de ciertos calmantes, por ejemplo derivados de la morfina. Estos cal- mantes producen en el enfermo terminal una depresi6n respiratoria, un debilitamiento de sus ya escasas energias y, por tanto, un previsible acortamiento de su vida. El médico puede no pretender acelerar la muerte del paciente, sino aliviarle de sus dolores. Sin embargo es previsible que también se produzca un acortamiento de su vida. Estarfamos ante una accién médica, la administraci6n de calmantes, que conlleva dos diferentes efectos: el alivio de los dolores y el acorta- miento de la vida del enfermo. Esta abreviacién es una consecuencia indirecta, no pretendida por el médico. De ahi que este caso haya sido calificado de eutanasia activa indirecta, en relacién con el principio moral del doble efecto. En efecto, es activa porque el médico pone una acci6n positiva que puede abreviar la vida del enfermo, pero al mismo tiempo es indirecta, ya que el médico no pretende directamente tal acortamiento, sino que el enfermo deje de sufrir. El principio del doble efecto se aplica tradicionalmente con cuatro formulaciones: que la accién sea buena o indiferente: que el fin sea 39 honesto; que el efecto bueno no debe producirse a través del malo; que la raz6n sea proporcionalmente grave. En el caso de la eutanasia activa, este principio esta destinado a la pregunta de si es licito utilizar un medio de accién cuyos efectos previsibles seran de una parte benéficos y, de otra, indisolublemente unida a la primera, maléficos. La respuesta es condicional. El recurso a tales medios es licito cuando se busca el efecto benéfico y no son de més pero que los maléficos en la balanza de la decisién. Este principio se aplica en numerosas situaciones. La mejor conocida por los médicos es la prescripcién de un examen riesgoso 0 medicamentos con efectos secundarios. Para Javier Mahillo, en cuanto a la eutanasia activa, es inmoral tomar la decision de matar a un paciente, sea cual sea su estado, a no ser que matarlo signifique solo dejar de mantener su vida artificial- mente cuando no tiene ya ninguna esperanza de curacién, lo cual no es eutanasia, sino respeto al ritmo natural de la vida humana. Y ni siquiera con su autorizacién se puede colaborar con la muerte de una persona, aceptando su fracaso, sino que se debe intentar por todos los medios posibles evitarle sufrimientos innecesarios y animarle a esperar con dignidad el desenlace natural de su vida. 2) EUTANASIA PASIVA. Es la eutanasia en la que no se pone una acci6n positiva sino que se aplica una terapia 0 una accién que podria prolongar la vida del enfermo. Lo caracteristico de la eutanasia pasiva seria la omisi6n, la no-aplicacién de una terapia disponible y que podria prolongar la vida del paciente. En el caso de la eutanasia pasiva también se dan diversas situacio- nes. Por ejemplo, ges equiparable el caso de Karen Quinlan y los que se comienzan a plantear en Estados Unidos de enfermos que solicitan, o lo hacen sus familiares, que se les deje de alimentar artificialmente, por ejemplo por suero en la vena 0 mediante una sonda por la que se les introduce la alimentacién a través de la nariz? En principio habria on de esta forma de alimentaci6n como una que calificar la supr 40 Jesiis Lorenzo eutanasia pasiva, ya que se omite un tratamiento médico que podria prolongar su vida. La eutanasia pasiva es la tactica de “dejar morir al paciente”, practicada a diario en nuestros hospitales. Al paciente no se le hace verdaderamente nada para librarlo de su tr4gica condicién. Lo que se hace, se hace por él, pero no responde a una solicitud suya. Esta actitud pasiva y piadosa se adopta de mala gana la mayor parte de las veces. Al menos en teoria. se trata de una actitud susceptible de ser objeto de demandas por negligencia profesional o por conducta inmoral, amparadas en leyes atrasadas y entabladas, posiblemente, por miembros airados o sugestionables de la familia, 0 por abogados amantes de los pleitos. Otro punto muy importante que hay que tener en cuenta en la eutanasia pasiva es el uso de medios ordinarios y extraordinarios para seguir manteniendo con vida al paciente. En lo que se refiere a la utilizacion de medios ordinarios y extraordi- narios es dificil establecer una distincién inamovible, ya que los medios que hoy resultan totalmente habituales hace poco tiempo fueron considerados como extraordinarios; mds atin, lo que para unos casos resulta extraordinario en otros no lo sera. Es preciso tener en cuenta factores diversos como la posibilidad de éxito, el nivel de la calidad de la vida que se trata de conservar, el tiempo de supervivencia, las molestias ocasionadas al paciente y a su familia por el tratamiento y el propio gasto que la terapia acarree, no sélo al individuo y a su familia sino incluso desde el punto de vista de la colectividad poniendo en juego una cuestién de la llamada economia de la salud. Todos estos factores deben ponderarse conjuntamente, y si bien algunos son ponderables de manera objetiva, otros dependeran de la situacién subjetiva del paciente, lo que resulta siempre més diffcil de evaluar. Paul Ramsey explica que “medios ordinarios para mantener la vida son todos aquellos medicamentos,tratamientos y operaciones que ofrecen una esperanza razonable de beneficio para el paciente y que pueden ser conseguidos y utilizados sin acarrear un coste. dolor u otros 41 inconvenientes excesivos. Medios extraordinarios para mantener la vida son todos aquellos medicamentos, tratamientos y operaciones que no pueden ser conseguidos sin acarrear un coste, dolor u otros inconvenientes excesivos, 0 que, de ser utilizados, no ofrecerian una esperanza razonable de beneficio”. Actualmente, muchos especialistas prefieren cambiar la termi- nologia de medios ordinarios y extraordinarios por la de medios proporcionados y desproporcionados. Para ellos, no interesa tanto el caracter ordinario y extraordinario en relacién con la técnica 0 la cualificacién de las personas cuanto la aprecicacién de proporcién / desproporcién en relacion con la dignidad de la persona, evitando asf el encarnecimiento terapéutico y con la calidad de vida que se pretende conseguir. Ill. HISTORIA DE LA EUTANASIA A pesar de que ciertos testimonios histéricos sobre practicas eutandsicas son de dominio comin y han pasado a la cultura popular, la historia de la eutanasia nos es casi completamente desconocida. Ello se debe a que ese tema sdlo en los tiltimos afios ha conseguido elevarse desde el nivel de lo que los anglosajones llaman story. que quiza podamos traducir por historieta, al de la auténtica history, por tanto, al de la historiograffa cientifica. Para ello, han tenido que darse varias condiciones. Una primera ha sido la ruptura del tabi que nuestra cultura ha establecido siempre en torno a los temas relacionados con la muerte. La muerte no es ni ha sido nunca un hecho natural simple y univoco, sino un complejisimo fenémeno cultural; es una creacién del hombre. El ayudar a bien morir se lo han propuesto todas las culturas en sus ritos de paso tanatolégicos. Los medios que han utilizado para ello han sido muy diversos. Del estudio de las culturas primitivas se deduce que muchos pueblos han usado productos quimicos para que los moribundos perdieran la conciencia y murieran en paz. También se conocen culturas en las que los procedimientos eutandsicos fueron 42 Jesiis Lorenzo principalmente psfquicos: llegado un cierto momento de su vida, el anciano se despedia de los miembros de su tribu, se retiraba a un lugar apartado y se disponia a morir, consciente de que le habia legado su hora. En muchos de estos procedimientos, si no en todos, hay una pro- vocacién directa de la muerte. No parece que el primitivo distinguiera muy bien entre matar y dejar morir. Asi se comprende que a veces utilizara el asesinato directo como método eutandsico. Esto explica el hecho, repetidas veces comprobado por los antropélogos, de que en las tribus primitivas no suele haber invalidos ni enfermos crénicos. En la civilizacion griega, el Juramento de Hipécrates, hacia el aio 60 antes de Cristo, representa un testimonio histérico y humanistico de gran calado contra la eutanasia. En este genial documento se encuentra explicitamente reconocido el respeto absoluto de la vida del enfermo por parte del médico: “No daré ningtin veneno a nadie, aunque me lo pidan, ni tomaré nunca la iniciativa de sugerir tal cosa”. Esos venenos hipocraticos equivalen a lo que actualmente Ilamamos medicinas 0 drogas suministradas al paciente con motivos eutandsicos, a peticion del interesado, o por mera prescripcién médica, incluso contra la voluntad del paciente. Este testimonio contra la eutanasia y en favor de la vida, incluso la més precaria y aparentemente intti tiene un significado ético afiadido por reflejar lo mas sano y castizo de la razén humana sin ningtin tipo de soporte religioso 0 teolégico. De ahi su valor universal por encima de creencias, culturas 0 ideas en contrario. Plat6n mantiene una actitud permisiva con respecto a la eutanasia. Afirma que la ciudad natural o perfecta ha de estar compuesta de hombres sanos. Los ciudadanos han de gozar de salud, dado que la alud es inseparable de la perfeccién. La funcién del médico es, para él, estrictamente eutandsica. Por eso dice: “En la ciudad habraé que establecer un cuerpo médico de individuos como aquellos de que ha- blabamos, que cuiden de los ciudadanos que tengan bien constituidos cuerpo y alma, pero, en cuanto a los demas, dejen morir a aquellos cuya deficiencia radique en sus cuerpos 0 condenen a muerte ellos 43 mismos a los que tengan un alma naturalmente mala o incorregible”. Averroes, uno de los maximos médicos de la Edad Media, es también un decidido partidario de la eutanasia, y considera que practicarla es funcidén de los médicos de la ciudad. Dice: “La sociedad modelo necesitara los médicos para diferenciar a quienes tengan un defecto curable de los que poseen otro incurable. El primero sera curado y al segundo se le dejard morir, aunque existe la posibilidad de prolongarle la vida mediante la medicaci6n, pero a costa de no poder participar en ninguna de las actividades de la comunidad... Pues cada uno de los nacidos sdlo existe con el fin de vivir como un miembro real de la sociedad, pudiendo participar en ella; si desaparece tal finalidad, la muerte es preferible a la vida”. El término y el concepto de eutanasia adquieren un uso y una practica nuevos en el Renacimiento. Son aplicados al buen morir en el sentido fisico, como el tiltimo proceso de la salud y de la vida del hom- bre. La muerte es el tiltimo acto de la vida y ha de ser tratado como algo que pertenece al hombre, a quien hay que ayudar a enfrentarse ala muerte con todos los recursos de que se dispone. El concepto de eutanasia es consecuencia del que se tiene sobre la vida, el hombre, la salud. Y en su elaboracién habra que implicar a los humanistas, fisicos y médicos que durante este tiempo estan empefiados en sentar un nuevo tipo de ciencia y un nuevo concepto de hombre. Tomas Moro consigna el mismo objetivo que Platén para conseguir una Republica ideal. Los ciudadanos de Eutopia, cuando son aquejados de grave e irreversible enfermedad, son visitados por las autoridades y sacerdotes para convencerles de que acepten morir. Dice asi: “Los que se dejan convencer ponen fin a sus dias dejando de comer. O se les da un soporifero, muriendo sin darse cuenta de ello. Pero no eliminan a nadie contra su voluntad, ni por ello privan de los cuidados que les venian disponiendo. Este tipo de muerte se considera algo honorable”. Parece ser que quien primero usé el término “eutanasia” en sentido real fue Francis Bacon en el siguiente texto: “La funcién del médico 44 Jestis Lorenzo es devolver la salud y mitigar los sufrimientos y los dolores, no sélo en cuanto esa mitigacién puede conducir a la curacién, sino también si puede servir para procurar una muerte tranquila y facil” Es, pues, un defensor de la licitud de la eutanasia. Citando comple- tamente un texto a menudo referido sélo de forma fragmentaria, algunos autores muestran hasta la evidencia que lo que Bacon indica con el término eutanasia es precisamente el esfuerzo por ayudar al moribundo, con todos los medios de que se disponga. a escapar de las angustias de los tiltimos momentos de la vida y a que, una vez que sea Iegada la hora, pueda morir con calma y tranquilidad. E incluso casi se anticipan las que hoy denominamos “curas paliativas”, animando especialmente las investigaciones y la busqueda de medios capaces de eliminar el dolor. Durante el siglo XIX el interés por el tema de la eutanasia subi6 de grado. Los grandes novelistas de la época lo utilizaron como argu- mento literario; tal hace, por ejemplo, Emilia Pardo Bazan en Espaiia. El tema también aparece insistentemente en la literatura médica. Uno de los padres de la moderna ética médica, Karl Friedrich Marx, defiende en la Universidad de Gotinza una tesis doctoral titulada De Euthanasia Medica, en que expone la necesidad de ensefiar a los médicos a cuidar técnica y humanamente a los enfermos que estan en la fase terminal de su vida. La conclusién del libro de Marx es que los médicos tienen que aprender la ciencia de la eutanasia, ya que no son capaces de dar a sus enfermos la “atanasi En el siglo XX se produce un cambio cultural en el mundo oc- cidental. Sin una profunda mutacién en concepciones fundamentales acerca del hombre, de la vida humana y de su situacién en la escala de *,es decir, la inmortalidad. los valores, resultarfa del todo impensable el nacimiento en la misma época, esto es, en los comienzos del siglo XX, de otro fenémeno: a saber. el nacimiento de un fuerte movimiento tendente a promover la legalizacién de la eutanasia. Con este preciso objetivo, se constituyeron las primeras Asociaciones, y aparecieron los primeros proyectos de ley. Resulta significativo el que semejante fenémeno se haya iniciado precisamente en aquellos paises que, por haber comenzado en primer lugar el camino cultural relacionado con la denominada revolucién industrial, se encontraban en una fase avanzada de industrializacién: Inglaterra, Estados Unidos y Alemania. Ninguno de estos proyectos obtuvo la aprobacién de los respectivos parlamentos, signo evidente de que en la sociedad persistia, ampliamente sostenido por todos, un firme rechazo de la eutanasia. Terminamos este capitulo con un resumen de las Resoluciones adoptadas por la Comisi6n de la Salud y Asuntos Sociales del Consejo de Europa (Estrasburgo, 29 de enero de 1976): a) Considerando que los progresos rapidos y constantes de la Medicina crean problemas y presentan incluso ciertas amenazas para los derechos fundamentales del hombre y de la integridad de los enfermos. b) Convencida de que la profesién médica esté al servicio del hombre para la proteccién de la salud, para el tratamiento de las enfermedades... esta convencida de que la prolongacién de la vida no debe constituirse en el fin exclusivo de la practica médica y que debe encaminarse de la misma a aliviar los sufrimientos. c) Considerando que el médico debe esforzarse por apaciguar los sufrimientos y, por lo tanto, no tiene derecho, incluso en los casos que le parecen desesperados, a adelantar intencionadamente el proceso natural de la muerte. d) Subrayando que la prolongacién de la vida por medios artificiales depende, en gran medida, de factores tales como el equipo disponible, y que los médicos que trabajan en hospitales cuyas instalaciones téc- nicas permiten prolongar la vida durante un periodo particularmente largo se hallan a menudo en una postura delicada en lo que concierne a la continuacién del tratamiento, especialmente en el caso en que el cese de todas las funciones cerebrales del enfermo sea irreversible. 46 Jesis Lorenzo IV. LA EUTANASIA Y LA BIOETICA En cuanto a la reflexién ética sobre la eutanasia, existe una muy relevante unanimidad ética, al menos en el terreno de los principios. El encarnecimiento terapéutico aparece como inhumano y éticamente reprobable. La actuacién de los profesionales médicos, en relacién con pacientes irreversibles y terminales, debe inscribirse dentro de un triple eje de coordenadas. El primer punto o eje de referencia vendria marcado por el compromiso de tales profesionales en ejercer su actividad en favor de la prolongacidn de la vida del enfermo y de la recuperaciOn de su salud. Este compromiso y esta misién son centrales en el ejercicio de la profesi6n médica o de enfermeria. Cuando nos ponemos en manos de tales profesionales, hay al menos una especie de contrato implicito de que van a poner su ciencia y su atencién al servicio de la prolongacion de nuestra vida o de la recuperacién de la salud. Sin embargo, esta tendencia a luchar en favor de la prolongacién de la vida no puede maximalizarse, ya que corre el riesgo de incurrir en el criticado encarnecimiento terapéutico que hoy puede ser dramatico como consecuencia del gran desarrollo de la medicina y sus posibilidades casi ilimitadas de prolongacién del proceso de muerte. El segundo eje de coordenadas viene definido por la exigencia de humanizar la situacién del enfermo irreversible y terminal. E] médico tendra que preguntarse siempre hasta qué punto es racional el seguir prolongando la vida del paciente y si lo que debe hacer es dejar de actuar en la linea del curar, para centrarse en la del cuidado. El recurso a los calmantes debe ser un punto central en la atencién sanitaria. Habria finalmente un tercer eje de coordinadas: se trata de la propia opcién del mismo enfermo. En un tema en que esta en juego su propia vida del paciente préximo a la muerte no puede convertirse en un mero comparsa sobre el que se toman decisiones sin apenas contar con su propia decisién. Indiscutiblemente existen situaciones en las que la afirmacion de la autonom{a del enfermo puede quedar limitada o 47 incluso no existir, por encontrarse en un estado de inconsciencia. Pero, con las excepciones que sea necesario admitir, no puede cuestionarse el protagonismo que en principio tiene el paciente sobre unas decisio- nes que a nadie afectan mas que a éI mismo. Una ética de la eutanasia segtin el experto en ética Arthur Dyck contiene las siguientes creencias 0 proposiciones: a) Una vida individual pertenece al individuo para disponer de ella enteramente en la forma que desee. b) La dignidad que va unida a la personalidad por razon de la liber- tad para hacer elecciones demanda también la libertad para quitarse uno la vida. c) Hay cosas tales como una vida que no merezca la pena de vivir, sea por causa de su sufrimiento, enfermedad, disminuci6n fisica 0 mental o incluso por pura desesperaci6n por cualquier raz6n. d) Lo que es supremo en valor es la dignidad humana que reside en la capacidad racional de los seres humanos para escoger y controlar la vida y la muerte. Y es que una vida individual no esta s6lamente a la disposicién de la propia persona; toda vida humana es parte de la comunidad que guarda y protege las vidas de sus miembros; la existencia de una comunidad depende en todo de las disposiciones en contra de suprimir la vida. La dignidad que va unida a la personalidad en raz6n de la libertad de tomar decisiones morales, incluye la libertad de la gente moribunda para rechazar las intervenciones no curativas de prolongar la vida, pero no se extiende al quitarse la propia vida o causar la muerte a cualquiera que se esté muriendo. Toda vida tiene algtin valor; no existe tal cosa como una vida que no merezca ser vivida. Una objecién secular a la eutanasia es la de que todos los seres racionales son fines en si mismos. No puede privarseles de su vida excepto, posiblemente, en defensa propia. La ética teolégica ha formulado diversos argumentos para justificar la condena moral de la eutanasia. Estos son los mas decisivos: a) Principio de inviolabilidad de la vida humana. Se afirma que no es 48 Jesus Lorenzo facil argumentar contra la ilicitud de la eutanasia desde la pura raz6n ante aquellos que no tienen mas horizonte intelectual que la voluntad del hombre, o sea, frente a los que sostienen que cada uno es duefio de su vida, por lo que, en situaciones verdaderamente graves, se podria legitimar la eutanasia. b) Superioridad de la vida sobre otro valor. Cuando se parte del va- lor de la vida, no cabe confrontarla con una enfermedad especialmente dolorosa, menos atin con la vida deteriorada de un anciano, ni con la existencia penosa del enfermo mental o del subnormal. Nada supera el valor de la vida, por lo que argumentar que es mejor morir que vivir en tales situaciones, es tener un sentido utilitarista de la existencia humana, por lo que se acepta un valor secundario en contra de otro que es primario. En concreto, los partidarios de la eutanasia confunden la dignidad de la persona con el humanitarismo o la compasién. c) Peligro de abuso por parte de las autoridades. La historia testifica que poner la vida a disposicién de quienes tienen la misién y oficio de gobierno equivale a poner en tentaci6n de eliminar aquellas situaciones especialmente enojosas para el buen orden, del cual la autoridad tiene la misién de orientar y dirigir. El gobernante es preclive a eliminar aquellos casos dificiles en favor del orden, lo cual siempre se hace en detrimento del débil, del que no puede seguir el ritmo marcado o no es capaz de acomodarse al orden establecido. d) Se resiente y baja del sentido moral de la sociedad. Cuando el orden social legitima que la vida de ciertos ciudadanos no es digna y por ello permite eliminarla, ha iniciado un camino facil, ajeno a crite- rios éticos, en una palabra, utilitarista, pues sittia otros bienes, aunque sean aparentemente espirituales como puede ser el sentimiento humanitario, por encima de la vida, valor supremo, de los individuos. No es ya el hombre, sino la organizaci6n o los bienes materiales los que la sociedad persigue. En cuanto a la doctrina de la Iglesia Catdlica con respecto a la eutanasia, la ha considerado irreconciliable con la ética que surge del 49 mensaje de Cristo. La vivencia religiosa del cristiano concibe la vida como un don y una bendicién que ha recibido de Dios y de la que no puede disponer. Esta vivencia se plasmaré en la afirmacién de que Dios es el tinico duejio de la vida humana, y el hombre es su mero administrador. La teologia catélica medieval afirmaré la inviolabilidad de la vida humana, basdndose en un triple argumento: es apropiacién de un derecho que corresponde a Dios; es falta de amor a uno mismo y, finalmente, es una indebida dejacién de las responsabilidades sociales. Al difundirse el cristianismo en Europa, la eutanasia queda relegada. No existe polémica sobre ella. Aparece como una accién obviamente irreconciliable con el mensaje cristiano. Pio XII dedicé muchos discursos a temas de moral médica y se refirié al tema de la eutanasia, puesto dramaticamente de actualidad como consecuencia de su aceptacién legal por el Tercer Reich. Hay un texto relevante de este Papa: “Si entre la narcosis y el acortamiento de la vida no existe nexo causal alguno directo, puesto por la voluntad de los interesados 0 por la naturaleza de las cosas.... y si, por el contrario, la administraci6n de narc6ticos produjese por sf misma dos efectos dis- tintos: por una parte el alivio de los dolores y, por otra, la abreviacién de la vida, entonces es licita”. Pio XII acepta la llamada clasicamente eutanasia activa indirecta, es decir, la administracién de calmantes que pudiesen también, de forma indirecta, acelerar la muerte. Finalmente, un documento muy importante es la Declaracién Vaticana sobre la Eutanasia. La Declaracion tiene una Introduccién en la que se plantean las coordenadas modernas del tema; cuatro breves capftulos desarrollan el valor de la vida humana, la eutanasia, el cristiano ante el sufrimiento y el uso de analgésicos, y el uso pro- porcionado de los medios terapéuticos. Es en esta parte donde se dan los criterios mas audaces. Hoy, no nos referimos tanto al significado original de la palabra eutanasia, cuanto mas bien a la intervencién de la medicina encaminada a atenuar los dolores de la enfermedad y de la agonia, a veces incluso con el riesgo de suprimir prematuramente la vida. Ademas el término es usado, en sentido mas estricto, con el 50 Jesus Lorenzo significado de causar la muerte por piedad con el fin de eliminar radi- calmente los tiltimos sufrimientos 0 de evitar a los nifios subnormales, a los enfermos mentales 0 a los incurables la prolongacién de una vida desdichada, quizds por muchos aiios, que podria imponer cargas demasiado pesadas a las familias 0 a la sociedad. Es necesario reafirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrién, nifio o adulto, anciano, enfermo incurable 0 agonizante. Nadie ademas puede pedir este gesto homicida para sf mismo 0 para otros confiados a su responsabilidad, ni puede consertirlo explicita o implicitamente. Ninguna autoridad puede legitimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata en efecto de una violacién de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad. Podra también verificarse que el dolor prolongado e insoportable, razones de tipo afectivo u otros motivos diversos, induzcan a alguien a pensar que puede legitimamente pedir la muerte o procurarla a otros. Aunque en casos de ese género la responsabilidad personal puede estar disminuida o incluso no existir, sin embargo el error de juicio de la conciencia, aunque fuera incluso de buena fe, no modifica la naturaleza del acto homicida, que en si sigue siendo siempre inadmi- sible. Las stiplicas de los enfermos muy graves que alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas como expresién de una verdadera voluntad de eutanasia; éstas en efecto son casi siempre peticiones angustiadas de asistencia y de afecto. Ademas de los cuidados médicos, lo que necesita el enfermo es el amor, el calor humano y sobrenatural, con el que pueden y deben rodearlo todos aquellos que estan cercanos, padres e hijos, médicos y enfermeros. CONCLUSION En lineas generales condenamos la eutanasia como algo que va contra las normas de la Bioética cristiana. Todo ser humano tiene 51 inclinaci6n natural a seguir viviendo. Nuestros reflejos y reacciones nos habilitan para luchar contra quienes nos ataquen. En nuestra vida co- tidiana aplicamos todas las precauciones y toda la atencién necesaria a nuestra conservaci6n. La eutanasia violenta ese orden natural de la supervivencia. Es literalmente una accion contra natura, porque todos los procesos de la naturaleza se encaminan, tienen como finalidad la supervivencia del organismo. Y la eutanasia deshace estos mecanismos sutiles de manera diferente a como acttian, concretamente, las enfermedades y las lesiones. E] hombre como mero depositario de su cuerpo acttia contra la voluntad de Dios, el verdadero duefio de aquél, cuando se quita la propia vida. NOTAS 1) CICCIONE, L.: La ética y el término de la vida humana, en Manual de Bioética General (Aquilino Polaino-Lorente, editor). Ediciones Rialp, Madrid, 1994, p.423. 2) Id..p.424. 3) GAFO. Javier: 10 palabras clave en Bioética. Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra), 1994, pp. 91-92. 4) VIDAL, Marciano: Moral de la Persona y Bioética Teoldgica. Editorial Covarrubias, Madrid, 1991, pp. 500-501. 5) GAFO, Javier: O.c., pp. 94-95. 6) ROSSI, iccionario Enciclopédico de Teologta Moral. Ediciones Paulinas, Madrid, 1980, pp. 236-237. 7) MAHILLO, Javier: Etica y Vida. Ediciones Internacionales Universistarias, Barcelona, 1991, pp. 80-81. 8) ROBERT, M. Baird: Eutanasia: los dilemas morales. Ediciones Martinez Roca, Barcelona, 1992, p. 100. 9) CASADO, Marfa: La Eutanasia: aspectos Eticos y Juridicos. Editorial Reus, Madrid, 1994, pp. 24-25. 10) RAMSEY, Paul: The Patient as a Person. Yale University Press, New Haven, 1970, pp. 115-116. 11) GRACIA, Diego: Historia de la Eutanasia. En: La eutanasia hoy. un debate abierto (Salvador Urraca, Ed.). Editorial Noesis, Madrid, 1996, pp.70-71. 12) BLAZQUEZ, Niceto: Bioética, la nueva ciencia de la vida. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2000, pp. 330-331. 13) PLATON: Repiiblica: 409e-410a. Citado en URRACA, Salvador, Ed. (Cf. Jestis Lorenzo Nota 11), pp. 74-75. 14) AVERROES: Exposicién de la Repiiblica de Platén. Ed. M. Cruz Hernén- dez, Tecnos, Madrid, 1986, p. 32. 15) MORO, Tomas: Utopia. Citado en: FERNANDEZ, Aurelio: Teologia Moral II. Ediciones Aldecoa, Burgos, 1996, p. 857. 16) BACON, Francis: Historia vitae et mortis. J. Maire Lugduni, 1637, pp. 202-203. 17) CASADO, Maria: O.c., p.73. 18) GAFO, Javier: O.c., pp. 112-115, 19) DYCK, Arthur: “An alternative to the ethic of euthanasia”, en To Live and to Die: When, Why and How? Robert H. Williams (ed.). Springer-Verlag, New York, 1974, pp. 98-112. 20) FERNANDEZ, Aurelio: Telogia Moral II. Ediciones Aldecoa, Burgos, 1996. pp. 861-865. 21) Pio XII: 24- febrero-1957. 22) Revista Vida Nueva. N. 1236, S-lulio-1980, p. 33.

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